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El concepto y los caracteres del acto administrativo en la

jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (*)

Por JUAN MARTÍN COLOMBO

SUMARIO: I. Introducción; II. Concepto; III. Sujeto emisor; IV. Caracteres; V. Conclusiones.

I. Introducción
La legislación administrativa argentina no define al acto administrativo. A diferencia
de lo que ocurre en el ámbito del derecho privado, donde el Código Civil y Comercial (Ley
26.994) determina qué debe entenderse por acto jurídico1; o en la Ley Federal de Proce-
dimiento Administrativo alemana, que en su artículo 35 brinda un claro concepto de acto
administrativo2; la Ley Nacional de Procedimiento Administrativo (Decreto Ley 19.549/72 y
sus modif.; en adelante LNPA)3 nada dice al respecto. No obstante, se ocupa de regular
algunos aspectos relevantes vinculados con su régimen jurídico, como sus caracteres,
elementos, vicios, modos de extinción, etcétera.
Por ello, la delimitación del concepto de acto administrativo y, sobre todo, la siste-
matización del régimen jurídico aplicable, han sido desarrollados en forma predominante
por la doctrina y la jurisprudencia, sobre todo a la que proviene de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación (en adelante CSJN).

II. Concepto

(*) Trabajo elaborado para la presentación oral efectuada en el marco de las Jornadas Ítalo Argentinas
de Derecho Administrativo – Octava Edición, organizadas por la Asociación Ítalo Argentina de Profeso-
res de Derecho Administrativo, realizadas en la Universitá Mediterránea, en Reggio Calabria, Italia, los
días 28 y 29 de octubre de 2016.
1
Art. 259.- “Acto jurídico. El acto jurídico es el acto voluntario lícito que tiene por fin inmediato la ad-
quisición, modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas”.
2
Art. 35.- “Concepto de acto administrativo. Acto administrativo es toda instrucción, resolución o cual-
quier otra medida de autoridad adoptada por un órgano administrativo para regular un caso individual
en el ámbito del derecho público y que es dictado con efectos jurídicos externos y directos...”
3
Decreto Ley 19.549/72 y sus modif.; reglamentado por medio del Decreto 1759/72 y sus modif.

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El concepto de acto administrativo que predomina en la actualidad no dista dema-
siado del esbozado por ZANOBINI, quién en su momento indicó que debía entenderse por
acto administrativo “...cualquier declaración de voluntad, de deseo, de conocimiento, de
juicio, realizado por un sujeto de la Administración pública en ejercicio de una potestad
administrativa...”4
De acuerdo con ello, el acto administrativo trasciende el ámbito interno de la Admi-
nistración pública, proyectándose hacia el exterior a fin de hacer manifiesta la voluntad
del órgano o ente administrativo por medio de una declaración, es decir, un proceso inte-
lectual que debe –necesariamente– incidir o afectar una relación o situación jurídica sus-
tancial, produciendo efectos jurídicos directos, inmediatos e individuales, en ejercicio de
una potestad administrativa.
La mayoría de los autores clásicos argentinos ha seguido, en general, la opinión de
los autores italianos y, en particular, la de ZANOBINI5, pero con una importante modulación
introducida por GORDILLO desde la primera edición de El acto administrativo de1963, cuan-
do definió al acto administrativo como la “...declaración unilateral realizada en ejercicio de
la función administrativa, que produce efectos jurídicos en forma inmediata.”6
MAIRAL7 y GORDILLO8, entre los autores argentinos, como BOCANEGRA SIERRA9 y MUÑOZ
MACHADO10 en España, entre otros, han presentado serias críticas a la amplia concepción
de la propuesta de ZANOBINI que permite incluir en la noción de acto administrativo decla-
raciones de voluntad de entes y órganos administrativos que no crean, alteran o suprimen
una situación o relación jurídica.
Pero todos han tenido que reconocer esa insalvable contradicción que encierra el
concepto de acto administrativo, e incluso la noción misma del derecho administrativo,
que nació en Francia bajo el influjo de una visión particular del principio de separación de
poderes –justificada en la desconfianza hacia los tribunales judiciales en la época de la

