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Primera Jornada
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¿Es posible que nuestra vida sea solo un sueño y la vida verdadera empiece solo después de
la muerte? Esta pregunta filosófica y trascendente de la teología cristiana es la que
Calderón trata de aclarar en su drama La vida es sueño. A pesar de la seriedad de los temas
–la predestinación fatídica contra el libre albedrío, el honor y la venganza, así como el
conflicto entre padre e hijo–, la obra resulta ligera con una mezcla bien lograda de comedia
y tragedia. Al final, se llega a la comprensión de que el ser humano puede imponerse sobre
su destino y seguir siendo humilde. El príncipe Segismundo no tiene que ser el tirano
sangriento que le profetizaron a su padre. El destino cruel e imperturbable, que en los
antiguos dramas pertenecía a un inventario fijo, puede ser invalidado, según Calderón, solo
cuando el ser humano, por su libre albedrío, se pone de parte del bien.
Ideas fundamentales
El drama en verso de Calderón, La vida es sueño, se encuentra entre las obras de
teatro más importantes del Siglo de Oro español (ca. 1550-1680).
Contenido: El rey Basilio de Polonia se entera por un horóscopo de que su hijo se
convertirá en un tirano. Por esa razón, lo encierra en una torre. El príncipe
Segismundo solo será rey por un día y, efectivamente, resulta ser un malvado y un
asesino. Lo regresan a prisión y le dicen que su día como rey fue únicamente un
sueño. Solo cuando entiende la vida como un sueño, mejora y se convierte en rey.
La obra ofrece una mezcla de filosofía seria y divertida comicidad.
Algunos personajes se presentan con distintos disfraces y refuerzan así la
incertidumbre acerca de lo que es real y lo que es sueño.
Dos temas centrales de la obra son la libertad y la fuerza del destino.
La idea fundamental del argumento se basa en una adaptación cristiana de la
leyenda de Buda y en el motivo literario del durmiente en vela.
La moraleja corresponde a la doctrina cristiana de la salvación: la vida terrenal,
comparada con la vida después de la muerte, es solo un breve sueño.
Calderón escribió en total más de 200 obras.
La vida es sueño tuvo una rápida acogida en Europa, fuera de España, y sirvió de
modelo para muchas adaptaciones.
“¿Qué es la vida? Un frenesí. / ¿Qué es la vida? Una ilusión, / una sombra, una
ficción, / y el mayor bien es pequeño; / que toda la vida es sueño, / y los sueños,
sueños son”.
Resumen
El prisionero en el calabozo de la torre
En un inhóspito desfiladero montañoso de Polonia, se encuentra una torre que sirve como
prisión para Segismundo, el hijo del rey de Polonia. Dos figuras se acercan: la moscovita
Rosaura, vestida de hombre, y su criado, Clarín. El caballo de Rosaura se ha escapado, así
que ahora tiene que andar a pie, al igual que su criado, por la intransitable campiña. A
través de la puerta semiabierta de la torre, ambos ven un pálido reflejo de luz. Escuchan
cómo, desde la torre, Segismundo, atado con cadenas y vestido con pieles de animales,
maldice su destino. Segismundo no comprende por qué debe vegetar ahí encadenado, ya
que no es consciente de ningún delito. Cuando Rosaura y Clarín se dejan ver, quiere matar
de inmediato a los supuestos espías. Pero entonces, siente compasión por Rosaura y acepta
su petición de gracia, sin dejar de comentar que él no es en realidad un hombre.
Alertado por la conversación de los tres, Clotaldo, el guardián de la torre, acude corriendo
con sus soldados y detiene a los dos forasteros. Rosaura no quiere aclarar a qué ha ido a esa
región. Clotaldo les recrimina que han infringido la ley del rey. Todo contacto con el
prisionero se castiga con la muerte. Les vendan los ojos y los desarman. Rosaura le pide
encarecidamente a Clotaldo que cuide su espada, la cual encierra un misterio.
