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Facultad de Teología

MORAL FUNDAMENTAL

TEMA 8
ANTROPOLOGIA TEOLOGICA CRISTIANA:
LA JUSTIFICACION Y LA GRACIA CONSTITUTIVA

1
En la consideración del pecado constitutivo nos fijamos en un
solo aspecto del estadio inicial de todo proceso humano. Porque
miramos únicamente la realidad negativa que nos constituye, es
decir, el Pecado.

Pecado y Gracia

Apreciando al sujeto humano en su totalidad, descubrimos en


la Teología Bíblica que el ser humano no es sólo Pecado. Sino que
también está constituido por otra realidad, por la realidad positiva
de la Gracia. Por lo demás, Pecado y Gracia son realidades
totalmente correlativas.

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• Es decir: a pesar de que hemos intentado una comprensión del Pecado,
propiamente no hemos llegado a captar aquello que lo constituye en lo más
profundo de su realidad: es, precisamente, una negatividad, una carencia; la
carencia de la Gracia.

• Por eso es indispensable adentrarnos en el conocimiento y comprensión de


la Gracia. Así, al explicar lo fundamental de la Gracia, de paso estaremos
comprendiendo mejor lo que es el Pecado. En otras palabras: la verdadera
realidad positiva, existente, es la Gracia. El Pecado es, en último término,
una realidad negativa, es la negación o carencia de la Gracia.

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Propiamente, la libertad humana está constituida por la posibilidad trascendental de optar por el bien
o por el mal.

De allí resulta, en el ser humano, el bien o el mal moral. Pero el bien y el mal no suceden sino en
el ámbito de la relación del ser humano con el ser humano. Esto es, una relación positiva o
negativa frente al otro.

Podemos llamar Pecado constitutivo a la posibilidad de la relación negativa. Y podemos llamar


Gracia a la posibilidad de relación positiva. Esta realidad está presente en todo ser humano en su
nivel trascendental desde el primer instante de la existencia.

De aquí se sigue que todo ser humano desde ese primer instante de su existencia, está constituido por
las dos realidades de la Gracia y del Pecado.

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Por la posibilidad de relación negativa nos constituimos en pecadores. Y
por la posibilidad de relación positiva, nos constituimos en sujetos dotados de
una Gracia inicial constitutiva, creados a imagen de nuestro Dios Jesús cuya
realidad es total y plena relación positiva: "creados en Cristo Jesús" ( Ef 2,10).

Gracia y Pecado

Esta Gracia es crística como toda Gracia, don de Dios que libremente (sin
que nosotros hayamos hecho méritos para obtenerla) nos la otorga desde la
creación. Porque toda creación es crística: "todo ha sido creado en Él, por Él y
para Él” (Col 1,15).

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La creación crística

En nuestra aceptación por la fe, de la trascendencia de Cristo Jesús, la


afirmación anterior es perfectamente comprensible: la creación sucede como
"salida" de Dios-Padre, esto es, "en" Dios-Hijo. Y en cuanto es "salida" al tiempo y
al espacio, a la creaturalidad, sucede como espacio-temporalización de Dios-Hijo.

Pero precisamente Jesús es la espacio-temporalización de Dios-Hijo en una


microhistoria. Por eso, en cierto sentido, podemos afirmar que la creación es una
especie de espacio-temporalización de Dios-Hijo en la macrohistoria.

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La creación crística es Gracia

En consecuencia, la creación es crística. Y desde el inicio la


creación es presencia de Dios en el mundo y en la historia.

En este sentido trascendental la presencia de Dios en el


mundo es Gracia. Y, de esta manera, afirmamos que la Gracia ha
estado presente en el mundo y en la historia desde su inicio.

7
Gracia y justificación

La capacidad de establecer relación


positiva con el otro, es el don de la Gracia Y el beneficio adquirido es el que da al
inicial constitutiva que nos confiere Dios. sujeto humano una posibilidad de infinita
Esa capacidad permitirá al sujeto humano trascendencia, la posibilidad de participar
constituirse en hijo adoptivo de Dios. de la vida divina. Esta es la plenitud de la
Dicho de otra manera: por ser parte de Gracia, un don absolutamente inmerecido e
la creación, el ser humano ya posee un impensable en una creatura.
beneficio que es don de Dios, que es Gracia.

