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Skull cult. Trophy heads and tzantzas in pre-Columbian America

Article in Revista de Neurología · July 2012


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Francisco Javier Carod Artal


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HISTORIA Y HUMANIDADES

El culto a los cráneos. Cabezas trofeo y tzantzas


en la América precolombina
Francisco J. Carod-Artal

Introducción. El culto a los cráneos es una tradición cultural que se remonta, al menos, al Neolítico. Sus principales mani- Servicio de Neurología. Hospital
Virgen de la Luz. Cuenca, España.
festaciones son las cabezas trofeo, las máscaras cráneo, los cráneos moldeados y la reducción de cabezas. Se revisa desde
una perspectiva neuroantropológica el culto a los cráneos en la América precolombina y en el presente etnográfico. Correspondencia:
Dr. Francisco Javier Carod Artal.
Desarrollo. La tradición de moldear y pintar los cráneos de los antepasados se remonta al Neolítico indoeuropeo (cultura Servicio de Neurología.
natufiense y Gobekli Tepe). En Mesoamérica, la decapitación post mortem era el primer paso de un tratamiento mortuo- Hospital Virgen de la Luz.
Avda. Hermandad Donantes
rio que daba lugar a una cabeza trofeo, un cráneo del tzompantli o una máscara cráneo. La tecnología lítica empleada en de Sangre, 1. E-16002 Cuenca.
las culturas mesoamericanas hacía necesario que la desarticulación se realizase en varias etapas. El tzompantli es un tér-
E-mail:
mino que se refiere tanto a una construcción donde se colocaban las cabezas de las víctimas como a los cráneos mismos. fjcarod-artal@hotmail.com
Las máscaras cráneo son cráneos modificados artificialmente para separar y decorar su porción facial, y se han encontra-
do en el templo Mayor de Tenochtitlán. La existencia de cabezas trofeo se ha documentado iconográficamente en cerámi- Aceptado tras revisión externa:
24.04.12.
cas y textiles de las culturas paracas, nazca y huari de Perú. Los indios mundurucú de Brasil y los shuar o jíbaros de la
Amazonia ecuatoriana han mantenido esta costumbre. Los shuar, además, reducen las cabezas (tzantzas) en un proceso Cómo citar este artículo:
Carod-Artal FJ. El culto a los cráneos.
ritual. Cronistas españoles como Fray Toribio de Benavente ‘Motolinía’ y Gaspar de Carvajal relataron estas prácticas. Cabezas trofeo y tzantzas en la
América precolombina. Rev Neurol
Conclusión. En la América precolombina se desarrolló profusamente la tradición de la decapitación para obtener cabezas 2012; 55: 111-20.
trofeo de guerreros.
© 2012 Revista de Neurología
Palabras clave. Cabezas trofeo. Mundurucú. Mutilación corporal. Ritual. Shuar. Tzantza.

Los cráneos de los antepasados contrado los primeros asentamientos neolíticos que
muestran un culto ritual a las cabezas de los ante-
La cabeza y, por extensión, el cráneo se han consi- pasados, y que datan del 9000 a. de C. Las eviden-
derado a lo largo de la historia la sede bien del alma cias arqueológicas indican que las cabezas de los
bien de la fuerza y la inteligencia, y detentan cuali- sujetos con un estatus especial se retiraban del res-
dades preciadas, como la fuerza y el poder del indi- to del cuerpo. Los cráneos eran enlucidos en yeso o
viduo. Por ello, el culto a los cráneos se ha ligado escayola, pintados y decorados, para luego ser colo-
tradicionalmente a una serie de creencias sobre la cados en templos y edificios [4].
fertilidad y la veneración a los ancestros, y se les ha Según la costumbre funeraria del Neolítico tem-
atribuido poderes sobrenaturales [1]. prano de Anatolia y el Próximo Oriente, los difun-
Los cráneos de los antepasados fueron objeto de tos eran expuestos deliberadamente al aire libre
culto en numerosas culturas que consideraban que para que sus cuerpos fuesen descarnados por los
aquéllos protegían a los poblados de las influencias buitres. Pinturas murales de Gobekli Tepe mues-
perniciosas de los espíritus maléficos. El culto a los tran a estas aves transportando el resto de los
cráneos de los ancestros estuvo presente en todos cuerpos. Las cabezas de ciertos difuntos se sepa-
los continentes [2,3], y sus poderes mágicos o so- raban en ocasiones del cuerpo y se preservaban. El
brenaturales protegían a la tribu y al hogar, y favo- proceso de retirar y recolocar cabezas se asoció al
recían la fertilidad de la tierra. El origen de esta culto a los ancestros, quienes podrían comunicar-
práctica cultural hay que trasladarla al menos al se con el mundo espiritual animal, como muestran
Neolítico. En la Edad del Bronce, fue una práctica las pinturas y las cerámicas de humanos interac-
presente en algunos pueblos de Europa (celtas) y de tuando con animales de grandes dimensiones. En
las estepas asiáticas. el poblado neolítico de Nevali Cori se ha hallado
una figura que muestra a un buitre posado sobre
Cráneos moldeados dos cabezas femeninas, y en Gobekli Tepe aparece
una figurilla de un cuerpo decapitado y rodeado
En Catal-Hoyuk y Gobekli Tepe (Turquía) se han en- de buitres.

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F.J. Carod-Artal

sia, Borneo, el archipiélago malayo y Birmania [2].


