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TEMA 9

CONSTRUIR LA FAMILIA

HOY NOS CASAMOS


PALABRA DE DIOS Y ORACION
La casa construida sobre la roca: Mateo 7,21.24-29

“Padre Santo, tu creaste al ser humano a tu imagen y


semejanza, y lo creaste varón y mujer para que unidos sean
un solo cuerpo y un solo corazón, y realicen su misión en el
mundo.
Padre Santo, para revelar tus designios de amor quisiste
significar en el amor de los esposos, la alianza que te
dignaste establecer con tu pueblo, para que por el
sacramento del Matrimonio en la unión de los esposos, se
manifiesten las bodas de Cristo con la Iglesia; extiende tu
mano protectora sobre nuestros hijos tuyos.
Padre Santo, te pedimos nos comuniques los
dones de tu amor; y que siendo el uno para el
otro, signo de tu presencia, seamos en verdad
un solo corazón y un solo espíritu.

Padre Santo, concédenos también sustentar con


nuestro trabajo el hogar y educar a nuestros
hijos según el evangelio, preparándolos para
que un día se incorporen a tu familia en el cielo.
Descienda sobre nosotros tu bendición
copiosa, para que disfrutando de las
alegrías de la entrega mutua el don
recibido en alianza matrimonial, nuestros
hijos sean el encanto del hogar…

Y la bendición de Dios todopoderoso,


Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda
sobre nosotros y nos acompañe siempre”.
Amén.
CONTENIDO
“Hoy nos casamos”: un día
maravilloso en el cuál los
esposos ven realizarse todas
sus aspiraciones y sus
esperanzas. Un día lleno de
gozo pero también de
tensión, de conmoción. Las
formulas, dichas con voces
temblorosas parecen un
lejano susurro que casi
ninguno logra percibir.

¿Pero que dicen los esposos


aquél día?
Para los esposos, en cambio, es
fundamental recordar qué se han dicho
en aquellos momentos, mirándose a los
ojos instantes brevísimos pero con el signo
de la eternidad.

En aquellas palabras hay, de hecho, la


promesa de una vida juntos para
siempre; hay el compromiso de amar y
respetar al otro por encima de todo. Hay
la alegría de poder convertir en fecundo
un amor a cultivar y desarrollar
A. EL RITO DEL MATRIMONIO

Los esposos manifiestan sus


intenciones respondiendo
a tres preguntas sobre:

 Libertad en el contraer el
Matrimonio.
 Amor y fidelidad.
 Apertura a la vida y
educación de los hijos.
Luego el consenso que viene
manifestado por los esposos con
alta voz en la siguiente formula:

“Yo, N, te recibo a ti, N, como


esposa (o), y me entrego a ti, y
prometo serte fiel en la
prosperidad y en la adversidad,
en la salud y en la enfermedad, y
así amarte y respetarte todos los
días de mi vida”.

Recitándola los novios se dan la


mano derecha, se aconseja que
se hagan uno frente al otro
mirándose a los ojos, en esta
posición se facilita también la
sucesiva entrega de los anillos.
Yo, N, te recibo…

En el caso del Matrimonio recibir


significa elegir, significa querer
vivir con una persona para
toda la vida. Con aquél “recibir”
en la celebración matrimonial, se
quiere confirmar la voluntad y el
compromiso de:

Acoger al otro en su diversidad,


respetándolo;
Hacerse cargo de la realidad del otro
comprometiéndose a recorrer
junto a él, la vía de la vida;
Aceptar desde el principio que la vida
comporta la fatiga del cambio y de la
continua búsqueda de nuevos equilibrios
de pareja;

Entender que no existe más el primer


puesto. Aquello que cuenta ahora más
que nada, es la relación matrimonial una
riqueza a defender y por la cual se debe
trabajar con continuidad y
determinación.
… como mi esposa (o)…

Ninguno puede vivir solo. Cada persona siente la


necesidad de recibir del otro, atención, afecto,
amor. El otro se convierte en el “lugar humano”
donde es bello ser acogido y habitar

El hombre en el día del matrimonio dice a la


mujer: “te recibo como mi esposa”. Esposar (del
latín espondere) significa prometer. El hombre
y la mujer en el día del matrimonio se
convierten en una “promesa viva” el uno para
el otro.
Te recibo “como mi esposa” y no como una
joya de mostrar a los otros; como esposa
y no como medicamento para curar el
miedo de la soledad, como esposa no
como instrumento animado para mis
intenciones eróticas.

