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UNA TETERA SOPLONA

Estaba en mi despacho cuando me llamó la señora Trucheli. Al llegar a su casa, me abrió la puerta y me invitó a pasar.
En eso se oyó un agudo silbido que provenía de la planta baja.
- Es la tetera, está hirviendo el agua -aclaró-. Póngase cómodo, inspector Lupán, ya vengo.
Enseguida volvió con dos tazas de té.
- Cuénteme qué pasó -dije agarrando mi taza.
- Esta mañana, apenas me levanté, bajé a la cocina y puse a calentar agua en la tetera. Después subí a mi dormitorio. Al
rato oí un ruido en la planta baja. Desde arriba, grité y amenacé con llamar a la policía. Entonces oí que alguien escapaba
por la puerta trasera. Cuando bajé, la caja fuerte estaba abierta y faltaban mis joyas. Inmediatamente subí de nuevo a mi
cuarto y llamé a su oficina. No volví a bajar hasta que usted tocó el timbre, hace un momento.
- Dígame señora… ¿Sus joyas están aseguradas?
- Por supuesto -contestó la mujer.
- Me lo imaginaba -dije-. Pero no va a poder cobrar el seguro, si se robó a sí misma.
- ¿Qué? ¿Cómo dice? Co cómo se atreve? -dijo tartamudeando.
- Veamos, según su relato, usted se levantó, bajó a la cocina y puso la tetera al fuego. Después volvió a su dormitorio, al
rato oyó un ruido en la planta baja, gritó y el supuesto ladrón escapó. Luego usted bajó, vio que le faltaban sus joyas, subió
a su cuarto y llamó a mi oficina. Yo tardé unos veinte minutos en llegar aquí. Y recién entonces la tetera empezó a silbar…
- ¿Y eso qué tiene que ver?
- Si hubiera puesto el agua al fuego cuando dijo que lo hizo, no hubiese tardado tanto en hervir. Aquí no hubo ningún
robo, ni ladrón, señora Trucheli. Usted inventó, esa historia para cobrar el seguro.

UNA TETERA SOPLONA

Estaba en mi despacho cuando me llamó la señora Trucheli. Al llegar a su casa, me abrió la puerta y me invitó a
pasar. En eso se oyó un agudo silbido que provenía de la planta baja.
- Es la tetera, está hirviendo el agua -aclaró-. Póngase cómodo, inspector Lupán, ya vengo.
Enseguida volvió con dos tazas de té.
- Cuénteme qué pasó -dije agarrando mi taza.
- Esta mañana, apenas me levanté, bajé a la cocina y puse a calentar agua en la tetera. Después subí a mi dormitorio. Al
rato oí un ruido en la planta baja. Desde arriba, grité y amenacé con llamar a la policía. Entonces oí que alguien escapaba
por la puerta trasera. Cuando bajé, la caja fuerte estaba abierta y faltaban mis joyas. Inmediatamente subí de nuevo a mi
cuarto y llamé a su oficina. No volví a bajar hasta que usted tocó el timbre, hace un momento.
- Dígame señora… ¿Sus joyas están aseguradas?
- Por supuesto -contestó la mujer.
- Me lo imaginaba -dije-. Pero no va a poder cobrar el seguro, si se robó a sí misma.
- ¿Qué? ¿Cómo dice? Co cómo se atreve? -dijo tartamudeando.
- Veamos, según su relato, usted se levantó, bajó a la cocina y puso la tetera al fuego. Después volvió a su dormitorio, al
rato oyó un ruido en la planta baja, gritó y el supuesto ladrón escapó. Luego usted bajó, vio que le faltaban sus joyas, subió
a su cuarto y llamó a mi oficina. Yo tardé unos veinte minutos en llegar aquí. Y recién entonces la tetera empezó a silbar…
- ¿Y eso qué tiene que ver?
- Si hubiera puesto el agua al fuego cuando dijo que lo hizo, no hubiese tardado tanto en hervir. Aquí no hubo ningún
robo, ni ladrón, señora Trucheli. Usted inventó, esa historia para cobrar el seguro.

UNA TETERA SOPLONA

ESTABA EN MI DESPACHO CUANDO ME LLAMÓ LA SEÑORA TRUCHELI. AL LLEGAR A SU CASA, ME ABRIÓ LA PUERTA Y ME
INVITÓ A PASAR. EN ESO SE OYÓ UN AGUDO SILBIDO QUE PROVENÍA DE LA PLANTA BAJA.
- ES LA TETERA, ESTÁ HIRVIENDO EL AGUA -ACLARÓ-. PÓNGASE CÓMODO, INSPECTOR LUPÁN, YA VENGO.
ENSEGUIDA VOLVIÓ CON DOS TAZAS DE TÉ.
- CUÉNTEME QUÉ PASÓ -DIJE AGARRANDO MI TAZA.
- ESTA MAÑANA, APENAS ME LEVANTÉ, BAJÉ A LA COCINA Y PUSE A CALENTAR AGUA EN LA TETERA. DESPUÉS SUBÍ A MI
DORMITORIO. AL RATO OÍ UN RUIDO EN LA PLANTA BAJA. DESDE ARRIBA, GRITÉ Y AMENACÉ CON LLAMAR A LA POLICÍA.
ENTONCES OÍ QUE ALGUIEN ESCAPABA POR LA PUERTA TRASERA. CUANDO BAJÉ, LA CAJA FUERTE ESTABA ABIERTA Y
FALTABAN MIS JOYAS. INMEDIATAMENTE SUBÍ DE NUEVO A MI CUARTO Y LLAMÉ A SU OFICINA. NO VOLVÍ A BAJAR HASTA QUE
USTED TOCÓ EL TIMBRE, HACE UN MOMENTO.
- DÍGAME SEÑORA… ¿SUS JOYAS ESTÁN ASEGURADAS?
- POR SUPUESTO -CONTESTÓ LA MUJER.
- ME LO IMAGINABA -DIJE-. PERO NO VA A PODER COBRAR EL SEGURO, SI SE ROBÓ A SÍ MISMA.
- ¿QUÉ? ¿CÓMO DICE? CO CÓMO SE ATREVE? -DIJO TARTAMUDEANDO.
- VEAMOS, SEGÚN SU RELATO, USTED SE LEVANTÓ, BAJÓ A LA COCINA Y PUSO LA TETERA AL FUEGO. DESPUÉS VOLVIÓ A SU
DORMITORIO, AL RATO OYÓ UN RUIDO EN LA PLANTA BAJA, GRITÓ Y EL SUPUESTO LADRÓN ESCAPÓ. LUEGO USTED BAJÓ, VIO
QUE LE FALTABAN SUS JOYAS, SUBIÓ A SU CUARTO Y LLAMÓ A MI OFICINA. YO TARDÉ UNOS VEINTE MINUTOS EN LLEGAR AQUÍ.
Y RECIÉN ENTONCES LA TETERA EMPEZÓ A SILBAR…
- ¿Y ESO QUÉ TIENE QUE VER?
- SI HUBIERA PUESTO EL AGUA AL FUEGO CUANDO DIJO QUE LO HIZO, NO HUBIESE TARDADO TANTO EN HERVIR. AQUÍ NO
HUBO NINGÚN ROBO, NI LADRÓN, SEÑORA TRUCHELI. USTED INVENTÓ, ESA HISTORIA PARA COBRAR EL SEGURO.

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