Está en la página 1de 2

Baile Gatuno

Capítulo 1
En un ranchito en el campo
Luna y Sol siempre miraban desde lo alto a lo humanos. Los miraban siempre juntos,
uno al lado del otro. No, no se confunda, esta no es una historia sobre los astros y el
firmamento, no. Esta es una historia de gatos y de un baile.
Luna y Sol vivían en un ranchito de adobe. El ranchito estaba en el medio de un
campo, sin nada más en los alrededores que campos y más campos, y aunque a
veces les parecía que sí, Luna y Sol no recordaban cómo habían llegado allí.
Capítulo 2
En un pueblo cercano
El pueblo llamado Sauce Pelado siempre despertaba lentamente.
En una de sus callecitas la tienda de mascotas abrió su persiana. Fue en esa vidriera,
en una cajita de cartón, que Sol y Luna vieron la luz del día por primera vez. Claro que
aún no se llamaban Sol y Luna. Esto vendría un poca después. Eses día, una pareja
los vio en la vidriera.
- Me llevo esos dos, el blanco y el amarillo – dijo ella.
- La blanca, querrá usted decir, porque esta preciosa es una gatita – le respondió
el vendedor.
Eran tan tiernos que los llevaron consigo al campo.
Capítulo 3
En un techito de paja
La mujer les puso sus nombres. Seguramente ya se dieron cuenta de por qué… Y a
diferencia de la luna y el sol del cielo, ellos siempre andaban juntos. Pronto dejaron la
cajita y se mudaron al cálido techito de paja, porque a los gatos les gusta mucho mirar
las estrellas y, como son curiosos por naturaleza, les gusta también mirar lo que hacen
los humanos. Por eso, como dije al principio, Luna y Sol siempre miraban desde lo alto
del techo, muy atentos, a la pareja que los había adoptado.
Capítulo 4
El baile misterioso
Luna y Sol hablaban mucho entre sí y siempre se estaban divirtiendo. ¿Cómo?
Ustedes dicen que los gatos no hablan. Bueno, claro que sí. Hablan a la manera de los
gatos. Solo hay que saber traducir. Fíjense.
- Los humanos se despertaron, está sonando la guitarra – dice Sol,
desperezándose. Luna los mira y le guiña el ojo, porque ella ya lo sabía, hacía
rato que bailaba como bailan los gatos, moviéndose y agitando la cola,
siguiendo el ritmo de la guitarreada.
- Quiera aprender a bailar como ellos, Sol.
- Vamos a mirarlos, Luna, este baile misterioso de tener un secreto.
Capítulo 5
El ensayo
Cada vez que amanecía, el ranchito se llenaba de luz y música.
- Vamos, Luis, que ya salió el sol.
- Ya voy, María, prepará el mate.
- Bueno, unos matecitos y después a ensayar.
Y entre mates y guitarreada, María agarraba el bombo y le ponía ritmo a la mañana.
Luna y Sol espiaban, al igual que todos los días, cómo la pareja arrancaba con los
primeros pasos de baile siguiendo la tonada que tarareaba Luis.
- Me parece, Luna, que el secreto está en lo que se ponen en los pies.
- Se llaman alpargatas, Sol.
- ¿Y vos cómo sabés?
Ahí Luna le guiñaba un ojo y trataba de copiar los pasos de María. Sol se quedaba
pensando en las misteriosas alpargatas.
Capítulo 6
El plan
Cada tanto la pareja se iba a Sauce Pelada, y dejaban a los gatos dos días y dos
noches solos en el ranchito.
- Son los cuidadores, pórtense bien – les decía siempre María antes de salir y
les mostraba dónde dejaba la comida y el agua.
Sol y Luna sabían cuándo sucedía esto, porque el día del viaje no había guitarreada a
la mañana y la pareja armaba bolsos y se vestía distinto, más elegante.
- Cuando se vayan, nos metemos en la casa por abajo del techito, Luna.
- Nos ponemos las alpargatas y vas a ver, Sol, que enseguidita empezamos a
bailar como ellos.
Capítulo 7
El baile gatuno
La noche llegó casi cuando Luis y María se fueron. El ranchito quedó iluminado por la
luna y la luz de una fogatita que les dejaron encendida.
Sol y Luna se miraron y dijeron “ahora” los dos a la vez. El plan para ponerse las
alpargatas bailarinas estaba en marcha.
Al principio empezaron bien, así que dieron dos o tres pasos, pero enseguida
quedaron enredados. Todo el mundo ya sabe que a los gatos les cuesta mucho
moverse con zapatos. Lo intentaron varias veces, aunque siempre con el mismo
resultado: terminaban despatarrados en el suelo.
- Estas alpargatas no parecen para nada especiales – dijeron decepcionados.

También podría gustarte