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LITERATURA UNIVERSAL

II TEMA EL
DECADENTISMO
LITERARIO
MANUEL HERNANDEZ
CICLO II 2017
DEPARTAMENTO DE LETRAS
Salome
Salomé (14 - ¿62?) fue una princesa idumea, hija de Herodes Filipo I y Herodías, e hijastra de Herodes Antipas, relacionada con la
muerte de Juan el Bautista.
Según los evangelios sinópticos, Juan el Bautista reprobaba el matrimonio de Herodes Antipas y Herodías por ser ésta una mujer
divorciada, lo cual no era lícito para la ley judía. A causa de esto, Herodes Antipas mandó a encerrar al profeta en un calabozo,
pero no le mataba por temor a las protestas del pueblo. El día del cumpleaños de Herodes, sin embargo, en medio de una fiesta
con los principales de Galilea presentes, Salomé realizó una danza para él, la cual agradó tanto al rey que este le permitió, bajo
juramento, que le pidiese como regalo lo que quisiera. Aconsejada por su madre, Salomé pidió la cabeza de Juan el Bautista en
una bandeja de plata. Como había dado su palabra, Herodes Antipas lo mandó decapitar, y un guardia se encargó de entregarle la
cabeza a Salomé como la había pedido, que a su vez la entregó a su madre (Mateo 14:1-12, Marcos 6:14-29 y Lucas 9:7-9).
Lord Alfred Bruce Douglas (Ham Hill House, Worcestershire, Inglaterra, 22 de octubre de 1870
- St. Andrews, Escocia, 20 de marzo de 1945) fue un escritor y poeta inglés conocido por haber
sido amigo y amante de Oscar Wilde.

Conoció a Oscar Wilde en 1891 y pronto empezó una relación con él. Cuando su padre, el
marqués de Queensberry, descubrió la relación homosexual de su hijo, insultó públicamente a
Wilde con una violenta nota dejada en el club que el escritor irlandés frecuentaba. La nota, la
tarjeta de visita del Marqués, llevaba impresa la siguiente frase: «For Oscar Wilde posing as a
somdomite [sic]» (Traducción aproximada: 'Para Oscar Wilde, que alardea de sodomita').

Wilde denunció, acto seguido, a Queensberry por difamación e injurias. La confrontación fue
violentándose y algunos creen que Douglas animó a Wilde a enfrentarse con su propio padre.
Wilde a su vez fue acusado de "grave indecencia", un eufemismo de la época para referirse a la
homosexualidad pública o privada, por ello fue llevado a juicio, el cual perdió y se convirtió en
uno de los mayores escándalos de la sociedad de la época. Wilde fue encarcelado durante dos
años. Cuando salió se fue a vivir con Douglas a Nápoles durante tres meses y posteriormente
vivió en París, donde murió en soledad.

La relación entre Alfred Douglas y Oscar Wilde fue recreada por el novelista español Luis
Antonio de Villena en su obra El charlatán crepuscular.
En 1902 Douglas se casó con Olive Eleanor Custance, una poetisa de familia adinerada.
Tuvieron un hijo, Raymond, que murió en 1964. Douglas fue editor de una revista literaria:
"The Academy", de 1907 a 1910. Douglas publicó numerosos volúmenes de poesía (incluidos
Collected Poems, 1919; The complete poems of Lord Alfred Douglas, 1928; y Sonetos, 1935),
algunos de los cuales fueron muy valorados. Dos libros de su relación con Wilde: "Oscar Wilde
and Myself" (1914, en su mayor parte escrito en realidad por T.W.H Crosland, el director
asistente de "The Academy") y "Oscar Wilde: A Summing up" (1940); además de una
autobiografía: "The autobiography of Lord Alfred Douglas" (1931).

