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Rodrigo Parra Sandoval Tomo 1
Rodrigo Parra Sandoval Tomo 1
EN COLOMBIA
ESCUELA Y MODERNIDAD
EN COLOMBIA
TOMO I
ALUMNOS Y MAESTROS
Esta publicación ha sido realizada con la colaboración de Colciencias, cuyo principal
objetivo es impulsar el desarrollo científico y tecnológico de Colombia, y el Instituto
de Investigación Educativa y Desarrollo Pedagógico IDEP.
Esperé a que se apagara un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de
hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado
ni pedido. Pero cuando supe la noticia pensé primero en mi madre y después en usted.
Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza
y su ejemplo, no hubiese sucedido nada de todo esto. No es que dé demasiada
importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de
decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus
esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continúan siempre
vivos en uno de sus pequeños escolares que, pese a los años, no ha dejado de ser su
alumno agradecido.
Albert Camus
A la memoria de mi madre, maestra rural.
A Victoria Cunningham
A Francisco Parra
A mis maestros de la escuela primaria: los Hermanos Maristas en el Colegio San Luis
de Cali.
PRIMERA PARTE
LOS ALUMNOS, LA EDUCACIÓN Y LA MODERNIDAD
ANÁLISIS GENERAL
Datos demográficos
Actitudes hacia la estratificación social
Actitudes hacia la política
Actitudes hacia la educación
La formación de la opinión
Actitudes hacia la religión
El seminarista y el concepto de la felicidad
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
PRESENTACIÓN
JUVENTUD Y DESARROLLO
LA FAMILIA
La expansión y la exclusión
La brecha generacional
La movilidad social: estratificación, diferenciación y devaluación
La organización social de la escuela: cultura, calidad, pedagogía y marginalidad
Política educativa, nueva pedagogía y desarrollo
LA AUSENCIA DE FUTURO
ANEXO ESTADÍSTICO
SEGUNDA PARTE
LOS MAESTROS
EL CAZADOR DE DRAGONES
MAESTROS DE MAESTROS:
SOCIOLOGÍA DE UNA NORMAL RURAL
Presentación
Sociología de la educación y etnografía
La normal como institución social
Tres generaciones de maestros y alumnos: el punto de vista de los actores
La relación maestro-alumno en el aula de clase
Las materias vínculo: discontinuidades en la apropiación del conocimiento
Política educativa y nueva pedagogía
Henos aquí de nuevo ante una obra colosal de reflexión y análisis, escrita por un
intelectual que tiene autoridad y sensibilidad suficientes para tratar los problemas
sempiternos de la transmisión generacional de conocimientos: Rodrigo Parra, quien se
ha convertido, con esta obra, en un verdadero filósofo de la educación en Colombia.
Por eso, hay que prestar atención y agradecer su esfuerzo.
Es muy didáctico lo que el autor expone sobre las fallas del sistema educativo
colombiano al fomentar la "esquizofrenia escolar" y apartar la creación de la
erudición. Señala cómo se persiste en el quietismo y en la inercia organizacional;
cómo se implanta una "pedagogía de la desesperanza" que frustra cualquier afán de
progreso colectivo o personal, y que consagra el desarrollo desigual de las regiones
colombianas y la marginalidad rural-urbana. Explica cómo se impide en la propia
escuela la formación de ciudadanos pacíficos. El inventario de incongruencias y
problemas educacionales es largo y decepcionante: refleja preocupaciones justificadas
del autor que muchos pedagogos comparten, fenómenos que vienen desde hace
tiempo y que ni ministerios ni reformas sucesivas han logrado superar.
Los trabajos que se presentan en esta compilación han sido clasificados temáticamente
para facilitar la consulta y la lectura, aunque de esta manera se sacrifique una
ordenación cronológica que habría facilitado la lectura por formas de investigación.
Pero el propósito fundamental es que la recolección de estas investigaciones sea útil
como un diagnóstico de la educación colombiana durante la época de su
modernización: ¿qué sucede con nuestra educación desde el momento en que el país
hace su entrada a la modernidad y la asistencia de los jóvenes a la escuela deja de ser
un hecho elitista para dar comienzo a la rápida expansión de la escolaridad? ¿Cómo
podemos comprender mejor la situación actual de la escuela, desde la primaria hasta
la universidad, a partir de los procesos de su nacimiento, de su transformación y de su
mayor o menor grado de vinculación con la modernidad de la sociedad colombiana?
¿Cumple la escuela colombiana con la función que se le ha adjudicado de ser motor
del desarrollo y la modernización? Cuál es la naturaleza del conocimiento que se
maneja en la escuela: ¿es contemporáneo o se halla anclado en el pasado? ¿Está la
escuela formando ciudadanos para una sociedad democrática, pacífica, moderna, para
la rapidez de nuestro tiempo, o dentro de sus paredes, en su quehacer cotidiano, se
cultiva una cultura de la violencia? ¿Cuál es la situación social de los jóvenes que
asisten a nuestras instituciones escolares? ¿Es la escuela colombiana un efectivo canal
de movilidad social para los jóvenes de los grupos populares o se ha transformado en
una institución que justifica la desigualdad? ¿Cómo es la vida profesional de los
maestros colombianos, cómo se forman, cómo trabajan, cómo migran, cómo conciben
su profesión, qué papel han desempeñado en la evolución de la escuela colombiana?
Cómo vive nuestra escuela modernizadora el mundo rural colombiano: ¿se adapta, lo
comprende, lo avasalla? ¿Cómo trabaja la escuela en los barrios marginales de
nuestras ciudades, cómo responde a los desafíos culturales que crea la desigualdad
social? ¿Qué consecuencias tienen en la universidad los agudos procesos de expansión
y diversificación? ¿Cómo surge una comunidad científica en la universidad? ¿Qué es
una universidad de masa? ¿Cuáles son los asuntos fundamentales de la escuela y la
sociedad que es necesario considerar cuando se habla de la calidad de la educación?
Estas y otras preguntas de naturaleza similar son el tema de las investigaciones que se
presentan compiladas en cuatro volúmenes: Estudiantes y maestros, La escuela rural,
La escuela urbana, La universidad. El conjunto de las investigaciones incluidas en los
cuatro volúmenes intenta dar una visión global de la educación colombiana durante
las casi seis décadas del inestable y confuso proceso de modernización que ha
experimentado el país entre 1935 y 1995.
He reunido estos escritos con la esperanza de que sean útiles, reflejos de un momento,
de un tiempo, ayuda para el entendimiento del mundo escolar que habita en la
sociedad colombiana contemporánea, intento de comprensión de las raíces a partir de
las cuales deberá correrse la aventura de crear la nueva escuela del próximo siglo.
Espero que sirvan para iluminar el trabajo de los docentes en sus escuelas y también
como memoria sociológica y etnográfica de una etapa de la vida nacional. Espero que
sirvan de incentivo para el trabajo que sigue y que ya un grupo de colegas realiza con
entusiasmo e imaginación. Pero sobre todo espero que la investigación de la vida
escolar, de la educación, la hagan próximamente los maestros mismos, para que se
constituyan en protagonistas de la comprensión y la transformación de su propio
mundo, en creadores del conocimiento que necesitan para mejorar la calidad de la
educación, para educar mejores hombres y mujeres, para realizarse profesionalmente
y ser así seres humanos más felices.
PRIMERA PARTE
LOS ALUMNOS, LA EDUCACIÓN
Y LA MODERNIDAD
Uno de los ejes sobre los cuales se puede clasificar el trabajo sociológico es el que
marca los flujos de interés por el estudio del individuo y los reflujos de interés por el
análisis de la sociedad. El estudio del individuo y de las formas o se inserta en el
funcionamiento social ha sido planteado desde sus comienzos por los fundadores de la
disciplina: Weber se interesó por las ideas religiosas y su práctica individual,
Durkheim por las relaciones entre la sociedad y la conciencia individual, Simmel por
el desarrollo de sentimientos personales como la gratitud y la fidelidad en contextos
sociales. También George H. Mead y Charles Cooley y la escuela de la psicología
social han trabajado problemas de socialización, del yo social, y otras visiones de la
sociedad construidas a partir de la relación con el individuo. Son fenómenos que caen
dentro del área que la sociología ha englobado tradicionalmente como "sociedad,
altura y personalidad", que se refiere a los procesos de socialización y trata de
responder la gran pregunta de cómo el hombre llega a hacerse un ser social. En las
últimas décadas la sociología, específicamente la latinoamericana y la colombiana, ha
dirigido su interés casi con exclusividad hacia el estudio de la estructura social y hacia
la búsqueda de las grandes leyes históricas que el movimiento de las sociedades. Esta
circunstancia ha llevado, por razones de preferencia teórica o de posición política, a la
minimización, y en algunos casos a la exclusión, de los asuntos que se refieren al
individuo. Por el mismo camino se han privilegiado en la sociología colombiana dos
tipos de orientaciones metodológicas: el análisis histórico de fenómenos sociológicos
y la cuantificación de características individuales cuya manipulación estadística
pretende llegar a formular leyes abstractas sobre la conducta humana.
Los hallazgos de estas tendencias sociológicas deben, por supuesto, tener en cuenta y
asimilarse a las búsquedas que se inician. Pero su uso maniqueo debe superarse. Es
necesario reaprender la lección de Robinson Crusoe: el hombre dondequiera que vaya,
inclusive a la soledad, lleva consigo, dentro de sí mismo, la sociedad que lo hizo ser
social.
Esta mirada, la mirada desde la subjetividad, sugiere dos caminos que ofrecen una
gran riqueza al sociólogo: el camino antropológico de la historia de vida, de la
entrevista a profundidad, y el camino de la literatura y de su enorme sagacidad, de su
capacidad de premonición para descubrir entre el caos de la compleja vida
contemporánea lo fundamental que le pasa al individuo, los caminos apenas
insinuados de la mente y de la acción.
La posición que los miembros o grupos de una sociedad ocupan en ella ha originado
por lo menos dos tipos de análisis principales: el análisis de clase y el análisis de
estratificación. Estas dos orientaciones teóricas parten de supuestos diferentes y, en la
literatura sociológica de este siglo, han llevado a conclusiones diversas y hasta
contradictorias sobre las características de las sociedades a que se aplican.
La teoría marxista de las clases parte, viéndola de manera muy general y simplificada,
de la posición de los grupos de la sociedad en cuanto a la posesión y control de los
medios de producción hasta llegar a las diferentes situaciones o coyunturas históricas
que condicionan su dinámica en la lucha de clases. El tratamiento de las teorías sobre
estratificación, por el contrario, parte de una jerarquización de los individuos, y en
algunos casos de los grupos, dentro de un espacio social, jerarquización que se basa en
las escalas de prestigio adjudicadas a posición. Supone, en su parte dinámica, la
existencia de una movilidad de los miembros o grupos de individuos entre los estratos
según su habilidad para obtener posiciones de mayor prestigio. Una orientación se
basa en la necesaria situación de conflicto entre las clases otra en la existencia de un
consenso global sobre las metas y la organización de la sociedad.
1Véase por ejemplo, Rodolfo Stavenhagen, Las clases sociales en las sociedades agrarias (México, Siglo
XXI, 1969).
Los elementos teóricos básicos de la estratificación parten de la postulación de un
espacio social dentro del cual los individuos se organizan y jerarquizan de acuerdo
con una línea de prestigio de las diversas posiciones o status-roles. Aparece así el
primer problema: la configuración de las escalas de prestigio conferidas a cada
posición o grupo de posiciones. Claramente, la escala de posiciones tiene un sesgo de
clase, es dada por los grupos dominantes en la estructura social en una sociedad y
momento dados. Por esta razón los sistemas de estratificación no pueden ser
abstractos y ahistóricos, aplicables a todas las sociedades en distintas situaciones. El
análisis de estratificación debe, pues, ser dirigido al entendimiento de sociedades
concretas en momentos históricos concretos de desarrollo. La estratificación puede ser
entendida solamente en términos de sociedades específicas con procesos específicos
de cambio social.
El espacio social se entiende como una serie de posiciones ofrecidas por la sociedad
que deben llenarse para lograr su funcionamiento. Los miembros de la sociedad, por
medio de una serie de criterios dados por su estructura social, llenan estos espacios y
se colocan o cambian de posiciones según su habilidad y sus oportunidades. Se tienen
así posiciones-roles altos, intermedios y bajos. Los individuos pueden entonces
moverse entre ese espacio y se habla de movilidad social, que puede ser de tres tipos:
1) movilidad horizontal o cambio de status por otro de igual prestigio; 2) movilidad
vertical que puede ser de ascenso o descenso dentro de los status del espacio social; 3)
movilidad espacial, que incluye el elemento ecológico y que puede tener
implicaciones para la movilidad vertical por cuanto unos espacios físicos pueden tener
un mayor grado de prestigio que otros (p.e., la ciudad que el campo, un área
residencial que otra).
La movilidad social como fenómeno social parte, pues, de dos elementos: uno real y
objetivo en cuanto se da históricamente una diversificación del contenido interno de
las clases inducido por cambios en los elementos dominantes de su estructura social, y
otro ideológico que es real en cuanto influye en el mantenimiento o cambio de la
estructura social, pero no objetivo necesariamente en cuanto puede aplicarse
solamente a algunos grupos y no a otros o en cuanto su sentido puede estar
distorsionado por la forma como está organizada la estructura social.
Así pues, la movilidad social como proceso real de una sociedad no puede entenderse
cabalmente si no se la ubica dentro de su estructura social y de los cambios básicos de
esa estructura social históricamente concebida. Por esto se hace imperativo trazar los
grandes rasgos de la sociedad en que se ha desenvuelto el proceso de movilidad social,
las reorganizaciones objetivas de la estratificación de la población. De esta manera
puede llegarse a una visión más clara del significado real de la estratificación y la
movilidad social, de los fenómenos de creación de imagen sobre la función del
aparato educativo y sobre el grado de fluidez o de rigidez que una situación histórica
concreta permita a la sociedad.
2
Gustavo de Roux, "Origins of Rural Unrest in Colombia" (Ph. D. Diss., University of Wisconsin, 1974).
Susana Lastarria, "The Process of Rural Proletarianization in Colombia" (Marters Thesis, University of
Wisconsin, 1974). Véase también, A. Berry, Unemployment as a Social Problem in Urban Colombia:
Same Preliminar}/ Hi/pothesis and Interpretations (Economic Growth Center, Yale University, Discussion
Paper, NIJ 145, pp. 55 y 101).
3
Esto aparece más claro cuando se compara la distribución de egresados universitarios por rama entre
1921-1926, período anterior a la modernización educativa, y 1965-1968. Puede verse que las carreras
tradicionales (derecho, medicina e ingeniería) representan el 94,8% de los egresados en 1926 y solamente
el 51,2% en 1968. A su vez las profesiones de tipo "moderno" como la economía y la administración, las
ciencias sociales y la educación, pasan de no tener egresados en 1926 a contabilizar el 30,6% del total de
egresados en 1968. Véase Asociación Colombiana de Universidades y Fondo Universitario Nacional,
Investigaciones estadísticas especiales, Vol. XXXII, 1968; Estadísticas relativas a la educación superior
en Colombia, 1967; Estadísticas de la educación superior en Colombia, 1968; Estadísticas básicas de la
educación superior, 1965.
Este análisis puede centrarse en las funciones predominantes que el aparato educativo
cumple dentro de las transformaciones de la estructura social, dado que a nivel
ideológico se la considera como el canal de movilidad por excelencia. El aparato
educativo dentro de una concepción global de la sociedad cumple dos funciones
predominantes: creación y transmisión de formas ideológicas sobre la sociedad, su
estructura, su funcionamiento, su institucionalización, su justificación. Este elemento
se transmite generalmente a través de una serie de vehículos prácticos tales como los
textos educativos. Su análisis se ha realizado generalmente por medio de estudios de
contenido. Una segunda función del aparato educativo está vinculada más
directamente a los cambios en la estructura económica y se refiere a lo que
comúnmente se llama formación de recursos humanos, la función de entrenamiento de
una proporción de la población en actividades que requieren conocimientos especiales
y que llegan a ser de importancia para el funcionamiento y avance de la economía.
Aquí se ubica principalmente a la educación como canal de movilidad dado que, a
nivel teórico, un mayor entrenamiento deberá conducir a la consecución de posiciones
más altas dentro del sistema de estratificación social.
4
. Luis Ugalde, "La ambigüedad de la esperanza de los cristianos, la utopía y la translación de la realidad
latinoamericana", en Moncada y otros, Liberación en América Latina: encuentro teológico (Bogotá,
Servicio Colombiano de Comunicación Social, 1971
construcción de vías para la exportación, los amagos de industrialización primero y su
creciente importancia posteriormente, la urbanización y la introducción de formas
ideológicas pertenecientes a la economía liberal europea.
EL PROCESO DE INDUSTRIALIZACIÓN
Se esperaba que este proceso de crecimiento hacia afuera sacara a las economías
primarias de su situación de dependencia de estos productos y diversificara la
economía, reforzándola. El crecimiento hacia adentro empezó con la sustitución de
importaciones de bienes de consumo más fáciles de producir. Cuando esta sustitución
llegó a un punto de saturación se hizo necesario pasar a la fabricación de bienes de
producción. En este momento se encontró que la maquinaria, los bienes intermedios y
las materias primas para la industria tenían que ser importadas de los países
5
Fernando Cepeda, "El impacto de las agencias internacionales en el desarrollo legal y político en
Colombia" (es parte de un estudio comparativo con base en estudios de caso sobre Colombia, Pakistán y
Turquía, auspiciado por el Carnegie Endowment, y el International Legal Center), 1972. Publicación en
preparación.
6
Humberto Rojas, "El Frente Nacional, ¿una respuesta al subdesarrollo?", en Rodrigo Parra (ed.), La
dependencia externa y el desarrollo político de Colombia (Bogotá, Universidad Nacional, 1970). Aníbal
Quijano, "La urbanización de la sociedad en Latinoamérica", Revista Mexicana de Sociología, Vol.
XXIX, N° 4, octubre-diciembre de 1967.
industrializados. Se pasó así a una nueva forma de dependencia. Esta tendencia en la
estructura de las importaciones se hizo seriamente presente desde comienzos de la
cuarta década de este siglo, cuando la economía colombiana había ya montado una
estructura básica industrial y pasaba a la fabricación de bienes de producción.
Millones de personas8
Incremento del empleo total 35,7
Incremento del empleo agrícola 12,2
Incremento del empleo no agrícola 23,5
Incremento del empleo industrial 5,3
Incremento del empleo en otras actividades 18,2
urbanas no industriales
Por otra parte, cuando se considera a Colombia, la participación del empleo industrial
en el total del empleo no agrícola ha disminuido relativamente lente desde un 48 hasta
un 28% (este descenso es el más grande en América Latina) para el período
7
Peter Dorner, "Needed Redirections in Economic Analysis for Agricultural Development Policies",
American Journal of Agricultural Economics, Vol. 53 (February, 1971) pp. 12-13. En la nota 14 Dorner
afirma: "El problema es doble si, como Singer ha anotado, los procesos de producción y de inversión son
realmente controlados por extranjeros. Los principales multiplicadores secundarios, que los textos nos
enseñan que hay que esperar de la inversión, tienen lugar no donde se realiza físicamente la inversión
sino (en cuanto el resultado de estas inversiones regresa directamente al país de origen) que tienen lugar
en el lugar de donde provienen las inversiones. Yo sugeriría que si este efecto multiplicador es un buen
indicador de la inversión, en forma de adiciones acumuladas de ingreso, empleo, capital, conocimiento
técnico y crecimiento de las economías externas, entonces una buena parte de las inversiones en países
subdesarrollados que tradicionalmente hemos considerado como inversiones en el extranjero, deberían en
realidad ser consideradas como inversiones internas por parte de los países industrializados".
8
Naciones Unidas, El proceso de industrialización en América Latina (Nueva York, Naciones Unidas,
1965), p. 44
comprendido entre 1929 y 1960. Es decir la participación de la industria en la creación
de empleo no es solamente baja sino descendente en comparación con los otros
sectores no agrícolas. Esto ha llevado al fenómeno llamado "sobreterciarización" del
empleo urbano y a la hipertrofia de las "masas marginales"9.
9
Paul Baran, La economía política del crecimiento (México, FCE, 1958). José Nun, "Superpoblación
relativa, ejército industrial de reserva y masa marginal", Revista Latinoamericana de Sociología, Vol. V,
N° 2 (julio de 1969). Rodrigo Parra, "Marginalidad y subdesarrollo", Razón y Fábula, N° 25 (mayo-junio
de 1971). Bogotá, Universidad de los Andes.
El deterioro de los términos de intercambio redujo el posible flujo de capitales hacia
Colombia y contribuyo en cierto grado a disminuir el ritmo de crecimiento industrial.
Dentro de este proceso se gesta la entrada de una nueva forma de industrialización al
país, que implica fuertes cambios en cuanto a la posesión del capital y al tipo de
productos: la corporación multinacional. Este proceso comienza con fuerza
significativa en la década de los cincuenta. Conjuntamente se da un crecimiento del
crédito internacional y de la ayuda externa que se dirige en especial a la construcción
de la infraestructura física y humana necesaria para el desarrollo industrial de nuevo
tipo10. Estos fenómenos moldean las estructuras ocupacionales, la red urbana nacional
10
Un análisis extenso de estos fenómenos puede verse en Rodrigo Parra, La división del trabajo en una
sociedad dependiente (en preparación).
y dan una nueva cara a la educación como aparato estatal y privado encargado de
entrenar los recursos humanos para la nueva forma de desarrollo.
EL PROCESO DE URBANIZACIÓN
Las diferencias urbano-rurales son antes que todo formas de organización ecológica y
socioeconómica de la vida humana, formas que no solamente coexisten sino que están
en permanente interrelación. Esto quiere decir que no pueden ser tomadas como dos
polos de un continuum sino como dos sectores de la misma unidad estructural. No es
entonces posible estudiar lo que pasa en un sector sin establecer las relaciones y
conflictos con el otro11.
Dentro de este sentido del proceso de urbanización se discuten dos ideas acerca de su
desarrollo y sus características: 1) La estructura urbana, también llamada red urbana,
ha sido básicamente condicionada por los intereses de economías extranacionales, por
medio de dominación política o económica predominantemente y que ha contribuido
de manera sustancial a conformar lo que se llama "un país de ciudades". 2) A nivel
interno la sociedad ha sufrido un proceso de urbanización en sus formas de
organización. Así la economía, en sus áreas estratégicas, se ha ido trasladando de lo
rural a lo urbano, se han ido urbanizando los centros de poder político, los valores, la
población, se ha ido trasvasando la dinámica económica desde los hacendados y
terratenientes hacia la burguesía industrial y financiera. Resulta por eso interesante dar
una mirada rápida al desarrollo de este proceso dentro del contexto de la historia del
país.
Desde los principios del régimen colonial español la fundación de pueblos y ciudades
obedeció a un patrón muy claro. Las ciudades eran fundadas y sobrevivían o crecían
donde se daba una de las tres condiciones siguientes: 1) Donde existía la potencialidad
de explotación de minas plata, especialmente. Aunque la riqueza minera de Colombia
no podía de ninguna manera compararse con la del Perú, por ejemplo, las minas de
Antioquia, Cauca y Chocó sí permitieron la fundación y subsistencia de una serie de
centros urbanos y justificaron la importación de mano de obra esclava. La minería
colombiana, sin embargo, no tuvo el popel más importante en la configuración de la
estructura urbana durante el período colonial español. 2) Donde había mano de obra
nativa para explotar la tierra. Este es un factor muy importante, ya que los arreglos de
la tenencia de la tierra se basan en una economía con empleo intensivo de mano de
11
Aníbal Quijano, "La urbanización de la sociedad en Latinoamérica", Revista Mexicana de Sociología,
Vol. XXIX, N° 4 (octubre-diciembre de 1967), p. 690.
obra y con una oferta escasa. Era una situación de subpoblación relativa. Por otra
parte, el complicado aparato de la administración colonial española debía ubicarse en
lugares donde la mano de obra existente permitiera también la explotación de la tierra
y la producción agrícola necesaria para abastecer los centros urbanos. Ejemplos de
este tipo de ciudades serían Bogotá, Popayán, Pasto. 3) Posiblemente el factor
condicionante más importante para la conformación de la estructura urbana fue la
posición estratégica para la defensa, el transporte y el comercio entre España y la parte
norte central de Suramérica. Colombia era la entrada natural hacia el Perú, el lugar
minero de mayor importancia en Suramérica. Por esto se explica el crecimiento de
Cartagena como puerto principal y oficial en el Atlántico y como fuerte militar. Esta
misma razón impulsa más tarde el crecimiento de Barranquilla y los puertos fluviales
a lo largo del río Magdalena, que se convirtieron en la forma principal del transporte
entre la Costa y el interior del país. Tal situación creó una infraestructura física de
comunicaciones que hizo más fácil el comercio entre Bogotá España y posteriormente
Londres, que entre las diversas regiones colombianas que presentaban un alto grado
de aislamiento las unas con las otras12. Claramente el sistema de transporte fue
construido para facilitar intereses comerciales europeos y no para lograr la
conformación de red vial interna.
Existe una notable excepción a esta tendencia general: la región oriental que
comprende los actuales departamentos de Santander y Norte de Santander,
aproximadamente. La economía de esta región no estaba orientada básicamente hacia
España, desarrolló una fuerte artesanía textil, creó un mercado interno de
considerables dimensiones y una red de centros urbanos. Se convirtió en la región más
próspera de entonces. Su desarrollo, por otra parte, fue funcional para España por
cuanto las manufacturas producidas no competían con las importadas y sí contribuían
al mantenimiento de una economía de autosuficiencia en ciertas materias, lo que
disminuía los costos de mantenimiento del imperio a la corona española13.
Sin embargo, con el cambio sufrido por el país hacia la nueva forma de dependencia,
la exportación de materias primas, la importación de productos manufacturados, junto
con la adopción de políticas de libre comercio, se arruinó la artesanía de la región. Los
centros urbanos que habían crecido como fruto del auge artesanal y agrícola
(especialmente Pamplona, Girón, San Gil, el Socorro) perdieron mucha de su
importancia y se estancaron. Este proceso es claramente descrito por Luis Eduardo
Nieto Arteta, en sus palabras:
En el oriente la situación era muy distinta. Hubo una evidente colonización. No hubo
conquista... Se creó en el oriente una economía agrícola de pequeños campesinos. No
hubo latifundios. No podía haberlos. No se encontraron minas de oro ni de plata. No
se introdujo, en consecuencia, el negro. No hubo mestizaje. No se conoció la
12
Luis Eduardo Nieto Arteta, El café en la sociedad colombiana (Bogotá, Breviarios de Orientación
Colombiana, 1958), p. 19. José Raimundo Sojo, El comercio en la historia de Colombia (Bogotá, Cámara
de Comercio de Bogotá, 1970).
13
Rodrigo Parra, La división del trabajo en una sociedad dependiente (en preparación).
esclavitud. Hay una producción agrícola cuantiosa para la época. Se forman las
manufacturas. Predominan los textiles porque transformaban el algodón cultivado en
la misma región. La economía agrícola del oriente en la época en que se analiza no
estaba orientada hacia el mercado exterior. Hay un consumo intenso por las
manufacturas, de la producción agrícola. Hay un mercado local amplio para los
víveres y los alimentos que se cultivan. Esa vigorosa vida económica del oriente
suscita sus naturales efectos. Hay una rica existencia urbana. Las ciudades tienen
nombres castellanísimos: Pamplona, el Socorro, San Gil, San Juan de Girón. Se da
también una incipiente cultura. Por eso en la Expedición Botánica, empresa intelectual
orientada y dirigida por José Celestino Mutis, participan muchos colombianos del
oriente. Los que dirigen el movimiento emancipador, si se prescinde de unos pocos
próceres de Popayán y de la remota Cartagena de Indias, son colombianos oriundos
del oriente 14 . Desaparecieron las manufacturas del oriente. La política librecambista
de los radicales las eliminó. No pudieron resistir la ruinosa y victoriosa competencia
de las importaciones inglesas. El oriente retrocede hacia una economía de pocos
alientos... La economía colombiana se había transformado en una economía
productora de materias primas y de alimentos que se cambiaban por los artículos que
nos enviaba Europa y más tarde los Estados Unidos de América. Era la realización
plena de la anhelada división internacional del trabajo15
Hacia la mitad del siglo XIX, con el auge de la producción y exportación tabacalera
hacia Alemania e Inglaterra, se dio comienzo al crecimiento de las regiones
productoras, especialmente dentro del estado del Tolima16. Cuando la política
económica alemana favoreció la importación de tabacos de Borneo, las regiones
productoras colombianas se vieron sumergidas en una crisis económica. Los efectos
del auge y caída de la economía tabacalera en el proceso de urbanización pueden
observarse en el cuadro 3. El decrecimiento de las tasas anuales de población empieza
hacia 1860-1861 con la crisis del tabaco. A su vez, el crecimiento urbano de la zona
(concentración de población, división del trabajo creada por la transformación del
tabaco, crecimiento del sector terciario para servir una población urbana en aumento)
fue inducido directamente por el auge tabacalero en la misma forma en que el
estancamiento e inclusive decrecimiento de la población (emigración) fue también
inducido en parte inicial por un cambio en el mercado internacional. Por otra parte,
Colombia empieza de manera constante la exportación de café hacia la mitad del siglo
XIX, aunque solamente hacia finales del siglo toma importancia relativa de primer
orden en la economía del país. La economía colombiana es transformada por el café
durante la primera mitad del siglo XX. Así, en 1945 y en 1952 el café representó el 74
y el 80% respectivamente, del total de las exportaciones colombianas. La economía
colombiana se convierte así en una economía agrícola monoproductiva17 la hace
14
Nieto Arteta, op. cit., p. 64.
15
Ibíd., p. 66.
16
Luis F. Sierra, El tabaco en la economía colombiana del siglo XIX (Bogotá, Universidad Nacional,
1971).
17
Humberto Rojas, "El Frente Nacional, ¿solución al subdesarrollo?", en Rodrigo Parra (ed.), La
dependencia externa y el desarrollo político de Colombia (Bogotá, Universidad Nacional, 1970).
extremadamente vulnerable a las influencias externas18. Por parte, la importancia del
fenómeno cafetero fue tal que cambió las condiciones del crecimiento urbano del país.
… pero el café contribuyó aún más (que el tabaco) a la consolidación del sistema de
navegación basado en el río Magdalena. El comercio del café estimuló también la
construcción de ferrocarriles. Los ferrocarriles conectaron los puertos sobre el río
Magdalena con las ciudades del interior del país: Bogotá y Puerto Salgar; Medellín y
Puerto Berrío; Bucaramanga y Puerto Wilches; Bogotá y Girardot. El occidente del
país se unió —por lo menos Antioquia, Caldas y el norte del Valle— al Tolima y la
parte oriental del país. El puerto de Buenaventura en el océano Pacífico, desde el cual
se puede comerciar fácilmente con los Estados Unidos, se volvió cada vez más
importante19.
18
Francisco Posada, Colombia: violencia y subdesarrollo (Bogotá, Universidad Nacional, 1969). Luis
Eduardo Nieto Arteta, Economía y cultura en la historia de Colombia (Bogotá,
Tercer Mundo, 1962).
19
Posada, op. cit., pp. 34-35. Nieto, op. cit., pp. 22-23.
Las expresiones urbanas de más importancia debidas básicamente al café son las
ciudades de Manizales, Pereira, Armenia y Buenaventura. Las tres primeras por ser
centros de la producción cafetera y la última por la importancia derivada de ser el
puerto principal de exportación del grano en el país20. La comercialización y
producción del café desarrolla así una infraestructura de comunicaciones
(ferrocarriles, navegación fluvial, carreteras) que une la zona cafetera, particularmente
las tres ciudades principales, a los medios centrales de comunicación con el exterior:
el río Magdalena, Barranquilla, Santa Marta y Cartagena, los puertos principales del
Una parte importante del excedente agrícola generado por el café se dedicó a
desarrollo industrial y a la importación de bienes intermedios y de producción. Se
produjo así una tendencia hacia la reubicación del capital desde el sector agrícola
hacia la industria urbana y desde algunas regiones hacia otras, donde se desarrollaba
la industria. Otra tendencia del flujo de capitales se dirigió hacia el comercio y los
servicios financieros, también los urbanos. Esta tendencia de inmigración de capitales
se concentró en las regiones donde existía la producción cafetera en principio:
Medellín (Antioquia), Cali (Valle), Bogotá (Cundinamarca), Caldas, Barranquilla
(puerto de exportación)21. La industria empezó a florecer en las ciudades de esas
regiones aunque de modo y con intensidad diferentes, y también con resultados
20
Mendoza y Olarte, Plan de desarrollo de Buenaventura: diagnóstico global (Cali, CVC,1973).
21
Nieto, op, cit., p. 27.
posteriores muy diversos cuando otros factores condicionaron el efecto inicial del
café. Efectivamente, hacia 1966 Bogotá, Medellín y Cali concentraban el 73% del
valor agregado industrial nacional, el 75% del empleo industrial con solamente el 58%
del total de la población urbana (urbano = 20.000 habitantes) y el 67% del total
nacional de los cheques pagados directamente o por compensación22.
22
Departamento Nacional de Planeación, El desarrollo socioeconómico colombiano: diagnóstico y
política, Documento DNP, 472, URH, marzo de 1970.
23
Camacho, op. cit.
El auge de la producción industrial, caracterizada por ser producción para el consumo
interno y no para exportación, requiere un mercado interno de consumidores. Estos
consumidores se hallan principalmente en los centros urbanos y conforman lo que se
ha dado en llamar las "clases medias". Las áreas rurales tienen una capacidad mínima
de consumo y expansión.
CUADRO 5
COLOMBIA: PORCENTAJE DE POBLACIÓN URBANA, 1938-1964
CUADRO 6
COLOMBIA: TASA DE INCREMENTO DE LA POBLACIÓN RURAL Y
URBANA, 1938-1964
Los centros urbanos colombianos pueden ser calificados en tres grandes categorías
según hayan experimentado un proceso de crecimiento, estabilidad o decrecimiento en
las tres últimas décadas. 1) Los centros urbanos de menos de 10.000 habitantes han
disminuido en la proporción que ellos representan en el total de la población urbana
desde un 51,79 en 1938 hasta un 33,78% en 1951 y un 21,30% en 1964. 2) Los
centros entre 10.000 y 100.000 habitantes han permanecido más o menos estables en
su proporción durante el período: 25,61, 28,21 y 27,46%, respectivamente. 3) Los
centros de más de 100.000 habitantes en cambio registran un incremento considerable:
desde un 22,60% en 1938, a un 38,10% en 1951 y hasta un 51,24% en 1964. Estas
cifras muestran la tendencia hacia el desequilibrio de crecimiento en la red urbana
nacional. Los centros llamados intermedios no dan muestra de desarrollarse en
términos de población al mismo paso que las ciudades grandes. Por el contrario, las
ciudades pequeñas e intermedias están sufriendo un grave proceso de despoblación
relativa. Al tiempo es interesante notar que las ciudades con mayor crecimiento son
las que tienen más de 500.000 habitantes, las cuales obtuvieron el 14,29% del
incremento relativo durante el período 1938-1951 y el 17,78% del incremento entre
1951 y 1964. No solamente este incremento fue el mayor sino que aumentó entre los
dos períodos. La pérdida proporcional de población más grave la experimentaron los
pueblos de menos de 2.000 habitantes (9,32%) y los comprendidos entre 2.000 y
4.999 habitantes (6,43%). Otra forma de sondear el fenómeno es mirar los índices de
concentración de población que sufrieron también un incremento.
CUADRO 7
COLOMBIA: COPNMCENTRACION DE LA POBLACION EN AREAS
URBANAS POR TAMAÑO DE CIUDAD, 1938,1954, 1964
(Porcentajes)
Una primera aproximación a las raíces de esta forma de urbanización y las causas de
la selectividad del proceso en cuanto a centros urbanos específicos puede hacerse a
través de un análisis, muy general también, de la inversión extranjera y su ubicación 24.
Dentro de este contexto pueden también mirarse los llamados fenómenos de
sobreurbanización, particularmente su relación con el volumen de empleo creado por
la industria25 y la importación de tecnologías intensivas en capital26.
24
Para un análisis más detallado ver Rodrigo Parra, op.cit., mimeo.
25
Cepal (ECLA), Problemas y perspectivas del desarrollo industrial latinoamericano (Buenos Aires,
Solar-Hachette, 1964).
26
Oficina Internacional del Trabajo, Hacia el pleno empleo (Bogotá, Banco Popular 1970).
216, de las cuales el 93,9% están situadas en las cuatro ciudades principales: 48,6% en
Bogotá, 22,7% en Cali, 11,5% en Barranquilla y 11,1% en Medellín. Las demás
firmas industriales se localizan en el resto del país27.
27
US Department of Commerce, Bureau of International Commerce, American Firms, Subsidiaries and
Affiliates in Colombia, Washington, May, 1970.
28
Para una discusión detallada de los sectores véase Boletín Económico de América Latina, Vol. 2, N° 1
(febrero de 1957). También P.T. Bauer and B.S. Yamey, The Economics of Underdeveloped Countries
(Cambridge, J. Nisbet and Co. Ltd., 1957). Torcuato S. Di Tella, "Desarrollo económico y estructura
ocupacional. Revisión de la tesis de Colin Clark", en J.E. Hardoy and C. Tobar (eds.), La urbanización en
América Latina (Buenos. Aires, Editorial Instituto Di Tella, 1969).
El cambio más visible ocurrido en la estructura ocupacional colombiana es la
30
Para una discusión de este fenómeno en Colombia, véase Camacho, op. cit.
31
Véase Nun, op. cit.
32
Para un extenso análisis del populismo en América Latina, véanse Jorge Graciarena, Poder y clases
sociales en Latinoamérica (Buenos Aires, Paidós, 1968). Octavio Iann, o Colapso do Populismo no
Brasil (Rio de Janeiro, Editora Civilizcao Brasileiro, S.A., 1968). Torcuato di Tella, "Populismo y
reforma en América Latina", Desarrollo Económico, N° 16 (enero-marzo de 1965). Theotonio dos
Santos, Lucha de clases y dependencia en América Latina (Medellín, La Oveja Negra, 1970). Julio
Cotler, "Crisis política y populismo militar en el Perú", Revista Mexicana de Sociología, año 32, N° 3
(abril-junio de 1970).
33
Robert Redfield, The Folk Culture of Yucatán (Chicago, Chicago University Press, 1941). "La sociedad
folk", Revista Mexicana de Sociología, Vol. IV, N°4,1942.
34
Ferdinand Tonnies, Community and Society (Nueva York, Harper Torchbooks, 1963).
moderno35, feudal-capitalista36, y tratamientos de diferentes teorías sobre polos de
desarrollo37. Existen menos estudios sobre el fenómeno de intercambio regional a
nivel interno de la sociedad.
Los analistas y los hombres de acción de los países subdesarrollados han tomado esta
orientación y copiado más o menos indiscriminadamente los modelos de análisis para
aplicarlos en sus sociedades. Los gobiernos de los países subdesarrollados han
retomado estos planteamientos e incluyen en sus programas y en sus campañas
políticas planes que tienden a la creación de un hombre nuevo, capaz de vencer el
hambre y la pobreza generalizada. Se habla de obtener índices más elevados de
crecimiento económico, de disminuir el desempleo por medio de programas
educativos. Los frutos benéficos de la educación son interminables. La educación se
ha convertido en la nueva panacea. Casi es un sinónimo de desarrollo social. Se ha ido
creando así un consenso no solamente entre científicos sociales, educadores, filósofos
y toda clase de intelectuales sino también entre planificadores y políticos acerca de la
importancia y la necesidad prioritaria del desarrollo educativo, de su fuerza liberadora
y creativa en la difícil tarea del desarrollo. La educación se ha convertido en pocos
años en un elemento omnipresente, incuestionable y casi milagroso en retórica de los
programas de desarrollo. Los científicos sociales han desempeñado un papel
importante, básico, en la creación y propagación de esa imagen de la educación. Por
eso resulta vital revisar los efectos que ellos atribuyen a la educación dentro de la
35
Gino Germani, Sociología de la modernización (Buenos Aires, Paidós, 1969).
36
Aquí se incluye toda la gama de teorías o aplicaciones empíricas sobre América Latina, como la de la
sociedad dual para la cual la ciudad es capitalista y progresista y el área rural atrasada y feudal.
37
Franqois Perrox, L'economie du XXeme Siécle (París, Presses Universitaire de France 1964).
dinámica de la sociedad, todos los frutos que de ella se pueden cosechar, desde la
eliminación del hambre y el desempleo hasta el crecimiento económico y el control de
la subversión política.
Pablo González Casanova afirma que las categorías primitivas ofrecidas por las
ciencias sociales para el estudio del desarrollo de la sociedad humana pueden
resumirse en el análisis de la riqueza, el poder, los valores y la conciencia y la
explotación38. Las diferentes formas de explicación de la sociedad parten de una de
estas categorías o de una combinación de ellas. Puede afirmarse que el punto de
partida del análisis sociológico de cualquier escuela lleva implícita una orientación
que influye y condiciona la visión de una sociedad concreta que se estudie. De allí
arrancan las divergencias fundamentales de las tres grandes tendencias de análisis
dentro de las ciencias sociales: el empirismo, el marxismo y el existencialismo. A
partir de estas categorías se llega a niveles más concretos de análisis al trabajar con
hipótesis, dimensiones, variables e indicadores.
Por estas razones resulta conveniente presentar una clasificación de las funciones
predominantes de la educación formal, como han sido generalmente enunciadas por
los científicos sociales, en el proceso de cambio social y de desarrollo de las
sociedades occidentales, según las categorías propuestas por González Casanova.
Riqueza
a) La educación es una causa o una condición necesaria para el crecimiento
económico39.
b) La educación es una inversión a largo plazo40.
c) La educación es una medida del nivel de vida y del progreso de los pueblos41
d) La educación es una medida de modernización42
e) La educación es una causa del éxito en las actividades profesionales y un
factor decisivo en la movilidad social43
38
Las categorías del desarrollo económico y la investigación en ciencias sociales (México, Universidad
Autónoma de Mexico, 1967), p. 51
39
Oficina Internacional de Trabajo, Hacia el pleno empleo (Bogotá, Banco Popular, 1970) Aldo E. Solari,
Estudios sobre la sociedad uruguaya (Montevideo, Arca, 1965).
40
Marcelo Selowsky, "El efecto del desempleo y el crecimiento sobre la rentabilidad de la inversión
educacional: una aplicación a Colombia", Revista de Planeación y Desarrollo, Vol. 1, N° 2 (junio de
1969). R. W. Schultz, The Economic Value of Education (NuevaYork, Columbia University Press, 1963)
41
Centro Latinoamericano de Estudios en Ciencias Sociales, La situación social de la América Latina
(Buenos Aires, Solar Hachette, 1969). Una orientación similar puede observarse en las obras de Cepal
sobre asuntos educativos. Fernando Uricoechea, Modernización y desarrollo en Colombia: 1951-1964
(Bogotá, Departamento de Sociología, Universidad Nacional, 1967).
42
Daniel Lerner, The Passing of Traditional Society (Nueva York, The Free Press, 1964).
43
Seymour M. Lipset y Reinhard Bendix, Social Mobility in Industrial Society (Berkeley, University of
California Press, 1962). O.D. Duncan y P.M. Blau, American Occupational Structure (Nueva York, John
f) La educación es un factor que condiciona y es condicionado por la clase
social y el status44.
Poder
a) La educación es un factor condicionante de la participación política45.
b) La educación es un factor condicionante de la conducta electoral46
c) La educación es un factor condicionante de la afiliación a partidos políticos de
diferentes tendencias47
d) La educación es un mecanismo empleado para la preparación y reclutamiento
de nuevas élites que vengan a llenar los vacíos dentro de la clase dirigente o a
remplazar las que empiezan a desaparecer48
Valores y conciencia
Wiley and Sons, Inc., 1964). Richard F. Hamilton, Affluence and the French Worker in the Fourth
Republic (Princeton, Princeton University Press, 1967). Maurice Zeitlin, Revolutionary Politics and the
Cuban Working Class (Princeton, Princeton University Press, 1967). Solari, op. al., Centro de Estudios
sobre Desarrollo Económico, CEDE, Empleo y desarrollo en Colombia (Bogotá, Universidad de los
Andes, 1968).
44
Neal Gross, "The Sociology of Education", en Robert K. Merton et al. (eds.), Sociology Today (Nueva
York, Basic Books, 1959). Gerhard Lensky, Power and Privilege: A Theory of Social Stratification
(Nueva York, McGraw Hill, 1969). S.M. Lipset, Political Man (Nueva York, Doubleday and Company,
1963).
45
Donald R. Matthews y James W. Prothro, Negroes and the New Southern Politics (Nueva York,
Harcourt, Brace and World, Inc., 1966). Lipset, Political Man. Lester W. Milbrath, Political Participation
(Chicago, Rand McNally and Company, 1965). Milbrath trae una bibliografía de estudios que confirman
de una u otra manera la relación entre educación y participación política.
46
Bernard R. Berelson, P.F. Lazarfeld y W.N. McPhee, Voting (Chicago, The University Press of
Chicago, 1966). S.M. Lipset, "El comportamiento político de los estudiantes universitarios de las
naciones en desarrollo", en Memoria del VII Congreso Latinoamericano de Sociología, Sociología y
sociedad en Latinoamérica (Bogotá, Asociación Colombiana de Sociología, 1967).
47
Henry Valen y Daniel Katz, Political Pnrties in Norrwy (Oslo, Universite forlaget Tavistock
Publications, 1964). Samuel J. Eldersveld, Political Parties: A Behavioral Analysis (Chicago, Rand
McNally and Company, 1964).
48
A. Solari, op. cit.
49
S.M. Lipset and A. Solari, Élites in Latín America (Nueva York, Oxford University Press, 1967).
50
Lipset, Political Man; Zeitlin, op. cit.; Hamilton, op. cit., American Sociological Review, XXX (febrero
de 1965). Richard F. Hamilton, "Working Class Authoritarianism", Papers of the XVIII World Congress
of Psychology (Moscú, 1966).
51
Zeitlin, op. cit. Hamilton, Affluence and the French Worker in thc Fonrth Republic.
52
Lipset, Political Man.
e) La educación es un factor condicionante de la satisfacción en el trabajo53
Tal vez la tesis en que se ha insistido más en Colombia con respecto a la educación y
sus relaciones con el desarrollo es su papel como canal de movilidad social. Esto
convierte la educación en un mecanismo de igualdad, por lo menos en el nivel de las
oportunidades. Se afirma que el desarrollo y la prosperidad del país significan
mayores oportunidades para todos, especialmente para lo que se denomina los grupos
menos favorecidos. La educación se convierte así en la esperanza, en la posibilidad de
una vida mejor a nivel individual, en un mecanismo de ascenso para los desposeídos
53
Zeitlin, op. cit.
Por otra parte, la viabilidad del sistema educativo en las circunstancias actuales como
principal canal de movilidad para todos los miembros de la sociedad se ha defendido
vigorosamente debido a que los otros canales potenciales de movilidad están más o
menos ocluidos. Una mirada rápida a los canales más importantes de movilidad social
en Colombia da una idea más clara de las posibilidades que existen para el individuo o
para los grupos mayoritarios. Los canales que tradicionalmente se han considerado
más importantes en el país son los siguientes: económico, burocrático, militar,
eclesiástico y político54.
54
Camilo Torres R., "Violencia y cambios sociales", La Gaceta, año III, N°s 16-17 (septiembre-diciembre
de 1966).
55
Departamento Nacional de Planeación, "El empleo en Colombia: diagnóstico y recomendaciones de
política", Revista de Planeación y Desarrollo, Vol. II, N° 2 (junio de 1970).
56
Luis Ratinoff, "The New Urban Groups: The Middle Classes", en S.M. Lipset y A. Solari, Élites in
Latín America (Nueva York, Oxford University Press, 1967).
Se ha ido así configurando, empujado por el proceso económico y por una serie de
hechos de índole política y social, uno de los mitos más generalizados en la sociedad
colombiana durante las últimas cuatro décadas: la efectividad del sistema educativo
nacional como un canal de movilidad social y de promoción de la población para su
participación en la producción y en los beneficios del desarrollo. Una discusión breve
de algunos aspectos generales de las posibilidades ofrecidas por los otros canales más
aceptados de movilidad dará a su vez una idea del grado de rigidez que ha
desarrollado la estructura social y servirá como un indicador más de la importancia
que ha adquirido la educación como solución a las aspiraciones de mejoramiento de
nivel de vida creadas por los cambios en la economía.
El canal económico
57
DANE, "Colombia estadística" (plegable), Bogotá, 1968.
58
Carlos A García, ―Movilidad ocupacional, resultados de una encuesta‖, Bogotá CEDE, 1969.
59
Rodrigo Parra, ―El desarrollo y la movilidad ocupacional de los sectores medios en Colombia‖, Razón
y Fábula, Bogotá, N° 6 (marzo-abril de 1968).
Un indicador adicional de la inefectividad del canal económico para promover la
movilidad lo dan las tasas de desempleo. Tasas muy altas de desempleo sugieren
grandes dificultades para encontrar empleo y, por consiguiente, pocas probabilidades
de participación ocupacional y de mejoramiento de nivel de vida via ingreso personal.
De acuerdo con un estudio realizado por el CEDE para siete ciudades colombianas, en
1967 las tasas de desempleo fluctuaban entre el 9,8 y el 18,4% inclusive tasas de
desempleo abierto considerablemente más bajas que las encontradas pueden
considerarse alarmantes60.
60
CEDE, encuestas urbanas de empleo y desempleo. Citada en Departamento Nacional de Planeación,
―El empleo en Colombia: diagnóstico y recomendaciones de política‖, Revista de Planeación y
Desarrollo, Vol. II, N°2 (junio de 1970), p.159.
Teniendo una distribución tan desequilibrada en algunos de los aspectos económicos
más representativos, es muy difícil argumentar que el canal económico es un canal
abierto de movilidad social; por el contrario su conformación es reflejo, por una parte,
de la extrema dificultad de acceso de la mayoría de los colombianos a los recursos
productivos y, por otra, una condicionante fundamental de la rigidez de la estructura
social.
Las instituciones militar y eclesiástica pueden colocarse juntas por cuanto sus
características, en lo que respecta a proveer canales de movilidad, son similares. Tal
afirmación se basa en los siguientes puntos:
b) Debido a que por varias razones (el carácter de instituciones totales62, las
posibilidades de recompensas económicas, el mantenimiento del celibato, la
laicización del sistema de valores en la enseñanza secundaria y en la sociedad
urbana, especialmente) estas dos instituciones han sufrido una pérdida en su
capacidad de reclutamiento para sus seminarios y escuelas militares.
61
Francisco Leal Buitrago, "Política e intervención militar en Colombia", Revista Mexicana de
Sociología, año XXXII, Vol. XXXII, N° 3 (abril-junio de 1970), pp. 491-538.
62
Ervin Goffman, Asylums (Nueva York, Doubleday, 19).
Estos canales pueden también colocarse juntos, ya que son dos aspectos del mismo
fenómeno. Esto se debe a que las posiciones importantes en la burocracia son la forma
principal de recompensa que los partidos políticos tienen para distribuir a sus
miembros más activos. Una de las funciones de la contienda electoral de los partidos
tradicionales es obtener control del aparato estatal y lograr ubicar a sus representantes
en posiciones claves que lo refuercen nuevamente. Es decir, es una función de
movilidad ocupacional y política al tiempo. Por esta razón la movilidad burocrática y
política puede ser medida, aunque de manera muy general, observando las
posibilidades de movilidad entre los miembros más activos de los partidos políticos y
su participación en la estructura burocrática. La Universidad de los Andes realizó un
estudio de líderes de partidos políticos en Bogotá que incluyó líderes nacionales y de
barrio, y del cual se puede deducir su grado de movilidad.
La discusión anterior sugiere que las probabilidades de movilidad personal que ofrece
la estructura social colombiana son muy limitadas para la mayoría de la población.
Queda entonces por mirar el papel de la educación en cuanto a movilidad personal y
de grupos, canal que lleva la mayor fuerza dentro de los planteamientos ideológicos
acerca de la fluidez y de las oportunidades de la sociedad colombiana.
Esta sección intenta cumplir dos objetivos: a) presentar una discusión general de la
efectividad del sistema educativo y de los elementos ideológicos principales en que se
basan los planes del desarrollo educativo; b) someter a prueba empírica las
consecuencias de la estructura educativa en cuanto a movilidad social en dos áreas
previamente identificadas: la clase social y las diferencias urbano-rurales. Aunque
estas dos dimensiones, clase y rural-urbana, tienen características y mecanismos
diferenciables claramente, se presentan en forma conjunta debido a que la información
es generalmente recolectada así por las agencias encargadas de los servicios
estadísticos, pero sobre todo porque estas dos dimensiones han sido ampliamente
estudiadas en conjunto en la literatura sociológica. Adicionalmente, el análisis de estas
dos variables se hace de manera comparativa para mostrar los efectos independientes
de cada una.
De 770 matriculados:
505 empiezan segundo año
357 empiezan tercer año
263 empiezan cuarto año
216 terminan quinto año
Estas cifras indican la eficiencia interna del sistema educativo, según el grado de
escolaridad. Si el logro de los objetivos de la escolaridad según niveles se midiera en
términos de retención escolar, la inversión en educación sería una inversión muy
improductiva.
Si estas cifras se aplican a grupos de población con el fin de determinar el efecto del
sistema escolar en la comunidad, se podrían definir los siguientes grupos sociales
según nivel educativo:
El tercer grupo (238 por mil) es susceptible de cambio, participa en él, pero constituye
un grupo que debe ser empujado ya que su acción es de naturaleza reaccionaria. Este
grupo constituye un factor de atraso en el crecimiento económico. Sus miembros
tienden a consumir por imitación, y tienen más necesidades que posibilidades de
satisfacerlas. Los otros grupos, con algún nivel de escolaridad secundaria o
universitaria, son capaces de introducir cambios. El problema de crecimiento sería
entonces así para estos grupos:
¿Qué tan capaces son estos grupos de arrastrar los marginales del sistema educativo,
progresar ellos mismos y ayudar al país a crecer? Desde el punto de vista de la
escolaridad la población total de más de siete años tiene un promedio de 2,5 años de
escolaridad con qué producir y competir internacionalmente. Este es, en promedio, el
resultado obtenido a través del sistema educativo actual, en términos de escolaridad.
Lo dicho anteriormente significa que el crecimiento económico para una población
constantemente creciente, va a ser cada vez más difícil, casi imposible, si no se funda
en un desarrollo social que empiece como educación63 .
Las cifras de Planeación Nacional hablan por sí mismas. El sistema educativo excluye
al 881 por mil de la población total en edad escolar de cualquier posibilidad de
movilidad social y participación en el proceso de desarrollo (como lo entiende
Planeación). Esta situación deja solamente a un 119 por mil algunas oportunidades de
participación entre las personas que empiezan educación al nivel más bajo. Sin
embargo, el análisis y la interpretación que hace Planeación deben ser discutidos a
otro nivel. La incapacidad de la mayoría de la población para introducir
modificaciones en la estructura social puede ser rebatida de muchas maneras. Sería un
problema de definición de lo que se entiende por cambios en la estructura social. No
obstante, para tomar una medida aceptada generalmente de participación individual
puede mirarse el proceso electoral y observar la conducta al respecto del grupo
llamado marginal urbano64.
63
Departamento Nacional de Planeación, Plan de desarrollo económico y social, sector educación, 1970.
64
L. A. Pinto, Voto y cambio social: el caso colombiano en el contexto latinoamericano (Bogotá, Tercer
Mundo, 1971). John McCamant et al., Las elecciones del 17 de marzo en la ciudad de Cali (Cali,
Universidad del Valle, 1968). Santiago Araoz, La abstención electoral y la participación política (Bogotá,
Universidad Nacional, 1970).
