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El Carisma del don de Lenguas

EL MÁS DISCUTIDO DE LOS CARISMAS.

Es el aspecto más extraño en la actual Renovación Carismática y el más


criticado por quienes lo miran desde fuera, es este fenómeno que se está
dando en cristianos de todos los países.

Se trata de una experiencia tan íntima y singular que muchos la atribuyen de


locura, espiritismo o engaño diabólico. Los que la experimentan suelen
exaltarla sin medida, y los que gozan de ella reconociendo su valor en el
cambio de sus vidas, reconocen este don como el menor de los carismas.

Este don es el mas controvertido, y es el que mayor obstáculo a presentado a


la libre aceptación de esta Renovación Carismática, pero en gran parte, la
dificultad ha sido, en el mal entendimiento de este don.

La Renovación Carismática no tiene el propósito de que todos los cristianos


oren en lenguas, pero si quiere llamar la atención a abrirnos a los dones del
Espíritu Santo, entre ellos el don de lenguas, e invitar a las iglesias locales a
que se beneficien de ellos, estos dones pertenecen a la vida normal de la
iglesia y no mirarlos como insólitos y extraordinarios.

Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de


ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad de operaciones, pero es el
mismo Dios que obra todo en todos. A cada cual se le otorga la manifestación
del Espíritu para provecho común. Porque a uno se le da por el Espíritu palabra
de Sabiduría; a otro, Palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, Fe, en
el mismo Espíritu; a otro, carisma de Curaciones, en el único Espíritu; a otro,
poder de Milagros; a otro, Profecía; a otro Discernimiento de espíritus; a otro,
diversidad de lenguas; a otro, Don de interpretarlas.

Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a
cada uno en particular según su voluntad ( 1 Co. 12, 4-11).

Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues


nosotros no sabemos como pedir para orar como conviene, mas el Espíritu
mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. (Rom. 8,26).

Según admitimos el don de lenguas aprendemos a hablar con Dios. El que


habla en lengua no habla a los hombres sino a Dios. En efecto nadie le
entiende: dice en espíritu cosas misteriosas.
El que habla en lengua se edifica a sí mismo ( 1 Co. 14, 2-4). Da gracias a Dios
por poder hacerlo ( 1 Co. 14, 18), y prohíbe que se impida a los demás ( 1 Co.
14, 39).

Para San Pablo el don de lenguas es un don de oración personal. Y lo


prescribe como uno de los elementos de la reunión. Deseo que habléis todos
en lenguas; prefiero sin embargo que profeticéis. Pues el que profetiza supera
al que habla en lenguas, a no se que también interprete. (1 Co. 14, 5)

Si el Señor, Dios de orden y no de confusión, es quién lo da, igual que los otros
carismas, ya se ve que San Pablo no lo cree un vulgar desequilibrio patológico

Muchas veces oímos decir: Oro en lenguas, oro con el espíritu, mi espíritu ora,
realmente expresan lo mismo, y es injusto limitar el don de lenguas solo a la
alabanza a la acción de gracias o la salmodia, también sirve para la petición o
intercesión.

Para San Pablo si la oración en lenguas va acompañada de la debida


interpretación, ese don potenciará la vida de la comunidad.

Si no media el carisma de la interpretación, el mismo que así ora no entiende lo


que dice: “el que habla en lenguas, pida el don de interpretar. Porque si oro en
lenguas, mi espíritu ora, pero mi mente queda sin fruto.

Porque sino bendices mas que con el espíritu, ¿Cómo dirá amén a tu acción de
gracias el que ocupa el lugar del no iniciado, pues no sabe lo que dices? Cierto
tu acción de gracias es excelente, pero el otro no se edifica. Doy gracias a Dios
porque hablo en lenguas más que todos vosotros; pero en la asamblea prefiero
decir cinco palabras con mi mente, que diez mil en lenguas (1Co. 14, 14-19)

Aquí San Pablo nos advierte: si en la asamblea todos hablan y entran no


iniciados infieles, ¿no dirán que estáis locos? (1 Co 14,23)

Todo esto nos recuerda lo que pensaron los espectadores el día de


Pentecostés, y que mereció la aclaración de san pedro: “No están borrachos
como vosotros pensáis, pues son las nueve de la mañana, sino que es lo que
dijo el profeta: En los últimos días derramaré mi Espíritu sobre toda la
humanidad (Hch 2, 15-17).

Varias veces San Pablo hace alusión de la embriaguez con vino, invitando en
sus cartas a llenarse del Espíritu Santo con salmos, himnos y cánticos
inspirados, cantando y salmodiando al Señor, para evitar confusión con la
embriaguez espiritual.
Según San Pablo esta embriaguez mística no hace perder el dominio de
nuestros actos y por eso da normas sobre su ejercicio y propone este orden:
“Cuando os reunís, cada cual puede tener un salmo, una instrucción, una
revelación, un discurso en lengua, una interpretación: pero todo sea para
edificación. Si alguien habla en lengua, que hablen dos o tres y por turno y que
haya un intérprete. Si no hay quién interprete guárdese silencio en la asamblea;
háblese consigo mismo y con Dios (1 Co. 14, 26-27).

La embriaguez espiritual es tan agradable que ciertos principiantes podrían


abusar de ella, abandonando la meditación y el examen. Su formación doctrinal
y la corrección de sus defectos quedarían descuidados. Por eso es importante
asistir a otras formas de lectura bíblica y oración que de solidez a la vida
espiritual.

Generalmente es bueno comenzar con oración en entendimiento, antes de


levantar vuelo a una oración en espíritu. “Oraré con el espíritu, pero oraré
también con la mente. Cantaré salmos con el espíritu, pero también los cantaré
con la mente” (1 Co 14,15).

Mirando bien, la frase “oraré con el espíritu pero oraré también con la mente”,
muestra que el valor de la primera cuando se hace bien, no tiene discusión,
solo que San Pablo quiere salvar también la segunda.

Hay un peligro muy específico que puede ocurrir.

Puede ser que uno esté repitiendo sonidos inarticulados como un mero
desahogo emocional, igual que alguien podría estar tatareando una música
distraídamente. En ese caso se llegaría al grado extremo de que, aunque
quizás fuese oración, el fruto para el alma sería casi nulo. También en este
sentido vale, pues, la exhortación de san Pablo: “El que habla en lengua ore
para que se le conceda interpretación, porque, oro en lengua, mi espíritu ora
pero mi mente se queda sin fruto” (1 Co 14,13s).

Cuando se recibe por primera vez este don suele experimentarse un impacto
emocional para el que uno no estaba preparado, su reacción puede ser muy
efusiva. Como si hubieras recibido una noticia muy grande

Por lo tanto estamos en una forma de oración en espíritu, mas profunda, más
emocional, más estática o más sobrenatural que la ordinaria.
Este espíritu no es el Espíritu santo sino la parte mas sublime del yo (Rm 1,9;
8,16; 1Co 2, 11; 16,18; 2 Co 2, 13; 7,13) que se distingue de la carne (1Co 5,5;
2Co 7, 1) o el cuerpo ( 1Co 5, 3s; 7,34) también se distingue del alma, principio
vital (1 Ts 5,23; Hch 4,12), la cual a veces corresponde a la mente o razón
natural (Rm 7, 25; Ef 4,23). Por eso el Apóstol insiste en que no seamos
hombres psíquicos (naturales, o carnales) sino pneumáticos (espirituales) (1Co
2, 14s).

Y esto no es exclusivo de san Pablo, aparece en muchas frases del Evangelio:


Dando un profundo gemido en su espíritu, (Mc8,12)
Mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador ( Lc 1,47)
Dios es Espíritu y los que lo adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad ( Jn
4,24)
Jesús se conmovió en su espíritu y se turbó ( Jn 11,33)
Jesús se turbó en su espíritu ( Jn13,21), etc.

Hablar en lenguas, orar en lenguas, orar en espíritu, bendecir con el espíritu,


supone un lenguaje no conceptual, ni preciso que procede del consciente
profundo, de donde pueden surgir valiosos sentimientos de bendición y acción
de gracias, aunque el entendimiento propio se quede sin fruto y el de los
demás no sepa que se ha dicho. Por eso, este modo de hablar se puede
comparar con los sonidos confusos de un instrumento musical tocado
libremente.

Es posible hablar en lenguas en muy distintos niveles de concentración o de


gracia mística. El grado de éxtasis, la santidad del individuo, las disposiciones
del alma, la diversidad de sentimientos, etc. dan una enorme variedad a esta
práctica.

En las dos principales listas de dones no dicen lenguas a secas sino diversidad
de lenguas,( 1 Co, 12. 10, 28), como anticipando las numerosas diferencias
que existen.

Unas veces se tratará de balbuceos, gemidos, gritos. Otras veces de música o


canto. Otras de un hablar fluido y abundante. Encontraremos otro amplio
campo de diversificación cuando descubramos que a más de servir para
alabar, dar gracias o interceder, la glosolalia(hablar lenguas) puede servir a
otros carismas: profetizar, curar enfermos, expulsar demonios, etc.

Ahora nos basta caer en la cuenta de una distinción: lenguas devocionales


privadas que edifican al que habla consigo mismo y con Dios (1 Co. 14, 4. 16-
19. 28)y lenguas públicas, ordenadas mas directamente al bien de la
comunidad y que por lo común exigen interpretación.
Para Pablo el don de lenguas es un don de oración, a nivel más profundo que
la oración vocal o discursiva. Por lo tanto si uno repite sonidos raros pero no
está orando, o esta orando solo a nivel reflexivo, racional, no ejercita el don
sobrenatural del cual hablamos.

La oración en lenguas brota como un desborde del amor. San Pablo después
de asentar que la caridad edifica (1 Co. 8,1) afirma: “el que habla en lenguas se
edifica” (1 Co. 14,4). Por el contrario, “aunque hablase las lenguas de los
hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o
címbalo que retiñe(1 Co. 13,1). Por lo tanto, si no hay amor ni oración, podrá
haber el fenómeno psicológico de la glosolalia, pero no el carisma como tal.

Para aceptar la novedad de la vida que embriaga al hombre de Dios, debemos,


como nos dice el Señor, estar preparados a hacernos niños (Mt 18,3) Pablo
pide a los sabios que se hagan necios para hacerse realmente sabios (1 Co.
3,18).

“De la boca de los niños de pecho has sacado una alabanza” (Sal 8,3). “Lo
necio del mundo se lo escogió Dios para humillar a los sabios y lo débil de
mundo se lo escogió Dios para humillar a los fuertes” (1 Co. 1,27). Escogió la
alabanza de niños y recién nacidos para “confundir al enemigo”

Cuando el infante comienza a hablar, con pocos sonidos monosilábicos logra


expresar sus emociones, ¡Que lindo es oír dialogar una mamá con su
bebito¡Ella se abaja a ese lenguaje en que se mezclan los vagidos, las risas y
los primeros balbuceos; haciéndose niña se comunica, llena de gozo, sin
necesidad de un lenguaje racional.

-ajoo….ábubaba, ábubaba. ¿Nanina? ¡nini ninini,ninini!. ¡Ajoo! y el


pequeño agitando sus bracitos, le contesta: -Da…dadá…. ¡Shiii!

