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BARRERAS, PELIGROS Y DISPOSICIONES DE ESCUCHA

Documento escrito por Claudia Jiménez, con ideas y trabajo de distintos autores que resume nuestra visión
y propuesta práctica en torno al escuchar. Para uso en programas de Enacción Consultores.

“Cuando hablas, solo repites lo que ya sabes; pero


cuando ESCUCHAS, quizás aprendas algo nuevo”

DALAI LAMA

INTRODUCCIÓN

El siguiente texto tiene la intención de ordenar y exponer nuestra interpretación de las barreras,
peligros y disposiciones al momento de escuchar.

Creemos importante señalar que NO escuchamos aislados, sino situados, por situados nos referimos
al contexto en el cual el escuchar cobra sentido; por ejemplo hoy a nivel mundial somos parte de
una cultura de la inmediatez, donde cada vez nos volvemos más impacientes, acostumbrados a
escuchar por fragmentos y no una oratoria. Las conversaciones se transforman en frases cortas y
signos, esperamos recibir de manera inmediata la respuesta a nuestros mensajes, etc.

Consideramos que en este contexto, mejorar nuestra habilidad de escuchar se vuelve cada vez más
desafiante, pero a la vez crítico para la construcción de relaciones de colaboración y confianza.

Para entrenar nuestro escuchar resulta clave detenernos y prestar atención a los elementos físicos, y
las características emocionales y mentales con las que enfrentamos las conversaciones que tenemos
a diario.

Al hablar acerca de escuchar, distinguimos el simplemente oír las palabras de alguien, captar el
mensaje, de un escuchar más activo en el cual ponemos atención a lo que la persona nos está
diciendo, sin quedamos solo con lo que interpretamos respecto de eso que dijo (desde nuestra
historia, cultura, ética), sino buscando indagar, al conectarnos con un ánimo de genuina curiosidad,
para realizar las preguntas que nos permitan conocer y comprender cuáles son las preocupaciones
más profundas que tiene relativas a esta conversación, de qué manera estas preocupaciones son
relevantes, para nuestra relación futura, para colaborar, para ofrecer o pedir algo.

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ESCUCHAR ES SIEMPRE INTERPRETAR:

Escuchar no significa captar la información de aquel que a través de palabras habla hacia una mente
que las decodifica. Esta manera de entender el escuchar, que data del año 1948 (con su esquema
emisor-mensaje-receptor)1, no ayuda en la actualidad para producir coordinaciones satisfactorias.

Proponemos entender escuchar como dar significado, dar sentido, un interpretar y familiarizarnos
con el mundo de otro. Esto significa construir interpretaciones de quien nos habla. Al escuchar
estamos interpretando el tipo de persona que es, su historia, su cultura, y no sólo lo que dice. El
foco está en entender la historia del que habla, lo que le importa, por qué le importa, más que
reaccionar a las palabras que salen de su boca.

Este interpretar tiene dos características:

1. Nos ocurre automáticamente, no lo elegimos.


2. Nos ocurre a cada uno producto de nuestra propia historia y situación.

Podemos resumir nuestro escuchar como una composición automática de los siguientes elementos:

1
A Claude Elwood Shannon y Warren Weaver se les atribuye la creación de este modelo de comunicación. Publicaron este
modelo por primera vez en una Teoría matemática de la comunicación en 1948. Luego, ambos fueron coautores de un libro
en 1949, que reimprimió la teoría publicada el año anterior.

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LAS BARRERAS Y PELIGROS

Esta no pretende ser una lista exhaustiva de barreras y peligros de la escucha, pero es útil para
mirarnos, observar las situaciones en las que conversamos y determinar cuáles son las que suelen
interferir y/o dificultar mi escuchar.

• Distracciones externas: Cacofonía visual y acústica, llamadas de teléfono, vibraciones por


alarmas de mail, whatsapp, etc.

• Dificultades físicas: De la persona, como algún grado de sordera, como del lugar o del
medio a través del cual se escucha, como distancia física, micrófono o audífonos que no
funcionen bien, etc.

• La rapidez del pensamiento: Versus la lentitud del habla. Hablamos de 60 a 180 palabras
por minuto y pensamos entre 500 y 800 palabras por minuto. Esto provoca que en el
proceso de estar escuchando a otro me adelanto y digo “ya entendí”… y dejo de escuchar.