Su poema "Dos amores" (1882) fue utilizado en el proceso contra Wilde y termina con el
famoso verso que se refiere a la homosexualidad como: "the love that dare not speak its
name" (el amor que no se atreve a decir su nombre).
Douglas, ferviente racista, tradujo Los protocolos de los Sabios de Sion en 1919. Fue la primera
traducción al inglés de este famoso libelo escrito por la policía secreta zarista con la intención
de difamar el pueblo judío. Los últimos años de su vida abandonó dichas ideas y se convirtió al
catolicismo romano abrazando el ala más conservadora del Catolicismo.

Tuvo una vida llena de juicios, en los que se alternaba como acusador y acusado. El más
notorio fue el que tuvo con Winston Churchill en 1923. En él, Douglas fue hallado culpable de
difamar a Churchill y fue sentenciado a seis meses de cárcel. Douglas propagó el rumor de que
Churchill había formado parte de una conjura para asesinar a Lord Kitchener, el Secretario de
Estado británico para la guerra. Kitchener murió el 5 de junio de 1916 durante una misión
diplomática a Rusia.

Douglas dijo que nunca se recuperó de su dura experiencia en la cárcel. Mientras estuvo en la
cárcel, en una irónica burla del texto De profundis de Wilde, escribió el que es considerado su
mejor poema: In Excelsis que contiene 17 cantos. Como las autoridades no le dejaron salir de
la cárcel con el poema, se vio obligado a reescribirlo de memoria una vez fuera de la cárcel,
aunque algunos dicen que esto no fue más que una nueva treta de Douglas y escribió el poema
por entero fuera de la rigurosidad carcelaria.
Frases de “Salomé”:

¡Qué bueno es ver la luna! Es como una pequeña moneda. Podría tomarla como a una flor de
plata. La luna es fría y casta. Estoy segura de que es virgen; tiene la belleza de una virgen,
nunca se ha entregado a ningún hombre, como las otras diosas”.

“El día del que ha de morir con una vestidura de plata aún no ha llegado”.

“Los reyes nunca deberían comprometer su palabra. Si no la cumplen, es terrible, y si la


cumplen, es terrible también”.

“No creo en los profetas… ¿Acaso puede un hombre decir lo que sucederá? Ningún hombre lo
sabe”.

“No hay ningún hombre que haya visto a Dios después del Profeta Elías. En estos días, Dios no
se manifiesta. Se esconde. Por eso han venido grandes males sobre la tierra”.

“El misterio del Amor es mayor que el misterio de la Muerte”

“Es verdad, te he mirado toda la noche. Tu belleza me ha perturbado dolorosamente.


Solamente habría que mirar a los espejos, porque los espejos sólo nos muestran máscaras”.
El personaje de Salomé fue un tema muy grato para el fin de siglo (evidentemente, siempre
que mencionamos fin de siglo nos referimos a la encrucijada artística, cultural y social que se
vivió en el cambio del s. XIX al XX). Simbolistas, modernistas y decadentes veían en Salomé una
de las facetas del eterno femenino: la mujer como perdición del hombre. Un tópico literario
que arrancaba desde la tradición bíblica de Eva (y la no oficial de Lilith), y se extendía por la
literatura universal con diversas encarnaciones: era la protagonista de los poemas de amor
cortés trovadorescos, la cruel amada de los petrarquistas, la belle dame sens merci de Keats y
los románticos, la femme fatale de la serie negra. Diversos autores de finales del XIX se fijaron
en el personaje de Salomé: encarnaba toda la esquizofrenia religiosa del fin de siecle y ese
especial gusto que suponía combinar el amor, la pasión y la muerte con lo mítico.
Erotismo, irreverencia religiosa y muerte. Eros y Thanatos. La obra lo tenía todo para
escandalizar a la sociedad de la época. En Francia recibió los halagos de Mallarmé y
Maeterlinck, y allí la gran diva de la época Sarah Bernhardt interpretó al personaje, mientras
en Gran Bretaña la obra conocía la censura y el rechazo: fue prohibida por la interpretación de
personajes religiosos. Salomé es una obra corta (se lee en apenas una hora) que nos transporta
a un mundo de ensueño: los recursos, el lenguaje de Wilde recuerdan en algún momento el
onirismo de las obras teatrales de García Lorca. No sería raro que éste hubiera leído al escritor
irlandés.

