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Introducción..........................................................................................3
5: Calor extremo............................................................................... 53
7: Esperanza indestructible.......................................... 79
8: Ver al Invisible............................................................... 93
H
ace ya varios años que he venido meditando en el tema del sufrimien-
to. Al trabajar en Albania justo después de la caída del comunismo,
había escuchado hora tras hora mientras la gente relataba su dolor y
su angustia de vivir bajo uno dé los dictadores más tiránicos de Euro-
pa, un gobernante a quien se dice que incluso Stalin instó a aliviar a su pue
Después de una visita durante la cual alguien volvió a preguntar con mucha
grimas en los ojos: “¿Por qué?”, salí frustrado. Mientras caminaba por la pu
para irme, elevé una rápida petición: “Oh, Señor, algún día me gustaría escribir un
libro para ayudar a la gente a entender todo esto”. Entonces, inmediatamente ol-
vidé mi oración. Pero Dios, al parecer, no lo hizo.
Como dije, nunca tuve la intención de preparar un libro así. En cierto sentido,
quizás estudiar el sufrimiento no sea posible, de todos modos. La vida tiene que
ser vivida, y es muy difícil compartir de manera significativa con los demás lo que
nunca has experimentado. De lo contrario, podemos hacer que la verdad suene
tediosa, aburrida o incluso falsa. Entonces, lo que encontrarás en las siguientes
páginas es la consecuencia de un recorrido. Casi todos los textos y las citas que
usé en este libro las descubrí, aparentemente, de manera accidental a lo largo
del camino de la vida real. Entonces, en cierto sentido, esta es mi autobiografía
espiritual.
A lo largo de este libro, he intentado conscientemente ser lo más abierto y
honesto posible. Como cristianos, y particularmente como líderes cristianos, po-
demos dar la impresión, inadvertidamente, de que, de alguna manera, somos ex-
pertos en todo lo relativo al cristianismo. Un amigo estaba compartiendo conmi-
go un problema con el que estaba luchando, y respondí explicando cómo había
luchado con el mismo problema. Instantáneamente, soltó asombrado:
-¿Qué? ¡Pero si eres pastor! Pensé que lo tenías todo resuelto.
Es fácil sentarse a discutir cuestiones teológicas profundas y dar todo tipo de
buenas respuestas; otra cosa es aplicar lo que aprendemos. A veces lo logramos,
pero muchas otras nos encontramos pasando por el proceso del fracaso para co-
menzar de nuevo.
Como mi amigo, puedo ver desde afuera a los líderes cristianos u otros en
la iglesia y pensar que parecen tan cerca de Dios que probablemente no tengan
4 • Int r o ducció n
A menos que se especifique de otro modo, las citas bíblicas se han tomado de
la versión Reina-Valera de 1960. Otras versiones utilizadas son:
NBE Nueva Biblia Española
NVI Nueva Versión Internacional
RVA 2000 Reina-Valera Actualizada 2000
El crisol del Pastor
N
manzanilla, pero no era un día cualquiera. Las lágrimas
corrían libremente por sus mejillas arrugadas, y su dolor
y su rabia eran obvios. Cuando estaba por llegar al final
de su historia, me preguntó:
-Entonces, ¿dónde estaba Dios? ¡¿Dónde estaba Dios?!
Mientras estaba sentado allí, aturdido, realmente no sabía qué
decir. Mi licenciatura en Teología no me había preparado del todo
para esto, y no estaba seguro de si algo podría haberlo hecho.
La historia que yo acababa de escuchar estaba llena de angustia y
tragedia. Muchos años antes, mi interlocutora había estado viviendo
en la parte sur de Albania cuando los comunistas habían comenza-
do a tomar el control. Al darse cuenta de las consecuencias que ésto
tendría para su familia, había hecho planes de escapar a través de la
frontera hacia Grecia. Contándoles solo a los de su grupo de estu-
dio bíblico, ella, junto con su esposo y sus dos hijos, hicieron una
caminata de medianoche hacia la frontera. Pero, para su asombro,
justo cuando se acercaban a la frontera, los soldados los estaban es-
perando para tenderles una trampa. Alguien de su grupo de estudio
bíblico era un informante.
6 • En el c r iso l c o n Cr ist o
’Elisabeth Elliot, Quest for Love (Grand Rapids: Fleming H. Revell, 1996), p. 218.
1. El crisol del Pastor *11
2 Elena G. de White, Mensajes para los jóvenes (Doral, Florida: IADPA, 2008), pp. 44,45.
1. El crisol del Pastor *13
muchas veces en relación con el santuario (Éxo. 25: 14; 26: 20; 36:
25, 32; 38: 7 ); y la palabra ‘ezer, «ayuda», evoca la salvación de Dios
(Sal. 10:14) además de aludir a la simiente de la mujer en Génesis 3:
15. Las vidas de tanto el hombre como de la mujer dependen del
Dios de la vida.
’Elena G. de White, Patriarcas y profetas (Doral, Florida: IADPA, 2008), cap. 20, p. 191.
4 Ibid., p. 192.
14 • En el c r iso l c o n -Cr ist o
Padre:
Gracias porque no camino solo.
Gracias porque estás conmigo,
tanto en las tinieblas, como en la luz.
Gracias, también, porque el sendero
por el cual caminamos es para tu gloria.
Que la búsqueda de tu gloria crezca
en importancia y valor dentro de mi vida.
En el nombre de Jesús, amén.
Los crisoles venideros
E
n el primer capítulo, le dimos una mirada al cuadro general de
nuestro viaje hacia la casa del Pastor. A lo largo de esta senda de
justicia, vimos que las ovejas pasaban por algunas experiencias
muy buenas, y por otras muy diñóles. Ahora enfocaremos me-
jor el cuadro para ver en más detalle los tiempos y las ocasiones del
viaje cuando pasamos por momentos difíciles que nos hacen sufrir.
¿Recuerdas haber usado un crisol en la escuela? Era un pequeño
plato de metal, que yo recuerdo que se balanceaba sobre un trípode de
metal negro. Debajo le poníamos un mechero Bunsen con su fuerte
llama dirigida al fondo del plato. En el plato poníamos varios mate-
riales que muy pronto comenzaban a tomar temperatura, y todos los
alumnos nos dividíamos en pequeños grupos, con anteojos especiales,
bien colocados sobre los ojos, para poder ver lo que ocurriría. A medida
que el plato se calentaba, los materiales que estaban dentro del plato
18 • En el c r iso l c o n Cr ist o
2 Oswald Chambers, En pos de lo supremo (Barcelona: Editorial Clie, 2019), lectura del 27 de
septiembre.
24 • En el c r iso l c o n Cr ist o
5Charles Stanley, Advancing Through Adversity (Nashville: Thomas Nelson, 1997), version elec-
trónica.
6 Elena G. de White, Conflicto y valor (Buenos Aires, Argentina: ACES, 1970), p. 340.
26 • En el c r iso l c o n Cr ist o
Conclusión
Como hemos visto, podemos pasar por el crisol por diferentes ra-
zones. No podemos extendernos en todas ellas, pero cuando avance-
mos nos enfocaremos en algunos crisoles particulares que Dios usa
para hacernos más útiles para él y para su Reino. Para el cristiano, la
vida, por necesidad, tendrá que pasar por el crisol. Charles Swindoll
no nos deja ninguna duda: "Alguien lo dijo de esta manera: 'Quien-
quiera que desee caminar con Dios camina derecho hacia el crisol'.
Padre:
Me siento temeroso con el pensamiento
de que el dolor es parte de tu santo propósito.
Parece ser una contradicción de todo.
Abre mis ojos para que yo pueda
entender tus propósitos y tus métodos.
Y concédeme el valor para seguirte, sin importarme el costo.
En el nombre de Jesús, amén.
7 Charles Swindoll, Afoses, Great Lives from God’s Word (Nashville: Word Publishing Company,
1999), p. 285,
3
La jaula del pájaro
1C. S. Lewis, El león, la bruja y el ropero (Nueva York: Harper Trophy, 2002), p. 83.
30 • En el c r iso l c o n Cr ist o
Hablemos francamente
acerca de la dolorosa disciplina
En el capítulo 1, consideramos el contexto general del sufrimien-
to, a través de los lentes del Salmo 23. Luego, en el capítulo 2, comen-
zamos a enfocar más cuidadosamente las razones específicas para
dicho sufrimiento. En este capítulo y, de hecho, en el resto del libro,
vamos a tratar de comprender esos períodos de sufrimiento que Dios
utiliza para ayudamos en nuestra maduración espiritual.
