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CONCEPCIÓN DEL ALMA

M.E. LILIANA ACEVES


ALMA

Término que procede del latín "anima" (soplo, aire, aliento) que,
en sentido más general, se utiliza para designar el principio vital
de todo ser viviente.
 En filosofía, el alma, además de concebirse como principio vital fue concebida como principio de conocimiento a
partir de Platón. Desde Descartes pierde su carácter de principio vital y se identifica con el principio del
conocimiento, con la conciencia de sí que tiene el ser humano. En la actualidad es un término en desuso,
sustituido con frecuencia por el de "mente", que es entendido por algunos como algo distinto del cerebro y por
otros como algo que no se puede distinguir de la mera actividad cerebral.
PLATÓN

 Alma prisión del cuerpo.


 Dualismo.
 Mundo de las ideas.
ARISTÓTELES

 Aristóteles sostiene que el alma (psique, ψυχή) es la forma o esencia de cualquier


cosa viviente; no es una sustancia distinta del cuerpo en el que está.
SÓCRATES

 El alma es el yo consciente, es decir, la conciencia y la personalidad intelectual y


moral del individuo. En otras palabras, Sócrates consideraba el alma como una
combinación de la inteligencia y el carácter de un individuo.
HEGEL Y EL ALMA BELLA

 Hegel define sintéticamente su concepción de “alma bella” en el capítulo final de la Fenomenología del Espíritu.
 “Esta [el alma bella] es, en efecto, su saber de sí misma en su unidad translúcida y pura, -la autoconciencia que
sabe este puro saber del puro ser dentro de sí como el espíritu-, no sólo la intuición de lo divino, sino la
autointuición de ello” (Hegel, 1966: 464-5). Es decir, la esencia del alma bella es el saber de sí misma. El filósofo alemán
agrega que este saber de sí es la conciencia de sí misma como lo divino.
 El alma bella se estructura sobre la identidad abstracta entre la autoconciencia y la conciencia del deber. Ella
experimenta el vínculo entre sus dos momentos como la totalidad de la realidad ética.
 El alma bella intuye que ella es lo incondicionado, lo absoluto. Cuando el alma bella se concibe como la
conciencia del deber, intuye que su contenido es la ley universal. Pero el deber ya no se le presenta como una
exterioridad: es lo puesto por ella. Por consiguiente, la universalidad de su contenido es ella misma puesta como
saber de sí. El alma bella asume que es el Espíritu universal.
 El alma bella se concibe a sí misma como la voz de lo divino y juzga a los demás desde esta perspectiva. Pero su
postura es parcialmente verdadera. Ella es parte del Espíritu, pero no la totalidad del mismo. Los otros también
participan de la universalidad de la sustancia espiritual. El alma bella no reconoce la inmanencia del Espíritu en el
mundo. Se abstrae del mundo y sus particularidades
  Su perspectiva acerca del deber no concuerda con las posturas de los otros, y se aísla de los demás. El resultado
paradójico de esta operación es la particularización de su representación del deber. Si el alma bella comprende que
ella manifiesta una óptica singular, afectada por los mismos factores patológicos que observaba en las otras
conciencias, se reintegra a la comunidad. Asume entonces que el Espíritu universal no es su contenido particular,
sino la sustancia que la contiene a ella y a las demás conciencias.
KANT

 Alma: El principio inmaterial, simple y espiritual fundamento de nuestra vida psíquica.


Según Kant no es posible su conocimiento, aunque podemos postular su existencia como
consecuencia de la reflexión relativa a la experiencia moral.
RAZÓN TEÓRICA Y RAZÓN PRÁCTICA

 La razón tiene dos ámbitos: el teórico, que se ocupa del conocimiento de la realidad,


y el práctico, que se ocupa de la acción, de cómo debemos actuar. Según
Kant la razón es la facultad formuladora de principios.
 Kant nunca negó la inmortalidad del alma o la existencia de Dios.
 Dios y la inmortalidad del alma no son, pues, cognoscibles por la razón teórica, pero
se nos imponen en el análisis de la razón práctica.
 De acuerdo a la filosofía moral de Immanuel Kant, la voluntad del ser humano está sujeta a una ley
racional, que demanda de cada individuo el grado máximo de perfección moral, que en un lenguaje
más cercano a la tradición se denomina santidad. Únicamente estamos obligados a realizar siempre lo
correcto, lo que denote respeto a la dignidad de toda persona. La virtud, propiamente, es lo que nos
hace dignos de la felicidad.
 La inmortalidad del alma es, entonces, “un postulado de la razón pura práctica”, que Kant entiende
como “una proposición teórica, pero que no es demostrable como tal, sino en cuanto depende
inseparablemente de una ley práctica que vale incondicionalmente a priori” 
 La inmortalidad sólo puede pensarse en relación a aquella perfección a la que estamos obligados en nuestras
acciones, no obstante jamás podemos alcanzar en esta vida.
 Kant no creía personalmente ni en Dios ni en la inmortalidad del alma, y las consideraba únicamente como
necesidades subjetivas que un individuo puede o no tener, y que sólo son legítimas en tanto sirven a hacer
inteligible las consecuencias máximas de una ley moral, que nos demanda la perfección aquí y ahora, y que no
puede garantizarnos felicidad alguna.

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