Figura 1. Cabeza trofeo asociada al juego de pelota. Chichén Itzá, México. En algunas áreas de Nueva Guinea, las incursiones
guerreras se hacían con el único objetivo de con-
quistar las cabezas de los enemigos y llevarlas como
trofeo al poblado. El cráneo sería el receptáculo del
espíritu, y el individuo allí aprisionado serviría a
modo de esclavo a quien lo poseyese, con lo que au-
mentaría también el poder individual del guerrero.
En este artículo se revisa, desde una perspectiva
neuroantropológica, el culto a los cráneos en la
América precolombina y en el presente etnográfico.

Decapitación

La práctica de la decapitación estuvo bastante ex-


tendida en las culturas precolombinas mesoameri-
canas (entre ellas Monte Albán, Teotihuacán, ma-
yas y aztecas), y se ha relacionado con una simbolo-
gía de renovación y fertilidad.
La decapitación era el primer paso de un trata-
miento mortuorio que daba lugar a una cabeza tro-
feo, un cráneo del tzompantli o una máscara trofeo.
Las prácticas funerarias del inicio del Neolítico Se trataba de un procedimiento post mortem, sin
indican una creencia en el mundo espiritual y la in- que ello implique que fuese la causa de la muerte
fluencia de los miembros fallecidos de la comuni- del sujeto. La tecnología lítica empleada en las cul-
dad. En Tell Qaramel, Siria (9000 a. de C.), los crá- turas mesoamericanas hacía necesario que la des-
neos se encontraron solos o en grupos, algunos articulación se realizase en varias etapas. Se inicia-
modelados con arcilla para recrear el rostro, que ba mediante el corte del disco intervertebral y cari-
había sido pintado con el color de la piel, y coloca- llas articulares, seguido de los ligamentos y múscu-
dos en lugares específicos para veneración o re- los de la parte posterior de la columna cervical. La
cuerdo. En la región de Jericó, las excavaciones decapitación solía efectuarse desarticulando entre
en asentamientos de la cultura natufiense (10.000- C3-C4, C4-C5 o C5-C6, por debajo de la mandíbu-
8.000 a. de C.) han hallado cráneos humanos ente- la. La desarticulación de la columna cervical en
rrados bajo el suelo de las casas. Esta costumbre de sentido anteroposterior se hacía a partir de C3, ya
moldear y pintar los cráneos alcanzaría un mayor que la mandíbula impedía el corte de la articulación
desarrollo en los asentamientos neolíticos de Tell atlantoaxoidea. Por ello, la decapitación se hacía
Aswad (Siria, 8.000 a. de C.) y Jericó (6.000 a. de C.). habitualmente entre la tercera y la séptima vértebras
Estos cráneos pudieron usarse en rituales. Se mo- cervicales.
delaron con yeso y arcilla, se colocaron conchas Numerosos códices, como el códice Vaticano, y
dentro de las órbitas y se pintaron con ocre rojo lápidas, como las de Izapa y Toniná (Chiapas) y Mon-
para simular un rostro humano [5]. En los cráneos te Albán (Oaxaca), muestran personajes ricamente
de Tell Aswad, los cráneos y el cabello se han colo- ataviados que portan en una mano un cuchillo de
reado y algunos incluso tienen una línea negra de sacrificio, mientras que en la otra sostienen del ca-
pintura en los párpados. bello la cabeza cercenada de un individuo que yace
a sus pies. En el códice Vaticano B, de origen pre-
hispánico, se muestra la figura de un murciélago
Decapitación, tzompantli y con alas extendidas que sujeta en cada una de sus
máscaras cráneo en Mesoamérica manos una cabeza humana. En el códice Borbónico
aparecen imágenes que ilustran esta práctica y que
En la América precolombina se desarrolló profusa- los cronistas relataron.
mente la tradición de la decapitación ritual para ob- Al parecer, la decapitación ritual en el período
tener cabezas trofeo de guerreros. Sin embargo, el uso clásico maya (320-987) estuvo asociada al juego de
de cabezas trofeo es una práctica descrita también pelota (Fig. 1). Las referencias al sacrificio son tam-
en numerosos lugares, como Nueva Guinea, Indone- bién muy abundantes en El Tajín, como se muestra

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Culto a los cráneos en la América precolombina