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La obra redentora de Cristo consiste,
¿En razón de qué nos En razón de la obra
precisamente, en conceder a todo ser humano
concede Dios esta Gracia redentora de Cristo, que se
como oferta, la posibilidad de constituirse en hijo
constitutiva desde el primer establece a partir de la
adoptivo de Dios, por medio de la actuación de la
momento de nuestra Encarnación y culmina en el
libertad cuando opta por la relación positiva con el
existencia? Misterio Pascual.
otro.

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Esta posibilidad determina que el sujeto humano, constituido también por la
pecaminosidad consistente en la posibilidad de la relación negativa con el otro,
pueda superar esa negatividad y realizar la positividad.

Así el sujeto humano logra un proceso de tránsito o paso del Pecado a la


Gracia. Este proceso se llama la "justi-ficación", esto es, el "hacerse
justo" (del latín "iustus" = justo, y "fieri" = hacerse).

De manera que la obra redentora de Cristo produce nuestra justificación.


Aquí es necesario recordar los textos neotestamentarios que nos
presentan este elemento fundamental de la Antropología Teológica.

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Textos paulinos
El tema de la justificación se desarrolla en el Nuevo Testamento con un vocabulario
específico que hace alusión a textos del Antiguo Testamento, y cuyo contenido
conviene recordar:

- Salvación, Liberación: Col 1, 14; Ef 1, 7; Rm 3, 24.

- Redención: Red-emptio = pago de un rescate para obtener la libertad. Tit 2, 14.

- Expiación: 2Cor 5, 18-20. Como en Israel, Dios anulaba los pecados. Rito del chivo
expiatorio (Lev 16, 8-10).

- Manumisión y adquisición: 1Cor 6, 20. 7, 22ss; Gal 3, 13; Ef 1, 13.14. No


pertenencia a sí mismos sino a Dios de quien somos propiedad como pueblo suyo.
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Profundización teológica en el
tema de la justificación

El reino universal del pecado constituye la situación de la


humanidad. La misericordiosa iniciativa del Padre y la misión
redentora del Hijo liberan al mundo del dominio del Mal.

El Espíritu Santo mantiene en la historia el desarrollo de la


salvación que culmina en la escatología. El misterio pascual de
Cristo es verdadero sacramento salvífico pues representa y realiza
la pascua del mundo hacia el Padre.

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• Cristo salva, libera, redime, expía, obtiene la manumisión del esclavo y
adquiere para él la nueva vida.

• La justificación consiste en la adquisición, por parte del ser humano, de la


justicia divina, atributo equivalente a la santidad divina, aquella característica
por la cual Dios es Dios, que designa su propio ser de plenitud infinita.

• Por eso la justi­ficación se identifica con la participación de la vida divina, la


divinización.

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• La tradición patrística se inicia con la profesión de fe en Cristo salvador. Posteriormente
se extiende la reflexión sobre el fin de la Encarnación: principio de salvación para la
humanidad. En la Patrística Griega la salvación se refiere a la divinización del ser humano
como finalidad de la Encarnación del Verbo.

• En la Escolástica (a excepción de Duns Scoto) se acentúa la tradición patrística Latina de


la redención del pecado de modo que se llega a situar el fin de la Encarnación en este
punto.

• Trento recoge los dos aspectos.

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Aspectos teológicos
La justificación es entendida como una obra de Cristo en relación con el
Padre: la venida de Cristo es iniciativa amorosa del Padre, es el “paso”, la
Pascua al Padre tanto de Cristo como de toda la humanidad. Salvación,
liberación y redención equivalen a “adquirir un pueblo santo para Dios”.

La justificación consiste en la participación de la justicia divina, esto es,


de la santidad exclusiva de Dios, la divinidad misma. La justicia es el atributo
divino por el cual Dios es Dios.

La justificación no se reduce como obra salvífica de Cristo a este aspecto


sacrificial sino al término del mismo que es la glorificación del mismo Cristo y
del ser humano y del mundo con Él. Este es el sentido pleno de la Pascua.

