El término soteriología, proviene de dos palabras griegas. La
primera, es sotería, que significa salvación, y la segunda es lógos, que se traduce como tratado o discurso. Luego, la soteriología es el estudio de la doctrina de la salvación. Cuando se habla de salvación en la Escritura, el Antiguo Testamento suele referirse a las acciones de Dios en favor de su pueblo para librarlos del hambre, la esclavitud y otras dificultades. En el Nuevo Testamento, “salvación” puede referirse tanto a la cura de una enfermedad, como a ser librado del pecado y sus consecuencias, o a veces a ambas cosas al mismo tiempo. SOTERIOLOGÍA De manera que, el término, no sólo tiene que ver con el destino eterno de una persona, sino con ser rescatado de todo aquello que se presenta como un obstáculo en el camino hacia el cumplimiento de los propósitos de Dios con su creación, sobre todo con el ser humano. INTERPRETACIONES DE LA SALVACIÓN Es innegable que, aunque la salvación es el tema central de las Escrituras, no todas las tradiciones teológicas la han interpretado de la misma manera.
Teologías de liberación: Este movimiento puede subdividirse
en teologías negras, feministas y del tercer mundo, siendo esta última la que se ha conocido como teología de la liberación. Todas ellas resaltan que el problema básico de la sociedad es la opresión y la explotación de las clases más vulnerables a manos de aquellas que detentan el poder. Por lo tanto, la salvación consiste en rescatar (o liberar) de esa opresión. INTERPRETACIONES DE LA SALVACIÓN Es innegable que, aunque la salvación es el tema central de las Escrituras, no todas las tradiciones teológicas la han interpretado de la misma manera.
Teologías de liberación: Este movimiento puede subdividirse
en teologías negras, feministas y del tercer mundo, siendo esta última la que se ha conocido como teología de la liberación. Todas ellas resaltan que el problema básico de la sociedad es la opresión y la explotación de las clases más vulnerables a manos de aquellas que detentan el poder. Por lo tanto, la salvación consiste en rescatar (o liberar) de esa opresión. INTERPRETACIONES DE LA SALVACIÓN Teología existencial: Se denomina como tal a las teologías que se han construido desde una filosofía existencial. Su representante más destacado ha sido Rudolf Bultmann, famoso por su programa de desmitologización. Desde su perspectiva, la Biblia no es una fuente de información objetiva sobre Dios, el ser humano y la condición humana, ni un relato objetivo de hechos históricos, sino simplemente el registro del impacto que ciertos acontecimientos tuvieron en la vida de los discípulos. Su objetivo no es dar información, sino transformar; afectar nuestra existencia y hacerla auténtica, es decir, llegar a ser lo que se supone que debemos ser, vivir la vida de tal manera que lleguemos a alcanzar el potencial humano. INTERPRETACIONES DE LA SALVACIÓN Teología secular: Con el paso del tiempo, la humanidad se ha secularizado, adoptando de forma inconsciente un estilo de vida en el que no hay espacio para Dios. Por tal motivo, algunos teólogos han decidido considerar al secularismo ya no como un competidor, sino como una expresión madura de la fe. En resumen, la teología secular rechaza la forma tradicional de entender la salvación, que consiste en separarse del mundo y recibir la gracia sobrenatural de Dios. Se trata más bien de salvarnos de la religión, en lugar de encontrar en ella un medio para ser salvos. Hacernos conscientes de nuestra capacidad y utilizarla, independizándonos de Dios, madurando, y aceptándonos a nosotros mismos, involucrándonos en el mundo. INTERPRETACIONES DE LA SALVACIÓN Catolicismo romano: La posición católica oficial durante mucho tiempo, ha sido que la iglesia es el único canal de la gracia de Dios, la cual se transmite a través de los sacramentos que ellos mismos imparten. Los que están fuera de la iglesia oficial y organizada no pueden participar de