aprendiendo y que jamás olvidaremos” Por el presidente Russell M. Nelson Presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días Si observan su vida con espíritu de oración, creo que verán las muchas maneras en las que el Señor los ha estado guiando a través de estos tiempos difíciles. Mis queridos hermanos, testifico que ciertamente Él ha estado, y está, guiándonos todo el tiempo que procuramos escucharlo. Él quiere que crezcamos y aprendamos, incluso —y puede que especialmente— por medio de la adversidad. La adversidad es una gran maestra. ¿Qué aprendieron ustedes en los últimos dos años que siempre querrán recordar? Lección 1: El hogar es el centro de la fe y la adoración A menudo, cuando el Señor nos advierte de los peligros de los últimos días, nos aconseja así: “… permaneced en lugares santos y no seáis movidos”. Esos “lugares santos” ciertamente incluyen los templos del Señor y los centros de reuniones, pero como la posibilidad de congregarnos en dichos lugares se ha visto restringida de varias maneras, hemos aprendido que uno de los lugares más santos de la tierra es el hogar, sí, incluso su propio hogar. Hermanos, ustedes poseen el sacerdocio de Dios. “Los derechos del sacerdocio están inseparablemente unidos a los poderes del cielo”. Ustedes y sus familias han recibido ordenanzas del sacerdocio. Es “… en [las] ordenanzas [del sacerdocio que] se manifiesta el poder de la divinidad”. Este poder está a disposición de ustedes y sus familias en su propio hogar si guardan los convenios que han hecho. ¿Alguna vez se han preguntado por qué el Señor quiere que hagamos de nuestro hogar el lugar central para aprender y vivir el Evangelio? No es solo para prepararnos para una pandemia y ayudarnos a sobrevivir a ella. Las restricciones presentes que afectan a las reuniones terminarán algún día. No obstante, su compromiso de hacer de su hogar su santuario principal de fe no debe terminar jamás. A medida que la fe y la santidad disminuyan en este mundo caído, aumentará su necesidad de tener lugares santos. Los insto a seguir haciendo del hogar un verdadero lugar santo y a “no se[r] movidos” de este objetivo esencial. Lección 2: Nos necesitamos unos a otros
Dios quiere que trabajemos juntos y nos ayudemos mutuamente.
Por eso nos envía a la tierra en familias y nos organiza en barrios y estacas, nos pide que prestemos servicio y nos ministremos unos a otros y que vivamos en el mundo pero que no seamos del mundo. Podemos lograr muchísimo más juntos que individualmente. El plan de felicidad de Dios podría frustrarse si Sus hijos se mantienen aislados los unos de los otros. A este respecto, los dos grandes mandamientos pueden servirnos de guía: primero, amar a Dios; y segundo, amar a nuestro prójimo. Demostramos nuestro amor por medio del servicio. Si saben de alguien que está solo, acérquense a esa persona aun cuando ustedes también se sientan solos. No es preciso tener un motivo, un mensaje ni un asunto que tratar; basta con que digan hola y muestren su amor. La tecnología puede ayudarles. ¡Con pandemias o sin ellas, cada preciado hijo de Dios necesita saber que no está solo! Lección 3: Su cuórum del sacerdocio está para hacer más que solo reuniones Mis hermanos del Sacerdocio Aarónico y de los cuórums de élderes, amplíen la visión de por qué tenemos cuórums. ¿Cómo desea el Señor que ustedes utilicen el cuórum para llevar a efecto Su obra… hoy mismo? Procuren revelación del Señor. ¡Sean humildes! ¡Pidan! ¡Escuchen! Si han sido llamados como líderes, deliberen en consejo como presidencia y con los miembros del cuórum. Cualquiera que sea su oficio en el sacerdocio o su llamamiento, dejen que Dios prevalezca en su compromiso como miembro de su cuórum y en el servicio que presten. Vivan con gozo la rectitud que llevarán a cabo al “estar anhelosamente consagrados a una causa buena”. Los cuórums se hallan en una posición única para acelerar el recogimiento de Israel a ambos lados del velo. Lección 4: Se escucha mejor a Jesucristo cuando estamos tranquilos Vivimos en una época, profetizada desde hace mucho tiempo, en que “todas las cosas estarán en conmoción; y de cierto, desfallecerá el corazón de los hombres, porque el temor vendrá sobre todo pueblo”. Esto era así antes de la pandemia y seguirá siéndolo después de ella; seguirá aumentando la conmoción en el mundo. Por el contrario, la voz del Señor no es “una voz de un gran ruido tumultuoso, [sino que es…] una voz apacible de perfecta suavidad, cual […] susurro, y [penetra] hasta el alma misma”. ¡Para poder escuchar la voz apacible deben estar tranquilos! La pandemia ha cancelado de forma provisional las actividades con las que llenaríamos normalmente nuestra vida. Tal vez pronto podamos volver a escoger ocupar ese tiempo con el ruido y la conmoción del mundo; o podríamos usar nuestro tiempo para escuchar la voz del Señor susurrándonos Su guía, consuelo y paz. Los momentos apacibles son momentos sagrados; será un tiempo que facilitará que recibamos revelación personal y que infundirá paz en nosotros. Sean disciplinados para pasar un tiempo a solas y con sus seres queridos. Abran el corazón a Dios en oración. Dediquen tiempo a sumergirse en las Escrituras y a adorar en el templo. COMPROMISO Mis queridos hermanos, hay muchísimas cosas que el Señor quiere que aprendamos de las experiencias que hemos tenido durante esta pandemia, y yo solo he enumerado cuatro. Los invito a que hagan su propia lista, que la consideren con detenimiento y que la compartan con aquellos a los que aman. TESTIMONIO