Es posible que esto suene como una contradicción. ¿En verdad
ayudan el dolor y el sufrimiento a alcanzar la madurez espiritual? Y,
más específicamente, ¿tiene Dios una participación directa en esto?
Mientras que el Salmo 23 da un contexto general para el sufri-
miento en la vida del cristiano, Hebreos 12 nos da una visión gene-
ral del sufrimiento que Dios utiliza para nuestro desarrollo espiri-
tual. Hebreos dice que este tipo de sufrimiento es el resultado de la
"disciplina" de Dios, palabra que utiliza para explicar la enseñanza
o entrenamiento que el Señor utiliza para nuestro bien.
Por lo tanto, hagamos una rápida consideración de Hebreos 12.
Consideraremos seis principios que nos dan el marco de referencia
para comprender la dolorosa disciplina que Dios permite para nues-
tro crecimiento espiritual.
1. El sufrimiento, bajo la disciplina de Dios, nunca carece
de sentido. León Morris hace notar que, si bien todos sufrimos,
y el sufrimiento no es placentero, "nunca es tan malo cuando lo
consideramos significativo".2 Luego Morris señala que el autor de
2 León Morris, Hebrews, The Expositor’s Bible Commentary, t 12 (Grand Rapids, MI: Zondervan,
1996), p. 136.
3. La jaula del pájaro *31
Hebreos ha demostrado que Jesús sufrió y perseveró a causa del gran
significado que tenía su sufrimiento: la redención del mundo. En
realidad, "por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospre-
ciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios" (vers. 2).
Lo que Pablo se propone, al presentar esta idea, debería ser claro
para sus lectores, como nosotros, que tenemos la tendencia a pensar
que nuestro sufrimiento es casual y sin objetivos y que quizá hemos
olvidado "las palabras de aliento" (vers. 5, NVI). Pablo nos encarga
a todos: "Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de peca-
dores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta
desmayar" (vers. 3). Cuando las cosas se ponen difíciles, Pablo nos
señala a Jesús. Jesús venció el sufrimiento porque tenía la convic-
ción de que, cuando el Padre lo permite, siempre es para gloria de
Dios y para nuestro bien. Pablo quiere asegurarnos que nuestro su-
frimiento bajo la disciplina de Dios tiene un propósito tan elevado
como lo tuvo en la vida de Jesús. Por lo tanto, no te des por vencido
solo porque todavía no puedes ver el propósito de Dios.
2. El sufrimiento como resultado de la disciplina de Dios
es una evidencia de que él está muy cerca de nosotros y no de
que nos ha abandonado. "Hijo mío, no menosprecies la discipli-
na del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el
Señor al que ama disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si
soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo
es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin discipli-
na, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos,
y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que
nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos
mucho mejor al Padre de los espíritus y viviremos?" (vers. 5-9).
Pablo quiere ser claro. Por supuesto, ¡nuestro Padre va a trabajar
con nosotros, a entrenarnos y a moldearnos! Si no estuviera preo-
cupado por nuestra salvación, hace tiempo que Dios habría perdido
interés en nosotros. Sin embargo, su intervención personal, aunque
dolorosa, en nuestra vida, es porque no quiere abandonarnos tan
fácilmente.
3. Nuestra capacidad para madurar espiritualmente bajo
la disciplina de Dios depende de cómo decidimos visualizar
nuestro sufrimiento. "Si soportáis la disciplina, Dios os trata
como a hijos" (vers. 7a). Nota cuidadosamente lo que Pablo está
diciendo. Cuando surjan las dificultades, considera que estás bajo
la disciplina de Dios. En otras palabras, no murmures, ni te quejes,
diciendo que la vida es injusta. Por supuesto que la vida es injusta,
32 • En el c r iso l c o n Cr ist o
para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con noso-
tros, que nos has sacado de Egipto? ¿No es esto lo que te hablamos
en Egipto, diciendo: Déjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos
fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto" (Éxo.
14:10-12).
Si Dios es un pastor tan amante y bueno, como dice ser, ¿por qué
los condujo a una situación donde sabía que sus hijos estarían su-
mamente aterrorizados? ¿Les harías lo mismo a tus hijos?
Aunque lo que Dios hizo le causó a su pueblo una aflicción tem-
poral, los beneficios que tuvieron al fin demostraron que toda aque-
lla experiencia había valido la pena. Dios le había prometido a Moi-
sés con respecto a los esclavos recién libertados: "Y yo endureceré el
corazón de Faraón para que los siga; y seré glorificado en Faraón y en
todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy Jehová" (Éxo. 14:4).
Dios, para su propia gloria, creó una situación en la que su salva-
ción se convertiría en noticia internacional, y su pueblo cosecharía
los buenos resultados. Como Rahab dijo a los espías muchos años
más tarde: "Porque hemos oído que Jehová hizo secar el Mar Rojo
delante de vosotros cuando salisteis de Egipto Oyendo esto, ha
desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre
alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios
arriba en los cielos y abajo en la tierra" (Jos. 2:10, 11).
Así que, por la confianza que Moisés tenía en Dios, replicó a la te-
merosa muchedumbre que temblaba a la orilla del mar: "No temáis;
estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros;
porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre
los veréis" (Éxo. 14:13).
Después de dejar el Mar Rojo, los israelitas marcharon durante
tres días por el desierto de Shur sin hallar agua, pero no vagaban
sin rumbo; Dios los dirigió, desde la columna de nube y de fuego;
derechito hasta Mara.
¿Mara? ¿No sabía Dios que había un problema con la provisión
de agua en aquel lugar? ¿No sabía Dios que sus hijos estarían agobia-
dos por el calor, la sed y el cansancio, y que se irritarían profunda-
mente al hallar aguas amargas que no se podían beber? ¿No era una
respuesta natural y comprensible?
Por supuesto que era una respuesta natural. Y esta respuesta na-
tural era la que Dios estaba tratando de transformar. Dios los puso
en aquella difícil situación a propósito. Como escribió Moisés: "Allí
los probó" (Éxo. 15:25).
3. La jaula del pájaro *35
Durante todas sus peregrinaciones por el desierto y, de hecho,
durante toda la historia de Israel, Dios mismo los condujo a circuns-
tancias difíciles, por lo general dolorosas, para probarlos, para ver
si ya habían aprendido a confiar en él, y a sentir la necesidad que
tenían de su gran salvación. Yo sugeriría que Dios obra exactamente
de la misma manera con nosotros hoy.
2. Dios condujo a Jesús al crisol para que pudiera minis-
trar a otros. Lucas dice que, al comienzo del ministerio de Jesús,
el Espíritu Santo lo llevó al desierto para ser tentado por Satanás:
"Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por
el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo.
Y no comió nada en aquellos cuarenta días, pasados los cuales, tuvo
hambre" (Luc. 4:1, 2).
¿Cometió el Espíritu Santo un error? ¿No sabía el Espíritu Santo
que Satanás le iba a poner una emboscada a Jesús?
No fue la única vez que Jesús sufrió. El autor de Hebreos dice que
fue necesario que Jesús padeciera tal sufrimiento para que pudiera
cumplir su misión: "Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo
ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar
de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente" (Heb. 5:7).
Isaías describe ese sufrimiento en forma lisa y llana: "Angustiado él,
y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero;
y como oveja delante de sus trasqúiladores, enmudeció, y no abrió
su boca [...]. Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a
padecimiento" (Isa. 53:7, 10).
Como se infiere de este último texto: "La misión de Cristo podía
cumplirse únicamente por medio de padecimientos".4 De la misma
forma, quizá también la misión que Dios nos ha dado a nosotros
solo pueda cumplirse por medio del sufrimiento.
Es. muy importante que recordemos que el sufrimiento en las
manos de Dios no se hace necesario porque hayamos tomado un ca-
mino equivocado. "No deberíamos desanimarnos cuando nos asal-
ta la tentación. Muchas veces, al encontrarnos en situación penosa,
dudamos de que el Espíritu de Dios nos haya estado guiando. Pero
fue la dirección del Espíritu la que llevó a Jesús al desierto, para ser
tentado por Satanás. Cuando Dios nos somete a una prueba, tiene
un fin que lograr para nuestro bien".5
4 Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes (Doral, Florida: IADPA, 2007), cap. 13, p.