También cuando uno recibe el don de lenguas puede parecer un bebé. Por lo
común comienza con unas pocas sílabas que repite infinidad de veces. Más
adelante quizás ira notando que su lenguaje se vuelve más variado y más
fluido. Así el principiante, dejándose llevar por el Maestro interior, practica
aquello de “Si no cambiáis y nos hacéis como niños, no entraréis en el Reino
de los cielos. (Mt. 18,3).

En este sentido, la oración en lenguas es un “balbuceo”. A algunos filósofos les


resulta chocante que san Pablo llame “hablar en lenguas” a un balbuceo. Ya
hemos visto que “lengua” no significa siempre un idioma con todas las reglas
de la gramática.
Aunque la gente no entienda esos vagidos inefables que el Espíritu Santo nos
hace expresar, el que escudriña los corazones, nuestro Padre del Cielo, si las
comprende.

Sin embargo, como los corintios abusaban de este balbuceo infantil, el apóstol
dice con un poco de ironía. “cuando era un niño, hablaba como niño, pensaba
como niño, razonaba como niño. Al hacerme hombre, dejé todas las cosas de
niño” (1 Co. 13,11).

Para que se creciera en ese don espiritual con proyecto propio y de los
oyentes, así como el niñito debe de pasar de su lenguaje emocional a otro
mejor comprendido, les dice san Pablo:”“Si no dan distintamente los sonidos,
¿cómo se conocerá lo que toca la flauta o la cítara?. Y si la trompeta no da sino
un sonido confuso, ¿quién se preparará para la batalla? Así también vosotros
mediante la lengua: si no dais palabra inteligible, ¿cómo se entenderá lo que
decís? Es como si hablarais al viento. Hay en el mundo no se cuantas variedad
de palabras, seré un bárbaro para el que me habla y el un bárbaro para mí. Así,
pues, ya que aspiráis a los dones espirituales, procurad abundar en ellos para
la edificación de la asamblea. Por eso, el que habla en lenguas, pida el don de
interpretación. Porque si oro en lenguas, mi espíritu ora pero mi mente queda
sin fruto” (1 Co. 14, 7-14).

El que ora en lenguas no ora a los hombres sino a Dios. En efecto: nadie lo
entiende: en espíritu (o por el Espíritu) dice cosas misteriosas. (1 Co. 14.2).
Este es uno de los muchos casos en que no puede definirse con certeza si
“espíritu” se refiere a nuestra alma o a la Persona Divina; pero no importa
mucho, porque según se está diciendo actúan juntas.

Aunque no podamos precisar los límites, porque el Espíritu y nuestro espíritu


pronuncian el mismo Abbá (Rm 8,15; Ga 4,6), no podemos negar ninguno de
los dos. Y para descubrirlos no necesitamos una revelación: basta el
discernimiento de espíritus.

El poder de Dios se manifiesta en las lenguas al humillar la razón humana de


“una manera más notable que con el simple acto de fe. Ante el misterio, nos
hace retroceder el nivel conceptual para llegar al nivel del espíritu y alabar
como bebitos con una perfecta alabanza.

El don de lenguas no es más que reconocer nuestra incapacidad para alabar y


bendecir a Dios, y este no se entiende sin la base de la humildad, que es el
reconocimiento de nuestra incapacidad para dirigirnos a Dios. Por eso el
orgullo no lo acepta y se burla de Él”
El padre Carrillo Alday, biblista de fama internacional dice: El Espíritu mismo
intercede con instancias por nosotros con gemidos inefables, inenarrables,
inexpresables, a saber, que no pueden ser traducidos en palabras humanas,
porque no corresponden a ideas claras del orden natural.

Dios Padre, si conoce, cual es el deseo, el gusto, la aspiración del Espíritu que
está dentro de nosotros. Y esos deseos, ¡gemidos implorantes del Espíritu!,
son conformes con los designios Divinos. Por tanto, la oración del Espíritu, que
siempre pide lo que Dios quiere, es ciertamente eficaz y plenamente
escuchada”

El Cardenal Suenens recalca:

Esta forma de oración no discursiva, expresión preconceptual de una oración


espontánea, está al alcance de quién quiera ejercitarla, quedando ella siempre
bajo control. Se trata de una expresión verbal cuyo entramado no responde a
una estructura lingüística.

El padre Bover, ilustre biblista, no pudo comprender a fondo este fenómeno


que todavía no había comenzado entre católicos, tuvo una acertada intuición
cuando dijo: “Las expresiones Abba, Marána thá, conservadas en las epístolas
paulinas, parecen ser restos o vestigios de la glosolalia. (hablar lenguas).

La oración en lenguas como en otros actos religiosos, en lugar de decir que


opera nuestro inconsciente, es mejor decir que opera nuestro supraconsciente.

CANTO DE ESPIRITU

Cuando muchos están cantando en espíritu, suele haber una armonía celestial,
una melodía dulcísima, que parece dirigida por el Espíritu Santo ya que de
suyo los asistentes no se preocupan por la materialidad de sus modelaciones
sino por exhalar su amor y alabanza.

El Padre José Alfaro Sch. P. la primera vez que oyó cantar en lenguas en una
reunión de Buenos Aires, la encontró tan armoniosa que le sirvió de inspiración
para el último movimiento de una cantata que compuso poco después.

Hay veces que el Espíritu Santo inspira de una manera misteriosa a todo el
grupo para que cante al unísono. En lugar de la horrible cacofonía que cabría
esperar (como sucede en el caso de los integrantes de una orquesta que se
pone a ensayar al mismo tiempo en un salón) tiene lugar una armonía jamás
escuchada a un coro de voces humanas. Y esto no solo ocurre en grupos
pequeños, ocurre en grupos que se reúnen centenares y nunca han estado
juntos, a veces es como un ritmo pulsante parecido al de las olas. Al
aproximarse a su término, la melodía va bajando de tono, hasta que de pronto
se finaliza en forma brusca y al unísono, como si un director invisible hubiese
dado la orden. Cuando menos en dos ocasiones, músicos competentes han
expresado su admiración ante esa música carismática, uno de ellos,
catedrático de música en un colegio de Toronto, manifestó: ¡Según todas las
reglas de la música, esto es imposible!

Para recibir los carismas y en este caso el de lenguas no hace falta ser un
santo, podemos encontrar personas menos santas que pueden tener más
carisma que otra. Hasta en pecado mortal puede una persona hablar en
lenguas, profetizar, hacer milagros. (1 Co 13,1-3). Si no tengo caridad ¡Nada!

En la mentalidad popular se asocia mucho los carismas con las virtudes, pero
por lo común la virtud y madurez es una buena garantía de los carismas.

Pero si que el poder santificador se da especialmente en las lenguas, que


edifican al mismo que las usa porque son un especial modo de orar y hablar
con Dios.

En si el don de lenguas no exige aptitudes excepcionales, a pesar que se llama


carisma extraordinario, pero si exige la aptitud de desprenderse del mecanismo
reflexivo y razonador. Eso explica suficientemente porqué algunos no reciben
lenguas hasta después de ciertas prácticas que les ayudan a desbloquearse.

Los grupos que no usan los carismas extraordinarios, decaen como grupos
carismáticos, y quedan simplemente como grupos devocionales.

La oración en lenguas es compatible con los más altos grados de la vida


mística. San Juan de la Cruz alude a lenguas en la cumbre de su Cántico
Espiritual: en una de las últimas estrofas re refiere al cantar de “la dulce
Filomena” o ruiseñor. Comenta que el Señor le expresa una música especial y
el alma le corresponde con un canto que es como anticipo del canto del cielo.
También alude a eso cuando dice:
“Era cosa tan secreta
que me quedé balbuceando,
toda ciencia trascendiendo”.

La experiencia mística del don de lenguas es expresada por un alma que


ejercitando la vida carismática escaló también los grados de la unión.

“Las palabras no bastan, son pobres, miserables.


Y el Espíritu socorre la debilidad.

Son sus gemidos, Gloriosos desatinos.

El suspira, balbucea en mí el idioma nuevo sólo para el esposo.

Déjame así expresar con palabras…¿Palabras?

No, sólo balbuceos: mi lenguaje nupcial.

Déjame sin aros ni collares. No quiero adornos… Todo es inútil ya.

Anhelo y gimo por el despojo, ¡llegar a lo esencial!

DESEO SOBRENATURAL

A veces se oye la pregunta: ¿tendré realmente el carisma de lenguas o me lo


estoy inventando yo? ¿Qué otros carismas tengo?, la misma dificultad pueden
tener los que pastorean.

La respuesta está en los signos carismáticos; muchas veces el primer signo es


un deseo sobrenatural, o sea una vocación que a veces puede llegar a
conciencia de un llamado.

Cuando Dios quiere darnos algo, suele empezar por vaciar el vaso que llenará
después.

No basta tener deseo sino que el deseo sea como corresponde, si lo hago para
satisfacer mis pasiones eso no es un signo de verdadero carisma sino más
bien de poderes diabólicos.

En la Renovación caben muchos de esos, porque el hecho de que uno tenga


carismas no quiere decir que sea perfecto, pero aquí se trata de no solo tener
carismas sino de usarlos bien.

En todo caso se tratará de cumplir la pauta de san Pedro: “si alguno habla,
sean palabras de Dios, si alguno ejercita un ministerio, hágalo en virtud del
poder que brinda Dios, para que Dios sea glorificado en todo por Jesucristo”.
(1P 4, 11)

BENEFICIOS DEL DON DE LENGUAS

Crecimiento espiritual, con oración profunda.


Conocimientos de lenguas, ( algunos pueden conocer hasta varias lenguas,
aunque normalmente el que recibe la lengua siempre recibe la misma).

Predisposición a conocer y practicar el resto de carismas.


Unidad en el grupo, en amor y admiración por las gracias que Dios concede.
Amar más a Dios con un deseo grande de alabarlo en el don adquirido.
Deseo ardiente de trasmitir este don.

PELIGROS DEL DON DE LENGUAS

El don de lenguas tiene sus peligros, peligro de lo patético (agitar el ánimo),


invadiendo lo espiritual como ocurrió con el paganismo griego invadiendo la fe
cristiana.

Individualismo, Subjetivismo, exhibicionismo, desunión de la comunidad, sea


por el fanatismo de querer imponer a todos esa operación de gracia, desorden
en la reuniones, los excesos traen desórdenes, descuido de los no iniciados,
prolongando la oración algunos principiantes pueden quedarse en ayunas.

REMEDIOS

Edificación, que lenguas como otros carismas sea para provecho y edificación,
Disciplina uno tiene que ser consciente de mantener su dominio
Interpretación el que habla en lenguas pida interpretar, en la asamblea se
necesitan palabras inteligibles.
Discernimiento así como san Pablo nos pide discernimiento de espíritus, nos
recomienda que también nosotros lo sigamos ejerciendo.
Esta enseñanza esta basada en el libro LENGUAS del Padre Alberto
Ibáñez

Angel Segura

Renovación Carismática de Tarragona

El don de orar en lenguas, y el don de interpretación

Viernes, 22 de agosto de 2008

Así, ya que ustedes ambicionan tanto los dones espirituales, procuren abundar
en aquellos que sirven para la edificación de la comunidad.
Por esta razón el que habla un lenguaje incomprensible debe orar pidiendo el
don de interpretarlo.  Porque si oro en un lenguaje incomprensible , mi
espíritu ora, pero mi inteligencia no saca ningún provecho.  ¿Que debo hacer
entonces?.  Orar con el espíritu y también con la inteligencia, cantar himnos
con el espíritu y también con la inteligencia.
1º Corintios 14, 12-14
 

Este lenguaje incomprensible del que habla Pablo, es el don de lenguas.


