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LA ASAMBLEA DE 1888 y 1890

¿Se aceptó el mensaje o se rechazó?


Utilizaré este pequeño espacio para expresar un breve resumen de la historia
vivida en 1888 y posteriormente en la asamblea de 1890. Colocaré las opiniones
de algunos historiadores que han sugerido que el mensaje que actualmente se
está predicando de justificación por la fe, es el mensaje de Minneapolis
presentado por Waggoner y Jones.
Para Waggoner y Jones, los pactos y la ley en Gálatas estaban implicados en el
tema de la justicia de Cristo y demás...
El filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana dijo:
“Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo”
Ellen White dijo:
“No tenemos nada que temer del futuro, excepto que olvidemos la manera en que
el Señor nos ha conducido y sus enseñanzas en nuestra historia pasada.” CPI
654.
A Israel continuamente se le instó a recordarles a sus hijos, la importancia de
conocer la historia pasada de su pueblo (Deut. 6:7-9) (Josué 4). Tener en mente la
historia real de Israel evitaría repetir sus errores a la generación subsiguiente.
Pero su falta de interés llevó a cosechar una generación que desconocía sus
raíces, y fueron presas del mismo pecado (jueves 2:7-10) Pablo hablando a la
generación que viviría justamente antes del tiempo del fin, dijo: “ Que todo fue
escrito para nuestro ejemplo” (ver 1 Cor. 10:1-12) y el que quiera estar firme, mire
la historia y no caiga en algo similar.
A continuación, dejaré algunas citas y fuentes de ambas partes de la controversia,
para que valoren y tomen conciencia de si el Mensaje de 1888 ha sido aceptado o
no, y cuáles son sus implicaciones en la teología. También, si hoy en día está
teniendo aceptación u oposición en nuestra iglesia como lo hubo en los años
anteriormente citados.
-George Raymond Knight: (Dentro de los que asumen que el mensaje fue
finalmente aceptado)
“Debemos recordar siempre que los portavoces de Dios en 1888 obtuvieron su
mensaje de la Palabra. El imperativo no es fijarse en las palabras de Jones y
Waggoner, sino en las de Jesús y los apóstoles. Jones y Waggoner tenían error
mezclado en su mensaje, pero la Biblia es siempre una guía segura” (George R.
Knight, From 1888 to Apostasy, p. 69, cursivas en original).
Testimonio de Ellen White:
“Declaró que un ángel de Dios estuvo al lado del hermano Waggoner aquella
mañana mientras presentaba el ‘mensaje de verdad’” (Citado en LeRoy E. Froom,
Movement of Destiny, p. 263).
-(Testimonio del presente en asamblea)
El Dr. Kress recordaba que mientras estaba haciendo la presentación, “Waggoner
se emocionó y lloró. La hermana White, que estaba presente, lo relevó, haciendo
algunas observaciones después que él tomó asiento. Comenzó diciendo: ‘El
Espíritu de Dios reposó sobre el pastor Waggoner mientras hablaba’, y a
continuación, ella dio su mensaje ... Es imposible describir el espíritu que estuvo
sobre nosotros” (Daniel H. Kress, Under the Guiding Hand, p. 113).
-(Argumentos de los que asumen la aceptación del mensaje posterior a 1888)
“Resultará evidente para el lector que en unos pocos meses o años del encuentro
de Mineápolis, la mayoría de las personas implicadas en la oposición a la luz de la
justicia por la fe se arrepintieron de su curso equivocado y tomaron posición por la
verdad y el bien” (A. V. Olson, Through Crisis to Victory, pp. 71, 104-112).
George Knight afirma: “Tras quedar eliminado el problema de la supuesta
conspiración de California, Ellen White comenzó a pensar en nuevas labores y
planes. El 19 de marzo, O. A. Olsen ... sugirió que zarpara pronto [hacia Australia],
ahora que se había roto la espina dorsal de la teoría de la conspiración” (Angry
Saints, p. 92. See also: George R. Knight, From 1888 to Apostasy, p. 52, and A. L
White, The Lonely Years, p. 456;).