108.
Ibid., p. 107.
36 • En el c r iso l c o n Cr ist o
Soportando en el crisol
Para aprender a soportar el crisol, será útil que tomemos en cuen-
ta un proceso de tres pasos que con frecuencia siguen a la aflicción
en el crisol del Pastor.
1. Examen. Este es un tiempo de prueba. Cuando Israel llegó al
Mar Rojo, ¿creerían que Dios todavía era bueno? ¿Todavía los estaba
guiando? Lo mismo ocurrió con los que padecieron el Gran Chasco.
Muchos se quejaron contra Dios y se negaron a seguir adelante, pero
otros siguieron confiando. ¿Diremos nosotros "aunque él me mata-
re, en él esperaré" (Job 13:15) o no? Será un tiempo cuando nues-
tros motivos y nuestras ambiciones serán examinados y llegaremos
a tener un claro conocimiento de nosotros mismos. Será el tiempo
cuando nuestra lucha por la comunión con Dios será crítica para
nuestra supervivencia espiritual.
2. Revelación. En Mara, Dios demostró su interés y su cuida-
do hacia ellos cuando las aguas finalmente se volvieron dulces; y
los primeros adventistas reconocieron que Dios estaba allí todavía
cuando quitó su mano para que vieran el error, y una nueva y glo-
riosa luz los inundó. Pero, del mismo modo que Jacob se aferró a la
bendición, esto solo les ocurre a aquellos que se aterran a Dios. No
importa cuán duro sea el examen, no importa cuán oscuro haya
sido el valle, la luz vendrá.
3. Una nueva orientación. Esta es la hora de la verdad. ¿Apren-
deremos de lo que Dios nos ha revelado o seguiremos aferrados a lo
que antes pensábamos que era verdad? ¿O nos aferraremos a nues-
tros propios sueños y a nuestra propia visión de lo que es el camino
de la vida y no a lo que Dios ha dicho? ¿Aceptará Israel el cuida-
do de Dios aunque las cosas no parezcan estar saliendo como ellos
pensaban? ¿Tendrían los pioneros adventistas el valor para aceptar
sus errores con respecto a sus cálculos y para seguir predicando?
Cuando la luz viene es un llamado al ajuste, a ajustarnos a nosotros
mismos a la revelación de Dios.
Padre:
Gracias por la seguridad de tu presencia.
Enséñame cómo soportar las pruebas.
Aunque yo me vea tentado a claudicar,
a alejarme de ti cuando las cosas van mal,
mámenme seguro en tus manos.
En el nombre de Jesús, amén.
4
7 Elena G. de White, Palabras de vida del gran Maestro (Doral, Florida: IADPA, 2019), cap. 25,
p. 271.
4. Ver el rostro del Orfebre • 47
pueblo de Dios, dice: "Para que sometida a prueba vuestra fe, mu-
cho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba
con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea ma-
nifestado Jesucristo" (1 Ped. 1:7).
¿Quién le dará alabanza, gloria y honra a Jesucristo cuando se
manifieste? ¿No es el Universo que ha seguido esta gran lucha du-
rante más de seis mil años? Por toda la superficie de la Tierra se ven
millares de personas que son elevadas en el aire. Han experimenta-
do las más terribles pruebas, pero no se han dado por vencidas. El
Universo ha contemplado, a través de las tinieblas de nuestro mun-
do, resplandecer los brillantes actos de fe, todo gracias a lo que Jesús
hizo. El Universo ya no puede contenerse. Tiene que alabar al Salva-
dor. Jesús ha salvado a su pueblo; pero, más importante aún, ha sal-
vado al Universo del peligro del retorno de la batalla por el pecado.
Yo creo que el pueblo fiel, que mantiene su fidelidad bajo pre-
sión, es la evidencia más convincente de que Dios es bueno, justo y
recto. Aunque Job no comprendía muchas cosas acerca de sus sufri-
mientos, tenía una importante convicción: "Mas él conoce mi cami-
no; me probará, y saldré como oro" (Job 23:10). Pero me pregunto si
Job habrá captado las implicaciones de su lealtad, que "su paciente
resistencia vindicó su propio carácter, y de ese modo el carácter de
Aquel de quien era representante"8
Me siento cada vez más convencido de que honrar a Dios es el ob-
jetivo más elevado de mi vida. Por eso, Elena G. de White creía que
"la obra más importante que puede efectuarse en nuestro mundo
es glorificar a Dios, viviendo de acuerdo con el carácter de Cristo".9
3. Reflejar el carácter de Dios es importante porque es el punto
focal del Remanente. He tratado de expresar los argumentos para
vivir el carácter de Cristo en nuestro mundo. Por supuesto, vivir el
carácter de Jesús ha sido siempre un argumento muy importante en
la vindicación del carácter de Dios. Pero, llevemos esta idea un poco
más lejos, considerando específicamente a aquellos que viven en el
tiempo del fin.
La conexión entre el fin del tiempo y el carácter se enfatiza en las
últimas enseñanzas de Jesús a sus discípulos antes de su muerte. En
Mateo 25, Jesús les cuenta a sus discípulos tres parábolas: las diez
vírgenes, los talentos, y las ovejas y los cabritos. Las tres parábolas
describen la forma en que hemos de vivir en el tiempo que precede
Esto fue escrito en 1911, antes de las dos guerras mundiales, del
Holocausto, de Rwanda, de las Torres Gemelas, del tsunami asiáti-
co y del huracán Katrina. Si usted quiere compartir un testimonio
efectivo en medio de estas tinieblas, el carácter de Cristo en usted
ciertamente irradiará luz.
5. Reflejar el carácter de Jesús es importante porque es la más
elevada ambición de Dios para la comunidad de nuestra iglesia.
Una cosa es ser un individuo piadoso; otra muy diferente es ser pia-
doso en comunidad. Por lo tanto, estoy comenzando a creer que la
evidencia más convincente de la verdad de que el Padre es bueno,
justo y recto es cuando un grupo de personas, que puede ser que
no compartan nada naturalmente, y quienes a menudo se pongan
nerviosos cuando se tratan entre sí, se unen en amante unidad en la
comunidad cristiana que es la iglesia, algo que no puede atribuirse a
otra cosa que a la bondad y poder de Dios.
Pablo pone énfasis en la importancia de reflejar el carácter de
Jesús en comunidad en la Epístola a los Efesios. Él ha destacado
el hecho de que alcanzar la plenitud de Cristo es lo que el cuerpo
hace, como un proyecto común, con todos los dones espirituales
enfocados en ese propósito primordial. Como él dice: "Conforme al
propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, en quien
tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él;
por lo cual pido que no desmayéis a causa de mis tribulaciones por
vosotros, las cuales son vuestra gloria" (Efe. 3:11-13).
Como Pablo acaba de mostrarnos, Jesús vendrá a buscar a su
cuerpo, no a una colección de partes de cuerpos desconectadas.
Nuestra comunidad, la iglesia, debe también tener el carácter de
Cristo, profundamente interiorizado en su ser. Entonces daremos
un testimonio auténtico. Cuando el resto del mundo se esté derrum-
bando, ¿de qué otra manera podría usted explicar que tan amplia
variedad de individuos, conservados unidos por el amor, no es una
manifestación del poder sobrenatural de Dios? ¿Quién sabe lo que
Dios podrá hacer con nosotros entonces? ¿Podría una comunidad
de testigos de ese tipo trastornar al mundo? Yo sé que eso ocurrió
en Pentecostés. Quizás haya llegado el tiempo de que esa gloriosa
posibilidad se convierta en una abrumadora realidad otra vez.
Padre:
Anhelo reflejar tu carácter, hasta las partes más íntimas de mi ser.
Que mi vida sea un testimonio ante el Universo de quién eres tú.
Ayúdame a tener valor en este proceso, sabiendo que lo único que
realmente cuenta es que tú seas revelado y, por lo tanto, glorificado
a través de mí.
En el nombre de Jesús, amén.
Elevando la temperatura
Para la mayoría de nuestras preguntas, tendremos que esperar
hasta que lleguemos al cielo para que Dios nos diga por qué obró
como lo hizo. Pero, una cosa es clara: Dios nos permite experimen-
tar grandes presiones en el crisol porque anda en busca de personas
que tengan un carácter semejante al de Cristo y que estén dispuestas
a servir.
