Está en la página 1de 2

BALAS Y PIEDRAS CONTRA

MEZQUITA EN
BARRANQUILLA
Cuando sonaron los primeros disparos, los 25
musulmanes se levantaron del suelo impulsados
como por un gran resorte y se pusieron a salvo
en la parte de atrás de la mezquita.

JAVIER FRANCO ALTAMAR


mayo 20 de 1997, 12:00 A.M.

Compartir

Unirse a whatsapp Comentar

Era la una de la madrugada de ayer. Los musulmanes llevaban unos 20 minutos orando con el apoyo
de su libro sagrado El Corán. Habían escogido el lugar más amplio, frente a los grandes cristales
transparentes que dan hacia la calle, en el segundo piso de una estancia en la que también funciona
una imprenta de libros sagrados.

Fueron 10 tiros y varios ladrillos que despedazaron los cristales y fueron a dar contra el techo y las
paredes no sin antes destrozar a su paso otro vidrio en el fondo del lugar.

Al final, cuando el tiroteo y la bulla de los pistoleros terminó, los musulmanes contemplaron el tamaño
de la catástrofe: el suelo estaba lleno de pedazos de vidrio y el aviso exterior, que distinguía a la
mezquita, estaba casi reducido a polvo.

También desapareció la bandera islámica que sólo el viernes pasado había sido colocada hacia la
calle en complemento del aviso. A la entrada del primer piso, que es donde funciona la imprenta,
quedaron los restantes pedazos del letrero destrozado.

Zakarías Dul-Kifi, uno de los musulmanes, averiguó con los vecinos del sector. Uno de ellos le dijo
que se despertó con las detonaciones y alcanzó a ver, desde su ventana, a no menos de cinco
jóvenes disparando y arrojando piedras contra los cristales y el letrero del centro de oración.

La mezquita estaba siendo acondicionada desde enero pasado, en el segundo piso de un edificio
ubicado en la calle 36 con el número 39-67, centro de la ciudad.

De no ser por el gran letrero que habían colocado sus dueños y la bandera que se robaron los
atacantes, nada ponía en evidencia a la mezquita frente al resto de los establecimientos. Hoy, lo
único alusivo a la índole de sus ocupantes es una inscripción en árabe que puede verse a la entrada
de la imprenta, desde la venta de chance vecina.

Dul-Kifi, palestino de nacimiento, pero nacionalizado en Colombia, dice que desde que se inició el
silencioso acondicionamiento de la mezquita, hace tres meses, no se había presentado ningún
percance con los habitantes del sector, por lo que no le encuentra explicación alguna al ataque de
ayer.

Llamamos a la Policía --dice Dul-Kifi--, pero como no hubo muertos, no nos han prestado atención .

Los musulmanes tenían la intención de inaugurar la mezquita el próximo sábado, pero las balas han
retrasado el proceso. Ellos, sin embargo, no han dejado de orar.

En el suelo, sobre una alfombra salpicada de vidrios, estaba un ejemplar del Corán, esperando las
cuatro lecturas diarias que le seguirán dando los 25 musulmanes.

También podría gustarte