Pero la historia despliega una realidad diferente y mejor definida, tal como
veremos a continuación. Para resumirlo, citaremos a A. T. Jones, quien declaró:
que la marea remitió “En el pueblo, y aparentemente en la mayor parte de los
líderes. Pero esto último fue sólo aparentemente; nunca fue real, pues todo el
tiempo hubo un antagonismo secreto siempre en acción, en el comité de la
Asociación General y en otros” (A. T. Jones a C. E. Holmes, 12 mayo 1921; en
Manuscripts and Memories 329).
Ellen G. White a W. C. White, Carta 83, 13 marzo 1890; en 1888 Materials, pp.
627-628. Ver también: Dan T. Jones a R. A. Underwood, 21 marzo 1890, archivos
de General Conference of Seventh-day Adventists. W. C. White informó a O. A.
Olsen de que “como miembro del comité”, recordaba “que había tres copias de
material que el Dr. Waggoner había añadido a las lecciones mientras las
examinábamos el pasado mes de julio [de 1889] estando bajo el manzano.
Recuerdo haber oído al Dr. Waggoner y a la Sra. Jones planear que la primera
copia fuera enviada a Oakland y otra al pastor Smith, y se me dijo posteriormente
que eso se había llevado a cabo. ... En toda mi relación con los autores de la
lección y con los comités de la lección [de escuela sabática], jamás he visto
ninguna disposición o deseo aparente de que las lecciones pasasen a la imprenta
sin la más detallada supervisión por parte del pastor Smith y sus asociados” (W. C.
White a O. A. Olsen, 17 marzo 1890, archivos de General Conference of Seventh-
day Adventists).
Eso provee una respuesta categórica a las acusaciones de George Knight, quien
sugiere que nunca habría habido un episodio de Mineápolis si Jones y Waggoner
hubieran ido humildemente a los veteranos y hubieran sometido sus ideas a ellos
(ver From 1888 to Apostasy, p. 74; A User-Friendly Guide to the 1888 Message,
pp. 176-178).
Es cierto exactamente lo contrario: ni las personalidades de Jones o Waggoner ni
acción alguna supuestamente inapropiada por parte de ellos, fue la responsable
del rechazo que tuvo lugar.
Dan Jones creía que a Ellen White se le había mostrado que Waggoner tenía luz,
pero que, de forma bien extraña, ella no sabía en qué consistía dicha luz. Esa
misma idea encuentra hoy eco entre quienes, teniendo que aceptar las
declaraciones de apoyo de Ellen White, sin embargo, rechazan lo que enseñaron
Jones y Waggoner que no está de acuerdo con el evangelio de los evangélicos
reformacionistas al que se adhieren. La posición consistente en que las promesas
del viejo pacto provienen todas ellas de parte del pueblo, fue una de las mayores
objeciones que Dan Jones y otros tenían contra el punto de vista de Waggoner.
Dan T. Jones a E. W. Farnsworth, 9, 18 febrero 1890).
Esa era la posición a la que se refería Ellen White cuando dijo que Dan Jones y
otros estaban malgastando sus capacidades de investigación al esforzarse por
refutarla (1888 Materials, p. 604), y es la posición que ella misma adoptó en su
nuevo libro Patriarcas y profetas pp. 388-389.).
O. A. Olsen contradijo la valoración de Dan Jones el día siguiente, en una carta
que escribió a R. A. Underwood. Admitió que era “evidente que hemos
comprendido erróneamente algunas cosas”, y que había “en esta cuestión del
pacto más de lo que habíamos percibido. ... la hermana White se ha expresado
con mucha rotundidad” (O. A. Olsen a R. A. Underwood, 18 marzo 1890).
Hay otra prueba que demuestra que Waggoner no cambió su punto de vista.