A. W. Tozer ciertamente creía esto acerca del servicio. Él decla-
ró, en cierta ocasión, que "es muy dudoso que Dios pueda ben-
decir grandemente a un hombre hasta que lo haya hecho sufrir
profundamente".1
Alian Redpath enfatiza esta idea, al decir que, "cuando Dios
quiere hacer una tarea imposible, toma a una persona imposible y la
tritura".12 Pero, ¿usa Dios su crisol para "moler" a las personas?
Es obvio que Isaías creía que así era cuando habló de la venida
del Mesías: "Pero el Señor quiso quebrantarlo y hacerlo sufrir" (Isa.
53:10, NVI).
Es posible que pienses que el de Jesús fue un caso especial. Pero,
la Biblia registra muchos ejemplos en los que se ve a Dios poner a sus
amados hijos en crisoles extremadamente calientes, y todavía eleva
los grados del calor. Considera las siguientes razones por las que
Dios sube los grados del calor del crisol de su pueblo, poniéndolo así
bajo presiones extremas.
Padre:
¿En realidad actuarías como hemos venido analizando
para formarme a fin de ser más semejante a ti?
¿De verdad harías cualquier cosa para traerme de nuevo a tu redil?
Abre mis ojos, para que yo pueda ver tu amor en todo tiempo,
y ser útil para tu Reino; fortalece mi fe, para que yo pueda confiar
en ti, aunque parezca imposible.
En el nombre de Jesús, amén.
6
1 Richard J. Foster, Celebration of Discipline (Nueva York: Harper Collins Publishers, 1998), p.
8.
6. "Luchando con la fuerza de Cristo" • 67
una ilustración de la forma en que Dios puede sanar las heridas más
profundas de nuestra vida.
Elena G. de White, Mente, carácter y personalidad (Doral, Florida: IADPA, 2007) t. 2, p. 328.
68 • En el c r iso l c o n Cr ist o
4Elena G. de White, Alza tus ojos (Doral, Florida: IADPA, 2018), p. 110.
74 • En el c r iso l c o n Cr ist o
Padre:
Vivir en el crisol es difícil.
Pero, por favor, que nunca olvide yo tu presencia conmigo;
que nunca vacile en caer a tus pies, con una disposición
a arrepentirme, a aprender y a obedecer.
Por favor, concédeme la fortaleza de una mente
disciplinada que pueda mantenerse firme
contra las presiones de la cultura en que vivo.
Esperanza indestructible
E
n capítulos anteriores, hemos explorado la forma en que Dios
usa el crisol con el santo propósito de refinar su carácter den-
tro de nosotros. Es posible que Dios nos haga pasar por el
crisol porque ve algo específico que desea arreglar en noso-
tros. Sin embargo, podemos pasar por el crisol como resultado direc-
to de nuestras oraciones o de nuestro crecimiento espiritual. "Muchas
veces, cuando pedimos en oración las gracias del Espíritu, Dios, para
contestar nuestras oraciones, obra de tal modo que nos coloca en
circunstancias para desarrollar esos frutos; pero no entendemos su
80 • En el c r iso l c o n Cr ist o
Esperanza
Orange, la compañía europea de teléfonos celulares, tiene un
lema muy pegajoso para su compañía: "El futuro es brillante: el fu-
turo es Orange" Su campaña de mercadeo ha sido muy hábil para
tocar el deseo que tiene todo corazón humano: un futuro brillante y
positivo. Orange está tratando de vender teléfonos celulares con es-
peranza, tratando de persuadir a los posibles compradores de que, si
poseen uno de esos teléfonos, empezarán de inmediato a vivir una
vida llena de esperanza. Pero ¿dónde halla el cristiano su esperanza?
Muchas veces, la gente cree que un futuro brillante dependerá de
una elevada cuenta bancaria, una carrera prometedora, o una bue-
na reputación. Es posible que, como cristianos, digamos que buscar
esas cosas es una necedad, pero muchos de nosotros las buscamos
de todos modos. Sin embargo, hay una falsa señal que incluso algu-
nos cristianos serios siguen en la búsqueda de un futuro brillante
basado en el conocimiento de la voluntad de Dios: "Si tan solo cono-
ciera la voluntad de Dios para mi vida -dicen-, tendría paz".
A todos aquellos que están tratando de encontrar seguridad al
conocer la voluntad de Dios para su vida, Oswald Chambers les pre-
senta una perturbadora verdad: "¿Le has estado preguntando a Dios
lo que va a hacer? Nunca te lo dirá. Él no te cuenta lo que va a hacer;
te revela quién es él".3
Creo que Chambers tiene razón. Por supuesto, queremos hacer la
voluntad de Dios en nuestra vida, pero descubrir y practicar la volun-
tad de Dios no es como encontrar una cartera perdida que, con mu-
cho gusto, volvemos a ponernos en el bolsillo. La esperanza no viene
porque hemos hallado "algo", sino porque tenemos confianza en "Al-
guien": Dios mismo. Por tanto, en este capítulo vamos a analizar cua-
tro razones para tener esperanza, y hallaremos que cada una es una
faceta de quién es nuestro Padre: Dios mismo es nuestra esperanza.
cuando suba al pueblo el que lo invadirá con sus tropas" (Hab. 3:16).
Hay un proverbio africano que dice: "Cuando dos elefantes pe-
lean, es la hierba la que queda pisoteada" Es seguro que en el crisol
nos sentiremos como si estuviéramos siendo pisoteados, pero siem-
pre lucharemos con los problemas si olvidamos ver el cuadro más
grande de los elefantes peleando.
Desde muy temprano en mi ministerio, asistí a una reunión de
pastores interconfesionales. Enseñaron cuán importante es para la
gente posmoderna comprender la Biblia como una historia única y
completa. El maestro destacó las que creía que eran las cinco partes
esenciales de esta historia de la cual dependen todas las otras histo-
rias de la Biblia. Las partes son:
• La Creación.
• La caída del hombre.
• La vida, la muerte y la resurrección de Jesús.
• El Juicio.
• La Segunda Venida.
Sin embargo, a mí me gustaría añadir dos partes esenciales que
actúan como la portada y la contraportada de un libro:
• La caída de Satanás en el cielo en el mismo principio de la histo-
ria.
• La destrucción de Satanás y sus ángeles en el lago de fuego al final
de la historia.
Esto me ayuda a no olvidar nunca la naturaleza sobrenatural de
la historia, y también me ayuda a saber cómo terminará el problema
del dolor. Pero, lo más importante es que me recuerda que Dios es
soberano sobre todas las cosas.
La soberanía de Dios es la que ayudaba a Habacuc para seguir
adelante bajo presión. A mí me gusta Habacuc porque expresa muy
bien lo que está en mi mente. En los primeros dos capítulos de su
libro, Habacuc clama a Dios por las terribles cosas que están ocu-
rriendo y se pregunta por qué Dios no interviene y salva a su pueblo.
Pero Dios le dice que las cosas van a empeorar. Pobre Habacuc, está
preso entre la tiranía de los asirios y la amenaza incluso peor de los
babilonios que se aproximan.
Sin embargo, al final del libro, Habacuc concluye: "Aunque la
higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el pro-
ducto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas
sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo,
yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación"
(Hab. 3:17, 18).
7. Esperanza indestructible • 83
Pero ¿cómo pudo Habacuc llegar a esa conclusión? Creo que se
debió a que, con el tiempo, logró captar la historia completa. Aun-
que los babilonios vendrían con gran violencia, Dios le prometió a
Habacuc que finalmente los destruiría, y que lo mantendría vivo a
él. Nosotros conocemos la historia completa. Es posible que tam-
bién nosotros estemos atrapados entre la terrible violencia y la co-
rrupción moral que nos rodea, y la advertencia profética de que las
cosas van a empeorar. Pero Dios nos ha dicho el final de la historia.
Él es el Soberano de toda la historia. Por lo tanto, tenemos todas las
razones para vivir con esperanza.
2. Le hago frente al futuro, con esperanza, porque mi Padre
está presente. "Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta
el fin del mundo. Amén" (Mat. 28:20).
Siempre he recordado a un compañero de estudios de mi ami-
go, que decía: "Cuando Dios parece estar lejos, ¿quién se alejó de
quién?". Esto es muy cierto. Aveces estamos tan ocupados que pen-
samos que Dios se ha ido a alguna parte. Por supuesto, él no se ha
ido a ninguna parte. Está a nuestro lado, ansioso de comunicarse
con nosotros. Pero, como vivimos una vida muy apurada, con fre-
cuencia perdemos contacto con la realidad de la presencia de Dios.
