Está en la página 1de 558

Crowe

Bilogia completa

L. Costa

Crowe bilogía completa


1ª. Edición Octubre 2018.

Foto de pareja: Brooke Winters on Unsplash


Diseño de portada: L. Costa

Queda prohibida, sin autorización escrita del titular del copyright, bajo las
sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra
por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía, el
tratamiento informático, asi como la distribución de ejemplares de la misma
mediante alquiler o préstamo público.

Copyright © 2018 L. Costa


Todos los derechos reservados.
Para los lectores de la Bilogia Crowe, gracias por su apoyo,
comentarios y cariño.
Hay para mí más peligro en tus ojos que en afrontar veinte espadas
desnudas. Concédeme tan sólo una dulce mirada, y eso me basta para
desafiar el furor de todos.

William Shakespeare
Índice

Carta de August Aubriot


Máscaras
Capitulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capricho
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Prohibido
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Toscana
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Vino y Rosas
Capitulo 38
Capitulo 39
Capitulo 40
Capitulo 41
Capitulo 42
Cambios
Capitulo 43
Capitulo 44
Capítulo 45
Capitulo 46
Capitulo 47
Capitulo 48
Dudas
Capitulo 49
Capitulo 50
Capitulo 51
Capitulo 52
Capitulo 53
Cuenta Pendiente
Capitulo 54
Capitulo 55
Capitulo 56
Aguas turbias
Capitulo 57
Capitulo 58
Capitulo 59
Cicatriz
Capitulo 60
Capitulo 61
Capitulo 62
Capitulo 63
Capitulo 64
Capitulo 65
Reflejo
Capitulo 66
Capitulo 67
Capitulo 68
Capitulo 69
Capitulo 70
Complicaciones
Capitulo 71
Capitulo 72
Capitulo 73
Escudo
Capitulo 74
Capitulo 75
Capitulo 76
Capitulo 77
Resolución
Capitulo 78
Capitulo 79
Capitulo 80
Epilogo
Entre el pasado y el presente
Anthony
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Agradecimientos
Sobre el Autor
Mis redes sociales
Mi blog
Mis libros
Carta de August Aubriot
25 de Febrero

Nicolas:

Debí responderte tan pronto terminé de leer tu carta, pero mi cada día más
deteriorado estado de salud, me impide realizar mis funciones como yo quisiera.
He tenido que ausentarme de la junta del último mes y encargar a mi secretario
ir a la compañía cuando yo no puedo hacerlo, para que me mantenga al día de
lo que sucede. Todavía no es el momento para que mi nieto asuma sus funciones
como un Aubriot, que es lo yo más quisiera.

Sobre lo que has comentado en tu carta, me ha causado sorpresa.


Comparto lo que dices, es una increíble vuelta del destino que te ha puesto en
esta posición que puede ser benéfica para todos.

Analizando la información que me enviaste, veo factible un cambio de


planes dada tu condición. Para enfrentar a Berman debes ser más astuto y
fuerte, y en tus circunstancias actuales te debilitarías más, asi que veo bien lo
que planeas hacer.

Sé que Patrick te ayudará en como lo llevarán a cabo, pero debes


considerar que para ese hombre tú no eres nadie asi que te pido que no te
quedes a solas con él, quizás piense en hacer lo que le han pedido en vez de lo
que tú quieres. Solo no te arriesgues.

Mantenme informado de cómo se vayan desarrollando las cosas. Te


ayudaré en todo lo que necesites.

Tu amigo,
August Aubriot
Máscaras
Capitulo 1

—¿Dónde estoy?
Me pregunté observando mi reflejo en el espejo de una peinadora. La cara
con magulladuras, la camisa cubierta de sangre. Mis manos se sacudían de forma
involuntaria, tratando de recordar lo que sucedió la noche anterior. Solo viene a
mi mente, la imagen de una mujer encima de mí, lamiendo mi pecho y alguien
que entraba al cuarto privado. El resto era borroso.
Escuche una puerta abriéndose, y dirigí la mirada hacia el hombre de
cabello blanquecino que entró con algo que parecía una muda de ropa. Las
coloca sobre el cobertor de la cama de postes sin dosel, en la que hasta hace
poco yo dormía. Se volvió de improviso e inclinó ante mí, no entendí por qué lo
hizo.
—El baño y el desayuno están listos —dijo con un acento que parecía
británico—. Señor Crowe.
—¿Señor Crowe? ¿Baño? ¿Desayuno? ¡¿Qué demonios está sucediendo?!
—grité confuso, avanzando hacia él—. Tengo otro nombre y no es ese,
¿explíqueme que estoy haciendo aquí? —dije de modo amenazante, agarrándolo
por la solapa de su traje de pingüino, pero éste ni parpadeaba.
—Me temo que a partir de ahora, tú eres el señor Crowe.
Giré hacia la voz de quien recién había llegado; casi me hago en el
pantalón.
—Tú eres... —no podía ni mover la boca, sus rasgos eran parecidos a los
míos.
—Somos como dos gotas de agua, Caleb.
—¿Cómo sabes mi verdadero nombre?
El hombre frente a mí, era como un reflejo de mi mismo, pero con ropa que
a simple vista se veía fina. Además era rubio y más delgado que yo.
—Sé todo sobre ti, eres un asesino bien entrenado alguien te ordenó matar a
un millonario, ¿estoy en lo correcto?
El hombre bien vestido, me interrogaba como si estuviéramos en una
estación de policía.
—Si a un hombre llamado Nicolas —respondí. El mareo me ha soltado la
lengua, en una situación normal sería yo quien tendría el control, pero ahora me
veo como un idiota.
—Qué casualidad, yo soy ese hombre.
Me quedé boquiabierto, la verdad es que nunca vi su foto solo tenía la
dirección: piso cuarenta y siete de Corporación Crowe. La persona que me
localizó, que era un intermediario, envió información de cómo podía yo entrar a
la Torre Crowe y llegar al despacho del CEO sin complicaciones. Consideré
estúpido, que no enviara alguna foto del magnate que su jefe quería ver fuera de
circulación, pero en su nota señaló que éste tenía sus razones.
—Una vez cada cuatro meses, yo visito las oficinas en secreto. Tomó
ventaja de esto, maldito —murmuró. No comprendí que quiso decir.
—Entonces me trajiste aquí para que concluya con mi trabajo —le
amenacé, pero yo estaba en desventaja, me encontraba en su propio territorio.
—Estás aquí porque descubrí que somos idénticos —me miraba con
insistencia—. Frente más ancha que el mentón angosto y ovalado, ojos azules
como los míos que con la luz se ven más claros, nariz recta de arriba abajo y los
labios asimétricos, los golpes no han disminuido el atractivo de tu rostro —me
inspeccionó de pies a cabeza—. Igual altura, aunque tu tono muscular es más
imponente que el mío.
—¿Qué mierda estás diciendo? Si tuviera un arma te mandaría de inmediato
a la tumba —otra vez traté de ganar fuerza, pero el hombre tenía un aura de
confianza en sí mismo que me hacía sentir extraño.
—Estoy seguro de que lo harías, sin embargo creo que es mejor que aceptes
mi propuesta.
—¿Qué propuesta? —Inquirí confuso, el mareo hace que me sienta mal—.
¡Carajo! —me queje, sintiendo la cabeza a punto de explotar.
—Conviértete en mí... conviértete en Nicolas Crowe.
—¿QUÉ?
Era como si el tipo me hubiera disparado a quemarropa, «¿qué rayos
piensa? ¿Qué me transforme en él? Está loco de remate».
Me sigue observando con mucha confianza que me hace sentir cólera.
Como pude hice un análisis de mi entorno, buscando un cuchillo o algo que
pudiera utilizar, y terminar mi negocio con él, pero la habitación escaseaba de
objetos punzantes.
El tipo caminó hacia una mesa y tomó un sobre de manila grueso. Hizo una
mueca de satisfacción con la boca. Algo repicó dentro de su chaqueta y procedió
a sacar un móvil que contestó.
—Hola, Patrick... si está conmigo... no, no es peligroso esta desarmado,
pero no me importa sé que no me hará daño —su voz era grave.
Me sentí incómodo por como hablaba de mí, como si yo fuera un puto
jarrón sin importancia.
Continuó hablando con el otro tipo.
—Abordaremos el vuelo en dos horas, primero tengo que explicarle por qué
está aquí y sobre todo por qué ocupará mi lugar a partir de ahora
—¡Tomar su lugar!
«¿Cómo puede ser posible?» La noche anterior estuve a punto de disfrutar
de los encantos de la rubia de pechos gigantes, cuando de repente un tipo…
«¡Ey, ahora recuerdo! Ese gordo estúpido comenzó a golpearme y no pude
reaccionar, por eso tengo la cara llena de moretones —dije para mi mismo—.
Mierda esa mujer... el whiskey que me dio, ¿acaso tenía droga?»
Eché una mirada al tipo que continuaba hablando por teléfono y llegue a la
conclusión que lo planeó todo.
«Me narcotizaron para traerme aquí».
—Tengo todo listo, el señor Caleb Long y yo iremos en ese vuelo. Nos
vemos —dejo el móvil en la mesa.
En el preciso instante que giró, mi puño terminó en su rostro bien cuidado.
El mayordomo hizo un movimiento para detenerme, pero el hombre que ahora
estaba en el suelo sangrando por la boca, levantó la mano para detenerlo.
—No señor Abey me encargaré de esto, por favor déjenos a solas —limpió
la sangre con el puño de su pulcra camisa blanca.
—Si señor —el pingüino salió de la habitación, mientras que el otro se
incorporó.
—Ten —dijo ofreciéndome el sobre de manila que había guardado antes.
—No —respondí seguro de que pronto saldría de esta casa de locos.
—Tienes que hacerlo, es para el orfanato donde creciste.
—¿Qué? —asi que también sabe que pasé mi infancia viviendo en ese
lugar.
—Es para ellos, a ti te espera una gran fortuna si aceptas mi propuesta —
masajeó su quijada mirándome otra vez.
—¡Estás demente!
—Todo lo contrario estoy muy seguro de que lo harás. Debemos tomar un
vuelo a Londres donde comenzará tu cambio.
—¡Ja! Sigue soñando si crees que voy a hacer eso.
—¡Por el amor de Dios necesito que lo hagas! La persona que te contrató
quiere matarme para controlar la fortuna de mi padre, eres el único que puede
detenerlo.
—¿Y cómo se supone que haré eso?
—Fácil, tu mente es la de un asesino peligroso, muy fuerte. La única
manera que encontramos de traerte aquí fue drogándote. Nada puede detenerte
de alcanzar tu meta, cuando quieres algo lo consigues.
—Sabes mucho acerca de mí —cruce los brazos contra mi pecho, sintiendo
mi ego inflarse al saber que mi fama había llegado tan lejos.
—Te necesito, con mi dinero y tu mente oscura puedes detener sus infames
planes, nunca sospechará que su propio sobrino lo apuñaló por la espalda. Yo no
tengo las fuerzas suficientes para hacerlo, estoy enfermo por eso tengo que
abandonar mi vida, pero si dejo que me mate toda la gente que depende de mí,
perderán sus empleos. El desagraciado planea desmembrar el negocio y
apropiarse del dinero que resulte de la venta.
—No me importa, es tu problema no el mío —mi mente era un caos de
pensamientos hostiles—.
«Cómo quisiera tener un arma para huir» pensé.
El rubio se acercó, una vez más levanté los puños preparado para golpearlo.
—Somos hermanos Caleb, gemelos separados cuando éramos bebes, mis
padres me adoptaron sin conocer tu existencia. El antiguo jefe del orfanato te
escondió pensando que los Crowe no se interesarían en adoptar a dos niños, pero
se equivocó. Por desgracia murieron en un accidente de coche hace doce años,
dejándome completamente solo. He vivido mi vida recluido manejando el
negocio con ayuda de mi mano derecha.
Tuve que sentarme en la silla más cercana que encontré, por la nausea que
provocó lo que dijo de golpe.
—Hermanos, yo y este tipo —agarré mi cabeza sintiendo punzadas atroces
en mis sienes.
—Sé que en este momento te sientes confuso, yo me sentí igual cuando me
enteré de que el hombre que fue contratado para matarme, es mi hermano
gemelo, uno que desconocía tener, pero creo que el destino quiso que nos
encontráramos aunque fuese de este modo retorcido. Quizás muera, te necesito.
—Pero eres demasiado joven.
Los kilos de menos le conferían a su rostro cierto aspecto anguloso y
desencajado, pero no como para pensar que estuviese muriendo.
—Gracias a los genes de nuestra madre que murió tiempo después de dar a
luz, ¡Cof! —tosió, tal vez estaba llegando a su límite.
«¿Qué estás pensando, Caleb? —pensé mirando la pomposidad del
mobiliario en dorado y blanco de la habitación donde me encontraba—. Solo
mira, él ha vivido toda su vida entre lujos y comodidades, comiendo cada una de
sus comidas, mientras tu languidecías en la miseria teniendo que conformarte
con robar para sobrevivir».
—Caleb por favor ayúdame, te daré toda mi fortuna si aceptas este pacto.
—¿Pacto?
—Conviértete en mí para destruir a los que mataron a mis padres y me han
obligado a vivir como prisionero por 25 años.
—¿Quieres que me convierta en una especie de...?
—Verdugo, tu lado oscuro con el poder que te otorgaré, te convertirá en el
hombre más poderoso y temido en los negocios. Un hombre capaz de destruir a
sus enemigos como un asesino, quiero que tomes mi nombre y mi lugar para que
pueda morir tranquilo.
—¿Morir?
—Tal vez tarde o temprano, necesito irme del país.
Dejé mi cómodo asiento para caminar hacia la ventana y meditar. Me
parecía estar dentro del libro que noche tras noche leía para alimentarme del
terror que provocaba a los lectores, el que yo quería transmitir a mis victimas.
—Poder, dinero, gente a mis pies suena tentador siempre he soñado ser un
hombre temido con mucho dinero para destruir a todos aquellos que me
lastimaron, y ahora este hombre me está ofreciendo esta oportunidad en bandeja
de plata. Irónico.
Dudé por un segundo, entonces recordé su cara bonita con los rizos rubios
en mi regazo, sus labios susurrando mi nombre, con su sangre empapando mi
pantalón.
—Caterina —murmuré con dolor lacerante.
—Caleb.
—Acepto, pero no por ti por el dinero que me ayudará a cobrarme algunas
viejas deudas.

***

Este estúpido dolor de cabeza que me fastidia al punto de no pensar bien.


Ahora estoy en un avión con destino a Londres, con un hombre extraño que no
deja de mirarme como si yo fuese un mutante y el idiota que contrató a una
prostituta para drogarme, pero yo lo soy más en aceptar este pacto.
—Tan pronto lleguemos a One Hyde Park tienes que descansar —dijo el
que tenía aspecto de militar al otro parecido a mí—. Se le paso la mano.
—Nada, no me lastimo —dijo el chico rubio masajeando su quijada.
—¿Hyde Park? —inquirí interesado, ignorando la mirada de bronca del tal
Patrick por mi derechazo a su protegido.
—Es mi apartamento en Knightsbridge al oeste de Londres, allí paso la
mayor parte del tiempo recluido o en la mansión donde estuviste.
El hombre seguro de sí mismo ahora parecía más débil, sin duda estaba
enfermo, pero no sentí compasión. De hecho en este momento no siento nada,
sólo un terrible sueño resultado de la droga que sigue haciendo efecto en mí
cordura.
Cuando estaba a punto de caer en los brazos del raudo Morfeo, el otro de
cabello negro se dirigió a mí.
—¿Nos puedes contar tu historia? ¿Cómo se convirtió en un asesino?
—Patrick déjalo la droga que tu… —mi gemelo se aguantó. Ahora sé quién
fue el imbécil que ordenó drogarme.
—Cuando recobre las fuerzas voy a patearte el culo Patrick, como sea que
te apellides, no sabes con quién te metiste.
—Sé que eres experto en artes marciales y armas de todo tipo, ¿por qué
crees que tuvimos que drogarte para llevarte a la casa? No somos estúpidos.
El tal Patrick tenía agallas, me pareció que era un cobarde por la actitud de
pusilánime que mostró al encontrarse con el rubio cuando llegamos al avión,
pero me miraba sin preocupación. Me recordaba a alguien de mi pasado con el
mismo aspecto de tipo duro.
—Gemelos, pero diferentes —apuntó el rubio—. Yo soy el más débil, él es
el más fuerte parecido a nuestro verdadero padre. Sabes que murió antes de que
viniéramos a este mundo.
—Una de las monjas me lo contó, nuestra madre le reveló la historia. Era
boxeador, fue asesinado en un robo tratando de ayudar al dependiente de una
tienda.
—Sí.
—¿Por qué crees que soy como soy? Ya sabes mi historia por qué estoy en
este mundo lleno de miseria y crueldad.
—Por tu novia Caterina.
Sentí una leve sacudida en las entrañas, por la mención de su nombre.
—¿Quiere conocer mi historia señor...?
—Patrick Martin y de ahora en adelante estoy a tu servicio Caleb. Eres su
hermano toda mi lealtad está con ustedes.
—Está bien deja de decir tanta mierda, señor Martin escuchará la historia
completa de la fuente principal, no de un investigador.
» Hace años yo era el tipo de hombre que vivía su vida en paz. Escapé del
orfanato a los 12, según yo para explorar el mundo, pero me di contra la pared
un sinnúmero de veces. Viví en las calles, robando para sobrevivir. Después de
un par de años vagando de un lado a otro, conocí a una familia de coreanos que
me dieron un lugar confortable para quedarme, estudios y un trabajo en su
lavandería. Un día llevaba un encargo al barrio chino cuando la vi de nuevo; a
mi Caterina de rizos rubios y ojos zafiro. Crecimos juntos en el orfanato, la ame
desde que éramos niños, era más hermosa que antes, perfecta para mí, la única.
»Teníamos la misma edad diecisiete y comenzamos una relación. Al poco
tiempo conseguimos trabajo en un restaurante y nos mudamos juntos, nos
sentíamos felices en nuestro mundo humilde y para nosotros perfecto, pero nada
es para siempre como pude comprobar de la forma más dura. El jefe de la mafia
local se obsesionó con ella, le enviaba rosas y regalos pero ella lo rechazaba. La
obsesión de éste incrementó. Un día, tres hombres me interceptaron para
golpearme y terminé en el hospital con moretones y mi mano rota, Cate estaba
tan desesperada que pidió a ese hombre me dejara en paz, éste se aprovechó de
esto y… prefiero no hablar sobre eso.
»Vivimos en paz por un tiempo, pero cuando me enteré de lo que tuvo que
hacer para protegerme, busqué al mafioso. Estaba tan alterado que en lugar de ir
por él, terminé dándole una paliza a otro, para mi mala suerte era su hijo que
terminó en el hospital. Como consecuencia el jefe de la mafia ordenó matarme.
»Se suponía que sería el mejor día de mi vida, preparé todo con mucho
cuidado para que fuese especial. Cité a Cate en un parque adyacente al lugar
donde estudiaba para ser secretaria. No me importaba lo que ella hizo, le compré
un anillo, había decidido hacerla mi esposa pero lamentablemente eso nunca
ocurrió. Un hombre me apuntó con una pistola, Cate que me abrazaba lo vio y
no sé cómo pero me hizo girar, en ese preciso instante escuché un disparo a la
vez que caímos al suelo, ella sobre mí. Me golpeé la cabeza con el suelo, de
pronto un líquido caliente tocó mi cuerpo.
Esos recuerdos tristes otra vez.
—¡Cate! —susurré desesperado.
—Shhh... Por favor no digas una palabra —seguía protegiéndome aunque la
flama de su vida se extinguía ante mis ojos.
—Esa bala era para mí, ¿por qué lo hiciste? —mi vista se cubría de mis
lágrimas.
—Te amo... desde el orfanato... voy a hacer todo por ti —dijo perdiendo el
aliento.
—Incluyendo lo que ese hijo de puta te hizo.
—Me desnudé delante de él… estuvo a punto de tocarme pero no tuve el
coraje y… me escapé.
—Pero yo… —el remordimiento por mis acciones impulsivas, me apaleaba
sin tregua.
—Siempre te he pertenecido... mi cuerpo y mi alma son tuyos... Caleb.
» Mi llanto era silencioso, le di un vistazo al sicario que se marchó en un
automóvil negro. Memorice su cara y también el número de placa, luego me
incorporé poniendo la cabeza de Cate en mi regazo.
—¡Debemos ir al hospital! —le suplique desesperado tratando de
levantarla.
—No —aferró sus dedos ensangrentados a mi camisa—. Los arboles...
como los del orfanato, yo seré feliz... en morir aquí... en tus brazos.
El cielo lleno de nubes grises expulsó unas gotas que calaron mi cuerpo. No
había nadie para ayudarme, estaba solo como siempre.
—Cate te amo... —mis lágrimas rodaron hasta tocar su níveo rostro—. Por
favor… no me dejes.
—Te amaré… siempre... —su brazo cayó inerte. Acerque mi oído a su
corazón, no había latidos.
» 22 de enero, ese día comenzó mi camino de violencia y venganza.
Abandoné Chicago con odio y tristeza, me encontré con un japonés en Taiwán
que me enseñó todo lo que sé. Pase ese tiempo viviendo solo aunque a veces
descargaba mi soledad con cuanta mujer pudiera hacerlo, pero ninguna era igual
a ella. Cuando estuve listo regresé y localicé a un viejo amigo que trabajaba para
el rival del jefe de la mafia que mató a Cate y le ofrecí mis servicios. Degollé al
hombre que la mató, el que lo ordenó sufrió el mismo destino, pero con un tiro
en medio de los ojos, nadie fue capaz de detenerme.
» En ese mundo me llamaban Vampiro, ¿Por qué? Cuando estuve en Taiwán
leí novelas de ese monstruo, son asesinos despiadados y yo soy uno también.
Todos en el mundo del hampa comenzaron a temerme. Después de mi primer
trabajo seguí haciéndolo varias veces como un vampiro arrebatando la vida de
las personas para seguir viviendo. No me sentía satisfecho con esto, necesitaba
ver el sufrimiento en esas escorias del bajo mundo, por mi Cate, por lo que ella
sufrió por mí.
Estaba agotado, abrí una puerta que permaneció cerrada por tres años.
Ahora era vulnerable ante esos dos que me miraban sin parpadear, atentos a lo
que dije.
—¿Sientes repulsión de tener un hermano asesino? —cuestione cabizbajo,
mirando mis ásperos nudillos.
—Quizás yo hubiera hecho lo mismo.
Alce la vista, mi gemelo tenía la misma expresión dolida que vi en mi
rostro el día que mi Cate murió.
—Por años he vivido con rencor y deseos de matar a quien me arrebató a
mis padres.
—Vampiro, buen nombre para ocultar el verdadero —el tal Patrick ironizó
por mi apodo—. Los vampiros viven en la oscuridad succionando la vida de sus
víctimas, esto aumenta su fuerza.
—¿Caleb no volviste a enamorarte? —las palabras del chico rubio me
molestaron.
—Para mí las mujeres son algo que yo uso y desecho sin remordimiento, no
hay ninguna lo suficiente buena para mí. Además, mi destino está ligado a la
muerte, la mujer que se una a mi sufrirá lo mismo que Caterina.
Vi hacia la ventana, las formaciones nubosas parecían los rostros de todas
mis victimas clamando una justicia que no merecían.
—Iremos a Londres y allí comenzará tu camino para convertirte en Nicolas
Crowe, el propietario de Corporación Crowe.
—Error chico rubio —dije imperturbable—. Ya soy Nicolas Crowe, que le
cortará la cabeza a quien intente cruzarse en mi camino.
Capítulo 2

Estudiaba los siete dias de la semana, con tres tutores especializados en


diferentes ramas del manejo de empresas. Por la mañana lo hacía con una
especialista en administración de empresas, al mediodía con uno de finanzas y
economía global, y por la tarde estrategias de mercado.
Todos los dias era la misma rutina, exceptuando los domingos que se
encerraba en la biblioteca en la primera planta, tapizada con libros de todo tipo.
Había leído más de la mitad y sus favoritos, los que devoraba con rapidez, eran
los de suspenso con ciertos tintes siniestros.
Por sugerencia de Patrick, se reunió en su día libre con el analista de la
bolsa imposibilitando su rutina habitual. Se sentía al borde con la explicación
sobre el movimiento bursátil en los diferentes mercados en los que Crowe tenía
una fuerte presencia.
—Señor le pido que haga el análisis que le pedí, debe dominarlo como atar
los cordones de un zapato.
—Estoy cansado —restregó sus ojos que aún seguían pegados—. No he
parado en toda la semana con tantos números, y hoy era mi día libre.
—El tiempo corre señor y debe empaparse de esto.
—¡Ya le dije que no puedo!
—Son las 10 de la mañana, si hubiera despertado…
—Si no cierra el pico —empujó la silla del analista con el pie, y apuntó a
sus ojos con el tenedor de plata que había cogido de la mesa—. Estas al tanto de
quién soy, asi que no me provoques.
—Recuerde que… debe…
—¡Señor! —dijo con espanto, la mujer de servicio que llegaba al comedor
con el desayuno.
—No pasa nada —devolvió el cubierto al plato—. Me retiro, tengo algo
más importante que hacer.
Dejo el comedor, para ir a la escalera y subir al ala privada.
El apartamento era de considerable dimensiones, comparado al reducido
espacio de 2/4 en Englewood donde vivió hasta hace seis meses y que apenas
tenía un baño, una cama y un salón cocina que casi no usaba por pasar la mayor
parte del tiempo fuera. Su habitación actual decorada en borgoña y negro, tenía
un extenso vestidor y un baño en el que predominaba el mármol. El personal
compuesto de dos doncellas y un mayordomo, estaba a su disposición las
veinticuatro horas del día por orden de su hermano que vivía allí también, pero
recluido la mayor parte del tiempo en la segunda planta, atendido únicamente
por un enfermero.
Se dirigió a la habitación de entrenamiento, en esa sección del apartamento,
acondicionada con todo lo que pidió para permanecer allí. Envolvió sus manos
con las vendas para protegerlas, luego se puso los guantes que había cogido del
gancho donde los había dejado la última vez que ejercitó. Comenzó a asestar
golpes precisos al saco de boxeo, que se balanceaba con furia por la intensidad
de los mismos.
—Esto era lo que necesitaba —sentía los músculos de los bíceps
fortalecerse con cada golpe, después de dias ejercitando la mente estudiando
documentos.
—Eres bueno —dijo su hermano ingresando a la habitación—. Pero
deberías controlar el mal genio, tenemos suerte que el analista está al tanto de tu
carácter, sino tendríamos problemas en encontrar a otro disponible.
—Necesito hacer algo más que solo estudiar y estudiar, y el tipo no paraba
de hablar desde que me senté. Hicimos un convenio, pero Patrick se salto las
reglas al enviar a ese tipo hoy que es mi día libre.
—Solo hace lo correcto para que te prepares a consciencia y no suceda lo
que ocurrió ayer. Si no habla por ti en la reunión, hubieras mandado a aquel
ejecutivo a la mierda, no es lo mismo la calle que una corporación. Quizás fue
un error ponerte a prueba tan pronto.
—Tu error —dijo encajando un último golpe en el saco—. Aunque no vas a
negar que ese tipo es peor que un dolor en los testículos.
—Lo admito, hasta a mi me ha sacado de mis casillas cuando hablamos por
teléfono. Sabes creo que a pesar de tu mal humor, te sientes más cómodo que
hace unas semanas.
—¿Por qué no? Vivo entre lujos —se quitó los guantes—. Hay criadas y un
mayordomo a mi servicio, pruebo la mejor comida que alguna vez haya
imaginado comer.
—Entonces deberías mantenerte en paz —señaló su hermano,
observándolo.
Esto lo molesto por como lo analizaba, como si fuera un ratón de
laboratorio sujeto a experimentos.
—Estoy feliz ahora, ¿no lo ves? —intentó sonreír, pero apenas hizo una
mueca.
—Nunca sonríes de manera normal, lo haces a medias y siempre es forzada.
—No eres el primero en decirlo.
Se dio la vuelta quitándose la camiseta y se lanzó al suelo con los brazos
extendidos. Inhalaba acercándose al piso y exhalaba empujando hacia arriba.
—Y como siempre terminas con las flexiones, el hombre que te entrenó lo
hizo bien. Creo que si intento golpearte de seguro me rompería la mano.
—No trates de hacerlo.
Continuó con el conteo aplicando lo aprendido con Ichiro Yashima cuando
vivió en Taiwán. Aún mantenía la mente en alerta de ese entonces, para
confrontar a quien amenazaba con devastar el patrimonio de los Crowe.
A pesar de eso no sentía la necesidad de demostrar afecto alguno por su
recién descubierto hermano.
—¿Crees que puedas completar el cambio antes de tres años? —preguntó
éste.
Dejo de hacer las flexiones, se incorporó y tomó una toalla para secar el
sudor que escurría por su cara y pecho.
—Dame dos.
—¿Crees que es suficiente?
—Cuando me enfoco en algo lo hago a la perfección. En dos años regresaré
a Chicago y manejaré la compañía, Caleb el asesino desaparecerá del todo —
afirmó.
—Cada registro de tus acciones en el pasado como Caleb Long desapareció,
el propio Patrick se encargó de eso.
—Por eso no le patee el culo como lo prometí —dijo en tono sardónico—.
Tiene una mente más aguda que la mía.
—Es lo bueno de haber sido un agente de la CIA, cuando conoció a mi
padre decidió renunciar y permanecer con él. Eran buenos amigos, después que
éste falleció, me protegió y se convirtió en mi mano derecha.
—Ahora es la mía.
—Hay algo más… que quiero discutir contigo —buscó apoyo en el mueble
donde su hermano guardaba el equipo que utilizaba para practicar aikido.
—¿Oye chico rubio, te sientes bien? —vio que respiraba de forma irregular
—No cambies el tema, una de las mujeres de la oficina aqui te miraba con
demasiada insistencia y tú le correspondiste. Ten presente que no puedes…
involucrarte con nadie.
—Mujeres —se aproximó—. Pierdes tu tiempo en advertirme.
—Nicolas…
—Todavía me cuesta aceptar ese nombre como mío y olvidarme que alguna
vez fui Caleb —dijo entre dientes—. Mira hermano debilucho, has oído lo que
dije antes, las mujeres son una pérdida de tiempo en especial aquellas que me
abren las piernas sin yo decir una palabra. Si te preocupa que haga algo con ella
no será asi.
—Pero… Cof.
Su hermano fue por agua embotellada a una pequeña nevera, y regresó para
dársela.
—Tómalo con calma quieres ponerte peor de lo que estas —le pasó la
botella después de desenroscar la tapa—. No te preocupes por mis decisiones,
preocúpate mejor por no agitarte.
—Tarde o temprano, moriré… —bebió el agua sintiendo dolor en el pecho
—, recuerda que estoy enfermo.
—Creo que todo está en tu mente, y en todo caso asi como vinimos a este
mundo lo dejaremos de la misma manera, juntos.
—No lo creo —dejo la botella sobre el mueble—. Nicolas, de verdad
espero que tengas en mente que tu vida penderá de un hilo tan pronto regreses a
Chicago. Quien este cerca de ti, corre el mismo riesgo, se convertirá en tu…
—Talón de Aquiles, ¿crees que puedo ignorar eso?
Capítulo 3