Efectivamente, si la conducta electoral puede tomarse como un indicador de
participación política, resulta muy interesante considerar la tendencia a la
participación según líneas de clase durante las elecciones presidenciales de 1970. Los
datos se refieren a la votación en Bogotá y Medellín, las dos ciudades con mayor
población en el país. La estratificación se hizo con base en una clasificación de barrios
según sus estándares de vida. El cuadro muestra que el 75,81% del estrato alto votó
por Pastrana en Bogotá, comparado con el 8,32% que votó por Rojas. En Medellín el
74,2% del estrato alto votó por Pastrana y solamente el 7,56% por Rojas. En el estrato
bajo, Rojas recibió un porcentaje desproporcionalmente alto del voto, 64,5% en
Medellín en comparación del 23% para Pastrana. Cuando los votos de las áreas
marginales se contabilizan en Bogotá la diferencia es aún mayor: 11,78% para
Pastrana y 83,97% para Rojas. Adicionalmente, es importante notar que en contra de
la historia electoral colombiana los candidatos mostraban una cierta identificación por
las líneas de clase. En efecto, Pastrana y Sourdís obtuvieron una mayoría de sus votos
en los estratos altos al tiempo que el porcentaje de sus votos decrecía en los estratos
bajos. Betancur puede ser identificado como un candidato de la "clase media". Los
votos de Rojas crecen a medida que se baja de los grupos altos a los bajos.
Planeación afirma que "sus miembros son consumidores compulsivos por imitación y
tienen más necesidades que posibilidades de satisfacerlas". Sería más conveniente
asumir que esta afirmación no se refiere a una determinación de la conducta según las
teorías imitativas tipo Le Bon, lo que sería científicamente retardatario, sino a una
forma de dependencia económica y cultural (ideológica) de los estratos altos en que
ellos a su turno "imitan" grupos de países desarrollados.
65
Planeación Nacional, op. Cit.
66
Ibíd
El reconocimiento de este fenómeno es aportado por la misma oficina de Planeación
Nacional:
Hasta que llegan a la edad de trabajar (quince años), 940 de cada mil estudiantes han
sido excluidos del sistema y se han convertido en candidatos al desempleo y a
diferentes formas del subempleo.
Esta afirmación, sin embargo, constituye solamente una crítica interna al sistema
educativo y no una crítica que enlace tal situación con la situación general de
dependencia económica de la sociedad. Por esta razón Planeación puede pasar a
proponer reformas educativas aisladas del resto de las relaciones sociales y tratar la
educación como una condición necesaria para el desarrollo.
Las cifras empleadas son básicamente secundarias, obtenidas sobre todo por entidades
públicas encargadas del sector educativo. Algunas de estas cifras han sido
reordenadas, recodificadas o presentadas en categorías diferentes para hacer posible el
análisis. Como muchas de las cifras censales tienen un margen de error, no se pretende
hacer aquí una descripción exacta sin mostrar tendencias generales. Se supone que los
errores censales se distribuyen más o menos al azar y cuando se piensa lo contrario,
que exista alguna selectividad, se discute el fenómeno en el texto.
De acuerdo con los datos del censo nacional de 1964 el analfabetismo urbano era de
15% y el rural de 41,3%. El promedio de años de escolaridad era de 5,1 en el área
urbana y de 1,7 en el área rural67.
Las diferencias en favor de las áreas urbanas se amplían cuando se mira la forma
como los individuos con diferentes grados de escolaridad se distribuyen
espacialmente.
CUADRO 6
PORCETAJE DE INDIVIDUOSCON EDUCACIÓN PRIMARIA, SECUNDARIA Y
UNIVERSITARIA SEGÚN RESIDAN EN AREAS URBANAS O RURALES.
COLOMBIA, 1964.
Aun cuando existe una diferencia en cuanto a la educación primaria, la cual se acentúa
a medida que pasa el tiempo68, la diferencia realmente significativa se encuentra al
nivel de la proporción de habitantes con educación secundaria y se convierte en
realmente desequilibrada al entrar al nivel universitario69. Además, "en un período de
40 años70 las tasas de analfabetismo urbano disminuyeron a una cuarta parte de la tasa
original y las de analfabetismo rural a algo menos de la mitad, con el resultado de que
la distancia relativa entre lo rural y lo urbano aumentó en vez de disminuir"71.
Aún más, la edad promedio de los estudiantes en las áreas rurales y en las urbanas
muestra diferencias adicionales en favor de la población urbana, como puede verse en
el cuadro siguiente:
68
Alejandro Martínez, "La expansión de la escolarización en Colombia, 1933-1964".Trabajo presentado
al II Congreso Colombiano de Sociología, Bogotá, 1967.
69
Jaime Rodríguez, "El sistema de bachillerato colombiano y el cambio social". Trabajo presentado al II
Congreso Colombiano de Sociología, Bogotá, 1967.
70
Entre aproximadamente 1924 y 1964.
71
Germán W. Rama, El sistema universitario en Colombia (Bogotá, Universidad Nacional. 1970).
72
Rama, op. Cit., p. 12.
CUADRO7
EDAD PROMEDIO DE LOS ESTUDIANTES DE PRIMARIA SEGÚN LOS AÑOS
QUE CURSAN Y POR ZONAS RURAL Y URBANA. COLOMBIA, 1968
Una manera, aunque muy general, de medir el origen social de los estudiantes es
clasificarlos de acuerdo con el tipo de institución en que han estudiado. Así, de
manera general y con algunas excepciones, los que han asistido a colegios privados
pertenecen a estratos altos y medios, dado que las matrículas obran como un selector
según el grupo de ingresos a que pertenece la familia. La educación pública,
especialmente a nivel primario y secundario, puede de manera general identificarse
73
Theotonio dos Santos, T. Vasconi, M. Kaplan y H. Jaguaribe, La crisis del desarrollismo y la nueva
dependencia (Lima, Moncoloa, 1969). Rodrigo Parra S., "Marginalidad y sub-desarrollo", Razón y
Fábula, N° 25 (mayo-junio de 1971).
con grupos bajos. Resulta así interesante mirar la distribución de la matrícula
nacional entre instituciones públicas y privadas.
74
Departamento Nacional de Planeación, "Plan de desarrollo económico y social, sector educación", p. 4.
Este proceso es aún más evidente en el nivel universitario. De acuerdo con sus
características, la Universidad Nacional debería recibir una mayor proporción de
estudiantes provenientes de instituciones públicas, ya que tiene las matrículas más
bajas y la mayor variedad de carreras profesionales accesibles a grupos bajos.
75
Rama, op. cit., p. 65.
76
Las clases sociales y la admisión a la universidad" (El caso de la Universidad del Valle)". Monografía
de Licenciatura, Departamento de Sociología, Universidad Nacional, 1969, mimeo.
En este sentido debe considerarse cuánta escolaridad quiere cada estrato-y hasta qué
nivel desea. Los resultados pueden observarse en una muestra tomada en un barrio de
clase media en Bogotá. A medida que se su estrato social aumenta la diferencia entre
escolaridad real y escolaridad deseada.
Una vez más se observa que las oportunidades educacionales brindadas por la
estructura educativa son altamente discriminatorias en contra de los grupos ubicados
en posiciones inferiores en la escala ocupacional. Aunque la muestra a que se alude se
aplica solamente a un área de Bogotá y no puede tomarse como representativa de la
ciudad ni del país, sí sugiere el hecho de que aun en ciudades como Bogotá donde la
estructura educativa alcanza su mayor desarrollo en el país, y por lo tanto ofrece las
mejores oportunidades, las diferencias educativas para distintos estratos sociales son
enormes.
Es también muy factible que el punto de despegue sea una línea movible de acuerdo
con la calidad de la enseñanza. Sin duda que técnicas modernas de enseñanza, ayudas
audiovisuales, bibliotecas, laboratorios, maestros mejor entrenados elevarían la
calidad de la enseñanza. Y aún cuando, desde el punto de vista que se discute aquí, el
mover las líneas de despegue —por ejemplo a siete años—, indicaría una mayor
probabilidad, de movilidad social para más población, el hecho es que esta medida
tomó con base en datos de Bogotá, donde existe el aparato educativo técnicamente
más avanzado del país. Con estos criterios la situación del resto del país sería aún
peor.
Las cifras que se han discutido hasta ahora son cortes horizontales el tiempo que
apenas pueden dar una indicación de la situación, sin que indiquen la evolución del
fenómeno. Además la situación de las áreas rurales y urbanas ha sido discutida
generalmente de manera separada. Por eso resulta interesante mirar un indicador que
resuelve estos dos problemas estadísticos: un índice de las calidades de los maestros
de primaria que trate conjuntamente las calidades para maestros rurales y urbanos, de
instituciones privadas y públicas en un período de 28 años, desde 1940 hasta 1967.
Teóricamente los maestros con un grado son mejores, mejor entrenados. Se quiere ver
si los maestros graduados se distribuyen selectivamete o no en las escuelas privadas y
públicas, en las áreas rurales y urbanos durante el período de tiempo estudiado. Puede
así tenerse una indicación de la calidad de la enseñanza en contraste con los aspectos
básicame cuantitativos analizados anteriormente. Estos datos permiten un análisis
combinado de las características de la estructura educacional primaria (proporción de
maestros graduados) con las otras dos dimensiones pública o privada y rural o
urbana).
81
"El sistema de bachillerato colombiano", trabajo presentado al II Congreso Colombiano de Sociología,
Bogotá, 1967.
En el gráfico 2 y el cuadro 15 se muestra la evolución temporal de estas
características. El índice por categorías permite comparar estos fenómenos con la
evolución total del país por medio de un índice total de graduación de maestros.
1
Ado Solari, "La educación secundaria y el desarrollo de élites", en S.M. Lipset y Aldo Solari (eds.),
Élites in Latín America (Nueva York, Oxford University Press, 1967), pp. 457-463. Aparecida Gouveia,
"Ocupación y desarrollo: opiniones de maestros de escuelas secundarias", en Lipset y Solari, op. cit., p.
458.
Entre 19553 y 1965 el porcentaje de estudiantes que asistían a escuelas primaria en
Colombia aumentó en 35%, la educación secundaria se incremento en 121% y la
universitaria en 76%2. Este esfuerzo hacia la popularización de la educación
representa un avance, aunque muy rudimentario, dado el carácter elitista de la
institución educativa. La característica más sobresaliente de este cambio es su
persistente correlación con los reajustes de poder de los diversos grupos que actúan en
la sociedad colombiana. El hecho de que el incremento mayor se haya presentado
dentro de la educación secundaria es bien significativo. Efectivamente, la educación
secundaria es un fenómeno típicamente urbano en Colombia. Con el comienzo de la
industrialización y el incremento de las ocupaciones dentro del sector terciario de la
economía, las áreas rurales perdieron importancia como centros de la economía
nacional y pasaron a una situación de marcada dependencia de la ciudad3.
Es en este punto donde el proceso de expansión escolar del país se relaciona con las
formas de dependencia externa e interna. El crecimiento acelerado de su clase media y
el decrecimiento relativo del sector obrero urbano son frutos de un desarrollo
independiente de la industria dentro del área nacional que, a su vez, impulsa el
incremento de los sectores de población en estado de marginalidad. El crecimiento de
las clases medias surge como consecuencia de procesos de modernización más
acentuados que el crecimiento económico real, otro hecho ligado a la dependencia
externa. Así mismo, la dependencia interna concebida como un conjunto de relaciones
estructurales entre una metrópoli y las áreas funcionalmente vinculadas a ella, crea
una situación de subdesarrollo en el mundo rural que se expresa en este caso como
una creciente desventaja en plano educativo.
(...) en Colombia en 1964, el 36% de las personas de cinco años y más de edad
fueron registradas en el censo general "sin educación". Del total de 9.245.555
personas con educación un conjunto de 7.920.577 habitantes tenían solamente
educación primaria (84,6% del total de personas con educación). Si a esta
última cifra se suman los 5.153.206 que no tenían educación alguna, da un
total de 12.973.783 personas que no tenían educación alguna o que tenían
solamente educación primaria. Esta cifra representa el 90,1% de las
14.398.761 personas que tenían cinco y más años de edad4.
2
W. Stanley Rycroft y Martle M. Clemmer, A Factual Study of Latín America (Nueva York, Commission
of Ecumenical Mission and Relations. Final Report, The Culture of the Americas: Achievements in
Education, Science and the Arts. Sept. 29,1963), pp. 164-174. Adaptado de Rycroft, op. cit., p. 165.
3
Aníbal Quijano Obregón, "La urbanización y las tendencias de cambio en la sociedad rural
latinoamericana", ECLA, 1967, mimeo.
4
Jorge Graciarena, "La oferta profesional y el reclutamiento universitario", trabajo presentado al VIII
Congreso Latinoamericano de Sociología, El Salvador, 1967, p.23.
El carácter urbano de la educación secundaria, y por supuesto de la universitaria,
puede observarse claramente si se analizan los porcentajes correspondientes a
individuos con educación en los tres niveles —primario, secundario y universitario—
para las áreas rurales y urbanas.
CUADRO 1
PORCENTAJES DE INDIVIDUOS CON EDUCACIÓN POR ÁREAS RURALES
URBANAS Y POR NIVELES DE ESCOLARIDAD. COLOMBIA, 1964
Área Primaria Secundaria Universitaria
Rural 42 9 5
Urbana 58 91 95
Fuente: Censo nacional de población de Colombia, 1964, DANE
El resto de los graduados, el 88,5% que tenían padres con educación secundaria o
universitaria y los parientes graduados, fue reclutado dentro de un sector educacional
de alrededor del 10%, que se encuentra en la cúspide de la sociedad colombiana.
Adicionalmente, el grupo de padres que tienen solamente educación primaria
5
Esta situación es posiblemente agravada por el efecto de la selectividad educacional de la migración
urbana.
6
Sin embargo, las diferencias urbano-rurales a nivel primario están creciendo a partir 1948 con el
principio de una rápida expansión escolar. Cfr. Alejandro Martínez, " La expansión de la escolarización
en Colombia: 1933-1964", trabajo presentado al II congreso Colombiano de Sociología, Bogotá, 1967.
7
JaimeRodríguez, "El sistema de bachillerato colombiano y el cambio social", trabajo presentado al II
Congreso Colombiano de Sociología, Bogotá, 1967.
pertenecen a un estrato económico alto de la estructura social colombiana8. De manera
que el grupo estudiado en su inmensa mayoría pertenece educacionalmente a las
clases altas y a los estratos superiores de las clases medias9 .
Así pues, parece claro que los precarios esfuerzos dirigidos hacia la popularización de
la educación secundaria y superior se canalizan hacia la población que habita en las
ciudades, con discriminación de las áreas rurales, y hacia los estratos medios y altos
de las ciudades, con discriminación de los bajos. La gran mayoría de la población,
aproximadamente el 90%, no tiene la posibilidad de adquirir una educación formal en
un grado significativo para el avance personal y para el desarrollo nacional. Este
aspecto se discutirá adelante más ampliamente.
Los datos que se presentan se basan en una encuesta realizada en Bogotá en 1966 y
que incluye 200 jefes de familia. Los temas centrales de discusión serán: a) la
distribución estructural de las posibilidades de educación; b) su relación con las
aspiraciones educacionales y el desarrollo nacional.
Se parte para este análisis del preconcepto de que la participación en los beneficios del
desarrollo es deseable para la totalidad de la población10. La necesidad de
participación se desprende de la conceptualización de desarrollo que se emplea aquí y
que está de acuerdo con la idea de que una sociedad desarrollada es aquella libre y
justa. La definición de estos conceptos, que de otra manera serían abstracciones no
analizables11, incluye varios aspectos de entre los cuales los dos siguientes son los más
relevantes para la situación colombiana: a) una estructura económica que satisfaga las
necesidades primordiales (alimentación, vivienda, ocupación, educación) de una
mayoría de la población; b) una estructura social que ofrezca oportunidades reales
para la maximización de la participación política y social.
8
Graciarena, op. cit., p. 24.
9
Ibíd.
10
S. M. Lipset, El hombre político (Buenos Aires, Eudeba, 1963).
11
Sidney Hook, Reason, Social and Democracy (Nueva York, Harper & Row, 1966,pp. 12-20.
dirigidas a la creación de dichas actitudes12. La ubicación al nivel individual dentro de
la estructura económica se efectúa por medio de la categoría ocupacional, la
participación social real se refiere a los niveles educacionales alcanzados por los
padres de familia y las actitudes hacia la participación social se miden según las
aspiraciones de participación educacional. Adicionalmente, se hace necesario ubicar el
estudio de la participación social dentro de los caminos inducidos por el rápido
proceso de urbanización característico de los países subdesarrollados. De otra forma,
el fenómeno queda desligado de sus nexos con los cambios de la estructura social y
pierde gran parte de su realidad. Así, el análisis de las relaciones entre niveles
educacionales y aspiraciones educacionales plantea la discusión de algunos aspectos
de la controversia entre estructura y valores como fuentes de cambio social en los
países subdesarrollados.
El primer hecho que resalta del análisis del cuadro 2 (véase página siguiente) es que la
escolaridad se mantiene al nivel secundario y las aspiraciones al nivel universitario
como promedio. Este fenómeno se presenta en forma tendencialmente constante en
los diferentes estratos que se analizarán más adelante. El promedio escolar en
secundaria se explica por la naturaleza del grupo estudiado, un estrato intermedio
urbano. Obviamente en zonas predominantemente marginales y en áreas rurales la
escolaridad descenderá a niveles primarios o cercanos al analfabetismo.
CUADRO 2
PROMEDIOS DE ESCOLARIDAD Y DE ASPIRACIONES EDUCACIONALES
POR SECTOR ECONÓMICO DE ORIGEN. BOGOTÁ, 1966
Sector Escolaridad Aspiraciones Diferencia
Económico* promedio (años de estudio)
Primario 8.0 14,0 6,0
Secundario 9,1 13,3 4,2
Terciario 10,3 15,5 5,3
*Primarios: agricultura, caza, pesca, minas.
Secundario: industria y manufacturas.
Terciarios: Servicios
12
Asociación Colombiana de Facultades de Medicina, Urbanización y marginalidad (Bogotá, Tercer
Mundo, 1968). A. E. Havens y M. Romieux, Barrancabermeja: conflictos sociales en torno a un centro
petrolero (Bogotá, Tercer Mundo y Facultad de Sociología, 1967). W. Flinn, "The Process of Migration to
a Shablytown in Bogotá, Colombia", en Inter-American Affairs, Vol. 22, N° 2.
secundario. Sin embargo, es necesario hacer resaltar algunos aspectos que pueden
calificar las generalizaciones anteriores. En efecto, los logros de escolaridad de los
individuos provenientes del sector primario aparecen muy por encima de los
promedios de escolaridad de los sectores rurales para el país13 . Tal hecho puede
obedecer a la existencia de selectividad en el proceso migratorio. Por una parte, parece
que la migración a las grandes ciudades no es en su totalidad rural urbana, sino que los
movimientos pueblo-ciudad representan una buena proporción del proceso. Un
promedio de escolaridad de ocho años confirma esta hipótesis, ya que la educación
secundaria es básicamente urbana. Por otra parte, los grupos migrantes hacia lo
urbano y que no están situados en áreas marginales dentro de la ciudad, pertenecen
básicamente a la pequeña burguesía rural o de los pueblos que disfrutó de una mayor
posibilidad económica y educativa14 dentro del marco rural.
Las aspiraciones educacionales son mayores en el sector terciario. El hecho de que las
aspiraciones educacionales sean un poco más altas en el Sector primario que en el
secundario (aunque no hay una diferencia relevante, el análisis es válido para el caso
de igualdad en el nivel de aspiraciones) sugiere nuevamente la naturaleza del grupo
migrante (pequeña burguesía rural con acentuada valoración de la movilidad social o
deseo de recuperar la posición posiblemente perdida por efectos comparativos de la
migración a un nuevo ambiente social).
Las diferencias entre las aspiraciones y la escolaridad son un indicador, aunque muy
general, de las oportunidades estructurales de participación social de los diferentes
estratos de la sociedad. Los sectores primario y terciario son los que tienen una mayor
diferencia que subsanar para lograr una nivelación. El caso del sector primario es
particularmente interesante por cuanto sugiere la existencia de una marcada actitud
hacia participación, hecho que, de existir posibilidades reales, podría conducir hacia el
incremento de los recursos humanos necesarios para el desarrollo. Esto por supuesto
pone en tela de juicio la afirmación de que los migrantes a la ciudad son una
población parásita, analfabeta que difícilmente se adapta al medio urbano y que por
tanto es un freno para el desarrollo. El hecho real parece ser que la estructura social la
convierte en tal debido a la escasez de oportunidades de participación social que le
brinda.
13
William Manguin, "Latin American Squatter Settlement: A Problem and a Solution", Latín American
Research Review, Summer, 1967, pp. 65-99. William McGreevery, "Causas de la migración interna en
Colombia", en Empleo y desempleo en Colombia, Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico
(CEDE). (Bogotá, Universidad de los Andes y Revista Colombiana, 1968), pp. 211-221.
14
CEDE, op. cit. Manguin, op. Cit
con algunas variaciones permanecen altas, al universitario, para las cuatro primeras
categorías ocupacionales, y son solamente un poco superiores en las dos últimas.
CUADRO 3
PROMEDIOS DE ESCOLARIDAD Y DE ASPIRACIONES SEGÚN CATEGORIAS
OCUPACIONALES. BOGOTÁ, 1966
Categoría Escolaridad Aspiraciones Diferencia
ocupacional promedio educacionales
1.Obreros no 6,3 14,6 8,3
calificados
2. Obreros 7,0 13,2 6,2
calificados
3. Pequeños 8,4 14,3 5,9
propietarios
4. Empleados 8,8 13,7 4,9
5. Medianos 10,8 16,1 5,3
propietarios y
profesionales
6. Grandes 14,7 15,8 1,1
burócratas
Nota: Operacionalmente las clases se clasifican así: clase baja, formadas por
categorías 1 y 2 de obreros; clase media, compuesta por las categorías 3, 4 y 5, y clase
alta, formada por el grupo 6.
CUADRO 4
PROMEDIO DE ESCOLARIDAD Y ASPIRACIONES EDUCACIONALES SEGÚN
EL TIPO DE MOVILIDAD OCUPACIONAL INTRAGENERACIONAL. BOGOTA,
1966
Tipo de movilidad Escolaridad Aspiraciones Diferencia
promedio educacionales
Ascendente 8,0 15,8 7,8
Descendente 9,8 15,0 5,2
Estable 9,1 14,2 5,1
15
Herbert H. Hyman, "The Valué System of Different Classes", en Reinhard Bendix y S.M. Lipset (Eds.)
Class, Status and Power (Glencoe,Free Press 1953),pp. 426-427.
16
Gustavo Lagos, International Stratification and Underdeveloped Countries (Chapel Hill,North
Carolina, University of North Carolina Press, 1963). Everett Hagen, On the Theory of Social Change
(Homewood, Illinois, The Dorsey Press, Inc., 1962). Clifford Geertz, Peddlers and Princess: Social
Change and Economic Modernization in two Indonesian Towns (Chicago, University of Chicago Press,
1963).
características estructurales de los grupos migrantes, como se verá más adelante. Así
pues, dentro de un proceso generalizado de urbanización, la posición estructural del
individuo en el punto de origen es un buen indicador del punto de llegada.
17
Colin Clark, The Conditions of Economic Progress (London, 1964). Para una aplicación crítica de estas
teorías a la América Latina, véase Glaucio Ari Dillon Soares, "The New Industrialization and the
Brazilian Political System", en J. Petras y M. Zeitlin, Latín America: Reform or Revolution? (Greenwich,
Conn., Faucett Publications Inc., 1968), pp. 186-201. Aníbal Quijano Obregón, "Tendencies in Peruvian
Development and Class Structure", en Petras y Zeitlin, op. cit., pp. 289-328. Rodrigo Parra Sandoval, "El
desarrollo y la movilidad ocupacional de los sectores medios en Colombia", Razón y Fábula, N° 6,
Bogotá, marzo-abril de 1968, pp. 67-78.
18
Aníbal Quijano Obregón, El proceso de urbanización en América (Santiago, ECLA, mimeo).
19
Melvin M. Tumin y Arnold S. Feldman, "Status, Perspective and Achievement Education and Class
Structure in Puerto Rico", American Sociological Review, agosto de 1956, p. 465
y a buscar la movilidad social. La covariación entre escolaridad y actitudes positivas
hacia la educación no sería entonces lineal, es decir, a cada grupo mayor de educación
correspondería uno mayor de actitudes positivas hacia la participación educativa, sino
que habría ciertos niveles de escolaridad a partir de los cuales las actitudes cambiarían
radicalmente. El descubrimiento de este punto sería de gran utilidad para la planeación
de los recursos humanos necesarios para el desarrollo de una sociedad determinada, ya
que permitiría establecer el mínimo de educación formal necesaria para asegurar la
participación social.
Este punto de despegue se halla, según Tumin y Feldman, después de terminar cuatro
años de educación primaria, entre los años sexto y octavo de educación secundaria.
Briones y Wisanen corroboraron la hipótesis de Tumin y Feldmanlan en Santiago, esta
vez para los que terminan el sexto año de educación elemental y se logran ubicar entre
el séptimo y noveno años de educación20.
Ahora bien, si se comparan los resultados de Chile con los de Colombia (cuadro 5) se
nota que la dirección de la relación entre aspiraciones y niveles educacionales es
similar en ambas muestras. Para Chile los estratos con sólo escolaridad primaria se
20
Guillermo Briones y F. B. Wiesenan, "Aspiraciones educacionales, modernización e integración
urbana", Bogotá, publicación interna N° 3, Departamento de Sociología, Universidad Nacional.
quedan al nivel secundario en cuanto a aspiraciones. En Colombia únicamente el
grupo con educación primaria incompleta no llega a aspiraciones al nivel
universitario. ¿Cómo puede explicarse esta diferencia si Chile presenta un mayor
grado de urbanización y mayores logros educacionales que Colombia? Un análisis del
grupo de primaria completa en Colombia, que presenta la situación "desviadora",
puede dar alguna luz. En efecto, una altísima proporción de los miembros de este
estrato (82%) son pequeños y medianos comerciantes, y propietarios provenientes de
pequeños pueblos y áreas rurales. Esto sugeriría que existe selectividad en las
migraciones no solamente desde el ángulo de edad y sexo sino también de la situación
de clase. Tal selectividad no permanecerá constante sino que diferentes estratos
sociales podrían migrar en diferentes etapas del proceso general de migración, de
diferentes lugares y hacia diversas áreas ecológicas urbanas. La situación de clase iría
entonces acompañada de distintas escolaridades y aspiraciones educativas.
INTRODUCCIÓN
Este trabajo puede considerarse como un estudio de caso. El grupo que se estudia
consta de 34 personas de una edad promedio de 22,3 años, que cursan estudios en un
seminario mayor. El seminario mayor corresponde la educación religiosa a la
formación universitaria en la laica.
Para la mejor comprensión del grupo se dan algunos datos sobre su organización,
especialmente sobre la forma como se gasta el tiempo y sobre el pénsum académico.
El interés del sociólogo al estudiar las actividades y valores del seminarista radica en
el papel que el sacerdote desempeña dentro de la sociedad. En una cultura con pautas
ideales emanadas del catolicismo, los voceros de ideal tienen un papel de gran
trascendencia como formadores de lo que se considera la personalidad básica del
colombiano.
Según la muestra, las personas estimadas como más eficaces en los procesos de
cambio son el párroco y el auxiliar parroquial. En orden inferior se colocan los demás
agentes de cambio. De nuevo se observa claramente como, en los tres tipos de
parroquia, la actividad del sacerdote determina el grado de eficacia de la obra... El
prestigio del sacerdote en el mundo lo coloca en situación de privilegio para adelantar
cualquier función catalizadora1.
Tal vez el aspecto más importante del liderazgo del sacerdote sea su carácter de canal
de comunicación entre los dos actores básicos de la interacción: el sacerdote y los
fieles. El intercambio de elementos culturales entre los dos niveles enunciados se
produce en ambos sentidos, aunque parece más fuerte la influencia del sacerdote en
los fieles. Sin embargo, es necesario apuntar que la influencia del pensamiento laico
católico se deja sentir especialmente en algunos sectores del clero con ideas más
radicales.
Para determinar la importancia del sacerdote como canal de comunicación habría que
analizar el volumen y la dirección de las ideas transmitidas; este volumen de
comunicación puede inferirse de los medios utilizados por el sacerdote en su actividad
profesional: educación, radio, televisión, prensa, ejercicio del ministerio sacerdotal en
forma más estricta.
El sacerdote, por lo que se ha dicho, tiene una gran importancia como agente de
cambio sociocultural o como barrera a él, según la dirección que tome su sistema
1
Camilo Torres R. y Berta Corredor, Las escuelas radiofónicas de Sutatenza, Colombia (Bogotá, CIS,
1961), pp. 46 y 47.
valorativo; de esto se deduce la utilidad de conocer su manera de pensar ya que puede
prestar ayuda u oponerse, en ambos casos con efectos reales, a cualquier programa de
innovación que esté de acuerdo o que choque con sus valores.
A su vez, conocer los valores del seminarista y la dirección hacia la que se enfoca una
idea del tipo de socialización que efectuará y, por tanto, de las directrices que tomarán
los grupos en que influya.
CUADRO 1
METODOS
a) Un formulario del que se acompaña copia y que fue aplicado en grupo porque,
dado el nivel intelectual del grupo y la sencillez del instrumento, se creyó
posible hacerlo sin que esto influyera sobre la validez del estudio. El
formulario se aplicó a todo el universo estadístico.
b) Observación simple y entrevistas dirigidas, aplicadas a algunos seminaristas
escogidos al azar.
Por razones obvias debidas a la naturaleza del grupo estudiado y por compromiso del
autor con los superiores del claustro, se omite el nombre seminario de que trata el
estudio.
ANÁLISIS GENERAL
DATOS DEMOGRÁFICOS
La edad promedio de los encuestados es de 22,3 años. La edad promedio de los padres
es de 54,9 años y la de las madres de 48,1. El número promedio de personas por
familia es de 27,2 y la mediana es de 62.
La forma como los jefes de familia trabajan con relación a una línea de poder y
autoridad está distribuida de la siguiente manera: trabajan independientes 20 jefes,
como subalternos ocho y como patronos seis. La relación de autoridad no está en
razón directa del ingreso, pues algunos de los clasificados como independientes
desempeñan oficios poco remunerados como ebanistas, albañiles, etc.; en cambio
algunos subalternos son profesionales con mayores ingresos. El ingreso mensual de
los padres puede apreciarse en el cuadro 2.
2
Esta mediana es un punto más alta que la nacional, que es 5. Cfr. Virginia de Pineda, La familia en
Colombia (Bogotá, CIS, 1962), p. 48.
3
Robert C. Williamson, El estudiante colombiano y sus actitudes (Bogotá, Monografías Sociológicas, N°
13, Universidad Nacional, Facultad de Sociología, 1962), p. 13.
Aunque estos datos no pueden considerarse exactos, pues solamente son una
apreciación de los encuestados, sí dan una idea de la situación económica de los jefes
de familia. Es de notar que más de la mitad de los encuestados dijeron que sus padres
ganaban menos de mil pesos mensuales y apenas tres anotaron más de $3.000 en el
ingreso de sus padres. Esto, teniendo sólo en cuenta el factor ingreso, daría una
ubicación en la clase social media. Pero la principal cualidad de esta clasificación es
dar una idea del concepto que el grupo tiene de su status económico y de su posición
social.
La pertenencia a una clase social parece tener una gran influencia en la formación del
sistema valorativo del grupo. La ubicación en clases diferentes generalmente trae
consigo una estructura cultural también diferente. Por estas razones se considera útil
estudiar la influencia de la clase social en la manera de pensar del grupo de
seminaristas encuestados. Lo que es la estratificación social se define con Sorokin:
4
Pitirim A. Sorokin, Estratificación y movilidad social (México, Imprenta Universitaria, 1956), p. 15.
hecha por el individuo mismo de acuerdo con su conciencia de pertenencia a una
clase. Aquí se presenta una clasificación de tipo subjetivo.
Al hacerse una autocalificación dentro de tres estratos sociales, alto, medio y bajo, la
tendencia general es a ubicarse dentro de la clase media. En efecto, de los 34
encuestados, 31 declararon ser de estrato medio, dos de alto y uno bajo. La tendencia
a clasificarse en el estrato social medio sigue la misma línea que en la Universidad
Nacional5. No obstante, hay un aspecto que la diferencia y es la idea de que el
sacerdote no pertenece a ninguna clase social sino que está por encima de ellas debido
a la naturaleza especial de su misión.
La idea que los seminaristas tienen de una posible movilidad social personal puede ser
descrita en la siguiente forma: catorce respuestas declararon no saber a qué estrato
pertenecerán dentro de diez años, mientras seis creen que estarán en la clase alta y
catorce en la clase media. Respecto a si dentro de diez años se encontrarán en una
clase superior a la de su propia familia, 17 respondieron que lo ignoraban, siguiendo
la tendencia anotada anteriormente respecto a la ubicación del sacerdote en clases
sociales. No obstante, los que creen que estarán en un nivel superior al de su familia
(19) invocan como causa de su ascenso la formación intelectual y la dignidad del
estado sacerdotal. Las ocho personas que creen que no variará su ubicación respecto a
la de su familia aducen principalmente dificultades de orden económico.
La acción social como toda acción puede ser: 1. Racional con arreglo a
fines: determinada por expectativas en el comportamiento tanto de objetos
5
Williamson, op. cu., p. 16.
6
Sorokin, op. cit., pp. 15 y 145.
del mundo exterior como de otros hombres, y utilizando esas expectativas
como "condiciones" o "medios" para el logro de fines propios
racionalmente sopesados y perseguidos. 2. Racional con arreglo a valores:
determinada por la creencia consciente en el valor —ético, estético,
religioso o de cualquier otra forma como se le interprete— propio y
absoluto de una determinada conducta, sin relación alguna con el resultado,
o sea puramente en méritos de ese valor. 3. Afectiva: especialmente
emotiva, determinada por afectos y estados sentimentales actuales. 4.
Tradicional: determinada por una costumbre arraigada7.
El trabajo, el estudio y el dinero pueden situarse como acciones de tipo racional ya sea
con arreglo a fines por influencia de la mentalidad capitalista, a valores por
influencias precapitalistas o valoraciones de los factores estudiados por sí mismos y
no como un medio para lograr una meta previamente planeada.
Los factores de prestigio considerados dentro del grupo sacerdotal deben ser
analizados teniendo en cuenta la estructura sociocultural del grupo estudiado. En esta
forma puede decirse que la alta valoración de los factores considerados como
tradicionales (cumplimiento del deber, celo apostólico y el que indica una mayor
profundidad religiosa, el espíritu sobrenatural) no demuestra una tendencia extrema
7
Max Weber, Economía y sociedad (México, FCE, 1944), pp. 22 y 23.
8
Orlando Fals Borda, La transformación de la América Latina y sus implicaciones sociales y económicas
(Bogotá, Monografías Sociológicas, N° 10, Universidad Nacional, Facultad de Sociología, 1961), pp. 8-
12.
9
Rodrigo Parra S., El caudillismo político colombiano como expresión de valores sociales (Bogotá,
Lecturas adicionales, N° 58, Universidad Nacional, Facultad de Sociología, 1962).
hacia el polo tradicional, ya que los factores enunciados poseen aspectos del tipo
afectivo y del racional con arreglo a valores10.
10
Especialmente, "el espíritu sobrenatural", que consiste en hallar a todas las acciones un significado
divino, en hacer que la presencia de Dios explique toda actividad, aunque ésta sea incomprensible desde
el punto de vista humano, posee características muy claras de acción racional con arreglo a valores.
Es de notar el uso de sistemas diferentes de prestigio, racionales o tradicionales, según
el tipo de referencia en que se coloque al seminarista, al mirar a la sociedad en general
se prefieren los factores racionales de prestigio y si el grupo de referencia es el clero o
los compañeros de seminario, tienen prelación los elementos tradicionales y los
valores del mismo tipo.
En algunos sectores del país se están operando cambios respecto a la concepción del
poder político; ejemplos son el auge del nacionalismo popular y el desprestigio de los
partidos políticos tradicionales, debido principalmente a su ineficacia para solucionar
los problemas de orden político, económico y social por que atraviesa la nación11.
Parece útil saber qué dirección toma este fenómeno en los claustros religiosos. Pero
antes es necesario mirar más claramente lo que se entiende por institución política y
por cambio sociocultural. La política como institución social es un conjunto de
normas, valores y modos de conducta destinados a preservar y transmitir el poder
dentro de una sociedad. Por cambio sociocultural se entiende aquel que en sentido
general incluye las divergencias significativas en las armas tradicionales de vida (o en
las pautas de conducta) que se transmiten dentro de una generación a la siguiente, por
medio de la comunicación y la socialización"12 .
11
Orlando Fals Borda, op. cit., pp. 8-12, y Parra Sandoval, op. cit., p. 17.
12
Orlando Fals Borda, La teoría y la realidad del cambio sociocultural en Colombia (Bogotá,
Monografías Sociológicas, N° 2, Universidad Nacional, Facultad de Sociología, 1959), p. 7.
El papel que el sacerdote debe cumplir se define así: es necesario que el sacerdote
tome parte en el cambio de las estructuras políticas (27), pero se considera
inconveniente que intervenga directamente en política (23). Las desviaciones de esta
línea de actitudes son: siete personas creen que el sacerdote no debe tomar parte en el
cambio político y cuatro que es conveniente su intervención en la cosa pública;
además siete ven esta intervención como indiferente.
Los seminaristas clasificaron seis jefes de gobierno: Kennedy, Franco, Nehru, Nasser,
Kruschev y Castro en un orden de bondad de sus programas sociales y económicos. Al
escoger a estos estadistas se tuvo en cuenta que quedaran igualmente representadas las
tres principales fuerzas políticas del mundo actual: la democracia capitalista, el
comunismo y el neutralismo. En las respuestas dadas se refleja claramente la ideología
del grupo encuestado. El 71,6% clasificó los programas de Kennedy y Franco como
buenos o muy buenos; el 72% clasificó los de Nehru y Nasser entre buenos, regulares
y malos; los de Kruschev y Castro alcanzaron el 86,2% como malos o muy malos.
Individualmente, los jefes de gobierno fueron clasificados como buenos o muy buenos
en el orden siguiente: Kennedy (94,1%), Franco (50%), Nehru (23,4%), Nasser
(14,7%), Kruschev (8,8%) y Castro (0,0%). El 30% de las respuestas no clasificaron a
Nehru y a Nasser. Es muy notable el contraste entre Kennedy y Castro, los líderes más
radicalmente juzgados. En efecto, a Kennedy 94,1% de las respuestas lo valoraron
positivamente y 0,0% negativamente, mientras a Castro 100% de las respuestas lo
juzgaron negativamente y 0.0% positivamente. A su vez, Kennedy parece ser el líder
extranjero más conocido, pues ninguno se abstuvo de calificar sus programas. Esta
manera de juzgar a los líderes de que se habla posiblemente tenga su origen en la
cercanía geográfica; así, Castro es considerado como un peligro más próximo para la
América Latina, en tanto que Kruschev representa un peligro más remoto y por lo
tanto fue juzgado menos severamente. Además, Castro es considerado como un
traidor, ya que al introducir una división interna en el continente y romper su
cohesión, causa mayores problemas que el líder ruso. Es necesario anotar que durante
la época en que se efectuaba esta encuesta, se llevó a cabo el bloqueo de Cuba por los
Estados Unidos, lo que influyó notoriamente en la manera como los seminaristas
calificaron los gobernantes propuestos.
En las últimas preguntas hubo un alto porcentaje de falta de respuestas. Esto puede
explicarse por la poca popularidad de algunos de los políticos que se debía calificar,
por la falta de contacto frecuente con la vida política de algunos de los encuestados y
posiblemente por recelo ante este tipo de preguntas.
13
Derecha: "Aquella parte o elemento de cualquier grupo ideológico que tiende hacia un
conservadurismo o reaccionarismo relativo o que define la forma menos extrema de las ideas o principios
característicos del grupo". Izquierda: "Expresión que designa a los partidos radicales extremos en los
Estados democráticos (...). Generalmente comprende a los socialistas, comunistas y demás partidos que
defienden un progra revolucionario basado en la abolición del capitalismo". Esta clasificación es más I
válida en los partidos políticos europeos; en Colombia las diferencias ideológicas de los partidos
tradicionales —liberal y conservador— son mínimas. Véase Henry Pratt Fairchild, Diccionario de
sociología (México, FCE, 1949), p. 8.
normas, valores y modos de conducta destinados a preservar y transmitir el
conocimiento técnico o especializado dentro de una sociedad"14.
Las formas más comunes como los encuestados decidieron ingresar al seminario son
la decisión propia (27), y la influencia de consejos de terceras personas (6). Entre los
consejeros se cita principalmente a familiares, sacerdotes, compañeros y maestros.
Algunos piensan que en su decisión obró la voluntad de Dios a través de sermones,
pláticas espirituales, etc. Solamente en un caso tuvo influencia la orientación
profesional de tipo psicotécnico.
En igual forma, se prefiere como más eficiente el trabajo en equipo (25 al individual
(9). No obstante, se anotan las principales dificultades de este tipo de trabajo. De
acuerdo con estos lineamientos se califican los métodos pedagógicos empleados en el
14
Orlando Fals Borda, La educación en Colombia (Bogotá, Monografías Sociológicas, Universidad
Nacional. Facultad de Sociología, 1962), p. 3.
seminario en la siguiente forma: 17 personas los consideran buenos o muy buenos y
17 regulares.
La imagen ideal del superior (en abstracto), respecto al grado de autoridad que debe
ejercer, es muy dispersa, como puede verse en el cuadro 8.
Con este criterio califican a sus superiores en la siguiente forma: están en un término
medio entre muy autoritarios y muy complacientes (29), son autoritarios (2), y son
complacientes (3).
Las principales críticas que se hacen a los superiores pueden clasificarse en tres
grupos: a) Críticas a la personalidad; b) Críticas a la preparación intelectual; c)
Críticas a la intensidad en las relaciones sociales.
Conocimiento de la materia
Habilidad en la exposición
Amistad
Sentido del humor
Espíritu de investigación
Justicia en las calificaciones
Esta forma de calificar las cualidades más deseables es muy semejante a la hallada en
el estudio hecho en la Universidad Nacional15. Se nota una marcada preferencia por
cualidades de tipo profesional en el profesor, en contraste con las de tipo personal.
LA FORMACIÓN DE LA OPINIÓN
Según los resultados de la encuesta las personas que más influyen son, en orden
descendente: los amigos (87%), los sacerdotes (82,1%), los escritores (71,5%), los
líderes de grupo (56%) y finalmente los políticos (43,4%).
15
Williamson, op. cit., p. 18.
considerar agentes de contactos primarios en el grupo. Tal vez esto se deba a que la
universidad es una institución abierta y el seminario una institución total.
16
Glenn M. Vernon, Sociology of Religión (Nueva York, McGraw-Hill Book Company, Inc., 1962), pp.
46-50.
17
Fals Borda, La transformación de la América Latina y sus implicaciones sociales y económicas, pp. 12
y 13.
personalidad, sino principalmente del tipo de educación formal e informal que reciba
y de la imagen que asimile del rol del sacerdote.
Por otra parte, se tiende a creer que los cambios en las costumbres debidos al
desarrollo económico del mundo han afectado a la moral católica. Esto es afirmado
por un número mayor de respuestas que las que creen necesario un cambio (27). Una
de las formas de cambio en que hay un consenso total es en la conveniencia de una
mayor aproximación de las iglesias cristianas, si bien no hay un acuerdo tan fuerte
respecto a la eficacia del Concilio Ecuménico para lograr tal aproximación (21
personas creen que contribuirá bastante, once afirman que contribuirá en algo y dos
que muy poco).
En cuanto a otro tipo de cambio como el introducido por la abolición del celibato
eclesiástico, 30 personas creen que es inconveniente, dos lo consideran indiferente y
uno conveniente.
Así pues, parece haber más receptividad al cambio de cuestiones de derecho y moral
que en lo que respecta al celibato. No obstante, este punto merece un estudio más
profundo ya que es posible la existencia de un fuerte sistema de valores que difieran
de la norma ideal.
Existe un fuerte consenso acerca de que la principal deficiencia del sacerdote actual es
su falta de comprensión de la sociedad. Por otra parte, se piensa que la cualidad más
acendrada es la formación moral. La cualidad dada como más importante es también
la formación moral. El cultivo intelectual no desempeñó un papel tan importante en la
evaluación del sacerdote como los dos factores antes citados.
CUADRO 12
Las causas principales de felicidad fueron divididas en dos grupos: uno de tipo
racional, la situación económica, la adaptación al trabajo y el esfuerzo personal; y
otras causas de carácter tradicional, la práctica de la religión, la voluntad de Dios y la
suerte.
Los seminaristas señalaron estas causas en el orden siguiente: la voluntad de Dios
(27), la práctica de la religión (12), la situación económica y el esfuerzo personal (7),
la adaptación al trabajo (4) y la suerte (2). Se nota una marcada preferencia por
factores tradicionales como la voluntad de Dios y la práctica de la religión, que
obtuvieron el 66,2% de las respuestas.
Desde este punto de vista los seminaristas evaluaron la felicidad de la mayoría de las
personas que conocen. Para ellos la gente que tratan es más o menos feliz (26);
solamente cinco juzgan que son poco felices y dos que son muy felices. Tal vez sea
esta apreciación el grado de práctica religiosa que los encuestados observan en las
personas que frecuentan, ya que el criterio con que juzgan la felicidad es
principalmente religioso.
La felicidad individual dentro de diez años se cataloga como mayor que la actual (18),
igual (10), menor (3) y tres dicen no saber cómo será el porvenir. En general se tiene
un concepto optimista del futuro y es notoria una mayor tendencia al pesimismo en los
años avanzados y en el grupo de menor nivel económico.
Las personas que escogieron como causa de felicidad factores de tipo tradicional,
principalmente religioso, tienden a pensar que en el futuro serán más felices, y las que
suponen que factores de tipo racional dan' felicidad, creen que su felicidad seguirá
igual en el futuro.
18
Williamson, op. Cit., pp. 54 y ss.
familia; en cambio los del grupo alto tienden a creer unos que sí y otros que no en
proporción igual.
El grupo bajo tiende a pensar que se valora más en Bogotá a gerentes de empresa que
a los sacerdotes, en cambio la opinión del grupo de nivel económico alto se reparte en
este punto.
Al juzgar los factores de ascenso se nota una tendencia igual en ambos grupos a
preferir los de tipo racional. En la misma forma, prefiriendo factores tradicionales, se
valoran los canales de movilidad vertical dentro del cíe ro, sin que haya diferencias
dentro de los grupos alto y bajo. Ambos estratos económicos tienden a estar de
acuerdo en que no hay una superioridad en el grado de inteligencia de los
profesionales sobre los campesinos y los obreros.
Aunque se nota una ligera tendencia en el grupo económicamente más alto a pensar
que el sacerdote no debe tomar parte en el cambio político del país, la idea general en
ambos estratos es que sí debe hacerlo. En los aspectos anteriores es definida la forma
de pensar en ambos grupos hacía la misma dirección. Lo mismo sucede en cuanto a la
intervención del clero en la política, si bien hay una leve inclinación en el grupo alto a
creer conveniente dicha intervención.
Particularmente semejante es la actitud ante el hecho de votar por una mujer para el
Congreso de la República. En este aspecto se marca en ambos grupos una tendencia
de intensidad descendente por la afirmación, la negación y la indecisión.
Al valorar el sistema pedagógico del seminario están de acuerdo los estratos alto y
bajo en que los superiores ejercen un tipo de autoridad término medio y en señalar con
igual intensidad las cualidades más cotizadas en los profesores. La manera de calificar
los métodos de enseñanza usados en el seminario es más crítica en las personas con un
nivel económico más elevado.
Existe una fuerte similitud de pensamiento en los dos estratos económicos respecto a
los siguientes puntos: la necesidad de un cambio en la organización de la Iglesia en
Colombia, el tipo de cambio necesario, las principales deficiencias y las cualidades
más sobresalientes del clero actual del país, la conveniencia de una mayor
aproximación de las iglesias cristianas y la efectividad del Concilio Ecuménico para
unirlas, la posible elasticidad del derecho canónico y la inelasticidad de la moral
católica, inconveniencia de la abolición del celibato eclesiástico, el grado de felicidad
de la mayoría de la gente, las causas de la felicidad y el grado de felicidad que el
encuestado cree poseerá dentro de diez años.
Así pues, en el mundo de las ideas religiosas es donde se halla la mayor unidad de
pensamiento. Esto es explicable dado el carácter del; estudiado, donde lo sobrenatural
es necesariamente elevado a la categoría de ethos (valor principal de un sistema
cultural) y por lo tanto exige un alto grado de consenso.
En esta forma parece acertada la hipótesis de que el tipo de forma religiosa que se
imparte en el seminario abarca los principales campos de pensamiento y que tiene
como consecuencia la formación de una similitud valorativa en los que la reciben.
Esto puede apreciarse también comparando al seminarista con el universitario
colombiano, en el que diferencia de posición económica crea una marcada diversidad
de pensamiento.
Para hacer el análisis comparativo según los años de estudio cursados en el seminario
mayor, se dividió el universo estadístico en dos grupos: principiante (0,1 a 3 años) y
avanzado (3,1 a 7 años). Se pensó analizar los años primero y sexto para que fuera
más clara la diferencia, si existía, pero el número de estudiantes, tomando solamente
uno o dos años en cada grupo, era muy pequeño y no permitía el análisis estadístico.
La forma usada de división en dos mitades disminuye un poco las diferencias, pero no
se encontró viable otro modo de obrar.
Además es importante tener en cuenta, como factor unificador del pensamiento, que
todos los seminaristas encuestados han pasado por el seminario menor (bachillerato
hecho en un seminario) y por tanto tienen una fuerte influencia de formación religiosa.
Los dos factores citados anteriormente liman las posibles diferencias entre los grupos
que se comparan.
En los demás aspectos el grupo avanzado muestra una mayor tendencia que el
principiante a canalizar sus actitudes en un sentido determinado. Las siguientes son las
líneas directrices en que el grupo avanzado muestra mayor unidad que el principiante:
Así pues, aunque las diferencias no son en ningún caso muy grandes se nota en el
grupo avanzado más que en el principiante una inclinación en la mayoría de los temas
considerados, a canalizar sus actitudes en dirección determinada.
Los aspectos hacia los que se canaliza la opinión del grupo avanzado son:
El análisis de las actividades hacia la religión en los puntos propuestos entre los
grupos de avanzados y principiantes da nuevamente un amplio margen de semejanza.
No obstante, en cuatro puntos puede notarse una ligera canalización de la opinión en
los avanzados.
Los puntos hacia los que el grupo avanzado tiende a canalizar la opinión son:
CONCLUSIONES
Por lo dicho anteriormente puede considerarse que son válidas las siguientes
conclusiones:
BIBLIOGRAFÍA
Germán W. Rama
JUVENTUD Y DESARROLLO
Este ensayo tiene por objeto analizar algunos de los elementos que definen la
situación y las perspectivas de la juventud colombiana. Un ensayo de este tipo plantea
dos problemas centrales que deben ser discutidos desde el principio: el concepto de
juventud que se va a emplear y la naturaleza de las relaciones entre juventud y
sociedad, entre juventud y forma de desarrollo. Porque no es posible hablar de
juventud como una categoría abstracta sino que por el contrario su significado nace y
se realiza en la situación concreta de una sociedad.
Con la colaboración de Bernardo Jaramillo y Olga Lucía González.
1
Adolfo Gurrieri et al., Estudios sobre la Juventud marginal latinoamericana, México, siglo XXI, 1971.
Cepal, "Situación y perspectivas de la juventud en América Látina, E/Cepal/ Conf. 75/L. 2, Santiago,
1983. Aldo Solari, Estudios sobre la sociedad uruguaya (II), Montevideo, Arca, 1965. Karl Mannheim,
Diagnóstico de nuestro tiempo, México, Fondo de Cultura Económica, 1961.
Se toman en este ensayo dos de las posibilidades enunciadas para definir la juventud:
la sociológica y la demográfica. Dado el carácter general y de síntesis que se intenta
aquí, éstas parecen las opciones más recomendables. Las dos opciones de definición
se emplean de manera complementaría: la una como la sumatoria de población,
problemas y necesidades de servicios de una franja de edad de la población
colombiana, y la otra como uno de los procesos sociales que han acompañado la
modernización de la sociedad en las tres últimas décadas. En este sentido las dos
definiciones no se corresponden necesariamente sino que por el contrario la definición
social cambia, crece o se contrae, con relación a la demográfica, de acuerdo con los
vaivenes del desarrollo nacional y con las concepciones culturales y políticas que la
afectan.
No debe en este sentido confundirse la juventud con una noción cronológica de edad
sino asimilarse a una característica que se desarrolla y se transforma en el país en las
tres últimas décadas como un fenómeno significativo, no ya propio de grupos
elitarios francamente minoritarios sino como elemento integrante de un modelo de
desarrollo denominado modernización o desarrollo urbano industrial, uno de cuyos
elementos necesarios fue la creación de juventud, la expansión de la juventud a
grupos más amplios de la sociedad. Aunque todo símil cojea, puede decirse que de la
misma manera en que el modelo de desarrollo urbano industrial plantea programas de
distribución de ingresos y oportunidades de trabajo, redistribución de tierras agrícolas
a través de programas de reforma agraria, plantea también, si bien de manera no tan
clara, un programa de redistribución de la juventud, de expansión de la etapa juvenil a
toda la población. Este planteamiento puede entenderse mejor si se analiza la relación
entre tres mundos sociales en los que el niño y el joven son sometidos a un proceso de
socialización inicial: la familia, el trabajo y la escuela.
LA TRANSICIÓN DEMOGRÁFICA
Y LA POBLACIÓN JOVEN
LA EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA
Tal vez debido a que la regionalización del país que se ha empleado para estudiar sus
relaciones con la demografía es muy gruesa y obedece principalmente a factores
geográficos y no tanto de desarrollo económico, no se ha observado una relación muy
clara entre producto bruto por habitante y natalidad-mortalidad. Tampoco entre gasto
público en salud y mortalidad hubo una relación clara, aunque esa relación sí se
presento entre dicho gasto y una notable disminución de la tasa de natalidad.
Fenómeno contrario se observa con el gasto público en educación que, con
variaciones regionales, se relaciona altamente con la disminución tanto la mortalidad
como de la fecundidad.
Aunque la fecundidad ha descendido tanto en las áreas rurales como en las urbanas,
estas últimas muestran diferencias muy grandes con las rurales que llegan hasta el 70
o 90%, siendo, claro está, más elevadas las rurales. Al mismo tiempo puede
observarse cómo los departamentos mayores índices de urbanización muestran tasas
de mortalidad meno que los departamentos más rurales.
Entre 1938 y 1951 la tasa de migración campo-ciudad sólo fue de 1,2% anual
promedio, en cambio en el período comprendido entre 1951 y 1964 la tasa llega a
2,3% anual promedio, hasta alcanzar su máximo valor en lapso comprendido entre
1964 y 1973 con un 3,2% anual promedio. Para 1982 esa tasa fue de 2,1% y todo
parece indicar que a finales del siglo la tasa regresaría a los valores que tuvo en el
período 1938-1951.
Las proyecciones de población indican que en el año 2003 Colombia tendrá una tasa
de fecundidad de 2,41%, una población de 37.755.000 habitantes, el 18% de su
población residenciada en Bogotá, el 56,1% de sus habitantes viviendo en los 30
centros poblados más grandes y el 73,7% de su población asentada en centros
urbanos3.