Sin embargo, el hermano Lawrence encontró una forma de mante-
nerse en contacto con Dios a pesar de la prisa con que todo giraba
a su alrededor. Él vivió en el año 1600 d.C. y, después de estudiar
las ideas de otras personas en cuanto a cómo tener una relación con
Dios, las encontró confusas e inútiles. Impulsado por el ardiente
deseo que tenía de vivir completamente para Dios, decidió que iba
a vivir como si solo él y Dios vivieran en este mundo. En una carta,
explicó que "en todo el tiempo, cada hora, cada minuto, incluso a
la hora más ocupada de mis negocios, expulso de mi mente todo lo
que puede desconectar mi pensamiento de Dios".4
El hermano Lawrence trató de hacer de la presencia de Dios un
hábito en su vida. No intentó evitar a la gente ni vivir una vida fuera
de la realidad. Más bien, su intención fue permitir que la presencia
de Dios fuera tan real y fuerte en su mente que la manera de pensar
y de vivir de Dios modelara la forma en que vivía con las personas
que lo rodeaban.
Cuando el hermano Lawrence estaba orando, pensaba en sí mis-
mo de diversas maneras. En esta cita describe cómo lo hizo y explica
su propósito final: "Algunas veces me consideré frente a él como un
Ver al Invisible
bies de poca fe, que no tenéis pan?" (Mat. 16:8). Parece que Jesús
reprendía con un poco de dureza.
Por contraste, Jesús siempre reconocía y felicitaba a quienes te-
nían una fe genuina. Si solo consideramos las historias en Mateo,
vemos que Jesús manifiesta asombro ante la fe del centurión (8:10).
Luego, afirma que la curación del paralítico se debió a su fe (9:2).
Lo mismo hizo con la mujer enferma y con los dos hombres ciegos
(9:22, 29) y la hija poseída por un demonio (15:28).
Jesús destacó deliberadamente la visibilidad de la fe, porque la fe
determina si el poder de Dios entrará y transformará nuestra vida
o no. Los discípulos supieron con toda claridad que no pudieron
echar a un demonio "por vuestra poca fe" (Mat. 17:20). De hecho, el
pueblo entero de Nazaret sufrió, porque Jesús "no hizo allí muchos
milagros, a causa de la incredulidad de ellos" (Mat. 13:58). Jesús ex-
presó palabras fuertes con respecto a la fe porque sabía muy bien
que la falta de fe y el poder transformador del Cielo eran, y son,
completamente incompatibles.
Lo mismo ocurre hoy. Nuestra capacidad para mantenernos en la
senda que conduce a la casa del Pastor y para que nuestra vida refleje
(o no) más claramente el carácter de Jesús depende de nuestra fe.
¿Qué es la fe?
Antes de seguir adelante, necesitamos definir qué es la fe. El libro
de Hebreos da una definición sencilla: "Es, pues, la fe la certeza de
lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Heb. 11:1). Pero,
vivir de acuerdo con esa certeza no es tan fácil como podría parecer.
¿Cómo podemos tener certeza con respecto a las cosas invisibles?
Es posible que tengamos confianza en el Dios invisible cuando las
cosas van bien, pero cuando entramos en el crisol vacila nuestra fe
en él. El crisol, por su misma naturaleza, nos hace dudar, e incluso
desesperarnos, porque nuestro amante Padre raramente da alguna
evidencia de su presencia y de su obra en nuestro favor. Podemos
orar mucho, pero al parecer no hay ninguna prueba de que está con
nosotros. Todo lo que vemos son tinieblas.
8. Ver al Invisible *95
La fe es la puerta al hogar
No me gusta terminar un capítulo volviendo hacia atrás, pero me
gustaría destacar un asunto para que lo consideres mientras meditas
acerca de la fe. Cuando Israel no pudo entrar en la Tierra Prometida,
por temor a los gigantes que supuestamente estaban allí, llegaron
a una crisis de fe (Heb. 3:19). Dios había dicho claramente que él
104 • En el c r iso l c o n Cr ist o
les daría la tierra, pero sus ojos los convencieron de que eso no era
posible. Las cosas comenzaron a deteriorarse cuando los infieles se
volvieron contra Moisés y Aarón: "Entonces toda la multitud habló
de apedrearlos. Pero la gloria de Jehová se mostró en el tabernáculo
de reunión a todos los hijos de Israel, y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta
cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán,
con todas las señales que he hecho en medio de ellos?" (Núm. 14:10,
11).
Como resultado, toda la nación fue condenada a la disciplina del
desierto durante cuarenta años. Cuando finalmente entraron en la
Tierra Prometida bajo la dirección de Josué, entraron por fe. Al prin-
cipio del libro de Josué dice que Dios le ordenó al nuevo dirigente
que preparara al pueblo para entrar en la tierra que les había pro-
metido. Así que, Josué les ordenó que se prepararan. Solo cuando se
pusieron de pie, con su ropa de viaje, Dios les explicó lo que debían
hacer a continuación. Les ordenó a los sacerdotes ir y pararse en el
centro del Jordán. "(Porque el Jordán suele desbordarse por todas
sus orillas todo el tiempo de la siega), las aguas que venían de arriba
se detuvieron como en un montón" (Jos. 3:15,16). Meterse en un río
desbordado era o suicida o inspirado. En este caso, era de acuerdo
con la voluntad de Dios. Por fe en la Palabra de Dios, las aguas se
abrieron y toda la nación entró en la Tierra Prometida.
Debo admitir que me perturba la reflexión que hace Elena G.
de White, escrita hace muchos años: "No era voluntad de Dios que
Israel peregrinase durante cuarenta años en el desierto; lo que él
quería era conducirlo a la tierra de Canaán y establecerlo allí como
pueblo santo y feliz. (...) Asimismo, no era la voluntad de Dios que la
venida de Cristo se dilatara tanto, y que su pueblo permaneciese por
tantos años en este mundo de pecado e infortunio. Pero la incredu-
lidad lo separó de Dios. Como se negara a hacer la obra que le había
señalado, otros fueron los llamados para proclamar el mensaje".3
¿No será que estamos aquí todavía, no porque las profecías to-
davía no se han cumplido, o porque los seres celestiales todavía ne-
cesitan ser convencidos de la maldad de Satanás, sino por causa de
nuestra incredulidad en las palabras de Dios?
Lo que sí sé con certeza es que los que vivan en los últimos días
estarán vivos por su fe. No será fácil, porque el crisol estará muy
caliente. Pero aquellos que pacientemente "¡obedecen los manda-
mientos de Dios y se mantienen fieles a Jesús!" (Apoc. 14:12, NVI)
3 Elena G. de White, El conflicto de los siglos (Doral, Florida: IADPA, 2011), cap. 27, p. 451.
8. Ver al Invisible • 105
cantarán "un himno nuevo delante del trono y de los cuatro seres
vivientes y de los ancianos Son los que siguen al Cordero por
dondequiera que va. Fueron rescatados como los primeros frutos de
la humanidad para Dios y el Cordero. No se encontró mentira algu-
na en su boca, pues son intachables" (Apoc. 14:3-5, NVI).
La fe es sumamente importante. Es lo que levanta nuestros ojos
para ver la faz de Jesús y produce el milagro divino de la transforma-
ción en nuestra vida. Y la fe nos llevará seguros a la Patria celestial.
Padre:
Anhelo tener una fe que se aterre fuertemente a tus palabras,
y se sostenga firme hasta que tus promesas se cumplan.
Concédeme una fe fresca y viviente, una fe que no se base en lo que
veo con mis ojos físicos, sino que vea claramente la faz de Jesús.
En el nombre de Jesús, amén.
9
V
olaba de regreso de Akureyri, en el norte de Islandia, en un
avión de propulsión a hélice. Como el tiempo era muy
bueno, el capitán anunció que volaría más bajo de lo acos-
tumbrado para que pudiéramos ver mejor el maravilloso
panorama: montañas escarpadas cubiertas con una gruesa capa de
nieve fresca. Acababa yo de leer un librito titulado If [Si], escrito por
Amy Carmichael. Al final de su libro, ella dice que el amor de Dios es
como un río que siempre lleva agua. Día tras día, las aguas fluyen.
