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“La noche árabe”

de Roland Schimmelpfenning

Personajes

Hans Lomeier
Fatima Mansur
Franziska Dehke
Kalil
Peter Karpati

Lomeier- Escucho agua. No está pero la puedo escuchar. En pleno junio. Hace calor.
Entran llamadas del octavo, el noveno y décimo piso preguntando por el agua. Yo no lo s
Estuve en el sótano. La presión es normal. Pero desde el octavo para arriba las canillas
están secas. El octavo, el noveno y décimo piso están sin agua. Como si el agua se
extraviara en el séptimo. Quizás haya una pérdida. Poco probable. Y una pérdida de ese
tipo, un caño roto, no pasa desapercibido por tanto tiempo. Cuando es así, el agua corre por
las paredes, hacia el piso, a lo largo de los pasillos.
Pero yo escucho agua. La escucho detrás de las paredes. La escucho subiendo. Suena como
una canción. El rastro de una canción en los pasillos. La canción en las escaleras. Un rastro
hacia el séptimo piso. Subo al ascensor. Voy al séptimo para chequear. Siempre escucho
agua.
El sensor suena como si fuera a romperse otra vez. Séptimo piso. A la derecha quince
departamentos y el ascensor, y a la izquierda dieciséis departamentos. A ambos lados
siempre tres habitaciones, cocina, baño. Al final del pasillo, a la derecha del departamento
7-32 está parada la compañera árabe de la Dehke, señora Fatima Mansur. 7-32 significa
cocina-balcón y ventana al sudeste, baño al oeste. La compañera árabe intenta abrir la
puerta con tres bolsas bajo el brazo, pero ¿por qué se complica tanto? ¿Por qué no lo hace
más fácil y deja las cosas en el suelo?
Fatima- El ascensor sonó como si fuera a romperse otra vez. Con tres bolsas bajo el brazo
no es fácil abrir la puerta, no se puede.
Lomeier- Ella deja caer la llave... ante que las bolsas...
Fatima- Se me cae la llave. Pero con el codo llego hasta el timbre. Ojalá esté Franziska.
Claro que está. Ojalá escuche el timbre. Lomeier, el encargado. Lomeier viene por el
pasillo con su uniforme gris azulado. Hace calor.
Lomeier- Ella vuelve a tocar el timbre. Eso lo hace empujando su codo con todo el cuerpo
más las bolsas contra el timbre. ¿La puedo ayudar?
Fatima- Gracias. Está bien. Calor hoy, ¿no?
Lomeier- El día más caluroso del año hasta ahora, lo dijeron en el noticiero de las siete.
Fatima- ¿Y todavía sigue trabajando, señor Lomeier?
Lomeier- Qué sé yo. Hoy pasa algo con la presión del agua en octavo, el noveno y décimo
piso.
Fatima- Suerte que solo hay diez pisos.
Lomeier- Sí...
Fatima- No se ríe. Se lo ve ausente. Preocupado.
Lomeier- Y ustedes, ¿cómo están con el agua?
Fatima- Y... No sé... Recién llego a casa. Si pasa algo lo llamo más tarde.
Lomeier- Sí, por favor. Quizás haya una pérdida en algún lado.

Ella vuelve a tocar el timbre pero nadie abre la puerta.

Disculpe.
Fatima- Se inclina y me alcanza la llave. Primero intenta dármela, pero después nota que
tengo ambas manos cargadas de cosas, y se queda indeciso.
Lomeier- Ella tiene tantas llaves en su llavero.
Fatima- Yo sonrío. ¿Qué más puedo hacer? El mira mi llavero.
Lomeier- Tantas llaves...
Fatima- ¿Sería usted tan amable?
Le doy paso.
Esa con el camello.
Lomeier- El camello es un llavero. No de los más lindos, todo gastado, de plástico.
Fatima- Introduce la llave en la cerradura...
Lomeier- ¿A usted le molestaría si chequeo un minuto la presión de agua en su
departamento? Sólo para ver si anda bien.
Fatima- No, parta nada...
Lomeier- Justo cuando estoy por girar la llave de la cerradura, alguien abre la puerta desde
adentro.
Ante nosotros está transpirada y apenas vestida Franziska Dehke, la inquilina del 7-32.
¡Oh!
Franziska- ¡Uh! Con razón pensé que había oído algo. Hola.
Lomeier- Buenas, señora Dehke.
Franziska- Buenas.
Lomeier- Quizás es mejor si vuelvo a subir más tarde.
Fatima- Como quiera. ¿No me oíste? Ya es la tercera vez que toco timbre.
Lomeier- Se apoya con las bolsas en la puerta.
Franziska- No sé. Estaba en el sillón descansando.
Lomeier- Su llave todavía está en la cerradura.
Saco la llave de la cerradura y se la alcanzo a la Mansur.
Fatima- Me alcanza la llave, la sujeto con un dedo por entre las bolsas. Gracias, una vez
más, y vuelva usted cuando quiera por lo del agua desaparecida.
Lomeier- La puerta se cierra. Suena como si se le volvieran a caer las llaves.
Fatima- Las, las dejo en la cocina.
Lomeier- Se leer Franziska Dehke bajo el plástico amarillento al lado del timbre. Escrito a
mano. Nunca nadie se ocupó de cambiarlo. Y eso que lleva varios años viviendo aquí.
Fatima- ¿Por qué no abrís la puerta?
Franziska- Pero si lo hice.
Fatima- ¿Pero cuánto tiempo pasó?

Franziska vuelve al living.

Franziska- Me había quedado dormida. En el sofá. Hace tanto calor.


