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Repercusiones de Minneapolis
El mensaje cristocéntrico de Jones y Waggoner recibió una
respuesta poco clara de parte de los que participaron en el congreso.
Algunos de los dirigentes adventistas lo aceptaron, pero la mayor
parte rechazó tanto a los hombres como su mensaje. W. C. White
hizo notar poco después del congreso que los delegados regresaron a
sus destinos con «una gran variedad de sentimientos. Algunos
sintieron que había sido la mayor bendición de sus vidas; en cambio
otros pensaban que había marcado el comienzo de un período de
tinieblas» (WCW a J. N. Loughborough, 20 de nov. de 1888).
Jones, Waggoner y Elena de White inmediatamente después
del congreso de Minneapolis, comenzaron una ininterrumpida
campaña para comunicar su mensaje a los adventistas. Los tres
viajaron por los Estados Unidos hasta el otoño de 1891 predicando la
justicia por la fe a los miembros y los pastores. Después que la señora
de White partió hacia Australia en 1891, y que Waggoner había
viajado a Inglaterra, Jones y W. W. Prescott continuaron luchando
por la causa en Norteamérica. Durante todo este período, y aun más
tarde, Elena de White destacó
el hecho de que Dios había elegido a Jones y Waggoner para que
transmitieran un mensaje especial a la Iglesia Adventista.
Jorge I. Butler renunció como presidente de la Asociación
General en noviembre del año 1888 en protesta por el apoyo que se
había dado a Jones y Waggoner. Por otra parte, los sucesores de
Butler como presidentes: O. A. Olsen (1888-1897) y Jorge A. Irwin
(1897-1901), respondieron afirmativamente a los jóvenes
reformadores y les dieron amplia exposición durante la década de
1890. Tuvieron acceso a la gente en las iglesias, mediante las lecciones
de la escuela sabática, los colegios, en las escuelas de formación
profesional en el trabajo para pastores, y las casas editoras de la
denominación.
Fue espe3cialmente importante que durante cada congreso de
la Asociación General desde 1889 hasta 1897, Jones y Waggoner
recibieron la responsabilidad de actuar como maestros principales al
predicar su mensaje a los delegados en veintenas de sermones. Fuera
de esto, para 1897 la denominación había nombrado a Jones director
de la revista Review and Herald, órgano oficial de la iglesia. Como el
editor más influyente de la denominación, él usó la Review como
conducto para sus enseñanzas. Sería difícil concebir un programa que
hubiera podido proporcionar más prominencia a los reformadores
durante la década de 1890.
Se debe notar, además, que el énfasis cristocéntrico originado
en Minneapolis creó un cambio definido en la producción literaria de
la señora de White. Al comprender más plenamente que nunca la
dureza y esterilidad de una iglesia que imprimía un énfasis exagerado
únicamente a la doctrina, comenzó a destacar el carácter amante de
Jesús y Su justicia. Los días posteriores a 1888 vieron la publicación de
libros cristocéntricos como El Camino a Cristo (1892), El Discurso
Maestro de Jesucristo (1896), El Deseado de Todas las Gentes (1898),
Palabras de Vida del Gran Maestro (1900) y el capítulo inicial de El
Ministerio de Curación (1905).
Uno de los aspectos lamentables de la historia del adventismo
es que algunos creyentes en la década de 1890 interpretaron el
entusiasta apoyo que Elena de White prestó a Jones y Waggoner
como una especie
de cheque teológico en lanco, especialmente en asuntos relacionados
con la justificación por la fe. Como resultado, para las postrimerías de
1892, algunos comenzaron a tratar a Jones como una extensión
profética de Elena de White.
A partir del Congreso de Minneapolis, ella tuvo que luchar
contra esa manera de pensar. Durante las reuniones de 1888, ella
declaró llanamente que «algunas interpretaciones de las Escrituras
efectuadas por el Dr. Waggoner no las considero correctas».
Nuevamente en 1890, tuvo que decir a un grupo de pastores que los
dos reformadores no eran «infalibles» (Materiales de 1888, p. 164,
566).
Lamentablemente, algunas de las personas que asistieron a ese
congreso, y otros un siglo después, han tenido mucha dificultad para
internalizar la actitud de cautela que la señora de White manifestó
hacia los reformadores. La tentación humana siempre tiende a confiar
en la gente, cuando el mensaje obvio de Elena de White, Jones y
Waggoner en Minneapolis era regresar a la Biblia en busca de
autoridad religiosa y al Cristo de la Biblia para obtener salvación.
Los años posteriores a 1888 también presenciaron continuos
debates y agitación en la década de 1890 en la palestra de la
legislación dominical a nivel estatal y nacional. A comienzos de la
década de 1890, el caso de R. M. King, sentenciado a prisión por el
delito de «cultivar su plantación de papas en su huerta en día
domingo», fue citado a comparecer ante la Corte Suprema de Justicia
de los Estados Unidos (D. T. Jones a A. T. Jones, 25 de junio de
1890). Pero King murió en noviembre de 1891, de modo que se
canceló la comparencia.
Debido a la inquietud y la agitación creadas por la ley
dominical, la década del 1890 fue un período de gran entusiasmo
profético entre los adventistas del séptimo día. Aparte de eso, fue un
tiempo den el que continuaron fortaleciendo sus actividades en favor
de la libertad religiosa.
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