Siempre es el mismo río, pero el agua, el amor, es siempre nuevo.
Pensando en esto, me asomé por la ventana. A la distancia había una
enorme catarata que caía por la montaña. Entonces, escuché algo así
108 • En el c r iso l c o n Cr ist o
Segundo principio
para alabar a Dios bajo presión: Practícalo
Así como la alabanza dentro del crisol es con frecuencia un acto de fe, así
también alabar a Dios contra nuestros sentimientos es algo que debe prac-
ticarse. Fue Mark Twain quien dijo, refiriéndose a quitarse un mal hábito:
"Un mal hábito no puede tirarse por la ventana; debe llevárselo escalera
abajo, escalón tras escalón". Creo que lo contrario es verdad. Debemos ayu-
dar a los buenos hábitos a subir las escaleras de la mente y de la vida, un
escalón a la vez. Lo mismo ocurre con el hábito de la alabanza.
Se considera que Charles Haddon Spurgeon, pastor británico que vivió
en el siglo XIX, fue uno de los más grandes predicadores de todos los tiem-
112 • En el c r iso l c o n Cr ist o
1C. H. Spurgeon, The Practice of Praise (New Kensington, Pensilvania: Whitaker House, 1995),
cap. 1.
2 Elena G. de White, El ministerio de curación, cap. 18, p. 167.
3 Philip Yancey, Soul Survivor, p. 132.
114 • En el c r iso l c o n Cr ist o
Optimismo eterno
La fe, entonces, pone el fundamento para la alabanza, porque la
fe da razones al corazón para tener optimismo. Hubo un interesan-
te estudio en la revista Time sobre los efectos del optimismo en la
vida de las personas. Una compañía de seguros llamada Metropoli-
tan Life estaba empleando cinco mil vendedores al año, al costo de
treinta mil dólares al año cada uno. El problema era que la mitad de
todos los elegidos abandonó el puesto al final del primer año, y cua-
tro de cada cinco abandonaron el trabajo al final del cuarto año. La
razón por la que muchos vendedores dejaron el trabajo fue porque
vender seguros implica la posibilidad de que te den con la puerta en
las narices repetidamente. Con la obvia necesidad de reducir costos
de entrenamiento, la compañía quería saber si era posible identificar
potenciales vendedores que serían menos probables de abandonar
el puesto al hacer frente a circunstancias desagradables.
Martin Selignan, psicólogo de la Universidad de Pennsylvania,
llevó a cabo un experimento entre quince mil de los nuevos emplea-
dos de la compañía. Todos los empleados realizaron dos tests espe-
ciales. El primer test era el que siempre usaba la compañía, mientras
que el segundo fue diseñado para medir el optimismo. Selignan
descubrió que aquellos que tenían niveles elevados de optimismo
hicieron mejor trabajo, aunque algunos habían reprobado el test re-
gular de la compañía. De hecho, los optimistas vendieron 21 % más
que los pesimistas el primer año y 57 % en el segundo. Concluyó
que una de las razones por las que la gente tiene éxito donde otros
fracasan es porque atribuyen su fracaso a algo que pueden cambiar,
y no a algo que son incapaces de vencer.4
Si esto es cierto, entonces quizá los cristianos deberían ser los
mejores vendedores de seguros que el mundo haya visto jamás. Aun-
que hacer este paralelismo con el éxito en la venta de seguros de vida
eterna es digno de una reflexión cuidadosa, quiero destacar el hecho
Padre:
Enséñame a alabarte en todo tiempo y ocasión, a regocijarme en ti.
No solo por lo que has hecho, sino también por lo que has prome-
tido, sea que ande en la luz o en las tinieblas, que me regocije en ti,
porque estás cerca. Que tu paz guarde mi corazón y mi mente. .
En el nombre de Jesús, amén.
10
Templanza en el crisol
Características de la mansedumbre
¿Cómo es ésta la más difícil de las gracias del Espíritu? Para mí,
no es fácil de explicar, pero permítame intentarlo, al construir un
cuadro con cuatro diferentes facetas.
1. La mansedumbre busca continuamente gracia y miseri-
cordia para los impíos. La Biblia nos dice que Moisés fue el más
manso de los hombres que hayan vivido alguna vez (Núm. 12:3).
¿Por qué fue considerado el más manso de todos los hombres?
Al leer toda su historia, veo que Moisés hace algo una y otra vez:
ora por los impíos. Pidió a Dios que fuera misericordioso con ellos,
aunque sus quejas injustas eran dirigidas contra él personalmente.
Aquí están seis ocasiones en las que ocurrió esto.
122 • En el c r iso l c o n Cr ist o
Fe en la soberanía de Dios
Creer que la soberanía de Dios nos capacita para soportar la in-
juria con paciencia y sin resentimiento significa que tenemos que
creer que Dios es soberano sobre todas las cosas. Sin embargo,
como estudiante universitario, se me enseñó que Dios estaba a car-
go de las cosas grandes, pero me deja las cosas pequeñas para que
yo las maneje. Todos estábamos familiarizados con la declaración
de Jesús: "¿No se venden dos gorriones por una monedita? Sin em-
bargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin que lo permita el Padre; y él
les tiene contados a ustedes aun los cabellos de la cabeza. Así que
no tengan miedo; ustedes valen más que muchos gorriones" (Mat.
10:29-31, NVI). Y, sin embargo, de alguna manera, esto había sido
tomado metafórica, no literalmente.
Esa idea me molestaba, porque yo siempre había creído que Dios
estaba íntimamente involucrado en todo. Me tomó cierto tiempo
aceptar que lo que me habían enseñado era erróneo. Con el paso
del tiempo, he quedado asombrado al comprobar que Dios está ín-
timamente involucrado en los más pequeños detalles de mi vida.
Un día, mientras esperaba un vuelo a las Islas Weestman, que
están cerca de la costa de Islandia, donde debía predicar, se me re-
cordó que Dios tiene completa soberanía sobre mi vida. Llegué al
aeropuerto temprano y deseaba ocupar el tiempo que debía esperar
haciendo algo útil. "¿Qué hago, Padre?", dije en mi mente. Según yo,
130 • En el c r iso l c o n Cr ist o
Padre:
Cuando alguien me insulte, o encuentre oposición, que yo pueda
mantenerme en silencio, y permitir que tú me juzgues.
Quítame el deseo de vengarme, aunque sienta que la venganza
sería justificada. Pero reemplaza la venganza con tu amor, tu amor
que yo muestre a través de mis acciones y a través de mi interce-
sión, pidiendo el mayor bien para aquellos que se me oponen.
En el nombre de Jesús, amén.
11
Aguardar en el crisol
Fe en el cronograma de Dios
La historia de la paciencia de David para llegar a ser rey es un
ejemplo fascinante de un joven que decidió que no se apoderaría de
las promesas de Dios antes del tiempo que él había señalado.
Después de que Saúl empezara a alejarse de Dios, el Señor envió
a Samuel a ungir a un nuevo rey. Dios lo dirigió a la casa de Isaí,
donde el adolescente David fue señalado como el elegido.
¿Pueden imaginarse cómo se sentía David? Un adolescente ungi-
do para ocupar la posición más poderosa bajo la dirección de Dios
¿llamado a ser rey del pueblo de Dios?
¡Si aquello me hubiera ocurrido a mí, no habría dormido mu-
cho aquella noche! Mi mente se habría atascado con toda suerte
de ideas, estrategias, planes, sueños; ¡qué futuro me esperaba! ¡Qué
riqueza, qué privilegio, qué responsabilidad de dirigir, y dirigir con
sabiduría divina! Noche tras noche habría soñado lo que iba a ha-
cer. Quizás habría esperado recibir un poco más de respeto de parte
de mis hermanos. Y, ¿cuándo ocurriría todo aquello?
Pero David volvió al campo a pastorear las ovejas.
Tiempo más tarde, mientras David todavía estaba pastoreando
las ovejas, un mensajero llegó a su casa y le pidió que fuera al pa-
lacio para tocar su arpa frente al rey. Saúl se sentía muy mal, y uno
de sus consejeros le contó que David podía tocar una música muy
tranquilizadora. Podemos imaginar a David pensando: "¿Es este el
principio del camino que conduce al trono?". Muy poco tiempo des-
pués, el rey Saúl lo hizo su escudero de armas.
