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Reflexión Por Semana Primaria
Reflexión Por Semana Primaria
MIOPÍA ESPIRITUAL
EL APLAUSO DE DIOS
¿Deseas tener éxito en la vida? Tu respuesta por supuesto, es un rotundo sí. ¿Quién no quiere
triunfar? Muy bien, lee con sumo cuidado estas palabras: Si quieres alcanzar el éxito no lo persigas.
Cuanto más lo persigas, tanto más te esquivará.
¿Recuerdas a Victor Frankl, el psiquiatra austriaco que sobrevivió a los horrores de Auschwitz, el
temible campo de concentración nazi? Él cuenta que cuando escribió el libro que en español se
conoce como El hombre en busca de sentido, no quiso que su nombre apareciera en el libro. Frankl
no quería fama. Solo quería transmitir al lector el mensaje de que «la vida tiene significado bajo
cualquier circunstancia, aún las más adversas».
Finalmente, ante la insistencia de sus amigos, accedió colocar su nombre en la portada del
manuscrito. El resto de la historia es conocido. El libro se convirtió en un éxito de librería. Para el
momento de la muerte de Frankl, en 1997, se habían vendido más de diez millones de ejemplares y
se había traducido a veinticuatro idiomas. Por supuesto, con el éxito vino la fama. Sin embargo,
mientras vivió, nunca dejó de advertir: «El éxito, al igual que la felicidad, no se persigue. Te llegará
cuando no te preocupes por él».
Hay sabiduría en estas palabras. Alguien expresó la misma idea de otra manera: «El éxito es un
viaje, no un destino. Y la felicidad se encuentra en el transcurso del viaje». Para comprobar la
veracidad de los estas palabras, basta pensar en los héroes juveniles de la Biblia: José, Daniel,
Ananías, Misael, Azarías, Ester, Timoteo… ¿Cuántos de ellos vivieron obsesionados con el aplauso
del mundo? ¡Ninguno! ¿Por qué entonces, llegaron a ser grandes?
REFLEXIÓN POR SEMANA SANTA
Acordémonos de que estamos en la santa presencia de Dios………………………
UN HIJO AGRADECIDO
Un hombre muy pobre pudo enviar a su hijo a la universidad. Cuando estaba por graduarse, el
muchacho le escribió una carta a su padre pidiéndole que asistiera a la ceremonia. Pero él le dijo
que no podía asistir porque solo tenía un traje, bastante viejo. El hijo le aseguró que lo del traje viejo
no le importaba. Lo que quería era que estuviese él ahí.
Por fin, el señor hizo el viaje. El día de la entrega de diplomas, el joven entró al salón de actos con
su padre, y le buscó uno de los mejores asientos. Grande fue la sorpresa del anciano cuando supo
que su hijo era el mejor alumno de su promoción; y cuando el muchacho recibió el premio,
descendió del escenario y delante de todo el público reunido besó a su padre y le dijo:
– Toma, papá; este premio es tuyo. Si no hubiese sido por ti, jamás lo hubiera recibido.
Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a si mismo por nosotros, ofrenda y
sacrificio a Dios en olor fragante. Efesios 5:2
Como hijos de Dios debemos estar absolutamente agradecidos. Él es la fuente de todo: de la vida,
el sustento, el consuelo y la fuerza física y espiritual. El entregó a su hijo Jesucristo para poder
cargar con todos nuestros pecados otorgándonos su perdón y la vida eterna, por su gran amor
hacia nosotros.
Cuántas veces nos hemos detenido un momento y hemos dejado un breve espacio para poder orar
y no pedir nada, sino en una total entrega como agradecimiento por sus múltiples favores en
nuestras vidas.