Fatima- Cerrá las cortinas, entonces...
Franziska- No tiene sentido. Me voy a duchar.
Fatima- Bueno... en el octavo, el noveno y décimo piso están sin agua
Franziska- ¿Sí?
Fatima- Por eso Lomeier estaba aquí.
Lomeier- ¿No tendría que haber entrado? No. Ni siquiera estaba vestida.
Fatima- Siempre hace lo mismo.
Lomeier- La cara toda enrojecida. El pelo rubio y corto todo transpirado. En ese estado no
podía molestarla.
Fatima- Ella llega a casa del laboratorio donde trabaja, se desviste y se acuesta en el sofá.
Y le da sueño. Y entonces se va a duchar.
Franziska- Estoy terriblemente cansada. ¿Me ducho o no?
Fatima- Dale.
Franziska- Sí, quizá. ¿Qué estuve haciendo todo el día?
Fatima- Se queda parada en el pasillo, pensando.
Lomeier- La gente vuelve a su casa del trabajo y quiere cocinar. O ducharse. Pero, ¿sin
agua?
Franziska- No me puedo decidir. Me voy a tomar una copita. ¿Querés?
Fatima- No, gracias. Primero voy a sacar las cosas de las bolsas.
Franziska- Ya te estoy sirviendo una.
Fatima- ¿Por qué no vas a ducharte primero?
Vuelve al sofá.
Franziska- No sé.
Fatima- Andá
Franziska- Sí, tal vez.
Kalil- Casi las ocho y media. El teléfono debería sonar en cualquier momento.
Lomeier- Estoy parado delante del ascensor pensando si debería volver a tocar el timbre
del 7-32.
Fatima- La botella de coñac está sobre la mesa delante del sofá.
Franziska- No queda mucho.
Fatima- Yo compré más.
Se sirve.
Lomeier- No. No puedo volver ahora.
Kalil- Ya está por llamar. Estoy sentado al lado del teléfono, esperando. Sé que llamará.
Como todas las noches. La amo.
Fatima- Ella está debajo del marco de la puerta con la copita de coñac sin saber qué hacer.
Lomeier- Mejor llamo un poco más tarde y vuelvo a subir para ver qué sucede.
Franziska- Creo que sí me voy a duchar.
Kalil- Ella llama todos los días. Siempre antes del anochecer.
Fatima- ¿Te parece?
Franziska- Sí, creo que sí.
Kalil- Miro por la ventana y espero que ella me llame.
Lomeier- El ascensor llega. Demasiado lento. Mi mirada se vuelve hacia el pasillo. , se
paseas por arriba y por debajo de las paredes. Escucho agua. Por todas partes.
Fatima- Se da vuelta.
Kalil- ¿Por qué no llama?
Fatima- Se da vuelta otra vez hacia mí.
Franziska- Raro...
Fatima- ¿Qué?
Franziska- ¿Qué estuve haciendo durante todo el día?
Fatima- ¿Trabajar?
Franziska- Probablemente.
Fatima- Bueno... andá a ducharte...
Franziska- Solo que no me acuerdo de nada...
Fatima- No puede ser...
Franziska- Bueno...
Lomeier- La puerta del ascensor se abre
Franziska- Me voy a duchar.
Fatima- Dale.
Kalil- Lejos, en el oeste, la puesta de sol. El teléfono no suena.
Fatima- Ya es hora de llamar.
Lomeier- ¿Subo?
Franziska- ¿Me ducho o no?
Kalil- ¿Llamará?
Fatima- ¿Te vas a duchar o no?
Franziska- Sí, claro.
Lomeier- Me decido a ir por la escalera.
Franziska- Sí....
Fatima- Entra al baño. Tomo el teléfono.
Lomeier- bajo a pie. Toda la escalera suena como una canción.
Fatima- ¿Venís?
Kalil- Sí, claro.
Fatima- Pero, esperá...
Kalil- Sí, ya sé...
Fatima- Hasta que haya oscurecido.
Kalil- Ya sé... Hasta entonces...
Fatima- Hasta entonces.
Lomeier- Sexto piso.
Karpati- Está anocheciendo Miro por la ventana hacia la fachada del bloque C de enfrente.
Algo me encandila, un reflejo de luz cae sobre mi ojo. La ventana opalina del baño en un
departamento en el séptimo piso del edificio de enfrente está abierta de par en par. En el
pequeño espejo de arriba del lavamanos se refleja el sol que se está poniendo en el oeste.
Incluso llego a distinguir los cepillos de dientes en el vaso al lado de la canilla. Una mujer
rubia de pelo corto ingresa al baño.
Fatima- Está en el baño. Así es todas las tardes... Ella llega a casa. Se desviste, le da sueño.
De repente ya no puede recordar más del día transcurrido.
Franziska- Estoy en el baño. Al lado mío, el lavabo con los cepillos de dientes en el vaso
de plástico.
Karpati- Solo tiene ropa interior. Se desnuda, gira y entra en la bañadera. Abre la canilla y
comienza a ducharse.
Fatima- Ella se ducha.
Lomeier- Quinto piso. Escucho agua.
Kalil- Ella llamó. Dentro de poco oscurece, y podré ir a verla.
Franziska- El agua corre fría por mi espalda.
Karpati- Allá tienen agua, raro. Acá, en el bloque B, hace dos horas que nos quedamos sin
agua. Quizás algún caño roto. No es normal, y menos en esta época del año.
Fatima- Ella se ducha todas las tardes después de llegar a casa. Le gusta ducharse por un
tiempo largo, bastante largo.
Karpati- Se está duchando sentada en la bañadera. La mirada en el vacío. No parece notar
ni siquiera que la ventana está abierta. Se está duchando, yo solo veo su cabeza y a veces un
brazo derecho.
Lomeier- Cuarto piso.
Franziska- Estoy sentada en la bañadera mirando hacia el vacío. ¿Qué hice hoy durante
todo el día?
Fatima- Escucho como corre el agua en el baño.
Karpati- No es por la mujer bañándose que me quedo parado en la ventana. Hay algo
extraño. Un ruido.
Franziska- ¡La ventana quedó abierta!
Fatima- Ella vuelve del trabajo, trabaja en un laboratorio, pasa por la puerta, y a partir de
ese momento el día transcurrido se le va alejando con cada segundo, hasta que al atardecer
no recuerda cuál es su nombre.
Karpati- Escucho agua.
Kalil- Guardo la llave en el bolsillo y tomo el casco.
Karpati- ¿Es posible? ¿Viene de afuera? Abro la ventana.
Lomeier- Tercer piso.
Franziska- En el edificio de enfrente, del lado sombrío del bloque B, se abre una ventana
en el séptimo piso.
Karpati- De afuera no viene.
Franziska- Un hombre se asoma a la ventana como si buscara algo.
Karpati- Suena como una canción.
Franziska- ¿Qué estará buscando?
Karpati- No es adentro... agua.
Franziska- ¿Podrá verme? No creo.
Kalil- Hago arrancar la moto.
Franziska- ¿Qué estuve haciendo todo el día?
Fatima- Así es desde que estamos acá. Hace cuatro años que vivimos acá juntas. Con el
atardecer, se duerme definitivamente en el sofá, cada noche. Entonces vine mi novio, Kalil,
a quien ella no conoce, ni tiene idea alguna obre su existencia, porque cada vez que viene a
verme ella y está durmiendo.
Lomeier- Segundo piso.
Kalil- La conozco desde hace dos años. Es la única mujer en mi vida. Jamás la engañaría.
Jamás.
Franziska- Vuelve a cerrar la ventana. En el vidrio se refleja el cielo azul de la tarde. No
creo que pueda verme.
Karpati- Cierra el agua. Se levanta. Se seca.
Fatima- Nunca le conté de él.
Franziska- Me seco, me envuelvo en una toalla y salgo.
Fatima- Pero, ¿por qué no lo hice?
Karpati- Sale del baño.
Fatima- Ni idea.
Kalil- Siempre es así. Tengo que esperar hasta el atardecer, antes no me deja visitarla. Subo
a la moto y voy a su casa. Entro al pequeño departamento. Ella me espera en la puerta. En
el sofá está acostada su compañera Franziska, durmiendo. Nunca se despierta. Ni siquiera
me conoce, nunca me vio. No sabe de mi existencia.
Lomeier- Primer piso.
Fatima- ¿Y, estuvo lindo?
Franziska- Mmmmmm.
Fatima- ¿Querés recostarte en el sofá?
Franziska- En un rato no va a haber más sol.
Fatima- ¿Querés otro trago de coñac?
Franziska- Ah...
Fatima- Bosteza. ¿Y cómo te fue hoy?
Franziska- ¿Hoy?
Fatima- Sí
Franziska- ¿Dónde?
Fatima- ¿En el trabajo?
Karpati- Ya no hay sol. Pero ese sonido sigue en mi cabeza... el sonido del agua. Como si
aún pudiera escucharla duchándose.
Franziska- ¿Qué trabajo? ¿De qué estamos hablando?
Fatima- Se le cierran los ojos.
Lomeier- Planta baja. Abajo.
Kalil- Delante de mí, sobre la calle, el cono de luz del foco de mi moto. El aire está tibio.
Yo veo los edificios altos lo lejos. Pronto estaré ahí.
Lomeier- Por mera curiosidad aprieto el botón al lado de la puerta del ascensor, en la
planta baja.
Karpati- La canción me hace salir del departamento, me lleva hacia ella, hacia el bloque C,
al séptimo piso.
Lomeier- Lo sabía. Aprieto l botón del ascensor, y no pasa nada. El ascensor se queda en el
séptimo piso y no se mueve de ese lugar. Está roto. Definitivamente.
Fatima- ¿Estás durmiendo?
Franziska- ¿Mmmmm?
Fatima- ¿Ya estás durmiendo?
Franziska- ¿Qué?
Fatima- Si estás durmiendo.
Franziska- Dejame.
Karpati- Salgo del departamento... tengo que verla.
Fatima- Recién se despertará al amanecer, estará completamente despierta, preparará café
árabe, me despertará: Buen día, Fatima, mi princesa oriental, ya tengo que irme al trabajo,
pero decime, debo haberme dormido otra vez en el sofá. ¿Por qué no me despertaste?
Me pregunto qué pasaría si alguna noche se despertara.
Karpati- Sigo por el pasillo hasta el ascensor. Tengo que hablar con ella.
Fatima- Si alguien lograra despertarla.
Karpati- El ascensor ya está arriba. Tengo que contarle sobre la canción. Abro la puerta de
metal, esa con la pequeña ventana. Entro al ascensor, presiono E. La puerta de seguridad de
la cabina se cierra chirriando y voy hacia abajo.
Fatima- tendría que venir alguien y despertarla con un beso, tal vez.
Karpati- Seis, cinco. En mis sonidos suena como si estuviera en un baño turco. Cuatro,
tres.
Kalil- Los edificios altos se acercan. En los innumerables departamentos están las luces
encendidas detrás de las cortinas. Ahí arriba vive Fatima.
Karpati- Dos, uno.
Lomeier- Camino por el pasillo de la planta baja hacia mi departamento. En la puerta de
entrada recuerdo repentinamente la voz de mi primera esposa.
Karpati- Planta baja. Dejo el ascensor y atravieso el césped que hay entre los bloques.
Oscureció. En los departamentos están las luces encendidas. Las puertas de los balcones
están abiertas.
Lomeier- Recuerdo su modo de hablar.
Karpati- Estoy parado delante de la entrada del bloque C mirando hacia arriba hasta el
séptimo piso.
Fatima- Si viniera alguien y la besara, tal vez quedarían atrás estas noches, las noches en
las que se duerme en el sofá mientras que yo miro l tele su lado o estoy junto a Kalil.
Karpati- La puerta está abierta.
Lomeier- ¿De dónde habrá salido?
Karpati- Primer piso.
Kalil- Sé que ella puede oír mi moto.
Fatima- Ese es él.
Lomeier- Mejor ni pensarlo.
Kalil- Punto muerto, antes de apagar el motor de la moto delante de la entrada, acelero una
vez más. Dejo el casco atado a la moto, como siempre.
Lomeier- No pensarlo.
Kalil- Estoy parado delante del edificio y miro arriba, hacia el séptimo pio. Ahí arriba vive
ella.
Fatima- Está por subir con el ascensor.
Kalil- La puerta está abierta.
Karpati- Segundo piso.
Kalil- ¿Tomo el ascensor o la escalera? Estoy parado indeciso delante d ela puerta metálica
verde oscuro del ascensor.
Lomeier- La veo parada delante de mí, hablándome.
Kalil- Presiono el botón del ascensor. Nada pasa. Presiono otra vez. Ahora sí.
Fatima- Ya casi.
Kalil- El ascensor viene bajando. Suena extraño.
Karpati- Tercer piso.
Fatima- Franziska está durmiendo.
Lomeier- Olvidarlo.
Kalil- Ahí viene. La puerta interna se abre. Abro la puerta de metal que tiene la pequeña
ventana y entro en el ascensor. Presiono el siete. Apto hasta 400 kilos o cinco personas.
Año de construcción 1972, Lubbes y Peters.
Lomeier- Olvidalo simplemente.
Kalil- La puerta de seguridad se cierra chirriando. El ascensor sube. Primer piso.
Fatima- Estoy yendo hacia la puerta del departamento.
Kalil- Segundo piso. El motor del ascensor suena raro. Tercer piso.
Karpati- Cuarto piso.
Kalil- Cuarto piso. ¡No puede ser! Justo debajo del quinto piso se para el ascensor. Parado.
Lomeier- No funciona.
Fatima- ¿Por dónde está?
Kalil- El ascensor está parado. No es posible. Nada funciona. Ni siquiera el botón de
alarma.
Lomeier- Ahora me doy cuenta: debería poner un papel en la puerta del ascensor. Ascensor
fuera de servicio. Para que nadie se lleve una sorpresa o espere por horas.

