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Origen mitológico-histórico de las sirenas
Origen mitológico-histórico de las sirenas
El único mortal que osó escuchar el dulce canto de las Sirenas y vivió para contarlo
fue el legendario Ulises, episodio narrado en la Odisea. Estas criaturas mitológicas
tenían la malévola costumbre de seducir a los marineros incautos para después
atraparlos y matarlos.
Proseguía Ulises su viaje hacia Ítaca y su amada Penélope acompañado por sus
incansables hombres. Durante tres días y tres noches, permaneció Ulises inmerso
en sus pensamientos. ¿Tal vez pensaba cual sería la próxima eventualidad? Después
de una «entrañable» visita por el Hades, la tripulación continuó en dirección a su
destino. Pero a pesar de superar este obstáculo, a nuestros protagonistas todavía
les esperaban muchas sorpresas. De hecho, el siguiente desafío que tendrían que
afrontar iba a ser uno de los más recordados de la Odisea, por sus tintes de lo más
dramáticos.
Mientras se encontraban navegando, los vientos que les habían guiado durante su
travesía desaparecieron de forma repentina. Las aguas permanecieron inmóviles,
como si flotaran en un estanque. Estas extrañas circunstancias parecían presagiar
un terrible augurio para Ulises y el resto de la tripulación. Poco a poco, lograron
distinguir la costa de una hermosa isla a la que se dirigían de forma irremediable.
Aparentemente nada peligroso se advertía en el horizonte. Pero
entonces Ulises recordó lo que Tiresias le había narrado y pronto comprendió que
se estaban acercando a la misteriosa isla de las Sirenas.
¿Pero qué eran exactamente estos seres? ¿Por qué eran tan temidos por los
marineros? No nos debemos dejar llevar por nuestras primeras apreciaciones. En la
actualidad, solemos representar a estas criaturas mitológicas como bellísimas
mujeres con la mitad inferior de su cuerpo en forma de pez. A primera vista, no
parecen tan siniestras, ¿verdad? Sin embargo, pese a esta amable apariencia (en
teoría), en la Antigua Grecia eran representadas de forma muy diferente y
ciertamente mucho más inquietante. Los habitantes de la Hélade se imaginaron a
las Sirenas como terribles monstruos, mitad hembras, mitad aves. ¿Entonces como
atraían a los hombres que surcaban los mares? Muy sencillo. A través de
su hipnótico canto conseguían hacerles perder la cabeza y conducirles hacia su fatal
perdición.
Debido a estas vicisitudes, casi era mejor no trata de sucumbir a su encanto, por
muy tentador que fuese. Ulises conocía muy bien la tenebrosa leyenda de
las Sirenas. Demasiados marineros habían caído bajo las garras de estas maléficas
criaturas. Por esta razón, advirtió a sus hombres de los peligros a los que se
exponían de atreverse a escuchar esa seductora melodía. Pero el
propio Ulises quiso arriesgarse a pesar de lo que pudiese ocurrir. Para evitar un
trágico destino, siguió los consejos de la hábil maga Circe y ordenó a sus hombres
que lo ataran fuertemente al mástil del barco y que remaran lo más rápido posible
sin detenerse ni por un instante. Además, antes de lo que atasen, nuestro héroe
reblandeció un puñado de cera y lo repartió entre sus marineros para que se
taponaran los oídos. Así las malvadas artes de las Sirenas no surtirían ningún efecto.
Todo se hizo de acuerdo a sus órdenes. Ulises quedó amarrado al mástil sin apenas
poder moverse y el resto de la tripulación había sido ensordecida debido a los
tapones de cera. Ya estaban listos para la prueba de fuego. Según se iban
aproximando a la isla, un dulce y misterioso canto, el más hermoso de todos
cuantos se habían escuchado, empezó a resonar. Las Sirenas trataron de seducir a
los marineros, con una voz angelical que les prometía la felicidad plena si arribaban
a sus costas. Era una música celestial, digna de los mismísimos dioses del Olimpo.
