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Sala: Naranja
Turno: tarde
PR. 6
ACTIVIDADES:
LUNES
MARTES:
Erase una vez una niña que era muy querida por su abuelita, a la que visitaba con frecuencia aunque
vivía al otro lado del bosque. Su madre que sabía coser muy bien le había hecha una bonita caperuza
roja que la niña nunca se quitaba, por lo que todos la llamaban Caperucita roja. Una tarde la
madre la mandó a casa de la abuelita que se encontraba muy enferma, para que le llevara unos
pasteles recién horneados, una cesta de pan y mantequilla.
– “Caperucita anda a ver cómo sigue tu abuelita y llévale esta cesta que le he preparado”, –le dijo.
Además le advirtió: –“No te apartes del camino ni hables con extraños, que puede ser peligroso”.
Caperucita que siempre era obediente asintió y le contestó a su mamá: – “No te preocupes que
tendré cuidado”. Tomó la cesta, se despidió cariñosamente y emprendió el camino hacia casa de su
abuelita, cantando y bailando como acostumbraba. No había llegado demasiado lejos cuando se
encontró con un lobo que le preguntó: – “Caperucita, caperucita ¿a dónde vas con tantas prisas?”
Caperucita lo miró y pensó en lo que le había pedido su mamá antes de salir, pero como no sintió
temor alguno le contestó sin recelo. – “A casa de mi abuelita, que está muy enfermita”. A lo que el
lobo replicó: – “¿Y dónde vive tu abuelita?”.
– “Más allá de donde termina el bosque, en un claro rodeado de grandes robles”. – Respondió
Caperucita sin sospechar que ya el lobo se deleitaba pensando en lo bien que sabría.
El lobo que ya había decidido comerse a Caperucita, pensó que era mejor si primero tomaba a la
abuelita como aperitivo. – “No debe estar tan jugosa y tierna, pero igual servirá”, – se dijo mientras
ideaba un plan. Mientras acompañaba a esta por el camino, astutamente le sugirió: – “¿Sabes qué
haría realmente feliz a tu abuelita? Si les llevas algunas de las flores que crecen en el bosque”.
Caperucita también pensó que era una buena idea, pero recordó nuevamente las palabras de su
mamá. – “Es que mi mamá me dijo que no me apartara del camino”. A lo que el lobo le contestó: –
“¿Ves ese camino que está a lo lejos? Es un atajo con el que llegarás más rápido a casa de tu
abuelita”. Sin imaginar que el lobo la había engañado, esta aceptó y se despidió de él. El lobo sin
perder tiempo alguno se dirigió a la casa de la abuela, a la que engañó haciéndole creer que era su
nieta Caperucita. Luego de entrar en la casa de la abuela la encerró en un armario, se puso su gorro,
su camisón y se metió en la cama a esperar a que llegase caperucita. A los pocos minutos llegó
Caperucita roja, quien alegremente llamó a la puerta y al ver que nadie respondía entró. La niña se
acercó lentamente a la cama, donde se encontraba tumbada su abuelita con un aspecto
irreconocible.
– “Son para verte mejor”, – dijo el lobo imitando con mucho esfuerzo la voz de la abuelita.
– “Abuelita, pero que orejas tan grandes tienes” – dijo Caperucita aún sin entender por qué su
abuela lucía tan cambiada.
– “Para comerte mejooooooooor”, – chilló el lobo que diciendo esto se abalanzó sobre Caperucita le
robo toda la comida y la encerró junto a la abuelita.
En el momento en que esto sucedía pasaba un cazador cerca de allí, que oyó lo que parecía ser el
grito de una niña pequeña. Le tomó algunos minutos llegar hasta la cabaña, en la que para su
sorpresa encontró al lobo durmiendo una siesta, con la panza enorme de lo harto que estaba. De
comer toda la comida que Caperucita había llevado a su abuelita
El cazador dudó si disparar al malvado lobo con su escopeta, pero luego pensó que era mejor darle
una lección, y entonces también engaño a malvado lobo, haciendose pasar por un señor que vendía
unas ricas manzanas.
Entre todos decidieron darle un escarmiento al lobo, por lo que liberaron a la abuelita y a
caperucita y lo encerraron a él en una pequeña jaula..
Al despertarse el lobo se vio encerrado y empezó a llorar de miedo y enojo. Así fue como el lobo
pido perdón a todos y aprendió la lección.
Caperucita roja aprendió la lección y pidió perdón a su madre por desobedecerla. En lo adelante
nunca más volvería a conversar con extraños o a entretenerse en el bosque.
b- Ordenar la secuencia de imágenes correspondiente al cuento.
MIÉRCOLES:
5. SECUENCIA DE MATEMÁTICA: ( Act: en la aplicación ZOOM PUNTO A)
CONTENIDO: Reconocimiento oral de la sucesión ordenada de números.
a- Actividad de rutina con ayuda de la banda numérica completamos.