Kalil- Me vuelvo loco. ¿Hola?


Lomeier- Mejor sacate el delantal cuando estás en casa.
Karpati- Quinto piso. Estoy emocionado.
Kalil- ¿Alguien me escucha?
Lomeier- Y tengo que llamar al servicio de Lubbes y Peters.
Fatima- Seguro que era su moto. Voy al balcón de la cocina y miro para abajo. Sí, ahí
está... Y dejó su casco rojo atado a la moto, como siempre. ¿Pero dónde está Kalil?
Kalil- ¿Hola?
Lomeier- Pero ya no lo voy a llamar hoy. Mientras el ascensor esté atascado en el séptimo
piso nada puede pasar.
Fatima- Salgo del departamento, dejo la puerta abierta y sigo por el pasillo. ¿Kalil? No
puede ser...
Karpati- Sexto piso.
Fatima- El ascensor no se mueve. Entonces fue por las escaleras. Bajo para encontrarlo.
Kalil- Alguien viene de arriba.
Fatima- No, no es él, es otra persona.
Karpati- Una mujer de aspecto árabe con mirada nerviosa me cruza bajando rápidamente
por las escaleras.
Fatima- No lo había visto nunca.
Lomeier- Sabés que no me gusta el delantal.
Fatima- Sexto piso.
Kalil- Si Fatima oyó la moto se preguntará dónde estoy y me va a buscar. ¿Hola?
Karpati- Séptimo piso. Estoy arriba. El departamento de la mujer en la ducha debería estar
al final del pasillo. No sé qué voy a decir cuando ella abra la puerta.
Lomeier- El descanso. Nunca me gustó.
Kalil- ¿Fatima?
Fatima- Quinto piso.
Lomeier- Voy a subir una vez más y chequear. Voy subir ahora, y ya que estoy pregunto a
la Dehke si puedo revisar el caño.
Karpati- Atravieso el pasillo. Resuena en mis oídos.
Kalil- ¿Qué pasa si nadie me encuentra?
Fatima- Cuarto piso. Bajo las escaleras corriendo. ¿Kalil?
Lomeier- Mejor ahora y no más tarde...
Karpati- La puerta del departamento está abierta.
Lomeier- O tal vez sea mejor un poco más tarde... ya casi no tenía ropa.
Kalil- ¿Alguien me escucha?
Fatima- Tercer piso.
Karpati- La puerta del departamento está abierta.
Fatima- ¿Kalil? ¿Dónde estás?
Karpati- ¿Hola?
Kalil- ¿Hola?
Fatima- ¿Hola? Segundo piso.
Lomeier- Es mejor subir un poco más tarde.
Karpati- ¿Hay alguien? Entro al departamento.
Lomeier- ¿O no?
Kalil- Una y otra vez presiono todos los botones del ascensor. En vano.
Fatima- Primer piso.
Karpati- El corazón me palpita.
Fatima- Me quedé sin aliento. Planta baja. Me doy cuenta de que arriba dejé la puerta
abierta.
Karpati- Ahí está. Está acostada en el sofá, durmiendo. Se ve espléndida. Duerme
profundamente. En mis oídos el resonar del agua, en mi cabeza la canción que se vuelve
cada vez más clara.
Kalil- No hay esperanza.
Fatima- Ningún Kalil. No puede ser. Voy al patio del edificio. Ahí está su moto... se
levanta una brisa tibia. Detrás de mí se cierra la puerta del edificio. Y yo no tengo llave.
Lomeier- Ahora subo.
Fatima- La puerta de entrada está cerrada.
Karpati- ¿Qué estoy haciendo acá? Estoy parado en un departamento ajeno al lado de una
mujer dormida que casi no lleva ropa.
Fatima- No tiene sentido tocarle el timbre Franziska... no va a despertar.
Kalil- Hace tanto calor acá adentro.
Fatima- Nadie entra ni sale.
Lomeier- Ahora ya tuvo el tiempo suficiente para vestirse. Camino a través del pasillo de
la planta baja.
Karpati- Me arrodillo al lado de la mujer que duerme. A lado de sus hombros claros. Sobre
la mesita delante del sofá hay una botella de coñac casi vacía.
Lomeier- Se apaga la luz.
Fatima- Se apaga la luz del pasillo. No viene nadie con la llave del edificio. Arriba mío los
balcones de diez pisos y el cielo nocturno sin nubes.
Kalil- Tengo que salir de acá.
Karpati- Me sirvo un trago.
Lomeier- Sigo caminando en la oscuridad hasta la escalera.
Fatima- Delante de mí, todo un arsenal de timbres y nombres. Las columnas de nombres
ordenadas en forma paralela. Ritzkowsky, Ansorg, Richter, Sadic, Tompson, Korte,
Baetghe, Behrends, Schlosser, Rieling, Dacanalis...
Karpati- Acaricio su pelo rubio y corto. Perdón, yo...
Fatima- Hinrichs, Bartels, Duwel, Sander, Awram, Fischer, Eckstein, Viani, etcétera. ¿Por
dónde empezar? La luz del pasillo vuelve a encenderse. Tal vez llegue alguien.
Lomeier- El agua se pierde en el séptimo piso... y desde que se fue el sol, resuenan las
paredes más que antes.
Karpati- Antes, cuando fuiste al baño para ducharte, yo estaba parado en la ventana de
enfrente y te vi.
Lomeier- Plata baja.
Karpati- ¿Entendés...? Yo vivo en el edificio de enfrente y te vi cuando entraste al baño.
La ventana opalina estaba abierta. El sol se reflejaba en el pequeño botiquín sobre el
lavamanos con los cepillos de dientes.
Lomeier- Cuelgo el cartel en la puerta de hierro del ascensor en la planta baja. Ascensor
fuera de servicio.
Kalil- Estoy sentado en el piso del ascensor y miro fijo la puerta de seguridad cerrada.

Fatima- Ahí está Lomeier... ¡Eh!


Karpati- Te vi... abriste las canillas del agua, Y estabas, estás tan...
Fatima- ¡Eh!
Karpati- Estabas tan... cómo escribirlo...
Lomeier- Siete pisos a pie.
Kalil- Tal vez pase algo si fuerzo la puerta de seguridad.
Fatima- ¡No me ve!
Karpati- La ventana opalina está abierta y el sol se reflejaba en el espejo...
Fatima- Desaparece por la escalera... ya no está.
Kalil- Tal vez entonces me escuchen mejor...
Karpati- Y entonces quería besarte...pero todavía no lo sabía en ese momento.
Fatima- No lo va a escuchar, pero igual lo intentó: presiono nuestro timbre:
Dehke...Mansur.

Suena el timbre.

Karpati- Suena el timbre.


Lomeier- Primer piso.
Karpati- Sonó el timbre, pero no se despierta.
Fatima- Sigue durmiendo.
Karpati- Sigue durmiendo.