Pero pese a esta maravillosa experiencia, tan solo se trataba de un astuto cebo. La
tripulación permaneció impasible, sordos como estaban a causa de la cera en sus
oídos. Aunque no ocurrió de la misma manera con Ulises. Su osadía de querer
escuchar a toda costa el seductor cántico de las Sirenas le acabó jugando una mala
pasada.
Ulises
atado al mástil de su barco mientras escucha el cántico de las
Sirenas. Fuente: abcblogs.abc.es
Nuestro héroe conocía de sobra las historias que se contaban acerca de estos
horribles monstruos. Pero de nada le sirvieron estos conocimientos, pues al
escuchar a las Sirenas, su mente y corazón quedaron bloqueados. Ahora solo
deseaba quedarse en aquel «paraíso terrenal», que él pensaba equivocadamente
que se trataba de su hogar Ítaca. Gracias a las perversas acciones de estas criaturas
mitológicas, Ulises podía escuchar la voz de su esposa Penélope y de su
hijo Telémaco. Pero todo era un engaño de las Sirenas para darse un sabroso festín
con nuestro héroe. Desesperado por liberarse de las cuerdas que le mantenían
atado, Ulises suplicó a sus hombres que le dejaran libre con el fin de reencontrarse
con su imaginaria familia. Pero a pesar de sus reiterados ruegos, la tripulación no le
hizo el menor caso. Mejor para él, y para todos, claro. Completamente fuera de
sí, Ulises gritó y gritó además de tratar de zafarse de las cuerdas que le protegían.
Tan fuertes eran sus movimientos, que incluso le llegaron a sangrar los tobillos y
muñecas. Cuando hubieron pasado de largo la isla, los cánticos cesaron
y Ulises cayó exhausto. Ya bien lejos de las Sirenas, su compañero Euríloco le soltó.
Fue entonces cuando les narró lo que había experimentado, una auténtica pesadilla.
Después sopló un viento propicio y prosiguieron su periplo por los mares
incógnitos.
Para los antiguos griegos, la seducción era ciertamente muy peligrosa. ¿Quién no
representaba mejor este deseo que las terribles Sirenas? Provistas con alas y afiladas
garras, no obstante, serían sus cánticos el arma más poderosa de cuantas poseían
pues con ellos podían atraer sus víctimas sin que opusieran ninguna resistencia. En
contraste con este aspecto clásico, en el imaginario actual estos seres casi siempre
son representados mitad mujeres, mitad peces, dotadas de una extraordinaria
belleza, capaces de seducir a cualquier mortal. Sin duda, en todas las leyendas en
las que aparecían, constituían uno de los peligros más temidos por los navegantes,
a pesar de su amable apariencia. Un funesto desenlace acechaba a todos aquellos
con demasiada curiosidad en conocer más de cerca a estos seres. ¿Pero cómo
acabaron cambiando de forma? Posiblemente esta «transformación» se debiera a
su íntima relación con los mares y océanos. Pero lo que sí parece claro, es que con
el paso de los años, se las asoció con la tentación y el pecado femenino. ¿Qué nos
podría ocurrir si nos dejamos llevar por nuestras emociones antes que por la razón?
Nada bueno, o al menos eso es lo que nos contaron los antiguos griegos.
Bibliografía:
Hard, R. (2004). El gran libro de la mitología griega. La Esfera de los Libros, S.L.
https://academiaplay.net/canto-sirenas-ulises-contra-tentacion/
Las sirenas de la Odisea
Cuenta la leyenda que allá en la época en la que los dioses griegos gobernaban el
mundo, las sirenas reinaban en el mar. Cuenta la leyenda que allá en la época en la
que los dioses griegos gobernaban el mundo, las sirenas reinaban en el mar, cerca
de la actual Sicilia. Un cuerpo de ave y un rostro de mujer formaban este tipo de
ser mitológico, similar a las conocidas ninfas.
Las sirenas poseían una voz celestial que enloquecía a cualquiera que las escuchara.