la gracia de Dios. Por lo tanto, dicha unión es necesaria para ser salvo, porque la iglesia es la única que posee los medios para la salvación. Sin embargo, si la verdadera unión no es posible, Dios aceptará en su lugar un deseo sincero de tener esa unión. Aunque la verdadera unión con la iglesia no es indispensable, la separación completa no es aceptable. INTERPRETACIONES DE LA SALVACIÓN Teología evangélica: Los evangélicos entienden que las Escrituras revelan que el principal problema humano es el pecado, del cual existen dos dimensiones principales. Primero, es una relación rota con Dios, dada su incapacidad de cumplir con las expectativas divinas. Segundo, la auténtica naturaleza de la persona humana, queda dañada por haberse desviado de la ley. Ahora hay una inclinación natural hacía el pecado. INTERPRETACIONES DE LA SALVACIÓN En consecuencia, la doctrina de la salvación, desde el punto de vista evangélico, se relaciona con la condición de uno ante Dios. Es necesario que el estatus legal del individuo cambie de culpable a no culpable, que sea declarado justo delante de Dios (justificación). El ser humano queda justificado mediante la unión legal con Cristo. Pero ahí no queda todo, también es necesario que sea cambiada la condición de nuestro corazón. Este cambio es conocido como regeneración. La condición espiritual del individuo se va alterando progresivamente, llevándolo a ser más santo, esto se denomina santificación. INTERPRETACIONES DE LA SALVACIÓN Vistas las posiciones anteriores, la interpretación de la teología evangélica es superior, fundamentalmente por su respeto hacia la revelación bíblica como fuente autoritativa de fe y de conducta, lo que le hace tener una preocupación saludable por llegar a cada conclusión tomando como base la evidencia escritural. En los demás puntos de vista (unos más que otros), puede notarse una gran influencia de escuelas filosóficas y sociológicas, por lo cual terminan adoptando las categorías que de ellas se desprenden. INTERPRETACIONES DE LA SALVACIÓN De aquí en adelante se abordarán los diversos tópicos respecto a la soteriología, partiendo de los presupuestos de una teología evangélica, según la cual, como se ha dicho, el principal problema del ser humano es el pecado, el cual lo ha separado de Dios y ha corrompido su naturaleza, imposibilitándolo para hacer consistentemente el bien; de manera que estos son los principales problemas de los que necesitamos ser salvados. EL ORDEN DE LA SALVACIÓN En esta sección se tratarán los diferentes aspectos de la salvación en un orden lógico, o incluso podría decirse que cronológico. Esto es lo que en la teología se conoce como el ordo salutis, frase latina que significa “el orden de salvación”. Esta se emplea tradicionalmente para referirse a varios elementos, y su sucesión lógica, en el proceso mediante el cual el pecador es salvo y llega a su redención final. Comenzaremos con la elección divina y el asunto de la predestinación; luego, la conversión, que involucra los aspectos de arrepentimiento y fe; y finalizaremos con la justificación, y la santificación del creyente. LA ELECCIÓN Cuando hablamos del término elección, este se refiere a la acción o decreto mediante el cual Dios predestina a algunos para salvación. Esta es una doctrina bíblica incuestionable, el asunto, no obstante, ha generado mucha controversia a lo largo de la historia de la teología cristiana, no por que se crea en ella o no, sino porque hay diferencias importantes en lo que se refiere al modo de entender el mecanismo o la forma en que Dios lleva a cabo dicha elección. Existen dos posiciones principales que han sido las más defendidas, estas son el calvinismo y el arminianismo. LA ELECCIÓN Calvinismo: De acuerdo con el calvinismo, la elección es la expresión de la voluntad soberana de Dios, es decir, no tiene nada que ver con las acciones y decisiones del elegido, de modo que es la causa, más no el resultado de la