• Ensayar mi respuesta: Mentalmente distraerse pensando lo que tu opinas y en cómo lo dirás.

• Evaluación prematura: Creer saber lo que el otro va a decir y terminar sus frases, ya sea
verbalmente o mentalmente e interrumpir con la respuesta. Aunque habla de capacidad de
análisis, es peligroso. Aunque sea correcta la deducción no permite escuchar en
profundidad y por lo general lleva a interrumpir el flujo del que habla.

• Estereotipos semánticos: Palabras o frases hechas que como ya he escuchado muchas veces
hacen que deje de escuchar, desde palabras cliché, hasta palabras como ”liderazgo” o
“comunicación” donde dejo de preguntarme a qué se refiere el otro cuando la usa.

• Los prejuicios y juicios: tanto negativos (interpreto agresión en lo que el otro me dice y dejo
de escuchar) como positivos.

• Problemas en la entrega: Persona muy monótona, que habla en bajo volumen, enredado,
aburrido, requiere de un esfuerzo extra al escuchar.

LAS DISPOSICIONES

Es importante saber que siempre vamos a tener una disposición, nunca asumir que llegamos
“limpios” a nivel emocional a la hora de conversar con otro. Detenernos y observar cuál es la
disposición con la que llego, es lo que buscamos promover. Explicaremos con más profundidad 3
de estas disposiciones que consideramos clave a la hora de agregar valor a una relación futura,

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todas pueden ser positivas o negativas, según sean o no pertinentes a la situación y a las
necesidades de nuestro interlocutor.

Algunas disposiciones bastante comunes, las hemos bautizado de una manera que haga más
memorable y fácil su identificación. Es importante mencionar que son ejemplos de disposiciones en
las que todos alguna vez hemos estado, y que siempre condicionan la escucha y el destino de la
conversación. En la siguiente lista de disposiciones enfatizamos algunas consecuencias negativas
para cada una:

• El coleccionista de historias (ladrón de conversaciones): escucha desde un ánimo de


empatizar, pero en vez de quedarse con el otro, desvía su atención a una situación similar a
la que le cuentan. Muchas veces con esta disposición no solo deja de escuchar, sino termina
robandose la conversación.

• El consejero: escucha desde un ánimo de buscar soluciones y aconsejar, sin muchas veces
profundizar en lo que al otro le ocurre, ni esperar a que el otro le pida ayuda.

• El sparring: escucha desde un ánimo de debatir y cuestionar lo que el otro le dice. Donde
tiende a oponerse antes de profundizar en la opinión del otro.

• El zapata (gana o empata): escucha desde un ánimo de “estar en lo correcto”, donde


defender su verdad pasa a ser prioritario antes de escuchar.

• El descarrilador: escucha desde un ánimo de abrir cada vez más la conversación. Si bien
indaga, hace que el interlocutor se pierda y desvía la conversación a otros focos, alejándose
de lo que al interlocutor le importa comunicar.

• El soñador: escucha desde un ánimo similar al anterior, pero no pregunta, ni desvía la


conversación, si no que en su mente se dispersa con algo que escuchó y deja de estar
presente.

• El serenador: escucha desde un ánimo de consolar, de contener, que puede cortar


conversaciones o no profundizar por un plantear “todo va a estar bien”.

Las 3 disposiciones que creemos importantes de profundizar y practicar son las siguientes:

1. Indagación:

El arte de preguntar. Esta disposición, aunque es muy sencilla de comprender, es sumamente


difícil de practicar. La disposición de indagación implica:

• La aceptación del otro, con sus diferencias (estilo, cultural e historia), validando sus
opiniones (aunque difieran de las mías) y buscando ampliar nuestra comprensión
respecto de su manera de ver las cosas, sus preocupaciones e intenciones.

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• Un escuchar activo, al escuchar pasivo (controlo mi ruido mental y el externo), se suma
una apertura hacia lo que el otro nos dice y el preguntar, con la intención de afinar e
interpretar de la mejor manera posible eso que nos dice.
• Un ánimo de genuina curiosidad, que implica suspender mis juicios (opiniones),
comprometiéndome a buscar precisar y profundizar eso que el otro me cuenta.