Venimos desarrollando dentro de nuestra catequesis, desde hace una semana
aproximadamente, los distintos carismas con los que Pablo dice el cuerpo de
cristo, esta la comunidad de los corintios habitado para desarrollar su
ministerio, su servicio a favor de la redención de los hombres en Corinto.
El cuerpo de Cristo tiene muchos carismas, a dicho Pablo, muchas partes
constituyen un solo cuerpo, entre estos dones y carismas hay diversos, que se
van articulando y la importancia que tienen uno y otro, depende cuanto están al
servicio de la comunidad. Hay algunos que mas claramente están al servicio
que otros. Este, el don de lenguas, el don de hablar una lengua extraña, tiene
un valor relativo, dice Pablo.

El carisma tiene un particular espacio dentro de lo que Pablo plantea como


dones en la comunidad de Corinto. Solamente trata este tema aquí, en la
primera carta de los corintios. Estamos hablando hoy de la Primera de
Corintios 14 12-14. Que es un fenómeno particular de esta iglesia, de esta
comunidad y pablo sale al cruce de ella, de este fenómeno y posiblemente
venga o devenga en la comunidad del tiempo de los paganos, antes de aceptar
el cristianismo que ahora quisieran implantarlo en la iglesia, dándole una
valoración un tanto exagerada. Los miembros de esta comunidad que
ambicionan tener carisma, como dice 14-12, tendrían una ambición desmedida
por este carisma, por este don de hablar lenguas, que parece un tanto
misterioso en realidad.
Pablo les dice que mas bien ambicionen los que sirven para la edificación, en el
verso 12, que aspiren al carisma de la profecía en todo caso y que lo hagan
como lo va a desarrollar en el capítulo 13, en el camino donde todos los
carismas encuentran su razón de ser, la caridad.
Este carisma, el del don de lenguas, hay que diferenciarlo del que aparece en
la narración de la venida del espíritu santo en Pentecostés, así como se
encuentra relatado en el libro de los Hechos de los Apóstoles en 2 1-11, allí
se dice, “de repente los discípulos que parecían estar como borrachos,
hablaban y lo que hablaban, a pesar de venir gente de distintos lugares, todos
entendían de que hablaban, es la narración de Lucas allí, donde los apóstoles
hablan en hebreo, arameo y los presentes a pesar de que pertenecen a
distintos pueblos, lo oyen cada uno de ellos, a pesar de manejar distintos
idiomas, en su propio idioma, ellos hablan una sola lengua, los apóstoles
hablan arameo o hebreo y la gente que esta allí de todos los lugares escuchan
en su propio lenguaje.
El milagro esta entonces en la forma de oír y de escuchar, es un fenómeno de
comprensión de lenguas extrañas, podríamos decir nosotros.
Pablo en Primera de Corintios 12,10 y 14 1-25 habla de un don distinto en el
de lenguas, habla de los inspirados que hablan una lengua inteligible que
requiere de un interprete, lo milagroso estará en la forma en que se habla no en
que escucha, pero atención porque si este hablar, dice Pablo no va
acompañado de una clarísima interpretación, este no esta hablando lo que
tiene que hablar, es como decir así, para que se de verdaderamente el don de
lenguas, tiene que estar acompañado del don de la interpretación de la lengua
ininteligible, en la que se habla, si esto no ocurre el que está hablando lenguas
está hablando cualquier cosa digamos, está pronunciando vocablos
ininteligibles pero no terminan por edificar un mensaje concreto a la comunidad,
por eso junto al don de lenguas tiene que estar presente, dice Pablo, el don de
quién la interpreta, sino es muy claro el apóstol, el que dice estar hablando
lenguas, sino hay quién lo interprete, que se calle.

Pero mas va a decir, es mas importante otros carismas, lo que edifican que
este don de lenguas, sino hay quién lo interprete, mucho menos. Mas aún, para
la misma oración es mejor tener una oración, dice Pablo, que se inteligible para
si mismo. El que habla lenguas, habla, no podría yo explicarlo ahora como es
porque sería un poquito complicado digamos no, yo he participado en alguna
oración, donde se habla lenguas y también donde ha habido interpretación y
realmente es sumamente edificante, pero el que habla lenguas, mas allá de
interpretación o no, pronuncia una serie de palabras que no se entienden
cuando se suelta la lengua y entonces al no entenderse dice Pablo, como de
hecho ocurre y al ser ininteligible, conviene mas bien para si mismo, hablar un
lenguaje inteligible para sacar mayor provecho en el espíritu de lo que se está
orando.
Por eso decía al principio, Pablo clarísimamente relativiza este don, cuando
decimos relativiza no es que no le de importancia, lo hace relativo a, lo
relaciona con, en este caso la inteligencia de lo que se está orando y por otra
parte la edificación de la comunidad, son como las dos grandes referencias que
Pablo pone respecto de este don, al que verdaderamente lo hace relativo.

Es claro Pablo en su apreciación frente a este don, sobre el que nos


detenemos particularmente por el fenómeno carismático con el que se ha
expresado de manera renovada en este tiempo, tanto en comunidades
cristianas católicas como cristianas no católicas, en comunidades cristianas en
general, con sello pentecostal en un sentido y en otro. Nosotros nos detenemos
particularmente por lo que ocurre en estos tiempos frente a este don, en
algunas comunidades cristianas con sesgo pentecostal, pero Pablo se detiene
porque parece ser que hay una sobre valoración de la misma en la comunidad
de los corintos, entonces conviene verdaderamente por una y por otro motivo
detenernos en particular sobre este don de lenguas.

Pablo se detiene a examinarlo, no tanto en su origen, como decíamos recién


sino en el sentido y en la valoración que tiene dentro de la comunidad. Prefiere
como encararlo, por así decirlo, desde un punto de vista de su valor relativo, su
valor en relación a los parámetros que le dan cauce a este don.
Pablo constata que el que habla en lenguas no está hablando a la comunidad
sino a Dios, esta es una primera apreciación clarísima, es distinto que la
profecía, en la profecía el que habla, habla como boca de Dios a la comunidad.
En el don de lenguas, el que habla, habla a Dios desde la comunidad o desde
sí mismo, reza, canta, da gracias, pero sus palabras no contienen, dice Pablo
en el verso 6, ni revelación, ni ciencia, ni profecía, ni enseñanza y por lo tanto
no sirve para edificar la comunidad, a no ser que en aquel hablar en lenguas,
haya junto con este don, dentro de la comunidad una persona que está
interpretando aquel decir ininteligible.
Por no ser ininteligible y porque a veces aparece sin estar de lado una persona
que lo interprete, Pablo prefiere el don de la profecía, porque el que profetiza,
habla a los hombres para edificarlos, para exhortarlos, para reconfortarlos, para
construir la comunidad.
Pablo dice que el posee este don, este carisma de hablar en lenguas y dice
que lo posee en mayor medida en que lo poseen los corintos, pero prefiere
decir pocas palabras que se entiendan y no largos discursos que no se
entiendan, esto aparece en el verso 18 y 19, donde en el capítulo 14, Pablo
hace una clarísima referencia a este fenómeno. Yo doy gracias a Dios porque
tengo el don de lenguas, mas que todos ustedes, dice Pablo. Sin embargo,
cuando estoy en la asamblea, prefiero decir cinco palabras inteligibles para
instruir a los demás que diez mil en un lenguaje incomprensible. Corrige, no
desde quien es un mero espectador externo, sino como quién posee el don y lo
tiene claramente ubicado dentro de su estructura orante. Yo poseo el don de
lenguas dice Pablo, pero prefiero cuando estoy en la comunidad en asamblea,
hablar palabras que se entiendan.
Como conclusión Pablo les recomienda a los corintios que aspiren a tener los
carismas que sirven para edificar a la comunidad, lo hace a partir del verso 12.
La oración en lenguas, es valorada en cuanto es comunicación con Dios y solo
digamos que en este sentido, a no ser, claramente dice Pablo, que junto al que
está hablando en lenguas, el Señor dentro de la comunidad da la gracia que
haya uno que la interprete y este diciendo lo que resulta ininteligible al oído de
todos, inteligible al oído de alguno que puede traducir lo que se esta diciendo.
Uno puede decir pero verdaderamente el que esta traduciendo traduce lo que
se está diciendo y hay que ponerlo a consideración del discernimiento siempre.
Vamos sobre un ejemplo concreto, esta reunida la comunidad orante en el
espíritu, a uno se le suelta la lengua y comienza a hablar este lenguaje
ininteligible, de repente aparece otro que está entendiendo que está diciendo y
dice: lo que esta diciendo, lo que está orando, dice esto. Veamos si esto es
inteligible y si es inteligible habrá que ver en el contexto de la vida comunitaria
si aquello que se está orando o que se traduce en un mensaje corresponde a la
realidad, es decir si es constatable, como debemos hacer en todo
acontecimiento del espíritu, todo sentir en el espíritu para que verdaderamente
sea un sentir en Dios y no solamente una fantasía, una proyección del propio
deseo, hay que verlo en la realidad.

Yo puedo decir a mi Dios me dijo tal o cual cosa y entonces como sabemos si
lo que vos decís en verdad o no es verdad, vayamos sobre lo concreto, porque
cuando Dios habla lo que dice, lo hace, cuando Dios se expresa su palabra se
hace creadora, por lo tanto el decir de Dios se traduce en cosa concreta que
puede estar antes o después, que puede ocurrir inmediatamente o lleva un
tiempo que se manifieste, por eso el discernimiento supone una prudencia
concreta respecto a si aquello que se dice es realidad.

Cuando se dice que la iglesia se toma su tiempo para discernir sobre


determinados acontecimientos se está diciendo esto, habrán escuchado
ustedes cuando hay una nueva aparición, cuando hay una manifestación
mística del espíritu en la vida de una persona, en la comunidad, en una
parroquia, la iglesia que dice, veamos, porque por los frutos se conoce el árbol,
entonces hay que distinguir entre la experiencia de la persona, lo que la
persona dice que Dios le dijo y los hechos concretos en los que Dios se
manifiesta, todo eso son cosas distintas, es en el hecho mismo, en el
acontecimiento de gracia, donde el hecho concreto donde se define claramente
si fue Dios el que se expresó o fue todo un artilugio proyectivo, fantasioso,
deseoso por parte de la persona o de la comunidad. Como se dice por aquí,
vayamos a los bifes, vamos a lo concreto.
A veces ir a lo concreto supone un tiempo, es el tiempo en que a veces Dios se
toma para que las cosas maduren, para que las cosas puedan cuajar. Los
tiempos de Dios, a veces son prolongados, a veces son inmediatos, por
ejemplo cuando ahora estamos celebrando el 150º. Aniversario de la aparición
de Lourdes, Bernardita sabía que en su interior, que había recibido la
manifestación de una señora que le hablaba con la cual oraba el rosario y que
le pidió que fuera allí por varios días para encontrarse con ella, cuando ella
expresa que fue en aquel lugar donde se encontró, algunas amigas fueron con
ella, para orar con ella, su hermana y una amiga mas, un grupo de jóvenes
también fue después, pero la verdad que el cura no le creía y la gente del
pueblo tampoco, hasta que un niño muy enfermo ya a punto de morirse recibe
la gracia de la sanidad, de aquella agua que la virgen le pidió que buscara
porque estaba allí el signo que estaban todos esperando, un agua que se hace
agua curativa, agua que cura, que sana, que transforma. Por eso es que en lo
concreto se vio, mas allá del decir de Bernardita, que aquel acontecimiento,
aquel hecho, hablaba de lo que verdaderamente Dios haría e hizo.