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Justificación

Tratándose de un proceso, la justificación incluye dos aspectos: el negativo o eliminación de


todo aquello que en el ser humano es "no-ser-Dios" (pecado, maldad, negatividad, rechazo a la
relación con el otro, alejamiento de Dios, carencia de la vida divina, muerte, etc.), y el positivo o
adquisición de la realidad de "ser-Dios", esto es, adquisición de la vida divina.

El proceso de justificación ocurre por iniciativa divina, y es invitación a participar en la vida


misma de Dios. Ocurre en el plano trascendental y se hacer realidad en el plano categorial
cuando el ser humano responde positivamente frente al otro.

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Justificación
Este llamamiento es de orden sobrenatural, esto es, absolutamente
gratuito por parte de Dios, y dirigido a todo ser humano. Este llamamiento
lo formula Dios no necesariamente en términos explícitos y verbales, sino
atemáticamente en el mundo no explícitamente cristiano.

Esta formulación atemática del llamamiento reside en la invitación a


establecer relación positiva con el otro, es decir, consiste en una invitación
al amor. Acontece a través de la conciencia y en relación con la estructura
ética contextual de cada ser humano.

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Directamente la obra salvífica de Cristo en el ser humano es la remisión del pecado
constitutivo y de los pecados personales.

do En sentido pleno consiste en la transformación del estado de pecado (no-ser-Dios) al


eca
estado de santidad (sí-ser-Dios).
el p
nd

Es el pecador que llega a ser justo o santo.


esió

No se trata, por tanto, de un simple perdón de la culpa por las transgresiones


pecaminosas, sino que se refiere a un cambio entitativo: es el paso de “hijo de la ira” a
upr

hijo de Dios.
La s

La remisión del pecado es el primer dato de la justificación operada por Cristo: Hech. 2, 38; 3,
19, 1Cor 6, 11; Ef. 1, 5-8; 5, 25-27; Rm 3, 24; 4, 5; 5, 18-19; Tit 3, 5-7;2Pe 1, 9; Mat 9, 6; Jn 1,
29; Hebr 9, 28; 1Pe 2, 24.
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El proceso pasa del nivel trascendental al categorial con la respuesta humana vital que
llamamos "fe", y que, básicamente, consiste en la opción por establecer relación positiva con
el otro. No se trata de una adhesión de tipo noético sino vital.

Este hecho equivale a la adhesión a Cristo, con lo que el ser humano adquiere el inicio de
su salvación, de su liberación, y comienza a poseer la vida divina. La fe, en cuanto oferta de
Dios o invitación al amor, es don de Dios mismo. 

En el siglo XVI se presentó una seria controversia en la Iglesia sobre la interpretación del
contenido de la justificación. La propuesta luterana entendía la justificación de tal manera
que el sujeto seguía siendo pecador entitativamente, pero cubierto por la justicia divina de
manera que resultaba "simul iustus et peccator" = simultáneamente justo y pecador.

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• La propuesta católica, definida en el Concilio de Trento, asumió que entitativamente el
sujeto dejaba de ser pecador y adquiría una nueva realidad, a saber, la vida divina. Esta
proposición católica calificó, entonces, a la justificación, de "ontológica“. 

• Pero la insistencia en el hecho ontológico llevó a una percepción de la justificación en


categorías estáticas, que se podría enunciar así: 

• Antes de la justificación el sujeto es ónticamente pecador y sólo pecado.

• En el momento en que opera la justificación, el sujeto deja absolutamente de ser


ónticamente pecador y pasa a ser ónticamente justificado o poseedor de la vida divina.

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Justificación y bautismo

De allí resultó la interpretación del Bautismo como el sacramento que,


en un momento, "borra" el Pecado Original y confiere la Gracia en
plenitud.

La versión moderna, teniendo muy en cuenta la nueva interpretación


del Pecado Original, considera que, si bien el hecho es de carácter
ontológico, sucede no en un momento sino en un largo proceso vital que
va desplazando la pecaminosidad original y va incorporando lentamente
al sujeto a la vida divina, en la medida en que éste realiza y mantiene una
opción por la relación positiva con el otro.

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En esta versión, el sacramento del Bautismo es de
carácter vital y opera durante toda la vida, siendo el
rito un momento importante de la totalidad.