En la obra, el autor fue criticado por confundir tres Herodes bíblicos diferentes (Herodes el
Grande, Herodes Antipas y Herodes Agripa), pero Wilde no busca hacer un drama histórico.
Los personajes se convierten en tipos y el núcleo del conflicto son los espíritus opuestos: el de
la depravación de Salomé y el de la luz ahogada de Jokanaan. Es una obra preciosista,
esteticista y decadente: adjetivos que seguramente hubieran gustado a Wilde.
La obsesión de Salomé

Durante la fiesta de cumpleaños de Herodes, su hija Salomé conoce al profeta Jokanaán y


queda obsesivamente enamorada de él, pero este la rechaza. Un poco más avanzado el
festejo, Herodes le pide a Salomé que baile para él y ella acepta, a cambio de que éste le
cumpla cualquier deseo que ella solicite. Es así, que Herodes accede, sin esperar que Salomé le
pedirá la cabeza de Jokanaán en una bandeja de plata.

Se recomienda ver video de la película en: https://www.youtube.com/watch?v=Pt0DSbnf7q8


Salome's Last Dance de Oscar Wilde | Ken Russell | 1988
Esquema actancial

Para analizar los personajes narrativos podemos usar el esquema actancial. A los personajes
se los puede calificar en la historia a partir de las acciones que realizan. Los observamos por lo
por lo que hacen, ya que participan de tren grande ejes: la comunicación, el deseo y la prueba.
Así encontramos en el esquema actancial el :

1. Eje del deseo:

Sujeto: es el que desea algo.

Objeto: es lo que es deseado.

2.Eje de la comunicación:

Destinador: es el que comunica una acción/deseo/tarea al sujeto. El destinador en la


motivación del deseo del sujeto, su porqué.
Destinatario: es el que se beneficia con la acción/deseo/tarea del sujeto, es la finalidad de su
deseo, su para qué.

3. Eje de la prueba:

Opositor: es el que se enfrenta y dificulta la acción/deseo/tarea del sujeto.

Ayudante: es el que colabora y facilita la acción/deseo/tarea del sujeto.