Pocos meses después de la asamblea pastoral, Review and Herald canceló un
pedido de 1.000 nuevos libros de Pacific Press, debido a que estaba presente la
posición de Waggoner consistente en “que las promesas venían todas ellas de
parte del pueblo” en el viejo pacto (Dan T. Jones a R. C. Porter, 2 junio 1890). En
toda obra mayor producida por Waggoner en los años que siguieron, continuó
presentando la misma posición (The Present Truth, 10 diciembre 1896, p. 788;
The Everlasting Covenant [1900], p. 327; The Glad Tidings, [1900], pp. 71, 100).
Recomiendo al lector comparar minuciosamente la predicación de Ellen White del
16 de marzo, con la interpretación que hizo de ella Dan Jones en los días que
siguieron. No es sólo que Dan Jones malinterpretara lo que ella dijo, sino que
comenzó a poner en boca de ella lo que ella no había dicho.
Uriah Smith adoptó una postura similar:
“El auténtico punto en discusión en aquella conferencia [1888] fue la ley en
Gálatas; pero todos podíamos estar de acuerdo con los seis discursos
preliminares del hermano Waggoner sobre la justicia; y yo habría disfrutado
plenamente con ellos si no hubiera sabido todo el tiempo que él estaba
procurando pavimentar el camino para su posición sobre Gálatas, que yo
considero errónea. Por supuesto, yo no creo que haya ninguna conexión
necesaria y lógica entre ambas cosas, pero sé que es posible utilizar una verdad
de tal forma, y con un propósito tal, como para estropear el placer que de otra
forma habríamos tenido oyéndolo” (Uriah Smith a Ellen G. White, 17 febrero
1890; en Manuscripts and Memories, p. 154).
A. T. Jones escribió posteriormente sobre esa actitud fatal:
“En aquella ... conferencia la dimensión de las cosas quedó reflejada en lo que un
día dijo uno de los dirigentes de Battle Creek a un grupo de hombres después de
uno de los estudios del hermano Waggoner. Dijo: ‘Podríamos decir Amén a todo
ello, si eso es todo lo que hubiera al respecto. Pero hay todavía algo más por venir
desde alguna parte. Y esto nos llevará a aquello. Si decimos Amén a esto,
habremos de decir Amén a eso otro, y entonces estamos atrapados’. Así, no
quisieron decir Amén a lo que ellos sabían que era verdad, por temor a lo que
habría de venir después, y a lo que no dirían Amén de forma alguna: algo que
nunca llegó, pues no existía tal cosa, y de esa forma se privaron a ellos mismos de
aquello que su propio corazón les decía que era la verdad; y luchando contra algo
que ellos imaginaban, se endurecieron en oposición hacia aquello a lo que sabían
que debieron haber dicho Amén” (A. T. Jones a C. E. Holmes, 12 mayo 1921;
Manuscripts and Memories, p. 329).
(Ver, Uriah Smith, “The Ark and the Law”, Review and Herald, 8 abril 1890, p.
216.) Basta con leer en su totalidad el artículo de Smith, para darse cuenta de que
la justificación por la fe en la que él creía era bien diferente del “mensaje
preciosísimo” que estaban presentando Jones y Waggoner: “Dios nunca puede
acercarse al hombre con ofertas de bendición mediante Jesucristo, sin poner en el
frontal de toda transacción como esa su propia ley, [que es la] transcripción de su
voluntad, siendo el estar en armonía con ella la condición indispensable de todo
favor concedido; porque, ¿qué bendiciones podría Dios otorgar, o prometer
otorgar a los hombres en tanto en cuanto individuos, familias o naciones que no le
hubiesen entregado sus corazones y procuraran obedecerle? (Las bendiciones
que reciben los malvados en esta vida no van en contra de esta regla, pues son
dadas simplemente gracias a los pocos justos que hay en el mundo.) En la
configuración del pacto, por consiguiente, debe aparecer en primer lugar esta
condición, tal como efectivamente sucede: ‘Ahora, pues, si dais oído a mi voz y
guardáis mi pacto’ Éxodo 19:5. Cuando el pueblo asintió a eso, entonces Dios
pudo entrar en el propio pacto. Y el símbolo exterior de ese pacto ... debe consistir
en sus términos ... que incluyen la promesa hecha por el pueblo, de obedecer la
ley de Dios según el plan de acción moral, junto a otras regulaciones similares de
naturaleza civil y ceremonial, según [Dios] tuviera a bien ordenar” (Ibid.).