4
ZANOBINI, Guido, Corso di diritto amministrativo, Tomo I, 8ª edic., Giuffré, Milán, 1958, p. 243.
5
Así, BIELSA, Rafael, Derecho administrativo, Tomo 3, 5ª edic., Buenos Aires, 1955, p. 3; DIEZ, Manuel
M., Derecho administrativo, Tomo II, Omeba, Buenos Aires, 1965, p. 204; y MARIENHOFF, Miguel S., Tra-
tado de derecho administrativo, Tomo II, 3ª edic., Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1988, p. 260; entre
otros.
6
GORDILLO, Agustín, El acto administrativo, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1963, p. 77.
7
MAIRAL, Héctor A., “Hacia una noción más acotada...”, cit., p. 19.
8
GORDILLO, Agustín, Tratado de derecho administrativo, Tomo 3, 10ª edic., Fundación de derecho admi-
nistrativo, Buenos Aires, 2011, pp. II-2.
9
BOCANEGRA SIERRA, Raúl, Lecciones sobre el acto administrativo, 2ª edic., Civitas, Madrid, 2004, p. 33.
10
MUÑOZ MACHADO, Santiago, Tratado de derecho administrativo y derecho público general, Tomo IV,
Iustel, Madrid, 2011, p. 29.

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Revolución–, que buscó evitar que la actuación de la Administración pública pueda verse
entorpecida por la acción de los magistrados11; pero que luego debió ampliarse y exten-
derse hacia otras clases de decisiones administrativas con el propósito de permitir su con-
trol judicial.
Así, con mayor o menor estrictez, la doctrina y la jurisprudencia han procurado si-
tuar al acto administrativo en un lugar similar al que corresponde al provvedimento am-
ministrativo de la doctrina italiana, la décision executoire del derecho francés, o el acto
regulador del derecho alemán, con la intención de distinguirlo de:
i. Los hechos administrativos o comportamientos materiales de la Administración
pública, que sólo expresan una actividad física de los órganos y entes administrativos12;
ii. Los denominados actos de la administración, entre los cuales se incluyen los actos
preparatorios y otros actos internos que se desarrollan y agotan, en principio, dentro de la
propia Administración pública, que no producen, ni deben producir, efectos directos con
relación a terceros13;
iii. Los reglamentos, que la LNPA incluye dentro de la noción de acto administrativo,
en tanto se trata de actos individuales de alcance general y contenido normativo;
iv. Los denominados actos administrativos bilaterales14, dado que la LNPA –
siguiendo ideas de MARIENHOFF15 y ESCOLA16– incluye dentro del concepto de acto adminis-
trativo, a los actos unilaterales de alcance individual, como a los actos unilaterales de al-
cance general –tengan, o no, contenido normativo– y a los actos bilaterales bilaterales. La
doctrina, mayoritariamente, coincide en encuadrar al contrato administrativo como un

11
Conf. BOSCH, Jorge T., ¿Tribunales judiciales o tribunales administrativos para juzgar a la Administra-
ción pública?, Zavalía, Buenos Aires, 1951, pp. 177 y ss.; y TAWIL, Guido S., Administración y Justicia,
Tomo I, Depalma, Buenos Aires, 1993, pp. 54 y ss.
12
En la doctrina argentina COMADIRA ha señalado que la distinción entre hechos y actos administrativos
está destinada a tener efectos prácticos relevantes. En apoyo cita el pronunciamiento de la CSJN en la
causa “Podestá”12 en la cual se excluyó del ámbito de aplicación del artículo 17 de la LNPA –que regula
el ejercicio de la potestad revocatoria por parte de la Administración pública– la liquidación de un ha-
ber previsional, calificado como un simple hecho de la Administración, aun cuando exteriorizaba su
voluntad (COMADIRA, Julio R., El acto administrativo en la Ley Nacional de Procedimientos Administrati-
vos, La Ley, Buenos Aires, 2003, pp. 2-3).
13
Se incluyen aquí tanto los denominados actos interorgánicos, como los actos interadministrativos.
14
La CSJN reconoció y aceptó la posibilidad de existencia de actos administrativos bilaterales, ya sea en
su formación o en sus consecuencias, en la causa “Metalmecánica”, Fallos 296:672.
15
MARIENHOFF, Miguel S., op. cit., p. 544.
16
ESCOLA, Héctor, “La revocación del acto administrativo afectado de nulidad absoluta”, LL, 1977-C-816.