Así la vida divina también va creciendo en el sujeto


en la medida en que realiza y mantiene la
mencionada relación positiva con el otro.

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Justificación por la fe

Aquí es necesario plantearse el problema de la "justificación por la fe", tan


supremamente claro en San Pablo, y las obras en relación con la fe, insistencia de la
posición católica en la controversia con el luteranismo.

Esta insistencia se basa en muchos textos del Nuevo Testamento, especialmente


Santiago, pero también es evidente en San Pablo. La pista para la solución del
problema se sitúa en la interpretación de la fe no como simple aceptación noética de
Cristo, sino como opción vital operativa.

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Justificación por la fe

De paso, la justificación por la fe así entendida, nos hace ver cómo la Moral del
cristiano surge de su fe que opera en la opción positiva por los demás. En el siglo XVI
los conceptos de fe, de revelación, de Pecado, de justificación y de Gracia, estaban
muy marcados por categorías estáticas esencialistas.

La percepción de todo el fenómeno en términos procesuales, facilita su


comprensión y permite una mayor claridad. Por lo demás, las categorías en que todo
el asunto está presentado en el Nuevo Testamento, son indiscutiblemente
dinámicas, según los símiles que se traen a cuento para explicarlo.

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El aspecto positivo de la justificación es la adquisición
de una nueva vida, es el revestirse del hombre nuevo, es

a
el re-nacer, es el suceso de una nueva generación. La

vid
nueva vida sobre-natural es el punto final del proceso de
e va
nu la justificación.
e la
nd

La afirmación de esta nueva vida para el justificado es la


i ci ó

prueba de que ocurre en el ser humano una


transformación óntica, una modificación no accidental sino
is
qu

substancial en su entidad.
ad
La

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• Se trata de una nueva creatura (Gal 6, 15, 2Cor 5, 17)

• Se llega a ser un nuevo Adán, un nuevo hombre (1Cor 15, 35.49; Rm 5, 12-
21; 6, 3; Col 3, 15).

• Se adquiere una nueva imagen (1Cor 11, 7; Rm 8, 29; Col, 1, 15; 2Cor 3, 18).

• Se comienza a participar en la naturaleza divina, ocurre una verdadera


“koinonía” o comunión con Dios, que afecta al ser humano en todo su ser.

• Se llega a adquirir una nueva relación interpersonal con la Trinidad

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La Cristificación
El primer elemento que se destaca en el Nuevo Testamento y que, sin duda, describe la realidad
que nos ha obtenido Cristo con su Pascua redentora, es lo que llamamos la "Cristificación“:

Ver capítulos finales del Evangelio según San Juan: estar “en” Cristo (sentido dinámico en Griego
del “eis” = hacia Cristo), amar como Cristo ama, la vid y los sarmientos, posesión del cristiano por
parte de Cristo.

El cristiano está clavado con Cristo en la cruz (Gal 2, 19).

Él ha muerto con Cristo (2Tim 2, 11).

Él ha sido con-sepultado con Cristo (Rm 6, 4).

Él ha con resucitado con Cristo (Rm 6, 49).

Él ha sido con-vivificado con Cristo (Ef 3, 5-6).

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Se ha co-sentado con Cristo en los cielos (Ef 2, 5-6).
Debe com-padecer con Cristo para ser con-glorificado con Él (Rm 8, 17).
Para que con-viviendo y con-muriendo con Él llegue a co-reinar con Él (2Tim 2, 12).

Debe con-figurarse , con-formarse a la imagen de Cristo Jesús (Rm 8, 29; 1Cor 15, 49).
Debe revestirse de Cristo (Rm 13, 14; Col 3, 27).
Debe tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús (Fil 2, 5).
Es proceso que va hasta el varón perfecto a la medida de la edad de Cristo (Ef 4, 3).

Hasta que Jesucristo se forme en Ustedes… (Gal 4, 10).


“Para mí la vida es Cristo” (Fil 1, 21).
“Y vivo yo, pero no yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gal 2, 20).

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Elementos constitutivos de la Gracia

I
LA INHABITACIÓN DE LA TRINIDAD EN EL
CRISTIANO

La Cristificación designa los tres elementos constitutivos de la


Gracia: (Jn 14, 23; 1Cor 3, 16-17; 1Cor 6, 19; Rm 8, 11; Gal 4, 6).

