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EvangeliO yVida

Comentarios a los evangelios de


mayo: P. Juan Carlos Reyes Mendoza C.M.,
Párroco de la Medalla Milagrosa de Puebla

junio: P. José Alfredo Delgadillo Padilla C.M.,


misionero en la parroquia de Chinatú,
Sierra Tarahumara, Chih.

2024

Ciudad de México
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EvangeliO yVida
Cuadernos bimestrales


con reflexiones sobre el evangelio de cada día

Dirección: Silviano Calderón Soltero, cm


Parroquia Medalla Milagrosa
Ixcateopan 78, Col. Vértiz Narvarte,
03600 Benito Juárez, CDMX
silvianocm@yahoo.com.mx
Diseño: Miguel Ángel Díaz Lagunas

Administración: P. Arturo Ernesto Hernández


Gutiérrez, cm
Seminario Vicentino
Av. San Fernando 154
14000 Tlalpan, CDMX
Tel. Fijo: 55 5573 2947
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Depósito de donaciones en:
BBVA México SA,
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a nombre de: Jaime Reyes M.
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“¿No es éste el hijo del carpintero?“


Hech 15, 1-6; Sal 121; Mt 13, 54-58.

La Iglesia ha querido celebrar la


memoria de San José Obrero, padre y

mayo
custodio del Señor, precisamente el Día del
Trabajo, fecha en que se conmemora
internacionalmente la represión a una
manifestación obrera en Chicago (E.U.), en el
mes de mayo de 1886. La conmemoración
fue acogida en México a partir de 1913.

• miércoles
El objetivo de esta celebración del Día del
Trabajo es promover los derechos humanos en el
mundo laboral y reflexionar sobre el valor del
trabajo humano. De igual modo, es una
oportunidad para reafirmar el compromiso de
garantizar la justicia en las relaciones laborales
y la construcción colectiva de
mejores ambientes de trabajo.
El Papa Pío XII instituyó en San José Obrero
esta celebración la memoria de
San José Obrero a partir de
1955, para qué él sea el modelo
y protector de los trabajadores.
Estas fueron las palabras del
Papa pronunciadas en la plaza
de San Pedro sobre San José:
• 2024

“El humilde obrero de Nazaret,


además de encarnar delante de
Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero
manual, sea también el guardián de ustedes y de
sus familias”.
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2 • mayo • jueves • 2024


Hech 15, 7-21; Sal 95; Jn 15, 9-11.
“Como el Padre me ama a mí,
así los amo yo a ustedes”

H
oy Jesús nos invita a permanecer en su amor;
y no hay otra forma para hacerlo que en la
vida concreta, con la práctica de sus
mandamientos, es decir, amando como
el Padre lo amó y como él nos ama, amor
manifestado en el servicio al prójimo, especialmente
el pobre y el atribulado. De esta manera nos
manifestaremos como auténticos discípulos del
Señor y participaremos de su alegría, que nos lleva
a la plenitud de vida. Podemos preguntarnos si
llevamos a la práctica la propuesta del Señor o todo
se queda en palabras bonitas.
Pienso que a la luz del evangelio de hoy podríamos
proponernos hacer una buena obra cada día, como
signo de querer permanecer en su amor. Podemos
comenzar por cosas pequeñas, que pueden parecer
insignificantes.
En una ocasión una señora comentó que tenía
constantemente conflictos con su esposo y sus hijos,
y se daba cuenta que ello era a causa de que llevaba
una vida con mucho estrés por sus asuntos familiares
y laborales. Me comentó que, para mejorar con su
familia, comenzó con un pequeño compromiso cada
día, cosa que no pasó desapercibida y que incluso
motivó a todos en la familia a seguir su ejemplo.
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3 • mayo • viernes • 2024


Fiesta de la Santa Cruz
Flp 2, 6-11 (o Hech 2, 14. 22-24. 32-36); Sal 77; Jn 3, 13-17.
“Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único”
Esta fiesta tan popular en México se celebra de un
modo especial entre los trabajadores de la construcción.
La Iglesia Universal la celebra el 14 de septiembre.
La fiesta de la exaltación de la Santa Cruz enmarca
precisamente lo que nos dice hoy Jesús en el
Evangelio: “Tanto amó Dios al mundo que le dio a su
Hijo único, para que todo el que crea
en él tenga vida eterna”. Esto lo afirma
el Señor en el encuentro nocturno
con Nicodemo, un fariseo reconocido
entre los judíos que va en busca de la
enseñanza del Buen Maestro. Jesús le
habla sobre la necesidad de nacer de
lo alto, “del agua y del Espíritu”, es
decir, del bautismo.
Reconocernos con la dignidad de hijos en el Hijo,
por el bautismo, es reconocernos amados por el
Padre en el amor del Hijo. Él tomó nuestra condición
de debilidad en la carne, para redimirnos con su
misterio pascual, es decir, su pasión, muerte y
resurrección.
¿Soy consciente y experimento el amor de Dios en
mi vida y en la relación con mi hermano?
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4 • mayo • sábado • 2024


Apóstoles Felipe y Santiago
1 Cor 15, 1-8; Sal 18; Jn 14, 6-14.
“Yo soy el camino, la verdad y la vida”

C
elebramos a estos apóstoles que, junto con los
demás, tuvieron que vivir la condición de ser
discípulos antes que apóstoles. En este pasaje,
precisamente, vemos como ellos aprendieron a
entender la fe desde lo que les proponía el
Señor, llegando, incluso, a manifestarle las inquietudes
y las dudas de su corazón.
En el pasaje, Jesús nos dice: “Si me conocieran,
conocerían también a mi Padre”. El significado del
conocimiento no solo se refiere al plano de las ideas,
va a lo más profundo de la persona: lo existencial y
vital, incluyendo sus sentimientos y emociones. Nos
dice, además: “Desde ahora lo conocen, pues ya lo
han visto”, palabras que, tomadas superficialmente,
pueden no ayudarnos en nuestra comprensión del
misterio de amor del Padre y del Hijo. Pero podemos
acercarnos a su comprensión de dicho misterio
cuando lo vemos desde la experiencia humana;
pensemos la relación de un padre con su hijo, que se
refleja y se reconoce muchas veces en los modos y
maneras de pensar y actuar del hijo.
Señor enséñanos a reconocer al Padre en ti y que,
creyendo en ti, podamos hacer las obras que tú haces
y seamos reconocidos como discípulos tuyos.
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5 • mayo • domingo 6° de Pascua • 20


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Hech 10, 25-35. 44-48; Sal 97; 1 Jn 4, 7-10; Jn 15, 9-17.

“ Ustedes son mis amigos,


si hacen lo que yo les mando“
El jueves pasado reflexionábamos este pasaje
evangélico, solo que ahora incluye los versículos 12
al 17. Podría ayudarnos releer la reflexión pasada.
Hoy quisiera centrarme en los versos últimos, los
que no estuvieron considerados el jueves.
Para empezar, podríamos hablar sobre la “amistad”.
Es una relación afectiva entre dos personas que se da
de manera común; es un sentimiento que se forma con
alguien más, donde se busca y se ofrece confianza,
consuelo, lealtad, apoyo, amor desinteresado, guía
moral y respeto.
Hoy Jesús nos dice: “Ustedes
son mis amigos, si hacen lo
que yo les mando”. Podemos
entender, entonces, que lo que
espera y nos ofrece el Señor es
precisamente eso: confianza, consuelo, lealtad…, y
que nosotros estamos llamados a aceptar su amistad
en nuestro corazón. Esto se verá constatado cuando
nosotros somos capaces de esforzamos por obrar
conforme a sus mandamientos, que se resumen en el
amor y servicio a Dios y al prójimo.
Señor, tu nos has elegido para ser tus discípulos
y para que demos fruto en abundancia; por eso
queremos seguir conociéndote y amándonos los
unos a los otros, como tú nos has amado.
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6 • mayo • lunes • 2024

Hech 16, 11-15; Sal 149; Jn 15, 26-16, 4.


“Cuando venga el Consolador, él dará testimonio de mí”
Ya estamos en las dos últimas semanas de Pascua y
se nos va anunciando la venida del Espíritu Santo, aquél
que procede del Padre y que el Señor presenta como
“el Consolador” y el que da testimonio de Él.
En este tiempo estamos invitados a profundizar en
el don y gracia que nos da el Bautismo. Hemos sido
llamados por el Señor a ser sus discípulos, esto significa
que han de calar las palabras de Jesús en nuestro
corazón: “Porque han estado conmigo”. ¿Has estado
con el Señor? ¿De qué manera? ¿Podrías enriquecer esa
experiencia?
El Señor también nos dice: “Ustedes mismos serán
mis testigos”. Estar con él es el primer momento,
momento que se prolonga durante toda la vida, pero
también estamos llamados a salir a compartir la
experiencia de nuestro encuentro con Jesús. ¿He dado
testimonio de esta experiencia? ¿Por qué sí? ¿Por qué
no? ¿Cómo lo he dado? ¿Cómo me interpela la
situación actual que vivo, para dar testimonio?
Señor, ilumíname con tu Santo Espíritu para que
pueda discernir qué es aquello que me pides, para ser
un testigo creíble y verdadero.
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7 • mayo • martes • 2024


Hech 16, 22-34; Sal 137; Jn 16, 5-11.
“Les conviene que yo me vaya, porque si no me voy,
el Espíritu Consolador no vendrá a ustedes”
Hoy continuamos con el capítulo 16 del evangelio
de San Juan que iniciamos ayer. Jesús nos vuelve a
hablar sobre la venida del Espíritu Santo. Él se
reconoce como enviado por el Padre para realizar la
misión de anunciar la Buena Nueva centrada en el
Reino de Dios.
El Señor, que conoce los corazones,
dice a sus discípulos que se da
cuenta de que esta despedida les
provoca tristeza, y los anima a
poner su confianza en la voluntad
del Padre que redunda siempre en el
bien de ellos y de la humanidad. Esto
solo será posible cuando ellos tomen
conciencia del don del Espíritu Santo
que se les concederá y que a la vez los impulsará a
ser testigos suyos ante los hombres.
¿Soy consciente del don que se me ha confiado?
¿Acepto este regalo y tarea para llevar a cabo cada
día? ¿Me siento impulsado a ser testigo del Señor
Resucitado?
Es necesario experimentar cada día el encuentro
con Jesús para recibir su luz que nos dispone a la
renovación y el discernimiento de la voluntad del
Padre del cielo.
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8 • mayo • miércoles • 2024


Hech 17, 15-16. 22-18, 1; Sal 148; Jn 16, 12-15.