Es en lo concreto, de allí que todo discernimiento supone un tiempo de espera


en Dios y sus promesas para nosotros.
Tanto en Primera de Corintios 12-10, como en Primera de Corintios 12 28-
30 aparece en la lista de los dones y carisma, el don de las lenguas en el
último lugar, tiene que ver no con el aprecio que Pablo tiene por este don en
términos efectivos en cuanto al orden que ocupa este en la comunidad,
volvemos a decir, el orden que Pablo da de los carismas, es un orden de
construcción, tenemos que tener en cuenta el capítulo 12 de primera de
corintios, al principio cuando Pablo habla de la comunidad como un cuerpo y
todos los miembros como parte de ese cuerpo, a favor y al servicio de los que
Dios quiere llegar con su mensaje, sobre todo Cristo la cabeza y cada uno de
sus miembros, el que se hace presencia evangelizadora en la comunidad en la
que está y entonces el orden de los carismas esta en función de este servicio y
de este don de ser todos uno en Cristo.
Al finalizar la exposición sobre el cuerpo de Cristo, Pablo vuelve a presentar
una lista de funciones que Dios a puesto en la iglesia, esto aparece en el verso
28 de primera de corintios 12. Esta lista coincide en parte con lo que se
encuentra en el verso 8 y 10 de este mismo capítulo, pero aquí no habla Pablo
de carismas, sino de lo que Dios ha puesto en la iglesia y claramente como
servicio, Pablo esta hablando acá de funciones, de servicios.
Ustedes son cuerpo de Cristo, resume el desarrollo precedente sobre este
tema y señala ahora el aspecto esencial en el asunto, los cristianos no
pertenecen a la sociedad nacida por una iniciativa nuestra, sino por un querer
de Dios, esto me parece que es la clave de interpretación eclesiológica de la
teología paulina. Vuelvo a repetir, esto que acabo de afirmar es la clave de
interpretación eclesiológica de todo el pensar de Pablo en términos teológicos.
El cuerpo, la sociedad nueva que se ha fundado en Cristo, que se llama iglesia,
no es una sociedad humana, es decir, no es un vínculo que surja, que nazca,
que tenga su origen en un acuerdo estrictamente humano, si las personas se
han asociado para estar juntas, constituyéndose en un mismo sentido, para un
mismo servicio, pero esto no corresponde a una iniciativa de las personas, sino
en todo caso a una respuesta, la asociativa que las personas expresan a partir
de una inspiración que Dios a puesto en el corazón. Es un fenómeno divino, es
una gracia, es un don. En este don cada uno, armónicamente se articula y hay
personas que prestan servicios distintos a favor del don divino y por eso
atención a nuestro modo de estar parados en la vida comunitaria, hay que
entrar con mucho respeto, mas que con respeto, con temor de Dios en la vida
de la comunidad, que no es lo mismo que el miedo, sino con temblor digamos,
que tampoco es porque tengamos miedo, sino porque estamos frente a una
realidad que nos supera y cuando nosotros nos creemos capaces de entender
y administrar lo que nos supera, tenemos problemas, tenemos problemas en la
comunidad. En la comunidad empiezan los problemas cuando hemos
socializado los vínculos y no los hemos establecidos en clave de misterio y
particularmente de misterio de alianza, cuando hemos convencionalizado los
vínculos en el ámbito de la vida comunitaria eclesial, nosotros hemos hecho de
la sociedad eclesial una sociedad humana mas que una inspiración divina que
hace que nos asociemos cuando intentamos dar respuesta con otros al misterio
de Dios en medio nuestro.
A veces lleva tiempo entender esto, pero solamente cuando lo entendemos la
comunidad se libera para su misión, sino implota en sus intestinales luchas por
intentar entender de que se trata su ser, cuando no por posicionarse cada uno
de sus miembros en un lugar de privilegio o de poder.
Cuando la comunidad se entiende a si misma como nacida de Dios, entonces
la comunidad se articula, cada uno de sus miembros se constituye dentro de su
misterio, ser Cristo para los demás, según el lugar que le toca, dándole a Cristo
el lugar que le toca, el del centro. Los problemas que la iglesia tiene para auto
entenderse, para mejor comprenderse y articularse son los problemas que
tiene después para evangelizar, para desarrollar su tarea y su misión.

Cuando la comunidad eclesial no se entiende a si misma, cuando no sabe


quién es, no sabe que hace. En este sentido el Concilio Vaticano 2º, ha sido
sumamente claro, el espíritu en el, a la hora de constituir dos grandes pilares
dentro de su doctrina dogmática y pastoral, como se ha definido el concilio. En
ella primero la comunidad se piensa a si misma quién es Lumen Gentium,
iglesia di quién eres, piénsate a ti misma y defínete, y en Gaudio Et Spes,
iglesia que haces, cual es tu misión, cual es tu presencia en el mundo. Por eso
se dice que Lumen Gentium y Gaudio Et Spes son las dos grandes
columnas del concilio. Es el lugar doctrinal donde mas claridad la iglesia tiene
para pensarse a si misma y para desarrollar su misión en este tiempo, Lumen
Gentium y Gaudio Et Spes .

Padre Javier Soteras


.- CARISMA DE ALABANZA Y LENGUAS
 LOS CARISMAS DEL ESPÍRITU AL SERVICIO DE LA EVANGELIZACIÓN.

3.- ALABANZA. LENGUAS.

1.-  Saludos.

2.- Un cuentito. Miguelito regresa del trabajo y acepta subir al coche del hijo del
gran terrateniente. Mientras el hijo le va contando que todo lo que ve es suyo
porque es de su padre, Miguelito queda callado. Pero cuando anochece, al
mirar las estrellas, Miguelito dice: ¿Ves esas estrellas? Son mías porque son
de mi Padre.

3.- Lo que hemos visto: La razón de ser de los carismas. El Espíritu Santo nos
regala: dones, frutos y carismas. Tenemos bien claro la diferencia que hay
entre don y carisma. También vimos el carisma del amor, que es el básico; sin
él, los demás no sirven: son como campana que tañe.

4.- Hoy vamos a ver dos carismas fundamentales: el carisma de alabanza y el


carisma de lenguas. Son los que envuelven toda la vida cristiana.

EL CARISMA DE ALABANZA

5- Carisma de alabanza. Sobre el carisma de alabanza hay mucho escrito, en


libros y en artículos. Nosotros nos concretaremos en los puntos  esenciales y
en dos temas prácticos.

El catecismo de la Iglesia Católica nos dice: “La alabanza es la forma de orar


que reconoce de la manera más directa que Dios es Dios.
Le canta por Él mismo, le da gloria no por lo que hace, sino por lo que Él es.
Participa en la bienaventuranza de los corazones puros que le aman en la fe
antes  de verle en la Gloria. Mediante ella, el Espíritu Santo se une a nuestro
espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios (cf.Rom 8, 16), da
testimonio  del Hijo único en quien somos adoptados y por quien glorificamos al
Padre. La alabanza integra  las otras formas de oración y las lleva hacia Aquel
que es su fuente y su término: ”un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas
las cosas y por el cual somos nosotros” (1 Cor 8, 6).”  (No. 2639).

“La oración de alabanza, totalmente desinteresada, se dirige a Dios; canta para


Él y le da gloria no solo por lo que ha hecho sino porque Él es”. (No. 2649).

6.- Vamos a puntualizar algunos puntos.


 a)    La alabanza es la oración que reconoce a Dios tal como es. Le
canta por Él mismo, y le da gloria no por lo que hace, sino por lo que Él es.
  b)    La alabanza es completamente desinteresada, las demás tienen un
interés. (Ejemplo de mirarse a un espejo)
  c)    La alabanza es poner a Dios en primer lugar. Quien alaba organiza
su vida, pone a Dios  en el lugar que le corresponde.
  d)    La alabanza nos anticipa el cielo; solo en el cielo podremos dar
cumplida alabanza al Señor; alabando consistirá nuestra eterna felicidad.
 7.- Frutos de la alabanza. Cuando alabamos sinceramente de corazón, y no
en forma rutinaria, la alabanza cambia nuestra vida. Así lo vemos:

 a)    Al poner a Dios en su lugar, organiza nuestra propia vida. El


protagonismo de nuestro “yo” disminuye, para colar a Dios en el centro de
nuestra vida
  b)    Cuando decimos Santo, Santo, Santo, estamos diciendo que Dios
es Santo y al mismo tiempo nos estamos santificando nosotros, porque
sentimos necesidad de ser lo más santos posibles junto al Santo; algo así,
como cuando nos acercamos a personas bien vestidas sentimos necesidad de
vestir lo mejor posible.
 c)    Cuando decimos Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres,
estamos dando gloria a Dios y la paz viene a nosotros. A través de la alabanza
nos viene la paz en el corazón y la alegría en nuestra vida. El Papa Francisco
siempre nos pide alegría.
 d)    Es muy bueno alabar a la Santísima Trinidad, porque cuando
alabamos al Padre, éste nos hace conocer al Hijo de Dios, hecho hombre, y el
Hijo de Dios, hecho hombre nos lleva al Espíritu Santo. Además, el fruto de la
alabanza a la Santísima Trinidad es la protección a nosotros y a los demás.

Mi experiencia. Preferentemente yo alabo a través del “Gloria al Padre…” Con


esa alabanza tan sencilla el Señor me ha hecho descubrir muchos misterios de
la fe y experimentar su presencia.

8.- La Alabanza a través de los tiempos.

a)    En el Antiguo Testamento encontramos multitud de pasajes de alabanza; el


Pueblo de Israel, al tener a Dios cómo único Señor, tenía una necesidad de
alabarle. Los salmos, especialmente del 144 al 150 son una escuela de
alabanza. El cántico que nos trae el libro de Daniel, de los tres jóvenes en el
horno de fuego; toda la creación es motivo de alabanza. Y así muchos otros
pasajes.

b)    En el Nuevo testamento. El Magníficat de María. “Mi alma glorifica al Señor y


mi espíritu se regocija en Dios, mi salvador”. El Mismo Jesús eleva su
alabanza: “Te alabo Padre…” (Mateo 11,25).

9.- Tres puntos a tener en cuenta.

a)    La alabanza puede ser don o puede ser carisma. Es don cuando yo me
encierro en mi alabanza y me sirve solo para mí, para mi santificación, para
unirme más y más a Dios.

