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Perú:¿Cómo estamos?

Los datos socio-económicos revelan la


siguiente realidad: nuestro país ocupa en el
Índice de Desarrollo Humano el puesto 82
entre 173 países, ubicándose en el tercio
inferior de América Latina. De 27 millones de
habitantes, 14 millones (55%) viven en
estado de pobreza, 20% de los cuales en
pobreza extrema. Por falta de planificación y
apoyo al desarrollo local, el 72.3% de la
población está concentrada en las zonas
urbanas, especialmente de la Costa, con una
tendencia al despoblamiento del interior del
país.
De los 13 millones que forman la
población económicamente activa, 52%
están subempleados y 8% en desempleo
abierto. El 10% más rico de la población
posee 90 veces más que el 10% más
pobre. El promedio de años de escolaridad
es de 7.6; la tasa de analfabetismo es de
9.5; el 19.4% de pobladores del área rural
no tiene ningún nivel educativo. La tasa de
mortalidad infantil es de 40.6 por cada mil
habitantes, la más alta de la comunidad
andina. Sabemos que estos números no
son abstractos, son indicadores/síntomas
de nuestra Realidad Nacional.
¿Qué es Realidad Nacional
En 1917, Víctor Andrés Belaúnde publica
en el diario El Perú, varios artículos con el
título “La realidad nacional”. El primero
empezaba con la siguiente afirmación: "El
Perú está enfermo“ (Víctor Andrés
Belaúnde, Meditaciones Peruanas, Lima:
Compañía de Impresiones y Publicidad
Editores, 1932, p. 9).En opinión de Miguel
Giusti esta sería la primera vez que se usa
la expresión "la realidad nacional“.
Víctor Andrés Belaúnde, junto a José
de la Riva-Agüero y Francisco
García-Calderón, pertenecen a la
llamada "Generación del
Novecientos”. Riva Agüero publicaría
en 1911 “Paisajes Peruanos”, antes
en 1907, García Calderón publica “El
Perú Contemporáneo”. En 1928, José
Carlos Mariátegui publica “7 Ensayos
de Interpretación de la Realidad
Peruana”, y Belaúnde en 1931,
publica “La Realidad Nacional”, en
respuesta a Mariátegui.
"El Perú está enfermo, en verdad.
Mas, ¿cuál es su dolencia? ¿Es física,
biológica o psíquica? ¿Está en la
tierra, en la raza o en los ideales y
las aspiraciones colectivas? Quisiera
probar en estos artículos que nuestra
enfermedad es principalmente
psíquica, que la postración nacional
que nos preocupa tiene su raíz
profunda en la falta de intensidad en
las aspiraciones colectivas, en la
desviación de los ideales
nacionales inspirados hasta hoy en una
cultura imitativa, no iluminada por la
visión directa del ambiente y que no ha
tenido la palpitación y la savia de la
realidad. Una filosofía perezosa,
superficial, imbuida de un negro
pesimismo, ha atribuido la postración
nacional al factor desfavorable del
territorio o a los inconvenientes de la
raza.“. (V.A. Belúnde, o.c., p. 9). (Cita
tomada de: El Debate peruano de
comienzos del S. XX, Miguel Giusti)
Giusti afirma que la expresión "realidad
nacional" encierra un doble sentido.
Designa el conjunto de rasgos o
características defectuosas, que son
empíricamente identificables de la
organización social e ideológica del país, y,
define el conjunto de rasgos positivos que
caracterizarían a la identidad nacional. “El
primer sentido es descriptivo, el segundo
prescriptivo. Y, como es lógico, sólo el
sentido prescriptivo (la definición de la
salud constitutiva del organismo) hace
posible identificar ciertos rasgos como
defectuosos ("describir" los síntomas de la
enfermedad).
Mariátegui, al parecer tiene una idea
diferente. “Reúno en este libro,
organizados y anotados en siete ensayos,
los escritos que he publicado en "Mundial"
y "Amauta" sobre algunos aspectos
sustantivos de la realidad peruana…esta
labor no es sino una contribución a la
crítica socialista de los problemas y la
historia del Perú”. El análisis de Mariátegui
procede de la sociología marxista, y no de
la sociología organicista, influida en esa
época por Spencer, quien sostenía que los
rasgos adquiridos de un organismo social
eran hereditarios. El enfoque de
Mariátegui era historicista. Beláunde dice:
“La peruanidad es, para nosotros, una
síntesis viviente de la cultura hispano-