“Él me glorificará, porque todo lo que les dé


a conocer, lo recibirá de mí”

S
eguimos el capítulo 16 del evangelio de San
Juan, donde nuevamente el Señor hace el
anuncio de la venida del Espíritu Santo. Jesús,
que conoce y entiende a sus discípulos en su
proceso humano de comprensión de la
experiencia de fe, les aclara que son muchas las cosas
que él les quisiera comunicar pero no lo entenderían
en ese momento. Con la venida del Espíritu Santo se
les abrirá el pensamiento y el corazón, y no recibirán
otra cosa sino aquello que el mismo Señor le dé a
conocer y que a su vez ha recibido del Padre.
Hemos sido iluminados con la venida del Espíritu
Santo, él es quien con su luz nos ayuda a entender la
verdad completa de nuestra vida personal y
comunitaria, de los acontecimientos y de “las cosas
venideras”.
¿Me dejo iluminar por el Espíritu Santo?
¿Reconozco su luz en mi vida y en la de los demás,
sobre todo en los momentos oscuros y de duda? ¿La
acepto cuando se manifiesta en el rostro de mi y me
dejo interpelar?
Señor resucitado, que la luz de tu Santo Espíritu disipe
nuestras sombras de miedo, cobardía y tibieza.
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9 • mayo • jueves • 2024


Hech 18, 1-8; Sal 97; Jn 16, 16-20.
“Dentro de poco dejarán de verme, pero
dentro de otro poco volverán a verme”
Seguimos con la lectura y reflexión del evangelio
de San Juan en su capítulo 16. Estamos en el
discurso de despedida, en el contexto de la Última
Cena y después de que Jesús lavó los pies a sus
discípulos (Caps. 13-17).
El Señor dice a sus discípulos
que pronto dejarán de verlo,
pero que dentro de otro poco
lo volverán a ver... Lo discípulos
no logran acertar a qué se refiere
dicha despedida, y unido al
“porque me voy al Padre”, se
llenan de incertidumbre. Él entiende su inquietud,
por lo que les explica que llegará pronto la hora de
su glorificación, con su pasión y muerte, y que
esto provocará lágrimas y lamentos, pero que este
no es el fin, porque su tristeza se convertirá en
alegría. Y no se refiere a cualquier alegría, sino a
aquella que viene de su gloriosa resurrección,
venciendo al demonio, al pecado y a la muerte.
Alegría que iluminará a aquellos que han
aceptado la invitación de ser sus discípulos y
misioneros en su hogar, en la Iglesia y en la
Sociedad; con sus actitudes y obras que conduzcan
al hermano a un encuentro con el Señor
Resucitado.
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10 • mayo • viernes • 2024


Hech 18, 9-18; Sal 46; Jn 16, 20-23.
“Pero volveré a verlos y de nuevo se alegrarán

L
con una alegría que nadie les podrá arrebatar”
os versículos que hoy hemos escuchado inician
con el último que ayer meditábamos y agrega tres
nuevos. Van en el mismo sentido de que la partida
del Señor no es definitiva, sino que volverá
nuevamente para llevarlos a una alegría
constante que superará incluso sus dudas, miedos y
oscuridades. Y les propone la parábola de la mujer
que va a dar luz, para ejemplificar lo que ellos vivirán:
Ciertamente antes y durante el parto, la mujer siente
sufrimiento y angustia, pero al nacer su hijo le viene
una alegría que la hace olvidar todo lo que ha vivido
antes. Jesús subraya que cuando nuevamente lo
vean, les vendrá una alegría que nadie les podrá
arrebatar.
Lo dicho por el Señor tiene que llenarnos de
confianza y esperanza en su Palabra, porque sabemos
que lo que les planteó a sus discípulos, es también para
nosotros. ¿Cuántas veces no hemos experimentado
que, en medio de los acontecimientos de la vida nos
sentimos flaquear, que nos paraliza el miedo y la duda,
que la pereza y la indiferencia nos dominan?
Que seamos conscientes de que el Señor ha vencido
y que, con Él, también nosotros venceremos.
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11 • mayo • sábado • 2024


Hech 18, 23-28; Sal 46; Jn 16, 23– 28.
“Y (el Padre) los ama, porque ustedes me han amado
y han creído que yo salí de Dios”

E
ste sábado nos prepara de manera
inmediata para mañana domingo, que
celebramos la Ascensión del Señor. Con
esta fiesta iniciaremos la última semana
de Pascua, que concluirá con la celebración
de Pentecostés.
Jesús en su enseñanza recurre frecuentemente a
las parábolas para hacer accesible su mensaje a la
gente sencilla y humilde; pero en esta despedida
en la última Cena, les explica que les hablará
claramente del Padre. También les dice que,
llegado ese día, no necesitarán preguntar nada e
incluso habla de que intercederá por ellos ante el
Padre, concediéndoles aquello que pidan: “Pidan
y recibirán; así su alegría alcanzará la plenitud”.
Nuestro Señor les confirma que cuando llegue ese
día, ellos orarán al Padre en su nombre.
Nosotros, que también somos sus discípulos,
estamos invitados por Jesús a reconocerlo como
nuestro intercesor ante el Padre. Sabemos que
somos amados por el Padre por nuestro amor a su
Hijo y porque creemos que él viene de Dios.
Padre bueno, concédenos vivir como hijos tuyos en
el amor, como nos dio ejemplo tu Hijo Jesucristo.
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12 • mayo • domingo de la Ascensión • 2024


Hech 1, 1-11; Sal 46; Ef 4, 1-13; Mc 16, 15-20.

“ E l S eñor Jesús fue elevado al cielo


y se sentó a la derecha de Dios“
En la alegría de la Ascensión del Señor, hoy leemos
los últimos versículos del último capítulo del evangelio
de Marcos, que nos habla de las instrucciones que da
el Señor a sus discípulos antes de ser elevado al cielo.
No es otra cosa que la tarea misionera de llevar el
anuncio de la buena noticia hasta
los últimos rincones del mundo.
El ser misionera es una nota
esencial de la Iglesia; de ahí que
reconozcamos que donde hay
Iglesia hay misión, y donde hay
misión hay Iglesia.
A la luz del misterio pascual
(pasión, muerte y resurrección del
Señor), todos sus discípulos, desde
el bautismo, tenemos el compromiso alegre de dar
testimonio del Señor, de ser misioneros. Y una parte
esencial de la misión es que este testimonio va
acompañado de “señales” a partir de nuestra forma
de actuar y la forma con que nos relacionamos con
el prójimo, especialmente el pobre, afligido y
atribulado. Estamos llamados a salir de nosotros e ir
a encontrarnos con nuestros hermanos en sus
realidades y desafíos, comunicándoles con nuestra
vida la buena noticia del Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo.
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13 • mayo • lunes • 2024


Nuestra Señora de Fátima
Hech 19, 1-8; Sal 67; Jn 16, 29-33.
“En el mundo encontrarán dificultades y tendrán que
sufrir, pero tengan ánimo, yo he vencido al mundo”
Estamos en la última semana del tiempo
pascual, previa a la celebración de la solemnidad
de Pentecostés. Las enseñanzas del Maestro, si en
un principio no eran entendibles para sus
discípulos en general, después de su pasión y
muerte y a la luz de la resurrección se vuelven
comprensibles y toman sentido todas ellas. En
este fragmento que hemos leído Jesús habla a sus
apóstoles de que ciertamente irán
comprendiendo todo, pero que
siempre será necesario recurrir a Él
en el discernimiento de la vida y de
la fe. Esto es, dice el Señor, “para
que puedan encontrar la paz en su
unión conmigo”.
Estamos pues llamados, en nuestra
condición de seguidores del Señor, a vivir en la
certeza y la confianza que nos da la fe, seguros de
que Él nos ánima a ser valientes y a ir avanzando
en el camino del evangelio; aunque esto implique
momentos de zozobra e inquietud, sabemos que
venceremos porque Jesús primero ha vencido al
mundo, es decir, a aquello que se opone a Dios:
el mal, la oscuridad, el miedo, la mediocridad…
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14 • mayo • martes • 2024


San Matías, apóstol
Hech 1, 15-17. 20-26; Sal 112; Jn 15, 9-17.
“Ustedes son mis amigos
si hacen lo que yo les mando”

H
oy es la fiesta del apóstol san Matías (cuyo
nombre significa “regalo de Dios”), aquel que
fue elegido del grupo de los discípulos para
completar el número de los 12 apóstoles,
después la falta de Judas Iscariote. Esto
sucedió en los primeros pasos de la comunidad
cristiana después de la muerte y resurrección del
Señor. Matías fue uno de los discípulos que, como
dijo el apóstol Pedro, acompañó durante todo el
tiempo al Señor Jesús, desde su bautismo hasta su
elevación al cielo, por lo que fue llamado a ser testigo
de la resurrección junto con los otros 11 apóstoles.
El testimonio de los Hechos de los Apóstoles nos
confirma que Matías fue uno de aquellos que
permaneció en el amor del Señor; poniendo en práctica
sus mandamientos participó de su alegría plena
dando testimonio incluso con su muerte.
Hoy también estamos llamados a ser apóstoles
del Señor, a vivir la condición de ser sus amigos,
puesto que nos ha dado a conocer todo lo que se
refiere al Padre. ¿Asumo mi condición de apóstol?
¿Me considero amigo del Señor? ¿Vivo de acuerdo
a su mandamiento: “Ámense los unos a los otros,
como yo los he amado”? ¿De qué modo?
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15 • mayo • miércoles • 2024


San Isidro Labrador
Hech 20, 28-38; Sal 67; Jn 17, 11-19.
“No te pido que los saques del mundo,
sino que los defiendas del maligno”

E
l texto que hemos leído hoy, del apóstol
san Juan, está dentro de la oración que
el Señor hace en el contexto de despedida
en la Última Cena, pidiendo al Padre la
protección para sus discípulos y su
perseverancia en la comunión.
Jesús los ha ido preparando ante su partida a la
casa del Padre, invitándolos reiteradamente a
permanecer en Él para participar plenamente en su
alegría. Esto significa superar la tristeza con la gracia
del que ha vencido al demonio, al pecado y a la
muerte con su resurrección.
Experimentamos en nuestra vida la fragilidad y
debilidad de nuestra carne, pero vivimos en tensión
por la gracia que Dios nos ha concedido en la vida
sacramental y que renueva en nosotros cuando
somos capaces de ir a aquel que es “el camino, la
verdad y la vida”. Este proceso tiene que ser nuestro
andar por los caminos de la fe, sabiendo que hemos
sido enviados a ser continuadores del anuncio del
mensaje de salvación en el Hijo.
La oración de Jesús también es por nosotros: “No
te ruego solamente por ellos, sino también por todos
los que creerán en mí gracias a su palabra”.
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16 • mayo • jueves • 2024


