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¡SABIAS QUE !!!

Amantes de la libertad y comprometidos totalmente con la lucha por la independencia, Simón Bolívar y Manuela Sáenz fueron
conquistados por la pasión de un amor clandestino. Un amor por correspondencia con encuentros fortuitos endulzó la vida de dos
de las figuras más importantes de Suramérica.

  ¿CÓMO SE CONOCIERON?

Un 16 de junio de 1822, Bolívar llegó a Quito y el universo conspiró para que sucediera el primer encuentro. Manuela en su diario lo describe
así:
“Cuando se acercaba al paso de nuestro balcón, tomé la corona de rosas y ramitas de laureles para que cayera frente al caballo de Simón,
pero con tal suerte que fue a parar con toda la fuerza de la caída justo en el pecho de Simón. Me ruboricé de la vergüenza, pues El Libertador
alzo su mirada y me descubrió aún con los brazos estirados, pero me sonrió y me hizo un saludo con el sombrero pavonado que traía
a la mano”. Desde ese encuentro en Quito, fueron amantes.

UN AMOR APASIONADO LLENO DE CARTAS Y POESÍA….


 “Mi adorada Manuelita” era el comienzo más frecuente de las cartas de Bolívar, “Suya, Manuela” era el final de las cartas de Sáenz a su verdadero amor. Los
compromisos con la independencia de Bolívar hacían que estuvieran juntos en muchas ocasiones.

¨ MI GENIO, MI SIMÓN, AMOR MÍO, AMOR INTENSO Y DESPIADADO. SÓLO POR LA GRACIA DE ENCONTRARNOS DARÍA HASTA MI ÚLTIMA
ALIENTO PARA ENTREGARME TODA A USTED CON MI AMOR ENTERO. SACIARNOS Y AMARNOS EN UN BESO SUYO Y MÍO, SIN HORARIOS".

ATT: MANUELA SÁENZ A SIMÓN BOLÍVAR

UN AMOR EN TIEMPOS DE GUERRA…

El amor de Manuela Sáenz y Simón Bolívar sobrevivió en el tiempo gracias a la fuerza de sus sentimientos y a la pureza de sus emociones,
expresadas en cartas que se mantuvieron con el paso de los años, para ser testigos de un amor en tiempos de guerra.

La declaración de independencia de Venezuela, la oposición en Nueva Granada y la enfermedad que padecía, hicieron a Bolívar renunciar a
la presidencia en 1830. El 17 de diciembre de ese mismo año, murió a causa de una tuberculosis. Tras su muerte, Manuela, aún en Bogotá,
quiso suicidarse haciéndose morder en un hombro por una serpiente venenosa, pero no lo logró.

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