católica y de los elementos telúricos y
biológicos que existían en este pedazo de
Nuevo Mundo que habitamos. La
peruanidad no es yuxtaposición sino
síntesis verdadera; y agregamos: viviente,
para expresar que, en continuidad
palpitante, fue, es y seguirá siendo….La
peruanidad es una síntesis creada por el
espíritu católico”. (Víctor Andrés Belaunde,
Peruanidad, Lima: Banco Central de
Reserva/Fondo del Libro del Banco
Industrial del Perú, 1983, p. 479 y p. 471.
Mariátegui, en cambio creía que la
creación del nacionalismo peruano (1927.
Replica a Luis Alberto Sánchez), de la
peruanidad debería empezar resolviendo
la dualidad de nuestra economía y alma
peruana[1925. Peruanicemos al Perú]. Su
concepción dualista de nuestra historia y
economía, del doloroso y enervante
conflicto entre la sociedad que se
desarrolla en la costa y el sentimiento
indígena que sobrevivía en la sierra,
hondamente enraizado en la naturaleza[3
Ob. Cit.], lo llevaron a afirmar que el
progreso del Perú sería ficticio o
no será peruano mientras no signifique
también el bienestar de indígenas. La
propagación en el Perú de las ideas
socialistas ha traído como consecuencia
un fuerte movimiento de reivindicación
indígena. La nueva generación peruana
siente y sabe que el progreso del Perú
será ficticio, o por lo menos no será
peruano, mientras no constituya la obra y
no signifique el bienestar de la masa
peruana que en sus cuatro quintas partes
es indígena y campesina". (1928. Siete
Ensayos de Interpretación de la Realidad
Peruana)
Mariátegui creía que la única peruanidad
que ha existido ha sido la del Perú
autóctono, y fue muy crítico de la "nueva
peruanidad" o “peruanidad criolla", que
por si sola no podía representar a la
nación; postuló que la dualidad del alma o
de lo que se conoce comúnmente como
peruanidad o identidad nacional, debería
resolverse mediante la "fusión", mezcla,
reconciliación, conciliación y unificación de
las culturas y rostros de nuestra
peruanidad en el socialismo. (Mariátegui,
1928. Siete Ensayos de Interpretación de
la Realidad Peruana)
No se puede hablar de realidad
nacional sin terminar en la identidad
nacional. Si bien son temas
diferentes, pareciera que entre
ambos hay una relación de
causalidad, y el tema de la identidad
nacional no es un problema más,
sino el problema probablemente
fundamental, si se siguen las ideas
de Belaúnde y de Mariátegui.
Francisco García Calderón, analiza en
su libro El Perú Contemporáneo a los
distintos grupos étnicos (criollos,
mestizos, negros, indios) como parte
de la formación de la peruanidad;
recientemente, sociólogos,
historiadores, antropólogos,
psicoanalistas y filósofos han
desarrollado un particular interés por
“lo indio” o “lo cholo”; coincidiendo
en la necesidad de que el Perú se
defina como una nación pluriétnica.
Podría decirse, con razón, que lo que
es la sociedad, cultura y política
peruana, es hechura de lo que somos
y hacemos. Sobre lo que somos,
podemos rememorar en lo que dice
la historiografía, o tratar de
encontrarnos en lo que dice la
narrativa; y si queremos ver
hendiduras y marcas, podemos
apelar al psicoánalisis; y en cambio
si queremos vernos en el uso del
poder, con facilidad debemos recurrir
al acontecer político y a las formas
en que se viola la ley y la justicia
discrimina. Y, cuando queremos
evitar las culpas y temores del
racismo y el etnocentrismo entre los
peruanos de todos los orígenes y
afinidades étnicas, cuando queremos
mitigar las diferencias que nos
separan y aproximarnos en una
convivencia que sin dejar de ser muy
diferenciada, sea más tolerante,
pareciera que nos resulta suficiente
tratar de encontrar similitud en la
cholificación del indio (Anibal
Quijano), en la universalidad de lo
cholo como síntesis del mestizaje
(María Rostoroswski).
Aparentemente las respuestas han
sido dadas y habría que esperar a
que los cambios acompasen a la
identidad y peruanidad. Es como si
se nos pidiera que olvidemos
afrentas, y nos reinventemos en una
peruanidad chola.
La Identidad de los peruanos
¿Cómo renovar nuestro imaginario y
desplegar la peruanidad?