“¡Ay, mísero de mí, y ay, infelice! / Apurar, cielos, pretendo / ya que me tratáis así / qué
delito cometí / contra vosotros naciendo””.
Clotaldo reconoce la espada de inmediato: se la había dado antaño a su amante Violante
como prenda de su amor, junto con la promesa de reconocer como su hijo al portador de la
espada. Por esa razón, Clotaldo cree reconocer a su hijo en la Rosaura disfrazada y se
encuentra frente a un desagradable dilema: ¿debe poner en manos del rey a su propia sangre
y carne? Decide llevar a ambos frente al rey Basilio y tratar de obtener piedad para su
supuesto hijo. Si el rey se apiada, quiere identificarse. En caso contrario, el supuesto hijo no
debe enterarse de que fue su padre quien lo sacrificó.
En la corte del rey polaco, se encuentran sus sobrinos Astolfo y Estrella. Astolfo, el duque
de Moscovia, dejó su ciudad de origen para enterarse en la corte de los planes de sucesión
de su tío. Le propone a Estrella que sea su esposa, así ambos podrían recibir una parte del
trono. Ni él ni ella conocen la existencia de Segismundo y cuentan firmemente con que uno
de los dos heredará el trono del rey. Estrella no se opone a la propuesta de Astolfo, pero le
molesta el retrato de una mujer que él lleva en un medallón que cuelga de su cuello. ¿Ya ha
entregado Astolfo su corazón? La aclaración a esta pregunta es interrumpida por la entrada
del rey. Basilio se alegra de que su sobrina y sobrino hayan obedecido su llamado. Les
revela ahora a ellos y a la corte real que no es cierto que no haya tenido hijos.
“Esta espada es la que yo / dejé a la hermosa Violante / por señas que el que ceñida / la
trujera había de hallarme / amoroso como hijo / y piadoso como padre””.
Sin embargo, sus investigaciones astrológicas y su horóscopo le habían profetizado que su
hijo sería un bellaco, delincuente y tirano. Esto pareció confirmarse cuando su esposa, al
nacer él, falleció entre grandes dolores. Por esa razón, Basilio tomó la decisión de mandar
encerrar a su hijo en una torre y encargó a Clotaldo que fuera su guardián y maestro. Pero
ahora que dejará su dignidad real, lamenta el hecho. ¿Puede él negarle su destino a su
propio hijo? ¿Qué tal si las estrellas se equivocaron?
El experimento
Para darle a su hijo una oportunidad, Basilio quiere llevar a cabo un experimento: sentará
en el trono a Segismundo por un día, para ver cómo se comporta. Hay que adormecerlo,
traerlo a la corte y contarle la verdadera historia de su origen. Si demuestra que es un buen
rey, el trono le pertenecerá. Pero si resulta ser un tirano, como profetizaron las estrellas,
tendrán que volver a adormecerlo, regresarlo a la prisión y decirle que todo fue solo un
sueño. En ese caso, dice Basilio, el trono sería para Astolfo y Estrella. El pueblo está
entusiasmado y curioso acerca del resultado del experimento.
Más tarde, Clotaldo le informa al rey que el experimento puede empezar. Han adormecido a
Segismundo y lo han llevado al dormitorio del rey, donde los criados están esperando para
servirlo como monarca. Basilio se marcha y aparece Clarín, que se queja de que nadie se
preocupa por él. Después de un cambio de ropa, Rosaura puede hacerse pasar por sobrina
de Clotaldo y se alegra de la amabilidad de los criados. Clotaldo se muestra comprensivo y
toma a Clarín a su servicio.
“Yo he de ponerle mañana, / sin que él sepa que es mi hijo / y rey vuestro, a Segismundo /
que aqueste su nombre ha sido / en mi dosel, en mi silla”.
En ese momento, Segismundo entra a escena y se sorprende de su fastuosa vestimenta.