Las cosas comenzaron a moverse lentamente. David mató dra-
máticamente a Goliat, se distinguió en la batalla, y se le dio un ele-
vado puesto de mando en el ejército. David actuó muy bien y todo el
pueblo comenzó a proclamar sus triunfos. Su amistad con Jonatán
creció, pero durante ese tiempo Saúl se puso celoso por los triunfos
de David y empezaron sus intentos de matarlo. Pero tanto Jonatán
como Saúl sabían lo que iba a ocurrir. "No temas -le dijo Jonatán-,
pues no te hallará la mano de Saúl mi padre, y tú reinarás sobre Is-
rael, y yo seré segundo después de ti; y aun Saúl mi padre así lo sabe"
(1 Sam. 23:17).
140 • En el c r iso l c o n Cr ist o
Aquí está el punto interesante. David sabía que él iba a ser rey.
Jonatán sabía que David sería rey. Incluso Saúl admitió más tarde
ante David que él iba a ser rey. Pero David nunca hizo nada para
promoverse para llegar a ser rey.
De hecho, parecía correr en la dirección opuesta. Un día en
que Saúl andaba persiguiéndolo, por casualidad entró en una cue-
va donde David y sus soldados estaban escondidos. Qué hermosa
oportunidad se le presentó a David para matar al hombre que lo es-
taba persiguiendo. Ahora podrían cumplirse las promesas de Dios.
Sin embargo, en vez de matar a su enemigo, David le cortó un peda-
cito del borde del manto. Pero "después de esto se turbó el corazón
de David, porque había cortado la orilla del manto de Saúl. Y dijo a
sus hombres: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi Señor, el
ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el
ungido de Jehová. Así reprimió David a sus hombres con palabras,
y no les permitió que se levantasen contra Saúl. Y Saúl, saliendo de
la cueva, siguió su camino" (1 Sam. 24:5-7).
Imagina la escena. Saúl estaba tratando de matar a David. ¡Y Da-
vid tuvo una gran oportunidad de matar a su enemigo, pero se sen-
tía muy mal por haberle cortado la orilla de su manto!
Y ocurrió otra vez. Saúl andaba en otra expedición procuran-
do matar a David. David y Abisai se acercaron donde Saúl dormía.
Abisai le hizo una oferta a David:
Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tu mano;
ahora, pues, déjame que le hiera con la lanza, y lo en-
clavaré en la tierra de un golpe, y no le daré segundo
golpe. Y David respondió a Abisai: No le mates; porque
¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová,
y será inocente? Dijo además David: Vive Jehová, que
si Jehová no lo hiriere, o su día llegue para que muera,
o descendiendo en batalla perezca, guárdeme Jehová
de extender mi mano contra el ungido de Jehová. Pero
toma ahora la lanza que está a su cabecera, y la vasija
de agua, y vámonos (1 Sam. 26:7-11).
Yo me pregunto: ¿Cuántos de nosotros nos habríamos sentido
justificados de apoderarnos de la corona de Saúl? El mensaje de la
vida de David es claro. Las promesas de Dios se disfrutan mejor
cuando las recibimos de sus propias manos, en su propio modo y
en su propio tiempo.
11. Aguardar en el crisol • 141
El problema del apresuramiento
Cuando nos apresuramos y nos adelantamos al programa de
Dios, perdemos de vista su voluntad para nosotros. Especialmen-
te cuando estamos en el crisol, hay varias emociones que se arre-
molinan en nuestro corazón y procuran alejarnos del propósito de
Dios. Considera cuánto perdieron estas personas por causa de la
impaciencia:
Jonás: Perdió de vista la voluntad de Dios a causa de un ego
herido e impaciente. Pobre Jonás. El mensajero de la gracia y la
misericordia de Dios había predicado la palabra de Dios a la ciudad
de Nínive, y por desgracia para él, se había producido un reaviva-
miento. "Pero esto disgustó mucho a Jonás, y lo hizo enfurecerse.
Así que oró al Señor de esta manera: '¡Oh, Señor! ¿No era esto lo que
yo decía cuando todavía estaba en mi tierra? Por eso me anticipé a
huir a Tarsis, pues sabía que tú eres un Dios bondadoso y compa-
sivo, lento para la ira y lleno de amor, que cambias de parecer y no
destruyes. Así que ahora, Señor, te suplico que me quites la vida.
¡Prefiero morir que seguir viviendo!'" (Jon. 4:1-3, NVI).
Jonás estaba enojado por el perdón de Dios, porque creía que lo
hacía aparecer como falso profeta. Un poco después, Jonás se enojó
otra vez con Dios cuando la planta que le había dado para proteger-
lo del ardiente sol se secó por causa de un gusano:
"Pero Dios le dijo a Jonás:
"-¿Tienes razón de enfurecerte tanto por la planta?
"-¡Claro que la tengo! -le respondió-. ¡Me muero de rabia!"
(Jon. 4:9, NVI).
¡Duras palabras de un profeta contra su Creador! El ego de Jonás
estaba tan herido que se apresuró a pasar más allá de la posibilidad
de llegar a convertirse en un espectáculo de la gracia de Dios. En vez
de eso, escenificó uno de los dramas más lamentables de todos los
tiempos y se convirtió en un profeta extraño, que ha causado per-
plejidad a través de toda la historia.
Elias: Perdió de vista la voluntad de Dios por una impacien-
cia impulsada por el temor. Después de la grandiosa confronta-
ción que dirigió en el Monte Carmelo, Elias corrió bajo la lluvia y
los relámpagos enceguecedores para guiar al rey Acab de regreso a
su palacio. Tan pronto como Acab llegó a su palacio, corrió en busca
de su esposa, la impía Jezabel: "Acab dio a Jezabel la nueva de todo
lo que Elias había hecho, y de cómo había matado a espada a todos
los profetas. Entonces envió Jezabel a Elias un mensajero, diciendo:
142 • En el c r iso l c o n Cr ist o
Padre:
Enséñame la paciencia, porque me mantiene cerca de ti.
Enséñame a entender la perfección de tu programa de trabajo;
a descansar tranquilamente en el conocimiento dé que todas las
cosas de mi vida están bajo tu amante cuidado.
Enséñame que incluso tus pausas tienen significado y propósito.
En el nombre de Jesús, amén.
12
L
te. Sin embargo, la Biblia, incluso en las versiones modernas,
usa la palabra con mucha frecuencia. Ezequías invitó al pue-
blo de Dios a someterse a su Señor: "No sean tercos, como sus
antepasados. Sométanse al Señor" (2 Crón. 30:8, NVI). Dios deplora
el hecho de que: "Israel no me quiso a mí" (Sal. 81:11). Pablo se afli-
ge porque la mente natural "no se somete a la ley de Dios" (Rom. 8:7,
NVI); y usa a la iglesia como modelo para nuestra vida porque se
"sujeta a Cristo" (Efe. 5:24). Santiago nos invita a todos a sometemos
"a Dios" (Sant. 4:7).
En nuestro mundo y en nuestro tiempo, la palabra "sumisión"
suena dura e injusta; pero no es así como lo entiende la Biblia cuan-
do dice que debemos someternos a Dios. Es una sumisión a la per-
sona de Dios, y consiste en abandonar nuestro humanismo por su
santidad y abandonar nuestros sueños para adoptar sus planes. Amy
Carmichael sugiere que otra palabra para, ayudarnos a entender la
sumisión es "aceptación".1
Luego, me llené de ira. "¿Por qué me haces esto? -le dije a Dios a
gritos-. Ya me habías quitado todo, y ahora me estás quitando mi
salud otra vez, lo único que me quedaba en qué apoyarme. No es
justo". Mi batalla espiritual, cotidiana, con Dios, era tan intensa que,
para la hora en que me iba a la cama, ya estaba físicamente exhausto.
Esta batalla duró unos dos meses. Finalmente, un día, le dije al
Señor a gritos y con lágrimas ardientes: "Mira, ya me quitaste todo
lo que tenía: mi salud, mi reputación, mi empleo y mis sueños. ¡Ya
no tengo nada!".
La voz del Espíritu Santo era inconfundible: "Sí, ese es el propó-
sito. Quiero que te quedes sin nada".
Quedé asombrado y apabullado. ¿Quería Dios que yo me queda-
ra sin nada?
Nada, absolutamente.