En contraste con Smith, Ellen White expresó el amor activo de Dios hacia todos
los hombres:
“A la muerte de Cristo debemos aun esta vida terrenal. El pan que comemos ha
sido comprado por su cuerpo quebrantado. El agua que bebemos ha sido
comprada por su sangre derramada. Nadie, santo o pecador, come su alimento
diario sin ser nutrido por el cuerpo y la sangre de Cristo. La cruz del Calvario está
estampada en cada pan” (El Deseado de todas la gentes, 615).
Ellen White repetiría ese mismo tema muchas veces en los años que siguieron a
Mineápolis:
“La razón por la que me sentí así en Mineápolis, es debido a que había visto que
cada uno que hubiera tomado una posición similar ... quedaría sumido en la más
oscura incredulidad” (1888 Materials, p. 610).
“Los que se oponían ... al mensaje que nos había venido desde hacía más de un
año, no tenían un espíritu de trabajo, sino que se estaban hundiendo en las
tinieblas” (Ibid., p. 633).
“El hermano Irwin dice que la espiritualidad está en su nivel más bajo por toda la
conferencia” (Ibid., p. 678).
“Los esfuerzos que se han realizado en los pocos años pasados han tendido a
sacarles los ojos para que Israel no discierna sus deserciones, y Dios retiene de
ellos su Espíritu y los rodean las tinieblas tal como sucedió a la nación judía”
(Ibid., p. 718).
“El Señor ha presentado ante mí que aquellos que han estado en alguna medida
cegados por el enemigo ... estarán en peligro debido a que no pueden discernir la
luz del cielo, y estarán prestos a aceptar una falsedad. ... Las evidencias que Dios
ha dado no son para ellos evidencias, debido a que han enceguecido sus propios
ojos escogiendo las tinieblas más bien que la luz. Entonces originarán algo que
ellos llaman luz, y que el Señor llama ‘chispas de un fuego que ellos mismos han
encendido’” (Ibid., p. 727).
“El enemigo ha hecho sus esfuerzos magistrales para trastornar la fe de nuestro
pueblo en los Testimonios, y cuando llegan esos errores, pretenden probar todas
las posiciones por la Biblia, pero malinterpretan las Escrituras. ... Así es
justamente como Satanás diseñó que sucediera, y los que han estado preparando
el camino para que el pueblo no preste atención a las advertencias y reproches de
los testimonios del Espíritu de Dios verán como surgirán a la vida una marea de
errores de todas las clases” (Ibid., p. 739). .Ellen G. White a Uriah Smith, Carta
25b, 30 agosto 1892; en 1888 Materials, p. 1008.
Ellen White mencionó muchas veces las “chispas” que resultaban del rechazo a la
luz:
“En el tiempo del fuerte pregón del tercer ángel, quienes han estado en alguna
medida cegados por enemigo ... serán proclives a aceptar la falsedad. ... Después
de haber rechazado la luz, darán lugar a teorías a las que llamarán ‘luz’, pero el
Señor las llama ‘chispas de su propio fuego’” (1888 Materials, p. 1079).
“Si somos negligentes en andar en la luz que ha sido dada, en nosotros se
convierte en tinieblas; y las tinieblas son proporcionales a la luz y privilegios que
hemos desaprovechado” (Ibid., p. 143).
“Cuando se me ha hecho repasar la historia de la nación judía y he visto dónde
tropezaron debido a no haber andado en la luz, se me ha hecho comprender
dónde seríamos llevados como pueblo si rehusamos la luz que Dios nos quiere
dar” (Ibid., p. 152).