2
Harold Bonguero et al., Desarrollo socioeconómico y cambio poblacional en Colombia: 1938-1980,
tomos I y II, Bogotá, CEDE, Universidad de los Andes, 1983.
3
José Olinto Rueda et al, Dinámica demográfica y proyecciones de población del país, los Territorios
Nacionales, el Distrito Especial de Bogotá, departamentos y las treinta principales ciudades, Bogotá,
LA POBLACIÓN JOVEN
En 1964 los jóvenes representaban el 19,4% de la población urbana del país mientras
que en 1982 eran el 24,4%. En ambos momentos la proporción de mujeres era
superior a la de hombres, pero esa diferencia tendió a disminuir aunque levemente.
Por otra parte, en 1964 los jóvenes representaban el 16,8% de la población rural y en
1981 llegaban al 19,2%. En este caso el sexo dominante numéricamente era el
masculino y sus diferencias permanecieron iguales entre los dos momentos del
período.
De esta manera se encuentran dos fenómenos que son, a su vez, elementos centrales y
definitorios de la situación de la juventud colombiana actual: la entrada en el grupo de
edad de 15 a 24 años de los nacidos en momento de mayor crecimiento poblacional
del proceso de transición demográfica colombiana y el agotamiento de la dinámica
modernizadora. El mercado de trabajo, los cambios en el valor de la educación, la
transformación de la organización familiar, las posibilidades sociales y las
perspectivas de la población joven son el camino por donde se intenta aclarar un poco
el significado de la confluencia de estos dos hechos en momento actual de la sociedad
colombiana.
Ya en 1964 el 52% de la población podía considerarse urbana según los datos y las
definiciones censales, cifra que llega al 61% en 1973, al 66% en 1980 y, según
proyecciones, al 70% en 1985. Al tiempo, mientras en 1938 solamente el 13% de la
población vivía en ciudades de más de 200.000 habitantes, esta proporción ascendía a
22% en 1964 y a 34% en 1973. Dichas cifras implican varios procesos de vital
importancia para entender 1a época y los cambios que sufrió la familia colombiana:
un cambio cualitativo en la estructura industrial con la llegada de las empresas
multinacionales de alta tecnología, la tecnificación de la agricultura en varias
regiones, una caudalosa ola migratoria del campo a la ciudad, cambios notables en la
estructura ocupacional urbana y surgimiento de nuevos grupos: clases medias, obreros
y creciente marginalidad.
Estos procesos que se llevaron a cabo con una gran velocidad en el marco del modelo
de desarrollo industrial y de modernización del país entraron en su mayoría a partir de
la década del setenta en una etapa de agotamiento que se ha ido acelerando con la
crisis mundial de los últimos años. Por eso es de primordial importancia observar lo
que tales procesos significaron en la familia colombiana para entender lo que sucede
actualmente con la juventud y sus perspectivas. Entre otras cosas porque dentro de las
características de esa estructura social, de esas expectativas y valores, se formaron las
generaciones que son ahora los padres de esa juventud y porque el súbito agotamiento
del modelo societal basado en la industrialización tiene mucho que ver con la
situación que afronta la juventud actual. Es entonces imprescindible caracterizar los
cambios que se sucedieron a partir de los años cincuenta en la familia colombiana.
6
Rodrigo Parra Sandoval, "Empresa multinacional, urbanización y cambios en la estructura ocupacional
colombiana: 1920-1970", en A.E. Havens et al., Metodología y desarrollo en las ciencias sociales: efectos
del crecimiento dependiente sobre la estructura social colombiana, Bogotá, CEDE, Universidad de los
Andes, 1977. Véase también Álvaro Camacho Guizado, Capital extranjero: subdesarrollo colombiano,
Bogotá, Punta de Lanza, 1972. J.A. Bejarano, El capital monopolista y la inversión norteamericana en
Colombia, Bogotá, Círculo Rojo Editores, 1972.
doble vía. En efecto, las migraciones rurales empezaron a transformar las ciudades e
indujeron el llamado proceso de ruralización7 que les da un aspecto pueblerino a
muchas partes de las grandes ciudades colombianas.
7
ACEP-Cicred, La población de Colombia, Bogotá, 1974.
8
Harold Banguero, op. cit.
LA CAPACIDAD SOCIALIZADORA DE LA FAMILIA ACTUAL
Hay una serie de elementos que sugieren la presencia de cambios de gran magnitud en
la naturaleza de la familia y en su capacidad de socializar, cambios que se refieren no
solamente a una absorción de algunas de sus funciones por la escuela sino también por
parte de los grupos de pares, del trabajo, especialmente de las vinculaciones no
formales de trabajo. Por otra parte, el trabajo cada vez más frecuente de la madre
reduce el tiempo de su relación directa con los hijos, el aumento del número de
familias con un solo padre introduce una ausencia, generalmente de la imagen paterna
en la socialización, y la emigración de hijos y padres por temporadas más o menos
largas por razones laborales produce también cambios en la socialización que puede
ofrecer la familia.
Es de interés entonces analizar estos fenómenos, aunque sea de manera sucinta, en los
tres grandes tipos de familias.
La familia rural
9
Magdalena León de Leal et al., Mujer y capitalismo agrario, Bogotá, ACEP, 1980. Véase también S.
Kalmanovitz, "Evolución de la estructura agraria colombiana", Cuadernos Colombianos, año 1, N° 3,
Bogotá, 1974.
10
Rodrigo Parra Sandoval y Leonor Zubieta, "Escuela, marginalidad y contextos sociales en Colombia",
en Cuadernos de Pesquisa, Sao Paulo, 1982, N° 4. También Rodrigo Parra Sandoval y Leonor Zubieta, La
imagen del maestro en la escuela campesina, Bogotá, CIUP, Universidad Pedagógica Nacional, 1981.
medios de transporte, maestros, mecánicos, sacerdotes, médicos, militares y otros
oficios o profesiones que se constituyen en el área rural en la imagen de la ciudad, en
las posibilidades de trabajo urbano11.
La familia urbana integrada y marginal
El punto central del que debe surgir el análisis de estos fenómenos tiene que partir de
la manera como se ha dado la vinculación de la población urbana con el trabajo y muy
especialmente la naturaleza de este proceso en la mujer, pues este es el hecho que más
ha incidido en la organización familiar. Ya en 1971 las tasas de participación
femeninas eran prácticamente el doble en las ciudades que en las áreas rurales. Por
otra parte, hacia 1977 el 41,8% de los trabajadores urbanos eran mujeres, de las cuales
el 35,4% eran jóvenes menores de 25 años1212. El 47,1% de las mujeres que trabajan
en 1977 son casadas o viven en unión libre, es decir, son amas de casa que tienen a la
vez un trabajo doméstico, o sea una doble jornada; así mismo, un 14,5% del total de
las mujeres trabajadoras son jefes de hogar, es decir, que sostienen la familia sin la
colaboración de un hombre. Este fenómeno de la mujer jefe de hogar marca uno de los
cambios de mayor importancia en la reorganización de las familias urbanas y
constituye el punto de partida para los análisis de la separación, la unión libre y otras
formas de organización familiar que se presentarán posteriormente.
11
DANE, Censo nacional de población, 1964.
12
Elssy Bonilla de Ramos, "Working mothers of pre-school children in an underdeveloped society",
CEDE, Universidad de los Andes, mimeo, 1983.
Por otra parte, el trabajo de la mujer es menos remunerado que el del hombre en todas
las ocupaciones, o por lo menos las trabajadoras mujeres aparecen siempre
concentradas en los grupos de baja remuneración, inclusive cuando se controla por
educación de los trabajadores aparece una discriminación contra la mujer. No obstante
el trabajo de la mujer ha traído una serie de cambios de actitudes, nuevas formas de
ver su mundo y de entender los roles dentro de la familia, aunque estos fenómenos,
debido al significado específico del trabajo, no tengan el mismo sentido en todas las
clases sociales. Para las mujeres de clases bajas y grupos marginados el trabajo es una
necesidad de subsistencia, una ayuda a la familia en que el salario es una parte
definitiva y causante del trabajo. En las familias de clase media el trabajo, además de
ser un ingreso adicional a veces necesario, adquiere un nuevo sentido: ayudar a
funciones familiares no estrictamente de supervivencia, estudios, mejoramiento de
vivienda, y al crecimiento personal de la mujer trabajadora. En las clases altas el
trabajo de la mujer no tiene el sentido de la urgencia económica, el salario no es parte
significativa del trabajo ni de la economía familiar, es más una manera de crecimiento
personal13. Este hecho, por supuesto, genera actividades y valores que incidirán en la
socialización de los hijos y que son reflejo directo de la manera como el modelo
urbano-industrial y su agotamiento han condicionado la organización familiar de
grupos marginales e integrados y de cómo el mismo fenómeno puede tener sentidos
muy disímiles, según la circunstancia social de cada grupo.
En este sentido resulta de interés detenerse un poco en tres temas que tienen que ver
más directamente con la organización familiar y su capacidad de socialización: a) el
empleo del tiempo; b) las nuevas formas de organización familiar en los barrios
marginados; c) la organización familiar y delincuencia infantojuvenil.
Puede pensarse, sin embargo, que muchos de estos trabajos son realizados en la propia
casa de la mujer trabajadora y por lo tanto se reduciría el impacto de la ausencia
materna en el proceso de socialización de los hijos. En realidad este fenómeno no es
13
Ibíd.
14
Nohra Rey de Marulanda, El trabajo de la mujer, Bogotá, CEDE, Universidad de los Andes, 1981, Doc.
063.
cierto. De las trabajadoras que están. empleadas en la industria moderna solamente
9,8% trabajan en sus casas, de las que trabajan en la administración pública y en los
servicios comunales y sociales apenas 5,4% laboran en sus casas y lo propio sucede
con 15,5% de las que trabajan en bares y restaurantes. Solamente en las que están
vinculadas con el trabajo artesanal (50,3%) y el comercio (40,8%) es importante la
proporción de trabajadoras en su hogar. El porcentaje de hombres que trabaja en su
domicilio y puede remplazar a las madres en su labor socializadora es mucho más
bajo, aunque de ninguna manera despreciable.
Por otra parte, la responsabilidad del trabajo doméstico se reparte de manera desigual
de un estrato social a otro: en los estratos bajos las funciones de lavar, planchar y
cocinar recaen principalmente en las esposas y jefes de hogar (mujeres), mientras que
en los estratos altos estas tareas son desempeñadas principalmente por el servicio
doméstico. Si se tiene en cuenta el tiempo empleado diariamente para transportarse al
sitio de trabajo se observa que las jornadas de transporte pueden llegar a ser bastante
largas: si bien un grupo de mujeres tiene jornadas relativamente cortas, menos de
media hora (11,1% del estrato bajo, 15,6% del estrato medio y 22,4% del estrato alto),
una buena proporción emplea más de media hora (42% de la clase baja, 39,4% del
estrato medio y 27% del estrato alto).
Si se tiene en cuenta que de estas trabajadoras el 51,4% son esposas o jefes de hogar
que deben trabajar, transportarse y realizar las tareas domésticas, no resulta
extraordinario que muchas de ellas no puedan desarrollar lo que Nohra de Camacho
llama la "conciencia del individuo"15, o que conciban la familia como una institución
que aísla y produce soledad, al tiempo que no permite la participación en otras
organizaciones o movimientos16. Es decir que estas mujeres, por fuera del
cumplimiento de su doble rol de madres y trabajadoras, disfrutan de muy poco (o
ningún) tiempo libre para sus necesidades personales o sociales, especialmente en el
caso de las mujeres de estratos bajos y grupos marginales donde s pueden reunir las
obligaciones de jefe de hogar, trabajadora, transportes de larga duración y encargada
de los oficios domésticos. Esto, por supuesto, llega a ser parte de la explicación de la
baja participación de las madres trabajadoras en instituciones consideradas
tradicionalmente fundamentales como puntos de referencia para las mujeres como la
Iglesia y las visitas a amigos y familiares: solamente 18% de las mujeres visitan
amigos y 20% asisten a servicios religiosos regularmente, 8,7% eran miembros de un
sindicato, 5,4% eran miembros de una cooperativa, 1,3% eran miembros de la acción
comunal y 2,7% de otras organizaciones17.
Esta situación deja, por supuesto, poco tiempo para la atención de los hijos,
especialmente a las madres de estratos bajos y marginales, hecho que se expresa en
15
Nohra Segura de Camacho, "Reproducción social, familia y trabajo", en Icfes y Asociación
Colombiana de Sociología, La sociedad colombiana y la investigación sociológica Bogotá, 1984.
16
Elssy Bonilla de Ramos, La madre trabajadora, Bogotá, CEDE, Universidad de los, Andes, 1981, Doc.
066.
17
Elssy Bonilla de Ramos, Working mothers..., op. cit.
sentimientos de angustia y de culpa, dado que la maternidad definida culturalmente no
puede delegarse y la situación familiar y laboral, además de la sensación de falta de
realización personal, impide cumplir sus demandas a cabalidad. Y, en efecto, es
realmente poco el tiempo de que disponen las madres trabajadoras de los estratos
bajos para socializar a sus hijos, fenómeno que se reflejará en las nuevas generaciones
en la búsqueda de otros agentes socializantes como los pares o la escuela y que
contribuirá a ahondar la brecha generacional que ya de por si establece la
modernización urbana, la crisis del modelo urbano industrial y la educación
diferencial entre generaciones. Pero en medio de esta situación de deterioro de las
relaciones intergeneracionales, es importante mirar las formas de adaptación que
encuentra la familia para reorganizarse y redefinir su papel en las nuevas
circunstancias.
Tal vez el fenómeno de mayor relevancia con respecto a la familia urbana de las
últimas décadas es la coexistencia de dos modelos diferentes: el modelo tradicional de
familia nuclear, monogámica, y el nuevo modelo de organización familiar de los
grupos marginados y de estratos bajos cuyas líneas generales se tratarán de examinar
enseguida. La importancia de esta doble estructura para la socialización de la juventud
no puede disminuirse ni tampoco el hecho de que muchas de sus formas de
organización son una especial síntesis de la cultura rural y del modelo urbano
industrial, derivada principalmente del trabajo femenino y de la ruptura de normas con
respecto a la familia monogámica nuclear. Este nuevo modelo de organización
familiar tiene dos vertientes diferentes cuya síntesis está en camino de formación: a) la
crisis de la familia tradicional y la búsqueda de nuevas formas; b) la organización en
clanes.
A partir del modelo de familia correspondiente al desarrollo urbano industrial cuya
división del trabajo estaba constituida por la idea de la mujer en el hogar y el hombre
en la fábrica, se ha ido conformando el modelo de familia que corresponde a la
pérdida de vigencia de la modernización y que incluye a la mujer y, generalmente, a
otros miembros de la familia, en el trabajo. Esta circunstancia ha creado, por una
parte, una serie de situaciones conflictivas debido a las implicaciones valorativas y
conductuales del trabajo de la mujer, del trabajo de los hijos, de la redefinición
necesaria de los roles sexuales dentro de la familia y, al tiempo, debido también a la
redefinición de las relaciones entre padres e hijos en un ambiente de baja socialización
familiar y, por otra, una nueva actitud de la mujer trabajadora dado que, inclusive en
la estrecha situación de trabajo reinante, el contacto con otros mundos y la posibilidad
de tener un trabajo remunerado salarialmente han cambiado su actitud ante la familia.
Esta situación ha generado una crisis en la forma tradicional de organización familiar
que al no adaptarse a los requisitos de la nueva situación social en las familias cuya
base económica es la venta de su fuerza de trabajo, al no responder al nuevo modelo,
ha empezado a desintegrarse para dar lugar a nuevas formas de concepción de la
familia. La crisis se ha hecho visible en dos fenómenos cuya importancia estadística
general se concentra en los grupos marginales y de estratos bajos: la separación de los
matrimonios y la unión libre18.
Todas estas situaciones implican cambios importantes para los hijos por cuanto llevan
a la ausencia de uno de los padres, a vivir con los abuelos o con personas que no
18
Para un análisis de las formas de unión libre véase Ligia de Ferrufino, "La familia de hecho en
Colombia", en Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Memorias 1983,. Bogotá, 1983.
19
Norma Rubiano, "Desintegración familiar y constitución de nuevas formas de unidad doméstica en los
principales centros urbanos del país", Bogotá, mimeo, 1983.
20
Ibíd.
forman parte del hogar inicial de tipo nuclear. En la mayoría de los casos se presenta
la ausencia de la figura paterna que en algunas oportunidades es remplazada por un
nuevo esposo de la madre, por el abuelo o por personas sin lazo familiar. Las
consecuencias que estos hechos tienen para la disciplina y el control de los hijos, para
su desarrollo afectivo, pueden desempeñar un papel importante en la manera como se
enfrenten a la nueva sociedad las generaciones jóvenes que están creciendo en estos
nuevos moldes familiares.
La violencia que implican los cambios descritos en los grupos marginados o de bajos
ingresos habría producido una desintegración aún mayor de la vida social si no se
hubieran creado mecanismos colectivos para contrarrestar estos fenómenos. Uno de
los más importantes mecanismos neutralizadores de la crisis es la organización de los
barrios populares en "clanes" familiares. En un estudio realizado en cuatro barrios
populares de Bogotá se encontró que el 65% de su población estaba organizada d esta
manera con base en cadenas de familiares hasta el tercer grado y d más de dos
generaciones que vivían en hogares separados físicamente Una de las características
de esta forma de organización barrial es la endogamia de barrio y el compadrazgo de
clan, cuyo sistema de ayuda familiar se convierte en un eficaz mecanismo de
redistribución del ingresos y de búsqueda de empleo. Efectivamente los clanes
controlan áreas de trabajo, mecánica, venta ambulante, ladrilleras, etc., y colocan en
ellas sus miembros. A su vez, los clanes se encargan de la formación ocupacional de
los jóvenes retomando funciones pertenecientes ahora a la escuela y establecen el
cuidado de los niños por "otros" miembros de las familias para dejar libre la mano de
obra femenina cuando es necesario22.
21
Véase el trabajo de María Cristina Salazar, "Educación preescolar: la definición social de la primera
niñez", en publicación en la Revista Colombiana de Educación, N° 13, Bogotá, CIUP, Universidad
Pedagógica Nacional.
22
Lucero Zamudio y Hernando Clavijo, El barrio popular: ¿marginados o ejército industrial de reserva?,
Bogotá, Cinep, 1978.
Dentro de esa forma de organización barrial los jóvenes reaccionan de diferentes
maneras, según sus circunstancias sociales e individuales: a) participan de la
organización de clanes de los mayores y buscan la vinculación laboral a través de la
aceptación de sus normas23; b) rechazan los caminos de la comunidad de los mayores
pero trabajan dentro de la comunidad, es decir, participan en la organización de la
comunidad a través de otras tradiciones como la acción comunal o cooperativa del
barrio24; c) rechazan la generación de sus padres y buscan otros caminos a través de la
conformación de galladas con sus pares de edad, en las que generalmente se dan
conductas relacionadas con el consumo de drogas y la delincuencia25. Resulta
interesante discutir el último punto, así sea muy sucintamente.
Familia y delincuencia
El ambiente social de las familias que se viene dibujando en los grupos marginales o
de estratos bajos es el más propicio para la aparición de conductas delincuenciales o
"desviadas" en los jóvenes. Según un estudio realizado en varias ciudades
colombianas pertenecientes a regiones culturales diferentes, existe una serie de
situaciones de tipo familiar que engendran esas conductas, aunque lo hagan de manera
distinta según la naturaleza de su cultura. Es decir, que además de la influencia de los
fenómenos relacionados con el modelo urbano industrial y su crisis, es necesario tener
en cuenta que este fenómeno está actuando dentro de un entrecruzamiento con las
bases culturales de las regiones en que está inscrita cada ciudad26.
23
Ibid
24
Myriam Jimeno, Diagnóstico nacional de la juventud colombiana, Bogotá, Secretaría de Integración
Popular, Presidencia de la República, 1982.
25
Ibid
26
Virginia Gutiérrez de Pineda, El gamín: su albergue social y su familia, Unicef e Instituto Colombiano
de Bienestar Familiar, 1978.
Así mismo, en esta investigación se señala que la causa principal aducida por las
madres que optan por separarse es el incumplimiento de los roles por parte del
compañero, dentro de los cuales el más importante es el de proveedor económico.
Estos hechos plantean el círculo dentro del cual se mueve la crisis de la familia
nuclear monogámica del modelo urbano industrial: la incapacidad general de los
padres de estratos bajos para proveer solos a la familia y la aceptación conflictiva del
trabajo femenino y de los hijos.
Durante este proceso, sin embargo, han empezado a observarse otros aspectos de su
funcionamiento, los conflictos internos y sus relaciones con el resto de la sociedad,
que han tornado contradictoria su función: se empezado a ver que su expansión
significa también exclusión, que además de su papel en la movilidad social ha
oficiado como estratificadora, que al mismo tiempo que hacía más "valiosos" a los
jóvenes que pasaban por sus aulas ha ido devaluando su capacidad como pasaporte al
empleo y a los altos ingresos, que fuera de ser un puente cultural entre la ciudad el
campo se ha ido transformando en marginalizadora de algunos grupos y que sus
innovaciones pedagógicas no siempre han conducido hacia mejoramiento de la
calidad del conocimiento.
Los bajos índices de retención que muestran que de cien niños que empiezan su
educación primaria solamente 40 la terminan en la ciudad y 17 en el campo están
mostrando que una gran mayoría de la población colombiana no logra terminar la
educación de primer nivel, educación que apenas habilita para las urgencias de la
27
Rodrigo Parra Sandoval, La expansión de la escolaridad en Colombia, Bogotá, CEDE, Universidad de
los Andes, 1977, Doc. 037.
alfabetización que requiere el mundo urbano y que coloca a los que terminan allí su
educación en los escalones más bajos de la estratificación ocupacional.
LA BRECHA GENERACIONAL
La rápida expansión del sistema educativo ha generado una brecha generacional que
se expresa en la cantidad de educación que "padres" e "hijos" : recibido. La brecha se
manifiesta en diferencias ocupacionales, en movilidad social intergeneracional, pero
sobre todo en la disminución de la habilidad socializadora de la generación mayor.
Este es un fenómeno propio de toda expansión educativa, pero dos hechos hacen que
la situación colombiana tome características que acentúan su significado: la rapidez
del proceso de expansión que ha tenido lugar en un poco más de dos décadas y su
coincidencia con el proceso de urbanización del país, con las fuertes corrientes
migratorias del campo a la ciudad que la acompañaron. La confluencia de estos dos
fenómenos hace que la familia se debilite como agente socializador, especialmente en
los nuevos ámbitos urbanos donde la mayor educación de los hijos, aunada a un mejor
conocimiento de la lógica de la modernidad y de lo urbano aprendida en la ciudad
misma, incrementa el significado cultural de la brecha entre generaciones.
28
Icfes, Estadísticas de ¡a educación superior, Bogotá, 1980.
oficial se pierde en 1973, año en el que la educación privada alcanza el 52% del
total29. Los programas nocturnos solamente llegaban al 1% en 1965, lo que hace
suponer que sobre su crecimiento se ha montado buena parte de la expansión de la
educación superior en la última década.
Estos procesos de cambio educativo sucedidos en apenas una década han marcado una
serie de hechos que pueden enunciarse de la siguiente manera:
33
Rodrigo Parra Sandoval, El desarrollo y la diferenciación de la educación universitaria en Colombia,
Bogotá, CEDE, Universidad de los Andes, 1982.
34
Eduardo Velez y Pablo L. Trouchon, ―Logros educativos del bachillerato colombiano, en Revista
Colombiana de Educación, N| 12, Bogotá, 1983.
35
Rodrigo Parra y María Elvira Carvajal, op. cit.
Las cifras de desempleo indican que el desempleo entre profesionales es casi tan alto
como el promedio nacional, que hay en el país siete mil agrónomos desempleados o
trabajando en empleos ajenos a su formación, que hay 500 médicos sin trabajo, que
hay exceso de ingenieros para la demanda nacional, lo mismo que maestros,
economistas y administradores de empresa. Es decir, que completar el ciclo educativo
superior no disminuye los riesgos de desempleo que afectan a la población en general.
f) Pero las posibilidades de estudiar en una universidad de cúspide no están
condicionadas solamente por el origen social, es necesario también tener en cuenta la
ubicación espacial del estudiante dentro del proceso de desarrollo desigual del país.
Las universidades de cúspide están localizadas en los grandes centros industriales:
Bogotá, Medellín y Cali. Para los estudiantes que no viven en esas ciudades y que
pretendan acceder a las universidades de cúspide esto implica además una migración.
En 1940 el 80% de la matrícula se concentraba en las ciudades industriales y en 1980
esta proporción ha bajado hasta casi el 70%. Se ha dado entonces un proceso de
descentralización de la educación superior. Pero la descentralización se ha hecho
también con base en educación nocturna tanto privada como oficial, en programas
centrados en las áreas de economía y administración, ciencias de la educación y
agronomía y a fines, que parecen ser las áreas que tienen actualmente más problemas
de desempleo y subempleo. Las otras áreas que predominan en las ciudades
industriales (derecho, arquitectura, humanidades y ciencias exactas y naturales)
concentran más del 90% de su matrícula en las ciudades industriales. Ciencias sociales
y medicina tienen más del 80% de su matrícula en ciudades industriales, mientras que
el 75% de la matrícula de ingeniería está en la misma situación36.
36
Rodrigo Parra Sandoval, El desarrollo y la diferenciación..., op. cit.
37
Rodrigo Parra Sandoval, "La conformación de la red urbana y sus consecuencia en la estructura
ocupacional: cinco ciudades colombianas", en E.A. Havens et al op.,op. cit.
ubicadas en ciudades no industriales. Es decir, la devaluación se concentra en los
nuevos grupos sociales que acceden a la educación, en los grupos que pretende incluir
la expansión educativa. Tal situación hace reflexionar sobre la estrecha relación entre
la capacidad de absorción por el aparato productivo del modelo urbano industrial de
los egresados universitarios, el agotamiento de ese modelo y el descenso de la
capacidad del sistema educativo para servir como canal de movilidad social. Los
grupos que acceden después de que se empezó a agotar esa capacidad se hallan ante
una serie de mecanismos que convierten la movilidad social en una intrincada
ramificación de estratificaciones y diferenciaciones que devalúan su educación en el
mercado de trabajo. Aunque, por supuesto, el no asistir a la educación formal
implicaría una discriminación aún más fuerte en una sociedad cada vez más educada y
en la que, aunque la educación no sea un pasaporte al empleo, la falta de educación sí
puede ser un pasaporte para el empleo manual o para diversas formas graves de
desempleo o subempleo.
Los estudios realizados hasta ahora sobre este aspecto de la educación colombiana
sugieren la existencia de una esquizofrenia social y de una red de discontinuidades en
la aprehensión del conocimiento, fenómenos que se relacionan y se refuerzan para
producir una calidad diferencial según los contextos sociales38. Efectivamente, la
esquizofrenia social consiste en una separación muy fuerte entre las normas y valores
organizacionales y de relación entre maestro y alumno y la conducta realmente
practicada. En buena parte esta separación entre norma ideal y real se basa en su
38
Rodrigo Parra Sandoval, Leonor Zubieta y Olga Lucía González, Maestros de maestros: la organización
social de la transmisión del conocimiento en una normal rural, Bogotá, CIUP, Universidad Pedagógica
Nacional (en impresión), 1983. Ver también Aracelli de Tezanos, E. Romero y G. Muñoz, Escuela y
comunidad: un problema de sentido, Bogotá, CIUP, Universidad Pedagógica Nacional, 1983.
inadecuación a ciertos contextos sociales en los que la cultura urbana de clase media
que da origen a la norma no está de acuerdo con las bases culturales locales. Este
fenómeno es especialmente notorio en las escuelas campesinas donde la
normatividad organizativa oficial disuena de manera muy clara, pero se muestra
también de manera conflictiva en las escuelas de barrios marginales urbanos. En éstos
tanto las diferencias culturales entre maestros (que pertenecen a las clases medias
bajas) y los alumnos (marginales), como las actitudes de los padres hacia la educación,
a la que no ven como una manera de salir de su situación (en parte debido a la
diferencia intergeneracional de escolaridad y en parte a que esta diferencia en favor
de los hijos no se manifiesta en un mejoramiento real debido a la pérdida del valor de
la educación por la crisis del modelo urbano industrial) contribuyen a crear un clima
conflictivo en valores, aspiraciones y significados atribuidos al conocimiento. En los
contextos sociales urbanos de clases integradas estos fenómenos se reducen debido en
buena parte a la concordancia existente entre contexto social, capital cultural y
naturaleza de la educación.
Estos fenómenos, por supuesto, crean una discriminación contra le grupos campesinos
y los marginales urbanos, para no hablar de los grupos con organizaciones culturales
diferentes como los indígenas. A través de esa manera de llevar la educación a los
grupos marginados del campo y la ciudad se produce una doble desubicación cultural:
por una parte, se los separa de sus formas de organización social y se produce una
desvinculación cultural40 y, por otra, no se los integra en la nueva cultura urbano-
industrial debido a la baja calidad de la educación que se les ofrece; a que no se tienen
en cuenta las enormes diferencias de capital cultural i estos grupos con respecto a las
clases medias urbanas y se gesta así el camino del fracaso escolar y de la inadecuación
de los conocimientos que se les transmite. Todo esto hace que la escuela, así
entendida, se convierta en una institución productora de marginalidad cultural para
buena par de la población colombiana.
Junto con la expansión del sistema escolar comenzó el cambio de modelo pedagógico
o por lo menos la difusión en mayor escala de la nueva pedagogía. La fase elitista de
la educación se había basado en la aplicación de un modelo generalmente definido
como "clásico", de acuerdo con el que se determinaba la organización social de la
actividad escolar y las nociones de educación y aprendizaje. El grado de identificación
del alumno con el modelo definía el grado de aprovechamiento escolar y el éxito de la
labor docente. La nueva pedagogía, en cambio, pretende dar una mayor participación
39
Juan C. Tedesco y Rodrigo Parra, "Escuela y marginalidad urbana", Proyecto Desarrollo y Educación
en América Latina y el Caribe, Buenos Aires, Unesco/Cepal/PNUD, 1979. Rodrigo Parra y Leonor
Zubieta, La imagen del maestro..., op. cit.
40
Juan C. Tedesco, "Elementos para una sociología del curriculum escolar en Argéntina", en Tedesco et
al., El proyecto educativo autoritario: Argentina 1976-1982, Buen Aires, Flacso, 1983.
en el proceso de enseñanza-aprendizaje a los actores educativo (maestro-alumno),
centrar su interés no en la imitación de un modelo, sil en los intereses de los
estudiantes, incentivar la creatividad, la imaginación y la crítica del conocimiento.
Estos objetivos de la educación han quedado expresados en la legislación colombiana
cada vez con mayor claridad. Sin embargo, la aplicación de tales postulados
renovadores dentro de un contexto de subdesarrollo económico, de acelerada
expansión del sistema escolar, de cambios drásticos en la concepción elitista de la
educación y de creación de nuevas formas de elitización, o por lo menos de
estratificación se vio sometida a una serie de distorsiones. Estas distorsiones han
tenido que ver tanto con los procesos de industrialización y urbanización como con la
necesidad de improvisar maestros para cubrir las crecientes demandas educativas y
con los efectos de todas estas circunstancias en la conformación de los patrones de
actividad docente.
Una sociedad que parece tender hacia la firme planeación de los recursos humanos no
puede incentivar, sin generar una contradicción, el desarrollo de los intereses
individuales con respecto al conocimiento. Y como la racionalidad económica ha
aparecido como prioritaria, como más urgente, el deterioro se ha presentado en la
política pedagógica que ha tenido que conservar, por necesidad política, el
planteamiento teórico de la nueva pedagogía, al tiempo que su práctica era deformada
para adaptarla a los requerimientos de la política económica de formación de mano de
obra. De esta manera ambas políticas educativas han entrado en crisis y la educación
ha perdido su norte: ha dejado de ser un camino seguro hacia el empleo y el desarrollo
y ha rebajado su calidad y deteriorado la habilidad del hombre colombiano para
generar conocimiento de su propio mundo social y técnico y para participar en la
definición del destino de la sociedad. La juventud que asiste al sistema educativo y
que se asoma perpleja a esta doble crisis responde con apatía ante una institución que
no le puede proporcionar caminos para buscar el sentido del mundo de los adultos. La
escuela ve disminuida así su capacidad de orientadora de la juventud, de formadora de
ciudadanos, de hombres capaces de explorar su sociedad para darle un sentido, buscar
su camino y participar en el Tiende a producir, en cambio, una juventud cultural e
intelectualmente marginada, apática, perpleja.
En razón de que los últimos datos censales en Colombia corresponden al año de 1973
y a que no existe otra fuente del mismo orden para épocas recientes, así como también
a la serie de inconsistencias que tiene esta información, es preferible utilizar la
información proveniente de las Encuestas de Hogares. Las escogidas para este trabajo
son la Encuesta Nacional de Hogares de 1971 y la de 1980. Debido a que las últimas
etapas de la encuesta de hogares sólo hacen referencia a siete ciudades principales del
país, los datos de comparación para la zona rural se tomaron de la Encuesta Nacional
de Hogares, Alimentación y Vivienda de 1981, realizada por DANE-DNP-PAN.
LOS JÓVENES EN LA POBLACIÓN ECONÓMICAMENTE ACTIVA
Las tasas de ocupación de los jóvenes activos son sensiblemente inferiores a las del
total nacional y han venido disminuyendo, en particular en el sector rural. Las
estadísticas existentes para lo urbano correspondientes a las siete principales ciudades
del país pueden estar sobreestimando las tasas de ocupación de jóvenes, puesto que
dejan por fuera a grandes núcleos de jóvenes en pequeñas ciudades y en algunas
capitales de provincia, para los cuales la desocupación constituye uno de los
problemas básicos.
Los niveles de salarios de los jóvenes ocupados en 1980 muestran cómo el 37%
recibía un salario inferior al mínimo, un 32% devengaba un salario mínimo y el 31%
se ubicaba por encima de esta remuneración. La alta proporción de jóvenes con un
salario inferior, al, mínimo legal se explica por el gran número de menores de edad en
el mercado de trabajo, así como también por los bajos niveles educativos
(comparativamente) alcanzados, que limitan el acceso a escalas más altas de
remuneración.
Con la enorme expansión del sistema educativo en las últimas décadas era de
esperarse una disminución sustancial de población joven dentro de la fuerza de
trabajo, pero en 1980, si bien las tasas específicas de participación de población joven
en la PEA disminuyeron para la zona urbana, la juventud rural incrementó su
participación en el grupo de 15-sólo disminuyó en el de 12-14 que pasó de 20,2% en
1971 a 17,9% en La población de 10-11 años en la fuerza de trabajo, no detectada en
la encuesta de 1971, asciende en 1981 a 8%.
Evidentemente, estas cifras dan cuenta del progresivo deterioro de las condiciones de
vida, sobre todo en la zona rural, y de la ineficacia interna de1 sistema educativo. Si se
observan los datos sobre la población inactiva, la magnitud de la pérdida de la
juventud como período de la vida se hace más significativa. La proporción de jóvenes
en la categoría de estudiantes y de oficios del hogar por grupos de edad es así: de 12 a
14 años: 94,4% estudiantes, 1,5% oficios del hogar; de 15 a 19 años: 81,7%
estudiantes 10,3% oficios del hogar; de 20 a 29 años: 31,2% estudiantes, 58,1%
oficios del hogar41.
41
Departamento Nacional de Planeación, Diagnóstico y lineamientos de política para la juventud, DNP-
UDS-DSD, 1983
Si se comparan las estructuras ocupacionales por sector de actividad entre 1971 y
1980 para los grupos de edad comprendidos entre los 15-29 años y los mayores de 40,
diferenciando entre lo urbano y lo rural, se tienen las siguientes conclusiones:
Las diferencias en la estructura rural entre jóvenes y adultos son mucho más
marcadas. Los jóvenes se inscriben en mayor proporción (48,9%) que los
adultos (30%) en las categorías de empleados y obreros y la diferencia es alta:
19,6%. Los adultos tienen una representación mayor de patronos (21,3%) que
los jóvenes (1,7%)| diferencia que es fácilmente explicable tanto por la
posibilidad de adquisición de tierras que varía con la edad como por los
cambios en 1a estructura agraria con la modernización de la producción
agrícola que implica procesos de concentración de tierras y de descomposición
campesina. Lo mismo sucede con los cuenta propia en que la diferencia entre
jóvenes y adultos beneficia a los adultos en un 29,7% mientras que en los
familiares sin remuneración la proporción de jóvenes es un 30,4% mayor que
en los adultos, lo que obviamente está reflejado la dependencia económica de
muchos jóvenes con respecto a sus padres. Infortunadamente tampoco en este
caso puede compararse 1a estructura de posición ocupacional con cifras de la
década del ochenta. De todas maneras parece claro que los dos indicadores
ocupacionales están manifestando aspectos distintos de la situación de los
jóvenes: el sector se refiere más a la "democratización" de los espacios
ocupacionales por edades y la posición se refiere a fenómenos de tipo
movilidad ocupacional, adquisición de propiedades productivas, negocios
propios y abandono de la subordinación y de la dependencia de la venta de la
fuerza de trabajo para subsistir.
Las tasas de desempleo de los jóvenes son siempre superiores a las de los adultos y las
diferencias cuando se comparan datos de 1971 y 1980 entre tasas nacionales y las de
los grupos jóvenes se acercan al doble; es decir, que las tasas de los jóvenes son casi
dos veces las de los adultos. Por otra parte, cuando se comparan las tasas nacionales
específicas de desempleo para lo urbano y lo rural y por sexos se tienen los siguientes
resultados: a) las tasas de jóvenes urbanos son el doble de grandes que las nacionales
urbanas para hombres, b) Las tasas de las mujeres jóvenes urbanas son mayores que
las totales para mujeres urbanas, pero su distancia es menor que en el caso de los
hombres, c) Las tasas de desempleo de los jóvenes (hombres y mujeres) rurales son
más elevadas que las de los adultos rurales y se aproximan como tendencia también al
doble en los jóvenes con relación a los totales nacionales, d) El desempleo urbano de
los jóvenes es muy elevado en 1971 (17,7 y 18,1 para hombres y mujeres,
respectivamente) y ha tendido a ceder levemente en 1980 a 13,2 y 16,9. El desempleo
de los jóvenes rurales en cambio ha tendido a aumentar y aunque el de los hombres es
relativamente bajo (3,6 y 5,1 en 1971 y 1980), el de las mujeres es muy elevado (18,1
y 24,1 para los dos años).
Las tasas de subempleo son también más elevadas para los jóvenes que para el total de
la población, especialmente en el caso de los hombres, pues las mujeres jóvenes
siguen la tendencia de la población femenina total. Los hombres jóvenes tienen tasas
de 21,4 para el grupo entre 15 y 19 años y de 20,2 para el grupo de 20 a 29, mientras
el total llega a 17,3. Igual cosa sucede con las tendencias si se considera el subempleo
visible o invisible.
EDUCACIÓN Y DESEMPLEO
Para 1964, época de auge del desarrollo del modelo urbano industrial la relación
positiva entre nivel educativo y empleo era muy clara. La mayor tasa de desempleo
correspondía a la población analfabeta (23,7%), la población con secundaria
correspondía una tasa del 13,5% y a los universitarios una tasa de 10,8%. Pero en un
trabajo realizado en ANIF sobre empleo y educación universitaria se muestra que
entre 1976 y 1978 el desempleo según nivel educativo no seguía la misma tendencia.
Por el contrario, tasas más bajas de desempleo eran obtenidas por los que no tenían
ninguna educación o por los que solamente tenían nivel primario43(5.2 y 7,9
respectivamente). El segundo lugar era ocupado por los que había asistido a educación
universitaria o normalista (8,3 y 9,5), mientras los más altos índices de desempleo
eran para los que habían alcanzado educación secundaria de bachillerato (12,6) y
educación secundaria técnica (2l). Es especialmente notable como indicador de
agotamiento del modelo urbano industrial el alto índice de desempleo de técnicos
especializados.
En 1980 las tasas de desempleo eran más elevadas en las ciudades y las diferencias
entre hombres y mujeres eran también de significación. Las tasas más altas seguían
siendo para la educación secundaria y las cifras de 1981 a 1983 muestran diferencias
notables de las tasas de desempleo por ciudades. Efectivamente, tasas de desempleo
para personas con educación superior del orden del 11,3, que en el caso de las mujeres
llega hasta 14,7, pueden considerarse muy altas.
En este capítulo se discuten temas que tienen que ver con la manera como los jóvenes
"están" en la sociedad colombiana, sus formas de participar en la vida política, su
exilio económico causado por el desempleo, el subempleo y los bajos salarios que
llevan a su emigración a otros países, sus problemas y servicios de salud, sus
conductas delincuenciales y sus actividades con relación al consumo de drogas.
LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA
Uno de los campos en que se pueden observar con mayor claridad el vaciamiento del
concepto de juventud, o mejor la vacuidad de su contenido como concepto social que
es aceptado y ennoblecido pero no llevado a la práctica con todas sus consecuencias,
es la participación política. El primer indicador de este fenómeno es la total ausencia
de estudios sobre la vida política de la juventud, sobre su participación, su liderazgo,
sus valoraciones y actitudes y la falta de programas para lograr su inserción en la
política nacional. Se revisarán enseguida, recogiendo información parcial en
43
María Luisa Chiappe y María Eugenia Toro, "Desempleo y educación universitaria j técnica", Empleo
y Desempleo, Nos 9-10, Bogotá, enero-junio de 1978.
diferentes estudios dedicados a la política general, tres aspectos centrales sobre la vida
política de la juventud colombiana: a) su votación; b) su participación en partidos
políticos; c) su socialización política.
Todos los estudios electorales realizados en el país afirman que la abstención electoral
de los jóvenes es muy alta y que, además, es mucho más elevada que la de los adultos.
Así, en las elecciones de 1968 en Cali la abstención de los jóvenes entre 21 y 25 años
fue del 74% 44. Esta misma tendencia. Se conforma para Bogotá en las elecciones de
1972 y 197445. En 1978 la abstención nacional de los jóvenes entre 18 y 20 años fue
del 75% 1980 el 82% de jóvenes entre 18 y 24 años no votaron46. Un estudio realizado
por el Grupo Social intentó esclarecer las causas de esta conducta encontró que
solamente el 19,3% de los jóvenes entre 18 y 24 años se abstenía por rechazo al
sistema social, mientras que el 50,3% lo hacía por indiferencia política. Al mismo
tiempo, 40% de los jóvenes afirmaban que los problemas que vivía el país eran
puramente políticos, mientras que el 68.3% demostraban un alto desconocimiento de
la organización política y nacional.47 Otra investigación realizada por el Departamento
de ciencia Política de la Universidad de los Andes mostró que los jóvenes tienen una
pobre imagen de las instituciones políticas del país. En efecto, solamente 2,5%
opinaron que los resultados electorales representaban la opinión de la mayoría del
electorado mientras 89,1% mostraron una imagen negativa de los parlamentarios,
ejemplificada con vocablos como ―deshonestos", "ineficaces", "improductivos"48.
a)Los cambios en la familia que se llevaron a cabo junto con los procesos de
urbanización e industrialización y las intensas oleadas migratorias de lo rural a
lo urbano y entre regiones han producido efectos de desarraigo y pérdida de la
identificación política partidista que había estado tradicionalmente ligada a
bases ecológicas y a tradiciones familiares. La brecha generacional de los
padres que vivieron la efervescencia del modelo social basado en la
industrialización y la urbanización de la economía y los hijos que crecen ahora
en medio de la ausencia de un modelo claro, de un objetivo social nacional, se
50
ANIF, Grupo Social, op. Cit.
51
Latorre y Murillo, op. cit.
expresa claramente en un desinterés por los lineamientos políticos tradicionales
por parte de las nuevas generaciones. Algunos estudios así lo muestran:
estudiantes universitarios que en un 90% no militan en ningún partido afirman
que sus padres pertenecen en un 87% a los partidos tradicionales, liberal y
conservador52. Por otra parte, el estudio mencionado sobre la participación
política femenina muestra que la abstención de las mujeres jefes de hogar
(42%) o compañeras (45%) es inferior a la abstención de las mujeres que en la
familia ocupan posiciones de hijas (51%) u otro pariente (54%)53. A pesar de
que el ambiente familiar podría conducir, como lo ha hecho tradicionalmente en
Colombia, hacia un patrón de votación y de identificación política, los cambios
que ha experimentado con el desarrollo histórico del país han creado una brecha
generacional muy significativa en la participación política de padres e hijos. La
familia ha perdido buena parte de su capacidad de ente socializador en la vida
política, de transmisor de una idea de sociedad que sea aceptable a las nuevas
generaciones.
b) Por lo menos un estudio muestra que no existe asociación entre la educación
y el ejercicio del sufragio54. Que la realidad social colombiana se está acercando
a este fenómeno es un indicador muy importante de la naturaleza de la
educación. Tal parece que la socialización política que imparte la escuela no
conduce a la participación en las jornadas electorales. Es muy posible que la
naturaleza autoritaria de las relaciones sociales y pedagógicas que se presentan
en el aula de clase y en el gobierno institucional de las escuelas genere apatía y
escepticismo sobre la sociedad y las posibilidades reales de acción dentro de
ella. Es, también, muy probable que la idea de sociedad que se transmite a
través de las materias de ciencias sociales del plan de estudios escolar conduzca
hacia la apatía política debido a su inadecuación a la realidad que el estudiante
vive. Esto parece más claramente cierto en lo que respecta a la enseñanza de la
historia basada en héroes cuyo sistema de valores y visión del mundo no tiene
mucho que ver con los problemas que plantea a los jóvenes el mundo
contemporáneo. La escuela parece también haber perdido buena parte de su
potencialidad socializadora para la vida política debido a la vacuidad e
inadecuación de sus modelos de sociedad y al autoritarismo de su organización
social que no se compadece con el mundo exterior a ella. Aun los movimientos
estudiantiles universitarios que tuvieron tanto auge en la década de los sesenta y
primera parte de los setenta ha reducido su efecto a la conformación de
pequeños partidos de izquierda sin poder de atracción para los jóvenes o a
grupos que toman camino de la guerrilla. Pero en términos generales se ha
generado una gran apatía política en los estudiantes universitarios55.
52
Latorre, op. Cit.
53
Lewin, op. cit.
54
Ibíd.
55
Francisco Leal, Juventud universitaria y participación política, Bogotá, Universidad de los Andes,
Departamento de Ciencia Política, Documento N° 2,1982.
c) Los partidos políticos tradicionales no han formulado programas estables y
duraderos para la juventud a pesar de que declaran la importancia de ese estrato
de población, especialmente en épocas elección. Algunos partidos de izquierda
han diseñado programas para la juventud, pero el escaso acceso que tienen los
mecanismos de Estado impide que tales programas vayan más allá de las
urgencias proselitistas. A esta situación habría que añadir el efecto
despolitizador del Frente Nacional, una de cuyas metas políticas fue la
disminución del clima de acrimonia política entre los partidos tradicionales que
había conducido a las devastaciones denominadas la Violencia.56La forma de
organización de los partidos políticos colombianos que sus toldas se armen de
manera ampliada solamente en épocas electorales y que no ofrezcan un campo
de acción continuo en puedan participar los jóvenes, formarse como cuadros y
vincularse i una manera más orgánica. La función de institución socializadora
política por excelencia que tienen los partidos políticos en otras democracias no
se da en Colombia y la juventud no ve muy claro cuál puede ser su papel en
ellos, no solamente en lo que tiene que ver con una concepción del poder dentro
de la sociedad y de la formulación de planes y programas que definan un
propósito partidista claro y atractivo, sino también desde el punto de vista de su
inserción en ellos fuera de su papel temporal de agitadores en épocas
electorales. La poca participación política de la juventud colombiana parece
desprenderse de dos tipos de fenómenos y de la interrelación en que se
presentan: la ausencia de una meta nacional, de un propósito que le dé un
sentido a la acción del Estado y de los partidos políticos y dentro de la cual los
jóvenes se vean como parte integral, la ausencia de un plan que defina hacia
dónde va la sociedad (equivalente a la idea de industrialización, urbanización,
modernización de los años cincuenta y sesenta), por una parte, y la consecuente
pérdida de poder socializador de las instituciones sociales creadas con tal fin
como la familia, la escuela y los partidos políticos, por otra.
LAS MIGRACIONES
Varios analistas se han referido a los procesos migratorios colombianos como una
forma de exilio económico57. En realidad habría que distinguir tres tipos de
migraciones para aclarar el verdadero sentido que tiene la noción de exilio económico:
las migraciones internas, fundamentalmente tos movimientos poblacionales entre
regiones y de lo rural a lo urbano que reflejan los cambios muy frecuentes en los polos
de desarrollo del país y que en sentido estricto no pueden denominarse exilio si se
excluyen las migraciones causadas por la violencia en sus diversas manifestaciones.
Un segundo tipo de migración es la que se dirige a países vecinos, especialmente a
Venezuela, Ecuador y Panamá donde, por temporadas, se han creado mercados de
trabajo más amplios y remunerativos, cuyo ciclo migracional tiene muchos aspectos
estacionales y, en todo caso, un regreso al país. Y un tercer tipo de migración es el que
56
Germán Guzmán et al., La violencia en Colombia, Bogotá, Iqueima, 1962
57
Véase Ramiro Cardona et al., El éxodo de colombianos, Bogotá, Tercer Mundo, 1980.
tradicionalmente se ha llevado a cabo hacia Estados Unidos y que tiene carácter más
definitivo.
Interesa a este trabajo mirar los dos tipos de migración al exterior por su naturaleza de
válvula de escape a los problemas del empleo y, en algunos casos, de búsqueda de más
amplios horizontes culturales. Colombia no ha sido siempre un país exportador de
población. Por el contrario, hace unos 30 años venezolanos y ecuatorianos migraban a
Colombia. Hoy ese proceso se ha revertido de manera dramática y solamente la crisis
de la economía petrolera de Venezuela y Ecuador ha disminuido el volumen
migratorio.
Tal vez el aspecto que define, en comparación con otras migraciones de colombianos
al exterior, las migraciones a los países vecinos, también subdesarrollados, es la fuerte
tendencia al retorno. Es decir, que estas migraciones se constituyen en fenómenos
estacionales de diferentes duraciones según la forma de vinculación laboral en
Venezuela, pero en inmensa mayoría con un retorno al lugar de origen. El retorno es,
por otra parte, un elemento que define el proyecto mismo desde su concepción. En
efecto, por lo general no migran familias sino individuos que en un 80% de los casos
poseen casa con servicios básicos en Colombia, que envía periódicamente parte de sus
ingresos y que al regresar traen pequeños capitales que invierten en el mejoramiento
de sus viviendas, en cubrir los déficit de salud y educación de sus familias en la
construcción de talleres artesanales o tiendas vecinales.
El trabajo juvenil en el mercado interno ha sido el mecanismo por medio del cual se
ha suplido la insuficiencia de los salarios para el mantenimiento de la fuerza de
trabajo y las migraciones a países vecinos es otra forma de vinculación laboral de la
juventud que de alguna manera es también expresión de un "recorte" de la juventud a
los grupos bajos de la población.
Las migraciones de jóvenes a países vecinos con objetivos laborales son entonces una
expresión de la doble manera en que la sociedad marginaliza a sus jóvenes: por una
parte, obligándolos a trabajar durante la época definida como juvenil y privándolos del
derecho a la juventud y, por otra, contradictoriamente, negándoles el empleo
remunerativo, con lo cual los traslada a las filas de la marginalidad estructural adulta.
Entre 1951 y 1977 el 27,5% de los suramericanos admitidos como inmigrantes en los
Estados Unidos eran colombianos. Pero tal fenómeno migratorio no ha sido siempre
así: si se contabilizan los inmigrantes a Estados Unidos desde 1936 se tiene que entre
ese año y 1945 migró solamente el 1,3%, entre 1946 y 1955 lo hizo el 6%, mientras
entre 1956 y 1965 se trasladó el 34,7% y en la siguiente década el 58%. Es decir, que
entre 1956 y 1977 han migrado legalmente a Estados Unidos el 92,7% de los
migrantes colombianos del período considerado. Esto, por supuesto, sin contar con el
rápido crecimiento de inmigrantes ilegales59. De este caudal migratorio de las dos
últimas décadas el 49% eran jóvenes entre diez y veintinueve años. Si a éstos se
suman los menores de diez años, llegan a representar el 68,4% de los migrantes.
59
Cardona, op. cit.
Las migraciones de colombianos a Estados Unidos son, sin embargo, muy diferentes
de las que se dirigen a los países vecinos. Tal vez sus principales puntos en común
sean la alta proporción de jóvenes que las conforman y la búsqueda de soluciones a
los problemas económicos y culturales que les plantea el país. Por lo demás sus
características ocupacionales y educativas son muy distintas. El 61% son menores de
catorce años, amas de casa, estudiantes o retirados. Entre los que trabajan la categoría
de mayor peso es la de profesionales y afine (8%), seguida por la de artesanos (6,9%),
oficinistas (6,5%) y obreros calificados (6,2%). Los grupos menos representados
parecen ser los de menor calificación laboral: empleados domésticos, trabajadores de
servicios, vendedores, obreros no calificados60. El 14,5% de los inmigrantes a los
Estados Unidos] tienen escuela primaria completa o incompleta, mientras el 43,5%
han hecho estudios secundarios completos o incompletos, el 29,1% han realizado
estudios de nivel universitario y el 2,9% han llevado a cabo posgrados. Por otra parte,
la tendencia general es a que migren familias, no individuos, y a que la idea de retorno
sea conflictiva dado que aunque se des y se habla de ella pocas veces se realiza y la
migración se convierte definitiva.
Es necesario distinguir dos tipos de migraciones de jóvenes a los Estados Unidos: una
primera ola conformada fundamentalmente por profesionales que buscaban mejores
oportunidades laborales y que fu denominada "fuga de cerebros", constituida por
jóvenes típicamente: no marginales, situación que fue y sigue siendo objeto de varios
estudios y planes de retorno auspiciados por el gobierno colombiano. Una segunda ola
en la que además de personas con entrenamiento universitario y técnico migran
familias y un grupo importante de jóvenes no educados en el mismo nivel del grupo
anterior y dentro del cual cabe destacar los inmigrantes ilegales a Estados Unidos.
Entre éstos pueden ubicarse grupos de clase media, de clase media baja y algunos de
extracción obrera, pero difícilmente marginales en su origen colombiano. Más que la
marginalidad parecen ser los bajos salarios, el subempleo y las pocas posibilidades de
progreso económico y cultural los móviles directos de la migración. Con respecto a la
llamada fuga de cerebros cabe anotar la restricción del mercado de trabajo colombiano
que está generando desempleo entre profesionales y puede plantearse como una
explicación para este fenómeno tan marcado en la sociedad colombiana,
especialmente entre profesionales de la salud (24,5%), ingenieros (13,3%), docentes
(13,8%), técnicos (17,6%), auditores y contadores (9,5%) durante el período
comprendido entre 1954 y 197661.
LA SALUD
Se tratan aquí tres aspectos de la salud de los jóvenes colombianos: las principales
causas de morbimortalidad, la salud de la mujer joven y la salud mental de los
jóvenes.
60
Ibíd.
61
Ibíd.
La morbimortalidad en los jóvenes
62
Ministerio de Salud, División de Estudios Médicos Especiales, Diagnóstico de la situación en salud de
la juventud: grupo etario de 12 a 24 años, Bogotá, 1981.