—Oliver, debemos pagar a los proveedores antes del próximo lunes, y hacer
los pedidos que corresponden al siguiente mes.
—Ya tengo listos los cheques, Alana —dijo ajustando la pata de sus gafas
—. Si llaman les informas que vengan a la pastelería por la tarde.
Delicias de Ángel era el nombre de la pequeña empresa que Oliver Foster
creo para ofrecer los postres artesanales de su esposa. El local ubicado en el
distrito comercial en Hinsdale, era concurrido por los clientes asiduos que
ordenaban las especialidades de la casa, como el pastel de nieve con arándanos o
los bollos de mantequilla que Alana Foster preparaba con amor para sus hijos
desde que eran niños.
Y aún mantenía esa costumbre.
—¿Mina volverás al estudio de danza como dijiste el mes pasado? —
preguntó colocando una canasta con bollos en la mesa, mientras su hija inclinaba
la caja de cereal en el tazón.
—Desistí de eso mamá, hoy tengo reunión con uno de los coordinadores de
la facultad —dijo vertiendo el cartón de leche en los aros de avena y miel—.
Espero que lo de la beca resulte.
—¿Y qué sucedió con la oportunidad en Crowe? —cuestionó su madre.
En algún momento Mina se obsesionó con trabajar en Corporación Crowe,
desde que el profesor de su clase de empresas innovadoras explicó en detalle
cómo esta pequeña compañía de menos de treinta empleados, que solo se
dedicaba a suplir hospitales de equipos médicos, se convirtió en menos de diez
años en una multinacional que opera en tres sectores importantes: el industrial,
energético y de salud, y según la revista Forbes con uno de los millonarios más
jóvenes como CEO dirigiendo los destinos de más de 80,000 empleados.
—Un amigo trabajaba allí —masculló Oliver detrás del periódico que no
dejaba a su hija verlo—. Tiene uno de los mejores planes de jubilación y las
bonificaciones son altas en comparación con otras compañías. El fundador se
centró en crear una empresa para el futuro.
—¿Por qué crees que alguna vez quise trabajar allí, papá? —Mina metió en
su boca una cuchara colmada de cereal.
Iba a pasar la página del libro que leía, pero su madre se lo quitó de las
manos.
—Señorita no puedes leer en la mesa, recuerda las reglas.
—¡Mamá! mi padre lee el periódico, ¿por qué no puedo hacer lo mismo? —
Dijo en tono de protesta—. Estoy a tres páginas de terminar el capitulo.
—No puedo iniciar el día sin mi dosis diaria de noticias, hija —dijo su
padre. Apenas se le pudo entender por tener la boca llena de bollos.
—Yo diría de resultados de los partidos de beisbol, papá.
Alana ignoró la plática de ambos y vio la portada del libro, era la pintura de
una mujer que sostenía un pergamino.
—Nuestra Mina heredó los mismos gustos que tú, Alana —dijo Oliver
viendo que su esposa sonreía—. Asi fue como nos conocimos, en una librería
mientras buscabas una copia antigua del Retrato de Dorian Gray.
—Y por mi fascinación con los escritores de la era victoriana, nuestra hija
lleva el nombre de uno de mis personajes favoritos.
—Pasando por alto que habíamos decidido nombrarla de otra manera —
objetó su esposo.
—Espero que no comiencen la discusión con el por qué de mi nombre —
masculló Mina poniendo los ojos en blanco.
—Debería leer este aunque no es literatura gótica —dijo Alana.
—Te lo presto mamá si me lo regresas y dejas que termine de leer el
capitulo.
—Reglas son reglas y…
—Mi hermana pequeña quejándose de nuevo, es demasiado temprano para
eso —un muchacho de cabello cobrizo, hizo su aparición en el comedor
ajustando su corbata marrón—. Buenos dias a todos.
Brandon era mayor que Mina, y trabajaba de abogado en una firma legal
muy importante en Chicago.
—Buenos dias hijo, ¿vas a desayunar antes de salir?
—Solo café mamá, comeré algo más en la oficina.
—¿Oye Brandon crees que puedas llevarme a la universidad? Mi reunión es
a las diez de la mañana y si voy en tren no llegaré a tiempo —Mina parpadeó
utilizando sus avispados ojos verdes para verse tierna y convencerlo—. Mi
hermano puede ser fastidioso, pero no puede evitar cuando le hago esto.
—Eres una bribona haciendo esos gestos con los ojos, está bien te llevaré y
a propósito de que mencionarán esa empresa mi jefe gestiona los asuntos del
presidente.
—¿En serio? —cuestionó su hermana interesada.
Había desistido de trabajar en Crowe porque estaba al tanto de que sólo los
estudiantes con un índice académico superior a la media, podían hacerlo, pero
cuando alguien mencionaba algún tema relacionado con esta empresa aguzaba
los oídos.
—El presidente que no hace mucho regresó después de estar casi tres años
en el extranjero, solicitó nuestros servicios —dijo mientras bebía un poco del
café que le sirvió su madre.
—Interesante —dijo Oliver doblando el periódico—. Hace tres años, Mina,
llegaste a casa ilusionada porque tendrían una video conferencia con él, pero el
asunto se canceló a último minuto.
—Sí —reconoció—. El profesor lo organizó, ¿Brandon has tenido
oportunidad de conocerlo? —preguntó, hasta ahora nadie sabía cómo lucia.
—No. Nicolas Crowe es de esos millonarios excéntricos que se recluye en
su mansión para no lidiar con la plebe.
Esa especie de aura misteriosa, pero sólida en el mundo de los negocios
acrecentó en algún momento el deseo de Mina de saber más de él como CEO,
aunque al dejar a toda su clase plantada el día que se llevaría a cabo la video
conferencia, no podía verlo de la misma manera.

***

—Ese hombre es tan condenadamente guapo, es como… ¡Oye Paola, yo lo


estaba leyendo!
—¡Yo lo tenía primero, Clarisa!
Las dos mujeres se peleaban la una a la otra, lo poco que quedaba de las
páginas arrugadas de un periódico.
—Su personalidad es arrolladora, eso me comentó el asistente del decano,
además nadie fuera de su círculo más privado puede estar cerca de él.
En el momento que las dos platicaban, Mina cruzaba el estacionamiento,
alcanzando a escuchar algo de su charla.
—Arrollador, ¿de qué hablan? —se preguntó de camino al edificio de
administración de la universidad sin ser consciente de que alguien la seguía
—¡Mina!
—¡Ben! —se volvió a mirar, deteniéndose junto a uno de los parquímetros.
—Caminas demasiado rápido —el chico jadeó parándose en la vereda.
Admiró el vestido de Mina en durazno, que le llegaba hasta la mitad de la
rodilla y el blazer blanco corto sin cuello.
—Cada día te pones más bonita.
Ben acostumbraba a decirle eso seguido, Mina tenía unos increíbles ojos
verdes que contrastaban con su piel cremosa, y el largo cabello castaño oscuro
ondulado por debajo de los hombros que por lo general llevaba suelto.
—Lo dices solo por ser lindo conmigo, ¿qué estás haciendo aquí, no
deberías estar en el trabajo? —abrió su bolso y sacó el móvil.
—Reunión con el rector —la veía mover los dedos por este con rapidez—.
Cosas relacionadas al negocio de la familia.
—Por ser primo del CEO.
—Créeme que quisiera hacer otras cosas en lugar de esto que no es mi
fuerte, ¿por cierto vas a anotarte para el programa de egresados el próximo año?
—No. Estoy más impaciente en recibir mis créditos, quizás tenga la
oportunidad de estudiar una maestría. Mi consejero dice que puedo obtener la
beca así que ese es mi objetivo.
—¿Por eso estás aquí hoy?
—Sí, de hecho me pareció extraño que uno de los miembros de la junta
quisiera hablar conmigo en persona cuando envían las respuestas por correo,
puede ser que sea por esto —expresó con cierto optimismo, pensando en esa
posibilidad.
—Mina tengo que irme pero antes quiero saber, ¿irás al baile de mascaras
con tu hermano o todavía tengo alguna oportunidad? —preguntó con la
esperanza de que sus planes hubiesen cambiado.
—No puedo ir contigo, mi hermano me pidió el favor porque Eva está en el
extranjero, por lo que este viernes iremos juntos —agarró a Ben del brazo—. Lo
siento amigo.
A pesar de que Mina llevaba tacones, tuvo que pararse de punta para poder
besarlo en la mejilla ya que era más alto.
—No puedo esperar para bailar contigo.
El móvil en su chaqueta sonó, Ben lo tomó y puso mala cara cuando vio
quién llamaba. Mina advirtió el cambio brusco en su ánimo.
—¿Quién es? —dejo de agarrarlo.
—Mi primo, El emperador.
—¿Por qué dices eso?
—Desde su regresó hace cuatro meses sólo da órdenes y controla todo.
—Pero el negocio está ahora mejor que antes.
Ella leyó en el periódico, que el reciente cambio de dirección en la división
energética, fue bien recibido por los expertos en economía, considerándolo una
jugada astuta.
—Mi primo es el tipo de hombre que presiona y exige a todos sus
obediencia absoluta. En los negocios es un maestro, pero su personalidad es
difícil de definir aunque las mujeres están locas por él —afirmó Ben.
Mina estaba totalmente de acuerdo.
—Las personas asi me resultan exasperantes, cuando era un misterio era
mejor.
—¿Has visto alguna imagen suya?
—Una vez busque fotos en la red, pero no encontré nada.
—La última vez que lo vi yo era muy chico, casi no tuve contacto con mi
primo en todos estos años. Jamás entendí por qué no le permitieron a mis padres
cuidar de él cuando mis tíos murieron.
—Me encantaría platicar un poco más contigo Ben, pero debo irme. Es casi
la hora de mi reunión nos vemos.
Sin prestar atención a lo dicho por su amigo, Mina salió corriendo puertas
adentro del edificio de ladrillo rojo.
—No puedo evitar esto que siento por ella —se dijo Ben—. Aunque estoy
seguro que es la mujer de mi vida, me temo que el corazón de Mina pertenece a
sus metas. Nadie es lo suficiente bueno para capturar su atención, es tan
enfocada que intimida.

***

La noticia que recibió por parte de su profesora de economía, Deborah


McKeon con quien tenía la reunión en ese momento, no era lo que ella esperaba
escuchar.
—Corporación Crowe te contrató para trabajar en el departamento de
gestión de proyectos, tienen tus papeles y recomendaciones de los profesores, asi
que comienzas este lunes.
—Pensé que habían cerrado las contrataciones para estudiantes egresados
este año, ese fue el rumor que escuche de uno de mis compañeros de facultad.
—Sí, pero tan pronto vieron tu hoja de vida, con el detalle de tus logros
como estudiante, quedaron impresionados y se interesaron de inmediato en
contratarte. De hecho, fue la mano derecha del señor Crowe quien solicitó tu
contratación.
La mujer se oía satisfecha en exceso, como si el logro hubiese sido suyo,
todo lo contrario de Mina que pensaba que si esto hubiera ocurrido dos años
atrás, quizás habría saltado como una adolescente a punto de conocer a su
cantante favorito.
«La persona más cercana al presidente de esa empresa interesada en mí, no
lo puedo creer.»
Negarse a esta oportunidad afectaría su imagen con la junta universitaria.
Todos los estudiantes de su facultad peleaban por una oportunidad asi, y se vería
mal si ella la rechazaba.
—¿Cuál es su respuesta? Creo que es algo tonto preguntarle, pero…
—Estoy de acuerdo —respondió Mina poco convencida—. Daré lo mejor
de mí, se lo aseguro profesora McKeon.

***

Ya tenía diez minutos reparando en el pastel con la crema blanca rebosada


por uno de los costados, ni siquiera percibió la llegada de su madre quien al verla
hacer círculos en el plato, se sentó en la silla contigua dejando en la mesa el
bolso junto a la bolsa con los víveres.
—¿Qué sucedió con mi ángel? —preguntó alisando su cabello.
—Me gusta cuando me llamas de esa manera mamá, por qué fui tan tonta y
no estudie para ser chef asi los ayudaría en el negocio como lo hace mi prima
Samantha.
—¿Por qué dices eso?
—Desde el lunes comienzo a trabajar en Crowe.
—¡Oh eso es fantástico! —Exclamó Alana con un palmoteo alegre—.
Felicidades.
—No tanto mamá —intentó comer otro pedazo de pastel, pero no le
apetecía.
—Pero si eso era lo que más querías.
—Exacto lo era, no lo sé mamá pero algo me dice que entre más lejos este
de todo lo relacionado a esa empresa mejor.
—Ahora piensas asi porque tenías otros planes. Este es un gran paso para ti,
verás que todo irá bien estoy segura.
Mina vio a su madre y luego al plato, hundió la cuchara en el pastel
retirando un trozo pequeño.
—Tienes razón mamá, hare lo mejor posible.
Al introducir el trozo en su boca, extravió la mirada hacia el catalogo que
sobresalía del bolso de su madre.
—¿Bloomingdales?
—Debemos ir mañana.
—Tenía pensado estudiar mis viejas anotaciones sobre Crowe y hacer…
—¿Qué día es mañana?
—Eh… Jueves.
—Exacto jueves, ¿cuándo es la fiesta?
—Este viernes.
—Mañana sin falta compraremos tu vestido, ya hice cita con mi amiga del
salón para que te corte el cabello, hace más de ocho meses que no lo haces.
—No es necesario.
—Sí, lo es, y cuando tu madre…
—Da una orden debo hacer las cosas sin protestar —refunfuñó dejando de
lado la cuchara.
Capitulo 4

Necesitaba abandonar el edificio y sacar la tensión acumulada por la intensa


semana de trabajo. Salió en el Lamborghini murciélago que al pisar el
acelerador, rugió en el asfalto, alcanzando una velocidad considerable. La
adrenalina dominaba los movimientos de sus brazos, girando el timón.
Vivía en una condición distinta en comparación a tres años atrás. Se había
convertido en un hombre poderoso que manejaba una corporación; detestaba
semejante presión, pero había hecho una promesa que debía cumplir.
El Nicolas Crowe que dejo Chicago hace tres años no era el mismo que
regresó. Uno que se encontraba a sí mismo tratando de hacer lo mejor, lidiando
por dejar atrás sus viejos demonios. Cambió todo desde su desaliñada apariencia,
hasta su manera de comportarse. El cabello castaño claro por los hombros atado
siempre en una coleta, ahora era corto. Las ropas comunes pasaron al olvido
siendo reemplazadas por trajes de diseñador. Su mente despierta preparada para
hacer daño, ahora era fría esperando en hincarle el diente a los que trataran de
hacerle daño, entre ellos Peter Berman.
Desde que volvió de Inglaterra, donde vivió los últimos tres años, solo lo
vio una vez porque éste vivía la mayor parte del tiempo en Hong Kong,
manejando la división Asiática del negocio. Su hijo Benjamín era quien lo
representaba en Chicago, mientras que su esposa, la hermana del fallecido padre
de Nicolas, era una mujer de alta sociedad acostumbraba a organizar fiestas y
reuniones sociales con personas de su mismo círculo.
Por eso al regreso de su sobrino hace cuatro meses, insistió en celebrar una
recepción de bienvenida y el final de su encierro que lo mantuvo aislado por
tantos años.
Eso no le agradó al nuevo Nicolas.
—¿Puedes escucharme? —Dijo Patrick tratando de llamar su atención—.
Tienes que revisar esto —dejó un pliego en la cama—. Son las cláusulas que
propone la compañía en Corea para la construcción del nuevo navío.
—Necesito dormir —Nicolas arrojó su saco y desanudo la corbata.
—Tienes responsabilidades que cumplir.
—Soy tu jefe y es mi última palabra —cubrió su cabeza con la almohada,
después de tumbarse en la cama.
—Abel llamó, quizás eso si te interese.
—¿Qué dijo? —masculló con la almohada sobre la cara.
—Dadas las circunstancias tenemos que seguir aguantando al perro.
—¡Maldita sea! Siempre da un paso antes de mí.
—Paciencia es lo que necesitas, Roma no se construyó en un día, ¿sabes
cómo te llama la prensa alemana desde que tomaste aquella decisión?
—No estoy interesado en la prensa.
—Dunklen Prinzen.
—Que significa eso —lanzó la almohada.
—Príncipe oscuro, algo teatral para mi gusto.
—Qué risibles pueden ser, solo para vender periódicos. Desde que viví en
Londres ha sido asi.
—Entre menos detalles sepan de ti, se interesarán más y ahora que por fin
han visto el aspecto físico de Nicolas Crowe, miran con lupa todo lo que haces.
Debes admitir que te gusta este aire de misterio alrededor tuyo, infunde miedo en
la gente.
—Eso me tiene sin cuidado.
—Cambiando de tema contraté a un nuevo empleado para el departamento
de proyectos, es...
—Crees que quiero escuchar sobre alguien que no me interesa.
—Esta chica fue la segunda de su grupo. Tuve una charla con el decano y la
recomendó.
—Una cerebrito, no me importa sabes lo que si necesito aire fresco —dejó
la cama—, y mi dosis de azúcar.
—Sé que estás tenso por la fiesta que la señora Crowe organizó, pero todo
esto forma parte de tus funciones como presidente. Si no te presentas la gente
comenzará a sospechar.
—Patrick ya te dije que iré —salió de la habitación.
—Por cierto —salió también y lo siguió escaleras abajo—. ¿Irás solo o con
la mujer de turno?
—Verónica Wang —dijo Nicolas con ironía al llegar a la planta baja.
—Sé que tienes algo con ella.
Patrick entró en la cocina, después de éste que sacaba una botella con zumo
de la nevera.
—Solo tuve dos encuentros con ella y ya me considera suyo, se puso la
soga al cuello cuando lo dijo. Si está pensando que esto es serio está equivocada,
esta mañana llamé a su jefe exigiendo a otro persona, de preferencia un hombre
para ese trabajo —puso la botella de forma brusca en la encimera.
—Eres cruel creando expectativas y ahora deshaciéndote de ella.
—Nunca le prometí nada, es un pensamiento ilusorio que tiene que me
casaré con ella.
—Entonces irás solo, recuerda que Evelyn Crowe invitó a algunas personas
de la oficina del abogado que maneja tus asuntos.
Patrick se sirvió una copa de vino de la botella, junto a la canasta con fruta.
—Será como hacer política, pones tu mejor sonrisa, saludas y ya.
—Está bien, ahora… —Nicolas cogió el último pedazo que quedaba del
pastel—. Voy a disfrutar de mi tentación.
—Pedí que comprarán esto para ti conociendo tus gustos.
—Cuando tenga tiempo libre quiero visitar esa pastelería, el pastel de ángel
es una delicia, quien lo haya preparado merece reconocimiento —pellizcó
pedacitos con la crema blanca.
—Pronto iremos, algunos de los empleados me lo recomendaron. Nicolas
creo que debes ir a descansar, mañana…
—Iré al jardín a caminar, si no lo hago voy a reventar por tanta palabrería
tuya.

***

Caminaba con los pies descalzos sobre la hierba húmeda, bajo uno de los
árboles del bosque anexo a la propiedad en busca de algo de serenidad.
—Tres años —deslizó las manos por los bolsillos delanteros del pantalón
—. Nicolas soy yo, un hombre que todos temen, que con chasquear los dedos
puede tener lo que quiere. Ahora me veo como un demente hablando solo.
Inmerso en sus reflexiones, se detuvo repentinamente cuando lo tomaron
por detrás.
—¿Qué pasa con Nicolas Crowe esta noche?
—¿Quién dejo que entraras?
—Mis encantos, ellos me ayudaron a lograr lo que más quiero, tú.
La mujer fue metiendo la mano por su camisa separando los botones del
ojal. Nicolas se volvió y jaló su liso cabello negro doblando su cuello hacia atrás.
Lo chupó, pero era como si lo mordiera.
—Hazlo como la última vez —susurró ella sin importarle el dolor en el
cuero cabelludo.
—Cierra la boca Verónica Wang.
—Siempre tan rudo —iba a bajarse ella misma el corto vestido, pero él la
empujo—. ¡¿Por qué?!
—Eres aburrida.
—¿Soy aburrida? ¿Y qué sucede con las visitas a aquel motel? Estoy segura
que te gusto, esa oscuridad en ti es lo que me atrae más.
—Déjame en paz.
—Pero...
—¡Acaso además de ser una zorra eres sorda! —dijo con rudeza.
—¡No me insultes!
—Pues quien se echa un polvo con su jefe en un lugar de mala muerte —
giró sobre sus talones levantando el brazo—. Ni te molestes en volver porque ya
me aburrí de ti. Las mujeres como tu son para un par de noches, ni siquiera eres
buena en la cama —agitó dos dedos en el aire y se adentró en la oscura noche.
—Si crees que con eso voy a quedarme como si nada, estas equivocado.
Capitulo 5

Alana quería que su hija luciera como una chica de sociedad de las que
estarían en el evento al que acompañaría a su hermano, por eso casi la arrastro al
salón de belleza el día anterior donde le cortaron más de siete centímetros de
cabello a pesar de sus rezongas que se prolongaron hasta el día siguiente.
—Creo que…
—¿Puedes quedarte quieta? —dijo su madre arreglando el pliegue del
vestido, pero Mina se movía impaciente.
Le preocupaba el vestido azul de gasa, cuello en V y en capas que llevaba
puesto.
—No me gusta —murmuró levantando el escote con temor de que los
senos se le salieran—. Si me inclino se me verán, ¿y si veo en la que era la
habitación de Sam a ver si dejo uno que me quede?
—Tu prima es más alta que tú, y el pasado fin de semana se llevó el resto
de sus cosas a su apartamento. Te pondré esto —tomó de la peinadora, un
adhesivo de doble contacto que pego entre la tela y su piel—. Con esto no se
moverá, te lo aseguro, este vestido te queda perfecto. Si no hubieras pospuesto el
día de compras habrías elegido algo más acorde a tus gustos.
—Me seguiré sintiendo incomoda aunque me hayas puesto eso.
—Esta es el resultado de darle largas cuando hace meses que tu hermano te
pidió ir con él a la fiesta, usar un vestido que no te gusta.
Cuando terminó con el vestido, Alana recogió el cabello de Mina a un lado
sujetándolo con un pasador de plata que agarró de su joyero.
—Mi hermano no debería obligarme a hacer esto —se quejó por décima
vez
—Lo hace por su trabajo, su jefe le pidió tomar su lugar y necesitaba una
acompañante. Tu prima tenía un compromiso que no podía eludir y eras la única
disponible.
—Como sea, quizás lo único bueno de todo esto es que voy a satisfacer mi
curiosidad. Es la fiesta de bienvenida del CEO, sólo espero que Ben este allí, sin
él me sentiré perdida.
—¿Qué tipo de relación tienes con él? —preguntó con interés en lo que su
hija respondiera.
—Es un buen amigo —reconoció sin sospechar la intención detrás de su
pregunta.
Ya casi terminaban con su cabello cuando llamaron a la puerta.
—¡Hermana, debemos irnos! —gritó Brandon del otro lado.
—¡Ya casi sale! —respondió su madre.
—¡Dense prisa, estaré en el coche!
Escucharon sus pasos al alejarse.
—No puedes olvidar esto —Alana fue a la cama por el antifaz de encaje y
plumas, y se lo dio a Mina—. Disfruta de la fiesta veras a mucha gente
importante —le sonrió para infundirle coraje.
Ella más que nadie sabía que su hija se cohibía cuando tenía que usar ropa
demasiado elegante, y más si exponía algo de piel en un ambiente no
acostumbrado para ella.
—Quizás no logre divertirme —suspiró resignada—, pero lo intentaré.

***

Los antifaces de estilo veneciano le daban a la fiesta un toque romántico y


extravagante, lleno de misterio. La mayoría de los invitados eran políticos y
gente de las más altas esferas sociales, todos con deseos de compartir tiempo con
el famoso, enigmático y elusivo millonario, dueño de Corporación Crowe.
Nicolas se vio obligado a saludar a cada uno por exigencias de Evelyn
Crowe. Charló de manera breve con los más importantes, pero después de media
hora dando la mano y hablando de política exterior, se hastío. En el pasado podía
bloquear lo que le incomodaba yendo a un bar de mala muerte para dejarle un
ojo morado y varios dientes rotos a algún monigote, pero ahora debía guardar las
apariencias.
Ya no soportaba mas, se sentía ridículo por verse en esa posición, asi que
para evitar a la gente aunque fuese por algunos minutos, se escabulló hacia un
balcón.
—Si hubiese sabido que tenía que soportar estas cosas estúpidas… —aspiró
una gran bocanada de aire—. Hermano debilucho debiste ser tu quien estuviera
aquí —suspiró mirando las luces de la ciudad, como velas encendidas en el
infinito horizonte.
***

Mina se sentía sofocada por las miradas lujuriosas de dos hombres que no le
quitaban los ojos de encima. Culpó a su vestido y dio gracias al antifaz de encaje
que ocultaba su rostro, asi nadie sabría quien era ella.
Como su hermano la dejó sola, huyó hacia un balcón para alejarse de todo.
Suspiró ante la impresionante vista.
—Ahora puedo respirar. Que fastidio cómo quisiera quitarme este vestido.
Se volvió para descubrir que a poca distancia un hombre la observaba.
Sintió vergüenza por el comentario que hizo.
El denso silencio le produjo escozor en la espina dorsal.
—Ese hombre —musitó sintiendo el cuerpo tenso—. Con la máscara luce
tenebroso y exuda un aire de seguridad en sí mismo que me hace sentir deseos
de correr, pero no puedo.
Dio dos pasos hacia ella, Mina retrocedió en estado de alerta ante su mirada
oscura.
Capitulo 6

Nicolas
Allí estoy yo, como niño rico entre gente pomposa con sus cumplidos y
sonrisas falsas. Me ahogaba entre tanta hipocresía, por eso me escurrí hacia el
balcón un espacio separado de todo para estar conmigo mismo.
Aspiré el aire nocturno con la ciudad vibrando debajo de mí reclamando mi
presencia. Sentí la tentación de ir por mi coche y dejar la inútil reunión social.
—Quiero beber ron —dije sacando la petaca que guardaba dentro del saco,
la desenrosque y lleve a mi boca. Saboreé el licor caliente—. Me gusta el vino
pero prefiero el licor fuerte, es lo que me hace...
Alguien pasó corriendo deteniéndose a unos pasos del balaustre. Vi que
removió algo de su cabello que al liberarse de aquello que lo oprimía, flotó como
vela al viento junto con su vestido. La luz del interior me ayudó a ver su figura,
no era mucho más alta que yo, de hecho era más pequeña en comparación
conmigo. Pero lo que llamó mi atención fueron sus curvas, el trasero que se
dibujada en la tela y los pechos levantados. La mujer no se dio cuenta de que yo
estaba allí, asi que pude contemplarla a mi gusto.
—Ahora puedo respirar, que fastidio cómo quisiera quitarme este vestido.
Tengo que decir que sería un placer para mí hacerle el favor.
Nuestras miradas se cruzaron cuando ella se volvió. Su antifaz de encaje y
plumas me impedía ver más allá de sus ojos, pero no importa porque toda mi
atención era para su escote.
Por tres años me tire a cuanta mujer pudiera, por lo general eran de mi
clase, después las sacaba de mi vida sin más, ninguna era lo suficiente
interesante para satisfacerme y menos llenar el vacío que seguía supurando
dentro de mí. El asesino en que me convertí era tan fuerte que pudo mantener a
un lado aquellos sentimientos necios, pero viendo a esta mujer, por alguna razón
desconocida me acerque a ella embebido por su embrujo. En el pasado eran ellas
quienes siempre venían por mí, pero ahora soy yo quien tiene la necesidad de
estar más cerca.
—Muy cerca...

Mina
—¿Por qué esos hombres no dejan de mirarme? —baje la vista hacia mi
escote, mi vestido era en definitiva demasiado revelador—. Gracias mamá —
murmuré disgustada. Recordé el balcón al otro lado del salón que vi al llegar a la
fiesta con mi hermano, que por cierto me dejó sola.
Decidí ir para evitar las miradas lujuriosas del par de viejos que bebían
Bourbon sin preocuparse de sus engreídas esposas. Me tomó un par de segundos
llegar, la vista era asombrosa con el cielo lleno de estrellas.
Una suave brisa rozó mi cara invitándome a liberar mi pelo del pasador que
lo retenía. Sentí escalofríos en mi pecho al descubierto.
Volví a ver mi escote.
—Ahora puedo respirar, que fastidio cómo quisiera quitarme este vestido
—dije pensando que estaba sola.
Cuando me volví, vi a un hombre algo resguardado por la penumbra,
parado a escasa distancia de mí. Me sentí avergonzada por el comentario,
quitarme este vestido ante el desconocido que era más alto, vestía un traje oscuro
y usaba un antifaz negro con detalles dorados.
Algo en su mirada me hizo temblar, podía escuchar mi corazón latiendo
ante el peligro. Decidí regresar, pero mis piernas se congelaron.
Avanzó hacia mí.
«¿Qué se supone que debo hacer? ¿Correr? ¿Permanecer aquí y esperar a
ver qué hace?.»

Nicolas
Cómo me gustaría saber quién está detrás de ese antifaz de encaje y plumas
que semejaban las de un ave nocturna. Por su lenguaje corporal se ve que tiene
miedo. Tal vez es bueno para mí, en esencia siempre es bueno ser intimidante
más cuando quieres algo.
Casi podía tocar su piel sedosa cuando alguien llegó y la mujer dejó el
balcón de la misma manera que llegó. Estaba cabreado y más cuando vi quien
arruinó mi plan.
—Nicolas, ¿podemos hablar? —la voz empalagosa de Verónica Wang, en
verdad me jodía.
—No tenemos nada que hablar —dije cortante con intensión de marcharme,
pero la zorra me retuvo cuando quise seguir a la chica—. ¡¿Quién te crees que
eres?!
—La mujer que te desea más allá de mi propia comprensión. Pensé que lo
nuestro era real, pero hoy me llegó la carta de despido.
Su reclamo era estúpido.
—¿Crees que con tener sexo dos veces te pertenezco?
—Pero dijiste que...
—En tu mente insensata de seguro lo creíste, pero en realidad eso nunca
sucedió —agarré su nuca—. Fuiste un pasatiempo como las demás, digamos que
cumpliste tu propósito.
—¿Lo sabes? —cuestionó espantada.
Trató de retenerme, pero unos hombres de seguridad llegaron y se la
llevaron con discreción a pesar de sus chillidos histéricos.
—Gracias Patrick estoy seguro de que esto es cosa tuya, ahora voy detrás
de lo que me interesa.

