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LOS VICIOS DE LOS

FAMOSOS
REYES, INTELECTUALES, CINEASTAS Y SANTOS
NUESTROS REYES

El catálogo de vicios de la realeza es tan amplio que no queda más


remedio que limitar su exposición a unos pocos ejemplos relevantes. A
este respecto, este trabajo se recreará fundamentalmente en los vicios de
los monarcas de nuestra nación y, aún más en concreto, de los
pertenecientes a la dinastía actual de los Borbones. Esta limitación no es
óbice para que, de vez en cuando, haya algún guiño hacia los excesos de
otros reyes extranjeros que no fueron menos que los nuestros.
FELIPE V
Felipe V fue un rey de carácter melancólico que había sido educado de una
manera muy piadosa por lo que no concebía pecar fuera del lecho conyugal.
A diferencia de sus parientes franceses, Luis XIV y Luis XV, llenos de
amantes femeninas, el rey fue incapaz de proporcionarse ninguna, pero
Felipe V era incapaz de refrenar sus pasiones eróticas, ni siquiera cuando su
primera mujer, Luisa Gabriela de Saboya, estaba ya en su lecho de muerte.
Era un rey en constante estado de agotamiento por, como dice un médico de
la época, «el uso demasiado frecuente que hace de la reina».
María Luisa de Isabel de Farnesio
Saboya
CARLOS IV, GODOY Y
MARÍA LUISA DE PARMA

Estos tres personajes conforman el triángulo amoroso más


famoso de la historia de España. Un rey complaciente permite a
su mujer tomar como amante a un guapo oficial y lo eleva
convirtiéndole en el verdadero hombre fuerte de España y, de
paso, en el mejor amigo del rey.
Manuel Godoy María Luisa de Parma
FERNANDO VII

Este rey, posiblemente hijo de Godoy y considerado el peor de la


historia de España, es famoso en el terreno erótico sobre todo por
el tamaño de los genitales, que obligaba al uso de una almohada
para no penetrar tanto a su última esposa, María Cristina. Sin
embargo, a pesar de que el rey, como buen Borbón, tuvo muchas
aventuras, su última esposa y su hija van a superarle en sus proezas
amatorias.
MARÍA CRISTINA Y FERNANDO
MUÑOZ
Al igual que el caso de María Luisa de Parma, María Cristina
se enamoró de un oficial joven, con el que se casó en secreto
porque, debido a su condición de Regente, tenía que
mantener públicamente su condición de viuda de Fernando
VII:

«Así las cosas, en la corte se vivía una situación grotesca,


pues el oculto matrimonio de la reina era un secreto a voces,
y los embarazos, disimulados con vestimentas adecuadas, se
sucedían»
José Calvo Poyato, Reinas viudas de España.

Lo peor de esta situación irregular es que María Cristina dio


mal ejemplo a su hija Isabel, del que ésta supo tomar nota
sobradamente.
ISABEL II
Isabel II fue una mujer muy poco edificante en su vida
privada que, sin embargo, no hizo más que lo que hacían
habitualmente sus colegas masculinos . Al igual que muchos
de éstos, su vida transcurrió en una constante oscilación
entre la piedad más exagerada y el vicio más desenfrenado.
Como no podía ser menos, en una mujer este último se
penaliza más, por lo que tuvo que sufrir las burlas de sus
contemporáneos, entre los que destacan los hermanos
Bécquer, autores de la sátira Los Borbones en pelota.
LOS BÉCQUER
Isabel II seguramente pudo
haber inspirado sus aventuras
sexuales en una gran soberana del
siglo XVIII, Catalina la Grande,
tan selectiva en la elección de sus
amantes que una de sus condesas
tenía que probar su capacidad
previamente.
ALFONSO XII