La alabanza es carisma cuando en ella sentimos necesidad de transmitir a los


demás la paz, la alegría, el gozo que yo siento al alabar. Es cuando alabo en
nombre de los demás, es cuando al reconocer a Dios como el único Señor,
deseo que los demás también lo reconozcan.
En realidad, la verdadera alabanza es siempre carisma, porque de lo contrario
se hace egoísta y al final fácilmente desaparece.

b)   La alabanza, para ser verdadera, debe salir del corazón. Sale del corazón
cuando yo siento lo que estoy diciendo. Cuando yo solo repito lo que he
aprendido, como lo hace el papagayo, poco valor tiene; cuando yo hago una
alabanza rutinaria, como lo hace un casete, pierde todo el valor.

¿Qué debo hacer? Contemplar lo que alabo. Cuando a mí me cuentan las


maravillas de una casa, de un paisaje, poco entusiasmo tendré en alabarlo; por
el contrario, si yo me quedo contemplando un hermoso paisaje, una obra de
arte, yo les podré contar lo que he visto, yo podré comentarlo con fuerza; de la
misma manera, cuando yo experimento en mi ser la belleza de lo que he visto,
desearé que otro también lo experimente y lo haré con toda la fuerza del
corazón.

Cuando yo me pongo a alabar a Dios, lo haré con más o menos entusiasmo en


cuanto esté más o  menos en contacto con Dios en mi vida espiritual. Cuanto
más me acerco a Dios en la oración, en la eucaristía, etc. más lo conocemos y
más tendremos motivos para alabarlo. Quien vive una vida de oración
contemplativa, en donde uno penetra en los sentimientos de Jesús, de Dios,
siente en su corazón una necesidad de alabarlo, porque ante tanta grandeza,
no puede menos de alabarlo con toda razón, con pleno conocimiento, y con
toda la fuerza de su corazón. Bien se puede decir: la alabanza verdadera
lleva a la contemplación, y la contemplación aviva la alabanza.

c)    La alabanza de corazón lleva, se dirige al Dios Santo, y por ello, conlleva una
renovación de vida, a una vida más santa. De no ser así, no hay acercamiento
al Dios Santo, y por ende, no hay verdadera alabanza. La alabanza sincera
lleva necesariamente a acrecentar la fe, la esperanza y el amor. Incluso
despierta en otros cristianos una vida mejor.

10.- Expresiones de alabanza.

a)    Verbos para la alabanza: Alabar, Glorificar, Santificar, Loar, Aclamar.


b)    Alabanzas sin usar verbos de alabanza: “Grandes y maravillosas son tus
obras, Señor, Dios omnipotente”. “Poderoso eres, Señor”. “Gloria y honor a Ti
por siempre”. Etc.
c)    Se puede alabar a la Santísima Trinidad, a cada una de las divinas personas,
al Hijo de Dios hecho hombre, Jesucristo. (Entregamos hoja Para un taller
sobre la alabanza, de Mons. De La Rosa). (Viene al final de esta enseñanza)
d)    Se alaba también con el cuerpo. (Salmo 134, 1-2; 149, 3). David bailaba ante
el Arca, manifestación de la presencia de Dios.

EL CARISMA DE LENGUAS

11.- Cuando se alaba de corazón poniendo la vista en la grandeza de Dios,


llega el momento en que las palabras no alcanzan para manifestar todo lo que
sentimos; las palabras del diccionario se quedan cortas para expresar todo lo
que desearíamos manifestar de la bondad y magnificencia de Dios. Entonces,
el Espíritu viene en nuestra ayuda. Así Pablo escribe a los Romanos (8,26):
"Nosotros no sabemos cómo orar para orar como conviene, mas el Espíritu
Santo viene en ayuda de nuestra debilidad, y viene a orar en nosotros con
gemidos inefables”

No es fácil comprender el carisma de lenguas y de hecho, para muchos, es


motivo de escándalo; en realidad es porque lo desconocen. Pretendemos darlo
conocer de la mejor manera posible, ya que por desconocimiento no nos toca
decirle al Espíritu Santo qué Carismas puede dar y cuáles no.

El mejor punto de partida para estudiar este don y su importancia es reflexionar


sobre las afirmaciones que hace San Pablo cuando se refiere a él.

a)- "El que habla en lenguas habla a Dios, no a los hombres". (1 Cor 14,2).

b )- "El que habla en lenguas se edifica a sí mismo". (v.4).

c)- "yo veo muy bien que todos vosotros habléis en lenguas". (v.5).

d)- "Doy gracias a Dios de que hablo en lenguas más que todos


vosotros". (v.18).

e)- "No estorbéis hablar en lenguas, pero hágase todo con decoro y orden".
(v.39).

 No hay que creer que se trata del carisma clave, pero tampoco se debe
menospreciar. Solo quien lo reciba y reciba sus beneficios podrá valorarlo y
agradecerlo al Señor.

12.- Digamos, en primer lugar, que se dan cuatro modos en este carisma:

a)    Xenogloxia. Según la Real Academia Española: “La capacidad sobrenatural


de hablar lenguas”.  Es la facilidad de hablar varias lenguas supuestamente no
familiares para un individuo. Es lo que les sucedió a los apóstoles después de
Pentecostés (Hechos 2, 5-8). Los apóstoles hablaban en su lengua y cada uno
los entendía en la suya.

Fuera de contexto religioso, los científicos explican de ciertos casos que han
estudiado, como fruto de reencarnación, endemoniados, de trucos y engaños,
etc

b)    Glosolalia. Según la Real Academia Española: “Lenguaje ininteligible,


compuesto por palabras inventadas y secuencias rítmicas y repetitivas, propias
del lenguaje infantil”.
Para S. Pablo es un balbuceo ininteligible, hablar un lenguaje  misterioso (1
Cor. 12, 10) movido por el Espíritu Santo. “Quien posee el don  de expresarse
en lenguaje misterioso no habla a los hombres sino a Dios, pues movido por el
Espíritu dice cosas  misteriosas  que no entiende.” (1 Cor. 14, 2). Diríamos que
es el lenguaje del espíritu.
c)    Hablar e interpretar lenguas. Es cuando esos sonidos ininteligibles son
como profecías y entonces es necesario que haya alguien que los interpreten.
S. Pablo nos dice que es preferible hablar en nombre de Dios (lo que todos
entienden) a hablar en “un lenguaje misterioso, a no ser que también interprete
ese lenguaje”. (1 Cor. 14, 5). .
d)    Orar y cantar en lenguas.  Es cuando ese lenguaje ininteligible se emplea
como en oración y en el canto. Se manifiesta en forma palpable en el canto,
cuando se produce una armonía y melodía admirable, como si fuera una sola
voz.

13.- Dificultades. Por no entender bien este carisma, o por confundirlo


completamente con la xenogloxia, o por lo que sea, la verdad que es un
carisma muy desconocido en la iglesia, aunque muchos santos lo han
experimentado a través de los siglos: El don de lenguas en S. Agustín:”Canto
de júbilo”; en S. Francisco: “El arrullo”; en Sta. Teresa: “La algarabía”; en S.
Ignacio: “La locuela”. El mismo canto del gregoriano, al alargar las sílabas,
viene a ser como canto en lenguas.

14.- Concretemos. El carisma de orar en lenguas es un don


fundamentalmente para orar, para alabar a Dios con poder. Hablar y orar en
lenguas no es un fin en sí mismo; sin embargo es necesario para orar con
poder. Para logar en nosotros este don es imprescindible rendirnos al Señor,
entregar completamente nuestro corazón a É; el Señor se manifiesta  con
mayor poder cuanto más nos hagamos como niños. Consiste en olvidarse
completamente de uno mismo, fijando la mente y el corazón en el Señor;
entonces las palabras y los sonidos fluyen espontáneamente en nuestros labios
y producen unos efectos inimaginables. Ser como niños; la gran dificultad que
muchos tienen en este don, está justamente en ello.

Distingamos dos formas de este carisma:

 a) Orar en lenguas es un don permanente y está bajo el control de nuestra


voluntad, y puede ser usado según la discreción de cada persona.

b) Hablar en lenguas es un don pasajero, usado solo cuando hay una unción
del Espíritu, y necesita que haya alguien que lo interprete, lo cual no quiere
decir que lo traduzca.

15.- Efectos y frutos del don de lenguas.


         Es un don para todos (Marcos 16, 17).
         Es simple, pero no fácil.  En ello juega mucho nuestra vergüenza.
         Debemos entregar nuestra voz al Señor.
         Pertenece al tipo de oración contemplativa.
         Es una oración poderosa.
         Revoluciona nuestra vida de oración.
         Es el don que abre la puerta a todos los demás carismas.
         Sin este don no se produce una auténtica atmósfera de alabanza.
         Da poder a nuestro ministerio o compromiso.
   Es una oración de intercesión efectiva y poderosa. (El P. Fortea la usa en los
exorcismos porque el diablo sí que la entiende y le hace mucho daño).
         Nos ayuda a crecer espiritualmente y produce sanación interior.

16.- Tres puntos a tener en cuenta. Decimos lo mismo que en el punto 9,


sobre la alabanza, pero aplicado al don de lenguas.

a)    El don de lenguas puede ser don o puede ser carisma.

b)    El don de lenguas, para ser verdadero, debe salir del corazón. Por eso
decimos que pertenece al tipo de oración contemplativa.

c)    El don de lenguas de corazón lleva, se dirige al Dios Santo, y por ello, conlleva
una renovación de vida, a una vida más santa.

17.- Taller y práctica sobre el don de lenguas.

Pongámonos en la presencia de Dios e invoquemos la ayuda del Espíritu


Santo.
Dispongámonos en la oración de alabanza, contemplando algún misterio de
Dios o en algún sentimiento de Jesús. Cuando las palabras no alcancen para
expresar todos nuestros sentimientos de admiración hacia el misterio, dejemos
que el Espíritu nos lleve a balbucear, a proferir sonidos aunque no los
entendamos. Imitemos al hermano que ya ora en lenguas; dejémonos llevar.
Que sea nuestro corazón el que hable a través de sonidos ininteligibles.

18.- ORACION.

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PARA UN TALLER SOBRE LA ALABANZA

INTRODUCCION
1.    Hay cinco tipos  de oración: La bendición y adoración, la acción de gracias, la
petición, la intercesión y la alabanza.  De todas ellas: “la alabanza es la forma
de orar que reconoce de la manera más directa a Dios.  Le canta por Él mismo,
le da gloria no por lo que hace, sino por lo que Él es”  (Catecismo de la Iglesia,
#2639).  Es totalmente desinteresada (#2649).

2.    La alabanza es la expresión más desprendida del amor a Dios sobre todas las
cosas.  Nos centra en Él y organiza nuestras vidas, dando el primer lugar a
quien corresponde.

3.    Jesucristo: “Santificado sea tu nombre”.  La primera petición, pues, del Padre


Nuestro tiene una referencia a la alabanza.

4.    Los Ángeles en la noche de la Navidad:  “Gloria a Dios en el cielo y paz a los


hombres que ama el Señor”  (Lucas 2, 14).

5.    Pablo: “Así es: los gentiles le glorifican a Dios por su misericordia”  (Rom 15,
8-9).  Ver salmo 116.
6.    Salmos 144 a 150: Una escuela para aprender a alabar a Dios.

7.    Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a  ti nuestra alabanza.  Ver Salmo


146.

8.    “Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos”  (Salmo 17,


4).

