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Esta breve guía surge como un posible recurso para actuar “in situ” con el

llamante en situaciones de mucho estrés, tensión, llanto y demás alteraciones


que dificulten la posibilidad de mantener una conversación. De hecho, la puse
en práctica y dio buen resultado con una mujer joven que había mantenido
una fuerte discusión con sus padres. Cuando llama al TE está bastante
alterada, quiere tirarse por el balcón y el llanto y crispación le impiden hablar
de lo sucedido.

He utilizado el acrónimo VAC (Volver al Cuerpo) aprovechando la aportación


de Marta, para facilitar su memorización y, sobre todo, para hacer incidencia
en lo más importante: la conexión en ese momento con el cuerpo y con la
respiración ayudará al llamante a calmar la vorágine en la que se encuentra.
Un elemento clave es la actitud del voluntario, su tono de voz, su cadencia,
sus expresiones. Todo ha de contribuir a crear un clima de calma y seguridad
para el llamante. Sugeriremos o invitaremos sin ser demasiado directivos. No
hace falta contar que estamos meditando, ni haciendo una técnica determinada,
solo:

1º Nos centramos en el cuerpo. Le indicaremos cómo sentarse para respirar:


 Si el llamante está tumbado se le sugiere que se siente al borde de la cama o en una silla.
 Los pies colocados en paralelo tocarán el suelo totalmente (no de puntillas).
 Las manos reposarán sobre las rodillas suavemente.
 Los ojos estarán semi abierto (no cerrados).
 La boca estará ligeramente abierta o, al menos, sin tensión.
 La cabeza ni muy alta ni muy baja. ¡POSTURA RELAJADA, SIN EXIGENCIAS!
2º Nos centramos en la respiración

NO se trata de imponer un tipo de respiración determinada sino de acompañar al


llamante para que vaya calmándose y, tal vez pueda utilizar la estrategia en otra
ocasión. Ejemplo de diálogo:

“Quiero proponerte algo, después ya hablaremos ¿te parece?. Verás, vamos a respirar junt@s un rato, te acompaño. Prueba a sentarte al
borde de la cama/silla y posa tus pies en el suelo. Voy a hacerlo contigo. Ahora colocamos las manos sobre las rodillas y vamos a abrir los
ojos suavemente, como si los posásemos en el suelo. ¿Qué tal vas? Procura que tu cabeza no esté ni muy baja ni muy alta. ¿Cómo notas tu
mandíbula, está muy apretada, está suelta? Prueba a no apretar los dientes.
Ahora vamos a respirar junt@s un rato, sin prisa, sin forzar, suavemente. Inspiramos, espiramos, (así varias veces, dando tiempo)

incluso puedes emitir algún sonido cuando el aire salga por tu boca. Lo hacemos junt@s. (Cuando la respiración esté más

estabilizada se podría incluir un pequeño tip: inspira contando 1,2,3; espira contando 1,2,3).
CIERRE:
Muchas gracias por la confianza que has depositado en mí y por permitir que hiciésemos junt@s esta práctica. Recuerda que puedes hacer
esto cada vez que lo necesites.

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