fe de este. Aquellos a los que Dios elige, son los que llegarán a tener fe en Él y perseverarán en sus caminos hasta el final de sus días. Esto ocurrió desde la eternidad antes de la existencia del individuo, y se trata de una elección incondicional, no depende de algo que la persona haga. LA ELECCIÓN Calvinismo: De acuerdo con el calvinismo de 5 puntos (TULIP) el ser humano está absolutamente depravado, de manera que está imposibilitado de tener fe, pues es un cadáver espiritual. Por otra parte, la expiación llevada a cabo por Cristo en la cruz, está limitada sólo a aquellos que han sido elegidos, en otras palabras, Jesús no murió por toda la humanidad, y además, la gracia de Dios para con los elegidos es irresistible, es decir, el predestinado no puede evitar recibir la salvación. LA ELECCIÓN Calvinismo: El calvinismo moderado, difiere del anterior, en que sostiene que el ser humano, aunque depravado, está en la capacidad de expresar fe en Cristo libremente, esto porque la expiación no es limitada, el Señor murió por todos, si bien sólo es efectiva para los que creen; de modo que la gracia es resistible, y de hecho, es resistida por todos aquellos que rechazan el amoroso sacrificio del Hijo, los que no fueron elegidos. Por otra parte, queda claro que Dios, soberanamente, sólo llamó y eligió efectivamente, desde antes de la creación del mundo, a los que iban a ser salvos, pero no eligió al resto para condenación LA ELECCIÓN Arminianismo: Su punto de partida es la idea de que Dios desea que todas las personas se salven. De ahí se deriva un segundo principio importante, y es que que todas las personas cuentan con la capacidad de creer o reunir las condiciones para la salvación. Si así no fuera, no tendrían ningún sentido las invitaciones universales a la salvación que están registradas en la Biblia. Esto no significa que se niegue la depravación del ser humano, por lo cual apelan al concepto de la “gracia previa”, es decir, una gracia dada por Dios a todos los seres humanos para que, a pesar de su corrupción moral, tengan la habilidad mínima necesaria para poder elegir libremente si creer o no en él. LA ELECCIÓN Arminianismo: Esto abre la pregunta ¿creen los arminianos en la elección? Y la respuesta es que sí. Pero es aquí donde entra otro concepto clave del arminianismo, que es el papel del conocimiento previo de Dios en la elección de las personas para salvación. Dicho más claramente, los que están predestinados por Dios, son aquellos que, en su infinito y anticipado conocimiento de todas las cosas (incluyendo lo que cada ser humano iba a decidir al escuchar el mensaje del evangelio), Él sabía que tendrían la fe necasaria para salvación. CONCLUSIÓN EN CUANTO A LA ELECCIÓN El calvinismo de cinco puntos resulta bíblicamente insostenible. Primero, porque requiere de la regeneración previa a la fe, lo cual no es compatible con la enseñanza escritural que muestra más bien que la regeneración viene como resultado de la fe salvífica. Por otra parte, sustentar con la Escritura la expiación limitada, a la luz de pasajes tan conocidos como Juan 3:16, resulta casi siempre en vueltas exegéticas un tanto rebuscadas. CONCLUSIÓN EN CUANTO A LA ELECCIÓN El calvinismo moderado tiene a su favor el énfasis en la libertad del ser humano para elegir, considerando la fe, no como una obra (como el calvinismo más radical sugiere), sino como una respuesta que somos capaces de dar a pesar de nuestra depravación y como consecuencia de un llamamiento efectivo que habilita al elegido para responder. Además, interpreta en su sentido literal los pasajes que hablan del sacrificio expiatorio en términos universales (Jn 3:16; 1 Jn 2:2) y del deseo de Dios de que todos sean salvos (1 Ti 2:4). CONCLUSIÓN EN CUANTO A LA ELECCIÓN No obstante, sin dejar de reconocer las dificultades de cada punto, el arminianismo más conservador y evangélico, parece más compatible con los datos bíblicos. Primero, no niega la