KANT, DESINTERÉS; DUCHAMP, RUEDA DE BICICLETA Y EL NACIMIENTO DEL
READYMADE.
PRESENTACIÓN Y TEXTO DE MIGUEL BOTERO P.
“NO SE DEBE NUNCA ESCUCHAR A LAS FLORES. SOLO SE LAS DEBE CONTEMPLAR Y OLER. LA MÍA PERFUMABA MI PLANETA, PERO YO NO ERA CAPAZ DE ALEGRARME DE ELLO.”
“SOLO SE VE BIEN CON EL CORAZÓN, LO ESENCIAL ES INVISIBLE A LOS OJOS”
“YO - SE DIJO EL PRINCIPITO – SI TUVIERA CINCUENTA Y TRES MINUTOS PARA GASTAR, CAMINARÍA LENTAMENTE HACIA UNA FUENTE..." En Crítica del juicio, Kant distingue tres maneras de ver las cosas según su interés: Desinteresadamente, con interés y sin interés. Cuando se mira con interés se puede estar hablando, por ejemplo, de fenómenos, objetos, representaciones, etc., buenas, útiles. Sin embargo, mirar algo desinteresadamente no quiere decir que lo que se mira carezca totalmente de interés. Un ejemplo de esto sería sentarse en la playa al atardecer a ver los barcos perderse en el horizonte, poco a poco, leeeeennttaaaammmeeeente, y… “¡EUREKA! ¡De aquí se puede deducir que la tierra es redonda!” Algo que comienza como una actividad desinteresada termina siendo muy interesante. Finalmente, “sin interés” (pero con imaginación y entendimiento) sería el dominio casi utópico de lo bello, el dominio de la experiencia estética. En el § 13, Kant dice: “Todo interés estropea el juicio de gusto y le quita su imparcialidad…” Esto da paso a una paradoja que quizás ha estado siempre a la espalda del arte, como un fantasma: Todo arte corre el riesgo de pasar de ser estético o bello a práctico o útil en el intento; una imposibilidad ontológica, como un Midas que no puede comer pues todo lo que toca lo convierte en oro. Se puede ver una estatua de la Grecia antigua, pero una vez se piense en su valor histórico, pedagógico o arqueológico, la pura calidad de belleza, puede tornarse sospechosa. Este es un solo ejemplo pues casi toda obra de arte puede ser además de bella, por lo menos divertida, y la diversión es buena para el alma, y si no divertida, sí sugestiva, y lo sugestivo lleva a pensar, y si no sugestiva, interesante, y lo interesante, es bueno, etc. La enfermedad está en la cura. Quizás bien dicen algunos rectos padres de familia, algunos pragmáticos, algunos moralistas (en cierta medida personajes como Platón y Rousseau) que el arte no sirve para nada, pues si sirviera para algo, significaría que nunca fue tan bello al fin de cuentas, al menos en una especie de sentido kantiano. La única opción sería malabarear perfectamente el entendimiento y la imaginación. (Kant, 2007, pág. 137) Dice Javier Domínguez Hernández en Gusto, belleza, arte y moral en Kant que “por ser contemplativo, el gusto es fundamentalmente pasivo, juicioso, para apreciar” (¿Será que los gustos se parecen a sus dueños? Pues quizás no es difícil imaginarse a Kant como un pasivo y juicioso pensador). Imaginarse a Kant frente a la chimenea, con un edredón sobre sus piernas y una pipa en sus manos, mirando plácidamente el fuego. “…parece el gusto fijarse no tanto en lo que la imaginación aprehende en ese campo, “Ver que la rueda giraba fue como en lo que sobre él tiene ocasión de muy relajante, muy reconfortante. Me gustó la figurar, es decir, propiamente en las fantasías idea de tener una rueda de con que se entretiene el espíritu cuando la bicicleta en mi estudio. diversidad con que el ojo tropieza lo despierta Disfrutaba mirándola, igual continuamente; así, por ejemplo, ocurre que disfrutaba mirando las cuando se miran las figuras cambiantes de un llamas bailando en una fuego de chimenea o de un arroyo que corre, chimenea. Fue como tener una los cuales, sin ser ninguno [244] de los dos chimenea en mi estudio.” bellezas, llevan consigo, sin embargo, un (Lampkin, s.f.) encanto para la imaginación, porque mantienen su libre juego.” (Kant, 2007, pág. 161) “It was an idea; to have it in your own place the way you have a fire. It was not intended to be shown, to be seen. It was just for my own use, the way you have a pencil sharpener, except that there was no usefulness to it. It was completely un- useful”