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acto administrativo bilateral. Y la LNPA fue un paso más allá, al reformar el artículo 7º de
la LNPA y determinar su aplicación directa a los contratos administrativos17; y
v. Los meros pronunciamientos administrativos, que en sendos estudios presentados
por MAIRAL aparecen descriptos como aquellas decisiones de la Administración que sólo
producirían efectos adjetivos, que no son otra cosa que meras declaraciones de conoci-
miento o de juicio, que no tienen virtualidad para afectar las relaciones jurídicas de las
cuales surgirían los derechos de las personas18.

III. Sujeto emisor


Uno de los aspectos sobre los que más se ha discutido en Argentina es el vinculado
con la posibilidad que los actos administrativos no sólo sean emitidos por sujetos estatales
que pertenezcan a la Administración pública, sino también por los restantes poderes del
Estado, por personas públicas no estatales e, incluso, por personas jurídicas de derecho
privado.
Son conocidos los trabajos de BARRA19; GORDILLO20; HUTCHINSON21; y DROMI22, entre
otros, que reconocen esa posibilidad23. En general, de uno u otro modo, participan de la
idea que “...existen en el Estado moderno numerosas entidades que han sido creadas por
el legislador para ejercer cierto tipo de funciones administrativas, a las cuales se les confie-

17
En contra se expresa GORDILLO, Tratado..., cit., Tomo 3, p. IV-23. La reforma fue efectuada por medio
del Decreto 1023/2001. En contra se expresa GORDILLO, Tratado..., cit., Tomo 3, p. IV-23.
18
MAIRAL, Héctor A., “Los meros pronunciamientos administrativos”, en AA.VV., Derecho administrati-
vo. Obra colectiva en homenaje al Profesor Miguel S. Marienhoff, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1998,
pp. 651 y ss.; y “Hacia una noción más acotada del acto administrativo (dónde se explica cómo los ar-
gentinos pasamos, sin darnos cuenta, de obedecer la ley a obedecer a los funcionarios públicos”, Res
Pública Argentina - RAP, 2011-1/2, pp. 7 y ss. Mairal cita un viejo precedente judicial en apoyo de su
posición (“Serra”, Fallos 316:2454), que ha encontrado un fuerte espaldarazo en un reciente pronun-
ciamiento de la CSJN (“Cormenzana”, Fallos 339:814).
19
BARRA, Rodolfo Carlos, Principios de derecho administrativo, Ábaco, Buenos Aires, 1980, pp. 246 y ss.
20
GORDILLO, Agustín, Tratado..., cit., pp. I-11 ss.
21
HUTCHINSON, Tomás, Las corporaciones profesionales, Buenos Aires, 1982, pp. 40, 96 y ss.
22
DROMI, José Roberto, Derecho administrativo, 10ª edic., Ciudad Argentina, Buenos Aires, 2004, pp.
234 y ss.
23
En contra se expresan BIELSA, Rafael, Derecho administrativo, Tomo I, Buenos Aires, 1947, pp. 201 y
ss.; CASSAGNE, Juan Carlos, Curso de derecho administrativo, 10ª edic., Tomo I, La Ley, Buenos Aires,
2011, p. 533; y TAWIL, Guido S., “El concepto de acto administrativo”, en TAWIL, Guido S. (dir.), Acto
administrativo, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2014, pp. 139 y ss.; entre otros.

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re legalmente un cierto poder público para actuar, en nombre del estado y con su potes-
tad.”24
Ello ha servido para que los tribunales califiquen como actos administrativos decla-
raciones de voluntad de los otros poderes del Estado, sea que se trate del Poder Legislati-
vo25, o del Poder Judicial26.
Y también declaraciones emitidas por sujetos no estatales, que por vía de delegación
o de representación ejercen funciones materialmente administrativas. Este es el supuesto
de los actos emitidos por los colegios y consejos profesionales en ejercicio de sus compe-
tencias de regulación y control del desempeño profesional27, de las cajas previsionales28 y
de los organismos previsionales nacionales29, todos los cuales deben encontrarse ejer-
ciendo funciones administrativas delegadas por el Estado, en el ámbito propio de sus in-
cumbencias.
En este marco, los tribunales también han asignado algunos de los caracteres pro-
pios de los actos administrativos a ciertos actos dictados por los concesionarios y licencia-
tarios de obras y servicios públicos30. E, incluso, han calificado como contratos administra-
tivos los celebrados por entes no estatales, como las cooperadoras escolares31.