9.    “Salmodiad con el espíritu, salmodiad con toda vuestra mente, es decir,


glorificad a Dios con el cuerpo y con el alma”  (Hesiquio, siglo V).

10. “Alabar a Dios es narrar sus maravillas” (Casiodoro, siglo VI).

11. “Alabemos a Dios mientras vivimos, es decir, con nuestras obras”  (Arnobio,


siglo VI).

12. Cada vocación en la Iglesia tiene puntos específicos en su manera de alabar.

13. La blasfemia es el extremo opuesto de la alabanza.  El diablo y los demás


ángeles rebeldes blasfemaron con palabras y obras: “No serviré”.    Miguel y los
demás ángeles alabaron a Dios, cuando dijeron: “Quién como Dios?

14. Alabanzas sin usar verbos de alabanza: Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente (Apoc 15, 3).  “Poderoso eres, Señor”.  “Gloria y honor
a ti por siempre”.

15. Verbos para la alabanza: Alabar,  Glorificar, Santificar,  Loar  y Aclamar.

16. Alabar a la Santísima Trinidad y a cada persona en particular ¿Cómo hacerlo?


Es un aprendizaje y en él se da un continuo crecimiento.

a)        Alabar a la Santísima Trinidad.  Ejemplos: “Alabada seas Santa Trinidad”. 


“Tú eres una familia”.   “Tú eres una comunión”.  “Eres tres Personas, distintas
e iguales”.  “Padre, tú has engendrado al Hijo”.  Etc.

b)        Alabar al Padre.  Ejemplos: “Padre, santificado sea tu Nombre”.  “Alabado


seas. Tú eres amor y lo has comunicado a tu Hijo, al  Espíritu Santo y a toda la
creación”.  Ir alabando al Padre por todos sus atributos:  “Tú eres
Todopoderoso”.  “Tú eres Misericordioso” .  “Tú eres fiel”.   “Tú eres Creador”.  
“Tú eres Salvador”.  Etc.

c)         Alabar al Hijo.  Ejemplos:   “Alabado seas Hijo Único del Dios Vivo”. 
“Alabado seas Palabra del Padre”.  “Alabado seas, tú eres luz de luz”. “Alabado
seas Dios verdadero de Dios verdadero”.   Etc.

d)        Alabar  al Espíritu Santo.  Ejemplos: “Alabado seas Espíritu Santo”.  “Tú eres
Señor y Dador de vida”.  “Tu eres igual al Padre y al Hijo”.  “Tú eres el dedo de
Dios, la mano de Dios”.  “Tú eres la fuerza y el poder de Dios”.  “Tú eres el
amor de Dios derramado en nuestros corazones”.  Etc.
e)    Alabar al Hijo de Dios hecho hombre, Jesucristo.  Ejemplos:  “Alabado seas
Jesucristo”.  “Tú eres el Hijo de Dios hecho hombre”.  “Tú eres la Palabra de
Dios que habita entre nosotros”.   “Tú eres camino, verdad y vida”.  “Tú eres la
luz del mundo”.  “Tú eres Mesías y
Señor”.  “Tú eres Señor de la historia”.  “Tú eres  Señor de Señores”.  “Tú eres
Señor de Satanás y de todas las huestes malignas”. “Tú eres el Primero de
toda creatura, el Primogénito de entre los muertos, la Cabeza de la Iglesia, el
Primero en todo”.  Etc.

f)     Alabanza al Padre y al Hijo en lenguas por el Espíritu Santo, el cual clama en


nuestros corazones:  “Abba, Padre”  (Gal 4, 6; Rom 8, 15) y ora en notros con
gemidos inenarrables (Rm 8, 16).

†Mons. Ramón Benito De la  Rosa y Carpio


Arzobispo Metropolitano
Santiago.  República Dominicana

EL SERVICIO DE LOS CARISMAS

EL SERVICIO DE LOS CARISMAS


Los carismas siempre han existido en la Iglesia de Jesús. Veamos algunos
ejemplos de ellos.

Por: GUSTAVO DANIEL D´APICE | Fuente: GUSTAVO DANIEL D´APICE

EL SERVICIO DE LOS CARISMAS.

Si bien los carismáticos, o movimiento de renovación espiritual, han estado


siempre en la Iglesia de Cristo (léase Hechos 2 con los carismas de
Pentecostés, y todo ese libro con las curaciones y milagros apostólicos, o
también I Corintios 12-14, donde San Pablo regula el ejercicio de los carismas),
desde la segunda mitad del siglo XX se han hecho más manifiestos en el
contexto popular del pueblo cristiano, ya sea en su vertiente carismática
católica o pentecostal evangélica.

Se caracterizan por su aspecto “extraordinario ”, es decir, fuera de lo ordinario,


de lo común.

En sí no hacen a la santidad del individuo, ni el poseerlos significa que uno es


más o menos santo.

No entran en el así denominado desarrollo normal de la vida cristiana.

Pero están al servicio de la comunidad, y ejercitados con espíritu de humildad,


solidaridad generosa y servicio desinteresado, no deja de redundar en gracia
del que lo posee y de quienes son beneficiarios de una o de otra manera de
ellos.

Mencionemos algunos:

Está el así llamado “descanso en el espíritu”: El que preside la oración tiene el


carisma de que, tocando con un leve movimiento la frente de aquél a quien
Dios a dispuesto y preparado, lo hace “caer”, es decir, salir momentáneamente
del tiempo y del espacio cronológicos, colocándolo en un estado de suspensión
de los sentidos, lo que produce realmente un descanso psicológico, emotivo,
espiritual, y también físico, por qué no. Se sale de la medida del movimiento
(cronos), que es el tiempo, y de alguna manera se entra en el tiempo de Dios
(evo) mediante esa intervención “salvífica” (kairós) del que hace de mediador
junto a Jesús en ese momento (el que preside la oración ).

Otro carisma habitual en este tipo de grupos y encuentros es el de la


glosolalia, o “don de lenguas”: A través de un pastor y grupo carismáticos,
generalmente por imposición de manos, que no es un sacramento, sino un
signo “sacramental” de transmisión o comunicación de algo, se produce la
“efusión” del Espíritu Santo, ya recibido en el Bautismo, y éste se manifiesta a
través de lenguas extrañas, en un lenguaje que pudo haber existido, o existe
en otra parte, pero desconocido para el que lo emite.

A veces, junto al don de lenguas, viene simultáneamente el don de


“interpretación de lenguas”: es decir, la capacidad de interpretar
inteligiblemente lo que la persona va pronunciando, y de expresarlo en voz alta
para la edificación de todos. Esta interpretación puede venirle a la misma
persona que posee el don de lenguas o a otra. El don de lenguas es un don de
oración (intercesión, súplica, petición, alabanza, glorificación de Dios) y/o de
profecía.

En efecto, otro de los dones carismáticos es el de la “profecía ”: Profetizar


en estos grupos, es comunicar mensajes de esperanza y edificación para los
oyentes. Nunca va más allá de lo que Dios revela en la Sagrada Escritura, y
muchas veces es una explicitación de la misma o la actualización de ella para
una circunstancia concreta. Esta profecía puede emitirse en la lengua común
de todos, o “en lenguas”, en cuyo caso, para entenderla, se requiere que la
misma persona u otra del grupo tenga el don de “interpretación de lenguas ”.
Otro don muy buscado principalmente por los beneficiarios, es el de
“curaciones”: El poseedor de este carisma tiene la capacidad de que, según la
Voluntad de Dios, y para manifestar el poder del Mismo a la comunidad y
suscitar la fe en Jesús Resucitado, victorioso y presente, puede curar a algunas
personas, ya sea en su parte física o emotiva-psicológica (en este caso se
denomina “sanación”). También en su parte espiritual: en este caso tendríamos
los “exorcismos”, que alejan la presencia de los demonios.

En I Corintios 12 se mencionan otros carisma, o impulsos del Espíritu


Santo para la edificación de los demás: sabiduría para hablar, ciencia para
enseñar, fe para mover montañas, y toda serie de milagros.

Un carisma muy importante es el de discernir los espíritus: Porque todas


estas cosas puede provocarlas el Espíritu de Dios, el mismo demonio puede
remedar muchos de estos hechos, o la histeria, egoísmo y autosugestión
personal o colectiva.
El discernimiento de espíritu permite darse cuenta de si el carisma proviene de
Dios o no. Carisma fundamental en el pastor, y también en el rebaño de fieles.

Sin embargo, en el versículo 28 del capítulo 12 que venimos viendo de la I


carta de San Pablo a los Corintios, dice que el carisma principal es el de los
apóstoles, cuyos sucesores son lo Obispos: Así que de nada vale mover
montañas si no se obedece al Obispo, sea éste quien fuere; se estaría
desobedeciendo al mismo Espíritu de Dios, según San Pablo, y el carisma no
sería auténtico.

En el capítulo 13 muestra el Apóstol la preeminencia del amor: Hacer milagros


y curaciones, si no se hace por amor, sería pura vanagloria y ostentación,
cuando no por otros motivos inconfesables. El amor no pasará nunca.
Continuará en la eternidad, donde ya no harán falta los carismas
extraordinarios, sino que Dios será todo en todos por ese amor.

En el capítulo 14 vuelve San Pablo al orden de los carismas y a que estos se


coloquen al servicio de la comunidad. Carismas extraordinarios en servicio
ordinario de cada día, discernimiento para saber si las cosas provienen de Dios
o es el diablo que se viste de ángel de luz, o nuestra propia vanidad que quiere
aparecer. Preeminencia del amor solidario, generoso y honesto en todas las
cosas.

Gustavo Daniel D´Apice


Filósofo y Teólogo
Pontificia Universidad Católica
gusdada@uolsinectis.com.ar
El carisma de profecía
Partiendo de la lista de carismas que da el profeta Joel, citada por San Pedro
en el libro de los Hechos de los Apóstoles,  vemos que el profeta promete que
cuando se derrame el Espíritu Santo sobre toda carne "profetizaran vuestros
hijos e hijas" (Hch 2, 17). Éste carisma es mencionado por San Pablo en las
dos listas carismáticas que ofrece en sus cartas, llamándolo simplemente
“profecía” o “don de profecía” (1 Cor 12, 7 – 11; Rm 12, 6 – 8). Cuando se
habla de “profecía” o “profetizar” habitualmente nos viene a la cabeza la
imagen de una persona que predice lo que va a suceder en el futuro, como una
especie de adivino; incluso en las películas se habla de la “profecía” como un
vaticinio predicho de antemano.

Sin embargo, para comprender bien qué es el carisma de profecía es necesario


acudir al sentido original del término griego profemí, que significa
simplemente "hablar de parte de".