Mina
—¡Qué suerte! —Dije tratando de recuperar el aliento—. Quien sea la
persona que haya llegado al balcón, gracias por de cierta forma salvarme.
En el momento que me disponía a buscar a mi hermano, para de una vez
por todas dejar la fiesta, sentí un ligero roce en mi codo.
—Mina.
Di gracias a Dios de ver a mi amigo Ben y su sonrisa relumbrante. Con el
traje azul marino y el antifaz plateado se ve apuesto.
—Estoy tan feliz de verte —sentí alivio, no sé por qué pero el incidente del
balcón me tenia ansiosa.
—Parece que soy tu salvador, ¿me pregunto de quién? —dijo jovial.
—Nadie, ¿has visto a mi hermano? —miraba de un extremo a otro, con
temor de que aquel hombre misterioso apareciera.
—No, tal vez está haciendo acto de presencia con mi primo, aquí todo el
mundo es servil con él.
—No te enojes sabes que para mí eres el único —lo bese en la mejilla. Me
gustaba Ben, sus ojos cafés rasgados eran tan tiernos que me sentía abrigada por
ellos.
—Te ves hermosa esta noche, ¿quieres bailar conmigo?
Un leve rubor apareció en su cara, no podía ser el licor porque a él no le
gusta beber, asi que asumí que podía ser por pedirme bailar con él. En algunos
momentos era muy tímido, me parecía lindo que un chico como él de modales
finos, y altísimo se pusiera colorado con solo pedirme una pieza.
No pude negarme.
—Por supuesto —lo agarré de la mano—. Bailaré, solo contigo.

Nicolas
Recorrí el salón en su búsqueda, pero cada cuatro pasos una mujer insufrible
me detenía para presentarme a alguna hija o sobrina con quien emparejarme.
Las despaché con palabras sutiles y continúe mi búsqueda hasta que un hombre
con gafas y cabello cobrizo se presento ante mí.
—Buenas noches señor Crowe lo siento por molestarle. Quiero presentarme
soy Brandon Foster y estoy aquí en representación de la firma que maneja sus
asuntos legales en Chicago —inclinó la cabeza como una deferencia.
Patrick se aproximó a nosotros para hacer las presentaciones
correspondientes.
—Nicolas el señor Foster es uno de los abogados en la firma legal del señor
Park —dijo, pero yo estaba más interesado en llegar a mi meta.
Encontrar a la criatura inquietante que vi en el balcón.
—Mucho gusto señor Foster —lo saludé cortésmente guardando las
apariencias y me inclino hacia Patrick—. ¿Viste a una mujer con un vestido azul
y un antifaz de encaje negro? —susurré.
—Aparte de una con cabello gris que supongo no es la que estas buscando,
creo que vi a otra así bailando con tu primo —respondió en voz baja.
—Benjamín —vi hacia el otro lado.
Un grupo pequeño, todos con antifaces, se movían al ritmo de la música de
un violonchelo. En el medio estaba ella con el escote perturbador, la criatura
inquietante parecía cómoda en brazos de Benjamín que la agarraba de la cintura
como si fueran novios. Meneé la cabeza molesto y giré al escuchar al tipo
llamado Brandon carraspear detrás de mí.
—Disculpe ha sido un placer para mi saludarlo señor Crowe, buenas noches
—se puso el antifaz que llevaba en la mano y se alejó hacia un hombre rubio que
le hizo señas.
—¿Por qué estás tan interesado en ella? —preguntó Patrick tan pronto nos
quedamos solos.
—Cosa mía —lo dejé con la palabra en la boca. Medí el terreno para tener
la oportunidad de acercarme a ella.

Mina
La música terminó y volví a relajarme gracias a bailar con mi amigo que
tenía la capacidad de hacerme sentir en calma, siempre que lo tenía cerca.
—Gracias —dije.
—No hay de que —me sonrió—. Tú eres…
—¡Benjamín! ¿Podrías venir?
Volteamos al escuchar la voz de su madre, una mujer de pelo marrón
arreglado en un elegante moño, que movió la cabeza mirándome de arriba abajo
por detrás de su antifaz turquesa. Su mirada escrutiñadora me hizo sentir muy
incómoda.
—Lo siento Mina deberes familiares —Ben besó mi mejilla.
—No te preocupes, esperaré por mi hermano —le dije—. Quiero ir a casa.
—Si no fuera por mi madre, yo te llevaría.
—¡Ben! —insistió Evelyn Crowe.
—Ve antes de que me culpe de retenerte.
—Cuida de ti, Mina.
Me distraje viendo como se alejaba, entonces alguien agarró mi mano.
Estuve a punto de darle un puntapié en la pantorrilla al atrevido, pero al girarme
me congelé. Allí estaba a unos centímetros de mí el hombre del balcón, se veía
más intimidante con la luz del salón bañando su cuerpo por completo.
Sus traslúcidos ojos me perturbaron demasiado.
—Quiero bailar contigo, sólo una pieza —la voz que salió de su boca era
profunda.
No sé lo que sucedió conmigo cuando quise rechazarlo, mi voz
simplemente voló hacia la estratosfera. Por más que lo intenté no pude decir
palabra alguna.
Me condujo a un lugar retirado fuera del salón donde nadie podía vernos.
Mis piernas no me obedecían, lo obedecían a él y para mi mala suerte la música
cambió por una pieza más lenta. Intenté apartarme, pero enganchó sus dedos a
mi cintura y me atrajo hacia él.
Nuestros cuerpos estaban tan cerca que mi corazón golpeaba sin control en
mi pecho, ni siquiera cuando mi ex se acercó la primera vez sentí esto.
Otra vez quise decir algo, pero era como tener una patata atascada en mi
garganta. Mis brazos que estaban a ambos lados de mi cuerpo, de repente y sin
pensarlo se movieron a su espalda.
«¿Mina Foster que estás pensando? grita, empújalo o haz otra cosa, pero
hazlo ya».
El antifaz no me dejaba distinguir quién era, pero era tan imponente que
parecía irreal, como un personaje sacado de un cuento gótico.
Tomó mi barbilla para acercar su boca a la mía con la clara intención de
besarme. Por fin reaccioné y mi mano terminó en su rostro. Antes de que éste
pudiera reaccionar, corrí lo más rápido que pude sintiendo ardor en la mano por
el golpe.

Nicolas
Con ese vestido es obvio que mi mente inmutable reaccionará, sobre todo
por su escote. Soy cruel, pero no soy ciego, puedo distinguir que bajo el antifaz
la mujer es una belleza.
Me acerqué a ella ahora que estaba sola, tenía que tomar ventaja de este
momento después del fiasco gracias a la lunática de Verónica.
La chica es más pequeña que yo, con los labios perfectos y detrás de esa
máscara los ojos de un verde brillante que parecían piedras de jade.
Abrió la boca para decir algo, al separar los labios me tentó todavía más. La
agarre para bailar, pero lo más lejos posible de los demás reteniendo su cintura.
Sentir su cuerpo contra el mío es intenso, desde que Caterina murió ninguna otra
mujer tenía el poder de hacerme sentir estos antojos. Mi cuerpo solo reaccionaba
a lo que ellas hacían para tenerme, besando, tocándome y yo permanecía inmóvil
viéndolas desnudarse sin que hubiera sexo al final.
En este momento siento la necesidad de hacer algo más con esta chica. Su
perfume es suave y delicado, sé distinguir a una mujer decente de una puta con
sólo oler su esencia.
No podía detenerme más así que miré sus labios rojos como botón de rosas,
tomé su barbilla acercándome a su boca cuando recibí una bofetada de su
delicada mano. Huyó de mí y me quedé allí como un estúpido obsesionado por
una mujer de la que no sabía su nombre, ni visto su cara.
Capitulo 7

Un ligero tono rosáceo cubría sus mejillas al verse en el largo espejo del
baño, con la mirada de aquel hombre grabada en su cabeza. No sabía su nombre
y solo había visto algo de su boca para poder reconocerlo sin el antifaz.
La esencia que transpiraba su cuerpo seguía flotando en su nariz.
«Ahora me siento cómo una ardilla cazada por un halcón —Mina removió
el antifaz—. Es un alivio que haya usado esto todo el tiempo, no sabe mi nombre
lo que es bueno para mí.»
Veía su mano enrojecida por la cachetada que le propinó al desconocido,
cuando la puerta se abrió. Se quitó el zapato derecho instintivamente, apuntando
el puntiagudo tacón con temor de que fuese él.
—¡Mina!
Su hermano asomó la cabeza, con un movimiento rápido pudo esquivar el
golpe que iba directo a su cara producida por la reacción defensiva de ella.
—¡Espera!
—¡Brandon! —bajo el zapato alterada.
—Sí soy yo, ¿quién creías que era?
—Nadie —exhaló con alivio.
—Alguien trato de hacerte daño —echó un vistazo hacia el pasillo, pero no
había nadie cerca—. Dime voy a…
Ella lo golpeó en el pecho.
—¡Me dejaste sola, sabes cuántas miradas lujuriosas tuve que soportar! —
dijo con un gesto de disgusto.
—Mi linda hermanita está molesta —pellizcó su cara.
—¡Ay! Si no fuera por Ben la noche habría sido una completa pesadilla.
—¿Una pesadilla? ¿Alguien te molesto?
Como su hermano siempre se enfadaba si algún chico se acercaba a ella con
malas intenciones, Mina sacudió la cabeza obviando el tema para que no saliera
en busca de aquel hombre.
—Estas imaginando, vamos —lo empujó fuera del baño—. «Este será mi
secreto, después de todo no veré a aquel hombre en mi vida.»

***

—Apúrate Mina —susurró su hermano.


—Con estos tacones no puedo —dijo por lo bajo, subiendo hacia el
siguiente escalón—. Solo un poco y...
—¡Mina Foster! —gritó su madre.
—¡MAMÁ! —exclamó estremecida.
—Madre vas a matar a mi hermana de un susto —Brandon la agarró del
brazo para evitar que cayera al pisar mal el escalón.
—No fue mi intención sólo quería saber cómo fue la fiesta en especial por
ella, fue su primer evento importante.
—Es muy tarde para eso y estoy cansada ¡Ahh! —Dijo simulando con un
sonoro bostezo—. Estoy agotada.
—Pero mañana tienes que contarme todo.
—Mañana, mamá —repitió quitándose los tacones.
Subió la escalera más deprisa, mientras su hermano la observaba con cierta
sospecha.
Llegó a su habitación y cerró la puerta girando el pestillo.
—Por fin sola —lanzó los zapatos, y se precipitó hacia la cama con todo y
vestido—. Creo que esta fue la noche más extraña y emocionante que he vivido
en mis veinticuatro años de vida.
Trató de imaginar el rostro del hombre de la máscara, se concentró en sus
misteriosos ojos y los labios desiguales. Algo dentro de ella se sacudió como si
hubiera recibido un toque eléctrico.
—Es evidente que me sienta asi al recordarlo, todo por mi poca experiencia
en estas cosas. Tenía que ser más abierta en mis años de universidad, pero
después de romper con Randall las posibilidades de tener otro novio se vieron
afectadas por enfocarme en mis estudios.
Se sentó en la cama analizando lo ocurrido y recordó que había pasado por
alto algo importante.
—Qué tonta fui nunca tuve la oportunidad de ver al CEO —rió de forma
nerviosa—. Olvidé la razón para ir a esa fiesta, todo por huir de un desconocido.
Se quitó el vestido y lo dejo en la silla junto con el antifaz. Con el albornoz
puesto, salió de la habitación para tomar una ducha.

***
Rascó su cuello sumida en un ensueño con las imágenes de la noche anterior
merodeando su cabeza. Abrió los ojos y se encontró con los de su madre que la
miraba con insistencia del otro lado de la mesa.
—¿Dormiste bien, te veo algo adormilada?
—Ah... Mmm... Más o menos —hincó los dientes dando un gran mordisco
a su pan.
—Entonces, ¿cómo fue la fiesta?
Hizo la pregunta que Mina no quería responder.
—Bien —dijo partiendo su omelette con el tenedor.
—Solo eso, ¿cómo iban todos vestidos?
—Bien.
—No puedes usar otra palabra para describir lo que viste anoche.
—No —sacudió la cabeza y bebió el jugo de naranja.
—¿Que tal un hombre guapo? ¿Había alguno que captara tu interés?
No pudo decir nada porque no se le ocurrió nada que comentar.
—Mina.
—Iré por mi bolso tengo que reunirme con Ángela en una hora y se me
hace tarde.
Dejó el comedor a pasos rápidos.
—Sueño estúpido.
Despertó en la madrugada jadeando por el sueño que la aterrorizó. En este
corría con dificultad en medio de la noche con un vestido blanco de encaje y
seda similar a los utilizados por las mujeres en la Inglaterra del siglo XIX, y
cuya cola pesaba tanto que casi no podía moverse. La calle solitaria iluminada
por faroles de poca luz, le producía escalofríos. Cuando estaba a punto de llegar
a su destino, un hombre con capa, traje oscuro y sombrero de copa apareció en
medio de la calle. Ella no podía ver su rostro, pero su voz era tan profunda que
parecía salida de las honduras de la tierra. Con un movimiento imperceptible por
el ojo humano el desconocido la agarró por la nuca ladeando su cuello, tocó su
piel con los labios tan fríos que le causo miedo.
Abrió la boca hundiendo los colmillos, y justo allí Mina despertó.
—La próxima vez que tenga la gran idea de ver una película de terror
porque no puedo dormir, me golpearé a mí misma, de verdad lo haré.
Revisó una vez más la cartera para verificar si tenía la tarjeta de debito y el
efectivo, y salió de la alcoba.
Se reunió con su amiga fuera de una tienda de zapatos. Ángela Scott le
sacaba unos cuantos centímetros de altura, no era de extrañar que por esto, su
atrayente rostro y los llamativos rizos rubios rojizos captara la atención de una
agencia de modelos que la contrato a los dieciséis. Ahora a sus veinticinco, era la
imagen de una famosa marca de cosméticos.
Comenzaron el recorrido habitual que toda experta en compras hacia,
escogiendo las piezas que Mina había visto de antemano en las páginas de
internet de las tiendas que visitaron, y se ajustaban a su presupuesto de ropa para
trabajar.
Al aparecer el hambre, fueron al patio de comidas en el segundo piso del
centro comercial, y entre que comían Ángela se interesó en saber cómo le había
ido la noche anterior.
—No has dicho nada de la fiesta, ¿qué tal fue?
—Bien... creo —contestó Mina, moviendo la pajilla de arriba a abajo dentro
del vaso con refresco.
—¿Qué es ese "creo"? —Ángela supuso por su gesto que su amiga encubría
algo.
Mina cogió una patata frita de la canasta y la untó en el queso, luego en la
salsa de tomate picante.
—Ángela nunca te ha pasado que tienes la sensación de que tu vida está a
punto de cambiar o ha cambiado algo —masticó el bocadillo.
—Algo ha sucedido.
—Sí —sentía el picor del chile en la lengua—. Ayer por la noche, en ese
baile —dijo rememorando cada detalle de lo acontecido.
—Ahora tengo más interés.
—Te comente que mi hermano me pidió ir porque Eva sigue en el
extranjero y mi prima no podía ir ya que tenía que asistir a un amigo suyo chef
en una boda en Nebraska. Bueno en algún momento Brandon me dejó sola y
tuve que soportar las miradas de un par de viejos libidinosos, decidí salir a un
balcón y allí lo vi.
—Viste, ¿qué? ¿Quién?
—Un hombre vestido de negro que se acercó a mí después que nuestras
miradas se cruzaron.
—Entonces... —Ángela estaba ansiosa por saber.
—Pero alguien llegó y me escapé.
—Mina que cobarde eres —se echó hacia atrás en su silla.
—¿Qué crees que tenía que hacer, permanecer esperando que este hombre
me hiciera algo? Además la historia no termina allí, me reuní con Ben y
bailamos, después tuvo que dejarme. Cuando iba a buscar a mi hermano, el
misterioso hombre apareció de la nada.
—Parece el argumento de una película —cuanto más su amiga contaba la
historia, más crecía el interés de Ángela.
—En verdad que si, y tuve la oportunidad de ver sus ojos de un intenso
color azul que parecía el cielo en un día despejado, luego sus labios que eran
perfectos. Admito que por un momento quise regresar el tiempo y en lugar de
aquel chico odioso que me beso en la secundaria por una apuesta, quería que el
hombre misterioso hubiese sido él.
—Vaya que te impresionó.
—Mucho. Me agarró de la cintura y bailo conmigo en un sitio apartado,
estaba tan cerca de mí que aún recuerdo su esencia. Olía tan bien —Mina sorbió
lo que quedaba de su refresco—. Se inclinó hacia mí con toda la intención de
besarme, por supuesto le di una bofetada y me fui corriendo.
—Si fuera yo lo habría dejado hacerme lo que quisiera.
—¡Estás loca Ángela!
—Es una broma, hiciste bien.
—Sabes que no soy la clase de chica que sigue a un hombre como un oso a
la miel —apuntó Mina—. Aun cuando pudiese gustarme, no soy del tipo
acosador. Recuerdas como era en el colegio, las chicas de la clase enviando
mensajes de texto al chico que les gustaba sin que este les diera motivos para
hacerlo.
—No es tan malo cuando el hombre muestra cierto interés. Dime, ¿sabes su
nombre?
—No y eso para mí está bien, no deseo toparme con ese hombre, ni en
sueños. Tengo la sensación que hay algo extraño en él.
—Como en los libros de terror que tanto te gustan.
—No lo digo por eso es que hay algo en su mirada, algo que… —meneó la
cabeza cogiendo otra patata frita.
Capitulo 8

Se hundió en el sofá borgoña con el relajador silencio de la habitación. Había


momentos como ese, en los que extrañaba la música que su hermano tocaba en
el piano, el tiempo que vivieron juntos en Londres.
Observa el interfono en la mesa de noche, junto al reloj antiguo con el casi
imperceptible sonido de la manecilla.
—Parece que el señor Abey olvido guardarla.
Todavía estaba allí el antifaz que utilizó en la fiesta.
—Hermano debilucho tú eres más malvado que yo al obligarme a soportar a
esa gente hipócrita —cruzó los brazos por debajo de su cabeza—. Pero valió la
pena el engorro, todavía siento el ardor de su fuerte bofetada.
Con la imagen de la mujer del vestido azul aún en su memoria, Nicolas
cerró los ojos y sonrió visualizando su cuerpo. Le parecía que podía tocar su piel
con solo estirar la mano.
—Ni siquiera sé quién es ella —sobó su mejilla—. Esto no va a desaparecer
hasta que la encuentre.
Volvió a quedarse en silencio con la penumbra absorbiéndolo poco a poco
en un sueño narcótico. El móvil dentro del bolsillo interior del blazer sonó y
abrió los ojos.
—Me lo esperaba —lo tomó viendo el nombre de la persona que llamaba
—. Hola ¿cómo estás?... eso está muy bien... ¿es definitivo?... ¿tan pronto?...
entonces iremos mañana, llamaré a Patrick para que disponga todo para el
viaje… nos vemos.
Suspiró y se deslizó por el cuero del sofá hasta quedar completamente
vertical, mirando un punto fijo.
—Mis planes tendrán que aplazarse hasta mi regreso, pero cuando vuelva
actuaré según lo que mi instinto me ordena.
***

El panorama que apreciaba por la ventana del coche le recordó su pasado. En


esa época, si contaba con algo de suerte y conseguía una caja donde refugiarse,
dormía cubierto toda la noche, pero si no, lo hacía a la intemperie bajo las
temperaturas más extremas.
Fue testigo de hechos terribles que acaecían a chicos más jóvenes que él,
que tan solo tenía trece años. Algunos eran víctimas de abusos por parte de otros
que eran mayores; otros desaparecían sin siquiera dejar rastro.
—Estas calles las recuerdo bien —murmuró viendo los contenedores
desbordados de basura—. El tiempo no avanza cuando vives asi. Tienes que
defenderte como puedas y rogar a Dios ver la luz del sol un día más, todos los
dias.
—Tuviste una vida muy dura —señaló Patrick guardando el teléfono en su
chaqueta.
—Creo que hasta a ti te provocaría nauseas si te doy detalles de toda la
inmundicia que soporte.
—Déjalo atrás.
—Porque ahora soy el dueño de Corporación Crowe gracias a mi hermano
—observó el asiento vacío frente a él—. Mi hermano.
—Él...
—No, Patrick, ¿cuánto tiempo crees que me va a tomar esto?
—Por lo menos una semana o dos, pero no te preocupes tan pronto lo
resolvamos volveremos.
—Bien, quiero pedirte que me hagas un favor.
—Si está en mis posibilidades.
—Deseo encontrar a la mujer que bailaba con Benjamín; aquella con el
vestido azul profundo, y la máscara de encaje y plumas.
—Pensaba que eran ellas quienes iban tras de ti, ¿esta vez vas a cazar a una,
acaso cambiaste de opinión?
—Por supuesto que no, pero estoy tan hastiado de lo mismo que quiero ir
tras un objetivo más interesante. Cuando tengo una meta…
—... la alcanzas no importa qué —agregó Patrick.
—Quiero a esa chica aunque sea sólo por una noche. Me obsesiona tanto
que anoche no dormí; estaba seguro que con solo besarla la tendría en mi cama,
pero me dio una bofetada y huyó.
—Significa que la dama no es como las otras que solo usas para distraerte.
—Esta es diferente, no sé su nombre ni siquiera vi su rostro; bueno sólo los
ojos verdes y sus labios. La única pista para encontrarla es Benjamín, pero
conozco de sobra su aversión por mí, yo sé que no dirá quién es ella.
—Encontraré una solución, por ahora tenemos que centrarnos en lo que
tenemos que hacer.
—¿Te aseguraste que nadie sepa donde iré en realidad?
—Si todos piensan que vamos a Sidney, pero en realidad nuestro destino es
otro.

***

Un hombre de torso amplio como el de un luchador de la WWE y con


aspecto nórdico llamado Henrik, los condujo al bajar del avión al coche que los
esperaba en el hangar privado. Por el cansancio Nicolas no se quitó las gafas de
sol a pesar que ya era de noche. Patrick fue el encargado de hablar con el chofer
en un perfecto alemán, traduciendo al mismo tiempo cada palabra.
—Pregunta si quieres ir a la villa o prefieres hospedarte en un hotel esta
noche.
—No me importa donde sea por mi está bien —dijo Nicolas.
—Entonces es mejor la villa, es cercana al lugar que debes visitar mañana.
Debes estar allí a primera hora, ya es muy tarde para hacerlo hoy y no es bueno
que te sometas a esas pruebas asi de cansado como estas.
—Patrick me cuidas demasiado y yo no lo necesito —se quejó en voz baja.
—Sé que tienes una excelente condición física, pero no es lo mismo
entrenar una hora diaria a tu propio ritmo que someterte a esto. Recuerda lo que
sucedió la última vez.
—Voy a estar bien.
Cerró los ojos con deseos de dormir un poco antes de llegar, les tomaría
alrededor de una hora hacerlo ya que la villa estaba bastante retirada.
—Antes de que te duermas quiero comentarte algo —dijo Patrick.
—Se breve —masculló Nicolas con la cabeza ligeramente inclinada hacia la
ventana.
—Es sobre el favor que me pediste, tengo una idea de cómo encontrarla sin
usar a tu primo, pero me tomará tiempo.
—Gracias... —dijo dormido a medias—, tal vez... sueñe algo diferente a
callejones mohosos…me gusta el… azul.
Capitulo 9

El lunes por la mañana Mina entró en la conocida “Torre” sede principal de


Corporación Crowe, un edificio de estructura transparente y proporciones osadas
que parecía perderse en el cielo. El interior al igual que el exterior, mostraba
innovación; las columnas que parecían sostener la estructura daban un aspecto
de rigidez, pero combinadas con las formas onduladas del piso y el techo
creaban un movimiento continuo como de olas.
Fue a la zona de recepción en pleno centro, con un módulo circular y una
gran C de plata en la pared hacia el fondo.
—Buenos días bienvenida a Corporación Crowe, ¿en qué puedo ayudarla?
—dijo la recepcionista añadiendo al saludo una sonrisa inmaculada.
—Buenos dias, tengo una cita con la Señora Marian Smith en Proyectos y
Gestión Estratégica —respondió Mina con algo de nervios.
—Primero tengo que anunciarla, su nombre por favor.
—Min… —tragó para lubricar su garganta—. Mina Foster.
—Señorita Foster —la mujer presionó un botón que se iluminó en la central
telefónica—. Buenos dias señora Smith, la señorita Mina Foster se encuentra
aquí y desea hablar con usted.
Mina se abstrajo con la meticulosa formalidad que se seguía en la
compañía, para ir más allá de la zona de recepción del complejo.
—Si señora Smith, de inmediato —la mujer presionó el botón y alzó la
mirada—. Puede pasar señorita Foster, ella la está esperando el departamento
está en el piso 17. Permítame darle el gafete de visitante, después se le
suministrará el de empleado con su foto y el departamento donde trabajará.
—Gracias —respondió tomándolo, y lo engancho a la solapa de su blazer.
Para ese día había elegido un vestido azul marino con puntos blancos y un
cinturón que rodeaba su cintura; encima el blazer blanco, botines negros y bolso
del mismo color. Le enorgullecía su atuendo sencillo y a la vez formal para el
lugar donde trabajaría.
Espero por el ascensor junto a otras cinco personas que también subían
como ella. Las puertas se abrieron, y el hombre de cabello gris parado delante,
que esperaba como todos los demás la dejó pasar primero.
Llegaron a su destino después de detenerse en otros dos pisos. El espacio
del suyo era muy claro con paredes que parecían espejos, y en letras de plata el
nombre de la compañía.
—Posicionamiento de marca —masculló.
Una mujer de cabello rojo con elegante traje gris de dos piezas, la recibió al
salir del ascensor.
—Señorita Foster un placer conocerle —estrechó su mano—. Soy Marian
Smith de Proyectos, bienvenida.
—Muchas gracias es un placer conocerla señora Smith.
—Estamos muy interesados en usted desde que el señor Martin nos
comentó de sus logros universitarios después de hablar con el decano.
—¿El señor Martin es la mano derecha del señor Crowe? —preguntó con
timidez.
—Sí, lamentablemente ninguno de los dos se encuentra en el país. Tuvieron
que viajar al extranjero, pero tan pronto como regresen estoy segura que el señor
Martin la llamará para conocerla personalmente.
—Me alegraré en reunirme con él.
—Ahora déjeme mostrarle dónde va a trabajar, venga conmigo.
Entraron a una sala rodeada de estaciones circulares de trabajo unidas de
tres en tres. Todos con colores vibrantes en verde y púrpura; Mina pensó que
trabajaría en alguna oficina con colores deprimentes, gente con caras largas y
jefes exigentes, pero el ambiente era muy productivo. El diseño de las paredes
que dividían los espacios no alteraba la decoración.
—Tal vez piense el por qué de que estas oficinas sean así —dijo Marian
Smith—. Fue idea del fundador que siempre quiso que sus empleados trabajaran
en condiciones óptimas, de acuerdo a nuestras estrategias esto ha aumentado la
productividad de este departamento y del resto del complejo. La empresa está
diseñada de acuerdo a los deseos del dueño, y su nieto sigue su dirección de
forma cabal.
—¿Es un buen jefe?
—Sí, siempre se preocupa por sus empleados e invierte dinero en obras de
caridad. La prensa le da apodos por de cierta forma pisarle la cabeza a la
competencia adelantándose a sus movimientos, pero no nos importa es nuestro
presidente y lo respetamos, lo mismo ocurrió con su padre y su abuelo.
Eso no le sorprendía a Mina después de todo lo que leyó en sus años de
universitaria, aunque le parecía que Marian Smith parecía más su relacionista
pública, enalteciendo su imagen, que la líder del departamento de Proyectos.
—Ya veo —continuo viendo la oficina—. Quizás estoy prejuzgando a ese
hombre.
El resto de la jornada conoció a algunos de los que serian sus compañeros
de departamento, entre ellos un chico rubio de gafas que explicaba las cosas
como si fuera vendedor de puerta en puerta llamado Steve y otra chica llamada
Jillian de tez morena y diminuta figura. Entre los dos le hicieron grato su primer
día.

***

Su función la primera semana fue observar cómo se hacían las cosas. Las
decisiones eran evaluadas de forma meticulosa por un grupo de 6 personas que
decidían en base a las sugerencias de todos los miembros del departamento, las
factibles se discutían en una junta trimestral con el presidente; además de las tres
áreas en las que Crowe tenía una fuerte presencia como multinacional, recién se
involucró en la construcción de barcos de menor calado.
A pesar de la poca experiencia que Mina mostró al comienzo; en las dos
semanas posteriores a su ingreso se sentía a gusto en su trabajo gracias a que
pudo adaptarse en poco tiempo. Esperaba en esas semanas reunirse con el
responsable de su contratación, pero tanto él como el dueño habían retrasado su
regreso por una semana más, por lo que la reunión se pospuso.
Ese día cumplía catorce dias de ingreso a la fuerza laboral.
—Señorita Foster, su primer informe ha logrado una buena calificación de
nuestra parte —dijo Marian Smith parada antes que Mina, en la línea de comida.
—Es gracias a mi experiencia previa trabajando en el negocio de mi
familia, pero no se compara a este que es más extenso.
—Sé que es una pastelería muy famosa, por cierto los postres son deliciosos
un miembro del equipo lo recomendó al señor Martin y le gustó mucho —se
detuvo en la barra de ensaladas.
—¿En verdad? —cuestionó Mina añadiendo unos cubos de sandia a su
ensalada de frutas.
—Sí, hace un tiempo teníamos una reunión y alguien trajo una caja con
pastelitos; el señor Martin llegó justo en el momento que comíamos y los probó.
Preguntó dónde podía comprarlos, tal vez su familia recibirá su visita o
probablemente enviará a alguien.
—Mi madre estará complacida en saber esto —se dijo a sí misma—. El
propio Patrick Martin comiendo los postres preparados por mamá y mi prima.
Después de regresar de almorzar tuvo que salir del edificio para comprar un
analgésico por el dolor de cabeza que le molestaba. Supuso que tal vez se debía a
comer budín de chocolate a altas horas de la noche.
—Aunque trate de evitar el chocolate siempre…
—¡Mina!
Se distrajo cuando la llamaron y accidentalmente tropezó con alguien que la
tomó de los brazos evitando que cayera de narices en el pavimento.
—¡Oh! Perdone —dijo avergonzada levantando la cabeza, parpadeó por el
intenso sol que no le permitía ver el rostro de su salvador.
—No se preocupe —dijo el hombre con una voz muy profunda.
La soltó y siguió caminando con otro de cabello negro que iba detrás con un
maletín de mano. Mina distinguió cierto aroma que rozo su nariz como una
extraña pócima despertando sus sentidos.
—¡Eh! —Miró a un grupo de personas que caminaba hacia el edificio—.
Esa esencia... el enmascarado esta aquí —su corazón latía en estado de alerta.
En el momento que se disponía a seguir aquel perfume, alguien la asió por
el codo.
—Eres demasiado rápida para mí —dijo Steve—. Tienes que venir.
—Pero la señora Smith me dio permiso para ir a la farmacia en la otra
cuadra.
—Todos tenemos que estar en la sala de reuniones ya mismo, en especial tú
—dijo jadeando por la carrera—. El presidente regresó y quiere vernos.
—¿Y mi dolor de cabeza?
—Para eso —saco una caja del bolsillo de su pantalón—, con esto
desaparecerá.
Steve la condujo al edificio, ella seguía mirando en busca de un hombre con
la misma altura y cuerpo del enmascarado del baile.