63
Presidencia de la República, Secretaría de Integración Popular, Diagnóstico sobre la juventud, Bogotá,
1982. Dirección General de la Seguridad Social, Población protegida por las instituciones de previsión
social e indicadores de su cobertura, Bogotá, 1982, mimeo.
por cada embarazo a término. Por otra parte, el 35% de las gestantes en un hospital de
Cúcuta fuere menores de 16 años. En un estudio de 42 hospitales se encontró que el
8,29 de las gestantes eran menores de 18 años y en un hospital de Medellín el ingreso
de menores de quince años al servicio obstétrico se han incrementado diez veces entre
1960 y 1970. Pero la observación más dramática es que mayoría de estos casos son
migrantes recientes a la ciudad cuyos padres tienen hogares rotos y ellas no conviven
con los padres de sus hijos64. Entre las causas aducidas para abortar según el estudio
de Herrera65, priman las socioeconómicas (36%) y la multiplicidad (15%). Como se ha
dicho, el aborto es una importante causa de mortalidad en mujeres jóvenes y dado su
carácter de delito, su realización se hace en forma clandestina y en condiciones
higiénicas deplorables.
La salud mental
Un estudio sobre los trastornos mentales realizado en Bogotá afirma que una tercera
parte de los habitantes de la ciudad que oscilan entre 15 y 49 años padecen alguna
forma de enfermedad mental que amerita tratamiento psiquiátrico66. Todos los
estudios revisados aducen que la alta frecuencia de trastornos mentales se debe en
buena parte a que el medio ambiente social no es favorable. Se hace especial énfasis
en los problemas derivados de la migración rural urbana y los conflictos culturales y
de adaptación que esta situación plantea a los habitantes de los grandes centros
urbanos. El psiquiatra Mario González plantea que "Bogotá ha sufrido cambios
profundos en los últimos años como consecuencia de la acelerada y desordenada
urbanización que ha llevado al desplazamiento masivo de personas del campo y la
provincia a la ciudad, determinando serios problemas de carácter social tales como
desempleo, carencia de servicios básicos, hacinamiento, criminalidad, explosión
demográfica y alta morbilidad, los cuales ocasionan permanente tensión y frustración,
elementos condicionantes de la enfermedad mental"67. Efectivamente, en un estudio
realizado en Bogotá, se encontró que el 40% de los pacientes llevaban menos de un
año viviendo en la ciudad. La mayoría de los pacientes de enfermedades mentales son
jóvenes: en la consulta de la Beneficencia de Cundinamarca el 50% de los pacientes
son menores de 26 años68, mientras en el estudio de los trastornos mentales en Bogotá
esa cifra llega al 60,8%. De igual manera se encuentra que la frecuencia de
enfermedades mentales es mayor en las mujeres jóvenes que en los hombres,
fenómeno que se adjudica a la entrada de la mujer en el mercado de trabajo en
condiciones muy difíciles. Por otra parte, en la consulta del hospital San Vicente de
64
Centro de Vacaciones Cafam, Medicina de adolescentes, memorias, segundo curso de actualización
médica, Bogotá, 1982. Véase también Gloria Pachón de Galán, Se acaba la familia, Bogotá, Editorial
Pluma, 1982.
65
Presidencia de la República, op. cit.
66
Mario González et al., Epidemiología de los trastornos mentales en Bogotá, Bogotá, Tercer Mundo,
1978.
67
Ibíd.
68
Plinio Archila et al., Factores asociados a la enfermedad mental en una comunidad psiquiátrica,
Bogotá, Universidad Javeriana, 1983, mimeo.
Paúl en Medellín di 70% de los casos de suicidio o parasuicidio atendidos en 1979
eran de jóvenes entre los 12 y 24 años y de ellos el 72% eran mujeres.69
69
Ministerio de Salud, op. cit.
70
Archila, op. cit
71
Este fenómeno no es típico en Colombia y se presenta en casi todos los estudios la materia, véase A.
Hollingshead y F. Redlich, Social Class and Mental Illness, New York, Science Editions, 1958.
Esta presencia en la situación general de la salud de los jóvenes, tanto en su salud
física como mental, del "shock de la modernización", es tal vez el hecho de mayor
importancia que arroja la información presentada. El desarraigo cultural, el
enfrentamiento en las peores condiciones con un mundo urbano hostil, la
desorganización social que implica para el inmigrante la adaptación a nuevas formas
de vida, el trabajo de la mujer, la tensión o estrés general que crea esta nueva forma de
vida, así como también el desamparo en servicios públicos, son fenómenos
ambientales producidos por la modernización y que aparecen constantemente
asociados a la morbimortalidad de los jóvenes, a su salud y a la salud mental de ese
grupo de edad. Es decir, que la forma que ha tomado el desarrollo colombiano ha
producido una morbilidad específica y que el ambiente socioeconómico y cultural que
se ha generado a raíz del proceso de modernización es a su vez causa de la situación
actual de la salud de la juventud colombiana.
DELINCUENCIA Y DROGADICCION
Resulta de interés observar la evolución de los tipos de delitos cometidos por los
jóvenes entre 1940 y 1980. Los dos grandes tipos son los delitos contra la propiedad y
los delitos contra la vida y la integridad personal. En 1940 el 40,4% de los delitos
cometidos por los jóvenes delitos contra la propiedad y en 1960 esa proporción había
ascendido al 61%, mientras que los delitos contra la vida y la integridad personal
descendían del 40% en 1940 al 16,2% en 1971. Esta evolución de la tipología
delictiva parece estar vinculada al proceso modernizador, a las migraciones del campo
a la ciudad, al desempleo, al subempleo y los bajos sala y a la disminución de la
criminalidad política partidaria inducida Frente Nacional. Pero en 1980 la situación ha
cambiado nuevamente: le delitos contra la propiedad han descendido al 47% mientras
los delitos contra la vida y la integridad personal han ascendido al 26,8%72. Es
portante anotar aquí que no solamente los delitos contra la propiedad parecen ahora ir
acompañados de delitos contra la vida y la seguridad personal, sino que también el
aumento del uso de drogas ha incremento los delitos contra la integridad personal. Las
estadísticas muestran que en los últimos años el homicidio se ha convertido en la
principal causa de muerte de los jóvenes.
Todo lo anterior constituye sólo una parte del problema global de la delincuencia
juvenil. Las cifras a que se ha hecho referencia corresponden a los delitos cometidos y
para los cuales se ha entablado algún tipo de acción judicial, pero ellas dejan por fuera
uno de los fenómenos más graves, sobre todo en las principales ciudades del país: la
violencia cotidiana. El desempleo, la descomposición de la estructura familiar, la
drogadicción y la falta de atención a la población adolescente han conducido a un i
desproporcionado crecimiento de la delincuencia juvenil que se expresa en el
"raponazo", los atracos y homicidios y otras manifestaciones de la delincuencia
urbana que nunca son denunciadas, pero que progresivamente vienen creando un
clima de tensión en la vida cotidiana.
73
DANE, Criminalidad y justicia: 1971-1980, Bogotá, 1983.
desaparición de la violencia partidaria a partir de 1960. Entre los delitos contra la
propiedad la causa socioeconómica es la más importante. A ella están asociados
fenómenos como el desempleo, el subempleo y los bajos ingresos. Las causas
alcohólicas y tóxicas, y las familiares, tienen mayor incidencia en los delitos contra la
integridad personal y contra la libertad y el honor sexual.
Tal vez el fenómeno de mayor interés sea la alta causalidad atribuida al alcoholismo y
la toxicomanía en los delitos contra la vida y la integridad personal (48,7%) y que el
alcoholismo y la toxicomanía llevan en 60% de los casos condenados a delitos contra
la vida y la integridad personal. Estos fenómenos de delincuencia juvenil conducen a
la consideración de la drogadicción como uno de los problemas más graves de
juventud colombiana actual, síntoma de una situación lindante con anomia social
debido a la manera deficiente como se inserta en el desarrollo nacional.
Por otra parte, un estudio realizado en Manizales con una muestra de 1.810
estudiantes de secundaria registra una vinculación estrecha entre relaciones familiares
deficientes, poca comunicación real entre padres hijos y drogadicción y, al tiempo,
una relación positiva entre farmacodependencia y pertenencia a grupos de pares del
tipo "barra" o "gallada‖ y una relación negativa entre drogadicción y pertenencia a
grupos de de tipo deportivo, musical o literario75.
74
Archila, op. cit
75
Marta Cecilia Giraldo et al., Prevalencia de la farmacodependencia en la población estudiantil de 4°, 5º
y 6° y de bachillerato en la ciudad de Manizales, Manizales, Universidad cooperativa, 1981.
garantizar el empleo y los ingresos deseados, desempleo y subempleo graves,
marginalización de buena parte de la población joven, marginalidad que no se refiere
solamente a los factores socioeconómicos enunciados sino también a la ausencia de
desarrollo afectivo en la familia, a la desesperanza creada por una sociedad en la que
no se vislumbra una clara perspectiva, un futuro.
LA AUSENCIA DE FUTURO
Una serie de circunstancias confluyen para crear esta situación y rece fundamental
para entenderla hacer un recuento somero de los factores que la componen.
Indudablemente hay que aludir a la rapidez proceso de modernización que entró a
operar en los años cincuenta una sociedad rural y que la transformó en menos de tres
décadas en sociedad básicamente urbana e industrial. Pero al mismo tiempo esa
rapidez no permitió su decantamiento y dejó en coexistencia una diversidad de
culturas y diferencias de desarrollo regional que conformaron un archipiélago de
desigualdades, especialmente en lo que tiene que ver con 1a transición de la vivencia
del mundo como un vecindario, típica de la sociedad rural, hacia la idea de nación y
hacia el entendimiento del hombre internacional. Posteriormente, en la tercera década
del proceso de modernización urbano industrial, empiezan a sentirse signos agudos de
su agotamiento y la ausencia de un nuevo modelo societal que remplace al que
implantó la modernización.
e) Los servicios del Estado o las iniciativas privadas son muy restringidas en cuanto a
asistencia médica para los jóvenes, programas recreacionales o formas organizativas
que fomenten la solidaridad y el sentido de pertenencia
Todos estos elementos colocan a los jóvenes dentro de una situación casi
desesperanzada de aislamiento generacional, de pocas posibilidades de participación
política ante un futuro de desempleo o subempleo, ante una educación de baja calidad
que no entusiasma y que no es seguro ni de empleo ni de movilidad social, ante una
sociedad sin un modelo claro de futuro en que ellos puedan insertarse. La juventud se
enfrenta a un caos de valores generado no sólo por la sucesión muy rápida de tres
situaciones societales (sociedad rural, sociedad moderna y sociedad sin modelo) sino
también por la aparición de formas organizativas colaterales a ellas como la economía
subterránea, la organización económica o el consumo de la droga, la corrupción en el
mundo financiero y administrativo y las visiones del mundo como una feria del
consumo que les llega por los medios de comunicación de masas.
Pensar en soluciones para una situación planteada en los términos anteriores aparece
como una tarea fuera de proporción en este trabajo debido a que el fenómeno de la
juventud está inmerso en el contexto de la sociedad y la crisis de su modelo de
desarrollo. La solución planificada de los problemas de la sociedad colombiana es
objeto de un plan global de desarrollo y no tiene cabida aquí, pero sí puede hablarse
de algunas sugerencias generales que tienen que ver con la juventud y que se refieren
a dos tipos de fenómenos: uno de carácter general y de largo plazo que se basaría en
un cambio de concepción del sistema educativo y otro de naturaleza particular y de
corto plazo que se refiere a modificaciones en la manera como se lleva a cabo la
inserción económica y social de los jóvenes.
Los programas de corto plazo tienen, por supuesto, una naturaleza inmediatista, lo que
podría denominarse programas de "urgencias": son necesarios pero de ninguna manera
constituyen acciones que vayan al centro de los problemas de la juventud.
Constituyen, eso sí, la base sobre la que puede convertirse una política de
participación real de la juventud en los procesos de la sociedad colombiana en cuanto,
combinados con elementos de una educación democrática, pueden ofrecer
herramientas para que la juventud supere su situación actual del extrañamiento social
se puede en este sentido derivarse de este estudio una serie muy grande de programas
que cumplan la función de crear una plataforma de lanzamiento de las nuevas
generaciones. Entre ellos es posible mencionar planes que conduzcan a:
Por otra parte, la selección del conjunto de estos programas corresponde más a una
oficina de planificación que los pueda enmarcar con mayor coherencia dentro del
contexto más amplio de un plan de desarrollo. Lo que parece fundamental desde el
punto de vista de la planeación es que este conjunto de medidas de corto plazo se
articulen con un cambio de concepción del sistema educativo a la que se refiere la
política global que se enuncia enseguida.
El problema fundamental es que los jóvenes colombianos correrán la suerte que corra
la sociedad colombiana en su futuro y que la mayoría de las circunstancias que se han
debatido en este trabajo se refieren a la sociedad en conjunto y no son específicas de
la juventud. Pero de otra manera, el problema de la juventud no podría entenderse.
Queda, sin embargo, el considerar un asunto global que atañe directamente a la
juventud y a su manera de insertarse en la sociedad que es de primordial importancia y
sobre el que sí puede obrarse de manera específica y que, a su vez, puede convertirse
en una herramienta eficaz para ampliar la capacidad de participación de la juventud y
su papel de agente y protagonista del cambio social: la educación.
Tal vez el asunto educativo que con mayor frecuencia y angustia se ha discutido en la
última década en Colombia sea la muy baja calidad de la educación que imparten
nuestras escuelas, desde la primaria hasta la universidad. Innumerables artículos y
editoriales de prensa, programas de televisión, congresos y talleres de maestros,
pedagogos y científicos, reuniones de sabios, alegatos de algunos padres de familia y,
sobre todo, el clamor de los jóvenes que viven en carne propia la general inadecuación
de nuestro sistema escolar al mundo contemporáneo, han analizado, criticado y
propuesto soluciones a este vital pero escurridizo tema. Intentaré en seguida, con base
en las investigaciones que se han llevado a cabo sobre la escuela colombiana y
particularmente con los informes que constituyen el Proyecto Atlántida, encontrar
algunos elementos esenciales y algunos caminos recorridos por la educación
colombiana que nos ayuden a comprender un poco mejor lo que constituye la calidad
de la educación.
Pero antes de entrar en el tema central debo hacer algunas anotaciones iniciales: en
primer lugar no se entenderá aquí la calidad de la educación en su sentido más
tradicional, como algo que se mide por medio de exámenes, previas, tests o pruebas
nacionales. Esta es solamente una manera de intentar concederle un valor cuantitativo
al manejo que los estudiantes hayan logrado del plan de estudios. Mide solamente un
aspecto del complejo mundo escolar, como veremos, y este aspecto se reduce al
mundo interior de la escuela. Esta concepción de la calidad de la educación es una
manera de aislar la escuela de la sociedad y de soslayar lo que tiene que ver con la
función social del conocimiento.
La cultura escolar y el tiempo social son dos asuntos esenciales para comprender la
escuela y su relación con la sociedad, con la modernidad. La cultura escolar se refiere
a las formas de organización social de la institución escolar, a los valores y normas
que la informan, al concepto y manejo del poder, de la participación, de la solución de
conflictos, las reglas que rigen la violencia, las relaciones entre maestros y alumnos
disciplina, la naturaleza del conocimiento y la manera de tratarlo. La cultura escolar es
tal vez el instrumento pedagógico más complejo y poderoso con que cuenta la escuela
no sólo para llevar a cabo su trabajo en el campo del conocimiento sino
fundamentalmente para ejercer su labor de formadora de ciudadanos. La cultura
escolar se expresa en la vida cotidiana y es en esa vida, y no en los discursos escolares
sobre la democracia donde se crean y refuerzan valores, normas y formas de ver y
vivir vida. La eficacia pedagógica de la cultura es notable: si la escuela tiene una
organización social, una cultura autoritaria, estará formando cuidadanos para el
mantenimiento de la sociedad autoritaria. Si la escuela vive una cultura democrática
1
Fernando Viviescas y Fabio Giraldo (comps.), "Colombia, el despertar de la modernidad", Foro
Nacional por Colombia, Bogotá, 1991
real estará entonces formando ciudadanos para la vida democrática. La cultura escolar
se entiende así como un elemento vital para pensar la calidad de la educación.
Como expresión de ese incesante juego entre el orden y el desorden, vamos a discutir
las fracturas fundamentales que se han ido produciendo la escuela colombiana a partir
de su inserción en los procesos de la modernidad y sus consecuencias en la calidad de
la educación.
2
Georges Balandier, El desorden, la teoría del caos y las ciencias sociales, Barcelona, Gedisa, 1994.
3
Kenneth Gergen, El yo saturado, dilemas de identidad en el mundo contemporáneo, Buenos Aires,
Paidós, 1992.
Desde el ángulo de la educación en el primer momento de la modernidad, el fenómeno
fundamental fue la amplia expansión de la cobertura escolar. Hasta mitad del siglo la
escuela era un institución fúndame mente elitista y que consecuentemente incluía a
una proporción muy baja de la población4. Pero con la primera modernidad vinieron
afanes educativos influidos por concepciones y prácticas venidas del exterior. Entre
ellas deben mencionarse las siguientes: la noción de escuela y de pedagogía, de capital
humano, de recursos humanos y la teoría del dualismo, la planeación educativa y la
idea de relación entre educación y modernizacion5. Estas ideas marcaron el rumbo de
nuestra escuela y condición su identidad, que persiste actualmente a pesar de los
intensos cambios que se han sucedido en la sociedad desde entonces. De llevar a la
práctica esas ideas surge la primera fractura educativa: la fractura fáustica.
La fractura fáustica
4
Rodrigo Parra Sandoval, La calidad de la educación, universidad y cultura popular, Bogotá, Tercer
Mundo y Fundación FES, 1992. A. Martínez, "La expansión de la escolarización en Colombia", trabajo
presentado al Segundo Congreso Colombiano Sociología, Bogotá, 1967.
5
T. W. Shultz, The Economic Valué of Education, Nueva York, Columbia University 1963. Marcelo
Selowsky, "El efecto del desempleo y el crecimiento sobre la rentabilidad de la inversión educacional:
una aplicación a Colombia", Revista de Planeación Desarrollo, Vol. I, No. 2, julio de 1969. Departamento
Nacional de Planeación, "F de Desarrollo Económico y Social, sector educación", Documento DNP,
URH, Pía y programas de desarrollo, 1969-1972.
Por otra parte, la teoría de los recursos humanos planteaba como función de la escuela
el formar una mano de obra calificada que respondiera a la estructura de la demanda
que generaban el sector productivo y el sector terciario o de los servicios. La función
de la escuela era adaptarse, volverse proteica en su composición curricular, para
responder a las demandas, una escuela puramente instrumental a las variaciones de la
economía. Por eso, una de las líneas de política educativa más estables durante este
medio siglo ha sido la diversificación curricular, especialmente en la universidad.
Pero al tomar este atajo la escuela modernizadora vendió su alma, hizo un arreglo
fáustico que la ha llevado al estado de postración en que se encuentra actualmente. La
escuela alcanzó una velocidad artificial y de esta manera logró la lentitud. ¿Por qué
razón? Porque al centrarse en la función distributiva de conocimiento la escuela
abandonó la otra función esencial de toda institución escolar: la creación de
conocimiento. Ni el currículo, ni los planes de estudio, ni la noción de conocimiento,
ni la cultura escolar hicieron suya de manera fundamental esta función. El pacto
fáustico se consumó: la escuela se expandió rápidamente y en términos generales ha
logrado absorber proporciones aceptables de la población en edad escolar y, por lo
menos al principio, en la primera etapa de la modernización, hizo presentir que por
medio de ella nos acercaríamos a la modernidad, los colombianos lograríamos ágiles
procesos de movilidad social y la escuela sería la institución encargada de disminuir
las enormes diferencias sociales desempeñando el necesario papel de factor de
igualdad: en la escuela todos somos iguales, sólo el rendimiento escolar nos
diferencia.
Pero el pacto fáustico hizo algo más: dividió lo indivisible, separó lo inseparable: el
conocimiento y la información derivada del conocimiento, la creación y la erudición.
Y de esta manera transformó el sistema es en un gran castillo de luces artificiales
donde brillan la erudición y la formación. La creatividad, la producción de
conocimiento, se convirtió en un convidado de piedra. El conocimiento escolar se hizo
por este camino estéril, no aplicable a la vida de la comunidad o de la sociedad. Es lo
que algunos investigadores han denominado la esquizofrenia escolar6, esta ineficacia
social del conocimiento escolar es un elemento crucial de la calidad de la educación
puesto que lo transforma no solamente en inaplicable sino en un exiliado de la
sociedad dentro de los muros de la escuela El conocimiento escolar, definido
inicialmente como el agente modernizador por excelencia, es decir, por su relación
con la sociedad, se transforma a partir del pacto fáustico, de la fractura fáustica, en un
conocimiento aislado, encarcelado en la escuela, válido solamente dentro de sus
muros, un conocimiento de clausura7. La fractura fáustica lleva a la escuela a romper
6
Rodrigo Parra Sandoval, Los maestros colombianos, Bogotá, Plaza y Janes, 1986.
7
Rodrigo Parra Sandoval et al., La escuela vacía, Bogotá, Tercer Mundo y Fundación FES, 1994.
sus relaciones con la sociedad, a centrarse en sí misma, en su eficacia interna, en los
índices de rendimiento escolar, en las pruebas del Icfes. Este aislamiento es el primer
paso para el auge del narcisismo escolar que se siente venir.
Esta es, pues, la fractura inicial, la fractura fundacional del sistema escolar, la fractura
fáustica, que permanece, con algunas adaptaciones hasta nuestros días y que ha tenido
y sigue teniendo un papel fundamental en el destino de la escuela modernizadora y,
por consiguiente, en la calidad de la educación.
Por eso los alumnos de las escuelas autoritarias son más autoritarios que sus maestros.
Basta observar qué sucede con uno de los cambios de discurso en boga: el reglamento
transformado en manual de convivencia. Los alumnos que construyen manuales de
convivencia son más duros y autoritarios en sus medidas disciplinarias que sus
propios maestros: prohíben mirar por las ventanas, recostarse en las paredes, masticar
8
Nelly del Carmen Suárez y Luz Amparo Villegas, "Los escribientes del maestro", en La evaluación
escolar, Cali, FES-Resurgir, 1995.
chicle, las manifestaciones de afecto. Transforman el paso de reglamento a manual de
convivencia en un cambio de nombre sin cambio de sustancia, a no ser que se
entienda por cambio la mayor rigidez de las normas, de las prohibiciones, el caminar
aún más hacia un autoritarismo cerrero y salvaje. El eco, por no ser la palabra misma
sino su repetición, solía estar ansioso de identidad, exige ser más papista que el Papa.
El lenguaje escolar de la modernidad esconde el lenguaje premoderno, lo viste pero no
lo transforma. Basta mirar lo que está sucediendo con la tutela aplicada al mundo
escolar, instrumento que estaba amenazando la organización autoritaria y que ha
llevado a trabajar conjuntamente a la escuela, al estudiante-eco y a los abogados en la
redacción de un manual de convivencia a prueba de tutelas. Se emplea el lenguaje
moderno de la democracia mientras se lucha por conservar el aislamiento escolar, la
vida imperturbada de Narciso y Eco, en el quehacer cotidiano de la escuela.
Por otra parte, la práctica pedagógica muestra una lentitud exasperante permanece
silenciosamente incambiada desde sus orígenes en la escuela premoderna, firmemente
asentada en una pedagogía del poder y en el autoritarismo del conocimiento. El
quietismo, verdadera naturaleza de la escuela, se hace fuerte por medio de su
invisibilidad, de su capacidad de mimetismo, de su variopinta naturaleza de camaleón.
Esta doble situación genera una escuela aparentemente moderna en el discurso y
realmente premoderna en la práctica. Un ejemplo nos puede ayudar a aclarar esta
fractura: en una escuela normal rural la maestra de teorías pedagógicas
contemporáneas dice a sus alumnos de grado décimo:
¿Cómo se mantiene semejante situación en una sociedad que experimenta todos los
movimientos y reorganizaciones socioeconómicos de la modernización? La velocidad
del cambio en el discurso pedagógico crea la ilusión de una escuela en movimiento,
actualizada, dinámica, modernizante, y oculta el estatismo de su vida institucional, el
dominio de las fuerzas de la conservación de la escuela autoritaria. Además, la
omnipresencia del discurso sobre el cambio escolar crea la ilusión en los docentes de
que el cambio está en realidad tomando lugar, genera una realidad virtual de la
transformación de la vida escolar por medio de la palabra, convence de que el discurso
lo puede todo, discurso omnipotente, falso, espejo sordo que no refleja, antídoto de la
modernidad. Mirada desde este ángulo la fractura pedagógica aparece como una
fractura fundamentada en lo verbal, Narciso y Eco, y, claro está, la pedagogía que le
corresponde define la escuela como una institución hecha de palabras una catedral de
palabras hermosas que ocultan la deformidad de práctica.
9
Rodrigo Parra Sandoval et al., "Maestros de maestros", en Los maestros colombianos, Bogotá, Plaza y
Janes, 1986.
Consideremos ahora tres aspectos de la organización social de la escuela para observar
los efectos que esta fractura induce en ellos: el conocimiento escolar, el papel de la
escuela con respecto al desarrollo desigual de la sociedad inducido por la
modernización y la formación de ciudadanos. En cada uno de estos tres aspectos de la
vida escolar la fractura pedagógica induce a fracturas específicas de acuerdo con su
naturaleza. La fractura pedagógica tiene la capacidad de influir en toda la cultura
escolar.
10
Rodrigo Parra Sandoval, "Calidad y democracia: hacia la educación del siglo XXI", "La calidad de la
educación en la escuela rural", "La educación de adultos: cultura popular y calidad de la educación", en
La calidad de la educación: universidad y cultura popular, Bogotá, Tercer Mundo y Fundación FES, 1992.
11
Nancy Stella Bohada et al., La fuga de la ilusión, Cali, Fundación FES, 1993. María Eugenia Arias, et
al., La autocracia escolar. Cali, Fundación FES, 1993.
hallazgos de la ciencia pero no a pensar científicamente: de esta manera, con este
revestimiento, el tiempo del conocimiento escolar moderno se adensa, espesa su
materia, se hace lento.
El segundo camino podría denominarse la escuela vacía: dar más de lo mismo, con
mayor intensidad, a los que más necesitan los beneficios del conocimiento. Más de lo
mismo implica una mayor velocidad de la temporalidad del discurso pedagógico y
más de la práctica pedagógica autoritaria y, sobre todo, más de la fractura pedagógica.
El resultado es la exasperación de la fractura pedagógica, una acentuada ritualización
de la organización escolar que se multiplica en actividades, reuniones, comités cursos
de capacitación que no se aplican en realidad y que además resuelven los verdaderos
problemas de la educación en zonas margínales por lo menos los que tienen que ver
con la fractura pedagógica y que, al acelerar el tiempo del discurso pedagógico aún
más, incrementa los problemas de la calidad de la educación. Nos enfrentamos así a
una fractura específica de la interacción entre la escuela modernizadora y el desarrollo
desigual: la fractura de la igualdad, que lleva a la escuela a remplazar el conocimiento
por afecto o a acelerar el discurso ahondando aún más su separación de la práctica,
cubriendo con un manto más denso de activismo su vaciamiento13. En ambos casos la
escuela pierde su habilidad para convertirse en un factor de igualdad social. Ante las
enormes dificultades que le plantea la marginalidad, la escuela reacciona empozando
el tiempo social del discurso, haciéndolo lento hasta volver ineficaz su trabajo o por lo
12
Rodrigo Parra Sandoval, La pedagogía de la desesperanza, Bogotá, Plaza y Janes, 1989'
13
Rodrigo Parra Sandoval et al., La escuela vacía, Bogotá, Tercer Mundo y Fundación FES, 1994.
Análisis de un mito: la educación como factor de movilidad social en Colombia Bogotá, Universidad de
los Andes, 1975.
contrario, acelerando el tiempo social del discurso hasta vaciarlo de contenido en la
práctica pedagógica.
14
Francisco Cajiao, Poder y justicia en la escuela colombiana, Cali, Fundación FES, 1994Ana Rita
Forero el al., ¿Es fácil la comunicación con los niños? Hacia un maestro democrático, Cali, Fundación
FES, 1994. Amilvia Blandón et al., ¿Cumplen los castigos una función educativa?, Cali, Fundación FES,
1992.
15
Rodrigo Parra Sandoval et. al. , La Escuela Violenta, Bogotá, Tercer Mundo y Fundación FES, 1992
LA RAPIDEZ: EL SEGUNDO MOMENTO DE LA MODERNIDAD
Jano es el dios de dos caras, una mira al norte y la otra al sur, una observa el día y la
otra ausculta la noche, una mira al pasado y la otra hacia el futuro. Es el dios de la
doble mirada, pero también es el dios de la mirada escindida que lo hace ciudadano de
mundos opuestos, un dios con doble identidad, indeciso, fracturado. La escuela
colombiana contemporánea encarna la tragedia de Jano, su escisión, la fragmentación,
la fractura de su ser.
La fractura temporal se expresa por la manera como el tiempo escolar se hace lento, a
pesar o precisamente debido a la apariencia de su rapidez incubada por la verbosa
fractura pedagógica, se mueve pesadamente, se hace geológico, tiempo dinosáurico
que expresa el atraso, el anacronismo con respecto al tiempo de la sociedad,
particularmente de las zonas más modernizadas de la sociedad, las más urbanizadas y,
muy especialmente, con respecto a los jóvenes de esas zonas. Mientras la sociedad y
los jóvenes son la cara de Jano que mira hacia la rapidez, la escuela se posesiona de la
cara que perezosamente observa la sociedad del pasado con el ritmo de la lentitud.
Sobre las discordancias que establecen los diversos tiempos sociales de la escuela se
construyen las turbulencias pedagógicas, las nuevas valoraciones del conocimiento, de
la organización social escolar, los procesos de identidad. Esta nueva manera de ser del
tiempo sirve de vehículo a la fugacidad cultural, a la incertidumbre, a las nuevas
formas de la rebeldía y la sumisión, a la manera como se relacionan los jóvenes con
los adultos que representan la institución escolar arcaica en la que tienen que vivir. De
allí nace la segunda cara de la fractura bifronte de Jano: la fractura cultural que se
define como la tendencia a la separación del mundo escolar en dos culturas que
conviven en el mismo espacio pero que habitan temporalidades distintas y, al hacerlo,
fracturan la escuela en dos regiones de socialización drásticamente diferentes. La
primera cultura es la institución encarnada en los adultos que se mueve con lentitud,
propone un conocimiento arcaico y un modelo de vida en el que el tiempo se adensa,
se solidifica y se queda apoltronado en el pasado. La segunda cultura es la de los
jóvenes, que sigue el ritmo de las zonas más modernizadas de la sociedad, influidas
por la ciencia y la tecnología, los medios electrónicos de comunicación, la
computación, una vertiginosa movilidad espacial y de las relaciones sociales16.
Es precisamente la naturaleza del desorden social, del caos escolar, .que inducen las
diferentes temporalidades presentes en la institución educativa, la que marca la
esencia de la escuela en este segundo momento de la modernidad. De allí surge la
comprensión de la escuela como un palimpsesto que guarda dos escrituras en la
misma superficie, espacio en el que habitan dos mundos que a veces se rozan, a veces
entran en conflicto, a veces uno coloniza al otro con la fuerza de su poder, pero que la
mayor parte del tiempo se ignoran. Es la exacerbación del anacronismo escolar y la
modernidad de la sociedad encarnada en los jóvenes lo que lleva a la fractura bifronte,
a la gestación de dos culturas que escinden la función socializadora de la escuela en
dos procesos divergentes, cada vez menos en contacto y, de esta manera, a la
separación de las generaciones, a la pérdida de eficacia socializadora de los maestros.
Por supuesto el cambio, la transformación, lo efímero ha sido un rasgo del momento
llamado adolescencia, y también lo estable, lo perdurable ha sido el material de la
escuela. Pero ya hemos visto que la escuela no transmite la tradición, las raíces
culturales en Colombia, y también que la nueva rapidez del tiempo que viven los
jóvenes está anclada en cambios fundamentales de la sociedad. De manera que lo que
ahora se vive es en sí un momento particular desarrollo de la sociedad y de la
institución escolar, tiene un sentido particular que no había tenido antes en Colombia.
El Futuro escolar
16
Néstor García Canclini, Culturas híbridas, estrategias para entrar y salir de la modernidad, México,
Grijalbo, 1989. Marshall Berman, Todo lo sólido se desvanece en el aire, México
17
Marina Camargo Abello, Desconcierto y melodías escolares, el adolescente y la básica secundaria,
Bogotá, Fundación FES, 1994. Beatriz García et al., Medalla en el corazón, Proyecto Atlántida,
Fundación FES-Colciencias, 1995.
publicitado por la institución escolar, se habla del futuro, se predica que la institución
forma los hombres del futuro, los futuros ciudadanos, padres de familia, profesionales,
dirigentes, líderes. La meta de la escuela es el futuro y en él pone toda intencionalidad
formadora. La juventud, la adolescencia, no tienen entidad en sí, no son seres del
presente sino seres que serán, cuyo destino el futuro, su única alternativa es ser futuro,
adultos en el futuro. El presente de los jóvenes escolares se futuriza: el ser, el presente
existencial, se exporta al futuro en que se será. El presente del adolescente se dispara a
un futuro lejano ("Ser alguien en el futuro") o a un futuro próximo ("Aprender al cosas
nuevas para el futuro"). Para la institución escolar el presente tiene poco valor: la
utilidad de la vida, del ser, del conocimiento está en el futuro como diría Milán
Kundera: la vida está en otra parte18. De esta manera presente se futuriza, se construye
a imagen y semejanza de los adultos actuales, no de los adultos que requerirá el futuro
modernizado, el futuro se diseña de acuerdo con el pasado que se encarna en los
maestros actuales: como veremos, el futuro se hace pasado y se reprimen así los
sueños los proyectos de vida19.
La pedagogía del futuro, de la construcción del futuro en los jóvenes debería incluir la
construcción de proyectos de vida propios, enclavados en la previsión del futuro
moderno. En realidad esta pedagogía que predica el futuro como el tiempo de la
institución escolar está llevando autoritariamente a los estudiantes a adoptar como
futuro, como proyecto, los proyectos de sus padres y de sus maestros, a tomar
prestado de los adultos el futuro, a pensar en su futuro como algo ya hecho, ya
definido; las generaciones anteriores, el futuro intercambiado por el pasado: muestra y
medida del anacronismo de la escuela colombiana contemporánea Una heterogénea
combinación de elementos hace posible esta confusión temporal, este desorden de los
tiempos en la escuela: la preeminencia del discurso sobre la práctica cuando la escuela
habla del futuro, la naturaleza distributiva del conocimiento y la percepción que los
estudiantes tienen de él como un "cheque posfechado", sin valor en el presente y
posiblemente sin valor en el futuro, el tiempo expandido en el presente que plantea un
hoy sobredimensionado en la cultura de los estudiantes y que hace fácil aceptar el
futuro de los adultos para obtener ganancias para el para presente, dinero para
estudiar, para vestirse, para divertirse: de esta manera se extirpa el deseo como
fundamento de la ética y de la proyección del futuro, se siembra una semilla de
indiferencia social ante el porvenir y los jóvenes tienen ante sus ojos la justificación
para vender su futuro, un futuro que la escuela no les ha enseñado a comprender y
valorar, por un plato de lentejas.
El pasado escolar
18
Gloria Álzate, La escuela está en otra parte, Proyecto Atlántida, Bogotá, Universidad Javeriana,
Fundación FES-Colciencias, 1995.
19
María Teresa Antía et al., La universidad adolescente, Cali, Fundación FES-Resurgir Cali, 1994.
Armando Duque et al., "Los proyectos de vida", en Tres miradas al mundo escolar, Cali, Fundación FES,
1995. María Fernanda Delgado et al, El deseo y la necesidad: la ética del joven caleño, Cali, Universidad
(continuación nota 19 ) del Valle, Fundación FES, 1995. Rodrigo Parra Sandoval, Ausencia de futuro, la
juventud colombiana, Bogotá, Plaza y Janes, 1985.
El pasado es el otro tiempo que se apropia la escuela. Cuando habla del pasado la
escuela se refiere centralmente a la historia, a la enseñanza de la historia. Pero no a la
Historia con mayúsculas, cuyas leyes inexorables marcan los procesos de las
sociedades con su fuerza avasallante y escriben ex letra indeleble el destino de los
hombres. No se refiere la escuela a la capacidad de explicación, al ansia de totalidad
de esta Historia porque esta forma honda de entender la vida y el desarrollo de las
sociedades ni siquiera rozó con sus alas de complejidad la historia patria escolar.
Tampoco entiende por historia esta escuela la manera moderna de hacer historia, el
estudio de procesos sociales acuciosamente documentados y comprendidos
teóricamente que pueden auxiliar en la ubicación temporal, en el descubrimiento del
origen, en la vislumbre de una tradición. La escuela modernizante entiende por
historia la memorización de fechas, lugares, nombres, instituciones, batallas, héroes,
períodos, leyes, límites y demás inutilidades del pasado de la sociedad colombiana. La
historia patria escolar es como un cuarto de los trebejos. La historia como pasado que
se enseña en la escuela no sirve para construir sobre sus bases proyectos de vida que
tengan sentido social. Pero tampoco sirve esta historia escolar para generar una
identidad, un sentido de pertenencia local y global, una comprensión de la vida
personal o grupal en la vida de la sociedad, en el teatro expandido de la cultura
mundial contemporánea. Una historia que no sirve ni para el pasado ni para el futuro,
una historia sin temporalidad social, mero amontonamiento de datos, inútil para el
presente. Por este camino la escuela ha contribuido desde su ámbito pedagógico al
palidecimiento de la Historia, a la desaparición del tiempo histórico en la concepción
del mundo de los jóvenes. Sólo que sin percatarse de la existencia de la Historia, a
partir de no haberse movido de su penosa forma de ver el pasado histórico a la manera
premoderna. La percepción del pasado en nuestra escuela modernizante permaneció
tan estática que no se percató ni del nacimiento ni de la muerte de la Historia.
No hay que olvidar que una genuina modernidad exige un fuerte enraizamiento en el
pasado, en los lazos de la cultura, de tal manera desde el mundo que nos viene de
fuera podamos hacer la crítica de nuestro atraso pero, al tiempo, no perdamos de vista
lo que somos para no volatilizarnos en la vorágine de su velocidad sino intentar
redefinir sentido. O en las palabras de Octavio Paz:
Un día descubrí que no avanzaba sino que volvía al punto de partida: la búsqueda
de la modernidad era un descenso a los orígenes. La modernidad me condujo a
mi comienzo, a mi antigüedad.
Pero existe una noción de pasado que la escuela transmite a las nuevas generaciones.
Noción basada en la organización social premoderna que ha heredado y guardado
celosamente la escuela: el poder autoritario, la autocracia como forma de gobierno, el
conocimiento teologizado, autoritario y consecuentemente la ausencia de creatividad,
el aislamiento del mundo exterior, la homogeneización del ser encuadrado en las
normas de la escuela, la fragmentación de la personalidad dinamitada por la violencia
de lo sagrado. Este pasado raquítico, inútil para la vida moderna, particularmente para
la forma de vivir lo que hoy se denomina posmodernidad, es recibió como inoficioso
por los jóvenes, un pasado de museo, algo inimaginable como origen, con lo que no
existen lazos de unión, como un dinosaurio que hace una digestión de siglos en mitad
de una climatizada sala de computación. Ese pasado arcaico, desarraigado, es un
pasado falso, mezquino construido con la materia de la verbosidad escolar que, por
estar escindida de la vida, no comunica ni une sino que separa y aleja, introduce en el
ser la terrible soledad de vivir únicamente en presente, hace del ser joven un exiliado
del tiempo. Aunque también, hay que decirlo, catapulta en los jóvenes, a fuerza de no
darles raíces significativas, su pertenencia a cultura planetaria, los hace un poco más
ciudadanos del mundo. A se suma la ausencia de adultos significativos que transmitan
de manera efectiva el tiempo pasado, el origen social y la identidad de grupo, que
sirvan de ancla con el pasado. La empobrecida imagen que los alumnos tienen de sus
maestros, de su saber, de su ética, de su capacidad de comunicación, de su valor
humano, hace que difícilmente puedan tener un papel de trascendencia como adultos
significativos20. Claro está, con honrosas y meritorias excepciones de maestros que
encarnan una manifestación rebelde de contemporaneidad, contraria a la pesada
temporalidad premoderna de la escuela. El maestro contemporáneo se convierte de
esta manera en un ser peligroso, amenazante para la escuela que vive enclaustrada en
una —aparentemente— inexpugnable burbuja de premodernidad, a la vez, encarna la
mejor oportunidad que la escuela brinda a los jóvenes. Pero en general los adultos del
mundo escolar se han liberado de una de las funciones fundamentales de la escuela:
socializar a los jóvenes, confrontar al adolescente, transmitir de manera eficaz el
núcleo vital de la cultura como preparación para el futuro, servir de modelo y objeto
de su rebeldía.
La escuela sagrada
20
Luis E. Chamorro R., "La imagen del maestro bajo la óptica de los estudiantes", en Tres miradas al
mundo escolar, Cali, FES-Resurgir, 1995. Amparo Ardua et al., Todo lo que nos gusta se evapora,
Proyecto Atlántida, Bogotá, Corporación Universitaria Minuto de Dios, Fundación FES, 1995. Gloria
(Continuación Nota 20) Álzate et al., El adolescente como actor social, Proyecto Atlántida, Bogotá,
Universidad Javeriana, Fundación FES-Colciencias, 1995
como manera contemporánea de mirar el mundo convirtiéndola de este modo en
disfraz que oculta el verdadero ser premoderno de la escuela. Por medio de este
sincretismo la escuela ha teologizado la ciencia y la ha transformado en un
pensamiento premoderno, carente de la garra de la modernidad.
EI presente expandido
El presente es el tiempo de los jóvenes. La naturaleza del tiempo presente viven los
estudiantes de las zonas más modernizadas del país es la velocidad. Un tiempo veloz
que contrasta de manera apabullante con la lentitud del tiempo escolar. Esas dos
velocidades extremas marcan la vida de los adolescentes y los exponen a una
experiencia que los violenta al someterlos a fuerzas opuestas, como si estuvieran en
una caja de vientos encontrados22. Es la turbulencia, la incertidumbre, el desorden de
la socialización que viven estos grupos de jóvenes. La socialización tradicional en que
una generación enseña y forma a otra en los secretos de la cultura por medio de unas
instituciones y unos ritos heredados difícilmente puede aplicarse en el presente. El
orden de esta transmisión de la naturaleza social humana ha dado paso al desorden, a
la turbulencia, a lo inesperado porque el centro de la socialización se halla no en la
21
Martha Luz Parodi y Adriana Triana, "De Adonis a Frankenstein", tesis de psicología, Universidad de
los Andes, 1992.
22
Mariela Borda, Ecos de carnaval, Proyecto Atlántida, Bogotá, Universidad del Atlántico, Fundación
FES-Colciencias, 1995. Elizabeth Howard, San Andrés y Santa Catalina paraíso mudo, Proyecto
Atlántida, Secretaría de Educación, Fundación FES, 1995. Am paro Ardila et al., Todo lo que nos gusta se
evapora, Proyecto Atlántida, Corporación Universitaria Minuto de Dios, Fundación FES-Colciencias,
1995. Gloria Álzate et al El adolescente como actor social, Proyecto Atlántida, Universidad Javeriana,
Fundación FES-Colciencias, 1955. Beatriz García et al., Medalla en el corazón. Proyecto Atlántida,
Medellín, Pontificia Universidad Bolivariana, Fundación FES-Colciencias, 1995.
enseñanza de lo perdurable de la cultura, en el núcleo de la identidad grupal, sino en el
cambio, en la renovación, en el advenimiento de un nuevo mundo no vivido no creado
por la generación adulta. Este nuevo mundo viene de afuera de la cultura nacional y
ha sido generado en sociedades más modernizadas De allí proviene el sentido de
expropiación general que la generación adulta experimenta en su función formadora
de los jóvenes. Desde fuera de 1a sociedad, desde la lógica de la velocidad de los
medios de comunicación; de los computadores, desde los centros mundiales donde
nacen se irriga una nueva cultura, predominantemente visual, que transforma de
manera radical la vida de las sociedades tradicionales o débilmente modernas. Si
conforman de esta manera las condiciones sociales que llevan a los adultos actuales a
perder poder de socialización sobre los jóvenes de las zona más modernizadas de la
sociedad colombiana: por una parte, la notoria influencia de la cultura emanada de los
países modernos que debilita como socializadores de sus hijos y sus jóvenes a las
generaciones adultas que vienen de una modernidad débil y, por otra parte, la lentitud,
el arcaísmo de la institución de socialización "secundaria" por excelencia, la escuela.
Como la escuela se ha definido como un espacio privado los alumnos han construido
maneras de coexistir, de rehuir, de adaptarse, de confrontar la cultura de la escuela.
Muchas de las energías empleadas en la gestación de su cultura se dirigen a sobrevivir
la escuela, a encarar los conflictos con ella. La escuela que rehuye la creatividad incita
altos grados de imaginación e inventiva en los alumnos para tejer una cultura aparte
una cultura contrapuesta a la cultura que impone la escuela. Esa cultura creada por
ellos, sin embargo, es parte de la fragmentación que hiere sus vidas23. Es creación que
los fragmenta, aunque también ejercicio de imaginación y búsqueda del ser. También
por eso los espacios públicos, calle, los sitios de la rumba, las reuniones de grupos de
pares son espacios fervientemente buscados, donde no hay adultos, ni padres ni
maestros espacios donde ellos pueden ser, ejercer y enriquecer su cultura por fuera del
mundo escolar, espacios de creatividad, aunque también puedan: representar el papel
de santuarios, patrias en el exilio, sitios de fuga, nidos de socialización entre pares que
sirven para paliar la ausencia socializante de los adultos que se han liberado de esta
tarea.
Es entonces fundamental definir los tiempos sociales en que operan los adolescentes
escolares, las múltiples dimensiones de la realidad se entrecruzan como en una novela
de ciencia ficción: el primer tiempo social es la lentitud de la escuela (y de la familia,
posiblemente con algunas variaciones) que ya hemos discutido en este trabajo. El
23
Beatriz García, op. cit.; Amparo Arcila, op. cit.; María Fernanda Delgado, op. cit.; Álzate, op. cit.
segundo es el tiempo de la cultura moderna que llega del exterior, fundamentalmente
veloz, tiempo de las tecnologías rápidas, de los medios de comunicación la
computación, el modo de vida que produce lo que se ha dado en llamar el yo
saturado" y "la utopía del instante", cultura internacional que Fernando Cruz Kronfly
denomina "La sombrilla planetaria". El tercer tiempo social es la sociedad
colombiana, en el que se mezclan, debido al reciente advenimiento de la modernidad y
a su débil penetración en la cultura, el tiempo premoderno, el tiempo moderno y el
tiempo denominado posmoderno, en un amasijo de temporalidades que invaden
tumultuosa y desordenadamente la sociedad, la cultura y la personalidad de los
colombianos. Sus características fundamentales son la velocidad y la
instrumentalizad: el proceso de modernización que ha tomado siglos en las sociedades
europeas se ha llevado a cabo en Colombia en cinco décadas. Pero igualmente la
modernidad colombiana es epidérmica, funda mentalmente instrumental, es decir, que
ha adoptado las formas, las tecnologías, las teorías, pero no la hondura de la identidad
cultural, ni la habilidad para crear una modernidad propia, hija del ser nacional y las
corrientes internacionales de la contemporaneidad24. Los jóvenes escolares viven
simultáneamente en el tiempo de la velocidad y de la lentitud, viven en un presente
expandido que es a su vez su propio presente construido para diferenciarse del tiempo
adulto, el futuro proveniente de las sociedades modernas, el raquítico pasado y el
futuro sin proyectos de la escuela. Viven también el tiempo de la sociedad colombiana
que compacta los tres tiempos sociales en uno, que involucra en mezcla desordena los
tiempos internacionales, los institucionales y los personales: mundo complejo,
incierto, cambiante, turbulento, donde reinan el desorden, el caos, donde pasar de un
grupo a otro puede ser un viaje en la máquina del tiempo, un viaje a través de culturas
diferentes. A este tiempo social donde habitan los tiempos de la premodernidad, la
modernidad y la posmodernidad, los tiempos del atraso educativo, donde la
personalidad de cada hombre y cada mujer ha sido horneada con el barro de todos
estos tiempos al tiempo, podríamos llamarlo tiempo mestizo. El tiempo particular de
la sociedad colombiana, tiempo engendrado por los tiempos fundamentales del
mundo, como nuestra herencia biológica y cultural. El tiempo mestizo es nuestro
mundo, en él habitamos y él nos habita. Es el agua materna de nuestro ser. Para
comprendernos debemos mirarnos en su espejo.
Así pues, los jóvenes viven en una tormenta temporal, en un archipiélago de culturas.
Esta experiencia asume un alto grado de complejidad y de dificultad que, a su vez,
desarrolla en los jóvenes una aguda habilidad de etnógrafos, que los hace capaces de
vérselas con mundos diferentes; con realidades distintas en las que la variedad de los
parámetros valorativos exige el desarrollo de un alto grado de imaginación y de
percepción de la naturaleza de las culturas humanas y de sus temporalidades.
¿Ganancia o pérdida para sus urgencias de identidad? ¿Y entonces cómo se
desenvuelven los adolescentes en esta exuberante multiplicidad temporal y cultural, en
esta sobreoferta de versiones de la realidad, en este hiperactivo festival de la
fragmentación de su sociedad? Las investigaciones muestran dos caminos que parece
24
Rodrigo Parra Sandoval el al., La escuela instrumental (en proceso de publicación), Bogotá, Tercer
Mundo y Fundación FES.
necesario describir: uno que tiene que ver con el desarrollo personal, interior, con la
capacidad de definir la propia vida por medio de la construcción de proyectos de vida,
centrado en la elección ética entre necesidad, y deseo. El otro camino se refiere a la
relación con los demás, a la imagen que de uno se ofrece, al mostrar el ser navegando
de isla en isla del archipiélago cultural de la vida contemporánea colombiana.
Miremos de manera sucinta ambos caminos.
Las investigaciones muestran que los adolescentes tienden a responder más a las
necesidades, a los elementos que componen lo que se llama "el nivel de vida", las
urgencias económicas, de consumo, todo lo que facilita la vida cómoda, el confort.
Encuentran dificultades en organizar el futuro, en definir el deseo, en construir metas
vitales, proyectos de vida que organicen su acción, que desaten una actividad con
sentido, en lo que se refiere a "la felicidad". Predomina una elección pragmática a
corto plazo, una especie de ética del instante, se instaura el reinado de la necesidad y
se destrona el deseo, la capacidad de soñar la propia vida25. El archipiélago cultural y
temporal, unido al fracaso de la escuela para construir arraigos en la tradición y
sueños fuertes y significativos para el futuro está llevando a la muerte del deseo en la
vida de los jóvenes, está limitando su respuesta al desafío de la contemporaneidad a la
satisfacción de las necesidades más inmediatas, más fugaces, menos dadoras de
sentido, con un horizonte temporal y vivencial empobrecido.
Por otra parte, las relaciones sociales de los jóvenes que habitan lo espacios más
modernizados de la sociedad tienden, según lo muestran varias investigaciones, a
basarse en la mentira. La multiplicidad de tiempos sociales y versiones de la realidad
con que tienen que lidiar en sociedad de tiempo mestizo, fragmentada en archipiélago
de culturas, incita una respuesta también fragmentada en los jóvenes. La necesidad de
aptarse a la variedad, a la multiplicidad de valores de los diferentes grupos, los lleva a
generar relatos distintos o a producir adaptaciones de su relato personal para
manejarse mejor en cada isla del archipiélago. Esos diversos relatos son una forma de
fragmentación de la historia personal, una respuesta al archipiélago cultural, y van
construyendo lo que podría denominarse "la función social de la mentira". Los
diferentes relatos que presentan a los padres, a los maestros, a los diversos grupos de
padres que pertenecen adquieren una nueva ciudadanía, diferente de su carácter de
mentira, debido a que son respuestas socialmente necesarias, esperadas por los
interlocutores. Una respuesta única, homogénea, surgida de una personalidad
centrada, no fragmentada, crearía conflictos dolorosos. Los adultos y algunos grupos
de pares exigen cada uno un relato de la vida del joven que se adapte a sus
expectativas, en realidad no desean "la verdad"26. En contraste la verdad, la
honestidad, la narración de historia "auténtica" se erige en un valor muy alto que se
practica con los amigos más cercanos, con el grupo de incondicionales. La amistad es
el espacio para ser, para liberarse de la violencia de la fragmentación, para integrarse.
La fragmentación del ser en este archipiélago es real pero también, de alguna manera,
25
María Fernanda Delgado, op. cit.
26
Beatriz García, op. cit.; María Luisa García, Soledades e ilusiones, Proyecto Atlántida, Instituto FES de
liderazgo, Fundación FES-Colciencias, 1995. Amparo Ardila, op. cit.
es meramente instrumental, pragmática, como lo muestra la experiencia con los
grupos de amigos íntimos y la entusiasta participación de jóvenes en proyectos
científicos, artísticos, periodísticos los incentivan a participar integrada,
creativamente, proyectos centrados en valores de naturaleza más permanente. Estos
proyectos, al contrario de la escuela, generan espacios de solidez, de concentración, de
integración, que permiten enfrentarse a las incertidumbres del tiempo mestizo, del
archipiélago cultural, sin que se produzca el cataclismo de la fragmentación.
Así pues, cabe preguntarse: ¿genera la escuela colombiana actual una cultura
apropiada para enfrentarnos a la aceleración de los tiempos del siglo venidero, a la
expansión de la cultura "posmoderna" del futuro a las grandes masas de nuestra
sociedad? ¿Genera nuestra escuela un conocimiento eficaz para que los jóvenes
puedan responder con éxito los desafíos; del mundo contemporáneo? ¿Forma nuestra
escuela ciudadanos que sepan vivir de manera democrática y pacífica en la sociedad
colombiana del futuro? ¿Ofrece la escuela una experiencia vital que les permita a los
jóvenes transformarse en ciudadanos del mundo actual sin que se diluya la esencia de
su identidad cultural? Todo sugiere que no es así. Que mientras no se corte el nudo
gordiano de las cuatro rupturas fundamentales es muy difícil cambiar la naturaleza de
nuestra escuela. Parece necesario exorcizar la fractura fáustica y readjudicarle a la
escuela su papel cent de creadora de conocimiento para enriquecer la experiencia de
maestros y alumnos con la iluminación del acto creativo. Parece necesario subsanar la
verbosidad vacía de la fractura pedagógica devolviéndole a la palabra escolar su
eficacia práctica, de relación con la vida y con el conocimiento con la participación,
con los valores de la modernidad. Parece necesario acelerar el tiempo de la escuela
hasta traerla de su actual estado de escuela sagrada a otro de escuela contemporánea,
reducir su atraso, llevarla a que produzca la crítica de lo contemporáneo desde su
propia contemporaneidad y no desde su anacronismo. Parece necesario que nuestra
comprenda tanto la urgencia que los jóvenes sienten de un pasado significativo sobre
el cual construir su identidad, como las implicaciones del tiempo mestizo y del
archipiélago cultural. Esto significa, por supuesto una transformación honda y radical
de la organización social de la escuela, de su estructura de poder, de la naturaleza del
conocimiento que imparte, de la cultura que genera, un revertir su arcaísmo para que
consiga representar el papel para el que fue originalmente diseñada: ser un actor
protagónico en la modernización de nuestra sociedad.