en el Juego de Pelota Sur. En el panel del juego de


pelota de Chichén Itzá (Fig. 2), se muestra el cuerpo Figura 2. Panel del juego de pelota de Chichén Itzá, que muestra a un
guerrero portando una cabeza trofeo.
decapitado de un jugador vencido del que brota
sangre en forma de seis serpientes, mientras el sa-
crificador sujeta su cabeza en una mano.
Sin embargo, la práctica de la decapitación ritual
en Mesoamérica es más antigua y parece remontar-
se al menos al período preclásico (1500 a. de C.-
300 d. de C.), como muestran los restos esqueléti-
cos encontrados en Tlatilco y en Teotihuacán. El
hallazgo de cráneos en la pirámide de la Luna, con
las primeras vértebras adheridas a la base craneal
junto con cortes en la región anterior y lateral de
los cuerpos vertebrales y en la mandíbula, indica
que se produjeron decapitaciones rituales en Teoti-
huacán (años 150-850) [6].
En el imaginario maya del período clásico apare-
cen escenas de decapitación mediadas por seres so-
brenaturales. En uno de los murales de Bonampak
se nos muestra una cabeza depositada en un nido
de hojas (Fig. 3). También existen evidencias físicas.
Cráneos aislados decapitados y escondites de crá-
neos se han hallado en las tierras bajas mayas. Des-
taca, sobre todo, el pozo de cráneos de Colhá en
Belice, que data del clásico final, que contenía 30
cráneos de cabezas decapitadas más las primeras
vértebras cervicales. Se piensa que el alijo de crá-
neos pudo formar parte de un ritual asociado con la El hecho de que el tamaño de estas cabezas tro-
finalización del sitio arqueológico. Varios cráneos feo fuese de menor tamaño que las del guerrero que
muestran cortes finos y sin sanar alrededor de las las porta apoya la hipótesis de que estas reliquias
órbitas de los ojos, lo que indica que, además, se eran las partes blandas de las cabezas decapitadas,
practicó el desollamiento del rostro poco antes o que se habrían reducido de tamaño. Otros antropó-
después de morir. Algunos antropólogos piensan logos opinan que en la cultura de Monte Albán no
que, en ocasiones, se realizaron actos de tortura ri- se habría practicado la reducción de cabezas, y que
tual por parte de los mayas para maximizar el sufri- se trataría de una estrategia iconográfica visual para
miento de quienes iban a ser ejecutados. resaltar la jerarquía existente entre captor/sacrifi-
cador y cautivo/sacrificado. Sin embargo, el cronis-
Monte Albán ta Fray Toribio de Benavente ‘Motolinía’ relató en
En la cultura de Monte Albán (250-900) se han en- su crónica Historia de los indios de Nueva España
contrado reliquias óseas hechas a partir de cabezas (1545) que en el noroeste de Oaxaca existía la cos-
decapitadas. Además, se han hallado varias figuras tumbre de reducir las cabezas, refiriéndose al seca-
de cerámica que muestran una serie de representa- do como la técnica para conservarlas y disminuir su
ciones rituales. En ellas, personajes de alto rango, tamaño [8].
guerreros y jugadores del juego de pelota portan En todo caso, parece que en la cultura de Monte
cinturones con cabezas trofeo invertidas y con el Albán y en otras, como la azteca, se practicó el de-
cabello largo suelto hacia abajo. En las tumbas 58 y sollamiento y los sacerdotes vestían la piel de la cara
103 de Monte Albán aparecen representaciones de del sacrificado a modo de máscara facial. Fray Juan
personajes que tienen puesta sobre su cara la piel de Córdova, en su diccionario zapoteco-español de
facial de un desollado (máscara facial), mientras 1578, alude a la manufactura de pieles faciales hu-
que en una mano llevan una cabeza decapitada [7]. manas rellenadas con paja y usadas en rituales.
Otras cerámicas muestran a personajes adornados La manufactura de reliquias óseas craneales en
con un pectoral o con un collar hecho de maxilares la cultura de Monte Albán es llamativa. Destaca el
humanos y una cabeza humana invertida en el bro- cráneo humano de la tumba 7, al que se modificó
che del cinturón. artificialmente, haciéndole una oquedad en la región

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F.J. Carod-Artal

nistas hablaron de las empalizadas aztecas que ex-


Figura 3. Mural maya de Bonampak. Obsérvese la cabeza trofeo depositada en un cesto. hibían un gran número de cráneos descarnados.
Así, Fray Toribio de Benavente relataba [8]: ‘Las ca-
bezas de los que sacrificaban, en especial de los tor-
nados en guerra, desollábanlas, y si eran señores o
principales personas los así presos, desollábanlas
con sus cabellos y secábanlas para las guardar. De
estas había muchas al principio; y si no fuera por-
que tenían algunas barbas, nadie juzgara sino que
eran rostros de niños de cinco a seis años, y causá-
bale estar, como estaban, secas y curadas. Las cala-
veras ponían en unos palos que tenían levantados a
un lado de los templos del demonio’.
Los hallazgos arqueológicos han demostrado la
existencia de estos depósitos de cráneos. En la gran
pirámide de Tlatelolco se hallaron en el año 1962
un total de 170 cráneos con sus mandíbulas. La
edad de los sacrificados oscilaba entre 18 y 40 años,
el 67% eran varones y el resto mujeres. Todos los
cráneos presentaban grandes perforaciones circu-
lares de unos 5 cm de diámetro en ambas regiones
temporales. Las perforaciones se realizaron post mor-
media frontoparietal, se le añadió la mandíbula de tem, mediante múltiples percusiones con un cincel
otro sujeto y se decoró para ser usado como caja de pedernal, para exponer los cráneos anclados en
de resonancia en rituales funerarios. En este cráneo una vara de madera en el tzompantli [7].
se colocaron dos conchas a modo de ojos y un cu- La perforación lateral de los cráneos indica un
chillo de pedernal en la apertura nasal, mientras conocimiento anatómico muy especializado. Los
que la superficie craneal externa se decoró con un sujetos se decapitaban ya en estado cadavérico y,
mosaico de teselas de turquesa y coral. Este trata- tras separar la cabeza, ésta se desollaba y se descar-
miento del cráneo recuerda al de los viscerocráneos naba. La presencia de cortes en el cráneo y la man-
aztecas, que semejan rostros descarnados, y que se díbula indica que fueron producidos al retirar el
modificaron a partir de cráneos de víctimas sacrifi- cuero cabelludo, el tegumento y los músculos y ten-
ciales sustraídos de las empalizadas o tzompantli. dones con cuchillos de obsidiana. La exposición pú-
blica de estos cráneos no debía durar mucho tiem-
El tzompantli po, ya que la mayor parte fueron retirados de la
empalizada antes de que los ligamentos que sostie-
El tzompantli es un término que se refiere tanto a nen la mandíbula y las vértebras cervicales se hu-
una construcción de madera en empalizada donde biesen descompuesto, pues se conservan [7].
se colocaban las cabezas de algunas víctimas sacri-
ficadas en Mesoamérica, entre los mexicas y mayas, Máscaras cráneo, mandíbulas y cabezas trofeo
como a los cráneos mismos. Hoy en día persisten
ciertas construcciones arqueológicas en piedra que Las máscaras cráneo son cráneos modificados artifi-
representan los tzompantli (Fig. 4). cialmente para separar y decorar su porción facial.
La palabra tzompantli quiere decir ‘el lugar don- No son estrictamente máscaras, ya que las órbitas y
de está alineado el cabello’. Para los aztecas, la coro- la fosa nasal están cubiertas y presentan orificios ar-
nilla era un lugar considerado vulnerable, y el cabe- tificiales de suspensión para ser usadas en público.
llo la capa protectora de la cabeza y un elemento Las máscaras se solían elaborar con un cráneo recién
cargado de tonalli o fuerza espiritual. Por ello, los decapitado o a partir de uno colocado en el tzom-
cautivos de guerra eran habitualmente asidos por el pantli. Era necesaria una percusión cuidadosa para
cabello, como expresión simbólica y real de haber eliminar las protrusiones del ligamento estilomandi-
sido apresados. bular y la inserción del músculo pterigoideo medial
El tzompantli tenía un carácter claramente inti- de la base craneal. Además, muchas máscaras crá-
midatorio, ya que estaba expuesto visualmente al neo tenían perforaciones, bien de carácter decorati-
alcance de la población. Los primeros frailes y cro- vo, bien para simular una articulación con la mandí-

