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La Revolución Mexicana de 1910
La Revolución Mexicana de 1910
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En el Diseño Curricular hablamos de la categoría de Territorios señalando que su dinámica es
política y no debe ser reducida a un recorte en el espacio. El territorio no es un soporte material,
algo con existencia previa a las relaciones sociales sobre el que se desarrollan los procesos: el
territorio mismo es un proceso constitutivo del entramado de relaciones sociales. Es la sociedad,
en su devenir, la que construye no “el” sino “los” territorios. Cotidianamente, lidiamos con infinidad
de territorialidades superpuestas y de diferentes escalas (Resolución 1463/18 p.165).
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Genocidios para nombrar el exterminio físico de un pueblo. Etnocidios para nombrar la
eliminación de las culturas preexistentes. Ecocidios para nombrar la destrucción de ecosistemas
enteros. Femigenocidios para nombrar los crímenes contra la mujer por acción u omisión del
Estado.
conocemos como mapa3, se formularon hipótesis para suponer cómo eran las
geografías desconocidas e igualarlas.
La artista brasileña Anna Bella Geiger, a través de su obra “ Variáveis, serigrafía
e bordado a máquina sobre linho” nos muestra como las líneas imaginarias sobre
las que depositamos la ubicación de masas continentales y oceánicas son redes,
tramas que no les permiten otras formas posibles, sin embargo, pueden
escindirse sin que sea un impedimento para el análisis.
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Al mapa como dispositivo -en términos eurocéntricos de modos de ver el mundo- se le otorga
una función sólo de representación separada de la lectura, cuando en realidad las tecnologías
de la imagen producen sentidos, en particular la eficacia comunicativa de los mapas cuestiona
la pertinencia de separar la figura del autor, de la del lector. El mapa es parte constitutiva de la
cartografía y ésta, forma parte de las Instituciones burocráticas que instalaron historias y
narrativas para legitimar sus propias prácticas; esas particularidades se explicitan en los modos
en que los conocimientos y saberes circulan, permeados por imaginarios geográficos construidos
en torno a una geografía también eurocéntrica, patriarcal y colonial. Las comunidades, con sus
formas de ser y estar en el mundo, construyen representaciones sociales, que en el mejor de los
casos pueden servirse de la técnica que utiliza la cartografía, para poder hacer referencia a un
espacio establecido por medio de lo que, a lo largo de la historia de la cartografía, se tomó como
base, que es la exactitud de las medidas y de las formas de las masas continentales y oceánicas.
A partir de ahí, las comunidades representan sus espacios, sus ideas, sus resistencias, sus
bailes, su lengua, sin necesidad de valerse de “signos cartográficos preestablecidos” sino
apelando a sus formas de expresar. Se construyen así, formas otras de representaciones
sociales, lo que Harley propone como una conceptualización del mapa como formación
discursiva.
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El ejido es producto de un proceso denominado dotación de tierras que recibe un núcleo de
población. En principio, la tierra no es comprada sino que se obtienen gratuitamente ya que
proceden de haciendas expropiadas; el usufructo del ejido está sujeto a una determinada
cantidad de restricciones que intenta reproducir la propiedad comunal. Se enmarca en un
Mucho más que cualquier otro país del continente, México logró su
independencia de España a través de una guerra popular (cuya máxima figura
fue José María Morelos); y al igual que en el resto del continente -a excepción
de Haití- la organización del país, luego de la independencia política alcanzada
en 1821, quedó en manos de los grandes terratenientes y comerciantes nativos
asociados al capital extranjero.
En ese terreno, la dicotomía entre lo rural y lo urbano forma parte de una larga
historia de intentos por dividir a las sociedades en dos mundos geográficos de
asentamientos humanos, para así poder situar y calificar a la población de
acuerdo con la forma en cómo interactúa con los bienes que los rodean. En este
sentido, en 1910 la intervención de Francisco Madero, proveniente de los
círculos económicos privilegiados de la ciudad, partidario de la libre empresa, del
otorgamiento de facilidades crediticias y de la modernización de la agricultura,
se liga con los sectores populares más desposeídos para liderar la oposición
política que logre la salida de Porfirio Díaz. La incorporación de las masas
campesinas va a tornar a la revolución no sólo de carácter político (como
hubiesen querido los sectores capitalistas) sino que la revolución adquiere una
dimensión social ya que el problema de la tierra es fundamental.
La Revolución territorializada.
Hacia fines del siglo XIX, los territorios mexicanos del norte geográfico,
caracterizado por la actividad industrial, dan lugar a conflictos entre burguesías
emergentes -que se hallaban en desventaja por la competencia extranjera-
contra las burguesías tradicionales.