Muchos marineros perecieron en las aguas con tal de escuchar sus seductores
cantos. Un solo hombre logró percibir sus entonaciones y no morir en el intento:
Ulises, rey de Ítaca y protagonista de La Odisea. En su camino de vuelta a casa, tras
finalizar la guerra de Troya, fue avisado por la diosa Circe de las temeridades que
le aguardaban. “Navegaréis cerca del islote de las Sirenas, las que hechizan a todo
aquel hombre que se acerque a ellas. Todo aquel que escuche su voz será afectado
por la locura y morirá ahogado en las aguas que rodean la isla”.
Con aquella advertencia, Ulises y sus compañeros partieron hacia Ítaca atravesando
el Mar Egeo. El rey ordenó cubrir de cera los oídos de todos los tripulantes para
salir con vida en el momento de topar con las Sirenas. Él, en cambio, no podía
resistirse a la idea de oír sus celestiales cantos, por lo que pidió que le ataran al
mástil de pies y manos. Y así ocurrió. El barco se aproximó a la isla de las Sirenas, y
estas comenzaron a cantar “vamos, famoso Ulises, gran honra de los aqueos, ven
aquí y haz detener tu nave para que puedas oír nuestra voz. Que nadie ha pasado
de largo con su negra nave sin escuchar la dulce voz de nuestras bocas, sino que
ha regresado después de gozar con ella y saber más cosas...”. Así seguían tratando
de encandilar al rey, ante lo cual comenzaron las suplicas de éste a sus compañeros
con el objetivo de ser soltado y reunirse con estos fascinantes seres.
https://puertoportals.com/magazine/es/40/las-sirenas-de-la-odisea-
/#:~:text=El%20barco%20se%20aproxim%C3%B3%20a,que%20puedas%20o%C3%ADr%
20nuestra%20voz
Cuál es el origen de las sirenas: lo que dice la historia
Actualmente se las representa con cola de pez aunque en sus orígenes estas míticas
mujeres tenían otras formas.
En la mitología griega, las sirenas eran criaturas híbridas: mitad pájaro y mitad
mujer y atraían con su canto a los marineros hasta llevarlos a la destrucción, indica
la Enciclopedia Britannica. Sin embargo, el origen de estos seres es difuso.
Tal como señala un artículo de National Geographic, la primera mención sobre las
sirenas se produjo en la Odisea, un poema épico escrito por Homero.
En esa obra, continúa Britannica, el héroe griego Odiseo escapó del peligro del
canto de las sirenas tapando los oídos de su tripulación con cera para que no
escucharan las voces de estas mujeres, mientras que él evitó caer por su encanto
atándose en un mástil.
Según cuenta la leyenda, si un hombre era capaz de resistir la voz de una sirena,
esta debía morir. Por lo tanto, al verse vencidas por la estrategia de Odiseo, estas
criaturas perdieron su don y se precipitaron al fondo del mar.
El encuentro de Orfeo con las sirenas
Existen otras versiones sobre las sirenas. Por ejemplo, en Argonáuticas órficas (un
poema de autor anónimo) Orfeo, un héroe legendario griego dotado de
habilidades musicales sobrehumanas, combatió a las sirenas gracias al sonido de su
lira.
Otro mito señala que mientras recogía flores con algunas ninfas, Perséfone (hija de
Zeus y Démeter) fue raptada por Hades, el dios del inframundo. Tras el suceso, las
compañeras de la doncella fueron castigadas con una apariencia bestial por
Démeter por no proteger a su hija.
No obstante, existe otra versión que indica que fueron ellas quienes le pidieron alas
a Zeus para perseguir a Hades y rescatar a Perséfone, completa el artículo
informativo de National Geographic.
Existen otras versiones sobre las sirenas. Una de ellas considera que, presa de la
envidia, Afrodita (la diosa de la sensualidad, el amor y la belleza) les arrebató a estas
mujeres su encanto. También se cree que la divinidad griega las condenó porque
ellas despreciaban las artes del amor.
Según National Geographic, el primer testimonio que las muestra con aspecto
pisciforme (con forma de pez) se encuentra en el Liber Monstrorum, un manuscrito
anglo-latino de finales del siglo VII o principios del siglo VIII.
Al referirse a las sirenas, el escrito las mostraba como seres con cuerpo femenino y
cola escamosa que les permitía moverse en el mar.
