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El Gran Si 3bhdfi Pag 53
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Sofía Villalonga
El gran
SÍ
Un camino de integración,
rendición y devoción
BÚSQUEDAS
Villalonga, Sofía
El gran Sí: un camino de integración, rendición y devoción / Sofía
Villalonga. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Metrópolis Libros,
2023.
372 p.; 23 x 16 cm.
ISBN 978-631-6505-19-4
I. Fuerzas y entendimientos 33
Agradecimientos 369
Cuando no puedo sentir, escribo.
Cuando no encuentro la accesibilidad en el mundo, escribo.
Cuando no sé qué decir, escribo.
Cuando se me atragantan las sensaciones, escribo.
Cuando viejas voces me toman, escribo.
Escribir no derrite las corazas de mi corazón, pero me ayuda a traer
conciencia a lo que traspasó la barrera de urgencia. A todo aquello que
se filtró por la grieta del inconsciente para ser reconocido. Mi cuerpo se
alarma, se tensa y yo escribo.
Escribiendo reconozco el impulso, escribiendo miro de reojo aquel
contenido que se estancó, escribiendo desenredo los síntomas que mi
cuerpo manifiesta. Le doy voz a cada parte cansada de no ser escuchada.
Escribir es nombrar lo que no se estaba diciendo, es sentarme a con-
versar y traer a la luz lo que ya estaba en el aire, es dejar de hacerme la
distraída, porque nadie puede hacer ese proceso por mí. Escribir ordena
mis mundos y me ubica en un lugar seguro donde puedo volver a respirar.
Una vez que voy desanudando y encontrándome en mis propias pala-
bras, una vez que voy acercándome a los laberintos que mi mente implantó
para defenderme, una vez que me pongo filosa buscando palabras irracio-
nales para desenmascarar la raíz; una vez que todo eso pasa, la invitación
es a soltarlo todo. Porque lo que me trajo hasta acá no es lo que me saca de
ahí. Pero necesito verlo para comprenderlo.
No hay palabras que alcancen para hacer cuerpo la ampliación de la
conciencia, porque no dejan de habitar en un campo mental. No hay razo-
nes ni argumentos lógicos que hagan que lo que siento desaparezca. No
hay moralejas felices que le pongan final a lo que se escondió muy hondo.
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Entonces, cuando ya nombré, cuando ya vi, cuando ya me expandí,
mi escritura pasa la posta. Ahí es donde aparece mi respiración. Ay, pero
qué herramientas más nobles y poderosas, cumpliendo su función y com-
plementándose en esta misión tan compleja.
Cuando llega mi respiración, ella barre de un suspiro todas las pala-
bras. Desordena todo, me obliga a soltar el control de una forma que a
veces me asusta. Intento agarrarme fuerte de las palabras, pero todo es en
vano, ellas ya no me responden. Todo lo que queda es un espacio innom-
brable donde solo hay impulsos y pulsiones primales. ¿Y ahora qué?
La nada. Respirar lo que quedó sin respirar, respirar lo que no puedo
nombrar, respirar lo que se atascó, lo que no se sintió, lo que se atoró.
Respirar aquello por lo cual me acoracé, respirar las historias que me
conté. Respirar lo no habitado para que mi propia presencia ocupe esos
espacios que no fueron transitados. Cuando les doy ritmo y movimiento
a los contenidos, cuando recupero el movimiento original, me encuentro
con la vida, me encuentro con lo que soy detrás de todo lo que me pasó. Me
encuentro con lo que vine a ser. Me encuentro con todas las fuerzas que
me componen, con todas las semillas que llevo dentro, con todos los dones
que vine a explorar.
Ahí surge el encuentro íntimo con la vida, con mi humana ardiente
y mi divinidad arrasadora. Un encuentro que puede ser muy breve, pero
sus efectos quedan para siempre latiendo en aquella célula que recordó.
Aquella que siempre va a pulsar por mantenerse abierta y rendida a ser
encontrada por la vida una vez más.
En lo ordinario habita lo poderoso. Dios está tan inmerso en la coti-
dianeidad que muchas veces no lo notamos. Con la respiración pasa lo
mismo, ojalá supiéramos que la mayor herramienta de empoderamiento
está en nuestro propio aliento.
Con la escritura comprendo, con la respiración muevo, siento y me
rindo. Las palabras le dan tierra al movimiento de lo respirado. El aire
cargado de información encuentra, en cada palabra, la forma que le da
vida. La inspiración encuentra su canal para ser descargada en las pala-
bras que me eligen.
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Mis mayores aliados: las palabras y los suspiros. Ellos son los grandes
protagonistas de este libro. Gracias por entrar en mi vida sin pedir per-
miso, gracias por quedarse aunque no siempre los hice sentir invitados.
Ojalá nunca me olvide de que antes de salir a compartir, necesito escri-
bir y respirar para mí.
Hoy quiero regalar este conjunto de palabras sentidas por mi huma-
nidad y susurradas por la divinidad. Hoy quiero darle forma a todo esto
que me resulta tan difícil de explicar. Hoy solo quiero respirar y entregar.
Solo eso. Dar lo que ya quiere soltarse.
Como la hoja del otoño que decide exactamente el momento para
dejarse caer. No es el viento quien la arranca, es la sensación personal de
que ya está lista para saltar. Usando el impulso del soplo de la vida para
volar hacia algún lugar. Algunos dirán que es azar, pero ella sabe exacta-
mente dónde aterrizar.
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El gran SÍ, un camino de integración,
rendición y devoción
Hay libros que te piden ser escritos, que te llaman y te van dando las
pistas y la información que necesitás para poder traerlos a la mate-
ria. Son como ideas que ya están listas y están esperando que abras
el canal para proporcionarte todo lo que necesitás. Este fue uno
de ellos. Para poder escribirlo tuve que ordenarme mucho, nece-
sité sintonizar con esa sabiduría y orden supremo que me estaba
pidiendo que estuviera presente para poder materializar la obra
final. Tuve que comprometerme más que nunca con mi camino,
reafirmarme en un gran SÍ interno y hacer mucho espacio para
recibir todo lo que quería ser expresado. Me llevó más de dos años
entender el sentido, porque iba escribiéndolo como si fueran piezas
de un rompecabezas.
Pasé por todos los estados: mucha resistencia, inspiración, confu-
sión, certeza. Traté de no apegarme a ninguno de ellos. Yo solo
escribía y dejaba que mi mano corriera sin mucha dirección. Cada
tanto escuchaba una voz que me decía: “Sos quien le da dirección,
pero no quien lo dirige”. Yo era la que materializaba la energía, la
que le daba forma a lo sutil, pero no tenía el control de nada.
Fue un proceso de rendirme, confiar, ordenarme y escribir sin
parar. El resultado de lo que van a leer es el proceso de integración
de mi humanidad, el cual me permitió rendirme a la fuerza invisi-
ble que es la que me acompaña y le da sentido a todo lo que hago.
Les quiero brindar una experiencia completa en la que les cuento
en carne viva cómo llegué a donde estoy hoy.
Este libro también me llevó a explorarme como nunca antes.
Al principio entré tímidamente en el laberinto de mi inconsciente
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con una vela en la mano, y esa vela empezó a tomar cada vez más
fuerza. Empecé a ver desórdenes, dinámicas, dolores. Todo está
relatado a medida que iba pasando. No podemos rendirnos sin
limpiar nuestro canal, necesitamos purificar la mente, el cuerpo
y el corazón para que la divinidad pueda tocarnos. Necesitamos
hacerle lugar.
Este libro es un canto a esta encarnación. Esta vez me animé,
elegí crecer, elegí compartir, elegí decir SÍ.
Te invito a este nuevo viaje en el que vamos a integrar los códi-
gos de nuestra humanidad como nunca antes. Volviendo al origen
y sanando la percepción que nos está limitando a la hora de expre-
sarnos. Voy a usar experiencias reales para que veas que todo está
mucho más cerca de lo que pensás.
Este libro es un encuentro íntimo con todo lo que me rodea. Mis
rincones, mi parte más humana, mi divinidad en todo su esplendor,
mis vínculos y las experiencias que atravesaron mi corazón para
ayudarme a abrirlo de una forma muy contundente y amorosa a la
vez. Porque al final nuestra labor es abrirnos a dar y recibir amor,
y él es quien se encarga de ordenar, purificar e integrar. Nos ren-
dimos en devoción a esa sabiduría que nos pertenece y permitimos
que opere. En ese gesto de entrega, lo que somos emerge sin límites.
Te invito a sentir la fuerza con la que fue escrito, y a que la uses
a tu favor. Animate a despertarla en vos.
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Introducción
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niñas, confiamos, nos entregamos y hemos sido lastimadas. Esa
herida está, esa desconfianza quema. Por eso, no podemos pedirle
a la mente que suelte su mecanismo de supervivencia mayor: la
desconfianza y la protección. No le pidamos que se fuerce a no
aferrarse a aquel alivio que tanto la salvó, que tanto la tranquilizó,
que tanto la anestesió.
Acá es donde entra en nuestro camino la devoción. Necesita-
mos traer lo divino a lo cotidiano para poder desentramar las rutas
aprendidas que se encuentran tan arraigadas en nosotras. Nece-
sitamos recuperar la fe, la conexión original con el flujo de amor
incondicional que sabe perfectamente cómo desenredar cada una
de nuestras armaduras, sabe cómo derretir nuestras corazas sin
que tengamos que decirle cómo hacerlo.
Para poder ir más allá de mis mecanismos tuve que entrenar
una fuerza que no tenía hasta el momento.
Llevarme al límite de lo conocido, al decidir adentrarme cada
vez más en mí, me hizo ver que tenía un miedo muy profundo y
arraigado: el pánico a la comunión de mi espíritu con la totalidad.
A desaparecer, a perderme en el mar, al éxtasis. A sentir a Dios en
cada una de mis células. Al placer que consume los personajes, a
la pasión que quema las excusas. Al fuego de mi propia existencia.
Un fuego que para nacer me pedía perder el miedo a morir. Porque
morir es necesario para crear, para renacer. Es un ciclo natural
que es condición de la pasión. Es ese limbo donde la mente estalla,
donde la vida entra, donde lo antiguo se desprende de las pare-
des viejas de la psique y el corazón. Ese espacio que es tierra fértil
para hacer crecer el pulso de la vida. Porque el vacío no existe, es
un espacio lleno de pulsiones en potencia, fuerzas que buscan ser
expresadas y alimentadas; pero para eso hay que dejarse morir. Y
que de esa rendición surja un nuevo yo.
Ahí empezó un camino de darme permiso a vivir con pasión,
a respirar con pasión, a barrer las fronteras de mi mundo interior
para que la inmensidad de la vida me abrace y me haga el amor. Sí
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que costó, sí que fue desafiante penetrar los muros del control, del
miedo, la inseguridad, la vergüenza, el orgullo.
Pero no podemos habitar nuestro poder sin penetrarnos. Sin lle-
varnos a nosotras mismas al limbo del estado del éxtasis donde mori-
mos, nacemos, soltamos, caemos y bailamos, todo al mismo tiempo.
Porque de ese caos nació todo. De ese caos surgió el movimiento que
desencadenó la vida. De ese caos surgieron las estrellas. En ese caos
se abren las puertas a nuevas dimensiones donde la mente condicio-
nada no tiene lugar. Y ese es el lugar perfecto para crear.
Desde chica tengo la certeza de que una de mis misiones en esta
encarnación es traer claridad al inconsciente. El entendimiento de
esta fuerza siempre me atrapó y me pareció fascinante, por eso
decidí emprender un camino hacia su exploración buceando hasta
lo más profundo de mí. En el camino también me encontré con
otras fuerzas y comprendí que mi misión no es solo traer claridad,
sino aprender de esas fuerzas, darles forma, entenderlas, leerlas y
usarlas a favor de nuestro crecimiento.
Por eso este libro es tan importante para mí. Se me fue reve-
lando de a poco a un tiempo único, empezó para un lado, siguió
para otro, y a medida que iba comprendiendo más, el rumbo iba
cambiando también. Pero el propósito siempre fue el mismo:
la expansión, la integración y la comprensión de los canales que
somos. El gran SÍ es un camino de integración, rendición y devo-
ción. Una invitación a abrirle la puerta a la intimidad del encuen-
tro con cada fuerza, con cada rincón que habita en vos.
Creo firmemente que uno de mis talentos es la capacidad de
hacer entendible lo invisible. Así que acá estoy, poniendo mi talento
al servicio de quien tenga ganas de conocer un poco más de qué se
trata. Usando mi historia como ejemplo, inspirándome en historias
de mujeres que tuve el lujo de acompañar y usando la historia de
la humanidad como arcilla para crear. Este libro vino a unir y a
prender chimeneas en los rincones oscuros donde todavía hace
frío y entrar aprieta. Este libro es el oxígeno que necesitamos para
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relajarnos y la mano que necesitamos que nos sostenga fuerte
mientras nos vamos desnudando por primera vez.
Tomá aire, respirá, y dejame entrar.
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resuelto todavía duele. Practico la meditación para llegar a estados
inalcanzables y rechazo todo lo que no se alinee con el ser de luz que
estoy queriendo ser. Y como los vínculos reflejan mi humanidad,
muchas veces voy a elegir dejar de vincularme. Voy a temerle a la
profundidad de mis vínculos porque no quiero reconocer mi huma-
nidad, o no quiero que descubran lo que en verdad soy. Y los víncu-
los pulsan por intimidad porque esa es su esencia. Son generadores
de encuentros para que lo pendiente emerja sin pedir permiso; gene-
ralmente nos relacionamos con lo inconcluso a través de otro u otra.
Por eso, empezamos a vivir una espiritualidad fragmentada
que deja afuera las partes de nosotras que no podemos aceptar.
Nuestros traumas permanecen como energía estancada y nos
alejamos de todo aquello que nos espeje lo que no queremos ver
de nosotras mismas. Y al final, como sentimos que hay una parte de
nosotras que tenemos que esconder, vivimos con una culpa intrín-
seca sintiendo que en realidad somos unas impostoras. Porque no
estamos mostrándonos de forma completa, no estamos aceptándo-
nos de forma completa.
Si siento culpa es poco probable que me sienta merecedora y voy
a tender a buscar un castigo externo que suavice la culpa interna que
en verdad siento.
El resultado de la no aceptación es la fragmentación. Vivo sepa-
rada, dividida, y de esta manera no hay forma de sentirme plena,
feliz, ni realmente ocupar mi lugar. Porque no puedo aceptarme
completa, no puedo iluminar aquellas partes que me recuerdan lo
humana que soy, no puedo abrirme a mis vínculos, que también
son los que me van a mostrar partes de mí que de otra forma no
podría ver.
Por eso, este es un libro dedicado a la humanidad del ser, a
la totalidad, a la integridad, a la integración. Al encuentro íntimo
con todo lo que nos rodea. Es un libro cargado de confesiones
humanas e inspiraciones divinas. Es un camino para recorrer
los laberintos de tu humanidad para que te abran la puerta a una
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verdadera espiritualidad. Somos seres humanos. Animales cósmi-
cos. Vinimos a encarnar nuestra naturaleza, y para poder hacerlo
necesitamos recordar, aceptar, integrar. Te invito a que naufragues
conmigo hacia los espacios olvidados de tu psique y de tu alma para
que las comprensiones profundas despierten el potencial dormido.
Para que la aceptación de tu humanidad más cruda desemboque en
un despertar verdadero y auténtico.
Es hora de dejar de buscar y empezar a ser. Dejar de forzar esta-
dos alterados de conciencia y empezar a ampliar lo que ya está ahí
esperando a ser habitado.
Te voy a compartir experiencias, reflexiones, experimentos e
historias para usar entre nosotras y colaborar con el despertar de
toda una humanidad que inconscientemente se sigue rechazando a
sí misma buscando la salvación en una ilusión.
Vamos a abandonar la idea de perfección y sumergirnos en una
integración profunda.
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Donde hay miedo, cortamos la respiración, cortamos el inter-
cambio natural con la vida, cortamos el encuentro. Y a la vez, ese
miedo nos muestra dónde nuestra energía no está fluyendo y dónde
la vida está siendo retenida. Donde hay retención, hay contracción.
Hay control.
Hoy esas emociones están mostrándonos una nueva dimen-
sión a integrar en nosotras. Primero, deshaciéndonos de ese pro-
grama obsoleto con nuestra conciencia, y después, recuperando la
vitalidad en todo lo que hacemos. La vida que estaba detrás de tu
resistencia.
Estamos proyectando la culpa, la vergüenza y nuestras más
íntimas inseguridades en el afuera, buscando manipular el mundo
exterior para sentirnos mejor. Realmente no estamos pudiendo
lidiar con nuestro trabajo interno. No estamos pudiendo rela-
cionarnos con el mundo ni con las personas tal cual son porque
seguimos polucionando el ambiente con toda nuestra información
sin procesar. Hay un tema que no estamos pudiendo ver, estamos
dirigiendo mal las fuerzas, estamos desviando el foco, nos esta-
mos resistiendo a lo natural.
Te invito a este viaje hacia tu espiritualidad penetrando tu
humanidad. Para penetrarla necesitamos rendirnos, relajarnos y
dejar ir. Generalmente, cuando pensamos en penetración nuestro
cuerpo se tensa, se resiste, porque está siendo perforado por una
fuerza externa; ese es el primer cambio de conciencia. Traer ren-
dición y relajación hacia cada tensión. Si supiéramos que nuestro
trabajo solo se reduce a eso… a restaurar el movimiento original, a
recuperar el movimiento de mis aguas internas para fundirme en
el río de la espiritualidad, para fundirme con la divinidad.
Pero no hay que olvidar que el portal es nuestra humanidad.
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I
Fuerzas y entendimientos
La fuerza invisible.
Un poco de historia y datos duros
La espiritualidad y la ciencia no pueden ser separadas, hay prin-
cipios innegables que trajeron la comprensión necesaria para que
la razón empezara a mirar a la espiritualidad con un poco más
de amor. A mí, entender me ayuda mucho, porque cuando com-
prendo, integro. Cuando integro, me abro. Cuando me abro, sano.
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Vamos a ver una recopilación de datos que sostienen mi forma de
ver el mundo.
Max Planck, al recibir su premio Nobel, dijo: “Toda materia
tiene su origen y existe en virtud de una fuerza. Debemos presu-
poner la existencia de una mente inteligente y consciente tras esa
fuerza. Esta mente es la matriz de toda materia”. Y muchos cientí-
ficos se dedicaron a visibilizar y probar aquella inteligencia que se
encontraba detrás de los patrones. El nombre que se popularizó fue
“la matriz”. Yo la llamo “fuerza invisible”. Para seguir entendiendo
su funcionamiento, es interesante ver la teoría del holograma pro-
puesta por Dennis Gabor, que afirma que “cada parte se encuentra
en el todo y el todo en cada parte”. Porque de esta manera, si enten-
demos el funcionamiento del universo, estamos leyendo nuestras
mentes. Esta teoría asume que somos un microcosmos explorán-
dose a sí mismo, y si nos estudiamos y nos entendemos, también
estaremos entendiendo al universo.
Por otro lado, David Bohm (físico de la Universidad de Lon-
dres y uno de los físicos cuánticos más respetados) también se
dedicó a investigar la naturaleza holográfica del universo y desa-
rrolló la teoría de “orden implicado y orden desplegado”. El orden
implicado es el todo indivisible, en el que todas las cosas están
envueltas, lo no manifestado. El orden explicado es la descrip-
ción de la realidad tal y como se manifiesta desde el orden impli-
cado. Entonces, el mundo es la manifestación de una energía, de
un orden más profundo y de una sabiduría inconmensurable, el
orden implicado. Detrás de la materia y lo visible, hay una con-
ciencia que dirige.
Por eso tenemos que apostar a la plasticidad de nuestra mente
y nuestra percepción para integrar estos códigos de unión y crea-
ción desde la alineación y dejar de perdernos en las sombras reflejadas
en la caverna, descripta por Platón. Para sanar la percepción tene-
mos que integrar estos principios que sostienen contundentemente
que la separación es una ilusión. Permití que tu mente reciba esta
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información y se rinda a ella. Que las memorias aparezcan y se disuel-
van es esta nueva verdad. Estamos entrando en la era de la unidad.
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Libre albedrío: el poder de la elección. Cada elección abre una
nueva dimensión, un nuevo campo de posibilidades, una nueva
línea del tiempo. Cada decisión que tomás, en el momento en que
la tomás, cambia tu realidad. Modifica tu frecuencia. Dirige las
fuerzas hacia un nuevo lugar. Cuando el patrón que te impulsa a
tomar una decisión coincide con el patrón que mueve al universo
se abre un portal donde las fuerzas cooperan, recibimos apoyo,
crecemos y nos expandimos. Cada decisión es una oportunidad
para movernos de lugar, para evolucionar, para ver un poco más.
Algunos científicos lo llaman choice point o punto de elección, esos
momentos de tu vida que son quiebres, ahí donde tus decisiones
tienen el poder y la sabiduría de llevarte al siguiente nivel. Gregg
Braden habla sobre cómo cuando un ciclo termina, antes de que
comience el otro, hay una pausa, un espacio donde se abre una ven-
tana de oportunidad, y es ahí donde nuestras decisiones tienen la
potencia de cambiar los patrones que nos guiaron en el pasado para
así transformar nuestro futuro. Podés elegir quedarte en el mismo
camino o podés elegir saltar hacia uno nuevo.
Momento presente: ¿alguna vez probaste perderte en la pode-
rosa presencia del eterno ahora? ¿Salir de tus relatos, de tu percep-
ción, de tu historia, de tu identidad, y prestar atención al momento,
a las fuerzas, a la energía que está a tu alrededor? Cuando hacés
contacto con la situación de frente, con el presente, la voz que juzga
tus acciones alimentando discursos de no suficiencia desaparece,
porque generalmente responde a patrones del pasado. Y si no ali-
mentamos el pasado, tampoco alimentamos aquella voz.
Entonces, ¿cuál es la clave para crear cuando no quiero que
mi creación responda a mis patrones de carencia y escasez? Ali-
nearme de manera perfecta y armónica con mi momento presente,
observar y exponer las fuerzas que se están moviendo, ir más allá
de mi identidad y entrar en el flujo de la vida que sigue circu-
lando, lo veas o no. Porque cuando tu creación se alinea con este
flujo, no hay quien la frene. Estás cooperando con el universo, y el
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universo coopera con tu creación, porque son parte de lo mismo.
Forman parte del presente eterno que está siempre en constante
expansión.
Por eso, no se trata de repetirte afirmaciones positivas que apa-
guen esa voz limitante, se trata de entrar en aquel espacio donde
esa voz no tiene lugar porque no se encuentra en sintonía con la
fuerza creadora que sucede en el ahora.
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Los tiempos del universo no son los tiempos del ego. Y para apren-
der a conocerlos tenés que observarte, convertirte en espectadora
y despersonalizarte de todo lo que creés. Se trata de un tiempo que
no tiene nada que ver con lo que aprendiste.
El sacrificio, la adicción al hacer, el sufrimiento, forman parte
de viejos paradigmas que no te permiten el ingreso a una nueva
forma de ver el mundo.
El primer paso es frenar, observar y alinear, para luego dis-
frutar otra forma de jugar. Tomar las decisiones alineadas con tu
propia expansión, que también es la del universo, y sorprenderte
de los recursos que aparecen como fruto de tu compromiso.
Experiencia personal: el SÍ
Era abril de 2021, volvíamos con Mario a Costa Rica, luego de nuestra
visita por Argentina. En ese momento, estábamos coqueteando con las
experiencias en relación con el concepto de abundancia sin terminar de
entender cómo funcionaba. Los alquileres en Santa Teresa, el lugar donde
vivíamos, se encontraban saturados. Terminamos en una casa temporaria
a la cual apodé “la casita de abril”, porque eso es lo que era, la casa que
nos recibió por un mes mientras terminábamos de hacernos cargo de qué
es lo que queríamos. Ese mes empezamos a visualizar la casa de nues-
tros sueños: queríamos un templo para nuestras prácticas matutinas, con
espacio para poder realizar nuestras terapias ahí, y yo quería un lugar
inspirador para poder escribir. Sumado a esto, también queríamos que el
silencio formara parte de la ecuación.
Antes de que terminara el mes, se nos presentaron dos opciones con-
tundentes: la casa donde estoy viviendo mientras escribo este libro y otra
casa muy linda también que era mucho más económica y cumplía algunos
de los requisitos, no todos.
La casa que finalmente elegimos era muy similar a la casa que los
dos estábamos visualizando, con dos cuartos para que cada uno tuviera
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su espacio, un amplio deck afuera para hacer nuestras prácticas, vista
al mar, lo cual para mí era muy importante, y a la vez nunca creí que
podríamos hacerlo dado lo que valen los alquileres con estas característi-
cas. El alquiler valía casi el triple de lo que estábamos acostumbrados, y
sin embargo, un llamado interno a explorar un nuevo terreno nos tocó a
la puerta. Dijimos SÍ, no lo dudamos y dimos el salto.
Fue impresionante el apoyo que vino acompañado de ese SÍ. Empe-
zaron a aparecernos propuestas muy abundantes, empezamos a traba-
jar menos a un mayor valor y todo empezó a alinearse. Después de esa
decisión vinieron muchas otras. Siempre eligiendo desde la abundancia
interna, desde la certeza de que nunca nos iba a faltar, desde la compren-
sión de que tenemos todo lo que necesitamos. Desde la seguridad de que
contamos con apoyo y de que el SÍ es una fuerza magnética que se alinea
con el propósito del universo.
Algo que me gustaría aclarar es que detrás de ese SÍ había mucha
raíz, mucho trabajo interno, mucha estructura construida. No se trata de
un salto inconsciente, sino de un encuentro maduro entre lo construido y
la fe por lo que va a venir.
Ejercicio
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El origen
La disolución y la creación forman parte de la misma potencia.
Suceden juntas. Son componentes esenciales de la vida misma. Se
disuelve lo viejo mientras emerge lo nuevo en simultáneo. El viejo
paradigma empieza a craquearse para que la luz escondida nos guíe
hacia nuestro poder creador. Así fue el origen. Así fue siempre. Es
hora de que prestemos atención y empecemos a ser cómplices de
este movimiento natural que nos va a ayudar a despertar.
Según la cultura hindú, el universo es fruto de una vibración
cósmica, y el Om es el sonido original del universo. Om significa
unidad con lo supremo, la combinación de lo físico con lo espiritual.
Es la sílaba sagrada, el sonido del que emergen todos los demás soni-
dos, ya sean de la música o del lenguaje divino. Existe un elemento
más que es el silencio, el Om siempre va acompañado de un silencio
final e infinito. Y esto también es una gran pista. Después del caos,
aparece el silencio. Después del movimiento, la quietud. Después
de lo nuevo, me vacío. Desapegada de lo que sucede porque todo
es impermanente. Todo menos mi poder para crear, no importa lo
que haya creado, seguro pasará. Pero siempre tendré mi poder para
recordarme que el universo vive en mí y que yo soy parte de él.
El sonido Om producido por la unión de estas letras simboliza
el acto de la creación y disolución del universo. Ahí empezaremos,
ahí terminaremos. Siempre en el origen. Ahí están las claves de
este nuevo mundo que empezamos a habitar. Siempre que creamos,
hay algo que muere. Esto puede ser la muerte de una identificación,
de una parte de nosotras que no lo creía posible o cualquier ilu-
sión que fue descubierta. Morimos y renacemos constantemente.
Nuestra energía muta, cambia, se transforma. En el mundo sutil
se puede ver más claramente, podemos ver cómo nuestros pro-
pios programas se van desarmando y son reemplazados por nueva
información que tiene que ver con lo que nuestra parte consciente
puede entender.
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Entonces, si tomamos el proceso de muerte como algo natu-
ral y no nos apegamos a nuestra versión del momento, podremos
comprender que la única certeza es nuestra capacidad de dar vida.
Y que para que esto acontezca, la muerte tiene que suceder. No
están separadas, y eso es lo que necesitamos desconfigurar para
perder el miedo a crear con todo nuestro corazón. Si tememos a
morir, nos defenderemos de crear, porque hay una parte de vos que
sabe que ese proceso es inevitable. Al defenderte de la muerte, te
defendés de tu poder.
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¿Cómo creo?
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culturales, ancestrales, transgeneracionales, las dinámicas viejas,
los mecanismos de supervivencia, las creencias, etcétera. Esto lo
vamos a poder ver y entender mejor prestando atención a cada lugar
o país que visitemos, ya que eso cambia. Por ejemplo, la energía del
dinero se mueve diferente en Argentina que en Estados Unidos.
Cada lugar tiene su propio campo de fuerzas que se encuentran
latentes e interactuando.
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es posible, por eso necesitamos que aprenda a alinearse con este
movimiento orgánico.
Contenemos la respiración para no sentir (distinto de las pausas
naturales que se desprenden de la exhalación en estado de relaja-
ción). Si no respiro, la energía de la emoción no puede moverse; si
no se mueve, no la siento; y si no la siento, estoy a salvo. Así, de a
poco, vamos entrecortando cada vez más nuestra respiración pro-
duciendo que la vida no circule dentro de nosotras, y esas emociones
no integradas se almacenarán en nuestro cuerpo dando como resul-
tado una relación muy superficial con la vida. Nos cerraremos a ser
tocadas por ella, a ser respiradas por ella. Hoy en día, respiramos de
una forma en la que no le damos la bienvenida a la vida ni tampoco
nos rendimos a ella, porque siempre sostenemos el control. Respi-
ramos cortito y al pecho, alimentando un estrés constante.
Porque si respiramos limpia y profundamente usando todo
nuestro sistema respiratorio, corremos el riesgo de que todo lo que
retuvimos vuelva a moverse. No sanar la relación con tu respi-
ración es decirle NO a tu poder creador. La respiración es de las
herramientas más poderosas y naturales que tenemos al alcance de
nuestra mano y es hora de que empecemos a asumir la responsa-
bilidad que eso conlleva si es que queremos vivir una vida bañada
en empoderamiento. No se trata de respirar más, de inhalar más,
nada de eso. La vida nos enseña que podemos hacerlo de una forma
suave y profunda, y a la vez muy determinante. Necesitamos enten-
der que la profundidad no es sinónimo de intensidad, la diferencia
está en la dosis, en el volumen de aire que dejo entrar. Mi cuerpo
no necesita exceso de aire, sino el justo y necesario.
La respiración de la vida, del universo, es el movimiento cons-
tante de expansión y contracción. Se expande al inhalar y se con-
trae al exhalar. Siempre fluido, sin interrupción, como las olas del
mar. Es el ritmo de las fuerzas que operan y se encuentran en cons-
tante movimiento, disponibles para que podamos usar su potencia
a nuestro favor. No se trata de esforzarse, sino de aprender a leerlas;
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no se trata de manipularlas, sino de ver más allá y aprovechar el
movimiento que necesito para actuar, crear, frenar, descansar. ¿En
qué movimiento se encuentra la vida en este momento? Alineo mis
movimientos con los suyos. Hay momentos para expandirse, hay
momentos para retirarse. Cuando estoy alineada, la potencia de
una acción aparentemente insignificante se multiplica.
La respiración representa el pulso de la vida. Es la corriente de
la sabiduría suprema. Es la inteligencia que se encuentra detrás
de cada movimiento. Es el patrón del orden mayor que necesitamos
decodificar. Entregarnos al ritmo natural que propone nuestra res-
piración hace que perdamos el miedo a morir, porque entendemos
en profundidad que todo es parte: necesito exhalar para volver a
inhalar, necesito dejar ir para volver a llenarme, necesito soltar
para empoderarme. Y en este movimiento armónico y circular,
me alineo con la respiración de la vida. En constante expansión y
contracción, pero no como compartimentos estancos o procesos
separados, sino como parte de lo mismo. El aire nos ayuda a llevar
vida a aquellos lugares que todavía se resisten, a sacudir nuestras
propias historias y recuperar nuestro ritmo natural. Cada vez que
permitimos que esto suceda, sanamos un poco.
47
a convertir en el terreno fértil que va a dar vida a esa fusión de
fuerzas mediante tu acción. Por eso, no importa tanto qué fuerzas
entren en vos, porque eso no forma parte de tu control. Pero lo que
sí va a ser bien importante es la coherencia de tu intención unida a
tu apertura y tu accionar.
Un bebé tarda nueve meses en desarrollarse solo, sin que la
madre tenga una participación activa, simplemente aportando la
sabiduría de su cuerpo que se rige por una sabiduría superior. No
es necesario decirle cómo crecer o formarse. A las fuerzas tam-
poco. A tu intención tampoco. Simplemente sos el espacio de amor
incondicional en el que este nuevo ser se va a desarrollar. Este
nuevo ser es tu creación. Porque tu intención cobra vida propia en
el momento en que la declarás y te abrís a sintonizar, y pasa a ser
una nueva entidad. Una entidad que trae orden y claridad al caos
del movimiento. Una vida en sí misma que marca el norte y dirige
la energía.
Los patrones responden a la palabra, se alteran y se modifican
cuando se encuentran con ella. Por eso necesitamos recuperar el
valor y el poder que tenemos al hacer declaraciones y usar la palabra
como flecha de creación. Tenemos mucha injerencia en el mundo
sutil a través de la palabra. Las energías responden al ser nombra-
das. Reciben la dirección y reaccionan. Por eso es importante frenar
y responderte: ¿quién está hablando?, ¿quién dice lo que dice?, ¿al
servicio de quién están las palabras que están siendo pronunciadas?
Esto también es un acto de responsabilidad y madurez.
Una vez que la intención pasa al mundo de la materia, a partir
de ahí, todo lo que tu mente quiera aportar la va a limitar, porque tu
mente solo recuerda y repite, su foco es reducido y tiene que ver con lo
que aprendió. Necesitamos hacer lugar al misterio, a lo que no vemos.
Das a luz la fusión de las fuerzas, y tu intención va a ser la que
llame a la creación de tu hijo espiritual. En realidad, no es tuyo,
pero sí nace de vos. Vos sos la creadora, la madre que deja a su hijo
en libertad para aprender a soltar y a dar lo que más ama.
48
Palabras sagradas
49
En el plano sutil están todas tus versiones y tus programas incons-
cientes, que son diferentes informaciones que existen, y ven en tu
creación la oportunidad para salir a la luz.
Por eso tu creación es un portal. Un portal para verte, para
reconocerte. Nuestras creaciones nos muestran nuestros puntos
ciegos. ¿Qué estoy creando hoy? ¿A qué información responde
esta materialización? ¿Qué maneras encuentro para vincularme
con mis programas inconscientes? ¿Cómo se están presentando?
¿Quién está comandando mi propio barco? ¿A quién está respon-
diendo mi creación? ¿A qué versión? ¿A qué programa? ¿Estoy
pudiendo sintonizar con el ritmo universal? ¿Siento que mi crea-
ción fluye? ¿La siento orgánica? ¿Siento que danzo? ¿O estoy des-
conectándome de la fluidez de la vida a través de mis esfuerzos?
Usá tu realidad como espejo y conocete a través de ella. El misterio
busca develarse a través de tus creaciones.
La autoindagación va a ser tu aliada en este camino, la posibili-
dad de acercarte a vos misma, de entenderte, de subirle la vibración
a tu comprensión, de abrirte a un entendimiento más profundo. El
ego en sí no es peligroso, el peligro aparece cuando no somos cons-
cientes de por qué hace lo que hace, porque ahí le estamos cediendo
nuestro poder y nuestra capacidad de crear, en lugar de alinearlo
con nuestra esencia más profunda.
A través de la acción podemos conectar con la fuerza sin
esfuerzo, podemos leer y usar a nuestro favor las fuerzas que
vemos, para hacer menos y que la potencia sea mayor. No se trata
de hacer sin parar, sino de saber cuándo y cómo moverse. Un
ejemplo de esto puede ser surfear una ola. Puedo pasarme el día
remando, agotada, o puedo detenerme a estudiar las fuerzas del
mar. Pararme en el lugar correcto para que el impulso de la ola me
lleve y que yo pueda usar toda esa fuerza a mi favor. De eso se trata.
Hacer los movimientos justos cuando sean requeridos, estudiando
las fuerzas y usándolas a nuestro favor.
50
Mi apego a mi identidad
es lo que limita mi potencial
Cuando creo (del verbo crear) dejo de ser yo para responder a un
bien mayor, y ahí está la fuerza de la expansión. Lo imposible se hace
visible cuando dejo ir el apego a mi experiencia. Porque para llegar
a donde todavía no llegué necesito soltar mis propios condiciona-
mientos. Ellos me trajeron hasta acá y ya es hora de trascenderlos.
Es hora de dejar morir para hacer lugar. Y así, empezar a crear.
Declaración: “Recibo, sostengo y me abro a lo que no veo”.
Recibo, abrazo la pasividad de verme como cuenco vacío para
recibir la fuerza que luego voy a compartir. Sostengo activamente
como respuesta a lo que pasa a través de mí, le digo SÍ a ese ini-
cio y hago los movimientos que necesita desde una solidez y una
confianza plena que me permiten mantenerme en mi centro. Me
abro a lo que no veo, estoy siendo atravesada por fuerzas invisibles
que quieren ser expresadas y en esa expresión también me dan las
herramientas que necesito. Lo único que las frena es mi duda, y mi
desconexión. Porque si estuviese realmente conectada entendería
que no estoy sola y que aquel límite que veo es solamente mi mente
aferrada a lo que aprendió.
Si estuviera realmente conectada entendería que hay tanto
más. Hay una sabiduría que está queriendo ser materializada a tra-
vés de mí. Entendería que soy un gran canal de muchos procesos
a la vez. Me enfoco en estos tres movimientos con mi respiración
como aliada para volver a mí las veces que necesite, y abro paso a
la creación de un nuevo mundo a través de mi interior. Suelto mi
identidad y me abro a mi libertad, porque ella es la que comanda
mi potencial.
51
Funcionamiento del universo y sus claves
Entendiendo cómo funciona
el universo a través de mí
Mi campo energético está repleto de información, de programas,
de diferentes vibraciones. Todo el tiempo estoy emitiendo infor-
mación, que es energía. Esa energía, a su vez, se encuentra y se
relaciona con aquellas que vibren similar. Entre frecuencias se reco-
nocen y se entienden. La información que emane va a depender de
mis programas inconscientes, que a su vez me cuentan lo que creo
que merezco, que a su vez repercute en lo que creo que valen mi
presencia, mi servicio y mi valor en general.
Nunca voy a abrirme a lo que no crea que sea posible, por eso el
papel de la mente es muy importante para mi creación. Mi intención
va a tener que ser avalada y sostenida por ella para luego alojarse en
mi corazón. El corazón, con su magnetismo, atraerá la experiencia
que necesita para manifestarse. Esa energía que yo emano va a dar
con las personas que resuenen. Es decir, si yo no estoy comprome-
tida con lo que doy, voy a atraer gente que tampoco lo esté con su
proceso de sanación. El compromiso y la responsabilidad son ener-
gías que requieren mucho orden, por ende, si no estamos alineadas
internamente, también lo veremos en la realidad.
Por eso, para ser creadoras tenemos que ser responsables y com-
prometidas con nuestro poder.
Teorema de Bell
52
y se modifican de forma automática al ser observadas o medidas.
Es decir que este teorema deja en evidencia cómo la intención del
experimentador influye altamente en el resultado que obtiene.
Nuestras intenciones parecieran operar como si fueran frecuencias
altamente coherentes capaces de cambiar la estructura molecular
de la materia. Si el investigador inicia el experimento buscando
la luz en forma de ondas, eso es lo que va a obtener. Si la busca en
forma de partículas, eso es lo que se mostrará. Nada está definido,
todo muta de acuerdo con lo que se espere encontrar.
La intención del observador afecta el comportamiento de lo
sutil. Las partículas cambian de forma al entrar en contacto con la
fuerza (intención). Llamamos mundo o universo sutil a todo lo que se
encuentra compuesto por luz y energía, partículas ínfimas que no
tienen la densidad suficiente como para crear un campo gravita-
cional, por ende, no responden a las leyes lógicas de la materia.
Tienen muy poca masa y, por ejemplo, la ley de gravedad no les
afecta. Nos referimos al mundo sutil como el mundo de las fuerzas.
¿Qué es la intención?
Según Tom Kenyon, la intención es la suma de la atención mental y
la voluntad personal. Es decir, la atención y la dirección, y con ella
podemos afectar al campo cuántico. Para que haya dirección tiene
que haber conciencia. El mundo sutil responde y reacciona al poder
de nuestra intención, a todo aquello a lo que llevamos nuestra aten-
ción y energía, porque allí está nuestra conciencia. La intención
es el motor que dará vida a la materia, es el fuego que nos dará la
temperatura necesaria para crear. Su efectividad en el mundo de
la materia aumenta cuando logramos alinear nuestra atención y
nuestra voluntad. Una intención clara solo es posible cuando somos
coherentes. La coherencia consiste en alinear nuestra mente, nues-
tro corazón y nuestro cuerpo, y a la vez ser coherentes con la fuerza
53
y la forma. Con lo que recibimos y lo que damos, lo que sentimos y
lo que hacemos, lo que pensamos y creemos.
Hay muchos experimentos científicos que confirman el poder
de la intención y cómo esta influye en los resultados en la mate-
ria. Un ejemplo claro fue el experimento de Masaru Emoto con
el agua: en 1994 tomó unas muestras de una fuente de agua pura
en Japón, congeló unas gotas y las examinó bajo un microscopio
electrónico. Las fotografías mostraron hermosos hexágonos cris-
talinos con forma similar a un copo de nieve. Luego tomó agua de
un río contaminado, la congeló, fotografió unas gotas y comprobó
que la imagen que aparecía en ellas era una forma desestructurada
y desordenada, lejos de ser el hermoso hexágono. En su experi-
mento comprobó que el agua es sensible al entorno donde se halla.
Su investigación no se detuvo ahí, sino que continuó hasta mos-
trar cómo los pensamientos, las emociones, las palabras, la música,
una fotografía, un escrito, influyen sobre la estructura molecular
geométrica del agua de nuestro organismo.
54
la rapidez de curación. No importa la distancia, porque la intención
no se mueve según las reglas de espacio/tiempo, opera en el campo
de las fuerzas donde todas las posibilidades coexisten simultá-
neamente. Hay infinitos casos en los que queda absolutamente
comprobado que las oraciones e intenciones a distancia son muy
efectivas y que han revertido casos de salud en pacientes con los
que la medicina ya se había dado por vencida.
Uno de los hallazgos más interesantes de los experimentos que
incluyeron personas no solo es que las intenciones ejercen efec-
tos comprobables en quien las recibe, sino que la empatía entre
el emisor y el receptor es una parte importante en el proceso de
curación. La intención se potencia con la emoción. Cuando, ade-
más de la intención de que aquella persona sane, yo le envío mi
amor porque existe en nosotros una relación, el efecto es todavía
más fuerte, el cambio es aún más significativo. Una intención clara
y una emoción de alta vibración tienen el poder de transformar
la materia al instante. Cuando sumamos la fuerza de la mente a la
fuerza del corazón, tenemos la oportunidad de abrir caminos,
actualizar informaciones y hacer modificaciones en la materia que
nunca creímos posible.
55
detectar, leer sus necesidades y cambiar la fórmula en el acto, que
se modifica de acuerdo con su estado. La leche se transforma
en una aliada perfecta contra las alergias, inflamaciones y hasta
infecciones. Este proceso sucede de forma natural sin que la mamá
tenga que hacerlo de manera consciente. Adapta automáticamente
su composición al recibir información.
Plantas: las plantas llevan la información de cada lugar en
donde crecen, por eso te dan justamente lo que necesitás. Están en
constante interacción con el aire, la tierra, las lluvias, tienen infor-
mación de las plagas, saben qué es lo que tienen que hacer para
sobrevivir o cómo aprovechar los nutrientes de la tierra. Hay cul-
turas que sostienen que las plantas no solo te ofrecen lo más propi-
cio dada su sabiduría con respecto al lugar donde te encontrás, sino
que al entrar en contacto con una semilla, por ejemplo, al llevarla
a la boca para que reciba tu saliva, esta adquiere la información de
aquello que estás necesitando, así como la mamá con su bebé. Lo
que crece de esa semilla es medicina para tu cuerpo.
Cuando construimos una relación con las plantas, con la natu-
raleza, el intercambio se vuelve abierto y expansivo y podemos
ayudarnos mutuamente. El propósito de la planta es pulsar por la
vida, y va a hacer todo para sobrevivir y seguir pasando esa infor-
mación al ambiente. Cuando recibe la información de lo que nece-
sitamos a través de nuestra saliva, desarrolla, entonces, aquello que
se encuentra en déficit para seguir contribuyendo al desarrollo y la
potencia de la vida.
Estos intercambios suceden cuando hay relación. Tanto la madre
con el bebé como el ser humano con las plantas. Sucede cuando se
desarrolla un diálogo invisible de cuidado, amor y respeto, donde
los campos se unen en pos de colaborar con el bienestar de los seres
involucrados. Por eso necesitamos recuperar la relación con la
naturaleza, al sentirnos parte y ocupando nuestro lugar en esa red
sagrada. Necesitamos recuperar la relación con todo lo que está vivo
y dejar que ese intercambio nos dé justamente lo que necesitamos.
56
Capítulo 2
Entendiendo las fuerzas
La fuerza del SÍ
Cada vez que le digo SÍ a algo desconocido que representa una
oportunidad de crecimiento, se abren muchas puertas nuevas,
porque la mente se está animando a explorar terrenos que nunca
había habitado antes. Y así como hay expansión, también hay con-
tracción. ¿Por qué? El universo siempre tiende al estado de inercia,
es decir, busca devolvernos al lugar donde estamos, hasta que esa
expansión se transforma en nuestro nuevo origen.
Cada vez que decimos SÍ a vivir, SÍ a la vida, SÍ a lo nuevo, las
resistencias contenidas afloran también. Fuerzas comprometidas
con el NO, resistencias que estaban en el plano sutil toman for-
mas materiales y las vemos en experiencias concretas.
La energía del SÍ es muy fuerte y cobra vida en cada decisión
que la sostiene, y a su vez necesita, para cobrar más fuerza, arrasar
con la resistencia de nuestra mente subconsciente y con toda fuerza
que tiende hacia la inercia. Para eso, nos creamos las oportunida-
des ideales para trascender nuestras propias resistencias. Trascen-
der implica aprender a usar esa fuerza, aparentemente contraria, a
nuestro favor.
La resistencia es una fuerza reactiva, cuando no le pongo con-
ciencia, me resisto a la fuerza. En cambio, cuando la trasciendo,
me apropio de ella y la activo. Ese siempre fue el propósito. En el
plano energético lo percibimos como tensión interna. Informacio-
nes que se contraponen y, a medida que las vemos, se van orde-
nando. Programas que se van actualizando a medida que los vamos
57
respirando, es decir que los vamos trascendiendo con nuestra
mente y todo nuestro cuerpo: traemos a la luz los patrones y elegi-
mos otra cosa. Cuando elegimos algo diferente, dejan de responder
a la misma dirección a la cual venían obedeciendo y se actualizan.
Cambian. Evolucionan.
En el plano físico lo vemos como realidad tangible, cuando deci-
mos SÍ, siempre aparecerá un evento creado por nosotras mismas
en la realidad que tiene que ver con una resistencia a ese SÍ. Crea-
remos tentaciones para echarnos para atrás o dudar en sostener
esa decisión, por eso en este momento de sostener ese SÍ, el com-
promiso y la responsabilidad deben tenerse presentes y alimen-
tarse con todas nuestras fuerzas. Una vez que logramos sostener
nuestro SÍ con nuestras decisiones y nos hacemos cargo, veremos
cómo una infinidad de puertas se abren. Ya no somos las mismas,
hemos integrado nuestras propias resistencias y límites, por ende,
el campo de juego es mayor y las oportunidades de crecimiento
también.
Resistencias y reacciones.
El universo tiende al estado de inercia
Jorge Luis Parise elaboró el término de “la esfinge”, que intenta
equilibrar de inmediato el envión logrado por nuestro SÍ. Él sos-
tiene que una esfinge se presenta de forma enigmática cada vez
que estamos por ingresar a algo valioso en nuestras vidas. La
esfinge representa un gran momento para recordar que el poder
se encuentra en nuestro interior y que no hay nada ahí “afuera”
que pueda frenarte. Al final, es aquella aliada creada por noso-
tras para entrenar nuestra determinación. Aquella tentación que
aparece cuando declaramos con audacia hacia dónde queremos
dirigirnos. Quizá será algo que tienta a tu versión de hoy, pero
no a la versión que será responsable de tu futura creación. Por eso
58
siempre debemos preguntarnos: ¿dónde está mi compromiso?, ¿con
qué versión? Y actuar en consecuencia.
Nuestras resistencias toman formas externas para que noso-
tras podamos materializar la información que traemos. De esta
manera, podemos ver nuestros propios mecanismos para detener-
nos. Y así generarnos también la posibilidad de elegir otra cosa. Este
es un momento clave para evitar caer en la ilusión de lo externo.
Evitar la lucha contra aquello que se está manifestando y entender,
en lo profundo, que es la manera que mi sistema encuentra para
observar las resistencias que traigo y así seguir sosteniéndome en
mi decisión. Es una oportunidad para ordenar la información y
allanar el camino hacia lo que quiero crear.
Así, al sostenerme a mí misma, también estoy desarrollando la
fuerza que me va a permitir sostener mi creación. Tengo que ser
capaz de ver más allá y empezar a entender mis estrategias ocultas
sin dejarme caer o vencer por el primer obstáculo, porque nunca
es lo que parece.
59
Ahí entendí cómo las decisiones se toman en el plano sutil y rápida-
mente se manifiestan en el plano material. Y todo lo que materializamos
tiene que ver con partes de nosotras que pujan para un lado o para el
otro. Si no tenemos bien claro hacia dónde vamos, nuestras creaciones se
pueden volver confusas. Pero si estamos comprometidos, no solo con lo que
queremos, sino con quien creará mi realidad, es decir, con la versión
que vivirá esa realidad, cada obstáculo aparente sirve para nutrir nuestra
voluntad y determinación, y para seguir enviando mensajes claros de
hacia dónde vamos.
Cada decisión cambia mi frecuencia vibratoria dependiendo de qué
estoy eligiendo alimentar. Para que mi frecuencia se alinee con mi reali-
dad deseada, necesito tomar decisiones coherentes con ella.
60
adelante, la fuerza del universo nos devolverá para atrás. Es ahí, en
ese momento, cuando necesitamos que nuestro SÍ pise más fuerte.
Necesitamos que nuestra voluntad llame al cambio que va a sacu-
dir la inercia en la que estamos. Necesitamos despertar a nuestra
energía vital para animarnos a ser canales de fuerzas desconocidas
y amorosas que nos van a ayudar a crear lo que queremos.
Para ser canal, necesito limpiarme de aquello que está estan-
cado; para interactuar con la vida necesito aprender a ver y crear
más allá de mi identidad y mi historia personal. De lo contrario,
nos quedaremos siempre en lo mismo. En lo conocido y predecible.
61
de forma inconsciente, simplemente prestar atención en completa
presencia y dirigir esa fuerza hacia nuestro crecimiento.
¿Cómo lo hago? Relajándome y dejando ir, no me quedo
enganchada a mis resistencias o a aquello que está despertando en
mí, no me peleo con la realidad, destrabo el movimiento interno.
Permito que mi cuerpo se relaje ante la tensión, hago lugar para el
intercambio con la vida en completa rendición, y alineo mi volun-
tad. Es decir, traigo mi atención que estaba puesta en la resistencia
a mi poder personal, y de esta forma la estoy transmutando. Así,
estoy transformando mi sufrimiento en expansión sin tener que
hacer nada. Simplemente entrenando mi conciencia para que deje
de reaccionar y empiece a moverse de forma sabia y estratégica.
Jugando con mis fuerzas internas y con las fuerzas del universo.
Las artes marciales son una clara ilustración de este tema. El
aikido, por ejemplo, se basa en usar la fuerza del oponente y reali-
zar cambios sutiles en la dirección para llevarlo a donde le interesa
a la persona. Usamos la fuerza y la redirigimos. De eso se trata.
El universo funciona de forma muy armoniosa con sus propios
principios; cuando imponemos nuestra voluntad por sobre el orden
natural, alteramos aquella armonía. Pero no se trata de renunciar a
tu voluntad, sino de reorientarla. Alinearla a los procesos naturales
de expansión y crecimiento mientras vas limpiando tu canal para
ver cada vez más allá.
62
es decir que lo que recibía del presente era interés y atención activa,
pero esa fuerza no estaba direccionada, es decir, no había un pro-
ducto ni taller en concreto para aprovechar esa fuerza, por decirlo
de algún modo.
Estratégicamente activé la fuerza. Cada una tiene sus técnicas;
en mi caso fue una publicación que sabía que iba a generar interés,
y luego dirigí la atención hacia el nuevo taller que quería promo-
cionar. Esto fue absolutamente sin esfuerzo, simplemente usando
la fuerza que ya estaba activada, simplemente dándole dirección y
usando el impulso que ya estaba disponible.
Una parte muy fundamental en este experimento tiene que ver
con rendirse y soltar. Esta fase es extremadamente necesaria. Una
vez que alineás tu voluntad con la voluntad de la situación, toca
rendirse. Soltar cualquier tipo de expectativa o de control, porque
eso ejerce resistencia sobre la fuerza que acabás de activar.
En el experimento me pasó que cuando hacía este ejercicio y
luego realmente soltaba y enfocaba mi atención en mi crecimiento
y expansión, las ventas se disparaban. La fuerza operaba sola y
llegaba a las personas listas para recibir el contenido. En cambio,
cuando quería controlar o saber cómo venía la repercusión, las ven-
tas se detenían. Mi control se interponía en el desenvolvimiento
natural. Fue muy interesante todo el proceso. Un experimento que
me llevó a aprender a rendirme y a leer las fuerzas como nunca antes.
63
SÍ a tu emocionalidad.
SÍ a tu poder personal.
SÍ a tu totalidad.
SÍ a tu expresión.