El sentido teológico de este dato es que el hombre, unido a Cristo, entra


en forma misteriosa en el proceso interno de la vida trinitaria, en la vida
íntima de Dios. Significa el establecimiento de una relación vital ontológica
con cada una de las tres divinas personas o realidades individuales
relacionales constitutivas de Dios.

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De manera misteriosa el entendimiento
humano es elevado a la categoría divina para
participar del conocimiento divino (el conocimiento En forma misteriosa la participación del
divino, la sabiduría divina, la palabra divina es el hombre en la vida íntima trinitaria por la
Hijo eterno de Dios); de igual manera la capacidad inhabitación de las divinas personas, significa
volitiva humana es elevada misteriosamente a la también una co-relación directa con el Padre en
categoría divina para poder amar con el mismo cuanto generador del Hijo y co-espirador del
amor de Dios y para ser objeto pasivo del amor Espíritu.
trinitario (participación de lo que es el Espíritu
Santo en la Trinidad).

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Elementos constitutivos de la Gracia

II LA FILIACIÓN ADOPTIVA
(Gal 4, 4-7; Jn 1, 12; 1Jn 3, 1-2). No se trata, evidentemente, de un simple título jurídico. Es una
realidad que comporta la infusión de una nueva vida (la divina), la comunicación íntima del
Espíritu, el derecho a tener a Dios Padre por herencia, la inserción dinámica en la Imagen de
Dios (el Hijo de Dios encarnado) por una semejanza con El, por la reproducción de sus rasgos
en nosotros.

El seguimiento de Cristo no es una simple decisión histórica de imitación de sus


actitudes o de sus acciones.

Es algo supremamente profundo, es la reproducción de su misma realidad como


Dios-Hijo humanado.

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Elementos constitutivos de la Gracia

III
LA PARTICIPACIÓN CREADA DE LA VIDA
INCREADA

"Para que... se hicieran Ustedes partícipes de la naturaleza divina" (2Pe 1, 4). El


sentido teológico de esta afirmación, corresponde a lo que los Padres Griegos llamaron la
"divinización" del hombre. La fe de la Iglesia afirma, como lo indicábamos al hablar de
justi-ficación, que se trata de una realidad ontológica, no simplemente poética ni
extrínseca a la realidad constitutiva del ser humano.

Aquí reside la afirmación más honda Antropológico-Teológica del Nuevo Testamento. Como bien lo
expresó San Agustín, esta "divinización" sería imposible si la humanización de Dios no nos hubiera
demostrado la factibilidad de co-existencia de dos naturalezas en una simbiosis admirable lograda por la
unidad de la persona.

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Interpretación del acontecer de la Gracia

Santo Tomás propuso la fórmula de la unión "cuasi-formal" con Dios, queriendo decir
lo siguiente: Dios sólo puede ser forma de sí mismo, lo que lo constituye su ser Dios. Pero
Dios, en cierta manera, in-forma, hace de forma al hombre para que no viva una vida
solamente humana sino también una vida divina. Dios hace de "cuasi-forma del ser
humano. Si hiciera de forma, el ser humano sería Dios. Por eso tan sólo hace de "cuasi"-
forma, con lo cual el ser humano mantiene su identidad, y Dios mantiene la suya.

San Agustín, y con él una importante corriente teológica, sin duda mucho más afín a
los textos y a la mentalidad del Nuevo Testamento:
Cristo es la imagen del Padre; la cristificación y, por tanto, la divinización, consiste en
reproducir el cristiano lo que es Cristo. Reproducir como una imagen, como una
fotocopia. Esto es lo que se llama una participación de la realidad crística por vía de
semejanza.

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Claro está, esta
• Se conserva tanto la reproducción del original
identidad del original sucede en forma procesual,
como la de la copia, y se no en un instante. Y se crece
salvaguarda el hecho de en el proceso, aumenta la
que no se trata de un semejanza a medida que se
simple parecido externo, van copiando los rasgos de
sino que se adquieren las Cristo, hasta adquirir un
mismas características del parecido pleno, o crecer
original. hasta la plenitud de Cristo

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Reproducción ontológica por semejanza

Cristo es la imagen del Padre: “Él es la imagen del Dios invisible” (Col 1, 15;
2Cor 4, 3).