Más tarde, durante la Edad Media, el cristianismo asoció a las sirenas con la
tentación carnal. Sin embargo, concluye el artículo, estas criaturas de la antigüedad
estaban probablemente vinculadas con el más allá.
https://www.nationalgeographicla.com/historia/2023/05/cual-es-el-origen-de-las-
sirenas-lo-que-dice-la-historia
MITOLOGÍA GRIEGA
Mitad mujer, mitad pez. ¿Dónde y cómo surgió la leyenda de las sirenas? Sus
orígenes son difusos, aunque resulta muy probable que estos seres hermosos y
pérfidos estuviesen relacionados con el mundo de los muertos.
Laura Mas
en la mitología griega, las sirenas eran criaturas híbridas con cuerpo de ave y rostro
de mujer que atraían a los marineros con sus hipnóticos cantos, conduciéndolos a
un destino fatal. Homero las mencionó por primera vez en su célebre Odisea,
dando paso a infinidad de leyendas e historias fabulosas.
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La imagen que tenemos en la actualidad de las sirenas —mitad mujer, mitad pez—
dista mucho de su forma clásica alada. Algunas versiones afirman que la apariencia
original de estos seres mitológicos se debe a un castigo que recibieron por no
proteger a Perséfone de Hades, el dios del inframundo. Otras, en cambio, indican
que fue Zeus quien les ofreció alas para perseguir al dios raptor. Pero, ¿de dónde
surgieron exactamente las sirenas? Aunque sus orígenes son difusos, es muy
probable que estos seres hermosos y pérfidos estuviesen relacionados con el
mundo de los muertos.
EL VIAJE DE ODISEO
Foto: CC
Según cuenta la leyenda, si un hombre es capaz de resistir la voz de una sirena, esta
debe morir. Al verse ignoradas y vencidas, las bellas criaturas perdieron su don y se
precipitaron al fondo del mar.
Así fue cómo, gracias a su ingeniosa estrategia, Odiseo sobrevivió y pudo continuar
su ruta marítima junto al resto de la tripulación hacia su amada patria Ítaca.
ARGONÁUTICAS ÓRFICAS
Otro famoso encuentro con estos seres legendarios lo protagonizó Orfeo, que
combatió el canto de las sirenas con su lira. El propio Orfeo narra su aventura en
las Argonáuticas órficas, un poema de autor anónimo que desgrana la expedición
de los argonautas en busca del vellocino de oro.
Foto: CC
A través de algunos relatos sabemos que este personaje de la mitología griega, hijo
de Apolo y de su musa Calíope, tocaba la lira de manera prodigiosa. Su virtuosismo
era tan excelso que, a través de su instrumento, se decía que lograba amansar a las
fieras, así como el reposo de las almas humanas.
En las Argonáuticas órficas, Orfeo, guiado por su madre, acalló a las sirenas con el
sonido de su lira, protegiendo así a todos los aventureros heroicos que le
acompañaban en el viaje. Así pues, tras ser vencidas, las bellas aves de la muerte
pusieron fin a su existencia transformándose en rocas.
Relata el mito griego que la joven Perséfone, hija de Zeus y Démeter, estaba
recogiendo flores con algunas ninfas cuando fue raptada por Hades. El dios del
inframundo emergió del suelo, llevándose a la inocente doncella en su carro hasta
el reino de los muertos.
Foto: CC
Otra leyenda más desconocida desvela que, después de su metamorfosis, las sirenas
retaron a las musas, diosas inspiradoras de la música, a una competición de canto
que perdieron. Ofendidas, las musas las desplumaron y se coronaron con sus
despojos.
Cabe mencionar que, según el poeta griego Hesíodo, estas figuras de aspecto
siniestro vivían en una isla rocosa llamada Antemoesa (que significa “rica en flores”)
y allí aguardaban a sus presas para devorarlas. Alrededor de su isla se extendían los
cadáveres de los navegantes muertos, pero algunos estudiosos consideran la
posibilidad de que las sirenas se limitasen a atraer a los viajeros sin ánimo de
matarlos. Embargados por el éxtasis de sus cantos y la música de las liras y flautas,
los hombres tal vez acabasen muriendo de inanición.