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Culto a los cráneos en la América precolombina

bula. Las perforaciones decorativas se hacían en el


hueso frontal y sobre ellas se colocaba el cabello cres- Figura 4. Tzompantli ceremonial de Chichén Itzá.
po, que era un atributo de las deidades asociadas a
la muerte. En el códice Borgia se muestra esta dei-
dad portando cuchillos en la nariz y en la boca.
En las excavaciones del templo Mayor de Tenoch­
titlán se han encontrado varias máscaras cráneo
procedentes de cráneos de sujetos masculinos sa-
crificados que presentan la típica horadación de los
expuestos en los tzompantli. Para elaborar las más-
caras cráneo hubo que cortar los cráneos por detrás
de la sutura coronal, por medio de un aserrado y
posterior ruptura por doblado. Además, se les colo-
caron ojos hechos de conchas y hematina.
En las culturas mesoamericanas era muy común
colocar cráneos como ofrendas en edificios y tem-
plos, para consagrar edificaciones y acompañar en-
tierros. Con frecuencia estos cráneos habían recibi-
do un tratamiento postsacrificial, es decir, los suje-
tos ya estaban muertos, y se trataba de una desarti-
culación más que una decapitación verdadera. En
ésta, las vértebras solían quedar cercenadas de la
parte anterior del cuerpo vertebral. En cambio, en
los cráneos prehispánicos tipo cabeza trofeo apare-
cen tan sólo ligeros cortes en las carillas articulares
y sobre las láminas. Estas cabezas trofeo se sepulta-
ban al poco tiempo de la decapitación, pues conser-
vaban los tejidos blandos, la mandíbula y las prime- vida, al considerárseles recipientes de una divinidad.
ras vértebras cervicales en conexión anatómica, y Tal es el caso del ixiptla o recipiente del dios Tezcat-
no había huellas de descarnado. lipoca, honrado durante un año y después sacrifica-
Las mandíbulas humanas tenían un significado o do, cuyo corazón era extraído, su sangre alimentaba
poder ritual y de estatus, y eran usadas por persona- al dios sol y, finalmente, su cráneo se exhibía en el
jes en ceremonias sagradas para, tiempo después, altar de los cráneos. Durante el gobierno de los últi-
colocarlas en un sitio ceremonial. En el entierro 270 mos señores aztecas, el sacrificio humano se asoció
de Tlatelolco se encontró un depósito con 104 man- con un simbolismo de dominación política, en el
díbulas humanas, la mayoría de ellas rotas e incom- que el estado y el sacerdocio azteca estatal controla-
pletas, que muestran cortes donde se insertaban los ban los sacrificios, que se efectuaban en el gran cen-
músculos, lo que indica que se cortaron intencional- tro ceremonial de Tenochtitlán.
mente los músculos masticatorios. Además, apare- En cambio, en las sociedades agrarias arcaicas, la
cen áreas pulidas en la superficie de las mandíbulas. exposición de cabezas trofeo y cráneos en las vigas
Las mandíbulas se enterraban después de un cierto de las casas estaría asociada a ritos que tenían el pro-
tiempo de uso, cuando se rompían o deterioraban, pósito de propiciar el renacimiento de las víctimas.
durante alguna festividad en el recinto sagrado [7].