elección, sino que la relaciona con el previo conocimiento de Dios (Ro 8:29; 1 Pe 1:2), de aquellos que libremente abrazarían con fe el mensaje del evangelio. Al respecto, mucho se ha dicho desde el calvinismo que tal “conocimiento” tiene una connotación diferente, siendo prácticamente un sinónimo de “amor”, queriendo decir algo así como “aquellos que conoció amorosamente desde antes”, una especie de “gracia electora”. El asunto es que esta connotación no cognitiva de la palabra griega ginosko es prácticamente inexistente en el griego secular. LA CONVERSIÓN Al hablar de conversión, nos estamos refiriendo a uno de los aspectos subjetivos de la salvación. El vocablo significa, etimológicamente, “volverse”, “darse la vuelta”, es decir, cambiar de una dirección a otra distinta. En el caso específico del ser humano pecador, es ese momento en el cual se vuelve a Dios y abandona los caminos que lo llevaban lejos de su presencia y salvación. Se trata, pues, la conversión, de una única entidad que tiene dos aspectos distinguibles, pero a la vez inseparables: arrepentimiento y fe. El arrepentimiento quiere decir que el inconverso se aleja del pecado, y la fe, que coloca su confianza en la obra de Cristo. LA CONVERSIÓN Fe: La fe tiene que ver con la confianza y certeza de que algo es verdad, aún cuando no lo veamos (Heb 11:1). Tener fe en la persona y obra de Cristo para salvación, significa confiar en que Él, a través de su sacrificio expiatorio, puede remover la culpabilidad del pecado y conceder vida eterna a aquel que cree. La salvación es siempre por medio de la fe, más no a causa de ella (Ef 2:8); es decir, es un canal por el cual recibimos el regalo de la gracia salvífica de Dios, y no una obra que hacemos. Es sencillamente una respuesta. CONDICIONES PARA LA SALVACIÓN Para recibir salvación, debemos convertirnos o volvernos a Dios. Como se ha visto, la conversión es una entidad con dos aspectos distinguibles: arrepentimiento y fe (estas son condiciones para ser salvos). Ahora bien, en ocasiones se presenta la discusión en cuanto a la manera en que se ha de manifestar la fe salvífica, o si acaso es necesario que se manifieste. Por ejemplo, en la doctrina de la libre gracia, se enfatiza el hecho de que la salvación viene por medio de “un acto de fe”, es decir, un momento de claridad y convicción experimentado por el individuo, en cuanto a que la obra de Cristo es suficiente para ser salvo, con independencia de la manera en que viva posteriormente a ese “acto de fe”. CONDICIONES PARA LA SALVACIÓN Para recibir salvación, debemos convertirnos o volvernos a Dios. Como se ha visto, la conversión es una entidad con dos aspectos distinguibles: arrepentimiento y fe (estas son condiciones para ser salvos). Ahora bien, en ocasiones se presenta la discusión en cuanto a la manera en que se ha de manifestar la fe salvífica, o si acaso es necesario que se manifieste. Por ejemplo, en la doctrina de la libre gracia, se enfatiza el hecho de que la salvación viene por medio de “un acto de fe”, es decir, un momento de claridad y convicción experimentado por el individuo, en cuanto a que la obra de Cristo es suficiente para ser salvo, con independencia de la manera en que viva posteriormente a ese “acto de fe”. CONDICIONES PARA LA SALVACIÓN En la tradición calvinista, la manifestación de la fe salvífica es la perseverancia de los santos, en otras palabras, el individuo no es salvo por un “acto de fe”, sino por una fe sobrenatural, dada por Dios, que no sólo lo habilita para recibir la salvación gratuita, sino también para vivir la vida que agrada a Dios. Esto no le exime de sufrir algún traspié, pero la fe concedida por Dios, siempre le hará volver a la casa de su Padre. En tal sentido, concuerdo en que el que ha experimentado verdadera fe, perseverará ella. La cuestión es que “perseverar en la fe” no significa necesariamente (como algunas alas más radicales pretenden) perseverar en santidad total, casi