Pongamos como ejemplo el primer episodio de "La Cenicienta" que podemos titular "Fiesta".
El sujeto tomado era Cenicienta; su objeto, la fiesta; su destinador, la invitación del príncipe;
su destinatario, la misma Cenicienta; su opositor, las hermanastras y la madrastra y su
ayudante, el hada madrina.
Pensemos en el cuento, por todos conocidos, "Caperucita roja":
DANDISMO
Dandy también es la abreviatura científica del botánico inglés James Edgar Dandy.
Dandis franceses de la década de 1830. Un dandi (del inglés dandy)1 2 es un hombre que se considera elegante y
refinado, y cuya actitud ante la vida se caracteriza por la falta de deseo, la desgana, el aburrimiento y el desprecio por
los gustos del vulgo.3 La corriente asociada al dandi se denomina «dandismo» y tuvo su origen en la sociedad inglesa
de finales del siglo XVIII. El movimiento dandi es una doctrina de la elegancia, de la finura y la originalidad. Su estilo
afecta sobre todo al lenguaje y la vestimenta. La definición de un dandi podría ser la de un hombre de andares
preciosos, original y rebuscado, y de lenguaje escogido. Pero el dandismo no es una estética fija, sino más bien
proteica. Se le suele considerar como un ejemplo de elegancia, saber estar, clase, porte, estilo, buenas maneras, una
persona educada y cultivada.
El dandismo constituye también una metafísica, una postura particular respecto a la cuestión del ser y del aparecer,
así como a la modernidad. Numerosos autores, la mayoría de las veces ellos mismos dandys, se interrogaron sobre
su sentido. Así, en un contexto de decadencia, Baudelaire identifica el dandismo como la última hazaña posible, una
búsqueda de distinción y de nobleza, de una aristeia ('excelencia') de la apariencia. A menudo identificado, sin razón,
como una simple frivolidad, antes bien el dandismo es concebido por sus practicantes, sobre todo en el siglo XIX, como
una ascesis y una disciplina extremadamente rígida y exigente.
Si bien durante la época victoriana este tipo de mentalidad ya había sido concebida por el movimiento artístico y cultural
de los Prerrafaelitas (entre cuyos exponentes cabe destacar al pintor Dante Gabriel Rossetti), el dandi más famoso fue
Georges Brummell, también llamado «beau Brummell» ('bello Brummell'), árbitro de la elegancia en la corte inglesa.
Sus más conocidos herederos fueron Barbey d'Aurevilly y Baudelaire en Francia, y Oscar Wilde en la misma Inglaterra.
Los grandes dandies de la historia fueron jugadores irresponsables, bebedores en exceso, vivieron más allá de sus
ingresos y conquistaron jóvenes implacablemente. De los excéntricos lores a los terratenientes, de los que refulgían
entre la creciente población urbanita a los ejemplares de la Regencia en sus clubes de juego, de los hedonistas
decadentes en sus salones de opio a los ejemplares de hoy en día, los grandes dandies se posicionan como algunas
de los más enigmáticas, más entretenidas y más marcadas personalidades en la historia.
El Dandy es un rebelde con ninguna otra causa que no sea él mismo. El dandismo se desarrolla y depende de una
situación de "dolce far niente". Así, el Dandy es un sujeto básicamente desocupado, libre de las anodinas obligaciones
de la vida que tan frecuentemente interfieren con el estilo. El Dandy no trabaja. Meramente existe, ignorando la
moralidad, la pasión, la ambición y los otros factores mundanos de la existencia humana que normalmente mueven a
un hombre a la acción. En vez de esto, cultiva tranquilamente un cierto aire de superioridad e irresponsabilidad. Con
una mueca de superioridad, sorbe un trago de absenta. Como una expresión externa de belleza interna y superioridad
innata, el dandismo es la razón de ser del hombre al que los dioses han concedido cualidades excepcionales que
prueban su distinción del rebaño. ¿Arrogante? Desde luego, pero la arrogancia es el derecho de nacimiento del Dandy.
Entonces, ¿cuál es el propósito del dandismo? ¿Para qué existe? Los dandies entretienen y son divertidos y esto
sirve tan bien de justificación para su existencia como cualquier otra cosa, aunque va mucho más allá. Los grandes
dandies de la historia han sido todos unos desarraigados. Intelectuales cínicos, artistas desencantados o jóvenes