Este rey, hijo de Isabel II y de padre desconocido, porque el


marido de la reina, Francisco de Asís, era un reconocido
homosexual, emuló a su madre al tener múltiples aventuras y
amantes. Sin embargo, por una de esas paradojas de la historia,
Alfonso XII va a ser el protagonista de la leyenda romántica más
conocida del siglo XIX, su boda con María de las Mercedes, reina
de la que estaba muy enamorado, pero no solo de ella.
ALFONSO XIII Y VICTORIA
EUGENIA
Este rey, como buen hijo de su padre y
buen nieto de su abuela, tuvo múltiples
aventuras amorosas. Dentro de esta
promiscuidad destaca al enorme afición
del monarca por el cine porno, del que
fue el primer gran promotor en España,
aprovechando el talento de prostitutas
extraídas del barrio chino de Barcelona.
LOS INTELECTUALES
MIGUEL DE UNAMUNO

Muchas veces se asocia la figura del intelectual a


un personaje enfrascado en los libros y
principalmente preocupado por los aspectos
espirituales de la existencia. Sin embargo, pese a
este arquetipo, los intelectuales reales son hombres
con deseos, muchas veces tan apremiantes que les
lleva a elaborar teorías de todo tipo para justificar
la incapacidad de controlar sus pasiones. Algunas
de estas teorías se expondrán a continuación.
EL AMOR LIBRE

«Parece que Shelley deseaba que una mujer diera estabilidad y


comodidad a su vida, y le permitiera seguir con sus amoríos; en
recompensa él (por lo menos en teoría) permitía la mayor libertad a
su mujer. Un arreglo similar, como veremos, se convertiría en un
objeto recurrente para los principales»

P. Johnson, Intelectuales.
En efecto, la búsqueda de libertad en materia sexual ha sido una
constante entre los intelectuales habiendo casos de grupos tan
conocidos como el de Bloomsbury que consideraban los celos un
vicio. Ejemplo de intelectuales que han aplicado estos principios a
rajatabla son Elías Canetti y Jean Paul Sartre. A ambos les gustaba
rodearse de discípulos, «chicos y chicas tan ansiosos de hacer el
amor con ellos como de escucharlos».
SARTRE
ELÍAS CANETTI
LA MASTURBACIÓN

Los intelectuales siempre han tenido una visión bastante


comprensiva de la masturbación porque, como decía Rousseau,
«evita que los jóvenes contraigan enfermedades venéreas y porque
este vicio que el pudor y la timidez encuentran tan inconveniente
tiene más de un atractivo para las imaginaciones despiertas: les
permite sostener a todas las mujeres a sus caprichos». O
simplemente, como afirmaba Jacques Lacan es «el sexo con la
única persona que realmente amo»
La relación de la masturbación con los intelectuales arranca ya en la
Antigüedad, época en que el filósofo Diógenes la defendía con
ardor.
Otro intelectual famoso que defendía su condición de masturbador
era el intelectual inglés Ruskin aunque en este caso era porque su
excesiva idealización de la mujer le llevaba a desdeñar las mujeres
reales, de los que es buena muestra su reacción el día de su noche
de bodas, «cuando descubrió que su esposa tenía vello en el pubis
(…) huyó despavorido de la habitación nupcial».
Entre los intelectuales defensores
de la masturbación quizá el más
singular sea Kenneth Tynan,
escritor y dramaturgo inglés, que
se caracterizaba a sí mismo como
Tyranosaurus: homo masturbans.
E X T R AVA G A N C I A S S E X U A L E S D E
LOS INTELECTUALES

Muchos intelectuales son famosos En este sentido, el escritor francés no deja de


remitirse a una larga tradición que se remonta
por sus extraños comportamientos
al imperio romano, como se ve en la siguiente
sexuales: el gusto por el incesto de poesía, en que Pablo el Silenciario dedicó
Lord Byron, la afición de estos requiebros a una galante sexagenaria:

Rousseau al exhibicionismo, la «Tus arrugas, Felina, valen mucho más que la


savia de cualquier jovencita y yo, por mi
atracción que sentía Montaigne por
parte, estoy mucho más ávido de tener en mis
las mujeres cojas o el interés de
manos tus manzanas de vértice declinante que
Balzac por las mujeres mayores. los pechos bien erguidos de una muchacha»
LOS VICIOS EN EL MUNDO DEL
CINE

