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COMUNICACIÓN EFECTIVA EN LA FAMILIA

Escucha activa ¿qué es?


Es una de las habilidades sociales más básicas e importantes
pues permiten empatizar con la persona con quien hablamos.
Empatizar quiere decir ponerse en el lugar del otro, y así
podemos hacernos una idea de cómo se siente cuando estamos
interactuando con él.
Así pues, la escucha activa consiste en:
 Prestar atención a los mensajes verbales y a las señales no
verbales que intervienen en todo acto comunicativo.
 Transmitir que entendemos lo que nos están comunicando
(parafraseando, asintiendo y demandando más información de
la cuestión que nos plantea)
 Ofrecer el feedback adecuado (aconsejar, disentir con
argumentos, apoyarle…)

La escucha activa debe acompañarse de unos hábitos de


comunicación efectiva que todos los miembros de la familia
podemos adquirir teniendo en cuenta las siguientes pautas:
1.- APROVECHA EL TIEMPO PARA LO QUE REALMENTE IMPORTA

• El tiempo del que disponemos hoy en día para disfrutar con nuestra familia,
es limitado. Conciliar vida laboral y familiar no es sencillo. Por ese motivo, es
adecuado que las horas en las que estamos con los nuestros aprovechemos
para hablar de aquellos aspectos que realmente son importantes
y evitar que se generen focos de conflicto por nimiedades. Quizás podemos
cambiar el “siempre tienes la habitación hecha un desastre” por un “te noto
distraída últimamente, ¿va todo bien?” (cuando nuestra hija entra por la
puerta de casa).
2- REALIZA CRÍTICAS CONSTRUCTIVAS
• cuando criticamos a alguien, una de las reacciones más frecuentes con las
que nos solemos encontrar es que ese alguien SE MOLESTA. Sí, y es
comprensible. Pero podemos rebajar el nivel de indignación si las críticas se
realizan bajo las siguientes consignas:
• Criticar conductas, nunca maneras de ser (la conducta se puede cambiar,
el yo tiene una parte esencial de inmutabilidad)
• Evitar las generalizaciones, pues no suelen ser ciertas. Seguro que no es
verdad que “SIEMPRE haces lo mismo” o “NUNCA me dices algo
agradable”
• Hablar desde el YO ME SIENTO (y no desde el TÚ ERES). Porque no se recibe
igual un “yo me siento mal cuando tú haces esto” que un “tú eres un
cabrón por hacerme esto”. La primera invita a que empatice contigo, la
segunda es puro reproche.
3- CUIDA EL TONO EMOCIONAL
• éste debe ser consecuente con el mensaje que estamos comunicando,
pero en momentos de tensión (discusión, enfado…) tenemos que tratar de
“rebajarlo” uno o dos escalones (pues tiende a “subir” sin que nos demos
cuenta).
4- EVITA LAS PRISAS
• está claro que los conflictos, cuanto antes se resuelvan mejor. Pero a veces
la solución no es sencilla y tenemos que pensar en las alternativas que
tenemos ante nosotros. Llegar a un acuerdo dependerá de que ambos
estemos conformes con la solución aportada; así que posponer el momento
de proponer una posible alternativa de resolución (para que la evaluemos,
la valoremos y pensemos en cómo llevarla a cabo) es una opción que nos
permitirá tomar decisiones desde la reflexión y no desde la impulsividad.
5- PREGUNTAR SIEMPRE ES MEJOR QUE ORDENAR

• Limpia los cristales”, “recoge los juguetes”, “llama a tu hermano”, “saca al


perro”… son demandas que van a surgir (casi seguro) en una convivencia
familiar. Y además pueden convertirse fácilmente en motivo de enfado o
disputa. Pero si las transformamos en preguntas o peticiones, éstas son más
fáciles de aceptar (y de cumplir). Así pues, un “me ayudas a limpiar”, “¿por
qué no recogemos los juguetes juntos?” “¿puedes llamar a tu hermano, por
favor?”, “¿te importa sacar al perro?”… va a producir mejores
resultados respecto a la intención comunicativa.

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