Resulta interesante que la cita de Duchamp sea tan similar a la de Kant, tan similar que sería difícil pensar en que fuera una mera coincidencia. Hasta donde se sabe, Duchamp nunca citó a Kant como influencia, incluso alguna vez dijo que no leía para nada. Quizás solo hacia referencia a unos años de madurez, pues, según Calvin Tomkins, su biógrafo, Duchamp leyó mucho durante su juventud, cuando trabajo en la biblioteca Santa Genoveva de París y tenía mucho tiempo libre. No resultaría extraño que hubiese estudiado a Kant en esa época, 1912. Justamente la rueda de bicicleta, su primer readymade, fue concebido en 1913. Como demuestran las citas, la idea duchampiana de una obra de arte impersonal, sin compromiso, sin pretensión, un algo que simplemente está ahí, como una chimenea o un acuario, tiene relación con aquel concepto de la obra de arte pura, la obra de arte totalmente desinteresada (más exactamente la contemplación de la obra de arte) o al menos con el menor interés posible; si acaso un interés infraleve, para utilizar terminología duchampiana. (Tommkins, 2013, pág. 73) Lo infraleve es aquello teóricamente perceptible por los sentidos, pero a penas tan Sin embargo, la rueda de bicicleta tiene algo de manufactura, pues fue necesario pegarla a un banquillo; tiene algo de estético, pues hay un juego de colores opuestos, lo blanco y negro; tiene algo de conceptual, estabilidad vs movimiento. Así, siguiendo estos derroteros, la rueda de bicicleta corre el grandísimo riesgo de convertirse en interesante, en algo más que indiferentes llamas bailoteando en la chimenea (como diría Kant, “el bien conlleva interés” y aquello que tenga interés ya es algo que se aleja de lo puramente bello estéticamente). La llama tiene una ventaja sobre la rueda, por cierto: se mueve sola y aleatoriamente mientras que la rueda de bicicleta tiene más de causal, racional. Duchamp, el incipiente anartista, el mero respirateur quizás buscaba algo aun menos sustancial que la rueda de la bicicleta que es un claro ejemplo de un readymade asistido. La solución: El readymade (a secas): objeto común, elevado al estatus de obra de arte por la simple decisión del artista. En palabras kantianas “el bien conlleva interés”, la rueda de bicicleta como se ha visto corre el riesgo de ser demasiado interesante, cualquier obra, incluso si no fuese de arte, conlleva ese riesgo. Lo más factible, es pues, saltarse cualquier tufo de artificio, manufactura, concepto, disposición, movimiento. Lo mejor pasaría a ser ahorrarse la máxima posibilidad lógica y ontológica de pasos, llegar a un solo paso: nombrar: “Ese orinal ya no es un orinal, ya es una fuente”. Nombrar, acaso “"The readymade is not painting!" This will probably be their decision, one guided by common sense—expected sense, that is. Viewers who expect painting to satisfy their desire—their desire to see, their desire for the beautiful, their desire for craft, for example—can only be frustrated by the readymade and decide against it. Viewers who expect painting to at once cut off and reinitiate desire, who expect the unexpected, knowing that "vision," "beauty," and "craft" are suspect values, can open themselves to the opposite decision.” (Duve, 1991, pág. 161) Así, lo que Duchamp encuentra en su rueda de bicicleta es un tipo de arte desinteresado, fácilmente legible en clave kantiana. Según este, el gusto “enseña a encontrar, hasta en objetos de los sentidos, una libre satisfacción, también sin encanto sensible”. Quizás un gusto y satisfacción similar al que siente el principito hacia su paseo a la fuente o su flor. (Kant, 2007, pág. 286) Bibliografía
Duve, T. d. (1991). Pictorial Nominalism. Minneapolis: University
of Minnesota Press. Kant, I. (2007). Crítica de juicio. Madrid: Tecnos. Lampkin, F. (n.d.). Retrieved from https://historia- arte.com/obras/rueda-de-bicicleta Tommkins, C. (2013). Marcel Duchamp: The Afternoon Interviews. Brooklyn: Badlands Unlimited .