IV. Caracteres
Como es sabido, los actos administrativos poseen ciertos caracteres que hacen a su
operatividad y eficacia en el plano jurídico.
Pero –como bien se ha señalado en tiempo reciente– esos caracteres o característi-
cas no deben ser considerados notas típicas o inherentes a esa clase de actos, sino privile-
gios que los ordenamientos jurídicos establecen, con distinta extensión y alcance, a favor
de la posición de supremacía que ostenta la Administración pública frente a los particula-

24
GORDILLO, Agustín, Tratado..., cit., Tomo 3, pp. I-15.
25
“Persoglia”, Fallos 311:260; “Barneda”, Fallos 321:2373; entre otros.
26
“Rodríguez Varela”, Fallos 315:299; “Mai de Alegre”, Fallos 317:1539; y “Merchán”, Fallos 317:1539;
entre otros.
27
“Martínez, Echenique”, Fallos 315:1830.
28
“Caja de Subsidios Familiares para Empleados de Comercio”, Fallos 300:1830.
29
“Díaz Chávez”, Fallos 321:1998, se había expresado de modo diferente en “Farmacia Roca”, Fallos
312:234.
30
“Colavita”, Fallos 323:318.
31
“Schirato”, Fallos 304:490.

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res, en procura del bien común32. Por lo que bien podrían existir sistemas jurídicos donde
estos caracteres no se encuentren reconocidos, o estén reconocidos de otro modo, tal vez
menos intenso que el que presenta la regulación normativa vigente en la Argentina.
i. Presunción de legitimidad
Así, uno de los principales caracteres que se reconoce al acto administrativo es su
presunción de legitimidad, que implica sostener que –como regla– el acto ha sido emitido
conforme a derecho, por lo que debe ser cumplido, en tanto no sea declarado inválido, o
no se lo suspenda, en sede administrativa o judicial.
En general, se atribuye a la doctrina de los autores italianos la elaboración teórica de
la presunción de legitimidad, que en dicho régimen jurídico aplica respecto de los actos
que integran la categoría de provvedimento amministrativo, es decir, aquéllos que conlle-
van el ejercicio de una potestad y que, por ello, tienen virtualidad para crear, alterar o
suprimir una situación o relación jurídica33.
En Argentina, antes de la entrada en vigencia de la LNPA, la CSJN había reconocido
vigencia y operatividad a este carácter, al sostener que los actos administrativos tienen a
su favor la presunción de constituir el ejercicio legítimo de la autoridad administrativa y,
por consiguiente, toda invocación de nulidad contra ellos debe ser necesariamente alega-
da y probada34; por lo que no puede –en principio– ser declarada de oficio35.
La LNPA otorgó jerarquía legal a la presunción de legitimidad, al incluirla en el artícu-
lo 12, donde previó que “[e]l acto administrativo goza de presunción de legitimidad...”
Pero la amplia formulación del precepto, llevó a variar el criterio que hasta entonces
era mayoritario, según el cual los actos nulos, de nulidad absoluta, no se encontraban al-
canzados por la presunción de legitimidad.
En tanto el artículo 12 de la LNPA no establece esa distinción, los tribunales judicia-
les entendieran que la presunción de legitimidad valía entonces tanto para los actos regu-
lares, como para los irregulares36 –es decir, los que se encuentran viciados de nulidad ab-
soluta–, salvo que la nulidad fuere manifiesta37.

32
V. CAMPOLIETI, Federico, “La presunción de legitimidad del acto administrativo”, en TAWIL, Guido S.
(dir.), Acto..., cit., p. 263.
33
Conf. SANDULLI, Aldo M., Manuale di diritto amministrtaivo, Vol. I, 15ª edic., Jovene Editore, Napoli,
1989, p. 611.
34
“Ganadera Los Lagos”, Fallos 190:142.
35
Ídem. La misma regla fue reiterada años después en “Lipara”, Fallos 250:36.
36
CSJN, “Lipara”, cit.; y “Barraco Aguirre”, Fallos 302:1503.
37
“Pustelnik”, Fallos 293:133.

