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1

Contexto
Durante el período virreinal en la Nueva España, la convivencia entre
peninsulares, criollos, indígenas, negros y castas amalgamó una sociedad acotada
y regida por los preceptos de la Iglesia Católica. Las interacciones entre estos
grupos formaron un tejido social en el que la parte española ejercía el poder civil
eclesiástico y militar. Este esquema prevaleció hasta principios del siglo XIX,
cuando los criollos iniciaron la gesta de Independencia de la nación mexicana.

La compleja sociedad novohispana estuvo organizada y dividida en estamentos


jerarquizados, en el que cada grupo desempeñaba una función importante con
relación a los otros. Se consideraba que este orden era de origen divino, por lo
que todos los individuos ocupaban un lugar en el mundo condicionado por su
calidad como nobleza, clero o vasallo.

Para que la diferencia entre estos grupos fuera evidente, las elites recurrían al uso
de imágenes, signos, edificios, comportamientos y vestimenta que representaban
su lugar y poder dentro de la sociedad. Las autoridades civiles y eclesiásticas,
representadas en el virreinato por el virrey y los obispos, respectivamente,
manifestaban su potestad por medio de objetos visibles que obviaran su
preeminencia.

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Dentro de este contexto, el ajuar cumplía un papel fundamental del aparato de
representación. Todo personaje importante en el virreinato debía poseer y ostentar
indumentaria y enseres opulentos.

Para el siglo XVIII la producción de plata en la Nueva España incrementó notablemente, lo


que permitió la acumulación de cuantiosas fortunas en el virreinato. Esta bonanza trajo
consigo un aumento en la demanda de artículos de lujo, de los cuales la mayoría eran de
producción local y otros importados desde Asia.

Esta estimulación del comercio y producción gremial coincidió con los ideales de la
Ilustración. Las reformas borbónicas, la renovación de la Iglesia novohispana y el
racionalismo católico implicaron un cambio profundo en la vida cotidiana del siglo XVIII,
entre la que destaca la importancia de la vida cotidiana.

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Sobre el título
La herencia artística más refinada de esta época se debe a la élite representada por los dos
estamentos privilegiados del poder en la Nueva España: la administración virreinal y el clero,
quienes detentaban el poder terrenal y espiritual. En la actualidad se pueden admirar
extraordinarios objetos de uso diario que han sobrevivido al paso del tiempo, tanto por la calidad
de sus materiales como por la maestría de su factura. Esta muestra expone diversos elementos
representativos de los esplendores novohispanos.

Se pretende que el título encierra en sí mismo el contenido de la exposición, al mostrar al público


indumentaria y muebles que daban prestigio a sus dueños. La nobleza, y principalmente el virrey,
eran representantes del rey, cuya potestad terrenal sobre la Nueva España fue un importante
elemento identitario del criollismo. El clero representaba la potestad espiritual de la Iglesia, un
poder muy real para el siglo XVIII. Siendo así, estos representantes debían transmitir mansajes
visuales que impactaran a la sociedad novohispana; la nobleza por su vida cortesana y los
religiosos por su vida piadosa que difundía valores cristianos.

Asimismo se hace referencia a la visión del mundo vigente en ese entonces, que respondía a la
tradición católica occidental que separaba el mundo, la morada cósmica del hombre, del reino de
Dios; nociones que se materializaban en los esplendorosos objetos de nuestra muestra.

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Propuesta de distribución por sala
Se pretende exhibir lo terrenal en dos salas diferenciadas por género. La sala dedicada al ámbito femenino incluye exquisitas
piezas de mobiliario, costureros, vestimenta, abanicos, joyería, pintura y objetos utilitarios. Por medio de estos se busca recrear la
vida de las mujeres novohispanas. La ropa afrancesada de seda brocada, complementada con joyería de oro y plata, fueron la moda
del siglo XVIII. Junto con esto se exhibirá una selección de abanicos, accesosrio básico de la vida cortesana por medio del cual las
mujeres enviaban mansajes y signos galantes a sus pretendientes. La costura y el bordado fue una actividad femenil bastante común
y usualmente se aprendía con las parientas en la casa o en algún convento durante la niñez, por lo que se incluirán costureros de
repujado de plata-oro y alhajeros en los que se guardaban hilos, agujas y carretes. Complementando la muestra habrá un biombo,
que fue un mueble típico de la Nueva España por su comercio con Asia y que sería para subdividir los interiores de las casas para
crear un espacio íntimo.