Hech 22, 30; 23, 6-11; Sal 15; Jn 17, 20-26.
“Padre, deseo que todos estos que tú me has dado
puedan estar conmigo donde esté yo…”
El Señor sigue insistiendo, con una plegaria y una
exhortación, en pedirnos vivir en comunión, como él ha
vivido en comunión con el Padre. La comunión es una
tarea de todos los días, que no puede ser construida en
la apariencia y en la superficialidad, en la hipocresía o en
lo mínimo necesario; requiere de cada uno de nosotros
sabernos reconocer sencilla y humildemente como
hermanos del Señor y, por lo tanto, hermanos entre
nosotros. La comunión requiere un proceso de
crecimiento de modo integral personal y comunitario. Un
elemento importante es sabernos todos con la misma
dignidad en nuestra condición de hijos de Dios, hijos
en el Hijo. Es imprescindible que se construya en la
fraternidad, como diría San Pablo, en la comprensión, la
tolerancia, el perdón... todo esto venido del amor que nos
propone el Señor como mandamiento y parte esencial
de la unidad a que nos invita.
El Papa Francisco ha hablado en ocasiones de hablarnos
con la verdad y de frente, aun cuando aquello que hablemos
pueda no ser de nuestro agrado y difícil. Solamente de
esta manera se podrá alcanzar el ideal evangélico.
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17 • mayo • viernes • 2024


Hech 25, 13-21; Sal 102; Jn 21, 15-19.
“Señor tú lo sabes todo. Tú sabes que te quiero”
Nos encontramos con el final del evangelio de san
Juan, en la segunda parte del capítulo 21, donde
leemos la confirmación en la vocación y en el amor
a Jesús del apóstol Pedro.
Todo sucede después
de los acontecimientos
que vivieron Pedro y los
demás discípulos en
relación con la pasión y muerte del Señor, cuando se
presentó la traición, el abandono y la negación del
Maestro por parte de ellos. Una vez que Jesús ha
resucitado y ha reconfortado a sus discípulos con la
alegría, la luz y la paz que sólo él puede dar, los
envía a ser sus testigos. El Señor ha querido que
Pedro, aquel que apacienta a las demás ovejas,
renueve su fidelidad de amor a su Señor en tres
ocasiones: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que
éstos?”. Jesús da sus enseñanzas a todos sus
discípulos, pero a Pedro y a los demás apóstoles,
además, les confía el ministerio de servir a la
comunidad eclesial.
Escuchar estos testimonios del Evangelio tiene
que llevarnos a fortalecer nuestra confianza en el
Señor. No son nuestros méritos los que nos permiten
encontrarnos con Jesús, sino su amor gratuito y su
confianza en que nosotros podremos dar respuesta,
con un espíritu humilde, a su pregunta: ¿Me amas?
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18 • mayo • sábado • 2024


Hech 28, 16-20. 30-31; Sal 10; Jn 21, 20-25.
“Si yo quiero que él permanezca hasta que yo venga
de nuevo, ¿a ti qué? Tú, sígueme”

H
oy sábado estamos ya en vísperas de la
celebración de Pentecostés, es decir, la
venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles.
Y hoy continuamos el pasaje de ayer,
concluyendo el evangelio de san Juan con
la conversación del Señor y el apóstol Pedro sobre
la permanencia del llamado “discípulo amado”.
Inicia el diálogo cuando, una vez que ha sido
confirmado Simón Pedro en la fe y en el amor al Señor,
aquél se da cuenta de la presencia del discípulo
amado, el que estuvo reclinado en el pecho del
Señor en la última Cena y le preguntó quién lo iba
entregar. El diálogo inicia con una pregunta: “Señor,
y éste ¿qué?”. La respuesta de nuestro Señor es: “Si
yo quiero que él permanezca hasta que yo venga de
nuevo, ¿a ti qué? Tú, sígueme”.
En nuestro seguimiento en el Camino del Señor,
pueden presentarse inquietudes sobre nosotros o
sobre aquellos con quienes hacemos el camino, como
hoy a Pedro. No podemos tener como parámetro de
nuestra vocación la vida de los otros, que pueden
servirnos de aliento y ejemplo en ocasiones. Nuestra
mirada última en la vida deberá estar puesta en el
Señor, que señala e ilumina nuestro camino.
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19 • mayo • domingo Pentecostés • 2024


Hech 2, 1-11; Sal 103; 2 Cor 12, 3-7. 12-13; Jn 20, 19-23.
“¡Ven, Espíritu divino! Llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos el fuego perenne de tu amor“

C
on esta celebración concluimos el tiempo
pascual. ¡Qué mejor manera de hacerlo que
celebrando a la tercera persona de la Santísima
Trinidad! El pasaje que hemos escuchado está
en el contexto del domingo de resurrección
y el testimonio que dio María Magdalena sobre el
sepulcro vacío, que después se volvió en alegría y
regocijo en su encuentro con el Maestro, cuando
éste la llamó por su nombre.
Pero los discípulos aún se encuentran encerrados,
por sus miedos, inseguridades y cobardías. Es lógico
verlos en esta situación, dada la fuerte y cruda
experiencia que vivieron con la pasión y muerte
de su Señor. Y es ahí, en estas circunstancias, en
que se presenta el Resucitado en medio de ellos,
trayéndoles la paz que sólo él sabe dar y, acto
seguido, les presenta sus manos y costado. Hay un
cambio radical en ellos, llenándose de alegría al
ver a quien los amó hasta el extremo. Ahora, en
este clima de paz y alegría, es cuando el Señor les
pasa la estafeta, los envía. Así como Él fue enviado
por el Padre, ahora también ellos son enviados.
Y quien ahora los acompañará en su tarea de
anunciar el Reino, de palabra y de obra, será el
Espíritu Santo.
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20 • mayo • lunes • 2024


Santa María Madre de la Iglesia
Hech 1, 12-14; Sal 86; Jn 19, 25-34.

“Después dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y


desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa”
El lunes después de Pentecostés celebramos a
María como Madre de la Iglesia, esto solo a partir
del año 2018. El culto y veneración a la Santísima
Virgen María está presente desde los primeros
siglos, pero la motivación para el establecimiento
de esta memoria está en el Concilio Vaticano II, el
21 de noviembre de 1964, cuando el Papa Pablo
VI declaró a la Santísima Virgen “Madre de la
Iglesia, es decir, de todo el pueblo
cristiano, tanto de los fieles como de
los pastores que la llaman Madre
Santísima”.
El texto evangélico es muy iluminador.
Desde el suplicio de la Cruz, el Señor
Jesús nos deja como madre a su propia
madre, por medio del discípulo que tanto
amaba: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Una
misión que encomienda Jesús a su Madre mirando
al discípulo. Pero es una misión que requiere que
también el discípulo asuma una responsabilidad:
“Ahí tienes a tu madre”. “Y a partir de ese
momento la llevó a vivir consigo…”
Abramos nuestro corazón y acojamos a nuestra
Madre Santísima, que intercede y nos ama.
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21 • mayo • martes • 2024


San Cristóbal Magallanes y compañeros mártires
Sant 4, 1-10; Sal 54; Mc 9, 30-37.
“El que quiera ser el primero,
que sea el último de todos”
Hoy celebramos a estos hermanos mártires
mexicanos, motivo que nos llena de alegría y de orgullo
al saber que gente de nuestras tierras han alcanzado
el don de la santidad por medio de su testimonio de
sangre (entre 1915 y 1937), profesando su fe con
aquel grito popular: ¡Viva Cristo Rey!
El pasaje de san Marcos que estamos meditando
nos relata como Jesús instruye a sus discípulos en
una relación de amistad, hablándoles sobre su pasión
y resurrección, pero ellos no logran entender el
alcance de tales palabras;
incluso les provocan miedo
e inquietud. No entienden lo
que el Señor les anuncia
porque ellos, mientras tanto,
discuten sobre quien es el
más importante entre ellos.
Es Señor es el Buen Maestro que incluso en esta
situación no les reprende, sino que mansamente
continua con su enseñanza precisamente sobre
aquello que discutían: “El que quiera ser el primero,
que sea el último de todos y el servidor de todos”. Es
a esto a lo que nos convoca el Señor como criterio
para vivir en comunión y fraternidad.
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22 • mayo • miércoles • 2024


Santa Rita de Casia
Sant 4, 13-17; Sal 48; Mc 9, 38-40.
“Porque nadie que haga un milagro en mi nombre

N
puede luego hablar mal de mí”
uestro texto de hoy inicia con la inquietud
de los discípulos sobre alguien que expulsa
demonios en el nombre de su Maestro
pero que no es de su grupo, por eso se
lo han prohibido. Es interesante pensar
sobre la motivación que los llevó a hacer tal
prohibición: ¿Egoísmo? ¿Deseo de acaparar la
gracia de Dios?
La repuesta de Jesús es clara: “No se lo prohíban,
porque nadie que haga un milagro en mi nombre
puede luego hablar mal de mí”. Así como Juan el
Bautista tenía claro quién era él y cuál era su misión,
el mismo Señor también lo tiene claro; más aún,
sabía y quería que el amor y la gracia del Padre
fuera asumida y comunicada por todos los hombres,
porque aquellos que buscan el bien del otro no son
enemigos ni rivales, sino compañeros del camino
en la búsqueda de la construcción del Reino de
Dios, incluso sin ser conscientes de ello.
Es un buen criterio para nuestra vida de cristianos:
Saber reconocer en el otro, incluso en aquellos
que son diferentes a nosotros en el pensamiento
o en la fe, que, si están en la búsqueda de lo
bueno, de lo bello, de lo verdadero… están a
favor del Evangelio.
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23 • mayo • jueves • 2024


Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote
Heb 10, 12-23; Sal 39; Lc 22, 14-20.
“ Este es el cáliz de la nueva alianza sellada con mi
sangre, que se derrama por ustedes”

E
sta fiesta se celebra el jueves posterior
a Pentecostés, y en ella se pide por la
fidelidad de los sacerdotes y por las
vocaciones sacerdotales.
El pasaje del evangelio que reflexionamos
se sitúa en la Cena de Pascua, Jesús está reunido
con sus discípulos, sentados todos a la mesa. El
Señor les abre su corazón manifestándoles su
deseo de celebrar esta Pascua antes de morir.
¿Qué tiene de especial? Es de suponerse que
Jesús y sus discípulos celebrarían la Pascua
cada año, pero ciertamente “esta Pascua” sí
tiene, en esencia, algo nuevo y diferente. Ya no
será derramada la sangre de un cordero, sino
que será la del Señor mismo, “el Cordero de
Dios que quita el pecado del mundo”. Él es el
Cordero Pascual con el que se realiza la nueva
Alianza que redime la creación entera.
Jesús intercede delante del Padre por nosotros,
aquél que fue semejante a nosotros en todo,
menos en el pecado, y que con su misterio pascual
nos ha abierto las puertas del cielo haciendo
posible que fuéramos reconocidos como hijos
en el Hijo y gozáramos también la herencia
prometida a nuestro padre Abraham y a su
descendencia. ¡Gloria a Dios!
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24 • mayo • viernes • 2024