“El Señor no va a excusar más el rechazo de la luz en ninguno de los que
pretenden creer la verdad en nuestros días, de lo que excusó a los judíos por su
rechazo a la luz que vino por los conductos que el Señor señaló. En este nuestro
día, la negativa a andar en la luz deja siempre a los hombres en la oscuridad”
(Ibid., p. 301).
“Oh, es el peor sitio en el mundo, hablar allí donde ha venido gran luz a los
hombres en puestos de responsabilidad. Se les ha dado luz, pero han escogido
las tinieblas en lugar de la luz. ... Su ceguera de mente es grande en
correspondencia con la grandeza de la luz que brilló sobre ellos. Todavía hemos
de ver cuál va a ser el final de esa obstinada incredulidad” (Ibid., p. 710).
“Muchos no van a ser convencidos debido a que no están prestos a confesar.
Resistir y rechazar incluso un rayo de luz procedente del cielo debido al orgullo y
la obstinación, hace más fácil rehusar la luz la segunda vez. Los hombres forman
así el hábito de rechazar la luz” (Ibid., p. 895).
Ellen G. White a W. C. White, Carta 82, 9 marzo 1890; en 1888 Materials, p. 617.
Ellen White repitió esos pensamientos en múltiples ocasiones:
“Les quisiera mostrar que a menos que estén imbuidos del Espíritu de Dios, no
pueden hacer ningún bien en su obra. ... Han de caminar en la luz de Cristo, o en
caso contrario Satanás colocará su máscara ante sus ojos y entonces llamarán luz
a las tinieblas, y tinieblas a la luz” (Ibid., p. 504).
“Satanás se dispuso a oponerse [a Jesús], ¿no había realizado desde la caída
todo esfuerzo por hacer que la luz pareciera tinieblas, y las tinieblas luz? Cuando
Cristo procuró presentar la verdad ante el pueblo en la relación adecuada con la
salvación de ellos, Satanás obró mediante los dirigentes judíos y los inspiró con
enemistad contra el Redentor del mundo. Se determinaron a hacer todo cuanto
estuviera en su poder, a fin de evitar que pudiera dejar una impresión en el
pueblo” (Ibid., p. 533).
“Los que han dispuesto de toda evidencia que Dios tuvo a bien darles de que su
Espíritu y poder estuvieron sobre mí, y sin embargo le dieron la espalda a todo ello
para caminar en las chispas de sus propias teas haciendo gala de una ceguera
increíble, falta de percepción y de conocimiento de las cosas de Dios, y en su
resistencia a la luz y a la evidencia mediante su elección de las tinieblas en lugar
de la luz, han dicho virtualmente: ‘No queremos los caminos de Dios, sino los
nuestros’” (Ibid., p. 649).
“Los testimonios de Ellen White ya no son confiables’ ... Esos hombres han
sembrado la semilla, y la cosecha seguirá con toda seguridad. Ahora las iglesias
tienen ante sus pies una piedra de tropiezo que no es fácil de quitar, y si quienes
han estado implicados en esto no ven y comprenden dónde han agraviado al
Espíritu de Dios y hacen confesión de sus males, las tinieblas se van a acumular
con mayor densidad alrededor de sus almas. Resultarán cegados y llamarán
tinieblas a la luz y luz a las tinieblas, error a la verdad y verdad al error, y no
discernirán la luz al venir esta, sino que lucharán contra ella” (Ibid., p. 704).
Todos hubiéramos querido que 1891 hubiera sido una victoria total, pero
escribiendo esto más de 130 años después nos hemos de preguntar si un
optimismo como ese no ha logrado retardar aún más nuestra aceptación del
mensaje a Laodicea.
-(Los que creen que el Mensaje fue aceptado)
A. V. Olson afirmó:
“La batalla había sido larga y dura. La victoria no se ganó en un día o en un mes.