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En la sala del ámbito masculino se expondrán objetos de la vida civil del hombre del virreinato: indumentaria, pintura y
objetos de uso cotidiano, como cigarreras, bastones, entre otros. Las casacas, introducidas por la moda afrancesada de la
corte borbónica, que se mostraran son de seda bordada en los bordes, puños y cuello con flores de hilos de plata y oro.
Los muebles para escribir como las mesas, bargueños, baúles y sillas eran símbolos de poder, pues en ellos se escribían
órdenes y documentos para la administración virreinal o el comercio. Este tipo de mobiliario era tallado en madera y
con técnica de taracea se le incrustaban los detalles de hueso, marfil y carey, así como el tintero era de plata. También se
incluyen vajillas de porcelana oriental y vidrio soplado, objetos relacionados con el comercio, actividad masculina que
permitió el desarrollo económico de la Nueva España. La muestra de objetos terrenales se complementará con varios
espejos de la época, que estaban de moda porque las galerías de espejos eran un atractivo de os palacios europeos.

Dada la importancia del clero, se dedicará una tercera sala para mostrar objetos litúrgicos del ámbito eclesiástico, tales
como custodias, copones, incensarios, candelabros, lámparas, mobiliario, vestuario ceremonial y retratos. Frente al lujo
secular, cuyo lujo se originaba de la vanidad, el rico ajuar eclesiástico pretendía agradar y venerar a la divinidad. Entre
las prendas episcopales contempladas se encuentra una mitra con piedras preciosas y semipreciosas engarzadas en oro,
junto con unas botas de obispo confeccionadas en seda blanca con bordados de hilo de oro, lentejuelas y pedrería,
ambos del siglo XVII y usados en los oficios religiosos.

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Tipo de exposición
Se plantea que Terrenal y Espiritual, Esplendores Novohispanos sea una
exposición didáctica, dirigida al público en general. Más que sólo mostrar la
opulencia con que vivían las clases superiores de la Nueva España, la muestra
persigue exhibir un conjunto de piezas de gran valor estético, que aporten
información cultural, generen deleite y emoción, por encima de discursos
academicistas alejados del espectador no especializado.

La exposición permitirá adentrar al espectador en la sociedad del virreinato anterior


a la Independencia. A pesar de que los objetos de esta muestra son de lujo y
pertenecieron a las élites del virreinato, su elaboración sólo era posible gracias al
beneficio que acarreaba su producción, pues estimulaba la economía local de
producción en los talleres gremiales de las ciudades de la Nueva España. Ese nexo
entre los diferentes sectores sociales está reflejado en el cuadro de Las castas, del
siglo XVIII, que se incluirá. Así pretendemos mostrar el mundo terrenal, que debía
aspirar a imitar al espiritual.

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Pertinencia de la exposición
En el marco de las conmemoraciones que se están realizando en 2021, por la caída de México-Tenochtitlán y la consumación de la
Independencia, la exposición Terrenal y Espiritual, Esplendores Novohispanos se propone mostrar una visión de contraste del
período histórico intermedio, de más de tres siglos, en lace, causa y consecuencia de tres grandes momentos constitutivos de la
integración de México como país soberano, así como de la conformación de la identidad nacional.

Los objetos considerados para esta exposición son una muestra del cambio en la mentalidad novohispana como consecuencia de la
Ilustración española y el criollismo. Estas ideas cambiaron la forma de concebir a la sociedad, lo que también influyó en la vida
cotidiana. La muestra presenta una sensibilidad y práctica acordes con la secularización del siglo XVIII. La idea es acercar al público
en general la sociedad que daría paso al México independiente del siglo XIX.

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