Con la vista puesta en la primera fractura


de nuestra historia y origen
contemporáneo, historiadores tan
importantes como María Rostorowski
dejan entre líneas que Atahualpa fue
derrotado fácilmente porque ya desde
Huayna Capac el imperio de los Incas vivía
su ocaso y su elite estaba degradándose.
Se dice que Huayna Capac bebía licor por
todos los indios del imperio.
En la novela La Violencia del tiempo,
de Miguel Gutierrez, el personaje
principal vive angustiado por sus
orígenes, y para eliminar la impureza
del mestizo, la violencia y los
excesos del mestizo que es, decide
no tener hijos con una india de
apellido La Chira, y para ello recurre
a su castración simbólica voluntaria,
es decir, decide no procrear más
mestizos.
Una representación de mestizos en una "Pintura
de Castas" de la era colonial. "De español e india
produce mestizo".
La violencia es rechazada por
Arguedas en su novela Todas las
Sangres, cuando dice en el texto que
“no haya violencia”. La derrota del
Inka Atahualpa en Cajamarca por
180 españoles al mando de Francisco
Pizarro, es un acontecimiento que ha
sido representado, mostrado,
grabado en la imagen simbólica de la
derrota, en la fotografía de
Luis Montero, Los funerales de Atahualpa,
esta representa, podríamos decir, la
feminidad reposada, que vemos en el
rostro del Inka muerto, imagen que fija en
la memoria, en la conciencia de los
peruanos, en los semejantes o no, la
debilidad y degradación de Atahualpa, su
sometimiento y violación simbólica en sus
mujeres dispuestas a satisfacer la entrega
del Inka al gozo de los conquistadores; y
en la
imagen fálica que en la fotografía está
representada por el porte y talante de los
conquistadores que rodean al Inka sin
mirarlo, en la absoluta feminidad de las
imágenes de ‘indias’ postradas y llorosas
que visten a la usanza de campesinas
europeas del siglo XVI, y que rodean el
cuerpo del Inka desde lejos, un cuerpo
cercado, tomado con indolencia por los
conquistadores y curas que son el centro
de la fotografía, de la escena, del
acontecimiento de la derrota.
Al celebrarse los 500 años del
descubrimiento de América, un historiador
descontento con esta imagen del
acontecimiento de la conquista, sostiene
que Atahualpa, en realidad Atabalipa, que
en quechua significa el que viste con
elegancia y porte, habría menospreciado a
los españoles partiendo a Cajamarca
rodeado de un sequito de mujeres,
bailarines y músicos, sin darle ninguna
importancia al consejo de sus mandos
militares que le advirtieron del engaño y la
celada que lo esperaba.
Como se puede leer, en la novela
peruana nos encontramos
recurrentemente con personajes
ambiguos, inciertos y defectivos que
escapan a su realidad, la del Perú,
negándo y castrando su presente y
futuro. En Conversación en la
Catedral, de Vargas Llosa, Zavalita,
personaje conocido y aceptado por
los peruanos, deja en el imaginario
nacional el misterio de saber y no
saber a la vez en que momento se
jodió el Perú.
En la novela El Mundo es ancho y
ajeno, de Ciro Alegría, el fiero
Vásquez es un mestizo aindiado, un
personaje que no hace nada
importante que haga de él un
personaje paradigmático y útil a la
identidad y conciencia nacional de los
peruanos.
En la novela de Miguel Gutiérrez La
Violencia del Tiempo, el mestizo
habla por el padre y por él diciendo:
«los indios, fuesen varones o
mujeres, eran hembras por
naturaleza, como hembras
condenadas por Dios para ser
violadas por el macho y por el macho
convertidas en siervas, en esclavas,
en concubinas y zorras de los
señores de cuero blanco».
El personaje principal de esta novela,
Martín Villar, para evitar lo defectivo de su
extirpe mestiza, decide no tener hijos con
su esposa la india Zoila Chira, apelando a
su castración simbólica, a la pérdida del
poder creativo-destructivo de lo fálico.
Castración simbólica que se esgrime para
evitar procrear mestizos, para evitar la
memoria de un ultraje, de una herida
honda y oscura como es el tiempo del
bastardo, un tiempo que horada el alma
del mestizo y del peruano en general en
las profundidades
de la primera des-juntura, aquella de
la creación del bastardo, del mestizo,
de la formación de sus defectos, de
lo que está mal hecho y que se
disemina en su conciencia, en su
memoria, en la significación
simbólica del pasado; mestizaje que
para Mariátegui era un fenómeno
que ha producido una variedad
compleja en vez de resolver la
dualidad del español y el indio.
Pero, vemos ahora que lo mestizo se
ha revalorado o se revalora en la
cultura, en el arte, la música, la
artesanía, la pintura, en esa
necesidad de afirmar lo cholo; que lo
indio se revalora en los derechos que
les reconocemos, en el respeto a sus
diferencias culturales, si bien el
racismo y el etnocentrismo limeño o
de las capitales de las principales
regiones hacen lento su
reconocimiento.
Vemos que la economía está cambiando
muy lentamente, sin que lo que su modelo
convencional se haya alterado
sustancialmente ya que conserva a la
minería extractiva como su principal
actividad económica. El desarrollo ya no es
visto como crecimiento del PBI. Influida la
política económica por el Banco Mundial y
las ideas de Amartya Sen, ahora
mostramos preocupación por lo que el BM
llama Indice de Desarrollo Humano (IDH),
que tiene que ver con las oportunidades y
la libertad.
 Nuestras ansias de modernidad,
parecen disolver las diferencias de lo
propio y lo ajeno, en tanto pareciera
que es mejor actuar con ausencia de
espacio y tiempo para la afirmación
de la peruanidad. No tiene
demasiada importancia que Machu
Picchu sea una de las siete
maravillas del mundo, si no
contamos con políticas culturales que
hagan creativa a nuestra diversidad
cultural, y mientras
lo propio, lo nacional no “infrinja” lo
ajeno, no lo horade con su simiente.
Lo propio pareciera disolverse, y
como en el principio, pareciera tener
un destino incierto en la
globalización.
Estos temas y algún otro, serán
tratados en las 8 semanas del curso.
Les pido asistir a todas las clases y
leer las lecturas para el debate de
estos temas.

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