Te recibo “como mi esposo” y no como


acompañante turístico, ni mucho menos
como cajero automático.
… y prometo serte fiel…

La fidelidad es el terreno indispensable para que el


amor en la pareja pueda desarrollarse y
consolidarse en el tiempo, sin ser sometido a
amenazas y chantajes.

La fidelidad es por lo tanto, un hecho de coherencia,


coherencia consigo mismo, coherencia a la palabra
dad, coherencia a la elección hecha. Es el
compromiso cotidiano de tener vivo el eco de
aquél “sí” pronunciado en el día del matrimonio.
Pero la fidelidad es, también el fruto del amor, de
hecho, se es fiel por que se ama.
Amar, es:

 Amar es donación total de sí en la aceptación


del otro,
 Amar es profunda relación interpersonal, hecha
de estima, de respeto, de compartir.
 Amar es fecundidad, sacrificio, afecto.

 Amar es elección de vivir con el otro, con todo


el peso dramático, fantástico y tierno,
comprometedor y estimulante que la vida en
común conlleva.
… en la prosperidad y en la adversidad…

Es un compromiso difícil de tomar no solamente


sobre de la realidad de la prosperidad y la alegría,
cuanto sobre aquella realidad de la adversidad y el
dolor. Se habla con buen ánimo de alegría, pero es
el dolor que crea miedo, temor.

Sin embargo el nivel que une la mayoría de las veces


es aquél de compartir un destino común hecho
también de momentos de dolor. Es en este punto
donde las parejas se dan cuenta que la fidelidad
que se promete, “en la prosperidad y en la
adversidad” es el termómetro y la medida del
verdadero amor.
… en la salud y en la enfermedad…

Es el segundo “ámbito” que completa el misterio de la


existencia del hombre. Primero “con la alegría y el
dolor”, habíamos tratado la esfera afectiva de la
relación, de los sentimientos. Ahora “con la salud y la
enfermedad”, consideramos el área física, aquella del
cuerpo.

Bajo la realidad de sufrimiento humano, sucede que se


vive momentos de gran dificultad.
Se ve entonces con claridad la importancia de un
camino de fe que la pareja esta llamada a hacer
“juntos”.
… y así amarte
y respetarte…

Habíamos
hablado ya del
amor. El amor
ha sido de hecho
el elemento
unificante que
ha acompañado
todos los
encuentros
desarrollados.
… todos los días de mi vida…

Con el matrimonio cada esposo le hace al otro un


gran don de bodas: le regala su tiempo, ¡todo su
tiempo!

Hay un segundo aspecto sobre el cual prestar nuestra


atención: es aquél de entender que el gran enemigo
del amor es la cotidianidad.

Monotonía, aburrimiento son las armas preferidas de


este adversario silencioso pero extremadamente
eficiente. Es por esto que el amor, para ser
defendido, va alimentado y renovado cada día en
modo de hacerlo siempre nuevo. Para lograr hacer
esto es necesario disponer de al menos dos
instrumentos fundamentales: la voluntad y la
fantasía.
Voluntad es la capacidad de comprometerse
continuamente por este objetivo: que el día del
matrimonio hemos declarado ser la cosa más
importante, superior a las exigencias
individuales de cada uno de los esposos.

Fantasía significa no buscar fuera de la pareja el


remedio a los problemas de pareja. Significa
por el contrario, probar a crear situaciones
nuevas con el material que se pone a
disposición, no existen, en absoluto, cosas
aburridas o monótonas, existe solamente una
equivocada relación con ellas; el aburrimiento
esta en nosotros no fuera de nosotros.

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