***

Las luces LED en blanco y azul claro iluminaban la sala, en el centro una
mesa circular y cerca de 6 sillas en torno a esta, y en la pared izquierda una
pantalla de LCD que mostraba imágenes promocionales. Los principales del
departamento esperaban la llegada del presidente junto al resto del equipo y
Mina parados al otro extremo.
Tras unos minutos de impaciente espera llegaron dos hombres, uno de
cabello negro de más de 30 años, ojos cafés y semblante duro, vestido con un
traje azul marino; y luego otro más joven de cabello castaño claro más alto que
el otro, con traje gris oscuro y corbata borgoña de puntos apenas visibles.
—Buenos días.
El de cabello negro saludó con agrado mientras que el otro permaneció en
silencio, Mina asomó la cabeza por detrás de dos de sus colegas poniendo
especial atención al que no dijo nada.
—¿Es él? —dijo en voz baja ajustando los lentes de lectura para verlo
mejor, pero lo veía desenfocado.
Por error había cogido los de su madre, que eran de más aumento que los
suyos. A fuerza tenía que usarlos porque con la luz de esa sala no podía ver bien.
Uno de los chicos notando el gran esfuerzo que hacía parándose de puntitas
la ayudo a ponerse al frente.
—Pero Daichi…
—Vamos Mina.
El ruido ocasionó que Nicolas, sentado a la cabecera de la mesa, despertara
de sus pensamientos internos.
—Las quince personas del departamento están aquí como ustedes
solicitaron —dijo Marian Smith, señalando a todos incluyendo a Mina.
—Ya veo —dijo Patrick mirando de reojo a Nicolas—. Estamos satisfechos
con el último reporte, la productividad del departamento ha alcanzado buenos
niveles, ¿es asi señor Crowe?
—Sí estoy muy complacido —respondió sin mirar a nadie.
Mina sintió algo extraño en esa voz sin emoción.
—Por cierto, ¿se encuentra la señorita Foster aqui? — preguntó Patrick.
—Si —Marian volteó y le hizo una seña—. Señorita Foster, acérquese por
favor.
Asi lo hizo ella.
—Buenos días —dijo con voz débil aproximándose al otro extremo de la
mesa—. Les agradezco su interés en contratarme, hago mi mejor esfuerzo por
hacer mi trabajo a la perfección.
Inclinó el cuerpo con las manos juntas, al enderezarse se encontró con la
mirada de Nicolas y se quedó inmóvil por la extraña sensación que recorría su
cuerpo cuando se miraron a los ojos.
Para él era algo chocante, la mujer a poca distancia tenía ciertos rasgos en
la boca y nariz similares a los de Caterina aun cuando el aumento de los lentes
que ella usaba no le permitía ver sus ojos. Había algo en la forma de su cara que
le parecía conocido, de inmediato desvió la mirada sintiéndose incómodo.
—Estamos satisfechos de conocerla, señorita Foster —dijo Patrick—, el
decano de su universidad nos dio buenas referencias suyas y estamos
complacidos en que sea parte de nuestros colaboradores.
—Muchas gracias, señor Martin.
—Nicolas, ¿quieres decir algo? —Patrick dirigió su atención a éste, pero de
nuevo estaba en su propio mundo—. Señor Crowe —lo llamó de nuevo en un
tono más grave.
—Lo siento, si estoy de acuerdo en lo que has dicho —se puso de pie—.
Patrick recuerda que tenemos otros asuntos que atender el día de hoy.
Dio una ojeada y se encontró a sí mismo viendo con atención hacia su
derecha donde estaba Mina, pero volvió la mirada hacia el frente y salió de la
sala.
—Estoy muy satisfecho con su trabajo así que por favor continúen dando lo
mejor de sí. Señora Smith quiero hablar con usted en mi oficina en media hora
—dijo Patrick que salió detrás de Nicolas.
A la partida de ambos se escucharon murmullos, Mina frunció el ceño
quitándose los lentes.
—¿Qué sucede con ese hombre? Más interés tuvo la pared que él.

***

Nicolas dirigió sus pasos a su oficina sin prestar atención a nadie, mientras
que Patrick trataba de llegar a él que no le hacía caso.
—¡Espera! —dijo en voz alta.
Pero no respondió, de hecho tan pronto entró a su oficina se dejo caer en un
sofá y cerró los ojos.
—¿Puedes decirme que sucede contigo? —cuestionó Patrick molesto—.
Sabias de antemano sobre esta reunión y estuviste de acuerdo. Hacemos esto
cada dos meses en cada departamento, no podías poner tu mejor cara con…
—Puedes creer que ahora tengo visiones —expresó Nicolas con ironía,
extendiendo el brazo por el respaldo del sofá.
—¿De qué estás hablando?
—Esa chica, te lo juro que vi a Caterina en ella, tengo alucinaciones —se
rio a carcajadas de sí mismo.
—¿Qué chica? —Patrick se mantenía de pie sin comprender de que
hablaba.
—Foster, no recuerdo su nombre —dijo Nicolas frustrado.
—Mina Foster te resulta parecida a Caterina.
—Sabes que me voy —fue por las llaves del coche que dejo en un
recipiente de cristal en el librero—. Buscaré a alguien con quien entretenerme.
Solo dio dos pasos porque Patrick lo agarró del brazo por el codo. La
reacción de Nicolas no fue buena; sintiéndose amenazado lo empujo contra el
escritorio y saco una navaja del bolsillo.
—La próxima vez que trates de hacer algo como lo que acabas de hacer —
dijo con el filo cerca de su pómulo—, voy a clavarte esto donde más te duela.
—No es la primera vez que lo haces.
Patrick mantuvo la calma. Con eficiencia lo desarmó doblando su brazo por
detrás de la espalda, quitándole la navaja.
—Recuerda quien era yo antes de trabajar con los Crowe.
—Agente de la CIA —dijo Nicolas, apretando los dientes con ferocidad.
—Sé que estás molesto por el aniversario de Caterina, pero comportarte
como el hombre que eras antes es una majadería —dijo cerca de su oído—. Deja
eso para quien tienes que actuar asi, recuerda que ahora eres el presidente de...
—¿Crees que con sólo usar trajes cambiaré por completo? Estás
equivocado, si alguien me provoca voy a reaccionar de mala manera, créeme no
estoy de humor —luchaba por zafarse.
—Está bien —le soltó el brazo—. Ve y busca a una mujer para que te
entretenga, o a un hombre para que puedas molerlo a golpes.
—¿Quieres que me mantenga tranquilo? Tráeme a la mujer de la fiesta —
Nicolas salió de la oficina azotando la puerta.
Patrick resopló.
—No tengo otra opción, quien quiera que sea lo siento pero como
salvaguardia de esta familia tengo prioridades.

***

Deslizaba la mano por las medias de red subiendo el vestido dorado mientras
con la otra jalo su melena rizada. Chupo el cuello de la mujer de piel canela
tendida en el sofá rosa chillón con olor a humo de cigarro.
—Puedes hacer conmigo lo que quieras —susurró ella—. Si lo quieres de
esta forma, estoy dispuesta.
Cuando estaba a punto de tocar sus bragas dos imágenes lo asaltaron, la
chica de la máscara y Caterina.
—¡Mierda!
Se sentó en el sofá como si le hubieran marcado la piel con hierro ardiente;
la mujer se puso en horcajadas encima de él desabrochando su camisa.
—Vamos sigue.
—¡No!
—Yo sé qué tipo de diversión quieres.
—¡BASTA! —La rechazo apartándola con ira—. Busca a otro estúpido que
pague por tus servicios, ahora estoy cabreado.
Salió de la habitación color pastel con el olor a látex de las botas de la
mujer causándole nauseas. La música de Deep Purple retumbaba en sus oídos al
llegar al Lamborghini. Salió disparado pisando el acelerador del coche; las luces
de la calle parecían líneas amarillas y rojas por la velocidad extrema que
imprimía al auto.
Por desatender su conducción, se desvió de su ruta original hacia la calle
Harrison tomando otra vía que lo llevo hasta LaSalle.
—Imbécil —aporreó el timón.
Vio por el espejo retrovisor hacia donde podía dirigirse para regresar a su
ruta. Al ver hacia su derecha se distrajo con el anuncio de una mujer vestida de
azul al costado de un autobús.
—Eres esquiva criatura inquietante, pero no por mucho tiempo.
Capitulo 10

En un mes los extraños sueños que Mina tenía se detuvieron y en su trabajo


todo marchaba de maravilla, solo había calma en su vida.
Leía su nueva adquisición en libros de terror mientras esperaba que la
máquina terminará de secar su ropa, cuando escucho a su madre pegar un gritó
desde la cocina e inmediatamente salió de la lavandería.
—¡¿Qué pasa mamá?! —dijo afectada por el susto, pero en lugar de
encontrarla lastimada o en otras circunstancias aún peores, la vio detrás de la isla
central de la cocina recostada a la encimera con una revista en mano.
—¿Es él? —la levantó posicionando el dedo en una foto.
—¿Quién?
—Nicolas Crowe, tu jefe.
—¡Y por eso gritaste!
Mina torció el gesto viendo la foto captada poco después de su regreso.
Llamó su atención el cabello caramelo cuidadosamente peinado hacia un lado.
Aprovecho para analizar un poco más sus facciones; los labios algo llenos,
pómulos pronunciados y ojos azules.
—Es muy guapo no sé por qué hasta ahora estoy interesada en él, tal vez
sea porque estás trabajando allí. Imagina si tuvieras la oportunidad de compartir
tiempo con este hombre, sería muy bueno para ti —Alana se imaginaba esa
posibilidad que a Mina no le parecía tan buena.
—Su círculo es muy restringido, sólo personas de alta jerarquía o bolsillo
muy abultado pueden estar su alrededor y yo sólo soy un empleado —dejo la
revista en el mostrador.
—Ya tuviste la oportunidad de verlo en persona, en la fiesta.
—No, de hecho fue hace dos semanas en mi trabajo, en una reunión del
departamento pero ese hombre es tan parco que al final abandonó la reunión sin
mirar a nadie. Es una persona que no deseo conocer a fondo —afirmó tratando
de evitar hablar más del asunto.
—Quizás…
Antes de que Alana pudiera añadir algo más al tema, el móvil de Mina sonó
dentro del bolsillo de su pantalón corto, y respondió.
—Hola Ben —fue a la sala de estar para hablar en privado—. Qué sorpresa
que llames en domingo.
—Quiero invitarte al cine y luego a comer pizza, o lo que quieras.
—Mmm… hoy estaba planeando descansar, pero tu invitación es más
interesante —vio por el rabillo del ojo como su madre se asomaba por la entrada
de la cocina y bajo la voz—. Acepto tu invitación.
—Te recojo dentro de dos horas, ¿es suficiente?
—Prefiero que nos encontremos en el cine —dijo ella cubriendo su boca.
—Entonces en dos horas nos veremos en el cine que está en la Avenida
Cicero, cerca del centro comercial.
—Bien.
Mina dejo el móvil sobre sus piernas y cruzó los brazos torciendo los ojos.
—¡Madre, ¿estás satisfecha con lo que has oído?!
—Tendrás una cita —salió de la cocina—. ¿Era Ben?
—Sí lo era —respondió.
—¿Si él te pidiera que fueras su novia, aceptarías? —se sentó junto a su
hija que ahora daba vueltas a su teléfono.
—No lo sé, es buen amigo, amable, guapo...
—Pero tú no lo amas, ¿o sí?
—No, pero si me lo pidiera tal vez le daría la oportunidad y quien dice que
no puedo enamorarme.
—Hasta ahora ninguno ha llegado a lo más profundo de tu corazón, ni
siquiera aquel novio que tuviste en tu primer año de universidad.
—Solo fueron tres meses.
Cuestionó la decisión que tomó después de romper con su ex, de no
involucrarse con ningún hombre hasta terminar la carrera. Hace un mes no tenía
pensado salir con nadie en plan sentimental, pero desde el baile su corazón
seguía revoloteando al recordar la esencia y la voz del hombre de la máscara.
Obvio que para ella eso no era amor, sólo sus hormonas demasiado despiertas.
—La idea de pasar de ser amigos a besarnos, no sé si en verdad quiero eso
con Ben, o quizás estoy asustada por aquel encuentro, y quiero sentirme segura
con otro hombre —dijo para sí misma.
—Mina.
—Voy a cambiarme.

***
Ben la invitó a comer donde ella quisiera después de ver una comedia
romántica en el cine, Mina se decidió por un pequeño restaurante italiano a
quince minutos del centro comercial, recomendado por una chica del trabajo que
comentó sobre este como el mejor lugar para comer pasta hecha en casa. Él
eligió raviolis rellenos de ricotta y albahaca adornados con nata, y ella lasaña de
pollo con crema blanca y alcachofas, en lugar de la pizza que acostumbraba
comer cuando salía con Ángela.
Disfrutaron de la cena sin que ninguno de los dos dijera nada, lo cual era
extraño para Ben ya que Mina era muy habladora cuando salían juntos. Decidió
romper el silencio y preguntar cómo le iba en el trabajo.
—¿Cómo te sientes en proyectos?—cuestionó limpiando sus labios con la
servilleta.
—Tengo un mes allí y me siento a gusto con los chicos que siempre que
pueden me asesoran si tengo alguna duda.
—Eso es maravilloso, por estar en el extranjero no he tenido la oportunidad
de ir a visitarte, prometo que desde mañana voy a invitarte a almorzar.
—No tienes que hacerlo.
—Pero quiero.
La miró a los ojos con sus dedos a pocos centímetros de la mano de ella,
decidió que era el momento perfecto para expresar lo que sentía.
—Mina esta cita es porque…
—Querías que pasáramos tiempo juntos —lo interrumpió mirándolo con
expectativa.
—Bueno si, pero la razón principal es que tú me...
—¡Ben Crowe!
Molesto por la inesperada interrupción, se volvió al reconocer la voz de
quien lo llamó.
—Daniel —masculló viendo al hombre rubio de ojos grises que se acercaba
a su mesa acompañado de una rubia con mini falda de vuelos y blusa de seda.
—Hombre feliz de verte —el recién llegado saludó, de inmediato fijó toda
su atención en Mina—, ¿te acuerdas de mí?
—No, ¿tú eres...?
—¡Oh! Por favor —se acercó a ella tomando su mano para que se pusiera
de pie y beso su mejilla—. Soy Daniel Aubriot amigo de tu hermano —susurró
en su oído, algo que irritó mucho a Ben.
—El de la preparatoria —dijo Mina recordando cuando lo veía llegar a su
casa los viernes por la tarde después de salir del colegio, y ella los espiaba
cuando jugaban carreras de coches en la videoconsola de su hermano.
—Daniel, ¿qué estás haciendo aquí? Pensé que estabas en algún país de
Europa divirtiéndote de lo lindo —manifiesto Ben con ironía.
—Regresé hace un mes —respondió sin dejar de ver a Mina—. Por cierto
lucias hermosa en tu vestido azul en el baile de máscaras, se lo dije a Brandon el
otro día, seguro no te lo mencionó.
—¿Tú me viste?
Sospechó que tal vez podría ser el hombre de la máscara, pero su perfume
no era el mismo. Además no era tan alto como el otro, y sus ojos eran grises no
azules por lo que descartó la idea
—Bella dama —dijo besando su mano—. Es una lástima que no pueda
pasar más tiempo contigo, me tengo que ir. Deberíamos planear una salida a la
discoteca, asi intercambiar parejas —le guiño un ojo a Ben y se alejó con la
mujer que lo acompañaba que no dijo ni media palabra.
—Es el colmo coquetea con Mina cuando esta con otra —masculló Ben.
—Daniel, recuerdo que él y mi hermano siempre estaban juntos en el
colegio —Mina volvió a sentarse—. No sabía que también era amigo tuyo.
—Su abuelo y el mío eran muy amigos —dijo Ben.
—Qué casualidad, ¿ahora que ibas a decirme?
—Nada, vamos a terminar aqui para llevarte.

***

La acompañó hasta la puerta de su casa, Mina estaba feliz de haber pasado


casi todo el día con su mejor amigo, en cambio Ben no lo estaba por su intento
de declaración fallido. Planeó todo desde que salió de Hong Kong, alentado por
las palabras de su padre, pero la intromisión de Daniel arruinó las cosas.
Iba a darle las buenas noches cuando sintió la necesidad de intentarlo una
vez más, pero de nuevo sus inseguridades ganaron la batalla.
—Mina duerme bien, buenas noches.
—Buenas noches —ella lo abrazo descansando la cabeza en su pecho—. Es
tan agradable pasar tiempo contigo.
—Mina yo quiero... —no podía ni mover los brazos.
—Eres mi mejor amigo recordaré esta noche como una de las más
especiales, estoy segura de que te pasa lo mismo.
—Sí.
No lo resistió más y movió los brazos apretándola más contra su cuerpo,
pero la magia acabó cuando un ruido agudo hizo a ambos separarse. El hermano
de Mina había sonando el claxon de su coche causando el disgusto de ella.
—Es mejor que entre a la casa, mi hermano puede ser molesto no quiero
que te fastidie.
—Entonces nos vemos mañana en la oficina.
Ben regresó a su coche con la sensación de haber perdido su oportunidad.
Mina entró a la casa seguida de cerca por su hermano.
—¿Y ese tipo es ....?
—Sabes bien quien es —gruñó molesta.
—Cierto, el primo de Nicolas Crowe.
—Sí, y mi mejor amigo —afirmó con orgullo.
—Creo que para él, tú no eres su amiga.
—No digas estupideces y déjame en paz, fuiste muy grosero en sonar el
claxon.
—No era mi intención interrumpir tu momento romántico hermana, pero
estamos en casa de nuestros padres y tienes que respetar.
—¡Respetar! Se te olvidó la vez que Sam te encontró besuqueando a la hija
de la vecina en la sala de estar cuando mamá y papá estaban en Hawaii.
—Lo que sea, por cierto tengo una reunión mañana con uno de tus jefes, el
señor Martin —sin más Brandon entró a su habitación.
Ella entró en la suya quitándose la goma del cabello con enfado.
—Ben es mi amigo, aunque le dije a mamá que lo aceptaría como novio yo
no podría cruzar esa línea.
Capitulo 11

Nicolas pasó el fin de semana encerrado en la casa, estudiando documentos


de la empresa y tomando notas. Patrick lo dejó a sus anchas por dos días dándole
su espacio y éste agradeció no tenerlo encima analizando y juzgando sus
acciones todo el día; por momentos su actitud le resultaba inaguantable.
Estar con el verdadero él era necesario, no con el hombre que siempre
llevaba traje y corbata, por eso ese día en particular se inclinó por usar una
camiseta blanca y vaqueros oscuros deslavados.
—Señor Crowe su almuerzo: ensalada como aperitivo —James Abey
movió la cabeza y el asistente fue colocando los platos en la mesa—. Pollo
Cacciatore, patatas asadas, y vino blanco.
El señor Abey sirvió el vino en la copa, pero la atención de Nicolas no
estaba precisamente en la comida.
—Y como postre Panna Cotta.
Esperó por su respuesta, pero aquel seguía en silencio.
—Señor Crowe —dijo después que el asistente se retiró.
—¡Ah! señor Abey —vio los platos—. Esto es como para cuatro personas.
—El señor Martin ordenó que tenemos que variar su comida, hoy es
italiano.
—Ya veo, puede retirarse y no tienes que vigilarme como si fuera un crio, te
aseguro que me lo comeré todo —extendió la servilleta en su regazo—. Sé que
Patrick te pidió estar al tanto de mí estos dias.
—Lo hago con gusto señor, con permiso y que disfrute de su almuerzo.
Nicolas dio vuelta al plato con la ensalada, comió las aceitunas negras con
la lechuga romana entonces bebió el vino, pero ni siquiera el sabor ligero y
fresco le satisfacía.
El olor del ajo y las hierbas del pollo le resulto agradable aunque su apetito
no estaba por la labor. Vio que el señor Abey regresó, esta vez con el teléfono de
la casa.
—Señor disculpe que lo interrumpa pero el señor Martin quiere hablar con
usted, dijo que es urgente.
—Gracias —cogió el teléfono—, puedes retirarte.
Llevo el auricular a su oído.
—Pensé que me habías abandonado, aunque debo admitir que me ha
gustado estar a mis anchas estos dias —comentó con algo de pulla al final.
—No me sorprende, pero he estado en una misión especial.
—¿Misión?
—Sí, ¿estarás en casa esta noche?
—No tengo nada que hacer fuera.
—Entonces te veré a las 9.
—Tengo curiosidad, ¿qué quieres hablar conmigo?
—Espera hasta esta noche, ¿de acuerdo?
Como era temprano, apenas las dos de la tarde para la llegada de Patrick,
Nicolas decidió ir a un lugar que deseaba conocer.

***

Alana Foster se encontraba en el mostrador de la pastelería asistiendo a un


cliente que ordenaba un pastel para el cumpleaños de su nieto, cuando las
campanitas de la puerta tintinearon indicando que un nuevo cliente había
llegado. No prestó demasiada atención a la persona que se paró a un lado del
tablón de anuncios al costado de unas mesas, y que no se quito las gafas oscuras.
Cuando por fin se desocupó, el hombre con una cazadora negra se acercó.
—Buenas tardes —dijo éste con voz grave.
—Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle? —Alana alzó la mirada hacia el
hombre que removía las gafas. Supo de inmediato quién era.
—¿Tiene pastel de ángel? —preguntó él con un tono más suave.
—Sí tene…mos, me espera un minuto… ya vuelvo —nerviosa, cruzó por
las puertas dobles hacia la parte trasera donde su sobrina Samantha movía la
manga pastelera haciendo diseños de estrellas en un pastel con glaseado rosa.
—Tía...
—Shhh... El jefe de Mina —trató de decir en voz baja—. El presidente de
esa gran empresa está aquí.
Samantha dejo la manga a un lado y se asomó por la ventanita de la puerta.
—La descripción que me hizo mi amiga no se compara a verlo en persona
—comentó viendo como este descruzaba los brazos metiendo una mano en el
bolsillo.
—Es una lástima que sea tan rico, sino empujaría a tu prima a hacerse su
amiga.
—No creo que a ella le agrade eso.
—Eso es seguro, Sam no le digas que su jefe estuvo aqui parece que no le
agrada mucho.
—No lo haré.
—Debemos preparar una caja especial para su pastel de ángel, ¿hay alguno
recién horneado?
—Iré por uno.
Samantha fue al otro mostrador, añadió unas fresas en rebanadas a la tarta
recién hecha y coloco un poco más de crema pastelera, mientras su tía daba
vueltas por la cocina buscando las cajas.
Minutos después Alana regresó a la parte delantera de la tienda con una
caja del color clásico de la pastelería, azul claro y blanco, decorada con nubes y
el logotipo unas alas de ángel
—Señor…
—Nicolas Crowe —dijo él abriendo su billetera.
—Aquí está su pedido y dentro un budín cortesía de la casa.
—¡Oh! … Usted no tenia que.
—Viene por primera vez, tal vez cuando lo pruebe regresará por más.
—Ya los he probado y son una delicia, ¿puede contestarme una pregunta?
—Dígame.
—¿Por qué el nombre de la pastelería es Delicias de Ángel? ¿Es por el
pastel de ángel?
—No. Es por mi hija, cuando estaba embarazada mi marido la llamaba su
ángel. Después supimos que nuestra bebe era una niña.
—Ya veo, bonito nombre.
—Mi hija es… —fue interrumpida por el móvil de Nicolas que sonó.
—Lo siento, debo irme ha sido un placer conocerla señora…
—Alana Foster.
—Gracias señora Foster, que tenga un buen día —dejó un billete de 20
dólares en el mostrador y salió sin esperar el cambio.
Alana se acercó a la vitrina y lo vio subirse a su Lamborghini.
—Un coche de lujo —dijo maravillada.

***

—Buenas noches —dijo Patrick al entrar al estudio. Vio que Nicolas


repasaba unos papeles comiendo pastel.
—Por fin llegaste pensé que estarías en cama —dijo éste cerrando la
carpeta.
Patrick vio su reloj de pulsera, tomando asiento.
—Son sólo las nueve treinta —miró hacia la caja en una esquina del
escritorio—. ¿Acaso ordenaste a Masato que te comprara el pastel?
—Fui yo mismo, me gusto el lugar bastante familiar, ¿entonces qué quieres
hablar conmigo?
—Por esto —puso un sobre amarillo en el escritorio—. Ábrelo.
—¿Qué es?
—Ábrelo.
El sobre contenía fotos que Nicolas pasó una por una.
—Es del baile de máscaras.
—Sí todas ellas.
—Pero...
—Continua.
Siguió viéndolas hasta que una llamó su atención.
—¿Es ella? —separó la foto del resto que dejo a un lado.
—Son capturas de video y cómo puedes apreciar llegó a la fiesta con esta
persona —señaló al hombre con gafas junto a ella.
—¿Quién es?
—Es que tienes memoria corta, este hombre es de la oficina legal del señor
Park. Su nombre es Brandon Foster y hace unos dias me reuní con él.
—Foster, ¿y ella es su novia? —dijo con contrariedad.
—Su novia estaba en el extranjero cuando la fiesta se celebró, todavía no sé
quién es esta mujer pero lo que te voy a decir aumentará tu interés.
—¿Por qué?
—El escenario es alentador tu búsqueda se limita a dos mujeres. Su cita era
alguien de su familia.
—¿Hermanas?
—Una es su prima y trabaja en el negocio de su familia, la otra trabaja para
nosotros.
—¿En Crowe?
—La chica de proyectos Mina Foster, es su hermana menor.
—Esa chica.
Recordaba su vestido de ese día y las gafas, luego vino a su mente la mujer
con el vestido azul y la máscara de encaje. No encontró similitudes entre ambas
por lo que sacudió la cabeza rechazando esa posibilidad.
—No puede ser ella, recuerdo bien las curvas de la mujer con el vestido
azul y no son similares —puso la foto en el escritorio.
—Nicolas no es lo mismo llevar un vestido sexy que usar ropa para el
trabajo. El día que nos reunimos con ella, ¿recuerdas que llevaba?
—Un vestido gris con un blazer negro, medias del mismo color y gafas, lo
recuerdo y definitivamente no es ella a pesar de que ... —hizo un recorrido
mental por sus facciones, excepto los ojos que por las gafas gruesas no pudo ver,
se detuvo en sus labios—, son bastante similares a los de esa mujer.
—¿Qué?
—No importa, tienes una foto suya tengo una manera de comprobar si es
ella.
—En mi oficina con sus documentos personales.
—Entonces mañana a primera hora iremos a tu oficina y finalmente
sabremos si esta chica es la criatura inquietante.
—¿Y si es ella que harás?
—Mejor di que no le haré —comentó con sarcasmo.

***

Tan pronto llegaron a la empresa al día siguiente, fueron a la oficina de


Patrick que quedaba en el mismo piso que la suya. Nicolas estaba tan impaciente
que se despertó a las 4 de la mañana y para controlar su estado de agitación fue a
trotar por la propiedad entre los árboles que rodeaban la casa.
Patrick buscaba en las carpetas pulcramente colocadas en el escritorio, pero
no encontró la que quería.
—Pensé que la había dejado aqui, ¿Dónde está... quizás…? —pulso una
tecla del interfono—, ¿Lina, tomaste los expedientes que tenía sobre mi
escritorio?
—Sí señor Martin.
Patrick vio que Nicolas enarcó una ceja poniendo mala cara.
—Cálmate —le susurró—. Lina por favor tráigame todos esos expedientes,
los necesito.
—Lo siento señor por tomarlos los llevaré en un minuto, antes voy a
preparar café para usted y el señor Crowe.
—No, Lina por favor tráeme los expedientes ahora.
—Está bien —respondió la mujer sin prisa.
Nicolas sacudió la cabeza.
—Mándala a Siberia con todo y su café antes de que yo tome medidas.
—Cálmate, vale.
—No puedo con la gente que se toma atribuciones que no les corresponde.
No paso mucho tiempo cuando Lina entró al despacho con los archivos, y
los coloco en el escritorio.
—¿El expediente de la señorita Foster esta allí?
—Sí señor Martin es el primero de la pila, ahora discúlpeme.
—Lina la próxima vez espera hasta que te pida hacer este tipo de cosas, ¿de
acuerdo?
—Como usted desee, señor Martin —salió de la oficina.
—¡Qué terrible secretaria tienes! —dijo Nicolas que se acercó.
—Sé que tendré que moverla de posición, pero ahora...
Antes de que pudiera tomar la carpeta, aquel ya estaba revisando el primer
archivo.
—Mina Foster... 24 años... carrera en negocios… número de teléfono...
¿dónde está su foto?
—Dame —Patrick lo tomó y paso los papeles hasta que encontró la foto y
se la dio—. No sé cómo con esto sabrás si es ella la mujer que estás buscando.
—Fácil, tienes otra foto suya voy a utilizar esta —se sentó en una silla de
caoba y cuero frente al escritorio.
—En recursos humanos.
—Perfecto —tomó un plumón del lapicero.
—Vas a dibujar en la foto.
—Shhh... Déjame hacer lo mío —apretó los dientes moviendo el plumón
enérgico.
Después de minutos sin que ninguno dijera nada.
—Entonces —dijo Patrick impaciente.
Nicolas levantó la foto y la volteó.
—La criatura inquietante —dijo pagado de si mismo, como si hubiera
encontrado un tesoro.
—¿Estás seguro, yo sólo veo una máscara improvisada dibujada en su
rostro?
—Recuerdo esos ojos, con las gafas gruesas era difícil notarlo, pero con
esta foto no resulto complicado.
—Bueno ahora que según tú es ella, vas a...
—No.
—¿Por qué?
—Esto cambia el panorama yo pensaba que era una mujer con algo de
experiencia, pero esta es sólo una chiquilla.
—Vas a desistir.
—Todo lo contrario.
—No entiendo.
—Es tímida pude sentirlo en esa reunión, pero al tenerla en mis brazos, con
su cuerpo pegado al mío, mientras bailábamos sentí su necesidad de
experimentar cosas nuevas. Ella temblaba no por el miedo, si no por la emoción
que le causo pasar tiempo con un desconocido. Esta chica es un diamante en
bruto clamando a ser pulido y seré yo quien lo haga.
—¿De qué hablas?
—Ahora estoy más interesado, verás cómo la convierto de una chica tímida
a una muñeca apasionada.
—Esto es demasiado, la chica parece inocente y tú la quieres como un
juguete.
—Sí, pero las cosas son diferentes dije que la quería para una noche, pero
en realidad quiero enseñarle cómo ser una mujer desinhibida.
—Solo por satisfacer tus necesidades de descargar tus ansias. Me siento
culpable por ponerla en tus manos pero nuestros planes son más importantes.
—A partir de ahora voy a observarla, descubrir sus gustos, sus deseos, lo
que la hace feliz, qué la hace llorar cuando sepa lo suficiente me acercaré a ella y
comenzaré las lecciones.
—Tu hermano tenía razón, ahora que te veo hacer planes no me queda duda
que el apodo que usabas antes te queda a la medida.
—¿De qué?
—En llamarte vampiro, uno emocional chupando la energía y la vida de la
gente que se atreve a estar más cerca de ti.
—Un hombre que sacia su sed con los afectos de las mujeres, pero esta es
un reto para mí y cuando termine con ella no se reconocerá a sí misma en
absoluto.
Capricho
Capitulo 12

Experimentaba una extraña agitación al sentirse observada. Mina echaba una


mirada por encima del hombro a su entorno pero las otras ocho personas dentro
de la oficina trabajaban en sus asignaciones.
—Deja de sentirte como si estuvieras en una película de suspenso —se
regañó a sí misma.
Siguió tecleando hasta que un escalofrío le recorrió la nuca.
—Que…
—Vamos a comer algo —dijo una chica que se había movido hacia su
módulo de trabajo—. Hoy hay sopa de tomate y milanesa.
—Suena rico, estaré lista en un par de minutos Celeste.
Apagó el computador echando otro vistazo con aquella sensación extraña
que danzaba en sus entrañas.