Venimos a Dios con mucho que ofrecerle, pero muchas veces
nuestra humanidad se interpone en el camino. Por lo tanto, nuestro
Padre usa con frecuencia el crisol para ayudarnos a despojarnos de
las cosas que nos incitan a depender de nosotros mismos, en vez de
depender completamente de él. Como dice Charles Swindoll: "Ser
despojado de todos los sustitutos es la experiencia más dolorosa de
la Tierra".3
Cierta vez, estaba hablando con un estudiante que apenas co-
menzaba sus estudios de Teología. Siempre me siento curioso por
saber por qué los jóvenes deciden estudiar para ser pastores, pues
siempre hay una historia interesante detrás de la decisión. Pero, en
esta ocasión, la respuesta me tomó por sorpresa.
-¿Qué fue lo que te hizo decidir estudiar para ser pastor? -le
pregunté.
-Bueno -respondió el joven estudiante-, creo que tengo mucho
que ofrecer.
Me quedé tan asombrado que no pude decir nada. Quería gritar:
¿Y a quién le importa lo que tengas que ofrecer? ¡Lo que la gente
necesita escuchar es lo que Dios tiene que ofrecer! Por fortuna, mi
boca permaneció cerrada. Pero, la verdad es que Dios quiere dejar-
nos sin nada, para que él pueda ser el todo.
3 Charles Swindoll, David: A Man of Passion & Destiny (Dallas: Word Publishing, 1997), p. 70.
12. Morir como una semilla • 153
4 Elizabeth Elliot, Passion and Purity (Grand Rapids, Michigan: Fleming H. Revell, 1984), pp.
162-165.
5 Oswald Chambers, En pos de lo supremo, lectura del 15 de enero.
12. Morir como una semilla • 155
Elizabeth Elliot, Questfor Love (Grand Rapids, Michigan: Fleming H. Revell, 1996), p. 182.
156 • En el c r iso l c o n Cr ist o
Padre:
Someterse a ti parece arriesgado, porque serás tú, no yo,
quien dirija mi futuro desde ahora en adelante.
Enséñame a confiar en tu bondad y tu fidelidad.
Toma todo lo que soy, y tengo,
para que tú y tu Reino sean glorificados en mí.
En el nombre de Jesús, amén.
13
Cristo en el crisol
E
n los primeros seis capítulos de este libro, consideramos la
difícil verdad de que nuestro Padre no solo permite que su-
framos; puede ser que también nos conduzca a situaciones
donde él sabe con anticipación que sufriremos. Esta no es la
obra de un Dios maligno que desea enajenamos de él. Es, más bien,
el plan de un Padre amante que responde a nuestro deseo de ver su
carácter reflejado en el mismo núcleo de lo que somos. Fuimos dise-
ñados para reflejar el carácter de Dios; por lo tanto, hasta que esto
ocurra, nunca daremos el glorioso testimonio de la bondad y el amor
de Dios para los cuales fuimos originalmente creados. Pero, para per-
sonas desesperadamente pecaminosas, que viven en un mundo des-
esperadamente pecaminoso, este proceso muy raramente es placente-
ro o fácil.
Luego, en los últimos seis capítulos, hemos considerado seis gra-
cias, o características de Dios mismo, que, con frecuencia, maduran
dentro del ardiente crisol del refinamiento.
162 • En el c r iso l c o n Cr ist o
1 Nancy Gibbs, “Noon in the Garden of Good and Evil”, Time (17 de mayo de 1999).
13. Cristo en el crisol • 163
la escuela secundaria de Columbine fue obra directa de este mal.
Ambas familias creen que, cuando Dylan Klebol y Eric Harris se
acercaron a sus bijas, la pregunta fue la misma:
-¿Crees en Dios?
Se informa que Cassie replicó:
-Sí.
También Rachel dijo sí, a lo que la respuesta fue:
-Entonces ve a reunirte con ella ahora.
El padre de Cassie, Brad Bernall, considera que Columbine no
fue un lugar elegido al azar ni tampoco un acto de locura, sino un
acto deliberado de Satanás contra los cristianos. En una entrevista,
Brad dijo:
-Sinceramente creo que lo que ocurrió en Columbine aquel día
fue una batalla espiritual. Fue un clímax, y Satanás estaba tratando
de tomar su posición, y Dios iba a responderle, y lo hizo. Luego Brad
contó la historia de un muchacho que con el tiempo quedó paralí-
tico de la cintura para abajo. La madre del muchacho le dijo que,
después de que su hijo recibió el disparo, un enorme ángel apareció
ante él, miró hacia abajo, y dijo:
-No te muevas, simplemente actúa como si estuvieras muerto.
Segundos después, uno de los asesinos pasó al lado de él, se de-
tuvo, y luego se alejó caminando.
Brad continuó:
-Creo que puedo decir con cierta autoridad que, en realidad, fue
una batalla espiritual, porque pude ver la videocinta que contenía
la grabación que Eric y Dylan hicieron antes de cometer su crimen.
En la videocinta era claro que odiaban a los cristianos y a Dios. De
eso hablaron en esencia. Y algo que dijeron que, de verdad, captó
mi atención, fue que iban a dispararles a los cristianos en la cabeza.2
Menos de doce meses antes de su muerte, Rachel pareció tener
la premonición de algo extraño en el horizonte. Ella escribió en su
diario: "Este será mi último año, Señor. He logrado lo que quería.
Gracias".
A pesar del dolor y la angustia que aferraban como tenazas su
corazón, la madre de Cassie creía que Dios todavía estaba obrando
para llevar a cabo sus propósitos. Pocos días después de los asesi-
natos, ella creía que Dios le había dicho claramente: "Cassie nació
para esto".3 Este fue el mensaje que comenzó inmediatamente a co-
municarles a los demás.
2 Del DVD, They Sold Their Souls for Rock and Roll, 2003.
3 David Van Biema, “A Surge of Teen Spirit”, Time (31 de mayo de 1999).
164 • En el c r iso l c o n Cr ist o
9 Ibid., p. 101.
13. Cristo en el crisol • 173
de vez en cuando nos encontramos con una historia
como la tuya y reconocemos nuestra impotencia ante
ella. [...] Por lo tanto, Rachel, cuando escribo: "Esto
es lo que quiero decirte", por favor lee: "Esto es lo que
quiero preguntarte": "¿Dónde podemos, nosotros que
desempeñamos nuestro trabajo en esta revista y en
otras, encontrar el conocimiento de lo incognoscible?
¿Cómo podemos aprender a confiar en lo incognosci-
ble como noticia, aquellos profundos asuntos del cora-
zón? El problema nos pertenece tanto a nosotros como
a aquellos a quienes esperamos servir. Los periodistas
somos muy hílenos para desenterrar los asuntos poco
profundos. Que se nos dé un escándalo presidencial,
incluso una guerra, y podremos hacer un excelente tra-
bajo, al explicar lo explicable. Pero, cuando se nos da la
matanza en Columbine, en un esfuerzo por cubrir las
posibilidades, pasaremos por alto lo que la gente está
pensando y sintiendo en su más secreta cámara, acerca
de sus propios amores y odios, acerca de la necesidad de
ser atentos con otros, acerca de sus propios hijos: acerca
de ti, Rachel".10
No creo que Rosemblatt sea el único que anda en busca de res-
puestas con respecto a aquellas "profundas cosas". Las tragedias con
frecuencia nos dejan mudos, como si hiciéramos una pausa para
recuperar el aliento. Pero, las buenas nuevas son que los cristianos
tienen una respuesta ante los más ardientes crisoles que puede, con
el tiempo, procurarles la paz, la esperanza y la madurez espiritual
que necesitan.
Yo no creo que exista otro que haya articulado mejor la reden-
ción de la esperanza perdida que Pablo. Cuando escribe a los corin-
tios, toca muchas de las cosas que nosotros hemos tocado: los abru-
madores crisoles por los que tenemos que pasar en nuestra senda, y
también la capacidad de volver a la calma que es posible a causa de
las profundas cosas de Dios que están en nuestro interior. A pesar
de nuestro quebrantamiento, el objetivo del Espíritu de Dios es que
siempre conservemos nuestros ojos fijos en Jesús, para que su carác-
ter, su oro, encuentre un lugar en nosotros, y sea un testimonio que
glorifique a un amante Padre celestial, a un compasivo Salvador, y a
un estilo de vida que está marcado por la impronta del Cielo.
10 Roger Rosenblatt, “A Note for Rachel Scott”, Time (10 de mayo de 1999).
174 • E,n el c r iso l c o n Cr ist o