El sacrificio Cabezas trofeo en las sociedades andinas


En el sudoeste de Mesoamérica, el sacrificador o el
sacrificado personifican con frecuencia a la divini- El empleo de cabezas humanas para uso ritual tiene
dad. En algunas cerámicas se muestra al sacrificador- una larga tradición en los Andes, y su origen se
dios de la lluvia que decapita a una persona que per- sitúa al menos en el período precerámico (1800 a.
sonifica al dios del maíz, y el sacrificio divino se lleva de C.). La secuencia cultural de las culturas andinas
a cabo para alimentar a los humanos. En otros casos, indica que las sociedades chavín, cupisnique, mo-
la víctima personifica a la propia deidad de la lluvia. che, paracas, nazca, huari, moche, chimú e inca
Así, muchos sacrificios rituales se hacían en suje- (Perú), La Tolita y Jama-Coaque (Ecuador) y mojo-
tos que durante un cierto tiempo eran venerados en coya (Bolivia) practicaron esta tradición. Pero entre

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F.J. Carod-Artal

ellas, quienes desarrollaron con mayor profusión el de cabezas trofeo sostenidas entre las manos por
uso ritual de las cabezas trofeo fueron los nazca y guerreros, atadas a los cinturones de guerreros y
sus antecesores paracas. En cambio, los moche chamanes, o asociadas con criaturas míticas antro-
practicaron con mayor frecuencia los sacrificios ri- pomorfas [13]. Las cabezas trofeo se hacían con su-
tuales. Cabezas humanas aisladas y cabezas trofeo jetos en edad media de la vida. El análisis de 84 ca-
se han encontrado en los Andes en excavaciones ar- bezas trofeo nazca mostró que el 85% de los especí-
queológicas de las culturas chavín, nazca, huarpa, menes eran varones de 20-50 años de edad [14].
huari, moche y tiwanaku [9]. En esta sociedad, la guerra y el conflicto se nos
Las cerámicas de la época huari (600-1000) mues- muestran en sus cerámicas. Los guerreros nazca
tran a guerreros que portan cabezas trofeo, obteni- van ataviados con armas, mazas y lanzas, y a menu-
das en batallas e incursiones. El análisis bioarqueo- do portan cabezas trofeo. Numerosas armas se han
lógico del sitio huari de Conchopata ha mostrado encontrado en las excavaciones arqueológicas. En
que las 31 cabezas trofeo halladas correspondían a los combates cuerpo a cuerpo se emplearon porras
24 adultos y adolescentes y a 7 niños, lo que sugie- y cuchillos de obsidiana. Uno de los principales ob-
re que este grupo solía ser escogido como recipien- jetivos de la guerra era la obtención de cabezas tro-
te de cabezas trofeo. La mitad de los cráneos de feo, como se deduce de las escenas de decapitación
adulto presentaba señales de violencia y traumatis- pintadas sobre vasos rituales. Guerreros ricamente
mo craneal, lo que indica que los individuos fueron ataviados sujetan a sus víctimas por el cabello con
capturados en acciones de guerra [10]. una mano mientras las decapitan con un cuchillo
Hoy día, el uso ritual de los cráneos se mantiene durante la batalla. Los nazca tenían una sociedad
en sociedades rurales andinas tradicionales. Dota- políticamente organizada, con jefaturas locales que
dos de poderes mágicos y curativos, los emplean cha- se expandían y luchaban entre sí para obtener un
manes y yatiris, como es el caso de los uru-chipaya mejor acceso al agua, a los sistemas de irrigación y
de Bolivia, para tratar diversas enfermedades [11,12]. a las tierras agrícolas.
En la región amazónica, los indios juruna del Se han encontrado alrededor de 100 cabezas tro-
Alto Xingú utilizan los cráneos-trompeta, que son feo nazca y su proceso de preparación es semejante.
una especie de trompeta o bocina ceremonial for- La cabeza se cortaba con un cuchillo de obsidiana
mada por un cráneo humano sin mandíbula ni mediante un corte que separaba las vértebras cervi-
dientes, con fines ceremoniales. Las cavidades ocu- cales. Después se rompía y se retiraba la base del
lares y nasales se rellenan de brea y sobre la calota cráneo, el foramen magno y parte del hueso occipi-
craneal se coloca un tubo de caña hueco recubierto tal. A través de esta abertura se retiraba el cerebro y
por una espiral de fibra vegetal y adornada con pen- los globos oculares. A continuación se perforaba un
dientes de plumas. agujero en el centro de la región frontal del cráneo,
y en su interior se insertaba una especie de botón
Cabezas trofeo en la sociedad nazca de madera anudado a una cuerda, que servía para
transportar la cabeza trofeo. Los labios eran sella-
La cultura nazca se desarrolló en el sudeste de Perú dos con un par de espinas de huarango y la cavidad
entre el 100 a. de C. y el 700 d. de C., y se caracteri- craneal se rellenaba con paños que contenían trazas
zó por el desarrollo de un sistema hidráulico y de de maíz, cacahuete y piel de cactus.
agricultura intensivos en uno de los parajes más La cuidadosa preparación de las cabezas trofeo
áridos del planeta. La iconografía religiosa que se era el primer paso de un elaborado ritual, cuyo
nos muestra en sus cerámicas y en sus elaborados principal actor era el chamán, que actuaba como
textiles es muy compleja, y en ella aparecen secuen- intermediario entre el mundo espiritual y el huma-
cias en las que se usa ritualmente cabezas trofeo no [15]. Se piensa que este ritual se aderezaba con
humanas. Los nazca enterraban a sus antepasados elementos musicales, sonajeros, tabores y zampo-
en tumbas poco profundas en la arena, revestidas ñas, durante una procesión al santuario de Cahua-
de un armazón con techos de madera de huarango, chi con las cabezas trofeo, y se alcanzaban estados
un arbusto local. Los cuerpos se disponían senta- de trance favorecidos por la ingestión del cactus de
dos, acompañados por vasos de cerámica, ornamen- San Pedro [16]. Estas ceremonias aparecen en imá-
tos, alimentos y armas. En ocasiones, se han encon- genes vívidas en la cerámica nazca, y la mescalina
trado cráneos trepanados y otros deformados in- del cactus de San Pedro desempeñaba un papel fun-
tencionalmente. damental [17,18].
Uno de los hechos más destacados de la socie- El uso individual que se hacía de las cabezas tro-
dad nazca es la frecuente descripción iconográfica feo es desconocido. Pasado un tiempo, las cabezas