Sant 5, 9-12; Sal 102; Mc 10, 1-12.
“Moisés les dejó escrito esa norma por la incapacidad
de ustedes de entender los planes de Dios”
Nuevamente vemos al Señor enseñando a la gente,
como era su costumbre, a la otra orilla del Jordán;
pero ahora se han acercado también los fariseos
preguntando, con intenciones torcidas, sobre la
cuestión de la separación del marido de su mujer.
Jesús les pide recordar lo que han aprendido de la
Ley mosaica y les explica la razón de esa norma, a
la vez que los invita a mirar el plan de Dios desde el
principio: El amor como ideal
al que debemos aspirar en la
relación con el otro, de acuerdo
a nuestra vocación.
En la relación matrimonial,
como en cualquier otra, si se
quiere responder al plan de Dios, se necesita la
capacidad de una mutua entrega en el amor, fidelidad,
generosidad, desprendimiento y servicio.
La pregunta en este texto es: ¿Puede un hombre
separarse de su mujer? Cualquier relación cimentada
verdaderamente en el amor de Dios permanecerá
unida superando los obstáculos, tribulaciones y
adversidades de la cotidianidad.
Una vez más se ve que Jesús no viene a abolir la
Ley de Moisés, sino a darle plenitud, para que
tengamos vida en abundancia, la cual se vive en
el amor.
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25 • mayo • sábado • 2024


Sant 5, 13-20; Sal 140; Mc 10, 13-16.

“Dejen que se acerquen a mí”


En este pasaje vemos que la gente trata de acercar
los niños a Jesús; sin embargo, los discípulos
tratan de impedirlo. Viendo esta actitud Jesús les
reclama y nos enseña la importancia de ser como
niños, porque el Reino de Dios es de los que son
como ellos: Auténticos, sinceros, transparentes
alegres...
Un niño se abandona en
las manos de sus padres,
confía en ellos; sabiéndose
necesitado se deja acoger,
se sabe perdonado cuando
comete algún error, confía en que le seguirán
amando y acompañando en su caminar. No
obstante, en las circunstancias actuales, no todos
los niños reciben este trato por parte de los
padres.
A nosotros, como adultos, se nos invita a
recocernos y sabernos hijos amados del Padre, y
con ese mismo amor, compartirnos con todos
nuestros hermanos, especialmente con quienes
han sido excluidos por la sociedad, para así hacer
vida el Reino de Dios.
Estamos llamados a acercarnos a Jesús y al
Padre con las actitudes de un niño, dejándonos
acariciar y bendecir con y en su amor.
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26 • mayo • domingo Sma. Trinidad • 2024


Deut 4, 32-34. 39-40; Sal 32; Rom 8, 14-17; Mt 28, 16-20.

“ Vayan y hagan discípulos


entre todos los pueblos “
En esta Solemnidad de la Santísima Trinidad
celebramos la comunión de amor de Dios Trino. En
este contexto, el evangelio nos muestra como la
comunidad de discípulos crece siendo consagrados
en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo.
Hoy a nosotros, como a los discípulos de aquel
tiempo, se nos invita a anunciar la Buena Nueva
con la certeza de que Jesús
estará con nosotros siempre,
hasta el fin del mundo. Dicho
anuncio lo debemos llevar a toda
persona y grupo, anunciando el
mandamiento más grande que
nos enseñó Jesús, que es el
amor al Padre y al prójimo como
a nosotros mismos.
Si somos imagen y semejanza
de Dios, estamos llamados a ser
portadores de esperanza y a
vivir imitando el modelo de amor de la Trinidad
que, siendo tres personas distintas, están unidos
en un solo amor divino.
Sabiéndote templo del Espíritu Santo ¿qué
harías para anunciar el Evangelio en tu día a día?
¿Reconoces en tu vida la presencia del Señor, que
nos ha prometido que estará con nosotros hasta el
fin del mundo?
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27 • mayo • lunes • 2024


1 Pe 1, 3-9; Sal 110; Mc 10, 17-27.
“Jesús lo miró con cariño y le dijo:
Una cosa te falta…”

C
ontinuamos con el pasaje de ayer. Jesús se
encuentra en sus correrías, cuando alguien
se le acerca arrodillándose y preguntándole:
“Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar
la vida eterna?”. Es extraña la respuesta de
Jesús, hecha con otra pregunta aclaratoria: “¿Por
qué me llamas bueno? Solo Dios es bueno”. La
bondad no es algo que se pueda reclamar como
propiedad personal en cuanto a su esencia, eso
solo le corresponde a Dios, y nosotros solamente
podemos ser reflejo de esa bondad cuando hundimos
nuestra vida y nuestra fe en Dios.
De esta manera es que podemos abrirnos al
mensaje de Jesús, que nos remite primero a los
mandamientos como mínimo indispensable para
quien quiere participar de la bondad de Dios,
expresada en la búsqueda de la vida eterna, que
se da como don y no por méritos propios.
Cuando aquel hombre le dice que todo lo
mandado lo ha cumplido, Jesús lo mira con cariño
y le hace la invitación a alcanzar lo que le falta:
La capacidad de desprenderse, dejar las ataduras
que le impiden ser libre, e ir en el seguimiento
de Jesús, que tiene las riquezas que lo harán
plenamente feliz.
¡Vaya propuesta! Sin embargo, no es acogida.
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28 • mayo • martes • 2024


1 Pe 1, 10-16; Sal 97; Mc 10, 28-31.

“Pedro le dijo entonces: Nosotros lo hemos dejado todo


y te hemos seguido”
Continuamos con el pasaje de ayer, después de
que aquel joven rico rechaza la invitación de
seguir al Señor. Esto da pie a que el apóstol Pedro
le diga a Jesús: “Nosotros lo hemos dejado todo
y te hemos seguido”. Pedro es consciente del
camino que ha ido haciendo en el seguimiento
del Señor, que a veces ha implicado un gran
esfuerzo y renuncia, lo que no fue capaz de asumir
el joven rico. No debe verse como presunción, es
reconocer lo que es, en espíritu de humildad.
Jesús es también consciente del seguimiento de
sus discípulos y lo respalda con la promesa de que
recibirán el ciento por uno, junto con persecuciones
y la vida eterna.
Al final termina Jesús con aquella sentencia que
nos resulta muy familiar e incluso solemos citar:
“Hay muchos primeros
que serán los últimos y
muchos últimos que
serán los primeros”. La
forma en que el mundo
considera las cosas no es
igual a la forma como
las considera nuestro Padre Dios. Que ello nos
sirva de criterio en nuestra propia vida y en la
relación con el prójimo.
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29 • mayo • miércoles • 2024


San Pablo VI
1 Pe 1, 18-25; Sal 147; Mc 10, 32-45.
“El que quiera ser importante entre ustedes,
que sea su servidor…”
Estamos en la segunda parte del evangelio de san
Marcos. El Señor toma el camino hacia Jerusalén,
camino de anuncio y preparación hacia su misterio
pascual: Pasión, Muerte y Resurrección, y es
seguido por sus discípulos. Todo
esto provoca en ellos admiración
y temor; no logran entender del
todo lo dicho por el Señor, de
que será entregado a una muerte
ignominiosa (tan vergonzosa e
indigna), pero que al tercer día
resucitará.
Y en este contexto de no entendimiento, se
constata la petición que los hijos de Zebedeo,
Santiago y Juan, hacen a Jesús: “¡Concédenos
sentarnos…!”. Su respuesta es: “¡No saben lo que
piden…!”. Todo esto arma una trifulca entre los
discípulos –peleando quién era el más importante
de ellos– que desemboca en la enseñanza del
Maestro: Entre ellos no pueden ser las cosas como
en el mundo, ellos tienen que cambiar sus criterios
por los del evangelio.
La invitación es a buscar ser el primero haciéndose
el servidor de los demás, como Jesús mismo, que
vino no a ser servido, sino a servir y dar su vida en
rescate por todos.
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30 • mayo • jueves • 2024


Corpus Christi
Ex 24, 3-8; Sal 115; Heb 9, 11-15; Mc 14, 12-16. 22-26.
Nosotros, ¿qué tan preparados estamos
para el banquete del Señor?
En el evangelio de hoy Jesús da indicaciones claras
a sus apóstoles sobre los preparativos para la cena
pascual: “Preparen todo allí para nosotros”. Con estas
palabras Jesús nos deja claro para quién será esta
Cena tan especial, “para nosotros”, quiere que todos
seamos partícipes de una manera especial. También
nos pide que cada vez que conmemoramos la Cena
Pascual del señor –la Eucaristía–, en la que hay lugar
para todos, tratemos de hacer nuestro su modelo de
vida y estemos preparados para recibir su Cuerpo y
su Sangre.
Debemos sentirnos afortunados por ser invitados;
entendamos que, a pesar de todas nuestras fallas
humanas, somos perdonados
por el gran amor que Jesús
nos tiene, reflejo del amor del
Padre. En nosotros debe existir
el arrepentimiento verdadero
y el compromiso de enmendar
nuestros errores. Para el Señor
esta Cena Pascual realiza la
Nueva Alianza, haciendo de ella algo sublime en la
relación de la humanidad con Dios.
Cada vez que nos acerquemos a la Comunión,
estemos convencidos de que las palabras de Jesús se
cumplen en nuestra vida y en la vida eterna.
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31 • mayo • viernes • 2024


Visitación de la Santísima Virgen María
Rom 12, 9-16; Is 12; Lc 1, 39-56.
“¡Alaba mi alma la grandeza del Señor y mi
espíritu se alegra en Dios mi salvador!”