SÍ a tu visión.
SÍ a tu conexión profunda.
Cuando esto sucede, se abren puertas, entramos a todas las
posibilidades. Entramos al SÍ sin forma donde está todo por nacer,
todo por explorar, no hay límites. Podemos encarnar todo lo que
deseemos experimentar. No hay forma porque la forma es de la
mente y este estado va más allá de ella. Es estar conectada con el
infinito, es decirle SÍ a la experiencia completa tal cual es, es dejar
de crear para pasar a ser la creación.
Por mucho tiempo fui una persona que usaba mucho el “pero”, usaba
muchas excusas y narrativas que sostenían un NO inconsciente hacia la
vida en general. En una sesión de respiración de Rebirthing Breathwork
empecé a verlo de manera muy clara. Empecé a cansarme de mis narra-
tivas, de mis propias historias y empecé a conectar con el gran SÍ que
pulsaba fuerte dentro de mí. Ese día algo cambió. Entendí a un nivel muy
profundo que el SÍ sin forma era un estado interno que unía la apertura,
la rendición y un hacer muy sutil simplemente cuando siento el llamado.
No hago de más, no descanso en la inactividad. En la filosofía hindú lo
llaman satva (balance), que nace del equilibrio entre tamas (inercia) y
rajas (actividad). Es un estado de completa presencia y aceptación. Goce y
disfrute absoluto, sentí cómo yo era ese gran SÍ, ese canto a la vida.
Desde ese momento empecé a usar mis centros como termómetro.
Cada vez que una resistencia aparecía, me preguntaba a qué centro per-
tenecía: ¿estaba rechazando mi humanidad, mi poder personal, mis emo-
ciones? Y automáticamente iba a ese centro, le daba movimiento a aquella
64
tensión con mi respiración y me alineaba a ese gran SÍ. Reconocía esa
excusa y me rendía a ella.
Cuando la atravesaba, mi sistema se relajaba y mi vibración empe-
zaba a alinearse entrando en el estado del SÍ sin forma. Esto cambió mucho
mi relación con la vida y estoy eternamente agradecida a mi respiración
por haberme abierto ese portal.
65
conocida y para eso vas a necesitar mucha energía. Energía que hoy
tenés depositada en sostener todo lo que no querés crear. Por eso el
orden se necesita ya.
Empezá a abrirte a nuevas posibilidades, dedicate tiempo a
conectar con tus deseos, a identificarte con tu presencia y desde
esa conciencia renová tu información. Llevá aire a la rigidez de tus
patrones y empapate de las emociones que querés en tu vida. Al
principio puede que no sea tan fácil, pero estás construyendo los
circuitos que te llevarán a un nuevo mundo de posibilidades. Tus
esfuerzos darán sus frutos.
66
cuenta de que el límite era la conciencia. Si ampliamos esa con-
ciencia, veremos mares donde antes solo veíamos charcos. No se
trataba de cambiar tu situación, sino de sanar tu percepción.
¿Te animás a desafiar tus propias leyes para demostrarte que
lo que soñás verdaderamente es posible? ¿Te animás a recibir la
abundancia que sos? ¿Te animás a amarte para ser consciente de lo
merecedora de amor que sos? Comienza una nueva era en la que
desafiamos nuestros límites y condicionamientos para abrirnos a
nuestro crecimiento.
67
ocupa lugar. Puedo quemar alguna foto vieja o deshacerme de cual-
quier objeto que tenga peso energético.
68
Te invito a que te tomes un momento y rehagas tu trato con
vos. La honestidad y el compromiso son actos de poder que trans-
forman tu realidad porque la atraviesan y la ordenan.
Y cuando le ponemos palabras, le damos vida a la energía que
corría sin dirección.
Dialogamos con el universo y enviamos señales más claras que
lo que deseamos con el corazón.
Ya es hora de hacernos cargo de que somos las responsables de
nuestra relación. Y esa es nuestra historia de amor.
69
ver conmigo exclusivamente pero me afecta por el hecho de for-
mar parte de esta gran red.
Y cuando sentís desolación o rechazás lo que está pasando por
vos, te separás de la fuente, desconectás los circuitos que te unen
al todo, y esa sensación se hace más densa aún porque no contás
con el apoyo y la descarga de la fuente. Toda información que pasa
por vos es información que nos sirve como humanidad para seguir
trayendo orden, amor y libertad a este gran despertar. Es hora de
que te hagas cargo de tu canal. De que te animes a limpiar y a ser la
traductora de lo que ves y sentís. Esto es un trabajo en equipo que
requiere mucha escucha, desapego y coraje.
Escucha para captar información sutil que está más allá de los
ruidos mundanos, desapego para permitir que lo que sea que veas
pase a través de vos sin personalizarlo y coraje para sostener todo
lo que estás integrando, para finalmente poder compartirlo.
70
II
Integración: reconociendo
la humanidad
73
Muchas veces lo que creemos que perdimos, inconscientemente,
lo entregamos, y lo que creemos que nos han hecho a nosotras,
en realidad aquellas personas se lo hicieron a sí mismas. En oca-
siones, todo lo que creemos que nos falta son excusas y cuentos
de nuestra víctima para no hacerse responsable de su presente
y seguir postergando la decisión de hacerse cargo de su propio
bienestar.
Estamos creando nuestra realidad de acuerdo con nuestro
grado de conciencia y capacidad de integración. Toda la informa-
ción que tengamos a nivel consciente e inconsciente está operando
y creando sin parar. Entonces, cuanto más veamos, más ordenada
se volverá nuestra creación. El primer paso es aceptar que hemos
creado el lugar en donde nos encontramos justo ahora. Aparece
la víctima cada vez que nos desligamos de la responsabilidad de
nuestro poder e insistimos en que la materia está respondiendo
a un orden que no es nuestro, porque eso no es real. Para poder
verdaderamente elegir, necesitamos entrar en otro estado de con-
ciencia en el que aceptamos que mucho de lo que tenemos enfrente
es un reflejo de nuestra alineación, nuestro estado de conciencia y
nuestro compromiso con nuestro camino. Y para eso necesitamos
entender cómo opera nuestra víctima a la perfección. Porque des-
pués habrá que trascenderla.
Con nuestra víctima tenemos una relación ancestral. Es una
dinámica en la cual estamos acostumbradas a darle alimento y a
dejarnos llevar por la energía que propone. Estamos cediéndole
nuestro poder para crear constantemente. Tanto a nivel individual
como colectivo. Nuestras dinámicas externas reflejan nuestra rela-
ción con nuestra víctima en el plano sutil, y en lo colectivo podemos
ver cómo vivimos en una sociedad que sustenta y alimenta víctimas
sin parar. Por eso el trabajo es con nuestra conciencia: no recha-
zarla, sino integrarla. Trascenderla. Si logramos trascender el nivel
de conciencia de la víctima, esa energía ya no será compatible con
nuestra creación actual. Esto no significa que deje de aparecer, pero
74
sí que vamos a tener la posibilidad de verla y elegir aquello que vibre
en sintonía con nuestra conciencia y con lo que queremos crear.
Necesitamos ordenar e iluminar esta dinámica y a la vez pulir
nuestra determinación con la elección de estar presentes momento
a momento. Nuestro automático es cederle el poder.
Conocerla tanto que pierda el poder, porque si no la veo, pierdo
la posibilidad de elegir, me vuelvo víctima de mis pensamientos
y mis procesos que están respondiendo a sus relatos. En cambio,
cuando empiezo a escuchar sus excusas en mi cabeza, puedo dete-
nerla al instante. Esta historia viene de hace mucho tiempo, y por
eso va a seguir apareciendo una y otra vez.
En nuestro poder está el lograr reconocerla, estudiarla y dejar
de alimentarla.
Dejar de identificarnos con ella y ver un poco más allá.
75
sí misma y por eso usa tu experiencia para justificar todo lo que
le pasa. Realmente no lo ve porque su nivel de conciencia no se lo
permite, por eso la respuesta no es rechazarla, sino simplemente
ampliar nuestra conciencia y empezar a ver nuevas posibilidades,
que van mucho más allá de la historia acotada que nos contamos.
Adicción al drama: encuentra cierta satisfacción en el drama-
tismo, ya sea propio o ajeno, se va a sentir atraída por la crítica,
por el sufrimiento, chismes, por dramas en general. Hay que estar
muy atenta para no caer en esas energías porque sabemos que
generan complicidad y pertenencia. Pero, a la vez, seguimos sos-
teniendo dinámicas desordenadas que generan más sufrimiento.
Y si realmente queremos encarnar la paz tenemos que dejar de
alimentar dramas innecesarios y nutrir nuestra coherencia. La
paz no es algo que se logra, sino que despierta cuando nos com-
prometemos con ella.
Mucha dificultad para la autorresponsabilidad: hacerse cargo
no es opción, verse es imposible porque implica moverse de donde
se está y tratar de mirar periféricamente, y ahí ya estamos hablando
de otro nivel de conciencia. Te invito a que conectes con alguna
situación de tu vida que te genere una carga o preocupación. Y
ahora te pregunto: ¿si no estuvieses tan identificada con el perso-
naje, con tu rol, con el título, con tu ego, realmente sería un pro-
blema? Si no estuviésemos tan identificadas tratando de defender
nuestra identidad o afirmando una postura mental, podríamos ver
que realmente elegimos aquella experiencia para sentir sin apego
esas emociones que despertaron. Quizás de esa forma no tendría-
mos tanta resistencia a pedir perdón, a responsabilizarnos de las
situaciones que creamos y mostrarnos vulnerables con respecto a
lo que nos pasa. Siempre es más fácil buscar culpables y mantener
nuestra dignidad intacta. Pero eso solo alimenta soberbia y una
falsa identificación, y a tu víctima eso le encanta.
Esto es importante tanto para con nosotras mismas como a la
hora de crear relaciones. No podemos sostener vínculos verdaderos
76
sin autorresponsabilidad. Necesitamos ver esto para dejar de rela-
cionarnos desde ese desorden.
Se siente cómoda manteniéndose pequeña: le gusta contarse lo
chiquita que es y se cree sus propios cuentos. Relatos que la man-
tienen impotente, porque de esa manera se defiende de salir de su
zona de confort, de no exponerse y no entrar en un terreno des-
conocido donde tendría que probarse a sí misma que, en verdad,
puede. Por eso el “no puedo” es su frase de cabecera. Desconfiá,
por favor, cada vez que aparezca en tu mente. Es una alarma que
se activa cada vez que das un paso hacia tu crecimiento. Es una
resistencia más, una prueba más. Una iniciación en este camino
hacia tu evolución.
Siempre en busca de razones para ofenderse: como hay un
fanatismo por sentir que el mundo la rechaza, se crea sus propios
motivos para sentirse ofendida. Se ofende cuando no hacés lo que
quiere que hagas, cuando le decís cosas que no quiere escuchar o
cuando no se siente tenida en cuenta, siempre con el enojo bajo la
manga. Esa niña herida que necesita sentir que el afuera responde
a sus deseos, que cree que la gente debería comportarse de acuerdo
con sus expectativas. Qué agotador, que privación de libertad tan
grande. Primero, la propia, perdés tu libertad en el momento en que
la alimentás, la escuchás y usás sus justificaciones para mantener tu
orgullo impoluto. Perdés el poder de elegir y te dejás gobernar por
un comportamiento egocentrista que mantiene tu corazón cerrado.
Y segundo, privás a la otra persona de ser libre, de comportarse
según sus propios deseos e impulsos, seguís fomentando vínculos
desordenados, cargados de deudas y obligaciones que son muy difí-
ciles de mantener. Es muy denso formar parte de un vínculo en
el que nuestra libertad pone en juego el amor o en el que nuestras
decisiones son motivos de ofensa.
La queja como recurso siempre: La queja como respuesta,
como reacción, como justificación. En cierta forma es una manera
de rechazar la realidad, de colocar sus expectativas por encima de
77
lo que se recibe, de ponerle condiciones a la experiencia, al amor,
al otro. La queja es una energía de muy baja vibración que nos
mantiene siempre en el mismo nivel de conciencia, pero como la
víctima se siente cómoda en él, recurre mucho a ella. Quejarse es
su naturaleza, como si no supiera hacer otra cosa. Está demasiado
identificada con sus propias necesidades y no puede ver más allá, y
esas necesidades y expectativas están diseñadas para nunca cum-
plirse, y por ende, la queja estará siempre presente, anulando la
posibilidad de valorar lo que se está recibiendo.
Necesidad extrema de reconocimiento e importancia personal:
siempre en busca de sentirse especial, de que la miren, de que le den
atención. Porque la víctima no tiene atención propia, la cede sin
parar, toda su energía está dispersa en su entorno. Por ende, nece-
sita que el otro u otra supla esa carencia. Todo lo que hace es para
ser mirada, ser querida, ser apreciada. Hay una necesidad extrema
de sentirse importante y de ser reconocida. Al acecho de halagos y
cumplidos para silenciar la voz que le cuenta que no es suficiente.
Cuando te sientas bajo el efecto de alguna de las menciones
anteriores, vas a tener que reconocer a la víctima que se activó,
retirarle tu atención y responsabilizarte por tu bienestar. ¿Qué
necesitás? ¿Qué te enoja? Dátelo. Hablá. Traete. Pero no dejes que
tus propios motivos te enreden y te cuenten que tenés razón en
estar enojada. Es hora de subirles la vibración a todos nuestros vín-
culos, que también son creaciones. Empezar a relacionarnos desde
la adulta madura que se conoce, se hace cargo y respeta la libertad
ajena. Hora de limpiar los desórdenes que estaban implícitamente
gobernando nuestras relaciones.
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no haber podido compartir el dolor, porque toda herida se acentúa
al haberla sufrido en soledad. El shock de estrés para hacer frente
a esa situación es tan grande que el sistema colapsa. Por eso, no se
trata exclusivamente de lo que pasó, sino de lo que eso me generó
internamente.
Etimológicamente, trauma proviene del concepto griego de
herida. Son aquellas imágenes congeladas que a nivel psíquico
generan un desorden y una distorsión de la memoria. Realmente
consideramos que revivir el trauma es una amenaza contra nues-
tro bienestar general, por ende, para no volver a tocar esos espa-
cios, nos autoequipamos de recursos que nos defiendan. Nuestras
reacciones automáticas y la víctima son algunos de ellos.
La víctima nos sirve como mecanismo de rechazo a lo que
sucede en nuestro interior. Se activa aquel dolor y enseguida cul-
pamos al exterior, esquivamos la responsabilidad porque el dolor
es muy grande y preferimos creer que el afuera es responsable. Si
no nos hacemos cargo, no tenemos que trabajar en nosotros, no
tenemos que sumergirnos profundo, no tenemos que sanar. Y es el
otro el que siempre se ve obligado a hacerlo, y por esto necesitamos
iluminar nuestros propios trucos para no sanar.
En estos momentos traumáticos queda impreso en mi sistema
lo que tengo que hacer para sobrevivir y protegerme. Eso es lo
que voy a reproducir sin parar. Aquello que me aseguró la vida
quedará muy impregnado en mi sistema nervioso. Si me salvó
congelarme y seguir adelante, eso es lo que voy a hacer. Si fue
callarme, si fue transferir ese miedo profundo a alguna fobia, si
fue cortar mi respiración, etcétera. Mi sistema aprende y regis-
tra los mecanismos de supervivencia y los asocia con la vida, y
como su función es mantenernos a salvo, estamos destinadas a
reproducirlos.
A través de nuestras reacciones automáticas, lo que en verdad
hacemos es postergar la integración de esa situación interna, porque
mi mente me lleva hacia afuera a culpar, a resolver o a anestesiarme.
79
Es decir, me voy del presente, que es el único momento en que
realmente puedo sanar e integrar.
En tu verdadera presencia no hay lugar para la víctima. Cuando
estás presente en tu cuerpo con lo que te pasa, habilitando, acep-
tando, reviviendo, podemos resignificar cualquier situación. El
tema es ser más fuertes que nuestros mecanismos de defensa, que
nuestra determinación sea más grande que nuestros miedos y
que nuestras ganas de sanar superen los impulsos de huida.
Es importante entender que no necesitamos revivir todo de
golpe, porque nuestro sistema es tremendamente inteligente y hay
una razón lógica detrás de nuestros bloqueos, defensas y anestesias.
Por eso volvemos a la importancia de la dosis: se trata de revisitar
esos lugares sin fundirme en ellos, de pendular entre mis heridas
y mis recursos para que mi pasado no me agobie, y que paulati-
namente, con mucha paciencia y amor, se vaya transformando en
presente. Un paso a la vez.
Historia de mujeres.
Ana: “Todo en mi contra”
Ana llegó a la sesión de coaching y espiritualidad que estaba com-
partiendo en ese momento con una historia muy fuerte. Ella había
sufrido abuso por parte de un familiar y no lo había conversado
con nadie. Sufrió sola, se guardó su dolor, un poco por vergüenza
y otro poco por cuidar la imagen de quien había abusado de ella.
Con el correr de las sesiones, pudimos ver cómo el hecho de no
haber podido compartir su dolor había dejado grandes secuelas en
su personalidad. En general, siempre la acompañaban la soledad y
la incomprensión, sentía que el mundo estaba en su contra, ten-
día a tomarse las cosas de manera muy personal y siempre termi-
naba sufriendo en silencio sin poder comunicar ni expresar sus
sentimientos.
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Con el correr de las sesiones fuimos viendo cómo esa herida sin
resolver estaba comandando gran parte de su vida. El campo ener-
gético de la herida traía mucha información: vergüenza, rechazo,
dolor. Toda esa herida había quedado encapsulada y se encontraba
al mando de sus relaciones. Al no poder comprender la magnitud
de su dolor, proyectaba esa incomprensión hacia su alrededor. Al
no poder aceptar su proceso, veía esa falta de aceptación a su alre-
dedor. Como si el mundo estuviera en su contra, como si todos
quisieran lo peor para ella. Así se sentía recibida por el mundo al
no poder recibirse a sí misma.
Fue muy emocionante cuando empezamos a verlo y sanarlo
de a poco. Primero llevándose amor a sí misma, comprendiéndose
cada vez un poco más. Muy despacito empezó a ponerle palabras
a lo que le pasaba, nombrar sus emociones, darles recursos a sus
miedos para que pudieran expresarse, y una vez que empezó a con-
fiar en ella, que empezó a comprenderse, a entender lo que le había
pasado, recién ahí pudo empezar a comunicarlo en su entorno. La
palabra es un gran antídoto ante cualquier dolor, es la gran aliada
de la sanación. La palabra desinfla toda crisis, desentraña toda
confusión y trae realidad a cualquier ilusión.
Pero es importante entender que no nos metimos en el hecho
traumático de una vez, sino que preparamos el terreno primero.
Porque recordar no es sanar. Necesitamos, primero, sentir el amor
suficiente para poder lidiar con memorias dolorosas que aún siguen
vivas en alguna parte de nuestro cuerpo.
Historia de mujeres.
Paloma: “De la fragmentación a la totalidad”
Vino a verme por problemas que estaba teniendo con su pareja.
Paloma, hace un tiempo, había pasado por una depresión en la que
estuvo largos meses sin poder levantarse de la cama; su energía
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vital estaba completamente consumida por sus emociones recha-
zadas que no podía procesar. Ella era muy autoexigente y se refería
a ese período de su vida con mucho rechazo, le daba pánico volver
a pasar por lo mismo y trataba de evitarlo con todas sus fuerzas.
Para mí, el miedo siempre muestra el camino hacia una mayor
profundidad, así que decidí encarar por ahí. Con mucho permiso,
amor y conexión, volvimos a ese momento, a ese sentir, a esa rea-
lidad (mi escucha atenta y tono de voz empático fueron los recur-
sos que Paloma usó para volver a esa situación sin abrumarse). Se
notaba que le costaba volver, había mucho rechazo a aquella ver-
sión de ella misma, una resistencia difícil de atravesar, todo su sis-
tema la defendía de volver a ese lugar.
Hicimos un ejercicio en el que trajimos a esa Paloma de aquel
momento, aquella que no podía levantarse de la cama, al presente.
Hicimos una visualización de encuentro entre Palomas. Al imagi-
nar cómo Paloma del pasado se acercaba a la de hoy, con esa mirada
perdida, con esas pocas ganas de vivir, con el sinsentido a flor de
piel, con esa desilusión por la vida misma, ella quebró en llanto.
Tenía tanto miedo de pasar por lo mismo que se desconectó total-
mente de una parte de ella. Y en esa desconexión, había mucho que
había quedado sin sentir, anestesiado y paralizado.
De a poquito pasó de sentir asco a sentir mucha ternura y com-
pasión. Aprovechamos la oportunidad para que pudiera decirse a sí
misma todo lo que necesitaba escuchar en ese momento. Al princi-
pio las palabras que salían eran muy mentales y cargadas de exigen-
cia, como: “Tenés que levantarte” o “tenés que poder”. Poco a poco
fuimos dando espacio a que abriera el corazón y se permitiera hablar
desde ahí, desde ese corazón que ambas versiones comparten y que
sabe exactamente qué es lo que en verdad estaba necesitando.
Fue hermoso ver cómo el diálogo se transformó, cómo la
vibración mutó y las palabras comenzaron a ser más suaves y amo-
rosas. Eso era exactamente lo que necesitaba. Mientras ella seguía
hablándose a sí misma, empecé a guiarla para que sintiera cómo
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esa versión de sí misma que había estado rechazando se acercaba
cada vez más. Despacito, entrando en confianza. En un momento
se acercaba tanto que terminaba metiéndose en su cuerpo, y en ese
instante volvían a ser una.
Cuando volvió, luego del ejercicio, ella estaba muy emocionada
porque me comentó cómo siempre se había sentido fragmentada
y no entendía por qué. El rechazo a su propio trauma la llevó a
excluir una parte de sí misma. Por eso este ejercicio fue tan sana-
dor y liberador: porque recuperar aquellas versiones que quedaron
olvidadas y rechazadas nos ayuda a sentir la totalidad que somos.
Podemos perdonarnos por no haber podido y dejar de castigarnos
por no haber sabido lidiar con todo lo que nos estaba pasando.
Ejercicio
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externas. Lo que sucede también es que, inconscientemente, cree-
mos que hay un riesgo en dejar de sostener a la víctima, el de
perder el amor de la persona que está identificada con su víctima.
Temo que si no le digo lo que quiere escuchar me retire su amor, por
ende, elijo sostener esa dinámica desordenada con tal de ganarme
su aprobación. Y en esa decisión me pongo totalmente al servicio
de su víctima, desconfío de su poder y sigo alimentando un desor-
den impotente que busca confirmarse a sí mismo. Creerle la histo-
ria a la víctima es alimentar su sufrimiento. Un sufrimiento que no
es real, y lo peligroso es que tiene todos los argumentos para serlo.
Ojalá empecemos a interesarnos y apostar por el poder de cada
persona, aportando a la conciencia de su sabiduría, de lo que puede,
y dejemos de alimentar la idea de que es una consecuencia de su
entorno. Se necesita una determinación muy grande para dejar de
alimentarla, sobre todo porque muchas veces nos conviene per-
manecer heridas, nos da complicidad, nos mantiene accesibles, y lo
más valioso, nos da mucha atención. Pero ya no más.
Me gusta decir que esta encarnación va a ser distinta, yo ya me
cansé de jugar a ese rol, y cada vez somos más. Venimos de muchas
generaciones ocupando este lugar y estamos despertando a nuestro
poder. Fueron tantos años de habitarla, elegirla y sostenerla que
seguro vuelva a aparecer, y por eso la salida es trabajar en mi con-
ciencia un poco todos los días. Es un entrenamiento de elegir en
cada momento con quién, dentro de mí, me voy a identificar. Se
trata del entrenamiento de estar presente con la experiencia, y ele-
gir adónde quiero llevar mi atención.
Animarte a decirle NO a esa energía, sin miedo. No tenés poder
sobre lo que la otra persona elija, pero sí de elegir lo que entra en
vos, sí de lo que decidís sostener. Sostener víctimas está lejos de ser
un acto amoroso, es alimentar un sufrimiento. Porque detrás de
la víctima hay mucho dolor, la víctima no puede hacerse cargo de
sí misma porque, a su vez, detrás está la niña. Y a los niños no les
corresponde hacerse cargo tampoco. Por eso necesitamos conectar
84
con la adulta que somos. Traernos de vuelta al poder, a la respon-
sabilidad. Cortar con el dramatismo y la adicción que eso genera.
Hacernos cargo de nuestras creaciones. ¿Qué parte de mí no
está dejando la vida fluir? Si queremos ser creadoras y abundantes
necesitamos retirarle el poder que le estamos cediendo a la víctima.
Que, a la vez, es tu niña. Necesitamos dejar de alimentar manipu-
laciones y recursos que nacen por miedo al dolor.
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puerta a que los patrones vuelvan a nosotras para así poder ilumi-
narlos, para así poder responsabilizarnos, para así poder sanarlos.
Pero si esa relación no se corre, entonces la usaré siempre de excusa
para seguir quedándome en el mismo lugar.
Los seres se entienden, son los humanos los que arman lío. Tras-
ladando heridas, cayendo en la importancia personal y queriendo ser
especiales. Por eso nos corremos, soltamos y nos vemos en ese espa-
cio que hacemos. Esto no significa que la relación no pueda resurgir,
pero no sin antes dejarla morir, porque así no podemos seguir. Es
mucha la información, es muy denso el patrón, es muy profundo ese
botón que activamos juntos, y necesitamos volver a respirar.
Entonces, al final, te suelto porque te amo.
Y en ese acto de amor crecemos los dos. Nos vemos los dos.
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¿Cuánto hace que venís contándote lo mismo? Fijamos nuestras
heridas y nuestras memorias, y eso hace que las vivamos una y
otra vez. En los aparentes responsables de tu sufrimiento tenés las
puertas de dónde estás cediendo tu poder. Si queremos ser creado-
ras tenemos que empezar a jugar otro juego. Dejar de distraernos
en la ilusión de lo que nuestra víctima nos cuenta y usar toda esa
información para recuperar nuestra energía. Y desde ahí, volver a
crear, empezando por crearnos a nosotras mismas.
Separá a las personas de lo que te hacen sentir y ahondá en
tu relación con esos aspectos en tu vida. Por ejemplo, si te estás
sintiendo abandonada, no tenida en cuenta o desvalorizada, vas
a tener que revisar cómo están la confianza, el valor y el respeto
hacia vos misma. El otro o la otra simplemente está mostrando lo
que ya está ahí.
Este es un llamado a ir un paso más allá. Separar el mensaje del
mensajero es un paso fundamental para ir un poco más profundo.
Tu abundancia
La abundancia te pide que les pongas fin
a los cuentos de tu propia víctima
“¿Por qué a mí?” “¿Quién soy yo para que me vaya bien?” “¿Cómo
puedo ser feliz si hay tantas personas sufriendo?”
Esa es tu víctima. Sí, sos grande. La grandeza vive en vos.
Viniste a esta tierra a contribuir, a ser canal, a liderar tu propio
crecimiento, a evolucionar, a hacer de esta encarnación una que
valga la pena o, mejor dicho, que valga la vida.
Dejá de cuestionar por qué y empezá a hacerte cargo de lo que
tenés para dar. La culpa por la felicidad es un discurso del viejo
mundo que nos venía bien para no terminar de hacernos cargo de
nuestro valor. No poder ser feliz porque el otro o la otra sufre es
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pura subestimación, no estás creyendo que esa persona pueda salir
de su propio sufrimiento y los usás como excusa para no vivir en
plenitud.
¿Por qué? Porque, como todos, valés y tenés los recursos para
hacer de esta tierra un lugar mejor. ¿Cómo? Animándote a encar-
nar tu mejor versión. Necesitamos ponerles fin a los programas de
autosabotaje que nuestra propia víctima nos provee para mante-
nernos chiquitas y silbando bajito. Abrirte a la abundancia implica
hacerte cargo de que lo que recibís es para compartir. Es tener la
certeza de que sos un canal, por eso podés hacer circular todo aque-
llo con lo que quieras sintonizar. ¿Por qué? Porque estás abierta, no
es para sentirte especial, porque todos y todas somos canales. No es
para que tu ego se apropie de lo que recibís, sino para usarlo para
servir. Los límites a tu abundancia los ponés vos. Te da miedo tu
ego con tanto poder, y por eso muchas veces elegís no crecer.
Pero empieza un nuevo mundo en el que nos hacemos cons-
cientes de una nueva lógica, no me sirve crecer si vos no lo hacés
porque formamos parte de la misma red. Lo hacemos juntos. Nos
apoyamos, nos cuidamos, y lo que recibimos también lo damos.
Resignificamos la abundancia y la vivimos sin culpa y con mucho
placer. Ese es el nuevo pacto con tu Ser.
La víctima nunca podrá ser abundante porque no sabe estar al
servicio de lo divino. Tampoco podrá conectar con su verdadero
propósito, porque para conectar con él necesitamos un despertar
espiritual, y eso sucede cuando ponemos nuestra personalidad al
servicio. Por eso es necesario que tu alma reciba el mensaje de
grandeza y no tu ego; tu ego solo fantasea con ello. Sus deseos son
acerca de grandes planes, éxito y reconocimiento, pero en realidad
solo sienta las bases para su próxima desilusión. Nada será sufi-
ciente si nace de un sentimiento de insuficiencia.
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Tu niña
Tu víctima aparece cuando le das responsabilidades
a tu niña sin tomar tu vida desde la adulta que sos
Todas las justificaciones de la víctima provienen de la niña interna,
que como no la sanamos ni la integramos, se queja y reclama el nivel
de responsabilidad que se le está dando. “Esto es mucho”, “todo me
pasa a mí”, “nada me alcanza”. Para hacerte cargo de tu propia abun-
dancia, de tu poder creador y de la posibilidad de habitar tu potencial,
vas a tener que asumir el mando de tu vida desde la adulta que sos.
No le podés pedir a tu niña que cumpla un rol que no le corres-
ponde simplemente por no querer asumir el nivel de responsabili-
dad que conlleva vivir una vida alineada a tu propósito.
Tu niña puede funcionar como brújula, como pista de qué es lo
que te entusiasma o te hace sentir viva, pero las herramientas y el
mando son tuyos. De esta relación aparece la misión, el propósito.
Y hay un paso más, dejarle a tu alma, a tu Ser, el poder de
mover los hilos invisibles que hacen que las cosas pasen. Saber que
hay una sabiduría que te guía, que conoce los códigos del funciona-
miento del universo y que está a favor de tu crecimiento.
Tenés tu equipo disponible para encarnar tu poder y hacer de
esta vida el paraíso interno y externo para disfrutar. Esto tu Ser
lo sabe, pero simplemente cargamos muchas programaciones que
nos cuentan que no es posible. Por eso el camino es desaprender,
resetear, crear nuevas redes. Y para eso vas a necesitar a tu equipo
completo. La víctima no tiene libertad, y vinimos a ser libres.
El peligro de no detectar a la niña detrás de tu discurso es que
ella siempre se maneja con pactos de venganza, busca herir a los
demás de la misma manera en que fue herida. Por eso es impor-
tante verla, abrazarla y desactivar ese patrón. Reconocer su dolor y
darle lo que necesita para que pueda ordenar su rol. Darle un lugar
amoroso y sin juicios para que pueda descansar.
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Herimos a los demás en el mismo lugar
donde fuimos heridas
Prestá atención a dónde van tus balas, hacia dónde van tus ataques
o tus juicios. Detrás de esas ganas de herir están tus heridas. Si no
las hacemos conscientes nos pasaremos creando más de lo mismo,
hiero donde fui herida. Y en ese ciclo vicioso e inconsciente nos
perdemos de sanar. Por ejemplo, yo por mucho tiempo subestimé
a los hombres en general, intentaba colocarme por encima para
demostrar que podía ser mejor, pero, en realidad, la que sentía que
no podía era yo. Guardaba una herida de inferioridad, de impoten-
cia y desigualdad. Y eso es lo que replicaba cada vez que no veía mi
herida y salía a atacar. Proyectaba mi dolor en otras personas.
Al final, reforzaba mi propia creencia, mi propia herida. Por
eso es tan importante hacernos cargo de nuestros vacíos emocio-
nales, de todo eso que cargamos hace mucho tiempo y que ya es
hora de actualizar. Los conflictos externos responden a confusio-
nes internas. Mantenernos heridas es una forma de agredirnos, y
esa agresión la vemos en el exterior de diferentes maneras y colores.
Podés empezar por observar hacia dónde van tus juicios, cómo
buscás hacer sentir al otro o la otra, y en lugar de juzgarte, amigarte
con aquella parte que todavía no se reconoce a sí misma. No pode-
mos trascender lo que no vemos, ni integrar lo que desconocemos.
Por eso, hoy, solo mirar y aceptar. Tenemos toda la vida para
sanar.
Experiencia personal:
sesión de Rebirthing Breathwork
Una de las sesiones más fuertes de mi vida me la hice a mí misma. Estaba
sintiendo muchas cosas: inestabilidades, confusiones, pensamientos com-
pulsivos, y la respiración siempre fue mi gran ancla para volver al cuerpo.
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La mente es muy traviesa y sabe cómo defenderse para no entrar a luga-
res que no le convienen, en cambio, la respiración es un espejo perfecto
de lo que en verdad está sucediendo a mi alrededor. La respiración fue la
que le trajo tierra a mi espiritualidad, cuerpo a mi espíritu. Con la res-
piración pude habitarme como nunca en mi vida, pude hacer respirables
espacios donde había cortado contundentemente la respiración para no
sentir tanto dolor.
En la sesión, empecé a respirar profundo y, después de un tiempo,
de golpe empecé a sentir muy vívidamente el desamparo de haber sido
ignorada. Entre alaridos y llantos que no me dejaban respirar me quedé
un buen rato, nadie apareció y eso reforzó ese sentimiento (Mario estaba
afuera, pero como habíamos discutido, estaba tomándose su tiempo). Me
quedé sintiendo el dolor de esos que te duelen en el corazón y de golpe,
sin buscarlo, empecé a entender. Mi niña se sintió ignorada y, como pacto
de venganza, usó la misma medicina que la enfermó. Vi cómo ignoraba
a otras personas, no las veía, vi mis reclamos de atención constante bus-
cando una mirada que me apañe. Vi mis pataleos para ser vista. Vi todo
lo que no di, y eso también dolió mucho.
A su vez, otra alerta se activó, vi cómo una parte de mí quería usar
ese llanto exagerado como recurso. Como una forma de manipulación
para que alguien viniera a mi rescate. Sabía que si lo sostenía, a Mario no
le iba a quedar otra que venir. Ahí entendí la relación entre la niña y la
víctima. La víctima es el recurso de la niña para obtener lo que ella quiere.
El peligro es que lo consiga, porque cada vez va a recurrir más a ella.
Cuando recuperé mi respiración y me entregué a la comprensión,
entré en un estado expandido de conciencia, porque toda la energía que
estaba usando para rechazar ese dolor volvió a circular. Vi en mi cabeza
una corona de flores. La corona simboliza la energía femenina, cuando
nos sentimos invisibles, queremos destacarnos a través de un hacer para
que nos miren, y en ese hacer nuestra energía masculina toma el mando.
Hacemos de su talento nuestro recurso y nos agarramos fuerte de él. Y
cuando nos identificamos completamente, dejamos de lado nuestra vulne-
rabilidad y creatividad, entre otras cosas.
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Al llevarle aire a todo eso que estaba atorado en alguna parte del
cuerpo, pude liberarlo y sentir el alivio de encontrar en mí misma mi pro-
pio sostén. Una información que de a poco empezó a reprogramar todo mi
sistema porque mi cuerpo estaba viviendo otra realidad. Los aprendizajes
registrados con el cuerpo quedan para siempre.
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a pasar desapercibida. Por lo tanto, no queda más que sumergirte
en aquel dolor y hacerlo arte para volver a vos. Empapar tu invi-
sibilidad con la única mirada que buscás. La propia. Y desde ahí
recién vas a poder ver a los demás.
El enojo de la niña es inevitable, sale de las entrañas y haría lo
que fuera por que el otro o la otra se sintiera de la misma manera,
busca vengarse por la herida que siente. A todos nos pasa y no esta-
mos acá para juzgar. Reconocerlo es el primer paso, la compren-
sión viene en segundo lugar, y el orden para terminar.
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Y después de ver y comprender, nos ordenamos. Declaramos
que las adultas vinieron para quedarse, que la autoridad energética
vuelve a donde corresponde y que está naciendo una nueva mujer.
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La guerrera es una creadora consciente
Hola.
Estás en un momento en el que necesitás hacerte cargo de lo que tenés
para dar y de lo que venís construyendo. Sé que hay una voz que te dice
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que no te lo merecés, que no sos quién para recibir tanto, pero esas son
puras defensas. Defensas para no tomar lo que se está dando, para no
compartirte desde lo más profundo de tu esencia. Sé que te da miedo por-
que se te está pidiendo que des un paso más, que asumas tu poder y tu
grandeza, que dejes de cuestionarla, que te animes a recibir, que le des la
bienvenida a todo ese amor que está fluyendo por vos.
Que no es más que el amor que sos, y tiene que ver con lo que viniste
a hacer. Vas a tener que saltar la barrera de tus propias resistencias con
mucha compasión. Ya no tenés que demostrar nada, solo te pido que abra-
ces lo que sos. Que recibas. Que te animes a ser canal. Para eso viniste,
para eso estás acá.
Es hora de darte permiso. Dejar de esconderte en tus propias justi-
ficaciones y empezar a escribir una nueva historia en la que no importa
cómo llegaste pero sí adónde vas. Aferrarte a tu pequeñez hace que no te
animes a encarnar tus propias creaciones, dale la bienvenida a tu gran-
deza celebrándola.
Celebrándote a vos misma.
Con amor,
Tu alma
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Capítulo 4
Desprogramando la culpa
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que quiere pagar y alguien que demanda que le paguen. La culpa y
el hacer sentir culpable danzando a la par. En esta dinámica ambas
partes son víctimas. Quien busca hacer sentir culpable se coloca
por encima para hacerte sentir que le tenés que pagar, que tenés
que hacer lo que ella quiera porque tiene un saldo a favor y juega
con el hecho de que la necesites para sentirse mejor, y la otra parte,
la que siente culpa, no puede hacerse cargo de su bienestar porque
siente que no lo merece, que tiene que pagar. Como la otra parte no
tiene lo que ella sí, no se permite disfrutar.
Esto sucede a un nivel muy sutil y casi imperceptible. Voy a
contarte un ejemplo personal para que veamos cómo opera este
mecanismo.
Experiencia personal:
el baile de la culpa
Mi hermana nació cuando yo era muy chiquita. Yo tenía casi un año
cuando mamá quedó embarazada, y en el mismo momento en que eso suce-
día, mi abuelo, el papá de mamá, dejaba esta tierra después de un infarto
en el corazón, una muerte repentina que para mamá fue devastadora. Su
papá era la luz de sus ojos, es hasta el día de hoy que habla de él y lagrimea.
Mamá, pariendo la vida y llorando la muerte. Embarazada y en
duelo. Como siempre, la muerte y la vida bailando al mismo compás,
siendo compañeras eternas y aliadas excepcionales. Mi mamá se apoyó
mucho en mi hermana para sobrellevar el duelo de su papá, mi hermana
fue la alegría y el pulso de vida que necesitaba para mantener la espe-
ranza y seguir adelante a pesar de todo.
Cuando mi hermana nació, enseguida esta complicidad se hizo notar,
tenían una conexión profunda y una intimidad que era innegable. Había
algo entre las dos que era casi un pacto.
Para mí, la Sofi de un año y pico, si bien amaba a mi hermana con
todo mi corazón, esta situación fue bastante angustiante. Siempre me
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contaron cómo yo, a esa edad, antes del nacimiento de mi hermana, me
llevaba el mundo por delante con una seguridad arrasadora, y después de
que Paz nació, me metí para adentro, nadie sabía qué me pasaba, ¿por qué
me había apichonado tanto? Nadie sabía qué era lo que estaba pasando en
mi mundo interno y yo todavía no tenía palabras para hacerme entender.
Lo no dicho siempre encuentra sus formas de manifestarse y usa las diná-
micas invisibles para expresarse.
En general, con nuestros hermanos o hermanas se da una dinámica
muy particular, ellos o ellas son nuestra primera relación de paridad y hay
mucho material de estudio en esa relación. Con ellos o ellas competimos por
el amor de mamá y papá, y a raíz de lo que vemos y vivimos, vamos encon-
trando formas de recibir atención, cada una encontrando la suya particular.
Yo, al ver esta imagen de mi mamá y mi hermana, sentí que me
quedé afuera. Muy inconscientemente sentí que dejé de formar parte de
algo. Dejé de pertenecer. Únicamente de adulta y con mucha ayuda pude
notar que había un dolor al cual no le podía poner palabras, y también
pude entender por qué la cuestión de la pertenencia siempre había sido
un tema para mí. En ese momento, una coraza empezó a formarse en mi
corazón, de a poquito y de forma muy sutil. La coraza como defensa ante
una herida que estaba sufriendo en soledad. Una respuesta de adaptación
para lidiar con el sufrimiento que, en ese momento, era insostenible.
En general, el tema de la culpa siempre se encuentra muy presente
en estas dinámicas familiares: cuando un integrante de la familia recibe
menos atención, puede acumular enojo, tristeza, ira, etcétera. Y el que
recibe más atención tiende a sentir culpa por haberse quedado con la
atención de mamá o papá. Esto no tiene nada que ver con haber sido
amada o no amada, el amor no está en juego, simplemente son dinámicas
disfuncionales que está bueno desactivar.
Mi hermana siempre sintió mucha culpa en relación conmigo, todo
esto a nivel muy inconsciente, culpa por haber llegado a este mundo y ser
el sostén de mamá, culpa por cómo me sentí yo, culpa por la dinámica que
formamos entre las tres. Yo, también de forma muy inconsciente, percibía
esta culpa que ella sentía, y no fue hasta convertirme en adulta que me
99
di cuenta de cómo usé esa culpa para conseguir lo que quería. Era mi
recurso para que me hicieran algunos favores o para lograr determinadas
cosas. Hacer sentir culpable a mamá y a mi hermana era una carta con
la que jugaba. De vuelta, no era algo explícito porque desconocía la raíz
de esta dinámica, pero cuando pude verlo, cuando pude sentirlo, fue de lo
más liberador. Me costó reconocerlo porque no es una dinámica de la cual
me enorgullezca, pero cuando pudimos hablarlo, nombrarlo, pude pedir
perdón, pude exponerme y traer a la luz estos laberintos, y fue de lo más
aliviador porque, a partir de allí, hubo algo que se transformó. Las tres
nos agarramos de las manos y nos emocionamos de haber hecho visible lo
invisible, de ponerle palabras a lo no dicho, de traer comprensión a este
bollo de desórdenes relacionales.
Muchas veces estamos en el papel de la víctima sin darnos cuenta, no
es tan obvio verlo, y por eso tenemos que estar tan atentas. A la vez, nadie
puede hacer sentir culpable sin sentir culpa, por eso este capítulo es para
liberarnos de ella, primero reconociéndola e iluminándola, para luego
elegir desde dónde nos queremos mover en la vida.
Esta experiencia fue tremendamente poderosa para mí, para mamá
y para mi hermana, que son las mujeres que más amo en este mundo. Un
amor que puedo expresar de manera más genuina y armónica después
de trascender las dinámicas disfuncionales que alimentaban dolor, culpa
y rencor. En nuestra familia se encuentra la arcilla para crear, tenemos
el material de nuestra escuela espiritual; cuanto más nos animamos a
ordenar, más podemos amar.
100
tenida en cuenta”. No tiene que ver con vos, no hay nada que pudie-
ras hacer que impidiera que estos tormentosos relatos me tomaran y
me convencieran de que lo que me contaban era real. Son como per-
sonajes siniestros que saben bien qué decirme y cómo cautivarme.
Hay veces que puedo escapar de sus garras, las esquivo como
una gacela y salgo triunfante del otro lado. Con la sonrisa como vic-
toria. Pero hay otras veces en las que sus palabras pisan más fuerte,
hay momentos en los que me distraigo y ellos saben muy bien cómo
colarse entre mis ropas. Uf, cuando eso pasa ya no hay vuelta atrás.
Y en esos momentos, no hay quien pueda salvarme. Ni yo
misma. Ni vos ni tus intenciones.
Ya no soy yo, me convierto en ese espacio oscuro que no quiere
amor, solo venganza.
Por favor, no te sientas mal. No sos vos. Pero cómo te explico.
Cómo te explico qué es la batalla de mi vida, cómo te explico
que cuando me toman no me sueltan. Cómo te explico que me la
agarro con vos porque no sé qué más hacer.
Pero la realidad es que no me gusta que cargues con lo que me
pasa, no me gusta que siempre seas el blanco de mis desquites. No me
gusta verte ir con lágrimas en los ojos por no saber cómo ayudarme.
No me gusta que te lleves la peor parte.
No me gusta, y aun así, no puedo evitarlo.
Ojalá cada vez sean menos los momentos, ojalá yo sea cada vez
más fuerte. Ojalá aprenda, ojalá crezca. Ojalá esos personajes se
hagan cada vez más chiquitos.
Por favor, no te sientas mal. Si te muestro toda mi oscuridad es
porque sé en lo más profundo de mi corazón que me vas a querer igual.
Y ese amor incondicional es lo que me ayuda a atravesar cual-
quier tsunami emocional.
Por eso es que me ayudás sin saberlo, solo queriéndome, solo
aceptándome.
Algo que seguro aprenderé cuando alguien me diga mamá por
primera vez.
101
Ejercicio
102
mi interior. En ese momento puede pasar que deje de creer que
todo me lo hicieron a mí y pase a sentirme culpable por lo que hice
o dejé de hacer. Confundo el arrepentimiento con tener que pagar,
con estar en deuda otra vez, con enmendar el dolor que provocó
quedarme en víctima por tanto tiempo. Porque cuando entramos
en estado de culpa nos sentimos en falta. Eso se traduce en culpa
al placer, a la felicidad, realmente sentimos que no la merecemos y
nos privamos del derecho que tenemos simplemente a estar vivos.
La víctima no se relaciona con la vida porque no vive en el pre-
sente, sino pegada a aquel dolor que está tratando de evitar.
Por eso reconocerla es un gran paso para desenredar los nudos
energéticos que nos mantienen atrapadas sin posibilidad de goce y
disfrute. Es la puerta a ver más allá de lo que vemos y sentimos. Una
invitación a dejar de creer nuestros cuentos, porque, de fondo, sabe-
mos que está la víctima, que pasó de ser la inocente herida a la mayor
de las culpables, y ninguna imagen es real. La polarización es el len-
guaje de la víctima, se desprende del mismo material no integrado.
Existe en nosotros una culpa inconsciente que tiene que ver
con sostener internamente el deseo de la niña de herir, todos lo
tenemos en algún lugar profundo y escondido. Pero como nuestra
moral no nos permite ponerle palabras ni traerlo a la conciencia,
sentimos culpa por albergar un deseo irracional. Nos sentimos tan
oscuras por gestarlo que no nos permitimos iluminarlo. Y cuando
juzgamos que algo no debería estar ahí, aparece la culpa. Me
siento tan culpable por mi propia oscuridad que ni siquiera puedo
pronunciarla.
103
culpa. Incluso de la culpa por el placer. Porque al
mismo tiempo que sientes culpa de tus errores, de tus
imperfecciones, también sientes culpa del placer.
Del placer de sentirte merecedor. Cuando te liberas de
esa culpa, puedes tener relaciones felices, relaciones
saludables, positivas, bendecidas.”
Sri Prem Baba
104
inconscientemente, no creemos que debería irnos bien. A su vez,
dentro de nosotras existen pensamientos y emociones asociadas a
la competencia y la venganza. Por más que nos cueste reconocer-
las, ahí están y nos acechan con su presencia. Hay un deseo oculto
de que al otro o la otra le vaya mal o, por lo menos, no mejor que
a mí. Esto tiene que ver con el paradigma de escasez del cual veni-
mos, en el que el hecho de que al otro o la otra le vaya bien signi-
fica que yo voy a tener menos posibilidades. Nadie se salva de la
oscuridad que nos habita. El hecho de negarla hace que no poda-
mos traerla a la conciencia para trascenderla; y lo que creemos a
nivel inconsciente lo vemos explícitamente en nuestra realidad.
Nunca vamos a atraer el éxito si inconscientemente creemos que
no lo merecemos.
Esos pensamientos y deseos están en nosotras, y a menos que
nos animemos a darles permiso de estar sin identificarnos ni sen-
tir que tenemos que llevarlos a la acción, nos vamos a juzgar por
ellos. Pero como ni siquiera nos permitimos hacerlos conscientes,
nunca vamos a creer verdaderamente que nos merecemos cosas
buenas. Todas, en algún recóndito lugar de nuestro inconsciente,
tenemos la creencia de que somos malas, incoherentes, oscuras,
porque albergamos mucho odio inconsciente junto con todos los
pensamientos y las creencias que derivan de él. Mucho de todo
esto no tiene que ver con nosotras, sino con la historia de guerras
y traiciones que nos antecede. Emociones inconclusas que hereda-
mos sin cuestionar.
Entonces, no es que nos dé culpa el éxito, lo que nos da culpa
es todo aquello que no podemos reconocer y nos avergüenza mirar
de frente.
105
Experiencia personal: falsa culpa por el éxito
106
limpieza en una sesión de mantras. Cantaba, lloraba y entregaba. Le canté
mucho a Kali, la diosa hindú que para mí representa fortaleza y amor
incondicional, y sentí su voz muy clara: “Para desprenderte e integrar tu
sombra tenés que sentirla”. Lloré mucho, y a la vez sentí mucha paz.
Liberé mucho odio colectivo y a la vez me perdoné por no haber sabido
qué hacer con tanto dolor.
Mamá y papá
107
muy pocas personas se animan a dar. Podemos recuperar el deseo
que fue aplastado por las voces del deber y animarnos a crear un
mundo donde superar a nuestros padres no es solo una posibi-
lidad, sino que es necesario para avanzar en nuestra evolución.
Vinimos a dar ese paso. La culpa es solo la superficie, es la primera
capa para conectar con lo vivo en nosotras. Es una etapa crucial
en la que se afirma nuestro compromiso con la vida y con nuestra
encarnación.
En mi rol de acompañante de procesos vi de todo. Personas
que estaban a nivel personal y laboral al filo de la superación y
me contaban cómo sentían esa fuerza que las tiraba para atrás:
mucho sentimiento de culpa, un gran miedo a dejar de pertenecer
y una sensación de que estaban haciendo “algo mal”. Todo esto lo
cuento porque también lo viví. Hay un momento en el que hay que
tomar una decisión, la de tomar lo que nuestros padres nos die-
ron y seguir nuestro camino con convicción sabiendo que estamos
haciendo historia y que a eso vinimos: a crecer y despejar caminos.
Todo lo que aprendimos cultiva nuestra resiliencia y activa nuestra
fuerza creadora.
También, a lo largo de mi profesión, vi muchos casos de cerca
en los que esta fuerza y lealtad inconsciente se sentía demasiado
pesada y el compromiso con la autodestrucción era muy fuerte:
adicciones, enfermedades repetidas, abandonos de propósitos,
etcétera. La diferencia de quienes se animan a dar el paso no tiene
que ver con que son seres especiales o seres que pueden más que los
demás; lo que marca la diferencia es el compromiso con tu camino
y la capacidad que tenés de retirarle la atención a todo aquello que
no se encuentre comprometido con la vida. El guerrero no es el
más fuerte, sino quien es capaz de comprometerse con todo su
corazón con el camino del amor.
108
Conectar con tu deseo te conecta con el placer
109
culpa superficial. A veces nos quedamos toda una vida trabajando
la culpa y el merecimiento cuando hay tanto más. Tenemos que
perder el miedo de ir un poco más profundo porque en la intimi-
dad está la medicina para nuestra sanación, la liberación está en
perderle el miedo al diálogo interno. Hay que darle la bienvenida a
cada pregunta, duda o deseo, para dejar de escondernos de nuestras
propias profundidades, y dejar de reprimir la vida que hay detrás
de nuestras fuerzas ocultas. Dialogar, vincularme y conocerme a
través de mi intensidad y mis procesos de autoconocimiento puede
ser muy gozoso también. Solo tengo que animarme a integrar una
nueva información.
110
buena amiga, hermana, socia, novia, todo junto. Era una culpa muy pro-
funda y me costó atravesarla. Estaba tocando algo que estaba alojado en
mi cuerpo hace mucho tiempo. Y como ya la vida me demostró más de
una vez, la única forma de sanar es a través, no hay escapatoria más que
atravesar el túnel de lo no sentido.
A medida que iba respirando, habitando y llevándole aire a todo eso
que iba apareciendo, paralelamente, un disfrute iba emergiendo. Todo mi
cuerpo me decía: “El contrapeso de la culpa es el disfrute”. La creencia de lo
que deberías ser y hacer no te permite disfrutar lo que sos y todo lo que estás
haciendo. No te quedes alimentando la culpa, volvé y disfrutate como nunca.
Realmente no puedo explicar con palabras lo liberador que fue eso. Quie-
nes se encuentran en la respiración como camino saben cómo esta te conecta
con tu energía vital y todo el cuerpo vibra cuando ya no le tenés miedo a tu
propia energía. Porque ya no hay resistencias a lo que conocés, realmente te
hacés consciente de tu poder, y volvés a sentir la unión trascendental con la
vida que con tanto contenido interno sin digerir, a veces se dificulta.
Cuando terminé la sesión mi energía era otra, y desde ese lugar pude
pasar a la acción. Desde el disfrute y la conciencia plena de lo que soy.
En ese momento, y sin exagerar, los conflictos desaparecieron porque la
mente conflictiva desapareció, se rindió. Y cuando nos rendimos al dis-
frute y al placer, nuestro Ser emerge. Cuando llevamos aire y conciencia
a esos lugares, nos habitamos cada vez un poco más, dejamos de actuar
por la culpa y nos empieza a mover lo que somos. La respiración es un
portal, el gran puente entre lo inconsciente y lo consciente, entre la mente
y el cuerpo, entre lo sutil y la materia. Es nuestra herramienta de empo-
deramiento más grande y nos corresponde por derecho de nacimiento. Es
la gran alquimista de lo que se escondió muy hondo.