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Culto a los cráneos en la América precolombina

trofeo se enterraban en grupos en alijos subterrá- Negro y Tapajós: ‘Había siete picotas que nosotros
neos. Así, en el valle de Palpa se ha encontrado un vimos que estaban en trechos por el pueblo, y en las
alijo con 48 cabezas trofeo agrupadas a modo de picotas clavadas muchas cabezas de muertos, a
ofrenda. En una cerámica nazca se muestra el en- cuya causa le pusimos a esta provincia por nombre
tierro ritual de las cabezas trofeo bajo un montículo la provincia de las Picotas, que duraba por el río
en forma de pirámide, a cuyo lado se encuentra un abajo setenta leguas’.
chamán que porta diversos artilugios rodeado de Otras referencias etnográficas sobre la práctica
vasos de libaciones. del pariua-á (cabezas trofeo) de los mundurucú
La obtención de cabezas trofeo y su enterramien- proceden de Barbosa Rodrigues, quien en 1875 rela-
to ritual encuentra su sentido en un contexto reli- tó cómo los feroces mundurucú, tatuados y pintados
gioso que incorpora el animismo y la creencia en de negro, mataban y decapitaban a sus enemigos, y
espíritus sobrenaturales a través del chamán. Se sus cabezas les servían como cabezas trofeo [22].
piensa que el principal propósito relacionado con la Los mundurucú llevaban un corte de cabello y un
obtención de cabezas trofeo era asegurar la abun- tatuaje transversal en la cara muy característicos.
dancia continuada de las cosechas, por lo que aqué- El proceso de preparación de las cabezas trofeo
llas constituirían una metáfora simbólica de la ferti- mundurucú difería de la técnica empleada por los
lidad, regeneración y renacimiento [13,19]. Esta hi- shuar, pues no había reducción del tamaño de la ca-
pótesis se ve apoyada iconográficamente por diver- beza ni retirada de los huesos del cráneo. Las cabe-
sas escenas de plantas que crecen desde las bocas de zas trofeo mundurucú se dejaban secar, con la piel y
las cabezas trofeo. Éstas simbolizarían la relación el cabello, una vez retiradas las partes blandas, la
entre la sangre, la regeneración y la fertilidad, nece- grasa y el encéfalo a través del foramen magno.
saria en todas las sociedades agrarias tradicionales. Después, la cabeza se sumergía varias veces en un
recipiente con aceite vegetal y urucum (Bixa orella-
na), y posteriormente se colocaba varios días al sol
Cabezas trofeo en el presente etnográfico para secarse o bien se ahumaba. La cabeza se unta-
ba con aceite de andiroba (Carapa guianensis), se
Entre algunas tribus de Ecuador, Perú, Colombia y llenaba su interior de bolas de algodón y se tapaba
Venezuela existía hasta muy recientemente la cos- la boca con resina. En los cabellos, y a ambos lados
tumbre de reducir las cabezas de sus enemigos para de la cabeza, se tejían dos cordones de algodón
conservarlas como trofeo o talismanes mágicos. En adornados con plumas rojas y negras de tucán de
el presente etnográfico, los grupos de reductores de pico negro (Ramphastos vitellinus). En las órbitas
cabezas más conocidos se localizan en Sudamérica, se colocaba una masa de resina y se incrustaba un
y son los mundurucú de Brasil y los shuar (o jíba- diente de un roedor llamado cutia (Dasyprocta agu-
ros) de la Amazonia ecuatoriana, quienes embalsa- ti). De la boca pendían varios cordones entrelaza-
maban ritualmente las cabezas de los enemigos muer- dos, y el más grueso servía para que el guerrero due-
tos por motivos religiosos. ño de la cabeza la pudiese transportar o amarrar a
su cintura [23].
Cabezas trofeo mundurucú En ocasiones se introducía una caña de bambú o
una estaca por el foramen magno para transportar la
Los mundurucú fueron considerados un grupo muy cabeza trofeo en expediciones y en rituales (Fig. 5).
aguerrido y belicoso. Actualmente sobreviven unos La cabeza trofeo era transportada por su dueño tan-
7.500 individuos en los estados brasileños de Pará, to en las incursiones guerreras como en fiestas y ca-
Amazonas y Matto Grosso. Hablan una lengua tupi cerías, pues se pensaba que favorecía la suerte en la
y se autodenominan Wuy jug u. El término mun- caza [22]. Por la noche, la cabeza trofeo se fijaba en
durucú (‘hormiga gigante’) les fue asignado por los una estaca y permanecía cercana a la hamaca donde
indios parintintín debido a sus técnicas de guerra, dormía su dueño. Esta demostración era un testimo-
pues en el combate se alineaban como un grupo nio del coraje y valentía del guerrero, y servía de avi-
compacto de hormigas [20]. so a cualquier potencial invasor del territorio.
Los mundurucú eran famosos porque exponían El ritual del pariua-á se iniciaba con la prepara-
las cabezas trofeo en las proximidades de sus caba- ción de la cabeza trofeo y duraba, al menos, tres es-
ñas. El fraile dominico Gaspar de Carvajal [21], en taciones de lluvia (de tres a cinco años). Los dientes
su crónica Relación del nuevo descubrimiento del se extraían durante la confección de la cabeza tro-
famoso Río Grande de las Amazonas, describió la feo, y se usaban para fabricar un cinturón que se
siguiente costumbre cuando navegaba entre los ríos empleaba en un ritual llamado pariuate-ran (pa-