SEGUNDA PARTE
LOS MAESTROS
EL CAZADOR DE DRAGONES
Cuando hubo terminado sus estudios de bachillerato el joven Darío, no sabiendo qué
carrera estudiar, acudió al sabio anciano que vivía en las montañas. Lo recibió
debajo de un frondoso árbol de flores amarillas, cayado en mano, y le preguntó qué
deseaba. Cuando el joven Darío le hubo explicado la razón de su visita, el anciano le
dijo: los hombres han olvidado lo esencial y se han dedicado búsqueda de lo
accidental. La esencia es liberar al mundo de la plaga que infesta y dedicarse a la
más noble actividad que pueden emprender los alumnos: cazar dragones.
Muy pocos temas dentro del sector educativo generan un consenso tan amplio sobre
su importancia, sobre la necesidad y urgencia de realizar estudios en profundidad,
como el de los maestros. Esta situación tiene, por puesto, su génesis en razones de tipo
social y político. La actividad de maestros afecta directamente a una buena proporción
de la sociedad; la calidad de la enseñanza, sus carencias son temas de frecuente
discusión, los maestros se han organizado sindicalmente y ejercen presiones. Sin
embargo, es paradójica la poca importancia que se le ha dado en Colombia al estudio
del maestro en el área de las ciencias sociales. Por eso parece necesario detenerse un
momento a mirar qué se sabe sobre ellos como actores sociales y, sobre todo, a pensar
en lo que es necesario saber para obtener, una comprensión básica de su problemática
profesional y de sus interacciones con la sociedad en que trabajan.
La revisión de literatura sobre maestros que se presenta aquí tal vez no sea exhaustiva
pero permite mostrar unas tendencias y plantear unas líneas de trabajo para la
investigación del tema.
En general los trabajos publicados han sido realizados por centros privados de
investigación, centros universitarios, Ministerio de Educación Nacional y entidades
internacionales. Sus propósitos responden fundamentalmente a dos avenidas de
intereses: la planeación educativa y la investigación básica, o una mezcla de ambas.
Por supuesto ambas formas de analizar el problema muestran una parte de la realidad.
Queda, sin embargo, por plantearse de modo totalizante las relaciones que se dan entre
ambos procesos, la forma como se entrelazan las dos caras de la moneda.
1
Por ejemplo el trabajo de la Misión Economía y Humanismo, Estudio sobre las condiciones del
desarrollo en Colombia, Bogotá, Presidencia de la República, 1958. Banco Mundial, Desarrollo
económico de Colombia, Bogotá, Banco Popular, 1970.
2
Dieter Pass, El maestro rural, Bogotá, Fundación Friedrich Naumann, 1979.
3
Wilson Velandia et al., La educación no formal en Colombia, Bogotá, Ceden, 1975. Rodrigo Parra,
Bases sociales para la formación de los maestros colombianos, CIUP-UPN y Cepal-Unesco-PNUD,
proyecto "Desarrollo y educación en América Latina y el Caribe", 1979. La profesión del maestro y el
desarrollo nacional, Ministerio de Educación, CIUP-UPN, Unesco-Cepal-PNUD, proyecto "Desarrollo y
educación en América Latina y el Caribe", 1979, mimeo.
4
En general los trabajos realizados dentro del rubro estudios de comunidades que se citan en este ensayo
5
Myriam Stella Ferro, Mi vida: historia de la vida de una maestra rural colombiana, Bogotá, América
Latina, 1978.
comunidades tanto rurales como indígenas que incluyen el tratamiento de
algunos aspectos de la relación entre maestros y la comunidad.
2. Un segundo grupo de trabajos es el que se orienta hacia el análisis de recursos
humanos en regiones específicas, a establecer subdivisiones intrarregionales
con propósitos de servir de base a la planificación educativa y cuyo énfasis,
en lo que se refiere a los maestros, está puesto en el análisis de las
características de los docentes, tanto reales como necesarias, con el objetivo
de adoptar medidas de política que los haga más adecuados. Aquí cabría
mencionar los trabajos de Ofisel y, de alguna manera, el de Cataño6.
3. El estudio de W. Velandia7, en lo que respecta a la relación entre desarrollo y
docentes, se centra en observar cómo las variaciones del desarrollo en
diferentes regiones, los procesos de urbanización y crecimiento económico de
los diferentes espacios estudiados, inciden en la naturaleza de los programas
de educación no formal, en las características de los maestros y en sus
técnicas pedagógicas. De la misma manera, aunque con explicitación de las
bases teóricas empleada el trabajo de Parra sobre la profesión del maestro
dirige su análisis hacia la situación planteada por la existencia de un currículo
único de educación primaria y sus consecuencias en seis diferentes contextos.
sociales con grados diferentes de desarrollo. Se observan desde este ángulo
las características educativas, migratorias, de capacitación, de imagen
profesional en los contextos sociales, y se extraen líneas generales de política
para la capacitación.
4. Una cuarta línea de análisis enfatiza los condicionamientos que procesos
sociales concretos relacionados con el desarrollo del país ejercen sobre
fenómenos educativos que se vinculan directamente a la actividad docente. Se
presentan interpretaciones del proceso de integración nacional tanto a nivel
político como económico, conceptos sobre la génesis del desarrollo desigual y
sus evoluciones, de la transmisión del concepto de nacionalidad y de factores
sociales que impiden el desarrollo del magisterio como profesión8.
Estos estudios y la información empírica que contienen, aunque dan algunas luces
sobre las relaciones entre maestro y desarrollo de la sociedad, apenas empiezan a
colocar las primeras piezas de rompecabezas, algunos de sus hallazgos concretos de
mayor relevancia se presentan en apartes siguientes.
6
Gonzalo Cataño, La educación rural en Boyacá: inventario de problemas, Tunja, Universidad
Pedagógica y Tecnológica de Colombia, 1971. Ofisel, Regionalización y educación primaria en áreas
rurales de Boyacá, Tunja, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, 1976.
7
Wilson Velandia, op. cit.
8
E.A. Havens y W.L. Flinn, "Structural Blocks to Higher Educational Attainment", en E.A. Havens y
W.L. Flinn, Interna Colonialism and Structural Change in Colombia, NuevaYork, Praeger, 1970.
En 1958 el informe de la Misión Económica y Humanismo planteaba como (problema
más grave del sistema educativo colombiano el alto déficit de maestros para las
necesidades de la población9. En las dos décadas siguientes este problema iba a
experimentar un vuelco fundamental. Parece entonces importante mirar las
condiciones económicas y sociales que llevaron a este cambio y los efectos que dicho
cambio produjo en la naturaleza de las normales. Se presentan en seguida las ideas
centrales de un trabajo que ha tratado este punto10.
En este trabajo se hace un análisis somero de las directrices que ha tomado el proceso
de desarrollo del país a partir de la cuarta década del presente siglo. Se trata
fundamentalmente de lo que se ha denominado el proceso de integración económica
del espacio nacional, iniciado a partir de la inserción del país a la economía
internacional con el café como producto exportable e implementado más directamente
por la industrialización del sistema productivo y sus consecuencias en la urbanización
y en la configuración de un sistema jerarquizado y concentrador del desarrollo. Esa
tendencia del desarrollo se vincula con lo sucedido en las instituciones encargadas de
la formación de los docentes colombianos: escuelas normales.
9
Misión Económica y Humanismo, op. cit.
10
Rodrigo Parra, Bases sociales..., op. cit.
El crecimiento de las normales respondió básicamente a las demandas condicionadas,
en un lado por la expansión de la matrícula por el surgimiento de clases medias
urbanas, y en el otro por determinantes ideológicos que daban valoraciones positivas a
la vinculación de la mujer al mercado de trabajo en áreas similares a su papel
tradicional, una especie de continuación —fuera de la institución familiar— de su
papel de madre y educadora.
Estos dos hechos, que pueden haber gravitado positivamente en los niveles de calidad
del magisterio, marcan al tiempo una intensificación del carácter urbano de la
formación de los maestros, refuerzan la visión urbano-industrial de la educación y
trasladan cada vez con más fuerza a la ciudad las posibilidades de movilidad social
por medio de la educación. La disminución de la importancia relativa de la matrícula
en escuelas normales tiene implicaciones tanto en el desarrollo regional como en el
papel que deben cumplir los sexos en el proceso. En el plano espacial este fenómeno
implicó una pérdida de concentración para los cinco departamentos más
industrializados que ahora tienen solamente el 50% de la matricula total, el 46% de la
oficial y el 58% de la privada. La disminución se debió en particular a la declinación
de matrícula en el sector privado que pasó de representar el 74 al 58%, al tiempo que
la proporción de matrícula oficial permanecía prácticamente inalterada.
A nivel urbano este hecho está marcando una estratificación de las normales, lo que
posiblemente tenga incidencia no sólo en la calidad de los egresados y de la enseñanza
posterior que ellos lleven a cabo, sino también posibilidades diferenciadas en el
mercado de trabajo y tendencias; selectivas en el origen de clase de los estudiantes
que serán atendidos por los maestros egresados de normales diferentes.
Por otra parte, las normales se distribuyen desigualmente entre los centros urbanos de
mayor tamaño (capitales departamentales) y los centros intermedios y pequeños,
cuando se tiene en cuenta la calidad. Efectivamente, si se observa cómo se distribuyen
las normales catalogadas no inferiores por un estudio del Ministerio de Educación y
Unesco11, se nota que en las capitales está ubicado el 10% de esas normales mientras
que en el resto de los lugares está el 37%. De todas maneras, sobre el 4% de normales
de inferior calidad, la gran mayoría está en las ciudades intermedias y pequeñas.
Además del total de normales que se hallan ubicadas en las capitales, el 36% están
clasificadas como inferiores, mientras que en las ciudades menores este porcentaje
alcanza al 52%.
11
José Álzate, Clasificación y jerarquizarían de las escuelas normales según criterios de calidad de los
recursos humanos y de dotación, Bogotá, Ministerio de Educación Nacional-PNUD-Unesco, proyecto
Col. 78/003,1978, mimeo.
12
Fidel Salazar Reyes, Inserción ocupacional del educador en Boyacá, Bogotá, sin editorial, 1977.
Se presentan en esta sección los hallazgos de tres estudios que tratan este tema: uno
sobre el magisterio rural de un departamento13, otro sobre los maestros de seis
contextos sociales de diferente grado de desarrollo14 y un tercero sobre los estudiantes
de tres normales en Bogotá, Ibagué y Guasca15.
Los tres trabajos coinciden en señalar que los maestros provienen en su gran mayoría
de los estratos medios y bajos de la clase media tanto rural como urbana. Los maestros
hijos de obreros y de padres de origen alto son una proporción muy pequeña. Sin
embargo, se presenta una inconsistencia de status en cuanto los padres de los maestros
poseen una escolaridad superior al promedio de su clase. Es especialmente notoria la
educación de las madres, lo que parece tener una influencia de importancia en la
elección del magisterio como profesión.
El estudio realizado por Gonzalo Cataño es el primero hecho en el país sobre el origen
social de los maestros que ofrece información empírica y conclusiones de
importancia. Muestra ya que los maestros rurales son de origen rural y sugiere el papel
que las normales rurales o de pequeños pueblos tienen en la educación del área rural,
así como también su juego dialéctico con el proceso de urbanización de su mentalidad
inducido por la experiencia de sus estudios primarios y normalistas 16. Surge
igualmente la hipótesis de que el trabajo docente implica un mayor grado de
movilidad social para los maestros rurales y menor para los urbanos.
13
Gonzalo Cataño, op. cit.
14
Rodrigo Parra, La profesión del maestro..., op. Cit.
15
Rodrigo Parra, Bases sociales..., op. cit.
16
Esta hipótesis se halla planteada también en Ofisel, Regionalización y educación primaria en áreas
rurales de Boyacá, Tunja, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, 1976
urbanos tienden a tener promedios superiores. Es decir, que cuando se controla la
educación del padre el contexto sigue teniendo incidencia en la escolaridad de los
maestros. Por otra parte, si este fenómeno se interpreta como un indicador de
movilidad educativa intergeneracional se puede concluir que en términos cuantitativos
es mayor la movilidad educativa de los maestros en contextos más urbanos, si bien a
medida que se toman los maestros cuyos padres han alcanzado educación secundaria
esa ventaja cuantitativa empieza a disminuir hasta llegar al grupo de padres con edu-
cación superior, en cuyo caso se da un descenso en la escolaridad de los maestros con
relación a sus progenitores. Sin embargo, estas diferencias cuantitativas pierden
mucho de su peso cuando se piensa que el valor de prestigio de la educación del
maestro puede ser mayor en las áreas menos urbanizadas donde la escolaridad de la
población es menor y donde en términos generales el salto educativo que han dado los
maestros en comparación con sus padres es de mayor significación e incluye una
proporción mayor del cuerpo profesoral.
Estos estudios, sin embargo, dejan sin plantear o analizan de manera muy general
algunos elementos centrales en la dinámica social que sobrepasan el contexto
puramente profesional de los maestros y fenómenos de tipo institucional y
administrativo de la educación que sería de importancia incluir con el objetivo de
maximizar la comprensión del estrecho rango de origen social de los maestros y la
exclusión de otros grupos sociales.
CALIFICACIÓN Y CAPACITACIÓN
17
Ida Berger., Les instituteurs d'une génération a l'autre, París, Presses Universitaires de France, 1979.
Orlando Albornoz, El maestro y la educación en la sociedad venezolana, Caracas, sin editorial, 1965. En
cambio el caso brasileño presenta características similares a las de Colombia, cfr. Luis Pereira, O
magisterio primario numa sociedad de classes, Sao Paulo, Livraria Pioneira Editora, 1969
muy general o de grupos no representativos de la población docente. Sin embargo, a
través de los estudios existentes se pueden plantear algunos asuntos referentes a la
calificación y capacitación del profesorado.
18
Gonzalo Cataño, op.cit.
19
Gonzalo Cataño, op. cit. Misión Económica y Humanismo, op. cit. Rodrigo Parra, La educación rural
en la zona cafetera colombiana, Buenos Aires, Unesco-Cepal-PNUD, proyecto "Desarrollo y educación
en América Latina y el Caribe", 1978.
20
Rodrigo Parra, La profesión del maestro..., op. cit
En general los maestros piensan que los estudios de las normales no preparan para
enseñar sin la ayuda de la capacitación. La clara conciencia que los maestros expresan
de este hecho hace aún más importante conocer, aunque sea de manera general, las
formas que utilizan para ponerse al día con los avances del conocimiento en su área
profesional.
En términos globales las opiniones de los maestros configuran un cuadro que se centra
en la desconexión entre el entrenamiento del docente y su realidad laboral en dos
sentidos: a) entre la imagen de participante en los procesos comunitarios y su
formación fundamentalmente dirigida al trabajo intraescolar; b) entre la capacitación y
las necesidades prácticas encontradas en los contextos sociales específicos,
especialmente en el caso de los contextos menos urbanos. Estas ideas son, por otra
parte, expresadas de manera vaga y general, pero su percepción es de todas maneras
anotada consistentemente.
MIGRACIONES PROFESIONALES
Con respecto a las migraciones con propósitos educativos, la tendencia general que
aparece más clara a primera vista es hacia la estabilidad, o sea que los maestros
tienden a estudiar y trabajar dentro del mismo contexto. Sin embargo, por debajo de
21
Rodrigo Parra, La profesión del maestro..., op. cit.
22
Urbano industrial marginal y no marginal, urbano no industrial, agrícola industrial, agrícola
empresarial y campesino.
esta estabilidad fluyen diversas corrientes dignas de mencionarse porque conforman
patrones de conducta.
En términos generales tres de cada cuatro maestros han permanecido durante toda su
historia ocupacional dentro del mismo contexto. Solamente el 15% de los educadores
ha realizado más de un movimiento entre contextos. Estos datos sugieren que la
estabilidad en el contexto de trabajo es mayor de lo que generalmente se piensa, si
bien la migración entre contextos no es igual a la migración de un sitio a otro que
puede darse con mayor o menor fuerza dentro del mismo contexto.
En todos los contextos la mayoría de los maestros se han mantenido trabajando dentro
del mismo contexto social. El porcentaje de estabilidad es, sin embargo, mayor en los
contextos rurales y creciente en el orden descendente de desarrollo relativo. Los
contextos urbanos reciben flujos de importancia de docentes que empezaron su
actividad profesional en contextos rurales: aproximadamente uno de cada cuatro
maestros en el industrial no marginal y uno de cada tres en el marginal y en el no
industrial. El urbano no industrial contribuye también al magisterio del contexto
industrial no marginal.
A su vez, el estudio estima por medio de regresiones simples el impacto de una serie
de variables en el rendimiento escolar de los alumnos26. Entre las variables que se
refieren al maestro se encuentra que la edad del profesor influye en el sentido de que
los alumnos con profesores más jóvenes rinden más, los alumnos con profesores
especializados en pedagogía rinden más, pero la estabilidad del maestro no parece
tener efecto en el rendimiento del escolar.
23
Himelda Martínez Z El maestro rural colombiano, en elaboración.
24
H. Banguero et al, Nutrición y escolaridad: el caso colombiano, Bogotá, CEDE-Eciel, 1979,
Documento CEDE N2 059.
25
La calidad del profesor se mide por las siguientes variables: índice de status socioeconómico, nivel de
estudios y horas semanales en la escuela.
26
El rendimiento se mide por pruebas en lectura y ciencias naturales
diseño, elementos muy importantes del proceso de enseñanza-aprendizaje, como los
aspectos no cognoscitivos, las formas que el maestro utiliza para enseñar y se centra
en los contenidos de la enseñanza27. La forma empleada para medir el rendimiento
escolar genera, por otra parte, un vacío entre los planteamientos utilizados ac-
tualmente en la capacitación de los maestros que se centran en la conducta en el aula,
en la manera de enseñar y aprender, y la forma de evaluar el aprendizaje que se
orienta a medir el banco de información que tienen los alumnos y, en el mejor de los
casos, los procesos de raciocinio, pero que excluye patrones de conducta, por ejemplo,
hacia el autoritarismo o la participación. Adicionalmente, este tipo de análisis excluye
el estudio de otras funciones del maestro que tienen que ver con la calidad de su
acción, como sus relaciones con la comunidad, su papel de vínculo entre el Estado y la
localidad, especialmente en áreas menos urbanizadas y en participación en actividades
sociales, económicas de las gentes, así como también sus contactos con los padres de
familia. En descargo parece oportuno decir que este tipo de fenómenos puede ser más
eficientemente estudiado con otras técnicas de investigación social.
Los trabajos tratan dos temas centrales: 1) la ruptura que se presenta entre la imagen
sagrada que los maestros tienen de su profesión, la realidad social cambiante a través
del proceso de división del trabajo y la práctica de la docencia; 2) el segundo tema se
refiere al conflicto que viven los maestros entre dos funciones fundamentales del
27
Ver comentarios al respecto en Beatrice Ávalos y Wodi Hoddod, A Review of Teacher Effectiveness
Research in África, India, Latín America, Mídale East, Malasia, Phillippines and Thailand: Synthesis of
Result, Ottawa, IDRC, 1979. Abraham Magendzo y Ricardo Haría, Research into Teacher Effectiveness
in Latín America, Santiago, PIIE, 1978, mimeo
28
Ver por ejemplo un análisis del papel desempeñado por la imagen profesional de los maestros en
Venezuela en Orlando Albornoz, El maestro y la educación en la sociedad venezolana, Caracas, sin
editorial, 1965.
29
Milciades Chaves et al., "Educación y estructura social en Nariño"; Ernesto Guhl et al., "La educación
rural en Caldas"; CIDA, "Educación y tenencia de la tierra"; Virginia Gutiérrez de Pineda, "Educación y
mundo rural"; William C. Sayres, "La educación en una comunidad rural colombiana: el caso de Zarzal,
Cauca"; Orlando Fals Borda, "La educación formal de Saucío"; Gerardo y Alicia Reichel-Dolmatoff, "La
enseñanza formal en Aritama". Todos estos trabajos en Gonzalo Cataño (ed.), Educación y sociedad en
Colombia, Bogotá, Universidad Pedagógica Nacional, 1973, y otros ya citados.
quehacer docente: la función social formadora de ciudadanos idóneos dentro del
marco ideológico predominante de la sociedad y la función pedagógica que enfatiza la
maximización del aprendizaje y que en sus versiones modernas implica el desarrollo
de la creatividad y el desarrollo de actitudes críticas hacia el conocimiento.
Dieter Paas31 en un trabajo de mucho interés sobre los maestros rurales sostiene
algunos de estos puntos de vista desde la opinión de los maestros y sus obstáculos en
el trabajo con las comunidades y, de alguna manera, desde las actitudes de miembros
de las comunidades hacia el trabajo de docente. Aunque el trabajo de Paas incluye la
presentación de varias formas de vinculación del maestro con la comunidad, parece de
utilidad resaltar un aspecto específico con una cita de la opinión de un maestro:
Esa cita es de mucho interés porque plantea dos conflictos centrales a la actividad
magisterial: su conflicto entre la función central de enseñanza en el aula y su función
de líder comunitario, por una parte, y su conflicto entre el tipo de enseñanza que
recibe en la normal y el que le exige la relación con comunidades rurales, por otra.
30
Por ejemplo el trabajo en proceso de Juan Carlos Tedesco, Rodrigo Parra y María Elvira Carvajal,
Marginalidad urbana y educación formal: enseñar en Ciudad Kennedy.
31
Dieter Paas, op. cit.
La función de liderazgo del maestro se origina entonces, no tanto en su mayor
elocuencia o fuerza de convicción, sino es más bien su posición favorable dentro
de la red de relaciones públicas de favorecedores y clientela, su mayor cercanía
de los políticos de partidos con poder de decisión sobre recursos públicos, lo que
mueve a la comunidad rural a escogerlo como su delegado.
Los objetivos de la educación rural son: que el niño conozca el medio en que
vive, se preocupe en estudiar y trate de adelantarse, terminando con el
conformismo en que viven. Pero este objetivo no se cumple porque la educación
es igual en contenido para todos, y uno tiene poco tiempo para pensar en otra
cosa que no sea cumplir con los programas; además son varios cursos
simultáneos que tenemos que atender. Los programas que tenemos que cumplir
en las diversas materias son tan antiguos, tan rígidos, tan largos, que a veces me
da la impresión de que quien lo ha hecho no conoce cuál es la situación que vive
el niño en el campo, no va de acuerdo con sus intereses y es impositivo, pues
toca cumplirlo, lo que hace para nosotras más difícil lograr el aprendizaje.
El interés científico para la comprensión del papel del maestro, su relación con la
imagen profesional, los cambios del contexto social y su práctica docente se
incrementaría en los estudios etnográficos si superaran el nivel puramente descriptivo
y entraran en una etapa de análisis explicativo de las razones por las cuales se dan
esos fenómenos, sus cambios con el proceso de división del trabajo, sin abandonar,
por supuesto, su énfasis antropológico.
2. En lo que respecta al conflicto que les plantea a los maestros su relación con
las dos funciones, la social y la pedagógica, la mayoría de los maestros
responden afirmativamente a ambas tendencias, aunque en mayor proporción
hacia la función pedagógica (83%) que hacia la social (70%). Esto implica
que el 70% de los profesores que van a afirmar ambos objetivos están
expresando una imagen de su profesión que contiene elementos centrales que
se oponen entre sí. El estudio de Parra plantea tres variables que condicionan
la presencia de este fenómeno: los profesores más jóvenes tienden a escoger
en mayor proporción la función pedagógica que los de mayor edad. Los
32
Myriam Ferro.op.cit.
maestros que trabajan en contextos sociales más urbanizados tienden también
a decidirse por una imagen profesional más inclinada hacia la función
pedagógica. A su vez, los datos indican que cuando el profesor percibe que el
origen social de sus alumnos es de clase media alta tiende a dar más
importancia al objetivo pedagógico que cuando los percibe como de clase
baja.
El breve análisis de este tema termina afirmando que los conflictos que surgen en la
imagen que el maestro tiene de su actividad profesional contribuyen a confundirlo
más y que cuando se piensa en la planeación de reformas curriculares o en el diseño
de estrategias de capacitación deben considerarse estos fenómenos y hacer un esfuerzo
por esclarecer los objetivos en función de la situación global del docente con el
propósito de reducir las disonancias creadas por demandas encontradas.
33
Wilson Velandia, op. cit.
Las características educativas de los maestros en el sistema no formal son, en términos
generales, comparables a los del sistema formal. Sin embargo, se notan algunas
diferencias marcadas por el hecho de que la proporción de maestros en el sistema no
formal con educación primaria y secundaria es inferior a la del formal pero superior
en el nivel universitario. Este último hecho, aduce el informe, puede deberse a la
naturaleza de las actividades no formales más conectadas con el trabajo, y a
dificultades de empleo por parte de egresados universitarios. Por otra parte, los vo-
luntarios tienen generalmente dedicaciones parciales, mientras que los remunerados
trabajan de tiempo completo.
Con respecto a las formas que toma la relación maestro-alumno se encuentra que
sobresale la situación en que el docente asume el papel predominante y el usuario
cumple un papel individual, y en una segunda instancia se ubica la situación en que el
maestro desempeña el papel de recurso y el usuario trabaja en grupo o
individualmente.
CONCLUSIONES
Otra área de importancia que no ha sido cubierta por los estudios sobre el docente
colombiano es la que se refiere a las relaciones entre la escuela, el maestro y la
generación de valores sociales en los alumnos. Esta franja de investigación se dirige al
esclarecimiento de la visión del mundo, de las formas fundamentales de relación
dentro de la sociedad, la imagen de nación, Estado, grupos sociales, la naturaleza
autoritaria o democrática de confrontar las interacciones sociales que el maestro y las
formas de organización social de la escuela están transmitiendo al alumno. Esta zona
problemática puede, por supuesto, desde el punto de vista teórico, enmarcarse dentro
del análisis de la estructura ideológica. Habría que distinguir, sin embargo, dos
aspectos centrales pero diferentes: el análisis de las expresiones o imágenes verbales
que exteriorizan tanto maestros como alumnos, y las formas de conducta que
transmiten los educadores a través de la práctica docente y de la organización escolar.
35
Olga Lucía Zuluaga, Didáctica y conocimiento, Medellín, Universidad de Antioquia, CIED, 1977.
Colombia: dos modelos de práctica pedagógica durante el siglo XIX, Medellín, Universidad de
Antioquia, CIED, 1978
condicionantes sociales que producen el analfabetismo por desuso y el conjunto de las
causas por las cuales la escuela no alfabetiza a una porción de sus alumnos en uno o
dos años, como muestra un estudio realizado en una escuela de Bogotá36.
Otros tipos de investigaciones que aparecen como prioritarias serían las siguientes: un
estudio en profundidad sobre las normales y las facultades de educación que analizara
las formas de enseñanza, técnicas pedagógicas, teoría de moda y su aplicación por
parte de los maestros y de los alumnos, organización social de normales y facultades
de educación, imagen del maestro que transmite y sus consecuencias en la forma de
llevar a cabo la docencia y las relaciones con la comunidad, el currículo y su relación
con las formas de desarrollo del país. Desde otro ángulo, es necesario saber cuál es, en
diferentes contextos sociales, la imagen que las comunidades tienen sobre las
funciones del maestro, puesto que parece válido plantear la hipótesis de que la imagen
tradicional del maestro rural ha sufrido una serie de modificaciones inducidas por el
proceso de división del trabajo. Este tipo de conocimiento puede ser muy valioso para
la formación de los maestros, ya que puede incrementar su eficiencia en la labor
docente y disminuir conflictos derivados de su autoimagen y la confrontación con la
realidad. En este punto es de especial importancia el estudio de las denominadas
materias vínculo como vehículo de comunicación entre la formación de los docentes y
su enraizamiento en la realidad del país. Estos estudios pueden mirarse también como
elementos para una política de capacitación, junto con estudios que analicen proble-
mas específicos de esta forma de entrenamiento de los maestros.
Dos fenómenos adicionales que ameritan estudio están definidos, uno por la situación
económica de los maestros, sus ingresos, trabajos adicionales, y la forma como su
ubicación salarial afecta su actividad, su rendimiento, su estabilidad dentro de la
carrera docente y sus actitudes profesionales. El otro estudio tiene que ver con las
diferencias que marcan el trabajo en distintos niveles y tipos de escolaridad. Las
investigaciones existentes se refieren principalmente al nivel primario y sería de
importancia conocer los problemas específicos y la naturaleza de los docentes en otros
niveles, como el secundario, preescolar, maestro con técnicas a distancia, educación
técnica y universitaria.
La legislación sobre formación de maestros que rige para las Facultades de educación,
las normales y los programas de mejoramiento del docente no parece haber tenido en
cuenta este fenómeno. Las reformas realizadas se refieren más a la modernización del
currículo que a su adaptación a las diferentes formas del desarrollo coexistentes en el
país. Este hecho se debe a que la modernización introducida por las reformas
educativas e implementada a través del currículo se propone básicamente
compatibilizar el entrenamiento del docente con los avances y desarrollos de los
sectores más dinámicos de la economía que son los que, en este momento histórico,
crean el mercado de trabajo urbano industrial y generan demandas educativas más
fuertes.
Lo que no está presente en la enseñanza modernizada es una racionalidad más
concreta y aplicable a formas de producir y a comportamientos sociales y esquemas
valorativos y culturales de tipo preindustrial. El desarrollo curricular busca, en
cambio, cada vez más, un mayor grado de abstracción, dada su importancia para
transmitir el conocimiento y la forma de pensar científica y su utilidad en un mercado
de trabajo industrial y su mayor afinidad con la forma de vida urbana. Pero esto
mismo hace que a medida que se moderniza la educación, más distante y menos útil
aparezca para los grupos humanos que viven en ambientes preindustriales y que se
organizan de acuerdo con pautas culturales diferentes de las de la sociedad urbano-
industrial. Por supuesto que la dinámica social hace que cada vez más los grupos que
viven dentro de pautas preindustriales sean integrados de diferentes maneras, con
distintas intensidades y desde ángulos diversos, a las formas culturales predominantes
en la urbe industrial. Pero al mismo tiempo, la debilidad de esta forma de desarrollo
ha mostrado que la integración económica, principalmente la posibilidad de absorber
toda la población en un mercado de trabajo urbano industrial, está lejos de ser posible
dentro del horizonte temporal que puede cubrir la planeación actual.
Estos fenómenos hacen que las regiones donde predominan economías no industriales
no tengan la posibilidad de expresar de manera eficaz sus necesidades específicas de
actividades y conocimientos hacia el sistema productivo y que, por lo tanto, estos
fenómenos educativos no formen parte del "banco de conocimientos" que transmite de
manera institucionalizada del sistema educativo formal.
La hipótesis general sobre la que se basan las ideas anteriores se puede expresar de la
siguiente manera: mientras el desarrollo socioeconómico ha seguido líneas que
tienden a diferenciar las economías de las regiones, las reformas dirigidas a la
formación de maestros han seguido una tendencia hacia la homogeneización del
currículo debido a tres motivos históricos fundamentales:
Por último se presenta una síntesis de los hallazgos más relevantes y de su incidencia
en la política de formación de maestros, teniendo en cuenta fundamentalmente su
papel de agentes de cambio en el proceso de desarrollo del país.
En 1938, por medio del Decreto 533 del 21 de marzo, el gobierno estatuía la
uniformidad del plan de estudios para las escuelas normales de la siguiente manera:
Una línea en que se establece una diferenciación en cuanto a los contenidos del plan
de estudios es la que separa a las mujeres de los varones. Los hombres que asisten a
las normales deben poner más énfasis en el área de matemáticas y hacer ejercicios
militares mientras que las mujeres deben atender al cultivo de la costura, bordados y
tejidos, la modistería y la economía doméstica, al tiempo que para su desarrollo físico
deben practicar la calistenia y la gimnasia de salón2. Aunque este fenómeno reviste
gran interés como imagen del papel de los sexos, no afecta de manera central la
hipótesis de la uniformidad de los planes de estudio.
La clara tendencia hacia un currículo único para la formación de los maestros en las
normales no ha excluido una preocupación sobre la aplicabilidad de los conocimientos
que se imparten en las escuelas, en su relación con la economía del país. Ya en 1912 el
1
Ver por ejemplo los siguientes decretos: Decreto 1972 del 1a de diciembre de 1933. Decreto 1001 del 7
de mayo de 1936. Decreto 1955 del 2 de septiembre de 1963. Decreto 080, Resolución 4785 del 9 de
julio de 1974
2
La enseñanza en las normales aparece discriminada hasta 1933, cuando con el Decreto 1972 del 1 de
diciembre se suprime esta diferenciación. Del análisis de los planes de estudio de los años anteriores a
1933 se limita a incluir materias domésticas en los primeros años para la mujer; mientras los hombres
estudian mineralogía y química, trigonometría y agrimensura, las mujeres toman cursos de aritmética y
contabilidad, álgebra y geometría
citado Decreto 670, al tiempo que estatuía la uniformidad de los métodos de
enseñanza, definía la función de las normales de la siguiente manera:
Las escuelas normales tienen por objeto la formación de maestros idóneos para
la enseñanza y la formación de los niños en las escuelas primarias. Se procurará
especialmente que los alumnos de esos establecimientos de enseñanza
secundaria y profesional adquieran las nociones suficientes, no sólo en el orden
moral e intelectual, sino en los principios fundamentales aplicables a la industria,
la agricultura y al comercio, que deben ser transmitidos a los niños y que en ellos
se formen maestros prácticos, más pedagogos que eruditos.
Parece claro que en la mente del legislador siempre ha estado planteada la dialéctica
que pide al tiempo la homogeneidad de la formación de los maestros y de la
enseñanza de la población en edad escolar, por una parte, y la aplicabilidad de esta
escuela uniforme a las variantes expresiones de la economía y la cultura nacional.
Pero siempre, en el espíritu y en la práctica posterior de la ley ha predominado la
necesidad sentida de la uniformidad como elemento, indispensable de integración en
la idea de nación.
Esta posición marca una reacción contra las diferenciaciones en la duración del ciclo
primario establecidas anteriormente para áreas urbanas y rurales y contra la creación
de los llamados maestros rurales o elementales que significó un principio de
diferenciación en la duración del entrenamiento de maestros, a causa de la presión de
la demanda por educación. Ante esta situación, que no alcanzó importancia numérica
muy grande, reacciona el legislador de 1963 al poner entre los cuatro considerandos
de la ley de normales, este principio:
Que todos los niños colombianos tienen derecho a alcanzar el mismo nivel
cultural básico y de conocimientos, por lo cual la preparación de maestros para
las zonas urbanas y rurales del país debe ser por lo menos igual en extensión y
calidad.
Los vínculos que la normal debe establecer con la comunidad para prestar mejor sus
servicios educativos se definen de la siguiente manera en el artículo 29:
Aunque en estos apartes, que son por demás específicos con respecto a las funciones y
métodos que la normal y el maestro deben incorporar para que su actividad no se aísle
dentro de la escuela sino que cubra a la comunidad, se destaca el hecho de que las
comunidades pueden ser diversas entre sí y que necesitan un estudio y comprensión
particulares, no se menciona siquiera el núcleo económico de este fenómeno. Además,
la concepción de comunidad sigue respondiendo a fenómenos que refuerzan la
hipótesis de que se piensa en el país como una economía no integrada: la naturaleza
aislada de la comunidad, su carácter de autosubsistencia que excluye los
condicionamientos y causaciones generados por la manera como se vincula con una
economía más compleja e interdependiente de los polos urbanos e industriales. Con
esta concepción es muy difícil pensar en elementos generales que den base a la
planificación de un currículo diversificado, no sólo porque la naturaleza diferente de
todas las comunidades hace imposible la tipificación para construir líneas de políticas,
3
Subrayado de Rodrigo Parra S.
4
ídem
sino principalmente porque la necesidad básica de una sociedad en la cual todas las
comunidades son diferentes y especiales es sin duda la integración en una idea de
nación.
5
Guillermo Briones y otros, Los objetivos de la educación primaria en Colombia, Bogotá, Ministerio de
Educación Nacional, Universidad Pedagógica Nacional, Programa Colombia-PNUD-Unesco, Proyecto
Col. 72/031,1977.
Fuente: a/ Decreto 670 del 25 de junio de 1912.
b/ Decreto 1972 del 1a de diciembre de 1933.
c/ Decreto 1283 del 17 de julio de 1935.
d/ Decreto 71 del 14 de enero de 1939.
f / Decreto 1955 del 2 de septiembre de 1963.
g/ Decreto 080, Resolución 4785 del 9 de julio de 1974.
Por esto, y con relación a la formación de los maestros en las normales, resulta de
interés detenerse un poco a considerar el tratamiento que se les da a los conocimientos
y actitudes del estudiante con relación a su ubicación en el espacio social en que
llevará a cabo sus funciones educativas. Para esta finalidad se llega a seleccionar las
materias que buscan directamente el objetivo de relacionar teórica o prácticamente al
futuro maestro con la comunidad, en el sentido de ensanchar su conocimiento con
respecto a la organización social de la comunidad y los efectos que eso tiene en su
enseñanza. Es lo que se llama aquí materias vínculo.
Con este propósito se analiza primero la intensidad horaria que los currículos oficiales
adjudican a las materias que tratan directamente de vincular al estudiante normalista
con la comunidad, como preparación para su futuro trabajo de maestro. Se estudian
algunos currículos oficiales desde 1912 hasta 1974, para dar una idea de la evolución
del fenómeno en el tiempo. Los porcentajes de horas dedicadas a estas materias
vínculo no se refieren al total de las materias que cursa un normalista, sino solamente
al total de las materias del área pedagógica.
El fenómeno más sobresaliente que puede observarse en el cuadro 1 es el momento en
que aparece en los currículos alguna dedicación a las materias vínculo: a principios de
la década de los años cincuenta. Esto sugiere una correlación con el proceso de
desarrollo industrial y urbano de la economía nacional. Las materias en las que se
lleva a cabo este cometido de vincular al maestro con la comunidad están ubicadas en
el campo de las ciencias sociales, la sociología específicamente, la sociología rural,
educativa, unidas de manera explícita a partir de 1974 a los proyectos de comunidad o
práctica de la materia vínculo. Aquí es de importancia subrayar que una de las
finalidades cívicas de la escuela debe ser "capacitar para el estudio y conocimiento de
la comunidad, especialmente en los medios menos desarrollados (...)" En este sentido
se unen, dentro de las materias vínculo, la aproximación hecha por el currículo
(sociología rural, por ejemplo) con el tratamiento o interpretación que en la práctica se
suele dar al currículo, tanto teórico como práctico. Efectivamente, en las normales
estudiadas los profesores tienden a orientar estas cátedras hacia el tratamiento de
problemas sociales, casos "desviados", situaciones marginales, como el estudio del
gaminismo, la prostitución, la delincuencia, el analfabetismo, la drogadicción, la
miseria. Por otra parte, las materias vínculo incluyen discusiones generales sobre lo
que tradicionalmente se ha denominado instituciones sociales —como la recreación, la
salud, el hogar, la economía—, enfoque teórico que da una visión retaceada de la vida
en sociedad y que impide el entendimiento de la dinámica social.
En esta parte se hace un análisis muy somero de las directrices que ha tomado el
proceso de desarrollo del país a partir de la cuarta década del presente siglo. Se trata
fundamentalmente de lo que se ha denominado aquí el proceso de integración
económica del espacio nacional, iniciado a partir de la inserción del país a la
economía internacional con el café como producto exportable e implementado más
directamente por la industrialización del sistema productivo y sus consecuencias en la
urbanización y en la configuración de un sistema jerarquizado y concentrador del
desarrollo. Esa tendencia del desarrollo se vincula con lo sucedido en las instituciones
encargadas de la formación de los docentes colombianos: las escuelas normales. Se
trata de mirar si su evolución ha respondido a las fuerzas sociales que generaron las
características del desarrollo económico integrador y de entresacar algunos elementos
centrales que definan el proceso de expansión de las escuelas normales con el objeto
de pensar, con esta información, en las bases sociales necesarias para la construcción
de políticas educativas de los maestros. Se analiza primero el proceso de
industrialización y posteriormente la expansión de los estudios normalistas en
Colombia.
Industrialización y urbanización
Esto no es cierto para grupos con economías campesinas que tienen una relación muy
diferente con su sistema productivo y cuyas vinculaciones con la economía urbano
industrial son menos directas, lo cual lleva a pensar que la diversidad económica
generada por la integración de la economía en una sociedad con crecimiento de tipo
capitalista dependiente crea demandas diferenciadas de educación y que su valor
como elemento de vinculación con el sistema productivo es diferente para los
habitantes de distintas regiones ubicadas en situación distinta con respecto a la forma
predominante de producir. Y que si la educación se toma como un elemento
democratizador, que brinde posibilidades de mejoramiento del nivel de vida y facilite
la relación del hombre con su sistema productivo, debe tener algún elemento
diferenciador que vincule al hombre con su comunidad. De otra manera la educación
formal se convierte, por una parte, en un elemento discriminador en contra de los
grupos para los que es menos útil, y por otra, en un elemento poco eficaz para la
inducción del desarrollo por cuanto pierde relevancia para vincular a buena parte de la
población del país con sus sistemas productivos.
La etapa de expansión
6
Fundación para el Estudio de la Realidad Colombiana (Fundarco), Escuelas normales y anexas en
Colombia: normas básicas de constitución y reglamentación, Bogotá, 1978, mimeo.
1. Sufrió un intenso proceso dé privatización impulsada por la fuerte demanda y
por la insuficiente respuesta del sector público. En efecto, en 1939 el 76% de
las normales existentes en el país eran oficiales mientras que en 1965 esta
proporción llegaba solamente al 55%. El número de maestros que trabajaba en
normales oficiales en 1939 representaba el 89% y apenas el 59% en 1965. La
matrícula en normales oficiales representaba para la iniciación del período el
84% del total y solamente el 63% hacia la finalización.
Este fenómeno no tuvo un desarrollo uniformemente ascendente en el tiempo,
sino que se hizo particularmente grave en el momento más crítico de
expansión de la matrícula general en el país y que desencadenó las medidas de
profesionalización de la ocupación de maestro señaladas en la cita anterior.
Entre 1947 y 1955 la privatización de las normales muestra su aparición más
grave y llega a cifras extremas: el 37% de las normales, el 40% de los
profesores de normales y el 41% de la matrícula eran oficiales. En este
momento la formación de los maestros estaba en manos privadas.
Resulta entonces de interés mirar si existe una relación entre los dos fenómenos
analizados: la privatización y la feminización de las normales.
En efecto, el crecimiento se da fundamentalmente con base en las normales privadas
femeninas. En 1939 el 48% del total de las normales eran oficiales femeninas,
mientras que sólo el 21% eran privadas femeninas. En 1965 las dos categorías tenían
una proporción igual (39%). Sin embargo, entre 1947 y 1955 se da un enorme
crecimiento de las normales privadas femeninas, que llegaron a representar en 1955 el
50% del total de las normales
Estos dos hechos, que pueden haber gravitado positivamente en los niveles de calidad
del magisterio, marcan al tiempo una intensificación del carácter urbano de la
formación de los maestros, refuerzan la visión urbano-industrial de la educación y
trasladan cada vez con más fuerza a la ciudad las posibilidades de movilidad social
por medio de la educación.
El incremento de la educación en universidades pedagógicas tuvo una fuerza tal que
hacia 1975 solamente era superado en número de egresados por administración y
economía, habiendo a su vez sobrepasado a la cantidad de egresados de carreras
tradicionalmente dominantes como la ingeniería, el derecho y las ciencias de la salud.
Este proceso puede verse con mayor claridad si se observan las tasas de crecimiento
de la matrícula entre 1968 y 1971, combinando la información del bachillerato y la
normal, por tipo de enseñanza oficial y privada y para hombres y mujeres
simultáneamente. Los resultados son muy claros: el crecimiento más acelerado se dio
en la matrícula oficial femenina de bachillerato (203) y el más desacelerado en la
matrícula femenina normalista privada (87). Este drástico cambio en las tendencias
educativas tiene que ver con los siguientes fenómenos sociales:
a) La saturación del mercado de trabajo docente, por lo menos de las plazas más
apetecibles situadas en las áreas urbanas.
b) Fenómenos correlativos de devaluación de la educación normalista, tanto por
el crecimiento de la oferta de normalistas, como por el surgimiento de los
egresados de universidades pedagógicas, junto con la creación legal de
requisitos de nivel postsecundario para ocupar cargos dentro del sistema
educativo.
c) El crecimiento de otros sectores del mercado de trabajo para la mujer como
trabajadoras auxiliares en el comercio y la burocracia.
d) La apertura de nuevas funciones ocupacionales a niveles superiores que
requieren estudios universitarios y el consecuente ingreso de la mujer a esos
niveles de escolaridad y de mercado de trabajo. Estos hechos llevaron a que la
matrícula femenina se canalizara hacia el bachillerato inicialmente y hacia
carreras universitarias posteriormente. El papel ocupacional de la mujer
entraba a ser así redefinido por el desarrollo económico y por los procesos de
cambio concomitantes.
Dentro de este contexto debe entenderse la distribución de las normales según su
jerarquización de calidades entre regiones de desarrollo desigual, por una parte, y
entre lo rural y lo urbano, por otra.
Por otra parte, las normales se distribuyen desigualmente entre los centros urbanos de
mayor tamaño (capitales departamentales) y los centros intermedios y pequeños,
cuando se tiene en cuenta la calidad. En efecto, si se observa cómo se distribuyen las
normales catalogadas como inferiores por el citado estudio del Ministerio de
Educación y Unesco, se nota que en las capitales está ubicado el 10% de esas
normales mientras que en el resto de los lugares está el 37%. De todas maneras, sobre
el 47% de las normales de inferior calidad, la gran mayoría está en las ciudades
intermedias y pequeñas. Además, del total de normales que se hallan ubicadas en las
capitales, el 36% están clasificadas como inferiores mientras que en las ciudades
menores este porcentaje alcanza el 52%.
Estas hipótesis encadenadas se basan en una serie de afirmaciones que son prima facie
y de acuerdo con los resultados obtenidos por estudios empíricos, coherentes con la
realidad. Aquí solamente se presentan algunos hechos relativos a varias de las
afirmaciones y una discusión, desde el ángulo de interés de este trabajo, de algunas de
las concatenaciones lógicas de los círculos viciosos.
1. Uno de los factores que parecen incidir más directamente y con mayor fuerza
en el rendimiento escolar es la educación de los padres del estudiante7. En este
sentido vale la pena comparar la distribución de los padres según su
escolaridad, tanto para normalistas como para estudiantes de bachillerato y en
un mismo ambiente, el ambiente urbano industrial de Bogotá. Como puede
observarse en el cuadro 16, las distribuciones son prácticamente iguales, o
sea, que los ambientes educativos familiares de donde provienen los
normalistas y los bachilleres de origen urbano de Bogotá no se diferencian de
manera significativa entre sí y no pueden por lo tanto ser un factor decisivo en
la explicación de los bajos rendimientos. Por otra parte, si se supone una
correlación aceptable entre educación y clase social, podría pensarse que las
diferencias de origen de clase no son muy grandes; sin embargo, cuando se
compara para los mismos grupos la autoidentificación de clase, se observa
una gran tendencia en ambos a ubicarse en clases medias, junto con un leve
predominio de los estudiantes de secundaria a identificarse con la clase alta y
de los normalistas a situarse en la clase baja. Esto, por supuesto, puede
responder a una situación objetiva, pero también puede tener un contenido
subjetivo por la asimilación del papel profesional por parte de los normalistas.
Como se verá más adelante, las diferencias son significativas con las normales
ubicadas en ambientes urbanos menores. Pero en ese caso las comparaciones
deberían hacerse con los estudiantes de bachillerato de las mismas
7
José Álzate y Rodrigo Parra, Los determinantes de la escolaridad en tres generaciones, Bogotá,
Universidad de los Andes-CEDE, 1977.
localidades, aunque hay más razones para pensar que al disminuir el grado de
urbanización las diferencias pueden ser más marcadas.
Con el objeto de sondear algunos de los problemas planteados se realizó una encuesta
a estudiantes de último año de normal en tres ciudades con economías diferentes:
Guasca, poblado pequeño de economía básicamente agrícola, con predominio
numérico de pequeños y medianos propietarios; Ibagué, capital departamental y
ciudad de tamaño intermedio; Bogotá, capital nacional, centro industrial y
administrativo. La encuesta no es una muestra de normales, sólo tres casos
seleccionados deliberadamente para ilustrar los hechos que se analizan aquí, por lo
que los datos que se presentan no tienen carácter de prueba en el sentido estadístico
sino de ilustración inicial.
Origen social
Los normalistas provienen en su mayoría (85%) de las capas intermedias y bajas de la
clase media y sus padres se ubican en la zona de pequeños y medianos propietarios
urbanos y rurales, empleados medios y bajos de la empresa pública y privada y en la
franja tradicional del trabajador independiente. Proporcionalmente sólo el 12%
proviene de origen obrero, tanto agrícola como urbano, y un mínimo 3% puede
clasificarse en los escalones altos de la clase media.
En realidad, desde el ángulo de los fenómenos de movilidad social que genera la
educación normalista puede pensarse que solamente los grupos que provienen de
padres obreros, y algunos tipos de mediano y pequeño propietario, están ascendiendo
en prestigio social de la ocupación, de una generación a otra. Esto implica movilidad
para el 40% de los normalistas en términos muy aproximados, lo que puede
considerarse muy significativo. Sin embargo, el fenómeno no es de ninguna manera el
mismo para las tres normales. Para Bogotá la movilidad es muy baja pues apenas
llegaría a un 12%, mientras que para Ibagué sería del 41% y para Guasca del 56%.
Estas diferencias se deben a las características fundamentalmente distintas de las tres
economías y de sus mercados de trabajo, en cuyos ámbitos el prestigio ocupacional
del maestro es también muy diferente.
Dentro de la misma línea de análisis, si se observa la educación que han tenido los
padres de los normalistas, se tiene que el 76% no ha pasado las fronteras de la
secundaria incompleta. De ellos el 57% llegó solamente a niveles de primaria. Para
estos grupos la movilidad educativa y el prestigio que puede implicar la educación
normalista son de primera importancia. Solamente el 24% de los padres tienen una
escolaridad que llegue a la secundaria completa o al nivel universitario. De nuevo, el
significado de estos fenómenos varía sustancialmente en las tres normales. En Guasca,
casi un tercio de los padres llegaron apenas al nivel primario incompleto mientras que
en Bogotá sólo un 4% están en ese nivel. Por el contrario, el porcentaje de padres que
muestran nivel secundario completo o universitario es muy superior en Bogotá (53%)
que en Guasca (10%). Esta situación refleja obviamente las oportunidades educativas
que cada ambiente socioeconómico brindó a los padres de los normalistas. De igual
manera, desde el punto de vista de la movilidad social, el completar la educación
secundaria normalista tiene implicaciones muy distintas para los estudiantes cuyos
referentes generacionales difieren de forma amplia. Pero además, la movilidad
educativa es objetivamente mayor para los estudiantes de las normales ubicadas en
zonas menos urbanizadas o en centros de menor tamaño o grado de desarrollo
socioeconómico, debido por una parte a la diferente extracción social ocupacional de
los normalistas en diversas regiones con economías diferenciadas y mercados de
trabajo distintos y, por otra, a que parece ser mayor el grado de devaluación en
prestigio que sufre la posición de maestro en áreas urbanas que en las rurales o
pequeños pueblos, donde la división del trabajo es todavía mínima y la escolaridad
promedio es todavía muy baja.
Parece más factible escalonar los tipos de servicios y desplazarlos según las
necesidades. Este desplazamiento de los servicios de formación de maestros se refiere
no solamente a la distribución espacial de las normales sino también al empleo de
técnicas a distancia irradiadas hacia normales de áreas rurales, por ejemplo. Además,
esta noción incluye, por supuesto, la formación del maestro en su ambiente de trabajo
y no solamente en la escuela normal, b) Por razones discutidas con anterioridad y que
se refieren a la mayor devaluación de la educación en áreas urbanas y a características
de la estructura ocupacional diferentes entre la ciudad grande y los pequeños pueblos
y áreas rurales, también se observa una mayor posibilidad de inducir movilidad social
por parte de la normal situada en el pequeño pueblo. Por otra parte, cuando se analiza
la autoidentificación de clase de los normalistas se observa una tendencia a
clasificarse en estratos obreros o de clase trabajadora en proporción mayor de lo que
una clasificación objetiva de tipo ocupacional (aunque opera con estratos muy amplios
de una indicación de tendencia) sugeriría. Este hecho es especialmente notorio en los
normalistas de pequeño y mediano centro urbano y prácticamente insignificante en la
gran ciudad. Efectivamente, los normalistas de Bogotá se clasificaron en un 80%
como pertenecientes a la clase media alta o baja, mientras que por el contrario los de
Ibagué se ubicaron en un 91 % y los de Guasca en un 82% en la clase media baja o en
la clase trabajadora. Estos fenómenos tienen mucho que ver, como se verá
posteriormente, con la disposición para trabajar con grupos y en sitios considerados
como menos prestigiosos o de menor posición social.
Actitudes y aspiraciones
1. Ninguno quiere que sus estudios normalistas sean terminales. Todos desean
continuar estudios superiores. Esta aspiración y concepción de su escolaridad
es compartida igualmente por los estudiantes tanto de la capital nacional,
como de la departamental y del pequeño pueblo. Por supuesto, esta aspiración
refleja múltiples fenómenos presentes en otros sectores de la educación
colombiana. Allí se conjugan factores como la gran importancia que se le ha
adjudicado a la educación como factor casi único de movilidad social, con el
bajo prestigio de la tarea educadora y los niveles de remuneración del
magisterio. Esta aspiración es uno de los puntos de origen del gran esfuerzo
migratorio que desarrollan los maestros desde las áreas rurales hacia la gran
urbe y que genera uno de los cuellos de botella en la distribución de docentes
en el espacio geoeconómico del país.
2. Del total de los normalistas, el 35% desea proseguir estudios pedagógicos
superiores, es decir, asistir a una universidad pedagógica. El 65% no desea ser
maestro o trabajar en la enseñanza sino derivar hacia otra carrera
universitaria. Esto plantea serias reflexiones sobre la función de la escuela
normal como formadora de maestros, ya que aparentemente su función se
dirige a servir de sustituto a la falta de educación secundaria (fenómeno
posiblemente más notable en ciudades pequeñas), por lo menos en los planes
de vida de los estudiantes. Los normalistas de Guasca tienden más a seguir
estudios pedagógicos superiores y los de las otras dos ciudades mayores a
cambiar hacia otras actividades profesionales.
3. Un porcentaje muy bajo de normalistas desean ser maestro rural (6%) y las
preferencias se reparten igualitariamente entre los profesorados en una ciudad
intermedia y una capital grande (47%). Las preferencias son muy claras por la
vinculación profesional urbana. Sin embargo estas se distribuyen
desigualmente y de manera significativa respecto a ciudad intermedia (cuya
proporción crece de manera inversa al tamaño de la ciudad en que está
ubicada la normal) y a la ciudad grande (cuya proporción crece de manera
directa con el tamaño de la ciudad en que está situada la normal).
a) Parece conveniente iniciar estas consideraciones con las ideas de tipo más
general que se han manejado en los capítulos anteriores: las que tienen que ver
con las relaciones entre la educación y el proceso de desarrollo socioeconómico.
La forma como tradicionalmente se ha definido la función docente, como un
proceso de transmisión del conocimiento y de formación del alumno, ha llevado a
que el enfoque de la educación haya tenido un sesgo fundamentalmente
pedagógico. Este, por supuesto, es un enfoque necesario y esencial al proceso de
enseñanza-aprendizaje y su importancia no puede de ninguna manera ser
disminuida. Sin embargo, las concepciones contemporáneas tanto del quehacer
pedagógico como de la condición de los procesos económicos y políticos de la
sociedad han estado hablando prolíficamente de la función de la educación como
factor de desarrollo y del papel del desarrollo de la educación del pueblo. Por
parte de las concepciones teóricas y políticas del desarrollo es claro que se alega
la función desarrolladora de la educación. A su vez, desde el ángulo pedagógico,
cuando se habla del currículo como una conjunción de variables que inciden en el
aprendizaje, se están introduciendo en la discusión los factores sociales que
determinan el aprendizaje y los requerimientos que el desarrollo de la sociedad
hace al sistema educativo para que sea eficaz en el mejoramiento de la calidad de
vida de su población. No obstante, es notable cómo estos planteamientos no han
llevado de manera efectiva a implementar las políticas necesarias para hacer que
la educación sea un factor eficaz del desarrollo. Las consideraciones siguientes
parten de la idea de que es conveniente y necesario plantearse esta problemática.
