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FAMOSOS
REYES, INTELECTUALES, CINEASTAS Y SANTOS
NUESTROS REYES
P. Johnson, Intelectuales.
En efecto, la búsqueda de libertad en materia sexual ha sido una
constante entre los intelectuales habiendo casos de grupos tan
conocidos como el de Bloomsbury que consideraban los celos un
vicio. Ejemplo de intelectuales que han aplicado estos principios a
rajatabla son Elías Canetti y Jean Paul Sartre. A ambos les gustaba
rodearse de discípulos, «chicos y chicas tan ansiosos de hacer el
amor con ellos como de escucharlos».
SARTRE
ELÍAS CANETTI
LA MASTURBACIÓN
«Woltz le tuvo esperando durante más de media hora (…). La sala de espera era
lujosa y confortable, y en el sofá color ciruela que había frente al lugar donde estaba
sentado, esperaba la niña más bonita que recordaba haber visto en su vida. No tenía
más de once o doce años e iba vestida con lujo y sencillez (…) Eran la hermosa
muchachita rubia y su madre (…) Pero ahora la exquisitamente dibujada boca de la
niña era una masa rosácea. Sus ojos azules ya no brillaban, y Hagen notó que las
piernas parecían negarse a sostenerla (…) El productor había tenido tiempo de
trabajar a la chica.»
Mario Puzo, El padrino.
El texto anterior se inspira en uno de los muchos mitos sobre
los vicios existentes en Hollywood, referente a cómo el
productor Darryl F. Zanuck todos los días se aprovechaba de
una aspirante a estrella. También la vida desenfrenada de
Errol Flynn ha pasado a la leyenda, alimentada por sí mismo a
través de la autobiografía, Aventuras de un vividor. El gusto
de Charles Chaplin por las jovencitas o la habilidad para las
felaciones de Marylin Monroe son otras partes conocidas del
universo erótico de Hollywood. Sin embargo, en este trabajo,
me voy a centrar en una cuestión, el homosexualismo, que,
sin poder definirse como un vicio, tradicionalmente ha sido
visto como tal por la sociedad.
L O S A C TO R E S H O M O S E X U A L E S
C O N V E RT I D O S E N G A L A N E S
Volvamos a la problemática del homosexualismo. Todos sabemos que es una horrenda enfermedad
diabólica y por ende TODOS los homosexuales van al INFIERNO.
En los últimos años la peste gay se ha expandido hasta niveles insospechados, esto sucede porque los
medios manipulados por judíos nos han hecho creer que la homosexualidad es normal, y al no haber una
Santa Inquisición que controle la epidemia, ésta se sale de control y da origen a una serie de
desequilibrios.
-¿Y qué tiene que ver todo esto con el cambio climático?- preguntará usted. Pues bien, con todo lo
anterior deducimos que el aumento exponencial de homosexuales provoca también un aumento
descontrolado de almas en el INFIERNO. En consecuencia, el infierno comienza a generar más calor
porque quema más pecadores, y como se encuentra abajo de la Tierra (que es plana), nuestro planeta se
calienta como una sartén.
LOS VICIOS EN EL SENO DE LA
IGLESIA
«El amor de las místicas a menudo supera la índole de lo estrictamente espiritual para expresarse en
términos de pura sensualidad, de amor físico y, por lo tanto, humano; muchas de ellas consideran a
Jesucristo como su esposo y sueñan, imaginan, anhelan, establecer con él una unión que podemos
calificar de plenamente erótica»
Ángeles Caso, Las olvidadas.
Dentro del delirio místico-erótico de
algunas beatas, destaca la figura de Sor
Agnes, monja que comulgaba con la
reliquia del Santo Prepucio, «haciéndola
gozar hasta el delirio por su sabor dulce y
carnoso». Otra santa mujer, Catalina de
Siena también tenía al prepucio divino
como protagonista de sus visiones: en ellas
se casaba con el Señor y éste se lo ofrecía
como peculiar anillo de bodas.
En el otro extremo, también las prostitutas participaban de esta confusión
entre amor divino y humano:
«Pero más se atendía a la salud del alma, ya por ellas, ya por el Poder
público. Aunque impenitentes y contumaces en el pecado, solían ser devotas,
con aquella extraña amalgama de sexo y misticismo que fue característica de
todo el siglo XVII. Era frecuente que asistieran con hábitos y escapularios a
procesiones y funciones de iglesia»