Suena por largo tiempo.


Fatima- Obvio...
Karpati- Alguien tiene que estar abajo en la puerta de entrada, porque la puerta del
departamento sigue abierta...
Lomeier- Segundo piso.
Kalil- Intento introducir los dedos en la estrecha rendija de la puerta de seguridad.
Fatima- Reviso la lista de arriba abajo. Debajo de nosotras, en el sexto piso, vive Katja
Hartinger, todos los viernes por la noche la va su ropa en el sótano. De ahí la conozco.
Cada viernes por la noche está en el sótano a esta hora. Hoy es viernes.
Kalil- Pero la puerta no cede ni un centímetro. Ni siquiera un centímetro.

Lomeier- No entendiste nada, absolutamente nada... ¿Por qué se me ocurre esto ahora?
Karpati- La mujer que está durmiendo en el sofá parece ser nada complicada, optimista,
curiosa...
Fatima- Katja no contesta. Después pruebo con el timbre de los Hinrichs, en el quinto.
Pero el marido trabaja de noche y ella no abre la puerta cuando él no está.
Kalil- Me apoyo con la espalda al lado de los botones, contra una de las paredes laterales.
Intento forzar la puerta de seguridad con los pies.
Lomeier- Tercer piso.
Kalil- Resbalo...
Karpati- Como si las mañanas de domingo pudieran ser lindas con ella, al principio,
cuando exploremos cafés desconocidos en la ciudad...
Kalil- Otra vez...
Fatima- Marion Richner, del cuarto, suele pasar las noches de los viernes frente al
televisor, junto a su novio Andi. Hoy es viernes. Debería estar en casa.
Karpati- Y delante de nosotros están las tazas de café latte o latte machiato.
Kalil- La puerta cede.
Fatima- O cocinan algo y después se van juntos a la bañadera.
Kalil- Pero no mucho.
Fatima- Vamos... Le hablo al portero automático aunque no haya nadie que me responda.
¿Hola? ¿Hola?
Kalil- Otra vez.
Fatima- Otra vez tocar el timbre (...) Vamos, abrí.
Kalil- Intentar una vez más. (...) Abrite.
Lomeier- Cuarto piso.
Franziska- Mi madre en la cocina. Luz eléctrica. Fine de otoño. El color en las paredes de
la escalera. El departamento de mis padres cuando era niña.
Todo es especial.
Kalil- Pateo la puerta con todas mis fuerzas. Algo se rompe. Da igual. La puerta de
seguridad cede.
Fatima- Marion no abre la puerta. No está, y su novio tampoco. Quizás están en la
bañadera.
Karpati- Avanzada la mañana nos paseamos por las calles. Nos detenemos en medio de un
puentecito y juntos miramos el río. Qué verano...
Kalil- La puerta de seguridad está abierta. Pero para mi sorpresa no estoy parado frente a la
pared desnuda del pozo del ascensor. Estoy parado delante de la puerta de hierro del
ascensor en el quinto piso. A través de la pequeña ventana veo el pasillo. Pero la puerta no
se deja abrir. Algún mecanismo está bloqueando la cerradura.
Franziska- A la izquierda, una habitación para niños; a la derecha, la cocina, el baño,
siguiendo derecho se llega al living. Ahí atrás está el dormitorio de mis padres. Tengo
cuatro o cinco años.
Lomeier- Nada... como lo decía ella.
Fatima- En el portero, la placa del tercer piso está vacía, aunque seguro vive gente ahí.
Kalil- Por la ventana no puedo ver la escalera, pero suena como si alguien viniera subiendo
los escalones.
Lomeier- Quinto piso.
Fatima- Aun desde aquí puedo oír el timbre del tercer piso. Probablemente está abierta la
puerta del balcón. ¿Sí? Pregunta una voz por el portero automático, una mujer. Voces en el
fondo, música, tal vez una fiesta. Hola, buenas noches, disculpe la molestia, me quedé
afuera, y...
Kalil- ¿Hola?
Lomeier- Pero en verdad no lo creía.
Franziska- Si me paro en puntas de pie, llego a ver justo sobre la baranda del balcón d ela
cocina. Entre las casas hay autos andando, gente caminando.
Kalil- Nadie me escucha.
Fatima- La voz de mujer me habla en un idioma extranjero. ¿Hola? Yo... Crujidos. Volvió
a cortar el portero. Toco timbre otra vez.

Suena el timbre.

Esperar.

Karpati- Todo será nuevo y diferente. Especial.


Fatima- ¿Hola?, pregunta un hombre por el portero automático.
Kalil- ¿Hola?
Fatima- ¿Hola? Me quedé afuera y me gustaría... otra vez voces, música, después nada
más.
Lomeier- Sexto piso. No doy más.
Kalil- Nada.
Karpati- Debajo de sus párpados sus ojos se mueven de un lado a otro. Está soñando.
Franziska- Tengo seis años. Mis padres tienen una oficina de seguros. Soy una niña feliz.
En otoño voy a entrar a la escuela y todo huele a pasto. Este verano nos vamos de
vacaciones. Estamos en Turquía. En la playa. Mamá me pone crema en la espalda. La arena
está tan caliente que nos quemamos los pies cuando la pisamos. Nunca había visto así.
Karpati- Miro las líneas horizontales de sus labios.
Fatima- El hombre del segundo piso ya no vive allí aunque su placa esté todavía en el
timbre. Dicen que murió y que su hija lo encontró. Ni idea...
Kalil- Con destornillador tal vez podría forzar el mecanismo... o con una lapicera. Tengo
una lapicera en el bolsillo.
Franziska- De regreso, estamos en Estambul, estamos en las mezquitas que de lejos se ven
como grandes tortugas, entramos al bazar. En el bazar techado, en el que, como dice mi
padre, hay todo lo que podría desear. Mi madre me dice que tome su mano, pero me
adelanto mucho por los pasillos bifurcados, me adelanto mucho, mientras miro las bóvedas
del techo y mis zapatos.
Karpati- Quiero besarla.
Franziska- Frente a las tiendas hay hombres sentados tomando té en pequeños vasos. Mis
padres ya no están detrás de mí, no sé dónde están, los perdí. Delante de mí, en medio del
bazar, delante de una especie de cafetería, hay un camello gigante.
Lomeier- Estoy arriba, séptimo piso. Resuena.
Karpati- La beso.
Franziska- Alguien pone su mano en mi boca. Apenas tengo aire.
Karpati- Mis labios sobre los suyos, mi mano por un instante en su pelo.
Kalil- El mecanismo cede, pero no se abre.
Lomeier- Camino a través del pasillo hacia el 7-32. Después de todo, la Mansur me dijo
que podía volver a pasar.
Franziska- Y alguien me alza y me lleva consigo. Otra vez veo las bóvedas del techo. Pero
ya no veo mis zapatos.
Karpati- Pero, ¿por qué no te despertás cuando te beso?
Lomeier- El pasillo entero suena como un río.
Fatima- En el primer piso está todo oscuro, es lo único que puedo ver.

Suena el timbre.

“Bremer” está escrito en la placa, pero los Bremer no están. Tal vez se fueron al
cine. O a algún otro lado... Muchas opciones no hay.

Karpati- Besame, por favor...