***

Alguien observaba en el CCTV de la empresa el movimiento del piso 17, en


la pantalla divida en varias secciones.
—¿No almorzaras? —preguntó Patrick ingresando a la habitación.
—Lo haré dentro de poco —dijo Nicolas que ni siquiera parpadeaba
mirando el video.
—Es como el juego del gato y el ratón para ti, la observas desde aquí todos
los dias a esta hora.
—Algún buen uso tengo que darle a este cuarto que el viejo señor Crowe
ordenó instalar anexo a su oficina, asi como el resto de escondrijos que se
ocultan en este edificio —miro hacia la pantalla de nuevo— Ahora que la veo
bien, sin esas gafas, no me queda duda de que es ella. Sus labios y el cuerpo.
—Tu interés en ella crece.
—Se ha convertido en un desafío para mí.
Dejo el asiento para volver a su oficina, Patrick lo siguió y vio que tomó la
misma carpeta que el día anterior trajo para él de la oficina del investigador.
—Nicolas…
—Necesito leerlo —dijo deteniéndolo, levantando la mano—. Silencio.
—Mantendré la boca cerrada —Patrick cruzó los brazos echando el cuerpo
hacia atrás en el asiento.
Nicolas leía por tercera vez el informe.
—Mina Foster, nació el 17 de febrero, hija de Alana y Oliver Foster, su
hermano Brandon es abogado de la firma legal de Josep Park, su prima
Samantha Harker estudió para ser chef y ahora trabaja en el negocio familiar,
Delicias de Ángel.
Dejó de leer y luego vio a Patrick.
—¿No vas a decir nada? —preguntó mirándolo de lado.
—Quién te entiende primero dices que quieres silencio absoluto, entonces
casi me callas la boca y ahora quieres mi opinión… Chiflado.
—¡¿Que has dicho?! —gritó bastante molesto.
—Nada —se sentó correctamente—. Sí esa famosa pastelería con el postre
que te gusta tanto, sus padres son los dueños.
—Sabes por qué nombraron el negocio de esta manera —comentó Nicolas.
—¿Tú sabes?
—Hablé con su madre, el padre comenzó a llamar a su hija mi ángel cuando
aún estaba en el vientre de su esposa, por eso el negocio tiene ese nombre.
—Y aún sabiendo esto vas a continuar con tu plan de tomar a esta chica
inocente para ti convirtiéndola en una especie de amante.
—¿Amante?! Yo no la quiero de esa manera, como te dije ella es como un
mármol a punto de convertirse en una obra de arte, mi obra de arte.
—Estás loco —Patrick resopló con irritación.
—Tal vez, pero tarde o temprano un hombre la tomará, ¿por qué no yo?
Seré…
—Violento, malvado, cruel, ¿qué más?
—Te equivocas sé qué tipo de chica es ella por lo que esa clase de conducta
está fuera de esto, al menos por ahora.
—Tus métodos son cuestionables la señorita Foster fue recomendado por
mí, así que soy como un padrino o algo asi. Te estoy ayudando porque quiero
que te mantengas controlado, pero tengo que decir que todo esto me resulta
repugnante.
—¿Qué quieres que haga? Quiero a esta mujer, sé que hice una promesa a
mi hermano, pero nada dice que no puedo divertirme y esta chica es como un
premio que quiero ganar. Malo para ella que salió a ese balcón y dijo aquello que
fue un estímulo para mí.
—Entonces continúa leyendo su información, yo permaneceré en silencio
—de nuevo cruzó los brazos.
—¡Bah!... fue segunda en su clase, tiene una especialización en Gestión de
proyectos y también tomó clases de baile hace tres años. Es buena en música
clásica y ritmos latinos… Mmm interesante.
—Ritmos latinos, ¿quieres aprender de ella?
—Tal vez.
—Mejor sigue —dijo Patrick con cansancio.
—Sus mejores amigos son Ángela Scott modelo de cosméticos y bailarina a
ratos, y Benjamín…
—Tu primo.
—Yo no estoy relacionado con él, así que puedo hacer las cosas libremente.
—Bailó con ella en la fiesta.
—¿Y qué? No es mi asunto.
—Entonces ella tiene 24 años, fue una estudiante perfecta con excelentes
calificaciones, se crió en un buen entorno familiar. En pocas palabras una chica
diferente a las demás con quienes has estado antes, pero…
—Igual a Caterina, la forma de sus ojos, sus labios llenos y el mentón, el
pelo largo salvo que mi Cate tenía rizos rubios y esta es morena.
—¿Estas buscando un reemplazo para ella?
—Ninguna mujer puede compararse a ella, era dulce y encantadora. Desde
que tenía 9 años me enamoré.
—Era inocente como esta chica Mina Foster —dijo Patrick.
Nicolas cerró los ojos al evocar sus recuerdos.
—Antes de mi estuvo con otro.
—¿Entonces no fuiste su primer amor?
—Si lo fui en el orfanato, pero después de que me marché vivimos vidas
separadas. A los 16 conoció a un tipo en el lugar donde ella trabajaba, estuvieron
juntos sin ningún compromiso.
—Espera, significa que nunca has estado con una…
—Nunca.
—¿Pero si la señorita Foster lo es qué harás?
—Por eso quiero ser su maestro en esto, será una nueva experiencia para
ella. Después de verla en esa fiesta créeme que será un placer para mi ser el
primero, tener la oportunidad de…
—Cállate, podrías omitir los detalles estaré en deuda con su familia por el
resto de mi vida cuando termines —Vio a Nicolas una vez más ensimismado
leyendo el informe—. Tal vez el ogro pueda controlarse. ¿Y si se enamora de
ella? No, su hermano le advirtió, una cosa es entretenerse pero enamorarse está
fuera de consideración.
Nicolas escribía algo en una tarjeta que había tomado de una caja con papel
de cartas y se la dio.
—Has que alguien le entregue esto.
—Tras semanas observándola harás el primer movimiento.
—Para que postergarlo por más tiempo, ya han pasado casi dos meses desde
que la vi en aquella fiesta.
—¿Cuándo será? —preguntó Patrick.
—Esta noche en mi oficina, hay que forzarla a quedarse hasta pasadas las
seis y luego hacerla venir. Le daré una sorpresa, no tiene idea de con quien se
reunirá.

***

Mina pensaba que debió haberse excusado para ir a su casa en vez de seguir
trabajando, pero hizo caso omiso a los retorcijones en su estomago después del
almuerzo y le echo la culpa a la sopa de tomate con albahaca.
A las 5:30 de la tarde el resto del departamento había salido de la oficina.
Ella iba a hacer lo mismo pero tuvo que quedarse por una asignación de último
minuto, orden expresa de Marian Smith.
Tecleaba los últimos registros en la hoja cuando llego el mensajero.
—¿Qué es esto? —le dio vueltas al sobre sin nombre que el chico le
entregó.
—Sólo soy el mensajero señorita Foster, buenas noches.
Se marchó y ella leyó la tarjeta que estaba dentro.

Señorita Foster solicitamos su presencia en presidencia a las 7 pm, piso 47,


llegar a tiempo.

Miró hacia los módulos ahora vacios.


—¿Es sólo a mí? Tal vez ellos recibieron el mismo mensaje pero a la señora
Smith se le olvidó decirme y me envió esta nota a último minuto.
Terminó su tarea con rapidez, pensando que debía apresurarse para salir de
la reunión con tiempo de tomar el metro.
Al llegar a gerencia vio la gran diferencia entre ese espacio y donde ella
laboraba. El vestíbulo tenía revestimiento de madera oscuro y cuatro sofás
individuales apartados de un mostrador negro de donde se aproximó una mujer
de cabello rojizo corto a quien Mina entregó la tarjeta. De inmediato la guió por
un largo corredor de paredes pistacho y luminarios empotradas. Llegaron hasta
unas puertas dobles que la mujer abrió y que no tenía ningún tipo de seña que le
indicara de quien era la oficina.
Lo que llamó más su atención fue el ventanal panorámico que le permitía
ver los rascacielos del Loop, parte del distrito financiero de Chicago, envueltos
en la niebla. Dirigió la mirada hacia el sofá negro de armadura metálica a un
extremo a poca distancia de un librero de ébano, muy acorde con la decoración
en azul metálico y negro.
Como se distrajo admirando el elegante espacio, no notó que la mujer que
la guió desapareció hasta que vio su reloj de pulsera. Eran las siete en punto,
encontró extraño que no había nadie más.
Sintió un agobio espantoso, su instinto le gritaba que algo andaba mal. Se
volvió hacia la puerta y trató de abrirla pero estaba cerrada por fuera.
—¿Por qué? —Dijo asustada moviendo la manija—. ¿Acaso alguien me
juega una broma?
—Me temo que no —una voz provino de la silla volteada hacia la ventana.
—Esa voz —su corazón comenzó a palpitar desesperado—. Esa noche.
—Finalmente nos reunimos de nuevo.
Se dio la vuelta con miedo de encontrarse con el hombre de sus pesadillas.
—Tú... usted...
Allí estaba el hombre misterioso con la misma máscara de ese día. Mina
rodeó su cuerpo con los brazos viéndolo avanzar hacia ella.
—Es tiempo de descubrir mi identidad —poco a poco fue removiendo el
antifaz—. Señorita Foster.
Mina prestó atención al reloj de diseño clásico en su muñeca izquierda y la
mancuernilla de oro en el puño.
Ya los había visto antes.
—¡Oh... mi Dios! —emitió un grito ahogado.
Capitulo 13

Mina
Seguí a la mujer a la sala donde pensaba yo que reuniríamos, pero el lugar al
que llegamos no lo parecía, se veía más como la oficina de un ejecutivo de alta
jerarquía. Era muy lujosa con una composición de tres cuadros de acrílico en una
de las paredes y el escritorio negro en forma de L a un lado del ventanal. Nadie
salvo nosotras estaba allí, cuando me giré para preguntar a la secretaria, esta
desapareció.
El terrible silencio me hizo sospechar que algo malo estaba sucediendo e
intenté con todas mis fuerzas abrir la puerta.
—¿Por qué está cerrada? —Dije con miedo—. ¿Alguien me juega una
broma? —esperaba que aparecieran los chicos de proyectos mofándose de mí,
pero en lugar de eso...
—Me temo que no —una voz de hombre provino de la silla volteada hacia
el ventanal.
—Esa voz —mi corazón palpitaba desesperado—, esa noche.
—Por fin nos reunimos de nuevo.
Había dejado su escondite, lo supe porque escuche sus pasos y me volví con
miedo. Allí estaba el hombre de mis pesadillas, llevaba la misma máscara negra
con dorado de ese día.
—Tú... usted... —rodee mi cuerpo con los brazos como una defensa
temiendo lo peor. Este hombre me producía terror, pero al mismo tiempo una
curiosidad increíble.
—Hmm —movió los dedos por su cara—. Es el momento de descubrir mi
rostro, señorita Foster.
Poco a poco se quitó el antifaz. Contuve lo más que pude el miedo abriendo
los ojos todavía más al ver la mancuernilla en su puño.
—Oh —dije en un grito ahogado—. ¡Mi Dios! —Tal vez estoy en medio de
una pesadilla, me pellizqué el brazo pero por desgracia no era asi—. Señor
Crowe.

Nicolas
Podía verla reflejada en el cristal de la ventana, hoy llevaba una blusa azul
con una falda de tubo gris que acentuaban su figura.
—Como me gusta el azul —pensé—. La chica mejoró el atuendo de la
última vez que la vi.
Escuche como luchaba por abrir la puerta, pero como ordene fue cerrada
por fuera y sólo yo tenía las llaves que guardaba en el bolsillo trasero de mi
pantalón.
—Me temo que no —dije viendo su desesperación.
Puedo sentirla respirar como una presa huyendo por su vida.
—Señorita Foster por fin nos encontramos de nuevo.
Me puse de pie y caminé hacia ella. Se dio vuelta, estaba pálida por el
miedo de verme, creo que le dejé una mala impresión.
—Tú... usted —murmuró rodeando su cuerpo con los brazos pensando que
quizás eso iba a detenerme.
Puse mi mano sobre la máscara.
—Es el momento de descubrir mi rostro.
Ella emitió un grito ahogado
—¡Oh mi Dios! —Entonces susurró mi nombre—, señor Crowe.
—Ya no hay máscaras entre nosotros, sólo tú y yo...
Caminé a su alrededor como un depredador olfateando el miedo en su
presa, ella no dejaba de mover las manos y permanecí en silencio mientras la
examinaba con cuidado. Había tanta tensión en su cuerpo que podía ver las
venas de su cuello pulsar.
Abrió la boca.
—Por favor, si alguien me está jugando una broma paren esto... No es
divertido —se oía desesperada.
—No es una broma —dije confiado—. Tu y yo tenemos un asunto sin
terminar —el siguiente paso definiría cuáles serian mis próximas acciones,
entonces ejecutaría mi plan a cabalidad.
—¿Qué asunto sin terminar? —preguntó con voz temblorosa.
Extendí los brazos hasta que mis dedos tocaron su cintura de la que me
apropie. La atraje hacia mí. Agarre su cara susurrando ahora en alemán, mis
labios terminaron en los de ella, había comenzado mi juego.
Mina
Esa esencia era definitivamente suya, una combinación de cedro y sándalo
que emanaba un magnetismo que podría atraer un insecto y pulverizarlo de
inmediato. Yo soy ese insecto a punto de volverse polvo, por eso no podía
entender como cuando él estuvo en proyectos no pude sentirlo, o tal vez si lo
sentí pero tenía miedo de reconocerlo. Que era el mismo hombre intrigante de la
máscara que me persiguió en mis sueños por más de un mes, como un vampiro
con deseos de devorarme, pero ahora él estaba frente a mí de carne y hueso.
Nicolas Crowe, propietario de esta empresa, el hombre que soñé conocer
hace años, que admiré en la universidad por sus éxitos empresariales, pero había
algo en este que no era similar al de las historias viviendo aislado del mundo
como un ermitaño. El que esta frente a mi era evidente que tenía sangre caliente,
tenía los ojos fijos en mí sin la menor intención de apartar la mirada. Me
resultaba impresionante su postura, confiado de sí mismo y amenazador
haciendo que me sintiera vulnerable, matando mi serenidad. Quizás sea la
influencia de las novelas de terror que he leído en mi vida lo que me hace pensar
asi, como si una criatura perversa me hubiera atraído a su trampa en la torre más
alta de un frio castillo.
Mi imaginación es muy febril.
—Hay un asunto sin terminar entre usted y yo —dijo.
Hice una mueca.
—¿Asunto sin terminar? —con dificultad mi voz salió.
Extendió sus brazos hacia mi cuerpo, tirando de mí con sus manos. Su olor
me perturbaba.
—Jetzt.
Dijo algo en un idioma que por mi confusión no reconocí, su voz profunda
me produjo escalofríos. Me agarró la cara, sus labios presionaron los míos, no
puedo describir lo que sucedió con mi cuerpo pero un calor intenso comenzó a
calcinar mi piel. La última vez que mis labios sintieron otros fueron los de mi ex
novio, pero la experiencia fue olvidable. Ahora sintiendo el cuerpo de este
hombre contra el mío no podía dejar de pensar en cómo disfrutaba de sentir su
boca en la mía, por eso despertaba jadeando por los sueños tan vividos que tuve
con él por semanas.
Trate de controlarme los más que pude restringiendo a mis brazos de
moverse hacia su nuca, pero estoy ardiendo en deseos de hacerlo. Peleo por
mantener mi cuerpo en calma. Entonces él hizo algo que rompió mis defensas,
abrió mis labios sellados con la punta de su lengua y exploro el interior.
«Esto es un beso francés» pensé yo, mientras él sondeaba mi boca con
pericia. No era horrible o demasiado húmedo.

Nicolas
Su boca resistía la mía, no tiene mucha práctica en esto de besar con lengua,
increíble que una chica de veinticuatro no la tenga o quizás el que lo hizo antes
de mi no fue lo suficiente bueno.
En definitiva quiero a esta chica, pero tengo que preparar el terreno antes de
tomarla, no puedo tener intimidad con ella en esta condición. Será como lo
planeé, le enseñaré a dejarse llevar para disfrutarlo más.
La hice caminar hasta el sofá sin dejar su boca y ambos caímos. Ella movió
la mano empujándome temiendo lo siguiente, pero nada va a suceder aquí solo
estoy midiendo su reacción. No puedo hacer con ella lo que hago con las demás,
tengo que tomar mi tiempo.
Solté sus labios mirándola fijamente, había cerrado los ojos. El movimiento
de su pecho era irregular por lo que mis dedos viajaron a su rostro y frote su
labio inferior.
—Ahora tenemos que hablar, señorita Foster —dije.
Ella abrió los ojos mojando sus labios.
—¿Sobre qué? —se sentó en el sofá después que me moví de encima.
La vi rodear su cuerpo, tomé su mano con ligereza y la lleve hasta mi boca
para besarla.
—Sobre el trato que tendremos a partir de ahora.
—¿Trato? —su voz salió chillona, encontré divertida su reacción infantil.

Mina
Sentí una textura bajo mi cuerpo, sospecho que era el sofá negro junto al
librero. ¡NO! mi mente gritaba. Esto es demasiado no puedo dejar que haga
conmigo lo que quiera. Puse mi mano contra su pecho y empuje lo más que
pude, detuvo el beso y yo seguí con los ojos cerrados.
Sentí como frotó mis labios con la punta de los dedos.
—Ahora vamos a hablar, señorita Foster —dijo.
Abrí los ojos empapando mi boca.
—¿Sobre qué? —me senté en el sofá rodeando mi cuerpo, él tomó mi mano
y la beso.
—Sobre el trato que tendremos a partir de ahora —estaba tan cerca que
sentía su aliento tocar mi cara.
—¡¿Trato?!
—Sí a partir de ahora vamos a tener encuentros como éste, cuando te
mande a llamar tienes que venir a mí.
—¡Qué!—me puse de pie furiosa—. No soy lo que usted está pensando —
traté de alejarme, pero él me agarró del brazo y me hizo sentarme de nuevo.
—No es lo que tú quieras, es lo que yo quiero —hundió la cara por detrás
de mi oreja—. Desde que te vi en esa fiesta te has convertido en una obsesión
para mí.
Traté de mantener la calma cuando movió las manos por mis brazos. Este
hombre avivaba un fuego dentro de mí que poco a poco me absorbía.
—Obsesión —fue lo único que articule.
—Sí una obsesión —mordió el lóbulo de mi oreja, mi cuerpo está tenso—.
Mina —ahora su voz era suave—, te quiero de todas las formas posibles.
—¿Qué está pasando aquí? —dije.

Nicolas
Mis labios dejaban pequeñas marcas escarlatas en su piel, pero me contuve,
no podía cruzar la línea que yo mismo definí.
—Me siento solo con necesidad de afecto —dije dramatizando las cosas un
poco—. Necesito a alguien como tú para sobrellevar esta soledad.
Se puso de pie de súbito haciendo un ruido sordo con el tacón de sus
zapatos.
—Busque a alguien más para satisfacer sus pretensiones, yo no soy ese tipo
de mujer —dijo decidida, fulminándome con su mirada de jade.
—Dije que es lo que quiero, tienes un hermano que es abogado, ¿verdad?
—¿Me ha investigado?
—Sí, y también a tu familia cuando quiero algo nada puede detenerme de
conseguirlo.
—¿Conseguir que? —inquirió nerviosa.
—Quiero tenerte... ese vestido, lo que dijiste aquella noche fue una
invitación para mí. Yo la acepté, necesito prepararte para lo próximo.
—¿Qué es?
—Hacer el amor conmigo.
Mina
—¡Hacer el amor con él!
Me escandalice ante semejante propuesta, esto solo puede suceder cuando
este casada, como hicieron mis padres hace 26 años.
—Entonces señorita Foster —trató de tocarme, pero lo rechace.
—CERDO —Dije con rabia—. ¡Cretino! ¿Cómo puede ser que alguna vez
admiré a alguien como usted? —el odio sustituyo la emoción que puede haber
sentido antes.
—¡Me consideras un cerdo!
—Sí sólo uno se refiere a los sentimientos como el amor como un juego o
algo por el estilo. Hacer el amor no es una broma, no puede forzarme a sucumbir
a usted solo por capricho.
No dijo nada, me pregunto que estará pensando.

Nicolas
—Caterina —pensé. Su reacción fue similar a la de ella, desafiante y
segura, después de ella ninguna otra mujer me había puesto resistencia.
Su lenguaje corporal era fuerte, no era la misma chiquilla temblorosa de
hace unos minutos.
—Abra la puerta señor Crowe mañana recibirá mi carta de renuncia, no
puedo trabajar en un lugar como este con un hombre como usted tan asqueroso.
—Tal vez puedas trabajar en el negocio de la familia, pero dudo que
mañana siga funcionando.
Ella se volvió y me miró con odio.
—¿Qué ha dicho?
—El negocio familiar, el trabajo de tu hermano, los contratos de tu amiga
Ángela, todo eso acabará —dije con cinismo.
—¿Me está amenazando?
—Considera esto la manera que encontré para forzarte a aceptar mi
solicitud si tú no accedías voluntariamente —me acerqué a ella que movía la
cabeza confundida—. Los hombres como yo siempre juegan a ganar.
—Entonces le harás daño a la gente que quiero sólo para satisfacer tus bajos
instintos.
—Quizás —traté de tocar su cara, pero ella levantó la mano para
golpearme. La detuve en el aire sujetando su muñeca—. Uno en aquella fiesta,
otro no.
—¡Es un miserable! —gritó.
Me acerque más a ella.
—¡Oh! Pero en algún momento te encantará, se que te gustará —entonces
me aleje—. Yo sé que será asi por cómo reaccionaste a mi beso.
—Entonces si no acepto le hará daño a la gente que quiero.
—Es posible —respondí duramente.
—Está bien pasaré por el fuego, haz conmigo lo que quieras la gente que
quiero son primero para mí.
Cuando me di la vuelta satisfecho de su respuesta, vi que ella desabotonaba
su blusa.
—Hazlo en este momento, no me importa.
Su blusa se abrió y pude ver el sujetador negro. Fui bajando la vista hasta su
falda que ella reñía por bajar la cremallera con los dedos temblorosos.
En su mirada solo había rencor hacia mí, algo en mi cabeza explotó y me
apresuré a detenerla.
—¡No quiero esto de esta manera!—la inmovilicé.
—Usted lo quiere asi, hágalo ahora —ella luchaba por dejar caer su falda,
pero no la deje.
Abotone su blusa, tuve la tentación de tocar su piel pero no quiero las cosas
asi por increíble que parezca.
«Quiero más que un simple revolcón —clamó mi consciencia que pensé ya
no tenia, su rechazo creaba en mí amargura—. Juro que voy a hacer que cambie
de opinión.»
—¿Quieres mi cuerpo por qué no lo tomas ya?
—Porque quiero más de ti.
—¿Qué?
—No deseo discutirlo en este momento —dije impreciso—. Puedes irte —
saque la llaves del bolsillo y las arrojé en el escritorio.
—Eso es todo.
—A partir de mañana a esta hora te quiero aquí —dije, y volví a mi silla.
—¿Qué ropa tengo que usar para satisfacerte?—preguntó con desprecio
tomando las llaves.
—Nada. No me importa solo ven mañana.
Me senté mirando hacia la ventana, escuche el sonido metálico de las llaves
luego el clic de la puerta al abrirse.
—Una vez más solo, ¿qué me está pasando? Estaba dispuesta a dormir
conmigo, pero la rechacé. La verdad es que quiero las cosas de otra forma,
quiero que diga mi nombre con afecto. Lo quiero todo.
Mina
Iba a dejar que ese hombre me tomará, es horrible. Mi blusa todavía esta lo
suficiente abierta para mostrar mi sostén. Me siento asqueada de mí y más de él
—El monstruo de mis sueños es mil veces mejor que el real, lo prefiero con
sus dientes largos y afilados hincándose en mi cuello.
Corrí al baño de ese piso, la náusea me estaba matando, me incliné hacia el
retrete pero no pude vomitar. Mi cuerpo estaba en estado de shock por toda la
repulsión dentro de mí. Reflexione con un deseo increíble de llorar, mi dignidad
estaba por el suelo.
—No puedo dejar las cosas así, tengo que proteger a los que amo.
Salí y fui al ascensor, quería que los números cambiaran rápido y abandonar
este horrible lugar.

Nicolas
—¿Cómo te fue? —preguntó Patrick que llegó minutos después que ella se
marchó.
—Horrible —respondí decaído—. Tuve que recurrir a aquello que te
mencione.
—¿Qué podías esperar si utilizas a su seres queridos como rehenes para
tenerla? ¿Crees que iba a sonreír de felicidad ante tu chantaje?
—Nunca pensé que haría lo que hizo.
—¿Qué?
—Se desnudó frente a mí, parcialmente.
—Fue lo mismo que ocurrió con Caterina y el jefe de la mafia que
asesinaste.
—Irónico como ese hombre desagradable y corrupto hizo con una mujer
inocente.
—Te has convertido en lo que más odiabas —lo escuche decir mientras yo
miraba el cielo lóbrego saturado de nubes grises—. Al final eres como esa
persona que te hizo daño.
—Por favor ya no más.
Uní los dedos fieramente, como si quisiera romperlos.
—¿Entonces qué harás con respecto a ella, insistirás en lo mismo después
de lo que sucedió esta noche?
—Ella cambiará de opinión en algún momento—musité—. Dejará de
aborrecerme, tiene que hacerlo.
Capitulo 14

Subió la escalera con cuidado de no hacer ruido y llegar a su habitación


rápido, temía que su madre estuviera aún despierta y tener que explicar el estado
lamentable en el que se encontraba.
El frío de la noche le había helado los huesos más allá de la carne. Sin
quitarse la ropa se acostó en la cama cubriéndose con el cobertor.
—Era evidente desde esa fiesta, yo lo sentí, que es el tipo de hombre que
sólo quiere una cosa —cubrió su cabeza—, mi cuerpo para satisfacer sus
caprichos.
Levantó un dedo y trazó una línea entre los labios con el sabor de aquella
boca posesiva en la suya.
—Cómo fue mi primer beso —susurró recordando.
Tenía 16 años, era el festival de primavera del colegio y se había preparado
para interpretar a una de las invitadas al baile de máscaras de la puesta en escena
de Romeo y Julieta, pero el director de la obra, su profesora de Inglés anunció a
último minuto que ella tomaría el lugar de Julieta por la enfermedad de la actriz
principal. Su estómago se retorcía no solo por recitar el texto de Shakespeare,
sino por la escena del beso con uno de los chicos más populares de su clase.
Cuando estuvo lista con su traje de época del periodo Isabelino salió a
escena para dar inicio al baile, Julieta y Romeo debían tener su primer encuentro
que implicaba una escena de beso detrás de unas columnas de utilería. Su Romeo
que llevaba un gorro de terciopelo y mallas purpura parecía preparado pero al
parecer no había ensayado, ni leído el guión porque al darle el casto beso este
fue tan húmedo que la hizo sentir enferma. Al finalizar el acto uno, tuvo que
correr al baño para enjuagarse la boca, el resto de la obra en lugar de ver a
Romeo con amor quería tirarlo por el balcón.
Descubrió después que el chico le dio un beso real como una apuesta con
sus compañeros del equipo de Lacrosse que lo retaron a besar a Julieta con todo
y lengua. Ella fue la víctima que tuvo la mala suerte de verse en esa situación; de
hecho hasta sospechó que la chica que tenía que hacer de Julieta sabía de
antemano la sucia treta e inventó la enfermedad para no tener que pasar por el
bochorno.
Sobre el beso de la noche presente, Mina temblaba, no por lo horrible de la
situación sino por saborear los labios del hombre misterioso que resultó ser
Nicolas Crowe. Todavía sentía el calor de su aliento dentro y fuera de su boca,
pero evitó esos pensamientos y trató de dormirse.
—Es un vil chantaje al que tengo que dejar que me someta, quien sabe por
cuánto tiempo.
Dio vueltas en la cama la mayor parte de la noche, al día siguiente no
despertó bien. Tenía el semblante desencajado asi que aplicó un poco más de
rubor que de costumbre para disimular su estado. Escogió un vestido rojo con
blazer negro pensando en el encuentro a las 7 de la noche en presidencia.
Bajaba las escaleras con esa reunión en mente cuando vio a su hermano al
pie de esta.
—Hermana, hoy te llevaré a la oficina.
—¿Por qué?
—Una reunión con el dueño.
Ahora estaba más estresada, sospecho que su verdugo estaba detrás de esto.
—Pero tu trabajo, tienes muchas cosas que hacer en la oficina —temía por
algún plan macabro en contra de su hermano.
—Sí, pero de acuerdo a mi jefe será bueno para mí reunirme con él.
Mina permaneció en silencio.
—Sus acciones son un asco, después que acepte su sucio juego invita a mi
hermano a su oficina, ¿qué pretende?
—No dices nada.
—Me alegro por ti.
—¿Que está sucediendo Mina? —Vio la nula expresión en el rostro de su
hermana—. ¿Has dormido bien?
—Por supuesto que si quizás se deba a comer tarde en la noche, sabes que
siempre tengo pesadillas cuando me paso de golosa —aseguró con mucho
esfuerzo.
—Entonces prometo ir a almorzar contigo para animarte, ¿de acuerdo? —la
besó en la mejilla cogiendo su mano.
—Lo siento Brandon —pensó ella sin mirarlo—. No puedo decirte la
verdad, a partir de hoy estoy forzada a dejar que ese hombre me toque, para
protegerlos a ti y a nuestra familia.

***
Brandon fue a aparcar el coche en la zona de visitantes mientras que Mina
entró al complejo. Miraba hacia la gran C metálica en la pared, cuando colisionó
con la espalda de alguien más alto.
—Lo siento, yo...
—Mina Foster que bueno es encontrarme contigo.
—¡Daniel! —su mente desatenta volvió—. Daniel Aubriot.
—Sí el mismo, ¿estás trabajando aquí?
—En proyectos —respondió ella.
—Seremos compañeros de trabajo —dijo pegándose más a ella—, aunque
estaré en otro departamento.
A pesar de que Mina estaba de mal humor, el escucharlo la hizo despejarse.
—Me resulta extraño que siendo un Aubriot ahora vayas a trabajar aquí.
Este se ladeó un poco hacia ella.
—Mi abuelo suspenderá mis tarjetas de crédito y confiscará mi Porsche si
no cumplo con mis obligaciones. No puedo poner en riesgo mi estatus, asi que
vengo a presentarme con el todopoderoso Nicolas Crowe.
Mina sintió escalofríos de solo escuchar su nombre recordando nuevamente
la reunión en su oficina más tarde.
En el preciso instante que Daniel le susurraba a ella al oído, Nicolas
llegaba. Patrick que iba con él se volvió y lo vio apretar los puños.
—No es bueno que estalles aquí —masculló.
Nicolas los vio de nuevo, ahora con gesto gélido.
—Charla con este tipo con demasiada confianza.
—Ella no es exclusivamente tuya —dijo Patrick.
—Lo será —respondió determinado.
—Si quieres su simpatía debes tratarla como un caballero, tus instintos en
esto son inútiles.
—Entonces tengo que darle flores y regalos caros.
—No, yo sospecho que la señorita Foster no es de ese tipo; creo que
deberías revisar su historial una vez más para analizar aquellos detalles que
quizás hayas pasado desapercibidos por tus prisas.
Entraron al ascensor al abrirse las puertas.
—Quizás considere tu sugerencia —dijo Nicolas.