111
sentimos al nacer, creyendo que somos nosotras las responsables
del sufrimiento de nuestra mamá; el hecho de creer que estamos
hiriendo a nuestra madre es la gran raíz de la culpa que sentimos
hoy y de muchas creencias profundas acerca de nuestra persona:
“Mi existencia hiere, lastima”. Nuestra madre, en el momento de
parir, atraviesa un momento muy sensible en el que muchas emo-
ciones intensas aparecen, y entre ellas, despiertan todos los trau-
mas de su propio nacimiento. Vuelve a vivir ese momento, que
para toda persona representa un gran desafío, sobre todo para
generaciones anteriores en las que había muy poca conciencia
acerca de los nacimientos. No había una preparación real, usaban
fórceps y otras técnicas violentas que interrumpen el ritmo natu-
ral del bebé. Por lo general, se separaba a los bebés de su madre,
ponían a los recién nacidos en bandejas frías y usaban luces inten-
sas, entre otras cosas. Por eso hay muchas corrientes que indican
que todos nuestros problemas o traumas inician en ese momento,
y luego solo reproducimos lo que fue nuestra primera interacción
con la vida.
Nuestro nacimiento es el primer momento en el que nos damos
vida a nosotras mismas, y todo lo que pasa en ese momento que-
dará grabado para siempre. Es muy común que el bebé se sienta
responsable de lo que pasó en ese proceso.
En ese momento es cuando en nuestro inconsciente se impri-
men afirmaciones muy fuertes tales como: “Lastimo a las personas
que quiero”, “soy mala”, “no merezco amor”, y tantas otras más. Se
anclan como verdades que dominan nuestro accionar.
Para escondernos y refugiarnos de esta gran culpa, caemos en
la sobrecompensación: papeles de niñas buenas, para que nadie
sospeche de lo que creemos acerca de nosotras mismas. Compen-
samos lo que en verdad sentimos y crecemos con personajes de
buenos samaritanos que son muy pesados de sostener.
112
Intencionalidad negativa y culpa
a tu energía vital / sexual
Mucho tiempo me juzgué por tener pensamientos negativos incons-
cientes hacia otras personas, a veces no me sentía capaz de desear
completamente el bien y me culpaba por eso. Con algunas perso-
nas no me costaba, pero con otras sí. Me acuerdo de estar viendo
un satsang de Sri Prem Baba en el que preguntaba si honestamente
deseabas que el otro o la otra fuera pleno y feliz, y había una parte
de mí que no lo deseaba y sentía culpa por eso. Me sentía mala
persona, rechazaba mucho mi humanidad herida.
Hasta que escuché el concepto de “intencionalidad negativa”,
que me trajo algo de alivio. Me di cuenta de que era algo que no
me pasaba solo a mí, había un término estudiado para definir esa
capa de negatividad que todos llevamos dentro. Vi de forma muy
clara el funcionamiento de esas energías que se sienten separadas,
indignas, que fomentan la competencia y la escasez y que real-
mente están comprometidas con la autodestrucción. Entendí que
el problema no es que estén, sino no ser conscientes de ellas. Todas
llevamos esta llamada “intencionalidad negativa” dentro, y cuanto
antes la hagamos consciente más podremos elegir otra cosa.
Tampoco se trata solo de observarla y aceptarla, también se
trata de retirarle tu compromiso y dejar de darle tu energía vital.
Pero no desde el rechazo, sino fortaleciendo tu voluntad y diri-
giendo tu energía vital a conciencia. También lo asocio al concepto
de Thanatos o pulsión de muerte elaborado por Freud, en referencia
a aquel impulso que busca la desaparición, la separación, la propia
muerte. Al no poder reconocerlo en mí misma, el autoodio, mis
impulsos primitivos o esas partes que solo quieren destruirse, los
proyecto. Me es más fácil no apropiarme de ese impulso y verlo
en otra persona, o en la realidad en sí misma. Es decir, en lugar de
reconocer que esa negatividad reside dentro de mí, la descargo o
proyecto en todo lo que veo.
113
¿Alguna vez te pasó de encontrarte perdiéndote en cuentos
negativos en tu cabeza? ¿Interpretando de forma negativa? ¿Supo-
niendo que el otro o la otra tiene intereses ocultos? ¿O que el otro
o la otra está intentando sacar ventaja a costa de mi persona? A mí
sí. Confieso que a veces me enredaba en cuentos maliciosos que no
me llevaban a ningún lado y nunca entendí por qué. Después de
leer mucho e intentar comprender, me di cuenta de que recurri-
mos a estas fantasías como escape: como no nos permitimos sentir
esta negatividad o estos impulsos de muerte, no podemos darles
descarga natural y no pueden seguir su circulación. Entonces, esa
masa rechazada y retenida encuentra su descarga en la fantasía. Es
a través de la fantasía como encuentro cierto placer de descarga,
porque, a su vez, esta fantasía generalmente nos da la razón y jus-
tifica la negatividad que llevamos dentro, en el exterior. Por eso
los pensamientos fantasiosos se vuelven tan adictivos, aprendi-
mos a encontrar cierto placer en ellos. Freud dice que las fantasías
establecen y proporcionan las formas en que los componentes libi-
dinales reprimidos procuran su satisfacción. El psiquiatra y psi-
coanalista Lacan identifica la asociación de pulsión de muerte con
la idea de goce como una distorsión, asociamos satisfacción ante lo
que generalmente debería causarnos displacer.
Intencionalidad negativa, intencionalidad positiva. Pulsión
de vida (Eros), pulsión de muerte (Thanatos). Dos caras del mismo
baile, una parte es rechazada, la otra deseada. Hasta que no nos
abracemos y nos aceptemos de forma completa, siempre veremos
conflicto y separación. Todo se tornará en una lucha por alcanzar
el bien o llegar al placer reforzando el mal.
Necesitamos salir de esos laberintos que nos dejan siempre en
el mismo lugar. Ampliar la conciencia y empezar a verlos como
un baile que se retroalimenta a sí mismo. Son pulsiones que habi-
tan en nuestra psique y que reflejan nuestra mente dividida. Por
ende, hay que ir más allá de la mente para lograr la integración,
expandirnos y comprometernos con el camino del alma que solo
114
ve totalidad, no juzga sus pulsiones. Reconoce su parte animal sin
rechazarla y tampoco se identifica con ella. Permite que la energía
circule y que no quede retenida en los juicios de la mente. Para
permitir que el agua corra hay que permitirnos nuestras pulsiones
y nuestros impulsos sin creernos el cuento de la separación ni ali-
mentar la culpabilidad.
La intencionalidad negativa habla de toda la humanidad, de
las pulsiones inconscientes que fueron reprimidas por años, de los
rechazos constantes. Es hora de liberarnos de la culpa de sentir.
Y es hora de integrar la humanidad, hora de ir un poco más allá.
No hay forma de desear el bien genuinamente sin reconocer esta
fuerza poderosa que opera inconscientemente en lo más profundo
de nosotras. Porque, al final, habitar a Thanatos nos lleva a Eros,
la fuerza que busca unir y conservar la vida, además de satisfacer la
libido. Eros representa nuestra energía vital, que es nuestra energía
sexual. Por eso tanta culpa en relación con el sexo, buscamos vivir
el Eros sin permitirnos a Thanatos. Eros se guía por el principio del
placer, y Thanatos, por el principio de disolución. Vida, muerte,
vida. Creación, disolución. El ciclo natural que tanto nos cuesta
integrar, una vez más, nos muestra la puerta para sanar.
115
“La transición de la intencionalidad negativa, que es
el lado comprometido con el mal, a la intencionalidad
positiva, que es el lado comprometido con la luz,
representa un punto de inflexión en el viaje del
alma. Un cambio radical, que es cuando el alma elige
comprometerse con lo que construye, con la bondad,
con la paz, y ya no da ningún alimento a la negatividad.
Se trata de un florecimiento resultante de una
evolución del sistema psicofísico y espiritual. Llega un
momento en que maduras.”
Sri Prem Baba
Historia de mujeres.
Laura: “Todas mis relaciones me terminan odiando”
Esta fue la frase que usó para contarme el desenlace de todos sus
vínculos de pareja, y que no era diferente del que estaba experimen-
tando hoy. Laura no entendía qué parte de ella creaba esa situación en
la que no podía cerrar los ciclos de sus relaciones de manera armoniosa
y natural. Siempre había drama, ira y agresión. Durante la primera
sesión pudimos ver cómo había mucho miedo a su oscuridad, a su pro-
fundidad, a su humanidad. Había emociones con las que ella no se que-
ría encontrar, con las cuales se negaba a relacionarse. Una de ellas era
el profundo odio contra sí misma, su familia, el juicio, el no perdón.
Toda su humanidad no estaba pudiendo circular. Ella había
dejado de lado aquella parte que no le gustaba de sí misma,
había decidido no lidiar con aquello que le incomodaba. Y como
su humanidad y oscuridad no eran reconocidas, se proyectaban.
Ella creaba situaciones, a través de sus relaciones, en las que
recibía ese odio y ese autocastigo. Verlo fue extremadamente libe-
rador, pudo permitirse que esas energías ancestrales circularan y
116
quitarles un poco de peso a sus relaciones y al mundo en general.
Cuando nos hacemos cargo de lo que nos pertenece, no necesita-
mos que el afuera refleje lo que no estamos pudiendo ver.
Ella atraía personas que también sentían odio contra sí mismas
pero que en lugar de guardarlo o negarlo, lo proyectaban comple-
tamente. El fuego tiene esas dos variantes como mecanismo de
defensa para no sentirse a sí mismo: el congelamiento (indiferen-
cia) o quemar todo lo que se encuentre a su alrededor. Esos son
indicios de una relación no saludable con nuestro propio fuego.
La emoción es la misma, los recursos son diferentes. Son los
dos extremos de la negación y el rechazo. Dos formas de no inte-
grarlo: rechazarlo o proyectarlo por completo. En ninguna de estas
opciones sanamos.
117
La primera pregunta que su profesora le hizo fue: “¿Registrás algún senti-
miento o pensamiento de culpa últimamente?”.
Mi tía se quedó helada, porque el día anterior había sentido culpa por
que las cosas estuvieran tan bien con sus hijas y nietos. Sintió culpa por su
propia felicidad y automáticamente se creó una realidad para saldar
su deuda.
118
Para acceder al estado de inocencia, necesitamos sanar nues-
tra percepción. Volver a la conciencia única, el único lugar donde
es posible perdonar, donde no hay juicios, ahí donde percibimos
con una mente libre. Solo una mente libre puede crear, si no, solo
percibe, recuerda y repite. La mente recupera la inocencia cuando
trasciende la conciencia de separación, cuando ve más allá de sus
juicios, de sus relatos, cuando comprende que está eligiendo esa
situación para experimentar el perdón e integrar aquello que viene
siendo excluido por eternidades.
Estamos acá para desanudar la polaridad y entrar en la unidad.
Hijo querido,
no te partas más el corazón.
Siempre que te juzgas a ti mismo, te partes el corazón.
Dejas de alimentarte del amor, que es el manantial de tu vitalidad.
Ha llegado la hora, tu hora
de vivir, de celebrar y de ver la bondad que eres tú.
Que nadie, que nada, que ninguna idea ni ideal te detenga.
Si viene alguno, aunque sea en nombre
de la “verdad”, perdónale su ignorancia
no luches
suéltate.
Y dirige tu aliento a la bondad que eres tú.
Bapuji
119
un sentimiento de competencia, envidia o rivalidad. Pero la reali-
dad es que, en lo más profundo, no estás queriendo conectar con
el no poder, con la impotencia de sentir que nunca llegás. Con la
frustración de sentir que hay algo mal en vos. La competencia fun-
ciona como una alfombra que tapa el verdadero dolor. Ese sufri-
miento desgarrador de sentir que lo que sos no alcanza. Y cuando
vamos un poco más allá vemos cómo ese dolor y sentimiento de
impotencia están relacionados con una profunda desconexión.
Desconexión con tu energía vital, desconexión con el espíritu. La
impotencia te lleva a asumir que sola no podés y a volver a sentirte
parte del todo.
En el Manuscrito de María Magdalena, cuentan que por lo gene-
ral Jesús se balanceaba entre dos estados: “Soy uno con el todo”, y,
“sin el Espíritu no soy nada”. Esto refleja a la perfección la concien-
cia de unión y la conciencia de separación. La conciencia inspi-
rada por el espíritu vive una realidad de infinitas posibilidades, en
cambio la conciencia de separación, al perder el sentido, solo crea
competencia, impotencia y escasez.
Si nos alineamos con la conciencia única, la impotencia se
vuelve una iniciación para la reconexión y vuelta al origen. No
podemos crear si estamos descontados de la fuente y de nuestra
propia energía vital. Para dejar de mirar para afuera tenemos que
mirar profundo dentro de nosotros, y para eso hay que estar dis-
puestos a ver lo que tanto queremos esconder. Porque, al final,
estamos eligiendo esta situación para sanar nuestro estado de sepa-
ración. Detrás de todo esto, siempre está el amor.
Ruta de pensamientos
Los pensamientos son energías decodificadas por la mente. Muy
escondidos en nuestro cerebro podemos encontrar pequeños hue-
cos entre las células nerviosas. Estos espacios entre neuronas se
120
llaman sinapsis. La distancia entre estos espacios es ínfima, tan chi-
quita que no llegan a tener la densidad suficiente como para tener
su propio campo gravitacional, por ende, se rigen bajo los princi-
pios sutiles. Un impulso nervioso tiene que viajar a lo largo de una
neurona y saltar a través de la brecha sináptica si quiere llegar a la
siguiente neurona. Lo que salta de una molécula a otra son los neu-
rotransmisores. Estos son las sustancias que transmiten mensajes
de una neurona a otra. Son los mensajeros de la información.
En determinado momento podemos encontrar miles de neu-
rotransmisores saltando de molécula a molécula, y cada salto es un
evento cuántico. Algunos lo logran y otros no. Aquellos que dan el
salto crean una respuesta dentro de la siguiente célula nerviosa, y si
este evento ocurre en el neocórtex (la parte pensante del cerebro),
experimentamos el pensamiento.
Los eventos neuronales responsables del pensamiento ocurren
en el campo cuántico. Por ende, podemos influir a través de nues-
tra intención, atención y voluntad personal.
Muchos de los mensajeros neurológicos están cargados de
información vieja que tienen que ver con culpa, impotencia y dolor.
La información de dolor se traslada al campo físico y al campo
emocional. Al perder de foco la atención y la dirección, seguimos
repitiendo lo mismo, trayéndolo a la realidad.
Hay ejercicios y experimentos que comprueban que en casos en
los que estamos sintiendo dolor físico o emocional (porque nuestro
cerebro nos está mandando la información de dolor) podemos salir
de ahí eligiendo conscientemente nutrir otras redes. Usar anclas
para empezar a alimentar otro tipo de información. Puede ser
mediante la visualización concreta de situaciones en las que hayas
sentido mucha paz, bienestar o armonía. No solo recordando, sino
reviviéndolas al entrar en detalles, al traer a la memoria olores,
sensaciones. Cuanto más detalle, mejor: ¿cómo era el lugar?, ¿cómo
estabas?, ¿qué sentías? Es impresionante cómo a través de este sim-
ple ejercicio podemos cambiar la información que experimentamos
121
en nuestro día a día. Cuando revivimos experiencias, estamos
uniendo nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestro corazón. Y al
volver a unirlos, no hay informaciones contradictorias ni desorde-
nadas, todo se remite a este momento. Lo que siento se une con lo
que pienso y con lo que estoy experimentando.
La conciencia no está en neutralizar el dolor, sino en autogene-
rarnos la paz. De esta forma, logramos la ralentización de nuestras
ondas cerebrales y de todo nuestro sistema nervioso y entramos en
estados de plena conciencia en los que la información que recibi-
mos es de muy alta vibración.
Te invito a que pruebes y construyas tus propias anclas para
transformar tu realidad y empezar a alimentar otras vías. Lleva-
mos años dejándonos llevar por la misma información, trayendo
culpas viejas, insuficiencias antiguas y competencias que no exis-
ten. Es hora de nutrir la inocencia, la potencia y la totalidad a través
de pensamientos y experiencias concretas que puedan traer alivio
cada vez que lo necesitemos, contando con herramientas que nos
ayudarán a hacernos cargo de nuestro poder y limpiar todo aquello
que nos separa de él.
122
Capítulo 5
Las relaciones del nuevo mundo
A. Develando la proyección
123
a desilusionarnos y ahí nos quedamos, en un círculo sin salida en
el que pretendemos y esperamos, pero nunca llegamos.
Desromantizar las relaciones es hacerlas reales, es saber que en
cada relación, a su vez, nos relacionamos con aspectos de nosotros,
y esto no siempre va a ser fácil, porque el propósito de las relacio-
nes es hacernos crecer. Y crecer a veces duele, asusta, trae dudas e
incomodidades. Expone lo que ya estaba dentro de nosotros para
que nos animemos a limpiarlo y a reciclarlo.
Desromantizar y desdramatizar son el primer paso para sanar y
para acercarnos a lo real. Las relaciones van a necesitar de nuestra
madurez y nuestra disposición a vernos, a mostrarnos, a recibir, a
aceptar. Las relaciones son un salto a nuestro próximo nivel de con-
ciencia. Ahí donde dejamos de buscar y empezamos a ser. Empeza-
mos a entender. Empezamos a elegir. Y elegimos crecer de una vez.
124
verá afectada también. Somos una relación en constante movi-
miento. Nuestro equilibrio depende de esas relaciones y, a medida
que vamos llevando luz a nuestra manera de vincularnos, vamos
ganando en entendimiento sobre nosotras mismas. Prestá atención
a con qué aspecto de tu vida te está costando vincularte. Esa es una
parte de vos que te está pidiendo claridad. Te está pidiendo que te
animes a ahondar en lo que te bloquea para volver a fluir. Todo lo
que permanece inmóvil se congela, y vos sos pura agua. Quizás es
hora de exponerte a ese baile que estás evitando. Quizás es hora de
elegir desde dónde te querés relacionar. Tu relación con tu propia
evolución depende de las ganas de relacionarte con los aspectos
que luchás por que permanezcan sin conflicto. Porque al final, el
conflicto solo te muestra dónde hay tensión, y donde hay tensión,
hay energía estancada, hay confusión, hay miedo, y ahí es hacia
donde vamos.
Vamos a reciclar para empezar a crear.
125
Mi mensaje fue: “Pido humildad y comprensión para ver la
sabiduría detrás de esta situación”.
Primero vas a tener que sentirlo todo.
Hasta los huesos. Permitir que lo congelado se descongele, por-
que esta situación pone de manifiesto lo que se negó y es hora de
permitir que el agua vuelva a fluir.
De nada sirve querer alcanzar una sabiduría que viene del sen-
tir y no del entender. Para una mayor comprensión hay que abrir
el corazón.
Sentir sin apegarte. Sentir sin buscar sanar. Sentir sin querer
escapar.
Date el permiso de enojarte, odiar, frustrarte. Todo vale. Estás
limpiando tu canal.
La humildad aparece cuando te sentís parte de lo que pasa, cuando
ves tu autorresponsabilidad. Cuando dejás de culpar y te mirás.
Te observás con paciencia, con visión periférica y reconocés
cada parte de vos que atrajo lo que estás viviendo hoy.
Podés ver cómo las personas involucradas son parte de vos,
cómo tus emociones rechazadas te cuentan historias y te das
cuenta de que con las excusas de tu mente no llegás a ningún lado.
La sabiduría es del corazón.
Y cuando todo haya drenado, cuando lo rechazado se haya ilu-
minado y el corazón haya absorbido tus partes que querían tener
razón, podrás ver que lo que pasó fue un paso clave en tu evolución.
Ahora, paciencia, humildad, y abrite a los milagros de un cora-
zón que está dispuesto a sanar.
Esa es la sabiduría que buscás.
Con amor,
tu alma
126
Decisiones saludables
127
Cuando asumimos este compromiso, cuando nombramos y
concientizamos nuestra intención, también damos lugar a que las
razones inconscientes que nos regían, aparezcan. Por ejemplo,
puedo estar buscando inconscientemente a alguien para confir-
marme a mí misma que los hombres son poco confiables o que las
mujeres son manipuladoras, porque eso es lo que aprendí; en lugar
de abrirme a crear una nueva realidad en la que en mi relación
puede haber mucha conciencia, amor y responsabilidad. Iluminar
las razones inconscientes nos permite retirar la fuerza que le está-
bamos cediendo sin darnos cuenta y dirigirla hacia nuestra inten-
ción consciente.
128
Algunos aspectos son ancestrales y vienen de otras vidas, por eso
no siempre son fáciles de detectar, guardamos cualquier cantidad
de información. Información que confirmamos sin cuestionar y
replicamos sin parar.
Vamos a clarificar un poco este punto de por qué creemos que
son las relaciones las que nos hacen sentir de determinada manera.
Por ejemplo, hay relaciones que aparentemente nos hacen sentir en
falta constantemente, que alimentan esta sensación de nunca lle-
gar, relaciones en las que siempre hay un reclamo y un sentimiento
de que nunca es suficiente. Pero lo que en realidad sucede es que
esa sensación ya está activa en el plano sutil, es decir, hay una parte
de mí que se siente en falta. Esa relación es cómo yo materializo
aquella información, creándome escenarios para sentirme de esa
forma. La realidad es que yo me siento en falta o en deuda antes
de salir a relacionarme, y por eso atraigo personas para cocrear
ese escenario perfecto donde mis informaciones son expuestas e
iluminadas.
También hay relaciones que refuerzan a nuestra víctima o
somos nosotras las que alimentamos la del otro u otra. Estas crea-
ciones tienen que ver con materializaciones profundas acerca de
sentimientos de no poder, sentimientos de impotencia que no
queremos sentir y rechazamos inconscientemente. Por ende, eso
es lo que el otro o la otra nos va a mostrar. Necesitamos esa rela-
ción como espejo para ver aquello con lo que no estamos pudiendo
relacionarnos.
También experimentamos, del mismo modo, relaciones salva-
doras, o relaciones que vienen a ayudarnos con temas no resueltos
con nuestros padres. Realmente relacionarse es una gran forma
de entendernos a nosotras mismas y nos ayuda a vincularnos
con aquella información que nos resulta dolorosa e incómoda de
sostener.
129
Nuestra mente recrea nuestras
heridas primales en nuestras relaciones
Estamos reafirmándonos todo el tiempo. Creamos situaciones simi-
lares con personas que nos tocan los mismos dolores de nuestra
infancia. Estamos haciéndolo de manera inconsciente, y como no
concientizamos, seguimos dando vueltas sobre lo mismo. Esa per-
sona te está moviendo las mismas heridas que alguna otra persona
de tu linaje. Buscamos cambiar el pasado en nuestro presente, que-
remos cambiar a mamá o a papá en nuestra pareja o relación. Así
funcionamos. La comprensión aparece cuando lo vemos, cuando
lo detectamos, cuando reemplazamos la reacción por la introspec-
ción y logramos la aceptación previa a la acción.
Estamos todo el tiempo buscando generar escenarios parecidos
para sanar historias, dolores y heridas. Pero como nadie nos dice
que así funciona nuestra mente, seguimos culpando y peleándonos
con nuestra propia creación. Y así, se pierde el propósito más pro-
fundo de lo que verdaderamente estamos buscando en esa relación.
Porque estamos ahí por una razón. Nos estamos colocando justa-
mente en ese lugar para aprender a ver más allá. Entonces, dejemos
de preguntarnos por qué y hagamos un espacio para ver. Buceemos
un poco más, no nos perdamos en la superficialidad, estamos frente
a una gran oportunidad. Estamos creándonos nuestra propia posi-
bilidad de sanar. Y si duele, quizás es porque es una herida muy
profunda, pero no lo tenés que hacer todo de una vez, confiá en tu
sabiduría que te está mostrando que ya estás lista para trascender.
Historia de mujeres.
Pía: amor condicional e intermitente
Pía decidió empezar un proceso de acompañamiento princi-
palmente por temas con su pareja. Ahondando un poco en sus
130
formas de vincularse en general, le pedí que me contara cómo
era su relación con su papá. Ella me contó que siempre había
recibido un amor muy condicional por parte de él, por momen-
tos de mucha conexión y de golpe mucha desconexión. A mí esta
dinámica me interesó mucho, sobre todo porque ella experimen-
taba con su pareja actual mucha ansiedad, rechazo y abandono.
Aunque no siempre eran justificados en la realidad, eso era lo que
ella sentía.
Fuimos viendo de a poco el amor que ella había recibido por
parte de su padre: por momentos en abundancia y luego la indife-
rencia. Por lo tanto, cuando ella recibía amor, inconscientemente
algo en ella sabía que en algún momento su padre se iba a desconec-
tar. Esto le generaba mucho estrés y ansiedad, su sistema se encon-
traba en alerta constante porque ese amor, en algún momento, iba
a terminar. Y al final no podía disfrutarlo porque siempre estaba
pensando en cuál sería el momento en el que ese caudal de amor se
acabara y la abandonara.
Por ende, ella salía de su cuerpo, no estaba presente, su mente
estaba esperando a que ese momento llegara. El momento de la
retirada del amor, del fin de la seguridad. Ahí aprendió a diso-
ciarse, a no estar presente en su cuerpo, con toda la angustia que
eso le generaba. También fue su defensa para no sentir el profundo
abandono que ella sentía cada vez que esto pasaba. Salía de su
cuerpo para no sentir lo que era demasiado doloroso para afrontar.
Su cuerpo fue albergando mucho rechazo hacia el masculino
porque, inconscientemente, lo culpaba por todo lo que sentía.
Acordémonos de que usamos la culpa para no hacernos cargo de
que el dolor nos pertenece. Hoy, ella veía en su pareja una relación
muy similar. Todo se replicaba: la ansiedad, el abandono, el estar
siempre esperando a que el amor se terminara, la dificultad para
sentir y la imposibilidad de disfrutar. Siempre racionalizando y
yéndose de su cuerpo y del presente por no poder sentir lo que esta
situación le estaba espejando.
131
Fueron impresionantes los cambios que empecé a ver en ella
cuando pudimos ver todo esto y, a su vez, anclarlo en el cuerpo,
permitirse sentir todo. La emoción cruda sin historias, sin justifi-
caciones, sin interpretaciones. Sin racionalizar nada, simplemente
dándose el permiso de sentir. Fue realmente muy liberador y sana-
dor. No solo para ella sino para su relación. Al dejar de ver a su padre
en su pareja, pudo ver al Ser que la acompañaba casi por primera vez.
132
o la falta quiere decir que no estás alineada con la inteligencia del
universo. Les cediste el poder de dirección a tus programas y no
hay presencia que dirija. Estás más enfocada en defenderte que en
expandirte. Es hora de mirar la sabiduría de tus defensas con amor
y empezar a elegir otra cosa.
133
necesita entender y ver, para luego trascender. Necesitamos espa-
cios de autoindagación y silencio para que lo real sea revelado.
Necesitamos poner en pausa el juego de los espejos para vernos en
nuestra propia creación.
Es un momento en el que dejamos de juzgar y empezamos a
usar la información para conocernos y crecer. Si no, estaremos
cediendo nuestro poder a estos comportamientos automáticos,
buscando cambiar nuestro exterior sin responsabilizarnos de la
información que lo está atrayendo.
Te dejo unas preguntas guía que te pueden ayudar a aclararte y
ganar profundidad acerca de tus propios mecanismos para desen-
tramar lo que se esconde detrás de tu realidad actual:
• ¿Cuál es la incomodidad que estoy sintiendo?
• ¿Qué me molesta del trato que estoy recibiendo?
• ¿En qué otros ámbitos me siento así?
• ¿Es la primera vez que me pasa? ¿En qué otros momentos me
sentí así?
• ¿Dónde/cuándo aprendí a sentirme/tratarme así? ¿Quién en
mi historia me trató así? ¿A quién estoy proyectando en el otro
o la otra?
• ¿Qué parte de mí se siente/trata así?
• ¿Para qué me coloco en este lugar? ¿Para qué coloco al otro o la
otra en ese lugar?
• ¿Qué gano con colocarme en este lugar?
134
para dejar de ser víctima de mis propios programas necesito habi-
litarme espacios de silencio y de no reacción, para poder compren-
der qué es lo que se está moviendo dentro de mí.
Lo que despierta es aquella parte herida e inflexible que no está
cómoda con lo que está pasando. Y eso, a su vez, es una pista de
aquello que nos está costando integrar.
Va a ser muy importante poder trascender la mente y no creer-
nos nuestras propias justificaciones, ir más allá de lo que creemos,
de lo que vemos. Sostener en el cuerpo todo el movimiento interno
que está sucediendo. Llevarle presencia. No caer en la trampa de
querer solucionar en el afuera. Recordemos que eso es una trampa
para que nos vayamos del presente y evitemos sentir. La pausa es
una invitación a volver al presente, a silenciar los impulsos y sanar
aquella emoción rechazada que está despertando. Cuando hacemos
una pausa, aparecen opciones que antes no veíamos. La aparición
de opciones es sinónimo de sanación. En general, cuando somos
tomadas por emociones intensas o heridas profundas no podemos
ver más allá, somos tomadas por aquel contenido vivo que actúa,
respira y habla por nosotras. Se activa la herida, la defensa, los
mecanismos adaptativos, todos los circuitos conocidos que saben
perfectamente lo que tienen que hacer porque vienen haciéndolo
hace más tiempo del que podamos recordar. Por eso la pausa es tan
sanadora: salimos de las rutas conocidas, ampliamos la percepción
y podemos ver lo que nos pasa sin ser aquello que nos pasa, y eso
es un montón. Cuando elegimos algo diferente, sanamos un poco.
Consejo: no retirar tu presencia de la situación. Este es un
punto muy importante. Solo hay relación cuando hay resonancia
emocional, es decir, cuando intercambio información con la otra
persona en el presente, información que responde a quién soy hoy
y no a lo que me pasó. Hay relación cuando te veo, te siento, cuando
hay empatía y compasión. Cuando abro mi corazón. Eso solo puede
darse en el momento presente. Porque cuando siento a la otra per-
sona, puedo actualizar la información. Cuando hay resonancia,
135
el sistema nervioso percibe que estás siendo sentida y se relaja, y
cuando nos relajamos, la energía circula, dejamos de retener ener-
gías traumatizadas o estancadas y tenemos la posibilidad de restau-
rar el movimiento original.
Si no nos sentimos vistas o sentidas, nuestro sistema se estresa
y empezamos a reaccionar desde la herida. Nos vamos del pre-
sente porque estamos reaccionando a información del pasado, no
hay resonancia, no hay relación, nos perdemos la oportunidad de
sanación. Cuando hay conexión verdadera, podemos ayudarnos
mutuamente a que las fuerzas que están operando reactivamente
puedan activarse al producir una diferencia. Cuando hago una
pausa, me conecto con el presente y veo. Por ende, tengo la posibi-
lidad de apropiarme de la fuerza que suelo proyectar. Cuando me la
apropio, se activa y despierta, y cuando la reconozco en mí, ya no
necesito personas o eventos externos que vivan aquella fuerza que
no estoy reconociendo.
Ejemplo de apropiación de fuerzas: si yo no tengo activada la
fuerza de la autoridad en mi interior, es decir, si no puedo autogo-
bernarme o ser soberana de mi energía, voy a atraer personas que
me espejen esa fuerza, es decir, que me bajen línea, o que represen-
ten la ley que no puedo activar internamente. Voy a atraer perso-
nas frente a las cuales me voy a sentir muy desordenada o “floja de
papeles”. Traigo este ejemplo porque me pasó. Aprender a activar
la fuerza de la autoridad en mí fue un gran desafío. Hasta que no
nos apropiamos de esta fuerza, la proyectamos, creemos que apa-
rentemente nos viene de afuera a través de personas o situaciones,
pero en realidad es un llamado de aquella fuerza a activarla dentro
de vos para ser la autoridad, pararte en la autoridad y relacionarte
desde ahí. Si no estamos en el presente, es muy difícil que podamos
ver todo ese baile que sucede a nuestro alrededor. El pasaje de lo
reactivo a lo activo sucede a raíz de la pausa y la presencia.
136
Tercer paso: llevar a la acción acuerdos expansivos
Historia de mujeres.
Mercedes: “Me siento, me amo”
Mercedes empezó un proceso de acompañamiento principalmente
por no poder entender qué era lo que estaba pasando. Consciente-
mente, ella tenía muchas ganas de estar en pareja, pero esa realidad
no se estaba dando. Por lo general, atraía personas emocional-
mente no disponibles, que no la elegían, y, a su vez, ella no corres-
pondía a quienes se fijaban en ella. Durante las sesiones apareció
137
un hecho crucial, una imagen que bajó con total claridad. Ella tenía
doce años, estaba enamorada de un chico de su escuela que había
elegido a otra chica. En el medio de la sesión ella pudo ver esa
situación en la que, desde un rincón, los miraba desde lejos y con
mucha tristeza por no haberse sentido elegida. Los vio caminando
por el pasillo yéndose de la mano. La memoria se hizo muy viva,
empezó a recordar y a revivir en detalle ese momento.
A través de una meditación volvimos a esa situación, recono-
cimos esos sentimientos, y yendo un poco más profundo, con la
conciencia de hoy, pudo reconocer un profundo vacío que estaba
esperando ser llenado por otra persona. Mercedes nunca había
validado sus propias emociones, su mundo emocional; para ella, el
hecho de no ser elegida era una realidad que se repetía, como una
película de la que ya sabés el final.
En esa situación, pudimos reconocer un momento en el que
mucha energía había quedado estancada, en el que se anclaron
creencias muy profundas y ella no supo cómo integrar. Con ejerci-
cios de respiración pudimos entrar en el dolor y darle movimiento
para que la energía pudiera volver a circular. Ella pudo validar
todo lo que sintió, reconocer la angustia y, a su vez, sostenerse a
sí misma. En el ejercicio, la Mercedes de hoy, de treinta y tantos,
pudo volver a ese momento y simplemente decirse a sí misma: te
siento y te amo.
A veces lo único que necesitamos es sentirnos recibidas en
nuestro sentir, validar lo que nos pasa, reconocernos. Darnos ese
amor que estábamos esperando recibir y nunca llegó.
Esta práctica se la llevó para repetirla todas las veces que nece-
sitara, cada vez que se activara su niña o alguna herida que quedó
sin procesar por haberla sufrido en soledad. Fue muy potente lo
que sucedió en la sesión, y también los cambios que surgieron a
continuación.
138
A veces no me alejo de vos por cómo sos,
sino por la versión de mí que aparece
cuando estoy con vos
139
Estadios de una relación
Enamoramiento / Luna de miel / Amor romántico
140
que siempre estuvieron ahí pero que me negué a observar. Y así nos
pasamos de relación en relación, primero ilusionándonos y después
confirmándonos nuestras propias heridas. Por ende, la realidad es
que muchas veces nos relacionamos para tener a alguien a quien
culpar. Fuerte pero real, Un curso de milagros trae mucho esta idea
y la comparto.
Esto tiene un fin y se llama autoconocimiento y autorrespon-
sabilidad. Solo cuando estamos dispuestas a aceptar que ese dolor
está dentro de nosotras independientemente de quién nos acom-
pañe, y que nadie nos va a poder dar lo que no podemos darnos a
nosotras mismas, solo cuando nos hacemos responsables de que
nuestro camino es individual y se trata de trascender la dualidad
para poder ver el amor detrás de cada programa inconsciente, solo
así entraremos en el mundo de las relaciones conscientes, donde ya
no se trata de tapar ni culpar, sino de aprender a amar.
Desilusión
Hay algo que tenés que saber y es que tus relaciones están destina-
das a desilusionarte. No luches contra eso. No pelees por mantener
una imagen que está destinada a caer. Esa imagen rígida y conge-
lada que construiste acerca de cómo las personas tienen que ser,
de cómo un compañero o compañera tiene que ser, tienen que ver
con tus heridas de la infancia y con toda la información que traés.
No son reales y tampoco te hacen bien, sirven para justificar tu
dolor, pero no para abrir tu corazón. Es hora de que asumamos que
nuestras relaciones no están para salvarnos, sino para mostrarnos,
para espejarnos, para que veamos todo el circo que pretendemos
sostener, para luego poder elegir otra cosa.
La desilusión tarde o temprano va a llegar porque nadie vino a
satisfacer tus expectativas, nadie vino a cumplir con tu manual de
reglas internas. Venimos a crecer y a evolucionar. A servir, aunque
141
no siempre de la manera en que vos querés. Y detrás de esta desilu-
sión está todo aquello de lo cual te escondías; cuando tu relación ya
no está al servicio de tu ego, aparece lo real. Y ese es el momento
ideal para sanar.
En esta etapa de desilusión tenemos dos opciones: o huir en busca
de una nueva ilusión o sostener la caída de la proyección y entrar en
una nueva intimidad, con vos y con el otro o la otra. Es un momento
para animarte a verte y hacerte cargo de tu propia proyección.
Amor maduro
142
parte donde siempre elegí excluir. Oportunidad de sanar donde
antes solía escapar. Cuando declaro que soy parte ya no me separo,
puedo ver con otra conciencia de unidad, que entiende que no hay
diferencia, solo una sola esencia. Entonces, en lugar de alejarme y
rechazar, empiezo a vincularme con aquello que rechazo. Y cuando
me vinculo, dejo de evitarlo. Y si dejo de evitarlo, puedo integrarlo.
Sentirme parte es un paso esencial para empezar a sanar.
Sentirme parte me exige renunciar a querer ser especial.
Solo así la gota podrá reconocerse como mar.
El amor maduro es cuando logramos relacionarnos desde los
adultos y adultas que somos, tomando responsabilidad y orde-
nando nuestras dinámicas.
El amor maduro aparece cuando le hacemos frente a la realidad
sin buscar que sea diferente, cuando permitimos que las expecta-
tivas se desinflen y aceptamos el desafío de crecer juntos aunque
cada uno tenga su propio camino por recorrer.
143
relaciones. Rechazamos afuera lo que no toleramos por dentro.
Necesitamos romper ese ciclo con aceptación.
Aceptación de los tiempos, de las estaciones, de la energía dis-
ponible y escuchar atentamente no solo lo que necesito yo, sino qué
está necesitando la relación. Y eso puede ir variando de acuerdo
con la estación. Por ende, mi relación siempre será un espejo de
mi vínculo con mi proceso. Un proceso que se acepta, se tra-
baja, se aprende y se integra. Con paciencia, honestidad y mucha
autorresponsabilidad.
144
retirando mi energía por miedo a entrar en un espacio descono-
cido donde el ego no es bienvenido.
Muchas veces nos perdemos en historias que no fueron, o finales
precipitados porque estamos muertas de miedo, y el miedo siempre
fue la guía y la puerta para ir más profundo. Ahí donde los controles
se derriten y me quedo de frente con mi más cruda vulnerabilidad.
Sos completamente libre de elegir, solo deseo que con esa rela-
ción hayas avanzado en tus terrenos inexplorados un poquito más.
Siempre se trató de eso.
145
Yo me daba cuenta de que cuando me enojaba con mi pareja, cuando
me iba del presente, cuando reaccionaba desde la herida y me tomaba la
niña, deshumanizaba por completo a la otra persona. Dejaba de verla, se
me nublaba la vista y lo único que veía era la misma historia de siempre.
Mi mente me contaba las peores cosas, tenía una imagen muy negativa
y que no era real sobre mi pareja. No entendía por qué lo hacía, pero
me pasaba. En esos momentos, completamente tomada por mi niña, me
cuestionaba mi relación, no entendía por qué estaba con alguien de quien
tenía una referencia y una imagen sumamente negativas.
En concreto, creía que Mario era una persona muy egoísta, venta-
jera y orgullosa. Por otra parte, a Mario le pasaba lo mismo, para él yo
era una controladora, maltratadora que lo asfixiaba. Claro que ninguna
imagen era real. Tienen que ver con los niños tomando el poder, son imá-
genes congeladas que, si no somos conscientes, nos toman y nos llevan a
los peores escenarios, porque claramente ninguno de nosotros se hubiese
elegido si esa fuera la verdad. Y no lo es, se trata de una imagen distorsio-
nada que aparece cuando nos relacionamos desde el ego y el niño herido.
La otra persona se vuelve algo parecido a un monstruo y te replanteás
seriamente no volver a verlo nunca más. Esos no son Mario y Sofi, esas
son proyecciones heridas y congeladas internas que se reflejan externa-
mente. No estamos viéndonos realmente, no nos estamos escuchando. Él
es una imagen creada por mí para seguir recreando mi historia, yo soy
la imagen que él sostiene internamente que tiene que ver con su historia
con el femenino. Por ende, muchas veces, ni siquiera nos relacionamos con
otras personas. Son fabricaciones nuestras que nos reflejan lo que no pudi-
mos integrar. Son los villanos de nuestra novela para justificar nuestro
odio, queremos buscar la inocencia que no sentimos en la historia que nos
contamos.
Por eso es tan importante conocer estos funcionamientos, observarlos y
volver a esa presencia que atestigua lo que pasa, salir de la historia, dejar
de prestarle tanta atención a la mente y conectar con la realidad, con el
presente. Llamar al adulto o la adulta para que venga a hacerse cargo de la
situación, desenredar la imagen, volver a ver la esencia de la otra persona
146
sin tanto drama e historia, aceptar su humanidad e ir un poco más allá.
Volver a relacionarnos desde el Ser, desde nuestra esencia. Esto no se puede
forzar, muchas veces llegamos a través de entender y trascender nuestra
humanidad. No te culpes por seguir cayendo en tus propios trucos, es un
entrenamiento para desentramar el propósito más profundo de las relacio-
nes que es convertirse en una autopista hacia tu despertar.
Ejercicio
147
me quebraba en llanto. No podía sostener mi verdad y eso generó
una gran herida en mí, y por eso, por mucho tiempo hui de los
hombres. No me gustaba cómo me hacían sentir. Pasaba de la
potencia a la impotencia en un suspiro. De sentirme todo a sen-
tirme la mismísima nada.
Por lo general, me colocaba por encima o por debajo de las per-
sonas. Cuando estaba centrada, expresándome con claridad, subía
un escalón, en cambio, cuando esta presencia fuerte (representada
por mi padre) avanzaba, me hacía chiquita, dudaba de mí, no que-
ría ocupar espacio. Me colocaba por debajo. A veces hacía cosas
inconscientemente para hacerlo enojar, y cuando veía la peor parte
de él, esa parte que para mi juicio era “agresiva y poco evolucio-
nada” volvía a colocarme por encima y a señalar con el dedo.
Con Mario muchas veces me pasaba lo mismo. Tardé mucho
en abrirme a una relación de par porque no sabía lo que era. Este
juego opera en un nivel muy inconsciente y destruye relaciones,
por eso hay que animarse a mirarse con crudeza y desempolvar
nuestro propio juego. Destejer los hilos del desorden y volver a
empezar una y otra vez, todas las veces que hagan falta. Trayendo
la presencia y moviéndonos con mucha fe. La fe de sentirnos sos-
tenidas en una sabiduría que se mueve en dirección al amor, y así
poder soltar el control y dejarnos mover por ella.
148
busque mil excusas para justificar por qué es mejor estar sola. Puede
llegar a pasar que no valore lo que me das por estar esperando otra
cosa. Quizás por un instante sentirás que soy impenetrable.
Puede que a veces demande que me mires, que me abraces, que
estés ahí. Aunque a veces ni siquiera lo pueda decir. Quizás espere
que adivines y me enojaré si no lo hacés. Quizás a veces esté dema-
siado centrada en mí y me cueste ver que vos también sufrís.
Puede que no sea tan fácil de amar.
Pero te puedo asegurar que con la misma intensidad que
defiendo mis heridas, defenderé las tuyas. Con el mismo talento que
usa mi mente para fantasear, pasaré noches enteras buscando solu-
ciones a tus desafíos. Con la misma fuerza con la que protejo mi
corazón, amaré el tuyo a pesar de todo. Porque aunque parezca
que no lo veo, te veo. Tiemblo de miedo de cederte metros hacia
mi corazón, de mostrarte todo lo que soy porque no sé no involu-
crarme, no sé no amar cada parte de vos. No me sale no bendecir
tu compañía cada vez que te miro en silencio.
Porque sí, quizás no sea tan fácil de amar, pero amarte se me da
increíblemente bien.
Sin esfuerzo, sin buscarlo.
Las mujeres difíciles de amar, cuando se entregan, lo hacen
con todo su corazón. Y por eso es que lleva tiempo descascarar el
caparazón, desmantelar cada reacción hasta llegar a la ternura que
alguna vez se congeló.
Bendecidos quienes son amados por mujeres “difíciles de amar”.
149
Relacionarse es encontrar balance entre seguridad, intimidad
y libertad.
La seguridad nos lleva a la intimidad, y si no hay libertad, se
convierte en apego.
La seguridad en cuanto a crear espacios seguros de expresión.
La intimidad para poder sostenerlos y la libertad para poder amar
sin miedo.
El amor se sostiene en estos tres pilares, los necesita para expre-
sarse.
Y sin intimidad no hay encuentro, solo choques de egos y heri-
das que hacen lo imposible para no sentirse.
En la parte B de este capítulo de relaciones conscientes vamos a
meternos en estos temas, vamos a saltar la pared de la proyección y
a encontrarnos con lo real, con la profundidad, con lo que está más
allá de lo que nuestras heridas nos permiten ver. Vamos a encon-
trarnos y a explorar las relaciones como una potente herramienta
para crecer.
150
B. El despertar a través de las relaciones
151
me relaciono porque hay algo que me conviene, algo que necesito.
No veo al Ser detrás de la etiqueta que habita en mi mente. Mi
mente egocéntrica usa esa relación para su beneficio, me saca del
presente porque no hay interés en la relación en sí, sino en lo que
esta tiene para darme.
De esta forma, las relaciones quedan completamente deshuma-
nizadas. ¿Cuántas veces te perdiste de ver a la persona que estaba
detrás del mostrador cobrando lo que llevabas? No vemos a la per-
sona, vemos su rol. Muchas relaciones se quedan en este campo y nos
perdemos de la profundidad de ellas, de la potencialidad que puede
haber en cada encuentro, de la posibilidad de explorar otras dimen-
siones y de convertir situaciones cotidianas en encuentros sagrados.
El peligro aparece cuando dos personas fuertemente identifica-
das con su posición mental se encuentran. Cuando eso pasa, aflora
un sentimiento de defensa y ataque, y cada vez que defendemos o
atacamos, reforzamos la posición mental. Entonces, al final, esta-
mos siendo dirigidas por nuestra propia mente para reafirmarse a sí
misma. Somos esclavas de nuestra propia rigidez que bloquea nues-
tra posibilidad de ver más allá de un mundo que está constante-
mente en contra de nosotras. La única forma de quitarle peso a una
posición mental es no darle argumentos. No reaccionar, renunciar
a querer tener razón. De lo contrario, nos quedaremos siempre en
el mismo plano, completamente engatusados en el mundo de la ilu-
sión, reforzando la identificación con nuestra mente cada vez más.
Mantener este estado sostenido de no defensa y no identificación
nos lleva a un estado de profunda apertura donde lo que es y lo que
somos puede emerger porque tiene el espacio para poder hacerlo.
Campo emocional: la conexión emocional en una relación es
importante y es normal que aparezca, somos seres humanos, tene-
mos un cuerpo, y ese cuerpo genera resonancia con otros cuerpos.
Cuando hay mucha emoción estancada y retenida que no fue
sentida se genera una entidad energética que vive en estado de
sufrimiento, aquello que Eckhart Tolle popularizó como el cuerpo
152
del dolor. Todos lo tenemos. Cuando aparece, se apodera de noso-
tras por completo y podemos llegar a decir cosas que no pensamos
ni sentimos. Esa entidad bien densa, lo que más quiere es gene-
rar una reacción en el cuerpo del dolor de la otra persona para así
cobrar más fuerza. Estas son las dinámicas más autodestructivas, y
generalmente se dan en las relaciones íntimas o en las familias. A
mayor pasado, mayor carga y mayor estancamiento, por ende, en
nuestras relaciones íntimas y prolongadas y en nuestra familia de
origen es en las que más vamos a ver este tipo de dinámicas.
Las relaciones generalmente no sobreviven si nos quedamos
en este campo, tiene que haber algo más. Tiene que haber un reco-
nocimiento de la esencia, de la profundidad que en verdad somos.
Cuando no logramos adentrarnos en la dimensión trascendental,
las relaciones pierden su propósito porque, al estar desconectadas
de la fuente y de la presencia amorosa que somos, la buscamos en
alguien más, buscamos la fuente, la puerta a la divinidad, la raíz
de la felicidad en otro u otra. Esto hace que solo nos quedemos en
la conexión emocional, conexión desde el plexo solar, en lugar de
relacionarnos desde el corazón. De esta forma, pasamos del amor
al odio con mucha facilidad, no hay nada real, estoy usando esta
relación para mi conveniencia y para fortalecer mi ego. A la larga
nos cansamos, no logramos resolver la fuente de insatisfacción en
la cual nos encontramos inmersas y nos invaden un enojo y una
frustración difíciles de manejar. Emociones muy densas que la
única vía de escape que encuentran para justificarse es a través de
la culpa a otro u otra. El hecho de buscar completarnos en otro ser
humano nos lleva a vivir en un estado de insatisfacción constante.
El elemento trascendental es un elemento fundamental y necesario
en toda relación consciente.
Campo trascendental: la dimensión de la presencia, de la esen-
cia, del espacio que somos. Poder mantener estados de presencia
y reconocimiento de lo que somos es lo que nos da la fuerza para
sostenernos en aquellos momentos en los que el cuerpo de dolor es
153
activado. Nos permite envolver esta densidad emocional en la con-
ciencia única, para no reaccionar. Poder ver, observar y sentir sin
juicios y entender que soy tanto más que esa masa crítica de energía
que lleva congelada una eternidad.
Solo es posible vivenciar este campo estando presentes ahora.
Por eso es tan importante adentrarnos en la práctica de la presen-
cia, sobre todo en las relaciones íntimas, que son los escenarios
en los que nuestra conciencia va a ser más desafiada. Recuperar la
profundidad de la vida, de lo que soy. Trascender el laberinto men-
tal y el nudo emocional para convertirme en ese contenedor que
empieza a recordar. Ese vacío lleno que observa cómo los botones
que lo están haciendo saltar por el aire son simplemente juicios,
pensamientos y emociones que provienen del cuerpo del dolor, que
a su vez sienta sus bases en la separación. Cuanto más presente
estoy, menos me distraigo, menos me pierdo en defender una ima-
gen o una postura mental. Menos energía pongo en afirmarme,
menos atención y alimento les doy a mecanismos autodestructi-
vos que solo quieren sostener el sufrimiento propio y ajeno. Estar
presente en las relaciones se vuelve fundamental. Solo podremos
tener un encuentro de esencias en tanto nos paremos firmemente
en la nuestra. Solo desde ahí podremos empezar a disfrutar de las
esencias de las personas que nos rodean.
A veces es simplemente hacer silencio, reconocernos como
esencia amorosa y profunda y, desde ahí, ir al encuentro. De esa
forma superamos todas las etiquetas, trascendemos el campo
mental, emocional y nos acostamos y relajamos en el campo tras-
cendental donde nos relacionamos para disfrutar y aprender sin
ningún motivo oculto, sin manipulación, sin deshumanización.
Así les devolvemos a las relaciones su propósito más profundo.
Crecer en amor, presencia y compasión.
154
¿Cuánto espacio hay en mi relación?
Un amor libre es un amor con espacio para crecer. La libertad y el
amor no pueden ser separados, se retroalimentan y se dan sentido
mutuamente. La libertad se basa en el amor por lo que soy para
elegir con determinación lo que beneficie mi esencia y mi verdad.
El amor necesita de la libertad, la libertad genera ese espacio
que nos permite relacionarnos desde la esencia y no desde el apego
emocional. La libertad de cada ser humano potencia el amor entre
ellos y le da seguridad para crecer con más fuerza.
El término “amor libre” fue bastante usado y manipulado. Un
amor libre es un amor con espacio. El amor necesita un espacio íntimo
que le dé pertenencia para poder desplegarse. El sentido de pertenen-
cia es fundamental para que los individuos puedan sentirse seguros
para expresarse. Todo lo que no se expresa va a parar al cuerpo de
la relación y va asfixiándola cada vez un poco más. La expresión, el
espacio, la pertenencia y la seguridad son gasolina para el amor de la
relación. ¿Y cómo creo esa intimidad? Con confianza. La confianza es
una fuerza que une y genera el contexto ideal para que cualquier tipo
de expresión pueda darse. Entonces, para que una relación crezca,
una de las condiciones es la intimidad, que genera pertenencia, que
a su vez deja espacio para que la libertad pueda moverse. Todos estos
condimentos se disuelven en la confianza que crece día a día por elec-
ción de los integrantes de aquella relación.
Hay algo que debemos saber: la relación siempre va a pulsar
por intimidad, porque esa es su naturaleza. La intimidad de la
relación va a depender de la intimidad que tengamos con nosotras
mismas porque eso es lo que trasladamos a ella. Por eso la rela-
ción nos va a ir apretando para ir cada vez más profundo. Genera
tensión, que es el momento en que viejos condicionamientos son
traídos a la luz, y de esa tensión, crecemos. Este es el momento en
el que más necesitamos espacio, porque es un momento de actua-
lización muy profundo. Necesitamos estar alertas, conscientes
155
y hacer espacio interno y externo para que el verdadero creci-
miento pueda darse.
Al detectar estos momentos, podemos elegir soltar aquellos con-
dicionamientos que no están permitiendo al amor expandirse, que
no están dejando que la relación respire. El crecimiento siempre es
doble, se expande la relación y a su vez se expanden sus miembros. El
crecimiento colectivo empuja al crecimiento individual, y viceversa.
Las relaciones conscientes nos van llevando cada vez más pro-
fundo, nuestros rechazos son penetrados sin piedad por el amor
de la relación. Se deshacen con ese abrazo blando y feroz que nos
lleva a una completa reprogramación. Ampliamos la conciencia,
cambiamos el origen. Las relaciones siempre nos van a llevar a la
raíz. Siempre se trató de eso.
Muchas veces no queremos pasar por esta profunda reprogra-
mación. No queremos sostener el proceso al cual nos invita, pre-
ferimos corrernos o irnos antes que llegar a esos lugares, porque la
forma de expandirnos es que crezca el espacio habitable en cada uno,
el espacio consciente. Para eso, debemos explorar lo inexplorado y
permitir que la fuerza de ese amor consuma cada condicionamiento.
Es un gran desafío, y la decisión de atravesarlo es completamente
personal, no se puede forzar, no se puede saltear. Por eso tu relación
te va a ir llevando cada vez a un compromiso mayor, no solo con la
relación en sí, sino también con tu crecimiento.
Una relación no es consciente por su perfección, sino por el
compromiso con tu evolución.
156
Esa tensión fue creada por vos para mostrarte tus partes
inflexibles, esas partes donde tu conciencia está muy agarrada, esa
parte que está contraída porque no tiene movimiento suficiente.
Las tensiones nos muestran nuestras partes sin vida, y lo que no
tiene vida tiene que caer para que la energía pueda volver a circular.
Nuestras heridas esconden mucha energía retenida, esa ener-
gía congelada va a necesitar de esa tensión para que puedas verla y
volver a elegir. Cada tensión es una oportunidad, pero si queremos
evitarla, entonces no vamos a poder recuperar ese espacio vital
repleto de capacidad de crear.
El propio vínculo crea las tensiones para que ambas personas
puedan revisarse y elegir la vida en cada momento. La sabiduría
del vínculo te va a pedir espacio para seguir expandiéndose, y si
no hay lugar dentro de vos, vas a sentir esa tensión para tomar una
nueva decisión. No se trata de no sentir tensión, sino de abrir tu
corazón y ver más allá de la ilusión de que no exista tal tensión.
Estamos destrabando la vida, eligiendo la vida, siendo vida.
En ese proceso es necesario que lo que no sea coherente con
esa decisión se vaya haciendo visible para poder trascenderlo, inte-
grarlo y dejar de necesitar aquella incomodidad. Así vamos, de a
poco, limpiando nuestras resistencias a sanar.
157
La intimidad es ese terreno oscuro que me deja desnuda, allí
donde experimento el abismo, donde la vulnerabilidad queda al des-
cubierto, donde mi mundo emocional colapsa, donde siento que
desaparezco. Desaparezco en un campo abierto que al principio
parece peligroso porque todo mi sistema empieza a defenderse, las
alarmas se activan para no ir más profundo. A medida que me voy
relajando y sintiéndome cómoda en la intimidad, empiezo a llenar
ese espacio con mi presencia.
La intimidad se genera cuando ya no uso mis etiquetas o juicios
mentales y puedo ver a la vida y al otro o la otra a los ojos sin el deco-
rado que se desprende de mi percepción acotada. Entro en intimi-
dad cuando ya no proyecto mis vivencias en lo que tengo enfrente.
Cuando dejo aparecer, dejo ver, dejo sentir. Como dice Thomas
Hübl: “Te siento, y siento cómo me sentís”. Necesitamos dejar de
deambular en el mundo del espejismo, cuando me relaciono desde el
ego o desde la imagen, no hay espacio para el amor. El amor crece en
encuentros de intimidad profunda en los que los personajes caen y se
dan cuenta de que se estaban sujetando de sí mismos. Un sostén que
está destinado a caer porque no es sólido ni real.
Esa intimidad refleja mis profundidades, todo lo que no quiero
ver, todo el control que estaba haciendo por no crecer. La intimi-
dad es vida, es realidad, es espacio, y también es muerte. Muerte de
lo conocido, de los condicionamientos viejos, de antiguas maneras
de relacionarnos. La intimidad trae orden porque nos muestra lo
desordenado. Temblamos ante la hora de entrar en el campo de con-
ciencia que nos propone, porque nos pide soltar las capas de seguri-
dad, saltar al vacío sin garantías y adentrarnos en una nueva liber-
tad que no conocíamos hasta ahora.
La relación se alimenta de esos pequeños saltos, de esas peque-
ñas muertes. De esos encuentros profundos con nuestros recove-
cos olvidados. Porque de esa forma liberamos todo lo contenido y
rechazado. Todas las emociones atoradas en la boca del estómago
que están bloqueando el pase al corazón vuelven a fluir.
158
La intimidad nos pide una y otra vez que elijamos abrir el corazón,
que veamos, que traigamos presencia a cada momento. Nos ayuda
a que la energía o fuerza de la relación llegue al corazón. Allí donde
residen la compasión y el perdón. Y de nuevo, para que el corazón se
abra, para que todo este proceso de sanación profunda suceda, nece-
sitamos un espacio seguro, necesitamos confianza, libertad, apertura.
Necesitamos permitir el movimiento. El movimiento le da vida y cir-
culación a la relación. Si no hay espacio para que la energía circule,
si no nos nutrimos con encuentros íntimos, si no construimos con-
fianza y no le damos rienda suelta a la expresión honesta, la relación
muere. Todo lo que se congela, muere. Lo que no se mueve, muere.
La intimidad es el oxígeno que mantiene vivo el fuego del
amor. Sin intimidad, la llama se apaga. Necesitamos de esa llama
que genera alquimia con los recuerdos de dolor, que les da luz a
nuestros pasadizos más ocultos de una forma amorosa y profunda.
159
Por eso la flexibilidad se vuelve tan importante. Necesitamos
nutrir la adaptabilidad, la apertura, la soltura en nuestras posicio-
nes mentales que cada vez se refuerzan más a sí mismas. Muchas
veces queremos resolver los temas vinculares y, como ya vimos,
eso es una trampa; cada vez que queremos “solucionar” algo, nues-
tra mente se va al futuro para no integrar en el presente. Lo único
que necesitás es lo que tenés enfrente, no necesitás ir a ningún lado
ni solucionar nada, el escenario de hoy es todo lo que precisás. Allí
está lo que necesitamos integrar.
Traer la vida de vuelta al vínculo es darle movimiento a esa
energía que estaba estancada. Por eso necesitamos flexibilidad
para responder al estancamiento. Sin flexibilidad no hay expan-
sión. Cada vez que traemos nuestro pasado al presente, sin res-
ponder conscientemente, perdemos la oportunidad de ver al otro.
Automáticamente vemos una imagen mental, no la persona detrás.
Nos vamos de nuestro presente cuando sentimos alguna tensión,
y la tensión es gasolina para el crecimiento, necesita toda nuestra
presencia para terminar de integrar la energía inmovilizada.
Entonces, dejar de dar movimiento se transforma en una
defensa, así como cortamos la respiración, cortamos la presencia,
detenemos el movimiento e interrumpimos la integración.
La relación deja de cumplir su función cuando tu alma ya no
puede expandirse. Por ende, recuperar la flexibilidad y la vida en
tus vínculos es una práctica diaria. Comprometerse con la esencia
de la vida es comprometerse con lo sagrado. Una decisión que no
solo sostenemos todos los días, sino momento a momento.
160
con el flujo de la vida porque nos muestran en dónde estamos rete-
niendo la energía y, por ende, la vida. Para sanar es necesario sepa-
rar lo que me pasó de lo que soy. Todo lo que pasó es lo que vuelco
sin editar a todas mis relaciones.
La sanación es lo natural y es inevitable que el flujo de la vida
nos lleve hacia ahí. Por eso, no se trata de entender qué o cuándo
pasó, muchas huellas fueron hechas desde antes de que pudiéramos
ponerle palabras a lo que sentimos, se trata de recuperar la fluidez.
De relajarnos en aquellos lugares donde dejamos de respirar, donde
la energía se estancó y dejó de circular.
No podemos recuperar la fluidez si no iluminamos nuestras
partes inflexibles. Las relaciones nos ayudan a ver esas masas den-
sas de energías que llevamos tiempo sin mirar. Si no le ponemos
conciencia, nos relacionaremos desde nuestras heridas, por ende,
estaremos siempre en modo supervivencia. Nuestro sistema empe-
zará a acumular mucho estrés y no tendremos energía disponible
para sanar. De esta forma, mi percepción se limita. Me quedo sin
espacio emocional para recibir, y ninguna relación puede gestarse
si no tomamos la decisión de dejar entrar. No podemos dejar entrar si
no estamos en estado de relajación. Aprender a relajarme en mi
realidad de hoy es una invitación que me hace mi relación. Dejar
de resistirme a lo que es, dejar de discutir con la vida y, de una vez
por todas, deshacerme de aquel personaje que cree saberlo todo,
mientras acepto que estoy recibiendo justo lo que necesito.
Resonancia y coherencia
161
con otro u otra, a la misma velocidad y con el mismo nivel de aten-
ción podemos empezar a conectar, a hablar, a sentirnos. Nuestros
sistemas nerviosos se sincronizan, se co-regulan, hablamos el
mismo idioma, nuestros juicios se transparentan, nos alineamos a
la misma vibración. Se genera una resonancia en la que nos senti-
mos seguros, nos permitimos relajarnos y en esos momentos nues-
tros traumas ya no nos tienen.
Podemos vernos, sentirnos, olernos. Desde la esencia de lo que
somos y no desde las construcciones que provienen del estrés y
la distorsión. Porque si no estoy en presencia, dejo de verte, veo
una imagen de vos impresa en mi sistema nervioso que se encuen-
tra asociada a mis traumas y heridas.
La práctica del encuentro en presencia y la resonancia nos lle-
van a regularnos.
Desde esa coherencia podemos integrar aquellas partes que
se sienten separadas, aquellos traumas que fueron congelados con
información de separación, de soledad, de aislamiento. Desde esa
coherencia que creamos entre nosotros y nosotras nos estamos
ayudando a sanar.
El contenedor de coherencia se construye y tiene que ser más
fuerte que los gritos traumáticos de separación para poder derre-
tirlos con su poder. Esto lleva tiempo y compromiso. Si nuestros
traumas, nuestros patrones disfuncionales o shocks emocionales no
son vistos, reconocidos y reprogramados, es probable que sean aún
más grandes que la coherencia que estamos construyendo y es pro-
bable que no podamos soportar y nos alejemos alimentando más
aún aquellos patrones.
Es importante saber que esto se aprende y se practica. Es parte
de nuestra práctica diaria crear más coherencia en nuestro sistema
aprovechando la conexión de nuestras relaciones.
Lo engañoso es que en una primera instancia la conexión de la
relación, la totalidad y la unión harán aparecer todos nuestros mie-
dos a entregarnos. Generalmente, cuando esto sucede tenemos dos
162
opciones: o terminar de sentir, reprogramar, respirar y dejar cir-
cular, o puede pasar que reforcemos aún más ese trauma o miedo.
Ahí es cuando muchas veces decidimos irnos antes de la cuenta,
antes de confiar en que la coherencia y la alineación derretirán
cualquier tipo de desorden y alteración en nuestro sistema.
163
Escuchar y acompañar
son las nuevas formas de amar
Estar ahí, poner tu presencia al servicio. Desaparecer para dejar
entrar. Hacer lugar para poder acompañar. Salir de nuestro mundo
narcisista, de nuestro punto de vista, de nuestro mundo creado por
el ego para poder servir. Para colaborar. Para simplemente escuchar.
Escuchar implica vaciarte, recibir a la otra persona, escuchar su
historia y aprender a ver más allá, sabiendo que también es un relato,
y que al final, el cuento no es tan importante, lo que importa es
cómo se sintió, que fue lo que vivió, como lo procesó.
Escuchar es limpiarte de juicios, es simplemente estar en pre-
sencia absoluta siendo ese bálsamo para quien lo necesite, siendo
ese refugio, ese abrazo, ese sostén que todos necesitamos alguna
vez. Y acompañar no es más que verte caminar. No te empujo, no
te retraigo. Te observo, te aliento, te acompaño en silencio.
Sin interferir, sin intervenir. Haciéndote saber que voy a estar
ahí para cuando lo desees, pero también confiando en que vos
podés. Y en ese fino límite entre cuidar, permanecer y dejar crecer,
nos vamos acompañando despacio y en calma.
Respetar los ritmos también es amor. Los míos y los tuyos. Por
eso muchas veces para entender el amor se necesitan dos. Cuando
te amo, me amo; cuando te acompaño, me acompaño; cuando nos
entendemos, crecemos.
164
Porque para poder experimentarlo con el cuerpo, elegimos vínculos
que nos van a iniciar en aquello que queremos experimentar.
Obviamente que el amor incondicional nace en mí misma, pero vos
me ayudaste mucho. Me mostraste partes de mí que me eran de difícil
acceso. Activaste mis resistencias, me ayudaste a ver mi sombra y tam-
bién a aceptar la tuya. El amor saca a la luz todo lo que no resuene con
su energía, y es un proceso que todos y todas atravesamos cuando nos
comprometemos con él.
Porque si tuviese que pedirle algo a la vida para transitar esta expe-
riencia de estar en un cuerpo, sentir emociones y vivenciar diferentes
sensaciones, sería un compañero como vos. Alguien donde me pueda des-
moronar, donde me pueda odiar y amar igual de fuerte, alguien que me
sostenga cuando a veces no sé cómo hacerlo, alguien que me ayude a recor-
dar. Porque para mí eso es amor incondicional.
Por eso nos elegimos antes de elegirnos, nos iniciamos juntos y segui-
mos aprendiendo a pasos agigantados. Porque separados somos tremen-
damente fuertes, pero de nuestra combinación nace algo que no puedo
describir con palabras. Otro cuerpo, otra vida, otro ser. Y ese siempre fue
el propósito. Trascender nuestra individualidad y abrir paso a un nuevo
amor que solo aparece cuando estamos los dos. En completa presencia, en
completa rendición, cuando entre nosotros aparece Dios.
Y todo vínculo iniciático trae sus desafíos, porque el propósito es
nuestra evolución, y cuando entendemos eso ya no nos resistimos. Agra-
decemos, perdonamos y seguimos.
De lo evolutivo a lo mundano.
Bajando el amor a la Tierra
Mario es esa voz que me dice “está la comida” mientras yo escribo
sin parar, y yo sonrío porque me hace acordar a cuando lo hacía
mamá. La misma sensación de hogar. A veces me lo dice cantando,
y yo sonrío más.
165
Tantas veces se ocupó de los temas de la casa cuando la inspi-
ración me había tomado, tantas veces sus cuidados invisibles me
salvaron. Con el martillo en los detalles, ocupándose de Venus
(nuestro auto), que tantos problemas nos trajo, y de un montón de
temas que a mí me aburren y a veces me cuestan.
El gran trampolín de mis saltos. Cuánticos, económicos, de
visión. A veces quería volver todo para atrás, quedarme chiquita,
¿para qué moverme si estoy bien? Pero el compromiso con mi SÍ a
la vida siempre pisó más fuerte, y ese SÍ sumado al suyo hizo de la
ecuación algo inimaginable.
De verdad que hoy quiero agradecer a esta figura tan clave y
que muchas veces no se ve.
Porque si bien Fuerza Inconsciente es una creación mía, mucho
de lo que comparto son crecimientos que atravesamos juntos, y
muchos de los que atravesé sola me los permití porque sabía que lo
tenía al lado, cuidándome de forma invisible.
Me gusta recalcar a los hombres que acompañan a las mujeres
libres. Mujeres que eligieron el camino de la sanación, que eligie-
ron ser líderes de sí mismas.
Todas necesitamos que nos agarren la mano mientras sostene-
mos, que nos acaricien el pelo mientras nos exponemos, que nos
den un abrazo mientras nos metemos en el dolor del mundo, en el
corazón del mundo.
En aquellos terrenos que elegimos explorar, aun sin tener idea
de cómo hacerlo. Pero ahí vamos, diciendo SÍ, cada día un poquito
más, conquistando de a poco nuestra soledad.
Un hombre que elige una mujer libre para compartir su vida
también vino a esta tierra a sanar, a resignificar. Los vínculos,
las relaciones, a honrar el femenino, a respetarlo, a confiar en su
fuerza, a apoyar su sabiduría. A asegurarse de que se alimente mien-
tras alimenta al mundo.
Un hombre que elige una mujer libre sabe que no está eligiendo
el camino fácil, pero también sabe que no hay otra forma.
166
Entonces cerramos los ojos y nos sumergimos juntos en esta
nueva tierra que estamos creando. Como podemos, desde donde
podemos. Tocando la libertad, aprendiendo sobre la intimidad,
desentramando la vulnerabilidad.
Pareciera algo abstracto, pero no es más que mirarnos a los
ojos y saber que vinimos a hacer esto juntos. Y a veces no es más
que llamarnos a comer.
Visión compartida
167
De hecho, el destiempo genera armonía. Cuando una de las
partes se encuentra en proceso de expansión, con su coherencia,
consistencia y presencia, emite una frecuencia que ayuda a la otra
parte cuando esta se encuentra cerrada o contraída. Las relaciones
son un gran regulador. Nos alienan y nos sintonizan, nos ayudan a
ralentizar nuestro sistema, a abrirnos y, sobre todo, a permanecer
abiertos. A recibir, a dejarnos ver. Y para que esto suceda necesita-
mos ser sostenidos en la certeza de que el compromiso con noso-
tros y con la relación favorece la apertura y la receptividad.
La visión compartida une los propósitos de los integrantes y
pone la relación al servicio para que cada parte pueda desplegar su
potencial con la seguridad de ser acunados por algo mayor.
La visión compartida es la unión de los Seres superiores que
conocen y eligen la profundidad de la relación. Nuestra humanidad
tiende a poner la relación en duda como mecanismo de defensa
para protegerse de su propia potencialidad. Por eso una visión
compartida es mucho más que compartir un plan o una idea men-
tal, es entrar en el campo trascendental y comprometerse a expe-
rimentar, a través de la relación, nuestro compromiso con nuestro
Ser superior.
168
III
El perdón
Agradecimiento especial a las enseñanzas de Un curso de milagros y
a Enric Corbera por hacerlas tan accesibles. Hacer simple lo com-
plejo es un don digno de mi admiración.
El perdón es un acto del corazón. Solo una mente que se percibe
como inocente puede perdonar, una mente dispuesta a abandonar
los juicios y la culpabilidad. Una mente dispuesta a trascender la
ilusión y ver más allá de lo que tiene enfrente.
Para poder perdonar, la mente dividida tiene que sanar y recu-
perar su estado natural. Necesitamos trascender la separación y
volver a la conciencia única. Ese es el único lugar donde es posi-
ble perdonar, donde no hay juicios. Allí donde percibimos con una
mente libre que recibe la realidad sin ser filtrada por sus propias
condiciones.
Recuperamos la inocencia cuando trascendemos la conciencia
de separación, cuando podemos ir más allá de nuestros juicios per-
sonales y entendemos con el corazón por qué estamos eligiendo
esta experiencia. Al final, en aquella situación que nos está cos-
tando digerir está el portal para abrir una nueva dimensión dentro
de nosotras. Estamos eligiendo experimentar aquella realidad para
vivir y encarnar el perdón. Para así terminar de integrar aquello
que viene siendo excluido por eternidades.
Entonces, podemos ver cómo la culpa nos lleva a repetir his-
torias y escenarios para que verdaderamente podamos integrar el
perdón.
171
Ver esto nos lleva de la percepción dividida a la percepción tras-
cendental. Ese es el estado original, el de una mente sin condiciones
que elige conscientemente expandirse porque esa es su naturaleza.
172
El corazón solo ve totalidad, abraza la humanidad con todas
sus fuerzas y derrite todas las historias que sustentan la separa-
ción. El corazón trasciende la humanidad y la espiritualidad por-
que no los ve como algo separado. Simplemente abraza lo que es.
La inmensidad, la eternidad. Nuestras propias historias son las
que nos mantienen rechazándonos una y otra vez, creyendo que
tenemos el derecho de no aceptar la humanidad de la otra persona
cuando en realidad estamos rechazando la propia.
Si rechazamos nuestra humanidad, nunca viviremos una espi-
ritualidad completa. Siempre habrá un rechazo encubierto que nos
alejará de la completa aceptación de lo que somos. Y si hay algo que
rechazamos, entonces hay algo que escondemos. Si creemos que te-
nemos algo que esconder, entonces sentimos culpa y no nos mos-
tramos, y así entramos en círculos sin salida que se desactivan
con corazón abierto, aceptación plena y compromiso a transitar el
camino del perdón.
Porque no importan todas las veces que te fuiste, importan todas
las veces que volviste.
El perdón es una invitación a comprometerte con lo sagrado.
173
Cuando mi papá decidió irse de casa para seguir a su corazón
y elegir su camino espiritual, yo vi tanto dolor a mi alrededor que
en mi sistema se ancló una creencia muy profunda de que seguir
tu corazón es peligroso. Yo no puedo explicar la cantidad de mie-
dos y barreras que tuve que atravesar para tener la vida que tengo,
dedicarme a lo que me dedico y estar escribiendo este libro en este
momento. Por mucho tiempo, seguir un camino parecido al de él
no era opción porque todo mi sistema me defendía. De solo pen-
sarlo se me tensaba el cuerpo, se me cortaba la respiración. Si no
hubiese estado tan comprometida y al acecho de mi libertad, gran
parte de lo que mi alma vino a hacer nunca hubiese podido com-
pletarse. Si seguía rechazando las decisiones de mi papá, me estaba
privando a mí misma de vivir una vida en plenitud. Este ejemplo
aplica para todos nuestros ancestros. Dejar de juzgar sus acciones
y decisiones nos abre infinitas posibilidades. Recicla la informa-
ción y nos permite elegir con el mapa completo. Nos merecemos la
libertad de elegir sin tanto condicionamiento, nos merecemos vidas
libres y expansivas llenas de autenticidad. A eso vinimos.
Cuando dejé de exigirle perfección a mi papá, dejé de exigirme
a mí. No me había dado cuenta de que esto estaba tan conectado.
Toda mi vida tuve patrones sofocantes de perfeccionismo y de
autoexigencia. Esto era un reflejo de todo lo que yo le exigía a mi
papá. Como sentía que él no era perfecto, me forzaba a serlo yo,
como una especie de obligación. Mi sistema me pedía que fuera
perfecta para no ocasionar dolor, para que no me abandonaran,
para no quedarme sola. Sostuve esa rigidez por muchos años.
No puedo poner en palabras lo increíblemente liberador que
fue ver esto. Quiero decir, liberar la relación despejó la informa-
ción que mediante el rechazo me obligaba a ir en una dirección.
Pude volver a elegir con el corazón.
Este es un llamado a hacernos cargo de lo pendiente, porque
lo no resuelto se escabulle entre nosotros y nuestra libertad. Nece-
sitamos y merecemos tener todas las opciones sin ningún tipo de
174
juicio para poder elegir libremente sin desechar lo que nuestro
sistema catalogó como peligroso. Para eso, necesitamos barrer la
información que se encuentra señalando caminos ajenos.
Gracias, papá. Fuiste y sos mi gran maestro. El puente de recon-
ciliación con mi linaje masculino, la ventana que me mostró por
dónde ir. Honro tu Ser, tu humano, tu canal y cada decisión que
tomaste. Estamos todos y todas volviendo a casa. Dejamos de ser
hijas e hijos una vez que sanamos la relación con nuestros padres
a través del respeto, el perdón y la aceptación. Cuando dejamos de
ser hijos, ocupamos el lugar que nos corresponde.
Ahora sí, hora de contar la experiencia completa y ponerla al
servicio de quien la esté necesitando.
175
a la divinidad. Me rendí y pedí mucha asistencia. Entendí que con la mente
en el estado en el que estaba no iba a poder trascender ni perdonar. Mi
mente veía separación, necesidad de justicia, necesidad de darme derecho
a sentirme ofendida. Todos esos programas y pensamientos provienen de
la separación, y justamente eso era lo que yo plasmaba y proyectaba en mi
realidad. Veía lucha, culpa y castigo. Todo eso era producto de mi profundo
sentimiento de separación. Voy a contarles la historia de cómo fui escu-
chada y me mostraron lo que es la unidad. ¿Quiénes? Llamalo Universo,
Dios, la Naturaleza, mis guías, como vos prefieras. Para mí fue aquella
sabiduría divina, esa fuerza invisible que se encuentra detrás de los patro-
nes tejiendo los hilos invisibles que desencadenan en semejante perfección.
Esta es una historia de cómo sanó la percepción de mi mente frag-
mentada. Cuando percibimos lo que rechazamos como parte de nosotras,
la mente íntegra y la percepción cambia. Ya no está separada. Ya no tenés
que defenderte. Por fin podemos perdonar, podemos sanar.
Un día, buscando refugio en mis palabras, en aquel mundo donde me
siento completamente segura y donde llego a un nivel de intimidad al que
no llego con nadie, decidí hacerme cargo de lo que me estaba pasando: no
estaba pudiendo perdonar. Trataba y trataba, siempre con esfuerzo pero
sin mucho éxito. Había algo de fondo que siempre quedaba: una niña
que todavía seguía insistiendo en tener razón, que creía que el otro o la
otra debería pagar. Había una sensación o una voz en mí que me decía
que mi perdón en verdad era un favor hacia la otra persona y que se me
debía estar agradecida por eso. En pocas palabras, manipulación pura.
Así actuamos cuando nos dejamos llevar por impulsos inconscientes y por
nuestras mentes divididas que solo reproducen separación.
Sin muchas vueltas y después de una meditación en la que terminé
rendida, escribí: “Acá estoy abriendo este proceso de la mano de las pala-
bras. Dándole la importancia que amerita. Reconociéndome. Rindién-
dome. Pidiendo ayuda, guía, siento que necesito una sabiduría superior
que me acompañe, sola no puedo. Pido asistencia para ver”.
¿Qué pasó después? Una serie de hechos sincrónicos que fueron fie-
les espejos de lo que pasa cuando declaramos que no podemos y pedimos
176
ayuda divina. Realmente se nos muestra lo que no estamos viendo. Pero
para eso tenemos que dar un paso al costado y dejar que “Lo que sabe”,
haga. Permitir que la sabiduría nos guíe y nosotras empaparnos de esa
totalidad, de esa unión, de esa energía de sanación.
Primero dejé que lo pendiente saliera a flote: que mi mente descar-
gara, que las palabras no dichas encontraran alivio en mi papel, que todas
mis partes se sintieran escuchadas, que pudieran vomitar lo que su mente
acotada podía percibir. Y yo recibirlas en un abrazo profundo y dándoles
consuelo a las lágrimas que no pudieron ver el sol. Con esto no quiero
agregar dramatismo al asunto, pero realmente creo que validar nuestros
sentimientos, especialmente aquellos que se almacenaron a temprana
edad, es muy necesario. Por eso, dejé que las Sofis hablaran, que se expre-
saran, que me contaran, que encontraran en mí el sostén que no pudieron
recibir. Porque al final eso era lo que estaba sanando, la energía del padre
dentro de mí. El afuera solo me estaba espejando.
Esto fue lo que salió en la catarsis sin tiempo, porque si bien todas
vivieron en tiempos diferentes, todas coexisten en mí, por ende sus rela-
tos les dan movimiento y fluidez a los compartimentos estancos donde se
almacenan los recuerdos en mi mente. Fui escribiendo en el orden en que
salieron, ya sabemos que la lógica en términos lineales no existe y quizás
ese orden se debió a la urgencia de hablar o de ser escuchadas, no lo sé,
yo solo comparto.
Sofi adolescente
177
que veía un arma. En ese momento quedé en shock, me paralicé.
Cuando llegué al colegio me distraje y me olvidé. Pero a la tarde,
en casa, empezaron a despertar esas memorias de mucho miedo.
Entré en pánico y fui corriendo al cuarto de mis papás. Ahí estaba
papá leyendo en su cama; su sola presencia tranquilizó todo mi sis-
tema. Estaba a salvo. Esa era la sensación que me producía. Como
si fuera una muralla de seguridad que hacía que mi respiración
pudiera ser profunda otra vez, aquello que permitía que mi alma
exhalara sin amenazas.
Esa sensación. Esa sensación es la que extraño. Extraño a ese
papá. ¿Cómo le explico a mi adolescente que ya no está? ¿Qué ya no
existe? ¿Que no hay tal cosa? ¿Que lo tiene que encontrar adentro?
¿Cómo? Cuando me siento muy desafiada por la vida, enseguida se
activan esas ganas de ir corriendo al cuarto de mis papás y encon-
trarme con papá y su libro, y simplemente recostarme al lado. Solo
eso. Volver a esa sensación y descansar.
Cuando papá se fue, se fue con él mi confianza hacia el mascu-
lino. Nunca más volví a tener esa sensación, porque apenas se abría
esa posibilidad de volver a sentir, simultáneamente se activaba la
memoria de que eso iba a desaparecer en algún momento. Y enton-
ces enseguida sentía desconfianza. Pude sentir cosas parecidas con
el dinero, se ve que esa fue la carga que le puse: que sea mi sostén y
mi seguridad. Le adjudiqué esa responsabilidad, esa cualidad mas-
culina. Y por eso, en algunos momentos, me agarro tanto a él. Si
empieza a irse más de lo que entra, corro el riesgo de perder esa
seguridad. Gran parte de mi poder personal está puesta ahí.
Me cuesta conectar con mi energía masculina elevada. Me
cuesta sentir esa seguridad interna. Mi adolescente me recuerda
que nunca más la vamos a recuperar, y yo siento no tener la energía
para enseñarle otra cosa. Me encantaría decirle que yo, desde la
adulta que soy, puedo proveerla de esa seguridad, de ese respirar
profundo, pero no lo siento ni lo pienso. Hay una parte de mí que
sigue esperando a su papá. A ese papá. Que me diga que va a estar
178
todo bien, que no me tengo que preocupar por nada y que mañana
será otro día.
Fui a mi diario y escribí una carta de esas que sabés que nunca
enviarás pero que escribirlas se siente bien:
“Hace unos días te dije que no necesitaba un papá. Lo dije desde
el congelamiento, desde el enojo y, por qué no, quizás en algún plan
de venganza. Si me vieras. Llorando, recordando y extrañando tu
presencia. Deseando que las cosas no hubiesen cambiado tan de
golpe. Agarrándome a esa sensación un poquito más. Yo sé que
dicen que la vida es perfecta, pero para mí no fue suficiente. Daría
lo que fuera por que ese momento, ese libro, vos y yo, hubiésemos
sido amigos para siempre.
”Me acuerdo de que te encantaba que te hiciera cosquillas en
la espalda, a mí me daba mucha fiaca, pero sabía cuánto lo dis-
frutabas. Me acuerdo de cuando llovió y fuimos a tirarnos a los
charcos de agua, me acuerdo de cuando mamá se fue de viaje y
me trajiste flores. Me acuerdo de cuando te conté que me quería
cambiar de colegio y me escuchaste con tanta atención. Me pre-
gunto dónde quedó todo eso, trato de buscar esos recuerdos en mi
corazón y parecieran de otras vidas.
”¿Adónde nos puede llevar el enojo? El odio. Las expectativas.
Los juicios. No entiendo cómo fueron más grandes que todo eso
que vivimos juntos. ¿Qué pasó? Por favor, que alguien le explique a
mi yo de quince años para que atesore esos momentos para siempre.
”Hoy te escribo desde la adulta que vive como puede. Que
extraña a su papá, que a veces se siente demasiado desafiada por la
vida y que no sabe cómo lidiar con esta situación. Hay días en que
duele más que otros, y hoy es uno de los intensos.
”Sé que ya no somos los mismos, sé que cambiamos, nos ale-
jamos, nos acorazamos y que ya no sería tan fácil ir corriendo a
tu cama para acompañarte mientras leés. Sobre todo porque no
solo hay dolor, también hay un poco de enojo. A veces siento que
te tuviste que hacer tan fuerte que la empatía quedó del otro lado.
179
Que sos experto en ver mis defectos pero no los tuyos. Y sobre
todo, no se me haría fácil porque cada vez que elevás tu voz yo me
hago chiquita. Me cuesta, siento que no puedo. Y eso duele mucho.
Entonces, para no exponerme, directamente dejé de hablar.
”Ojalá alguien me hubiera soplado cuando nací que solo te iba
a tener quince años así me guardaba los recuerdos para siempre.
Hoy tengo treinta y uno y te siento más lejos que nunca. Porque
la realidad es que estamos lejos, ya no somos los que éramos y no
sabemos quiénes somos. La distancia sigue creciendo y las ganas
de acercarnos van desapareciendo. ¿Será que fue eso? ¿Será que nos
queda acostumbrarnos a no tenernos en nuestras vidas?
”Yo ya no sé cómo acercarme con toda esta densidad de cosas
que siento. Quizás solo sea tiempo, pero a veces el tiempo es
tramposo. Porque, como dijo Buda, el error es creer que tenemos
tiempo. Por eso, me rindo. Esto era lo que me quedaba por decir.
Me entrego a estas palabras que son la extensión de un corazón
cansado de duelos y expectativas. Que sea lo que tenga que ser. A
veces quiero crecer y avanzar, pero hay algo que me frena. Quiero
ordenar y ya no sé por dónde. Por eso termino por donde empecé,
pido ayuda, por favor. Hasta acá llegué yo”.
Sofi adulta
180
momento empezamos a tratarnos como desconocidos, peor aún,
casi enemigos. Después de ese episodio me costó mucho volver a
escribir. Cada vez que lo hago mi cuerpo se tensa, siento que hay
algo que estoy haciendo mal, que vas a aparecer a gritarme. Recién
ahora me doy cuenta de que hay una parte tuya que me da miedo.
”Justo el segundo encontronazo fuerte que tuvimos fue antes
de lanzar mi primer libro; esta vez fue por teléfono. En aquel
momento, en el primer episodio, no me había podido plantar.
Fue como que quedé anulada. Con vos me pasa que me quedo sin
palabras, no puedo poner límites, no siento que tenga la suficiente
fuerza interior como para plantarme. También creo que, muy en
el fondo, hay una parte de mí que se sentía culpable, por ende,
inconscientemente busqué ese castigo.
”Culpable. Basta de culpas. Veo eso, un papá siempre en víctima
queriendo hacerme sentir en falta y culpable. Y también pienso que
creo esas situaciones porque hay una parte de mí que lo avala. Pero
realmente estoy viendo y haciéndome consciente de la fuerza que
hay en ambos linajes. Mamá y papá son personas muy fuertes. Eli-
gen. Sostienen sus decisiones con mucha fuerza, no necesitan que
nadie los defienda ni que tome bandos.
”Acá no hay víctimas, no hay victimarios, todos elegimos.
”Me pasa algo con la violencia. La veo, la proyecto y me deja
chiquita. También siento que vos no la ves. Creo que somos los dos:
hay algo que yo proyecto (que en realidad está dentro de mí) y hay
algo en vos que no reconocés. Y la verdad es que venimos de linajes
violentos. Violencia física, asesinatos, abuso. Mucho desorden. La
fuerza del masculino fue muy distorsionada. Nadie quiere hacerse
cargo porque es un montón.
”¿Qué se hace con la violencia contenida? ¿Con el caos? ¿Con las
ganas de destruir? Es muy intenso”.
Después de leer pienso que tampoco se lo quiero tirar todo a
papá. Estoy para hacerme un poco cargo, pero no sé muy bien cómo.
181
Y al final, solo queríamos amor
y nadie supo cómo darlo
Nos dijimos cosas, nos reclamamos, nos enojamos.
En el fondo solo queríamos un poco de ese amor que no estába-
mos pudiendo darnos.
Queríamos que el otro fuera una manta peludita para el
invierno, una sopa calentita entre tanto malestar.
Pero estábamos en la misma. Nuestros niños se defendían de
la incomprensión.
No podíamos hacer pedidos claros. Nuestros enojos goberna-
ban las conversaciones y nublaban lo importante. Lo esencial. La
realidad es que solo queríamos amor.
Y en ese pedido encubierto, ese no poder pronunciar esas pala-
bras y esa necesidad de ser escuchada, nos fuimos alejando cada
vez más.
Y si hoy pudiera volver el tiempo atrás me gustaría tragarme el
orgullo, disolver la coraza y responder a tu reclamo con un fuerte
abrazo.
Eso era todo lo que querías, eso era todo lo que necesitabas.
Y yo también.
Porque al final, entre tanta exigencia interna y conflicto emo-
cional, lo único que queremos es un poco de amor.
Amor a esas partes que solo reciben juicios, que nos cuesta
integrar, que queremos esconder. Es hora de tomar la decisión de
ver el dolor detrás de no poder. Dejar de rechazar, porque quien no
puede pedir, tampoco puede dar.
Y si no puede dar, mucho menos se puede dar a sí mismo.
Y eso duele.
182
Sofi bebé / niña
183
porque la cantidad de seguidores o la cantidad de gente que compre
tu libro nunca serán suficientes cuando inconscientemente lo hacés
para recibir aquella mirada que te faltó. Recuerdo que cuando me
fui a dormir después de la presentación de Mujer libre, que fue un
encuentro mágico con un montón de gente que quiero mucho, me
fui a dormir y pensé: “Papá no vino”. Enseguida empecé a pensar:
“¿Hasta qué punto hago lo que hago para recibir su mirada? ¿Hasta
qué punto busco llenar ese vacío con más y más miradas?”.
Por eso el proceso de sanación es tan crucial, para que el dejar-
nos ver no tenga intenciones ocultas y simplemente descansar en la
suficiencia de nuestro Ser, que solo quiere permitirse sentir y com-
partir desde ahí. Generalmente buscamos en la mirada y atención
del otro o la otra la mirada de mamá o papá, y de esta forma, nunca
podremos trascender a la niña que solo quiere que la miren ni des-
pertar a la fuerza de la autoridad que habita en nosotras. Aquella que
despierta cuando logramos mapaternarnos y hablar desde aquella
seguridad. Desde la adulta que quiere compartirse con un par.
El ejercicio de dejar hablar a todas mis versiones fue muy
movilizador. Pude verme, escucharme y entenderme en mis pro-
pios laberintos. Porque hacer nuestra parte es fundamental; luego
nos entregaremos y la divinidad hará el trabajo por nosotras, pero
primero se necesita de nuestro compromiso.
Para que se nos muestre el camino hay que querer verlo, y para
eso tenemos que estar dispuestas a mirarnos con crudeza, honesti-
dad y compasión. Animarnos a meternos en los túneles inconscien-
tes donde se almacena el origen de nuestra separación con el todo.
Más adelante voy a ahondar en la práctica de la rendición y
en su poder. A mí realmente me cambió la vida. Después de unos
días de ver y entregar, no puedo explicar cómo fue, pero algo pasó.
Mi conciencia se amplió de un momento a otro, tuve un destello
de lucidez pura, un momento santo, como lo llaman en Un curso
de milagros, un instante de despertar. Sentí una fuerza en todo mi
cuerpo, sentí la unidad, entendí, experimenté, y de golpe grité:
184
“¡Siento que pude!”. ¿Cómo? Corriéndome del medio. Teniendo
una identificación plena con mi conciencia sin historia. Entendí
cómo nuestras almas se eligieron mutuamente para experimentar
la separación que luego nos va a llevar a la sanación, y de esa sana-
ción nace la integración. Nuestra mente dividida, sana, y ya no hay
necesidad de proyectar aquella historia. Somos dos almas valientes
que vinieron a ponerle fin al sufrimiento espejándose a sí mismas.
Recreamos la realidad exacta dada la información que traíamos.
Esto no es una historia de traición, es una historia de amor. El
amor estuvo siempre detrás de esto. El amor, la unidad, la sana-
ción. Vinimos a experimentar el perdón en este plano. Vinimos a
sanar la percepción que nos impedía habitarlo.
Después de sostener toda esa emoción en el cuerpo, fui dere-
cho a mis páginas y escribí:
“Veo nuestro vínculo como un vínculo iniciático para llegar a
lo que estoy viendo hoy.
”Honro el camino que eligió tu alma y la experiencia que nece-
sitó para sentir todo eso.
”Honro la experiencia que eligió mi alma y lo que necesitó para
sentir todo esto.
”Somos dos guerreros comprometidos con la luz.
”Vinimos a experimentar el dolor, la separación para inte-
grarlo en luz. Para ampliar la conciencia para luego poder encarnar
la misericordia, la compasión.
”Experimentamos la lucha, la traición, el sufrimiento. Y eso
estuvo bien.
”Hoy ya no lo elijo más, no porque lo rechace, sino porque ya es
hora de trascender la historia, la identificación con la forma.
”Veo dos almas, dos conciencias que vinieron a ampliarse, y
veo nuestro vínculo como gran puente hacia todo eso. Por primera
vez siento paz, siento que todo está bien. Eso que siempre busqué
en vos hoy lo siento verdaderamente dentro de mí.
”Honro nuestras almas valientes. Honro a nuestros personajes.
185
”Y siento profundamente el cambio energético de este paso.
Hacia un lugar de más unión. Donde ya no se trata de mi creci-
miento personal, sino de un crecimiento de la humanidad.
”Hacia ahí vamos.
”Gracias por permitirme ver, sentir, perdonar y ayudarme a
nutrir mi voluntad para avanzar.
”Le abro mi corazón a la experiencia completa desde esta con-
ciencia única de donde todos venimos y hacia donde todos vamos”.
Puedo decir que fue de las experiencias más poderosas que viví.
Ejercicio
Vínculos iniciáticos
Son aquellos vínculos que nos van a iniciar en experiencias huma-
nas. Los elegimos desde antes de nacer, porque elegimos lo que
queremos experimentar en la tierra y con quién lo haremos. Yo
realmente sentí que con papá nos elegimos para vivir todo lo que
186
pasó. Todo lo que vivimos se trató de habitar, comprender y sentir
el perdón. Yo lo elegí. Lo siento, lo sé. Solo que en el camino me
distraje un poco y me enredé con mi propia historia.
La historia personal es tu materia prima para crear, no está
para apegarse a ella, sino para ser usada. Cuando alimentamos
nuestra historia más de la cuenta nos quedamos nutriendo las mis-
mas emociones una y otra vez, y en lugar de integrar, seguimos
rechazando. Eso hace que nunca podamos llegar al corazón porque
nos negamos la integración.
Hay vínculos que te iniciarán en el amor incondicional, y son
vínculos que te llevarán a que veas todo lo que venís rechazando,
porque los condicionamientos vienen de tu mente hacia determi-
nadas emociones y experiencias. Y para integrar hay que sentir,
hay que vivir.
Para ampliar la conciencia tiene que haber un cambio de per-
cepción. Ese vínculo te va a llevar ahí, a que veas, a que te muevas,
y por eso necesitamos dejar de vivir como ataque todo aquello que
es un llamado a despertar.
Durante esos días de revelaciones y de ahondar en el tema de los
vínculos iniciáticos, poco después de escribir el texto que te acabo
de compartir, tuve un sueño muy simbólico que quiero compartir.
Sueño:
Estaba muy oscuro y yo estaba en un lugar cerrado. Era una
cárcel y yo estaba adentro. Carlos, mi tío, me encerraba en una espe-
cie de calabozo y después, muy inesperadamente, me tiraba la llave,
que caía justo en mis manos. Yo me quedaba sorprendida y a la vez
empezaba a entender un montón de cosas. A partir de ahora, la
decisión de salir de aquella cárcel era mía.
Había animales afuera, desafíos, todo parecía aterrador, y ese era
el precio de mi libertad. Si decidía salir, me tocaba enfrentarme a todo
eso que veía. Podía quedarme encerrada o salir, las llaves estaban en
mis manos, la respuesta también. Me acuerdo de sentir mucho miedo
de salir de ahí, dudaba mucho de si escapar o no. Al final lo hacía.
187
Recuerdo que en el sueño me escapé con un grupo de mujeres.
Me enfrenté a un jabalí que al final no era real y salimos cami-
nando hacia un bosque. Ese fue mi último recuerdo.
188
Entonces es hora de preguntarme: ¿por qué me conviene que-
darme acá?, ¿de qué me sirve esta historia que me cuento?, ¿qué es
lo que este relato me da?
Salir de la jaula es todo un proceso. Primero necesito ver que
estoy encerrada en mi propia jaula, ver el sufrimiento que estoy
creando y que sigo alimentando. Eso a la vez genera dolor, sentir
y percibir que soy responsable de alimentar mi sufrimiento. Pero,
a la vez, ese es el puente que me lleva a un proceso de sanación, de
evolución, de recuperar mi poder, de acariciar mi libertad. Es ahí
donde puedo comprender que esos vínculos que despertaron esas
historias también son vínculos iniciáticos que me invitan y me
empujan a pararme en una mayor libertad. Me invitan a ser cons-
ciente de que la llave siempre la tuve yo, y ese es un gran valor en el
proceso de evolución. Salir de ahí, verdaderamente depende de mí.
El capítulo estaba cerrado, pero dos meses más tarde sentí el pedido de
publicar unos textos que escribí en 2018, y recién tres años más tarde les
puedo dar un sentido y comprenderlos con el corazón.
En mi adolescencia yo traía un registro muy fuerte de que las
cosas pueden disolverse de un día para el otro; no importa si hay
amor, familia o conveniencias de por medio. Los caminos se sepa-
ran y punto. Con ese mecanismo de defensa me manejé desde la
pubertad. Mi sistema operaba de esa manera y desde ahí me rela-
cionaba. “No te voy a entregar mi oscuridad ni mi futuro si lo que
tenemos puede desaparecer en cuestión de minutos.” Mucha des-
confianza y control. Así percibió la niña/adolescente la separación
de sus padres. Como algo inesperado, de la nada, sorpresivo. Papá
tuvo un despertar espiritual y se fue de casa. Mamá se sintió aban-
donada. Nosotros, sus hijos, tomamos bandos. Hubo mucha confu-
sión, mucho dolor, traición y enojo.
189
En mi familia siempre se sostuvo que la separación fue drástica
y de golpe, que era todo perfecto hasta que pasó lo que pasó.
Con el tiempo pude entender que había algo en su relación que
empezó a separarse desde mucho antes de que se tomara la deci-
sión. Simplemente dos caminos que se iban alejando de a poco,
y que también tenía que ver con algo muy genuino y de fideli-
dad a ellos mismos. De hecho, hoy no puedo imaginármelos jun-
tos. Y como es natural, la separación fue el resultado final de un
movimiento sutil que había empezado hacía tiempo. Cuando no
hay visión compartida, lo mejor es que cada uno siga su camino.
Entender esto me permitió contarle esta nueva historia a la niña y
abrazarla un poco también.
Llevar luz a esa herida y desactivar esa creencia me permitió
formar una relación profunda y madura que refleja mi crecimiento.
Dejar de estar en estado de alerta y abrirme a la intimidad.
El escrito a continuación representa ese entendimiento. Un día
me sentí llamada a escribir sin entender bien por qué y solo me dejé
llevar. Una inspiración me tomó y yo obedecí. En este escrito, mi
inconsciente me contó otra historia. Me mostró cómo todo se fue
gestando de a poco, mucho antes de lo que creíamos. Me mostró
los hilos inconscientes que se fueron tejiendo detrás de la historia
aparente. La fuerza invisible haciendo lo suyo.
Claridad al inconsciente
190
Nunca supe si era yo quien estaba enojada o si eso le pertenecía
a mi mamá, pero en ese momento yo no notaba la diferencia, no
había fronteras, éramos una. Ella me había traído al mundo y yo le
debía lealtad absoluta. Estábamos juntas en esta batalla.
”Este tipo de situaciones se hicieron corrientes, un padre pre-
sente pero muy independiente. Si no era el golf era el tenis, el esquí
o la espiritualidad. Mi mamá, en vez de manifestárselo y explo-
tar en bronca, iba almacenando energía en nuestro inconsciente y
ejerciendo la manipulación usándome de rehén para que mi papá
sintiera una culpa de la cual nunca se hizo cargo.
”Eso aprendí. Así crecí. A su vez, yo sentía una profunda conexión
con él, pero, como dice Freud, ‘las emociones no expresadas nunca
mueren. Son enterradas vivas y salen más tarde de peores formas’,
y allí quedaron, depositadas gobernándome de a poco, había una
rabia que en algún momento iba a salir y creo sospechar a quién
irían dirigidas las balas.
”De a poco, este desorden se fue haciendo cada vez más evi-
dente, pero solo en un plano energético, porque a la vista éramos
la familia Ingalls. Mi mamá, sintiéndose abandonada y usándonos
como parte de su manipulación; papá, sin enterarse y queriendo
elevarse sin que le tocáramos ese dolor tan grande del cual siempre
había escapado. Era más fuerte que él. Era un pacto implícito en el
que mamá pedía que no la abandonaran y papá accedía a cubrirle
ese vacío con la condición de que no le tocaran el suyo. ‘OK —dijo
ella—. Te doy la bienvenida a mi familia, pronto formaremos una
tan perfecta que ya no tendremos que preocuparnos por nuestras
amenazas internas.’” Era un buen negocio.
”Un día él dijo que se iba a seguir su corazón, lo cual le dio la
justificación más poderosa a mamá para reforzar todos sus miedos
más profundos y, por qué no, los míos. Se rompió el pacto. Aban-
dono, soledad, se despertó el enojo dormido y toda la densidad que
eso implicaba. Empezaron las manipulaciones inconscientes que nos
hicieron a nosotros, sus hijos, elegir entre dos bandos que pasaron
191
de aliados a enemigos lentamente aunque nunca lo hubiésemos
imaginado. La guerra fría, lenta pero segura. Invisible pero evi-
dente. Y a mi papá se le hizo carne su peor pesadilla, la de que-
darse completamente solo. Viejas historias de traición, exclusión
y mucho odio aprovecharon para alimentarse de la situación que
estamos creando entre todos y todas.
”Creo que él necesitó despojarse de su rol, su persona y todo
aquello que le daba alguna seguridad aparente para que todo el
sufrimiento pudiera salir y dejar de cargar con semejante atadura.
Conectar con el vacío que lo había amenazado toda su vida. Si bien
la forma no fue la ideal, le agradezco por eso.
”En el caso de mamá, decidió culpar a mi papá un tiempo, hasta
que no le quedó otra alternativa que hacerse cargo de su cuerpo de
dolor. Fue más difícil porque en el camino encontró varios alia-
dos que avalaban su justificación. Sin mala intención, pero un pro-
fundo estorbo en el camino de sanación.
”Creo que los dos hicieron un gran trabajo y que realmente
vinieron a este mundo como dos grandes aliados a desenmascarar
ciertos dolores que se arrastraban como babosas de generación en
generación, aunque quizá hoy no lo vean y siga habiendo algún ren-
cor producto de lo importante que fue cada uno en la vida del otro.
”Ellos me allanaron gran parte del camino, y ahora me toca a
mí continuar con este legado. Siguiendo mi propia ruta y mi pro-
pia voz, trayendo la claridad al inconsciente para limpiar y liberar a
todos los que vienen detrás”.
Al día siguiente de escribirlo, hablé con los dos por separado
sin hacer mención a este tema y quedé muy sorprendida. Ambos
habían estado descompuestos, con vómitos todo el día sin entender
a qué se debía la intoxicación. Yo me quedé en silencio, y a la vez
asombrada del poder de los movimientos energéticos que se desen-
cadenan cuando nombramos y ordenamos las energías.
192
“El alma retorna a la Tierra respetando la ley de
afinidad vibracional, es decir, las imágenes congeladas
en vidas anteriores determinan la frecuencia en la cual
el alma va a reencarnar, y determinará una familia
que vibra en la misma frecuencia. Pero dependiendo
del estadio de desarrollo que la entidad se encuentra,
tendrá la libertad de elegir la familia que la recibirá,
pudiendo, inclusive, planear los desafíos que pasarán
a lo largo de la creación y de la vida, con el objetivo de
liberarse de esta compleja tela creada por la mente.”
Sri Prem Baba
193
que estaba pasando. En parte, esta oposición agravó el sufrimiento
a medida que las historias se anclaban a heridas antiguas, pero,
finalmente, significaría el fin de un tiempo. Un tiempo en el que
seguir al corazón implicaba la exclusión, y la familia, una prisión.
No por falta de amor, sino por no querer enfrentar un vacío del
cual siempre habíamos huido, cada uno desde su lugar. En esta
fuga general nos fuimos alejando de nuestro Ser. Necesitamos una
fuerza superior que viniera a rescatarnos de tanto apego a escapar.
”Tocó la espalda de papá cuando ya no daba para más. Después
de replicar una historia conocida por los que ya no están, llegamos
al momento al cual nos habían convocado. Nuestra conciencia del
momento no nos permitió ver con claridad, era algo que se venía
gestando y para lo cual nos venían preparando.
”El hecho de que un integrante decidiera romper con un patrón
tan ancestral causó toda una revolución. Nadie se salvó de alimen-
tar ese dolor.
”Mentes complejas. Traviesas. Al servicio de lo que no vemos.
Nos muestran el recorrido si es que estamos atentos. Pero una vez
ahí, necesitamos la luz de nuestra fuente para poder salir. Podemos
estar viendo sin ver. Podemos entender sin comprender. Mirar
sin sanar. Necesitamos nuestra luz para poder integrar: cómo se
generó y qué lo desencadenó. Para poder llevar ese amor a una
historia de tanta confusión.
”La luz de la conciencia se amplía, entendimientos complejos
aparecen, derribando capas, acercando verdades. Veo el proceso y
le doy otro sentido. Mi sistema recibe otra información acerca de
la verdad de mi historia que sirve para develar el propósito más
profundo. Llevo presencia a todas las conciencias que pasaron por
mi camino y de esta manera la herida sana conmigo.
”Cuando estuvimos listos, la fuerza nos volvió a tocar la
puerta. Para reordenar, para limpiar, para sanar. Siguiendo a nues-
tros corazones, cambiando patrones. De la familia, de la espiritua-
lidad y de toda una humanidad. Que olvidó, que se perdió. Que se
194
rechazó a sí misma y ahora no puede ni mirarse. Separada de su
esencia, hoy solo quiere olvidarse.