¡q
ué manera tan bella de culminar este
mes dedicado a la santísima Virgen
María, recordando su visita a Santa
Isabel! En ella nos muestra María
algunas de sus virtudes: la humildad,
la caridad, la generosidad y la obediencia. Desde
que recibe el anuncio del Ángel, no duda en
querer compartir esa dicha con su prima Isabel
que, a pesar de ser estéril y de su avanzada edad,
estaba esperando un hijo. ¡Que gozo el de Isabel
que, con tan solo escuchar el saludo, el niño saltó
de alegría, al saber que era el Salvador, junto con
su Madre, quien los visitaba!
Ojalá nosotros pudiéramos aplicar en nuestro
diario proceder las virtudes mostradas por María,
como la humildad: Desde que sabe que será la
Madre del Hijo de Dios, jamás cambia su forma
de proceder, mucho menos se siente superior,
todo lo contrario, se muestra generosa, caritativa
y servicial. Y como la obediencia: ¿Cuántos
pedimos la ayuda de Dios, pero diciéndole cómo
queremos que nos ayude e imponiéndole plazos
para que nos cumpla? ¿Dónde está la confianza
en Nuestro Dios? ¿Por qué dejamos de pensar y
confiar en que Él, como Padre amoroso, quiere lo
mejor para nosotros?
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“ ¿Con qué autoridad haces estas cosas?”


Jds 17, 20-25; Sal 62; Mc 11, 27-33.

H
ablar de autoridad en el siglo XXI parece
un gran reto. Algunos adultos recordarán
como era la autoridad de los padres de
familia, los maestros, sacerdotes y
gobernantes. Incluso hasta con la mirada
los padres de familia comunicaban a sus hijos
lo que debían hacer.
Hoy en día no nos gusta la autoridad,
algunos hijos se atreven a refutar la

junio
autoridad de sus padres. Me viene a la mente
aquel cartón de Mafalda discutiendo con
su madre: La madre le dice: –¡Obedece porque
soy tu madre! Mafalda le contesta: –¡Y yo
tu hija, y nos graduamos el mismo día!
En el Evangelio se cuestiona la autoridad
de Jesús. Al parecer el Nazareno tiene prestigio, • sábado • 2024
su autoridad no es delegada, por el contrario,
su autoridad se la da su estilo de vida, que es
transparente y coherente con su predicación.
La confrontación con ancianos y escribas
demuestra realmente que la autoridad debe
ser asumida desde lo que se dice.
Aprendamos que la autoridad no viene de lo
que se dice, sino de lo que se enseña con el
ejemplo. Pidamos a Dios la coherencia de
predicar con nuestros actos lo que pensamos
en el corazón.
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2 • junio • Domingo (9° T.O.) • 2024


Deut 5, 12-15; Sal 80; 2 Cor 4, 6-11; Mc 2, 23-3, 6.

“ ¿Qué está permitido hacer?”


Una de las frases que me gustan de San Vicente
es “dejar a Dios por Dios”. El evangelio de hoy nos
sitúa en la sinagoga. ¿Qué se hace en el templo?
Orar, celebrar misa, pedir a Dios que nos asista
en nuestras labores, pero en pocos he notado el
impulso del Espíritu Santo para ir hacia los
hermanos más necesitados.
Las lecturas de este domingo nos llevan a
descubrir hacia dónde queremos avanzar como
Iglesia. Entre los católicos tenemos una idea
muy pobre al respecto. Nos limitamos a ir a la
Iglesia por el mero cumplimiento, por devoción
o simplemente por tradición y
rutina.
La llamada que Jesús nos
hace es ir más allá de la ley y
las normas. Hoy lo encontramos
curando en sábado, día prohibido
para hacerlo; sin embargo, para
él y para quien quiera seguir
sus huellas y su ejemplo, el amor
a las personas y la acción de curar, perdonar y
sanar, es más importante que la ley. Más allá
de aplicar una ley para oprimir, el criterio a seguir
deberá ser la integridad de la persona, la atención
de sus necesidades básicas, su liberación. Es el amor
que se hace creativo e inventivo y que busca salvar
a la persona en todas sus dimensiones.
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3 • junio • lunes • 2024


2 Pedro 1, 1-7; Sal 91; Mc 12, 1-12.
“Poner nuestro empeño en la honradez”

P
ara la reflexión del Evangelio de hoy,
parto de la experiencia de quienes tienen
un negocio, un comercio. Ellos me
cuentan que no es bueno prestar o dar
crédito en una tienda. La razón es que, al
momento de fiar, los clientes ya no vuelen a
pasar por la tienda. Este hecho se resume en
esta expresión: “Se le cerraron las puertas”. En
cada relación que tenemos podemos crear
campos de confianza o, por el contrario,
defraudar a aquellos que nos brindaron su
amistad y confiaron.
Dios en su infinito amor, creó todo para que
la humanidad entrara en comunicación con su
Creador y aprendiera a compartir y cuidar a
los otros, como lo ha hecho Dios con nosotros.
Nos dotó de muchas cualidades y bienes.
Ser honrado es la cualidad de la persona
que obra y actúa con rectitud, justicia y
honestidad. La honradez se basa en el respeto
al otro y en la verdad, se rige por valores
morales; es la persona que en su obrar y en su
pensamiento, se comporta de manera justa,
recta e íntegra.
Añade a tu fe la honradez, a la honradez
el criterio, al criterio el dominio propio, al
dominio propio la constancia, a la constancia
la piedad, y a la piedad el amor generoso al
estilo de Jesús.
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4 • junio • martes • 2024


2 Pedro 3, 12-18; Sal 89; Mc 12, 13-17.
“Den al César lo que es del César...”
Continuamos reflexionando sobre la honestidad.
La confrontación de Jesús con los partidarios de
Herodes y fariseos pone de manifiesto su intento
de ponerle una trampa. Descubrimos en la cercanía
de los fariseos, una actitud de falsa humildad.
Llenar de halagos a alguien que no te cae bien, es
claramente una actitud hipócrita.
Con frecuencia encontramos personas que se
acercan a la Iglesia cuando necesitan un sacramento
y hablan de Dios de manera especial, sin
embargo, aparece la incoherencia
cuando en la vida se vive de manera
diferente a la manera de Jesús.
Señor, cada día, cada momento en
los cuales puedo apreciar tu gran
rectitud, tu sinceridad, humildad, sabiduría
y fidelidad y el grande amor que nos tienes, me llena
el corazón de buenos sentimientos para decirte:
¡GRACIAS MAESTRO!
Sé que la vida no es fácil, pero quiero aprender de
ti para saber dar lo que corresponde a cada quien.
Por eso te pido, Señor Jesús, que me guíes y te hagas
presente con tu Espíritu en todas mis acciones.
Pidamos a Dios el don de la transparencia y la
sabiduría para darle a Él lo que le corresponde y a
la comunidad humana y a todos, lo que es justo.
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5 • junio • miércoles • 2024


2 Tim 1, 1-3.6-12; Sal 122; Mc 12, 18-27.
“Aviva el fuego de la gracia que recibiste”

E
n la actualidad existe un la expresión
“anticultura”. Se contrapone a la
cultura, que implica cuidado, vida,
trasmisión de valores, etc. En el aspecto
de creencias, hay personas que veneran
la muerte, por ende, se vive un sinsentido. Se
pueden tener signos vitales, pero muchos
caminan teniendo vacíos y falta de interés.
Incluso, para muchos, la esperanza es creer que
existe la reencarnación.
No podemos quedarnos con ideas falsas. ¡Dios
es un Dios de vivos! Él nos invita a ser vida. No
debemos quedarnos adormilados, con miedos, sin
tener un rumbo. Al contrario, cada uno de los
bautizados hemos recibido el Espíritu de hijo.
Es necesario avivar esa gracia. Vivir cada día
como si fuera el último, el único. La gracia de Dios
nos mueve a promover su amor, a pesar de
nuestras tristezas y momentos oscuros, pidamos
a Dios que nos dé la fortaleza para caminar en su
presencia. Cuando encontramos personas en
situación de dolor ante el fallecimiento de un
familiar, recordemos las palabras de Jesús: “¡Dios
no es un Dios de muertos, sino de vivos!”, solo él
nos revela la plenitud y la realización. Esto
implica seguir la propia vida sabiendo que Dios
nos llama a vivir en esa plenitud.
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6 • junio • jueves • 2024


2 Tim 2, 8-15; Sal 24; Mc 12, 28-34.
“Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón...”
San Pablo nos recuerda hoy la adhesión a Dios:
“Tanto en vida como en muerte somos del Señor”.
El sentido de pertenencia a Dios nos conduce al
estilo de vida que Dios espera de nosotros. Su
mandamiento es el amor, pero un amor en tres
dimensiones: 1) Un amor a Él en sentido de
plenitud. 2) El amor a los hermanos. Para cada
cristiano católico amar a los hermanos es una tarea
de cada día. 3) Y finalmente el
amor a uno mismo expresado en
el cuidado personal.
Hay personas capaces de amar
al prójimo, pero no saben tener
amor a su propia persona. Otros
viven en el narcicismo, mirándose
solo a ellos mismos sin ver que
hay más personas que necesitan
de ellos. Hay otro tipo de personas, los que tienen
tiempo para sí mismos y para sus semejantes, pero
a Dios no lo toman en cuenta. Es necesario atender
las tres dimensiones.
Pidamos a Dios que podamos amar a todas las
personas y que sepamos cuidar la propia vida, y que
su gracia nos ayude en esta vida a cumplir con el
mandamiento del amor. Que la otra vida sea para
contemplar su gloria y majestad.
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7 • junio • viernes • 2024


Os 11, 1. 3-4. 8-9; Is 12; Ef 3, 8-19; Jn 19, 31-37.
“Sagrado Corazón de Jesús”
Al final del Evangelio vienen estás palabras:
“Mirarán al que traspasaron”. No existe una
explicación lógica, no hay manera de describir lo
que sucede, solo queda mirar. Así nos suele
suceder con el amor, no es fácil explicarlo,
trasciende nuestros sentidos, habita en nosotros
y actúa dentro de nosotros.
Jesús asume el proyecto del Padre
por puro amor. No hay otra manera
de verlo. Nadie es capaz de dar la
vida, solo aquel que ama. En cada
familia, los padres suelen ser pilares
fuertes. Son quienes aconsejan y
reprenden cuando se necesita. Muchas
veces desconocemos todo aquello por
lo que pasaron. ¡Cuántos esfuerzos y sacrificios
han hecho para que los hijos tengamos un mejor
futuro!
Cuando uno platica con los padres de familia, se
les nota cansancio, agobio, pero tratan de estar fuertes.
¿Cuántas veces he dañado el corazón de mi
familia? ¿Qué les motiva a perdonarme y darme
otra oportunidad? Si nuestras familias nos apoyan,
¡cuánto más amor nos tiene Dios que, en su
corazón traspasado, aún nos perdona! Acudamos
al Sagrado Corazón de Jesús, en Él encontraremos
consuelo y fortaleza en nuestras necesidades y
diario caminar.
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8 • junio • sábado • 2024


2 Tim 4, 1- 8; Sal 70; Lc 2, 41-52.
“Inmaculado Corazón de María ”
Comparto un recuerdo. A la edad de 5 años tuve la
experiencia de haberme perdido. En el kínder nos
llevaron por las calles de mi pueblo, a esa edad no las
conocía bien, por mis distracciones me quedé
apartado del grupo. En esos momentos no sabía qué
hacer. De pronto un joven trató de auxiliarme y
estuvimos en la puerta de un local esperando que
alguien viniera por mí. Sin éxito en la búsqueda, aquel
muchacho me llevó por las calles esperando encontrar
mi casa. Al ir caminando, empecé a reconocer lugares
cercanos a mi casa hasta llegar a unas cuadras de ella
y por fin estar con mi familia.
Este suceso quedó muy marcado,
porque tengo muy presente lo que
viví. Pero la experiencia de mi familia
la desconozco. Esos momentos de
ausencia, ¿Cómo los vivió mi madre?
¿Cuáles serían las palabras de mi padre
para mantener la calma? Hasta la fecha,
desconozco las respuestas, sólo puedo
comprender que la separación de un
hijo y de su madre son momentos de
mucha angustia. La Virgen María sufrió
en el corazón al creer perdido a su hijo, buscarlo con
José; es la clara muestra de la preocupación y
ocupación de tantos padres de familia que siguen
buscando a sus hijos desaparecidos.
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9 • junio • Domingo 10° T.O.) • 2024


(
Gén 3, 9-15; Sal 129; 2 Cor 4, 13-5,1; Mc 3, 20-35.

