Está en la página 1de 3

Tiempo de restitución

Dios nos promete restitución como lo vemos en el libro de Joel.


[1] Restituir significa devolver a un dueño original lo que le pertenece y aún más. El
Señor prometió derramar Su Espíritu sobre toda carne, pero mientras no
confrontemos nuestra realidad con una Palabra de fe, las cosas no cambiarán. Hoy
confío en que tu familia será salva, que todos los que viven bajo tu techo tendrán al
Espíritu Santo; y todo lo que un día perdiste, te robaron o te quitaron, te será
devuelto con creces porque de eso se trata la restitución de Dios.

Anualmente desde 2001 hemos abierto una temporada para sembrar


extraordinariamente en reino de Dios una semilla aparte de nuestros diezmos y
ofrendas. Desde entonces todos los años he sembrado mi promesa de fe. En este año
aún no había compartido la primera prédica al respecto y Dios ya había puesto en mi
corazón cuánto iba a sembrar. Particularmente este año, incluso más que en años
anteriores, sentí un deseo profundo de hacerlo; y este sentimiento solo puede traer
cosas buenas. Por eso pido al Señor que se venga la época en que más gente conozca
a Jesús, que vean el derramamiento de Su Espíritu y se les devuelva con creces lo
que han perdido.

Job perdió todo en un día: se quemó su hacienda, se murieron todos sus hijos y, su
esposa, que quedó viva, le ordenó que maldijera a Dios y se muriera. Cuando hay
pérdidas en la familia las reacciones pueden ser diferentes. Es raro ver a una pareja
que sigue casada después de perder a un hijo porque el luto y el dolor provoca
separaciones. Las pérdidas son muy duras, pero nos enseñan a vivir, por lo que si las
sabemos llevar seremos más fuertes que nunca. A Job le fue restituido todo al doble.
[2] Dios multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna. Cuando te sientes abatido, Él
te dice: “Tranquilo, que ahora entro yo”.

En el Antiguo Testamento, José estaba preso y sin fuerzas cuando adquirió el don de
interpretar diferentes sueños,[3] lo cual provocó que Faraón se fijase en él y José le
diera el crédito a Dios.[4] Nuestros dones y talentos deben servir para glorificar al
Señor. Sus tiempos son difíciles de aceptar, pero son perfectos dentro de Sus planes
para nosotros. Sin fe y sin paciencia no se pueden heredar las promesas. José pasó
por muchas dificultades antes de recibir el favor de Faraón,[5] pero al final Dios no
se olvidó de él.
Dios restituirá tu cargo, tu puesto, tu empresa, tu buen nombre y tu reputación más
allá de lo que algún día soñaste. Tanto bienes materiales como no materiales te serán
restaurados,[6] así que no des por perdido lo que Él ya prometió. Van a ser
restituidas casas, propiedades, empresas, acciones, cuentas y familias. Además,
podrás restituir lo que le echaste a perder a otras personas: hijos que quebraron las
empresas de sus padres; o que hipotecaron la casa de los abuelos y la perdieron; o
padres que de un momento a otro terminaron con los ahorros que tenían para sus
hijos… Todo será restituido.

Como sucedió con la viuda que tenía vasijas de aceite en su casa,[7] nunca sabremos
lo que Dios puede usar para restituirnos con creces. Solo debemos tener puesta
nuestra confianza en Él. Por eso declara que tus buenos días ni siquiera han
comenzado. No se trata de qué tuviste, sino de qué tendrás. No se trata de lo que
fuiste, sino de lo que serás. El lenguaje de la fe solo se habla en futuro.

[1] Joel 2:23-27: Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová
vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender
sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio. Las eras se llenarán de
trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite. Y os restituiré los años que comió la
oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra
vosotros. Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová vuestro Dios, el
cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado. Y
conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Jehová vuestro Dios, y no
hay otro; y mi pueblo nunca jamás será avergonzado.

[2] Job 42:10: Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus
amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job.

[3] Génesis 40:12-14: Y le dijo José: Esta es su interpretación: los tres sarmientos
son tres días. Al cabo de tres días levantará Faraón tu cabeza, y te restituirá a tu
puesto, y darás la copa a Faraón en su mano, como solías hacerlo cuando eras su
copero. Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses conmigo
de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa.

[4] Génesis 41:12-16: Estaba allí con nosotros un joven hebreo, siervo del capitán
de la guardia; y se lo contamos, y él nos interpretó nuestros sueños, y declaró a
cada uno conforme a su sueño. Y aconteció que como él nos los interpretó, así fue:
yo fui restablecido en mi puesto, y el otro fue colgado. Entonces Faraón envió y
llamó a José. Y lo sacaron apresuradamente de la cárcel, y se afeitó, y mudó sus
vestidos, y vino a Faraón. Y dijo Faraón a José: Yo he tenido un sueño, y no hay
quien lo interprete; mas he oído decir de ti, que oyes sueños para
interpretarlos. Respondió José a Faraón, diciendo: No está en mí; Dios será el que
dé respuesta propicia a Faraón.

[5] Génesis 41:37-42: El asunto pareció bien a Faraón y a sus siervos, y dijo
Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el
espíritu de Dios? Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto,
no hay entendido ni sabio como tú. Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se
gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú. Dijo
además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto.
Entonces Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo
vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello; y lo hizo subir
en su segundo carro, y pregonaron delante de él: ¡Doblad la rodilla!; y lo puso
sobre toda la tierra de Egipto.

[6] 1 Samuel 7:13: Así fueron sometidos los filisteos, y no volvieron más a entrar en
el territorio de Israel; y la mano de Jehová estuvo contra los filisteos todos los días
de Samuel. Y fueron restituidas a los hijos de Israel las ciudades que los filisteos
habían tomado a los israelitas, desde Ecrón hasta Gat; e Israel libró su territorio
de mano de los filisteos. Y hubo paz entre Israel y el amorreo.

[7] 2 Reyes 4:1-5: Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a
Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era
temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por
siervos. Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella
dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite. Él le dijo: Ve y
pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. Entra
luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté
llena, ponla aparte. Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus
hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite. Cuando las vasijas
estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay
más vasijas. Entonces cesó el aceite. Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el
cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo
que quede.

También podría gustarte