En ese contexto, los movimientos campesino-indígena desean recuperar las
relaciones sociales previas a la conquista y que los gobiernos independentistas
no devolvieron, de modo que los trabajadores rurales se rebelan periódicamente
contra el dominio latifundista. De ahí que en el sur geográfico, denominado “rural”
El campesinado mestizo del norte liderado por Francisco “Pancho'' Villa, lo hacía
contra el poder latifundista para acceder a la propiedad de la tierra. En estos
territorios, la movilidad era otra, se extendía desde el norte hacia el centro de
México, combatiendo con un ejército integrado por obreros ferroviarios,
campesinos y hombres provenientes del bandidaje social. La diferencia con el
sur geográfico era que no se centraban específicamente en recuperar títulos de
propiedad, sino más bien en la lucha contra la explotación capitalista de los
terratenientes y, por tanto, en lograr mejores condiciones de trabajo; al tiempo
que, en materia agraria, planteaban la repartición de tierras.
La disposición en el espacio era diferente también: mientras en el norte la
población vivía dispersa en las haciendas y sus ejércitos provienen del mundo
semiagrario, surgidos del desarrollo del capitalismo dependiente, con una
creciente independencia militar; en el sur, la zona zapatista se conformó como
un poder autónomo que no estaba dispuesto a esperar la sanción de las leyes
agrarias y avanzó en la ocupación de tierras y en el reparto de las haciendas a
los campesinos.
En 1911, entonces, Madero, con una amplia coalición social que va desde la
burguesía más concentrada y latifundista hasta los sectores sociales más
pobres, pone fin al gobierno de Porfirio Díaz. La alianza no puede fortalecerse y
perdurar por sus intereses claramente antagónicos, de manera que el presidente
Madero cede a las presiones de los latifundistas y el movimiento agrario en el
sur mexicano es sangrientamente reprimido.
Ante esto, el zapatismo expresa su ruptura llevando adelante el “Plan libertador
de los hijos del estado de Morelos” proclamado en 1911 en la villa de Ayala ,
conocido popularmente como el plan de Ayala, con el lema “ Tierra y libertad”,
reconocía también el plan de San Luis de Potosí que planteaba la recuperación
de terrenos, montes, y aguas que hubieran usurpado los hacendados, para
restituir a los indígenas campesinos.
El hecho de no profundizar en políticas económicas definidas, llevó al aislamiento
de Madero de las propias clases dominantes mexicanas que, asociadas al capital
norteamericano, intentan encauzar en los marcos capitalistas la revolución social
desatada. Sobre todo, cuando el 4 de diciembre de 1914 Pancho Villa y Emiliano
Zapata entran con sus ejércitos populares en ciudad de México y concretan su
alianza que expresaba:
• El ejército del norte y el ejército del sur formarían una alianza militar.
• Villa aceptaba el Plan de Ayala.
• Villa abastecería al ejército zapatista con armas.
• Ambos jefes se obligan a luchar recíprocamente, después del triunfo de
la revolución por la elección de un presidente.
Luego del asesinato de Emiliano Zapata en 1919 (Pancho Villa será asesinado
en 1923 en EE.UU.), la revolución social perdió terreno significativamente y la
burguesía mejicana empezó a encausar por las vías institucionales las
demandas populares. Esa cristalización estatal de los reclamos populares tiene
su máxima concreción en la creación, por parte de la burguesía, del Partido de
la Revolución Institucional (el PRI) en 1924, que gobernará México
ininterrumpidamente hasta el año 2006. Desde 1924 se suceden diversas
presidencias hasta llegar a Lázaro Cárdenas en 1934-1940 que recupera, hasta
cierto punto, las ideas de Zapata. Bajo el lema “una democracia
de trabajadores”, en su declaración de principios estuvo presente un proyecto
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Expropiar, en este caso, es una medida político-económica que le restituye al campesinado
las tierras que les habían sido robadas “legalmente” por la clase propietaria.
de nación, que garantizaba el reconocimiento del derecho a huelga, la
colectivización de la agricultura, la intervención del Estado en la economía
nacional, la educación pública, la igualdad político-social de la mujer, las
garantías y libertades para los pueblos indígenas, el seguro social, el control de
precios, la construcción de viviendas populares, la no intervención en los asuntos
de otras naciones, el derecho a la autodeterminación de los pueblos y el combate
a cualquier forma de opresión y de fascismo.
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Las mujeres mexicanas de la revolución son conocidas como “soldaderas”, participaron como
soldadas, cocineras, enfermeras, entre otras tareas. Se las denominó “adelitas” en referencia a
Adela Velarde Pérez, mujer rebelde, enfermera y combatiente, oriunda de Ciudad Juárez.
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Lugar según la Resolución 1463/18. El Lugar es explicado por la Perspectiva Ambiental del
Diseño Curricular, como “forma de espacio vivido y enraizado en la cotidianeidad de las
personas, en oposición al desarrollo imperial del capitalismo”. (Pág.166)
mercancía y contra la legalidad que el estado crea para la dominación racional
de los seres humanos, sus culturas, territorios y vida.
Bibliografía: