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Jesús Alcaide
Todo lo que somos hoy, nuestro modo de comprendernos a nosotros mismos como
cuerpos libres y deseantes se pone en marcha con la imprenta, la Revolución
industrial, el magnetismo y su transformación en electricidad, el transporte rápido, la
comunicación a larga distancia, la organización de la ciudad moderna y su retícula
racional, el desplazamiento de millones de cuerpos desde África hasta Europa y
América como músculos y sexos pensantes utilizables para producir riqueza y placer, la
comercialización con cuerpos blancos como prótesis de trabajo asalariado en el
capitalismo industrial, la transformación de la superficie del planeta en una única e
interminable vía férrea…
Despair constitutes the only possible and necessary dynamic element under the
present conditions.
Las cosas empiezan donde no sabes y terminan donde sabes. Cuando sabes es cuando
preguntas, ¿cómo empezó esto?.
Pantalla en blanco, la hoja en blanco, la mente en blanco y sobre la mesa el lápiz
partido en dos de Cioran mirándome desde la portada de Desgarradura. No escribimos
porque tengamos algo que decir, sino porque tenemos ganas de decir algo . O como
diría Godard, de comunicarnos con alguien.
El porqué de la escritura, del lenguaje y de todo ese entramado de signos que nos
hacen ser individuos de este mundo es algo sobre lo que es ya difícil aportar algo
nuevo que aún no se haya dicho. Después de Derrida, sería mejor callarse.
Yo no “empiezo” por “escribir”: yo no escribo. La vida hace texto a partir de mi cuerpo.
Soy ya texto . Y más adelante decía Cixous, Al principio hay un fin. No temas: es tu
muerte la que muere. Después: todos los principios.
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A la hora de plantearse la importancia que el lenguaje tiene en la configuración del
entramado político, ético, estético, económico, geográfico y vital de este mundo post‐
globalizado, partimos del hecho de que venir al mundo es como decía Sloterdijk venir
al lenguaje, y hacerlo a él es inscribirnos en un mapa de fronteras y diferencias.
Vivo en una sociedad de emisores (siendo yo mismo uno de ellos): cada persona con
quien me encuentro o me escribe, me dirige un libro, un texto, un balance, un
prospecto, una protesta, una invitación a un espectáculo, una exposición, etc. El goce
de escribir, de producir, apremia a todos; pero como el circuito es comercial, la
producción libre sigue atascada, enloquecida y como desesperada; las más de las veces
los textos van allí donde no se los reclama; encuentran para su desgracia, “conocidos”,
no amigos, y mucho menos compañeros; lo cual hace que esta suerte de eyaculación
colectiva de escritura, en la cual podría verse la escena utópica de una sociedad libre
(donde el goce circularía sin pasar por el dinero), esté encaminada hoy hacia el
apocalipsis ,
Ése es pues el primero de nuestros problemas, un problema de traducción y de exceso.
A pesar de que haya quien afirme que no hay traducción, no hace falta traducir porque
existe un solo lenguaje secreto (biológico), del que los demás son sólo variantes.
Imposible por lo tanto imaginar un diccionario que establezca las equivalencias entre
palabras extranjeras, sólo existen los sentidos olvidados de una lengua personal,
continuamos perdidos en la traducción (lost in translation) y en la traslación, en el
intercambio y en los trasvases, en los flujos de información y en los canales de
distribución de signos que constituyen nuestro mundo presente.
Como decía Ballard, el único planeta verdaderamente extraño es la tierra y los
comportamientos más difíciles de explicar los de la raza humana. Quizás para eso se
inventó el lenguaje, pero también el silencio y los huecos vacíos que quedan entre los
signos.
Y es que si bien es cierto que sin esa estructura denominada lenguaje, estudiada desde
Wittgenstein a Derrida, pasando por Foucault, la Escuela de Frankfurt, Barthes y
Saussure, sería imposible comunicarnos, tambien es cierto que quien tiene un signo,
tiene un arma, quien tiene la palabra posee la opción de apretar el gatillo, quien se
sirve la imagen de accionar la mayor arma de destrucción masiva. Como decía
Kovacsics, quien tenga algo que decir, ¡que dé un paso adelante y calle! .
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Ante este estado de las cosas, y las palabras, por invertir el sentido del famoso texto de
Foucault, las manifestaciones artísticas contemporáneas siguen ejerciéndose como
espacios de resistencia , territorios para la disidencia y la diferencia, el desorden y el
colapso ante la velocidad de transferencia y transformación de las cosas.
De la unión de la velocidad, la tecnología y la cultura visual hay quienes ven el
engendro de una incipiente desalfabetización de los nuevos individuos que ante la
imposibilidad de lectura e interpretación de los signos se quedan en la superficie de
una limpia y reluciente pantalla total (Baudrillard) que seduce la mirada y obstaculiza
el pensamiento de estos tiempos hipermodernos en los que ya no nos sirven las
mismas estructuras de conocimiento y experimentación del pasado.
La sociedad que se está organizando es una sociedad en la que ya no son
estructurantes las fuerzas que se oponen a la modernidad democrática, liberal e
individualista, en la que han caducado las grandes propuestas alternativas, en la que la
modernización no tropieza ya con resistencias organizativas e ideológicas de fondo. Los
elementos premodernos no se han desvanecido, sino que funcionan según una lógica
moderna y desregularizada (…)El Estado retrocede, la religión y la familia se privatizan,
la sociedad de mercado se impone: ya sólo quedan en la palestra el culto a la
competencia económica y democrática, la ambición de la técnica, los derechos de los
individuos. Lo que hay en circulación es una segunda modernidad, desreglamentada y
globalizada, sin oposición, totalmente moderna, que se basa en lo esencial en tres
componentes axiomáticos de la misma modernidad: el mercado, la eficacia técnica y el
individuo. Teníamos una modernidad limitada y ha llegado el tiempo de la modernidad
acabada.
En este nuevo momento de una posmodernidad ya ni caliente ni fría, sino líquida
(Bauman) y desbordada, los hombres viven la historia como nunca lo habían hecho
antes(…)Hacemos historia por la mañana y la cambiamos después de comer, absortos
ante la velocidad del flujo de imágenes y noticias que llegan a nuestras pantallas,
terminales informáticos o dispositivos móviles.
La imagen, como decía Barthes, es perentoria, tiene siempre la última palabra; ningún
elemento puede contradecirla, arreglarla, sutilizarla . Pongámosle fin a este texto o
simplemente un punto y aparte desesperado. I can´t explain and i won´t even try . Ni
puedo explicarlo ni quiero intentarlo.