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riuate, enemigo; ran, cinturón). Una vez confeccio- los shuar, llamadas tzantzas, impactaron a los con-
nada la cabeza, se entregaba el cinturón de algodón quistadores. El cronista Gonzalo Fernández de Ovie-
adornado con los dientes de la cabeza al guerrero do, en su obra Historia general y natural de las In-
vencedor y dueño de ella en una fiesta ritual, pasa- dias, ya relató que ‘los indios jíbaros del Ecuador
do casi un año de la obtención de la cabeza. La eta- acostumbraban reducir las cabezas o tzanzas, las
pa ritual final sucedía al final de la tercera estación cuales creen que son de muy buena suerte y tienen
de lluvias, donde se celebraba una nueva fiesta a la poder mágico’.
que se invitaba a grupos mundurucú de la vecin- Se dice que los shuar organizaban incursiones y
dad. En esta última celebración se escenificaba la partidas de guerra en los territorios de tribus veci-
caza de las cabezas de los enemigos y los guerreros nas para obtener tzantzas. El guerrero vencedor te-
adultos debían seguir una serie de preceptos, como nía derecho a cortar la cabeza del enemigo vencido,
la abstinencia sexual. y posteriormente la reducía de tamaño en una serie
El dueño de la cabeza trofeo tenía una serie de de rituales. La reducción de cabezas de monos cons-
privilegios, ya que era honrado y alimentado por la tituía una parte del entrenamiento de los más jóve-
tribu durante todo el período de realización del ri- nes con el fin de aprender la técnica a aplicar en las
tual. Pero, al final de él, el valor simbólico de la ca- cabezas humanas.
beza trofeo se perdía, el guerrero regresaba a su La práctica de cerrar los orificios del rostro es tí-
vida normal y terminaban sus privilegios adquiri- pica de las tzantza shuar y no se observa en las ca-
dos [23]. Las cabezas de los enemigos perdían su bezas mundurucú. El cierre de los orificios faciales
poder espiritual al término de este ritual, pasados guarda relación con el aprisionamiento del alma del
cuatro o cinco años, y eran descartadas. muerto en el interior de la cabeza. Para los shuar, el
El estudio tomográfico de la cabeza trofeo mun- espíritu del individuo reside en su cabeza, y aqué-
durucú del Museo Nacional de Río de Janeiro ha llos que han muerto en combate pueden volver para
mostrado la ausencia de encéfalo y de duramadre. vengarse del guerrero victorioso. Sin embargo, si se
La cavidad craneal se encontraba vacía, excepto por corta y reduce de tamaño la cabeza del enemigo
la presencia de una estructura en forma de cordón vencido, se consigue encerrar en ella su alma e im-
que ocupaba la fosa posterior. La ausencia de dura- pedir su regreso. En el mundo espiritual shuar, el
madre demuestra que hubo una limpieza intencio- espíritu de la persona muerta, arútam, es recibido
nal del contenido endocraneal. No había fractura por otro ser humano, habitualmente su hijo o su
de la base de cráneo, lo que indica que el encéfalo nieto, para perpetuar un ciclo vital indefinido. Por
se retiró a través del foramen magno. En las órbitas ello, la posesión de una tzantza implica la apropia-
se apreciaba un material amorfo en cuyo interior ción simbólica del enemigo muerto en combate.
estaba incrustado un diente de roedor, probable- El proceso de elaborar una tzantza conlleva va-
mente cutia. En la boca no había indicios de denti- rios actos rituales. Toda la ceremonia va acompa-
ción. La cabeza trofeo no era de un individuo mun- ñada de cantos, oraciones y conjuros. El ritual se
durucú, ya que no portaba el tatuaje característico iniciaba una vez que los guerreros retornaban de
de esta tribu [23]. una incursión a su campamento base con las cabe-
Los mundurucú, además de cortar las cabezas zas decapitadas. En primer lugar, se hacía una inci-
de los enemigos, también lo hacían con los guerre- sión desde las orejas hasta la base del cráneo y se
ros miembros de su tribu que fallecían durante un desollaba, separando completamente la piel de la
combate lejos de su aldea. En este caso transporta- cabeza y el rostro del cráneo. Empleaban punzones
ban la cabeza del difunto a la casa de su familia, la de madera para retirar los restos de cartílago de la
colgaban, y tras una ceremonia en la que los guerre- nariz y orejas, y para enuclear los globos oculares.
ros juraban vengar su muerte, se enterraba en el Este proceso duraba en manos expertas unos 15 mi-
suelo de la vivienda [24]. nutos. El cráneo, cerebro, globos oculares y demás
partes blandas se eliminaban.
Las tzantza shuar En una segunda fase del ritual se recogía agua
del río, se vertía en un vaso ritual de cerámica de
Los shuar o jíbaros habitan diversas áreas de la Ama- unos 50 cm de diámetro, y se hacía hervir junto con
zonia ecuatoriana y peruana, y su población actual cortezas, hojas y plantas ricas en tanino y el jugo de
se estima en 80.000 individuos. La palabra jíbaro una liana llamada chinchipi. En ese momento, el lí-
fue usada por los conquistadores españoles y tiene der del grupo introducía los restos de la cabeza, piel
su origen en la palabra shuar ‘xivar’, que significa y cabellos varias veces en el agua, hasta que final-
gente. La visión de las cabezas trofeo reducidas de mente depositaba la piel desollada y la dejaba her-