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Se ha criticado esta posición realzando la contradicción que evidencia, pues si el acto
irregular carece de estabilidad y, por ello, debe ser revocado38, entonces no luce pertinen-
te sostener su legitimidad, ni siquiera de manera presunta o provisional39.
Más allá de las razones que parecen asistir a esta posición, luce compleja su instru-
mentación práctica en lo atinente al modo de plantear y hacer valer la existencia de la
nulidad absoluta, frente a la regla general del artículo 12 de la LNPA y el criterio judicial
según la cual la mera alegación del vicio no es suficiente para desvirtuarla.
Las consecuencias que derivan de la previsión legal y de la jurisprudencia que aplica
esa regla son: (i) no es necesario que la legitimidad del acto sea validada o declarada por
un tribunal judicial, siendo suficiente la mera declaración administrativa40; (ii) la nulidad
absoluta del acto, en principio, no puede ser declarada de oficio41; y (iii) quien cuestione la
legitimidad del acto debe alegar y probar su ilegitimidad, salvo cuando se trata de actos
con vicios manifiestos42. Por ello, los actos administrativos no impugnados en los plazos
que establece la LNPA devienen, en principio, firmes e irrevisables.
ii. Ejecutoriedad
Sin dudas, la ejecutoriedad es la característica más incisiva que se reconoce a la Ad-
ministración pública para poner en práctica sus decisiones, pues le permite ejecutarlas por
sí misma, aún contra la voluntad de los destinatarios de esas decisiones y sin necesidad de
solicitar el auxilio de la Justicia.
Este carácter también se presenta en el derecho italiano, donde se reconoce a la
esecutorietá como una manifestación del poder de autotutela de la Administración públi-

38
Conf. artículo 17 de la LNPA y CSJN, “Furlotti”, Fallos 314:322, donde se dejó sentado que: “[l]a facul-
tad revocatoria de la propia Administración encuentra suficiente justificación en la necesidad de resta-
blecer sin dilaciones el imperio de la juridicidad, comprometida por la existencia de un acto afectado de
nulidad absoluta y que, por esa razón, carece de la estabilidad propia de los actos regulares y no puede
generar válidamente derechos subjetivos de los particulares frente al orden público interesado en la
vigencia de la legalidad”.
39
Conf. GORDILLO, Agustín, Tratado..., Tomo 3, cit. P. V-24.
40
La CSJN se ocupó de aclarar que toda la actividad de la Administración se presume conforme con el
ordenamiento jurídico (“Alcántara Días Colodrero”, Fallos 319:1476).
41
No obstante, excepcionalmente se reconocen supuestos en los cuales la presunción de validez de los
actos estatales no rige, a causa de la existencia de distinciones basadas en categorías consideradas
sospechosas. En esos supuestos se traslada la carga argumentativa al sujeto emisor del acto, a fin que
acredite que la distinción persigue fines esenciales y que los medios elegidos promueven efectivamen-
te esos fines, sin que existan otros medios disponibles (v. CSJN, “Hooft”, Fallos 327:5118; “Gottschau”,
Fallos 329:2986; y “Mantecón Valdés”, Fallos 331:1715; entre otros).
42
“Pustelnik”, Fallos 293:133.

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ca, al decir de ZANOBINI, con un evidente fundamento político, pero con fundamentos jurí-
dicos menos precisos y determinados43.
En nuestro país, antes de la entrada en vigencia de la LNPA, la doctrina consideró a
la ejecutoriedad como un carácter propio o inherente del acto administrativo, como una
manifestación o derivación de su eficacia44. Y también la CSJN reconoció su existencia, aun
a falta de una norma general que la previera y regulara, sosteniendo que la posibilidad de
ulterior discusión judicial sobre la legitimidad del acto administrativo no era obstáculo
para su cumplimiento45. Bien que limitando su ámbito de actuación para los actos regula-
res.
Pero la entrada en vigencia de la LNPA trajo consigo la generalización de la regla de
la ejecutoriedad de los actos administrativos, dando lugar a una suerte de principio o regla
general, que no distingue –al menos de manera expresa– entre actos regulares e irregula-
res.
Para ambos tipos de actos, dice el artículo 12 de la LNPA, “...su fuerza ejecutoria fa-
culta a la Administración a ponerlo en práctica por sus propios medios –a menos que la ley
o la naturaleza del acto exigieren la intervención judicial– e impide que los recursos que
interpongan los administrados suspendan su ejecución y efectos, salvo que una norma
expresa establezca lo contrario...”
Ello dio pie a que la CSJN sostuviera que la suspensión de los efectos de los actos
administrativos sólo procede tras la realización de un examen que permita concluir que
existe, prima facie, verosimilitud en los derechos esgrimidos por quien cuestiona el acto
que se pretende ejecutar, pues interesa verificar que no se adopten medidas que com-
prometan la actuación de los poderes públicos46.