La “cristificación” consiste en un reproducir el cristiano lo que es Cristo: “A los que de


antemano conoció también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera
Él el primogénito entre muchos hermanos” (Rm 8, 29; Cfr. 2Cor 3, 18; Ef 4, 24; Col 3, 9,
1Cor 15, 44).

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• La reproducción en el ser humano de lo que es Cristo-Imagen de Dios Padre,
ocurre en una participación por semejanza. Teniendo en cuenta que la
semejanza no es un simple parecido externo sino una modificación
ontológica o asimilación (en el sentido de esta palabra: (ad-similis:
adquisición de la semejanza) del modelo u original, en este caso Cristo:

• “Cuando se manifieste, seremos semejantes a Él porque lo veremos tal cual


es” (1Jn 3, 2). “Hasta que lleguemos todos… al estado del hombre perfecto,
a la madurez de la plenitud de Cristo” (Ef 4, 13).

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La Gracia es el término de la
justificación y constitutivo de la
misma.

Ahora es posible entender también


Justos y pecadores cómo el pecado constitutivo es
correlativo a la Gracia constitutiva.

Si se acepta la procesualidad del


hecho, en la medida en que se va
adquiriendo la Gracia, se va
desplazando el Pecado.

37
• Así todo ser humano es simultáneamente pecador y justo, pero no en el
sentido luterano, sino como realidad ontológica en proceso vital.

• Igualmente se ve la posibilidad de ir perdiendo la Gracia y re-adquiriendo


Pecado, en la medida en que la libertad vaya cambiando de opción en la
relación con el otro.

• Esta versión nos permite comprender la verdadera estructura interior


del ser humano en términos de Antropología Teológica
neotestamentaria.

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Moral Liberadora

El desarrollo del sujeto humano desde su inicialidad hasta la plenitud que Dios diseñó para
él, esto es, hasta llevarlo a compartir la misma realidad divina, no puede ocurrir sino a
través de la actividad ética que cada uno opere en su vida.

Y esta realidad es idéntica para todo ser humano, sea que conozca o sea que desconozca
toda la profundidad teológica de esta realidad. En otras palabras: la salvación (Justi­ficación
y Gracia) depende inevitablemente de la operatividad ética de cada sujeto.

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• Una Teología Moral que no se ocupe primariamente del acontecer de la Justificación y de la Gracia
en cada sujeto, está desconociendo la trascendencia del obrar moral y está posiblemente impidiendo
un conocimiento de esta trascendencia, al que todo ser humano tiene derecho.

• En realidad, la obligación de evangelizar o anunciar esta realidad nos compete absolutamente a


todos los cristianos a quienes nos ha sido anunciada esta "buena noticia".

• No comunicar este mensaje es mantener a nuestras hermanas y hermanos en la esclavitud de la


ignorancia teológica fundamental y necesaria para la salvación.

• La responsabilidad en un silencio esclavizante, por las repercusiones posibles de la subsiguiente


ignorancia, es algo que tiene que motivarnos a predicar la verdad salvífica.

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Liberar de la ignorancia

La interpretación tradicional del pecado original en los niños y de la Gracia que


les llega por el bautismo, parece haber devaluado muy seriamente el sentido
teológico neotestamentario del Pecado, de la Justificación y de la Gracia.

Los efectos pastorales han sido desastrosos: además de la grave ignorancia en


tema tan trascendental, se ha desconectado la vida moral de la realidad
fundamental constitutiva del ser humano como es el pecado y la Gracia.

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Una Moral liberadora tiene que enfatizar la importancia del constitutivo
inicial de todo ser humano por el Pecado y la Gracia. Este énfasis está
orientado a liberar al cristiano de su ignorancia y de su inoperancia moral,
consecuencia del desconocimiento del asunto.

Nuestros cristianos deberán liberarse de una percepción del pecado


original relegado únicamente a los niños. Deberán liberarse de una
indiferencia tremenda ante la realidad del pecado que nos constituye y nos
acompaña permanentemente mientras no nos vayamos justificando por el
obrar moral del bien total a los demás.

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