”Dejo de escribir. Los pájaros cantaron porque hemos recor-
dado. El lago siguió su curso. La respiración volvió a ser circular.
Nuestras almas volvieron a bailar”.
Este escrito vio la luz varios meses después, cuando se me mos-
traba el propósito más profundo de todo lo que había sucedido, algo
que nuestras partes humanas no hubieran comprendido jamás.
Claro está que tenía que pasar. En todas las familias, comunidades y
grupos hay almas que vinieron a revolucionar, a mover y a sacudir
aquello que estaba profundamente estancado. Son los rebeldes que
derriban las estructuras rígidas y obsoletas para que lo real encuentre
la rendija para colarse. A mí, en muchos casos, me gusta usar la pala-
bra gurú, sin la connotación que existe hoy en día. Esta palabra repre-
senta el pasaje de la oscuridad a la luz. El gurú ilumina las fuerzas que
es hora de ver, para luego trascender, y conectar con la luz que había
detrás de todo el desorden. Hay gurús a los que les toca exponerse a
situaciones para que salgan muchas cosas a la luz: emociones, fuerzas
reprimidas, viejos relatos, juegos de poder, manipulaciones, etcétera.
Hay personas que encarnan esta energía con un propósito muy
noble. A simple vista, a veces parecerían ser los traidores o los
abandonadores, pero al final nos ayudan a destrozar el ego humano
para que volvamos a nacer con más fuerza y con una nueva pro-
fundidad. A través de supuestos actos “inadmisibles” a los ojos de
la humanidad, lo que en verdad hacen es retirar el velo infantil que
hacía que los discípulos admiraran y endiosaran al gurú. Se expo-
nen como ofrecimiento. Este es el propósito más profundo.
Yo siento que eso fue lo que pasó, realmente. Pero no hay que
olvidarse de la humanidad, hay una mente a la que le cuesta, que no
195
entiende, que solo sabe sufrir. Y a la mente, a la humanidad, también
hay que tenerla en cuenta. Yo creo que para que la espiritualidad
sea real, para ver el propósito divino, no podemos dejar de lado la
humanidad. Vivimos en el mundo de la forma y a esa forma hay que
cuidarla. Si solo vemos el propósito sin tener en cuenta la materia,
corremos el riesgo de disociarnos y bypassear nuestra humanidad.
Veo el plan divino, entiendo que todo tuvo que pasar, pero a
mí me faltó verte humano, papá: reconociendo errores, recibiendo
mis emociones. Para ver y aceptar tu humanidad, aunque no la
entienda. Por eso hoy yo elijo reconocerte como maestro y amar
tu humanidad más que nunca. Y una de las formas que encuentro
de honrarla es integrarla en mí. Hoy me declaro más humana que
nunca, siendo esa la puerta a mi verdadera espiritualidad.
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Te deseo que seas tan pero tan fuerte que renuncies a tu dolor.
Que digas adiós. Que tu fuerza te guíe, que tu sabiduría te acom-
pañe y que destrabes todo el amor que había en esta situación.
Te deseo mucho compromiso con tu sanación, porque nadie
puede hacerlo por vos.
Y para terminar con este capítulo que no paró de sorpren-
derme, me gustaría responsabilizarme de algunas cosas. Creo que
los dos, papá y yo, a lo largo de nuestras vidas y en estos eventos
que mencioné durante el capítulo, jugamos dinámicas ancestrales.
La energía femenina encarnada en víctima, y la masculina reac-
cionando con agresión. Creo que muchas veces estas dinámicas y
estas fuerzas nos tomaron y explotó todo. Son muy antiguas, el
femenino que teje aquella violencia pasiva a través de la retirada de
la energía, a través de la ignorancia, de la indiferencia, de la subes-
timación logrando exponer la violencia acumulada del masculino,
desde ya que para nada justificada, pero es realmente importante
entender cómo actuamos cuando nos dejamos tomar por estas
fuerzas que todavía siguen vigentes en la sociedad. En mi primer
libro, Mujer libre, también dediqué un capítulo a este tema porque
realmente me atraviesa y siento que hay mucha carga a ser liberada.
Hay mucha energía retenida y necesitamos empezar a reconocer
aquellos momentos en los que somos tomados por estas dinámicas
y fuerzas.
Yo por mucho tiempo me escondí en el miedo que tuve al
percibir agresión de la otra parte, la cual fue real y fueron even-
tos traumáticos para mí. Pero mirándolo en perspectiva, no tiene
que ver tanto con papá, sino con la carga que traemos. Quizás para
muchísimas personas estoy exagerando y yo muchas veces me lo
pregunté, nunca hubo nada físico, solo palabras, tonalidades y ener-
gía que percibí, y que también fue real. Aclaro esto porque pararme
en mi autoridad interna también tuvo que ver con darle crédito a
lo que sentí y a lo que viví. Pero más allá de eso, es importante que
entiendan que no estoy hablando de mi papá, porque realmente dejé
197
de verlo en el momento en que se me activó el trauma, el dolor y la
imagen negativa que ya tenía elaborada sobre el masculino. Yo tam-
bién veo en mí cómo, inconscientemente, siempre busqué hacerlo
sentir en falta, como si la cuenta estuviera a mi favor. Tardaba en
responder mensajes, no ponía energía en la relación y no me hacía
cargo de mis acciones. Energéticamente es violento también.
Hoy no quiero seguir agregando más dolor a la humanidad,
realmente abrazo este vínculo iniciático que me dio tanto más de
lo que me imaginaba.
Y en el momento en que pude mover mi punto de encaje, como
le llaman en chamanismo al punto de percepción, es decir, nuestro
punto de vista, la forma en que traducimos y recibimos las ener-
gías que están a nuestro alrededor, pude ver un poco más. A través
de este centro transformamos los datos sensoriales en un sistema
de interpretación. Al moverlo, percibimos más de lo habitual, ya
no estamos sesgados por la misma historia de siempre, nuestra
percepción se amplía. Al moverlo, puedo entender que también
es una historia que me cuento, salgo del centro, y puedo ver todo
el dolor y el sufrimiento que hubo del otro lado, lo poco que lo vi,
todo lo que lo juzgué y las dinámicas de sufrimiento que sostuvi-
mos entre los dos.
Realmente es necesario movernos del centro, virar la percep-
ción, ampliar la conciencia, hay tanto más para ver, tanto para
entender e integrar.
Una historia está compuesta por muchos puntos de vista,
depende de dónde te pares será la historia que te cuentes. Si quere-
mos conocer la verdad es necesario trascender los puntos de vista,
porque sus orígenes se basan en la separación. Ya no vemos las
fuerzas ni las energías de la situación sino nuestra percepción.
Según reconocidos chamanes, lo que transforma a un hombre
común y corriente en un chamán es el acto de cancelar el efecto de
nuestro sistema de interpretación y percibir energía directamente.
La percepción está regida por la ubicación del punto de encaje. Por
198
ende, si el punto de encaje se mueve o cambia de posición, la per-
cepción del mundo cambia de acuerdo con aquel movimiento.
Esta fue mi historia en la que realmente elijo dejar de culpar,
elijo ampliar la percepción, elijo amar a la humanidad y elijo dejar
de victimizarme.
Al renunciar a mi punto de vista como verdad, accedo a la tota-
lidad. Accedo al campo del perdón y la compasión. Abro un portal.
Último mensaje:
Papá:
No quiero cerrarte más el corazón. Hay tantas cosas que no sé, tan-
tas otras que me gustaría preguntarte, y tampoco entiendo bien por qué.
Curiosidad, intriga, ganas de entender, no lo sé.
Y también quiero saltar la historia, liberar la energía estancada en
cada uno de mis cuentos, en esas ganas de que me veas, en ese seguir espe-
rando que seas lo que necesito. Quiero soltar todo juicio hacia tu persona,
hacia tu Ser. Porque todo lo que no acepto en vos tampoco lo puedo aceptar
en mí. Lo que te niego me lo niego. Estuve muy sesgada por mi percepción,
por cómo viví las cosas a esa edad y me quedé atrapada ahí mucho tiempo.
Sin ver, sin sentir.
Lo que más me cuesta es aceptar tu humanidad. Y, oh, casualidad,
también es lo que más me cuesta aceptar en mí. Porque en el fondo somos
lo mismo. Lo que nos proyectamos evita que vayamos más profundo, y yo
ya me cansé.
Quiero pedirte perdón por cerrarle el corazón al vínculo, por no verte,
no valorarte. Por usarte para justificar mis propios rechazos.
Y esto no significa que el vínculo tenga que cambiar, o que de golpe
empecemos a hablar todos los días. Simplemente que yo hoy elijo estar en
paz. Con vos, conmigo. Con este vínculo padre-hija que elegimos.
Hoy dejo de esperar. Dejo de buscar. Dejo de especular. Hoy solo
quiero aceptar. Aceptarte, aceptarme. A nuestros humanos, porque es
allí donde hay más interferencia. Creo que nuestros Seres se entienden
a la perfección, el problema es cuando se entromete la interpretación, la
199
humanidad, el ego. Pero si aparece, lo hace para ser sanada también. Hoy
elijo el camino del perdón, del corazón. Y aunque puedan parecer solo
palabras, para mí no lo son.
Renuncio a tener razón, a justificar mi dolor, a sostener historias de
rechazo y sufrimiento, hoy elijo estar en paz. Con lo que es, con quien soy,
con quien sos. Y al fin y al cabo eso termina siendo una elección.
Es muy alto el precio de tener cerrado el corazón.
Y para terminar quiero decirte, papá, que nunca me desilusionaste.
Honro cada parte de vos, cada decisión, y llevo tu fuerza conmigo en cada
paso que doy. Lo que sos es perfecto, lo que fuimos es perfecto, lo que somos
es perfecto. Te libero de todo tipo de expectativas, me libero de seguir espe-
rando. Fue un gran honor compartir parte del camino y empaparme de
tu sabiduría. Te amo siempre.
Sofi
***
200
a llamarlo y él se acercó. Recordé cómo lo llamaba cuando era
chiquita, teníamos un código entre nosotros: “Papucho, te quiero
mucho” era la frase que nos sacaba siempre una sonrisa. La recordé,
sonreí, lo sentí entrar en mi corazón. Mi corazón me pedía con
mucha determinación que dejara ir las historias, me lo suplicaba.
“Por favor”, me decía, “yo solo quiero amar, y toda esta carga men-
tal me está alejando cada vez más”. Empecé a llevar aire al corazón,
a escucharlo, a recibir su guía mientras exhalaba todas las historias
que me separaban de las personas en general, toda la carga psí-
quica que no permite que el corazón habite su naturaleza: amar.
Terminé el ejercicio de respiración muy movilizada y decidida
a ponerle palabras a lo que sentía. Volví sobre el mensaje anterior
y el corazón me dijo: “Es todo más simple, limpiá las palabras de
la mente, volvé a lo importante”. Ahí comprobé que cada vez que
hablamos verdaderamente desde el corazón no hay mucho que decir.
Cuando empezamos a enredarnos de palabras, justificaciones y
excusas es porque está la mente interviniendo en el intercambio.
Respiré hondo y escribí:
“Hola, pa. Quiero que sepas que nunca me desilusionaste,
respeto y honro cada una de tus decisiones. Siempre vas a estar
en mi corazón, no importa cuál sea la relación. Siempre gracias.
Ayer murió el papá de una amiga de acá y me dejó reflexionando
mucho. Hoy te sentí muy cerca y me acordé de ‘papucho, te quiero
mucho’”.
Enviar.
La respuesta fue muy amorosa. Lo que más me quedó fue: “Ese
‘papucho, te quiero mucho’ sigue vivo e intacto fuera del tiempo y
espacio, y de los vaivenes normales de las relaciones humanas. El
amor está intacto”.
Así lo sentí yo, así nos sentí yo. Por fin, mi alma sonrió. Ahora
sí, estoy en paz.
201
Abrazo a un desconocido
202
Capítulo 7
Proceso de creación
203
El arte de crear
204
La alquimia es una cocreación: a través de la interacción de
diferentes fuerzas, algo nuevo emerge. Podemos generar alquimia
con situaciones traumáticas en talentos nuevos, podemos generar
alquimia con emociones, creencias y cualquier densidad que se
encuentre en nuestro sistema. Para empezar este proceso necesi-
tamos un catalizador.
Catalizador: es toda fuente de energía, puede ser el fuego
interno, el sol, la tierra, la divinidad. Es aquella fuerza que desen-
cadena reacciones interactuando con mis propias energías, y de ese
encuentro se crea algo nuevo transformando lo viejo.
Un ejemplo de un catalizador sería el fuego que contribuye a que el
agua congelada vuelva a ser líquida a través de la interacción con ella.
Muchas veces, esta fuente de energía se encuentra escondida
detrás de situaciones desafiantes. Desafíos que funcionan de cata-
lizador por todo lo que despiertan en vos. Por eso hay que aprender
a ver más allá de lo que tenemos enfrente y aprender a vincularnos
con el mundo invisible de una nueva forma. Necesitamos aprender
a ver con los ojos del corazón que entiende lo que está sucediendo
en todos los planos. Por ejemplo, en mi caso, detrás de todo ese
caos al cual me enfrentaba, también pude percibir la fuerza crea-
tiva que se encontraba presente. Una fuerza que usé a mi favor y
me llevó exactamente hasta donde estoy hoy.
Para crear, necesitamos: la fuerza de creación (energía mascu-
lina), la fuerza de nutrición (energía femenina) y un catalizador
que me ayude a despertar mi fuego interno. También puede ser
mi propia respiración la que inicie el movimiento y desencadene
las reacciones para dar a luz el proceso alquímico o la conexión
profunda con aquello que quiere nacer que despierta la pasión en
tu interior. Esa pasión, ese fuego, esa conexión, esa inspiración es
completamente necesaria en cualquier proceso creativo. El fuego
necesita estar vivo y circulando.
Generalmente nos enseñan a crear de una forma muy mas-
culina, con esfuerzo y sacrificio. De hecho, así es nuestro parto,
205
que es uno de los actos de creación más grandes. No solo parimos
bebés, también parimos ideas, proyectos, sueños, procesos, etcé-
tera, y generalmente repetimos el mismo patrón porque eso fue lo
que aprendimos.
Por eso, resignificar el parto, la creación y los inicios es el pri-
mer paso para hacernos cargo de nuestro poder y abrir camino a
nuevas vidas con una nueva conciencia que se alinea a los princi-
pios de la existencia.
206
almacenaba como estrés, especialmente en mis pantorrillas. Por eso hay
mucho control almacenado en esa parte del cuerpo. También podía que-
darse en mi diafragma (el órgano que interviene en la respiración y acu-
mula emociones) o en mi mandíbula (había mucha tensión acumulada
ahí por falta de expresión y control excesivo).
Al final me quedé sintiendo el magnetismo del corazón como una
corriente de electricidad que me recorría todo el cuerpo, sentí cómo mi
corazón comandaba todas las experiencias que venían a mí, las atraía de
manera muy directa. Sentí toda la energía que ponía yo en salir a buscar
cuando lo único que tenía que hacer era magnetizar, y ni siquiera lo tenía
que hacer yo, solo tenía que permitir que sucediera.
Sentí mucho placer cuando me sentía penetrada por estas energías
de altísima vibración, ahí entendí la importancia de dejar de proyectar
esta energía del Gran Padre al padre biológico. Empezamos a desordenar
cuando proyectamos estas energías a nuestros padres, porque ser pene-
tradas por ellos se vuelve tabú y suprimimos la posibilidad de que estas
energías despierten por dentro. Sentí un gran regalo poder ver esta infor-
mación de manera tan clara, ahí empezó una nueva forma de relacio-
narme con todo.
También vi cómo en el parto se ancló esa memoria del hacer por cómo
llegué a este mundo, con esfuerzo y lucha. Y esa memoria se activaba en
cada inicio al haberme olvidado el fluir natural. Sin darme cuenta, me
sumergí en una dinámica de hacer y esforzarme casi automática que
me desconectaba de mis ciclos y del gran baile. Nunca es tarde para recor-
darlo y resignificar aquellas memorias. Porque quizás no eran tanto mis
esfuerzos, sino la fuerza que había hecho mi mamá. Traemos esas memo-
rias confusas a la luz, para ver de dónde vienen y dejar de alimentarlas
como fantasmas. Sobre todo cuando sabemos con toda nuestra conciencia
que eso no es nuestra naturaleza.
207
Cantar mantras: entendiendo el proceso
en todo lo que veo
Luego de mi sesión de Rebirthing, de golpe, me empezaron a caer
fichas sin parar. Empecé a ver todo de otra forma, como si códigos
nuevos fueran introducidos en mi sistema y pudiese ver un poco
más allá, como si mi percepción hubiese cambiado.
Siempre sentí que yo cantaba desde el útero. Primero, la energía
sube desde el centro de la tierra, entrando por mis pies como si fue-
sen las raíces de un gran árbol. Después, se encuentra con mi propia
energía, y mi voz sale de la zona uterina recorriéndome completa. Mi
voz es el resultado de una profunda interacción entre mi energía, la
tierra y la divinidad. Es la comunión de mi espíritu con la totalidad.
La voz sale de mi útero con la fuerza que invoca mi corazón,
uniéndose a la vez con la fuerza de la tierra. Le canto a una fuerza
o deidad (catalizador) que a su vez despierta dentro de mí. Yo me
mantengo abierta, mando la señal que atrae la fuerza que necesito
a través de mi corazón, energía que entra y va a mi útero para
completar el movimiento con la voz y el canto. Recibo energía
tanto de la tierra como del cielo. Somos canales de toda esa magia y
la podemos expresar como queramos, solo hay que mantenernos
receptivas, coherentes y no intervenir demasiado. Dejarse guiar y
alinearse al ritmo natural.
Rescatando al femenino
208
a su esencia, es rápida, expeditiva y hacedora. Luego sube a nues-
tro corazón, allí donde se ubica el poder de nutrición, que es bien
femenino. Muchas veces sucede que no tenemos problemas en crear
vida, sino que la incomodidad aparece a la hora de sostenerla. La
fuerza de nutrición se ubica en el pecho, en el corazón, en los senos.
Toda creación empieza con un recibir. Por eso siempre el paso
inicial se va a tratar de hacer espacio. Al estar abiertas y disponi-
bles a recibir, las fuerzas pueden penetrarnos, desembocando en la
activación de la energía creativa de nuestro útero que luego subirá
hacia el corazón para ser nutrida. Cuando adquiere la fuerza sufi-
ciente, podemos entregarla.
Necesitamos que ambas zonas se encuentren comunicadas y lim-
pias para que el proceso suceda con naturalidad. Para esto necesita-
mos aprender a rendirnos, relajarnos, aprender una nueva forma de
dar vida que no sea a través del esfuerzo, porque si no, anulamos el
poder de nutrición y nos va a costar sostener cada vida que creemos.
Limpiar nuestro canal implica desaprender las viejas formas de
iniciar y crear. Formas que están interfiriendo con el devenir natural.
209
Me enojé conmigo porque por más que lo vea una y mil veces, no
podía evitar que se me activara un automático completamente volcado
al hacer, al salir a resolver o demostrar. Apenas sentía algo, en lugar de
habitarlo, iba corriendo a escribirlo. Observé cómo mi energía masculina
siempre tomaba el mando.
Ahí empecé a invocar a quienes para mí eran referentes de energía
femenina: pedí asistencia a Venus, a María, a la luna y hasta invoqué
a algunas hadas con quienes conversaba en mi infancia, que no sé por
qué se me hicieron presentes. Tenía muchas ganas de rescatar ese espacio
dentro de mí, me di cuenta de que realmente lo extrañaba, lo ansiaba, lo
deseaba. Así solté el pedido y entré en una profunda meditación.
Meditación: en la meditación se me volvían estas imágenes una y otra
vez. La rendición como única posibilidad, el permitir que las cosas pasa-
ran. Mantenerme abierta y receptiva. Y de golpe, empecé a sentir cómo
una luz dorada me acariciaba el pelo, la piel, y sentí un hermoso baño de
amor. Era mi energía femenina que estaba siendo desbloqueada, la estaba
dejando entrar. Entre tanto hacer nunca la habilité. Ahí me declaré a mí
misma que quería vivir en estado de rendición. Siendo una testigo activa
de todo lo que pasa a mi alrededor.
Las meditaciones siguientes fueron de mucho silencio, de reaprender
una forma de vivir que no conocía. De volver a lo natural, a magnetizar
en lugar de salir a buscar.
210
Todo eso que junto puede ser un don, un arte, si no es vivido
con conciencia puede terminar en violencia.
La firmeza que sostiene, el ojo que ve a kilómetros de distancia
y el oído que puede escuchar el aleteo de un colibrí.
Todas esas destrezas al servicio de la gran sabiduría te con-
vierten en un Ser imparable con potencial de creación infinito y
trabajando en equipo con tu intuición.
Pero si las energías están desconectadas y en conflicto, sus
potencias se derriten y se declaran al servicio de sí mismas soste-
niendo una guerra en silencio y perdiéndose de su propia creación.
No puedo crear y mucho menos sostener lo que creo. No puedo
parirme ni nutrirme.
Las energías al servicio de sí mismas son las energías niñas,
que no dialogan, que se niegan a entrar en la frecuencia de la cola-
boración y a ceder la individualidad para crear algo más que las
trascienda.
Sin diálogo ni interacción no podemos concluir el proceso de
la alquimia, porque la alquimia siempre se trató de que las fuerzas
cedan su individualidad para crear algo más grande que ellas.
La creación representa
la integración de tus energías
El imán de experiencias proviene de la integración de tu energía
masculina y tu energía femenina, en su forma más elevada.
Antes de salir a concretar, salir a compartir, salir a generar,
tenemos que habitarnos. Antes de recibir tenemos que decons-
truirnos. Limpiar la información que se niega a experimentar aque-
lla realidad deseada. Esa información congelada y rígida que no
tiene vida pero ocupa espacio y no permite que lo vivo entre: la
falta de merecimiento, la desconfianza, las heridas a recibir.
Mis energías van a ser dos grandes aliadas para ese proceso.
211
La esfera que atrae y magnetiza es el corazón femenino, por eso
es importante que esté habilitado y despejado. Dar lugar a conec-
tar con el deseo más profundo, hacer espacio y lugar, conectar con
aquella vibración que ya está adentro para que la experiencia venga
a mí. Un corazón abierto puede conectar con el corazón de la vida
que está lista para ser materializada.
La energía femenina es como el llamado, la intención profunda.
El permiso para sentir. Tiene vínculos muy íntimos con los deseos,
con las pasiones, con todas las creaciones. Es nuestro corazón y
fuente de nutrición, sin esta gasolina, nada es sostenible. Sin esta
energía disponible y presente, no haremos pedidos claros. La infor-
mación será distorsionada y estaremos atrayendo experiencias que
no se relacionan con lo que queremos crear a nivel consciente.
Después, con nuestra energía masculina al servicio de esa
potente conexión, desarrollaremos la estructura suficiente como
para sostener las experiencias relacionadas con nuestro deseo. Se
enciende el fuego que da lugar a la acción. La potencia del inicio.
La energía masculina nos dará la cuota de realidad y madu-
rez que necesitamos para crecer sin límites. Nos aportará el sostén
necesario para transformar la atracción en creación. Para darle
forma a la vida invisible.
Por eso la comunicación, el diálogo y la relación de nuestras
energías es clave. Y la integración de ellas nos provee la capacidad
de tener un diálogo más directo con el universo, ser más claras con
lo que queremos y atraer aquello que tanto deseamos.
Entonces, entro en un estado de espera activa en el que mi
conexión sintoniza mi creación. Un espacio donde el vínculo de
mis energías genera gozo y placer y desde esa plenitud atraigo mi
propia creación, porque soy la creación.
Declararte canal de creación implica tener la certeza de que
todo lo que atraigas podrá ser sostenido por vos misma. Es enten-
der a un nivel más profundo que tu rol es permitir, habitarte y
pasar a la acción únicamente cuando tu creación te lo pida.
212
Hacerme cargo de mi poder y de mi rol en mi creación
213
representaba toda esa parte masculina madura, sostenedora,
poderosa y sabia con la cual yo no podía conectar porque la tenía
asociada a mi Padre humano. Entonces, no podría terminar de
fusionarme con ella.
Esto me permitió ver las exigencias que le ponía a él como per-
sona, inconscientemente le pedía que fuera la manifestación de esa
energía elevada a la cual yo no podía acceder.
Mi sueño insistía en que ese desorden empezaba en el plano
sutil, en mi inconsciente, por lo tanto, era ahí donde debería
comenzar y no forzando la relación en el mundo de la forma como
siempre había insistido en resolver.
Mi hermano Pato me ayudó mucho en la lectura e interpreta-
ción de este sueño.
De golpe, me sentí apoyada, empecé a ganar claridad, empecé a
decirle SÍ a esa unión. Empecé a sentirme penetrada por esa ener-
gía. Si no hubiera hecho esta separación, habría sido imposible,
porque es como sentirte penetrada por tu padre. Con el simple
hecho de considerar esa posibilidad aparecen emociones de ver-
güenza, culpa y mucha incomodidad.
Pero si lo ves en términos de energías no hay nada que genere
más placer que tener relaciones sexuales desde la madurez espiri-
tual, donde el resultado es gozo y creación.
Este fue un gran despertar para mí. Primero, separar la energía
masculina de mi padre, lo cual me permitió abrirme a la sabiduría
del masculino y volver a humanizar a mi papá, lo cual es un paso
clave para poder aceptarlo como es.
Fue un movimiento muy necesario para mí y no lo podría haber
hecho si no me hubiesen mostrado lo desordenada que estaba.
Un poco de historia: absolutamente todas las técnicas de crea-
ción, de respiración, técnicas para despertar energía sexual (ener-
gía creadora) hacen referencia a este movimiento ascendente que
va despertando tus centros de poder. En todas necesitamos de
nuestro SÍ interno y de nuestra completa rendición.
214
En las técnicas de Isis hablaban del Sekhem, esta energía que
asciende y que tiene el poder que hace que las cosas se eleven, en el
mundo del yoga hablan del despertar de la kundalini, que despierta
en la base de la espina dorsal y asciende encendiendo los centros
energéticos. En China hablan del despertar del ki, en Japón del chi.
Siempre en ascensión.
Cuando esta energía sube a la cabeza, estimula los centros ele-
vados del cerebro, la activación de estos centros genera la posibili-
dad de ver más allá de la dualidad, ver más allá del velo de la ilusión.
Todos estos cambios en el cerebro afectan la percepción. Y
cuando nuestra percepción cambia, nuestra realidad cambia. Ver
más allá es un acto creador.
215
• Visión: tu intuición va a ser estimulada por esta cantidad de
información y frecuencias que están entrando al haberte decla-
rado en estado de apertura y recepción. Hora de confiar en tu
propia sabiduría que se encuentra en sintonía con la sabiduría de
la existencia y animarte a ver lo que antes no veías. SÍ a ver. SÍ
a correr el velo de la ilusión, SÍ a ir más allá de tus sentidos. SÍ a
confiar en el poder de tu intuición y rendirte a ella.
• Expresión: el centro donde tu verdad se expresa. La coherencia
entre lo que recibís y lo que hacés, la forma que le das a todo lo
que está pasando a través de vos. Acá se encuentran la autenti-
cidad, la expresión única, tu propio canto, que es una respuesta
a todo lo que está entrando en vos. Es la música que sale a través
de la flauta, vos sos la flauta, quien la sopla es la divinidad, y el
resultado es una combinación única de ese encuentro sagrado.
• Nutrición: la fuente inagotable capaz de sostener cualquier
creación, la gasolina que necesitamos para sostenernos. Allí
donde las palabras se derriten, las excusas se evaporan y las
narrativas mueren. El corazón tiene la capacidad de leer lo que
estás necesitando a cada momento y bombear de acuerdo con
tu necesidad. Su sabiduría es infinita y, una vez que la desper-
tamos, los recursos de la mente dejan de hacer sentido.
• Ejecución: el hacer justo y orgánico. El desenlace final del pro-
ceso creativo, la fuerza que da forma, el centro donde reside el
poder personal, la toma de decisiones, que necesita estar ali-
neado al resto de los centros para que el gran baile pueda darse
en forma natural y no caer en la compulsividad. Es el hacer
solo cuando se siente el llamado, cuando se necesita de nuestra
intervención. Por eso es muy necesario agudizar la escucha y
la percepción para que el movimiento sea orquestado por la
sabiduría superior.
• Creación: la fuerza del inicio, la gestación, la fuerza creadora.
Donde toda vida, idea, se deposita para ser traída a la vida.
Allí donde se encuentra la fertilidad, donde todo florece, donde
216
yace nuestra energía vital, donde todo inicia. Un centro que
necesita calor, fuego para que la vida comience.
• Conexión: la conexión con la tierra, con la humanidad, con
nuestra parte animal. Es un centro sumamente importante y
que muchas veces queda de lado. Un centro que necesitamos
mantener activo y conectado. Encarnar el animal es funda-
mental para manifestar y crear, allí es donde todo comienza.
La finitud en el infinito
Cuerpo finito: decidimos encarnar en un cuerpo humano
217
Experiencia personal: fuego sagrado
218
expresado pueda hacerlo sin ser expulsado por tu juicio. Cuando per-
mitimos el movimiento de la energía/emoción, permitimos que tome la
forma que necesita sin necesidad de dirigirla: quizás sea una canción, una
danza, un grito de devoción. No sabemos qué es lo que la energía necesita,
no sabemos por dónde necesita moverse. Por eso necesitamos darle rienda
suelta y dejarnos sorprender por cómo nos guía hacia nuevas creaciones
simplemente asistiendo su movimiento.
219
Hacés lugar para que se quiera quedar y dejás partir aquello que
es hora de dejar ir.
Como toda creación, como todo renacimiento, necesitamos de
limpieza y destrucción para que nazca con fuerza y vitalidad. Es un
momento de mucha conexión, sos una con tu creación en potencia.
220
”No es un lugar seguro y definitivamente no es cómodo. Pero qué bien
se siente”.
La libertad y las hojas en blanco son imanes para las nuevas ideas.
221
idea, información, vida o energía va tomando forma y necesita
aprender a confiar en sí misma.
Esta etapa es clave en los cimientos de esta nueva vida, si nos
animamos a habitar a la madre y proveer ese contexto amoroso de
sustento y nutrición, el Ser que está naciendo podrá compartirse
con la certeza de su valor. Si nos quedamos en la niña, el proyecto
no cumple su propósito porque en lugar de trascendernos y usar-
nos para cumplir su función, nosotros lo usamos a él para ganar
reconocimiento, atención o amor afuera. Por ende, no podemos
terminar de soltarlo y le exigimos que sea lo que necesitamos en
lugar de que sea aquello que vino a ser.
Esta es una etapa de mucha conexión y despliegue de la ener-
gía femenina, por eso el arquetipo es la madre, la conexión con la
tierra. Y lo que se activa y se mueve es la confianza, la nutrición, el
merecimiento y el ciclo continuo de dar y recibir.
Es un momento de mucha intimidad en el que necesitamos
tiempo a solas para aprender a darnos lo que luego daremos. Nece-
sitamos sanar nuestros condicionamientos para que no se reflejen
en nuestra creación. Sana nuestra obra y sanamos nosotras. Esta
nueva vida vino a enseñarnos mucho más que nosotras a ella.
Nosotras somos el canal mediante el cual tomará vida. Todo lo que
nos damos, se lo damos.
222
En ese momento, recuerdo también haber pasado largos ratos en
soledad, maternarme mucho, tener muchas caminatas en la naturaleza
y comer saludable. Era muy respetuosa con mis rutinas y cuidados. Sabía
que era un momento muy especial de nutrir mucho mi canal. Me dediqué
mucho tiempo, mucha atención, mucha energía. Todos los días reconocía
un poco mi valor, y hasta hablaba con esta energía o fuerza que estaba
naciendo. Empecé a desarrollar un vínculo con mi proyecto. Le escribía car-
tas y sentía su fuerza en cada una de mis células. A pesar de que mi mundo
estaba patas para arriba nunca sentí tanto deseo de vivir y dar vida como
en ese momento.
En ese momento me propuse darle un poco de amor todos los días.
Escribía sin parar, aun sin compartir, pero de a poco iba ganando con-
fianza. Todos los días le dedicaba tiempo, lo visualizaba, lo llenaba de mi
energía y me abría a recibir la suya.
Cuando construimos una relación, así como en la naturaleza, empieza
a haber un ida y vuelta. Vos nutrís la semilla y esa semilla crece dando los
frutos justos que estás necesitando en ese momento. Es un vínculo de amor,
respeto y cuidado que es crucial para el crecimiento de ambas partes.
223
desplegarse sin miedo. Es un momento en el que la seguridad obse-
quiada por la madre se expone y es sostenida por el padre, por esa
solidez y esas ganas de dejarse ver; esa seguridad arrolladora de
que nuestra expresión vale. Es el resultado de haber sido atendida y
escuchada, es un dar desde el corazón, desde un compartir maduro.
En esta etapa se despierta el tema del propósito, el sentido, es decir,
compartir tu Ser con el mundo desde tu expresión única. Damos
un paso más activo en relación con lo que vinimos a hacer.
Es muy probable que en este momento también se presenten
movimientos con nuestro propio padre, porque lo que damos es lo
que recibimos. Por eso puede pasar que los temas que se desarro-
llen nos remitan a nuestra propia relación con nuestro padre en
nuestra niñez. También es una excelente oportunidad para desper-
tar a nuestro padre interno, que puede hacerse cargo de nuestras
necesidades y no teme a ser visto ni a exponerse.
Esta es una etapa muy asociada a la acción y al dar. Es muy
importante que sigamos dialogando con la madre, que mantenga-
mos el corazón abierto y que usemos el fuego de la acción para ser
extensión de todo lo que venimos viviendo. Es fundamental que
sostengamos la coherencia en cada paso que damos para que no
haya diferencia entre lo que sentimos y lo que creamos. Para que el
magnetismo se mantenga y la atracción femenina colabore en cada
acción. De esta manera, haremos menos y con mucha más potencia.
En esta etapa también podrán hacerse visibles los temas vin-
culados al dinero, ya que nuestra relación con la energía del dinero
está muy ligada a la relación con nuestro padre, tema que ahonda-
remos más adelante.
Es una etapa en la que necesitamos nutrir nuestro compro-
miso más que nunca. La fuerza de voluntad que no se desprende
del sacrificio, sino del corazón. Poner mi voluntad al servicio de
lo que veo, de lo que necesito, de lo que esta nueva vida me está
pidiendo. Comprometerme con mi propia coherencia, con mis
elecciones, con mi estilo de vida, con mi camino. La coherencia es
224
lo que termina de concluir el magnetismo en mi servicio y en cada
cosa que haga.
El peligro de esta etapa puede llegar a ser el caer en un perfec-
cionismo extremo o una rigidez agobiante, por eso la danza entre
todas las etapas es fundamental. Revisar que la energía masculina
esté al servicio de dar forma y no caiga en un rol de juzgamiento
que no le corresponde. Cada creación es un arte que va a requerir
nuestro compromiso y nuestra conexión con la experiencia pre-
sente tal y como es para poder leer lo que nos pide la creación a
cada momento. Crear se convierte en nuestra práctica espiritual.
Otra de las claves para esta etapa es la constancia. Se juntan la
paciencia y la intuición de la madre con la constancia y la determi-
nación del padre. Tenemos el equipo completo jugando a nuestro
favor. Necesitamos la paciencia para respetar el ritmo del proceso
creativo así como la constancia para nutrirlo. De la paciencia y
la constancia nace la confianza. La confianza y la certeza de que
ya cumplí, de que ya hice lo que me tocaba hacer y ahora me toca
acompañar a crecer. Me toca confiar en aquella vida que gesté.
Conectamos con la confianza un poco todos los días, sin pre-
sión, sin ahogar, sin especular. Simplemente permitiendo que el
proceso se desarrolle, que la idea me guíe. Acá es donde aparece
nuestro involucramiento, nuestro compromiso, nuestra disposi-
ción a hacer los movimientos que la nueva vida necesite. Movi-
mientos que me irán convirtiendo en la persona que mi idea
necesita para expandirse con fuerza.
Hay algo que tenés que saber. Muchas veces, lo que impide que tu mensaje
se expanda, que el alcance de tu servicio crezca es tu apego e identificación
225
con el resultado. Nos interponemos entre nuestro servicio y el mensaje cada
vez que esperamos que sea de una forma determinada, cada vez que cree-
mos que nuestro valor está en juego.
Eso hace que limitemos su campo de acción, que demoremos su cone-
xión. Tu servicio te eligió para ser canal, nace a través de vos, pero el
resultado no se trata de vos. Por eso, soltar siempre es un paso fundamen-
tal. Decirle SÍ a todo lo que quiere nacer a través de tu canal y confiar en
que el mensaje tocará el corazón indicado.
El ego quiere manipular el resultado para su propia conveniencia,
por eso, necesitamos correr sus intereses del medio. Obviamente, el ego es
necesario porque será la herramienta que te va a ayudar a darle forma,
pero todo lo que se genere no tiene nada que ver con él. Cuando damos o
compartimos desde el ego, todo carece de profundidad, el sentido se pierde
mientras busco un beneficio personal. Y recordemos que el universo res-
ponde al bien común. La única dimensión que vibra acorde con el bien
común es la dimensión del Ser.
El Ser comprende a la perfección las reglas de juego y el propósito de
tu servicio. Sabe rendirse, sabe relajarse y sabe soltar todo tipo de expectati-
vas. Por eso, no se trata de forzar sintonizar con el Ser, porque Ser es lo que
sos; se trata de aprender a correr del medio el ego, tu identidad, tu apego.
Despejar el camino entre tu servicio y su mensaje.
Siempre se trató de eso.
El mensaje quiere ser compartido, el servicio busca ser expandido.
Abramos el paso para que eso suceda.
226
Plantas
Las plantas son los únicos organismos que pueden producir su pro-
pio alimento. Son autótrofas, es decir, no necesitan buscar su ali-
mento como hacen los animales, sino que lo fabrican ellas mismas.
Para poder hacerlo necesitan: aire, agua, algunas sustancias que
hay en el suelo y la luz del sol.
La alimentación de las plantas tiene tres fases: la absorción de
agua por la raíz, la fabricación de la savia elaborada y el reparto de
la savia elaborada por toda la planta. Estas tres fases del proceso se
producen constantemente.
La raíz absorbe del suelo agua y minerales (savia bruta) y se
transporta a través del tallo hacia las hojas. Al llegar a las hojas se
mezcla con el dióxido de carbono con algunos cambios (savia ela-
borada). Este es el alimento de la planta.
Para que las plantas transformen la savia bruta en savia elaborada
es imprescindible la luz del sol. Este proceso se llama fotosíntesis.
Como producto de la fotosíntesis, las plantas desprenden oxígeno.
Puedo relacionar este proceso con la creación.
La fotosíntesis es alquimia pura.
La luz del sol es la fuente o el catalizador de todo el proceso.
La planta tiene que estar abierta y con espacio para recibir y
absorber el agua. (El proceso empieza con un recibir).
Recibe la savia (fuerza, idea o energía), la savia circula, inte-
ractúa (en nuestro caso se vincula con nuestras energías masculina
y femenina elevadas: el tallo es masculino y las hojas son femeninas),
dando como resultado la fabricación de la savia elaborada (energía
creadora más energía nutritiva). Esta savia luego se transporta por
toda la planta (circula por nuestro cuerpo) y como resultado de este
proceso de relajación y penetración se da el oxígeno (creación).
El oxígeno ayuda a que las personas puedan respirar (bien
común). La planta no controla ni dirige, simplemente permite.
227
Mis raíces van a determinar
la expansión que pueda experimentar
Son directamente proporcionales. La fuerza de la raíz y la flexibi-
lidad de la expansión.
¿Qué es lo que me sostiene? ¿En qué me apoyo? Si lo que me está
sosteniendo es una imagen, un vínculo o cualquier cosa externa a
mí, entonces mi expansión se va a ver retenida. Para expandirme
necesito raíces sólidas. Por eso, si estoy buscando expansión, antes
es necesario hacer una revisión. Una actualización de mi con-
fianza, de mi fe, de mi entrega.
Mi presente es un punto de inflexión. Es un equilibrio perfecto
entre lo que me dejo sostener y lo que estoy lista para dar. Cuando
damos, crecemos y a la vez recibimos.
Si salgo a dar sin ser sostenido, si me expando sin poder sos-
tenerme, el resultado será muy efímero. Voy a sentir que lo tengo
que controlar, que tengo que dar más de la cuenta, que nada es fácil.
Por eso, si me encuentro en este diálogo interno necesito fre-
nar. En lugar de que el foco esté en expandir, necesito llevarlo a
la raíz. Ordenarme, volver a centrarme. Volver a conectar con la
sabiduría que me sostiene, volver a sentir mis pies, sentir que me
puedo derretir y que voy a ser recibido o recibida. Es esa mezcla
entre flexibilidad y solidez que me permite pararme firme y a la
vez danzar con el ahora.
Y así, la expansión se da sola. No necesito buscarla, no necesito
forzarla. Simplemente tener la certeza de que puedo sostener mi
creación porque a la vez la vida sostiene mi corazón. Y en esa fe
ciega recibo mi expansión con apertura y convicción.
228
Me expando cuando recibo,
crezco cuando doy
Expandir y crecer no son la misma cosa. Cuando me abro a reci-
bir, me expando porque estoy desafiando los límites en todo mi
sistema. Estoy sanando mi herida de valor, recepción y aceptación.
Me estoy abriendo a nuevas posibilidades que antes eran impen-
sadas, estoy viendo nuevas rutas que nunca fueron transitadas.
Abrirme a recibir es sanar mi historia y toda la información que
traigo, es cultivar la confianza en la vida, en que tengo sostén y
en que merezco lo que deseo. Expando mi Ser deseante que se
enciende con la vida misma.
Para anclar el proceso de expansión, el dar es fundamental.
Cuando doy, crezco, porque integro, porque le doy forma a toda esa
expansión, llevo a la tierra el mundo sutil, anclo todo lo que recibí.
Cuando recibo, me lleno de energía para poder dar, por eso no
pueden ser separados ni aislados. Se retroalimentan mutuamente.
El recibir me conecta con un magnetismo que potencia mi dar.
Mi dar, a su vez, es la gasolina que luego me permite recibir más.
Encontrar el equilibrio entre estas dos cuestiones, estas dos
energías, estos dos valores es parte del arte de la vida. No siem-
pre es momento de crecer, no siempre es momento de expandirse.
Conocer el punto en el que te sentís cómoda, y a la vez te desafía.
Ahí donde a veces sentís los nervios de la expansión y a veces sim-
plemente disfrutás de tu creación.
Gracias, servicio, por mostrarme tanto. En este momento
estoy escribiendo este libro tan importante para todo mi proceso,
un momento en el que estoy expandiéndome mucho por dentro
porque está llegando el momento de dar. Un dar diferente a otros,
un dar que me da miedo, nervios, excitación y mucho amor, todos
indicios de que estoy llegando al límite y de que se viene un salto
en mi creación.
229
Capítulo 8
Estado de rendición y hacer magnético
Cambio de pensamiento:
resolver desde lo sutil
Estamos muy acostumbradas a salir a resolver, a accionar en el
plano material, a forzar los movimientos de energía desde un lugar
que drena. Desde lo denso todo lleva más tiempo y nos ancla en un
plano tiempo y espacio donde los movimientos cansan y deman-
dan esfuerzo.
Este capítulo trae una propuesta diferente: vamos a mover la
energía desde lo sutil y acompañar estos movimientos energéticos
desde la materia. Primero leeremos la información con la que veni-
mos, para ordenarla y traer claridad, y recién después actuaremos,
en caso de que sea necesario. A veces no lo es.
231
“La vida es un juego misterioso:
la única forma de ganar es rendirse.”
Gabrielle Roth
Ejercicio: viéndome
Antigua lógica
232
¿Qué busco en el reconocimiento? Un buen espejo. Busco defi-
nición. Necesito que ese espejo se mantenga y que me devuelva
algo que me gusta. Hago por una imagen, si el afuera me dice que
valgo, entonces le creo. Si eso no está, desaparezco.
Ni siquiera nos imaginamos lo doloroso que es sostener esta
información en nuestro campo, en nuestro cuerpo, en nuestro
corazón. Todo el tiempo alimentando patrones de insuficiencia y
reforzando el mensaje de que necesito mantenerme activo o activa
porque lo que soy no alcanza. Ver el dolor es parte del proceso, sen-
tirlo también. Voy a utilizarlo, rendirme a él para dejarlo ir y luego ir
más profundo para encontrarme con lo que está debajo de todo eso.
Nueva coherencia
¿Qué es rendirme?
233
revelarán qué es lo que necesitamos mover internamente para que
la energía pueda volver a fluir.
Necesitamos acecho. Estar alertas para escuchar, relajados para
dejarse penetrar, flexibles para ser parte del baile, y activar nuestra
sabiduría para leer el tiempo sagrado de la creación.
Permitir que las cosas pasen es lo que más cuesta. Permitirnos
el no hacer. El no control. No sentir que tenemos que ganarnos un
lugar en el mundo, no buscar ser merecedores, no buscar saldar
deudas. Como si debiéramos algo que no nos permite simplemente
observar y ser parte. Tan simple como eso. Destrabar esa infor-
mación que está en el campo sutil y la traducimos en sensación de
culpa por no estar haciendo.
El demostrar forma parte del viejo mundo, en el que para cana-
lizar teníamos que demostrar todo científicamente, para dar un
servicio teníamos que mostrar nuestros estudios, nuestros años de
trabajo. Esto está cambiando, se está actualizando, no tenés que
demostrar con esfuerzo lo que ofrecés. Eso es viejo y tiene que caer.
El buen servicio se hace con placer porque eso es lo que das. El pla-
cer es el nuevo esfuerzo. Hacelo con placer o no lo hagas. Y el placer
se obtiene aprendiendo a vivir en estado de rendición constante.
La verdad es que aprendimos todo al revés, y para volver a
empezar necesitamos comenzar por lo sutil, ordenar la informa-
ción. Construir una nueva lógica. Salir de un estado de hacer adic-
tivo y pasar a un estado de espera activa. Esta descripción que usan
los chamanes para describir al guerrero.
La espera activa es una mezcla entre estar en estado de rendi-
ción y hacer magnético.
Haciendo lo justo y siendo testigos de todo.
Rendirse es aprender a recibir sin interferir.
No ponerle mente a todo lo que está sucediendo. Muchas veces
cuando sentimos algo, enseguida queremos saber de dónde viene.
Cuando recibimos, juzgamos. Cuando no sabemos para dónde
ir, controlamos. Interferimos, nos ponemos en el medio de lo
234
que se está desenvolviendo delante de nosotros y bloqueamos el
mensaje.
Generamos una contracción en el fluir natural de la sabiduría
que quiere desplegarse. En vez de hacer una pausa, recibir, y per-
mitir que lo que esté sucediendo, suceda, empezamos a especular, a
querer entender, a ponerlo en una cajita para poder explicarlo, para
poder darle sentido y que nuestra mente se quede tranquila.
Por eso, recibir no es un acto mental, si bien la mente se abre y
permite, el que recibe es el corazón, porque es el que comprende a
nivel más profundo la sabiduría infinita y la impecabilidad de todo
lo que está sucediendo, el corazón no necesita entender porque está
conectado con el todo, es parte del todo. Comparte la información
de la perfección y de todo lo necesario para nuestra evolución.
Pero si buscamos entender, el mensaje no puede hacerse ver.
Cuando presionamos, contraemos, y no permitimos que la energía
circule. Para evolucionar, necesitamos entrar en contacto con el
flujo de información, de energía, de vida. Necesitamos aprender a
bailar con nuestra respiración al ritmo de la sabiduría única.
Recibir sin interferir es abrirle la puerta con cada una de nues-
tras células a lo que hay enfrente de nosotros, a lo que sentimos, a
lo que vivimos, a lo que elegimos, y dejar espacio para que lo que
sea, sea.
Así de simple, así de complejo. Ir más allá de nuestros pensa-
mientos y conectar con la sabiduría del momento.
Solo podemos recibir el placer conectados al momento pre-
sente. Solo podemos no interferir cuando estamos en el momento
presente. Allí donde no hay preocupación, no hay juicios, no hay
proyecciones ni pensamientos acerca del futuro/pasado. Ahí,
cuando miro a la vida a los ojos, cuando acepto el momento junto
a todo lo que me está dando, cuando veo a la vida detrás de la vida,
detrás de los eventos cotidianos. Ese momento. Me abro a recibir
a la fuerza invisible y me dejo penetrar por ella disfrutando del
misterio y de estar colaborando con él.
235
No tengo que hacer nada más que no interferir y abrirme al
placer. En esa combinación se despliega un magnetismo único que
tiene que ver con nuestra energía, con lo que somos. Cuando la
mente y su control se corren, lo que es aparece. El disfrute de poder
saborear el milagro de la vida y sentirme parte de ella.
236
Siempre se trató de encontrar el equilibrio entre los dos mundos,
el sutil y el material, el visible y el invisible, el interno y el externo.
La fuerza y la forma. La actividad y la inercia.
Eso lo hacemos a través del hacer magnético, él es el conector y
arquitecto de lo que ya quiere ser manifestado.
Parecido a los movimientos intuitivos que impulsan el cuerpo
a moverse, fuerzas, ondas y frecuencias que entran a través de
la música a tu cuerpo, resuenan con lo que ya hay adentro y eso
desemboca en el movimiento de ciertas partes para acompañar lo
que se está recibiendo. Sin esfuerzo, natural, siendo extensión del
movimiento del mundo interno, alineándolo a la fuerza externa.
El cuerpo acompaña con acción intuitiva, que va a depender de la
energía con la cual interprete lo que está recibiendo. Se deja llevar
y mover a un ritmo natural. Por eso, cuanto menos estemos identi-
ficados con nuestra identidad, más podremos leer la fuerza que nos
está atravesando y hacer el movimiento justo que nos está pidiendo.
El hacer magnético es la fuerza sin esfuerzo que se encuen-
tra completamente conectada con la sabiduría universal y que trae
consigo un placer, bienestar y disfrute absolutos. Es el hacer com-
prometido con la esencia de la vida.
Slow motion
Para que esto suceda hay algo fundamental que tenemos que empe-
zar a incorporar en una sociedad en la que la inmediatez es un
valor, en la que nuestra atención se dispersa cada vez más rápido,
en la que la tolerancia cada vez es menor, los cursos cada vez más
cortos y los tiempos de reflexión son reemplazados por tiempo en
redes sociales: aplicar el slow motion.
Para poder leer el comportamiento de las fuerzas, para poder
desapegarnos de los contenidos internos que despiertan, para
poder reconocer cuándo es el momento de actuar y cómo lo voy
237
a hacer, necesito ralentizar mi vida. Tomarme el tiempo de entrar
en contacto con la situación, entrar en un diálogo profundo con la
vida y percibir los vientos del universo. Realmente necesito apren-
der a vivir a otro ritmo, estando muy conectado y conectada con el
momento presente, rindiéndome a él y entendiendo que cada vez
que mi atención se va, me desconecto. Y desde la desconexión no
podemos alinearnos a los ciclos del universo, tampoco podemos
hacer de forma orgánica ni rendirnos, porque realmente no esta-
mos ahí. La atención es poder, y por eso es tan importante que
aprendamos a dirigirla hacia el presente una y otra vez, enseñarle
a quedarse, a no dispersarse, a ser nuestra aliada. Claro que es un
entrenamiento, y cada situación a la cual te enfrentás es una opor-
tunidad para aprender, para elegir, para rendirte. Podés empezar
donde estás y ponerlo en práctica las veces que lo desees.
238
construcciones que nos defienden de nuestra propia profundidad y
del miedo a ser invisibles. Si el espejo me dice que voy bien, enton-
ces no tengo de qué preocuparme.
Pero llega un momento en que esa desconexión se siente y se
cuela en mis creaciones. Todo mi hacer y mis pensamientos van a
estar cargados de esa vibración. De esos pensamientos de compe-
tencia, de soledad inventada, de sacrificio. Todo eso es producto de
estar experimentando la desconexión. Me siento sola, sin apoyo, y
la única forma de lograr es haciendo. Y el resultado refuerza mis
propias creencias.
Por eso, antes de salir a hacer, a buscar, a crear, nos tenemos que
recordar y dejar penetrar por esta conexión al ritmo único y univer-
sal. Eso es lo que cambia el motor de nuestra búsqueda. El hacer pasa
a ser secundario, lo único que quiero es experimentar esta conexión.
Ya después no necesito hacer tanto porque atraigo las expe-
riencias que se alinean a esa plenitud.
Entonces no se trataba de hacer, sino de alinearse. Tu energía
te lo va a agradecer, era mucho el esfuerzo por sostener un espejo
que estaba destinado a caer.
Gracias, eclipse, por sacudirme toda la estantería y mostrarme lo
que ya no era compatible con este momento. Gracias por mostrarme
una nueva forma de relacionarme con todo siendo parte de todo.
Desde acá quiero salir, desde un hacer magnético, desde una
rendición orgánica.
Quiero que mis relaciones con todo se basen en eso. Quiero
llevar esta ecuación a las bases de mi creación.
239
energía masculina, y si habitamos el no hacer, el descanso, nos
pasamos a nuestra energía femenina. Esta nueva propuesta sugiere
vivir nuestras energías de manera integral, sin exclusión ni pola-
ridad. No esperar a descansar cuando estás en modo no hacer y
no negarte el placer cuando hacés. Es encontrar el equilibrio y la
fórmula perfecta para habitar tus energías estés donde estés.
Tus energías son bienvenidas dondequiera que vayas. Tenemos
que dejar de disociar el trabajo del servicio y el placer. Es todo uno.
Puedo gozar mientras hago, porque estoy abriendo una posibilidad
para explorarme en el hacer, puedo abrirme al amor, al placer que
me trae ser canal de lo que está queriendo manifestarse. Y a la vez
puedo transferir todo eso al mundo material. Estoy en un modo en
el que recibo, sostengo y luego hago. Y en esa ecuación hay lugar
para mis dos energías. De este modo, lo que hago no me carga.