Lomeier- El pasillo entero suena como un gran río.
Franziska- El ruido de un pozo. Agua. Casi suena como el canto de los pájaros. Risas
lejanas. Es aun temprano por la mañana. Mi sirvienta Fatima pone al lado de mi cama una
tabla con té y airán. Y con roscas de sésamo. Ya no tengo seis años. Tengo doce.
Karpati- Algo me atrae, me arrastra... me arrastra con toda su fuerza... ¿qué es?
Lomeier- 7-32. Llegué... Qué extraño... la puerta del departamento está abierta.
Karpati- No hay nada que pueda hacer...
Fatima- Los de la planta baja se llaman Linhard. Ni idea de quienes son.
Lomeier- ¿Hola? ¿Hay alguien en casa? ¿Señora Dehke?
Fatima- El portero hace ruido. ¿Sí? Pregunta una voz de mujer.
Lomeier- Sin repuesta.
Kalil- Por fin el mecanismo cede y se salta la traba de la puerta.
Fatima- Soy yo, Fatima Mansur, del séptimo, lamento mucho molestarla, me quedé afuera
sin querer. ¿Podría por favor abrirme la puerta?
Kalil- Estoy fuera
Lomeier- Entro al departamento. ¿Hola?
Fatima- Suena el seguro automático de la puerta. Estoy nuevamente en casa.
Kalil- Dios mío. Gracias.
Lomeier- Ahí está, acostada en el sofá. Está casi desnuda, solo la envuelve una toalla...
Está durmiendo, y además de ella no hay nadie. ¿Señora Dehke? Sobre la mesita, al lado
del sofá, hay una botella de coñac, casi vacía. Qué manera de estar... Una capa húmeda
cubre su piel. Los cabellos cortos y rubios están transpirados, respiración acelerada, tal vez
esté soñando.
Kalil- Subo por las escaleras del departamento de Fatima. Seguro que me estuvo buscando.
Lomeier- Estoy parado a su lado. Duerme.
Fatima- Subo las escaleras para volver a nuestro departamento.
Lomeier- ¿Señora Dehke? No se despierta.
Franziska- Soy la amante del jeque Al Harad Barhadba, pero el jeque me ama tiernamente
como a una hija. Aun soy pura. Desde que me secuestraron en Etambul, vivo n el harén del
jeque, en su residencia d ela ciudad de Kinsh Al Sar, en el desierto. A través de la ventana
con ornamentos moriscos, veo los naranjos florecientes en el patio. El agua del regador está
corriendo. La humedad se eleva hacia el cielo azul. Es hermoso. Es maravilloso.
Kalil- Sexto piso.
Lomeier- No sé por qué estoy arrodillado a su lado acariciando sus hombros desnudos...
Franziska- Hoy es un día especial. Voy a cumplir veinte años y luego el jeque, a quien casi
podría llamar mi padre, me desflorará. Ya nunca pienso en mi casa de antes, en mis padres,
nunca.
Karpati- El olor a alcohol penetra en mi cabeza.
Lomeier- Cuánto tiempo sin tocar a una mujer, sin acariciar a una mujer. La beso.
Franziska- Pero Kafra, la primera mujer del jeque, está enferma de celos por mí, la niña
rubia. Y anoche me maldijo en voz alta, en medio del harén.
Fatima- Primer piso.
Franziska- Por eso el jeque la manda a decapitar.
Lomeier- Y sigue durmiendo. Nada sucede, me levanto, aun sintiendo sus labios en mis
labios. Qué pasa, quiero gritarle, qué estás haciendo conmigo...
Kalil- Séptimo piso. Camino por el pasillo hacia el departamento de Fatima, número 7-32.
Lomeier- Resuena tan fuerte. ¿Por qué no te despiertas? Dormí entonces, seguí durmiendo
en el sofá de tu departamento de tres piezas en el séptimo piso, no quería besarte, sucedió,
quiero salir, salir del departamento 7-32, me tropiezo cuando voy a la puerta, que sigue
abierta...
Karpati- La puerta del departamento está abierta, extraño...
Lomeier- Atravieso el umbral y me encuentro en medio de una luz muy potente. Un viento
caliente me envuelve y mis ojos arden arena.
Karpati- Alguien grita. ¿Dónde estoy?
Fatima- Segundo piso.
Kalil- Entro al departamento. ¿Fatima? Nadie contesta. ¿Hola? Cierro la puerta detrás de
mí. ¿Fatima?
Franziska- Aún sin tronco, desde el polvo, su espantoso cráneo me grita otra vez: Maldita.
Que te disuelvas, que te pierdas. No recordarás nada de lo que alguna vez fuiste. Que lleves
desgracia a cada uno que bese tus labios, y que jamás vuelvas ver la luna que te
transformará en lo que de verdad eres.
Karpati- Hay vidrio a mi alrededor. Estoy parado en un charco. Huele a alcohol. Estoy
parado en coñac.
Kalil- Atravieso el pasillo del departamento. En el suelo está el llavero de Fatima, el
camello.
Lomeier- A mi alrededor nada más que arena, hasta el horizonte.
Franziska- Hagan algo, grita el jeque. Por favor, hagan algo, gritan las mujeres.
Karpati- Estoy dentro de una botella. Estoy dentro de la botella de coñac, sobre la mesita,
al lado del sofá. Es la misma de la que acabo de beber.
Lomeier- Alto en el cielo, sobre mi cabeza, está el sol.
Karpati- A través del vidrio veo desfigurada y agrandada la mujer que duerme en el sofá.
La mismo que acabo de besar. Sigue soñando, sus ojos aún se mueven de un lado a otro,
debajo de sus párpados.
Franziska- Solo ahora el hacha del verdugo parte en dos la cabeza ya separada del cuerpo.
Silencio.
Kalil- ¿Hola? ¿Hay alguien en casa?
Fatima- Tercer piso.
Kalil- Está acostada en el sofá, como todas las veces que vengo. Franziska, la compañera
de Fatima, está durmiendo.
Karpati- Soy minúsculo. Mis zapatos miden un centímetro y están empapados en coñac.
Sobre mí, el cuello de la botella que olvidé volver a tapar con el corcho, inalcanzablemente
lejos. Por la abertura de la botella se cuela un sonido profundo, una corriente de aire.
¿Hola?
Lomeier- Estoy parado en un desierto. Hay tanta luz que apenas puedo abrir los ojos. Me
examino... No cambié en nada más... las sandalias, el delantal gris, todo como siempre. El
calor es tan seco, no deja que ninguna gota de sudor atraviese mi cara.
Kalil- Está casi desnuda.
Franziska- Qué pesadilla.
Kalil- Se ve linda.
Karpati- Un hombre entró al living. Se queda al lado del sofá.
Franziska- ¿Dónde estoy?
Kalil- Se despierta... hola.
Fatima- Cuarto piso.
Franziska- Estoy recostada en el sofá de una habitación. A mi lado, una mesita con una
botella de coñac, casi vacía. No estoy vestida, solo me envuelve una toalla. ¿Dónde estoy?
Un hombre desconocido está parado a mi lado y me mira. ¿Cómo llegué hasta aquí?
Kalil- Hola... Parece confundida. Tal vez estuvo soñando.
Karpati- Cómo llegué hasta la botella.
Franziska- Mi mirada recorre fugazmente la habitación... En lugar de las ventanas con
ornamentos moriscos, un frente de ventana con radiador y cortinas. Afuera es de noche. Ahí
adelante, un televisor que está encima de la alfombra color arena. Láminas y afiches en las
paredes, al lado estantes baratos y fotos de gente que jamás he visto en mi vida.
Kalil- ¿Estás bien?
Karpati- ¿Y cómo voy a salir de aquí?
Lomeier- No estarás pensando andar todo el día con ese delantal puesto, ¿o sí?
Karpati- La mujer se despertó pero no me escucha. A su lado está parado, gigante, el
hombre. ¿Hola? ¿No me ven? ¡Acá estoy!
Fatima- Quinto piso.
Lomeier- ¿Por qué no?
Franziska- Me quedo sin palabras.
Lomeier- Eso se ve ridículo. Vos sos ridículo.
Kalil- No habla. Soy Kalil... el novio de Fatima. La puerta del departamento estaba abierta.
¿Sabés por casualidad a dónde fue Fatima? Recién me quedé atascado en el ascensor –en el
quinto piso- pero pude salir de allá. Mejor no lo uses más.
Franziska- Él sonríe. Y habla de un ascensor.
Karpati- Se levanta, se preocupa por cubrirse con la toalla y camina hacia la ventana.
¡¿Hola?! ¿No me escuchan?
Kalil- Se levanta y camina hacia la ventana.
Franziska- Me quedo parada en el frente de ventana de un alto edificio. Quizá en el
séptimo u octavo piso.
Karpati- Mira hacia afuera.
Franziska- Crecí en una casa como esta. En una casa así pasé mis primeros años de
infancia. Dios mío. Sobre estos altos edificios está la luna y me parece no haberla visto en
años.
Kalil- Es extraña.
Fatima- Sexto piso.
Karpati- Un sonido hueco dentro del cuello de la botella.
Franziska- Es como si me estuviera disolviendo.
Lomeier- Por sobre las filosas cumbres de las dunas pasa el viento aullando.
Franziska- Necesito ayuda.
Lomeier- Sos ridículo. Y me hacés parecer ridícula.
Kalil- De repente se arroja en mis brazos.
Karpati- Corre hacia él.
Franziska- Por favor... Salvame. Me estoy disolviendo. Es la maldición de la mujer del
jeque. Sacame de aquí.
Lomeier- Son recuerdos que me hacen apretar los puños.
Kalil- ¿Qué?
Franziska- No te conozco, pero no te vayas. Ayudame, llevame de vuelta a la ciudad del
desierto de Kinsh el Sar. El jeque Al Harad Barhadba te lo va a recompensar con riquezas,
no me dejes sola en esta pesadilla.
Lomeier- Y yo que estaba tan orgulloso de poder mostrarle todas las instalaciones de
calefacción y ventilación, el colector de basura y el motor del ascensor.
Karpati- Se aferra a él.
Kalil- Pará...
Karpati- Y no lo deja.
Franziska- No, por favor...
Karpati- La toalla se resbala de sus axilas.
Kalil- Basta.
Karpati- Está desnuda.
Fatima- Séptimo piso. Llegué.
Franziska- Quedate ahí...
Kalil- ¿Qué te pasa? Está desnuda y se aferra a mí.
Fatima- Camino por el pasillo hacia nuestro departamento.
Kalil- Quiero soltarme.
Karpati- Quiero soltarse.
Franziska- No te vayas.
Kalil- Pará...
Franziska- Por favor...
Lomeier- ¿O acaso tenías planeado pasar toda tu vida así? Yo, no...
Fatima- La puerta del departamento está cerrada. Aunque yo la había dejado abierta.
Karpati- Por un instante ella aprieta sus labios contra los de él.
Kalil- Me besó... No sé cómo pudo suceder algo así.
Fatima- ¿Por qué está cerrada la puerta? Timbre.