No, ¡ni siquiera en un año! ... El enemigo de las almas hizo un esfuerzo
desesperado por hacer naufragar al movimiento adventista, pero gracias a Dios,
fracasó. Mediante la obra poderosa del Espíritu de Dios en los corazones
humanos, el enemigo fue vencido” (Through Crisis to Victory 1888-1901, p. 113).
LeRoy Froom dijo:
“Por consiguiente, no es exacto ni honesto mantener que la declaración temprana
de Ellen White a propósito de que los ‘algunos’ que rechazaron el mensaje en
1888 continuaron siendo una cantidad estática ... siendo que las proporciones
cambiaron definidamente en favor de la aceptación. Es ciertamente engañoso
procurar mantener que el liderazgo, o incluso la mayoría ... rechazó el mensaje ...
y aún menos que siguieron manteniendo aquella actitud en los años
subsiguientes. Tal cosa contraviene los hechos incontrovertibles de la historia”
(Movement of Destiny, pp. 369-370).
George Knight concluye:
“Esas explicaciones [de Dan Jones] vinieron a ser un punto mayor de inflexión en
el conflicto post-Mineápolis. ... A partir de entonces disminuyó significativamente el
acaloramiento de la controversia, incluso si la batalla sobre la ley en Gálatas y la
animosidad hacia Jones, Waggoner y la Sra. White continuaron
cociéndose a fuego lento en las mentes de una parte de los líderes
denominacionales” (Angry Saints, p. 93).
Se diría que muchos de los principales planteamientos de George Knight acerca
de 1888 han sido tomados de Dan Jones, y se los encuentra esparcidos por sus
libros dedicados a ese tema. Knight afirma:
“En un encuentro subsiguiente, Ellen White abordó el tema de la obsesión por los
asuntos doctrinales. ‘Ella dice’ informa Dan Jones- que ‘lo que le preocupa no es
lo que creemos; no es que debiéramos sostener todos precisamente la misma
posición sobre los pactos, sobre la ley en Gálatas o en referencia a cualquier otro
punto de doctrina; sino que todos debiéramos tener el espíritu de Cristo, y
debiéramos estar unidos en edificar y hacer avanzar el mensaje del tercer ángel’
[DTJ a J. D. Pegg, 17 marzo 1890].
Esa ecuación cobra mucho mayor significado cuando nos damos cuenta de que
una semana antes Ellen White había dicho públicamente a los pastores, Dan
Jones incluido, que le había sido mostrado que Waggoner tenía la verdad sobre
los pactos. ... En la luz de esa declaración inconfundible, ella se seguía sintiendo
más preocupada por las actitudes de ellos que por su aceptación de la postura
teológica de ella y de Waggoner. Fue ese hecho el que tanto sorprendió a Dan
Jones, y el que lo dispuso a la reconciliación. El día siguiente ... Dan Jones
escribió a W. C. White. Su carta pone nuevamente de relieve la naturaleza del
conflicto de Mineápolis [DTJ a WCW, 18 marzo 1890]”.
En su continuación, Knight afirma que según Dan Jones, “aquellas explicaciones
[de Ellen White] vinieron a ser un punto mayor de inflexión en el conflicto posterior
a Mineápolis. ... El animado intercambio que llevó a un cambio en 1890 ilustra el
argumento de White de que la crisis real en Mineápolis no fue teológica o
doctrinal, sino de actitud. ... El cambio habido respecto a la conspiración de
California rebajó la animosidad del espíritu de Mineápolis. ... Un resultado fue la
renovada confianza en Ellen White” (Angry Saints, pp. 93-94).
Knight presenta ese mismo concepto en su biografía de A. T. Jones:
“El mensaje, tal como lo vio Ellen White, no es doctrinal. No la encontramos
preocupada por la ley en Gálatas, los pactos o la Trinidad. Ni la encontramos
tampoco haciendo exposiciones sobre la naturaleza humana o divina de Cristo o la
vida sin pecado como elementos clave del mensaje. Ni siquiera estaba
obsesionada con la doctrina de la justificación por la fe. Su interés especial era
Jesucristo” (From 1888 to Apostasy, pp. 69, 52).