V. Conclusiones
En Argentina, como en todos o casi todos los países que participan del sistema de
derecho continental europeo, la noción de acto administrativo ha tenido una influencia
decisiva en la evolución y la ordenación del derecho administrativo.
Pero ese utillaje no lo despoja de la insalvable contradicción que encierra el concep-
to, que junto al derecho administrativo nació en Francia bajo el influjo de una visión par-
ticular del principio de separación de poderes –justificada en la desconfianza hacia los

43
Conf. ZANOBINI, Guido, Corso..., cit., p. 226.
44
Conf. DIEZ, Manuel M., El acto administrativo, TEA, Buenos Aires, 1956, p. 203.
45
Conf. “Lipara”, cit.
46
“Senoc, Oikos y Fades”, Fallos 311:2616; “Astilleros Alianza”, Fallos 314:1202; etcétera.

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tribunales judiciales en la época de la Revolución– con el propósito de volcar en términos
jurídicos la decisión política de sustraer a la actuación de la Administración pública de la
acción de los magistrados; pero que luego debió ampliarse y extenderse a fin de favorecer
el control judicial en sistemas que no reprodujeron el sistema de justicia retenida.
Ha sido importante para ello la labor de la doctrina, que tempranamente aportó de-
finiciones y clasificaciones tendientes a explicar y sistematizar los principios y las reglas
que les resultan aplicables. Y también la jurisprudencia elaborada por los tribunales argen-
tinos en torno a la noción de acto administrativo, sobre todo la que proviene de la CSJN y
sigue a la entrada en vigencia de la LNPA.
Pero en el tiempo actual, la superación de las restricciones para el acceso a la Justi-
cia y los alcances extendidos del control judicial, deben traer consigo una nueva y más
precisa delimitación del concepto del acto administrativo, que en cierto modo lo alinee
con la concepción que se tiene el acto jurídico en el derecho común, denotando su carác-
ter regulador, con entidad suficiente para crear, alterar o suprimir una situación o relación
jurídica47.
En ese contexto, toman relevancia las palabras expresadas hace algunos años por
MUÑOZ MACHADO, según la cuales: “[c]onfluyen, por tanto, razones bastantes para que
pueda recuperarse un concepto de acto administrativo más estricto, caracterizado porque,
al adoptarlo, la Administración usa las prerrogativas que tiene conferidas por el ordena-
miento jurídico, lo que determina que su declaración resulte inmediatamente protegida
con los privilegios de la ejecutividad, ejecución forzosa e irrevocabilidad, además de por el
régimen especial que concierne a su validez. Todas las demás actuaciones sujetas al dere-
cho son impugnables ante la jurisdicción contencioso administrativa porque cabrán dentro
de la competencia de esta última, según se consigna en la ley vigente. Pero la necesidad de
calificarlas como actos administrativos ha desaparecido también en términos procesa-
les.”48

47
Señala SCHMIDT-ASSMAN “[e] acto administrativo es regulación, en el sentido que, por un lado, consti-
tuye un ejercicio responsable del poder de configuración por parte de la Administración y, por otro,
proporciona a los ciudadanos una expectativa clara de lo que va a llevarse a cabo bajo la responsabili-
dad de la Administración. Así, el acto administrativo, no confluye una manifestación de poder autorita-
rio, sino que es una ayuda muy apreciable para las necesidades de la realidad práctica...” (SCHMIDT-
ASSMAN, Eberhard, La teoría general del derecho administrativo como sistema, Marcial Pons, Madrid,
2003, p. 319).
48
MUÑOZ MACHADO, Santiago, Tratado..., cit., p. 33.

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