Suena el timbre.

Karpati- Suena el timbre.


Kalil- Suena el timbre.
Franziska- Algo está sonando.
Kalil- Intento llegar hasta la puerta.
Franziska- No te vayas.
Fatima- Nadie atiende. Pero dentro del departamento oigo voces.
Kalil- Soltame.
Franziska- ¡No!
Karpati- Logra desprenderse. Corre hacia la puerta, ella detrás... No pudo verlos más.
Fatima- La puerta se abre.
Kalil- Delante de mí está Fatima. Detrás de mí está Franziska, que sigue aferrándose a mí,
desnuda...
Lomeier- En la cima de una duna de arena, detrás de mí, aparece la silueta de una tienda de
beduinos brillando confusamente en el calor. Voy hacia allí.
Por qué vos hacés todo mal, dijo ella.
Fatima- Franziska...
Franziska- Detrás de la puerta hay una mujer.
Fatima- Delante de mí está Kalil... ahí atrás, Franziska; está desnuda.
Kalil- No hay nada que pueda decir.
Fatima- Cerdo...
Kalil- No, no...
Franziska- La mujer me parece conocida.
Fatima- Cerdo miserable.
Kalil- No.
Franziska- Quedate con migo, por favor...
Fatima- Me mira fijo, con enormes ojos. Te voy a matar...
Kalil- Fatima.
Lomeier- Porque siempre hacés todo mal.
Mis pies se hunden en la arena, me tumbo, me levanto y sigo yeno hacia la tinda.
Fatima- Un cuchillo... Lo mato. Necesito un cuchillo.
Kalil- Entra abalanzándose.
Franziska- La mujer entra abalanzándose.
Karpati- La mujer se abalanza hacia aquí y desaparece en la cocina.
Lomeier- La duna es tan empinada que apenas puedo avanzar.
Karpati- La mujer vuelve a aparecer.
Kalil- Vuelve. En sus manos lleva un cuchillo.
Fatima- Él se echa a correr.
Franziska- Él se echa a correr.
Kalil- Ella corre detrás de mí.
Fatima- Franziska me sigue... desnuda
Kalil- Aprovecho mi ventaja, corro por el pasillo, ¡socorro!
Fatima- Te mato. ¡Me sacaste del departamento para poder cogerte a mi compañera
mientras dormía!
Franziska- Corro detrás. La mujer grita.
Fatima- Está por alcanzar las escaleras.
Lomeier- Estoy por alcanzar la cima. Delante de mí, quizás a quince metros de distancia,
diviso la tienda.
Kalil- Ellas me siguen. Bajo las escaleras corriendo.
Fatima- Pará...
Franziska- ¿Qué es esta casa?
Karpati- Nadie más viene. El departamento está vacío. Estoy solo.
Lomeier- ¿Hola? ¿Hay alguien aquí? El viento está silbando. Aúlla. Resuena por todas
partes, se cuela en la tienda.
Kalil- Sexto piso. Ellas ya están llegando a la escalera.
Karpati- El borde de la mesa, deforme a través del vidrio. La alfombra color arena. El
televisor El radiador. Los estantes baratos para los libros. El sofá. Su toalla en el suelo.
Kalil- Allá atrás, al fondo del pasillo, se abre la puerta de un departamento. Entrá, escucho
decir a una voz de mujer, como si estuviera al lado mío.
Lomeier- Desde dentro, una mujer aparta los paños de entrada a la tienda y me invita a
pasar.
Kalil- Corro por el pasillo hacia el departamento. No puedo más.
Franziska- No vayas tan rápido.
Kalil- Número 6-32. En la placa, al lado de la puerta, se lee Hartingen. La puerta está
abierta.
Fatima- Sexto piso. Desapareció. A dónde fue... ese cerdo se está escondiendo en alguna
parte.
Lomeier- Ingreso a la tienda beduina. Mis ojos tardan en acostumbrarse a la repentina
oscuridad.
La mujer está parada en el medio de la tienda. Está sola.
Karpati- Estoy solo en una botella en un departamento que se ve como miles de otros
departamentos.
Franziska- Desapareció.
Kalil- Cierro la puerta detrás de mí y respiro profundamente. Delante de mí está parada una
joven mujer. Justo quería colgar mi ropa, dice mientras se desabotona la blusa. Después se
da vuelta inclinándose sobre un tendedero de ropa. Vení.
Lomeier- La mujer se ve espantosa. Una gran cicatriz violeta atraviesa todo su cuello en
forma horizontal, y una segunda cicatriz divide su rostro en forma vertical, desde la frente,
pasando por la nariz, hasta el mentón.
Karpati- Conozco todo esto: la habitación, los muebles. De hecho, yo mismo viví así.
Solo. Y también de dos.
Kalil- Vení, dice ella.
Fatima- A Kalil es imposible encontrarlo. Me vuelvo. Se acabó.
Franziska- El hombre desapareció. Me da frío. La mujer se vuelve en silencio. La sigo.
Qué puedo hacer...
Fatima- Esto se acabó
Kalil- Vení...
Karpati- Detrás del vidrio de la botella van pasando los rostros de las mujeres de las que
alguna vez estuve cerca en medio de muebles como estos. Pero cómo han cambiado. Qué
viejas están. Hoy se ven como antes se veían sus madres.
Franziska- Esperá...
Fatima- Olvidate.
Franziska- Pero...
Fatima- Cerrá el pico.
Karpati- Con el puño cerrado golpeo el vidrio. Nada sucede. Nada cambia. De pronto
recuerdo todas las esperanzas y los proyectos en común que una vez se dibujaron en
nuestros rostros, los primeros besos, las noches de verano compartidas en los parques, en
las terrazas y en los balcones, la generosidad, el mutuo acuerdo, que después un día se
disuelve, desaparece, a pesar de que estábamos tan seguros uno del otro... en departamentos
como este, o como el mío o quizá en departamentos como el que tenía en aquel tiempo, con
el armario empotrado, o como aquel con el extraño baño del que siempre nos reímos tanto.
Fatima- Séptimo piso.
Kalil- No quiero...
Karpati- eso es el infierno: uno piensa que todo saldrá bien, al menos por esta vez, y luego
no solo no es así, sino que puede ser aun peor que las veces anteriores.
Fatima- Voy por el pasillo hacia nuestro departamento.
Karpati- Que inexorable es nuestro fin, delante de mis ojos todo se vuelve oscuro.
Lomeier- Me alegro de que estés acá, dice la mujer de las cicatrices.
Kalil- Pero no tengo alternativa.
Lomeier- ¿Qué es lo que resuena tan alto aquí? ¿Es el viento?
No dice ella, pero lo sabes bien, es el agua.
¿El agua?
Sí...
¿Qué agua?
El agua que estuviste buscando todo el día... por eso estás aquí.
¿El agua que se extravía en el séptimo piso?
Exacto, dice ella torciendo burlonamente su boca partida en dos. Detrás de mí,
delante de la entrada abierta de la tienda beduina, en el desierto, se rompe una fuente de
agua. Y el agua se dispara veinte metros hacia lo alto del cielo. ¡El agua!
Kalil- Ella gime en voz alta, casi grita...
Lomeier- El agua te trajo aquí y ahora te llevará hacia tu novia, escucho decir a la mujer de
las cicatrices, ¡adiós!
Kalil- Grita y casi tira el tendedero de ropa.
Lomeier- Ante mis ojos, se evapora la tienda y también la mujer... ¿Qué quiso decir? ¿Cuál
novia...? Ninguna respuesta.
Fatima- Estoy de vuelta en el departamento, voy a mi habitación, saco los bolsos y
empiezo a empacar mis cosas.
Franziska- ¿A dónde vas?
Fatima- ¿A dónde voy? Delante de mi habitación está parada Franziska, desnuda. ¿Qué te
importa? Podrías ponerte algo.
Franziska- Solo quería preguntar... tal vez podría acompañarte...
Fatima- Nunca. Andate. Ponete algo. Y por si se te olvidó: tu armario está aquí al lado, a
una puerta de distancia.
Lomeier- El desierto se llena de agua.
Fatima- Se va. Empaco mis cosas. Mis cosas que algún día debo haber desempacado y
guardado en este armario. Como lo hacen todos con sus cosas y sus armarios. Pero yo no
tengo ni idea de cómo llegué hasta aquí, no puedo acordarme.
Lomeier- El desierto se convierte en río.
Fatima- Un día estaba parada delante de la puerta de abajo, tenía una llave en la mano y
sabía: Ahora vivo aquí. Ese es el buzón, aquel es el ascensor, así vas al séptimo piso, esta es
