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Salmo 24:3-4
Dame, hijo mío, tu corazón
y miren tus ojos mis caminos.
Proverbios 23:26
HERIDAS CURADAS
Hay cosas que tardan en curarse.
Los que sufren de diabetes, por ejemplo,
tienen un problema con las lastimaduras.
Por el nivel elevado de azúcar en la sangre,
les cuesta más que cicatricen.
La sangre coagula más lenta y toda herida
tarda más tiempo en cerrarse.
Las heridas del corazón tardan más tiempo
todavía.
Un desengaño, una traición, un insulto, un
desplante, una falla no deja marcas en la
piel, pero deja el alma triste y muchas
veces rencorosa, y cuesta mucho cerrar
esa herida.
HERIDAS CURADAS
Pero hay una herida que es más
compleja. Es la lastimadura que nos
hacemos por ser rebeldes contra Dios.
Es cierto que nuestra rebeldía le hace
doler el corazón a Dios y que nuestros
pecados lo ofenden y lastiman.
Pero el efecto negativo del pecado es
doblemente malo. Afecta nuestra
relación con Dios, porque lo ofende y
también nos afecta a nosotros.
Nuestra rebeldía siempre nos deja
heridas.
HERIDAS CURADAS
El pecado siempre tiene consecuencias.
Israel sabía muy bien de esto. Conocía
los efectos terribles de la rebeldía
contra Dios. Exilio, tortura, hambre,
guerras, esclavitud, eran las secuelas
más visibles del resultado de su
rebeldía.
Pero seguramente, estas cosas no te
afectan a ti hoy. Sin embargo, la
rebeldía sigue dejando marcas en tu
vida.
No creas que vayas a ser la excepción.
Dios vuelve a exclamar con su voz de
amor: Quiero curar tus heridas. Voy a
sanar tus lastimaduras. Y su método es
el mejor método.
El sana con su amor. Es cierto, Dios nos
ama a pesar de lo que somos. Dios nos
ama, aún como somos.
Dios nos ama sabiendo nuestros
errores. Y porque nos ama, quiere
curarnos.
Déjalo a Dios que cure tu alma
lastimada