Porque a la vez hay lugar para descansar en la pasividad de reci-
bir, estoy recibiendo y a la vez dando. Tengo mi corazón abierto
y activo. Mi actitud es vital y a la vez relajada. Como la respira-
ción que tenía cuando nací, que interactuaba de manera perfecta y
armónica con la vida.
La exigencia será siempre una señal de que me desconecté de mi
ritmo natural. Ahí solo me queda volver a respirar, alinearme nue-
vamente al ritmo que me propone la vida, que a la vez me devuelve
al mío porque no hay diferencia.
Fue un gran despertar cuando empecé a sentir placer y amor
en el hacer. Mi servicio se volvió un canal más poderoso porque
mis dos energías estaban en él. Ya no me polarizaba, ya no frag-
mentaba mis energías de acuerdo con el trabajo o el descanso. Por
eso dejé de usar la palabra trabajo para reemplazarla por servicio.
Trabajo me trae connotaciones de sacrificio, esfuerzo y entrega.
De esa entrega que no recibís nada a cambio, solo un valor econó-
mico mensual por lo que das. En cambio, en el servicio no hay una
entrega, sino un intercambio real, en el que me abro a ser canal y
ahí ya estoy recibiendo. Me abro al gozo y al placer en el hacer, al
240
amor en el sostener y a la felicidad de dar. Estoy en el equilibrio
perfecto entre el rol pasivo y activo. En el hacer justo, en la rendi-
ción perfecta. Y es así como elijo vivir mi vida, en ese estado todas
las veces que pueda hasta que se vuelva mi estado natural. Ese es el
estado de mi libertad.
241
esperando o hago especulando, genero karma en mi acción, genero
desórdenes energéticos, deudas invisibles que tiñen todo lo que
hago. Por eso el servicio es del corazón, hacer por placer, por dis-
frutar al expresarme, independientemente de cómo esa acción sea
recibida.
No sabemos dar con el corazón porque enseguida aparece el con-
trol, empiezo a querer saber cómo mi acción va a ser recibida, tiendo
a mirar los resultados, y eso nos aleja del disfrute y del propósito.
Hoy renuncio a los frutos de mi acción, voy a seguir compartiendo
todo lo que haga desde este lugar. Desapegado y comprometido a la
vez. Con mucho orden en mi relación de dar y recibir. Limpiando el
canal, afinando mi nota musical y disfrutando sin parar.
242
Entrelazamiento de fuerzas
243
estancada o roca que está siendo iluminada para ser integrada, y a
la vez voy a comprender los vientos de la vida más allá de mi propia
proyección.
Una vez que puedo ver el panorama completo, voy a retirar mi
atención del aparente obstáculo, voy a alinear mi voluntad con lo
que la vida está queriendo conversar conmigo y voy a usar aque-
lla energía para mover las rocas que no me estaban dejando ver
con claridad. Ese es el río espiritual, y para que fluya tenemos que
hacer el trabajo.
Un ejemplo de esto podría ser una persona surfeando en el
mar. Antes de entrar, analiza los vientos y las corrientes, observa si
hay un canal para aprovechar su impulso y entrar más fácil, y por
último se posiciona en el lugar justo para agarrar la primera ola.
Cuando la ola viene (la fuerza de la situación), la persona puede leer
perfectamente hacia dónde va y usar esa información para apro-
vechar esa fuerza para su beneficio. A veces ni siquiera tiene que
remar tanto, simplemente estar en el lugar indicado en el momento
justo y dejarse llevar por la misma fuerza.
Cuando aparece la ola, puede pasar que contenidos internos
despierten, por ejemplo, miedo, ansiedad, etcétera. Si la persona se
queda muy identificada con estos contenidos, la ola la pasará por
encima. En cambio, si a través de su respiración retira la atención
de esos miedos y vuelve su atención a la situación, puede alinear su
voluntad a la voluntad del mar, que es simplemente fluir. El miedo
desaparece en el momento en que le retira la atención y se deja
identificar con él.
Este ejemplo aplica para cada situación de nuestra vida.
Relajación: otra parte fundamental en la ecuación, mientras
practico mi atención y mi voluntad, es buscar el estado de rela-
jación. No me opongo, no controlo, no interfiero. Todo es bien-
venido, y yo solo me relajo para que el río pueda seguir fluyendo.
Seguramente se despierten contenidos muy profundos y relajarse
sea un desafío, sobre todo por aquellos contenidos que guardan
244
demasiada energía y fueron almacenados en el cuerpo con contrac-
ción y dolor, porque cuando se despierta el contenido también des-
pierta la memoria. Por eso, es importante que tengamos presente
esta información y que siempre busquemos la relajación.
Vivir la contracción con relajación es completamente sana-
dor y una gran reprogramación. Hacer fuerza contra la fuerza es
absurdo. En cambio, relajarme en ella es tremendamente poderoso.
245
Confianza
246
después de ver más allá de tus “no puedo” y de tus exigencias y miedos.
La confianza como estado de ánimo, como portal al nuevo campo
de todas las posibilidades, como frecuencia vibratoria. La confianza
tiene una altísima vibración y poder de magnetismo porque no hay
diferencia ni espacio entre lo que sé y lo que sucede.
La confianza es el truco de magia de cualquier mago, es la carta
que todos queremos tener. La llave a nuevos mundos. Y sobre todo,
la llave a confiar en la vida, en las personas, en el universo, en
tu poder. Una vida sin confianza es solitaria y desgastante. Impo-
tente. Exigida. Por eso, no importa dónde estés, no dejes nunca
de elegirla y recordarla. Si no estás pudiendo conectar, quizá haya
alguna resistencia que esté haciendo interferencia.
Buscala, escuchala, trascendela. Porque la vibración de ese NO
está impidiendo esta gran conexión, y a veces, esas resistencias
también son puertas; porque cuando me comprometo con el gran
SÍ, me doy cuenta de todo lo que puedo, y ese es el campo de la con-
fianza. Y después de tantas batallas ganadas, viene para quedarse, y
esa es una victoria para celebrar. Un triunfo de la guerrera interna
que dio un salto en su poder de crear.
Cambió el esfuerzo por la confianza. Una ecuación mucho más
efectiva y poderosa. Ya no se trata de hacer más, sino de confiar en
lo que tengo para dar.
Ahí cambia el “desde dónde”, cambia mi frecuencia y atraigo a
mí experiencias acordes con mi nueva vibración.
La confianza es la que le da la actividad y la profundidad al
hacer. La confianza es un atributo del Ser.
Mientras escribía este capítulo estuve con algunos temas de salud, me visitó
un virus que se encontraba expandiéndose bastante por el mundo y debo
confesar que fue bastante transformador. Realmente lo sentí como una
247
reprogramación, como una reestructuración en todo mi sistema, especial-
mente en temas relacionados con todo lo que vengo hablando en este capítulo:
la velocidad a la que vivo, la dificultad para rendirme, y el “desde dónde”
de mi hacer. Sumado a la confianza y al soltar que completan el combo. Si
bien eran temas que venía estudiando, trabajando y observando de manera
exhaustiva y profunda, esta situación me llevó a dar un paso más.
Todo mi mundo externo se frenó, los síntomas físicos me obligaron a
hacer reposo, y en esa pasividad y silencio interno y externo pude empezar
a ver más. Empecé a entender el funcionamiento de las fuerzas, empecé a
ver a mi pareja de otra forma, empecé a vivir más lento. Y esa presencia
me ayudó a comprender lo desconectada que en verdad estaba.
Todo mi punto de vista se corrió. Ya no era solo yo, no solo estaban
mis proyecciones, sino que pude ver todo el entramado, toda la circulación
de fuerzas a mi alrededor, veía el mar y entendía su pulso, conectaba con el
mío y, al rendirme, veía cómo se alineaban.
También me di cuenta de lo que verdaderamente me costaba ren-
dirme, entendía el concepto en la teoría, pero no sabía cómo llevarlo a la
práctica, realmente mi tendencia al hacer y a vivir al ritmo de mi marte
en casa 1 en mi carta natal eran muy fuertes. Por eso, fue todo un entre-
namiento. Fueron días de ponerme a prueba más de una vez.
Pedí con mucha fuerza que me ayudaran y me enseñaran a rendirme,
día a día iba recibiendo nuevas pistas que me aparecían de la nada como
si alguien las hubiese implantado en mi sistema, yo sonreía agradecida
porque sabía de qué se trataba.
La primera fue: presencia, un llamado a volver a habitar mi cuerpo,
a entrar en contacto con cada célula, sentir mi energía desde adentro,
recuperar la atención que suelo dispersar. Simplemente tomarme momen-
tos de estar presente. Siempre que estamos presentes en el presente nos
rendimos un poco. La segunda fue el ralentizamiento, realmente vivir
en cámara lenta. Si reaccionamos o no miramos, no hay forma de que
podamos ver la interacción de las fuerzas, no hay forma de que nos
desidentifiquemos de lo que pasa en nuestro interior para no proyectarlo
constantemente, no hay forma de dejar entrar a la vida, no hay forma de
248
abrirnos a recibir. Por eso la cámara lenta fue fundamental y me dediqué
a practicarla todos los días.
La tercera y la cuarta fueron: relajación y no resistencia, no
importa qué es lo que vea interna o externamente, es necesario que mi
sistema se encuentre relajado para así poder alinearme al orden natural.
En la relajación no hay control, y donde no hay control hay rendición.
La no resistencia me mantiene abierta a no juzgar absolutamente nada
de lo que pase tanto en mi interior como en el exterior, por eso va de la
mano de la relajación. Entonces, sin darme cuenta, estaba entendiendo
las claves para rendirme. Parecen simples y su naturaleza lo es, el tema es
que estamos muy programadas para hacer todo lo contrario por eso, es tan
necesario concientizar estas pautas y llevarlas a la práctica todos los días.
Nuestros sistemas nerviosos no saben todo esto que les cuento.
Para mí fue extremadamente revelador y sentí la reprogramación en
cada una de mis células. Sentí que esta pausa vino a transformar absolu-
tamente todas mis formas de vida, agradecí mucho ese proceso.
249
Dónde estás viendo para que la vida se transforme, para poder
verla y vivirla en cámara lenta. Cuando estamos en cámara lenta
tenemos tiempo para tomar decisiones, todo se vuelve más claro,
la reacción no es opción, tenés todo el tiempo del mundo, no vas
apurado, podés percibir el ritmo de la vida. Podés ver y dejar entrar
a las fuerzas, y entonces, recién ahí, aprendés a recibir, resignificás
tu dar. No te apegás a ninguna expectativa o preferencia porque
entendés que cuando tu voluntad interfiere, te nublás, te privás de
usar todo el poder que en verdad tenés. Un poder que se hace visi-
ble cuando empezás a comprender que formás parte de una red
dispuesta a darte todos los recursos para desplegar tu potencial.
Pero para que eso suceda, tenés que aprender a alinearte, a escu-
char y a ver un poco más allá.
La visión periférica se entrena y se logra cuando movemos
nuestra percepción, ampliamos nuestra conciencia y entramos en
una nueva intimidad con el mundo invisible, y para ese encuentro
necesitamos entrenarnos para ir más lento.
¿Dónde estás viendo? Hacete esta pregunta las veces que quie-
ras y usala para tu propio entrenamiento, para tu propia actuali-
zación. Te vas a sorprender de cómo dejás de reaccionar, empezás
a descansar más, lo urgente pierde sentido, y vas a asombrarte de
cómo lográs más haciendo menos, porque lo que hacés tiene la
fuerza de fuerzas, la fuerza sin esfuerzo, una fuerza capaz de mover
montañas. Una fuerza que no conocemos porque no responde a
nuestra lógica humana, una fuerza que está disponible para todo
ser que quiera despertar a ella.
La verdadera rendición
250
comprenderlo a nivel conceptual y estaba muy comprometida con
mis prácticas, pero todavía me costaba llevarlo al cuerpo, si bien
había avanzado mucho, no lograba terminar de rendirme del todo.
Tengo una personalidad bastante hacedora, y me di cuenta de que
necesitaba una completa reprogramación para poder habitar los
contenidos en el cuerpo, para verdaderamente encarnar aquellas
claves que había recibido. Por eso, empezaron días de observación
exhaustiva y de darme ratos de no hacer nada. Recuerdo que fui a
una playa cerca de casa y le pedí por favor al mar que me enseñara
a rendirme, que me mostrara cómo hacerlo. Para mí el mar es el
que tiene la maestría de la fluidez.
Dejé el pedido en el viento y me comprometí más fuerte.
Empecé a tomar pausas más largas, a pasar el tiempo mirando el
techo, a entrenarme en el arte del no hacer, a ralentizar mi mente,
a enseñarle otra manera de vivir alineada al ritmo natural.
Cada vez que aparecía una resistencia, la respiraba, la atrave-
saba con mi conciencia y con mi relajación. No siempre me fue fácil,
pero estaba muy determinada a encarnar la sabiduría que recibía.
En estos casos, me di cuenta de que también hay que tener mucho
cuidado porque la misma exigencia que me producía el hacer, fácil-
mente se podía transformar en exigencia al no hacer. Por eso, no se
trataba tanto de forzarme a la inactividad, sino de transformar la
conciencia que se encontraba detrás de la acción.
Mientras escribía, evoqué un escrito que tenía que me recor-
daba a este momento. En aquel momento andaba viviendo algo
parecido, claro que somos seres cíclicos y los aprendizajes nos lle-
gan en espiral, vemos los mismos temas con diferentes capas de
integración y profundidad, por eso llevar un diario del proceso
puede ser muy útil. En mi caso, guardo todas mis inspiraciones, y
cuando vivo ciertas cosas es como si alguien me soplara al oído a
qué escrito volver. Y entonces me leo a mí misma y es como si me
estuviera adelantando a lo que voy a vivir. O como si el tiempo no
existiera y es mi yo de ahora quien le está dictando a aquella Sofi
251
las palabras que luego va a leer. Nunca lo sabré, pero confió tanto
en el poder de la interconexión que tampoco necesito saberlo todo,
eso también es parte de rendirme.
252
Gracias, Sofi, porque si hay algo que estoy confirmando es que
cada vez que soltamos el control y nos rendimos, morimos un poco.
Muere aquella parte que se siente separada, muere esa identifica-
ción que cree estar al mando, muere un aspecto de tu personalidad
con fanatismo por controlar. Por eso, no es que nos rendimos solo
una vez, nos rendimos a cada momento, a cada experiencia, una y
otra vez. Rendirnos como estilo de vida, como estado del Ser. Ren-
dirnos como única posibilidad de adentrarnos en la profundidad.
253
lugar, decidiendo inhalar y a la vez rindiéndote cada vez al exhalar.
Ese es el estado perfecto para crear, sanar, canalizar. Conectadas al
ritmo natural, al viento original, siendo un movimiento dentro de
otro gran movimiento. Esa es la verdadera rendición.
Cuando estamos conectadas, ya no vamos apuradas, no esta-
mos tarde, no estamos temprano. Siempre estamos justo a tiempo.
254
Capítulo 9
Abundancia
255
es que no estaba pudiendo crear mi realidad; no estaba pudiendo
explorar la abundancia que sabía que tenía, la abundancia que sabía
que yo era. Estaba frente a esa famosa pared.
De golpe, me puse a respirar todo lo que me estaba pasando,
abrí un diálogo con mi cuerpo, como siempre lo hago. Cuando se
trata de nuestra respiración, no hay muralla que aguante ni pared
que resista, lo que tenga que aparecer, lo hará sin piedad.
Durante la respiración sentí una desvalorización muy pro-
funda. Se me apareció papá, el hecho de no ver el valor de lo que
pudo dar, se apareció mi Ser, vi el no valorar lo que tengo para dar.
Después, el masculino en general. Se me aparecieron todas las des-
valorizaciones, todas las veces que no valoré una a una.
Mi Ser era una presencia enorme que yo ni veía.
Nada es suficiente cuando no se valora lo que se recibe.
Verlo dolió, pero fue necesario para destrabar la fuerza del
valor.
Todo vale. Detrás de cada objeto, de cada vida, de cada acción, hay
un valor.
Antes de que aparezca el juicio (que habla de vos) hay una
oportunidad de conectar con la frecuencia del valor. Una frecuen-
cia que tiene que ver con la energía de aquella acción. Ahí donde se
juntan la intención y tu propio amor. La energía de lo que recibís
más tu aceptación.
El mensaje fue claro, la frecuencia del valor es la frecuencia de
la abundancia. Lo que les da sustento al dar y al recibir es el valorar.
Valoro lo que doy, valoro lo que recibo y eso lo multiplica. El valor
es una cara del amor, y por eso tiene una muy alta vibración.
Valorar mi cuerpo, mi Ser, mi tiempo, mi servicio. Lo que doy
refleja la conciencia de mi propio valor.
256
Date tiempo para integrar lo que recibís antes de empezar a
juzgarlo. En el espacio entre lo que recibís y tu primera reacción
está la oportunidad de ver el valor. Cuando lo juzgás, te perdiste
la oportunidad de valorar ese recibir (y ese dar). No pudiste soste-
nerlo en el cuerpo, resbaló por tu propio canal, le cerraste la puerta.
Las expectativas a veces son herramientas de la víctima. Están
diseñadas para no cumplirse y mantienen activa la queja. Me digo
a mí misma que no puedo, me pongo un estándar incumplible y
refuerzo aquella creencia.
Entrar en la frecuencia del valor barre los condicionamientos
acerca de lo que recibimos, y, a la vez, nos abre a oportunidades que
antes no veíamos. Si valoramos nuestro trabajo, atraeremos gente
que lo valore. Si valoro mi salud, voy a vibrar en gratitud. Si valoro
a quien tengo al lado, voy a poder ver la abundancia de lo que tiene
para dar.
Valorar es la nueva forma de amar, pero no se puede dar si no
lo encarnás.
Ver el valor, valorar es un don. Es ver el poder de lo invisi-
ble, es ver los hilos que lo hicieron posible. Es ver el amor en cada
acción. El valor no se percibe con los ojos, sino con el corazón.
Por eso, solo se puede valorar con el corazón abierto, y es cierto
que valorar es una decisión. Sin el valor, el dar y el recibir no tie-
nen sentido. El valor trae orden y alta vibración a esta ecuación.
257
Crecés al compartir y te expandís al recibir.
No temas soltar lo que ya caducó. Lo que sea que des, hacelo
desde el corazón porque estás invirtiendo en tu evolución.
Y cuando veas que estás apegada, respirá y decite: “Invierto en
mi bienestar”.
Desde esa energía, todo lo que salga y vuelva a vos va a ser acorde
a esa vibración.
Porque sin darnos cuenta, en aquel dar estamos haciendo pasar
la fuerza del amor.
El dar está relacionado con la energía masculina, con el accio-
nar. Tu relación con el dar puede estar muy relacionada con tu rela-
ción con el masculino, y esto es una pista para empezar a ordenar.
No podemos dar sin recibir, sin abrir nuestro corazón, porque
de lo contrario cada vez que demos nos vamos a vaciar, nos vamos
a drenar. Porque el canal está bloqueado, por ende, no estoy dando
desde el corazón, desde mis raíces, sino desde un lugar donde te
doy y espero que me lo devuelvas porque me voy a quedar sin. Y
eso se siente mucho a nivel inconsciente.
En cambio, si logro entender que nunca me vacío cuando amo,
veré que cuando doy con el corazón, entro en la frecuencia de la
abundancia. Donde doy para expandir ese amor que estoy sintiendo
en mi corazón. Abro el canal mediante el cual recibo y después doy,
transformo la pasividad en acción, y eso genera expansión. Doy
desde un lugar donde soy canal, entonces no te estoy dando una
parte de mí, te estoy compartiendo la energía que pasa a través de
mí. Una energía infinita que viene de la fuente. Como si resbalara
a través de mí y estuviera destinada a ser entregada. Puedo sentir
esa sensación de amor y bendición de ser canal de esa frecuencia de
altísima vibración.
258
Experiencia personal: siendo canal
259
la existencia misma. Pararnos en nuestros pies, sentirnos merece-
doras, animarnos a ocupar nuestro lugar en el mundo.
Estamos en un espacio de lo más generoso, somos nosotras
quienes nos negamos a recibir por no querer hacer el trabajo de
exponernos, de mostrarnos, de crecer.
Exigimos que nos vean mientras nos escondemos detrás de lo que
no podemos, y en ese discurso incoherente nada ordenado puede llegar.
Por eso para recibir no solo hay que abrirse, sino que hay que
animarse a mostrarse.
No sentirnos vistas nos lleva a alimentar cuentos de incom-
prensión, de que no pertenecemos, de que no valemos. Nos lleva a
seguir alimentando a la niña que quiere que le digan lo especial que
es porque no puede sentirlo por sí misma.
Entonces nos encontramos frente a un desafío en el que desea-
mos que nos miren, y a la vez no nos mostramos, no nos expone-
mos. Nos aislamos y mantenemos el corazón cerrado. A través de
este comportamiento, que es una defensa a nuestro propio deseo,
nos alejamos cada vez más de lo que en verdad queremos. No hay
forma de que podamos recibir si mantenemos cerrado el corazón.
Dejarse ver también implica ponerles fin a nuestros propios cuen-
tos y hacernos cargo de nuestro propio deseo: recibir esa mirada y
esa pertenencia que alguna vez nos faltó.
Un deseo que no puede satisfacerse en el exterior.
La abundancia se encuentra
atravesando la soledad
El sentimiento de soledad es muy humano. Si realmente fuéramos
conscientes de la red que formamos y de las uniones invisibles que
traemos, nunca nos sentiríamos solas. Al ego le gusta sentirse solo
para poder justificar su sufrimiento y seguir alimentando dinámi-
cas disfuncionales basadas en el miedo.
260
La abundancia se encuentra del otro lado, atravesando nuestros
miedos y llegando a la certeza de que somos un movimiento dentro
de un gran baile. Tengo todo lo que necesito en el momento que
necesito. No hay necesidad de apegarme a personas, cosas materia-
les, profesiones o nada que se le parezca. La fuente de abundancia
se encuentra dentro de mí y se traduce en mi poder de creación. La
conexión derrite el aislamiento.
Todos mis vínculos empiezan a cambiar cuando me conecto
con la abundancia interna, ya no nacen desde un lugar de necesidad
o para que mi ego se quede tranquilo, sino para compartir todo lo
que hay en mí y recibir lo que hay en vos.
Experiencia personal:
encuentro íntimo con la soledad
Me acuerdo de una vez que me encontré de frente con mi soledad. Ese
momento me marcó para siempre. Estaba en Perú en 2017 haciendo un
viaje enfocado en el chamanismo. Después de hacer un ejercicio en el que
me tocó soltar completamente el control y sentirme sostenida por el viento,
después de experimentar una de las sensaciones más gloriosas en esta vida,
como suele suceder, toqué uno de los miedos más profundos que había en
mí. Generalmente, cuando estados tan elevados despiertan en nosotros,
todo aquello que no es compatible pulsa por salir, se hace visible, palpable,
no entendemos qué es lo que pasa, pero es justamente lo que tiene que pasar.
Empecé a sentir una soledad que nunca había sentido antes, empecé
a llorar sin parar, con mucha angustia y congoja, realmente no podía
parar. Me estaba sintiendo desbordada por una emoción de soledad galo-
pante, sintiéndome muy poco especial, poco importante y muy sola en
este mundo. Descubrí un lugar en mí de mucho sufrimiento, donde me
separaba del mundo y eso me generaba mucha desolación. No entendía de
dónde venía todo eso y ningún esfuerzo por esquivarlo podía frenarlo. Me
transformé en una catarata de angustia por un largo tiempo.
261
Todo eso que apareció era mi miedo a la soledad, la separación hecha
emoción. Con mucha crudeza, también me mostraba cómo me vincu-
laba con las personas para sentirme especial y no sentir todo ese miedo
y angustia que en verdad sentía. Miedo a quedarme sola, a que nadie me
quiera, miedo a no ser suficiente. Todos miedos de mi ego que se escondían
en los vínculos y en la búsqueda constante de ser especial e importante.
No puedo explicar la libertad que sentí cuando todo eso se hizo visi-
ble, qué tortura sostener vínculos desde ahí. Qué agotador, qué pérdida de
energía.
También fue un alivio completo porque me encontré de frente con mis
miedos más profundos, y mi cuerpo experimentó que todo estaba bien con
eso. Mi peor pesadilla se me vino encima, y yo al final solo podía sentir
alivio.
Sentí cómo toda esa densidad salía de mi cuerpo y de a poco empe-
zaba a regenerarse. De golpe mis vínculos perdieron peso y mi relación
con la abundancia se transformó. Nunca había asociado la abundancia
con el miedo a la soledad. Pero la realidad es que para conectar con nues-
tra fuente abundante necesitamos conectar con los miedos que nos separan
de ella. Trascender los miedos del ego se convierte en el camino para sin-
tonizar con la abundancia que somos.
Sobre todo porque también estos son los momentos maestros que nos
enseñan a dejar de actuar como individuos aislados, nos abren la posibi-
lidad a trascender todo tipo de separación y sentir en lo más profundo de
nosotros, que somos parte de algo más grande. Nos permiten trascender
nuestra identidad, volver a empatizar, a valorar, a ponernos en el lugar
de otros puntos de vista, perdemos el miedo a dejar entrar. Volvemos a
trabajar en comunidad, nos abrimos de otra forma. Son las caras de la
abundancia que nos ayudan a entrar en su campo y sentir cómo nos reco-
rre de a poco. Una vez más, el miedo no se interpone en tu camino, porque
trascender tus miedos es el camino.
262
Necesitamos exponernos a momentos en los
que sentimos soledad para dejar de huir de ella
Tu mejor amiga que justo no llegó,
tus familiares que no llamaron cuando necesitabas,
tus vínculos de confianza que no responden.
Tu tribu que está sin conexión.
Ese momento en que parece que el mundo se te está viniendo
encima.
Que no podés aguantar tanta soledad y el mundo solo te recuerda
lo sola que estás.
Ese momento. Tan desolador que cuesta sostenerlo en el cuerpo.
Te pesa el corazón, te sentís tan chiquita, tan poco especial.
Ese momento.
Está completamente digitado y orquestado por una sabiduría
superior.
Necesitamos vivir los vacíos de los cuales nuestra mente nos
defiende.
Necesitamos tocar ese espacio de nada. De incomprensión, aban-
dono, traición.
Porque al final, de eso es de lo único que escapamos.
Y cuando dejamos de huir y los habitamos,
claro que duele, pero ya no nos tienen.
Y así vamos conquistando los terrenos deshabitados de nuestra
psique y nuestra alma,
que nos regalan la libertad después de enfrentar nuestra oscu-
ridad más pura.
Da gracias por ese momento.
Era la única forma de que dejaras de correr y te animaras a ver.
Ya no tenés nada que esconder.
Y cuando no hay nada que esconder, al fin nos dejamos ver.
263
La soledad y la falta de abundancia
forman parte de lo mismo
La abundancia y la totalidad traen imágenes muy similares, son
como olas en el mar. El mar es la inteligencia original, la sabidu-
ría universal, el mismísimo origen. Las olas son las frecuencias de
cómo esta inteligencia se presenta. Siempre en movimiento, un
movimiento natural y coordinado que responde a un orden mayor.
La abundancia y la totalidad refuerzan el concepto de interco-
nexión. Veo y siento cómo formo parte de algo más grande, ya no
me siento sola porque reconozco en cada una de mis células que
soy parte del gran movimiento. Soy un ritmo que se desprende de
la conciencia única.
Reconocer la fuente de abundancia en mí es también encarnar
el concepto de interconexión. No necesito apegarme a nada externo
porque todo nace de mí, es una ola que va y viene, siempre en movi-
miento, siempre activa. Recibo, integro, doy. Desde la certeza de
que tengo todo lo que necesito, de que la abundancia vive en mí.
Tanto la soledad como la falta de abundancia representan el
sentir del estancamiento del movimiento. Me aíslo, me desconecto,
y desde esa separación veo al mundo. Mi percepción se nubla, el
movimiento original de mi sistema se interrumpe y veo amenaza
donde en realidad hay conexión plena.
En mi caso, realmente nunca las había asociado, pero se me
mostró claramente mientras escribía este capítulo que no son dos
compartimentos estancos, están mucho más relacionados de lo
que creemos y, como siempre, ambas precisan de una sanación de
nuestra percepción. Debemos ahondar en la conexión con la fuente
interna que sabe con todo el corazón que no estamos solas y que
tenemos todo lo que necesitamos.
Abundancia es sentir la totalidad en cada partícula de tu Ser.
Necesitamos llevarles aire a todas aquellas partes que se sien-
ten separadas y alimentan el mismo discurso, así como a aquellas
264
que no se sienten dignas de recibir amor. La buena noticia es que
los miedos, los shocks y los estancamientos no son fijos, todo lo
contrario. Son plásticos, se adaptan con la experiencia. Necesita-
mos llevar flexibilidad a nuestra manera de ver el mundo, suavidad
a todo nuestro sistema nervioso para que el agua que se detuvo
pueda volver a fluir y podamos ampliar nuestra percepción en
aquellos lugares que solo ven separación.
265
Si nos cuesta desapegarnos es porque en el fondo no nos senti-
mos unidas a aquello que estamos queriendo soltar. Si yo no tengo
la certeza de que la fuente de abundancia habita en mí y de que la
relación con el dinero fluye naturalmente, voy a apegarme. Enton-
ces, aquello que me une, en realidad, sienta sus bases en el miedo
y la separación. Por eso, no se trata de forzarme a soltar o a desa-
pegarme, sino de sanar las bases que me unen a aquello que estoy
queriendo soltar. La respuesta es integrar el concepto de abundan-
cia hasta que nos hagamos uno con ella.
266
la carga que le di. La energía con la cual lo percibo es la energía que llevo
adentro. Es decir que tu reacción emocional frente al dinero es una gran
pista para empezar a entender tus creaciones y limpiar tu relación con él.
También recuerdo una vez que papá iba a prestarme la plata para
hacer un viaje de mochilera con una amiga, y justo antes de que me la
diera tuvimos una discusión muy fuerte. Habíamos quedado en comer en
un restaurante, me presenté, discutimos, me paré y me fui. Estaba muy
enojada, había cosas que no entendía y que mi conciencia de ese momento
no podía ver ni procesar. En ese momento, mi Marte en casa 1 pisaba
fuerte y mis enojos eran explosivos. Sumado a que generalmente me los
guardaba, entonces, cuando aparecían, eran bastante desmedidos.
Recuerdo a los pocos días haber llamado a quien era el encargado
de darme el dinero (autorizado por papá) para ir a buscarlo, y en mis
adentros pensaba: “Menos mal que no tengo que hablar directamente con
papá”. Pero como era de esperar, el encargado me dijo que papá había
dado instrucciones de que no me diera nada hasta que no hablara con él.
Otra vez, sentí que si realmente quería hacer ese viaje, debía tragarme
mi orgullo, mis enojos y un fuego que cada vez iba perdiendo más vida.
Recuerdo esa llamada incómoda para tratar de arreglar las cosas,
recuerdo el miedo que tuve, la tristeza, la bronca. Sobre todo recuerdo que
aquello que me tragué nunca lo pude compartir. Me lo guardé en silencio,
sufrí en soledad, me enojé con mi papá, con el dinero y conmigo misma
por no poder ser fiel a mi expresión, a lo que sentía, a mi verdad de ese
momento. Me vi aceptando las reglas de un juego que no eran mías. Me
sentí manipulada, y así aprendí a que si quiero viajes, dinero, ropa o lo
que sea que el dinero pueda proveerme, hay una parte de mí que tiene que
tiene que callar. Esa creencia fue la que sostuve por mucho tiempo y la que
me mantuvo alejada de la abundancia por el costo que tenía que pagar
para sostenerla.
267
Orden: separar el dinero
de tu reacción emocional
Necesitamos hacer esta separación, este reseteo para limpiar la
carga que le hemos adjudicado. Para actualizar nuestra relación
con él y empezar otra vez. En mi caso, tuve que sanar el dinero
asociado al sacrificio que tuve que hacer para hacerme de él. En
algún rincón de mi inconsciente se ancló la idea de sacrificio a la
hora de pensar en obtener dinero. Sacrificio de mi expresión, y
todo ese enojo que no demostré ni expresé fue a parar al dinero.
Mi sistema nervioso interpretó que no era seguro recibir dinero
porque era muy alto el costo, y desde ese paradigma es imposible
ampliar nuestro contenedor de recepción, es decir, la capacidad que
tenemos de recibir. Reconocer las creencias, los límites autoim-
puestos y las imágenes que quedaron impresas en nuestro sistema
nervioso son las bases para empezar a trabajar.
Para sanar nuestra relación con el dinero necesitamos trabajar
con la sombra, es decir, con todo lo que quedó oculto, sin decir,
sin expresar. Así como también, paralelamente, reenseñarnos una
nueva forma de recibir que no traiga consigo ningún tipo de sacri-
ficio. Todo lo contrario, expandimos nuestro paradigma de recibi-
miento con placer y sin esfuerzo.
Necesitamos que nuestro sistema aprenda a sentirse seguro
con el intercambio fluido del dinero, y para eso, toca hacer un tra-
bajo interno de alineación, confianza y fluidez.
Ejercicio
268
emocional que tiene el dinero para vos y a que profundices en esa
reacción. ¿De dónde surge? ¿Recordás algún hecho puntual en el
que se haya anclado esa creencia que hoy manifiesta tu cuerpo
como tensión? Hacelo consciente y prestale atención.
Dinero feliz
Ken Honda distingue entre dinero triste y dinero feliz. Con dinero
feliz se refiere al dinero que circula con amor, satisfacción y cor-
dialidad, como el entusiasmo de un niño que corre a comprarle
un ramo de flores a su mamá, al que lo único que le importa es la
reacción de su madre cuando le dé las flores, y ve el dinero como
un puente a todo eso. Lo suelta con ganas porque sabe que se lleva
algo muy valioso. En cambio, el dinero triste es aquel que circula
con frustración, estrés y resistencia, como aquel pago que no que-
remos hacer o que nos parece injusto, aquel que circula todas esas
emociones densas que despiertan a la hora de hacer esa transac-
ción. Lo que produce el cambio de dinero feliz a triste son las emo-
ciones asociadas al dinero en general. Y como el dinero es energía,
claramente la carga emocional que le demos va a influir en su
circulación. La fuerza va a comandar el movimiento de la forma,
los programas invisibles alterarán la realidad visible. Según él, el
dinero puede reír o llorar, dependiendo de cómo se lo dé o se lo
reciba. Si lo entregamos con resistencia o con culpa, esa resisten-
cia va a acompañar todo su circuito. Entonces las asociaciones que
hacemos con el dinero y la energía con la que lo damos y recibimos
son tremendamente importantes. Como siempre, el primer paso
para ordenar es sumergirnos en el mundo de las fuerzas que están
dirigiendo el desenvolvimiento de la forma.
269
Experiencia personal: experimento dinero feliz
Hoy, 16/12/2021
Empecé con las visualizaciones del dinero feliz. Veo tanto la imagen
de que el dinero en forma de billetes viene a mí sonriendo como la emo-
ción que eso me produce. El dinero viene de forma fluida y natural, como
las olas del mar.
No solo siento gratitud por recibirlo, sino también la emoción de
quien me lo da. Puedo percibir a la persona invirtiendo en su crecimiento,
nutriendo su compromiso y eligiendo apostar conscientemente por su
bienestar. Eso me producía mucho placer. Era un intercambio muy nutri-
tivo, desde el corazón con el dinero como puente.
Después de un par de días de hacerlo, lo que antes visualizaba como
un círculo en flujo constante, siempre en movimiento, se transformó en
un infinito. El centro era mi corazón. Daba y recibía el dinero feliz desde
el corazón. Recibía de la gente la felicidad por su expansión y la segu-
ridad de apostar por su crecimiento. Yo daba desde lo más profundo de
mi Ser, y a la vez recibía de fuentes invisibles. Recibía desde atrás de mi
espalda, de fuentes que no veía, y que me hacían sentir su apoyo. La parte
de adelante y la de atrás del corazón estaban muy activas comandando la
operación en 360 grados.
Durante los días en que estaba haciendo el experimento, empecé a
prestar atención a la energía con la que entregaba y recibía el dinero. Noté
que me pausaba antes de hacer transferencias, antes de pagar en el super-
mercado, antes de dar cambio y que, por lo general, se me cortaba un poco
la respiración. Ponerle conciencia me ayudó a moverme del automático a
la presencia. A través de la respiración, podía respirar la tensión y virar
suavemente al agradecimiento. Hacer esto me ayudó a enfocarme en el
crecimiento y la expansión y que todo saliera desde esa intención.
Recuerdo que a los pocos días de incursionar en el cambio de foco con
respecto al dinero, después de haber brindado una Ceremonia de Respira-
ción y Baño Sonoro, una señora me pagó de más. Cuando le di el vuelto
que le correspondía, ella agarró el billete, lo observó con mucha atención
270
y me dijo “qué hermoso es este billete”, era uno como todos los demás, no
tenía nada de especial, salvo la energía que estaba detrás de él.
Yo sonreí y entendí el mensaje del universo.
271
Fue como una alineación a partir de una decisión y conexión interna,
y, a la vez, una determinación externa de hacer los movimientos jus-
tos cuando sean requeridos. La fuerza bailando con la forma. Esa com-
binación me llevó a una profunda transformación. Me resulta muy
emocionante observar la fluidez de la vida cuando le dejamos espacio
y nos comprometemos con todo nuestro corazón. Cuando nos animamos
a corrernos del medio y aun así darle dirección a la energía mientras
somos gobernadas por una inteligencia superior. Esa alineación es com-
pletamente magnética y abundante.
Por fin entendí a nivel más profundo el concepto de abundancia, lo
llevé al cuerpo y lo sentí. Ese sentimiento de que tenés lo que necesitás,
de que la ola fluye sin parar, de que tu energía vital se alinea al pulso de
la vida, de que no hay preocupación porque siempre serás sostenida, y
ni siquiera es que la vida te sostiene, vos sos la vida que se sostiene a sí
misma. En constante movimiento, en constante rendición y permitiendo
que todo llegue a vos en perfecta armonía mientras colaborás con la inten-
ción más profunda. Mientras estás al servicio y permitís que todo suceda.
Sin darme cuenta, otra cosa muy importante que estaba haciendo a
través de este experimento era reprogramar mi sistema nervioso. Un sis-
tema que estaba acostumbrado a reaccionar ante el dinero de una manera
determinada o asociarlo con sacrificio y acción desmedida. Un sistema
que se tensaba ante la posibilidad de dar o recibir, que no lo tomaba
como algo natural. De golpe, a través de ese ejercicio, me estaba sintiendo
cómoda recibiendo dinero, dándolo, danzando en ese intercambio.
Y ese cambio se vio automáticamente en la realidad.
Nuestro sistema nervioso rechaza todo lo que no es familiar, por
eso generar una nueva intimidad y relación con el dinero, y sobre todo,
cambiar nuestra reacción hacia él, puede ser de lo más revolucionario y
transformador.
272
Shift interno: pasar de zona de riesgo
a zona de placer
Necesitamos que nuestro cuerpo, nuestro sistema nervioso se
sienta seguro recibiendo la cantidad de dinero que deseamos. En
nuestro sistema nervioso se encuentran los límites que podemos
sostener, y parte de su labor es defendernos y mantenernos a salvo.
Por ende, si está impreso que hay peligro o aparece cierto tipo de
contracción al pensar en él, eso es lo que voy a ver en mi realidad:
no voy a querer sostenerlo en el cuerpo, voy a huir de él o, voy a
rechazarlo inconscientemente. Para ampliar nuestra capacidad de
recibir, vamos a necesitar una reprogramación en nuestros lími-
tes impresos. Primero conocerlos, para después conscientemente
jugar con ellos. Vamos a necesitar recalibrarlo para que se sienta
bien con nuestra expansión, con nuevos límites y nuevas formas.
Necesitamos sentirlo en el cuerpo, y en este punto no sirve de nada
repetir mantras que no sentimos o que no podemos sostener en el
cuerpo.
Es importante aprender a colaborar con nuestro sistema para hacer
el cambio que queremos: pasar del estrés al placer, de la acción compul-
siva al disfrute. Porque generalmente, esa es la información que trae-
mos: estrés, preocupación, miedo, apego. Por eso, no solo necesitamos
una actualización, sino también poder sostener esa reprogramación.
La integración del cambio que pretendemos lograr es funda-
mental. A veces, con las visualizaciones, lo que sucede es que qui-
zás funcionan un mes y después ya no podemos sostenerlas. Esto
sucede porque no hubo un verdadero enraizamiento de esa nueva
expansión. Por ende, volvemos a una especie de montaña rusa que
vuelve a crear el estrés al cual estamos acostumbradas.
Necesitamos sentirnos a salvo en este nuevo espacio que esta-
mos creando, anclarnos en él, que se vuelva nuestra nueva zona de
confort. Que todo nuestro sistema comprenda que nuestra expan-
sión es segura, que estamos a salvo, que podemos sentir placer y
273
disfrute mientras hablamos de dinero. Podemos traer unión donde
siempre hubo separación.
Es un proceso de mucha sanación en el que liberamos las
memorias, imágenes y emociones impresas en el sistema nervioso
que marcan límites a la hora de recibir. Es un trabajo interno que
va acompañado con movimientos externos, en coherencia con la
expansión que estoy presenciando. La acción nos permite asen-
tarnos en el cambio y sostenerlo. Trascender el riesgo, sentirnos a
salvo y que nuestro sistema no sienta la necesidad de defendernos.
Cuando liberamos memorias, cuando nuestro sistema recu-
pera la fluidez y expande la zona de seguridad, nuevas acciones
naturalmente emergen. Al cambiar la percepción, vemos más, nos
encontramos más en línea con lo que deseamos y se despeja una
claridad que hasta ahora no habíamos explorado.
En mi caso, a mí me pasó con mi proyecto. Al expandir la zona
en la que me sentía cómoda y segura para recibir, y animarme a
sostener un contenedor mayor, nuevas ideas empezaron a aparecer.
Desde estrategias a mensajes, a movimientos cargados de magne-
tismo que se encontraban en resonancia con la expansión que me
estaba animando a vivir.
¿Cómo me doy cuenta de que estoy llegando a mi límite? Siento
excitación, adrenalina y un poco de miedo. Entonces, en lugar de for-
zar un movimiento que pueda estresar aún más el sistema, me acom-
paño con amor siendo consciente de cada reacción. Cuando cambio
mis reacciones y comportamientos, expando mi zona segura. Cuando
expando mi zona segura, se expande todo mi campo de juego.
274
que nace de adentro y que, en sus manifestaciones, incluye nuestra
relación con el dinero y nuestro fluir con él. El dinero es una de las
formas de esta gran fuerza.
No me canso de decir cómo el rechazo de nuestra humanidad
afecta a todas las áreas de nuestra vida, y esta no es la excepción.
Cuando rechazamos nuestra humanidad, a su vez estamos recha-
zando la materia, la forma, todo lo que forma parte del mundo 3D y
el universo tiempo/espacio que conscientemente elegimos habitar.
Por ende, si emito ese rechazo inconsciente (fuerza), eso es lo que
voy a ver reflejado en mi realidad (forma).
Es muy probable que empiece a tener problemas con las cosas
materiales que adquiera, que se me presenten muchas trabas a
la hora de lidiar con el dinero y el mundo material, porque todo
lo que creo se desprende de ese rechazo encubierto. Rechazar la
humanidad también es rechazar tu cuerpo, es elegir no habitarte
en completitud. Prefiero perderme en la mente, en lo sutil, para
no hacerme cargo de recorrer cada tensión que veo en el cuerpo,
cada información aislada, cada emoción sin sentir, cada patrón que
fue creado para sobrevivir. Es interesante observar esta relación.
Porque, al final, todo es una relación. Todo nos muestra diferen-
tes caras de lo mismo. En todas las áreas de nuestra vida podemos
ver dónde la energía dejó de fluir, dónde el ritmo se interrumpió,
dónde no estoy pudiendo dejarme llevar armoniosa y natural-
mente. La abundancia es un fiel reflejo de mi relación con la vida,
con mi humanidad y con mi divinidad. Aprovechemos esa infor-
mación para ver un poco más allá.
Generalmente, cuando queremos conectar con la abundancia,
nos perdemos en planes extraordinarios, en todo lo que haremos,
y nos desconectamos completamente del presente. Es decir, nos
vamos del cuerpo, nos quedamos en el campo mental y seguimos
rechazando nuestra humanidad. Por eso, en estos momentos, sos-
tener la presencia, el contacto, el simple hecho de hacer tu cama,
preparar tu comida y todos los actos cotidianos se vuelven sagrados
275
para volver al cuerpo, a tu humanidad. Mirar a los ojos a tus vín-
culos, estar ahí. Elegir quedarte. Animarte a vivir esta encarna-
ción de forma completa con todo lo que eso implica.
Porque cuando nos vamos, no nos habitamos.
Y al final, siempre tratamos de volver. Al cuerpo, a este mo-
mento, a integrar y sostener todo lo que ves en el momento que
tenés en frente.
276
Un estado activo y relajado, masculino y femenino. En conexión,
en integración.
Abundancia es comprender los ciclos y entregarte a ellos.
Disfrutar y expandir. Aceptar, sostener y entregar.
Lo que recibís es para disfrutarlo, transformarlo y volver a darlo.
El propósito de recibir es dar. Te abrís a dejar entrar para des-
pués hacerlo pasar.
Dar como si siempre fueras a tener. Abundancia es tener la cer-
teza de que siempre va a haber.
Se caen las expectativas, las especulaciones. Cae el ego y sus
manipulaciones.
Queda lo que somos. Queda la interconexión, queda la danza
invisible entre fuerzas y formas, queda la inteligencia revelada, la
belleza encarnada.
Observemos a la naturaleza, las olas del mar, los ciclos de la luna.
Observemos la nobleza de los árboles. Sin quejas, sin buscar ser
lo que no son.
Sus raíces miden lo mismo que sus frutos, y su fuente de nutri-
ción no se ve a simple vista.
Jamás dudan de que la conexión con la tierra les va a proveer
de todo lo que necesitan. No necesitan ver qué tan grandes son sus
raíces. El árbol lo sabe.
Basta con mirar a la naturaleza, su ciclicidad, su abundancia, su
fluidez para despertar esos códigos dentro de nosotras.
Porque pertenecemos a ella. Somos ella.
Y del otro lado de la pertenencia está el brillo de nuestra esencia.
Que no necesita porque sabe.
No importa qué rol nos toque jugar, cuando estamos al servicio
de la intención de la vida y como quiera manifestarse, podremos
observar cómo la abundancia comienza a asomarse.
277
Capítulo 10
Sexualidad
279
Para sanar hay que limpiar nuestra energía sexual y usarla para
crear.
Esta reflexión apareció después de escuchar una charla de res-
piración ovárica en la Cumbre de la Respiración Latinoamericana
2021.
280
podemos recibir a la otra persona porque ni siquiera estamos
pudiendo recibirnos a nosotras mismas.
El sexo, en su intercambio, viene a ofrecernos vías de sanación
únicas y extremadamente poderosas. Pero, por lo general, nos que-
damos dando vueltas en la fase animal que se encuentra en nues-
tra zona genital. Una zona muy lastimada que no sabe cómo darse
amor a sí misma. No sabe cómo estar presente en su dolor.
Apenas despiertan las memorias, que se sienten como dolor a
nivel físico o emocional, todo nuestro sistema nervioso comienza
a estresarse. Nos tensamos, nos contraemos, y el dolor no puede
circular. La energía no puede moverse. Se estanca, se contrae. No
hay forma de que llegue al corazón. Y sin corazón, no hay portal
hacia la existencia misma.
El corazón es el que abre el espacio atemporal que recibe y cele-
bra el encuentro. El corazón es el que transforma un encuentro
casual en un encuentro sagrado.
281
¿Cuál es la temperatura del aire que está entrando en mí? ¿Qué
olores hay en el ambiente en donde me encuentro? Los órganos de
los sentidos del cuerpo se conectan con el cerebro a través de los
nervios, por ende, cuando logro sincronizarlos con el momento
presente, cuando presto atención y salgo del automático, todo mi
sistema nervioso lo hace también. Le doy tiempo a que reúna y
digiera la información y que responda creativamente a todo lo que
va sintiendo. Todo lo creativo habita en el presente.
Relajación. La relajación junto con la respiración son las gran-
des alquimistas de contenidos densos que llevamos dentro. Los
encuentros íntimos, tanto con nosotras mismas como con otro u
otra, despiertan memorias, recuerdos y contenidos guardados para
ser transmutados. Apoyarnos en estas herramientas nos va a ayu-
dar mucho para permanecer en el cuerpo y atravesar lo que sea que
vaya apareciendo. Cuando concientizamos la respiración y relaja-
mos el cuerpo, trasladamos estas cualidades de suavidad, pausa y
conciencia a nuestro sistema nervioso, y esto desactiva las respues-
tas automáticas que alimentan el estrés. Dejamos de responder
desde el pasado y empezamos a transformar nuestro presente. La
relajación del cuerpo y de la mente permiten que transformemos
memorias de angustia en experiencias de placer. La relajación da
lugar a la reprogramación.
282
vez más protagonismo, ocupando más lugar, haciéndose cargo de
sus dones. Pero como no se está tratando la información de base
(enojos, paridad, culpas, reclamos, iras, etcétera), a su vez, corre el
riesgo de polarizarse, de congelarse, de desconectarse. Esto sucede
porque estamos cambiando la forma pero no el contenido, yendo
de un extremo al otro sin sanar desde la raíz. La fuerza detrás de la
dinámica sigue siendo la misma. Queremos demostrar que pode-
mos, minimizando, subestimando y desempoderando la energía
masculina. Por ende, el desorden sigue vigente.
Voy a poner mi experiencia personal como ejemplo. General-
mente, como vimos, tendemos a trasladar las dinámicas internas de
nuestras energías a nuestra relación de pareja. Con mi compañero
compartíamos una dinámica parecida, traíamos una información
similar. En un momento de nuestra relación, justamente en este
momento en el que estoy escribiendo estas líneas, pasó que empecé
a crecer mucho en mi trabajo, mis ingresos se multiplicaron y mis
creaciones empezaron a expandirse rápidamente. Esto dio lugar a
un cambio en las dinámicas externas que nos obligó a resetear la
información que traíamos: la energía femenina comenzaba a traer
otros colores a la mesa, la figura del “proveedor” empezaba a caer.
El hecho de que la mujer empiece a ganar más que un hombre,
de que la mujer sea referente en su área y que tome un rol más
activo, inconscientemente empezó a incomodar. Como somos dos
personas que hablamos mucho y de forma muy honesta, pudimos
traer estas incomodidades y tensiones a la luz. Todo empezó des-
pués del lanzamiento de mi primer libro, Mujer libre. Me fui a hacer
la presentación a Argentina y a partir de ahí mi proyecto empezó
a crecer producto de mi dedicación y compromiso, más el flujo de
la vida que siempre lo tuvo en sus planes. Paralelamente, Mario
se quedó en nuestra casa en Costa Rica; en temporada baja y de
lluvia, había menos trabajo y el clima era bastante hostil. Esa fue la
primera vez que su vesícula empezó a manifestarse. Tenía mucho
dolor de panza, vómitos y un malestar insoportable. Después,
283
cuando volví, hubo cuatro episodios similares con tres semanas
de distancia entre cada uno, paralelamente yo seguía creciendo y
generando nuevas oportunidades de trabajo como nunca.
Un día estábamos en el deck de casa sentados en el sillón y tuvi-
mos una charla a corazón abierto de lo más honesta. Hablamos
de la vergüenza del masculino con respecto a lo que estaba suce-
diendo, porque a pesar de que, conscientemente, estaba muy feliz
por todo lo que estaba pasando, sus células traían una información
ancestral de que debería ser el proveedor, de que lo que estaba suce-
diendo era un fracaso y que no había nada digno en la situación.
El diálogo fue muy hermoso, sentí que su vesícula éramos los dos:
nuestro masculino estaba herido. Yo podía detectar a nivel muy
inconsciente cierto grado de placer del femenino al demostrarle al
masculino que podía más que él. Todos indicios de una guerra que
todavía seguía viva en alguna parte de nosotros.
Entre los dos, nos permitimos sentir la rivalidad, el odio, el
rechazo y la polarización de toda una generación que nos estaba
usando para salir a la luz. Paralelamente empecé a ver este creci-
miento del femenino a mi alrededor, mujeres fuertes que empe-
zaban a crecer y a ocupar su lugar como nunca, y pude ver cómo
parejas cercanas terminaban por no poder sostener o actualizar esta
información que estaba siendo traída a la luz. Se perdían en diná-
micas viejas sin poder actualizar la información. Cuando Mario
se enfermaba, yo tendía a tener que hacer el trabajo de los dos y
me polarizaba completamente: mucha actividad, sostén, esfuerzo. A
nivel muy inconsciente, guardaba enojo y rencor. Y eso fue lo que
nos decidimos a desactivar. El masculino necesitaba recuperar su
valor, no ser pisoteado y desvalorizado por el femenino. El feme-
nino, a su vez, necesitaba volver a su naturaleza sin necesidad de
masculinizarse por demostrar que podía.
De verdad necesitamos entender que masculinizarse no es
empoderarse. Ocupar tu lugar no significa tener que hacer todo
sola. Yo también tenía mucho que aprender ahí. En fin. Sabíamos
284
que teníamos que desarrollar una nueva dinámica, una nueva
información en la que el femenino fuera reconocido y el masculino
también. Un espacio para que cada energía se parara en su poten-
cia y soltara la coraza. Sabíamos que estábamos representando el
movimiento de la humanidad. El femenino siendo reconocido por
su sabiduría y el masculino, completamente al servicio y dando la
estructura para que esa sabiduría se desplegara sin límites.
Fuimos testigos del dolor que hay en nuestras células con res-
pecto a estas dinámicas. Dinámicas de desconfianza, recelo, odio y
venganza. Esos cálculos que aparecieron en la vesícula de Mario nos
estaban hablando de generaciones de mucho odio, culpa y castigo.