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Culto a los cráneos en la América precolombina

vir durante unos 20 minutos, mientras el resto de la


partida de guerreros lo observaba en silencio. Des- Figura 5. Mundurucú con cabeza trofeo. Ilustración Figura 6. Tzantza shuar. Museo Nacional de Antro­
de Barbosa Rodrigues. pología, Madrid.
pués se retiraba la piel hervida, cuyo tamaño se ha-
bía reducido casi a la mitad, y se dejaba secar en la
punta de una lanza. Una vez seca, se raspaba y se
eliminaban cuidadosamente todos los restos de
grasa y músculos que pudiera haber en la parte in-
terna de la piel, para evitar su putrefacción, y se fro-
taba con aceite de carapa [25].
Los guerreros aprovechaban para comer y des-
cansar esa noche. Al amanecer, se llevaba a cabo un
ritual de masticar y beber un extracto líquido de
hojas de tabaco, y se seguían varios preceptos y ri-
tos de purificación, que incluían la abstinencia de
ciertos alimentos, de prácticas sexuales y del uso de
armas. Al mismo tiempo, los guerreros implicados
en la incursión se hacían elaborados adornos cor-
porales en su piel.
Después recogían la piel hervida y la unían al ca-
bello, se hacían unos agujeros en la base del cuello,
y se cosía y se transformaba la piel en una especie
de bolsita. La boca y los párpados se cerraban y se
suturaban con una especie de dardos. Así se obte-
nía una bolsita de piel abierta sólo por la parte pos-
terior de la nuca. La piel se secaba con piedras del
tamaño de un puño y con arena que se habían ca-
lentado en un fuego. Durante varias horas, y mien-
tras repetía un cántico ritual, el guerrero de mayor
edad introducía en el interior de la bolsa de piel hu-
mana primero las piedras calentadas en el fuego y
después cucharadas de arena caliente.
La cabeza obtenida se colgaba sobre el fuego
para ahumarla, y se iba dando forma al cuero con este modo se entregaba a los niños o simplemente
una piedra caliente. La arena y las piedras redondas se abandonaba [26].
­se iban cambiando según se enfriaban. Una vez re- La elaboración de las tzanzas constituía una for-
tiradas, la piel quedaba como cartón piedra, com- ma de aplacar la rabia del pariente perdido en com-
pletamente ennegrecida al ahumarse con chamiza, bate, al ser de este modo vengado. La cabeza del
una planta que quemaban constantemente debajo enemigo adquiría un poder ritual llamado tsaruta-
de la cabeza en preparación. Todo este proceso so- ma, por lo que la tzantza era un modo de demos-
lía durar varios días, casi una semana, con lo que la trar a los espíritus de los ancestros que las obliga-
cabeza finalmente llegaba a tener el tamaño de un ciones de revancha de sangre y de venganza se ha-
puño, es decir, casi una cuarta parte de su tamaño bían realizado plenamente [27].
original [25,26] (Fig. 6).
Al regreso al hogar, se iniciaba la primera de las
tres fiestas para celebrar la captura de las tzantzas, Conclusiones
auspiciada por el anciano que organizó la partida
de guerra. Entre festividades, los guerreros que par- La tradición de la decapitación ritual se desarrolló
ticiparon en la incursión mantenían varias pres- profusamente en la América precolombina con el
cripciones rituales y evitaban ciertos alimentos o fin de obtener cabezas trofeo. Las extensas descrip-
cazar solos. La última celebración tenía lugar un ciones y las representaciones en cerámicas, códices
año después de la incursión guerrera, y el anfitrión y textiles se han visto confirmadas por los hallazgos
era uno de los guerreros dueños de una tzantza. arqueológicos y los estudios en antropología física
Una vez que finalizaba todo este ciclo ritual, la de los últimos años. En la Amazonia todavía pervi-
tzantza ya no tenía función y perdía su valor. De ve la tradición de la reducción de cabezas, ya sin

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Skull cult. Trophy heads and tzantzas in pre-Columbian America

Introduction. The skull cult is a cultural tradition that dates back to at least Neolithic times. Its main manifestations are
trophy heads, skull masks, moulded skulls and shrunken heads. The article reviews the skull cult in both pre-Columbian
America and the ethnographic present from a neuro-anthropological perspective.
Development. The tradition of shaping and painting the skulls of ancestors goes back to the Indo-European Neolithic
period (Natufian culture and Göbekli Tepe). In Mesoamerica, post-mortem decapitation was the first step of a mortuary
treatment that resulted in a trophy head, a skull for the tzompantli or a skull mask. The lithic technology utilised by the
Mesoamerican cultures meant that disarticulation had to be performed in several stages. Tzompantli is a term that refers
both to a construction where the heads of victims were kept and to the actual skulls themselves. Skull masks are skulls
that have been artificially modified in order to separate and decorate the facial part; they have been found in the Templo
Mayor of Tenochtitlan. The existence of trophy heads is well documented by means of iconographic representations on
ceramic ware and textiles belonging to the Paraca, Nazca and Huari cultures of Peru. The Mundurucu Indians of Brazil and
the Shuar or Jivaroan peoples of Amazonian Ecuador have maintained this custom down to the present day. The Shuar
also shrink heads (tzantzas) in a ritual process. Spanish chroniclers such as Fray Toribio de Benavente ‘Motolinía’ and
Gaspar de Carvajal spoke of these practices.
Conclusions. In pre-Columbian America, the tradition of decapitating warriors in order to obtain trophy heads was a wide­
spread and highly developed practice.
Key words. Body mutilation. Mundurucu. Ritual. Shuar. Trophy heads. Tzantza.

120 www.neurologia.com Rev Neurol 2012; 55 (2): 111-120

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