«Woltz le tuvo esperando durante más de media hora (…). La sala de espera era
lujosa y confortable, y en el sofá color ciruela que había frente al lugar donde estaba
sentado, esperaba la niña más bonita que recordaba haber visto en su vida. No tenía
más de once o doce años e iba vestida con lujo y sencillez (…) Eran la hermosa
muchachita rubia y su madre (…) Pero ahora la exquisitamente dibujada boca de la
niña era una masa rosácea. Sus ojos azules ya no brillaban, y Hagen notó que las
piernas parecían negarse a sostenerla (…) El productor había tenido tiempo de
trabajar a la chica.»
Mario Puzo, El padrino.
El texto anterior se inspira en uno de los muchos mitos sobre
los vicios existentes en Hollywood, referente a cómo el
productor Darryl F. Zanuck todos los días se aprovechaba de
una aspirante a estrella. También la vida desenfrenada de
Errol Flynn ha pasado a la leyenda, alimentada por sí mismo a
través de la autobiografía, Aventuras de un vividor. El gusto
de Charles Chaplin por las jovencitas o la habilidad para las
felaciones de Marylin Monroe son otras partes conocidas del
universo erótico de Hollywood. Sin embargo, en este trabajo,
me voy a centrar en una cuestión, el homosexualismo, que,
sin poder definirse como un vicio, tradicionalmente ha sido
visto como tal por la sociedad.
L O S A C TO R E S H O M O S E X U A L E S
C O N V E RT I D O S E N G A L A N E S

Una de las características más curiosas de Hollywood es la


cantidad de actores y actrices que se convirtieron en mitos eróticos
y que, por ello, tuvieron que ocultar su verdadera inclinación
sexual. En un universo, como el existente en Hollywood,
marcadamente libertino en su interior, pero que proyectaba en sus
películas una imagen muy conservadora, no había lugar para que
las estrellas confesasen su homosexualidad.
Rock Hudson Cary Grant
Montgomery Clift Marlene Dietrich
Por suerte para estos actores, pese a estar
obligados a llevar su inclinación sexual
con discreción, en Hollywood eran
frecuentes las fiestas organizadas para
homosexuales, aspecto en el que destacó
el compositor Cole Porter, uno de los
pocos famosos que se atrevió a declarar su
homosexualidad públicamente junto con el
actor Sal Mineo.
En tiempos pasados, sin embargo, la represión fue mucho mayor hasta el
punto de que, aunque siendo muy numerosos, como la homosexualidad era
considerada el mayor de los pecados, los artistas e intelectuales
homosexuales se veían obligados a negar su verdadera condición. La lista
de afectados es larga destacando nombres como Miguel Ángel, Leonardo
da Vinci, Tchaikovsky o García Lorca. Todos ellos tuvieron que enfrentarse
a prejuicios tan hondos como los reflejados en el texto siguiente:
L A S C A U S A S D E L C A L E N TA M I E N T O
GLOBAL

Volvamos a la problemática del homosexualismo. Todos sabemos que es una horrenda enfermedad
diabólica y por ende TODOS los homosexuales van al INFIERNO. 
En los últimos años la peste gay se ha expandido hasta niveles insospechados, esto sucede porque los
medios manipulados por judíos nos han hecho creer que la homosexualidad es normal, y al no haber una
Santa Inquisición que controle la epidemia, ésta se sale de control y da origen a una serie de
desequilibrios. 
-¿Y qué tiene que ver todo esto con el cambio climático?- preguntará usted. Pues bien, con todo lo
anterior deducimos que el aumento exponencial de homosexuales provoca también un aumento
descontrolado de almas en el INFIERNO. En consecuencia, el infierno comienza a generar más calor
porque quema más pecadores, y como se encuentra abajo de la Tierra (que es plana), nuestro planeta se
calienta como una sartén.
LOS VICIOS EN EL SENO DE LA
IGLESIA