Sabíamos que todo estaba siendo revelado para ser ordenado, y
a eso nos comprometimos: a traer orden interno para que se mani-
festara en la relación.
Yo sabía que sanar al masculino era algo que nos correspondía
a los dos. No solo el masculino, el origen también se hallaba en el
femenino dentro de los dos. La vida nos pedía que ocupáramos
nuestro lugar, de verdad. Encontrar la paz en una nueva dinámica
que permitiera que ambas energías pudieran desplegarse, estar en
armonía en la esencia de cada una. Reconocerlas, ver a ambas más
allá de las imágenes y las proyecciones que construimos sobre las
dos. Mirarnos a los ojos y recordar la pureza de la intención que
cada una propone.
La relación nos estaba invitando a recordar, nos estaba propo-
niendo una nueva forma de jugar. Las reglas habían cambiado y
necesitábamos llevar ese cambio al cuerpo, a las células.
Traigo este ejemplo porque nuestra relación nos refleja el
juego, los funcionamientos y las dinámicas de nuestras energías
internas, y eso también se ve claramente a la hora de entregarte en
el acto sexual.
Si seguimos sosteniendo la desconfianza, la revancha y el
enojo, la entrega y la presencia serán imposibles de despertar. El
orden también es sexual.
285
Integrando polaridades
Este orden permitió que cada uno pudiera ocupar su lugar en com-
pleta armonía. Lo que nos pasaba era que, con tal de no caer en diná-
micas patriarcales del viejo mundo, nos exigíamos rendir lo mismo,
hacer lo mismo, contribuir de la misma forma. Y eso no es natural.
Nuestras energías son diferentes. Cuando elegimos desde el rechazo,
inconscientemente terminamos en el mismo lugar. Este movimiento
no se trataba de igualdad, se trataba de que cada uno habitara su
naturaleza. Este orden nos llevó a una mayor profundidad en la
pareja: yo pude dejar de masculinizarme y permitirme sostenerme
en la presencia masculina que Mario me trae. Acepté mis formas de
crear y me apoyé en su estructura natural. Dejé de exigirme rendir
lo mismo y volví a conectar con mis ciclos como nunca.
Él entendió que a mí el control y la exigencia me asfixian por-
que yo creo diferente, me muevo diferente. Aprendió a aceptar mi
caos y estar al servicio de la sabiduría que trae. Por ejemplo, en
nuestras formas de trabajo yo soy quien comunica, abre, expande,
y Mario es esa estructura que me hace sentir en casa. Es quien man-
tiene el orden y se encarga de que todo funcione. Nos costó enten-
dernos, porque antes teníamos que ordenarnos. Una vez que lo
vimos, nuestras dinámicas fluyeron como nunca antes.
Al final, creyendo que estábamos sanando al masculino, la
sanación vino de la mano de rescatar el femenino de las garras del
deber, la uniformidad y el control. Cuando sanamos el femenino,
el masculino responde y también se acomoda.
Cuando logramos ver esto y nos animamos a ocupar nues-
tro espacio en la pareja sin reclamos ni expectativas, nuestra vida
sexual, creativa y vital se ordenó de una manera impresionante. No
hay mayor regalo para este mundo que recuperar el orden sagrado
y vivir una vida alineada a tu naturaleza más profunda.
Para la unión total es necesaria la individualidad completa.
Cada uno debe estar viviendo y expresando su esencia única para
286
que después las polaridades se fundan en una sola conciencia. Pero
sin esta polaridad, dualidad y entendimiento, no hay rendición ni
unión. Necesitamos reconocer el espacio finito, el límite sagrado
para después saltar hacia el todo. Fusionarnos, animarnos a desa-
parecer y luego volver a empezar.
Sanar la percepción
287
observar la realidad desde una percepción completa y no desde mi
herida que grita y me toma por completo. Sanar la percepción es
traer orden a mi visión. Es reprogramarme, es reciclarme, es dejar de
alimentar una guerra que solo habita en mi forma de ver el mundo.
Desde dónde vivo, desde dónde observo, desde dónde me muevo
son elecciones que tenemos que concientizar todos los días. En la
dimensión del Ser, la separación no existe; en la dimensión mental,
todo está separado. Entonces, cada vez que sanamos la percepción,
entramos en una nueva dimensión. Recordamos que todo está unido,
que formamos parte de un tejido que está interconectado y que no
hay forma de que estemos separados. Entendemos que no estamos
solos porque la soledad deviene del sentimiento de separación.
Cuando nos sentimos parte de esta unión ya no hay nada que
defender, nada que esconder, nadie a quien culpar, nadie que te
quiera atacar. En la dimensión del Ser encontramos la paz, porque
recordamos que no hay nada que buscar. Paz es lo que somos, siem-
pre fue una cuestión de sanar la percepción, porque cada vez que
salimos a buscar, reforzamos la separación. No se trata de buscar
en la realidad, se trata de ser la realidad.
Relajarme en el dolor
288
había terminado y sentí un tirón en la zona del sacro/coxis. Me
quedé dura, sentí un dolor que nunca había sentido antes. Era un
dolor insoportable. Cuando intentaba moverme, todo mi cuerpo se
contraía y el dolor era cada vez peor. Me acuerdo de haber gritado
fuerte, arrastrarme, retorcerme, porque mi cuerpo realmente no
podía sostener semejante incomodidad.
Esa experiencia me llevó a mi límite, ese límite que la mente no
resiste y por eso hay que acudir a algo más. Me acuerdo de haber
escuchado mi voz en los gritos del dolor. La voz está muy relacio-
nada con la reacción del sistema nervioso; cuando hablo desde mis
heridas, me cambia la voz, porque estoy en alerta. Mi cuerpo per-
cibe peligro, mi sistema nervioso se alarma, indicándome que algo
no está bien. Y esto a su vez, genera más tensión. Lo interesante fue
que ese síntoma, ese tirón, a su vez, me llevó a una presencia que
pocas veces en mi vida había sentido.
No podía no estar presente en mi cuerpo. Tenía que habitarme
completa, traer toda mi atención a cada pequeño movimiento por
más mínimo que fuera. Atención plena a mi cuerpo, a lo que estaba
haciendo. Recuerdo que guardar una papaya en la heladera era un
acto de presencia completa y absoluta: agacharme suavemente,
registrar el cuerpo, presenciarme, abrir la heladera, dejarla suave-
mente, estirarme de a poco. Algo que en otro momento hubiese
sido un trámite se transformó en un entrenamiento y un ritual en
sí mismo. Mi objetivo ya no era “ir al baño” o “comer”. Cada movi-
miento se volvió un objetivo en sí mismo. Levantarme de la cama
requería mi completa atención y presencia. Toda mi mente estaba
ahí, al servicio de la incomodidad, presenciando cada movimiento
que decidiera hacer.
El movimiento sin conciencia ni presencia me generaba mucho
dolor y por eso tenía que estar demasiado atenta.
Me di cuenta de que cuando se activaba un dolor físico (porque
de golpe sentía tirones de la nada) lo mejor que podía hacer era sen-
tir placer, aunque suene casi incomprensible. ¿Cómo? Relajándome
289
en el dolor, llevando relajación a esa contracción. En lugar de reac-
cionar con tensión, conducía a todo mi cuerpo a la completa relaja-
ción. Mi sistema recibía el tirón y se relajaba en él, lo dejaba pasar.
Lo rígido se transformaba en expansivo.
Era muy mágico ver cómo el síntoma físico desaparecía al ser
inundado con presencia y goce.
Con esta técnica que surgió de forma espontánea y natural, pude
ir más allá del dolor. La energía que estaba estancada y contraída vol-
vió a fluir porque fui reciclando la información. Estando presente y
consciente con el dolor, enviaba otra información de placer y rela-
jación. El foco estaba en estar bien enraizada en mi cuerpo, soste-
niéndome, sosteniendo mi dolor y penetrándolo con mucho amor.
Si bien el dolor es un gran maestro, no nos olvidemos de que lo que
sana es el amor. Nuestro compromiso es siempre con el amor.
Fue una experiencia desafiante que me enseñó mucho. Había
mucha energía sexual contraída que necesitaba que le abriera el
paso para volver a circular. Después de unos días, el dolor se fue, o
se integró, quién sabe.
290
Podemos aprender a crear, sanar y parir sin esfuerzo, en com-
pleta rendición. Necesitamos dejar de reaccionar con contracción
y empezar a relajarnos ante el dolor. No nos enseñaron esta ecua-
ción. En los partos, cuando una madre está por parir y empieza a
tener contracciones, en general, se le pide que puje más fuerte. No
se le dice que se relaje y que se expanda para que su cuerpo ceda y el
proceso sea más disfrutable. Así llegamos al mundo. Con esfuerzo,
luchando, contrayéndonos más y más. Eso tiene que cambiar. Hay
otra fórmula mucho más poderosa y eficaz.
291
Acompañando a mujeres.
Cristina: otras formas de sanar
Cristina empezó un proceso de seis sesiones de Rebirthing Breath-
work con nosotros. Ella venía trabajando mucho su relación con
la vida, con el femenino y el masculino a través de su respiración.
En una sesión me contó una anécdota, que se le había venido a la
mente en esos días, de cuando ella era bebé. Tendría aproximada-
mente seis u ocho meses cuando su mamá se cayó muy fuerte en la
calle con ella en brazos. La madre creyó que no había pasado nada
grave y decidió no ir al hospital ni hacer ningún chequeo a nin-
guna de las dos. Cuando Cristina empezó a gatear, su madre notó
que había algo raro en su pierna derecha. Se caía para un costado
y se le dificultaba mucho avanzar. Fue en ese momento cuando la
llevó al médico y le dijeron que tenía una pierna dislocada.
Después de contarme esta anécdota, ella quedó bastante con-
movida y empezamos la sesión. Cuando empezó a respirar y a
sumergirse en la técnica y en sí misma, le apareció un dolor fatal
en la pierna. Toda la energía que estaba almacenada en su pierna,
contraída y estancada, empezó a hacerse notar. Ella empezó a dar
gritos y, como un bebé, me pedía que la ayudara. Yo la acompañé
guiándola para que se relajara en cada contracción. Invitándola
a que se rindiera y permitiera que la energía circulara, a que no
luchara con la tensión. Ella hizo algo que nunca me esperé: cam-
bió los gritos de dolor por gritos de risa. Ante cada contracción,
reaccionaba riéndose, y eso pareció hacer gran efecto, la energía
circulaba distinto, y la información almacenada con sufrimiento
comenzó a ser habitada con la energía de la risa, de la distensión.
Estuvimos un largo rato y el viaje fue muy profundo. Ella
terminó agotada de la cantidad de energía que movió. Cuando se
levantó, después de una hora y media, su cara se había transformado,
se notaba que había perdido varios kilos energéticos de encima, su
expresión estaba fresca, mucho menos rígida y se veía muy vital. Al
292
rendirse, también nutrió mucho la confianza. Muy de niña había
aprendido que su mamá no era confiable y siempre tuvo la sensación
de que tenía que defenderse sola. Esa desconfianza que sentía por su
mamá la trasladaba a la vida: “No puedo confiar en la vida”, “la vida
no es un lugar confiable”. Por eso fue una sanación en varios niveles.
Estas creencias impresas en nuestro inconsciente moldean
mucho nuestra manera de ver el mundo; cuando las trascendemos,
cambia nuestra forma de relacionarnos con lo que nos rodea. Cris-
tina se relajó, eligió confiar y pudo sentir el enorme placer que se
escondía detrás de tanta coraza y de tanto dolor. Para mí fue muy
poderoso ser testigo de semejante reprogramación.
293
partes animales, cuerpos y espíritus son bienvenidos. Usamos música,
sahumerios, masajes, o lo que sea que estemos necesitando, y entre-
gamos nuestra identidad al encuentro de algo más grande. Para el
sexo íntimo y consciente necesitamos trascender el yo para entrar
en el espacio del nosotros. Un espacio que solo aparece cuando los
corazones están abiertos. Ahí es donde le abrimos la puerta a la
interdependencia, a la unidad, a la existencia misma.
Ahí es donde nos entregamos a algo más.
294
El éxtasis como puerta a la totalidad
Experiencia personal: registros
después de una sesión de bioenergética
De golpe, después de verme de frente, de ver el miedo que tuve, la bús-
queda de aprobación, después de ver cómo silencié mi mundo interior
por no tener validación, entendí por qué siempre sentí la necesidad de
defender mi verdad. No quería que nada externo pudiera decirme que no
tenía razón, que estaba desordenada o que lo que sentía no estaba bien.
¿Desde cuándo las emociones son ordenadas? ¿Desde cuándo las ver-
dades son diagramadas? Tu verdad es la vida que corre dentro de vos
porque vos sos la vida. No es algo que tengas que defender, es algo que sos.
El tema es que si alguna vez sentimos que nuestra verdad, nuestra
emocionalidad, nuestro sentir fue puesto en duda, esa duda se planta en
nuestro sistema como alerta y empezamos a dudar de nosotras mismas.
¿Estaré bien? ¿Será que no es tan así? Y de a poco nos vamos silenciando.
Como vimos, el fuego tiene dos formas de aniquilarse: o lo usamos para
quemar, herir, explotar, o lo congelamos por completo. La indiferencia que
te va matando de a poco. Necesitamos del fuego para sentir, para vivir,
para generar alquimia, para crear. Ese fuego que necesita ser encendido,
sostenido y alimentado. Ese fuego que necesita que volvamos a ser una.
Terminé una sesión de bioenergética en la que moví mucho la energía y
las emociones estancadas. Después de soltar, de llenarme de mi energía, de
gritar y respirar muy fuerte, quedé en estado de éxtasis. Las barreras y el
control se derritieron en la tierra y quedé a piel viva con la existencia, no
había diferencia. Éramos una.
El camino al éxtasis siempre fue a través.
Verme en mis oscuridades.
Ver mis intencionalidades negativas.
Ver mis deseos de superioridad y el sufrimiento de la inferioridad.
Nada es real.
Mi humanidad que pulsa por sanar.
295
El odio, el enojo, los celos, la comparación.
Verme sin llamarme a la acción.
Ver el contenido interno que se refleja en ese miedo externo.
Verme y solo verme.
Cruda, desnuda, humana,
lo que no quiero que vean porque corro el riesgo de que no me quieran,
pero resulta que soy yo
quien juzga mi imperfección.
Quien no me deja ser, la que no me deja respirar, la que no deja a la
humana en paz.
Basta de tanta censura, de tanta negación a este mar de insatisfacción.
Y si vine a sentir,
quiero sentirlo todo.
Porque cuando siento, se abren puertas al infinito
donde todo desaparece y solo queda totalidad,
solo queda el Ser viviendo su humanidad en paz.
296
Ya no sentimos porque somos. Cedemos la identidad para
abrazar la inmensidad, la totalidad. Tus células experimentan una
explosión de amor, de verdad, de vida.
Tu sistema se regenera, se alinea al ritmo del universo. La
energía se libera.
Todo vuelve a circular y vos sos ese canal vacío que puede expe-
rimentarlo todo.
Ya no hay personaje que viva la vida.
Vos sos la vida.
“El éxtasis es algo natural. No es algo que les ocurra solamente
a los grandes sabios. Es algo que todos traemos al mundo; todos
venimos con él. Es el núcleo mismo de la vida, forma parte del
hecho de estar vivo. La vida es éxtasis. Todo niño lo trae al mundo,
pero después la sociedad se lanza sobre el niño, empieza a destruir
la posibilidad del éxtasis, empieza a hacer que el niño se sienta des-
graciado, a condicionarlo.
”La sociedad está neurótica y no puede consentir que vivan en
ella las personas extáticas. La ponen en peligro. Hay que intentar
comprender el mecanismo, y las cosas resultarán más fáciles.
”No se puede controlar a una persona extática; es imposible.
Solo se puede controlar a una persona desdichada. Una persona
extática es necesariamente libre. El éxtasis es la libertad. Cuando
eres extático no se te puede reducir a la esclavitud. No se te puede
destruir tan fácilmente, no se te puede convencer de que vivas en
una cárcel. Querrás bailar bajo las estrellas, caminar con el viento
y hablar con el Sol y la Luna.
”Necesitarás la inmensidad, el infinito, la enormidad. No te
seducirán para que vivas en una celda oscura. No pueden conver-
tirte en esclavo. Vivirás tu vida y harás lo que quieras con ella”
(Osho).
297
La vergüenza y la culpa
La vergüenza es un veneno para nuestro poder, representa un ele-
mento tóxico que reduce la vitalidad y la potencialidad en nuestra
energía. Es el regulador del deseo. Siento el fuego del deseo y lo
detengo con mi vergüenza, interrumpo mi proceso de expresión y
congelo el impulso. Me sonrojo como símbolo del fuego que estoy
sintiendo pero que no soy capaz de expresar. Tanto la vergüenza como
la culpa tienen la misma función: neutralizar el deseo. Detenerlo.
El éxtasis nutre y potencia el espíritu. Nos lleva a estados alte-
rados de conciencia que son alimento para el alma. Es una puerta a
la totalidad, a la unión con el todo.
La vergüenza y la culpa cierran el portal a sentir nuestra divi-
nidad en lo más profundo de nuestras células. Reprimen energías
primales, y la represión sostenida nos hace dóciles y obedientes.
Completamente desconectadas de nuestra vitalidad y de nuestra
potencia.
Liberarnos de ellas forma parte esencial del camino.
Explorá aquellos lugares recónditos en donde la vergüenza sigue
sosteniéndose. Así como también hacete amiga del éxtasis, vincu-
late, entrá en una nueva intimidad para usarlo como gasolina para
sanar.
Necesitamos un espíritu fuerte para consumir las excusas de
una humanidad que olvidó cómo amarse y que fue entrenada para
sufrir. El éxtasis es un aliado en este proceso, nos da fuerzas para
abrazar aquellos lugares donde siempre tendemos a rechazar.
298
fusionan. En esa fusión tenemos la posibilidad de ver más porque
nuestra visión se amplía y se purifica. Es un encuentro en el que
también las sombras son bienvenidas.
Muchas veces podemos sentir pereza o resistencia de realizarlo
porque, en el fondo, sabemos todo lo que ese encuentro devela.
Desmantela todo lo que se encuentra en el cuerpo sin habitar, toda
memoria que ya está lista para circular. Incluso podemos sentir
dolor físico en determinada parte del cuerpo. El dolor físico es
dolor emocional, energía sin procesar, emoción sin expresar. Los
encuentros íntimos pueden ser tremendamente sanadores, tanto
los personales como los compartidos. Nos dan mucha información
acerca de nuestro camino, nuestra humanidad, nuestras sombras,
y eso es muy valioso. Cuando aparece alguien más, estos encuen-
tros nos empujan a abrir el corazón, a recibir a la otra persona con
sus sombras, a dejar ver la nuestra. Es un momento en el que todo
se une porque no hay separación. Es una danza entre el alma, el
cuerpo, el animal, el humano, las energías. El ego se rinde, la mente
cede. Eso tiene que pasar para sacralizar el encuentro.
En mi caso, me han aparecido dolores fuertes en el útero,
muchas resistencias, memorias extremadamente dolorosas. Toda
esa información que llevamos dentro y que el encuentro nos expone
en su espacio íntimo y sagrado. Todo aparece para ser observado,
visto, respirado, integrado en un gran abrazo contenedor.
Desde la mente no podemos entregarnos, desde el ego no
podemos soltar el control porque estamos constantemente defen-
diéndonos. Tampoco podemos polarizarnos en el placer y buscar
sentirlo todo el tiempo porque eso tampoco es real. La sexualidad
es una forma de abrazar nuestra humanidad, de reconocerla, de
mirarla a los ojos, para dejar de crear separación, y poder habitar
esos espacios hostiles que se defienden con el control. Rendirnos
cada vez más, relajarnos cada vez más, aceptándonos cada vez más.
La sexualidad es el portal más poderoso hacia tu sanación y te va
a pedir que vayas tan profundo como puedas, que te desidentifiques
299
de tu identidad, que te entregues a algo más. Te va a pedir que te
fundas en el encuentro alquímico que nos da clarividencia, cone-
xión profunda y fuego arrasador para colaborar con tu sanación.
Historia de mujeres.
Flor: el placer y sus asociaciones
Este caso fue apasionante. Con Flor hicimos un proceso profundo
e intenso de la mano de la respiración. Nos sumergimos bien pro-
fundo en su historia y en su corazón. Ella había sufrido un abuso
por parte de un integrante de su familia y le costaba mucho entre-
garse al placer y al disfrute de su cuerpo, tanto con ella misma
como con otros. Generalmente, frenaba su energía vital antes de
que despertara. Toda su vida se había defendido de su propio sen-
tir, todos sus impulsos eran desintegrados antes de ver la luz.
Ella quería trabajar en eso pero no sabía cómo. Rendirse era
algo que simplemente no le salía. El control se había vuelto su
aliado, y el estado de alerta, su gran guardián.
Como le costaba mucho soltar el control, su cuerpo estaba muy
tenso, y su mente, muy activa. Pero si hay algo que Flor tenía era
mucha disposición a sanar. Sus ganas de llegar al fondo de la cues-
tión eran admirables, y yo me deleitaba de ver sus avances sesión
tras sesión.
Empezamos un proceso de seis sesiones de Rebirthing Breath-
work y fue impresionante ver cómo la respiración fue haciendo
su magia. Después de cinco sesiones llegamos a un punto clave.
Durante la sesión, ella estaba respirando y de golpe empezó a notar
que todo su cuerpo comenzaba a resistirse al placer que estaba des-
pertando, hacía muecas con la cara frunciendo el ceño y descar-
gaba susurros de agobio. En un momento, mientras la acompañaba
a transitar este viaje, le pregunté: “¿En qué momento de tu vida
uniste el placer con el dolor?”.
300
Al escucharme, Flor estalló en llanto. Aparecieron las memo-
rias de abuso y se dio cuenta exactamente de cuándo había hecho
la asociación de placer y dolor. A partir de ese momento nunca se
permitió sentir placer, todo su cuerpo la defendía de entrar en ese
espacio. Sentir placer no era seguro para ella.
En la sesión la acompañé a que respirara todo lo que iba apa-
reciendo: imágenes, emociones, sensaciones, gritos, llantos, hasta
finalmente llegar a sentir la fuerza del placer. El placer en su estado
más puro, aquel placer que se encontraba del otro lado del dolor.
Después de una hora de respirar, todo su cuerpo se relajó y
apareció una sonrisa en su cara. Por fin se estaba permitiendo sen-
tir su propio placer sin miedo ni culpa. Por fin podía permitirse
encarnar su energía, su fuego, su calor, sin que se encuentre fil-
trado por su historia. Caían lágrimas de emoción por sus meji-
llas. Había recuperado la inocencia del placer. Había recuperado
un pedazo de sí misma. La respiración le estaba mostrando que ya
estaba lista para volver a abrirse a la vida.
Fue una de esas sesiones que nunca voy a olvidar y que agra-
dezco tanto a la vida por dejarme acompañar.
Quiero aclarar que esta experiencia sucedió en su última
sesión. Antes construimos y consolidamos su seguridad para que
pudiera, paulatinamente, abrirse a conectar con su historia a nivel
más profundo. La apertura fue gradual y muy cuidada.
Ejercicio
301
asociaciones, tenemos la posibilidad de activar su verdadera poten-
cia dentro de nosotras.
La sexualidad y la humanidad
302
Este fue un gran descubrimiento para mí y cambió rotundamen-
te mi forma de relacionarme con la sexualidad, con mi sexualidad.
303
Me desperté muy incómoda y dolorida y le pregunté a Mario si estaba
bruxando. Él me dijo que no.
En la mandíbula almacenamos la rabia. Gracias a la combinación de
ambos sueños, el mensaje empezaba a completarse.
Otro condimento a esta investigación antes de contarles la conclusión
es que, desde chica, tenía un misterioso tic que era arrancarme la piel del
labio inferior con los dedos de la mano. Nunca supe desde cuándo, ni por-
qué, pero me salía de forma automática. Leyendo sobre el tema descubrí
que este tipo de conductas son una respuesta ante una situación de mucho
estrés. Es un hábito de descarga de tu sistema nervioso y representa la
necesidad de contener o controlar un impulso. Cuando no nos permitimos
el impulso inicial, es decir, no dejamos que la emoción de la rabia, enojo,
tristeza o frustración se despliegue, interrumpimos la descarga natural
del cuerpo. Cortamos el movimiento, cortamos la respiración. Controla-
mos y rigidizamos nuestros adentros.
El impulso vital despierta, y en lugar de encontrar el placer en su
propia descarga para terminar su ciclo, hay algo que lo detiene (muchas
veces la culpa, la vergüenza, la moralidad, la castración) y entonces
encuentra descarga en la autodestrucción (impulso de muerte). Esa es la
forma que aprendemos para descargar tensiones, en mi caso: siento estrés
(el estrés aparece también cuando no sabemos cómo lidiar con el mundo
emocional), me saco la piel del labio, encuentro placer en la descarga
y refuerzo ese comportamiento. Eso sostenido en el tiempo se convierte
en un acto completamente automatizado e involuntario. Nuestro cuerpo
aprende que esa es la forma de lidiar con el estrés, y como no hay des-
carga de tensión real, y el contenido queda fijo y congelado en nuestro
interior, es como si viviéramos en un estrés eterno. Nuestro cuerpo envía
la información de que estamos en peligro aun cuando eso no es lo que
sucede en el exterior.
Entonces, retomando, voy a volver a traer la situación de cuando
tenía dos años y nació mi hermana. La situación en la que inconscien-
temente sentí que perdía a mamá, en la que sentí que me quedé afuera,
que dejé de pertenecer. Ese momento de mi vida que fue completamente
304
irrespirable. A esa edad, si no nos miran, sentimos que desaparecemos. Es
un dolor insoportable de sentir. Yo no solo sentí angustia, también sentí
mucho, mucho odio, mucho enojo, mucha resignación. Recordá que en ese
momento no pude expresar nada de eso, me metí para adentro. Sufrí en
soledad. No descargué, sino que acumulé, tensioné.
Claro que en ese momento y a esa edad jamás podría haberme permi-
tido odiar tanto a mi mamá ni a mi hermana (por eso, años después, tuve
sueños reveladores). Lo que sucede en esos casos es que cuando el impulso
o la emoción de odio profundo despiertan y no encuentran su descarga,
es decir, su expresión o su movimiento, todo este odio encuentra un sus-
tituto, y generalmente es una misma. Sacrificamos nuestro bienestar con
tal de no perder a mamá. Todo ese odio se almacena en lo más profundo
de nuestros adentros. Ese autoodio queda completamente congelado sin
descarga, y por eso aparecen estos tics autodestructivos para aliviar y
descomprimir un poco el sistema.
A los dos años nos encontramos en la fase oral de nuestra vida sexual,
y por eso tanta energía quedó estancada en la mandíbula. Nuestra libido a
esa edad se encuentra muy activa, y cuando no se consigue la satisfacción
libidinal, se estanca, es decir que no sigue su flujo natural y más tarde
aparecerán los síntomas. Toda esa rigidez es la que llevamos hoy en día
sin siquiera saberlo. Toda la zona de la boca está muy relacionada con el
útero. Si una se cierra, la otra también. Cuando relajamos nuestra man-
díbula, eso inevitablemente repercute en nuestra cavidad vaginal, ayu-
dando a su relajación, a la del suelo pélvico y la vulva.
Aprender a relajar la pelvis fue mi gran aprendizaje.
Permitirme la descarga natural fue mi gran revolución.
Conclusión
305
de abordar la rigidez que tenía impresa en mi sistema hace tanto,
tanto tiempo sin siquiera saberlo.
Un día toqué fondo y dije basta. Extrañaba mi cuerpo vivo.
¿Qué había pasado? Me di cuenta de que mi cuerpo estaba apagado,
de que había pasado meses muy sedentarios y que todos mis órga-
nos habían ido perdiendo vitalidad. Estos son momentos de quie-
bre, momentos de entrenamiento y llamados a despertar a nuestra
guerrera comprometida con la esencia de la vida.
Primero, empecé entrenamiento aeróbico para que la energía
se moviera, para sacudir tensiones y eliminar toxinas a través de
la transpiración. Cuánto más fuerte se volvía mi cuerpo más que-
ría habitarme, más me encendía conmigo misma. Tardé mucho
en darme cuenta de que la pereza es energía comprometida con
la autodestrucción. Es aquella voz depredadora que quiere seguir
alimentando a los impulsos de muerte, a los mecanismos autodes-
tructivos y las energías fijas.
Fue muy lindo sentir cómo, a la vez, tenemos una voluntad
muy comprometida con la luz que puede pulsar muy fuerte. Ese
impulso vital, esas ganas de vivir de forma creativa, ese SÍ a dis-
frutar de nuestra sexualidad, de nuestra energía. En ese momento
supe que tenía que hacer cuerpo ese compromiso con la vida. Ya
habían sido muchos años cediendo mi energía a las emociones con-
geladas, a lo rechazado, a lo no resuelto. Era el momento de elegir
una vez más con qué me quería comprometer, a quién o a qué iba
a decidir alimentar.
En ese momento sentí una disciplina y una fuerza que hace
mucho no sentía. Retomé mis prácticas diarias de yoga para llevar
flexibilidad y aire a todas aquellas partes que se estaban sintiendo
tensas, rígidas y apretadas. La mezcla del movimiento con la respi-
ración me ayudaba a llevar luz y oxígeno a los lugares que llevaban
tiempo sin moverse.
Pedí ayuda. Invertí en cursos para aprender aún más sobre la
energía sexual y llamé a una terapeuta en bioenergética para que
306
me acompañara en el proceso. No tenemos que hacer todo solas,
dejarse acompañar y sostener es sumamente importante. Nuestro
cuerpo tiende a la salud, sabe cómo autorregularse, pero para eso
necesitamos sentir seguridad y sostén.
Realmente necesitaba ayudar a mi cuerpo a descargar todo
aquello que no había podido expresar. Necesitaba darle un fin a
un viejo ciclo emocional, recuperar el movimiento natural de mi
cuerpo. Necesitaba ayudar a descomprimir tanta tensión y que la
relajación emergiera al sentir que es seguro para mí sentir todo
eso; que puedo odiar, gritar, patalear, que el amor no está en juego.
Necesitaba volver a ese lugar que había cerrado bajo llave. Nece-
sitaba volver a respirar ese momento en que sentí que el aire me
faltó, que me desbordó la desolación.
La respiración y las descargas fueron mis grandes aliadas, junto
con vivir en estado de permiso. Necesitaba permitirme todos los
movimientos que mi cuerpo requiriera, ya no era yo la que con-
trolaba mi cuerpo, mi cuerpo me iba diciendo qué era lo que nece-
sitaba. Como dice Peter Levine, tenemos que aprender a escuchar
la voz no hablada, que es la voz del cuerpo, que sabe, que necesita
que nos rindamos y permitamos que el movimiento concluya. Me
permití los temblores del cuerpo, la expresión de cada parte que se
cerró, de cada parte que gritó en silencio, que lloró sola.
El odio, la rabia, el éxtasis, el placer, tienen la misma descarga:
el cuerpo tiembla. Se rinde, se entrega, confía. Es canal de vibra-
ciones y suelta el control para dejarlas pasar. Hay un extracto de la
Biblia que dice: “A Dios lo encuentras allí donde has temblado”.
Son impresionantes las puertas que nos abren los bloqueos a
la sexualidad cuando mostramos disposición a ver y escuchar con
mayor profundidad. Una sexualidad viva necesita cuerpos vivos.
Cuerpos en movimiento, comprometidos con la esencia de la vida,
cuerpos que responden creativamente. Cuerpos que crean con el
momento presente jugando con él y que no son esclavos de trau-
mas del pasado.
307
El trauma es una impresión, una imagen congelada, energía
estancada, libido que dejó de fluir. Podemos sanar si estamos dis-
puestas a hacerlo y nuestro compromiso con la vida pisa más fuerte
que todos nuestros mecanismos de autosabotaje y autodestrucción.
Para sanar, necesitamos voluntad. Nuestro cuerpo es el aliado
más resiliente que existe en este mundo. Tiende a la salud, tiende
al equilibrio. A través de sus síntomas nos habla todo el tiempo.
Necesitamos colaborar y entrar en un nuevo lenguaje con él. Más
íntimo, más profundo. Necesitamos conscientemente elegir habi-
tarnos, vivir, crear, estar al máximo de nuestro potencial.
Durante esos meses, mi intención era firme y clara: me abro a
la vida, abro mi pelvis, me dejo guiar por la voz no hablada.
Resultados
308
Volví a tener orgasmos, a disfrutar de mi vitalidad, de mi energía.
Me reencontré con la medicina del movimiento, del fluir con la
vida, de ser parte de ese gran baile. Fue una iniciación para seguir
anclándome en el gran SÍ.
La sexualidad, la vida, la abundancia, se guían bajo el mismo
principio: la circularidad, el movimiento, la actividad pasiva. Lo
único que tenemos que hacer es decir SÍ y luego rendirnos. Deja-
mos entrar y dejamos ir, nos comprometemos y soltamos. Cuando
nos desconectamos del ritmo único, nuestra energía empieza a rete-
nerse, deja de fluir, y cuando la energía vital se apaga, los meca-
nismos autodestructivos se activan. Por eso llega un momento de
nuestra vida en que tenemos que decidir. Tenemos que despertar
a nuestra guerrera que vino a esta encarnación a comprometerse
con el amor. Vino a llevar información de goce y placer a los huecos
donde habitan el odio y el rencor. Vivir tu sexualidad con intensi-
dad es increíblemente sanador y revolucionario. Es ponerles fin a
generaciones de culpas y vergüenzas, es ir más allá de tu historia,
es habitar tu cuerpo con todo su esplendor. Nuestra energía sexual
necesita ser despertada, elegida y sostenida. Vinimos a eso. Temble-
mos de placer, estallemos en gozo, explotemos de disfrute. Nuestro
cuerpo es un vehículo hacia la conexión más profunda que podre-
mos imaginar. Es hora de encenderlo y ponerlo en modo gozar.
Algo que también me gustaría dejar claro como conclusión es
que mi gran aliada en este proceso fue mi respiración. Mi gran
compañera, mi gran medicina. Ella fue quien me devolvió al movi-
miento original.
Historia de mujeres.
Blanca: la frustración congelada
Blanca estaba haciendo un ciclo de seis respiraciones de Rebirthing
Breathwork. Aclaro esto porque al lugar al que ella llegó con su
309
respiración rara vez sucede con una sola sesión. Es fruto de un
compromiso y una voluntad con el SÍ, y se necesita de un tiempo
para que nuestro sistema vaya soltando ciertas resistencias antes de
conectar con un dolor tan profundo.
Blanca me comentó que tenía que operarse la mandíbula a fin
de ese año porque no podía abrirla del todo, era como si se le tra-
bara sola. Podía abrir la boca hasta la mitad.
Tuvo una sesión muy emocional; apenas empezó a respirar,
una angustia se presentó en forma de lágrimas y lloró durante casi
toda la sesión. Acompañó cada emoción que iba emergiendo con
su respiración. Al final, la respiración quedó liberada y ella logró
atravesar sus resistencias a sentir todo lo que su cuerpo guardaba.
Blanca había perdido a su madre hacía pocos años y la extra-
ñaba todos los días. Cuando terminó la sesión me comentó que
había sido llevada por su respiración a una imagen congelada con
mucha carga emocional. Sintió una frustración enorme. Volvió al
momento exacto en el que su niña se resistía a vivir sin su mamá. Se
escuchaba a ella misma diciendo: “No me interesa vivir sin mamá,
no quiero hacerlo”, con mucha fuerza y convicción.
Ese momento guardaba mucho enojo, ira, frustración y resig-
nación (emociones que solemos almacenar en la mandíbula). Emo-
ciones que, además, ella rara vez se permitía sentir en su día a día.
A través de su respiración, llevándole aire y eligiendo ir más
allá, pudo atravesar todas esas emociones que se almacenaban en
su cuerpo. La resistencia a aceptar la muerte de su mamá se encon-
traba impresa en ella. El enojo estaba vivo. Durante la sesión, de a
poco, pudo verlo, sentirlo y soltarlo.
Cuando empezamos a conversar después de la sesión de Rebir-
thing, su cara era otra. Algo había cambiado. Estaba más fresca y su
energía se sentía más sutil.
A la mañana siguiente me mandó un mensaje de que su man-
díbula estaba liberada, podía abrir la boca completa. Ella no podía
creerlo y a la vez desbordaba de felicidad.
310
El orgasmo
La sensualidad y la seducción:
puentes para que la energía circule
Para que energías potentes como el propósito, la abundancia, las
relaciones conscientes nos atraviesen, necesitamos abrir el cora-
zón. El trabajo con la raíz también es muy importante porque será
el que proporcione una base sólida y segura para que todo lo demás
pueda desdoblarse. Pero si no abrimos el corazón, corremos el
riesgo de que la energía se interrumpa y quede retenida. No hay
abundancia sin corazón, no hay propósito sin corazón, no hay rela-
ciones sin corazón.
La energía sexual es la gasolina para las diferentes caras de la
profundidad en el camino espiritual. Por eso, sea el tema que sea,
la revisión de la energía sexual siempre va a ser muy necesaria.
311
Necesitamos que nuestra energía vital circule e inunde con su
potencia cada área de nuestra vida, cada centro energético. La
energía sexual le da la flexibilidad a la base para que los cimientos
sean firmes pero no rígidos.
La energía sexual nos abre la puerta a un estado permanente
de sensualidad en relación con la vida. Sentirte deseada por el
dinero, por tu propósito, por vos misma. La seducción es un arte
muy potente que mantiene la energía en circulación. No se trata de
usarla para controlar, manipular o alcanzar un beneficio personal
pasando por encima a otra persona, sino para mantenerte conec-
tada, flexible, jugando, dando, recibiendo.
El placer, la seducción, la sensualidad, son condimentos claves
en el camino espiritual. Aportan liviandad, magnetismo, dina-
mismo y soltura que son fundamentales a la hora de crear. Podría
decirse que es la lubricación que la energía necesita para fluir
libremente sin detenerse en las grietas de la rigidez. Si logramos
la relajación y empezamos a habilitar el juego de la seducción, no
tardaremos en sentir la vida penetrándonos a cada momento. La
vida nos desea, el dinero nos desea, el propósito nos desea. Hay que
animarse a dejarlos entrar, a dejarnos penetrar, a volver a jugar.
Abrirle la puerta a la sensualidad es ayudar a que tu energía se
deslice suavemente para que aquello que estaba estancado debido a
memorias de vergüenza, culpa y castigo pueda liberarse.
Todos los momentos que guardamos en el inconsciente por
estos motivos representan esos lugares donde más nos cuesta rela-
jarnos. Y sin relajación no puede haber rendición. La relajación nos
lleva a la rendición; la rendición, al disfrute; el disfrute, al goce, y
en el goce tu energía hace los movimientos verticales que necesita
de ascensión y descensión para penetrar cada centro de tu cuerpo.
En este despertar podemos experimentar el éxtasis. La unión. La
completa rendición.
312
Experiencia personal: deseo y seducción
313
Este capítulo es muy profundo en mi vida y dudé mucho en expo-
nerlo, pero a la vez siento que es aquello que vine a compartir.
Ordenar las dinámicas masculino-femenino, habitar mis ciclos, mi
feminidad, dejarme sostener por mi masculino y por el masculino
que tengo al lado, recuperar la vitalidad en mi cuerpo, comple-
tar las descargas de los ciclos emocionales sin procesar, aprender
a relajarme en el dolor y abrirle el juego a la sensualidad y a la
seducción, fueron temas fundamentales que desembocaron en una
expansión inmensa que todavía sigo procesando. La sexualidad
atraviesa todas las áreas de nuestras vidas, vivimos en un gran
intercambio constante. Cuando nos ordenamos, fluimos. Cuando
nos relajamos, sanamos. Cuando nos rendimos, somos.
La última llave
314
paredes, que estaban repletas de símbolos sagrados, se encontraba
el sexo como protagonista. Muchísimas posiciones sexuales que
para ellos te conectaban directamente con lo divino representaban
un puente hacia la iluminación. Las imágenes estaban talladas a
mano a modo de recordatorio. Las mujeres vestían muy poca ropa
o ninguna, se las veía disfrutando de su cuerpo y de su sexo libre-
mente. Recuerdo que miré a mi alrededor y vi la realidad actual:
mujeres tapadas de pies a cabeza, con vergüenza en los ojos. “¿Qué
pasó?”, pensé. Y mucha angustia invadió mi pecho.
Para recuperar aquella confianza rota y volver al origen, hice
muchas meditaciones frente a imágenes de lingams sagrados, esto
permitía que nueva información ingresara en mi sistema: sacra-
lidad, sexo limpio, masculino divino. Eso, por contraste, también
hacía aparecer lo viejo, los condicionamientos, la programación,
toda la información que cargaba: desconfianza, masculino abusa-
dor, sexo sucio, etcétera. Entonces, una vez que lo veía, podía sol-
tar y elegir. Dejar que la verdad se filtrara por las rendijas de los
programas que recibí y que se venían repitiendo de generación en
generación. Hacerme consciente de lo condicionada y programada
que estaba fue muy necesario.
Otro hecho que me ayudó fue comprarme un objeto con su
forma para ponerlo en el altar y también para llevarlo conmigo y
que me acompañara en el proceso de limpieza. A su vez, siempre
antes de comenzar un encuentro sexual me dedicaba un tiempo a
conversar conmigo misma y reforzar esta nueva información: “No
hay nada que controlar, estoy a salvo. Confío y honro su sabiduría.
Me abro a ella. Me entrego a este encuentro divino y a todo lo que
tiene para mostrarme”.
De verdad, si decidí incluir esto en el libro una vez que ya
estaba en etapa de edición, es porque realmente fue una pieza clave
en este camino de reencontrarme con la intimidad, la sexualidad y
el masculino sagrado. Sentí que no estaba siendo del todo honesta
si no la incluía. Sin confianza no hay forma de abrirse, de relajarse
315
y entregarse. Sin la muerte que nos produce la entrega profunda no
hay encuentro sagrado.
Ahora sí. Espero que mi experiencia despierte el regreso al ori-
gen, hacia el comienzo de aquellas imágenes simbólicas que nos
develan la verdad. Bendigo a quienes nos dejaron pistas a través de
la simbología, la pintura, la escritura y cualquier forma de arte que
quedó en el tiempo para que pudiéramos regresar.
Toda esta información ya habita en vos, habilitate a despertarla
y dejá que se cuele por cada uno de tus poros.
316
Capítulo 11
La última rendición:
la muerte del yo separado
Rendición al control
Se podría decir que este tema me atraviesa porque fue y es mi
mayor desafío. Si miro hacia atrás y en perspectiva, puedo ver
cómo el control siempre estuvo presente en mi vida. En general,
era de las que optaban por las terapias cortas, con mis preferencias
personales muy a flor de piel y de reacciones automáticas cuando
algo no me gustaba. Con el tiempo entendí que había una entrega
que no era completa porque podía percibir una parte de mi per-
sonalidad que se agarraba, se sujetaba y no terminaba de rendirse.
Como si tuviese una capa alrededor de todo mi cuerpo que no me
dejaba relajarme del todo en el fluir natural de las cosas. Como si
realmente creyera que estaba en control de algo. Realmente con
este capítulo, y este libro en general, porque ya saben que todos los
capítulos fueron escritos casi en simultáneo, toda esa idea se me
dio vuelta de par en par.
Caí en la verdadera cuenta de lo poco que controlo y cómo,
cada vez que lo hago, evito que la vida opere a través de mí. Me
pregunto la cantidad de veces que me resistí a colaborar con la vida
por querer controlar el devenir de los hechos o decidir sobre la base
de mi conveniencia. Este capítulo, no solo en el libro, sino en mi
vida, fue un reseteo, tomé profunda conciencia de que todo control
317
es una ilusión, es una contracción que detiene el movimiento natu-
ral y original. Cuando controlo, me separo, porque por un lado
está mi Ser alineado con la vida y su sabiduría, y por el otro, el yo
que controla. Y desde ese lugar solo creo dualidad y sufrimiento,
dejo de ser la vida. Empiezo a creer que las cosas son creadas por
mí y no para mí. Sin duda este tema forma parte del despertar que
me trajo todo este proceso creativo. Ahora es la madrugada y me
sentí realmente movida de mi cama a escribir esto que vengo sin-
tiendo y que ahora estoy lista para volcarlo en un papel.
Eso es lo increíblemente hermoso de cuando nos corremos
del medio, realmente no hay que hacer nada. Simplemente estar
conectadas y hacer los movimientos necesarios. En este estado
entramos en un flujo de inspiración y creatividad constante, empe-
zamos a barrer las paredes del control que entorpecen la conexión
y entramos en una nueva realidad mucho más expansiva. La incer-
tidumbre y el misterio se vuelven componentes indispensables y
ya ni siquiera importa entender, la aceptación se transforma en un
estado del Ser y la rendición sucede sin esfuerzo.
Mientras escribía este capítulo, sin saber muy bien cómo, llegó
a mis manos el libro El experimento de rendirse, de Michael Singer.
A veces me sorprendo tanto de las sincronicidades, las pistas, los
atajos que nos encuentran si estamos atentos, si estamos conec-
tadas al ritmo universal, al fluir natural. Ese libro me caló muy
profundo porque después de pedir y entender el concepto de ren-
dición, este autor llegó a convertirlo en una práctica diaria. Logró
hacer de su vida un experimento en el que la rendición es la única
respuesta ante todo, se animó a realmente permitir que la vida
tomara el mando.
Recién en este momento empiezo a comprender y habitar la
frase que se me venía apareciendo y repitiendo desde que empecé:
“Sos quien da dirección, pero no quien dirige”. Y claro, hay una
sabiduría superior que siempre se desdobla y expande cuando
no estamos en el medio. Porque, cuando tomamos decisiones,
318
generalmente lo hacemos desde nuestras resistencias o preferencias
personales y estas se encuentran puramente en un estado mental,
por ende, es más difícil que estén alineadas con la vida, porque
nada nuevo puede venir de ahí. La mente repele la incertidum-
bre, el misterio, y busca mantenernos en un estado de comodidad
y seguridad en un lugar que ya conoce. La verdadera rendición te
conecta con la convivencia con el no saber constante, con la con-
fianza que se transforma en certeza de que no hay otra forma de
vivir si queremos conocer el significado más profundo de las cosas.
Jamás podremos ver las intenciones de la vida si seguimos priori-
zando las nuestras. Hay un momento del camino en que necesita-
mos tomar la decisión de ocupar el asiento de acompañante para
que la vida tome el timón y nos lleve con su inteligencia adonde
colaboremos con su profundidad y sabiduría.
319
¿Podemos vivir sin darles un sentido a las cosas permanente-
mente? ¿Sin buscar entender para qué pasaron? ¿Sin exigir respues-
tas a todos los acontecimientos que nos rodean? ¿Podemos vivir
sin buscar entender, sin querer saber? ¿Podemos vivir en estado de
no control? ¿Acaso nos animamos a acariciar la aceptación? ¿Pode-
mos dejar de buscar un suelo que nos sostenga y abrirnos a nuevas
posibilidades? ¿Podemos hacernos a un costado y ser extensión del
movimiento natural? ¿Podemos dejar de sentirnos separadas de la
vida en sí misma?
Estas preguntas todavía existen porque hay un yo que se resiste a
ceder, se rehúsa a no tener el mando de su vida, hay un yo que todavía
se siente separado de la vida en sí misma. Y mientras esta separación
se mantenga, nos estaremos resistiendo a la unidad, a la totalidad, al
éxtasis de la vida. ¿Qué sensaciones surgieron en vos cuando leíste
estas preguntas? ¿Cuáles fueron las resistencias que aparecieron?
Allí donde hay resistencia es un escenario perfecto para desarro-
llar la práctica de rendirse. Realmente no sabemos cómo hacerlo y
necesitamos aprender. Temblamos ante la idea de desaparecer, pero
para conocer el océano que somos realmente necesitamos dejar de
definirnos como gotas. Desaparecer para serlo todo.
320
Aceptación radical
321
“En esa etapa de mi crecimiento, pude ver que la
práctica de la entrega en realidad se realizaba en dos
pasos muy distintos: primero, dejas ir las reacciones
personales de gusto y disgusto que se forman dentro
de tu mente y corazón; y segundo, con la sensación de
claridad resultante, simplemente miras para ver qué te
pide la situación que se desarrolla frente a ti.”
Michael Singer
Rendirse
322
senté a flotar un rato y empecé a entender qué es lo que estaba
necesitando la vida de mí. Necesitaba que me rindiera, que soltara
el control, porque si hay control, a la vida le cuesta entrar. Empecé
a observar el agua. Esa capacidad de adoptar cualquier forma, esa
rendición constante, esa capacidad de fluir sin interrupción sin
ejercer ninguna fuerza contra la corriente. Liviana, profunda, y
su potencia no tiene que ver con su fuerza, sino con su constancia.
Con su confianza, con un SÍ a fluir y a dejarse llevar. El mar tiene
la información de la no definición, el agua no tiene forma fija, se
adapta según las corrientes. Si hay piedras en el camino se abre y
sigue su camino sin detenerse.
Puede parecer simple, pero a veces entendemos todos estos
conceptos en un plano mental, y eso no es suficiente; esa mañana
los códigos pasaron a mi cuerpo, entré en un estado muy profundo
y reconocí mis propios líquidos dentro de mi cuerpo. Mis aguas,
mi energía, que también me pedían lo mismo: “Rendite”.
Ese día tomé un compromiso conmigo misma y con la vida.
Estábamos, con Mario, en un momento de tomar muchas decisio-
nes. Los planes se iban cayendo una y otra vez. Y me dije: “No voy
a tomar decisiones, simplemente voy a hacer movimientos, y solo
cuando sean requeridos”. Sin preferencias, sin escuchar las razones
de mi mente. Decidí entrar en otro nivel de entrega y apertura.
Decidí decir SÍ a lo que sentía que se me estaba pidiendo.
También me tocó sentir todas mis resistencias. Ese estado fue
tan puro que expulsó todo lo que se resistía. Atravesé momentos
muy incómodos en los que mi mente empezó a protestar y a querer
pisar más fuerte. A aferrarse, a no querer perder el control ni la
personalidad. Me sentí muy combativa de golpe, como si hubiese
algo que debería defender, como si algo estuviera desapareciendo
y mi mente quisiera retenerlo. Ahí pude ver toda la fuerza vital
que estaba puesta en resistir, así que tuve que redoblar la apuesta:
rendirme más. Pero no con esfuerzo, sino como si no hubiera otra
opción. Había una parte de mí que se estaba desintegrando, y eso
323
era natural. Tuve que dejar pasar pensamientos, resistencias, voces,
una y otra vez. Dejar de creerle a esa voz protestona y volver a mi
práctica: rendición y relajamiento.
Relajarme mientras me disolvía en algo mucho más grande
que yo, en el flujo de la vida que había tocado a mi puerta.
324
encuentres con camiones parados en la ruta o que van demasiado
lento (esto puede aumentar tu estrés), conflictos con autos que
van en tu misma dirección o manifestaciones que aparentemente
“retrasan” tu llegada. Así funcionamos, nuestro estado interno se
proyecta en el exterior y creamos eventos para vivir y confirmar
lo que estamos sintiendo.
Por eso, estar presentes es un arte, y es el único estado en el
que podemos estar en contacto con aquella voz que nos indica
el camino, esa voz que es la sabiduría universal, la gran mente,
la matriz. La mente sin tiempo. Solo responde cuando entrás en
estado de eternidad dentro de vos, ese estado en el que la linealidad
del tiempo desaparece y solo importa este momento.
Hay muchos maestros que sostienen que una mente sin disciplina
nada logra. Y acá es importante que nos detengamos a analizar
la connotación que tiene para nosotras la palabra disciplina. Viene
del latín disciplina, derivado de discipulus (discípulo). La raíz disc-
proviene del verbo discere (aprender). Ser aprendiz. Una aprendiz
constante y comprometida.
Disciplina no es más que aprender a retener los instintos y fre-
nar la impulsividad ante el estímulo. En el budismo lo llaman “no
reacción”. En términos de pensamientos, se refiere a aprender a
desidentificarse de cada pensamiento que aparece, evitar llevarlo
325
a la acción sin que pase por nuestra conciencia, ya que somos real-
mente conscientes de que cada uno de ellos crea y moldea nuestra
realidad. La presencia requiere disciplina, una mente quieta nece-
sita orden, una mente libre necesita flexibilidad de pensamientos,
y el “no juicio” como estado principal.
Obviamente, no se trata de rechazar los pensamientos y for-
zarlos a que desaparezcan, porque allí estaremos cayendo en la
rigidez, y esta rigidez afecta todo el funcionamiento de nuestro
sistema y se traduce en tensiones en nuestro cuerpo físico, ya que
mente y cuerpo no están separados. Pero sí se refiere a entender
que tu atención le va a dar poder a cada pensamiento que decidas
alimentar; cuando le das atención, le das vida. Allí irá tu energía, y
eso será lo que verás en tu realidad.
Entonces, es importante dejar pasar los pensamientos que
aparecen, ya que a su vez están respondiendo a algún programa
inconsciente, y aprender a ir un poco más allá de tu percepción.
Trascender la mente dual, no creerte lo que pensás y animarte a
traspasar los límites de tu propio juicio.
Podés ver el pensamiento, que a su vez te va a confesar el juicio
que hay detrás de él, el juicio te va a llevar al programa incons-
ciente que lo disparó. Todo esto pasa en cuestión de segundos, y
por eso necesitamos disciplina.
Los pensamientos pueden ser sólidos o aire puro, dado cómo
los percibas, es decir, cuán apegada estés a ellos. Ver los pensa-
mientos como aire te puede ayudar a flexibilizarlos, a darte cuenta
de que están respondiendo a una realidad parcial, a una percepción
que no se encuentra del todo sana. Por ende, en lugar de reaccionar
o responder, lo trascendemos. Vamos hacia ese estado de concien-
cia única, en el que no hay dualidad, en el que aquello que juzgamos
en la situación y en otras personas habla de cómo la mente está
actuando de esa manera para relacionarse con aquello que rechaza.