“ No nos fijamos en lo que se ve,


sino en lo que no se ve ”

E
n el relato del génesis hoy se menciona
el pecado original, darse cuenta de su
desnudez es el signo de la preocupación
por lo terrenal, lo visible. El preocuparnos
de las cosas de este mundo no nos permite
ver más allá. Es interesante estar en el paraíso,
pero cuidar no distraerse en otras cosas.
Esto nos sucede a menudo. Vivimos insatisfechos,
muchas veces pretendemos buscar nuevas metas
y perdemos el equilibrio. Cada situación de la vida
nos transforma. Aún recuerdo a tantos laicos que
abandonan la iglesia porque piensan que pierden
el tiempo, en su afán de conseguir y hacer cosas.
Es evidente que viven con un gran vacío.
Para muchas personas estar dentro de la Iglesia
significa pérdida de tiempo, sobre todo porque no
se les gratifica. Pero la recompensa es el servicio a
los hermanos, poner sus dones al servicio de la
comunidad. Aunque esto parece una locura:
¿Cómo puede causar alegría y satisfacción lo que
se hace gratuitamente?
Poner nuestra vida en las cosas del cielo puede
significar libertad y plenitud. Pidamos a Dios
liberarnos de los falsos prejuicios y poner nuestra
vida al servicio de los más pobres.
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10 • junio • lunes • 2024


1Re 17, 1-6; Sal 120; Mt 5, 1-12.
“Dichosos los pobres de espíritu”
¿Qué puede causar mucha alegría? Es una pregunta
paradigmática. La alegría no significa reír mucho,
contar chistes… Lo paradigmático del asunto son
aquellos valores que nos llevan a disfrutar de todo.
Aún recuerdo, con mucha nostalgia, cuando en casa
no se tenían muchas cosas. La comida no faltaba,
pero no era abundante. La pobreza que se tenía, me
llevaba a pensar que algún día sería distinto. Ahora
recuerdo lo feliz que era, sin tener tantas cosas.
Probablemente muchas personas quieran cambiar su
realidad por todo aquello que sufren, por aquello que
lloran, por tantas situaciones de injusticia. Las
Bienaventuranzas nos indican el espíritu que ha de
inspirar la actuación de
cada creyente mientras
peregrina hacia el Padre.
Hoy en día hay muchas
instituciones fundadas
por personas que vivieron
un episodio de dolor y
sufrimiento y que ahora intentan responder a sus
penas, ofreciendo una oportunidad a quienes sufren,
encarnando el mensaje del Señor.
Dichosos aquellos que, con espíritu empobrecido,
nos enriquecen en testimonio, en actitud de conversión
personal y comunitaria.
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11 • junio • martes • 2024


Hech 2, 21-26. 13, 1-3; Sal 97; Mt 5, 13-16.

“Ustedes son la luz del mundo y la sal de la tierra”


Durante este año que he estado en la sierra
Tarahumara, una de las experiencias más frustrantes
es el tema de la electricidad. Cuando no hay luz, se
genera un caos. La comunicación es un factor
determinante para llevar a cabo la misión. Cuando
tenemos reuniones virtuales y se nos va la luz provoca
incertidumbre. La luz forma parte de nuestra vida, nos
ayuda a realizar actividades.
Quizá puede ser una analogía
con la luz en nuestra persona.
Cuando alguien deja de brillar
o tener esa chispa vital, la
oscuridad o el desánimo se
hacen presentes. Luego llega la
rutina, nuestras acciones se vuelven tan tediosas que
solo cumplimos los compromisos sin agregar nuestra
esencia.
Esto puede pasarnos en la Vida Consagrada. Por
eso la exhortación del Evangelio de hoy es a ser luz
que ilumine y sal para añadir sabor a la propia
existencia. Aportar desde nuestras luces que iluminen
caminos nuevos, dar sabor a nuestras actividades
para generar un ingrediente nuevo.
Que Dios ilumine nuestras mentes para llevar a
cabo su obra en el mundo. Que seamos sal y demos
sabor a todas las cosas que hagamos.
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12 • junio • miércoles • 2024


1Re 18, 20-39; Sal 15; Mt 5, 17-19.
“No he venido abolir, sino a dar plenitud”
La lógica del mundo no es la lógica de Dios. En
ocasiones he pensado cómo podrían salir las cosas
mejor. Incluso estando en el seminario, confiaba
que Dios haría aquello que le pedía. Cuando
tenía conflicto con alguna persona, pensaba que
evitándolo sería mejor. Al final, no pasaba esto.
Todo lo contrario, el conflicto se hacía mayor.
Dios no cumple antojos, ni endereza jorobados.
Al final, aprendemos mucho de todo aquello que
Dios nos da. No viene a abolir las leyes, sino a que
tengan cumplimiento; llevar a cabo la ley significa
aprender a tener armonía. No
quita nada de nuestro camino,
nos anima a aprender cosas
nuevas.
Para ti lector o lectora que
estas continuamente pidiendo
a Dios la paciencia para con
los vecinos, notarás que los seguirás viendo, Dios
no los desaparece, sino que te invita a tener
paciencia con esas personas. Pedimos a Dios por
la paz, pero estamos llamados a ser generadores
de paz. No cumple nuestros caprichos, nos llama
a trabajar por buscar lo mejor para nosotros y
para todos.
Nuestra oración sea para que Dios, en su plenitud,
que nos lleve a vivir en armonía y nos de la fortaleza
para superar nuestros males.
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13 • junio • jueves • 2024


1 Re 18, 41-16; Sal 64; Mt 5, 20-26.
“Todo el que esté peleado con su hermano,
será procesado”
Las discusiones familiares son muy frecuentes.
Es notable observar en las reuniones de familia
tratar temas que no pocas veces generan tensión.
Al momento de saludarse, algunos se abrazan,
otros se saludan fríamente. Muchos conflictos son
por falta de comunicación, o por cuestiones de
herencias. Todos repercuten en la convivencia.
Buscar culpables no ayuda en nada, se necesita
buscar soluciones. Pedir y ofrecer
el perdón en la familia es una
acción que puede provocar
alivio, sanación y mejor
comunicación. No tenemos
ningún derecho de culpar a
nadie, pero sí tenemos el derecho de llamarlos a
la conversión y a perdonar sus acciones.
Perdón no significa olvidar. Es recordar sin que
lastime esa acción, tener presente el conflicto
para que no vuelva a pasar y esto nos ayude a
vivir como familia y a convivir como tal.
Dios perdone las faltas nuestras que lastiman
a nuestros hermanos y nos dé la capacidad de
mirarlos y decirles: me equivoqué. Quiero tener una
mejor convivencia contigo, porque el Evangelio
tiene como norma suprema el amor.
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14 • junio • viernes • 2024


1 Re 19, 9. 11-16; Sal 26; Mt 5, 27-32.

“Han oído que se dijo”

S
an Mateo en el Evangelio habla del adulterio y
del divorcio. En la plenitud que Jesús trae, cada
una de las leyes tiene muchas implicaciones.
No basta cumplir la ley, sino entrar en la
profundidad de la norma. ¿Cómo sobrevivir
al adulterio y al divorcio? Ante todo, hay que
prevenirlos no dejando enfriar el amor con los
detalles de pareja, respetar y hacerse respetar,
escuchar desde el corazón de la propia familia. En
ocasiones pensamos que somos buenos porque
no cometemos pecados graves. Hasta decimos:
¿De qué me confieso?, no he matado ni robado.
Si nuestras acciones no son malas ¿por qué
vemos un mundo tan corrompido, lleno de injusticia
y discriminación? Dios, quiere personas que
llevemos su ley en el corazón. No sólo se trata de
evitar la maldad sino, sobre todo, llenar nuestras
acciones de bondad.
Si nuestros ojos son ocasión de pecado significa
que están mal direccionados. Mirar a Jesús y dejarnos
transformar por su persona; bajo la mirada del
Hijo de Dios veremos las necesidades de nuestros
hermanos. Los invito a mirar las necesidades más
urgentes y hacernos está pregunta vicentina: ¿Qué
haría Jesucristo si estuviera en mi lugar?
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15 • junio • sábado • 2024


1 Re 19, 19-21; Sal 15; Mt 5, 33-37.
"No jurarás en falso"

E
ntre los jóvenes se escucha muy a menudo
la frase: “Te lo juro”. Cada vez que afirman
algo, respaldan su argumento jurando.
Un juramento no es algo sencillo, jurar
va más allá de pedir credibilidad. Los
juramentos se hacen de diferente manera: Las
personas juran ante Dios que lucharán para
evitar un vicio, los novios se juran amor para
siempre en el matrimonio, cada sacerdote y
consagrada jura ante Dios llevar a cabo su obra.
Estos juramentos se hacen de manera libre y
consciente.
Cada juramento tiene un carácter importante, no
es un juego. Jurar en falso es un acto hipócrita,
porque al jurar ponemos a Dios como testigo,
es decir, lo hacemos un cómplice, alguien que
solapa nuestras mediocridades. Tenemos que
ser coherentes en nuestras decisiones. Decir sí
cuando es sí y decir no cuando es no.
No engañemos a Dios. A él lo tenemos como
la verdad única y absoluta, pero en ocasiones
lo metemos en nuestras falsedades. Por eso el
pecado se torna grave cuando no le damos
reverencia a Dios. Cuando no tememos utilizar
su nombre. Hoy los invito a no jurar ante Dios
sino a pedir de Dios la firmeza en nuestras
decisiones. Nosotros somos quienes necesitamos
de Dios.
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16 • junio • Domingo 11° T.O.) • 2024


(
Ez 17, 22-24; Sal 91; 2 Cor 5, 6-10; Mc 4, 26-34.

