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REAVIVAMIENTO
2 CRÓNICAS 7:14:
Isaías 59:2
“Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y
vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros
su rostro para no oír”.
Mateo 9:12
“Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos”.
2. SED DE DIOS
Salmos 42:1-2
“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed
de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré
delante de Dios?”
3. COMUNIÓN CON DIOS
Isaías 55:6-9
“Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.
Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el
cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.
Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis
caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos
más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros
pensamientos”.
4. ABANDONO DEL DESEO DE SUPREMACÍA
Los discípulos de Cristo tenían dificultad de entender la naturaleza del reino que él vino a
establecer. En cierta ocasión ellos llegaron a discutir entre sí sobre cuál era el mayor, y Cristo
les advirtió: “Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos”
(Mar. 9:34,35). En otra ocasión Cristo afirmó: “De cierto os digo que en la regeneración,
cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido
también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel” (Mat. 19:28).
Aparentemente motivados por esta declaración, Santiago y Juan, acompañados de su madre
(Mat. 20:20,21) le pidieron a Cristo: “Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el
uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda”.
Bajo la poderosa influencia del Espíritu Santo, los discípulos dejaron
de lado todo el deseo de supremacía y de grandeza, perseverando
“unánimes” (Hechos 2:46). En otras palabras, Ya no eran una
colección de unidades independientes, ni elementos discordantes y
antagónicos. Sus esperanzas ya no estaban cifradas en la grandeza
mundanal. Eran “unánimes”, “de un corazón y un alma” (Hechos de
los apóstoles, p. 45).