La mente acepta o rechaza. Lo que acepta se encuentra en nues-
tra conciencia y lo que rechaza, muchas veces, está en el inconsciente
326
permanentemente proyectado en el exterior. Cuando logramos fle-
xibilizar los pensamientos (antes rígidos y llenos de tensión), vamos
a entender que en realidad es un juego para integrar y sanar aspec-
tos que no logramos aceptar. Y para aceptarlos tenemos que sanar la
percepción que los juzga como impropios, indignos, injustos. Y eso
solo podemos hacerlo yendo un paso más atrás.
Conectando con el origen de la creación, con la mente que no
juzga, con la divinidad, la sabiduría del universo. Ese lugar donde
todo es bienvenido y que, al recordar de dónde venimos y para
qué estamos experimentándolo, el origen de ese pensamiento, de
ese programa inconsciente, sana. Y entonces ya no necesitamos ese
juicio para defendernos de lo que no aceptamos.
327
todas las posibilidades regido por las reglas del mundo sutil, en el
que la liviandad y la no identidad son condiciones necesarias para
formar parte.
Si tus pensamientos son aire, podrás reconocerlos rápidamente
y no identificarte con ellos. Si no estás identificada, ya no hay nada
que defender. Entonces salís del juego del ataque y usás esa energía
para alinearte, para ir más profundo, para ver más allá de la ilusión.
Podés usar aquel pensamiento como puerta al programa incons-
ciente que lo está disparando, y cuando dejás de creerle, ya no te lo
apropiás y dejás de reforzarlo. Y eso es una victoria para tu propia
desprogramación. Esa es la puerta a tu verdadera transformación.
Un pensamiento aire es un pensamiento sin carga ni peso ener-
gético. Es un pensamiento liviano que puedo dejar pasar sin esfuerzo.
328
Empecé a hacer el ejercicio de llevar presencia a ese lugar en
específico todos los días, no desde el rechazo a la energía externa,
sino desde el completo amor, desde la presencia amorosa que llena
el espacio vacío y abandonado.
Todos los días volvía a sentir amor por ese espacio y simple-
mente me quedaba en silencio contemplando. No había nada que
dirigir, no había ninguna intención, simplemente ser observadora
pasiva y amorosa de ese espacio que inconscientemente había cedido.
Después de varios días de hacer esta práctica, sentí cómo todo
mi sistema me pidió que dejara de llevar presencia a ese lugar espe-
cífico y que empezara a llevar esa conciencia al todo, al sistema
completo. Cuando llevaba la conciencia, la energía y la atención
a todo mi campo, le devolvía la coherencia, volvía a la unidad, a
la totalidad, y mi sistema dejaba de operar como partes aisladas y
separadas. Desde esa conciencia de totalidad, las partes aisladas
sanaban por sí solas.
De nuevo, no había nada que hacer, nada que dirigir, simple-
mente llevar la conciencia a la unidad, al equipo, al funcionamiento
completo. Y desde ahí, todo el sistema sabría qué hacer, y cualquier
movimiento energético iba a surgir de la coherencia completa, de
la sabiduría sagrada y original.
La uña empezó a crecer sana y sin rastros de hongo. Para mí
fue muy revelador poder comprobarme y mostrarme a mí misma
cómo funciona mi cuerpo, mi sistema, mi sabiduría. Una cosa es
leerlo en un libro y otra cosa es experimentarlo por vos misma.
Todo lo que ves es innegable y ya no hay vuelta atrás. Había apren-
dido a sanarme sin hacer nada, simplemente eligiendo consciente-
mente habitarme completa. También fue interesante ver el costo de
no estar presentes, ya que cualquier energía externa puede alojarse
en los espacios que nosotras abandonamos. Esas energías también
funcionan como información que pueden interferir en el funcio-
namiento completo.
329
Ejercicio
330
intención de entender cómo funciona la vida, de dónde viene la fuerza
vital, hacia dónde va, y no interferir en ese proceso natural. Ser extensión
de la fuerza vital. Ser parte, colaborar.
Así, voy dejando pasar los pensamientos y también las emociones.
Porque cuando me alineo con la fuerza vital, recupero la sabiduría origi-
nal, empiezo a alimentar coherencia, unidad, no separación, y desde ese
campo de totalidad las emociones empiezan a sanar. El campo energético
individual de cada pensamiento, de cada emoción, comienza el proceso
de integración, en vez de funcionar como partes aisladas, vuelven a ali-
nearse con el sistema completo. Paso de sentirme separada a ser completa-
mente parte, paso de la fragmentación a la relajación. De la resistencia a
la esencia de la vida. Del control a la rendición profunda.
Resistencias
331
eso fue parte, y me parece importante traerlo a la luz porque en
los libros que leo generalmente no se hace hincapié en verdadera-
mente sostener el grado de incomodidad, no se habla de la molestia
que también aparece a la hora de rendirte a una práctica y dejar
comportamientos viscerales atrás.
Me di cuenta de que era el momento de alimentar la nueva
coherencia. Sostener mi decisión se hizo más importante que
nunca. De esta manera, la rendición se transformaría en mi nueva
inercia y mis células y mi sistema se acostumbrarían a esta infor-
mación y a esta nueva manera de moverme en el mundo.
Afianzarte y enraizarte en la nueva coherencia tiene sus desa-
fíos y es parte del entrenamiento. A mí me hizo volver al presente
una y otra vez. Una vez en el presente, no había espacio para el
automático ni para aquellas reacciones que tienen el hacer com-
pulsivo en su razón de ser. Desde el presente, podía conectar con
una sabiduría total que no tenía que ver con la separación. Desde
el presente podía verdaderamente conectar con el corazón. Y todo
hacer o acción que nace desde el corazón es completamente trans-
formador y alineado. La compulsión se transforma en inspiración;
la reactividad, en profundidad, y la repetición, en sanación.
Mantener un corazón activo y abierto también fue parte cru-
cial de mi práctica. Fue lo único que me permitió sostener e inte-
grar mis resistencias.
Las resistencias me mostraban información muy densa que se
estaba haciendo cada vez más sutil, y lo único que podía realizar
esa transmutación o esa alquimia era un corazón abierto con la
voluntad de rendirse.
332
fin de la lucha es dejar de identificarme con la que lucha. Tampoco se
trata de intentar estar en paz, se trata de reconocer ese espacio den-
tro de nosotros que ya está en paz, que ya se encuentra en rendición,
que no anhela un futuro diferente porque ese futuro es una ilusión.
Desde ese espacio de paz que soy, me dejo ir. Dejo que la lucha
se diluya, que las resistencias se disuelvan porque no son necesa-
rias. No necesito el conflicto, no necesito crearme una realidad
separada, no necesito distanciarme de lo que quiero. Soy ese espa-
cio de paz, soy la fuerza de la vida, soy la vida misma. Cuando no
me separo, no hay un lugar al cual llegar porque no hay distancia.
Si no hay distancia, tampoco hay deseo, tampoco hay metas,
tampoco hay conflictos. Vuelvo a la unión, a la totalidad. A estar
en paz con lo que soy, con lo que hay. Realmente no puedo concebir
otra forma, porque soy la forma.
Y si la voz de la mente que insiste en separarse, en luchar o
combatir sigue parloteando, entonces me dejo ir una y otra vez.
Dejo ir esa parte que busca afirmarse, esa voz que solo quiere iden-
tificarse, la dejo ir, me dejo ir. Me voy desprendiendo de lo que creo
para adentrarme en lo que soy. Una y otra vez, todas las veces que
sean necesarias.
333
Adyashanti, me terminó de caer la ficha, terminé de entenderlo. Estoy
queriendo llegar a un lugar perdiendo de vista que soy ese lugar. De golpe
empecé a relajarme en las resistencias, a sentir ese espacio, a ser ese espa-
cio. Dejé de necesitar el conflicto, ni siquiera fue mi voluntad de renuncia,
sino que no había espacio. No había separación. No había futuro. Solo un
eterno presente inundado de gozo, silencio y suficiencia. Ese día me di
cuenta desde dónde quería encarar mis prácticas.
Todo mi cuerpo se relajó, se distendió, se suavizó. Por fin se hizo pre-
sente el silencio que tanto extrañaba. Un silencio que quemó todos mis
intentos y me dejó en carne viva con lo que es.
Un aire de aceptación que me recorrió entera haciéndome parte de él.
No tuve problema en ceder mi identidad para volverme partícula de aire,
partícula de aceptación. Me compadecí y hasta me reí un poco de mí misma
y mis instintos de justiciera. Hora de dejarme ir. Hora de rendir cada
parte de mí. Con completa naturalidad y un alivio infinito como quien
deja de buscar para permitirse llegar.
334
control y que a cada momento en que iba poniéndole conciencia y
reaccionaba diferente, sanaba un poco más.
Fue un reaprender a vivir. En rendición, en relajación. Sigue
siendo el camino que elijo y lo pongo a prueba en cada decisión.
Tomo cada escenario de la vida como una oportunidad para ren-
dirme y relajarme cada vez un poco más. Hasta que de a poco mi
cuerpo y mi mente vayan incorporando esa flexibilidad, esa con-
fianza absoluta, ese disfrute natural, y sea la vida la que me mueva.
Y yo dejar de insistir en imponer mi voluntad. Aprender a dejarme
llevar, a leer el flujo vital y estar a disposición de todo lo que quiera
manifestarse.
335
empecé a revivir miedos muy antiguos que se relacionaban con
ocupar mi lugar y sentir que no hay espacio suficiente para mí.
Tuve que darles permiso a esas emociones y dolores viejos y buscar
la forma de no identificarme, de no crearme historias que lo siguie-
ran perpetuando. Generalmente, cuando nuestra percepción está
dañada porque está respondiendo a la inteligencia de aquel miedo/
enojo, es inevitable que empecemos a ver la vida de esa forma.
Según la medicina china, en los riñones se almacenan los miedos,
ahí en la espalda baja, por ende, relajar esa zona que estaba tan con-
traída para mí era fundamental. A la vez, esto sucedió en un momento
de gran crecimiento. Me encontraba reimprimiendo mi primer libro,
mi proyecto se estaba expandiendo muy rápido y realmente estaba
comprobando que esos miedos ya no tenían razón de ser.
Al relajarme, hacer espacio y llevar aire, se produjo un movi-
miento energético interno muy profundo que materializó la infor-
mación sutil que traía en el cuerpo. Es decir, la información se hizo
visible en una incomodidad palpable que luego pudo ser transmu-
tada. Porque, además, esa información ya no era compatible con mi
realidad actual, sin embargo, estaba almacenada en algún recóndito
lugar de mi inconsciente. Por eso, cuando ya no hay resonancia, el
cuerpo encuentra la forma de retirar la información a través de
síntomas, incomodidades, etcétera. Con esto no quiero decir que
no debamos acudir al médico, para nada. Simplemente que tenga-
mos en cuenta el trasfondo de todo el movimiento que puede estar
sucediendo dentro de nosotras y que funcione como una invitación
a entrar en una intimidad profunda y sincera con nuestro cuerpo
y nuestras memorias.
Cada órgano guarda su propia información, y a medida que vamos
logrando la relajación en cada uno de ellos, la información almacenada
puede volver a circular. Haciendo esto recordamos la conciencia de la
unidad, recordamos que cada uno forma parte de algo mayor y que
necesitamos que la sabiduría de cada uno esté al servicio de la sabidu-
ría del sistema para que el funcionamiento sea armónico y perfecto.
336
La relajación interna deriva en la
relajación de todo a mi alrededor
Cuánto más me permito relajarme, más en cámara lenta se torna la
vida. Puedo ver el espacio entre mis pensamientos y relajarme en
ese campo abierto que soy. Todo pierde peso, ya no me creo todo
lo que siento, todo lo que veo, todo lo que pienso. Las reacciones ya
no afloran como misiles en pleno combate, sino que tengo la opor-
tunidad de flexibilizar mi postura mental. Ya no me apego a una
imagen, a un concepto o a una idea porque comprendo a un nivel
más profundo lo que no soy. Cuando desacelero, relajo y me rindo,
me desvanezco en mi campo de presencia, y desde ese lugar ya no
hay nada que defender, ya no siento amenaza porque no puedo per-
der nada de lo que ya soy. Suelto el combate mental, la necesidad de
estar de acuerdo o afirmarme en una identificación. Comprendo
que cuanto más me apego a una idea, más afirmo esa parte de mi
ego que cree que necesita defenderse. La flexibilidad me permite
dejar pasar y elegir qué alimentar. La relajación es una puerta al
recordar. Recordar mi estado original, recordar la presencia que
soy. El estado de relajación es pura sanación, porque al salir de la
división que me propone mi ego, al trascender el plano mental y
emocional, vuelvo a ser una con la totalidad. Al trascender la sepa-
ración recuerdo la inmensidad que soy.
Rendir tu voluntad
El viaje del escorpión al cóndor.
En chamanismo este es un viaje conocido.
La primera vez que hice un viaje para conocer a mi animal de
poder se me presentó un escorpión. En el mismo viaje también
aparecía el cóndor, pero el mensaje era: “para llegar a cóndor habría
que dominar el arte del escorpión”.
337
En otras palabras, meterme en mis propias oscuridades, apro-
piarme de las fuerzas que rechazo, hurgar en los desórdenes de mi
inconsciente y animarme a pegar el salto. El salto de la confianza, el
abismo donde todas tus resistencias se desdibujan, donde tus mie-
dos ya no te paralizan porque el SÍ es más fuerte. Después de mero-
dear por las sombras sin perdernos en ellas, llega un momento en
el que solo tenemos que saltar. Ese es el salto de fe, anclados en la
certeza de ser sostenidos, de contar con apoyo invisible. Ese salto a
pertenecer a la totalidad. Ahí conocemos el vuelo del cóndor.
Dos años después de ese viaje de conocer a mi animal de poder,
viajé con mi grupo de chamanismo (un grupo de siete mujeres) a Perú
guiadas por Humberto. En una de las actividades fuimos a Pisac.
Nos detuvimos en el lugar donde se encontraban las tumbas de los
sacerdotes, de los sabios, un lugar muy sagrado que con solo respi-
rar el aire que circula se te ponen los pelos de punta.
La primera vez que fui me doblé en llanto sin saber por qué,
hasta que después me contaron de qué se trataba ese lugar: era un
espacio de altísimo poder. La segunda fue esta experiencia que voy
a contarles. Llegamos, entre todas abrimos un círculo chamánico
para pedir permiso y asistencia y, luego, fuimos guiadas en una
actividad para honrar a nuestros antepasados, porque esa es la
energía que sentimos en ese lugar. Honrar a nuestros antepasados
es un paso clave en nuestro camino, cada vez que los reconocemos
y agradecemos sin estar constantemente deteniéndonos en lo que
no pudieron, le abrimos la puerta a la fuerza de nuestros linajes,
a la caja de talentos que proviene de quienes nos precedieron. Le
abrimos la puerta a recibir su apoyo, a afirmar esa fuerza que agra-
decemos, en nosotras mismas.
Muy movilizadas, seguimos viaje y nos fuimos a un parador
a media hora de distancia. El parador tenía un precipicio no muy
alto pero desafiante, con las montañas de fondo y la naturaleza
imponente alrededor. La experiencia consistía en, luego de ser
atada a una soga que cubriera la cadera, pararte en el borde del
338
precipicio y confiar en la fuerza de una de nosotras que tenía la
función de hacer de sostén. Después solo quedaba dejarte ir. Hasta
donde pudieras, hasta donde quisieras, hasta donde sintieras. En
ese dejarte ir, el cóndor vendría y te llevaría de viaje. Iríamos jun-
tas al nevado Verónica, un Apu que al día siguiente recorreríamos,
y luego volvería para dejarte en donde empezaste.
Yo no puedo explicar los temblores que mi cuerpo vivió, apa-
recieron todas mis resistencias, todos mis miedos a confiar, a sal-
tar, a dejarme ir. Mi mente empezó a contraerse, no quería saber
nada con entregarse al viento. Con la ayuda de mi respiración pude
bajar de la cabeza al cuerpo, del cuerpo al corazón y dejarme volar.
Anclarme en el SÍ. Soltarme a algo más. A algo que no veo pero
está. A esa fuerza invisible que toma la fuerza del cóndor y me
toma por completo. A esa sabiduría que se alimenta de mi compro-
miso y del de todo aquel que dice SÍ.
Volé con el cóndor. Me entregué, temblé, y me rendí. No solo
volé con el cóndor, sino que me convertí en él. Fui el cóndor. Esa
experiencia quedó anclada en mi corazón para siempre. Esta expe-
riencia se trató de permitirme ser el cóndor. Despertar esa fuerza
dentro de mí. Fue el cierre de un viaje. Después de tanto hurgar,
sanar, comprometerme con iluminar mi oscuridad, tuve que tomar
la decisión de ser el cóndor. Él me vino a buscar y después nos vol-
vimos uno.
No tengo muchas palabras para describir cómo me sentí, porque
las palabras no son el lenguaje de mi cuerpo, sí puedo asegurar que
tengo atesorada cada sensación, como anclaje, como registro. En
cada ocasión, elegir ser el cóndor no deja de ser una decisión. Y
cada vez que lo hacemos, contamos con un apoyo inmensurable.
Contamos con la asistencia de la naturaleza, de la gran fuerza. Nos
permitimos volar porque nos ganamos nuestro propio vuelo.
339
Experiencia personal:
acompañamiento de la Chamana
Tuve la fortuna de coincidir con la Chamana (así le diré para preservar
su identidad) tres veces. Cada encuentro fue un viaje único. Llegué a ella
por Humber y tuve una conexión muy especial apenas sentí su medicina.
El primero fue en Perú, Machu Picchu, fue la primera vez que la
vi, que la conocí, que la dejé entrar y conocí su poder. Ella es uno de esos
seres que no necesitan hablar porque solo con el contacto, con su presen-
cia, todo tu campo se afloja, recuerda y se desarma. El primer encuentro
que tuvimos fue en grupo. Sus enseñanzas fueron más suaves que los
dos encuentros posteriores. Pero de ese encuentro algo en mí nació para
quedarse. Conecté con mi deseo profundo e innegable de vivir rodeada
de naturaleza, me conecté con mi niña, con mi mujer salvaje, recuperé el
lenguaje con la naturaleza y me reí como nunca. Recordé lo que era ser
libre y me comprometí a llevar conmigo todo eso que había vivido. Ella fue
quien me conectó con el tambor, que hoy es mi gran compañero.
La segunda vez que nos vimos fue al año siguiente, esta vez en Cór-
doba, Argentina. Me preparé mucho para verla porque sabía todo lo que
movía en mí. Cuando la vi, me desarmé. Me quedé tumbada en las rocas
cerca de un arroyo sin poder moverme por dos horas. En ese tiempo me
pasó de todo. Fue una limpieza que nunca tuve antes, estuve un largo
tiempo resistiéndome porque ella quería llevarme a las oscuridades y a
mí me daba miedo, hasta que después de un trabajo en conjunto, entré, me
entregué. Pude ver muchas memorias antiguas, de linajes, y cómo ener-
gías que tenían formas de caras siniestras salían de mi útero y se iban
a la tierra, no sé si lo vi o lo sentí, pero en mi recuerdo esa experiencia
quedó muy nítida. Estuve un tiempo sin poder moverme, entregándome a
la tierra, sosteniéndome en ella y dejándome limpiar sin interferir.
Después de unas horas, mi energía vital volvió a mí y pude disfru-
tar como nunca. Había otras mujeres haciendo el trabajo conmigo y se
armó una hermandad en la que fortalecimos mucho la energía femenina
a través de la contención entre nosotras. Fue tremendamente sanador y
340
todo mi cuerpo lo sintió. Apenas volví a Buenos Aires, donde vivía en ese
momento, me broté completamente la garganta, zona muy relacionada al
útero, mi cuerpo seguía expulsando y limpiando el trabajo que habíamos
comenzado en aquel arroyo.
El tercer encuentro nunca lo voy a olvidar. Fue dos años después en
Cusco, Perú. Me pasó algo que nunca había vivido y quiero compartirlo
más en detalle.
Al principio, la Chamana se acercó despacio, creí que iba a ser un
viaje suave porque así sentí su energía en un principio, pero no pasó ni
media hora que ya mi cuerpo empezó a temblar. Ella nunca dijo una pala-
bra, pero en mis adentros se sentía como si me guiara paso a paso. Sentía
su voz, sentía su aliento, y sentía que ya estaba preparada para otro tipo
de experiencia que era completamente nueva para mí.
No hagas fuerza. Me repetía una y otra vez. Sin hablarme, pero yo
la entendía.
Fuerza psíquica, psicológica, física, espiritual. No hagas nada. Cada
vez que le das sentido a algo le ponés una fuerza a la situación, cada vez
que justificás, reafirmás una fuerza reactiva. No te muevas.
En ese momento sentí que me consumieron todo el control. Me suc-
cionaron toda la rigidez y me quedé pasmada como una ameba en el
piso sin poder moverme ni reaccionar, completamente desvanecida en la
tierra. Pero aun así podía percibir una fuerza en mí que seguía latiendo,
que seguía pujando. Me detuve, la miré de cerca y ahí estaba: esa fuerza
era mi voluntad.
Era lo único que me quedaba por rendir y eso tenía que ser una deci-
sión. Entre idas y vueltas, entre un poco de resistencia y otro poco de
miedo, con una entrega que jamás había experimentado en mi vida, lo
hice. Todo lo que pasó después lo cuento en el próximo capítulo.
341
IV
345
cuando esperamos algo diferente de lo que es. Y en ese momento
volví al estado de aceptación completa.
Nunca en mi vida había sentido semejante presencia. Sofi
había desaparecido. Estaba en el río mirando el agua sin ningún
tipo de pensamiento, simplemente estando ahí, y Cynthia, una de
las mujeres del grupo, se me acercó. Le dije que yo estaba pero no
estaba, que no podía hablar mucho, pero que la podía escuchar.
Ella se quebró en llanto y me contó lo bien que le habían hecho las
publicaciones de Fuerza Inconsciente en un momento muy parti-
cular de su vida. Yo solo la escuchaba y me alegré enormemente
por dentro, fue la primera vez que pude recibir. Recibir desde la
presencia y no desde la identidad. Pude recibir sus palabras, su pro-
ceso, y desde la presencia las dejé entrar y nos fundimos en un
abrazo. Me di cuenta de que no sabía recibir hasta ese momento.
En ocasiones anteriores, cada vez que alguien se me acercaba
para agradecerme, tenía tanto miedo de que mi ego quisiera iden-
tificarse con aquel halago que directamente no lo dejaba entrar.
Cuando pude correrlo del medio, conecté con el placer de recibir.
Y también me di cuenta de algo que Humber nos dijo alguna vez:
“Recibir es un acto de generosidad”. Cuando yo le abrí mi corazón
a Cyn, a recibir su proceso, sus palabras, sus agradecimientos, algo
en ella se aflojó, pudo descargar, pudo soltar. Y en ese momento, en
ese acto de dar y recibir, estábamos sanando las dos. En ese estado,
había desaparecido la voz en mi cabeza que en general siempre me
dice qué hacer: tengo ganas de ir al baño, quiero irme de acá, qué
hora es, etcétera. Había desaparecido la preferencia personal, la
voluntad individual. Yo simplemente estaba en un profundo estado
de quietud interna y era como si me moviera el viento.
En uno de esos impulsos trepé hacia arriba, donde todo había
comenzado, y me encontré con Vera, otra de las integrantes del
grupo. No puedo decir qué fue, pero algo me atrajo hacia ella como
un imán. La veía molesta, incómoda. Me senté con ella, y varias ora-
ciones salieron de mi boca, palabras que ahora no puedo recordar,
346
porque, como dije, yo estaba pero no estaba. Al momento de pro-
nunciarlas, ella quebró en llanto. Desde la presencia que me estaba
habitando, la sostuve en completa calma, me acuerdo de que le dije
algo así como que ya era hora de abrirse a recibir todo lo que ella ya
había dado, y un llanto de liberación la tomó. Yo iba poniéndole las
manos donde esa presencia que me habitaba me dictaba sin inter-
venir en lo más mínimo. Ese día aprendí lo que es verdaderamente
servir. Estar al servicio del flujo de la vida, dejarse guiar, y que cada
palabra nazca de ese lugar de completa presencia, de conciencia pura.
Y otra vez, en ese acto de dar y recibir, estábamos sanando las dos.
Ese fue mi último encuentro con la Chamana, así lo dijo ella. A
partir de ahora sus enseñanzas ya estaban en mí y ya no necesitaba
de nuestros encuentros para recordar lo que mi cuerpo y mi alma
ya habían atesorado.
Lo que más me quedó anclado en esta experiencia es que solo
podemos recibir y servir en el presente. Solo podemos servir y
recibir siendo la presencia misma. Entonces no es que estamos o
conectamos con el presente, sino que somos el presente.
347
Vos que batallás entre cuidar sin dejarte atrás. Entre escu-
char con atención sin perderte vos. Vos que tomarías el dolor del
mundo con tal de evitar el sufrimiento, aunque eso no sea posible.
No porque te creas invencible, sino porque sabés cómo se siente. Y
también sabés que a veces el dolor engaña con sus relatos porque
muchas veces caíste en sus trucos.
Vos que conocés el amor de madre, amiga, amante. Vos que
hiciste tu propia síntesis con todo lo que pudiste y todo lo que no
te diste. Con todo lo que recibiste y con todo lo que te hubiera gus-
tado que te dieran. Con todo lo que no se pudo. Y ese fue el motor
para aprender sobre el amor, esa frustración te mostró otra parte
de vos y entre suspiros también le diste calor.
Vos que fuiste aprendiz de tu propio invierno, e incluso en los
días más blancos y fríos regalaste tu sonrisa más verdadera. No la
forzaste, o quizás un poco sí, pero también entendiste el poder que
tenés de hacer crecer jazmines en una tierra reseca. Sabés el poder
que tenés para crear belleza mientras caminás, aunque a veces qui-
sieras parar el mundo. Llorar un poco más, que el abrazo sea más
largo, que el sueño sea más profundo, que esas palabras no duelan
tanto. Que esa situación no sea para siempre.
Vos que diste cuando ya no tenías fuerzas.
Vos que cuidaste cuando ni siquiera sabías hacerlo con vos misma.
Vos que sostuviste más corazones de los que jamás creíste posible.
Vos que ofreciste tus manos cuando estaban ocupadas con tu
propia confusión.
Vos que nunca te negaste a dar tu atención, a ser puente del amor.
Y cuando no podías estar presente, alentaste desde el balcón.
Vos. Es hora de que te abras a recibir todo lo que ya diste.
Es hora de que dejes entrar todo el amor que compartiste.
Que no siempre vuelve de la misma forma, de las mismas per-
sonas, de las mismas situaciones.
A veces vuelve en forma de canciones. Y solo podremos escu-
charlas si estamos abiertas y rendidas a recibir las ofrendas de la
348
vida. A ver más allá de lo que creemos posible, abrirnos a recibir
lo invisible.
Y en cada rayito de sol que acaricie tu corazón, vas a sonreír
con complicidad sabiendo que es el amor que te está pidiendo
entrar. Y hoy sí lo vas a dejar pasar.
Porque, mujer, si hay algo de lo que estoy segura, es de que la
herida de recibir es lo que vinimos a sanar, y para eso necesitamos
abrirnos de par en par.
349
Entonces, cada vez que pedimos, no nos quedamos en un estado
pasivo en el que solo esperamos, sino que hacemos un gesto sobre
la base de eso que estamos pidiendo.
Si estoy pidiendo confianza, empiezo por confiar, en lo que sea,
empiezo a activar esa fuerza.
Si estoy pidiendo amor, empiezo por dejarme amar, que a su
vez me va a permitir hacer pasar ese amor.
Si estoy pidiendo coraje, empiezo por dar el primer paso.
Si estoy pidiendo abundancia, empiezo por dar.
El universo y la naturaleza se rigen bajo el principio de reci-
procidad, si no es mutuo, si no hay un ida y vuelta, el dar y el recibir
no están alineados. Por eso necesitamos hacernos cargo de nuestro
pedido y hacer un gesto claro que sea la muestra de que nos com-
prometemos con aquello que estamos pidiendo. Si queremos soste-
ner el nuevo punto de encaje, los gestos nos van a ayudar a hacerlo
de una forma armónica y poderosa.
Eso fue exactamente lo que experimenté cuando tomé la deci-
sión de ir a Perú, tenía un pedido claro: quería resignificar los
inicios, poder correr la idea de que cada comienzo tiene que ser
con esfuerzo, con estrés o preocupación, y a la vez quería despe-
jar y limpiar mi canal más que nunca para que mi ego no se apro-
piara ni limitara la expansión por la que estaba atravesando. Me
comprometí mucho con eso, mi gesto fue ir a ese viaje a pesar de
que las fechas no me cuadraban mucho y de varias complicacio-
nes logísticas que tuve que sortear. Y lo que me llevé fue mucho
más de lo que pedí. Estoy escribiendo el último capítulo de este
libro mientras espero en el aeropuerto, emocionada por todo lo
que viví.
Cuando hacemos gestos con confianza, compromiso y cohe-
rencia, los regalos que recibimos son inimaginables. Por eso me
quedo con esta frase: pedilo mientras lo das. Porque de esta forma
estás entrando en la dinámica universal y la naturaleza siempre
premia el compromiso.
350
Mover el punto de encaje hacia el corazón hace que toda mi
realidad cambie porque vuelvo a percibir desde la totalidad, desde
la unidad, y para poder sostenerlo, los gestos son increíblemente
importantes. Contamos con mucha más asistencia de la que creemos.
Hace poco vi una serie que usaba mucho esta expresión: “Tocar
la fuente”. Había un tipo de mujeres que canalizaba lo que llama-
ban “el poder único”, y para hacerlo necesitaban tocar la fuente y
ser canales de ella. No siempre estaban conectadas a la fuente, lo
hacían cada vez que lo necesitaban, ya fuera para sanar, para crear,
etcétera.
La fuente. El poder supremo, la inspiración, la creatividad, allí
donde todo ocurre y se mueve a través de un flujo natural que no
siempre podemos sintonizar. La matriz, el espacio eterno.
Toco la fuente cada vez que hago espacio, conecto y soy expre-
sión de esa sabiduría que sé que no es mía, pero que me usa para
darle forma. Mi camino se trata de eso, de correrme del medio,
de dejar que me usen, de colaborar con mi don para dar forma
a las cosas y que el mensaje pueda ser transmitido en completa
coherencia.
A veces es como si la fuente estuviera separada de quien soy,
y solo cuando logro tocarla, la creatividad fluye hacia mí. Siempre
hay una voz que me dice que en realidad eso es lo que soy. Un
canal de sabiduría infinita, pero que tiene tanto miedo de quedarse
en ese estado de conexión, de comunión, de ver la cara de Dios a
los ojos, que voy y vuelvo. Amago, coqueteo, siento la vitalidad, la
interconexión y vuelvo a la dualidad. La que quiere volver es una
resistencia más, es aquella que se siente segura cuando puede defi-
nirse. Ese estado de conexión no niega la dualidad, la abraza y la
trasciende, es todo, es conciencia pura, poder único.
351
La fuente usa diferentes canales para expresarse, conocerse y
revelarse a sí misma. Cuando rechazamos un canal, rechazamos
una parte de esa conciencia, de ese poder, y mientras haya una
parte que rechaza, que niega, que resiste, no podremos tocar la
totalidad porque estamos amando de una forma muy condicional.
La no dualidad, la totalidad, me enseña a amar. A aceptar. A
ver más allá. Qué es lo que la fuente está queriendo compartir con-
migo, qué miedo colectivo se está haciendo evidente, qué parte de
mí se siente separada. Porque de esa forma puedo moverme, puedo
ampliar mi percepción, mover el punto de encaje. Puedo pasar de la
separación a la rendición, de la resistencia a la totalidad, sin nece-
sidad de que nada cambie afuera, simplemente mi conciencia se
mueve, mi percepción cambia y ya no estoy atrapada por mi pri-
mera interpretación, que poco tiene que ver con el canal que soy.
En la serie, la mayoría de las que podían canalizar eran muje-
res, solo unos pocos hombres podían, y aquellos que lo hacían
generalmente terminaban atormentados por la locura y la ambi-
ción de poder. Porque si no tenemos nuestro canal limpio y traba-
jado, podemos usar esa conexión para nuestra propia conveniencia,
por eso trabajar y sanar la humanidad se vuelve tan clave en este
camino. Preparar el instrumento que tendrá transmisión directa
con la fuente, con el universo. Trabajar el miedo que te hace ir
y volver, entrar y salir. Abrazar el compromiso que te impulsó a
entregarte en devoción, la coherencia que nutre la impecabilidad,
trabajar la ambición por llegar, la comparación que te desvía de tu
camino personal.
Ahí voy yo, entrando y saliendo, sintiendo. No estoy apurada,
pero sí muy comprometida, cada día más. Y confío mucho en que
los mensajes y las pistas se me van develando cuando estoy lista para
mirar. Así fue siempre, así fue el proceso y el devenir de este libro.
En este momento estoy escribiendo frente al mar con una tran-
quilidad que me desborda, con una certeza absoluta y con una paz
inmensurable. Agradecida por mi valentía de animarme a tocar
352
la fuente, a compartir, a ver, a comprender, para luego declararme
que no sé nada y estar en paz con eso.
353
con esa historia, volvemos a ese momento con la conciencia que
somos hoy, con la conciencia de totalidad que contiene la herida,
contiene el sufrimiento, contiene ese momento de separación y lo
llena de amor, de orden, de plenitud para sanar esa parte que se
sintió separada y empezó a operar por sí misma.
El trauma se acentúa cuando lo vivimos en soledad, y la soledad
es una ilusión, entonces, en lugar de seguir alimentando la separa-
ción, derretimos las memorias con la coherencia que somos. El foco
no está en la herida, sino en la presencia. La presencia sana porque
devuelve la fluidez, amplía la percepción, y la energía densa de a
poco se va haciendo más sutil. No podemos sanar la herida desde
la herida, para sanar necesitamos la fuerza de nuestra presencia,
la sabiduría de la unidad y la voluntad de restaurar el movimiento
original. Necesitamos volver a lo natural, al origen, a la totalidad,
sin quedarnos pegados en los circuitos mentales, volver al cuerpo,
volver a elegir nuestra sanación por sobre todas las cosas. Porque
al final, no es que nosotros sanamos, sino que construimos el con-
texto ideal para que la sanación ocurra por sí misma, para que el
dolor se derrita en la relajación, para que la información vieja se
desintegre en la unidad, para que las memorias de separación vuel-
van a sentir la totalidad.
354
movimiento se mueva. Dejar de forzar situaciones, dejar de hacer
fuerza, de empecinarnos en usar nuestra energía para nuestra pro-
pia conveniencia.
Una vez lo vi muy claro. Estaba volviendo a casa después de
una experiencia muy fuerte de mucha conexión. Estaba en el aero-
puerto de Lima y tenía que llegar a Santa Teresa, Costa Rica. Tenía
que llegar a determinada hora para alcanzar a empezar el primer
módulo de la formación en Rebirthing Breathwork que dábamos con
Mario en Costa Rica. Venía trabajando mucho este tema de la con-
fianza y la aceptación radical, y sin embargo empecé a notar cómo
había una parte de mí que sentía ansiedad por llegar, quería estar
ahí, compartir el conocimiento, esa era mi preferencia personal.
Pero, a la vez, la situación me mostraba otra cosa, la vida se estaba
moviendo de manera diferente a lo planeado. Al momento de que-
rer sacar el pasaje para llegar de San José a Santa Teresa, no anda-
ban las páginas de internet, y todo parecería mostrarme que no iba
a llegar a tiempo.
Ahí fue cuando frené, y me dije: “Esta es la oportunidad para
resignificar los inicios y para servir a la fuerza invisible. Voy a
relajarme, a disfrutar y servir desde donde estoy. No solo tengo
que estar al frente dictando un curso para servir, eso es lo que
nos cuenta nuestro ego”. Todo el tiempo tenemos la posibilidad
de servir a la fuerza invisible. ¿Cómo? Aceptando, dejando que
la situación nos mueva, permitiendo que todo suceda, sin opo-
ner resistencia, haciendo espacio para que la vida pase a través de
nosotros. El servicio es 24/7, no hay una sola forma, es tomar la
decisión de estar completamente presente en donde la vida quiera
ponerte. Es decidir compartir tu expresión de la forma en que se
necesite y no de la forma en que vos querés.
El servicio muchas veces es invisible, y eso al ego no le gusta.
Por eso, gran parte del camino es desprendernos de esa voz que se
identifica con el reconocimiento. Porque el reconocimiento del que
hablo también es completamente invisible. Es una relación directa
355
con el Espíritu, con la Fuente, con el Universo. Son gestos que van
y vienen, invisibles, intangibles. Estar al servicio no tiene nada que
ver con lo que creemos. Estar al servicio nos conecta con la humil-
dad de ocupar nuestro lugar chiquito e importante, sin buscar ser
especial, simplemente tomar el compromiso de aprender a aceptar
y estar en paz mientras soltamos la importancia personal.
La importancia personal nos rigidiza por dentro, parte del
camino es volver a ablandarnos, recuperar la expresión fresca y
genuina, volver a la suavidad, a la flexibilidad, a la inocencia que
se encuentra detrás de todo. Para servir necesitamos recuperar a
los niños que no son infantiles, porque esa es la verdadera madu-
rez: la inocencia puesta al servicio del compromiso, la frescura al
servicio del movimiento, la suavidad al servicio de la coherencia.
El corazón de la guerrera o el guerrero flexible que encuentra el
reconocimiento en su propia expresión.
356
de donde puede para seguir funcionando, y ahí comienzan los
desequilibrios. Me acuerdo de que cuando desarrollé alergias en
la piel, me explicaron que mi hígado estaba cargado de enojo y
estrés y estaba tan sobrecargado que tenía que extraer energía
del sistema renal. Cuando el sistema renal falla, esto se mani-
fiesta en la piel. Todo está conectado, los órganos no pueden
estar al servicio de sí mismos porque se desconectan de la sabi-
duría original.
El destino de cada fuerza es la expresión. Sajeeva Hurtado dice
que el placer quiere ser placer, el amor quiere correr hacia el amor,
la conciencia quiere iluminar. Lo que se interpone entre la fuerza y
su expresión son las memorias y los apegos a limpiar. Sabemos que
la fuerza pulsa por expresarse, entonces simplemente nuestro rol es
permitir que eso suceda restableciendo el canal por el cual circula.
Despejar el espacio para que la fuerza sea, allanar el camino.
Al final, llega un momento en que ya no sé si la fuerza nace
de adentro o si viene de afuera, porque eso ya no importa. Es lo
mismo. Están todos los canales abiertos e interconectados y puedo
experimentar todas las sensaciones infinitas en mi cuerpo finito.
Las fuerzas son los ríos que desembocan en el mar, primero
remueven las rocas y luego se funden en la totalidad, porque cuando
logran su completa expresión se rinden a la vastedad. Y resulta que
al final es una gran fuerza que toma diferentes expresiones. Elige
las singularidades para expresarse y conocerse, y estas singularida-
des están unidas, se expresan y se alinean a la sabiduría superior que
en el fondo solo es amor.
A veces aparece el dolor, que en realidad no es una fuerza en sí
misma, sino una memoria que se interpone entre la fuerza del amor
y su expresión, es una de esas rocas, que cuando logramos trascen-
derlas, aprendiendo de ellas, la fuerza del amor puede expresarse
en su completa potencia. Lo mismo con la libertad, la creatividad,
la autoridad, la conciencia. Son las mismas fuerzas que crean sus
esfinges para que podamos despejarles el camino.
357
La fuerza tiende hacia la vida, y para vivir necesita que deje-
mos morir, que entreguemos, que despejemos el espacio para que
su circulación sea completa, para terminar el ciclo de su experien-
cia. Y cuando cada fuerza culmina su movimiento, somos una con
el momento. Experimentamos la totalidad, la gran fuerza de la
existencia, la divinidad pura.
Divinidad que anclamos en el cuerpo para seguir generando
alquimia en nuestros procesos. Nosotras, a la vez, también somos
una fuerza que es interdependiente de las otras fuerzas que son
los demás seres. Por ende, cuando realmente integramos el con-
cepto de interdependencia, soltamos el concepto de competencia.
El pulmón no compite con el útero, la libertad no compite con la
creatividad. Simplemente se expresan porque esa es su naturaleza.
Las resistencias u obstáculos que sentimos son las fuerzas que
se desconectaron de su potencia, de su expresión, y crean la sepa-
ración en la realidad para que reconstruyamos aquel puente, así
como los órganos crean los síntomas. Es la separación materiali-
zada para que podamos reunificarla, es un reflejo de la conciencia
de separación para que iniciemos el camino a la totalidad.
Todo es corazón
358
serviría de herramienta para la expansión, y me di cuenta de cómo,
tantas veces, me negué ese amor, me separé de mi propia abundan-
cia por clasificarlo, por juzgarlo de superficial o poco espiritual,
como si fueran por distinto camino. Separaba el dinero del camino
con corazón, lo material de lo espiritual. En esa dualidad nunca
lograremos la integración porque estamos condicionando mucho
al amor. Al corazón.
Cuando traje esta nueva conciencia a mis inversiones, en aque-
llas vacaciones, sentí cómo todos mis centros se aflojaban, cómo la
energía volvía a circular, lo que la estaba deteniendo era mi propio
condicionamiento, mi propia separación. La vida es una, la energía
es una. En ese momento empecé a desarrollar una relación mucho
más amistosa con el dinero, con todo lo material, con las personas
que eligen otro camino. En ese momento me comprometí con el
camino de la no separación. En lugar de juzgar, me dediqué a abrir
el corazón, a dejar que la energía se moviera, que me moviera. Me
abrí a recibir los regalos de la vida, a disfrutar de estar abierta,
de aprovechar cada herramienta. Empecé a ver el corazón de los
vehículos que elegía, de la casa, la ropa. Empezó a cambiar la raíz
desde la cual me estaba relacionando, entré en un estado mucho
más amoroso, más amable y compasivo. Todos los síntomas que
aparecen cuando se nos abre el corazón.
Corazón no es solo un momento, corazón es todo y está en todo.
El corazón es multidimensional
El corazón nos conecta con la conciencia única y con todas las dimen-
siones que existen. Hay dos actos del corazón que abren portales:
Perdón: fue inventado en esta dimensión, en el origen no
había necesidad de perdonar porque todo era perfecto como era,
no existían los juicios que condenaban o catalogaban una situación
como digna de ser perdonada. Por eso perdonar nos lleva hacia esa
359
conciencia única de comprensión más profunda. Sin los juicios crea-
dos en nuestra mente y nuestra identificación con el ego, aparece la
aceptación plena, se abre el portal. Solo podemos perdonar en la
dimensión trascendental en la que soltamos la importancia perso-
nal y aceptamos lo que es sin juzgar. Por eso el perdón es un puente
hacia otra dimensión, y la gran puerta siempre fue y es el corazón.
Gratitud: antes de tener un cuerpo, cuando éramos pura vibra-
ción, estábamos en ese estado constante. Ese era nuestro estado
originario, por eso, cuando conectamos con la gratitud recorda-
mos. Reconectamos, volvemos al origen. La gratitud es la esencia
del alma que sabe que todo es un regalo, sabe que decidió encarnar
para apreciar la belleza de la vida y experimentar diferentes sen-
saciones. Y también sabe que siempre que lo olvide, agradecer la
ayudará a recordar.
Dimensiones
Tenemos la realidad horizontal, que tiene que ver con las situaciones
cotidianas, la linealidad, el mundo de la forma, el presente, pasado
futuro, y también está la realidad vertical. Esta realidad tiene que
ver con la profundidad, con la vida que hay detrás de nuestra “vida”,
con todo lo que se esconde. Tiene que ver con la conciencia detrás
de todo, la presencia que envuelve todo a nuestro alrededor.
La dimensión horizontal es importante, estamos en esta encar-
nación para aprender a integrarla, el tema es cuando nos quedamos
completamente perdidos y todos nuestros pensamientos y emocio-
nes empiezan a responder y reaccionar a esta dimensión. Nos que-
damos deambulando sin la profundidad que nuestro Ser trae, sin
reconocer el espacio de unidad que permite que lo nuevo emerja.
Nos quedamos repitiendo, porque la raíz de todo lo innovador pro-
viene de ese espacio de presencia plena, ese vacío lleno donde la
vida se muestra.
360
El lugar en donde estas dimensiones se cruzan es el corazón,
por eso el corazón es un portal, es una llave, es la gran puerta a
una vida completamente integrada, unida, completa. Muchas reli-
giones llevan como símbolo diferentes cruces, y el significado es
el mismo, el cruce de la línea horizontal y la línea vertical en un
punto perfectamente ubicado que es el corazón. El espacio atempo-
ral donde todo se une, el encuentro sagrado con la humanidad y la
divinidad, el presente que disuelve el pasado y el futuro, el origen
de todo. El encuentro íntimo entre la vida y tu Ser.
Allí de donde venimos y hacia donde vamos. Las respuestas
siempre estuvieron, están y estarán en el corazón. Abrir el corazón
es una de las principales misiones en esta encarnación. Abrirnos a
la vida, a la experiencia, a todo lo que se nos quiere dar, abrirnos a
recibir la belleza de la vida. Abrirnos a develar los misterios de la
existencia, sin necesidad de entender, simplemente permitirte ser
ese misterio para comprender y aceptar la vida en todas sus formas.
Todo es sagrado
361
Esa presencia amorosa que todo lo atestigua sin reaccionar, esa
totalidad que no juzga ni cataloga, la existencia misma que com-
prende que está todo en su lugar, que no hay nada que esté mal o
bien porque simplemente es. Esa comprensión es del corazón, solo
el corazón puede ver más allá de nuestra interpretación parcial.
Parece simple y reduccionista, y en el fondo lo es, lo que pasa
es que nuestras mentes complejas no logran entenderlo. Por eso
simplemente necesitamos renunciar al entendimiento, renunciar a
los esfuerzos por encontrar sentido y simplemente abrazar lo que
tenemos enfrente, ver el amor y el corazón detrás de cada cosa que
nos toca. Ese desafío, ese conflicto, esa persona. Abrile tu corazón,
tampoco intentes entender qué parte de vos te está espejando, andá
un poco más atrás, abrile el corazón y ya. Permití que la energía
se mueva, que circule, que te muestre, que te expanda. Abrile la
puerta a lo sagrado, a lo divino, sin tanta mente. La situación que
estás viviendo hoy es sagrada, la persona con la que estás eligiendo
compartir es sagrada, la resistencia que te está avisando dónde
todavía hay dolor y separación es sagrada.
No hay personas más espirituales que otras, porque en la
medida en que usemos catalogaciones que separan perdimos el
sentido. Hay corazones que vinieron a vivir y a experimentar, dife-
rentes puntos de un gran corazón que está aprendiendo a sanar.
No sabemos qué parte nos corresponde porque vamos viéndolo a
medida que logramos integrar aquello que está enfrente de noso-
tras, no es necesario recurrir a vidas pasadas, todo está frente a
vos. Lo sagrado no es el evento en sí, sino los ojos que lo observan
y el corazón que lo integra. Es tiempo de mirar a la vida a los ojos y
empezar a colaborar con ella. Rendirnos a su sabiduría y compro-
meternos con las experiencias que nos brinda.
Cuando te encuentres reaccionando, cuando olvides, cuando
empieces a querer que las cosas sean diferentes, repetite suave-
mente: “Todo es sagrado”. Y sentí cómo todo tu sistema reacciona a
este llamado. Esa conciencia también es el origen, esa sabiduría que
362
no duda, que se rinde a sí misma y recibe sin juicios lo que la vida
le presenta, porque sabe que no hay diferencia, sabe que ella es la
vida. Es el encuentro íntimo entre dos fuerzas que se reconocen y
se integran, no hay diferencia, solo una gran esencia. Trascender la
separación es nuestra gran historia de amor. A eso vinimos, a eso
nos comprometimos.
Ejercicio
363
Me pasé meses escuchando, oyendo atentamente, aprendiendo
de gurúes hombres (la mayoría lo son) que contaban sus enseñan-
zas: llegar al Ser, al vacío, a la totalidad, a la conciencia pura.
Había momentos en que lo sentía, en que me sentía parte de
todo. Y también había momentos en que sentía “de” todo. Porque
sí, las mujeres hemos venido a este mundo a sentir, a abrirle el cora-
zón al mundo, a los dolores de la tierra y de una humanidad que se
perdió a sí misma. Vinimos a ofrendar nuestro cuerpo a los con-
tenidos densos que se escondieron profundo. Venimos a sentir el
enojo inconsciente de linajes silenciados. ¿Y de eso quién me habla?
¿Cómo sostengo la nada cuando a cada paso que doy el mundo me
toca bien hondo?
Llegó un momento en que me empecé a sentir inadecuada. Era
mucho lo que pasaba por mi sangre. Me preguntaba dónde estaban
las mujeres iluminadas. ¿Cómo vivían su espiritualidad con tanto
contenido para procesar? ¿Cómo mantenían el corazón abierto
cuando eso también incluiría ver al mundo tal y como es, con sus
luces y sombras? Y eso, uf, sí que es desafiante.
Por eso hacemos un gran equipo. El útero que siente crudo y
profundo, y la conciencia que ilumina entre tanta densidad. No se
puede llegar a la conciencia sin sentir, y sin conciencia ese sentir
puede ser completamente destructivo.
Profundidad y presencia. Sensación y vacío.
Es hora de que abramos nuevos caminos para vivir una espiri-
tualidad que reconozca la fuerza del sentir y la potencia de abrir el
corazón, algo que podemos hacer cuando nos sentimos sostenidas
por aquella conciencia tan necesaria.
Somos un equipo, y el único camino es juntos.
No somos intensas, hemos venido a sentir profundo. Devol-
verle el femenino a la espiritualidad es devolverle el corazón.
No solo somos conciencia, también somos corazones con patas.
Dejémonos vaciar, pero también dejémonos latir.
364
No se trata de ser espiritual, se trata de ser real
365
salteado. Un espíritu encarnado, un cuerpo elevado, son resultado
de la integración. Ese siempre será el sustento de mi mensaje. Y
para que este proceso ocurra, necesitamos la devoción. La entrega
a la fuerza invisible, porque, como dice uno de mis maestros, no
podemos sanar nuestras heridas más profundas sin nombrar a
Dios. La divinidad necesita formar parte de nuestra cotidianeidad,
necesitamos de esa fuerza espiritual para poder estar en el mundo
sin estar apegados o apegadas a él.
Eso es todo. Mis aprendizajes, mi humanidad, mis intentos,
mis confesiones, mis reflexiones y revelaciones. Estoy lejos de la
perfección, porque eso no es lo que busco. Siempre se trató de inte-
gración. Me reconozco tan humana como divina y voy a seguir
tocando la fuente hasta que ya no me dé miedo quedarme. No para
salirme de mi cuerpo, sino para encarnarlo cada vez un poquito
más, ser un farol de coherencia y totalidad. Gracias por recibirme
completa, y me agradezco infinitamente por mostrarme completa.
Tan crudamente real.
Este libro es una gran sanación que me animé a transitar, el
gran SÍ que quiero ofrendar. Las palabras son el lenguaje que mi
alma eligió antes de encarnar. Eso me dijeron: cantá, escribí, usá
tu herramienta, usá tu canal, te viene acompañando desde siem-
pre y es el recurso que te ayuda a anclar tu sabiduría. Las palabras
son el refugio de mi alma y el tesoro que me ayuda a naufragar
por los misterios de la vida llevando luz y comprensión a todo
lo que veo a mi alrededor. Las palabras son el suspiro de mi Ser
que necesita describir el mundo para luego fundirse en él, porque
encuentra el hogar en lo familiar. Y las palabras son el puente
que me ayuda a respirar todo lo que no pude tragar, lo que no
pude expresar. Cuando expreso, construyo mi hogar, hago de este
mundo un lugar habitable, un lugar respirable. Y cuando respiro,
estoy en casa. Con cada palabra que me animo a usar, mi alma
vuelve a mi cuerpo un poquito más. Por eso voy a seguir escri-
biendo, expresando y nombrando hasta que no necesite escapar.
366
Voy a honrar esta encarnación haciendo uso del instrumento que
se me dio.
Este libro es el gesto que doy en este camino evolutivo. Lo
suelto, lo entrego y te agradezco por crecer conmigo.
367
Agradecimientos
A mamá y a papá, gracias por darme una infancia con tanto amor
que se convirtió en el colchón de plumas necesario para poder
abrirles el corazón a los dolores del mundo. Ese siempre fue mi gran
secreto, mi escudo y mi espada. Empecé mi camino con ventaja, y
eso fue obra de ustedes. Gracias por darme la medicina exacta para
poder ofrendar mis procesos al mundo. Todo fue parte.
A Mario, por ser el compañero más valiente e incondicional, y
el aliado en todos mis procesos de crecimiento. Gracias por acom-
pañarme en cada uno de mis saltos y por amarme tanto mientras
vivo como me sale: abrazando mis incoherencias, masticando mis
caos y sintiendo la intensidad de la vida en cada una de mis células.
A la tribu del corazón, por sostenerme a lo largo de todo este
proceso creativo y ser refugio para volver a confiar cuando mis
pasos estaban cansados.
Gracias a los maestros y maestras que me enseñaron que dejar
atajos es la mejor ofrenda para quien necesite recibir lo que yo ya
atravesé. El registro de los Seres que transitaron el camino hacia el
despertar fue mi soga para salir a flote cuando me iba muy adentro,
cuando me enredaba en mi historia, cuando mi alma necesitaba
respirar.
Espero que este libro sea eso para vos, una palmada suave en el
hombro, un vaso de agua, una caricia en el corazón en este camino
apasionante y desafiante que es vivir la experiencia de ser humanas.
369
Esperamos que hayas disfrutado este libro.
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