Clotaldo le informa su situación y trata de animarlo a enfrentar el destino que le
profetizaron. Pero Segismundo reconoce en Clotaldo a su guardián de muchos años y
quiere matarlo ahí mismo. Aun cuando logran impedírselo, él se comporta colérico y
descortés frente a los criados. Agarra a uno de los cortesanos y lo arroja al mar por el
balcón. Cuando Astolfo lo saluda de manera cortés, Segismundo responde con burla
mordaz. Basilio se entera del comportamiento de Segismundo y se siente desesperado de
que el destino muestre tener un poder tan grande sobre él. Quería abrazar a su hijo y ahora
se estremecía por sus manos asesinas. Segismundo rechaza la opinión de su padre. Tiene
derecho al trono, así que el viejo rey no tiene nada que decirle. Entonces, Basilio le advierte
a Segismundo que quizá solo esté soñando.
Rosaura aparece esta vez vestida de mujer. Se hace pasar por una dama del séquito de
Estrella. Segismundo está conmovido por su belleza e intenta conquistar su corazón con
palabras lisonjeras. Como no lo logra, manda que todos los criados salgan de la habitación,
con el propósito de satisfacer sus ansias por la fuerza. Solo Clotaldo se opone. Segismundo
saca su puñal, se produce una riña. Rosaura huye y pide ayuda, a lo cual se presenta Astolfo
y amenaza a Segismundo. Solo cuando aparece el rey, se deponen las armas. Una vez más,
Segismundo se burla de su padre y se marcha. Basilio da la orden de adormecer a
Segismundo, regresarlo a la torre y hacerle creer que todo fue solo un sueño.
Cuando aparece Estrella, Astolfo aprovecha la oportunidad para reiterarle su amor. Estrella
habla del retrato que traía antes colgado del cuello. Cuando Astolfo desaparece para ir por
el retrato, aparece Rosaura. Estrella le pide que espere a Astolfo y reciba el medallón por
ella. A continuación, sale de la escena.
“…pues, aunque agora se vea / obedecido, y después / a sus prisiones vuelva, / podrá
entender que soñó, / y hará bien cuando lo entienda; / porque en el mundo, Clotaldo, /
todos los que viven sueñan””.
Cuando Astolfo regresa, se sorprende de encontrarse con Rosaura. Esta afirma que no se
llama Rosaura, sino Astrea, pero el duque descubre el juego y reconoce a su antigua
amante, a la que ciertamente había abandonado, pero a la que por lo visto todavía ama. No
le quiere entregar el medallón, que no representa a nadie más que a Rosaura, así que ella
intenta arrebatárselo a la fuerza.
“Pues en dando tan severo / en hablar con entereza, / quizá no hallaréis cabeza / en que se
os tenga el sombrero””.
En ese momento, aparece Estrella y exige una explicación. Rosaura inventa una artimaña y
aclara que había perdido un retrato de ella misma que Astolfo había recogido y no se lo
había devuelto. Estrella se lo reclama, ignorante de que se trata del retrato de la amante
original de él. Cuando reconoce con una mirada que en el retrato está representada Rosaura,
cree la historia de esta y se lo devuelve. Después de que Rosaura se marcha, Estrella le
exige el otro retrato a Astolfo. Pero puesto que ya no hay tal y tampoco puede admitir que
era el retrato de Rosaura el que pendía de su cuello, Astolfo no dice nada. Estrella se va
furiosa. No quiere volver a ver a Astolfo.
La vida es un sueño
En la torre, Segismundo despierta de su adormecimiento. Clotaldo, Clarín y el rey lo
llevaron de vuelta a la torre. También encerraron a Clarín, porque se había dedicado a
hablar demasiado y podía divulgar algo de los acontecimientos. Segismundo se queda
atónito cuando Clotaldo le comunica que solo había soñado su reinado. Piensa que quizá su
vida en la torre es un sueño y la vida en la corte es la realidad. Clotaldo lo deja diciéndole
que nunca podría estar totalmente seguro de cuándo está despierto y cuándo está soñando,
así que también en el sueño debe comportarse como un buen hombre. Segismundo
reconoce que Clotaldo tiene razón y decide reprimir su carácter colérico. Al fin y al cabo,
nunca se puede saber si toda la vida no es más que un sueño.