la alfombra color arena y el televisor y los estantes baratos para los libros y ella es tu
compañera, Franziska, siempre duerme y por la noche no puede recordar quién fue en la
mañana.
Lomeier- El desierto se convierte en un gran río, en estrecho. Estoy parado en la baranda
de un ferry que cruza el Bósforo. Delante de mí se divisan los minaretes de las mezquitas
de Estambul. Ya estuve acá una vez. En nuestra luna de miel. Hace veinticuatro años.
¿Te acordás?, me pregunta una voz de mujer. A mi derecha, una mujer que se ve como
Helga, mi primer esposa. Lleva la misma ropa de entonces, no ha cambiado en nada, solo
que a su cara la atraviesa una ancha cicatriz en forma vertical, desde la frente, pasando por
la nariz, hasta el mentón.
Fatima- Saco las cosas violentamente del armario, las polleras, los pantalones, los
pulóveres, las remeras, etcétera, todo.
Kalil- Se retuerce, da vueltas por debajo de mí.
Fatima- Mientras saco las cosas pienso en Kalil.
Franziska- ¿Quién podrá ser el hombre que antes estuvo aquí?
Kalil- Esto tiene que acabar.
Franziska- En la habitación a la que me mandó la mujer hay un armario.
Lomeier- Recordarás cómo viniste a mi departamento aquel día... por la pérdida de agua en
el séptimo piso. Fue en plena noche, en verano, la luna resplandecía sobre los techos de los
edificios recién construidos. No te habías imaginado que alguien podría llamarte a esa hora.
Finalmente, pudiste solucionarlo, estaba todo inundado, el agua venía de arriba y estabas
ahí parado, en el balcón, arremangado... aún no usabas el delantal en esa época. Quizá
tenías planeado algo totalmente distinto para aquella noche y nunca lo admitiste, ni si
quiera después, cuando hablamos sobre cómo nos conocimos. A todos nos gusta: Recordar
el primer encuentro. O el primer beso. ¿Te acordás? Querías fumar y saliste al balcón e la
cocina y me pareciste tan atractivo... tan fuerte y al mismo tiempo tan necesitado de que
alguien te salvara y pensé: Quiero compartir toda mi vida con él, ese es el hombre, ese y
ningún otro. Entonces te besé por primera vez... bajo la luna llena, en el balcón de la
cocina, del séptimo piso.
Franziska- Abro el armario.
Lomeier- No puede ser que estés acá, grito, no estás aquí, por qué me perseguís... ¡dejame!
Kalil- Logro soltarme.
Fatima- Es sofocante. Voy hacia la ventana.
Franziska- En el armario hay prendas que me resultan conocidas.
Kalil- No pares, grita, voy tambaleando hacia la puerta, volvé, grita.
Lomeier- Pero si no te hago nada, dice ella... solo quiero evitar que me seas infiel...
dejame, enloquezco, clavo el destornillador que siempre llevo en el bolsillo e mi delantal en
sus dos ojos, profundamente, lo hundo una y otra vez... Pero ella solo dice Oh, en voz baja,
y después ríe... y después se disuelve... igual que hace un rato...
Kalil- Seguí, grita... y cuando abro la puerta del departamento, comienza a aullar como un
lobo.
Franziska- Una blusa, una pollera, zapatos angostos, pero cómodos... todo parece ser de mi
talle...
Fatima- Un aullido atraviesa los edificios nocturnos. Un grito como el de un lobo o una
loba.
Kalil- Me escapo por el pasillo hacia la escalera y casi me caigo bajando los escalones. El
aullido llena todos los pisos.
Franziska- Es la ropa de alguien que trabaja en un laboratorio, una técnica.
Fatima- El grito es de una mujer.
Lomeier- Usted debe saber, dice una mujer a mi izquierda, ya habíamos estado aquí, hace
veinticuatro años, y el hombre a su lado asiente con la cabeza. Con nuestra hija, a quien
perdimos alguna vez.
Fatima- Ya está todo empacado.
Kalil- Quinto piso. Atrás, al fondo del pasillo, se abre la puerta de un departamento.
Franziska- Con cada prenda que veo mi memoria se vuelve más clara. Soy “AMT”,
asistente médico-técnica. Trabajo en un laboratorio, todos los días desde las ocho y media
hasta las diecisiete.
Kalil- Pasá te estaba esperando, escucho decir a una voz de mujer como si estuviera aquí a
mi lado. Aunque no lo quiera, voy corriendo por el pasillo hacia el departamento.
Lomeier- La perdimos, dice la mujer, aquí en Estambul, en el bazar, hace veinticuatro
años... una niña rubia, desde entonces no hemos vuelto a verla ni supimos nada de ella,
como si nunca hubiera existido. Y niega con la cabeza.
Fatima- Eso es todo.
Kalil- Hinrichs se lee en la placa del timbre. La puerta está abierta.
Ahí está ella, de pie.
Fatima- Más cosas no voy a llevar.
Kalil- Hola, dice la señora... Señora Hinrichs. Debe tener unos cuarenta años.
Franziska- Mi tarea principal consiste en analizar pruebas de sangre. Los aparatos hacen la
mayor parte del trabajo.
Kalil- Y mientras, se desata el cinturón de su bata...
Fatima- Me voy. Pero llevo el cuchillo, por si me cruzo con el cerdo de Kalil en las
escaleras.
Franziska- Y esa mujer era Fatima. Hace años que vivo acá con ella, no sé desde cuándo
exactamente, ¿dónde está? ¿Por qué estoy parada, semivestida, delante del armario?
¿Fatima?
Kalil- No tiene nada puesto debajo.
Lomeier- El hombre que está al lado de la mujer a bordo, dice: Quien sabe, tal vez fue
mejor así. Pensá en cuánto dinero nos hubiera costado la niña a lo largo de los años, solo
sus estudios, cuántas cosas no nos hubiéramos podido permitir. Todos estos viajes...
Y entonces me alcanza su tarjeta: Helmut Dehke, corredor de seguros.
Fatima- En el suelo, delante de la puerta del departamento, todavía está mi llavero con
forma de camello, el que dejé caer cuando volví con las compras.
Ni idea de por qué tengo todas esas llaves... como si fueran de una mansión.
Kalil- Sus gemidos son tan fuertes...
Fatima- ¿Me despido de Franziska?
Lomeier- El sol desaparece detrás del Cuerno Dorado y la mezquita Suleyman, oscureció.
Fatima- ¿Para qué? Cierro la puerta del departamento detrás de mí y camino por el pasillo.
El aullido sigue atravesando la casa.
Lomeier- La borda del ferry se encuentra por encima de unos altos edificios. Estoy parado
en la ventana de un departamento, en un edificio como el mío.
Ya estuve acá una vez, lo conozco, qué sofocante es este aire, el sofá está vacío pero
en la mesita hay una botella de coñac. Casi vacía, me la llevo, necesito aire, aire, un
trago y un cigarrillo.
Karpati- Recupero mi consciencia. Algo me zarandea de un lado al otro. Estoy empapado
en coñac, me golpeo la cabeza contra el vidrio y apenas tengo aire... alguien se está
llevando la botella.
Fatima- No tengo ni idea de adónde voy.
Lomeier- Me apuro a salir al balcón.
Karpati- El piso pasa rápidamente por debajo e mí... la alfombra color arena, el pasillo y el
suelo de PVC en la cocina...
Lomeier- Las bolsas de las compras están ahí todavía...
Karpati- ... el umbral del balcón, cemento.
Lomeier- Debajo de mí se ven los altos edificios. Estoy pardo al lado de la baranda del
balcón. Cigarrillo. Un aullido extraño atraviesa la casa... ¿qué puede ser? ¿Y dónde estuve
hace un instante? Solo ahora me doy cuenta de que todavía llevo en la mano la tarjeta del
hombre del ferry: Helmut Dehke, corredor de seguros.
Franziska- ¿Dónde está Fatima?
Kalil- Esto no puede ser.
Lomeier- Necesito un trago.
Karpati- Dios mío.
Kalil- O...
Lomeier- ... o mejor no. Alguien viene.
Karpati- Alguien nos sujeta a mí y la botella por encima de la branda del balcón.
Fatima- Al llegar a la escalera vuelvo la mirada hacia el pasillo: en las paredes se oye el