desafectados, todos han perdido el sentido de la integración.
DECADENTISMO
El decadentismo es una corriente artística, filosófica y literaria que tuvo origen en Francia entre 1880 y 1900 y fue una
manifestación del malestar con la vida social de la época. Decadentismo surgió como un término despectivo e irónico
utilizado por la crítica académica y lleva su nombre asociado a la revista “Le Decadente” fundada en 1886.
El decadentismo nació en una época de transición entre la economía de mercado libre, en la que el vendedor y el
comprador acordaban el precio y la economía de las grandes concentraciones financieras e industriales, es decir, el
capitalismo. El Decadentismo es una corriente artística, filosófica y, principalmente, literaria que tuvo su origen en
Francia en las dos últimas décadas del siglo XIX y se desarrolló por casi toda Europa y algunos países de América. La
denominación de decadentismo surgió como un término despectivo e irónico empleado por la crítica académica, sin
embargo, la definición fue adoptada por aquellos a quienes iba destinada.
Realidad económica y social El decadentismo fue el reflejo artístico de la transición de la economía basada en la
libre concurrencia a la economía de las grandes concentraciones financieras e industriales que se manifestó en un
estancamiento económico que daría lugar a la renovación del sistema productivo, a la represión de las masas populares
y la preocupación por las cuestiones de tipo social.
LA LITERATURA DEL DECADENTISMO
Literariamente el decadentismo tuvo su inspiración en las doctrinas poéticas postrománticas, denominándose
decadentes a todos aquellos escritores ligados a la herencia espiritual o formal de Baudelaire, considerado el padre
espiritual del decadentismo. Baudelaire descubrió la correspondencia entre perfumes, sonidos y colores y la tenebrosa
y profunda unidad de la naturaleza.
También influyó en el decadentismo Rimbaud, para quien el poeta debe hacerse vidente a través de un razonado
desarreglo de los sentidos. Se trata de registrar lo inefable y para ello es preciso una alquimia verbal que, nacida de
una alucinación de los sentidos, se exprese como alucinación de las palabras, al mismo tiempo, esas invenciones
verbales tendrán el poder de cambiar la vida.
Para algunos, la alucinación de los sentidos a la que hacía alusión Rimbaud no excluía el recurso de lo que Baudelaire
había definido como paraísos artificiales, es decir, las alucinaciones producidas por los estupefacientes.
Sin embargo, una de las mejores expresiones de este movimiento la refleja el verso de Verlaine: yo soy el imperio al
fin de la decadencia. Precisamente Verlaine estuvo durante algún tiempo a la cabeza del movimiento, especialmente
después de la publicación de Los poetas malditos (1884).
El decadentismo fue la antítesis del movimiento poético de los parnasianos y de su doctrina (inspirada en el ideal
clásico del arte por el arte), a pesar de que Verlaine, uno de sus máximos exponentes del decadentismo, había sido
en sus orígenes parnasiano. La fórmula pictórica y escultórica de los parnasianos (ut pictura poesis, según la norma
de Horacio), se sustituye en el decadentismo por el ideal de la poesía, que tiende a la cualidad de la música.
El decadentismo arremete contra la moral y las costumbres burguesas, pretende la evasión de la realidad cotidiana,
exalta el heroísmo individual y desdichado y explora las regiones más extremas de la sensibilidad y del inconsciente.
El esteticismo se acompañó, en general, de un exotismo e interés por países lejanos, especialmente los orientales,
que ejercieron gran fascinación en autores como el francés Pierre Louÿs, en su novela "Afrodita" (1896) y en sus
poemas "Las canciones de Bilitis" (1894). Así como en el también francés Pierre Loti o el inglés Richard Francis Burton,
explorador y traductor de una polémica versión de "Las mil y una noches".
Pero la máxima expresión del decadentismo lo constituye la novela "A rebours" (A contrapelo), escrita en 1884 por el
francés Joris Karl Huysmans, quien es considerado uno de los escritores más rebeldes y significativos del fin de siglo.
La novela narra el estilo de vida exquisito del duque Jean Floressas des Esseintes, que se encierra en una casa de