Uno tiene derecho a preguntarse por qué George Knight cita a Dan Jones como si
fuera una autoridad, siendo que Ellen White afirmó que en aquel tiempo Dan
Jones estaba “trabajando ... para el diablo” (1888 Materials, p. 596).
Paradójicamente, Knight rechaza con rotundidad la declaración de G. B. Starr:
“La hermana White afirma que hemos estado en el tiempo de la lluvia tardía desde
el encuentro de Mineápolis” (1893 GCB 377) debido a que la “fuente” de esa
información “no es Ellen White, sino G. B. Starr” (A User-Friendly Guide to the
1888 Message, p. 112
“Muchos cometen el error de intentar definir minuciosamente los puntos finos de
distinción”. Ellen White
George Knight ha pretendido leer ese párrafo como “una negación de que sea de
gran importancia la comprensión teológica de la justicia por la fe. ... El mensaje de
1888, tal como Ellen White lo vio, no es doctrinal” (From 1888 to Apostasy, p. 69).
Pero a lo largo de las entradas de su diario, Ellen White expresó precisamente lo
contrario. La ley y el evangelio unidos eran la respuesta a todas las ideas falsas
que resultaban de separar las dos grandes verdades. El mensaje era tal, que de
ser “correctamente comprendido” alumbraría la tierra con su gloria (1888
Materials, p. 166).
Al parecer los historiadores Knight y otros, están empeñados en la historia
negativa de de Jones y Waggoner para fundamentar el rechazo actual de la
comprensión de justificación por la fe y los pactos. Cuando observo todo esta
enemistad continuada, asumo que continuamos rechazando el mensaje de 1888.
Hermanos y amigos que han tenido a bien leer este artículo, déjeme decirle que
nunca antes había tenido tanto interés en la historia de este movimiento adventista
como ahora lo tengo. Puede que el mensaje llegue a mi y lo desprecie como en el
tiempo de Jesús. El fue presentado en el templo ante educados y elocuentes
sacerdotes que oficiaban en ese turno, pero de todos ellos, que también le
esperaban, solo Simeon y la profetiza Anna pudieron ser beneficiados en la
espera de la consolación de Israel. Los demás no lo distinguieron, sino que
posteriormente le crucificaron. No quiero ser parte de ese grupo, ni tu lo deseas,
¿cierto? es por eso que necesitamos estudiar nuestra historia denominacional.
Quisiera hacerte al menos dos preguntas:
¿Se aceptó el mensaje de 1888 predicado en Minneapolis por Waggoner y Jones?
Si tu respuesta es positiva aún con las evidencias ya mostradas:
Entonces ¿Porque la demora?
La segunda pregunta e en caso de ser negativa la respuesta:
¿Es necesario un arrepentimiento genuino de Laodicea en cuanto al rechazo del
mensaje en Minneapolis?
¿Porque?
El testigo fiel es el que pide el arrepentimiento de Laodicea, pero no a la manera
de 1890, que sólo fue un mero asentimiento de la verdad que se vio reflejado años
después. Acudamos hoy a comprar de las vestiduras, del oro y Del colirio que se
nos ofrece.
Recomendación:
Aconsejo a al lector a analizar la historia de la caída de Babilonia En Daniel 5 y la
de Apocalipsis 18:2. También quisiera que analizaran en el conflicto de los siglos
la historia de la Edad Media en relación a Apocalipsis 13; sería bueno que no
olvidáramos lo trágico que fue para la Iglesia Radial de Dios del séptimo día,
desconocer las raíces que cimentaban dicho movimiento.
Esaú Jiménez López.
Laico Adventista del séptimo día.
Citas tomadas del libro de Historia “El retorno de la lluvia tardía” y de los tomos de
Materiales de 1888.
Dios te bendiga.

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