funcionar de las cañerías... quizás volvió el agua al octavo, el noveno y el décimo piso.
Franziska- Alguien está parado en el balcón de la cocina.
Lomeier- Es la Dehke.
Franziska- Ah, es Lomeier, el encargado, seguro que todavía está aquí por la presión del
agua. Está fumando.
Karpati- Debajo de mí un precipicio de siete piso, entre eso y yo solo la base de vidrio de
la botella.
Kalil- Yo no quiero esto.
Lomeier- Viene y se queda parada a mi lado.
Fatima- Voy bajando la escalera. Con cada escalón el aullido se vuelve más fuerte.
Kalil- Quiero salir. Desesperada, intenta agarrarme, pero la empujo violentamente. De
rodillas grita: ¿Qué estás haciendo conmigo?
Karpati- Debajo de mí, los postes de luz, el patio del edificio, los autos estacionados y la
parada del colectivo.
Franziska- Linda noche, ¿no? Qué luminosa está la luna.
Karpati- ¡Escúchenme...!
Lomeier- Se despertó...
Franziska- Yo... Estuve... No sé... ¿Usted lleva mucho tiempo aquí?
Lomeier- Unos minutos tal vez.
Franziska- ¿Y?
Kalil- Llego hasta la puerta del departamento. Ella se queda atrás y empieza a aullar como
un lobo.
Karpati- Alrededor de un poste de luz, unos adolescentes están fumando. Puedo
escucharlos reír.
Lomeier- ¿Y qué?
Franziska- ¿Pudo descubrir algo?
Lomeier- ¿Como, qué?
Kalil- Vuelvo por el pasillo hacia la escalera...
Franziska- Quería saber si pudo saber en qué lugar del séptimo piso se extravía el agua.
Lomeier- Ah... sí, sí.
Franziska- ¿Sí?
Lomeier- Sí.
Fatima- Sexto piso. El aullido es cada vez más fuerte. Ahora está por todas partes. ¿Qué
es? Me quedo parada.
Kalil- bajo la escalera corriendo.
Lomeier- Se ve como nueva.
Franziska- Fuma mientras se apoya en la baranda del balcón y mira los edificios en la
noche. En la mano tiene la botella de coñac del living, está casi vacía.
Lomeier- Parece que durmió profundamente...
Franziska- Sí, sí.
Lomeier- Está a mi lado apoyada en la baranda del balcón y mira los edificios iluminados
por la luna llena. En las ventanas de los innumerables departamentos las luces están
encendidas detrás de las cortinas. Parece no haber notado que la besé.
Franziska- Tuve un sueño extraño.
Kalil- Cuarto piso. Atrás, al fondo del pasillo, se abre la puerta de un departamento.
Lomeier- ¿Sí?
La noche está cálida. Ya nada resuena. Solo el aullido. Suena casi como el viento
del desierto.
Karpati- Un aullido atraviesa la noche, como si el viento se colara en el cuello de la
botella, pero no es así...
Kalil- Ven aquí, me dice una voz de mujer al oído, como si estuviera aquí, a mi lado.
Franziska- Sí... Soñé que un hombre me besaba y poco después desaparecía... no me
acuerdo por donde... si en una tienda de beduinos o en una botella como esa, no me
acuerdo...
Kalil- Aunque no quiera, sigo por el pasillo hasta la puerta abierta.
Fatima- Quinto piso.
Kalil- Marion Richter se lee en la placa.
Karpati- Está jugando nerviosamente con la botella en su mano. Se me deja caer ahora, si
la botella se resbala de sus dedos, caeré siete pisos para abajo, directo hacia la muerte.
Kalil- No tengo alternativa... entro al departamento.
Lomeier- Había olvidado por completo la botella de coñac en mis manos.
Ah, disculpe que me haya servido yo mismo, es que...
Franziska- No, no, por favor, si sigue trabajando a esta hora, debería al menos...
Lomeier- En realidad no quería nada...
Kalil- Hola, dice la mujer que está parada delante de mí en el pasillo. Soy Marion. Estaba
por entrar a la bañadera. ¿O preferís mirar la tele? Mi novio Andi no está esta noche. ¿O
preferís que cocinemos algo primero?
Franziska- Y entonces todo se llenó de agua, y por azar rocé los labios de un hombre que
estaba al lado de mí, en el living. Pero se fue.
Kalil- Vení, vamos a la cocina.
Lomeier- Está parda al lado de mí y, por momentos, siento una mirada huidiza. Es linda.
Karpati- No quiero morir...
Franziska- Es atractivo. ¿Por qué nunca me di cuenta antes? Solo el delantal me resulta
algo molesto.
Kalil- Delante de la heladera, la mujer comienza a desvestirse.
Fatima- Cuarto piso.
Franziska- ¿Le molestaría quitarse el delantal?
Lomeier- Yo... no, para nada. ¿Por qué? ¿Le molesta?
Franziska- Solo quería...
Lomeier- Por favor.
Mientras me saco el delantal, guardo l tarjeta en el bolsillo. Cómo podría
explicarle...
Karpati- Por favor...
Fatima- Sigo bajando escaleras.
Karpati- ¡Eh!
Franziska- Espere, lo ayudo, deme la botella mientras tanto.
Lomeier- No, no, está bien.
Karpati- Deja la botella en la angosta baranda del balcón y se quita el delantal.
Si alguno de los dos choca con la botella ahora, soy hombre muerto.
Lomeier- Listo.
Franziska- Solo quería saber cómo se ve sin delantal.
Fatima- Algo pasa. Giro y vuelvo a subir las escaleras.
Lomeier- Sonríe.
Franziska- Probablemente esta noche tenía planeado algo totalmente distinto a buscar una
pérdida de agua.
Kalil- Gime.
Lomeier- Si piensa que hubiera salido esta noche... seguro que no.
Franziska- Está bien, lo puedo admitir... no preguntaré con quién.
Se ríe. Es tan fuerte y tan...
Karpati- Aprieto mi cara contra el vidrio. ¿Por qué no me ven?
Fatima- Cuarto piso. ¿Qué pasa? Camino por el pasillo.
Lomeier- Me gusta.
Franziska- Tan indefenso. Quiero besarlo.
Lomeier- Si me besara ahora...
Fatima- La puerta de Marion Richter en el 4-32 está entornada. ¿Por qué?
Franziska- Gira hacia mí.
Lomeier- Se acerca a mí.
Fatima- Entra el departamento.
Karpati- El gira hacia ella. Al mismo tiempo, ella se acerca a él.
Fatima- Estoy en el pasillo de un departamento ajeno. Llegan ruidos desde la cocina.
Franziska- Sin querer, mi codo roza la botella de coñac que aún está encima de la baranda
del balcón.
Karpati- Ella chica la botella con el codo. La botella se balancea.
Kalil- Sus gemidos son tan fuertes.
Karpati- La botella cae de la baranda hacia el precipicio. Estoy cayendo. La botella cae
siete pisos. Yo estoy cayendo siete pisos para abajo.
Fatima- Estoy en la cocina de un departamento ajeno. La misma cocina del departamento
de Franziska. Delante de mí Kalil y Marion Richter al lado de la heladera. Ella está
desnuda. Y él...
No notaron que entré. Ella gime.
Karpati- Sexto piso. En el balcón una mujer está aullando a la luna. El pavimento se acerca
a toda velocidad. Al mismo tiempo, todo pasa muy lento.
Lomeier- Está muy cerca, junto mí.
Franziska- Estoy muy cerca de él.
Fatima- Estoy detrás de ellos. No me ven.
Karpati- Quinto piso. En el balcón una mujer está aullando a la luna. Las luces de las
ventanas se convierten en rayos.
Lomeier- Apenas me atrevo a respirar.
Franziska- Apoyo mis manos en su pecho, cuidadosamente.
Kalil- El tic tac de un reloj en la cocina. En la puerta de la heladera hay unos imanes de
colores.
Fatima- Clavo el cuchillo en su espalda.
Kalil- Ella grita. ¿Qué es esto? Sangre en su cara.
Karpati- Cuarto piso. Una mujer está acuchillando a un hombre. Sangre en el vidrio de la
ventana.
Lomeier- Me besa.
Franziska- Me besa.
Karpati- Tercer piso. Una fiesta. Música.
Kalil- ¿Qué es esto?
Franziska- Mi primer beso.
Karpati- Segundo piso. Oscuro.
Lomeier- Nos besamos. Por primera vez. La abrazo lo más fuerte que puedo.
Karpati- Primer piso.

...
Estoy muerto.
Franziska- Nos besamos. Aunque cierro los ojos, puedo sentir la luz de la luna.

Karpati grita. Kalil grita. Una botella cae del cielo a escena y estalla.

Fin

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