provincias para satisfacer el propósito de sustituir la realidad por el sueño de la realidad. Este personaje se convirtió
en un modelo ejemplar de los decadentes, de tal manera que se consideran descendientes directos de Des Esseintes,
entre otros, personajes como Dorian Gray, de Oscar Wilde, y Andrea Sperelli, de Gabriele D'Annunzio. "A rebours" fue
definida por el poeta inglés Arthur Symons como el breviario del decadentismo.
También son considerados decadentes los franceses postsimbolistas Jean Lorrain, Madame Rachilde, Octave-Henri-
Marie Mirbeau y, en cierta manera, Villiers De L'Isle-Adam, Stéphane Mallarmé y Tristan Corbière.
La revista Le Décadent, fundada en 1886 por Anatole Baju, sirvió como vehículo de expresión de este movimiento.
El decadentismo en Europa
En Gran Bretaña aparecen como representantes del decadentismo las figuras de Oscar Wilde, especialmente en su
novela El retrato de Dorian Gray (1891), su maestro Walter Pater, que publicó una novela sagrada para su generación,
Mario el epicúreo, y en 1887 Retratos imaginarios, Arthur Symons, autor del poemario El ángel rubio, Ernest Dowson
y Lionel Johnson.
El italiano Gabriele D’Annunzio cultivó el elemento aristocrático típico del decadentismo, en su obra El placer. En sus
poemas carga al mundo de sentimientos con una escritura fascinante, rica y sugerente.
Fin del decadentismo e influencia posterior
Hacia 1890,la revista el Mercure de France se manifestó a favor del simbolismo. A partir de entonces la trayectoria del
decadentismo, entendido como movimiento, se puede considerar terminada. Anteriormente, en septiembre de 1866,
un artículo publicado por Moréas en Le Figaro, habló por primera vez de simbolismo, refiriéndose al bosque de los
símbolos. Las teorías del simbolismo aparecieron publicadas en la revista Le symboliste, mientras que los decadentes
continuaron usando a Le décadent como vehículo para difundir sus teorías. Se perfiló así la divergencia entre
decadentes, complacientes experimentadores en el campo de los sentidos y del lenguaje, y simbolistas, que buscan
los valores absolutos de la palabra y aspiran a expresar una armonía universal del mundo.
Sin embargo, a pesar de que el decadentismo se puede considerar concluido, no se puede decir otro tanto del clima
que el decadentismo difundió y alimentó. Desde hacía tiempo, los decadentes hallaban en la música de Richard
Wagner una analogía con sus premisas. En pintura se imponía el impresionismo; en las orientaciones del pensamiento,
la filosofía de Schopenhauer, que había contrapuesto apariencia y realidad, mientras Nietzsche meditaba sobre el tema
de superar al hombre, que forma la constante de la poesía de Baudelaire y de sus herederos.
El decadentismo como punto de encuentro
Más tarde, algunos críticos ampliaron el significado del término decadente como opuesto a los convencionalismos. De
esta manera, el decadentismo sería, en sus orígenes, antiacadémico en pintura, antipositivista en filosofía,
antinaturalista en literatura. Así, tendencias, escuelas y orientaciones, con frecuencia diversas y lejanas, acabaron por
confluir y hallarse comprendidas bajo la misma etiqueta.
Genéricamente se definen como decadentes aquellas formas de arte que superan o alteran la realidad en la evocación,
en la analogía, en la evasión, en el símbolo. La lista de los nombres puede incluir a Rainer Maria Rilke, Constantino
Cavafis, Paul Valéry, Marcel Proust, Franz Kafka, James Joyce, Thomas Stearns Eliot, o movimientos de vanguardia,
como el surrealismo, el imaginismo, el cubismo, o el realismo crítico de Thomas Mann.
Características generales del decadentismo
1. El decadentismo fue la antítesis del movimiento poético de los parnasianos y de su doctrina (inspirada en el ideal
clásico del arte por el arte), a pesar de que Verlaine, uno de sus máximos exponentes del decadentismo, había sido
en sus orígenes parnasiano. La fórmula pictórica y escultórica de los parnasianos (ut pictura poesis, según la norma
de Horacio), se sustituye en el decadentismo por el ideal de la poesía, que tiende a la cualidad de la música
2. El decadentismo arremete contra la moral y las costumbres burguesas, pretende la evasión de la realidad cotidiana,