En ese sentido, los profetas del Antiguo Testamento hablaban de parte de Dios
y anunciaban al pueblo lo que Dios quería de ellos, las palabras que Dios les
inspiraba para la conversión del pueblo; y también en ese sentido a veces
profetizaban cosas que iban a suceder o que podían suceder dependiendo de
la actitud del pueblo. En este sentido es famosa la profecía de Isaías en qué
promete que la Virgen concebiría y daría a luz un hijo, y le pondría por nombre
Emmanuel (Is 7, 14). De hecho, una de las cosas que distinguían en el Antiguo
Testamento los falsos profetas de los verdaderos, era precisamente que su
palabra se cumplía: “«¿Cómo sabremos si una palabra la ha dicho el Señor o
no?» Si ese profeta habla en nombre del Señor, y lo que dice queda sin efecto
y no se cumple, es que el Señor no ha dicho tal palabra; el profeta lo ha dicho
por presunción; no le tengas miedo” (Dt 18, 21 – 22). Los profetas que hoy
consideramos canónicos, lo fueron porque se cumplieron las cosas que
profetizaban. Por eso se suele entender la profecía como predicción, pero en
realidad el sentido profundo del término es hablar de parte de Dios, hablar en
su nombre. De hecho, en los profetas de la Biblia encontramos muy pocas
predicciones, y sin embargo, hallamos largos capítulos en que Dios denuncia al
pueblo sus pecados y les invita a la conversión. Por eso en tantos pasajes de la
Escritura encontramos textos en los que a través del profeta Dios habla en
primera persona, con la expresión "oráculo del Señor" intercalada en el texto,
para dejar claro que es Él quien habla: "Por eso, profetiza. Les dirás: «Así dice
el Señor Dios: He aquí que yo abro vuestras tumbas; os haré salir de vuestras
tumbas, pueblo mío, y os llevaré de nuevo al suelo de Israel. Sabréis que yo
soy Dios cuando abra vuestras tumbas y os haga salir de vuestras tumbas,
pueblo mío. Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis; os estableceré en
vuestro suelo, y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo haga, oráculo del Señor»”
(Ez 37, 12 - 14) Los profetas tenían una relación especial con Dios, a quien
eran capaces de escuchar, y en cuyo nombre eran capaces de hablar, incluso
en primera persona. El carisma profético fue derramado en algunas personas
concretas del Antiguo Testamento para misiones concretas, como sucedió con
Elías, Isaías, Ezequiel, etcétera.

Pero el texto de Joel que hemos citado promete que profetizarán todos los
hombres sin distinción de sexo, edad, de casta o vocación.  Efectivamente, la
doctrina de la Iglesia nos dice que por el bautismo, todos somos ungidos como
sacerdotes, profetas y reyes. En este sentido, todos estamos llamados a hablar
de parte de Dios, a transmitir su palabra y sus mensajes a los hombres de
nuestro tiempo, dentro y fuera de la Iglesia. En concreto el carisma de profecía
al que se refiere el profeta Joel y también al que se refiere el apóstol San
Pablo, es un carisma que puede recibir cualquier bautizado para edificar y
exhortar a la comunidad. En ese sentido, el carisma de profecía se da cuando
alguna persona recibe el don de hablar de parte de Dios, recibe un "mensaje"
de Dios que expresa en primera persona. Evidentemente, no hay que entender
esto ni como que Dios posee a la persona para dar un mensaje, ni tampoco
como que Dios dicta a la persona lo que debe decir, puesto que, como nos
dice la Iglesia en el Concilio Vaticano II, la revelación ya ha terminado, y no se
ha de esperar ninguna revelación pública del Señor hasta la segunda venida de
Cristo (DV 4).  

Dios puede poner en el corazón de una persona una moción o inspiración


acerca de algo que quiere transmitir a una persona o a la comunidad, y esta
persona expresa esa moción o inspiración con sus categorías, con sus
palabras y con sus expresiones. Por eso San Pablo exhorta a los corintios a
ejercer el don de profecía más que el don de lenguas, porque el don de
lenguas edifica a aquel que lo ejerce cuando no hay interpretación, mientras
que el don de profecía edifica a la comunidad: “Buscad la caridad; pero aspirad
también a los dones espirituales, especialmente a la profecía. Pues el que
habla en lengua no habla a los hombres sino a Dios. En efecto, nadie le
entiende: dice en espíritu cosas misteriosas. Por el contrario, el que profetiza,
habla a los hombres para su edificación, exhortación y consolación. El que
habla en lengua, se edifica a sí mismo; el que profetiza, edifica a toda la
asamblea. Deseo que habléis todos en lenguas; prefiero, sin embargo, que
profeticéis. Pues el que profetiza, supera al que habla en lenguas, a no ser que
también interprete, para que la asamblea reciba edificación” (1 Cor 14, 1 – 5).

Sin embargo, no hay que confundir el don de profecía con la exhortación u


homilía. El don de profecía no se refiere a una enseñanza catequética o a una
predicación, sino en concreto a esto mismo que estamos diciendo: a hablar de
parte de Dios, o por así decir, a expresar un mensaje de parte de Dios. En ese
sentido, como decíamos, el carisma de profecía se caracteriza porque se
ejerce en primera persona. Yo he tenido la gracia de sentir en algunos
momentos esa moción a hablar de parte de Dios con palabras de consuelo
hacia personas por las que estaba rezando, y cuando me he atrevido a
expresar esa moción siempre me ha pasado que el Señor ha tocado el corazón
de aquella persona a la que iba dirigida, porque el Señor le decía palabras
concretas para su vida, en sus circunstancias concretas, de cara a alguna
dificultad que estaba viviendo en ese momento. Según mi experiencia, las
profecías que da el señor durante la oración suelen ser casi siempre palabras
de edificación y de consuelo, aunque también pueden resultar una denuncia.

Evidentemente, para poder ejercer el don de profecía es necesario ejercer


también el discernimiento. De hecho en la primera carta a los corintios el
carisma de profecía es citado de la mano con el carisma de discernimiento de
espíritus (1 Cor 12, 10),  ya que no todos los espíritus vienen de Dios. Para que
una profecía venga verdaderamente del Señor, es necesario que la persona
que la recibe esté en profunda oración, que se abra a la gracia del Espíritu, y
que con humildad se atreva a dejarse llevar por esa moción, pero sabiendo que
si realmente eso viene del Señor nunca será impositivo, ni le moverá a decir
cosas que no sean para consuelo o edificación de la persona que escucha.

El Señor está derramando carismas hermosos en los tiempos que corren,


y también este carisma de profecía se ha renovado en la Iglesia, y como
dice el Concilio Vaticano II, “ha de ser acogido con gratitud y consuelo”,
pero “no se ha de aspirar a ella temerariamente” (LG 12).

En ese sentido, pienso que el carisma de profecía no se debe pedir como tal,
pero si es concedido ha de acogerse y ejercerse con humildad y
discernimiento, sabiendo que no se trata de una nueva “revelación” de Dios, ni
de un dictado de Dios, ni mucho menos de que el Espíritu Santo posea a la
persona para dar un mensaje.

El Espíritu Santo siempre respeta nuestra libertad a la hora de conceder y


ejercer un carisma cualquiera. Si bien es verdad que algunos santos en la
historia de la Iglesia han recibido el carisma de predecir cosas que iban a
suceder, esto es bastante poco habitual, y no se refiere al carisma de profecía
como tal cuanto a lo que llamamos hoy en día palabra de conocimiento,
carisma que ya explicaremos en otro artículo más adelante. 