sin errar. CONDICIONES PARA LA SALVACIÓN Al contrario, el cristiano peca, eso es innegable (1 Jn 1:8), pero aquel que verdaderamente ha creído al Señor, sabe que su sacrificio es suficiente para cubrir todas sus culpas, y esa es su motivación para buscar la santidad, aunque a veces falle. En esa fe persevera, en la convicción de que, a pesar de sus altas y bajas espirituales, Dios ha extendido su misericordia sobre él y le asegura su salvación por las perfecciones de aquel que se entregó en la cruz. CONDICIONES PARA LA SALVACIÓN Para concluir, en la tradición del Restoration Movement, la conversión consta de arrepentimiento y fe; una fe de corazón, movida por la obra externa del Espíritu Santo a través de la predicación de la Palabra, a la cual respondemos libremente. Y una manera en que la fe salvífica genuina se manifiesta es en dos actos, por lo general simultáneos: primero, la confesión de fe “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Ro 10:17) y segundo, el bautismo “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado” y también “Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados —les contestó Pedro —, y recibirán el don del Espíritu Santo.” (Ro 2:38). CONDICIONES PARA LA SALVACIÓN Esto no significa que la confesión y el bautismo sean obras para la salvación, sino que son la manifestación de una fe genuina, después de todo, ¿por qué alguien que afirma confiar en la obra de Cristo, no querría confesarlo y obedecer la ordenanza bautismal? CONDICIONES PARA LA SALVACIÓN Si bien la mayoría del evangelicalismo actual sólo asume la oración de fe (que por cierto no aparece en la Biblia) y a veces la confesión pública como momentos en los cuales, de cierta manera, se consuma la salvación o al menos se manifiesta la fe genuina; el bautismo en agua ha quedado relegado a un ritual representativo que se pospone hasta que el creyente tenga cierta madurez (lo cual tampoco parece tener sustento bíblico) o a un símbolo (es decir, cuando los autores bíblicos hablan de bautismo no se refieren al bautismo en agua, sino a una obra invisible del Espíritu), o un requisito para la membresía eclesiástica. No obstante, la Biblia es clara en cuanto a que hay un sólo Señor, una sola fe y un solo bautismo (Ef 4:5). CONDICIONES PARA LA SALVACIÓN El entendimiento consensual de lo que es el bautismo, reinó por 1500 años en la iglesia, hasta que Zwinglio lo cuestionó y Calvino siguió sus pasos. Desde entonces, en la mayoría de la cristiandad protestante, se ha soslayado la importancia del bautismo en agua, alegando que la antigua interpretación, sería como pretender que una obra es necesaria para la salvación. Pero son innegables las conexiones escriturales entre el arrepentimiento, la fe, la confesión y el bautismo; en cierto sentido, el bautismo mismo es un modo de confesión pública; pero no sólo eso, sino que se revela como el momento en el cual el creyente se une a Cristo, recibe perdón de pecados y el don del Espíritu Santo (Hch 2:38; 8:26-39). CONDICIONES PARA LA SALVACIÓN Y aún cuando hay precedentes excepcionales, como la visita de Pedro a Cornelio, una vez que el centurión y su familia reciben el espíritu Santo, el apóstol exclama: “¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros? Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús.” (Hch 10:47b-48a). CONDICIONES PARA LA SALVACIÓN En otras palabras, en la praxis apostólica, bautismo, perdón de pecados y recepción del Espíritu Santo (evidencia de fe salvífica), estaban en estrecha conexión, y así fue entendido por la iglesia, como se ha dicho, por 1500 años. Lutero mismo dijo: “tanto el perdón y la expulsión de los pecados son el trabajo del bautismo”. De manera que la conversión es: arrepentimiento y fe, manifestados en la confesión pública y el bautismo cristiano en obediencia a Dios. Ninguna de estas son obras que hacemos para ser salvos, sino la manera en que ocurre la conversión. JUSTIFICACIÓN La palabra