exalta el heroísmo individual y desdichado, explora las regiones más extremas de la sensibilidad y del inconsciente.
3. Los decadentes fueron estetas ciento por ciento y mantuvieron, buscando siempre lo aristocrático, lo
quintaesenciado, lo superrefinado, lo precioso, lo extraño, lo oculto, lo exótico (principalmente lo oriental) l evado a los
más prolijos y desmedidos extremos en un sentido exacerbante y enfermizo.
4. Los escritores decadentes tendieron a la descripción erudita e insistieron en plasmar los detalles de las cosas y de
las sensaciones.
5. Manifestaron un gusto exagerado por una originalidad artificiosa que se alejase del equilibrio y del buen decir de los
modelos literarios clásicos, ya que consideraban que tales ideales l evaban no más que al inmovilismo.
6. Los decadentes no sólo le dieron poca importancia al significado recto de los vocablos, sino que los enlazaban sin
sometimiento a ninguna ley sintáctica con tal de que ellos resultase alguna belleza a su manera, la cual podía ser una
algarabía para los no iniciados en sus gustos.
7. El decadentismo se interesó por plasmar en la obra literaria una suprarrealidad por vía de la introspección y el
escudriñamiento de un más allá por medio de los sueños y las sensaciones que dicta el inconsciente.
8. Para expresar la complejidad de sensaciones, de impresiones y de angustias que ceñían al hombre, los decadentes
estaban convencidos de que ya no se podía seguir repitiendo indefinidamente los moldes y los esquemas del clasicismo
y de la retórica tradicional, sino que el artista tenía que descomponerlos construyéndose un lenguaje autónomo,
personal, de gran plasticidad expresiva y sugestiva.
OSCAR WILDE
Esteticismo
Wilde recibió una profunda influencia de los escritores John Ruskin y Walter Pater, que defendían la importancia central
del arte en la vida. El propio Wilde reflexionó irónicamente sobre este punto de vista cuando en El retrato de Dorian
Gray escribió que «Todo arte es más bien inútil» («All art is quite useless»). De hecho, esta cita refleja el apoyo de
Wilde al principio básico del movimiento estético: el arte por el arte. Esta doctrina fue acuñada por el filósofo Víctor
Cousin, promovida por Théophile Gautier y adquirió prominencia con James McNeill Whistler.
El movimiento estético o Esteticismo, representado entre otros por Walter Pater, William Morris, Dante Gabriel
Rossetti y Stéphane Mallarmé, tuvo una influencia permanente en las artes decorativas inglesas. Wilde, en tanto que
uno de sus principales representantes en Gran Bretaña, llegó a ser una de las personalidades más prominentes de
su época. Aunque sus iguales en ocasiones lo tildaban de ridículo,[cita requerida] sus paradojas y sus dichos
ingeniosos y agudos eran citados por todas partes. Ya desde su período en el Magdalen College, Wilde adquirió
renombre especialmente por el papel que desempeñó en los movimientos estético y decadente. Comenzó a llevar el
pelo largo y a desdeñar abiertamente los deportes llamados «masculinos». Asimismo, comenzó a decorar sus
cuartos en el College con plumas de pavo real, lilas, girasoles, porcelana erótica y otros objetos de arte. Su
comportamiento excéntrico frente a la norma masculina le costó que lo zambulleran en el río Cherwell además de
que le destrozaran sus cuartos (que todavía sobreviven como salas de alojamiento de estudiantes en el College). Sin
embargo, este culto se propagó entre ciertos segmentos de la sociedad hasta un punto tal que las actitudes
lánguidas, las vestimentas exageradas y el esteticismo en general se convirtieron en una pose reconocida.
Actividades después de la lectura de Salome:
1. Construya los dos esquemas actanciales que surgen del análisis dramático de
la obra. Esquema actancial de Greimas.
2. Determinar la temporalidad de la obra.
3. Determinar y describir la espacialidad de la obra: espacio escénico y
extraescenico. (Al Ubersfeld).
4. Contexto: acontecimientos históricos, cultura y organización social.
5. Contexto ambiental
6. Atmosfera anímica.
7. Historia (argumento o resumen)
8. Tema dominante en la obra
9. Símbolos en la obra.
10. Aplique la propuesta de Carmen Bobes Naves. Categorías semióticas
aplicadas al teatro.
11. Como se representa a la femme fatale”.

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