En la celda, Clarín lamenta su destino. De pronto escucha tambores, cuernos, voces. Una
turba furiosa lo libera de la torre y quiere hacerlo rey. La muchedumbre lo confunde con
Segismundo; le dicen que quieren tener como rey al verdadero sucesor del trono y no a un
extranjero. Cuando Segismundo aparece, se dan cuenta de su error y le piden que tome el
rango de rey con la fuerza de las armas. Segismundo cree que está soñando de nuevo y se
controla por esa razón.
“¿Qué es la vida? Un frenesí. / ¿Qué es la vida? Una ilusión, / una sombra, una ficción, / y
el mayor bien es pequeño; / que toda la vida es sueño, / y los sueños, sueños son””.
Mientras tanto, Rosaura le suplica a Clotaldo que defienda su honor y mate a Astolfo. Pero
Clotaldo no puede hacer eso, ya que él está de parte del duque de Moscovia en contra de
Segismundo. Le promete a Rosaura su patrimonio, siempre y cuando se retire a un
convento. Ella se niega y se dispone a matar a Astolfo con sus propias manos. Clotaldo la
sigue.
La profecía se cumple
Segismundo dirige a sus tropas heroicamente en la batalla. De repente, Rosaura va hacia él,
armada como hombre. Ella le recuerda que ya se encontraron dos veces antes –en la torre y
en la corte– y le solicita su ayuda en contra de Astolfo. Le informa que a su madre le había
tocado el mismo destino que a ella, con la diferencia de que ella sí sabía quién le había
robado su honor y la había traicionado vergonzosamente. Segismundo está desconcertado:
si ha visto varias veces a Rosaura, ¿fue siempre en un sueño o también estando despierto?
Puede refrenar su breve deseo inflamado por poseerla. Sabe que cada mala acción, ya sea
estando despierto o soñando, tiene consecuencias en el más allá. Arremete contra Astolfo
en el campo según lo deseado.
“Mas, sea verdad o sueño, / obrar bien es lo que importa. / Si fuere verdad, por serlo; / si
no, por ganar amigos / para cuando despertemos””.
Clarín cae víctima de una bala en una acción de guerra. Basilio comprende que no puede
ganar contra Segismundo y se lanza frente a él, en el polvo. Así se cumple la profecía, pero
no tiene las temidas consecuencias. Para sorpresa de Basilio, el presunto tirano le tiende la
mano. Como nuevo rey celebrado por todos, Segismundo todavía resuelve aún más
problemas: casa a Rosaura, cuyo origen finalmente se aclara, con Astolfo, de modo que así
ella recupera su honor. Él mismo pide la mano de Estrella, quien lo acepta. Segismundo
aclara el asombro general por la transformación de su carácter: su maestro fue un sueño. Y
puesto que la vida humana es un sueño, de ahora en adelante quiere aprovechar el breve
plazo terrenal para ser un soberano justo.
Hay dos hilos argumentales que se entrelazan: la acción con Segismundo y Basilio y la
acción secundaria en torno al honor perdido de Rosaura y su cuenta pendiente con Astolfo.
Calderón entrelaza ambos hilos, tan juntos, que solo puede llevar a su resolución
simultánea al final de un final feliz. En el original, el estilo se destaca por los versos
juguetones, en ocasiones casi pomposos, de los dramas barrocos españoles típicos del
gongorismo (llamado así por su inventor, Luis de Góngora). Además, en el texto hay
frecuentes referencias a la mitología.
Enfoques interpretativos