justificación es un término forense que significa básicamente ser declarado inocente en un juicio, o que el juez pronuncia un veredicto favorable. El concepto no significa “hacer justo”, sino atribuir justicia, es decir, así como anunciar la condenación de una persona, no hace que se convierta en malvada, cuando se anuncia que alguien es justificado no lo hace una persona justa. JUSTIFICACIÓN El asunto es que Dios tiene sólo tres opciones cuando los pecadores comparecen ante Él: la primera es condenarlos; la segunda es comprometer su propia justicia para recibirlos tal como son, y la tercera es declararlos justos. El problema es que para hacer esto último, cualquier justicia que el pecador posea, debe ser genuina, no falsa, y con ello significa, aceptable para el justo Juez. Sólo así Él podría justificar. Y justamente la tercera opción es la escogida por Dios. JUSTIFICACIÓN Él transforma a los pecadores en justos haciéndolos justicia de Dios en Cristo (2 Co 5:21). Esto ocurre, como afirma el apóstol Pablo, aparte de la Ley, por medio de la fe. Dicho de otro modo, Dios declara justos a los seres humanos, no por cumplir con preceptos legales o por obras de justicia específicas que ellos puedan llevar a cabo para merecer la salvación, sino porque a todo aquel que cree, a los que se convierten a Cristo (como previamente se ha tratado), les es imputada la justicia perfecta de Jesús. SANTIFICACIÓN La santificación es parte de la “continuación de la salvación” que Dios opera en el creyente. El término santificación es parte de la familia de palabras que se relacionan con la santidad, cuya raíz muy probablemente, contiene la idea de “separación”. Así la persona o la cosa santa, es una persona o cosa separada o apartada de los demás. En tal sentido, la santificación del creyente abarca tres aspectos. El primero ocurre en el momento mismo de la conversión, cuando aquel que pone su fe en Cristo es apartado para Dios, pasando de las tinieblas a su luz admirable, de la muerte a la vida (1 Pe 2:9; Jn 5:24). El segundo, es el proceso mediante el cual el Espíritu Santo, cuando el creyente permanece en comunión con Él, lo va perfeccionando; y el tercero, es la santificación final, también conocida como glorificación. SANTIFICACIÓN Santificación posicional: Se refiere al primer evento que ocurre una sola vez cuando la persona no salva se une a las filas de los salvos, el momento en que es apartado del mundo como tal, de su vieja manera de vida, y “del presente siglo malo” (Gál. 1:4). Es un cambio de estado o un cambio en la posición de uno en relación con Dios y en relación con el mundo. Transfiere al pecador del dominio de oscuridad al reino de Cristo (Col. 1:13). SANTIFICACIÓN Santificación progresiva: Es un proceso continuo en el cual el cristiano es más y más separado del pecado como tal. Este aspecto de la santificación no es un cambio de estado o de relaciones, sino una continua transformación de nuestro carácter interior y de nuestras actitudes mentales, como también de nuestro comportamiento exterior y de conducta. En este aspecto de la santificación, llegamos a ser más y más como Dios en cuanto a la justicia y santidad de la verdad (Ef. 4:22-24). Nuestro modelo y meta es la santidad ética de Dios, siendo que somos encomendados a imitar su carácter moral perfecto: “Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pe. 1:16). SANTIFICACIÓN Santificación final: Tal como se ha observado en el aspecto de la santificación progresiva, Dios no exhorta a vivir una vida de santidad, pero: ¿Cuándo será completado este proceso? En otras palabras, ¿cuándo es que nosotros como cristianos lograremos la santificación total? Si bien estamos de acuerdo en que dicha santificación total es la obligación y meta, y que no deberíamos estar del todo conformes mientras no la logramos, la realidad es que no llegaremos a ser perfectamente santos y puros hasta nuestra redención total, después de la muerte.