Esta disposición a indagar, es la que idealmente buscamos mantener al iniciar cualquier


conversación. Y no sólo es útil para quien escucha, sino también para el que nos habla, muchas
veces el entendimiento surge luego que alguien me hace preguntarme algo que no me había
preguntado antes, que me hace mirar algo de una manera que no lo había visto antes.

Durante la conversación, tras lo indagado podemos adoptar alguna otra de las otras
disposiciones, según la que más se ajuste, al contexto, la persona y a la situación. Tras la
indagación contaremos con más contexto, información y comprensión del otro y su manera de
ver el mundo para poder articular una opinión más fundada respecto de lo que nos contó. Es
valioso suspender el juicio para comprender mejor, no es que los juicios en sí sean negativos.

2. Colaboración:

La disposición a colaborar implica un ánimo de sintonización y resolución. Donde la


preocupación básica es aportar y/o dar respuesta a los compromisos actuales de la persona que
tengo en frente. Escuchamos para ofrecer una ayuda concreta, y/o aportar luz en la definición
de nuevas posibilidades de acción.

3. Articulación e Invención de futuro:

La disposición a articular futuro requiere un ánimo de especulación y ambición. Inventar un


futuro que haga sentido (que puede ser articulado) para ambos. Las personas muchas veces se
encuentran inmersas en una situación de competencia, donde es clave inventar constantemente
nuevas posibilidades de acción. En la disposición de articulación, quien escucha aporta su propia
pasión, su bagaje y experiencia. Hay un ánimo de en conjunto lograr introducir un cambio y
definir nuevas maneras de ver y hacer las cosas.

CONCLUSIONES: ¿CÓMO LO LLEVO A LA ACCIÓN?

Practicar cada vez que estás frente a alguien es la manera que recomendamos hacerlo. Mientras más
observes tu propio escuchar, identifiques la disposición en la que sueles estar, las fallas en las que
sueles caer, serás capaz de cuidar las escuchas futuras. Pero frente a conversaciones importantes,

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sobre todo cuando existan relaciones de colaboración de cualquier tipo te recomendamos el
siguiente ejercicio:

1. ANTES DE LA CONVERSACIÓN: No siempre es posible realizar esto, pero si te ves sumergido


en una conversación, donde te das cuenta que el otro no se siente escuchado (una clave puede
ser que te diga “no me estás escuchando”), importante detenerte, hacer una pausa y
responderte estas preguntas:
a. ¿Es el lugar físico donde estás el adecuado para tener esta conversación? Con la
intención de evaluar si hay distractores externos, ruido, más personas, etc.
b. ¿Anímicamente estás preparado para tenerla? ¿Estarás pendiente de un mensaje o mail
que tiene que llegarte, necesitas estar en otra parte? Evaluar si podrás estar presente y
conectado con lo que el otro te está planteando.
c. ¿Por qué es importante para ti escucharl@?

2. DURANTE LA CONVERSACIÓN: Aunque muchas veces nos dejamos llevar, si el tema nos
apasiona o si estamos en desacuerdo con lo que el otro plantea, es importante hacer pausas y
observarnos mientras estamos escuchando, para cuidar:
a. Estar presente y conectado, orientando mi atención al aquí y ahora.
b. Tener una disposición de indagar, conectándome con un ánimo de genuina curiosidad,
y practicando la aceptación del otro con sus diferencias de estilo, cultura, historia.
Detener el impulso automático de declararme de acuerdo o no y querer dar mi opinión.
Preguntar para ampliar el entendimiento que tengo del otro, su manera de ver las cosas
y sus preocupaciones.
c. Luego de indagar, sintonizarme con la disposición pertinente de acuerdo a la situación
como por ejemplo de colaborar o articular.

3. AL CIERRE DE LA CONVERSACIÓN: Creemos que una conversación productiva termina con


una declaración de futuro. Esta puede ser:
a. De cierre: Agradecer el valor que tuvo, “esto fue valioso, muchas gracias”.
b. De apertura: Dejar abiertas posibilidades futuras de seguir profundizando respecto de
lo escuchado, “sigamos conversando ¿cuándo puedes?”.
c. De acción: Pedidos y/u ofertas concretas que se deriven de la conversación.

Documento escrito por Claudia Jiménez. Para uso en programas de Enacción Consultores.

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