coseches” Prov. 3:9 “Nadie tiene derecho de considerarse dueño de sí mismo. Y nadie posee algo bueno que pueda llamar propio. Todo hombre, todo objeto, es propiedad del Señor. Todo lo que el hombre recibe de la generosidad del Cielo sigue siendo del Señor” (Cada día con Dios pág. 130). LECCIONES ESPIRITUALES DE LAS PRIMICIAS
1.Lección de responsabilidad 2.Lección de reconocimiento 3.Lección de redención 4.Lección de reverencia •LECCIÓN DE RESPONSABILIDAD
El verbo “Traer” describe que el acto de entregar esta
ofrenda no era necesariamente iniciativa del hombre sino el cumplimiento de una indicación Divina.
Éx. 23:19; Núm. 18:13; Lev. 23:10 Deut. 26: 1-10
• LECCIÓN DE RECONOCIMIENTO
Analicemos Deuteronomio 26:1-10 y veamos este fenómeno
gramatical. El verbo “dar” se refiere la la bendición de Dios y no al “dar” del hombre hacia Dios.
A. En la tierra que Jehová tu Dios te da (v. 1)
B. Tomarás las primicias de la tierra que Jehová tu Dios te da (v. 2) C. Jehová nos daría la tierra (v. 3) D. Los egipcios nos dieron servidumbre (v. 6) C'. Jehová … nos dio esta tierra (v. 9) B'. He traído las primicias del fruto de la tierra que me diste (v. 10) A'. El bien de la tierra que Jehová tu Dios te ha dado (v. 11) • LECCIÓN DE REDENCIÓN
Éxodo 12:29-30; 13:1-16; Deut. 26:8 . Las primicias
recordatorio de la liberación. Romanos 6:15-23. Todos somos esclavos 1 Ped 2:9. El Cordero libertó y sacó de las tinieblas. 1 Cor. 15:17-20. El Cordero es la primicia • LECCIÓN DE REVERENCIA
Deuteronomio 26:10. El verbo clave en este pasaje
es “adorar”. Cuando las primicias eran traídas, Dios indicaba al participante lo que debía hacer. El participante demostraba una actitud de reverencia y adoración a Dios cuando presentaba su canasta con las primicias. RESPALDO DEL ESPÍRITU DE PROFECÍA
“Aun antes de que se pudiera reservar el diezmo, había que reconocer
los derechos de Dios. Se le consagraban los primeros frutos que maduraban entre todos los productos de la tierra. Se apartaban para Dios las primicias de la lana cuando se trasquilaban las ovejas, del trigo cuando se trillaba, del aceite y del vino. De igual manera se apartaban los primogénitos de los animales; y se pagaba rescate por el hijo primogénito. Las primicias debían presentarse ante el Señor en el santuario, y luego se dedicaban al uso de los sacerdotes”. (Patriarcas y profetas, 565) Además del diezmo, el Señor exige las primicias de todas nuestras ganancias. Se las ha reservado a fin de que su obra en la tierra pueda ser sostenida ampliamente. Testimonios selectos t.4 p.389 “Cuando Dios libró a Israel desde Egipto para que fuera un tesoro especial para él, le enseñó a dedicar el diezmo de sus posesiones al servicio del tabernáculo. A demás debía darse las primicias de los productos agrícolas, y juntamente con los donativos y las ofrendas, proveía abundantes recursos para sostener el ministerio del Evangelio para ese tiempo”. CMC cap.13. “De todos nuestros ingresos debemos separar en primer lugar lo que pertenece a Dios. En el sistema de benevolencia prescrito para los judíos, se requería que éstos llevasen al Señor las primicias de todas las dádivas que él les había hecho, ya fuera en el aumento de sus manadas o rebaños, o en la producción de sus campos, huertos o viñedos; o bien debían redimir las primicias presentando una suma equivalente. CMC Cap.12 “El universo es mío, y requiero que consagréis a mi servicio las primicias de todo lo que he puesto en vuestras manos mediante mi bendición. El exige este tributo como una señal de nuestra lealtad hacia él” (Consejos sobre mayordomía cristiana, 77). En conclusión…
“Mientras Dios no cese de bendecir a sus hijos, no dejarán ellos de
estar bajo la obligación de devolverle la porción que reclama. No solamente deben entregar al Señor la porción que le pertenece, sino que deben también traer a su tesorería, como ofrenda de gratitud, un tributo liberal. Con corazones gozosos deben dedicar al Creador las primicias de todos sus bienes: sus más selectas posesiones, su servicio mejor y más sagrado. Así recibirán abundantes bendiciones”. (Los hechos de los apóstoles pág. 273)