“¿Con qué compararemos el Reino de Dios?”


¿Cómo se desarrolla el Reino de Dios? En una de
las parábolas, Jesús hace referencia a la semilla de
mostaza, una semilla muy pequeña que, sembrada,
llega a ser un gran arbusto. En la sierra Tarahumara
he sido testigo de las personas que siembra su maíz
y esperan los meses de cosecha para recoger el fruto
de esa semilla, es algo tan común.
Aunque todo lleva su proceso. Lo primero es arar
la tierra; es necesario moverla, que no esté
compacta. Una vez que la tierra ha sido arada, se
podrá poner la semilla.
Necesitamos que haya un
buen temporal de agua,
quitar la maleza para que
crezca la milpa. Y finalmente
cosechar el maíz.
Así pasa con cada uno de nosotros, necesitamos
mover esa tierra que se ha vuelto dura y compacta.
Depositar la semilla para que crezca en el interior, y
evitar la maleza que ahogue nuestro entusiasmo. El
agua viva tendrá que caer, porque si no hay agua,
ninguna planta sobrevive. Los frutos de esa semilla
serán clara muestra de lo que trabajamos. Así es el
Reino de Dios: Una tierra fértil que produce buen
grano y sirve de alimento para los demás. Pidamos
al dueño de la mies ser un buen fruto, para que su
Reino se siga manifestando en nosotros.
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17 • junio • lunes • 2024


1 Re 21, 1-16; Sal 5; Mt 5, 38-42.
“Ojo por ojo”
jo por ojo y el mundo quedará ciego”.

“O
Esta frase fue acuñada por Mahatma
Gandhi. Cuando escuchamos tantas
situaciones de dolor, nos produce un
descontento. La impotencia es un
sentimiento que vivimos continuamente quienes
escuchamos las tristes noticias de aquellos a los que
les han arrebatado a sus hijos o familiares.
Tenemos que ser conscientes de que no tenemos
la solución para todas las víctimas, pero ciertamente
el camino no es la venganza. Pensar que la
venganza va a devolver a nuestros seres queridos
es una falacia. Hoy el Evangelio nos llama a
superar esa antigua norma, nos orienta a actuar
sin venganza ni resentimiento, a perdonar de
corazón y a no buscar el desquite.
En la sierra Tarahumara se ha comenzado a
trabajar en la reconstrucción del tejido social
después de los sucesos de la muerte de los
sacerdotes Jesuitas Joaquín Mora y Javier Campos.
Se tiene el objetivo de trabajar en espacios de
diálogo. Escuchar a las familias y volver a crear
espacios de confianza para trabajar en las futuras
generaciones. No podemos volver el tiempo atrás,
pero buscamos cambiar la realidad. Con Jesús otra
realidad es posible por ello, con su ayuda, se espera
una respuesta favorable.
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18 • junio • martes • 2024


1 Re 21, 17-29; Sal 50; Mt 5, 43-48.

“Orar por los enemigos”


¡Qué difícil es dirigir la palabra a quienes nos han
hecho daño! Sin duda alguna es una prueba en el
seguimiento de Jesús. Con frecuencia recurrimos a los
amigos para que nos ayuden, pero cuando éstos no
pueden, la única persona que puede es a quien
consideramos “enemigo”. Quitar el orgullo y bajar la
guardia nos dolerá.
Para sanar aquellos males es necesario superar el
orgullo. Dejarnos llevar por el odio no ayuda en nada;
cuando uno supera el resentimiento se va notando una
mejor salud. Además, la enemistad no siempre es
correspondida. Incluso, el malestar
de ver a las enemistades depende
de los lugares. Existen personas
que no se acercan a la iglesia
porque van los enemigos, pero,
cuando se trata de apoyos o becas,
encontramos a esas personas en la
misma fila y no se nota que
ninguna se retire. ¿Por qué de la
iglesia sí se alejan cuando en otros lugares de reunión
están presentes? Es tan extraño este comportamiento,
porque la iglesia es un lugar para orar por aquellos que
necesitamos perdonar y que nos perdonen.
Dios nos dé un corazón humilde y capaz de perdonar.
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19 • junio • miércoles • 2024


2 Re 2,1.6-14; Sal 30; Mt 6,1-6.16-18.

“Cuiden de no practicar la justicia


delante de los hombres”
En los seminarios y las comunidades religiosas es
notorio ver a los estudiantes o aspirantes mostrar
mucho ímpetu en sus quehaceres y parece que, al
pasar el tiempo, se practica menos. Cuando alguno
de los seminaristas va a terminar una etapa y será
evaluado por los formadores,
se le nota ese entusiasmo y
deseos de ayudar en todo.
Cuando un padre de familia
nota en sus hijos que están muy
hacendosos, saben que hay algo
de fondo. La pregunta es: ¿Y
ahora qué quieres? ¿qué permiso vas a pedir? Cada
acto bueno tiene de trasfondo, un interés. Practicar la
justicia significa hacer lo que Dios nos pide en cada
momento, no sólo cuando tendremos una recompensa.
Es necesario quitar esa idea del interés por lo que
vamos a ganar, buscar hacerlo todo con plena convicción.
Cada seminarista o hijo necesita ser consciente de sus
actos, buscar lo que lo lleve a ser mejor persona.
Es necesario, también, olvidarnos de los prejuicios
por el buen comportamiento de otros; lo que cada
persona realiza en su proceder significa lo inculcado
en el hogar o en su comunidad.
Pidamos a Dios ser fermento de bondad.
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20 • junio • jueves • 2024


Sir 48,1-15; Sal 96,1-2.3-4.5-6.7; Mt 6,7-15.
“Cuidemos de no usar muchas palabras”

J
esús continúa haciendo recomendaciones;
ahora habla de nuestra forma de orar, nos
pide no hacer mucho uso de las palabras.
Hemos pensado que mientras más hablemos
es mayor nuestra fe, sin embargo, la oración
tiene su esencia en dejar que Dios nos hable.
Utilizaré la imagen de la familia: Un hijo se acerca
a su padre para manifestar todo aquello que vive y
al final pedirle un consejo. El joven empieza a hablar
y hablar; cuando el padre quiere intervenir no lo
deja. Insiste en el consejo, pero no deja hablar a su
padre. Así nos pasa en la oración, queremos que
Dios nos escuche, pero no lo dejamos actuar por
nuestra cerrazón. Por consiguiente, nos molestamos
con Dios porque sentimos que no nos escucha,
siendo nosotros quienes hacemos monólogos y
terminamos haciendo lo que creemos conveniente.
La oración es ante todo la escucha plena de Dios
para poder cumplir su voluntad.
Te invito a dejar espacios de silencio cada día,
dejar que Dios actúe y así, poder discernir tus
elecciones. Los silencios son indispensables en los
momentos que nos abandonamos en las manos de
Dios. Es bueno tener un espacio personal para tu
oración, un lugar donde no te distraigas y te
encuentres con tu Padre del cielo.
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21 • junio • viernes • 2024


2 Re11,1-4.9-18.20; Sal 131; Mt 6,19-23.
“La lámpara del cuerpo es el ojo”
Espero dirigir mi reflexión para todos aquellos
que alguna vez se ilusionaron, tuvieron iniciativa,
se les notaba alegres todo el tiempo, pero ya no.
Para ellos son estas líneas. Amigos y amigas, me
hubiera gustado que leyeran este pasaje del
Evangelio en el momento de su tristeza.
Muchos de ustedes intentaron trasmitir su amor
y empatía. Por cualquier situación que hayan
vivido, dejaron de ilusionarse, ya no quisieron
comprometerse, supongo que
hasta su mirada cambió. El brillo
de sus ojos fue apagándose en la
medida de sus decepciones. No
hay culpables, solo confiaron de
más en personas que no supieron
valorar su esfuerzo.
Tenemos que atesorar la vida y las
ganas de realizar algo. Ese tesoro es incalculable.
Lo tenemos que valorar para que nuestra vida
tenga esa chispa.
En tus ojos se refleja lo que vives. El evangelio de
hoy nos dice que los ojos son la ventana del alma.
Te invito a levantar la cabeza, llenarte de ese amor
de Dios y comprometerte. El tesoro vale más cuando
se muestra su resplandor. Un tesoro enterrado a
nadie le sirve. No dejes apolillar tu fe.
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22 • junio • sábado • 2024


2 Cro 24, 17-25; Sal 88; Mt 6, 24-34.
“Nadie puede servir a dos amos”

C
uando leo esta parte del Evangelio, “no podemos
servir a dos amos”, pienso en la relación de las
parejas y en la infidelidad de tener “dos amores”.
Sin embargo, el reto es para todas las personas.
Lo pienso también en nuestra relación con
Jesús, cuando preferimos más cualquier cosa antes
que su Evangelio.
Cuando se ingresa al seminario se tiene la idea de
servir a Dios, procura uno estar formándose de la
mejor manera. El problema surge cuando nos volvemos
funcionarios. Cumplimos la parte sacramental, pero
nos falta amor por lo que hacemos. Trabajamos para
Dios, pero sin Dios. Servir a dos amores nos hace
olvidarnos del primer amor, que es el principal: el
amor a Dios.
Cada seguidor de Cristo tendría
que recordar por qué lo sigue,
volver a las fuentes, al amor
primero. Cada cristiano católico
también está llamado a ser fiel
a Dios, no poner primero los
negocios o el dinero.
Pidamos a Dios la gracia de ser fieles a su Palabra.
Evitar pensar más en la remuneración, viviendo nuestra
vocación al máximo para seguir construyendo el
Reino de Dios.
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23 • junio • Dom
ingo (12° T.O.) • 2024
Job 38, 1.8-11; Sal 106; 2 Cor 5, 14-17; Mc 4, 35-40.

