Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Auto Casis
Auto Casis
AUTOMATA
Estudiante: Catalina H.
Profesor: Elvis Ortiz
Curso: 5° Básico A
Cuestionario:
2- Qué opina usted de lo siguiente: ¿Usted cree que los autómatas son los inicios
de la robótica?
A)
B)
Asia sigue siendo el mercado más fuerte para los robots industriales: el stock operativo del mayor
adoptante de la región, China, aumentó un 21% y alcanzó aproximadamente 783.000 unidades en
2019. Japón ocupa el segundo lugar con aproximadamente 355.000 unidades, más un 12%. Repite
como subcampeón es India, con un nuevo récord de aproximadamente 26,300 unidades, más un
15%. En cinco años, India ha duplicado el número de robots industriales que operan en las fábricas
del país.
La adopción de la colaboración entre humanos y robots va en aumento. IFR detectó que las instalaciones de
cobots crecieron un 11%. Este desempeño dinámico de las ventas contrasta con la tendencia general de los
robots industriales tradicionales en 2019. A medida que más proveedores ofrecen robots colaborativos y la
gama de aplicaciones aumenta, la cuota de mercado alcanzó el 4,8% del total de 373.000 robots industriales
instalados en 2019. "Aunque este mercado está creciendo rápidamente, todavía está en pañales".
El concepto de robot es relativamente reciente: fue introducido en 1921 por el escritor checo Karel
Capek en su obra R.U.R, para designar a una máquina que realiza tareas en lugar del hombre. Pero
sus precursores, los autómatas (del griego automatos, o “ingenio mecánico que obra por sí mismo”),
han sido objeto de deseo y fascinación para el hombre desde la antigüedad. Y a esta fascinación han
contribuido algunos de los más grandes inventores de la historia, como Leonardo Da Vinci, con estas
fabulosas creaciones:
Los primeros ejemplos de autómatas conocidos aparecieron en el mundo islámico en los siglos XII y
XIII. Destacan por su sofisticación los creados por el inventor árabe Al-Jazari, quien en 1206
describe algunos de sus más notables creaciones: un escanciador de vino automático, un
mecanismo dispensador de jabón y toallas, y una orquesta-autómata que operaba gracias a la fuerza
del agua. Esta última estaba destinada a amenizar fiestas y banquetes con música mientras flotaba
en un estanque, lago o fuente.
Al fluir, el agua ponía en marcha un tambor giratorio con clavijas que, a su vez, desplazaban unas
palancas cuyo movimiento producía los diferentes sonidos y movimientos. Dado que las clavijas
responsables de las notas musicales podían ser intercambiadas por otras distintas, con el objetivo de
interpretar otra melodía, se considera una de las primeras máquinas programables de la historia.
El autómata más famoso de la historia fue un “impostor”. En 1769 el aristócrata húngaro Wolfgang
von Kempelen fabricó un imponente busto de madera de un jugador de ajedrez, conocido como El
Turco por su atuendo. Emergía detrás de una gran mesa cerrada de madera (que albergaba un
complejo sistema de engranajes, cables y poleas) presidida por un tablero de ajedrez. Pronto ganó
fama a través de un tour de exhibiciones por los salones y auditorios más distinguidos de Europa, en
los que el autómata desafiaba —y siempre derrotaba— a los insignes asistentes, como Napoleón
Bonaparte.
El ajedrecista mecánico no repetía una colección de movimientos, como hacen los autómatas, sino
que sabía jugar. Lo que causó admiración, pero también suspicacias. En 1790 y por sorpresa, Von
Kempelen desmanteló su creación, que desapareció de la circulación durante tres décadas. Después
de la muerte de su creador, El Turco fue vendido al estudiante alemán Johann Maelzel, quien volvió
a exhibirlo por Europa y América. Con cada nueva victoria las sospechas aumentaban. El escritor
Edgar Allan Poe, tras asistir a uno de sus espectáculos, planteó que tenía que haber un jugador real
dentro del busto.
Eran conocidos como el pequeño escritor, el pequeño dibujante y la pequeña pianista porque solo
medían unos 60 centímetros. Integraban un sistema de discos “codificados” (con bordes
troquelados) y cientos de piezas móviles que les permitían escribir secuencias, dibujos e incluso,
interpretar temas en un órgano real a su escala.