***

Se puso de pie para recibir a quien esperaba por reunirse con él desde hace
quince minutos. Descubrió al verlo que era el mismo hombre rubio de ojos
grises, con americana azul y vaqueros negros que charlaba con Mina en el
vestíbulo.
—Señor Aubriot tome asiento.
—Gracias señor Crowe, tengo que decir que su oficina es grandiosa, quizás
mi abuelo deba cambiar la decoración arcaica de su despacho por algo parecido
a esto.
—Esta oficina es asi por los que estuvieron en esta posición antes de mi,
señor Aubriot —dijo cordial.
—Llámeme Daniel, cuando me dice señor Aubriot me recuerda a mi
abuelo.
Nicolas enarco una de sus cejas juntando las manos.
—Si lo desea entonces será Daniel a secas.
—Para mí es mejor —afirmó.
—Por cierto lo vi en el vestíbulo charlando con uno de mis empleados —
dijo con diplomacia, pero con deseos de saber cuál era su relación con Mina.
—Es la hermana de uno de mis mejores amigos en la preparatoria.
—Veo que es cercano a la familia —cambio de posición disfrazando el
disgusto que sentía.
—Algo, cuando ella era una adolescente siempre nos seguía y tengo que
admitir que ahora soy quien desea ir tras ella. Posee una belleza natural, no como
el resto de las mujeres que habitualmente me rodean.
—Seguirla, no lo creo —pensó Nicolas—. Bueno, pero ahora tenemos que
hablar de sus responsabilidades aquí, Daniel.
—Bien.
—Prefiero tenerlo cerca —caviló, con los ojos puestos en Daniel—. Los
Aubriot han sido amigos de los Crowe por años, su abuelo tiene interés que esto
continúe con la nueva generación —dijo.
—Supongo que debe saber que no estoy muy empapado del manejo
empresarial.
—Por eso es el deseo expreso del señor Aubriot que trabaje aquí conmigo,
como una preparación para cuando llegue el momento pueda hacerse cargo del
negocio de su familia.
—Dígame entonces Nicolas, ¿cuáles serán mis responsabilidades?
Charlaron por más de media hora acerca de sus funciones y otros asuntos
concernientes a la cercanía de ambas familias de lo que Nicolas tenía
conocimiento por todo lo que su hermano y Patrick le dijeron cuando vivió en
Londres. Al finalizar la reunión pidió a su secretaria que hiciera pasar a Brandon
que llegó a la oficina sin toparse con Daniel.
Se reunió con Nicolas y Patrick que llegó a la oficina poco después, la
conversación giró en torno a cuestiones legales y permisos de construcción.
Brandon mantenía su cautela al hablar sobre si mismo ante las preguntas de
Nicolas, algo en él le causaba incomodidad como si lo analizara midiendo cada
cosa que decía. Decidió no poner demasiada atención a esto y mantener sus
conjeturas a un lado.
—Señor Foster la razón por la que solicitamos su presencia es que tenemos
una oficina legal en esta empresa, el hombre encargado se jubiló y necesitamos a
alguien para esta posición. Hemos visto su currículum y las buenas referencias
de su jefe, decidimos ofrecerle esa posición con un mejor salario y beneficios de
los que tiene en su trabajo actual. Creemos que será bueno para usted trabajar
aquí, no tenemos ninguna oposición en que siga asistiendo al despacho de Josep
Park, después de todo manejan mis asuntos jurídicos.
Brandon se interesó con la propuesta de Nicolas porque aceleraría la
adquisición del apartamento que quería comprar en Lincoln Park, pero se
abstuvo de aceptar precipitadamente.
—Es una oferta tentadora, pero tengo que pensarlo bien.
—Tómese su tiempo señor Foster, pero estamos muy interesados en usted
—dijo Patrick.
—Señor Foster el departamento legal es un buen comienzo para tener su
propio despacho en el futuro —afirmó Nicolas entrecerrando los ojos.
—Lo pensaré señor Crowe, aunque estar cerca de mi hermana no sería
malo.
Patrick miró a Nicolas que no mostró gesto alguno por la mención de Mina
en la conversación.
—Su hermana ha demostrado ser un excelente empleado, sus jefes
inmediatos hablan bien de ella —dijo Patrick.
—Mina es muy responsable.
—Y muchas cosas más —masculló Nicolas.

***

Como se quedo un poco más, después de su reunión en presidencia, Brandon


fue por su hermana para almorzar en el restaurante del edificio. El servicio de
buffet no tenía nada que envidiar a los restaurantes con más de dos estrellas
Michelin. Su amplio patio de comidas, provisto de mesas de cuatro y seis
puestos, tenía una hermosa vista panorámica del lago Michigan hacia el oeste.
Los hermanos fueron a una de las mesas junto a uno de los ventanales.
—Quiero tu opinión sobre algo —expuso Brandon.
—Dime —dijo ella.
—El señor Crowe me ofreció encargarme del departamento legal.
Mina bebió del agua de su hermano para poder digerir el salmón que había
introducido en su boca.
—Sé que es chocante que los dos trabajemos en la misma empresa.
—Brandon, ¿estás seguro? —pensó que tenerlo en el mismo lugar que el
hombre que la amenazada era demasiado—. ¿Ya aceptaste?
—Todavía no, pero es una buena oportunidad para mí y de verdad me
interesa. Eva y yo hemos tenido planes de casarnos desde el año pasado, y entre
su postgrado y reunir dinero para el apartamento ha sido imposible.
Mina pensaba en algo convincente para persuadirlo de no hacerlo, pero
escucho dos voces familiares que vinieron de lados opuestos del restaurante.
—¡Brandon! —gritó Daniel al mismo tiempo que Ben gritó—. ¡Mina!
—¡Daniel, ven! —dijo Brandon agitando la mano.
—Ben —musitó Mina.
Este se apresuró en llegar con ella primero que Daniel.
—Hola Mina —la besó en la mejilla.
Daniel no podía quedarse atrás e hizo lo mismo cuando llegó.
—Mina, ¿puedo sentarme junto a ti?
—¿Puedo hacer… lo mismo? —preguntó Ben arrojando las palabras.
—Yo... yo...
—Ustedes dos.
Brandon los interrumpió.
—Mina seguiremos hablando en casa, debo irme —besó su cabeza y
palmeó el hombro de Daniel mirando a Ben—. No se pasen.
Mina se sentía contrariada en medio de los dos hombres que no dejaban de
mirarla, con las manos en la mesa cerca de las suyas.

***

Ben se ofreció a llevarla a casa, pero Mina inventó que debía quedarse hasta
tarde y él tenía otro compromiso asi que no insistió. Daniel hizo lo propio, como
estaba ansiosa al momento de su invitación, casi a la hora de ir a presidencia,
quiso aceptar porque su compañía de cierta forma la hacía sentir bien, pero
pensó en su familia.
Llego a la oficina de Nicolas a tiempo y pasó sin anunciarse ya que su
secretaria no estaba por los entornos. No había entrado del todo cuando este
rodeó su cuerpo por detrás, hundiendo la nariz en su cabello.
—Finalmente estas aqui, he estado impaciente todo el día —susurró
inhalando.
Ella permanecía fría e inmóvil como una estatua.
—¿Qué está pensando al ofrecerle a mi hermano trabajar aquí, señor
Crowe? —cuestionó con amargura.
—Es un buen abogado —se alejó de ella hacia su escritorio—. Necesito a
alguien de confianza.
—Tener a mi hermano aquí según usted es una buena idea —notó que este
no llevaba el saco y el nudo de su corbata estaba aflojado dándole un aspecto
desenfadado. Fue con él para hacerle frente—. Mi hermano es sobreprotector se
dará cuenta que...
Nicolas la tomó de la cintura, se vio atrapada entre su cuerpo y uno de los
lados del escritorio.
—Eres un adulto, y no me digas usted o señor Crowe.
—¿Puedes quitarme las manos de encima?
Pero este hizo lo contrario, la agarró más curvando los labios con malicia.
—Recuerda que este tiempo es mío, puedo hacer contigo lo que quiera —se
inclinó hasta aplastar la nariz en su mentón—. Hueles a flores.
—¿Qué es esto? —Dijo ella con enfado—. ¿Quieres jugar conmigo?
—Es tu compañía lo que necesito —la apretó contra su cuerpo lo suficiente
para que todo en el interior de ella se agitara.
Sus labios jugaron con su cabello mientras Mina contenía sus temores.
Sintiendo su turbación, él entrelazo los dedos con los de ella llevando su mano
hacia su espalda.
—Esto no es lo que quiero.
—¿Entonces qué quieres? —preguntó ella con un hilo de voz.
—Tu ternura... tu sonrisa... —le acarició los labios con el pulgar—, tus
besos —se inclino para besarla, pero Mina tapó su boca.
—Te equivocas acepté venir aquí todos los días hasta que te aburras pero
mis labios o mis besos no son suyos, tal vez podría besarte pero lo haré sin sentir
nada por ti —dijo decidida—. Ahora me puede besar —mantuvo los ojos
abiertos.
A Nicolas la idea le resulto inaceptable, así que se apartó.
—No puedo.
—Entonces desiste de esta idea estúpida.
Veía cuán resuelta ella lo desafiaba, ahora estaba más que decidido a
doblegar su voluntad y para ello debía dejar de lado su plan original.
—Puedo irme —dijo Mina oprimiendo su bolso.
—Sabes que entre más me rechazas, te quiero más.
—Eh.
No supo de cómo estar de pie junto al escritorio, terminó sentada en el sofá
con la cara de Nicolas en la base de su cuello.
—Qué suave eres —movió los dedos por su piel, debajo del cuello de su
vestido rojo.
—Te dije que me puedes besar o tocar, pero no siento nada.
Nicolas deslizó la mano hasta sentir su corazón.
—Late más rápido.
—Es por el odio que yo siento en este momento, no se puede tener el amor
de alguien por la fuerza. El amor es algo precioso que una mujer da a un hombre
por su propio deseo, no por verse amenazada.
Él se apartó sentándose en el otro extremo.
—¿Cómo una mujer se enamora de un hombre de acuerdo a lo que tú
piensas?
Mina suspiró evitando verlo.
—Con ternura, con calidez y...
Sintió sus dedos acariciar sus pómulos bajando lentamente hasta el
contorno de su mandíbula. Tragó saliva.
—¿Te gusta esto? —Nicolas le recogió el cabello hacia el otro lado,
despejando su cuello—. Entonces esta será tu segunda lección, cómo besar con
amor.
Él resbaló los dedos por su nuca de una manera que Mina encontró cálida.
Tomó su rostro entre las manos moviéndolo hacia él. Fue probando el labio
superior con lentitud y luego el inferior. Ella hizo un poco de ruido y él detuvo el
beso, entonces separó sus labios con el pulgar.
—No te contengas sólo déjate llevar.
De nuevo su boca estaba sobre la de ella, pero abierta, la sensación era
demasiado para Mina el terrible primer beso de su adolescencia era sólo un mal
recuerdo, también los de su novio de solo tres meses. Sin duda este los opacaba
porque Nicolas la hizo participar explorando con su lengua hasta llegar al
interior de su boca. De repente y sin pensarlo los dedos de Mina se engancharon
a su cabello caramelo con fiereza, mientras trataba de respirar con calma. Entre
más él presionaba su boca, ella bajaba la guardia.
Suspiró en medio del intenso beso.
«Mi primer beso, el último este tiene que ser mejor que todos esos. No
debería, es malo, pero me está gustando.»
Capitulo 15

Por un periodo de dos semanas Mina recorría el pasillo pistacho que la


conducía a la oficina de Nicolas en el piso cuarenta y siete de la Torre de
Corporación Crowe. Los encuentros sucedían a la misma hora casi todos los
dias, dependiendo de las exigencias de él. A veces la rodeaba por detrás, algo
que ella sabía de antemano haría por eso no ponía resistencia, él la besaba en el
cuello e inútilmente ella se esforzaba en apaciguar los latidos de su corazón, pero
tan pronto Nicolas colocaba su mano en su pecho, estos aumentaban y este
sonreía satisfecho de lo que provocaba en ella.
Otras veces permanecía observándola detrás de su escritorio mientras Mina
guardaba silencio sentada en el sofá de cuero negro, eso le fastidiaba a ella por
sentirse como un objeto para su disfrute retorcido. Cuando Nicolas veía que
fruncía el ceño o resoplaba más de una vez, se sentaba junto a ella, levantaba su
barbilla y con el pulgar abría su boca acercando la suya para dejar escapar su
aliento dentro.
—Te divierte esto —dijo ella con hastió de su juego.
—Me parece tentador —respondió con sarcasmo—. Por eso me gusta
tenerte cerca.
La mayoría de las veces no podía evitar besarla, con lengua o sin ella, todo
dependía de cómo sentía su ánimo. Quería satisfacer sus propias necesidades,
pero la mayor parte del tiempo anteponía las de ella. Si Mina se echaba hacia
atrás dejaba de besarla y la dejaba ir, pero si ella respondía moviendo la mano
por su nuca halando su cabello, seguía besándola.
A la mitad de la tercera semana de iniciado los encuentros, la sintió más
tensa que otros dias.
—¿Qué sucede contigo? —Preguntó él deteniendo el beso—. Otras veces
mueves la boca, ahora estas tiesa.
—No es obvio —dijo ella—. ¿Hasta cuándo seguirás con este juego?
—Creo que fui muy claro, Mina.
—Pues estoy cansada.
—Bien —él susurró en su boca y se puso de pie—. Esta será la última vez
que te bese.
—¿Qué? —lo miró directo a los ojos.
—En dos semanas has venido aquí como te lo he pedido, has dejado que te
bese y que te toque sin sobrepasarme. Creo que ya es tiempo de ponerte a
prueba.
—¿A prueba?
—La próxima vez serás tú quien inicie el beso —afirmó confiado.
—Tendrás que esperar sentado porque eso nunca sucederá —Mina encontró
su aseveración absurda.
Pero en vez de molestarse, Nicolas rió con gusto.
—Todo lo contrario estoy seguro que la próxima vez serás tú quien tome la
iniciativa poniendo en práctica lo que has aprendido aquí.
—No seas tan petulante —tomó su bolso del sofá—. ¿Puedo irme?
—Puedes, te haré saber cuándo nos volveremos a ver.
Ella arrugó la frente.
—¿Significa que mañana no quieres que venga?
—No —Nicolas se levantó y fue hacia el ventanal, ahora la observaba a
través de su imagen reflejada en el cristal—. La puerta está abierta.
—Está bien para mí —dijo ella con satisfacción vacía.
Antes de ella marcharse, Nicolas dijo algo más en vista del gesto de
desilusión que le vio hacer cuando ella bajo la mirada.
—Estoy seguro de que esta noche estarás deseosa por más.
—Ya quisieras —Mina salió azotando la puerta.
—No podrás dormir pensando en mi, si no es asi no puedo imaginar por
qué las últimas veces que te he besado agarras mi pelo con tanta ansia.
El móvil sobre el escritorio sonó.
—¡Abel! —dijo Nicolas después de tomarlo.
—Hola amigo.
—¿Cómo va todo en Hong Kong?
—Por eso te llamo, en dos semanas lo tendrás de visita en Chicago.
Nicolas apoyo el cuerpo en el borde del escritorio y restregó en medio de su
frente.
—Temía que lo hiciera de un momento a otro, pero no tan pronto.
—Como uno de sus hombres de confianza soy el primero a quien le deja
saber sus planes.
—Abel te agradezco lo que haces por mí.
—Lo hago por el hombre que me salvo la vida hace años, más que mi
amigo eres como un hermano.
—Lo mismo es para mí. Dentro de dos semanas estaré preparado, mañana
viajaré a Sidney y estaré fuera por varios días.
—¿Y qué hay de la mujer que mencionaste en nuestra última conversación?
—Es dura —suspiró lleno de conflicto.
—Tengo que enseñarte nuevas mañas para seducir a una mujer —dijo Abel
—Esta chica es realmente difícil no es de las que cede con tanta facilidad.
—¿Un reto?
—Sí, pero sé que le gusto la he besado varias veces y en la mayoría ha
reaccionado. Le atraigo y también me detesta, eso es lo que tengo que trabajar.
—Nosotros éramos niños sin padres que después salimos a la calle a
defendernos como podíamos. La chica Foster ha vivido una vida diferente de la
nuestra.
—Es chapada a la antigua, no hará el amor con nadie hasta estar casada. No
sé qué sucede conmigo cuando la tengo cerca, yo siento esta necesidad de
besarla y tocarla, es suave y huele a flores. Su inocencia es lo que me atrae más.
—Entonces el viaje a Sidney quizás es para mantener distancia.
—En realidad no hay necesidad de que yo vaya a supervisar la construcción
de la nueva sede, Patrick puede arreglar esos asuntos solo, pero voy a hacerlo
porque quiero medir su reacción mientras yo esté ausente. Quiero ver lo que
siente por mi cuando nos reunamos de nuevo en unos dias.
—¿Vas a utilizar el método de dejarla para crear anhelos por ti?
—Sospecho que cuando este en la soledad de su habitación con la ropa de
dormir puesta, pensará en mi. La he besado para que anhele más, asi que será
ella quien la próxima vez lo haga.

***

—Cariño, ¿Vas a cenar?


—Comí en la oficina mamá, quiero ir a la cama —dijo sin ánimo.
—Espero que tu jefe reconozca tus esfuerzos y aumente tu salario —Alana
fue con Mina y besó su mejilla antes de que subiera a su habitación—. En las
últimas semanas te has quedado hasta tarde.
—Como la nueva del departamento me dan trabajo adicional para que
adquiera más experiencia.
—Pero estas trabajando horas extras, el señor Crowe tiene que ver el gran
trabajo que está haciendo si viene de nuevo voy a mencionar... ¡Ups! —tapó su
boca y retrocedió para regresar a la sala de estar.
—¿Si viene de nuevo? ¡Mamá! —fue tras ella—. Dime, ¿el señor Crowe
estuvo aqui?
—No aquí, en la pastelería. Compró el pastel de ángel parece que le gusta
mucho. Este hombre tiene un coche increíble.
—Es… —Mina sacudió la cabeza ofuscada—. Me duele la cabeza voy a
dormir y deja de pensar en él, te aseguro que no volverá.
—¿Por qué lo dices?
—Por nada mamá, por nada —regresó a la escalera—. Voy a hablar con ese
hombre, como se atrevió a venir a nuestro negocio.
Tiró el bolso en el pequeño sofá de cretona junto a la ventana, después de
entrar a su habitación y se quitó el blazer.
—Nicolas Crowe es la persona más terrible que he conocido en mi vida —
se sentó en la cama—. ¿Será correcto decir que es todo un prodigio del beso?
Cuando su boca tocó la mía se movió en ella como un experto.
Levantó el dedo índice llevándolo a sus labios, pero recordó lo que este dijo
de tocar su boca.
—Estoy seguro de que esta noche estarás ansiosa por más —repitió lo
mismo que él dijo antes de salir de su oficina—. ¡NO! —Apretó la mano—. ¿Por
qué está tan interesado en mí? No tengo su mismo estatus, estoy a años luz de las
chicas con las que debe salir, lo digo por la cantidad de números en mi cuenta de
banco.
Vio la ropa de dormir doblada sobre la cama.
—Pijama de los cariñositos, usé el dinero que ahorre de mi trabajo de
verano en la pastelería para comprar ropa para mi trabajo y el bolso fue un
regalo de mi madrina que lo compró en Italia para mí. Tía Ceci cuanto te
extraño, estoy segura de que debes estar disfrutando tu nueva vida en Florencia.
Suspiró viendo su cuerpo.
—Y entonces mi pelo castaño oscuro con el flequillo que oculta mi frente
amplia, los ojos verdes, la cara y el resto comparado con las chicas de la fiesta.
Niñas de sociedad educadas para ser esposas de un magnate, pero aun así la
forma en que me besó y me habló dice lo contrario.
» Mejor voy a la cama antes de que mi madre venga.

***

Mina llegaba a primera hora a su trabajo, uno de los mensajeros le entregó


una nota al salir del ascensor que luego ella abrió en su espacio de trabajo.

Estaré en el extranjero por los próximos dias, nuestros encuentros se


suspenden hasta que vuelva, ¿me extrañaras? Tal vez las lecciones de besos
fueron para eso, para hacer que me extrañes. Por cierto para que muevas mejor
los labios practica, pero solo con tu "mano" tengo ojos en cada esquina sé que
tienes dos admiradores. Incluso cuando nuestra relación no se ha consumado te
considero algo mío, fui yo quien te escucho decir “como quisiera quitarme este
vestido” y seré yo quien lo haga.

—Degenerado —musitó.
—¿Qué dijiste? —preguntó Steve que llegó sin anunciarse.
—Nada, en diez minutos la señora Smith nos quiere en la sala de reuniones.
—Gracias Mina.
Ella siguió leyendo la larga nota después que lo vio ir a su estación de
trabajo.

La próxima vez quiero algo de ti "una lección" prepara tus zapatos de bailes
y el mejor vestido que tengas visitaremos un club, pero antes deberás enseñarme
a bailar rumba. Vi vídeos en internet de la academia donde tomaste clases,
quiero esa lección.

—Este hombre es increíble, ahora tengo que enseñarle... idiota.


—Soy un idiota —Steve había regresado.
—No —meneó la cabeza—, me refiero al idiota que tropezó conmigo en el
metro —respiró con alivio por la rápida reacción de su imaginación.
—Mina lleva los informes que te di ayer.
—Asi lo haré.

Recuerdo bien el lunar al comienzo de tus pechos, hace tres semanas vi tu


sujetador de encaje negro como puedo olvidarlo incluso cuando me estaba
muriendo por sentir tu piel bajo mi mano, pero me controlé. Mejor regreso a la
nota, estarás libre de mi presencia por varios días para que los disfrutes, pero
no tanto sé que Daniel Aubriot y mi primo Benjamín están detrás de ti
esperando tus afectos, pero recuerda el futuro de tu familia está en mis manos,
es cruel pero es la verdad. Mejor inventa una excusa, porque aun cuando estoy
lejos sabré tus movimientos.

Antes de expresar su desagrado miró a su alrededor, no había nadie cerca.


—Realmente lo odio —apretó los dientes e iba a romper la nota cuando
sintió los pasos de alguien.
—Buenos días Mina.
—Daniel —escondió el papel dentro del bolsillo de su falda.
Este arrastró una silla del otro moduló vacio para sentarse junto a ella.
—Te invito a una fiesta esta noche, un amigo inaugura un nuevo club.
—No puedo —dijo ella de inmediato, teniendo presente la nota.
—Tu hermano vendrá, de hecho después de mencionar que iba a invitarte se
invitó a sí mismo como tu protector.
—Mi hermano.
—Sí así que no puedes decir que no, esta noche debes estar lista a las 9.
—Pero...
—No hay pero que valga.
Daniel se marchó dejando a Mina preocupada.
—Si ese hombre sabe de esto voy a poner en peligro a mi familia —tomó la
nota y la leyó de nuevo, pero esta vez imperó la voluntad de desafiarlo—. Que se
joda no me importa, esta noche voy a divertirme con mi hermano y Daniel.

***

A pesar del bufido de su hermano cuando ella subió a su coche al salir de la


casa, Mina sonrió de oreja a oreja todo el trayecto ante la idea de salir a
divertirse. La queja de Brandon era por su vestido púrpura de un solo hombro
por arriba de la rodilla, que al bajar del auto causó más su irritación al recogerse
unos cuantos centímetros.
—Mina —gruño.
—No empieces Brandon —masculló ella al bajar del coche después que
Daniel abrió su puerta.
—Te ves preciosa —dijo este sosteniendo su mano para escoltarla—. Más
que las modelos que están aquí.
—Gracias. Mi mejor amiga me obligó a comprarlo porque mi armario es un
cero en términos de vestidos para fiestas de este tipo.
Recordó la solicitud de Nicolas sobre el baile y sacudió la cabeza al pensar
si tendría que comprar uno para eso.
Advirtiendo su brusco movimiento Daniel se acercó más a ella de camino al
club.
—¿Qué te molesta?
—¡Ah! Na...
Brandon se había metido entre los dos agarrando a su hermana del brazo.
—Si me disculpas Daniel, soy yo quien debe escoltarla.
—¿Por qué tu novia no está aquí? —inquirió este molesto por su
intromisión.
—Termina su postgrado en el extranjero —respondió conociendo su
intención—. Aunque eres mi amigo desde la secundaria mi hermana está bajo mi
responsabilidad así que ten cuidado Daniel, te estoy vigilando.
—¡Brandon! —dijo Mina con vergüenza.
—¿Qué? Eres mi responsabilidad así que silencio.

***

Nicolas que recién había despertado, fue a la salita de la suite con el portátil,
abrió los mensajes que recibió a su correo privado. Eran cuatro nuevos, y todos
procedentes de Chicago.

And in this sea of scars the first cut is the deepest


No matter where you are I always think of you

El sonido de la música de fondo lo despertó del todo. Eran las 6:30 de la


mañana en Sidney.
El video era de Mina bailando con su hermano.
—Baila bien, me gusta su hermano sobreprotector de seguro se invitó a sí
mismo cuando se entero que el mujeriego invitó a su hermana.
Abrió el segundo y puso mala cara al verla bailar con Daniel. Primero
separados luego mas pegados cuando la música cambió por algo más lento.
—DJ estúpido de seguro el mujeriego lo hizo a propósito, ¿por cierto dónde
está su hermano?
Estaba seguro que la vio sonreír a Daniel mientras este bailaba con ella.
—Quizás lo encerró en el baño —bajo la tapa del portátil justo cuando
Patrick entró a la salita.
—Te despertaste —bostezó viéndolo caminar hacia el mini bar—. Son
diecisiete horas de diferencia con Chicago.
—Fue a una fiesta con su hermano y el mujeriego —se sirvió una copa de
brandy.
—Tan temprano —comentó Patrick al verlo beber.
—¿Algún problema? —dijo Nicolas mosqueado.
—No —agitó una mano riendo entre dientes.
Nicolas puso la copa sobre la mesa junto al sofá y levantó la tapa del
portátil para ver el último vídeo temiendo ver un beso o algo peor. Abrió el
último archivo, no vio a su hermano ni a Daniel, pero algo sucedió que le hizo
ignorar el mal humor de hace un momento. Mina bailaba sola levantando las
manos y moviendo las piernas como si lo hiciera con un compañero imaginario.
—Prácticas esos pasos para mí.
Capitulo 16

Cuatro días transcurrieron desde que Nicolas dejó Chicago, Mina manejaba
su ausencia con cierto recelo conociendo su personalidad tan cambiante en el
poco tiempo que llevaba relacionándose con él. A pesar de ello pasaba su tiempo
libre con Ben y Daniel para distraerse. Dos días salió con Ben, uno a ver una
exposición en una galería ha pedido de este que era aficionado al arte pop y otro
día a un juego de los Chicago Bulls en asientos preferenciales cerca de la
cancha.
Las charlas con su amigo eran siempre acerca de lo que ambos esperaban
del futuro.
—¿Quieres casarte algún día? —preguntó él saliendo del United Center de
camino a su coche al terminar el partido.
—No estoy segura, tal vez —le costó responder—. No sé cómo voy a
quedar al final de todo esto, después de que ese hombre consiga lo que quiere —
pensó.
—Mina si al llegar a los treinta tú y yo no estamos casados quizás podamos
hacerlo.
Sin más ella se detuvo en mitad del estacionamiento y lo tomó de la mano.
Aunque su acción le sorprendió, a Ben le hacía feliz esto.
—Te quiero amigo.
—Siempre estaré aquí para ti, Mina —si bien hubiera querido escuchar otra
cosa de ella prefería esto en vez de forzar su amor.
—Vamos no quiero llegar tarde a casa —dijo ella tirando de él para ir al
auto.
El viernes después del trabajo salió con Daniel a un restaurante de la
avenida Michigan. Encontró divertido el relató de como en una ocasión una
mujer le mintió al decirle que era soltera cuando de hecho estaba casada y el
esposo lo persiguió con pistola en mano.
—¿Eso realmente te sucedió? —preguntó Mina por lo disparatada que le
resulto la historia—. Me cuesta creerlo.
—Pues créelo me escapé por los pelos, era capitán de la Marina por lo que
no puedo asomarme por Copenhague por mucho tiempo, el tipo media casi dos
metros.
Ella soltó una carcajada.
—Mejor pórtate bien antes que te metas en otro problema y provoques un
conflicto diplomático.
—Refórmame —dijo él, con los ojos grises sobre ella.
—Qué cosas dices.
—Eres del tipo de chica por quien vale la pena intentarlo.
—No lo creo —dijo ella haciendo una mueca— Eres un Casanova como mi
hermano me advirtió, sabes cómo seducir y con esa pinta a lo Ewan McGregor
que tienes.
—Tu hermano te sobreprotege, para mi suerte hoy tenía cosas que hacer si
no estaría aquí haciendo su función de muro —rió por lo bajo—. Siempre me las
arreglo para eliminar los obstáculos —masculló.
—Recibió una llamada de último minuto. Me gusta pasar tiempo contigo
Daniel, me haces reír con tus historias.
Fue la primera en probar su flan después que la camarera trajo los postres.
La mujer con exótico cabello rosa le hizo ojitos a Daniel antes de dejar su mesa.
—No tienes remedio —dijo Mina al verlo sonreír a esta que caminaba hacia
otra mesa con un ligero contoneo de caderas.
—Soy cortes.
—Ahora al coqueteo se le dice ser cortes —vio que ni siquiera comía su
postre—, ¿dime, no te gusta? —preguntó ella al ver su falta de interés en el
mousse adornado con fresas y kiwi.
—No soy fan de los postres, pedí uno solo para acompañarte.
—Entonces tienes que ir a la pastelería de mi familia, los postres de este
restaurante no se comparan con los nuestros.
—Tal vez, increíble que seas tú quien me invite en lugar de tu hermano —
vio cómo ella miraba el suyo—. ¿Quieres?
—Sólo un poco para probar —extendió la mano para tomar el plato.
Pero en vez de dejar que ella lo pusiera de su lado en la mesa, Daniel tomó
una porción.
—Abre la boca.
—¿Qué? —Mina arqueó las cejas.
—Si —puso la cuchara cerca de su boca—. Tengo que aprovechar que
Brandon no está cerca.
Mina veía la cuchara.
—¿Que puede hacer Nicolas Crowe contra esto? —Pensó abriendo la boca
—. Un poco no hará daño.