6. Completamos el cuadro con los números y jugamos al juego de la oca.
in
ic
io
fin
Copio los números, que le faltan al tablero. Invento al menos 4 reglas y las copio. Luego jugamos en familia.
JUEVES:
7. Secuencia de prácticas del lenguaje (act. A Por la aplicación de Zoom)
a- Copio en una hoja la fecha (formato de escritura: 07/04/2020) en lo posible con renglones que puede
hacerme alguien de la familia
Fecha:
Nombre y apellido:
A- Se dará lectura a través de un power point del siguiente cuento: ZORRO Y MEDIO
El zorro miraba desde lejos al tigre. Estaba tentado de acercarse pero… ¿se habría olvidado ya de las
últimas malas jugadas?-Bah-pensó-, después de todo no fueron tan graves. No para olvidar una vieja amistad
como la nuestra. Y ya se sabe que amigos como yo no se encuentran todos los días. Pero después pensó de nuevo
y no se animó a acercarse. Así anduvo siete días, rondándolo de lejos, esperando una buena oportunidad. Al final
se presentó. Esa tarde el tigre había tenido buena caza y se estaba dando un banquete de los grandes. Era justo lo
que el zorro estaba esperando. Comenzó a pensar cuál sería la mejor manera de acercarse, si con zalamerías, si
con indiferencia, si con sonrisas, si… Y entonces le brillaron los ojos de picardía. ¿Por qué iba a pedir un poco de
comida si podía quedarse con todo? Todo era mejor que un poco, y además el poco estaba dudoso. -
Mejor todo- se dijo-, y ya sé cómo. Comenzó a correr hacia donde estaba el tigre dando alaridos que espantaban:
-¡Que vienen los doscientos perros! ¡Que vienen los doscientos perros! ¡Que ya se escuchan los ladridos! Pasó a
los gritos cerca del tigre, poniendo cara de desesperado.
-¡Dónde! ¡Dónde!-alcanzó apenas a gritar el tigre. -¡Por allá!- señaló el zorro sin dejar de correr- ¡Doscientos
perros feroces! Y se perdió entre los matorrales. El tigre dio dos enormes saltos y corrió como no lo había
nunca. No era broma enfrentarse con doscientos perros feroces. Corrió y corrió y cruzó ríos y pantanos y
siguió corriendo. Hasta que no dio más, y se sentó, rendido. Paró una oreja para escuchar mejor. No se oía
ningún ladrido. Paró las dos orejas. Tampoco. Respiró con alivio, había despistado a los doscientos perros. Y se
durmió de cansancio. Mientras tanto el zorro, después de meterse en los matorrales, apenas dio tres pasos más y
se quedó escondido espiando como disparaba el tigre. Cuando calculó que ya estaría a una buena distancia volvió
para atrás, donde estaba toda la comida abandonada. Ahora es la mía-se dijo-, me voy a dar un atracón gracias al
trabajo del tigre y gracias a mis buenas ideas de zorro. Tengo comida para varios días. Y se dispuso a elegir el
mejor bocado. En eso estaba cuando oyó un ruidito a sus espaldas. Dio un salto preparando uñas y dientes para
defender su presa, pero no hacía falta. El que se acercaba era un zorro flaco y viejo, con cara de hambrientos.
-Estos zorros son un peligro-pensó el zorro-. ¡Si los conoceré yo! Tengo que inventar algo para que no me coma lo
que gané con mi sano esfuerzo. -Buenas tardes, compadre- saludó el zorro viejo. -¿Buenas? No tan buenas,
amigo. -¿NO? ¿Se puede saber por qué? -Mucho trabajo y poca suerte. -Pero tener esa comida no es poca suerte.
Y más en estas épocas. -Eso pensaba yo, ¡pero qué equivocado estaba! -Cuente, amigo, que cada vez entiendo
menos. -Es que tengo que tirar toda esta comida. -¿Tirarla? ¡Cómo la va a tirar! -Ajjj….-dijo el zorro escupiendo-
está envenenada. Por suerte me di cuenta apenas hice un bocado. -¡Pero amigo, tiene que ir rapidísimo hasta el
río a enjuagarse la boca! Vaya y límpiese bien, que yo me quedo cuidando todo este veneno. Para seguir con su
mentira el zorro se fue hacia el río, escupiendo para todos lados. Ya vería cómo se sacaba de encima a ese zorro
viejo. Al rato, cuando volvió, apenas si quedaban unos huesos pelados. No tuvo más remedio que seguir la farsa.
-¡Qué hizo amigo! ¡No me diga que se comió todo! -Y, sí…-dijo el zorro flaco-, yo me dije: entre morir de hambre
y morir envenenado, prefiero una muerte rápida…y ahí nomás me lo comí. Y dando la media vuelta se fue para el
monte. Muerto de hambre, el zorro se quedó murmurando: -¡Que lo tiró! Siempre se aprende algo nuevo; a
zorro, zorro y medio
10. ESI
CONTENIDO: Respetar y cuidar la propia intimidad y la de los otros.