Por otra parte, los normalistas que asisten a instituciones en áreas menos
urbanizadas aspiran en mayor proporción a desempeñar el oficio de maestro que
los que asisten a normales en sitios más urbanos. Esto por supuesto tiene
implicaciones que no pueden descartarse, dado que la función fundamental de la
normal es formar maestros. Además, como se ha discutido ampliamente en el
país, uno de los cuellos de botella más conflictivos es la formación y
permanencia del maestro rural en su área de trabajo. Hay una clara tendencia de
los normalistas a querer permanecer en sitios de trabajo menos urbanos y más
rurales a medida que su origen y la situación de la normal en que estudian es más
rural o se aleja más de los grandes centros urbano-industriales. Este mismo
fenómeno se observa con respecto a los niveles de enseñanza en que se quiere
trabajar. El nivel crítico, que es la primaria, es preferido en mayor proporción por
los normalistas de ciudades menores. Todos estos elementos referentes a las
aspiraciones y a factores de tipo estructural con respecto a la eficacia de la
enseñanza unificada en los diferentes contextos sociales llevan a pensar que es
más conveniente formar los maestros rurales en las normales de centros de menor
tamaño, dado que allí se concentran factores favorables. A su vez, es allí donde
existe una menor conciencia de la importancia que tiene el contexto social en la
determinación de la eficacia de la enseñanza, donde menos se valora este
planteamiento y, por lo tanto, donde debe hacerse más énfasis en la relación entre
plan de estudio y contexto social.
j) Por último, es necesario considerar que las ideas presentadas aquí están en
relación muy directa con el proceso de democratización de la educación. En
efecto, si los diferentes contextos sociales ofrecen posibilidades desiguales de
asistencia escolar y si la escolaridad tiene una utilidad diferenciada tanto para
entrar el mercado de trabajo como para la relación con las actividades
productivas, es claro que una educación unificada que ofrece a todos el mismo
servicio no puede tenerse como el camino más eficiente hacia la democratización
de la educación. Es necesaria la búsqueda de nuevos caminos hacia la igualdad,
meta elusiva y compleja pero ineludible del papel de la educación en el proceso
de desarrollo colombiano. Esta meta parece que estuviera más cercana no a través
de la igualdad de oportunidades sino por medio de una desigualdad o
diferenciación compensadora.
MAESTROS DE MAESTROS:
SOCIOLOGÍA DE UNA NORMAL RURAL
PRESENTACIÓN
Las urgencias del crecimiento demasiado rápido de las escuelas normales, el mundo
cada vez más complejo en que debía actuar el maestro, la adopción teórica cada vez
más clara y decidida de las ideas de la nueva pedagogía fueron creando una forma
especial de organización social dentro de las instituciones formadoras de maestros.
Sociología de la educación
Etnografía
Etnografía y educación
2
Marcel Mauss, Introducción a la etnografía, Madrid, Ediciones Istmo, 1974.
3
Elsie Rockwell, La relación entre etnografía y teoría de la investigación educativa, México, DIE-IPN,
1980 (mimeo).
La investigación antropológica, no ya de los pueblos "primitivos" y en trance de
extinción sino de sociedades "complejas" con presente y futuro en la historia,
representó también un momento definitivo en el desarrollo de los trabajos
etnográficos. No solamente por los problemas metodológicos que planteaba el hecho
de convertir lo cotidiano y familiar en el núcleo de la actividad investigativa, sino por
la necesidad de compartir el objeto de estudio con otras tradiciones metodológicas
(experimentales, estadísticas, etc.), la etnografía debió perfeccionar sus técnicas de
trabajo de campo, en particular la conocida como observación participante, adecuar
las provenientes de otros métodos a sus propios intereses de investigación (entrevista,
encuesta, etc.), enfatizar la naturaleza cualitativa y de estudio en profundidad como lo
específico de su perspectiva frente a la de las otras modalidades metodológicas y
reafirmar como propios y adecuados, aun en las nuevas circunstancias, los siguientes
preceptos antropológicos fundamentales:
Este último precepto no invalida lo que, sin embargo, constituye otro de los principios
metodológicos de la etnografía actual: la adopción de una actitud abierta y flexible de
parte del investigador que le permita concebir el trabajo investigativo como un
proceso permanente de descubrimiento y comprensión de la realidad que estudia, de
reflexión teórica sobre la misma, de construcción del objeto de investigación y de
hallazgos inesperados que, así se traduzcan sólo en problemas nuevos para ser
abocados en futuras investigaciones, enriquecen considerablemente el bagaje de
conocimiento existente sobre el tema de estudio.
4
Kathleen Wilcox, The Ethnography of Schooling: Implications for Educational Policy Making,
California State University/Hayward, 1980 (mimeo).
Desde entonces la etnografía educativa ha experimentado un desarrollo con múltiples
y a veces contradictorios enfoques teóricos y metodológicos. Sin embargo, es posible
precisar dos grandes líneas de investigación que, aunque no siempre compatibles,
pueden interpretarse como momentos necesarios en el proceso de conformación y de
consolidación de la propuesta etnográfica para la investigación educativa: la
microetnografía, que tiene ya una amplia trayectoria (más o menos 20 años) de
contribución al conocimiento de los problemas educativos, y la macroetnografía, que
data de una época más reciente y con muchos problemas todavía por resolver.
Microetnografía
La microetnografía, por otra parte, ha tenido y tiene muy buena acogida en las
distintas instancias del sistema educativo en los países en los que se ha adoptado como
instrumento de evaluación. Las razones que explican este hecho son varias: en los
sectores políticos y administrativos los informes microetnográficos son de gran
utilidad para implementar reformas que en ningún caso comprometen ni la totalidad ni
una parte significativa de la estructura social, pero que sí han presentado mayor
eficacia en el logro de los objetivos previamente definidos para la institución
educativa. En los establecimientos educativos y de los docentes los estudios
microetnográficos constituyen una orientación valiosa cuando existe el interés de
aprovecharlos para hacer más eficiente su labor; en las personas y entidades que
investigan en educación porque, dadas sus posibilidades pragmáticas y los
relativamente limitados recursos que demanda, la investigación microetnográfica
resulta fácilmente financiable5.
5
John U. Ogbu, School Ethnography: A Multi-levd Approach, University of California, Department Of
Anthropology, 1980 (mimeo).
Macroetnografía
a) La educación formal está relacionada de tal manera con las otras instituciones
de la sociedad que la escuela puede afectar el comportamiento de la gente, en
especial en las relaciones económicas.
b) El carácter de tal interacción tiene una historia que en cierto modo influye en
los procesos educativos que existen actualmente.
c) El comportamiento de las participaciones corresponde en alguna medida a su
manera de ver la realidad social.
d) Para que una etnografía educativa sea adecuada al estudio etnográfico no se
puede basar exclusivamente en el estudio de los acontecimientos en la escuela
o en el salón de clase. Debe incluir el estudio de las fuerzas comunitarias e
históricas apropiadas.
6
Ibídem.
La naturaleza de este cuestionamiento y el hecho de que, no obstante el mismo, se
reconoce la contribución que pueden hacer los enfoques etnográficos holísticos a la
formulación de políticas en el largo plazo, hace pensar que la crítica debería dirigirse
al fraccionamiento de los organismos y procesos de planificación, antes que a la
factibilidad de las demandas de cambio de la etnografía. Desde otro punto de vista, en
cambio, la macroetnografía se conoce como un avance en la comprensión del
fenómeno educativo, aunque no sea todavía una solución adecuada para el problema
central de la etnografía educativa actual: ¿cómo lograr una descripción de la
institución educativa como instancia articulada orgánicamente a la estructura de la
sociedad global? En esta dirección se realiza la reflexión teórica y metodológica sobre
la etnografía.
7
Son contados los estudios realizados en el país sobre escuelas normales o bachilleratos pedagógicos,
según su actual denominación. Cabe mencionar como más significativos por su actualidad, propósito o
cobertura: a) "Panorama de la educación normalista en Colombia" (Icolpe-Icfes, 1973), evaluación de la
reforma de las escuelas normales introducida por el Decreto 1955 del 2 de septiembre de 1963 y centrada
fundamentalmente en el inventario de los recursos físicos y humanos disponibles en las instituciones, b)
"Evaluación de las escuelas normales de Colombia" (MEN, 1978), exhaustiva descripción de la manera
como está conformada la red nacional de instituciones educativas formadoras de docentes para el nivel
primario, de su marco legal y de las características de sus recursos tanto humanos como físicos. Concluye
con una recomendación en el sentido de que se necesita "un estudio de contenidos curriculares", es decir,
del proceso pedagógico y educativo de las escuelas normales, c) "Bases sociales para la formación del
maestro colombiano" (Rodrigo Parra et al, 1978), análisis de las características del crecimiento de los
establecimientos educativos de la modalidad pedagógica entre 1930 y 1975, análisis de las tendencias de
la legislación análisis del currículo en la misma perspectiva y realización de una encuesta a una muestra
de alumnos de último año de escuelas normales ubicadas en contextos sociales diferentes, con el fin de
Objetivos, teorías y conceptos
Este estudio intenta presentar una descripción etnográfica del mundo que encierra la
escuela normal, un mundo que no es otra cosa que la realidad que a diario construyen
sus actores con su lenguaje, con su actividad, con sus relaciones. El aula de clase, la
relación maestro-alumno y la apropiación del conocimiento aparecen como los
aspectos o instancias más pertinentes si se trata de dar una imagen de la labor de la
normal, y ellos en efecto son los temas de los próximos capítulos. Pero antes es
necesario mostrar el contexto institucional que circunscribe la cotidianidad de la
práctica docente y aventurar una interpretación de la organización social escolar.
8
H. Gerth y Wright Mills, Carácter y estructura social, Buenos Aires, Ed. Paidós, 1968.
9
Ibidem.
Erving Goffman ha desarrollado a través de distintos trabajos un concepto de
institución que, por la similitud que puede establecer entre los establecimientos
estudiados por él y los planteamientos educativos cuyo conocimiento constituye el
objetivo de esta investigación, puede emplearse aquí adecuadamente.
El concepto de institución
El pueblo
Ocobo podría llamarse este poblado del altiplano cundinamarqués hoy formado por
seis calles, seis carreras, un cementerio con alameda principal y una iglesia fuera de
toda proporción. Como sucedió con tantas poblaciones de la región cuyos orígenes se
remontan hasta la Colonia, fue fundada en los comienzos del siglo XVII, trasladada y
repoblada varias veces antes de asentarse definitivamente en el sitio que hoy ocupa.
En la memoria de los actuales habitantes se evoca así a la población originaria10:
Los primitivos pobladores fueron los indios Chibchas. Eran hombres fuertes,
negros, boca grande, dientes blancos y parejos; vivían en grupos llamados tribus,
cada uno con su jefe y su sacerdote. Eran pacíficos y muy trabajadores.
Habitaban en chozas de bareque que ellos mismos construían en forma redonda
cubiertas de paja. No utilizaban puertas pues eran muy honrados. Alrededor de
sus chozas construían cercas de madera, bejucos y caña para defenderse de los
animales. Cultivaban la papa, maíz, frutas y flores. Las casas de los jefes eran
más grandes y les ponían en los huecos láminas de oro colgadas de hilos para
que impulsadas por el viento produjeran un agradable sonido musical. Los indios
eran muy trabajadores; no había gente ociosa ni mendigos. Unos sacaban la sal
de las minas, otros las esmeraldas. Comían muy agradablemente. Los principales
alimentos eran maíz, con el cual hacían mazamorra, chicha y bollos. Yuca,
patata, auyama, etc. Además se alimentaban con productos de caza y pesca. Las
carnes más apetecidas eran las de venado, conejo, oso y otros animales
silvestres.
10
Monografía del municipio elaborada por inspectores de educación primaria. Texto de consulta en todas
las escuelas y en los planteles de secundaria. Ortografía y sintaxis original.
La región es fundamentalmente agrícola. Produce trigo, cebada y maíz, y en menor
escala cebolla y arveja. La ganadería ocupa el segundo renglón en importancia dentro
de la producción. Las industrias menores (ovina, porcina, avícola) y la explotación de
minas de carbón, canteras y areneras constituyen otras actividades económicas de los
habitantes de Ocobo.
La normal
11
Resolución 4785/74
"organismo asesor de la escuela anexa (...) cuya finalidad será estructurar las unidades
de dicha práctica docente de los alumnos"12.
Los maestros
El personal administrativo
12
Ibíd.
En la nómina de personal administrativo figuran 28 empleados que ocupan otros
tantos cargos: odontólogo, médico, enfermera auxiliar, secretaria, auxiliar técnico,
auxiliar de oficina, auxiliar administrativo, pagadora, ecónoma, chofer mecánico, tres
celadores y quince auxiliares de servicios generales.
Las exalumnas, algunas de ellas hoy profesoras allí, consideran que los cambios
ocurridos, cambios como por ejemplo "las formas de ejercer la autoridad", no sólo han
sido benéficos sino indispensables a la luz de concepciones más modernas de la
educación y de la pedagogía14, y que han sido posibles precisamente porque la
13
Todas las opiniones fueron recogidas a través de entrevistas.
14
Véanse más adelante entrevistas a las tres generaciones.
mayoría de los docentes tienen un mayor nivel de formación. En cambio recuerdan
con animosidad el control social que la comunidad ejercía entonces sobre docentes y
directivas de la normal y que los obligaba a ser aún más drásticos que lo exigido por
las disposiciones generales.
El control social de la población no ha dejado de existir, sólo que ahora se dirige más
hacia la conducta de los alumnos fuera de las aulas que a la de los docentes, hoy
ausentes después de la jornada laboral. En efecto, tratándose de una población tan
pequeña es difícil que cualquier acción "indebida" ejecutada por un alumno en lugar
público pase inadvertida, y de inmediato llega a la dirección de la normal. Pero otra
circunstancia hace más extenso este control: la demanda por internado disminuyó —
por las razones ya señaladas—, pero además, la dificultad de encontrar personas
dispuestas a hacerse cargo de la "vigilancia" de las internas y el no contar con
instalaciones locativas adecuadas, según las normas del Ministerio de Educación y las
exigencias de los padres de familia, obligaron a la reducción significativa de cupos.
Para la demanda insatisfecha surgió una solución alternativa: las casas de familia. Son
numerosos los casos de alumnas provenientes de regiones distintas que residen en las
casas de otras alumnas de la normal, y para quienes los jefes de hogar cumplen el
papel de "acudientes". En todo sentido esta institución funciona como una
prolongación del internado. Los responsables se sienten en la obligación —
generalmente con autorización de los padres de la alumna o alumno— de controlarlo y
aun de castigarlo cuando lo consideran necesario. Estas atribuciones incluyen dar
cuenta pormenorizada a las autoridades de la normal y a los docentes del
comportamiento de sus discípulos fuera del establecimiento.
También es frecuente que a cambio de recibir a una niña en la casa, ésta debe
desempeñar las funciones de empleada del servicio doméstico, dados los limitados
recursos de su familia y la imposibilidad de pagar en todo o en parte el monto de la
"pensión" exigida. Pero en otros aspectos de la vida local, la presencia de la normal es
menos significativa e indudablemente, según las referencias de los habitantes, éstos
han visto reducida su capacidad de injerencia en las prácticas cotidianas e intramuros
del plantel.
15
Decreto 088 de 1976, art. 31.
a un estrato socioeconómico bajo, cabe esperar que quienes una vez egresados de la
escuela se dediquen a la docencia, trabajen prioritariamente en el campo o en la
provincia. Es decir, la normal forma ante todo maestros rurales. En segundo lugar, el
predominio del sexo femenino (75%) en la matrícula, tanto del año 1981 como de los
cinco anteriores, confirma una de las tendencias señaladas por otros estudios16 como
característica del desarrollo de la profesión a nivel nacional. En tercer lugar, los
alumnos de la normal constituyen una generación con un nivel de escolaridad muy
superior a la de sus progenitores, si se tiene en cuenta que la valoración social de la
educación se hace, por lo común, con base en el título obtenido y no en el número de
años cursados. Aquí se trata de "bachilleres" cuyos padres "escasamente terminaron la
primaria". En cuarto lugar, según encuesta aplicada a los estudiantes de los tres
últimos años, las expectativas de los futuros egresados se orientan fundamentalmente
hacia el trabajo en áreas urbanas y hacia la continuación de estudios a nivel superior y
en áreas diferentes de la pedagógica.
16
Rodrigo Parra, con la colaboración de María Elvira Carvajal, op. Cit.
Esta rutina no se altera sino los días de fiesta celebrados en la institución: cumpleaños
de la directora, aniversario de la fundación de la normal, fiestas patrias y algunas
religiosas.
Los estudiantes tampoco constituyen un grupo sin fisuras. Más allá de las diferencias
de edad y de autoridad que confiere el hecho de pertenecer a un curso superior frente a
los que apenas inician, existe una división marcada entre internos y externos. En cada
curso, por ejemplo, se constituyen a su vez como subgrupos. La observación
participante y la entrevista informal con distintos alumnos permitió identificar como
una de las razones importantes en la explicación de este hecho, no tanto el que los
vínculos con la institución de internos y de externos sea distinta, ya que para los
primeros la escuela es el lugar de estudio pero también de residencia, sino la
existencia de diferencias culturales entre los nativos de Ocobo, externos en su
mayoría, y los procedentes de otros lugares y por tanto internos. Y no sólo la
diversidad de origen regional explica esta distancia cultural. Comparando la
información obtenida sobre las condiciones socioeconómicas de las familias de los
alumnos se observa que los internos pertenecen también a los estratos sociales más
bajos.
La cultura de la institución
Derechos:
Objetivos:
Nadie puede dejar el plantel sin autorización, por ello la portera controla las boletas de
permiso de salida. Tres aulas del primer piso tienen ventanas a la calle y por allí se
"escapan" varios estudiantes para ir a dar una vuelta por el pueblo, tomarse una
gaseosa en una de las tres cafeterías del lugar o fumarse un cigarrillo en el parque
mientras suena la campana. Otros se aventuran a jugar con un balón en el patio,
aunque el exceso de gente que circula por el sitio los obligue a interrumpir a cada
instante.
Concluido el recreo regresan todos a las aulas y las clases continúan hasta la una y
treinta, cuando termina la jornada.
A uno lo mandan donde ella cuando ha cometido una falta varias veces y no lo
pueden corregir. Ella dice: "Bueno, niño, a la próxima vez llamo a sus padres;
pórtese bien". Y eso es todo.17
Una profesora o un profesor se ―vuela‖ temprano para Bogotá porque tiene que
atender allá asuntos ―urgentes‖. En la hora de clase que le correspondería dictar, los
alumnos ―consignan‖ en sus cuadernos un resumen del que tendrían que ver ese día y
que, tal vez, se tratara después.
Los profesores tienen reunión con la directora. Una hora. Entre tanto el párroco del
pueblo y capellán de la normal organiza una sesión de cineforo con el alumnado. Un
proyector de diapositivas, un viejo telón y dos personas que inútilmente le tratan de
ayudar a controlar la disciplina:
Esto es un primer plano... cuando está tan cerca, así, eso es un primer plano... eso
también es un primer plano, eso también... ahora veamos una panorámica... muy
oscura, tiene muy poca luz... En eso también debemos fijarnos cuando vamos a
cine... la luz, los colores..., a ver, por ejemplo, ¿esos colores que vemos ahí serán
naturales? No, ¿verdad? Muy morados... ¿y esos? Esos sí. A ver... por favor,
17
Alumna de cuarto grado.
silencio... ¿qué diferencia ven entre esta fotografía y esa? ¿Sí...? Sí, sí... ¿que
ésta está tomada desde abajo y esa desde arriba?... eso tiene unos nombres
técnicos... ¿Qué es lo que más impresión causa en el hombre? La vista, el oído,
el gusto, el tacto, ¿qué?
Varios: La vista y el oído...
Padre: Sí... ¿y los dos juntos cómo se llaman?
Varios: Audiovisuales.
Padre: Y en el audiovisual, ¿qué es lo que más importa?
Varios: Los ojos, lo que se ve, mirar...
Padre: ¿Dijimos que era el cuánto por ciento?
Varios: 90,100, 80, 85...
Padre: Sí... como el 81, 82, 83... Ochenta y algo por ciento.
Un día de fiesta
Una actividad inusual anima hoy a la normal. Las internas se levantaron media hora
más tarde comentando la serenata que le ofrecieron los profesores a la directora. Hoy
es su cumpleaños. Con quince días de anticipación la consejera recorrió todos los
salones recordándoles la fecha a los alumnos y pidiéndoles que le hicieran un
homenaje.
Alumnas de sexto: "... todas bostezamos y dijimos: ¡qué pereza!, pero ella (la
consejera) nos dijo que debemos mostrarle aunque sea un poco de afecto".
Maestra de la anexa: Los de la normal no nos tienen en cuenta para nada. Casi
nunca van a la anexa, por eso nosotros tampoco vamos mucho a la normal.
Primera generación
Familia y escuela
(Profesora de sociales)
... Pertenezco al sector rural, mis padres son campesinos, pertenecen al sector
rural, mi infancia dijéramos es... allá prácticamente yo estudié hasta los once
años, estudié allá en la escuela del pueblo, luego me trasladaron a Mosquera
interna y luego a Ocobo interna. Yo soy exalumna. Nosotros en la casa somos
10, 5 hombres y 5 mujeres... Mis hermanos, hay algunos que se quedaron, el uno
es peinador, dos son peinadores, uno se quedó allá en el campo, las dos primeras
mujeres también, una se casó allá y se quedó en el campo, y los otros, el otro
estudió administración de empresas y también tiene un grado en estadística. Otro
está estudiando ingeniería industrial, la otra estudió comercio, la otra también es
profesora y yo que soy profesora. Mis padres viven todavía allá. Él trabaja
dedicado especialmente a la agricultura y también dijéramos al asunto de compra
y venta del café, a la cuestión cafetera. Las relaciones entre ellos siempre han
sido buenas. Aunque mi papá es bastante duro. Mi madre nos crió a todos muy
sensibles a todas las situaciones, digamos a situaciones que se nos presenten,
somos demasiado susceptibles. Ella es así porque ella como que nos dio mucha
protección, dijéramos en cierta forma, y prácticamente una confianza que
tuviéramos no, teníamos más bien miedo, sí, él es más bien duro a pesar de que
dijéramos así en un momento dado si hubiera tenido con nosotros simplemente
con un regaño quedábamos asustados, pues casi ni le dábamos lata porque nos
daba miedo. Sí, él en realidad o físicamente no nos castigaba. Él nos castigaba,
más que todo con los regaños, la seriedad y eso ya nos causaba impresión por lo
que mi mami era, dijéramos, lo contrario, tan sentimental, tan dulce, sí, entonces
posiblemente eran los dos polos opuestos y en realidad ellos no sufrieron con
nosotros, nosotros no les dimos guerra.
Mis padres hicieron la primaria. Hice hasta cuarto allí, en la escuelita del pueblo
porque no había quinto. Para el quinto fueron y me internaron en Mosquera. Si
me pongo a hacer un análisis de críticas yo creo que resulta mucho que decir. Por
ejemplo, contaba con algunos campos de deportes, donde uno pudiera estar y
recrearse, pero no contaba con algunos aspectos que hubiera deseado, por
ejemplo, el basketball, algunos otros recursos deportivos que hoy día se dan.
Contaba con qué, con una parte de jardinería muy buena, de huerta escolar, que
es agradable. En este momento por ejemplo aspecto de jardines, de flores, de
esas cosas se han olvidado mucho a nivel de escuela, en ese entonces sí existía
eso muy bonito y ¿qué más? Profesoras, enseñanza memorística.
Había cuatro maestras, una para cada curso. Incluso había dos cursos de primero,
no recuerdo en este momento pero había varias profesoras pero cada una
manejaba su grupo. Además estábamos separados, aparte los niños y aparte las
niñas. Entonces era la escuela de las niñas y la escuela de los varones. No se
mezclaban para nada. Por mucho por ejemplo festividades como el 20 de julio,
como el día de la madre, así, que eran en conjunto, pero no más, así para las
clases. Castigaban por ejemplo en el caso de no dar una lección, especialmente
era por eso. En caso de no dar una lección, en caso de no dar un concepto de
ellas, eso era un castigo serio, que cogía una vara y le daban duro con ella. En
ese entonces se daba ese tipo de castigo físico, ahora pues no. Los profesores
llegaban con un libro abierto, leían o le dictaban al alumno para que el alumno lo
aprendiera en esa forma o lo hacían repetir a uno. Yo me acuerdo que el caso de
las tablas era espantoso. En el caso de las tablas yo recuerdo que eso era 2x2 = 4,
hasta un sonsonete que uno tomaba por la misma forma en que se daba. Yo
pienso que no había una clase de comprensión sino más que todo de memorizar,
y el maestro se esforzaba mucho con la escritura, la ortografía, mas no dijéramos
prácticamente por interpretación de lectura, no, aquí era todo por ese aspecto
lectura y ortografía la parte mecánica, pero no interpretación, ni comprensión.
Nuestro sistema educativo ha sido como muy, sobre todo a nivel urbano, ha sido
muy indiferente. Simplemente funciones de padres de familia y los famosos
exámenes orales que hacían las señoritas cada año, mejor dicho la tortura. Venía
el alcalde, venían jurados. Yo no sé si ustedes conozcan sobre esto. Yo alcancé a
esos exámenes mis primeros años, alcancé a pasar con esos exámenes, sí, pero
dijéramos una relación de que estuviera interviniendo en la comunidad, eso no.
Algunas profesoras visitaban el hogar de uno, posiblemente por pura
coincidencia, salían un día, por ejemplo de caminata, o iban un día con los
alumnos, algunas utilizando una forma hasta bonita, ¿no? Iban con los alumnos a
mirar, por ejemplo, un paisaje, entonces iban a la casa de un alumno, pienso yo
que conocían el hogar, en ese entonces, yo ahora es que digo que posiblemente,
pero digo que si tuve una profesora así no tuve dos. Posiblemente yo, cómo te
dijera, en lo que yo estoy ejerciendo en este momento, al máximo he tratado de
dar más bien diálogo a las alumnas, posiblemente, pues, pensando en eso. No, no
me he puesto a pensar, inconscientemente, puede ser un reflejo de no querer
hacer lo que hicieron conmigo. No sé, he tratado el diálogo, yo no sé las alumnas
cómo lo tomen ya desde su punto de vista, qué concepto tengan ya de uno, o en
fin, si uno en realidad ha logrado con ellas lo que han querido o no, eso es a
veces relativo, ¿no? Estaba interna en Mosquera, me recibieron interna en
quinto, y no había familiar dónde dejarme en otro sitio, entonces tenían
necesariamente que dejarme allá, por esa razón, por las mismas circunstancias de
necesidad, ¿no? En Mosquera ya eran diferentes las clases. Yo estudié con las
monjas. Me dieron clases diferentes, me dieron materiales. Era la anexa. Estaba
incluida en el internado. Yo no sé ahora, sin embargo eran clases más activas,
uno ya podía participar en otras cosas. Me fue muy bien, también a nivel
intelectual. Recuerdo, por ejemplo, también los bordados. Ellas trabajaban muy
lindo. Le enseñaban a uno a trabajar muy lindo el bordado, lo que pasa es que a
mí poco me gusta. Ellas tenían mucha, dijéramos, variedad de formas de trabajo
con las alumnas. Allí ya por el contrario se practicaba el deporte, ya era
diferente. Porque yo te digo: allí por ejemplo utilizaban la parte activa, mientras
que allá no, es que yo no sé si el maestro piense que porque llega a un pueblo
puede, dijéramos, descuidarse, ¿no? Se puede descuidar en el sentido de dar lo
que podría aunque desafortunadamente eso es también, el alumno no lo exige,
entonces posiblemente por eso el maestro se descuida en ese sentido. En
Mosquera no, en Mosquera fue diferente, posiblemente por la misma institución
en sí entonces ellos trataban de tener otros métodos, ver el aspecto, como otra
cosa, ¿no? Bueno, yo pienso que era un proceso educativo más activo, más
dinámico. En cuanto a formación en los dos, en éste una formación más que todo
religiosa, en el de Mosquera, en el otro más que todo una formación moral,
dijéramos de principios, así no fuera muy religioso, en eso sí estaría yo más... me
ubicaría más en el sector de San Antonio, ¿no? Sí, más que todo aspectos
religiosos de por ejemplo asistir los primeros viernes, asistir a no sé qué del
Santísimo, a confesarse no sé cada cuánto... Más que todo aspectos religiosos.
Porque incluso mí familia no ha sido así, dijéramos así como muy religioso el
asunto, más bien de principios morales, pero no religiosos.
En ese entonces ¿yo qué podría pensar? Sí, claro, hoy día yo los miro (a los
maestros) como personas que pertenecen a un medio social y que si no rindieron
en cuanto a la parte didáctica, técnica, tampoco les pueden exigir que su
comportamiento, a nivel personal, tenga que adaptarse a una serie, digamos de la
mística. Yo miro al maestro ya como perteneciente a un contexto social donde
una serie de personas tiene actuaciones laborales. Sinceramente, no sé, pero
pienso que ellas cumplieron laboral-mente aunque pedagógicamente, yo diría
más bien, faltaron. En ese entonces ellos tenían en el maestro una persona
socialmente apreciada, tenía un status diferente en este momento, ¿no? Por
muchas circunstancias, ¿no? Entonces desde ese punto de vista ha variado
mucho lo que en ese entonces era el maestro a lo que es hoy en día y cómo lo
ven, dijéramos, las diferentes personas. Y uno está metido en el medio, ya sabe
por qué ha variado, por qué se ha cambiado y por qué se ha perdido, tal vez, esa
importancia que en cierta forma tenía el maestro.
Escuela normal
Yo llegué interna acá a la normal. Era un ambiente bastante duro. Muy duro,
porque era un ambiente muy cerrado. Por ejemplo las internas estaban peor que
ahora porque ellas tenían salida cada mes. No, mentira, primero era todas las
vacaciones, o sea que entraban en febrero, salían en Semana Santa, se volvía a
salir en junio y luego hasta diciembre únicamente había visitas. Entonces si les
quitaban las visitas, si se portaban mal, a veces llegaban los familiares y no la
podían a una visitar después de estar un mes y medio sin que nadie viniera,
entonces era un ambiente bastante duro. Hasta después, unos años después, fue
que se dieron algunas salidas cada quince días, cada mes, y después cuando vine
ya estaba renovado. Un ambiente diferente, en ese tiempo era un ambiente muy
pesado, las profesoras todas eran ancianas. También, no sé, personas que
reprimían mucho, que uno no podía ni hablar dijéramos con el compañero
porque ya bueno eso era un delito. Pongamos si era por la noche la indisciplina,
por ejemplo, nos sacaban en levantadora al patio. Entonces era un ambiente
bastante duro, porque imagínese a esas horas con un frío horrible, ¿no? Y los
regaños, las ridiculeces que le hacían pasar a uno delante de los compañeros. A
mí me parece que es un asunto maestros de maestros: sociología de una normal
rural muy delicado. Por ejemplo el llegar a tratar un asunto puramente personal
delante de los alumnos, con todo el grupo y hacer cierta mofa, porque ellos
utilizaban mucho ese método.
No sé, yo considero que por lo menos mis cuatro primeros años fueron años de
una disciplina bastante rígida, dijéramos de no dejarlo a uno salir, ni hablar con
nadie, ni siquiera recibir un periódico, porque inclusive una vez nos castigaron a
todo el grupo aquí metiéndonos en ese solar un domingo porque recibimos un
periódico por la ventana y unos dulces, entonces nos encerraron a todo el grupo
porque no quisimos decir quién era. Eran artículos que salían por ejemplo en El
Espectador, El Tiempo, sobre determinado tema, ¿no? Información. Mi papá ya
miraba de otra forma, que había necesidad del estudio, entonces ya pensaba que
como que tenía yo que estudiar ¿no? Pero como yo era mujer, era la tercera
mujer, entonces no me podía dejar así como a los hombres en Bogotá, sino que
tenía que cuidarme más y me mandaron por eso a un internado. Me mandaron
aquí... porque había salido una prima, dijéramos una conexión familiar,
prácticamente, una prima que había salido de maestra. En ese entonces yo no
pensaba ni qué me gustaba y ya después de uno ver que era la única solución que
tenía para estudiar pues uno sigue, ¿no? Si yo decía si no estudio esto, de todas
formas me voy y no hago nada, no estudio, entonces de ver uno que es el único
medio pues sigue uno en lo que está. Afortunadamente pienso que me gusta, que
no me ha ido tan mal, ¿no? Me gusta, sin embargo, a nivel económico es muy
fregado, a veces me aburro mucho pero por el aspecto económico nada más, mas
no digamos porque no me gusta estar con alumnos, a mí me gusta, me gusta
enseñar, me gusta estar con ellos, me gusta más o menos, si no al máximo, sí
poderles dar algo, lo más que yo pueda, ¿sí?
En ese entonces eran profesores más bien librescos porque tuve una profesora
que nos dictaba historia. Llegaba y nos leía en la clase el texto y nos dejaba que
nos aprendiéramos eso. Recuerdo, por ejemplo, la profesora que nos daba
modistería. Era un ancianita que no veía ni siquiera el metro y le hacíamos una
cantidad de trampas que ahora a uno le pesa. Pero le hacíamos unas trampas:
incluso íbamos y conseguíamos vestidos, que ya nos habíamos puesto para
presentárselos, casi nuevos, porque no eran completamente nuevos. Sí, ha
variado mucho. Ahora yo pienso, el nivel educativo, todo era completamente de
memoria y nunca veíamos nosotros nuestra previa, cuánto sacábamos, sobre todo
el período de primero a cuarto porque ya en quinto y en sexto llegaban
profesoras diferentes, ya eran licenciadas, ya tuve ambiente y hubo algunas
modificaciones a nivel del internado por ellas. Y hubo una relación más directa
con el alumno, ya ellas se preocupaban por el alumno, explicaban, ya tenían
algunas ayudas, sí, ya era diferente. Vinieron e incluso hicieron algunas reformas
disciplinarias. Incluso yo creo que a ellas les costó mucho adaptarse a las
profesoras, en este momento yo pienso cómo les costaría la adaptación. Porque
nosotros veíamos, a veces, que estaban bravas las unas con las otras, las que
estaban aquí antiguas con las que llegaron jóvenes.
Yo duré todos los seis años con una misma directora pero de todas formas yo
pienso que actualmente todo es diferente, yo pienso que, claro, tenemos una serie
de fallas, pero ya el profesor como que piensa en que no hay que aprendérselo de
memoria, sino que explica al menos, ya el alumno puede participar, puede
preguntar, antes nos daba susto. Llegaba la profesora y empezábamos a temblar.
Entonces era así un ambiente de gritos, y de... un ambiente horrible, yo no sé,
para mí ese ambiente fue muy duro. La matemática me gustaba. El español
también me gustaba, pero le tenía un susto a la historia horrible, a las partes
sociales por la profesora que llegaba y todo el mundo empezaba a temblar en el
salón. Sí, entonces yo pienso que sí ha variado mucho. Ahora las niñas puede
que sientan una presión, nervios de una calificación, mas no del profesor. Yo no
sé, yo no creo, antes no era tanto del conocimiento sino del profesor que uno
sentía miedo. Entonces sí ha variado en cuanto al nivel académico como a nivel
de disciplina, al nivel evaluativo, todo eso ha variado. Mi primera práctica la
hice con una profesora que está aquí incluso pero que está en las escuelas. Antes
ella estaba en la anexa y ella tuvo como mucha orientación. Nos entregaban un
formato. Para preparación de ese formato ella recogía las observaciones en un
cuaderno que ella llevaba, yo creo que me fue bien. La hice con primero mi
primera práctica. Creo que enseñé una palabra normal. En ese tiempo se
utilizaban para la enseñanza de la lectura palabras normales. Entonces enseñé
una palabra normal de material y parece que me fue bien, tal vez de ahí surgió el
asunto de que me gustaba la profesión, ¿no? Tuve mucha orientación. Una
profesora bastante accesible. En este momento también es profesora aquí en
Ocobo, y es una profesora querida, dijéramos tratable, en ese entonces sería más
joven que las otras, en fin, que las que estaban aquí en la normal, entonces
posiblemente por eso le llamaba la atención a uno. Ella en orientación me decía
qué material debía hacer, cómo debía yo presentarme, entonces ya me iba
motivando, dijéramos en esa forma, orientándome para que el asunto saliera
bien, para que a la hora de la práctica saliera bien. La práctica la evaluaban,
digamos, no había una ficha así muy detallada sino en forma general. Evaluaban
tanto la parte de proceso metodológico, preparación y actividades que uno
desarrollaba en general, un concepto global que daba un maestro, mas no
dijéramos así como muy detallada. No ha habido así coordinación, siempre ha
existido eso, los maestros de cultura general oír el otro, una coordinación
especial no.
En actividad, la normal tenía muy poca relación, era más que todo por ejemplo,
relación con la familia Rodríguez, que era una familia muy importante, por su
status social. Se relacionaba con familias muy importantes, se relacionaban
ciertas personas de la normal, pero no era la institución sino a nivel personal, por
ejemplo una invitación a tomar onces, mas no era a nivel de una actividad
general para que tal día, hagamos tal cosa y era con determinadas personas.
Tenían de la normal una concepción académica muy buena, inclusive a nivel del
inspector. Era como modelo. Había muchas más alumnas, te digo que internas
había como 120. Bueno, el internado, cuando yo llegué había menos, ¿no? Por
las mismas circunstancias que se daban cuenta, en ese entonces, por ejemplo,
había mucha deficiencia en baños, en una serie de servicios. Sin embargo, la
gente se resignaba a estar así, por circunstancias de que por ejemplo ya no había
colegios, entonces la gente se resignaba. Hoy día pues es diferente, dijéramos en
casi toda población o muy cerca hay el bachillerato académico, entonces ya es
diferente. Ya hay menos gente y aquí se ha reducido por el asunto de quién
vigila, laboralmente para la directora de internas sí es muy duro. Entonces como
no mandaron dos directores la única posibilidad fue reducir el internado y darles
salida cada quince días para que también tenga su descanso la directora de
internas. Yo pienso que más que todo es así a nivel laboral, ¿no? Y que además la
política del ministerio ha sido la de acabar con los internados, también es otra
forma, ¿no?
Me levantaba a las 5:30 a.m., luego nos arreglábamos. Yo repasaba antes las
primeras clases, repasaba algo de libros, repasaba lo que me estaba aprendiendo
de memoria. Después pasábamos a la capilla, todos los días había misa, después
de misa el desayuno y después clases común y corriente. Había dos jornadas: por
la mañana desde las 8:00, creo que hasta las 12:00, y de las 12:00 a las 5:30.
Eran, mejor dicho, todo el día. En las horas de descanso me gustaba salir a la
cancha a acostarme en el solecito ahí en el prado para recibir el sol y así digamos
a mediodía y por la noche pues era el estudio común y corriente, y a las 9:00 de
la noche nos íbamos a acostar. Siempre se hacía bastante deporte. Aquí en la
normal había canchas de basquet, había mesas de ping-pong también. No se
organizaban semanas culturales. La normal era muy cerrada. A mí me dieron un
estímulo muy bueno, me dieron una beca, pero más que todo por fuerza de la
pagadora, me dieron una beca por quinto y sexto que yo la considero pues muy
buena.
Las reuniones con los padres eran cada mes. Entrega de libretas y nada más.
Claro que en ese tiempo había las actividades de los cursos quinto y sexto que
hacían sus actividades para ir a la excursión, esa era una forma de relación con la
comunidad pero únicamente los padres de quinto y sexto, ¿no?, con los de esos
cursos que organizaban sus actividades.
La universidad
Segunda generación
Bueno, de ahí para allá la cosa se vuelve difícil, ¿no? Porque ya tienes que dar
una solución a tus asuntos a nivel personal, ya uno en realidad quiere cierta
independencia, por muchas circunstancias. Yo empecé a trabajar en colegios
particulares en Bogotá. Recuerdo mucho que en el primer colegio que trabajé fue
por allá en el 20 de Julio, que era como más de una hora de camino y ganaba
$500.00 al mes. Era de 8:00 más o menos a 2:00 de la tarde que eso era en los
colegios particulares más dura la jornada de trabajo. En la primaria uno coge el
curso y dicta todo. Después logré integrarme al Distrito y hacer una licencia.
Puramente licencia, no fue propiedad ni cosa por el estilo. Yo duré trabajando en
colegios particulares alrededor de dos años. Porque es que pagan muy mal, en
los colegios particulares pagan muy mal, pésimo. Entonces empecé después de
lograr vincularme a hacer alguna licencia. En ese tiempo no era tan
problemático, ¿no? Yo conocía por ahí unos supervisores y ellos me ayudaron
muchísimo con licencias, porque en la zona de ellos se podía. Luego ingresé a la
universidad a estudiar nocturno pues con ayuda de mis hermanos y dé mi papá,
porque yo no tenía plata para matricularme y viviendo donde un hermano, en fin.
Siempre he estado viviendo con ellos, con hermanos casados y entonces luego
pues ahí continué, de todas formas exige mucho sacrificio, cierta forma de vida,
a nivel físico, a nivel económico, a nivel social, porque uno tiene de todas
formas que privarse de muchas cosas para poder sacar la carrera. Después logré
ingresar al Distrito en forma definitiva.
En ese entonces duré trabajando un tiempo ahí en el centro, en un sitio hasta feo,
¿no? Que era en la calle 6- más o menos entre 13 y Caracas, creo que había una
concentración escolar ahí. Ahí estuve trabajando. Ya cuando entré en propiedad
duré un año. Con primaria, sí, un sitio muy difícil porque casi todos los niños,
pues son hijos de las señoras que tienen sus cafés por ahí, sus casas de citas, en
un ambiente bastante pesado. De todas formas hasta uno tenía que cuidarse en
ese tiempo, hará unos 8 ó 9 años más o menos y de todas formas por ejemplo
nosotros salíamos todos para subir a la décima, salíamos la mayoría en grupo, en
fin, porque de todas maneras era un ambiente pesado.
Sabe que yo en ese sentido de compañeras, más o menos pienso, considero que
he tenido buenas relaciones en todas las partes donde yo he estado, todos los
establecimientos eran buenos, incluso había compañeros que estaban estudiando
otra cosa, por ejemplo los que estaban estudiando derecho, otro que estaba
estudiando contabilidad, entonces era un ambiente bonito, sí, un ambiente donde
se habla de muchos temas. Las actividades que siempre se dan, la rutina, la
reunión de padres de familia, esa era toda la actividad en realidad, otras
actividades no, no se hacían y menos en el Distrito. Porque lo que varía
dijéramos de una población al Distrito es terriblemente en cuanto a las
actividades que se pueden realizar. Entonces varía mucho el asunto, porque por
ejemplo, en el Distrito, a nivel de las ciudades es más complicado, ¿ve? Sí, el
maestro como que está más apurado, aquí al menos hay personas que se quedan,
cuentan con más tiempo, se pueden ubicar en ese sentido, dijéramos a organizar,
a ejecutar. En el Distrito no, en el Distrito la gente dicta su clase y sale a mil y es
mucha más restringida digamos la actividad que se puede dar a nivel de los
padres de familia nada más, es lo que se hacía, porque por ejemplo que un bazar,
cosas por el estilo no, nunca. Por ser primípara me dejaron un curso que era un
primerito, y eran niños retrasados y tuve mucha dificultad con ellos a pesar de
los padres de familia pues vieron que ellos a pesar de su atraso que tenían al
finalizar el año, muchos aprendieron siempre, obtuvieron algún grado de
aprendizaje. Hicieron separación de cursos de un primerito: los adelantados y los
atrasados; me dieron los atrasados. Siempre al primíparo le dejan...
Sí, yo me salí y fue muy curiosa mi salida de allí. Una hermana estaba haciendo
cuarto de bachillerato. Ella estaba becada porque le había ido mal en los estudios
y mi papá dijo: "yo no le pago más" y se consiguió una beca y se la habían dado
para Guadalupe (Santander). Entonces ella me decía que estaba muy aburrida, yo
ya pues más o menos con cierta solvencia económica porque ya había pagado
deudas dije: pues bueno, vamos a trasladarla. Entonces me vine para Ocobo a
averiguar si había cupo para ella. Entonces me puse a hablar con doña Alicia. Le
dije: doña Alicia, preguntándole qué hacía, que no sé qué. Ah, me encontré con
Luz Helena, y como Luz Helena fue profesora mía, pues me saludó muy bien y
yo también. En fin, yo le dije que yo no sabía que ella estaba aquí porque yo no
había vuelto nunca desde que salí de la normal, yo no había vuelto a Ocobo,
entonces doña Alicia dijo: ¡ah! ¿es que tú eres exalumna? Sí, como no. ¿Y qué
haces? Yo trabajo en tal parte. ¿De qué eres licenciada? De tal parte. Dijo: ¿si
hay algún puesto aquí algún día te gustaría venirte? Le dije: bueno, de esas cosas
que uno dice bueno, ¿no? Cuando como al mes me llegó una razón, porque ella
me pidió el teléfono de Bogotá. Que la necesitan en Ocobo para un puesto. ¿De
Ocobo a mí? De todas formas vine y ella me dijo: Sí, hay una coordinación de
prácticas aquí. ¿Quieres que te nombre? Le dije: Sí. Ya yo como de todas formas,
no era que estuviera super aburrida pero sí estaba desadaptada, le dije: claro, sí,
ya, y sobre todo por cerca a la casa, entonces así fue como vine a dar a Ocobo.
En ese tiempo pues no necesitaba una tanto de políticos, ni de esas cosas. Así fue
como llegué a Ocobo.
Una de mis hermanas, la menor, salió de aquí. Entonces ya quedamos las dos
aquí. Mi papá y todos los de la casa felices porque me había venido de por allá
tan lejos. Era la única que estaba lejos, la que más les preocupaba, así que esa
fue la forma de entrar en Ocobo. Pero de todas formas fueron muchas las
experiencias.
La escuela normal
Sí, me parece que son las más importantes. En primer lugar, porque si bien es
cierto, les decía, que uno no debe robarle el tiempo a los alumnos porque de
todas formas es muy poquito lo que uno puede hacer, ¿no? Es poco porque el
tiempo es corto. Simplemente lo que uno da es como una barnizada, aun cuando
a veces la oportunidad de educación dijéramos, que hay una serie de actividades
del mismo establecimiento que le impiden llegar por ejemplo a tiempo, ¿sí? Pero
eso no quiere decir que sea siempre, entonces a mí me parece que el maestro en
ese caso debe ser puntual, debe estar, dijéramos, lo más que pueda para darles a
los alumnos, darles lo que más pueda también. Dijéramos poco en el sentido del
tiempo, 45 minutos se pasan volando en la clase. Uno llega, mientras que pide
lección, mientras que una cosa, dijéramos si hay algún comentario de la clase,
alguna pregunta o algo, entonces el tema se reduce a muy poco, ¿no es cierto?
En ese sentido, entonces si uno llega por ejemplo a dictar un cuarto de hora de
clase, pues o muchas veces, no sabe si el tema le va a rendir porque no pudo
pedir lección, tiene que pasar, pero alguna explicación estuvo rápida, los
alumnos no alcanzaron a tomar apuntes, entonces hay dijéramos una serie de
circunstancias y uno debe darle a los alumnos lo más que pueda porque es que la
verdad es así. Laboralmente me parece que el maestro debe ser muy cumplido en
su trabajo, que debe cumplir. Si tiene actividades que desarrollar, desarrollarlas.
Debe también darle mucha participación al alumno, a nivel social dijéramos, de
relaciones humanas pues esto también, no pensar que uno es ya de un estamento
diferente como que está más arriba y que el alumno no puede llegar, si no le dice
a uno señorita o señora, o cosas por el estilo, o le hace venia, o en fin.
Bueno, a 6º lo tuve como que dos años, pero no el año pasado, en un año
anterior, y éste, este año me lo gané en rifa, como nosotros rifamos, me lo gané
en rifa y entre otras cosas no quería porque de todas formas esto de esta
coordinación trae sus problemas, ¿no? Llega uno a la anexa y son quejas de los
alumnos, que viene uno al curso y que son quejas de las profesoras. Entonces
hay una serie de cosas que a veces uno, dijéramos, sí es fastidioso por muchas
circunstancias; uno a veces ve en realidad que a veces los unos tienen razón, a
veces los otros tienen razón, sí, toda una serie de circunstancias. Además, dirijo
un grupo y dicto la sicología. En cuanto a 6º por unas partes, uno se entiende con
lo que son clases y algunos seminarios que uno dicta pero por otras partes ya les
digo que hay quejas de un lado, quejas de lo uno y de lo otro. Los motivos más
frecuentes de quejas por ejemplo es que ese alumno no sirve para nada, por
ejemplo a nivel de las profesoras, que ese alumno no trajo la decoración como
debía ser, que ese alumno no está dejando hacer esto. Y por otra parte de los
alumnos que esa calificación fue injusta por esto y esto, entonces uno tiene que
estar de un lado para otro, porque la profesora está diciendo, entonces vamos a
llamar al alumno y preguntarle. ¿Por qué no trajiste la decoración? Por ejemplo,
ah, "que fue que no la hice". Pero tú sabes, ellos ya lo saben porque uno les
explica con anterioridad y les decimos qué deben hacer, qué deben llevar,
entonces los alumnos en ese aspecto son conchudos, no las llevan y ellos dicen
no, no la hice, o a veces por ejemplo con las preparaciones que cambian los
temas, entonces uno tiene que venir a aclarar por qué, otras veces dicen no, es
que eso es injusto porque yo hice esto, hice lo otro así, o a veces tienen una
doble posición, que una cosa le dicen al maestro y otra cosa le dicen a uno. Yo he
optado por oír las dos partes y luego sí mirar a ver qué se hace, porque en verdad
uno no sabe a qué atenerse.
Yo veo que la capacidad que tiene la anexa es muy poca. Nosotros antes
teníamos las escuelas que nos ayudaban a solventar mucho el asunto, pero estas
escuelas se retiraron. Primero las departamentales porque no recibieron ninguna
bonificación, ningún estímulo a nivel económico. Ellas se retiraron y en eso sí,
quién dice no. Si estaban prestando una colaboración, y además pues yo pienso
que hay que agradecerles más bien, porque prestaron la colaboración durante
mucho tiempo, pero no recibieron ninguna clase de estímulos económicos a ese
nivel y de todas formas pues se exige más tiempito para corregir las
evaluaciones, para corregir a los alumnos, en fin, asistir a reuniones, eso en
cuanto dijéramos algunas de las fallas. Ahora en cuanto a su responsabilidad
como alumnos, se encuentran alumnos que son muy responsables, que cumplen,
que trabajan, pero también se encuentran alumnos que son mentirosos, que no
cumplen, que tienen una disculpa para todo; yo alguna vez les decía a ustedes
que yo poco me fío en los alumnos, yo sí hablo con ellos y todo, pero que yo
digo, si ellos me están diciendo la verdad como que no, son muy pocos.
Lo que pasa también es que el maestro de práctica se limita a dar temas, corregir,
que el alumno entre a la clase y como te decía, claro, no son todos, yo no podría
ponerlos a todos en el mismo plano, pero si dijéramos que ejecuten ya, es muy
poco el diálogo que existe entre el maestro y el alumno prácticamente, varias
veces debido a la circunstancia: en primer lugar, de tiempo, porque el maestro
consejero tiene que estar observando y como son 203 alumnos que a veces le
quedan en la clase, entonces tiene que estar observando a las tres personas. Si
por ejemplo dejó de dictar la clase X alumno empieza el otro. De todas formas
las observaciones son por escrito y se las deja al otro para que las lea, entonces el
diálogo es muy poco por falta de tiempo. Muchas veces cuando van a pedir los
temas, ustedes se habrán podido dar cuenta, los temas los pide el alumno
mientras otro está dictando la clase, entonces ha reducido mucho la participación
y el diálogo entre maestro y alumno, por el afán de que no se pierda clase, de que
se alcance a llenar la intensidad horaria. Hay áreas que necesariamente ellos
tienen que llevarlas a la práctica a la fuerza como son las didácticas especiales.
Cuando se habla de esquemas ellos tienen que llevarlos a la práctica porque
tienen que utilizar los esquemas o si no les devuelven la preparación, pero ya
como que es una cosa forzosa que ellos tienen que hacer y si no da eso de todas
formas tienen uno, o no se les deja dictar la clase, en fin, porque existe una
sanción de por medio.
Por ejemplo con otros aspectos, actividades, ellos fallan muchísimo, porque
ustedes pueden observar a los niños a la hora del recreo. A la hora del recreo los
practicantes están cogidos de gancho, pero no están observando a los alumnos.
Entonces algunas cosas las ponen en práctica, otras no, porque no las manejan,
no porque no las sepan, sino por pereza, no lo quieren hacer.
Yo creo que con respecto a los alumnos la posición mía es de todas formas de
una autoridad, de alguien que por experiencia, por algunos contenidos, tiene
autoridad sobre ellos. Ante todo autoridad de contenido, de materia y como
también autoridad que hace cumplir un reglamento, pero pueda que ellos incluso
sean, por ejemplo económicamente, hay algunos que sobrepasan la situación de
uno. De acuerdo a mi criterio, tú sabes que en clases sociales hay muchas
clasificaciones que nosotros podemos encontrar, ¿no? Entonces yo pienso que
los alumnos son de una clase media, no sé cómo denominarla, no pertenecen
dijéramos a un lum-pen ni caso por el estilo, no, a una clase media, ni tampoco a
una clase totalmente baja; yo creo que no, yo creo que es la clase media. Lo que
pasa es que precisamente en este núcleo de clase social, estaríamos en dos
grandes ramas que es donde nos encontramos y podríamos trazar unas
subdivisiones posiblemente entre clases sociales porque para mí existen las dos
grandes que son las que existen en este país en este momento: la clase social de
los explotadores y de los explotados, en la que estamos todos nosotros. No sé,
por eso dijéramos, a ese nivel económico, podríamos decir que hay esas dos
clases sociales. Las otras clases sociales, tú sabes que hay muchos tratados sobre
eso, y según eso hay clase social media, alta, baja, en fin... entonces yo
clasificaría a los alumnos en clase social media. De todas formas hay medios
culturales, diferentes formas de ver cierta cultura diferente, todo eso influye,
porque los alumnos de todas formas... su medio cultural, su sector. Puede que
sean propietarios sus padres, no sean jornaleros completamente, no, entonces eso
incide porque es muy diferente a los alumnos que tienen otro nivel social o que
incluso están ubicados en otro centro, por ejemplo el centro rural, urbano, la
ciudad, entonces eso influye en el aprendizaje. Yo pienso que gran parte de los
alumnos son del sector rural. Gran parte son del sector campesino y puede crear
dificultades, entonces yo pienso que esto tiene su incidencia en su análisis, en su
forma lógica, eso tiene su incidencia, porque los medios culturales que ellos han
frecuentado son deficientes. Parte de ellos no tienen la oportunidad, por ejemplo,
de visitar un museo. Bueno, yo le veo aquí un gran problema a la normal y es la
falta de integración entre las diferentes materias. Me explico: por ejemplo el
profesor de matemáticas actúa, dicta sus clases en una forma independiente por
ejemplo del profesor que está dictando los cursos especiales, sobre todo a nivel
de 3º , 4º ó 5º , en una forma dijéramos totalmente diferente del profesor que
está observando clases. Esto no quiere decir que no están trabajando, pero no en
la misma forma, muy independientes. Entonces qué sucede... Supongamos en la
anexa que les exigen a las niñas de 6° supongamos les exigen la danza, qué les
digo yo, un mapalé por ejemplo, ¿qué le sucede a la niña? La niña de todas
formas no ha tenido una educación de qué es el mapalé, no lo conoce, además
exige unas aptitudes especiales, pero tampoco han visto unas reglas, unos paseos
a nivel de educación física, ¿no es cierto? Entonces ¿qué sucede? La niña no
sabe qué hacer. Entonces hay una separación total, cada uno trabaja en una forma
aislada, entonces cuando el alumno necesita saber, al menos tener una idea de al
menos algo que hizo, pues no puede ni siquiera valerse de eso porque no lo
aprendió.