EL CARISMA DE LA PROFECÍA. REFLEXIONES* Sergio Zañartu, s.j. La


Iglesia peregrina siempre será profética. En el cielo, en la visión cara a cara,
desaparecerá la profecía; permanecerá el amor.1 Signos de tipo profético,
donde realmente se ha manifestado el Espíritu, los hemos experimentados en
nuestros días, como Alberto Hurtado, Teresa de Calcuta, el concilio Vaticano II,
la conferencia de Aparecida. Quizás los signos no faltan, pero a nosotros nos
cuesta verlos y oírlos. Puede influir nuestra cultura racionalista, cientifico-
técnica, mercantilista, exitista, etc., es decir sin lugar para Dios, que es
gratuidad en el amor. Pero en nuestras comunidades actuales no hay cristianos
llamados „profetas‟, es decir que profeticen con cierta frecuencia, como
acontecía en el cristianismo naciente. Es verdad que, por el bautismo, todos
tenemos algo de profetas, como dice Pedro citando a Joel2 , pero, como aclara
Pablo, no todos los miembros del cuerpo tienen el carisma de profecía3 ,
aunque lo desea para todos. 4 Porque la profecía es un carisma mejor que el
don de lenguas: la profecía edifica a la Iglesia. El profeta del N. T. conoce el
interior de los corazones5 , pero sobre todo exhorta, consuela, confirma. 6
Encontramos pocos anuncios de futuro. Los apóstoles, como Pedro y Pablo (su
vocación tiene fuertes rasgos proféticos7 ) son también grandes profetas. Y
sobre los apóstoles, que son profetas, está construida la Iglesia. 8 Gran hecho
profético fue la expresión inspirada de la fe en Jesús resucitado, con vocablos
del A. T. Igualmente, la revelación del misterio, mantenido oculto durante siglos
y ahora revelado a apóstoles y profetas9 : los gentiles también son herederos
de la promesa a Abraham, son miembros de Cristo. Pablo nos revela la
conversión final del pueblo judío. 10 Gran revelación, con una absolutez que
nos recuerda a los profetas del A. T., es el Apocalipsis. No sólo es profético en
las cartas a las Iglesias11, sino también a través de las visiones. No se puede
quitar ni añadir nada a esta profecía.12 Y la profecía es el testimonio de
Jesucristo13, el testigo fiel y verdadero. 14 Los dos profetas que enfrentan a la
bestia y que son muertos y después exaltados15 , representan la misión de la
Iglesia frente al poder del Imperio. El Apocalipsis, releyendo el A. T. a la luz de
Cristo, anima a los cristianos en * Esté artículo fue publicado por Revista
Católica 109 (2009) 95-100. 1 1Co 13, 8ss. 2 Hch 2, 17s. 3 1Co 12, 29. 4 1Co
14, 1.5.39. 5 1Co 14, 24s. 6 Hch 15,32; 1Co 14, 3. 7 Por ejemplo Ga 1, 11ss. 8
Ef 2, 20. 9 Rm 16, 25s; Ef 3, 2-6; Col 1, 25-27. 10 Rm 11, 25s. 11 El Cristo
resucitado habla a través del Espíritu 12 Ap 22, 18s. 13 Ap 19, 10. 14 Ap 3, 14.
15 Ap 11, 3-12. CARISMA DE PROFECÍA 2 la persecución, y muestra la pronta
victoria final de Dios. Corresponde a una época de tensa espera escatológica.
Pero con la demora de la parusía, el cristianismo, en general, se fue instalando,
lo que repercutiría en una decadencia de la profecía. Además se transplantaba
a la cultura helenística, que era más racionalista. Pero existen en las
comunidades otros profetas, por así decirlo menores (en relación a los del A. T.
y a los apóstoles), como los de la comunidad de Corinto. Por Hechos podemos
individualizar a unos doce. Se destaca Ágabo. Decía „menores‟ por los temas
que tratan (en general sus oráculos no se conservan), pero sobre todo porque
están claramente subordinados a la comunidad. En Corinto, tienen que hablar
por turno y saber callarse, porque el profeta controla su espíritu. La comunidad
los discierne.16 Los criterios de discernimiento que encontramos, son varios.
Los documentos más extensos al respecto, son Doctrina de los Apóstoles
(Didache) y el Pastor de Hermas en el mandamiento XI. La doctrina tiene que
ser sana: no se puede decir „anatema a Jesús‟17 o que el Cristo no vino en
carne.18 La profecía, en el largo plazo, tiene que cumplirse.19 Pero este
cumplimiento profético sólo se aprecia verdaderamente desde la fe. Los falsos
profetas se conocen por sus frutos, como dice Jesús. 20 Por supuesto, el
criterio máximo es el amor. La Didache21 concretiza: el verdadero profeta tiene
que tener las maneras del Señor. Según esto no tiene que buscar su propio
provecho, ni recibir paga por su profecía, sino hablar sólo cuando Dios quiere.
22 Debemos observar, por tanto, su vida y su forma de profetizar. No se
admitirá el falso hablar en éxtasis de los montanistas, porque el profeta debe
controlar su espíritu profético.23 Pero es difícil discernir, y la profecía se prestó
a muchos abusos. Hermas propone una confrontación carismática: que el
supuesto profeta enfrente una asamblea de justos en oración. Si es falso,
enmudecerá. Conforme a esto se quiso exorcizar a las profetisas montanistas,
pero los montanistas no lo permitieron. En el fondo, es el Espíritu en la
comunidad el que discierne al verdadero espíritu de Dios.24 Entrado el s. II, los
profetas, difíciles de discernir, eran poco útiles a una Iglesia donde los
pastores, a veces grandes carismáticos como Ignacio de Antioquía y Policarpo
de Esmirna, junto con los doctores, basados en la viva tradición apostólica,
defendían la ortodoxia o enfrentaban al Imperio. Entonces, por el año 160, se
presentó el movimiento montanista de la nueva profecía: espera ardorosa de la
Jerusalén celeste (descendería en Pepuza de Frigia), ascetismo como
preparación, propensión al martirio. Pero los montanistas ponían tres
cuaresmas al año, prohibían las segundas nupcias, que había permitido Pablo.
Y esto en forma absoluta, a nombre del Paráclito. Por supuesto, no obedecían
a los pastores de la Iglesia. Se separaron, pues, de la Iglesia y persistieron
algunos siglos en zonas determinadas. No habían pasado la prueba del
discernimiento y fueron un gran descrédito para la profecía.25 Fue el último
relumbrón de los profetas primitivos, antes de su marginación más duradera.
Los montanistas se volvieron intolerables para la Iglesia. 16 1Co 14, 29-32. 17
1Co 12, 3. 18 2Jn 7. Cf. 1Jn 2, 22; 4, 1-3. 19 Dt 18, 22. Cf. 1R 22, 28; Hch 11,
28. 20 Mt 7, 15-23par; 12, 33-35par. 21 Did 11. 22 Hermas, mand XI, 8; Ireneo,
Adv Haer I, 13, 4. 23 Cf. 1Co 14, 32. 24 Tenemos la unción del Espíritu (cf. 1Jn
2, 20.27). 25 Cf. Zac 13, 2-6.
CARISMA DE PROFECÍA 3 Pero creo que lo anterior no fue la razón principal
del declinar de los profetas en la comunidad cristiana. Éstos, aunque
caracterizaron bien la efusión del Espíritu, en cierto sentido nacieron menores;
la profecía fue un carisma entre otros, aunque principal. La profecía en el N. T.,
según la interpretación por Pedro del texto de Joel, se universaliza. El Espíritu
se da a todos. No es como en el A. T. en que el profeta era como de otro rango
respecto al pueblo. Por eso que ahora el profeta está bajo el discernimiento,
control, de la comunidad cristiana. Pero la razón principal fue que la profecía
culminó en Jesús, profeta por antonomasia, la mismísima Palabra (Logos,
Verbo) de Dios. “Muchas veces y de muchas maneras habló Dios en el pasado
a nuestros Padres por medio de los Profetas. En estos últimos tiempos nos ha
hablado por medio del Hijo” (Hb 1, 1s). Y en cierto sentido, al culminar terminó.
Parafraseando a Lucas 7, 16, podríamos decir: los profetas profetizaron hasta
Juan; después el reino de Dios es evangelizado. En nuestros días, nos dice el
Vaticano II26 , no habrá una nueva revelación pública de Dios. Lo que interesa,
pues, ahora es el apóstol, el enviado por Jesús que nos transmite lo de éste.
En este sentido, los apóstoles reemplazaron a los profetas del A.T. Y bajo la
inspiración del Espíritu se fue constituyendo la tradición apostólica que
cristalizó, por así decirlo, en los escritos del N. T. Estos quedaron fijos en el
canon. Y comenzó, igual que en el judaísmo de los tiempos anteriores, la
época de la interpretación de ellos. Es la era de los doctores o maestros ( ). No
quiere decir que ellos y los pastores, al interpretar y transmitir, no pudieran
estar iluminados por el Espíritu. Pero sí, que ya no interesa una „palabra
nueva‟, como la nueva profecía montanista, sino profundizar en lo que oímos
desde el comienzo27 , con el Paráclito que nos conduce a toda verdad y que,
recordándonos lo de Jesús, lo va actualizando,. 28 Fue ciertamente hermosa la
primera época cristiana con „profetas‟, pero los carismas se van desplazando,
traduciéndose de otra forma según las necesidades bajo la acción del Espíritu.
Agustín pensaba que al comienzo fueron necesarias más manifestaciones del
Espíritu para que la Iglesia se consolidara y adquiriera autoridad.29 En el
judaísmo de la época de Jesús, en general no había profetas, aunque sí
predicciones.30 Los fariseos no eran profetas sino hijos de profetas.31 Lo que
les interesaba era la ley, y no que viniera un hombre a hablar en forma absoluta
a nombre de Yahveh, al margen de la Ley. Profetas eran, pues, los antiguos. El
maestro de justicia de Qumrán, que podría ser visto como un nuevo Moisés y
que dio la interpretación definitiva de la ley, aunque se le atribuyera inspiración
del Espíritu32 , no se llamó profeta. Interpretaba las profecías que habían sido
dichas para los últimos tiempos, sin que los mismos profetas las entendieran.
Venían, pues, los últimos tiempos y el pueblo esperaba la vuelta de los
profetas, por ejemplo, Elías o Moisés.33 Según Jn 1, 21s.25, preguntan a Juan
Bautista si él era Elías o el profeta que había de venir. El Bautista anunció un
juicio inminente, la venida 26 DV, 4. 27 1Jn 1, 1-3; 2, 24. 28 Jn 14, 26; 16, 13s.
29 De vera religione XXV, 47; cf. De utilitate credendi, XVI, 34. 30 Sobre el
profetismo en el judaísmo primitivo es valioso el antiguo trabajo de R. Meyer,
Prophecy and Prophets in the Judaism of the Hellenistic-Roman Period,
Theological Dictionary of the New Testament, VI, pp. 812-828. 31 Cf. por
ejemplo jSchab, 19, 1; bPes., 6. A veces oyen una simple voz (Bat Qol), como
un leve eco de la voz de Dios. 32 1QpHab II, 2s.8-10; 7, 1-5. Véase 1QH II,
10.13.17s; IV, 27-29; VII, 6s; XII, 11-13. 33 Cf. p. e. Mt 11, 13s; Mc 9, 11-13par.
Véase Dt 18, 18ss; Mal 3, 23s; Sir 48, 10. CARISMA DE PROFECÍA 4 del
Mesías. Para preparar el pueblo escatológico instituyó un bautismo de
penitencia, tuvo discípulos, pero no hizo milagros. Por su parte, los rebeldes
contra Roma que nos menciona Flavio Josefo, deseaban mostrar signos
milagrosos para arrastrar a las multitudes. 34 También a Jesús le pidieron
signos.35 Finalmente vino Jesús inaugurando los últimos tiempos, y en su
pascua nos dio el Espíritu. Eso fue Pentecostés. Por la profecía, pues,
contrastó la rica vida de la Iglesia naciente con la pobreza del judaísmo de su
época. Finalmente, no hubo oposición entre jerarquía y carisma, por lo menos
no consta en los documentos. Varios miembros de la Jerarquía fueron
ciertamente carismáticos. Ignacio de Antioquía con una gran voz, con la voz de
Dios, proclamará: sin el obispo no hagáis nada. 36 En este caso, es el carisma
el que lleva al sometimiento al obispo. Ignacio se llamaba portador de Dios,
podía tener revelaciones, sentía la voz interior.37 No apoyaba su autoridad en
ser obispo sino en ser mártir. El mártir Policarpo es llamado, maestro profético.
38 Pasemos, finalmente de la profecía a la espiritualidad. Siempre ha sido
central en la vida cristiana discernir la voluntad de Dios. La perfección es
cumplir en todo la voluntad de Dios. Es el golfo39 seguro, como exclamará
Máximo el Confesor. El alma reposa en Dios su creador y redentor. Pero,
¿cómo conocerla? La experiencia espiritual siempre ha elaborado finas normas
de discernimiento. Estas se concretan, por ejemplo, en los Ejercicios
Espirituales de Ignacio de Loyola: ejercicios “para quitar de sí todas las
afecciones desordenadas, y después de quitadas para buscar y hallar la
voluntad divina en la disposición de su vida para salud del ánima”.40 Es un
camino entre otros. Supone una profunda conversión purificadora ante Cristo
crucificado, que sólo aspira a buscar lo que más conviene: “que no queramos
de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que
deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás; solamente
deseando y eligiendo lo que más conduce para el fin que somos creados”. 41
El entusiasmo por Cristo va más allá: quiere seguir su llamamiento en pobreza
y en pasar oprobios e injurias.42 Contemplando e involucrándose en los
misterios de la vida de Cristo, de refilón, por así decirlo, el ejercitante los
contrasta con su propia vida y elección. Entonces elige, en el seno de la Iglesia,
según el llamado evidente, o según las mociones del Espíritu y lo que el
ejercicio de su razón, estando tranquilo, le dice en el Señor. 43 Pero esto no
basta, después viene la confirmación en las contemplaciones de la pasión y de
la resurrección. Así llega a ver y agradecer en todo a Dios: “Tomad, Señor y
recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo
mi haber y mi poseer; vos me lo distes, a vos, Señor lo torno; todo es vuestro,
disponed a toda vuestra voluntad, dadme vuestro amor y gracia, que ésta me
basta”.44 Todo lo anterior en diálogo con su acompañante, presencia de la
Iglesia. Y este camino del mes de Ejercicios ha ayudado a 34 Cf. Ant, XX,
97s.167-172.188; XVIII, 85-87; BJ, II, 259-263; VI, 283ss; VII, 437ss. 35 Mt 12,
38ss; 16, 1-4par; Jn 2, 18-22; 6, 30. 36 Fil 7, 1s. 37 Ef 20, 2; Rm 7, 2. 38 Mart
Pol, 16, 2 . Cf. 5, 2; 12, 3. 39 Amb 2, PG 91, 1064A. 40 EE 1. 41 EE 23. 42 EE
98; 147; 167. 43 Es importante que estos dos criterios (el de las mociones y el
de la razón) coincidan, reforzándose mutuamente. 44 EE 234. CARISMA DE
PROFECÍA 5 muchas personas a encontrar y hacer la voluntad de Dios. Esta
normas pueden iluminar nuestros criterios de discernimiento de los profetas,
sobre todo el de confrontación carismática45 , y se nos puede hacer más fácil
el distinguir. Hasta aquí estas reflexiones sobre el carisma de profecía. 45
Entre otras cosas llama la atención la armonía entre el espíritu bueno y el
ejercitante que va de bien en mejor

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