***

Nicolas inspeccionaba la obra civil de la nueva sede de la compañía en


Sidney. Estaba con Patrick en uno de los pisos más altos cuando recibió un
mensaje en su teléfono. Se excusó con el ingeniero de obras que iba con ellos y
fue hacia una de las secciones desde la que se podía ver el teatro de la opera de
Sidney.
Abrió el video, era de Mina con Daniel. La parte que lo irritó y dilató su
impaciencia fue en la que este le daba de comer a ella de su postre.
Por el enojo lanzó el teléfono que voló hacia el vacio.
—El ingeniero quiere discutir sobre las medidas de seguridad para las
plantas más altas —dijo Patrick asomándose por el borde de la estructura—. Veo
que vas a necesitar un nuevo móvil, mejor eso a que te lanzaras a ti mismo.
—No te burles Patrick.
—Toma en cuenta esto, y lo digo porque sé muy bien por quien estas asi,
para ti sería mejor no espiarla a donde sea que ella vaya y dejar las cosas como
están, pero te empecinas en saber todo lo que hace.
—Le advertí sobre esto.
—Ella no te quiere, acéptalo.
El dolor que Nicolas experimentaba desde hace dos dias iba más allá de
haber visto el video.
—La hermana Anne está enferma, le descubrieron un tumor y necesita
cirugía —se volvió hacia Patrick.
—Dime, ¿es muy grave? —preguntó preocupado.
—Necesita la cirugía para extirparlo y hacerle una biopsia.
—No te preocupes tomaré cartas en el asunto, llamaré a un conocido del
Northwestern Memorial.
—De verdad te lo agradezco.
Nicolas recibió la noticia en medio de una gala importante. Después se pasó
la mayor parte del tiempo solo rehuyendo socializar con la gente.
—Es la única familia que conozco —musitó.
—El amor que siente por sus niños del orfanato hará que se recupere pronto
—Patrick posó una mano en su hombro.
—Tengo que hacer lo imposible para que ella esté bien —restregó sus ojos.
—¿Estás llorando?
—Patrick yo no puedo llorar, desde que Caterina murió no soy capaz de
hacerlo. Las lágrimas desaparecieron de mi cuerpo desde ese día —exhaló—.
Ver estos vídeos ha empeorado mi humor, entiendo que con Ben ella es tierna
porque son amigos de hace mucho, pero este Daniel Aubriot es un mujeriego a
todas luces y le acepta sus galanterías.
—Ahora hablas de Mina, se honesto conmigo Nicolas, ¿estás enamorado de
ella?
En lugar de molestarse con el comentario, Nicolas rompió a reír.
—Gracias en medio de mi mal humor me haces reír.
—Estas celoso de esos dos hombres porque ambos están más cerca de ella
que tú, en un sentido afectivo.
—Porque ella me odia —ladeo la cabeza y cerró los ojos.
—¿Cuántos días han transcurrido desde que estuviste con una mujer?
—Ahora quieres que te cuente de mi vida sexual —resopló.
—Es importante.
—No sé —Nicolas rascó su nuca—, casi tres meses.
—Desde el baile de mascaras, ¿verdad?
—¿A qué te refieres?
—El veredicto es que te gusta más allá de lo que tú piensas y eso te hace
actuar como un hombre celoso.
—¡Quieres hacerme enojar!
—No, pero cuando un hombre se comporta de esta manera dejando atrás
sus viejos hábitos es por algo. La señorita Foster se cierne sobre tus
pensamientos, es cierto que ella es una criatura inquietante desde que la viste en
aquella fiesta.
—BASTA —Gritó Nicolas—. Bajaré quiero estar solo —fue hacia el
elevador de la obra.
—Si continúa con esto será peligroso, tengo que hacer esa llamada, aun
cuando… —Patrick tanteó su teléfono, pero lo dejo en el bolsillo de su abrigo—,
mejor espero observaré con detenimiento lo que suceda de ahora en adelante.

***

Tras regresar a su casa, Mina fue a su ordenador portátil para revisar sus
mensajes de correo electrónico. Recibió uno de su madrina Ceci que de acuerdo
a una de las muchas fotos que envió se encontraba de visita en la Toscana
invitada por un amigo dueño de un viñedo.
Se le iluminaron los ojos al ver el colorido de los valles, casi de inmediato
recibió una solicitud de vídeo llamada.
—Hola tía Ceci—dijo feliz después de meses de no comunicarse con ella de
esta manera.
—Hola mi querida Mina ¿cómo estás?
—Feliz de verte.
—Lo mismo digo. Sigo en la Toscana con mis amigas como quisiera que
estuvieras conmigo, el viñedo de mi amigo es tan hermoso; los paisajes y la casa
son como un sueño.
—Te envidio tía.
—Cuando tengas vacaciones de tu trabajo viajaremos por toda Europa en
uno de esos tours.
—No puedo esperar.
—Por cierto ya hay algún prospecto que te pueda acompañar en este viaje.
—Tía sabes que me tomé mi tiempo después de Randall.
—Un tiempo que ha durado cuatro años, ¿no crees que es demasiado?
Mina dejo escapar un suspiro.
—Tengo una hermosa ahijada —dijo Ceci—. Por cierto vi fotos de tu jefe
en la red, tenía demasiada curiosidad cuando tu padre me comentó de tu trabajo.
Es muy atractivo.
—¡Tú también! —gruñó Mina.
—No me digas que tu madre piensa lo mismo.
—¿Acaso son parte de su club de fans?
—El que pasemos de los cincuenta no quiere decir que no tengamos
derecho a admirar semejante espécimen. ¿Has estado cerca de él?
—Sabes que entre más me rechazas... Te quiero más —Mina podía oírlo
susurrar, como si lo tuviera cerca de su oído.
—Mina te pregunte que si lo habías visto en persona.
—Sí lo vi —admitió en voz baja—. Más cerca de lo que imaginas —
murmuró. Ceci no escucho.
Su madre entró a la habitación después de tocar, traía chocolate caliente que
Mina le pidió antes de subir a su habitación.
—¿Ceci?—dijo viendo la pantalla—. ¡Hola Ceci! —dejó la taza en el
escritorio.
—¡Alana que hermosa estas!
—Lo mismo digo de ti, el clima en Italia te está sentando bien, ¿Cómo va
todo?
—Haciendo nuevos amigos. Mañana iremos a comer con un hombre
importante de la región, el dueño del viñedo más grande así que te imaginarás lo
emocionada que estoy.
—Espero que Oliver y yo podamos visitarte pronto, me urgen unas
vacaciones
—Estaré complacida en recibirlos, también a Mina si no fuera porque está
trabajando le enviaría un boleto para que venga a verme.
Mina pensaba en esa posibilidad.
—Es tentador escapar de ese hombre y visitar a tía Ceci, pero ... —vio a su
madre—. No puedo.
—Por ahora no puede, pero tal vez más adelante —su madre se adelanto
respondiendo por ella.
—Tengo que irme —dijo Ceci—. Fue bueno verte Alana, cuida de ti Mina y
admira por mí a tu magnifico jefe.
Su madre se volvió para verla.
—¿Magnífico... jefe?
—Mi tía Ceci está infectada con el mismo virus que tú, uno llamado
Nicolas Crowe —dijo mortificada de mencionar el tema.
—Pobre de mi hija que tiene que soportar a dos mujeres mayores que se
dedican a admirar las facciones de su jefe.
—Si pobre de mí.
—Hasta mañana cariño que duermas bien —besó su cabeza—. Recuerda no
desvelarte.
—Sí. Te quiero mamá —dijo.
—Yo también te quiero —le respondió con ternura y salió de la habitación.
Mina bebió la bebida caliente a sorbos, su móvil pito al recibir un correo.
Lo tomó pensando que podría ser Ángela.

Para: Mina Foster


Asunto: Leer este mensaje
Hora: 1:48pm

Quizás estés dormida pero no me importa por raro que suene te echo de
menos aquí en Sidney me siento solo. No sé por qué te extraño tanto Mina, estoy
acostumbrado a verte todos los días desde lejos espiando tus movimientos y
ahora cerca.

Dejó de leer.
—¿Qué significa esto?

Sidney es una ciudad cálida aunque no me siento bien estos dias, tal vez si
estuvieras aquí yo sería capaz de ver las cosas diferentes, pero no puedo. No sé
cuando nos veremos de nuevo pero tengo que decir que, me gustas, me gustas
mucho.

Nicolas

La taza se resbala levemente de su mano dejando caer una gotitas de


chocolate en unos papeles.
—Le gusto, ¿De verdad le gusto?
Un pensamiento inconfesable le embargo, fue a su cama por el oso de
peluche marrón colocado sobre las almohadas.
—¿Puedes guardarme un secreto, Patch? —Dijo colocándolo en sus piernas
—. Te tengo desde que era una niña por lo que tienes el derecho de saberlo.
Suspiró acercando su boca a la oreja del oso.
—Me gustan sus besos, pero… —se sintió triste y fastidiada—. No es una
buena persona, debo ser fuerte y no ceder se aburrirá pronto de insistir conmigo.
Eso espero.
Capitulo 17

El cabello castaño oscuro enmarcaba su cara ovalada, tenía las mejillas


sonrosadas y los ojos verdes se veían más expresivos gracias a la sombra ocre en
su parpado móvil. Los suaves labios pintados de coral complementaban el
vestido amarillo dorado junto a la chaqueta azul y los botines negros. Volvió a
mirarse al espejo satisfecha.
Desde que Nicolas viajó a Sidney transcurrió más de una semana y después
del extraño mensaje que Mina recibió, no envió ningún otro. Cuando podía
revisaba con discreción su móvil leyendo el correo una y otra vez memorizando
cada palabra.
—Me gustas... me gustas mucho —repitió una vez más guardando el
teléfono en su bolso y salió de su habitación lista para iniciar otro día de trabajo.
Al llegar a la oficina se encontró con el equipo entero sumergido en una
especie de alboroto. Guardo sus cosas en el cajón de su módulo y se acercó a
Jillian.
—¿Qué está pasando? —preguntó.
—El señor Crowe regresó y está en ese piso —dijo esta con apuro.
Mina sintió una oleada en su corazón cuando escucho de su regreso.
—Volvió.
—Hace tres días.
—Hace tres días, ¿por qué no envío un mensaje? —Regresó al escritorio
con cierta insatisfacción—. Tal vez envió ese correo para molestarme o tuvo un
encuentro con otra mujer como sucedió conmigo.
Prendió el computador y comenzó a trabajar sintiendo como si algo
presionará su estomago. Fijó la vista al monitor ingresando datos al sistema
cuando sintió que alguien se paró junto a ella y se volvió para mirar.
—Buenos días, Mina.
—Buenos días, Daniel —respondió con indiferencia.
—Hoy te ves preciosa con el vestido amarillo, pero te siento desanimada.
Le toco el mentón justo cuando Nicolas se acercaba junto a Marian Smith.
—Mina, buenos días.
—Buenos dias señora Smith.
Se puso de pie ante su saludo encontrándose con los ojos azules de Nicolas
que la miraban a ella y luego a Daniel sin expresar sentimiento alguno.
—Daniel es agradable verlo —saludó a este ignorándola a ella.
—Hola Nicolas, estaba esperando por hablar contigo ciertos asuntos de mi
abuelo.
Nicolas miraba de soslayo a Mina que parecía querer decirle algo, pero
volvió a ignorarla dirigiendo toda su atención a Daniel.
—Venga conmigo, vamos a beber café en mi oficina.
—Me parece bien. Tengo que irme Mina, te veo en el almuerzo.
Daniel siguió a Nicolas, y Mina volvió a sentarse.
—Creo que estoy libre de sus exigencias —sacudió la cabeza—. ¿Pero por
qué no me siento feliz por ello?

***

De camino a su despacho, Nicolas se topó con Patrick que le hizo un gesto


con la mirada señalando su oficina del otro lado.
—¿Puede esperar en mi oficina, Daniel? Tengo algo importante que discutir
con el señor Martin.
—Seguro —respondió este.
—Margot prepare un café para el señor Aubriot, por favor —dijo a su
secretaria.
—Si señor Crowe.
Con un gesto de duda marcada en el rostro, Nicolas siguió hasta la oficina
de Patrick.
—¿Ignoras a la señorita Foster a propósito? —cuestionó este cerrando la
puerta de su despacho.
—No, pero su lenguaje corporal mostraba algo diferente de la última vez
que la vi. En lugar de fastidio ahora me miraba con avidez.
—Estas ganando sobre su rencor —comentó Patrick.
—Fue ella quien ganó sobre mí.
—¿En qué sentido? —preguntó desconcertado.
—Soy como un adolescente tonto tratando de conquistar a una chica. Con
sus palabras de odio aplasta mi corazón mientras sus ojos tiernos me debilitan
por completo.
—Ves te lo dije tienes un enamoramiento, uno muy peligroso. Recuerda la
advertencia de tu hermano, por qué crees que estaba tan solo —le mostró una
fotografía que extrajo de un cajón.
—¡Una vez más! —dijo Nicolas con irritación por la imagen del hombre
con cabello oscuro y bigote.
—Sabes que podría hacerle daño.
—Sé las consecuencias, pero si lo hace, si trata de hacerle daño juro que
incluso cuando le prometí a mi hermano no matar a nadie, lo haré.
—Tenemos que tomar esto con calma y no actuar impulsados por las
circunstancias.
—Lo sé pero si me provocan haré lo que crea justo. Nadie le hará daño a
ella, significa mucho para mí —afirmó. Se quedo atónito de su propia reacción
—. ¿Que dije? —musitó.
—Tú la amenazas con lastimar a su familia.
—Lo sé, pero no se otra forma de mantenerla cerca de mí.
—Esto es fácil, dale la opción de decidir si quiere estar contigo por su
propio deseo.
—¿Y cuál sería otra opción?
—Déjala ir —sugirió Patrick.
—Sabes quizás haga lo que propones, de hecho mañana será la última vez
que Mina vendrá a mí por mi amenaza.
—¿Mañana?
—Ya verás —hizo un guiño volviéndose hacia la puerta—. Ahora me voy,
tengo una charla con Daniel Aubriot.
—Por favor no lo amenaces, tampoco hagas algo en su contra August
Aubriot es buen amigo de la familia Crowe no puedes hacerle daño.
—En que mal concepto me tienes, solo discutiré asuntos administrativos y
quizás tal vez... —abandonó la idea en el aire—. Ya veremos.

***

Mina iba de camino al estudio de danza por insistencia de Ángela que le


propuso tomar clases, ahora de tango, aceptó ir el sábado para olvidarse un poco
del trabajo. Se disponía a cruzar la calle hacia el edificio de la academia en la
otra cuadra, cuando un coche negro aparcó y un hombre de rasgos asiáticos,
cabello corto uniforme y vestido de negro salió de este.
—Buenos dias señorita, estoy aquí para recogerla —dijo con una ligera
inclinación de cabeza.
—A mi —miró a su alrededor. El corazón le dio un vuelco imaginando que
podría ser Nicolas quien lo envió, pero pensó también en otra persona—. ¿El
señor Aubriot lo ha enviado? —dijo con la esperanza de que el chofer dijera que
no.
Pero este asintió moviendo la cabeza.
—Ya veo —dijo con decepción, no tuvo dudas de que era Daniel.
—Señorita Foster venga conmigo —abrió la puerta del asiento trasero.
Dudaba de ir, pero pasar la tarde de sábado con Daniel no le pareciera tan
malo.
—Ese hombre finalmente me dejó en paz, por qué no pasar este tiempo con
mi amigo en vez de meter la pata tratando de bailar tango.
—Señorita Foster.
—Vamos —entró al coche con deseos de disfrutar de las ocurrencias de
Daniel.
Tras cuarenta y cinco minutos de ver árboles y más árboles, el automóvil
cruzó un portón de hierro custodiado por dos hombres con gafas oscuras y
auriculares en los oídos. Dejaron pasar el coche, pero a pocos metros otro más
corpulento hizo el mismo procedimiento de revisión, ahora inspeccionando por
debajo del mismo.
—¿Los Aubriot son tan importantes? —se preguntó Mina.
El coche volvió a moverse por el pintoresco paraje, el sol hacia
resplandecer los robustos troncos y las ramas de los verdosos arboles.
—Nunca imagine que los Aubriot fueran tan ricos y que Daniel vivía en un
lugar asi.
Sus ojos se abrieron con amplitud cuando el coche llegó al final del camino.
—Esto es… —se inclinó hacia adelante incrédula.
La mansión era diez veces el tamaño de su casa; el techo de teja azul y
paredes de ladrillo gris se asemejaba a una lujosa casa de campo inglesa. A su
izquierda vio lo que parecía una cochera con dos anchas entradas. El chofer
aparcó a los pies de la entrada principal y salió rodeando el coche para abrir su
puerta.
—Señorita Foster, permítame —ofreció su mano para ayudarla a bajar.
Al salir la vista le resultó abrumadora, le parecía estar en la campiña
europea con arboles por donde volteara a ver, y arbustos podados de igual
tamaño y forma.
—Tal vez estoy soñando, y pronto veré ciervos corriendo hacia los árboles
y un coche guiado por caballos —pellizcó su brazo—. ¡Ay!
Las puertas dobles de madera con bisagras y pernos de hierro se abrieron.
Un hombre de cabello blanco y gafas salió, llevaba traje negro con chaleco gris
por dentro y un pin en la solapa del saco largo.
—Buenas tardes señorita Foster —inclinó la cabeza—. Bienvenida.
—Buenas tardes señor...
—Soy el mayordomo James Abey y estoy a sus servicios, venga conmigo él
la espera —se hizo a un lado para dejarla pasar.
—El señor de la casa, Daniel —masculló ella.
La condujo puertas adentro, una enorme araña de cristal colgaba del techo
del recibidor y justo debajo hacia una de las esquinas, la escultura en mármol de
una mujer con ropas ligeras que atrajo su atención. Mina lo siguió hasta la
escalera para subir a la segunda planta, admiró en mejor detalle el exquisito
cristal que envolvía las lamparitas de la araña como si fuesen bulbos de agua.
Se detuvieron frente a una puerta que James Abey abrió e ingresaron a un
amplio estudio con techo alto, elegantes paneles de caoba y un escritorio de
estilo victoriano. Mina vio que alguien estaba sentado en una silla volteada hacia
las tres largas ventanas que proveían al espacio de una límpida luz natural.
—Señor, la señorita Foster esta aquí —dijo James Abey. Se inclinó y salió
cerrando la puerta.
Mina no se sentía cómoda al traer a la memoria el día que supo quién era el
hombre de la máscara, y ahora se veía en la misma situación.
—Daniel.
—Tsk tsk.... Daniel Aubriot no está aquí.
Ella retrocedió conteniendo el aliento cuando este se puso de pie.
—Pero el conductor me dijo... él…tú… —antes de que lograra pronunciar
su nombre, terminó rodeaba por sus brazos.
—¿Has hecho algo con tu pelo? —Dijo Nicolas deshaciendo su coleta con
los dedos—, es más suave desde la última vez que te vi, pero lo quiero suelto
porque me gusta asi.
—Usted min… tió —dijo entrecortada.
—No tú asumiste que era Daniel quien envió a alguien por ti —se apartó de
ella dándole la espalda—. Sé que son muy cercanos y tenía que aprovecharlo
para hacer que vinieras.
Ella movió la cabeza.
—¿Cómo sabes eso?
—A pesar de que he estado lejos por varios dias —dijo parado cerca de la
chimenea—, estoy al tanto de todo lo que sucede en mi empresa y en especial de
lo que tú haces.
—No tengo dudas, después de todo eres el señor Crowe —reparó en la
réplica de un navío Ingles del siglo XIX sobre la repisa de la chimenea.
—Deja de llamarme señor Crowe suena demasiado formal, me llamo
Nicolas.
—No puedo usted es mi jefe —respondió—. Además…
Aprovechó la distracción de ella y volvió a rodearla con sus brazos.
—Después de los besos con lengua, soy más que tu jefe —acercó su boca a
su oído—. Soy tu amante prohibido aun cuando no hemos consumado esta
extraña relación en la que me gustas y tú me odias.
Mina tragó saliva.
—Amante prohibido.
—Es el término correcto para mí, alguien que tiene encuentros secretos con
una dama y cuando el tiempo esté listo…
—Dilo.
—Mina eres más que un pasatiempo, te quiero de todas las formas posibles
y no como un juguete.
—¿Cómo es…?—aquello fue como recibir chispazos en la piel.
—Después, ahora ven conmigo me debes algo.
—¿Qué?
—Una lección de baile. Aquí no podemos hacerlo mande a acondicionar la
habitación contigua para esto.
Salieron por una puerta de madera de cedro y vidrio que llevaba a otra
habitación de piso de madera pulido, ventanas similares al estudio, un sillón de
chenilla y un gran espejo que parecía no formar parte del resto del decorado.
Nicolas se aproximó a una barra de metal de donde colgaba un vestido rojo que
tomó para regresar con ella.
—Creo que te quedará perfecto —lo sujetó contra sus caderas, probándolo
por encima de su ropa.
—Tienes que estar bromeando, ¿verdad?
—Póntelo quiero empezar ahora —ordenó Nicolas sin mirarla.
—De verdad deseas aprender rumba, creí que era una broma.
—Yo no bromeo, al menos no en esto.
—¿Por qué no tomas clases en una academia de baile, tienen buenos
profesores?
—Lo sé, pero quiero aprender contigo —empezó a desabotonar su camisa.
—¿Qué estás haciendo?
—Voy a tomar mis clases de la manera adecuada.
Mina resopló cuando lo vio despojarse de su camisa Oxford. Su condición
física le hizo pensar si tenía un gimnasio en casa y cuántas horas dedicaba a
mantener su cuerpo tan bien tonificado, y de paso husmear en la cocina para ver
sus comidas.
Este chasqueó los dedos y ella parpadeo.
—¿Eh! —notó que seguía con el torso desnudo—. No voy a enseñarte si
andas asi.
—Y si lo hago asi que, ¿te incomoda? —dijo con la intención de
provocarla.
—Por favor estas cosas no me turban, además tengo un hermano que en
verano se la pasaba sin camisa para provocar a la hija de los vecinos, y también
esta…
—El novio que tuviste, salir con un chico por tres meses no se debe
considerar como un noviazgo.
—En este punto me hubiera resultado extraño que no supieras de Randall.
—No descubrí nada interesante del instructor del campamento en el que
trabajaste a los 19, por eso no le di importancia, y vive con una chica en Texas lo
que lo deja fuera de tu circulo de pretendientes.
Mina trató de controlar su temperamento por todo lo que él había hurgado
de su vida personal.
Intencionalmente Nicolas asió su mano y la colocó contra su pecho. Ella
apretó la boca al sentir su piel en las yemas.
—Ahora sientes cómo late —oprimió más su mano—. Como hice al sentir
el tuyo.
Un deseo prohibido palpitaba en la boca de ella, pero también sentía algo
extraño en su piel; una especie de llaga a pocos centímetros de donde
originalmente puso la mano.
—¿Qué es esto? —dijo rozando lo que vio era una cicatriz cerca de su
corazón.
Nicolas apartó su mano y retrocedió.
—No preguntes —dijo con brusquedad, introduciendo la cabeza por el
cuello de una camiseta negra sin mangas que había cogido de un mueble con
repisas—. Cometí un error al hacer que me tocaras.
Ella percibía amargura en su voz, parecía incomodarle demasiado que le
hubiera hecho esa pregunta. Notó cierto viso de melancolía en su mirada, por eso
temió que la echará de la casa por cuestionarlo.
—Voy a enseñarte espérame aquí, Nicolas.
Finalmente ella pronunció su nombre de manera suave, para él era como
una pequeña victoria ganada. Mina salió corriendo de la habitación viendo sus
dedos.
—¿Qué misterio esconde esa cicatriz? ¿Acaso algo doloroso?
Después de cambiar el vaquero y la camiseta por el vestido corto rojo,
regresó con él.
—Estoy satisfecho —dijo admirando su piel blanca, acentuada con el
carmesí de la prenda—. Los zapatos de tacón que coloque en el vestidor hacen
que tus piernas luzcan más largas.
—Haz cuidado de cada detalle.
—Si —presionó un botón de un mando a distancia. Las puertas del mueble
se abrieron de forma automática, mostrando un moderno sistema de sonido.
Una música cadenciosa comenzó.
—Agárrame —ordenó Mina cogiendo su mano para colocarla firmemente
en su cintura, luego entrelazo los dedos de su otra mano con los de él—.
Mírame, siempre mantén contacto visual con tu pareja, en este caso yo.
—Lo haré con gusto —respondió él, mirando su pecho.
Ella se molesto por su falta de atención. Levantó su mentón para obligarlo a
mirarla.
—Pon atención... da un paso hacia adelante con el pie izquierdo. Hazlo
cuando escuches el compás.
—No parece difícil —dijo Nicolas siguiendo sus instrucciones.
—Ahora viene lo complicado.
» Sigue con el pie derecho. Debes dar un paso con el pie izquierdo hacia
adelante.
» Da un paso de nuevo con el pie derecho hacia adelante, luego hacia la
derecha con naturalidad.
—Recoge el pie izquierdo hasta reunirlo con el derecho —dijo ella mientras
se movían.
Nicolas miraba sus pies moviendo el incorrecto.
—¡Oye más lento que no soy un experto!
—Por eso te dije que no soy una buena profesora, mis padres trataron de
aprender pero fallé.
—No importa si no me convierto en un experto bailarín —se inclinó hacia
ella hasta casi tocar su boca—. Si tengo la oportunidad de aprender contigo.
—Deja de coquetear, estoy aquí para enseñarte a bailar y te dije antes que
mi corazón es algo que voy a dar si estoy enamorada, no bajo amenaza.
—Entonces continúa porque en una semana iremos a un club.
—¡¿Hablas en serio?! —Los ojos se le abrieron de par en par—. ¿Crees que
con solo una lección ya has aprendido todo?
—Te sorprenderás.
De hecho después que la vio bailando rumba en el video, pensó que se vería
ridículo haciendo esto delante de todos por lo que tomó clases privadas con dos
maestros; una mujer latina y su marido australiano. Tras una semana de intensas
lecciones por la tarde, aprendió perfectamente rumba y salsa pero fingía no saber
para tener la excusa de tener a Mina cerca.
—¿Quieres bailar conmigo en un club? —dijo ella después de repetir los
pasos una vez más.
—Sí.
—Si es lo que deseas. Sabes me gustaría verte hacer el ridículo, el poderoso
Nicolas Crowe destrozado en la pista de baile por su pareja.
—Eres cruel Mina.
Por primera vez ella encontró fascinante la forma en que él dijo su nombre,
con la voz profunda pero con cierto tono astuto.
—Te pateare el…
—El culo —añadió él—. No me importa prepárate porque te sorprenderás.
La música se detuvo, ambos se miraban. Ella apretó los labios recordando
lo que él le dijo la última vez.
—Si estas esperando que te bese ya te dije que serás tú quien lo haga Mina,
poniendo en práctica lo que te enseñé.
—Vanidoso, eso no sucederá —se apartó para tomar de la repisa una toalla
para limpiar su cara.
—Estoy tan seguro de eso que sé exactamente cuándo lo harás —cruzo los
brazos.
—Si estás tan seguro dime cuando sucederá —dijo ella con acritud.
—Después de visitar el club.
Mina siseó molesta.
—Estas delirando, mis besos se reservan para el hombre que ame no a uno
que odio.
—¿Estás segura de que me odias? —Cuestionó él con suficiencia—. Podría
asegurar que mi mensaje sigue en tu móvil y la nota que escribí debe estar dentro
de tu libro más valioso.
Ella abrió la boca.
—¿Cómo...? —murmuró—. Me tengo que ir, envíame un mensaje con la
dirección del lugar donde nos reuniremos, no quiero tu coche frente a mi casa —
cogió su bolso para cambiarse la ropa—. Dejaré el vestido en la habitación
donde me cambie.
—Te pertenece, no podría verlo en otro cuerpo que no fuese el tuyo
Nicolas cogió su mano y besó el dorso provocando agitaciones en ella.
—Hasta entonces, el chofer te dejará en el mismo lugar donde te recogió,
ahora me retiró —salió por la misma puerta por donde ingresaron.
Capitulo 18

—Lo siento por llegar tarde —dijo Ángela ocupando la silla vacía en la
mesa—. Una de las modelos llego tarde y la sesión se prolongo.
—No te preocupes, ¿Quieres pedir algo? —preguntó Mina en vista que su
amiga se veía acalorada.
—No todavía.
Mina llegó a la cafetería alrededor de las seis de la tarde después que el
chofer la dejó en el mismo lugar que la recogió al mediodía. Telefoneo a su
amiga para platicar con ella.
—Pedí un té de manzanilla para relajarme.
—¿Por qué? —cuestionó Ángela al verla girar la taza varias veces.
—Tengo que contarte algo, por favor no se lo digas a nadie.
—Prometido.
—Necesito tu ayuda —dijo inquieta.
—¿Sobre qué?
Mina miraba hacia la esquina del mostrador y luego hacia otro extremo del
local.
—Encontré… bueno ya sé quién es el misterioso hombre del baile.
—¿Quién es? —preguntó su amiga inclinando el cuerpo para oírla mejor.
—No puedo decirte por ahora —apretujó dos dedos en torno al asa.
—¿Por qué? —inquirió Ángela confundida.
—Es complicado, el próximo sábado tengo una cita con este hombre y
necesito tu ayuda.
—¿Cuál es el problema?
—Muchos entre ellos mi hermano y su sobreprotección, seguro me seguirá
—bebió unos sorbos del té.
—Dime Mina, ¿este misterioso hombre es importante?
—Algo, pero por favor Ángela no me hagas más preguntas.
—Entonces, ¿qué quieres que yo haga?
—Déjame dormir en tu apartamento después de regresar de la cita.
—Seguro, ¿y a dónde planean ir?
—Quiere que baile con él rumba, ¿puedes creerlo?
—Que ironía para una mujer que detesta tomar clases de baile y ahora tiene
que bailar con su misterioso admirador.
Mina arrugó la frente en señal de mal humor.
—No es divertido incluso cuando no soy mala bailando. Puedo hacerlo sola
o con mi familia, pero rumba y en un club no creo que lo haga bien.
—¿Qué harás para despistar a tu hermano?
—Inventaré cualquier excusa asi como a mis padres, pero sabes cómo es
Brandon de puntilloso.
—Si lo sé, ¿qué vestido vas a usar?
—No tengo idea.
—Creo que tengo algo en casa que puede quedarte, pero vas a necesitar
zapatos especiales, unos de tacón no tan alto y suela de cromo. Conozco a
alguien que puede prestarme unos. El próximo sábado en mi apartamento a las
siete.
—Sí, mi cita es cerca de las diez así que tenemos tiempo.
—Bien a ese hombre se le caerá la quijada cuando te vea.
—De verdad no quiero eso.

***

Justo el día de su cita, a pocas horas de partir hacia el apartamento de


Ángela, recibió una visita inesperada. Ben llegó para invitarla a cenar cerca del
Lago Michigan, pero ese mismo día por la mañana cuando salía de la ducha
secándose el cabello con la toalla, Mina recibió un correo a su móvil que se
apresuró a leer.