Yo te digo una cosa, que hay problemas a nivel digamos de internado y eso ha
creado en las alumnas como un resentimiento, resentimientos porque dijéramos
manejaba el alumnado en una forma muy mística, muy doctrinaria, ¿no es cierto?
Y eso, los alumnos decían: "Tenemos campanas para salir de la capilla, para
entrar a la capilla, para entrar a la cafetería, para subir las escaleras, y la última
para dormir". Y la cosa es más seria cuando a las alumnas se las obliga, sí, en
cierta forma, pero en aspectos, por ejemplo, si las niñas no rezan, ni se sientan en
sus camas a rezar, eso significa que están incumpliendo. Dijéramos, son detalles
tontos, bobos, pero que están influyendo demasiado en la formación de esas
niñas.
Bueno, a nivel de los profesores de todas formas se trata de que exista una
armonía, dijéramos a nivel nuestro, nos mantenemos en armonía, qué más te
cuento, pues a nivel disciplinario pues no podría decirte que todo es fantástico,
yo he visto algunas cositas, algunas fallitas, ¿no es cierto? A veces autoritarismo
que no debe ser, sin embargo no es de todos. Yo pienso que continuamos en una
formación a pesar de que se habla de la Escuela Nueva, de la escuela de
metodología, hay pocos análisis y crítica por parte del alumno, dijéramos no hay
creatividad por parte del alumno. Bueno, yo pienso que una cosa positiva que
tiene la normal, es que la mayoría de los profesores son licenciados. Eso influye
mucho en los conocimientos con los alumnos.
Tercera generación
(Alumna de sexto grado)
La familia y la escuela
Nosotros por algún tiempo vivimos en la finca, entonces después como había
necesidad del estudio, nos vinimos para el pueblo. Mi mamá cosía y mi papá era
comerciante, ganadero. Nosotros somos nueve. El mayor salió de la casa como
desde los doce años. Salió de la casa por problemas de la casa, como desde los
doce años, sobre todo culpa de papá. Porque digamos él es un señor que no
comprende nada y él es drástico. El lo trajo a Bogotá a estudiar cuando tenía
como doce años y Guillermo tuvo un inconveniente en el colegio a donde estaba
asistiendo y él se fue para la casa, entonces mi papá le dijo que con él no contara
más porque dejó de estudiar, bueno una cantidad de problemas, entonces él se
vino para Bogotá, pero no se vino a estudiar sino a trabajar. Tenía como catorce y
se vino a trabajar en un taller con unos amigos y ahora ya tiene un taller él solo
con otro amigo pero todavía trabaja en el taller. El que sigue se llama Alvaro, él
se casó de 17 años, se casó a escondidas de nosotros porque, digamos, nunca
hemos estudiado en Caparrapí, él estudiaba en La Palma, un pueblito más allá de
Caparrapí, y cuando estaba haciendo quinto de bachillerato en la casa donde
estaba había unas peladas y bueno ahí tuvo relaciones con una pelada, lo
obligaron, ahí en la casa le dijeron que tenía que casarse. Entonces se casó, y mi
papá nunca le volvió a hablar. Él hizo hasta quinto de bachillerato, después
cuando se casó terminó el sexto en Bogotá, en el Mayor de Cundinamarca, pero
ya hace tiempo porque él ya se graduó en derecho. El que sigue es Rafael. El
tuvo digamos, todos dicen o los médicos a donde lo han llevado, él un tiempo
sufrió de la cabeza porque por allá mi mamá nos contaba que mi papá le había
dado, una vez que lo golpeó fuerte, que a raíz de eso él estuvo en una clínica de
reposo. Estuvo prestando servicio militar y de ahí se voló como tres veces y le
alargaron el tiempo, a él le tocó como un año más. Hizo hasta segundo de
bachillerato. Ahora está en la finca. El que le sigue es Gustavo, también está en
la finca. Él estuvo en Bogotá siete años y cuando mi papá y mi mamá estaban
haciendo el papeleo de separarse y todo eso, entonces él un día fue, con motivo
de visita y se quedó, ya no se volvió para Bogotá. Esa finca fue la que nos dejó
mi mamá, ella murió hace dos años. Esos son los cuatro hombres. Después sigue
una mujer, Rosa; ella salió de Gacheta en el año 77. Está trabajando en una
oficina de finca raíz. Es secretaria, está casada y vive aquí en Bogotá. Después
sigue Elizabeth. Ella hace como cinco años que está haciendo segundo de
bachillerato y nada que sale porque es muy desjuiciada para los estudios. Tal vez
no le llama la atención el estudio, digamos ella quiere salir, ahorita está
estudiando en el Sena, está haciendo un curso de contabilidad. Después sigue
Alcira. Ella se casó también de 17 años, ya tiene dos niños, va a cumplir 20 años
y tiene dos niños. Ella hizo 4a de bachillerato. Ella vive en la casa de Caparrapí,
en la casa que mi mamá nos dejó. Vive allá con el esposo. Tienen un almacén de
pollos. En la casa tienen uno y lo maneja ella, y en el centro del pueblo tienen
otro y lo maneja él. Después sigo yo. Mi hermano, él está haciendo primero de
bachillerato allá en Bogotá, tiene trece años. El trato entre ellos era muy variable,
cómo le digo, mi papá es de un temperamento fuerte, es muy agresivo. Bueno,
tenían, digamos, varios disgustos, y por cualquier motivo, por nada, le sacaba
pelos, y a buscarle el problema a mamá. Llegaba digamos a pegarle. Y nosotros
le teníamos un miedo pero pavoroso, nosotros cuando vivíamos en la finca de mi
mamá, digamos desde la casa se ve el camino y uno lo veía venir y nos
escondíamos, sí, ella nos infundía mucho miedo hacia él. Porque nosotros
estábamos por ahí, ahí viene su papá y claro a escondernos. No, nunca castigó a
las mujeres, nunca. A los hombres sí, les daba con el freno de las bestias, con eso
les daba, con los rejos o los amarraba por cualquier cosa. Con él no se podía
dialogar, sí, entablar una charla porque él era... era muy cruel, sí, figúrese,
aunque ya no. Él no los premiaba, por ejemplo, cuando les iba bien en la escuela,
no, en cuanto a estudio, poco. Pero digamos en Navidad con las mujeres, con los
hombres nunca tenía un detalle. Digamos son detalles muy pequeños pero muy
significativos. En una Navidad nos dio un anillito a todas, a todas cuatro nos dio
un anillito y una máquina de coser, yo todavía la tengo en la casa. Mamá con la
costura ayudaba en la casa.
Bueno, digamos que ese tiempo que yo hice primero y segundo se usaba el
castigo. Eso era con la regla y no sé qué, digamos por no cumplir las tareas, o me
acuerdo tanto por no aprenderme las tablas en tercero, una vez la profesora dijo
que teníamos que llevar para el otro día las tablas aprendidas y ese día sucedió
que la mayoría no nos las sabíamos y nos dijo abran las manos, por cada
equivocación nos daba un reglazo. Cada año organizábamos campañas, digamos
para el Día del Campesino. Colaborábamos. La escuela mandaba a cierta
delegación. Sacaban, digamos de quinto cinco, de cuarto cinco, para unas
presentaciones a los campesinos. Y en los desfiles digamos, el día de la escuela
salíamos a desfilar. Bueno, en cuanto yo ya he dictado mis clases y ya llevo
cuatro años practicando y que me acuerde en ese entonces no existía una
ambientación de transmitir los conocimientos, sino que el maestro llegaba y
directamente al tema, y no había nada metodológico, sino que el maestro
únicamente se ceñía a dictar la clase. En cuanto a contenido se refiere, pero así
que me acuerde una ambientación y planes, en determinados años, clases muy
monótonas, muy rutinarias, porque ya en quinto empezó esa modalidad de
cambiar profesores, se turnaban los dos profesores de quinto, había dos quintos,
tres quintos, uno de hombres, uno de mujeres y otro de niños y los tres
profesores se turnaban. Uno daba matemáticas en todos los cursos, y así, y me
pareció muy bonito. Nos hacían aprender cosas de memoria. Claro que eso
depende, digamos, del maestro, porque hay profesores que exigen todo
mecánicamente. Pues exigían demasiado o en los cursos que más me acuerdo:
tercero, cuarto y quinto, pues sí, o personalmente en este tiempo uno poco
comprende o yo no sé cómo, uno tiene una lección y uno trata de aprenderla y
muchas veces la dice uno mecánicamente, pero dependía del profesor, porque
esa profesora Betty que le digo, ella cuando nos hacía lecciones así, de
conceptos, no le podía decir conceptos personales, había otras que sí, entonces
había que saber de memoria.
Lo que más castigaban, pues así lo más frecuente, el comportamiento con los
profesores, eso era lo que más recalcaban. Si alguna era grosera o algo, la
castigaban con sanciones: tres o dos días lo suspendían. Y llegaron hasta echar
gente y todo. Muchas veces realizábamos trabajos y depende de la clase de
trabajo que hubiéramos realizado, entonces nos colocaban nota buena en la
materia. Una vez, una semana, allá hacían campañas también de aseo, y nos
daban paseos y cuando salíamos bien en un desfile, entonces nos daban las
tardes libres.
Digamos a un alumno del sector rural se le van a facilitar más. Por ejemplo le va
a enseñar uno un animal, la vaca, entonces el niño del campo va a tener más
facilidad porque la ve, ya sabe más o menos cómo es, las características aunque
sea aparentemente, y un niño del pueblo que poco sale al campo, aunque en
determinadas cosas está más avanzado el niño del pueblo, porque en cuanto a
cultura se está relacionando con un círculo de personas de un nivel más altico,
entonces sí hay diferencia. Pero enseñar lenguaje y matemáticas es lo mismo en
el campo y en la ciudad, sí, porque eso depende del método del profesor, porque
yo utilizo un método en una escuela, en la anexa, ese mismo método lo puedo
utilizar en una escuela del campo y si me hago entender acá en la anexa de la
misma forma me hago entender en la escuela del campo. Claro, hoy en día hay
una diferencia grandísima porque ya uno con todos los conocimientos que le han
dado y haciendo como una comparación, ya uno sabe que uno debe estimular al
alumno, debe tenerlo motivado, ambientado, lo que no se presentaba antes;
entonces ya uno sabiendo eso, entonces uno lo pone en práctica, para que a los
alumnos se les facilite el aprendizaje. En sicología vimos algo de eso, vemos la
formación de la personalidad escolar, cómo debe ser el maestro en relación con
los niños. No han dado puntos de que digamos el maestro es el centro principal
de los niños y que se debe mirar colectivamente, no las exigencias de un solo
alumno sino las del grupo en general y en cursos o grados superiores para el niño
es muy difícil plantear las tareas, organizarías, que esto lo debe hacer el maestro,
organizarlos, ayudarlos, una guía.
En la normal los profesores y alumnos están muy distanciados, entre ellos nunca
hay un diálogo, o me parece a mí, yo pienso que en las reuniones de los
profesores, los temas que tratarán, como se refieren a la normal, deberían de
enterarnos a nosotros, de tenernos enterados de lo que pasa, de lo que pasó.
Y doña Alicia tiene un problema. Ella dice: bueno, yo opino esto, y el otro, yo
opino tal y tal cosa, y empieza: no estoy de acuerdo, y siempre viene a quedar en
conclusión lo que ella dice y ella nunca nos informa a nosotras nada, siempre le
dice al profesor de vigilancia: deje al alumnado o toque diez minutos antes de
recreo que necesito hablarles. Si no es para tocar el tema de que no escriban en
las paredes, que los baños, que vamos a pintar, es para actividades que se van a
realizar, pero ella nunca nos entera de los problemas que tienen ellos, ya sea por
el suelo, que uno de alumno pues debe estar enterado.
Para mí un maestro debe ser un guía para los alumnos, una persona orientadora,
alguien que esté pendiente no de las exigencias de una sola persona, sino a nivel
general y que en realidad tenga voluntad, o un poquito de amor hacia los niños,
que los sepa comprender, que tenga vocación. Porque digamos educar es lo
principal en la enseñanza. Educar para mí es formar las personalidades, la
persona.
Yo estoy estudiando ahí y en esos cuatro años ha estado doña Alicia de directora
y personalmente lo digo casi todos nos quejamos de ella, incluso una vez
firmamos unos papeles para hacerla, pues, que renunciara o que hiciera algo, o
que mejorara, porque en sí lo que le pasa a ella es que es una persona demasiado
amargada, de la amargura tan tremenda que tiene pues viene la envidia con los
demás, para ella todo tiene un límite, pero es lo que ella diga y ya nos hemos
acostumbrado a eso. Había una profesora que se llamaba Nellya Contreras y ella
sí le reprochaba y le decía las cosas como eran. Yo no sé si ella tiene influencias
de una hermana, porque por ese motivo ella no renunció o no la trasladaron, pero
a esa profesora que le digo la directora la obligó a que la trasladaran, pues ella le
reprochaba en ciertas ocasiones. Si venía y le planteaba las cosas de una manera,
ella las tomaba de otra forma. Sí, con ella varias profesoras han tenido
problemas, para ella no hay la libre elección, en fin.
Esta es una carrera que hoy en día se facilita en el magisterio y tiene una gran
garantía, porque sale uno con el título de bachiller pedagógico, pero en sí
¿cuántos bachilleres pedagógicos no salen? ¿Cuántos maestros no salen cada año
y quedan varados? Si no más mirando el número de normales que existen y que
de cada normal mínimo salen 40,35 a lo menos, pues en realidad hay demasiados
maestros, y el maestro pues actualmente digamos está en un nivel no alto, sino
más bien medio, pero más bien acercándose hacia abajo, no hacia arriba porque
ahora es muy común ser un simple maestro, especialmente de escuela, porque ya
de secundaria es un poquito más elevadito. Es que la labor que desarrollan los
maestros es muy importante, sino que el pueblo no la reconoce, porque todo el
futuro del país o del pueblo está en manos de los maestros, porque ellos son los
encargados de informar, ellos informan, forman al alumnado, digamos las
primeras bases se las dan en la casa, las primeras educaciones, y ya en la escuela
va a ser como un segundo hogar, como una segunda casa donde les van a
corregir las fallas que tienen, los van a formar, los van a estructurar. Los forman
como un fin, que el día de mañana ellos también ayuden a formar las nuevas
generaciones, para que den de lo que recibieron.
La señorita Juana sí nos dicta bien, porque ella nos explica y a lo último ella dice
que quién no entendió y tienen que levantar la mano los que no entendieron. Nos
explica bien o si no, nos pasa al tablero y cuando es lectura ella nos saca al patio
y hay veces que nos saca al patio y nos pone a leer en voz alta y nos vamos a la
hora de recreo, nos ponemos a jugar. Ayer entramos de recreo y como a la última
clase fue cuando la señorita Juana llegó, cuando Javier estaba ahí y la señorita
Juana llegó y nos dijo que teníamos que respetar a los practicantes como a la
profesora y que cuando había practicantes sí se dejaban los practicantes y que
cuando estaba ella a ella sí le hacían caso, y eso empezaba: que al niño que no le
respetan los practicantes que se iban para la escuela, que no los recibían más acá.
Y cuando nos toca costura ella nos llama y nos pregunta: ¿dónde está tu muñeca?
y le tenemos que mostrar todo lo que hemos hecho y eso tenemos que llevar todo
lo que ella nos manda. Nos mandó la primera vez a llevar lana y alambre y
después ahoritica nos tocó llevar un poquito de lana y algodón. También la
señorita Juana cuando los practicantes están dictando clase, ella al niño que ya
tenga las piernas hechas, los brazos, ella nos empieza a ayudar, les va poniendo
la cabeza, les va poniendo los ojos. Como que la mía ya me la acabaron, ya me la
acabó la señorita Juana y cuando vienen los practicantes de ayudantía una vez
vinieron como cuatro practicantes y se tiraron como diez pedazos de alambre.
Llegó la señorita Juana, llegaron las practicantes y yo estaba junto al pupitre de
la señorita Juana, entonces les dijo: "¡miren niñas lo que han hecho ustedes,
rompieron estos diez pedazos de alambre!". Y una de ellas comentó: "¡ah no,
señorita, serían los de la vez antepasada porque nosotros no habíamos hecho la
vez pasada trabajos y ellas fueron la vez pasada las que vinieron!".
Ella no les dijo nada. Les dijo, vayanse ustedes para otro salón a donde
Mercedes o a donde Herminia y se fueron las practicantes y empezó a llamar
lista. Hay niñas que cuando nos dictan las previas hacen trampa como Jairo.
Estaba en el pupitre y ella empezaba, le dictaba primer punto: diga las partes de
la planta y así o cinco puntos que dé dos ejemplos de plantas y Jairo mira en el
cuaderno las partes de las plantas y empezaba a mirar y la señorita lo pilló, cogió
y estaba mirando el quinto punto y tenía el cuaderno abierto y le dijo que es
previa y vio que tenía todo bien pues él hizo trampa, le puso calificación uno y le
escribió en la previa: no sea tramposo. Le escribió así y nosotros ahí y los otros
niños hacen la previa, ningún niño más ha hecho trampa. ¡Ah! Germán y
Orlando, empiezan a escribirse en las manos y en eso están copiando y los han
pillado como dos veces. Pues uno les ponen en la previa. Ya mandaron a dos
niños para la casa: a Virginia Cifuentes y a Claudia la de allí, porque Virginia
está hablando, la practicante empieza a escribir en el tablero y ella charla y
Claudia no deja atender a Mancera y Mancera es la otra que también ya casi se
va a ir para la casa porque charlan y en las previas: uno, dos.
A Claudia la mandaron para la casa y como que la mandaron como que ocho días
o que mañana viniera con la mamá de ella y a Virginia también porque Virginia
no trae la tarea y Rodolfo tampoco hizo la tarea, venga a ver la tarea, hoy nos
tocaba con practicantes, ¿hizo la tarea? Vaya llámeme a su mamá y Rodolfo no
fue. Se quedó en la puerta y cuando vio que la señorita ya iba saliendo se fue
corriendo a la dirección y le dijo, yo no sé qué fue lo que le dijo a la señorita,
como que le dijo mentiras que el practicante lo había mandado para la casa
porque no había hecho tareas le dijo a la señorita directora y la señorita le dice a
la directora, le dice venga Rodolfo Gómez para acá y todos ahí lo van a llevar a
la dirección y salió a la puerta Rodolfo y ella también; usted por qué es tan
mentiroso niño, luego es que usted le llega a decir allá a la directora que el
profesor lo mandó a la dirección porque no había hecho tarea, no señor, vaya a
su puesto y a la última hora nos quitaron una clase, entonces... no, media hora.
Entonces cogió y nos mandó para abajo, nos fuimos para las casas y a Rodolfo a
lo último que ya nos íbamos a ir para las casas: guarde todos los cuadernos,
entonces cogió y dijo la señorita: "Rodolfo, usted váyase para su casa y no haga
tareas ¿oyó?", pero duro le dijo. Y a las practicantes les tocó un regaño: "¿luego
es que ustedes se van a dejar manejar de estos niños? No ve que a ustedes les
falta un año, ¿no cierto?", le preguntó la señorita a Javier, el que practicaba con
nosotros. Sí señora. Y le preguntó a la otra señorita, a Rosa, sí señora.
"¿Entonces ustedes cuando lleguen que les toque de profesores, se van a dejar
ganar de 30 ó 31 niños?". Y los practicantes quietos, quietos. Entonces empezó
siéntese, empiecen a hablar y lo verán, hablen a ver, hablen a ver. Nosotros nos
estamos callados cuando está ella. Entonces dijo: les voy a dar una razón: que
mañana o pasado mañana el que pueda traer papas, arroz en leche, algo para
colaborar con el bazar en el minibazar, pueden traer mañana. Ah se me olvidó!
Entonces nos dijo: alisten sus libros y como diez niñas ya estaban subiendo los
asientos. No señor, pongan sus maletas encima de los asientos, nos pusimos
todos pero bien callados. Sigan unidas, como hay niñas que se orinan en.los
asientos o se poposean, yo no sé qué les da porque cada ratico es para el baño o
si no va al baño lo que tenga y se orina. La señorita le dice que limpie, y dizque
Roberto también se orina, eso hace harto que coge y ya van a salir a recreo y le
pide al profesor y le dijo: no vaya, entonces Rodolfo se fue para el puesto, ya
casi iba a llorar y no alcanzó y le dijo otra vez al profesor, para el puesto,
entonces ya cuando tocaron la campana se orinó. Y eso salió corriendo porque
como él siempre se sale de primeras y eso cuando vio la Esperanza dijo ; uy!
huele a orines, entonces dijo: Rodolfo se orinó y llegó del recreo Rosa: ¿usted
por qué se orinó? Era un viernes, ¿usted por qué se orinó? Rodolfo no le
contestaba, le empezaba a decir: ¡niño, conteste.' Y él no le contestó y después le
dijo otra vez la señorita, tampoco le quiso contestar a la próxima vez sí lo pongo
a usted a limpiar todo, a dejar todo en aseo. Entonces cuando nos tocaba aseo,
nos tocó aseo, eso como Rodolfo llegó con una pelota, Laura Esperanza la sacó y
le dio con la mano y entraba la señorita; menos mal que le pegó al bordecito de
la puerta y dijo: quién botó esa pelota y dijeron Walter, como yo no había hecho
eso, entonces yo dije: no señorita, fue Laura Esperanza, mire que no han hecho
el aseo. Bueno, esta pelota se me queda hasta cuando se acabe el año. Bueno, la
metió allá. Otro niño, Fernando, mi compañero, estaba molestando como que
con una pistolita y pasaba la señorita y empezaba pum, seguía haciéndose el loco
con la boca y la señorita: préstemelo, camine para el armario y le quitó a
Hernando también una pelota. El viernes pasado empezó a repartir todo lo que
tenía ahí, la pistola que le quitó a Fernando la rompió. ¿De quién es esta pelota?
Ah, no, era como un cuadrito, eso sí lo botó porque no lo alcanzó a romper. ¿De
quién es esta pelota? Dijo Raúl: mía. ¿De quién es esta otra? Mía. Entonces
todos ahí con su pelotica y salen y tocaron, todos quietos, tocaron para la salida y
todos empezamos: hasta el lunes señorita, ¡más bueno que nosotros salimos!
Fuimos a jugar fútbol con esa pelota y habíamos cuatro y sí pues camine para el
patio, nos fuimos para el patio y ya íbamos a empezar el partido, ya nos
estábamos repartiendo y llega la señorita y me dice a mí: Walter, ¿en dónde es su
casa? Me fui. Óscar, ¿a dónde es su casa? Se fue detrás de mí. Fernando, ¿a
dónde es su casa? Se fue. Orlando, ¿a dónde es su casa? Se fue detrás y todos en
picada.
A las practicantes empiezan por Orlando, porque Orlando o Javier hoy que en la
hora de religión la practicante le dijo a Javier: usted cállese la jeta. Entonces la
practicante le dijo: Javier, ¿así es un niño de tercero educado? Y Javier dijo
pasito y yo estaba junto, dijo: ¡y a mí qué me importa! Y me tocó irme con
Sandra y con Vilma, mis dos primas, porque o sino Javier ahoritica me pega. No
a mí, es que yo no le entiendo bien a las practicantes, sólo a dos practicantes, al
profesor Alberto y a la como que es a Patricia, no me acuerdo, a esos sí les
entiendo algo, pero a otros practicantes no. A Beatriz ella siempre explica bien y
eso y la señorita Alba, la del lunes, parece que le doliera la cabeza porque
empezó: bueno niños, ¿es que nosotros somos acá unos payasos para ustedes?
¡No señor! Pero con todo gritaba la señorita Alba. La señorita le dijo a la última,
a las once: oiga niña, pero si usted va a dictar clase no es para que grite porque a
mí ya me duele la cabeza, entonces no nos empezó a gritar más y nos fuimos y
nos tocó canto. ¡Ah! nos tocó Río Badillo y eso empezamos todos... río badillo...
así pero con voz ronca porque empezaba a decir la señorita, cuando nos tocaba
alto y eso unos niños empezaban a gritar. En educación física, la señorita Alba sí
les pone calificación uno a los que están molestando. Yo estaba en el baño ¡y
dizque me ponen uno porque me voy para el baño! Fernando, que estaba
molestando la vez que nos tocó con Carlos el servicio, entonces teníamos las
manos arriba. Entonces Fernando le dio así al balón y le alcanzó a dar al profesor
en el brazo, entonces lo tenía el profesor pero bien agarrado, entonces le dio así,
y el profesor quitó el balón y le dio en una pierna, le enyesaron una pierna y
después cogió y el profesor nos mandó con las manos arriba, yo me cansé y me
pasaron allá. Después a Óscar y después a Javier y después a este, a Hernando y
como esto, la nena consentida Fernando, él que lo prefieren más allá, él sí no le
pasa, porque él es todo: las preguntas, todo, todo. Claro que él es el más
inteligente, parece que es el más inteligente. Es el preferido porque las
practicantes son las que lo prefieren porque todo es Fernando: para hacer una
presentación y que Fernando para el tablero, Fernando para el tablero sí, para el
tablero no. Marcela es la que tiene más pepa. Porque eso piensa todo y contesta
rápido y ella en matemáticas en una previa se sacó dos. A ella sí la pasan al
tablero pero no la prefieren. No, es la que sabe harto, pero no la prefieren porque
como ella no tiene mamá, sólo tiene como que la tía. Y esto, a Fernando como
que lo prefieren porque la mamá, la señora como que está... yo no sé cómo es
que está trabajando en la normal esa señora.
A mí sí me gusta estudiar pero porque ese día nos tocó con una practicante que
no sabía ni mute. Eso como que no estudiaba ni para dictar las clases y como que
cuatro horas le tocó a ella y no sabía que la señorita Carmen dio todas esas
cuatro horas. Le pone cuatro, cuatro cinco, seis sobre diez, sí señora. Y una vez
Beatriz le sacó cinco nueve, por una décima no llega y le tocó otra vez explicar
el problema y lo tuvo bien y se saca ocho. Se saca ocho y eso la felicidad y como
está practicando con la señorita Graciela, con ella sí va bien. No ve que a ella le
tocó una ronda sola con la señorita Juana y eso sí dictaba bien las clases. Yo
siempre le ayudo los martes, siempre le ayudo a ella.
A las que quiero más son a la señorita Clara y la señorita Juana. La señorita
Clara porque ella sí es buena con uno, no se aprende el canto y hasta que se
aprende, y la señorita Juana porque ella sí explica muy bien, es buena con uno
cuando no le sacan la rabia.
La señora Graciela, ella no ve que una vez la cogieron todos ¡y eso la alzaban
más bueno! A mí me hizo llorar porque yo estaba ahí viendo las tablas para
multiplicar, allá nos tocaba repasar las tablas y yo hice mal una operación, me
pasaron al puesto y estaba mirando otra vez en las tablas, ¡me cogió de las orejas
y con la fuerza que ella tiene me paró sólo con las orejas y me puso quieto ahí en
el suelo! Y eso sí tiraba las orejas como... verdad... Pero eso sí nos hacía unas
previas facilitas porque todos le sacábamos cinco.
El interés por presentar los diferentes ángulos desde los cuales un observador (caso
del investigador) o los actores del proceso educativo ven y viven la realidad
académica de la normal no tiene solamente un propósito descriptivo. Tal como se
señaló al iniciar el capítulo, una de las formas de estudiar una institución consiste en
describir las diversas "realidades" y las relaciones existentes entre ellas a través de la
perspectiva dramática.
Este capítulo se centra en la presentación y análisis de las formas que toma la relación
maestro-alumno en el aula de clases. Se incluye el estudio de dos dimensiones
fundamentales de esta relación: a) una dimensión general que se refiere a aspectos de
disciplina y transmisión de conocimientos y b) una dimensión específica sobre los
principales obstáculos que encuentra en el aula el proceso de apropiación de
conocimiento.
La dimensión general se basa en observaciones de clases en la normal y en la escuela
anexa y de prácticas de los normalistas en la anexa. La dimensión específica presenta
un análisis de las discontinuidades en la apropiación del conocimiento en un curso de
las denominadas materias vínculo.
La comprensión personal que tengan los maestros de la normal acerca del concepto
"ser maestro", se transmite necesariamente a los alumnos mediante lo que se ha dado
en llamar el "currículo oculto". Es así como la calidad del nuevo maestro no se
encuentra determinada solamente por la mayor o menor comprensión de los
contenidos programáticos recibidos en el aula de clase, sino también y
fundamentalmente por las acciones y por todo el mensaje ideológico en el discurso del
profesor en la normal.
18
Juan Carlos Tedesco, Conceptos de sociología de la educación, Buenos Aires, Centro Editor de
América Latina, 1980
ocupar el centro de la relación pedagógica19. Así, con la escuela moderna los procesos
de socialización adquieren otra dimensión, lo que lleva a un replanteamiento de la
labor del agente socializador, el maestro. La necesidad de un maestro que comprenda
y pueda llevar a la práctica las técnicas de la nueva pedagogía se convierte en la
prioridad del quehacer educativo. Es aquí donde se destaca la importancia de las
escuelas de formación de docentes, como punto de partida de la extensión de la nueva
pedagogía hacia todo el sistema educativo.
Este capítulo está conformado de la siguiente manera: en primer lugar se hace una
presentación teatral de una clase en la normal y se analizan dos aspectos centrales: la
transmisión de conocimientos y la disciplina. Enseguida se presentan las opiniones de
los maestros con respecto al que hacer del docente, que sirven de contrastación entre
la teoría pedagógica y la práctica que se observa en esta clase. A continuación se
presenta una práctica de los alumnos-maestros en la escuela normal y un análisis en
los dos aspectos mencionados. Posteriormente se hará un análisis de la práctica en la
escuela anexa, una caracterización de la relación maestro-alum-no y algunas
consideraciones analíticas.
En el salón de clase hay 35 alumnos de uno y otro sexos, con edades entre los 15 y 17
años. Cada uno ocupa un puesto y el salón está en perfecto estado de limpieza.
Adelante se encuentra el pupitre que ocupa el profesor. Esta clase corresponde a la
materia de "Métodos y técnicas", en el grupo 4º de normal.
19
Ibídem.
(Antes de que la profesora entre al salón, los alumnos conversan, se ríen, hacen
bromas y mucho desorden). (Entra la profesora).
Profesora: Buenos días. Alumnos: Buenos días, profesora. (Los alumnos guardan
silencio).
P.: ¿Quién quiere recordar lo que habíamos estado viendo en la clase pasada?
(Los alumnos murmuran y hacen desorden).
Alumna: ¡Hum! ¡Yo!
Alumno: Pero es que hasta ahora empezamos.
P.: Una sola persona, todos no. ¿Sí?
(Alzando la voz).
P.: Dije que una sola persona.
Alumna: ¡Ah! La escuela nueva... y que se distribuía por niveles, o sea... por...
grupos y que el alumno trabajaba en grupo.
Alumno:... y que se distribuía por capacidad y por edad por... digamos.
P.: ¿Y qué más?
Alumna: Que el gobierno había impuesto este sistema de niveles... eh... por
ejemplo en el sector rural, era porque para cada curso... salían, digamos, sino
como 3 ó 4 alumnos máximo? Entonces no va a poder mandar un profesor para
cada curso...
P.: Claro.
Alumna: Va a mandar solamente uno para que...
P.: Ah, bien. Entonces la clase pasada vimos que existía otra modalidad que
estaba relacionada con los niveles.
Ya hemos visto varias modalidades dentro de ellas. ¿Cuáles vimos? (En voz
baja). Alumna: La personalizada.
(En coro).
Todos: La escuela personalizada.
P.: ¿Qué otra?
Varios: La enseñanza programada.
P.: La enseñanza programada. Y ahora teníamos lo del sistema por niveles.
Alumna: Que era la escuela nueva.
Alumno: La escuela nueva.
P.: Que hace relación a la escuela nueva porque es allí donde se han establecido
niveles. Dijimos que los niveles se establecían teniendo en cuenta el grado...
Alumna: La capacidad...
P.: La capacidad de los alumnos.
Alumna: La edad.
(Los alumnos hacen desorden).
P.: La edad y el tipo de trabajo que se pueda realizar.
(Mostrándose enfadada).
P.: ¡Silencio! Bien, entonces vamos a consignar eso que ya habíamos comentado,
que no se había copiado.
—Entonces el título sería... Sistema por niveles.
(La profesora escribe el título en el tablero y abre un cuaderno que pertenece a
una alumna del otro grupo 4B, donde ya expuso este tema, y comienza a dictar lo
que los alumnos deben copiar en sus cuadernos).
P.: Comprende... entonces tenemos que el sistema por niveles comprende...
Alumna: La escuela nueva.
(Todos los alumnos abren sus cuadernos y comienzan a notar)
P.: Comprende... Alumna: ¿Cómo?
P.: Comprende aquella forma de trabajo... donde se agrupa a los alumnos...
donde se agrupa a los alumnos, ¿de acuerdo a qué? ¿De acuerdo a qué?
(Mostrándose tímida).
Alumna: A su capacidad.
(En coro).
Todos: A la capacidad
P.: A la capacidad... ¿qué más?
Alumno: Edad.
P.: Y...
Alumna: No.
P.: A las capacidades, ¿y a qué otra cosa? Alumna: Al nivel mental. Varios: Al
nivel mental.
P.: Hace relación a las capacidades, ¿no? ¿Qué otra cosa?
Alumna: La edad.
Alumno: No, a la edad no.
Alumno: La edad no importa, no importa la edad.
(Los alumnos discuten entre sí y hay desorden).
P.: ¿Por qué dijimos que la edad no?
Alumna: Porque... un niño por lo menos de 7 años que debería estar en tercero si
lo colocaron hasta ahora, pues puede estar en primero. (Con extrañeza).
P.: ¿Ah...?
Alumno: No, porque pongamos... si un niño puede estar en primero de siete
añitos mientras que el otro de siete añitos también puede estar en tercero...
(Hay confusión tanto entre los alumnos como en la profesora).
(Conversan y murmuran).
Alumna: Porque...
Alumno: No, sino porque lo colocaron más tarde a estudiar.
(Murmullos, la profesora vuelve a tomar la palabra)
. P.: ¡Bueno! Vamos de acuerdo con las capacidades, pero la edad también tiene
que tenerse en cuenta, ¿no es cierto? A la edad...
(Mostrando desconcierto, una alumna pregunta).
Alumna: Pero ¿por qué?
(La profesora se pone seria, y habla con énfasis).
P.: ¿Por qué dijimos que la edad también tenía que tenerse en cuenta?
Alumna: Porque no piensa igual un niño de tres años que uno de diez.
(La profesora se lleva las manos a la cabeza y habla fuerte)
.P.: ¡Ay!... pero los niños los agrupamos teniendo en cuenta la edad, ya que la
edad es un límite que hace que se puedan ubicar, porque tienen capacidades, el
desarrollo parecido, las habilidades. Entonces los agrupamos de acuerdo con la
edad. Claro que hay niños que pueden tener muy buenas capacidades y se
encuentran en grupos más desarrollados. Pero la edad, la edad debería ser
inferior, ¿no? Debería estar en un curso inferior. Pero, ¿qué ha hecho que él esté
en un curso superior?... las capacidades.
Alumna: Los intereses.
P.: Los intereses, las habilidades que él tiene. Pero la edad puede ser una forma
que permite que los niños estén dentro de un nivel.
Alumna: ¿Sí?... ¿La edad también?
P.: Sí. La edad, ¿qué más dijimos? Las capacidades...
Alumna: La edad
. Alumno: La responsabilidad.
Alumna: ¡No!
P.: ¡Silencio! ¡Hablen de a uno!
(Dictando nuevamente).
P.: El tipo de trabajo... el tipo de trabajo y las necesidades que se presenten.
Entonces vemos que podemos tener en cuenta estas cosas para poder agrupar los
alumnos en los diferentes niveles. (Punto aparte).
(La profesora continúa dictando y los alumnos copian en sus cuadernos).
P.: Con el fin de agrupar a los alumnos... que en la zona rural... que en la zona
rural no es demasiado... (es decir, los alumnos son pocos; ya habíamos dicho que
aquí iban 3 para primero, 4 para segundo)... se ha creado el sistema por niveles
en la escuela nueva...
Alumna: Profesora: ¿se ha creado con h?
P.: Se ha creado el sistema por niveles en la escuela nueva, ya que integra a
diferentes grupos... permitiendo así un mejor trabajo para el maestro... y una
mejor organización para los alumnos... para los alumnos (punto aparte).
(La maestra les dicta pausadamente, y repite las frases. Los alumnos siguen
copiando y conversan entre sí).
P.: En la escuela nueva, cada nivel forma... ¿qué forma?
Alumno: Un curso.
P.: Forma un curso, o un grupo, ¿no?
Alumno: Sí, lo mismo.
P.: (coma), allí los alumnos... allí los alumnos trabajan... ¿con qué trabajan ellos?
Alumna: Con guías o objetivos.
(Los alumnos hacen mucho desorden).
P.: ¡Silencio! No hablen todos al tiempo.
Alumno: Con objetivos.
Alumno: Con objetivos y fichas.
Alumna: Fichas.
P.: Con fichas que están dadas a través de... ¿qué?
Alumna: Objetivos.
P.: objetivos... ¿cómo dijimos que estaban formados esos objetivos? (Hay mucho
ruido, y los alumnos tratan de contestar algo a las preguntas de la profesora).
(La profesora alza la voz).
P.: ¡Silencio!... ¡qué forma de hablar!... ¿cómo están formados esos objetivos?
(Dudando un poco, un alumno responde).
Alumno: Que estaban... divididos por cada uno... y que... eh... estaban divididos
por actividades.
Alumno: Sí.
Alumno: Que debe desarrollarlas por sí mismo...
Alumno: Que tiene unos temas, mejor dicho... un tema. Que en éstos se realizan
eh... varios procedimientos o pasos. El objetivo.
Alumna: Que éstos están representados por una letra.
(En tono de sorpresa, la profesora pregunta):
P.: ¿Por una qué?
Alumna: Por una letra.
Alumno: Letra.
(Mostrando satisfacción en su rostro, la profesora continúa dictando).
P.: Ah... bueno.... Entonces podemos decir que la ficha está dada a través de
objetivos. Éstos están estructurados... de la forma... que indiquen al alumno la
actividad que debe realizar, así (dos puntos):
1. Se plantea el objetivo, que debe estar formado por tres aspectos. ¿Cuáles son?
Primero se enuncia el comportamiento que se va a lograr. ¿Entonces el
comportamiento está dado a través de qué?
Alumna: De un verbo.
Alumno: De un verbo.
P.: ¡Bien! De un verbo.
Alumna: Ah... sí...
P.: Entonces les dice uno que el niño qué es lo que realiza.
Alumna: Se anuncia el objetivo. (Como quien olvidaba algo, la profesora dice).
P.: ¡Ah!... ¡sí!
Alumna: Se anuncia el objetivo, porque un objetivo sin verbo... no.
P.: Y el verbo ¿qué indica?
Todos: Lo que va a realizar.
P.: Entonces el primer, el primero, ¿cuál es?
Alumno: El verbo.
Alumna: Se anuncia...
P.: Se anuncia... se enuncia el comportamiento que está dado a través de un...
¿qué?
Alumno: Un verbo.
P.: Entonces él dice qué es lo que el niño debe realizar, ¿no? La acción que debe
realizar... que son... primero, entonces...
Alumno: El comportamiento.
P.: Segundo.
Alumna: Segundo... ¿lo que se va a hacer?
P.: Segundo, la forma como se va a lograr ese comportamiento... o sea... ¿qué?
Alumna: Forma de entender...
Alumno: Los medios.
(La profesora se muestra alegre con la última respuesta).
P.: ¡Bien! O sea que los medios. Es decir, si se le dice al niño, el niño, lograr que
el niño realice los siguientes ejercicios. Ornar, suponiendo... cuál vendría a ser el
verbo.
Alumno: Realice.
(Los alumnos hacen desorden y se muestran un poco confundidos. La profesora
está enfadada).
P.: ¡Lograr que el niño realice los siguientes trabajos! ¿Cuál sería el verbo?
Alumna: Realizar.
P.: La ejecución. Le deben decir cómo. Entonces son los...
Alumna: Por medio de preguntas.
P.: Los medios. ¿Cómo lo lograría el alumno? Por medio de preguntas,
suponiendo... ¿cómo más?
Alumna: Por medio de dibujos y de mapas.
P.: ¿Cómo más?
Alumno: La observación.
P: De mapas, de observación. De qué más...
(Murmullos... los alumnos no saben qué responder).
P.: ¿Ah? Todos los medios que nosotros podemos utilizar para hacer que se logre
eso que nosotros pretendemos. Entonces vamos a escribir eso.
Alumna: O sea los medios...
P.: ¿Cómo?
Alumna: La forma como se va a lograr ese comportamiento.
P.: Ustedes pueden escribir varios, ¿no? Cuáles serían los medios que dijeron...
Varios: Mapas... dibujo, cuestionarios.
Alumno: Interrogatorios.
P.: Todos esos medios van a hacer que se logre el objetivo. Este objetivo. Y
tercero, una vez que nosotros hemos planteado qué se va a lograr, cómo lo
vamos a lograr... ¿qué hacen con eso ustedes?
Alumno: Por medio de la evaluación.
Alumna: La evaluación.
(Los alumnos se ven cansados y hacen desorden).
P.: ¿Ah?
Alumno: Por medio de la evaluación.
P.: ¡Por favor! ¡Hagan silencio!
Entonces el objetivo también debe decirnos en qué momentos vamos a darnos
cuenta si el alumno aprendió o no. ¿Y eso lo logramos a través de qué?
Alumna: De la evaluación.
P.: Entonces el objetivo debe tener también un criterio de evaluación, ¿no?... o...
un sistema que permita ver hasta dónde el objetivo fue cumplido. Esto deben
tenerlo esos objetivos con los que trabaja el niño en los niveles. Debe tener el
objetivo todos estos aspectos. ¡Bien! Entonces esas tres cosas debe tener el
objetivo.
(Finaliza la clase).
La primera idea que surge después de asistir a esta clase es que nadie dentro del aula,
ni siquiera el maestro, comprende lo que se está diciendo. Parece que las palabras
perdieran su contenido y al armar con ellas un concepto no se supiera cuál es su
significado, cuál su utilización en la práctica.
Parece que este aspecto, entendido como el cumplimiento del conjunto de normas
establecidas dentro de la institución para alcanzar sus objetivos, es central y
determinante en el desarrollo de las actividades diarias. Son los maestros y las
directivas quienes se encargan de que exista un cumplimiento de estas normas por
parte de los alumnos. Una buena disciplina, como se entiende dentro de la institución,
es lograr que los alumnos estén "bien presentados", el establecimiento aseado, que los
alumnos "respeten" a sus superiores, etc. Existen sanciones contra las transgresiones a
las normas institucionales, que van desde castigos como la expulsión de clase, rebajas
en la calificaciones, hasta la suspensión de varios días de clase, con sus respectivas
rebajas en las materias que se vean en esos días. Las faltas que más se sancionan son
las que hacen referencia a la relación con los profesores, como por ejemplo que un
alumno responda en tono fuerte, o diga algo que desagrade al maestro. Por otro lado,
existen recompensas al "buen cumplimiento" de la disciplina, como menciones de
honor, felicitaciones verbales. En últimas, ser disciplinado es ser obediente y sumiso.
Esta manera de entender la disciplina, que básicamente hace referencia a aspectos
explícitos de la formación de la personalidad y de la vida en comunidad, genera una
relación desigual entre maestros y alumnos a través de la cual el alumno va adoptando
actitudes y conductas que se convertirán en las pautas de su oficio de maestro. Los
alumnos aprenden que deben ser sumisos, pero también entienden que el maestro es el
portador de la autoridad, el que hace cumplir la disciplina, y que existe una separación
muy amplia entre los derechos del maestro y los de los alumnos.
P.: "Disciplina quiere decir conducción, guía, enseñanza. Para poder conducir,
lógicamente, debe haber una persona que conduce y personas que se dejan
conducir. ¿Sí, o no?
Alumnos: Sí, claro.
P.: El primer punto básico es el ejercicio de la autoridad. Que no cambien los
papeles. Porque sucede que hay quienes dicen que a los niños se les debe dar lo
que quieran. Pero resulta que los jovencitos se vuelven caprichosos, quieren
hacer su voluntad, y después los superiores no tienen lugar, no tienen sitio de
respeto. Porque la autoridad no se ejerció.
Ustedes son maestros... o están preparándose para maestros y ustedes se paran
frente a un grupo a ejercer la autoridad. Ustedes pueden manejar el grupo de
diferentes maneras, pero estas diferentes maneras de todas formas están
enmarcadas dentro de los estímulos y los castigos...
De la incapacidad que muestran los maestros para manejar los temas que están
transmitiendo se desprende el hecho de que se haga una interpretación errónea de lo
que debe ser la disciplina. Esto es muy evidente en la clase presentada. La profesora
está diciendo repetidas veces: "silencio", "cállense", etc., pero es tan monótona la
clase, a pesar de estar basada en preguntas, tan confusos los planteamientos, que los
alumnos prefieren conversar entre ellos que prestarle atención a la profesora.
Lo que los futuros maestros tienen como modelo es una persona que memoriza
conocimientos y los repite restándoles contenido, y una persona que controla el grupo
a través de gestos duros, palabras severas y sanciones, pero no a través de una buena
exposición. Estas acciones son más importantes en los alumnos que las teorías
pedagógicas que estos mismos maestros les pueden ofrecer. De esta manera se van
formando en los alumnos-maestros los criterios para enfrentarse a un grupo. Esto se
verá más adelante cuando se analice la práctica en la escuela anexa a la normal.
La labor que los docentes desempeñan dentro de la escuela normal está determinada
por diferentes aspectos que de una u otra manera inciden en las características que
asuma el desarrollo de dicha labor. Estos aspectos, referidos al maestro
específicamente, se relacionan con las actitudes que éste tiene frente a la teoría
pedagógica, frente a los alumnos y frente a su labor docente.
... En primer lugar establezco una relación a nivel académico (con los alumnos),
por ejemplo tener alguna investigación, darles bibliografía, que ellos estén
dijéramos al máximo, con todos los datos que necesitan, yo procuro que al
menos en mis clases ellos aprendan algo... ... Y no sé a veces los alumnos... yo
pienso que no en todos los alumnos se puede dar la misma confianza, hay
alumnos que no saben aprovechar esa confianza sino que ya están enseñados a
que mando y obedecen porque si él no obedece, va a tener problemas. De todas
maneras siempre he querido que ellos den al máximo, sin necesidad de estarles
diciendo: ¡Bueno!, es que si no obedece existe una sanción para ustedes...
Los avances logrados en la relación sólo tienen que ver con la eliminación de algunas
formalidades (solemnidad en el trato, prácticas religiosas, etc.), pero en esencia el
modelo enseñanza-aprendizaje sigue aún sobre las mismas bases. Entre los maestros
de la normal existe un lugar común en cuanto todos hablan de la nueva pedagogía
como de algo que ha roto con todos los antiguos esquemas. En la exteriorización
verbal sobre la pedagogía hacen uso del discurso sobre las nuevas relaciones maestro-
alumno, pero la observación del cara a cara en el aula de clase permite ver el ejercicio
docente real. Ahí resurge el esquema maestro-saber alumno-disciplina.
En el aula hay 30 niños, hombres y mujeres, con edad entre seis y ocho años.
Está la profesora directora del grupo, quien se sienta en la parte de atrás para
observar a las dos practicantes y evaluarlas durante el transcurso de la clase. Esta
es una práctica de alumnos de 4º de normal en el grupo 1º de primaria.
Transmisión de conocimientos
Esta clase trata, a partir de la narración de cuentos, de abordar varias áreas de estudio.
Se deduce, pues no es muy explícito en el desarrollo de los temas, que las materias
tratadas son matemáticas, lenguaje, religión y manualidades.
El primer cuento, del cual se derivan básicamente las diferentes áreas, es utilizado
como anécdota de la cual se extraen los contenidos, pero sin una vinculación muy
coherente. La practicante dice, por ejemplo: "¿Quién trajo al mundo a los amiguitos
de Juanito?". Con cierta lógica y ciñéndose a los personajes que aparecen en el cuento,
un niño responde: "Por la enfermera". La practicante se mofa de esta respuesta sin dar
ninguna explicación. Lo mismo sucede con la respuesta de otro alumno: "¡Por la
mamá!". La practicante dice: "Bueno... sí, por la mamá... pero una respuesta más...".
Aunque en cierta forma acepta esta respuesta, está manifestando claramente su
descontento con ella y la necesidad de que respondan lo que ella desea. Cuando
finalmente un niño dice como quien descubre algo "¡Dios!" la practicante lo felicita y
hace que todos aplaudan. Los niños logran dar la respuesta deseada, pero ésta no sale
de la misma presentación del cuento, de su estructura, sino que es deducida, por un
lado, de las dos negativas anteriores: no es "por la mamá", no es "por la enfermera",
entonces debe ser un ser superior quien trajo a los amiguitos de Juanito al mundo. Y
por otro, de la misma forma como asume la relación maestro-alumno, en que los niños
interiorizan y aprenden a Conocer las diferentes acciones de los maestros, basadas en
gestos y expresiones no verbales que tienen un contenido específico y en expresiones
verbales que según el tono y la forma como se pronuncien tienen un significado espe-
cial. El niño debe entonces, más que hacer deducciones lógicas y tratar de entender lo
que se le plantea, adivinar las respuestas que la maestra pide y comprender la manera
como ésta hace las preguntas.
La disciplina
Durante el transcurso de la clase traída como ejemplo es posible ver que la nota
constante e invariable son el desorden y la indisciplina que hacen los alumnos, por un
lado, y por otro, la desesperación que esto produce en las practicantes.
Para analizar este problema es necesario advertir que en la anexa los niños hacen una
clara diferenciación entre sus maestros y los practicantes, en el sentido de que los
primeros representan para ellos la autoridad, el saber y el poder, y en los practicantes
ven a los alumnos que están presentando un examen y que no representan tanta
autoridad como sus propios profesores, si bien no dejan de ser sus maestros. Esto
sucede básicamente porque así lo han inducido los maestros de la anexa, quienes en
presencia de los niños reprenden a los practicantes, corrigen sus errores y en ocasiones
les hacen sentir que no manejan el tema, que no controlan el grupo.
Quizás uno de los aspectos en que se puede observar más de cerca la incidencia del
tipo de relación maestro-alumno dentro de la normal en la formación de los alumnos
es en las prácticas que éstos deben realizar en la escuela anexa. Se supone que es en la
práctica pedagógica donde se ponen a prueba las capacidades del alumno de la
normal, tanto en la transmisión de conocimientos como en el manejo de la clase y en
la forma de abordar la relación con los alumnos de la anexa. Así mismo, las prácticas
pueden convertirse en una forma de evaluar la labor de instrucción-formación de los
maestros de la normal sobre los futuros docentes.
La mejor manera de tener una noción acerca de la práctica pedagógica de los alumnos
en la anexa es buscándola en el testimonio de los mismos actores, donde se podrán ver
las dificultades, los logros y el manejo de las relaciones. A continuación se presentan
tres visiones sobre el problema: la visión del alumno-maestro, la visión del maestro de
la normal y la visión del alumno de la anexa.
... A mí me gusta mucho el trabajo, sí, digamos trabajar con los niños, pero hay
profesoras... la ronda pasada me tocó trabajar con una profesora toda neurótica.
... Por ejemplo le toca a uno con determinada profesora, y no más de pensar que
le toca a uno con esa profesora, le da angustia de que se llegue el martes, que es
el día de práctica.
... A mí una cosa que no me gusta es que me griten delante de los alumnos o que
me digan que no sabe... me gusta que me llamen la atención pero cuando el
alumnado no está porque no me gusta que se enteren ellos, porque le hacen
recocha a uno después, especialmente cuando son cursos superiores le dicen a
uno: "se dejó quitar la clase...".
... No solamente les damos el conocimiento o el tema central, sino también los
estamos ayudando a formar... yo les llamo la atención de que se sienten bien, de
que no se agachen demasiado al escribir, no peleen con el compañero... pues
enseñarles a que se comporten, a que sean más sociables.
... Nos da recomendaciones, por ejemplo que debemos saber dominar el grupo,
muchas veces con los gritos no se logra el dominio del grupo, sino más bien
mantenerlo activo, motivado, sí, ella (una profesora) nos inculca hartísimo sobre
la disciplina...
Yo procuro llamar la atención (de los alumnos) demasiado... acá qué pasó, allá
atrás por qué están hablando... entonces muchas veces se me corre el tiempo y no
hago nada.
... O les digo manos arriba y sigo dictando la clase común y corriente, con los
alumnos con las manos arriba.
Estas citas abarcan aspectos como la actitud del alumno frente a la práctica, el manejo
de la clase en la anexa, recomendaciones del maestro de la normal, etc., que ofrecen
un cuadro general acerca de lo que son las prácticas pedagógicas. En primer lugar se
observa cuál es el estado de predisposición del alumno-maestro al enfrentarse a la
clase de prácticas. La predisposición negativa de los alumnos tiene su origen en
problemas de nerviosismo e inseguridad, pero fundamentalmente en el encuentro con
el profesor de la anexa que hace las veces de maestro consejero. Éste permanece en
silencio durante el transcurso de las clases observando al alumno-maestro, quien se
muestra tenso porque lo están evaluando, porque tiene que tratar de salir bien. Este
carácter de examen que presentan las prácticas en la anexa hace que el alumno
maestro pierda interés en que los niños realmente aprendan, en transmitir bien los
conocimientos, y a cambio de esto cobran importancia para él aspectos como el
control de la disciplina (algo en lo que los profesores hacen mucho énfasis), el hacerse
respetar como profesor y autoridad que es, etc., cosas éstas que logra no a través de la
apropiación que tenga de las nuevas concepciones pedagógicas sino que, por el
contrario, lo hace valiéndose de medios que se consideran revaluados en ocasiones y
caducos en otras, dentro de la llamada Escuela Nueva.
Maestro de la normal (coordinador de prácticas)
Lo que pasa es que los alumnos, yo no sé a veces uno les dice las mismas cosas
muchas veces pero ellos no las ponen en práctica, es un factor que se ha venido
dando año tras año, se les dice mucho una misma cosa, y a la práctica poco van a
dar.
... Algunas cosas las ponen en práctica, otras no, no porque no las manejen, no
las sepan, sino por pereza, no las quieren hacer...
... y la señorita llegó y nos dijo que teníamos que respetar a los practicantes
como a la profesora y que cuando había practicantes, sí se dejaban los
practicantes y que cuando estaba ella, a ella sí le hacían caso...
... no, a mí es que yo no le entiendo bien a los practicantes, sólo a dos
practicantes...
... la (practicante) del lunes, parece que le doliera la cabeza porque empezó:
buenos niños, es que nosotros somos unos payasos para ustedes, no señor... pero
con todo gritaba la señorita...