¿Cuándo derivaron las alas de las sirenas en una cola de pez? Se desconoce qué
fue lo que provocó tal transformación, pero todo indica que el cuerpo de estas
criaturas pasó a convertirse en pisciforme debido a su asociación con el mar.
El primer testimonio que muestra a las sirenas con cola de pez se halla en el Liber
Monstrorum, un manuscrito anglo-latino que data de finales del siglo VII o
principios del siglo VIII. Desde la cabeza hasta el ombligo, las tenebrosas figuras
tenían cuerpo femenino, dando paso a una larga cola escamosa idéntica a la de los
peces para poder moverse por las profundidades marinas.
Foto: CC
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/sirenas-griegas-pajaros-
muerte_16864#google_vignette
Cuál es el origen del mito de las sirenas (y cuándo comenzaron
a tener cola de pez)
Regla Fernández Garrido
The Conversation*
3 junio 2023
Este clásico ya fue llevado por Disney a la pantalla grande en 1989 como película de
animación. La nueva versión, con actores de carne y hueso, sigue de cerca ese
molde.
En la mitología y la literatura clásicas hay seres híbridos, como las sirenas, con partes
de su cuerpo con forma humana y otras partes con rasgos animalescos
Odiseo sigue el consejo de Circe para poder disfrutar de la dulcísima voz de las
sirenas sin riesgo: a él lo amarran al mástil y sus hombres se tapan los oídos con
cera. Homero no las describe, pero conservamos cerámicas que reproduce esta
escena de la Odisea y las representa como mitad mujer, mitad ave.
También se habían tropezado con ellas los Argonautas en su viaje de vuelta tras
hacerse con el vellocino de oro. En esta ocasión es Orfeo quien, con su canto, las
contraprograma y logran superar el peligro. Y en un poema muy posterior titulado
las Argonáuticas órficas, el canto de Orfeo trae consigo la muerte de las sirenas y
su transformación en rocas.
En la mitología y la literatura clásicas hay seres híbridos, como las sirenas, con partes
de su cuerpo con forma humana y otras partes con rasgos animalescos: harpías,
gorgonas, esfinges, asociadas a lo negativo, a la perdición de los hombres. Todas
son mujeres.
El primer testimonio que describe a las sirenas con cola de pez es el "Libro de los
monstruos de diverso tipo", un bestiario (es decir, una colección de descripciones
de animales reales o fantásticos) anónimo en latín del s. VIII:
"Las sirenas son doncellas marinas que engañan a los navegantes con su bellísimo
aspecto y con la dulzura de su canto; desde la cabeza al ombligo tienen un cuerpo
de doncella y son muy parecidas al ser humano, pero sin embargo tienen
escamosas colas de peces".
De aquí en adelante, se las asocia con lo peor del género femenino: el erotismo de
su atractivo físico (con frecuencia se las representa con los senos desnudos y largos
cabellos) seduce a los ingenuos hombres y les hace perder su dinero y, peor aún,
incluso su alma, convirtiéndose en una tentación continua contra la que se predica
desde la moral cristiana.
De malvadas a enamoradas
El trato con la bruja la obliga a casarse con el príncipe para salvarse. La sirenita sabe
que, si no lo logra, morirá y se deshará en espuma marina. Aunque el príncipe la
quiere como a una hermana, se casa con la princesa que cree que le salvó de
ahogarse en el hundimiento.
La bruja le ofrece una salida para no morir: asesinarlo y poder volver a convertirse
en sirena. Ella es incapaz de llevarlo a cabo y se arroja al mar para evitarlo. Pero,
gracias a su amor, en vez de convertirse en espuma, se transforma en una de las
hijas del aire, seres que pueden conseguir un alma inmortal si hacen buenas obras.
Afortunadamente, este concepto convive con el otro, mucho más positivo, que
retrata a las sirenas como muchachas con cola de pez, hermosas e inofensivas,
incluso benefactoras, como la del cuento de Andersen o la adaptación de Disney.
*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia
Creative Commons. Haz clic aquí para leer la versión original.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-65765039