“ a ún no tienen fe”
Era el atardecer cuando Jesús quiso ir a la otra
orilla. En el trascurso Jesús duerme, la tempestad
hizo que los discípulos tuvieran miedo y fue necesario
despertarlo. En estas líneas se refleja la realidad de
la Iglesia, y a Jesús impulsándola a adentrarse en mar
abierto (Iglesia en salida).
Las tempestades son aquellos momentos donde
encontramos problemas, entramos en desequilibrio
y sentimos que nos falta Jesús.
¡Qué extraño! Jesús está en la
barca y quienes son expertos
en problemas marítimos son
los discípulos. Despertar a
Jesús significa buscar la
confianza depositada en él.
Así nos puede pasar en la Iglesia: tenemos a Jesús, y
sólo dirigimos nuestra petición a él cuando los
problemas nos rebasan.
El reclamo de Jesús es fuerte. ¿Nos falta fe? ¿Por
qué tenemos miedo? Si estamos con Dios es para
sentirnos animados. Si actuamos con miedo es
porque tenemos poca fe.
La invitación de este Evangelio es a tener ánimo y
adentrarnos como Iglesia sabiendo que Dios nos dará
lo que necesitamos. Pidamos ser discípulos misioneros
atrevidos, para llevar nuestra barca (nuestra vida, la
Iglesia) a un mejor puerto.
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24 • junio • lunes • 2024


San Juan Bautista
Is 49,1-6; Sal 138; Hech 13, 22-26; Lc 1, 57-66. 80.
“Te doy gracias, Señor, porque
me has formado maravillosamente”

E
l nacimiento de Juan como precursor de
Jesús es un signo de esperanza y, a la
vez, causa de conflictos. ¿Quién ha
hecho que Juan naciera? Sólo Dios…
una promesa manifestada por el ángel.
Su nombre no va con la tradición familiar ni con
la estirpe sacerdotal. Juan será “el profeta del
desierto" al estilo de Jeremías, quien también
procede de familia sacerdotal.
Dios nos forma y nos con~forma para descubrir
cuál es nuestra misión. El Señor me llamó desde
el vientre materno, de las entrañas de mí madre, y
pronunció mi nombre. Cada uno participa de una
misión, pero no lo pensemos como predeterminación,
sino como predestinación: Juan está destinado a
proclamar el camino del Señor, un camino que se
acerca y que ya está presente.
Cada uno de nosotros tiene un destino que se va
conformado en medida que nos conocemos, nos
adentramos en las motivaciones personales, siendo
capaces de cumplir tareas, capacitándonos en el amor.
Que San Juan sea nuestro intercesor para
encontrar el camino de conversión, buscando ser
mejores en todo.
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25 • junio • martes • 2024


2 Re 19, 9-11. 14-21. 31-35; Sal. 47; Mt 7, 6. 12-14.
“No echen sus perlas a los cerdos”
Constantemente en el ministerio sacerdotal lo que
más nos toca escuchar son las tristezas de la vida.
Las situaciones que afectan más son las decepciones.
¿Cuántas veces hemos confiado grandes cosas a los
“amigos”? Platicamos proyectos y decisiones y nos
sentimos mal cuando defraudan nuestra confianza
y nos ganan los proyectos o ideas.
Sin llegar a señalar culpas, hemos dejado de
hacer aquello que nos hacía sentirnos serviciales,
útiles, llenos de alegría. Por otro lado, empieza la
difamación, los chismes, se fragmenta la relación,
se termina la amistad. Y es porque confiamos en
las personas y no en Dios.
Hemos dejado de esforzarnos y
desarrollamos una caparazón
dura para evitar las burlas y
chismes. No queremos ayudar
“para evitar que se burlen de
nosotros”.
En conclusión, las personas suelen decepcionarnos,
pero Dios no. Confiemos realmente en aquel, cuyo
amor está en cada uno de nosotros. Devolvamos
con creces lo que él nos ha confiado, esforcémonos
por entrar por la puerta estrecha, no nos retiremos
de Dios ni de la Iglesia. En él podemos confiar
siempre.
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26 • junio • miércoles • 2024


2 Re 22, 8-13.23.1-3; Sal 118; Mt 7, 15-20.

“Los falsos profetas”


Mi experiencia dentro del noviciado (Seminario
Interno) durante un año en Guatemala me ayudó a
conocer otro país, otra cultura. Durante ese tiempo,
escuché hablar de Monseñor Romero (admito que no
lo conocía). Para el pueblo salvadoreño fue un profeta
de su tiempo.
Para muchos, la elección de
Monseñor Romero no era un
peligro, se le consideraba un
intelectual, que no se expondría
a los problemas. Supongo que
habría muchos con las respuestas
del tiempo, muchos hombres y mujeres dispuestos a
pelear, sin embargo, sus nombres no resuenan en la
historia. Los profetas son hombres valientes, a veces no
son el perfil a considerar, hasta en la Sagrada Escritura
se mencionan profetas con oficio de pastores.
Ciertamente, hay falsos profetas en cada época.
Hombres que dañan a muchos. Personas que han
afectado a la Iglesia, incluso fundadores de comunidades
religiosas. En el caso de Monseñor Romero, él habló más
desde la preocupación de su pueblo. No le importaba
el reconocimiento, incluso, era consciente de los peligros
que corría. Su voz profética lo llevó a sellar con sangre
su amor por Dios y por su pueblo.
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27 • junio • jueves • 2024


2 Re 24, 8-17; Sal 78; Mt 7 21-29.

“Socórrenos, Dios, Salvador nuestro”

E
l día de hoy es la fiesta de la Virgen del
Perpetuo Socorro. Le pedimos a Dios, por
mediación de María, nos ayude en nuestras
necesidades. Cabe recordar que nuestra
madre del cielo es mediadora. Ahora bien,
pedir a Dios no nos libra de hacer lo que nos toca.
Estamos llamados a vivir la vida en Dios.
Es muy común que la gente recurra al sacerdote
para pedirle la misa o la oración. ¿Cuántas veces
procuramos asistir a la eucaristía haciendo notar
nuestro interés en Dios? Probablemente pensamos:
Ya hice oración, no tengo tiempo de ir al templo por
cuestiones de trabajo.
De esta manera, nuestra fe es frágil y volátil
porque está cimentada en la arena. Es tan débil esa
postura de pensamiento que, al primer cambio o
problema, nos vamos. Por otro lado, nuestra fe
puede ser tan fuerte que nos lleve a confiarnos en
Dios, sabiendo que él hará su voluntad en la medida
que se lo permitamos. ¿Cómo es nuestra fe? ¿De qué
depende nuestro seguimiento a Dios?
¡Socórrenos! Es la exclamación de quien se sabe
necesitado de Dios.
Que nuestra oración vaya acompañada de la acción
y se vea reflejada en una profunda espiritualidad de
la confianza, del abandono.
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28 • junio • viernes • 2024


2 Re 25, 1-12; Sal 136; Mt 8, 1-4.
“Señor, si tú quieres…”

C
on frecuencia se utiliza la expresión: “Que sea
lo que Dios quiera”. Recuerdo estas palabras
que decían las personas adultas incluso, hasta
para evitar hacer planes: “Si Dios quiere”. Me
parece un abandono en lo que Dios decida,
pero con el tiempo me he dado cuenta que la decisión
es personal. ¿Dios espera algo de nosotros? ¿Cuál es
el querer de Dios? Quienes esperamos de Dios,
somos nosotros.
Pensemos: Lo más probable es que seamos felices
al cumplir la voluntad de Dios. Cuando pedimos por
nuestra salud o por otras necesidades debemos
respondernos a esta pregunta: ¿Para qué quiero
todo eso?
Los invito a pensar en nuestro propio caminar. Si
bien, en el Evangelio de hoy hay una sanación y una
misión concreta. Dios quiere nuestra salud integral,
una persona sana es capaz de caminar, de promover
e incidir en la sociedad.
Una vez que nos vemos sanos ¿a dónde iremos?
¿A qué te sientes llamado? ¿O sólo pides la salud
para evitar el dolor y no comprometerte a servir?
Pidamos a Dios por nuestra salud integral para
configurar nuestra vida con Él y sentirnos llamados
a dar testimonio de la nueva vida.
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29 • junio • sábado • 2024


San Pedro y San Pablo
Hech 12, 1-11; Sal 33; Tim 4, 6-8. 17-18; Mt 16, 13-19.
“¿Quién dice la gente que es el Hijo de hombre?”
Hoy es una fiesta importante para toda Iglesia, ya
que celebramos a dos de sus pilares, San Pedro y San
Pablo. Con ellos se podría resumir la autoridad apostólica
y la evangelización itinerante. Ambas posturas de la
Iglesia tienen su fundamento en Jesús, piedra angular.
Primero, quiero señalar en estos
dos personajes el conocimiento
de Jesucristo. ¿Quién es para ellos
Jesús? Para ellos era alguien vivo,
real; una vez que lo conocen, se
dedican a anunciarlo, se hacen
mensajeros de la salvación. De la
misma manera, todos estamos
llamados a lo mismo.
Comparto con ustedes mi alegría
por esta fecha. La comunidad donde convivo en la
sierra Tarahumara se llama San Pedro de Chinatú. Al
principio pensaba en la fiesta patronal, me imaginaba
mucha alegría, sin embargo, no fue así. No sólo por
el nombre de la comunidad, sino porque dentro del
cristianismo, san Pedro Apóstol llevó una gran tarea
y eso me compromete más en la misión.
San Pedro y San Pablo son fieles seguidores de
Jesús, quien fue el centro de su vida, su testimonio
de vida es modelo para cada uno de nosotros.
Celebrarlos no anula a Jesús, sólo resalta la misión
de la Iglesia en el mundo de hoy.
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e+v junio 2024_evangelio y vida 01/03/24 13:59 Página 64

30 • junio • Dom
ingo (13° T.O.) • 2024
Sab 1,13-15. 2,23-24; Sal 29; 2 Cor 8, 7. 13-15; Mc 5, 21-43.

“N o temas, basta que tengas fe”

H
oy leemos en el Evangelio la sanación de
dos mujeres: Una niña, hija de Jairo, y una
mujer con flujo de sangre. Existe diferencia
de edades y cada una padece una
enfermedad distinta.
Es interesante notar que tanto Jairo, como la
mujer hemorroisa han recurrido a otros médicos y
ahora ponen su fe en Jesús. La salud es indispensable
para el ser humano y su participación a la vida social.
Si bien Jesús nos trae la salvación, es un camino que
significará salud; necesitamos reinterpretar la
salvación a la luz de la salud.
A todos aquellos en búsqueda de sanación, los
invito a tener claro estos sinónimos: “Quedar curado”
y “sentirse salvado”. Jesús nos salva y nos sana de
nuestras enfermedades. Actualmente, sabemos que
algunas enfermedades físicas se relacionan con las
emociones; las personas con depresión, tristeza o
vacío asisten a lugares donde puedan sentirse . Los
afectos y las afectaciones surgen desde el impacto
que se tiene con el otro.
Podemos ir a un hospital y sentirnos enfermos o
quizás, nos sintamos movidos a dar palabras de
motivación. El encuentro con Jesús afectó de manera
positiva a las mujeres del Evangelio. ¿De qué manera
afecta tu encuentro con los demás?
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