... a él (un niño) es el que prefieren más allá (en la anexa), a él si no lo pasan...
las practicantes son las que lo prefieren porque todo es Luis, como lo prefieren
es porque la mamá, la señora como que está... yo no sé, es que está trabajando en
la normal.
... hay practicantes que se desmayan, no pueden dictar la clase y se quedan
trabadas y se desmayan...
... ese día nos tocó con una practicante que no sabía ni mute. ¿Verdad? Eso como
que no estudiaba ni para dictar las clases y como que cuatro horas le tocó a ella y
no sabía y la señorita (la profesora de la anexa) dictó todas esas cuatro horas...
Antes de hacer algunas anotaciones sobre el carácter que asume la relación maestro-
alumno, es importante mostrar cómo ven los actores el problema. Se presentan a
continuación opiniones de los actores que están implicados en este aspecto, a saber:
un maestro de la normal, un alumno-maestro, un maestro de la escuela anexa y un
alumno de la escuela anexa.
Un maestro de la normal
Pues yo creo que la posición de todas formas de una autoridad, de alguien que
por experiencia, por algunos contenidos, tenga autoridad sobre ellos. Ante todo
autoridad de contenido, de materia y como también autoridad que hace cumplir
un reglamento, pero puede que incluso ellos sean, por ejemplo
económicamente, hay algunos que sobrepasan la situación de uno...
Un alumno-maestro
Un maestro de la anexa
... Antes había más disciplina en comparación con esta de ahora... que como el
gobierno prohibió los castigos, para mí es una sinvergüenzada porque por lo
menos antes uno respetaba al profesor y el padre de familia también respetaba al
profesor, no es como ahora que el niño va y le dice al papá que la profesora me
castigó, y sin saber él por qué lo castigó va allá a desafiarlos.
... Con esos castigos de antes había más disciplina y había más estudio y uno
tenía vergüenza de perder una materia.
... Sí, es malo que hayan quitado los castigos, para mi concepto, porque antes
uno llegaba a la casa y ahí mismo que a hacer la tarea y a trasnochar así fuera en
primaria, y ahora un niño llega a la casa a jugar, tienen más tiempo para estudiar
y no estudian...
Un alumno de la anexa
Nos tocaba repasar las tablas y yo hice mal una operación, me pasaron al puesto
y estaba mirando otra vez las tablas, me cogió de las orejas, y con la fuerza que
tiene me paró sólo con las orejas y me puso quieto en el suelo... pero eso sí, nos
hacía unas previas facilitas porque casi todos le sacábamos cinco...
Las anteriores citas aproximan mejor a la comprensión del aspecto central de este
trabajo: la relación maestro-alumno. A través de la descripción y análisis de las clases
se ha obtenido ya una visión general acerca del tipo de relación que se presenta dentro
del aula de clase, se ha observado la enorme brecha existente entre la teoría
pedagógica y la práctica. Pero tal vez el aspecto que más resalta a través de la
observación y el análisis de la información es el ejercicio de la autoridad. Se ha visto
cómo el maestro de la normal se basa en su autoridad de maestro para transmitir como
válida su concepción del mundo, cómo el alumno-maestro usa su autoridad transitoria
en el aula de la anexa para exigir respeto y disciplina. Nadie niega la existencia y la
necesidad de una relación de autoridad en el proceso de enseñanza-aprendizaje, lo que
se quiere es hacer resaltar cómo las diversas formas de ejercicio de la autoridad están
afectando e incluso suplantando la actividad escolar. Ya se ha hablado acerca del
conflicto entre los postulados y la escuela tradicional, de cómo la teoría pedagógica
moderna transmitida por los maestros de la normal a sus alumnos adquiere la
apariencia de un discurso vacío que nunca tiene en cuenta la posición del alumno y es
transmitido con la misma metodología de la escuela tradicional que se quería sustituir.
Quizá la forma más compleja de ejercer la autoridad y que más secuelas deja en los
alumnos-maestros es la que se ejerce a través del conocimiento. Existe aquí un
autoritarismo expresado en el carácter con que se presentan los conocimientos y la
manera como el alumno debe recibirlos. Se dan "verdades establecidas" y no existe la
posibilidad de una confrontación entre distintas teorías, entre diferentes formas de
abordar un mismo problema. Como se presume que el maestro es portador del
conocimiento, y no de conocimientos, y como se presume además que el maestro es
superior a los alumnos por ser ese dechado de sabiduría, los alumnos toman tal cual se
les dan los conceptos, sin que de ninguna manera se cuestione su validez.
Aunque de una manera muy general, las anteriores citas dan una idea de la nueva
concepción de la labor docente y su contraposición con la acción educativa
tradicional. El proceso de socialización secundaria dentro de una escuela normal
busca crear en los individuos unas ciertas actitudes y características que se adecúen a
las exigencias de la profesión entendida en estos términos. Así, se trata de formar un
individuo que logre el dominio del grupo y sepa captar la atención de los alumnos,
que mantenga un justo equilibrio en el ejercicio de la autoridad, que dé una real
oportunidad de participación a los estudiantes, y que logre conducir sus habilidades y
destrezas con el fin de obtener un desarrollo de su creatividad. Son éstas, en síntesis,
las características que componen el rol docente.
Sin embargo, es posible ver que con estas mismas concepciones de la nueva
pedagogía, el proceso de socialización en la escuela normal está formando individuos
que asumen el rol docente con unas características que están lejos de adecuarse a
dichas concepciones y que por el contrario se acercan más al ejercicio tradicional de
dicho rol. En otras palabras, se están produciendo maestros dogmáticos, autoritarios y
memoristas, que no dan oportunidad de establecer relaciones nuevas con un carácter
democrático dentro de la institución educativa. Esta contradicción tiene como base el
hecho de que los maestros de la normal asumen la nueva pedagogía sólo formalmente,
como un discurso que pueden expresar sólo de modo verbal, pero que no lo hacen
suyo en el sentido de integrarlo en su quehacer diario, en su práctica docente. Más
importante quizá que la transmisión verbal de este discurso pedagógico y que la
20
Jaime Jaramillo Uribe, Historia de la pedagogía como historia de la cultura, Bogotá, Centro de
Investigación y Educación Cooperativa, 1978.
transmisión de conocimientos en el proceso de formación del rol docente es el
desempeño práctico del maestro de la normal dentro del aula de clase. El alumno-
maestro se identifica con su agente socializador más en términos de su actuación
diaria, de su forma de conducir la relación y el desarrollo de las actividades
cotidianas, que en términos del mismo discurso pedagógico, máxime si hay una
contraposición entre una y otro.
Los factores que inciden en la existencia de este fenómeno deben buscarse tanto en la
estructura educativa en general como en los propios actores que conforman la relación
maestro-alumno dentro del aula de clase. La forma como los maestros desarrollan su
labor docente y su posición de agente socializador, al igual que la manera como los
alumnos-maestros asumen el rol, depende en gran medida de sus respectivos procesos
de socialización primaria, y en el caso de los maestros, de su formación docente. Estos
actores, generalmente provenientes de una clase social media baja, con un escaso
capital cultural en relación con otros sectores de la población, y con un patrón de
autoridad siempre presente, ya sea en la familia con un padre autoritario o en la
escuela primaria y secundaria con un maestro represivo, fácilmente se convierten en
individuos impermeables a las nuevas concepciones acerca del manejo de la disciplina
y el ejercicio de la autoridad. Individuos que en su vida escolar siempre aprendieron
conceptos mecánicamente, memorizándolos sin entenderlos, mal podrían abordar el
problema de la enseñanza-aprendizaje de una forma distinta. Pero sobre todo, la
organización social de la escuela normal, la forma como se realiza la actividad de
enseñanza-aprendizaje y las características de la apropiación del conocimiento de los
maestros que se transmiten en el aula, son elementos que conducen a los alumnos-
maestros a reproducir la discontinuidad entre la teoría y la práctica, a generar una
vivencia desintegrada de la labor docente.
De esta manera las reformas y los intentos por implementar teorías pedagógicas
modernas se quedan en un discurso vacío que choca contra toda una tradición
educativa y sociocultural. La actuación tanto de maestros como de alumnos es una
clara muestra del desfase existente entre los objetivos de la enseñanza y los resultados
obtenidos.
Otro camino que puede utilizarse para explorar las discontinuidades que se presentan
en la educación de los normalistas es el examen del desarrollo de los cursos que
conforman su programa formativo. Se hace énfasis en este caso en las
discontinuidades que tienen que ver con el conocimiento, con las formas en que, por
medio del proceso de enseñanza de las materias, el normalista tiene acceso o no a las
oportunidades reales de apropiación del conocimiento, especialmente por medio de la
relación entre teoría y práctica.
Con este propósito se seleccionaron las materias de formación del normalista que aquí
se denominan "materias vínculo", es decir, las que deben cumplir la función de
enseñar la comprensión del medio social que rodea la escuela y la dinámica social
dentro de ella. Estas materias están constituidas por la sicología, la antropología, la
sociología y la práctica de la comunidad.
Dentro de las materias vínculo se seleccionó el curso de sociología para mirarlo con
cierto detalle, aunque se han tomados algunos elementos de las otras para apoyar el
análisis. La interpretación del material recogido y de las observaciones directas del
proceso de apropiación del conocimiento llevan a pensar que la discusión debe
centrarse en la capacidad que se genere de vincular la teoría con la práctica. En efecto,
cuando se trata de un conocimiento de tipo básicamente conceptual solamente puede
pensarse que éste ha sido apropiado por los estudiantes cuando éstos desarrollan la
capacidad de aplicarlo para incrementar el entendimiento de su mundo cotidiano, de la
escuela, de la comunidad, del aula, de la relación maestro-alumno. De otra manera, si
permanece la discontinuidad entre teoría y práctica, lo que se obtiene es un
incremento de la información sobre un tema específico, por una parte, y por otra la
continuación de prácticas pedagógicas que provienen de la práctica que el profesor de
la normal realiza en su clase. Pero no se da una realimentación de las teorías hacia la
pedagogía, y sobre todo, no se induce en el normalista la capacidad de utilizar los
recursos que ofrecen planteamientos teóricos nuevos en su vida profesional.
En este sentido puede hablarse de una institución formadora de docentes que crea una
discontinuidad entre teoría y práctica como de un cascarón vacío conformado por la
persistencia de una práctica pedagógica y sobre el cual se deslizan, como un río sobre
un lecho de rocas, el conocimiento teórico, las renovaciones teóricas, las reformas
curriculares, los cambios educativos, sin que se produzca ninguna alteración notable.
Una situación de este tipo tiene, por supuesto, repercusiones de la mayor importancia.
Por una parte, se relaciona directamente con la calidad de la enseñanza normalista y
con la efectividad de su práctica profesional y, por otra, constituye un obstáculo de
gran magnitud tanto para la aplicación de reformas educativas como para la
realización de los programas de capacitación del magisterio.
En este sentido un primer punto de interés está dado por el concepto de ciencia que se
ofrece a consideración de los normalistas: "La ciencia es un campo de acción donde se
pueden tratar varios temas a fondo". Esta concepción de la ciencia sólo logra, como es
obvio, incrementar la confusión y ahondar la discontinuidad. La ciencia, claro está, no
es un campo de acción sino una forma de pensamiento. Además todas las formas de
pensamiento que practica el hombre ofrecen la posibilidad de profundizar en los temas
que tratan. Por otra parte, dado que existe una polémica sobre la noción de ciencia
entre distintas escuelas, el concepto que se da a los normalistas no se inscribe en
ninguna de las orientaciones predominantes sino que, por el contrario, las fracciona a
todas, confunde y ahonda la discontinuidad, y sirve de obstáculo para la apropiación
del conocimiento que los normalistas podrían derivar de las materias vínculo.
“Crítica al materialismo"
1. Idea de Dios —ha existido siempre, todo hombre tiene esperanzas en un Ser
superior y según la historia muchas tribus llegaron a rendirle culto a los
fenómenos de la naturaleza, los bárbaros también tenían dioses especiales para
la guerra y vemos que además de la civilización y el adelanto no ha (recibido)
desaparecido la idea de un Ser superior. Hay muchas religiones, de todas
maneras el ser humano manifiesta sus esperanzas en un ser sobrenatural.
3. También el socialismo trata al hombre como una máquina y una máquina que
puede dar más que cualquiera otra y a veces no se tienen en cuenta las
necesidades espirituales del individuo, ya que éste es mitad materia, mitad
espíritu. También tratan de igualar las fuerzas del hombre y de la mujer y
vemos que tanto en su aspecto físico como sicológico es distinto.
"Métodos de la sociología"
"Técnicas de la sociología"
En las pocas instancias en que se hace alusión a la articulación que se da entre teoría y
método, ésta se presenta de una manera tan nominal que su significado se pierde para
los propósitos del aprendizaje. Un ejemplo de uno de los intentos más claros de
plantear este problema se da en la discusión de la llamada "escuela americana" de
sociología, en los siguientes términos:
No sólo se dedican a estudiar los problemas del área rural, sino también de área
urbana, especialmente los problemas de las grandes ciudades; para conocer estos
problemas y la gravedad de ellos se necesita utilizar varias técnicas y métodos
sociológicos, como por ejemplo: entrevista, encuesta, cuestionario, el survey
social, monográfico, caso social, y unos que ya conocemos. Esta escuela procura
que una vez estudiado el problema, se encamine a dar pronta solución.
1) Grupos de la sociedad
Mayores o generales y hay grupos menores o específicos.
Mayores: son aquellos a los que ninguna persona puede dejar de
pertenecer, ejemplo familia, educación, religión, etc.
Familia: es aquel que satisface las necesidades básicas del individuo
como educación, vestido, alimentación, etc.
Educativo: es aquel en el que se está aprendiendo desde que se nace.
Religioso: es aquel que satisface una necesidad espiritual.
Económico: aquí se prepara el individuo para un futuro.
Estatal: todos estamos sometidos a unas leyes.
Recreación: consiste en descanso, cambio de actividad, como paseo,
televisión, etc.
2) Multitudes turbulentas
Son activas máximas en el individuo hasta el punto de máximo, de
agresividad, cólera, e ira, hasta llegar a la violencia.
—Son muy sugestiones, es decir, hay una sugestión.
—Cada persona actúa a su personalidad y grado de educación.
Multitudes orgiásticas: Son aquellas en las que hay un desenfreno de
pasiones, se llega al libertinaje sin importar nada, es voluntario, no
hay control, pena, nada, no actúa la educación.
Multitudes presas de pánico: Se presentan cuando hay algún peligro
de vida, no hay control de personalidad, no hay educación,
organización.
Se presentan enseguida dos caminos por medio de los cuales se evade esta aplicación
de los conceptos, caminos que se dan repetidamente a través de los apuntes de
consignación y que, con una notable excepción en el caso de la parte sobre sociología
de la educación que se analizará más adelante, constituyen un modelo didáctico que
conduce directamente hacia la discontinuidad que se estudia en este acápite.
1) . Primarios y secundarios.
Primarios: son aquellos unidos por vínculos de simpatía, amor, amistad, unidos
también por la fraternidad; generalmente en estos grupos hay proximidad en el
espacio, relaciones cara a cara, ayuda mutua, ejemplo: (Familia, amigos).
Esta forma de ejemplificación desarraiga los conceptos del mundo en que tendrían una
mayor eficacia: el aula, la escuela, la comunidad y la sociedad colombiana. Véase el
tratamiento que se le da al concepto de raza:
A partir de este concepto resulta imposible entender tanto los procesos de generación
de conflicto dentro de la comunidad que están de manera directa vinculados con la
socialización secundaria de que la escuela es vehículo, como los procesos de
innovación y cambio en la producción y en la organización social dentro de los cuales
se propone que la escuela debe actuar para su beneficio y el de la comunidad. El
supuesto de que toda conducta "distinta" implica la presencia de enfermedad mental
se basa en una concepción estática y puramente consensual de la vida en sociedad y
deja muy poco espacio para la diversidad cultural y para creatividad y el liderazgo que
el maestro debe ejercer en favor del desarrollo de la comunidad.
Desde 1969 se viene hablando en el país de los "criterios modernos" que orientarán la
política educativa para el nivel medio21 y en general para todos los niveles de sistema
educativo. Son sus postulados fundamentales: una concepción amplia y democrática
de la "comunidad educativa", es decir, del aparato institucional y de las relaciones
entre sus miembros; una práctica pedagógica caracterizada porque centraliza la
actividad en el alumno y centra tanto la relación maestro-alumno como el rol docente
en la idea de que el maestro es una "guía" y donde 'las nociones de respeto a las
iniciativas, intereses y necesidades" del alumno "pasan a ocupar el centro de la
relación pedagógica, tradicionalmente ocupado por el maestro"22.
Para las escuelas normales el efecto más inmediato de esa "nueva pedagogía" en la
legislación es la reforma curricular de la educación primaria (Decreto 1419 de 1978),
aunque este planteamiento haya venido expresándose hace años en algunos cambios
ya intentados en las instituciones formadoras de docentes.
Las entrevistas en profundidad o historias de vida que se han presentado aquí como
los distintos puntos de vista de tres generaciones de maestros, así lo indican. No
obstante, como puede verse en las mismas entrevistas y en la situación general de la
normal ya descrita, los preceptos de la "nueva pedagogía" distan mucho de ser la
realidad en la práctica académica de esta institución formadora de docentes y es
posible que ésta sea una situación generalizable a planteles similares.
21
Decreto 1962 de 1969.
22
Juan Carlos Tedesco, op. cit., p. 80.
Como el clima general que se vive en el plantel educativo es el de una ruptura entre
teoría y práctica denominado aquí discontinuidad, se procede a señalar algunas de sus
dimensiones y algunos casos concretos de los mismos en tres instancias distintas: la
organización social de la institución, la relación maestro-alumno y la forma de
apropiación del conocimiento.
Existen otras discontinuidades con la norma general: atraso en los pagos de los
sueldos de maestros, carencia de los requisitos académicos exigidos para ser
nombrados profesores de normal, en algunos casos, una consejería escolar que no
cumple sus funciones de asesoría y de seguimiento, y presiones políticas para
nombramiento de maestros. Pero también existen los incumplimientos de la norma
particular (reglamentos académicos y disciplinarios): ausencia injustificada de los
docentes, "voladas" de los alumnos del establecimiento, lectura de revistas y cuentos
en horas de estudio, retardos en las horas de entrada, indisciplina en las clases,
posesión de objetos prohibidos en la institución (radios, cuentos, ruanas, etc.). En este
último, el señalamiento de transgresión de la reglamentación institucional importa
como elemento de análisis para ver la "cultura" de la institución, pero no juzga la
validez en sí de la norma. Una reforma educativa debería considerar seriamente la
supresión de algunas de ellas que pueden resultar ya obsoletas, por ejemplo, buena
parte del reglamento del internado.
Puede concluirse entonces que la situación dramática que vive la escuela normal
estudiada desde el punto de vista de la enseñanza-aprendizaje, de la calidad de la
educación que reciben y dan los normalistas, está inscrita en el entrecruzamiento de
dos órdenes de factores: la política educativa y el contexto social de la práctica
pedagógica. En la política educativa el conflicto central está definido por las
exigencias opuestas de una visión economicista y empleomaníaca de la educación
versus la política educativa de la nueva pedagogía. En la resolución incómoda de ese
conflicto entre políticas educativas sale gananciosa aparentemente la visión
económica por cuanto impone a la nueva pedagogía la urgencia de entrenar mano de
obra (profesores) a la conveniencia de desarrollar la creatividad del normalista. De esa
manera, de la visión de la nueva pedagogía sólo sobrevive en la práctica el
planteamiento teórico desprovisto de su posibilidad real de aplicación. Como
consecuencia de este conflicto entre políticas educativas, la organización social del
conocimiento en la normal se urde por medio de una serie de discontinuidades que
entorpecen el proceso de enseñanza-aprendizaje y conducen a una baja calidad de la
educación. La verdadera perdedora en este entrecruce de conflictos es la calidad de la
educación.
La aplicación del currículo de primaria está, por supuesto, en manos de los maestros
que de todas maneras son los que implementan finalmente sus directrices. La
aplicación de esa herramienta fundamental que concreta la política educativa se ve
condicionada por una serie de factores que tienen que ver con la profesión docente y
con las circunstancias en que se lleva a cabo. De ahí que resulte vital, para planificar
una reforma curricular y la naturaleza de la capacitación de los maestros, analizar los
dos fenómenos de manera interrelacionada y no como dos hechos separados y sin
conexión en la práctica. La ejecución final de un currículo en las escuelas del país no
depende solamente de la bondad interna de su diseño sino también de la formación
pedagógica y cognoscitiva del maestro, de su estabilidad ocupacional, de la imagen de
la profesión con que trabaja, de sus actitudes hacia la docencia, de su satisfacción
profesional y del medio social en que se aplica la herramienta de política educativa. El
currículo puede estar muy bien diseñado internamente desde el punto de vista técnico
y no guardar relación con la naturaleza del proceso de desarrollo del país, la
diversidad de necesidades que genera su carácter eminentemente desigual, ni las
características y problemas básicos de la profesión de maestro de ese tipo de sociedad.
Cuando se piensa en las relaciones más generales que se dan entre el currículo de
primaria y la sociedad, se pueden plantear tres concepciones-tipo de currículo que
obedecen, a su vez, a diversas manifestaciones de las funciones básicas de la
educación.
Estas ideas nos llevan a la necesidad de definir los principales contextos sociales o
estadios de desarrollo que coexisten o interactúan dentro de la sociedad colombiana,
en medio de los cuales se desempeñan los maestros y a los que se podría aplicar un
currículo flexible.
Esta clasificación de contextos sociales obedece, por otra parte a una hipótesis sobre
la naturaleza del desarrollo colombiano en la que se plantea la coexistencia de
diferentes formas productivas. A la situación inicial de una agricultura campesina y de
hacienda se superimpone la conformación de una agricultura de empresarios medios,
fenómeno especialmente presente en la zona cafetera central. A la urbanización no
industrial se adiciona la presencia de formas industriales en algunos centros urbanos y
la presencia de urbanización marginal. Aparece, a su vez, la agricultura industrial
requerida por la producción industrial urbana y por las demandas alimenticias de la
ciudad2.
1
Esta clasificación se basa en los análisis contenidos en el trabajo de Charles Richter.. Una clasificación
de los departamentos y ciudades de Colombia según los niveles de desarrollo socioeconómico, Bogotá,
CEDE, 1979.
2
Para un mayor desarrollo de esta idea véase R. Parra, La desnacionalización de la industria y los
cambios en la estructura ocupacional colombiana, Universidad de los Andes, CEDE, Doc. 028. También
La conformación de la red urbana y sus consecuencias en la estructura ocupacional, Universidad de los
Andes, CEDE, Doc. 033.
El análisis de la profesión de docente debe partir de una paradoja: el hecho de que la
función específica que cumple en la sociedad la constituye en un grupo homogéneo de
tipo ocupacional pero, a la vez, las formas de su inserción en el medio de trabajo la
diferencian de manera fundamental y hacen que el conglomerado de los maestros se
caracterice también por una heterogeneidad que no es posible ignorar. Esa
heterogeneidad corre a través de su inserción en la sociedad en general, es decir, de las
características del contexto social en que lleva a cabo su actividad y que define formas
diferentes de actividad docente. Este fenómeno, como se explicó en el documento
anterior3, reviste gran importancia para la vinculación eficiente de la labor docente al
proceso de desarrollo tanto de las regiones como del país en general.
Con el propósito de analizar algunos de los problemas que plantea esta situación, este
informe se ha orientado hacia tres grandes temas: el primero se refiere a algunos
aspectos socioeconómicos de la profesión del maestro; el segundo a la conformación
de la imagen que el maestro tiene de su profesión, centrada en aspectos relacionados
con su capacitación, y el tercero se dedica a las líneas globales de política que pueden
ser derivadas del análisis de los puntos anteriores con respecto a la formación y
capacitación del docente.
La imagen que tienen los maestros de la profesión se observa desde dos puntos de
vista. El primero está centrado en las rupturas o incoherencias que esa imagen
presentó en su relación con la realidad social y con la práctica docente, y el segundo
en los conflictos que se generan entre dos grandes avenidas de influencia en la
formación del profesor: la orientación pedagógica y la definición de una función
social del maestro como formador de ciudadanos. Dentro de este contexto se insertan
3
Véase Los maestros normalistas.
la situación y las opiniones de los docentes sobre la capacitación, su eficiencia, utili-
dad y formas como desean recibirla.
Metodología
Este estudio se ha definido como exploratorio por varios conceptos. Por una parte, se
analiza solamente un número reducido de los aspectos de la profesión y se excluyen
puntos de la mayor relevancia como los asuntos referentes al ingreso de los maestros y
sus relaciones laborales, especialmente su participación sindical. Por otra parte, los
problemas que se presentan en este informe están todavía a un nivel general y
requerirían una mayor elaboración, que sería posible en un trabajo de mayor aliento
para que el estudio dejara de ser meramente exploratorio. Pero existen razones
concernientes a las técnicas de investigación que definen también como exploratoria
la encuesta realizada para recolectar la información. En efecto, no se trata de una
muestra nacional y por lo tanto no existe la posibilidad de generalizar sus hallazgos
para el magisterio de todo el país. En ese sentido no se puede hablar de una muestra
representativa de los maestros colombianos. La selección de los casos se ha realizado
por medio de una muestra estratificada y dirigida. El criterio de estratificación está
dado por una construcción teórica o tipología de contextos sociales de desarrollo
como se expuso anteriormente, y la selección de los casos (municipios que
ejemplifiquen cada contexto social) no se hizo al azar sino de manera dirigida, de
acuerdo con estudios existentes que caracterizan el grado de desarrollo de las distintas
circunscripciones geoeconómicas del país. Dentro de cada caso los maestros que se
encuestaron fueron seleccionados al azar, distinguiendo en los contextos agrícolas
entre cabeceras y áreas rurales propiamente dichas.
Puede decirse entonces que los hallazgos de que se habla en este trabajo exploratorio
son hipótesis ejemplificadas a nivel empírico con casos seleccionados por medio de
una tipología del desarrollo del país, tipología que sirve para comparar casos tipo de
ese proceso de desarrollo.
Como tales, esos hallazgos son útiles para orientar políticas globales sobre algunos
aspectos de la capacitación de los maestros en una sociedad con desarrollo desigual y
para sugerir líneas de investigación que profundicen en mayor medida la problemática
de los docentes colombianos.
EL ORIGEN SOCIAL DE LOS MAESTROS
En este capítulo se tratan tres aspectos generales que tienden a describir características
sociales de los maestros con respecto a su origen social, la edad y sexo de los
docentes, su origen de clase y la educación de los padres en relación con la de los
maestros.
Edad y sexo
Cuando se comparan estos datos con el estado civil de los maestros se observa que los
solteros son una proporción mayor en las áreas urbanas que en las rurales,
especialmente en el contexto urbano marginal donde llegan al 81%. Tal fenómeno se
ve corroborado si se tiene en cuenta que los maestros del contexto urbano marginal
tienen el promedio menor de hijos y que sus hijos muestran una edad promedio muy
inferior (4,3 años) a los de los contextos restantes, especialmente en comparación con
el contexto urbano industrial no marginal (14,2 años). Estos datos sugieren que los
maestros más jóvenes han tendido a ubicarse en la ciudad y en áreas marginales, más
específicamente.
Desde el ángulo del estrato ocupacional del padre, los maestros encuestados provienen
en su mayoría del grupo de pequeños propietarios y empleados (58%) y del estrato de
medianos propietarios y empleados medios (34%). Solamente un 8% se puede
clasificar en el grupo de grandes propietarios y administradores. Sin embargo, esta
distribución general muestra un corte de gran importancia cuando se comparan los
maestros del contexto urbano industrial no marginal con el resto de los educadores.
Efectivamente, los maestros del contexto mencionado muestran en una alta proporción
un origen más alto (77% pertenecen al grupo de altos y medianos propietarios y
empleados) que los de los otros contextos, que ubican el origen social de sus maestros
4
Ida Berger, Les instituteurs d'une génération a l'autre, París, Presses Universitaires de France, 1979.
Orlando Albornoz, El maestro y la educación en la sociedad venezolana, Caracas, 1965, sin editorial. En
cambio el caso brasileño presenta características similares a las de Colombia; cfr. Luis Pereira, O
magisterio primario numa sodedade de classes, Sao Paulo, Livraria Pioneira Editora, 1969.
mayoritariamente en el grupo de pequeños propietarios y empleado bajo (71,60 y
66%, respectivamente, para los contextos urbano industrial marginal, urbano no in-
dustrial y rural). En los contextos extremos en el proceso de desarrollo es notable la
diferencia de la contribución a esta tendencia por sexos: en el contexto urbano
industrial no marginal las mujeres provienen en un 23% (lo que constituye el
porcentaje mayor en todos los contextos) del grupo de grandes propietarios y
empleados, mientras que en el contexto rural, los hombres provienen en un 21% (de
un total de 30% de hombres) de pequeños propietarios y empleados.
Otra dimensión que se puede observar del origen social de los maestros es la posición
ocupacional de los padres. La posición ocupacional se refiere a la manera como se
inserta la persona en el proceso productivo en relación con la posesión de los medios
de producción. En este sentido los maestros provienen de hogares cuyos jefes se han
desempeñado fundamentalmente como trabajadores independientes (45%) y como
empleados (33%). Sólo un 14% viene de familias cuyos jefes son empleadores y un
8% de familias de obreros. Los maestros que provienen de familias de empleadores
son predominantemente mujeres, en especial en los contextos urbano industriales. Los
que son de extracción obrera, en cambio, predominan en los contextos menos urbanos,
lo que sugiere con claridad la poca tradición o posibilidad que existe entre los obreros
urbanos de entrar en la actividad pedagógica.
Por otra parte, los educadores de los barrios marginales urbanos salen de familias de
empleados, en contraste con los de contextos industriales no marginales que provienen
en mayor proporción de familias de trabajadores independientes.
Si se contrasta la estratificación objetiva del origen social de los maestros (el estrato
ocupacional del padre) con una clasificación subjetiva de su clase social, se encuentra
que hay algunas diferencias notorias que pueden deberse ya sea a una percepción
imprecisa de su origen, a una sensación de movilidad social, o en el caso del contexto
urbano no industrial, a una identificación política de la posición de clase. En general
los maestros tienden a percibir su posición social en estratos superiores a la medida
objetiva: 18% de los educadores que objetivamente pertenecen a los estratos medio
bajo y trabajador se ubican en el estrato medio alto. Este fenómeno ocurre en todos los
contextos sociales, con excepción del urbano no industrial, en que se presenta el
sentido inverso, es decir, como un descenso hacia el estrato de trabajadores. Al
tiempo, los hombres tienden a tener una mayor correspondencia entre la clasificación
objetiva y la subjetiva mientras que las mujeres tienden, en una proporción
importante, a clasificarse por encima o por debajo de su posición objetiva.
En resumen, puede afirmarse que el magisterio primario colombiano tiende a ser de
un origen social medio, con un mayor acento en los estratos medios bajos. Al tiempo,
la proporción de maestros de origen obrero o alto es muy pequeña y tiende a ubicarse,
el alto en las maestras que trabajan en los contextos más urbanizados y el bajo en los
maestros que trabajan en los contextos más rurales. Este fenómeno del origen medio y
de clasificación subjetiva de los maestros primarios colombianos es de gran relevancia
para el análisis de la profesión docente por cuanto puede estar incidiendo en los
procesos de movilidad social, en las migraciones, en la deserción del trabajo docente,
en la conformación de la imagen profesional y en la forma más o menos autoritaria de
llevar a cabo su relación con los alumnos.
Movilidad educativa intergeneracional.
Los maestros no escapan, como grupo ocupacional, a esta situación. Sin embargo, por
la naturaleza misma de su actividad, la educación de los maestros adquiere una
dimensión diferente: no es solamente una característica profesional sino que se
convierte en el núcleo mismo de su acción laboral. Por estas razones resulta de interés
mirar la doble faz de la educación de los educadores, la del contraste entre la realidad
social, la imagen y la práctica profesional que será objeto de análisis en capítulos
posteriores, y la que comparten con otros grupos ocupacionales, que es el objeto de
este capítulo.
Se presentan enseguida tres aspectos de la educación de los maestros: el nivel y los
tipos de su escolaridad, la migración con propósitos educativos y la migración con
propósitos laborales.
Así mismo, el 44% de los maestros que tienen educación universitaria han asistido a
cursos diurnos, el 55% a nocturnos y el 1% lo ha hecho por medio de "técnicas a
distancia". El porcentaje de profesores que asisten a programas nocturnos aumenta a
medida que los contextos se vuelven más rurales, fenómeno que es un reflejo de las
oportunidades de educación superior existentes en cada sitio y de la disponibilidad de
tiempo por parte del maestro.
CUADRO 13
COLOMBIA: MAESTROS QUE HAN CURSADO ESTUDIOS SUPERIORES
EN INSTITUCIONES DIURNAS, NOCTURAS O A DISTANCIA.
(PORCENTAJES)
Contexto de trabajo Diurno nocturno A distancia Total
Urbano Industrial no marginal 65 28 7 100
Urbano industrial marginal 53 47 0 100
Urbano no industrial 50 50 0 100
Agrícola industrial 21 73 6 100
Agrícola empresarial 0 100 0 100
Agrícola campesino 24 76 0 100
Agrícola total 44 55 1 100
No está de más recordar que estos fenómenos y su significado están marcados dentro
de los procesos de urbanización e industrialización y, en consecuencia, dentro de la
forma desigual como se presentan en el país esos procesos. Esa desigualdad de
desarrollo es precisamente el cauce por donde fluyen las causas de la migración y de
la estabilidad espacial en la historia ocupacional de los maestros colombianos.
Dentro de este contexto se analizan enseguida dos aspectos del proceso migratorio de
estudiantes-maestros: la migración que se lleva a cabo al pasar de la escuela primaria
a la secundaria, y la migración que se da entre la escuela secundaria y el lugar de
trabajo actual.
La tendencia general que aparece más clara a primera vista es hacia la estabilidad, o
sea que los maestros tienden a estudiar y trabajar dentro del mismo contexto. Sin
embargo, por debajo de esta estabilidad fluyen diversas corrientes dignas de
mencionarse, porque conforman patrones de conducta. El primero de esos patrones
está constituido por la tendencia que se observa en los contextos urbanos a
incrementar la proporción de maestros que asisten a escuelas secundarias en esos
contextos, en comparación con la proporción de maestros que asisten allí mismo a las
escuelas primarias; es decir, que se da una corriente migratoria de estudiantes de
primaria de contextos rurales hacia urbanos, al pasar a escuelas de nivel secundario. El
fenómeno es correlativo e inverso con relación a los contextos rurales. El segundo
patrón de conducta sugiere que aunque se dé una tendencia a estudiar la secundaria en
contextos más urbanos y a pesar de que una proporción de los migrantes permanezcan
después trabajando en contextos urbanos, una alta proporción de los que migran a
estudiar regresan a enseñar en contextos rurales.
Estos fenómenos deben, por supuesto, tenerse en cuenta para la toma de decisiones
sobre la naturaleza del currículo y el posible diseño de "paquetes" curriculares en la
enseñanza normalista.
En términos generales, tres de cada cuatro maestros han permanecido durante toda su
historia ocupacional dentro del mismo contexto5. Solamente el 15% de los educadores
ha realizado más de un movimiento entre contextos. Estos datos sugieren que la
estabilidad en el contexto de trabajo es mayor de lo que generalmente se piensa, si
bien la migración entre contextos no es igual a la migración de un sitio a otro dentro
del mismo contexto, la que puede darse con mayor o menor fuerza.
5
Es importante recordar que por no tratarse de una muestra nacional de maestros estas cifras no pueden
generalizarse en el sentido estadístico. Su valor es solamente el de sugerir una tendencia en situaciones
diferentes de desarrollo.
Adicionalmente, es interesante observar los movimientos migratorios que se dan en
los contextos agrícolas entre la cabecera municipal y las zonas más estrictamente
rurales. El primer hecho relevante es la existencia de un fuerte intercambio de
migraciones en ambos sentidos: en las cabeceras, de cada diez maestros seis
empezaron y están ahora trabajando allí, mientras cuatro provienen del área rural. En
el área rural el fenómeno es el mismo: de cada diez maestros seis empezaron y están
ahora en la zona, mientras los cuatro restantes provienen de las cabeceras municipales.
En las zonas rurales disminuye sensiblemente la proporción de maestros que
empezaron y continúan trabajando allí a medida que se baja en el gradiente de
desarrollo.
Esta segunda parte del estudio de la profesión del maestro está dedicada a sondear las
relaciones que se dan entre la imagen que el docente tiene de su tarea, la práctica de
esa tarea y la realidad social en la que implementa su acción.
El intento de aplicar esta imagen del maestro a una sociedad para la cual no ha sido
diseñada genera una ruptura o incoherencia en la práctica de la profesión que tiene
consecuencias de la mayor trascendencia. La imagen de líder de la comunidad que el
maestro tiene de sí mismo reviste particular importancia al hablar de su papel en el
proceso de desarrollo. Al maestro se le pide, a través de la imagen profesional que se
le impone, que desempeñe actividades para las cuales no ha sido convenientemente
entrenado. En efecto, en su formación no se han integrado ciertos procesos
fundamentales de cambio social que están incidiendo directamente en su práctica,
entre los cuales pueden mencionarse los siguientes:
De alguna manera puede decirse que este concepto constituye el centro de la imagen
ideológica que el maestro tiene de sí mismo y que conserva, a ciertos niveles de su
conducta, aun en contra de las fuerzas de procesos generales que le hacen ineficaz en
su forma tradicional, y muchas veces a costa de la frustración profesional.
Otro elemento que obra en contra del efecto de la imagen tradicional pero que, en vez
de aclarar la práctica de la enseñanza la oscurece aún más, está constituido por
algunos efectos no planeados de las reformas educativas o simplemente curriculares, y
por la adaptación de la formación y de la capacitación del maestro a las reformas.
Desde el punto de vista de los conocimientos, una reforma educativa significa
fundamentalmente poner al día lo que se enseña con los avances de la ciencia y de las
humanidades en el mundo contemporáneo. El conocimiento, como es sabido, no se
genera al azar en todos los contextos sociales sino que se ubica cada vez más en
ambientes urbanos industriales, donde se desarrolla con mayor intensidad y donde se
entiende y utiliza en mayor medida el pensamiento abstracto. El entrenamiento en esta
habilidad que recibe el maestro hace que su forma de manejar los conocimientos y de
mirar la actividad humana se adapte cada vez más a un estrato de la población: los
grupos medios y altos de contextos urbanos. Pero a su vez es posible que muchas
dificultades que el maestro encuentra en el proceso de aprendizaje y muchos de los
obstáculos valorativos a la escuela que parten de los grupos humanos que viven en
otros contextos sociales, hallen su origen en la distancia que las comunidades y los
individuos perciben entre lo abstracto de los conocimientos que imparte la escuela y la
realidad concreta de su forma de vida. De allí puede surgir también, y no solamente de
la atracción que ejerce la ciudad, el deseo expresado por los maestros de trabajar en
contextos urbanos, con preferencia a contextos rurales. Estos fenómenos, de la mayor
importancia tanto para el proceso de enseñanza-aprendizaje en la escuela como para la
relación del maestro con la comunidad, tampoco han sido integrados a la formación y
capacitación del docente colombiano.
Estas situaciones nuevas, ajenas en su mayoría al control del maestro, generan una
redefinición básica del papel del maestro que no sólo afecta objetivamente su
desempeño profesional, sino que le crea una ruptura con la imagen de su tarea en la
sociedad. Dentro de esta compleja trama deben entenderse las opiniones dadas por los
maestros sobre la imagen de su profesión.
La imagen
Se presentan enseguida algunos datos sobre los dos elementos centrales planteados
para definir la imagen del maestro: su carácter fundamentalmente "sagrado" y su
participación en las tareas de la comunidad:
La imagen que los docentes tienen sobre su profesión puede explorarse inicialmente
observando el punto en que se halla su tránsito entre lo sagrado y lo secular, en el
sentido que H. Becker da a estos términos. La concepción sagrada de la profesión
estaría enfatizada por la idea de vocación docente, en el sentido de una función
altruista, de un servicio que se desempeña como una misión total, que da un
significado a la vida y cuyo cumplimiento influye en todos los actos de la persona y le
confiere un status particular muy semejante a un sacerdocio. La imagen secular
tendería a ubicar el concepto de educador como una actividad profesional con
obligaciones definidas y contenidas en la función docente misma, cuyos límites no
traspasan el aula y, por lo tanto, no se extienden a actividades comunitarias no
escolares. Desaparece en este caso la noción vocacional integral, y se reduce el rol del
educador a un concepto ocupacional que requiere ciertas habilidades pedagógicas
específicas.
Siete de cada diez maestros encuestados expresan una concepción de su tarea que
tiende a lo "sagrado". Aunque la secularización de la imagen del maestro es un poco
mayor en las ciudades (36%) que en las zonas rurales (30%), no es un fenómeno
identificable claramente con el proceso de urbanización en general.
El maestro y la comunidad
Una situación de este tipo puede ser catalizadora de actitudes más seculares y
profesionalizantes, o bien puede conducir hacia la apatía, el cinismo y la anomia, o
hacia actitudes críticas sobre el sistema escolar o social en general. Algunos de estos
fenómenos son especialmente visibles donde se da una mayor descomposición del rol
del maestro, como en las áreas marginales urbanas, donde la situación se expresa en
agresividad hacia la escuela por parte de algunos sectores de la comunidad y donde
disminuye notablemente la posibilidad de participación del maestro en actividades
extraescolares. O en contextos donde otras instituciones muy fuertes, como la
Federación Nacional de Cafeteros, entran a cumplir tareas con la comunidad que
pertenecían tradicionalmente al maestro.
Quedan así expresadas algunas líneas generales de la ruptura que se presenta entre la
imagen profesional del maestro y la realidad social en que le toca desarrollar su
acción.
La práctica
El análisis de las opiniones y juicios que los maestros hacen sobre la capacitación que
han recibido, a lo largo de su experiencia profesional, debe centrarse en la
incoherencia fundamental que se expresa entre su formación como docentes y la
práctica de la enseñanza. En esta parte se observarán fundamentalmente las opiniones
sobre la utilidad de la capacitación, con respecto a la labor puramente docente y como
ayuda para la relación del maestro en la actividad extraescolar.
A un nivel específico el 75% de los maestros piensa que los cursos de capacitación
son de fácil aplicación en su trabajo en las escuelas, mientras que el 63% opina que
son útiles para el trabajo extraescolar. Sin embargo, si se profundiza un poco en las
causas por las cuales los docentes creen que la capacitación ayuda al trabajo con la
comunidad, se observa que el 39% de las respuestas afirmativas se refiere a
fenómenos no pertinentes, como la actualización de conocimientos, el trabajo dentro
de la propia familia del docente, el compartir conocimientos con los otros maestros, o
la evangelización. Al mismo tiempo, una alta proporción de maestros (77%) piensa
que la capacitación no ayuda al trabajo comunitario, debido a que su énfasis es
puramente académico o teórico.
Una dimensión adicional de la manera como los maestros ven este fenómeno lleva a
ubicarlo dentro del marco de los contextos sociales. Se trata de observar la percepción
que tienen los maestros sobre la dirección de la capacitación con relación a los
problemas específicos que plantea la docencia en contextos urbanos o rurales. La
tendencia general de las respuestas varía según el contexto en que trabaja el maestro.
Los docentes que trabajan en contextos urbanos tienden en mayor proporción a
percibir que los cursos se refieren más a problemas típicamente urbanos, y los de áreas
rurales a sentir que la capacitación trata tanto problemas urbanos como rurales. Ambos
grupos de maestros creen que el énfasis en problemas puramente rurales es mínimo.
En términos globales las opiniones de los maestros configuran un cuadro que se centra
en la desconexión entre el entrenamiento del docente y su realidad laboral, en dos
sentidos: a) entre la imagen de participante en los procesos comunitarios y su
formación fundamentalmente dirigida al trabajo intraescolar; b) entre la capacitación y
las necesidades prácticas encontradas en los contextos sociales específicos,
especialmente en el caso de los contextos menos urbanos. Estas ideas son, por otra
parte, expresadas de manera vaga y general, pero su percepción es de todas formas
anotada consistentemente.
Actualización y capacitación
La casi totalidad de los maestros piensa que los estudios de las normales no capacitan
para enseñar, sin la ayuda de la capacitación. La clara conciencia que los maestros
expresan de esto hace aún más importante comprender, aunque sea de manera muy
general, las formas que utilizan para ponerse al día con los avances del conocimiento
en su área profesional.
Se examinan enseguida estas tres modalidades, las más usadas por los maestros,
haciendo énfasis en los cursos de capacitación.
Las lecturas
Los maestros afirman que el tiempo que dedican a sus lecturas es de una hora y media
por día. Dos de cada tres afirman que estas lecturas son de tipo profesional o ligadas a
su actividad docente. Los restantes maestros dicen que sus lecturas son
fundamentalmente de tipo recreativo. Sin embargo, al examinar la lista de lecturas
realizadas en los últimos dos meses se puede concluir para todos los docentes que las
obras leídas son centralmente recreativas y de baja calidad, cuyos efectos, aun
indirectos, en el mejoramiento de la enseñanza no quedan claros. Por otra parte, la
mayoría de las lecturas que están directamente vinculadas al trabajo docente son
hechas por los que asisten a la universidad y están, aparentemente, conformadas por
los textos de trabajo de sus cursos. La mayoría de los maestros no han desarrollado el
hábito de la lectura profesional como una forma de actualización, aunque sí
desarrollaron la conciencia de que es algo importante o, por lo menos, de que es una
característica de la imagen del maestro que es necesario expresar.
El trabajo en grupo
Como promedio, los maestros han tomado 2,5 cursos de capacitación a lo largo de su
historia profesional. Contrariamente a lo que se esperaba, los maestros de contextos
rurales han tomado más cursos de capacitación que los de contextos urbanos, en
especial los del contexto urbano no industrial y marginal. Es posible que este
fenómeno obedezca a que el deseo de migrar por medio del avance profesional y la
mayor dificultad de conseguir un empleo secundario hayan sido una motivación
central en los maestros de contextos rurales, como se podría concluir del análisis de
las condiciones de trabajo. Aunque también podría pensarse que los maestros de
contextos rurales sienten de manera más fuerte la ruptura entre la práctica y la realidad
social, especialmente debido al cada vez mayor nivel de abstracción de sus
conocimientos, y tratan de resolver la incoherencia multiplicando los cursos de
capacitación a que asisten.
Los maestros urbanos muestran también una mayor tendencia a pagar por los cursos
de capacitación, lo que refleja la existencia de un mayor número de instituciones
privadas que brindan este servicio en las ciudades. Este fenómeno puede verse
claramente al constatar la naturaleza privada u oficial de las instituciones en que los
maestros tomaron sus cursos en los diferentes contextos. Efectivamente, en el
contexto urbano industrial la proporción de los cursos tomados en entidades privadas
es mucho más elevada (30%) que en los otros contextos. En el contexto agrícola
empresarial, sin embargo, esta cifra es también significativa, debido posiblemente a la
acción de la Federación Nacional de Cafeteros. La proporción en que los cursos de
capacitación han servido a los maestros para ascensos en el escalafón muestra una
amplia dispersión entre contextos (entre 5 y 44%), lo que de alguna manera es
afectado por el congelamiento en que se hallan las promociones por este concepto
desde hace varios años.
Por regla general los maestros asisten a cursos de capacitación en los mismos
contextos en que trabajan. Es decir, que el volumen de movilización espacial entre
contextos no es muy grande, aunque se da una movilización de cortas distancias.
De todas maneras es visible, de acuerdo con las opiniones, que los maestros rurales
tienen un mayor grado de incoherencia entre las aspiraciones y la realidad, en cuanto
al sitio de trabajo.
Por otra parte, los maestros parecen estar en su mayoría (tres de cada cuatro,
aproximadamente) más interesados en la práctica docente misma que en desempeñar
actividades de tipo administrativo dentro de la labor educativa.
Además del análisis de las rupturas que se presentan entre la imagen del maestro y su
relación con la realidad social, es conveniente considerar algunos fenómenos de la
imagen del maestro con respecto a su práctica docente. El hecho que se quiere discutir
ocurre cuando el maestro, dentro de su actividad en la escuela, se enfrenta con
situaciones planteadas por dos de los objetivos más importantes de su profesión: la
transmisión eficaz de conocimientos y la formación del niño como ciudadano.
La imagen que los maestros expresan de los objetivos de la docencia coloca como lo
más importante la formación de ciudadanos, seguida de la importancia de hacer la
enseñanza útil a la comunidad y, en tercer lugar, la transmisión de conocimientos. Es
decir que, dentro de la imagen de su actividad, los maestros perciben la formación del
estudiante como una meta más general y prioritaria con respecto a las otras dos. El
objetivo de hacer útil el ejercicio de la profesión a la comunidad en que trabaja el
maestro ha sido presentado en el capítulo anterior. Esta parte del informe se centrará
en analizar la relación entre el primero y el tercero.
Estos dos objetivos que se presentan aquí separados para propósitos analíticos no son
percibidos como tales por los maestros sino tomados como un conjunto indiferenciado
(lo mismo se aplica para la relación con la comunidad). Su indiferenciación lleva al
docente a no visualizarlos como generadores de situaciones conflictivas y, en la
situación colombiana actual, como prácticamente contradictorias, sino por el contrario
a sentirlos como actividades complementarias. Sin embargo, cuando el maestro se ve
ante la práctica profesional aflora el conflicto que puede conducir al docente a
conductas erráticas o a resolver el dilema en uno u otro sentido. La solución más
generalizada parece ser la decisión en favor de la avenida pedagógica, por lo menos en
cuanto se puede deducir de la imagen expresada por los docentes.
Esta situación sale a flote cuando se coloca a los maestros ante conceptos centrales de
cada una de las dos avenidas de influencia. Del lado de la concepción moderna de la
pedagogía, de la veta que aboga por el desarrollo de la creatividad y el espíritu crítico
ante el conocimiento, se puso a los maestros a expresar su acuerdo o desacuerdo con
respecto a la siguiente posición: "a los niños debería enseñárseles que todos los
problemas deben ser sometidos a examen crítico y objetivo, incluso los problemas
religiosos, morales, económicos y sociales". Del lado de la función formadora de
ciudadanos aptos para desempeñarse en la sociedad colombiana se preguntó a los
maestros su acuerdo o desacuerdo con respecto a la afirmación "las escuelas deben
enseñar a los niños a vivir de acuerdo con los más altos valores morales". Como puede
verse, los dos postulados encierran mensajes conflictivos y, a la vez, ampliamente
difundidos por las dos avenidas de influencia en la formación de la imagen del
docente. Las respuestas de los maestros son de mayor interés.
2. Resulta entonces de interés mirar algunas de las variables que pueden estar
condicionando este fenómeno. En general el sexo de los profesores no parece
establecer una diferencia significativa en las respuestas. En cambio la edad
parece introducir variaciones de interés. Si bien el objetivo pedagógico no
experimenta cambios importantes, cuando se consideran las respuestas de los
maestros menores y mayores de 35 años, puede observarse que estos últimos
tienden en mayor proporción (91%) a identificarse con el objetivo de función
social que los menores de esa edad (64%). Este último fenómeno parece ser
levemente más pronunciado en el caso de los hombres que de las mujeres. De
todas maneras, el hecho de mayor relieve es la incidencia de la edad, lo que
puede remitir la explicación a la naturaleza de la formación normalista y sus
cambios en el tiempo. A su vez, los datos parecen indicar que los profesores
más jóvenes dan, en mayor proporción, más importancia a la función
pedagógica, y los mayores se inclinan más por la función social. Igualmente
parece darse una mayor tendencia en los menores que en los mayores a
resolver el conflicto planteado por los dos objetivos del quehacer docente.
4 Un tercer elemento que puede estar condicionando el conflicto entre los dos
objetivos de la docencia que se contempla aquí es la percepción que el
maestro tiene del origen de clase de sus alumnos y de sí mismo.
Los datos sugieren que cuando los maestros perciben que el origen social de sus
alumnos es de clase alta o media tienden a dar en mayor proporción importancia al
objetivo pedagógico, que cuando los perciben como de clase baja. Solamente los
maestros que se identifican ellos mismos con un origen social alto parecen pensar que
la función social tiene un papel de fuerza, casi igual al del objetivo pedagógico cuando
se trata de alumnos de clase baja. Aunque los datos obtenidos no parecen conclusivos,
es interesante anotar las tendencias como hipótesis que tal vez con un estudio más
preciso den resultados de mayor significación.
De todas maneras es importante anotar que los conflictos que surgen en la imagen que
el maestro tiene de su actividad profesional contribuyen a confundirlo más, y que
cuando se piensa en la planificación de reformas curriculares o en el diseño de
estrategias de capacitación deben considerarse estos fenómenos y hacer un esfuerzo
por aclarar los objetivos en términos de la situación global del docente con el
propósito de reducir las disonancias creadas por las demandas encontradas.
CONCLUSIONES
El objetivo de este capítulo es hacer explícitas algunas líneas de política que pueden
derivarse de los análisis realizados en el estudio. Su presentación se ha agrupado en
cuatro grandes temas: 1) políticas concernientes a la flexibilidad del currículo; 2)
políticas relativas a la imagen profesional del maestro; 3) políticas sobre capacitación;
4) áreas prioritarias del estudio.
La flexibilidad del currículo descansa entonces, en buena parte, sobre el maestro, que
es quien debe flexibilizar la aplicación de sus herramientas pedagógicas a las
diferentes situaciones sociales. Esto, por supuesto, implica cambios fundamentales en
la formación y capacitación de los maestros: no hay que formarlos o capacitarlos para
que apliquen una herramienta de enseñanza de manera mecánica y uniforme en todos
los contextos sociales, sin discriminación ni diferenciación, sino por el contrario, se
les debe preparar para el manejo dúctil y flexible de las herramientas pedagógicas,
según la naturaleza de los contextos sociales en que trabajen en los sucesivos
momentos de su historia ocupacional.
De estas consideraciones se desprende una línea de acción que tiene que ver tanto con
la formación, como con la capacitación de los maestros: un rediseño curricular de las
materias relacionadas con ciencias sociales y práctica de la comunidad tendiente a
formar y capacitar a los estudiantes-maestros y a los maestros en ejercicio en la
comprensión de los fenómenos básicos del desarrollo nacional, en el papel
contemporáneo del maestro en la sociedad colombiana, y en las relaciones entre estos
hechos y la docencia.
La capacitación
Los hechos anteriores plantean una pregunta básica para la política de capacitación:
¿es conveniente diseñar políticas especializadas de capacitación que tengan en cuenta
las diferencias marcadas por los contextos sociales? El análisis de esta cuestión
merece algunas consideraciones que se enmarcan dentro de la discusión sobre la
conveniencia de dar a los maestros una formación especializada, o una formación
básica general. Parece de importancia tener en cuenta que la naturaleza dinámica y
cambiante del proceso de desarrollo desigual del país haría muy difícil formar
maestros especializados en problemas específicos del desarrollo de ciertos contextos,
sin que esos conocimientos y capacitación se convirtieran en obsoletos con cierta
rapidez y sin chocar con los procesos migratorios de los maestros y la población. Por
otra parte, ya la educación impartida por la escuela colombiana muestra como
tendencia general una especialización que la identifica con las necesidades de la
sociedad urbana.
Áreas de estudio
Estos son, pues, algunos de los elementos que van constituyendo la democratización
del saber científico en procesos de capacitación y profesionalización de maestros. Su
difusión, que parece expandirse a pasos agigantados, ofrece múltiples posibilidades y
una gran riqueza de opciones. Parece un camino eficaz para que el magisterio retome
la autonomía profesional, el papel protagónico que debe tener en el mejoramiento de
la calidad de la educación que se imparte a la juventud colombiana.