EL CISNE PLATEADO
En 1773 el inventor, relojero y fabricante de instrumentos John Joseph Merlin construyó un cisne
autómata de tamaño real. Al ponerlo en funcionamiento, sonaba una deliciosa música y el cisne
movía la cabeza a ambos lados, se acicalaba el plumaje del lomo y se inclinaba sobre el agua para
capturar un pececillo. Una asombrosa y elaborada puesta en escena que ejecutaba gracias a los tres
mecanismos de relojería de su interior, que controlaban de manera independiente el lecho del río,
una caja de música y los movimientos de la figura.
Casi un siglo después, cuando fue expuesto en la Exposición Universal de París de 1867, seguía
causando sensación. Mark Twain lo plasmó en su libro The Innocents Abroad: “He visto al cisne
plateado, que tenía una elegancia viva en su movimiento y una inteligencia viva en sus ojos…” . En
París también cautivó al millonario matrimonio Bones, que en 1882 lo adquirió y convirtió en el
símbolo de su museo, donde todavía hoy está operativo.
El 12 de julio de 1515 Giuliano de Medici le presentó al recién coronado rey de Francia Francisco I
un increíble león mecánico. Ante la admiración de los presentes, el ingenio atravesó la estancia
hasta detenerse delante del monarca y dejar que su torso se abriese para ofrecerle lirios. Una forma
de simbolizar la estrecha relación entre la familia florentina —cuyo emblema es un león—y la corona
francesa, identificada con la flor de lis. El león autómata había sido construido por Leonardo da Vinci
emulando a otro que ya había fabricado en 1509.
En torno a 1495 Da Vinci ya había diseñado su primer autómata, un caballero armado mecánico que
en el interior de su armadura albergaba un complejo mecanismo de ruedas y engranajes, cables y
poleas. Podía sentarse y levantarse, girar la cabeza, cruzar los brazos y alzar el visor de su casco,
tal y como recogen los bocetos y dibujos del cuaderno recuperado en 1950. No se tiene la certeza de
que Leonardo llegase a construirlo, pero sí se sabe que funcionaba gracias a una réplica que realizó
la NASA. Mark Rosheim, ingeniero de la agencia espacial estadounidense, replicó en 2002 el
autómata a partir de aquellos esquemas y comprobó la perfección de su diseño: hasta el punto
de implementó algunas ideas de Leonardo en su trabajo con los robots de la NASA.
En 1738 salieron a la luz las tres creaciones más famosas del inventor francés Jacques de
Vaucanson (1709-1782), que lo sitúan como uno de los más grandes constructores de autómatas de
todos los tiempos. Dos de ellos, a tamaño real y con apariencia de pastores, podían interpretar una
docena de canciones con instrumentos reales.
Posible funcionamiento del pato autómata de Vaucanson
El tercero y más celebrado fue su “Pato digestor”. Un pato elaborado en cobre y compuesto por más
de 400 piezas móviles que le permitían graznar, batir las alas, beber, comer grano, digerirlo y
defecar. Un proceso de digestión completo que los espectadores podían presenciar, al estar el
abdomen abierto. Por desgracia, y tras su venta, los tres ingenios desaparecieron o fueron
destruidos.
Después de ese asombroso debut, no llegó ningún otro autómata de Vaucanson. Se cree que
durante los siguientes cuarenta años trabajó obsesivamente en un autómata que replicase fielmente
todos los procesos y movimientos del cuerpo humano: circulación de la sangre, respiración,
digestión, sistema muscular y nervioso, etc. Un proyecto demasiado ambicioso para la tecnología y
los materiales de la época y que nunca llegó a completar.
SOPA DE LETRAS:
A A S D F G G G H J K L Ñ P O
U E I A E E K J H G F D M A I
T B D F B E O L I P I L A H G
O C D N B Q K T F R R G S G J
M D S G B W K G O G S V G S I
A E A Ñ V E J O J L T X S V P
T D A L V R H G E H G L S K U
O S S K C T G D T F G D D F Y
S A D J X Y F Ñ I D I B J L Y
D T F J Z U D L O S U H D B T
C I S N E Y S K D J L A T G R
G U G H Z I A H Y G I A H F R
H Q G G F S S G H D A M F D W
A R A B E S S K K R N O A A F
P A T O D I G E S T O R A D S