Pese a que la Iglesia ha sido siempre una gran defensora de la


moral y la virtud, siendo por ejemplo la principal instigadora de la
persecución a los homosexuales en el mundo occidental, no
siempre ha predicado con el ejemplo. Los propios religiosos han
sido poco devotos de sus principios y ya uno de ellos, el Arciprieste
de Hita, decía que junto a asegurarse el sustento, la otra prioridad
del hombre es «aver juntamiento con fembra placentera»
Los religiosos han guardado siempre un
peligroso equilibrio entre sus pulsiones
naturales y la necesidad de llevar una vida
edificante: en este sentido, uno de los
mejores exponentes de esta ambivalencia es
Roberto de Arbrissel, defensor de la Pugna
Carnis, un heroico castigo en que el
religioso tenía que acostarse desnudo con
una mujer joven aguantando la tentación de
tocarla.
Posiblemente sea en la mística donde mejor se aprecia esa extraña confusión entre sexualidad y fervor
religioso que impregna gran parte de los comportamientos más piadosos, «sirva de ejemplo el testimonio
de una beata que se refería a Cristo como un solícito amante, que en cuanto Dios quería gozar de su
alma y en cuanto hombre, de su cuerpo», Antonio Fernández Luzón, Visionarios y místicos:

«El amor de las místicas a menudo supera la índole de lo estrictamente espiritual para expresarse en
términos de pura sensualidad, de amor físico y, por lo tanto, humano; muchas de ellas consideran a
Jesucristo como su esposo y sueñan, imaginan, anhelan, establecer con él una unión que podemos
calificar de plenamente erótica»
Ángeles Caso, Las olvidadas.
Dentro del delirio místico-erótico de
algunas beatas, destaca la figura de Sor
Agnes, monja que comulgaba con la
reliquia del Santo Prepucio, «haciéndola
gozar hasta el delirio por su sabor dulce y
carnoso». Otra santa mujer, Catalina de
Siena también tenía al prepucio divino
como protagonista de sus visiones: en ellas
se casaba con el Señor y éste se lo ofrecía
como peculiar anillo de bodas.
En el otro extremo, también las prostitutas participaban de esta confusión
entre amor divino y humano:

«Pero más se atendía a la salud del alma, ya por ellas, ya por el Poder
público. Aunque impenitentes y contumaces en el pecado, solían ser devotas,
con aquella extraña amalgama de sexo y misticismo que fue característica de
todo el siglo XVII. Era frecuente que asistieran con hábitos y escapularios a
procesiones y funciones de iglesia»

José Deleito y Piñuela, La mala vida en la España de Felipe IV.


También las cabezas de las iglesias, los Papas, no han podido a
veces evitar confundir el amor divino y el humano. Especialmente
los Papas del Renacimiento, con ejemplos tan señalados como
Alejandro VI y Pablo III, han sido conocidos por sus numerosos
hijos. Pero es un Papa del siglo IV de nuestra era, Dámaso, quien
se lleva la palma en incontinencia, al haber caído en el vicio del
bestialismo, pecado que, como es normal en la Iglesia católica, le
fue perdonado.
Fue una época, la del Papa Dámaso, poco segura desde el punto de
vista eclesiástico para las vírgenes romanas, como queda claro en
la recomendación de San Jerónimo a las mujeres para mantener
intacta su virginidad y castidad: «Nunca se quede sola, una dama
romana, con un sacerdote. Si llega esta situación debería decir que
necesita salir para orinar o evacuar. [...] Nunca entres a sus casas ni
permanezcas sola en su compañía»
Más adelante, a pesar de las precauciones que tomaban las mujeres, los curas encontraron un
medio de acceder a ellas a través de la confesión. El pecado de la solicitación se convirtió en
uno de los más frecuentes del repertorio canónico, hasta el punto que la Iglesia tuvo que
establecer manuales de confesión donde advierte que «el confesor no pregunte los pecados
ocultos que los muy maliciosos han inventado porque no provoque con ello a sí y al confesante
a delectación». Es curioso en este sentido, que, cuando los confesores no se atrevían a pecar con
las mujeres, solían establecer la penitencia de flagelación para al menos satisfacer su
voyeurismo. Aunque no perteneciente a la Iglesia católica, el mejor ejemplo de aprovecharse de
su condición de religioso para acercarse a las mujeres, es el personaje ya mítico de Rasputín.
GRIGORI RASPUTIN

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