Para: Mina Foster


Asunto: Dirección.
Hora: 6:24 am

Restaurante Nacional 27 en la calle Huron a las diez treinta, como decidiste


ir por tu cuenta confió en que des con el lugar. Si uno de tus admiradores se
atreve a invitarte hoy mejor inventa una excusa convincente, esta noche es mía.
Después de esta cita las cosas tal vez cambien, no me preguntes por qué.
—¿En qué sentido? —se preguntó ella una vez más ahora con Ben parado
en el umbral de la casa.
Se sentía mal por rechazar su invitación, pero no tenía que hacerlo.
—Prometí pasar la noche con Ángela está atravesando por un mal momento
y como su mejor amiga debo ir con ella. Será noche de chicas viendo chick
flicks, comiendo helado y pizza.
—Entiendo los amigos son primero, ¿crees que podamos hacerlo otro día?
—Estaré encantada.
Regresó a su habitación al él marcharse para prepararse y salir de la casa.
Sentía una revoltijo de emociones de sólo pensar en Nicolas poniendo en
práctica los pasos de bailes después de una semana de su primera y única
lección.
—¿Qué se supone que sienta con todo esto? A veces quisiera mandarlo a la
porra, en otras yo quiero…
Con la mochila colgando de su hombro bajo la escalera, se topó con
Brandon que venía subiendo.
—¿A dónde vas con eso?
—Con Ángela —respondió evitando su mirada—. Les dije a papá y mamá
antes que salieran al negocio.
—Espero que no estés mintiendo —advirtió Brandon, subiendo otro escalón
quedando a su mismo nivel.
—¿Sospechará algo? —pensó ella—. Tengo veinticuatro años, la edad
suficiente para hacer lo que crea correcto, y no crees que para llamarme la
atención están nuestros padres, ¡deja de sermonearme!
—Soy tu hermano mayor y puedo hacerlo —siguió hasta su habitación.
—No es bueno que lo sepa —suspiró sintiendo vergüenza—. Es tiempo de
enfrentar mi destino.

***

—¿Quieres que espere por ti o te dejo el auto?


—Esta noche no creo que pueda conducir Masato.
—Como órdenes.
Entró al coche y lo condujo hasta la zona de aparcamiento dejando a
Nicolas que entró al restaurante. La música animaba a bailar, dos mujeres lo
invitaron a su mesa pero este las rechazó con un leve movimiento de cabeza y
siguió al anfitrión hasta el área reservada solo para él.
—Señor Crowe, ¿desea algo de beber?
—Nada por el momento, y por favor no me llame señor Crowe deseo pasar
de incognito esta noche.
—Respetaremos su privacidad.
—Por favor este pendiente de su llegada.
—Asi será, señor.
Pasaron diez minutos hasta que Mina llegó. El encargado la llevó con
Nicolas que esperaba en un salón en la planta alta, retirado del resto del
restaurante.
El vestido negro ceñido con una abertura en la pierna izquierda le permitía
a él ver la piel de su pierna; la recorrió hasta los tacones rojos. Si bien después se
concentró en sus ojos verdes, no podía dejar de ver el brillo de su piel ante la luz
ámbar y el cabello castaño oscuro suelto sobre sus hombros con los labios
pintados de rojo.
—Estoy aquí Nicolas, como me lo exigiste —trató de controlar su voz que
al final salió suave de su boca.
La mente de Mina divagaba en cómo iba él vestido, todo de negro sin
blazer ni corbata. Admiró sus brazos gracias a que este llevaba las mangas de la
camisa recogidas y como la tela se le adhería a su torso. Dominó la dirección que
tomaron sus pensamientos y se acercó.
—Pensaba que iríamos a un club.
—Lo que importa es que bailemos no importa donde, bebamos algo
primero —Nicolas hizo señas al camarero—. Un brandy para mí y a la señorita...
—Un Daiquiri por favor —respondió ella.
—Regreso enseguida —el camarero salió.
Nicolas la invitó a sentarse junto a él en el sofá blanco y ella lo hizo.
—Estos zapatos son muy altos, pero aun así le daré una lección que lo
pondrá en ridículo —pensó Mina.
—Te ves atractiva esta noche —susurró él, rozando su oreja con los labios.
—Hace dias sugeriste que no ibas a besarme de nuevo hasta que yo tomara
la iniciativa —señaló ella sin verlo—. ¿Acaso te estás retractando?
—Dije en la boca y solo roce el lóbulo de tu oreja.
Mina alzó la mano para mantenerlo lejos.
—Esta noche estoy aquí para bailar, no para lo otro.
—Como quieras.
Se alejo de ella lo suficiente para poner a otra persona en medio de los dos.
Ella lo miró de reojo, el aroma amaderado de su perfume le quemaba la nariz,
sintió deseos de tocar su cara pero mantuvo las manos pegadas a sus piernas.
Al darse cuenta de su ansiedad por cómo ella frotaba su muslo, Nicolas se
acercó una vez más.
—Eres tan especial que decidí no obligarte a hacer el amor conmigo hasta
que tú quieras.
—Has desistido.
—Quiero oírte decir mi nombre con afecto en vez de odio —tocó su mejilla
—. ¿Para ti hacer el amor tiene que ser con el hombre que amas?
—Sí —ella apenas respondió.
—Entonces quiero tu cariño, Mina —su mirada era apacible.
—¿Quieres que te ame?
—Quiero todo de ti —se acercó más sin dejar de mirarla.
Estaba como hipnotizada por aquellos ojos azul claros fijos en ella. Sin
pensarlo fue moviéndose hacia él cerrando los suyos pero el camarero regresó y
ella se puso de pie, Nicolas sonrió satisfecho aunque al ver al camarero se quejó
por lo bajo. Este dejo las bebidas en la mesa, Nicolas bebió la suya y Mina hizo
lo mismo bebiendo todo el daiquiri de un golpe.
—Con calma, no quiero que te emborraches antes de bailar conmigo.
—Puedo beber alcohol no te preocupes por mí —dijo ella.
La música cambió por algo más lento, Nicolas preguntó al camarero cual
era la pieza.
—Bésame mucho, señor —respondió.
—Perfecto —se puso de pie cogiendo la mano de Mina—. Es tiempo.
Fueron hacia la planta baja donde varias parejas bailaban, la tomó de la
cintura con firmeza y agarró su mano.
—¿Recuerdas?
—Se como bailar Mina —dijo decidido—. Déjame guiarte.
La música siguió y ambos comenzaron a moverse con pasos cortos por la
pista.

Bésame, bésame mucho


Como si fuera ésta noche la última vez
Bésame, bésame mucho
Que tengo miedo a perderte
Perderte después

Mina mantuvo la boca cerrada impactada por como él se movía, de manera


grácil dejando ir su cuerpo por la melodía.

Quiero tenerte muy cerca, mirarme en tus ojos


Verte junto a mí
Piensa que tal vez mañana
Yo ya estaré lejos, muy lejos de ti
Sus movimientos eran perfectos en todos los sentidos, Mina no sabía cómo
con sólo una lección Nicolas era capaz de bailar con tanta perfección,
moviéndose con ella en agraciada sincronía.
Estaban en la última parte de la canción y ella no quería que terminara.
Entendía un poco de la letra por lo que las repetía en su cabeza.
—Bésame mucho —miraba la boca de él con deseos de que lo hiciera, pero
en lugar de eso este hizo un último movimiento arqueando mas su cuerpo.

Bésame, bésame mucho


Que tengo miedo a perderte
Perderte después
Que tengo miedo a perderte
Perderte después...

La canción terminó y Nicolas se detuvo, tenía el rostro sudoroso


demostrando el gran esfuerzo que había hecho. En un gesto que lo maravillo por
lo imprevisto del mismo, Mina limpió su sudor pasando los dedos por su cara.
—¿Cómo es posible que bailaras con tanta perfección?
—Soy culpable —dijo encogiendo los hombros, como niño atrapado en una
travesura.
—¿De qué?
—Admito que te engañé, tomé clases de baile en Sídney con una latina y su
esposo.
Ella se apartó de él poniendo mala cara.
—Me engañaste idiota —se volvió para marcharse, pero este la jalo por el
brazo.
—Quería hacerlo para ser perfecto para ti.
—Nicolas —alzó la mirada.
—Quiero tu afecto Mina. Cuando digo que me siento solo, es en serio.
Por más que ella trato de apaciguar los latidos de su corazón, este golpeaba
sin control en su pecho. Cerró los ojos sintiendo el cambio en su estado de ánimo
cuando la llevó hasta la salida del restaurante. El coche los esperaba afuera ya
que Nicolas llamó a Masato de camino a la puerta de salida.
La hizo entrar primero y él la siguió, presionó un botón y la parte de trasera
quedo separada del frente por un divisor.
—¿Qué estás tratando de hacer? —preguntó Mina cuando el auto comenzó
a moverse
—Nada —se acercó más a ella—, sólo quería charlar contigo en un lugar
más privado.
—Con tu chofer escuchando.
—Masato es discreto.
—¿Y sobre qué quieres hablar?
—Este fue el final.
—¿Final?
—No más amenazas sobre ti.
—¿Qué estás diciendo?
Aunque debía estar feliz por liberarse de su cruel juego, Mina sentía lo
contrario.
—No quiero más esto.
—Es por otra mujer, ¿no? —dijo ella con congoja.
—No... Es que —le acaricio la muñeca, por encima de su brazalete—. Ya
no puedo con esto.
—No entiendo.
—Tú eres especial para mí, quiero tu afecto libremente. No más amenazas
quiero que me quieras de verdad.
El momento era extraño para ella al ver a ese hombre sombrío y hermoso,
de mirada melancólica pidiendo por su afecto. Mina no supo si fue el alcohol
que había bebido o sus propios deseos que ya no podía mantener a la raya.
Se movió para sentarse en sus piernas.
—No deberías mirarme asi Nicolas Crowe, o no respondo de mí —Susurró
mirando sus ojos azules mientras acariciaba su rostro todavía húmedo por el
sudor.
—Mina, yo... —dijo él con desconcierto de su acciones que iban más allá
de lo que fantaseo.
—Creo que ganaste la apuesta.
Fue probando sus labios, primero el superior y luego el inferior con
lentitud.
—Has aprendido bien, ahora...
—No digas nada —susurró ella—. Deja que siga.
Con cuidado dejo que la punta de su lengua se abriera pasó por la boca de él
con sabor a brandy, estaba tan encantada que no se dio cuenta que este había
bajado las tiras de su vestido.
Nicolas sostuvo su cara con ambas manos, deteniendo el beso y bajo su
boca por su cuello hasta su pecho. La respiración de Mina se agitó a medida que
él recogía la falda tocando sus piernas
—¿Quieres que me detenga? —preguntó él mientras seguía besándola—.
Responde Mina antes de que sea demasiado tarde.
Ella suspiró dudando qué hacer, mientras la boca de Nicolas descendía más
y más.
Prohibido
Capitulo 19

—Quiero...
Masato pisó el freno cuando una motorista se cruzo por la vía, por el
impacto Mina golpeó su cabeza con el techo del automóvil. Vio que la parte
superior de su vestido estaba cayendo; asustada de su propia reacción se alejó de
Nicolas.
—¡Mina! —dijo él cuando la vio moverse aterrada.
—Olvídate de esto —sobó su cabeza—. El alcohol está haciendo mal
efecto.
—¿Le echas la culpa a un simple daiquiri?
—Fue estúpido lo que hice —dijo con pesar de haberse dejado llevar.
—¿Asi son las cosas? Señorita Foster este es el adiós.
—¿Lo dices en serio? —Cuestionó acorralada en el asiento—. ¿No será una
treta tuya para…?
—Continúa con tu vida.
—Eres increíble me sedujiste al punto de casi convencerme de dormir
contigo, pero todo esto es una ilusión producto del alcohol en mi sangre. Tal vez
pusiste algo en mi bebida para forzarme a...
Nicolas la empujó contra el asiento, Mina terminó acostada con él encima.
—¿Soy tan malo que piensas que te drogué? —tomó su cara hundiendo los
dedos en su mejilla.
—Sí, pero... —otra vez ella vio melancolía en su mirada y cambió su
argumento—. Dime la verdad sobre la cicatriz y creeré todo lo que me digas.
—¿Por qué? —Nicolas veía sus labios casi abiertos esperando su respuesta.
—Porque... Porque...
—Dime Mina —se inclino rozando su mejilla con la nariz—, dime que te
gusto.
—Yo… —jadeó evitando verlo—, no puedo decir algo que no siento.
—Entonces este fue el encuentro final —regresó a su sitio en el coche, lejos
de ella—. Todo se terminó —oprimió el botón y el divisor descendió.
Mina no quería hablar, luchaba por mantener su mente despejada mientras
que él dominaba sus propios conflictos.
«Pensaba que podía jugar con ella y salir bien librado de esto —cerró los
ojos—. Pero estaba equivocado.»

***

Parecía que había recibido un duro golpe en el estómago cuando llegó al


apartamento de Ángela; su amiga la llevo al sofá y luego fue por un té para ella.
Regresó después con una manta para cubrirla.
—Con esto y el té entrarás en calor, la noche no esta tan fría para que estés
asi.
—¿Cómo es estar enamorada?
La pregunta tomó a Ángela desprevenida.
—Necesitas descansar mañana podemos…
—Contéstame, ¿cómo es estar enamorada de verdad? —insistió Mina
sintiéndose aún más débil—. Yo quise a Randall, pero no al grado de amarlo. Se
fue a Texas y no lo vi mas, ni siquiera lo extrañe después que rompimos.
Ángela hizo uno de los cojines a un lado y se sentó junto a ella.
—Esperar verlo aunque sea por unos minutos, anhelar oír su voz y sentir su
aroma aun cuando no está tú alrededor. Dejar a un lado tus temores y
preocupaciones solo para estar con él. A veces parece que estuvieran en una
batalla de voluntades, pero por dentro quisieras tirar la toalla y rendirte —vio
que Mina cubrió su cabeza—. Confía en mí, ¿qué sucedió esta noche para que
estés asi?
—Quiero dormir.
—¿Ese hombre te hizo algo? —preguntó Ángela temiendo por ella—. ¿Es
alguien con poder para que accedieras a…?
—No —dijo apenas.
—Mina, ¿ese hombre es uno de tus jefes?
Era lo que su amiga sospechaba ante tanta evasiva en decirle quien era
cuando Mina siempre le confiaba todo.
—Ángela creo que él devora mi confianza dejándome en agonía —rozo su
cuello con los dedos.
Guardar este secreto era demasiado y más ahora que sus sentimientos la
estaban traicionando al reaccionar a un hombre que arañaba cada parte de su
cuerpo sin tocarla.
—Como puedes decir eso sin preocuparme —dijo Ángela—. Dime si…
—Tomaré un baño antes de ir a la cama —Mina se puso de pie con todo y
manta.
Caminó hacia el baño sintiendo las piernas flácidas. Allí se despojó de todo
lo que llevaba encima, levanto el grifo de la ducha y metió la mano en el agua
fría.
Tocó su pecho.
—Me mordió y ahora estoy perdida.

***

Patrick llegó a la casa veinte minutos después de que James Abey lo llamó
por teléfono, este lo recibió y sin demora fueron a la segunda planta.
—Cuando pude comunicarme con usted señor Martin estaba en lo peor,
lanzó los objetos por toda la habitación. Masato trató de detenerlo, pero fue
inútil casi lo derriba con un puñetazo.
—Me lo temía, estas son las consecuencias de su terquedad.
—El señor Crowe murmura su viejo nombre, si los nuevos empleados
escuchan…
—No se preocupe señor Abey, me haré cargo de esto. Dígale a Masato que
mantenga la guardia en esta parte de la casa, al menos por esta noche.
—Asi lo haré señor Martin, si me necesita estaré complacido en ayudarle.
Patrick ingresó a la habitación, vio que todo era un desastre con vidrios
rotos en el suelo y una pintura cortada de lado a lado. Nicolas estaba sentado en
el suelo con la cabeza gacha y las manos contraídas contra la alfombra.
—¿Estas satisfecho en como descargarte tu rabia?
Aquel levantó la mirada.
—Mi protector esta aquí —balbuceó.
—El que limpia tus desastres, ya ves te lo dije
—¿Sobre qué ? —se puso de pie con esfuerzo.
—Sobre su rechazo, Nicolas.
—No me llames Nicolas… Soy Caleb —intentó caminar, pero tenía las
piernas entumidas—. Odio a mi hermano por hacerme esto.
—Tu hermano no tiene la culpa de tus caprichos, con esto ya no tengo
dudas de lo que te está pasando.
—¿Qué?
—Te aferras a ella porque te estás enamorando.
Nicolas apoyo una mano contra la pared.
—Ame a una mujer y ella murió en mis brazos, esta cicatriz… —abrió su
camisa presionando dos dedos en su pecho—. Es un recordatorio de ella.
—Sé la historia bien, pero tú eres Nicolas Crowe con todas las leyes a tu
favor. Tu hermano te dio todo hasta su nombre. Caleb Long murió en el preciso
instante que hiciste el pacto, asi que ya no puedes volver al pasado.
—Nicolas —musitó apenas consiguiendo llegar hasta un espejo en el que
vio el reflejo de su propia imagen—. Sí ese soy yo, ¿qué quieres que te diga
Patrick? ¿Qué su rechazo me tiene asi? Pues no.
—Entonces porque has reaccionado de forma tan irracional rompiendo todo
lo que estaba a tu paso.
—Es mi mal genio que se niega a abandonarme, parece que le purgara que
sienta un poco de felicidad. Por primera vez en seis años me siento positivo
sobre mi futuro cuando antes pensaba que viviría una vida corta. Quiero vivir
solo para oírla decir que le importo, este hombre de veintiocho años que una vez
fue un asesino temido se ha rendido a los pies de una chica de veinticuatro que
es dura como una piedra, bien hice en llamarla mi criatura inquietante.
—¿Que vamos a hacer contigo? Tal vez deba llamar a...
—No te atrevas a hacerlo —apoyo una mano en la cama y se sentó—. Esto
va a pasar, recuerdo que viví sin Caterina por cinco años hasta que nos
encontramos. Mi amor por ella permaneció intacto.
—Dime exactamente que sucedió con Mina —Patrick se sentó junto a él.
—Prefiero no hacerlo, me duele la cabeza y quiero dormir.
—Primero date un baño y luego ve a la cama, pediré al señor Abey que
envié a alguien para que limpie este desorden.
—Sí, capitán Martin —llevó la mano derecha con los dedos juntos hacia su
sien, como si hiciera un saludo militar—. Tengo que tener presente mis
responsabilidades y dejarme de tonterías.
—Eso es, ya no mas ideas absurdas. No debes mostrarte débil.
—No lo soy —resbaló los dedos por su cara.
«Ese beso no puede engañarme —pensó poniendo su mejor cara a Patrick
—. Mina siente algo por mí, quisiera creer que ella tiene el poder de corregir lo
que todavía está mal en mí.»
—Le pediré al señor Abey que te prepare un té para que duermas mejor —
dijo Patrick.
—Anda, voy a estar bien.
Nicolas espero que este saliera para abrir la ventana.
—No mas chantajes, a partir de ahora las cosas serán diferentes.
El viento rozó su cara relajándolo a medias.
—No puedo llorar aunque me siento muy mal —tocó la cicatriz cerca de su
corazón—. Sé que he actuado como un mal nacido, ¿Pero acaso esta marca es lo
que está cambiando la forma en que ella piensa de mí?
Capitulo 20

Mina
Regresé del apartamento de Ángela como a las once de la mañana; pasé el
resto del domingo encerrada en mi habitación. De vez en cuando iba a la cocina
para asaltar el refrigerador y la alacena, preparé un sándwich de queso derretido
que me dejó peor porque la consistencia me recordó la suave forma de hablar de
Nicolas. Regresé una vez más a la cocina para servirme un trozo de brownie y
helado de vainilla, cuando engullía el chocolate recordé sus labios tocando la
piel de mi pecho.
Deje el cuenco a un lado y mire mi oso de peluche.
—Patch ya debes estar cansado de mis repetitivas confidencias, pero no
puedo decirle esto a nadie, ni siquiera a Ángela. Que el hombre que rondaba mis
sueños, el mismo que conocí en ese baile de máscaras; es el dueño de la empresa
donde trabajo y me ha sometido a sus caprichos.
Hice una pausa viendo mis dedos arrugados por el tazón frio.
—Aun cuando nada grave sucedió entre nosotros no puedo olvidar esos
encuentros, fueron demasiado para mí. En comparación con mi pasada vida
romántica, bastante floja, mis hormonas ahora parecen dominar mis sentidos. No
estoy segura que sea cierto lo que dijo que todo ha terminado, tal vez es uno de
sus trucos para hacer que me doblegue.
Abracé a Patch buscando comodidad, pero como este no podía devolverme
el abrazo lo puse en mi cama y seguí comiendo el brownie revuelto con el
helado.
Llamaron a mi puerta y casi de inmediato escuche la voz de mi prima.
—Mina.
—¡Sam puedes pasar! —grite masticando.
Mi prima es diferente a mí, algo más alta y atlética por correr muy
temprano todas las mañanas. Su corto pelo marrón rodea su rostro redondo; es de
labios más estrechos que los míos y grandes ojos cafés. Siempre sonríe y más
cuando está preparando los postres en la pastelería ayudando a mis padres.
Cuando éramos más chicos ella y mi hermano me molestaban por ser la
más pequeña en tamaño y edad.
—Mina, el día está muy fresco deberías dar un paseo —se sentó en mi
cama.
—Sólo quería pasar el fin de semana descansando —dije fingiendo la
realidad de mi decisión.
—Hmm —miró hacia el emparedado a medio terminar y el cuenco con
trozos de brownie sumergidos en el helado derretido—. No comas más
emparedados de queso y menos chocolate, no quiero correr contigo al hospital,
recuerda estamos solas.
—Sí, lo sé.
Mis padres fueron a Indiana a visitar a uno de los tíos de mi padre que está
enfermo y regresarán por la noche; mi hermano está en Kentucky asistiendo a su
jefe en ciertas cuestiones legales. Sam llegó a trabajar en la computadora de la
casa y al verme sola decidió quedarse a hacerme compañía.
Sacó un pañuelo del bolsillo de sus vaqueros y limpió mi boca.
—Ya no soy una niña, Sam —me queje.
—Crees que pensaría eso si no sospechara que tú y Benjamín Crowe tienen
algo especial.
—Solo es mi amigo lo mismo que Daniel, son dos chicos con los que
disfruto pasar mi tiempo.
Mi prima se envaró poniendo mala cara en cuanto lo mencioné.
—Espero que mantenga su distancia contigo —entornó los ojos.
—¡Tú también! Daniel es divertido me entretiene con sus historias de...
—Es un playboy —dijo encrespada—. Un Casanova, un mujeriego, ¿qué
más? ¡Ah! Un mentiroso.
Era la primera vez que veía a mi prima expresarse tan mal de otra persona
cuando era bastante comprensiva, aun en la peor de las circunstancias.
—¿Lo conoces? —pregunté con deseos de saber el porqué de su reacción
tan arisca.
—Cambio de tema, ¿y tú Mina?
—¿Qué hay de mí?
—Ben es sólo tu amigo y está fuera de consideración, no puedo creer que
después de Randall no hayas sentido nada por nadie.
—La verdad es que no —contesté decidida a no poner a Nicolas Crowe en
la lista de intereses románticos.
—Vi a tu jefe —dijo Sam trayendo su nombre a colación cuando decidí, al
menos por hoy olvidar su existencia.
—Mamá mencionó que fue a la pastelería —dije ocultando mi ofuscación.
—Algo en él me hace pensar que es un hombre lleno de secretos.
Aquello llamó mi atención, mi prima es buena observadora, se podría decir
que mejor que yo en esos aspectos.
—Tienen hermosos ojos, pero hay tristeza en ellos. Tal vez estoy pensando
demasiado.
—Sam dime, ¿por qué tienes esa impresión sobre Ni… el señor Crowe?
Sujeté su mano para que no se fuera. Me miró sorprendida de mi reacción.
—¿Por qué estás tan interesada? ¿Es porque te ha flechado?
—Que va, eso es absurdo —me eche hacia atrás.
—Sé que eso es improbable prima, ya sabes que tengo esta costumbre de
querer saber más de las personas que conozco. Vi varias fotos suyas y en
ninguna sonríe, no tenía ninguna expresión en el rostro, pero cuando estuvo aquí
fue amable con mi tía e incluso sonrió. Parece que al hablar con tu madre hizo
que saliera ese lado afable, como no tiene familia…
—Ben es su primo y tiene a sus tíos —dije tratando de no sentir compasión.
—No tan cercanos de acuerdo a una mini biografía no autorizada que leí en
un sitio en la red. Vivió aislado por años en Europa, el periodista mencionó que
requirió tratamiento por ser enfermizo de niño. No es información oficial según
la pagina, pero podría ser cierto.
Me quedé sin palabras reflexionando en cómo podía ser posible que mi
prima supiera más que yo si se suponía que yo le admiraba cuando estaba en la
universidad, y tendría que haber leído algo de su lado personal.
—¿No lo sabías? —preguntó Sam al verme muda.
—No sobre su vida personal, sólo sus éxitos en los negocios.
—En verdad no parece un hombre que estuvo enfermo. Los medios lo
llaman príncipe oscuro, tal vez por pasar tanto tiempo solo se ha convertido en
un hombre inaccesible.
Suspiré pensando en esto, ¿cómo puede ser posible que haya obviado este
aspecto del panorama? No sé por qué fue tan perverso conmigo al principio,
pero el último encuentro me decía lo contrario, que él quería más de mí y no una
relacionado basada solo en lo físico.
—¿Sam crees un hombre así pueda sentir afecto hacia los demás, me refiero
al amor?
—Es difícil saberlo sin conocerlo a fondo, una cosa es lo que dicen los
medios y otra lo que él sea de verdad.
Tomé una respiración profunda.
«Será que…» sacudí la cabeza con dudas de ello.
Nicolas
Lo primero que hice al despegarme de las sabanas fue salir a trotar por la
propiedad; llegué hasta el lago en la parte baja muy lejos de la casa. Por mi
estallido de hace unos dias, Patrick ordenó mantenerme vigilado por eso era
seguido por Masato y otro de los hombres de seguridad. Me moleste con él por
ser tan quisquilloso con esto, sabe que puedo defenderme solo, lo he hecho
desde que recuerdo, pero siempre que me atrevo a ir más allá de los arboles casi
colindando con los límites de la propiedad alguien me sigue como si aquel
hombre tuviera la intención de enviar un sicario para que me mate. Yo sé que al
ocupar el lugar de mi hermano estoy bajo peligro.
Planeaba ir a la oficina, pero Patrick que por cierto lo hizo por teléfono para
no tener que hacerlo en persona y oír mi diatriba, sugirió que me mantuviera
lejos por unos días hasta que mi ánimo se aplacara. Piensa que me vería tentado
de verla, pero no soy estúpido y menos masoquista.
Ayer traté de retomar mis viejos hábitos y divertirme con alguna mujer,
cuando experimenté un bajón físico —es obvio cual. Fui a un club, la mujer
empezó a despojarse de su ropa bailando una música bastante mala, cuando el
sujetador abandonó su cuerpo y yo me disponía a poner un billete en su tanga
escuché la voz de Mina pronunciando mi nombre. Miré hacia mi derecha era
como si ella se hubiera materializado en pleno cuarto privado usando el mismo
vestido azul de cuando la conocí. Me miraba con asco, de inmediato dije su
nombre y desapareció. La golfa que bailaba se acerco a mí, pero no pude hacer
nada, terminé arrojando el dinero, enfermo de mí mismo.
—¿Es que ahora soy un hombre fiel a una mujer?
Mina juega conmigo de forma inconsciente, todo lo contrario de mí que por
semanas lo hice a propósito. Sigo siendo el asesino Vampiro que ahora se siente
aturdido de encontrar al compañero con quien pueda finalizar su soledad, —
¿cómo voy a ganar su corazón cuando otros dos lo están haciendo, invitándola
restaurantes, salidas al cine? ¡Nah!— eso no es lo mío, no soy vanidoso como
Daniel Aubriot con sus conquistas y derroches. Tampoco como Ben demasiado
blando, es su mejor amigo y confidente asi que en eso tiene ventaja sobre mí.
Iba por el último tramo de mi trote, vi el pulsómetro en mi muñeca que
media mi frecuencia cardiaca en pulsaciones por minuto y me detuve. Decidí
aprovechar que en ese momento ella se encontraba en el trabajo y asi matar dos
pájaros de un tiro.
Solo ironía.
***

Es la segunda vez que vengo aquí, podía sentir la calidez del lugar parecida a
la de un hogar. Me crié sin un padre, una madre, y un hermano que no sabía tenía
por eso me atraía todo lo relacionado con Mina, incluyendo su entorno.
Vi a su madre colocar budines de colores en una bandeja y a un niño frotar
sus manos admirando el pequeño dulce. Ella le dio uno y luego frotó su cabeza.
—Gracias Alana —dijo una anciana que al parecer era la abuela del crio.
—De nada —entonces levantó la mirada hacia mí—. Señor Crowe me
alegro mucho que haya vuelto —añadió una sonrisa al saludo acercándose a mí.
—Señora Foster me alegro de verla —dije con franqueza—. Cómo me
hubiera gustado tener una madre como ella —pensé viendo los suaves rizos de
su corta cabellera oscura. Mina es muy parecida a ella.
—Es tan agradable oír eso —dijo.
—Es porque es asi, de verdad me alegra volver.
—Bien, ¿quiere un pastel de ángel?
—Sí, pero esta vez lo comeré aquí.
Sonrió de nuevo, de seguro ya estaba al tanto que yo soy el jefe de su hija
—Iré por un trozo del que recién hemos hecho.
—Gracias, y señora Foster quiero algo más.
—Dígame.
—Quiero charlar con usted, acerca de su hija.
Me vio con el ceño fruncido, pero por el gesto que hizo con los labios yo
sabía que mi interés en hablar de Mina le satisfacía.
Volvió con el pastel minutos después, tan pronto lo puso en mi mesa el niño
escondido dentro de mí emergió y comencé a comer primero la crema blanca que
introduje en mi boca con gusto.
Después de atender a otro cliente, Alana Foster volvió conmigo por mi
pedido.
—¿Qué desea saber de mi hija?
—Es una buena empleada, muy dedicada y responsable con su trabajo.
—Asi ha sido siempre, este trabajo le ilusionaba desde la universidad.
—¿Y eso por qué? —pregunté muy interesado ya que en aquel entonces era
mi hermano quien manejaba todo.
Ni siquiera por un momento cruzó por mi mente que a ella le gustara él;
nunca lo vio porque vivió aislado toda su vida así que nadie sabía cómo se veía
hasta ahora que estoy aquí como el nuevo Nicolas.
—A ella le parece increíble que siendo usted alguien tan joven, con apenas
diecisiete años, tomó el control de una empresa tan grande.
—No tenía idea —dije comiendo el postre—. Me gusta saber de la familia
de ciertos empleados que son muy importantes para Crowe y por esa razón es
que estoy aquí. Sé de Mina por las referencias de mi mano derecha, Patrick
Martin, pero no tan de cerca como persona así que, ¿puede usted decirme?, por
favor no me considere un entrometido.
—Por mí está bien. Mina es el tipo de chica que es muy leal con su familia
y amigos; trabajó de voluntaria en un orfanato cuando era más joven.
Eso me abrumó.
—Se hacía cargo de los bebés en su tiempo libre, pero ya no pudo seguir
haciéndolo por la universidad. No creo que a ella le moleste que le haya dicho
esto.
—Espero que no —mascullé.
—Si la obligan a hacer algo en contra de su voluntad, me refiero a exigirle
hacer algo que no crea justo sería nefasto.
«Cometiste un gran error Nicolas Crowe» consideré para mí mismo.
—Ya le había dicho que nombramos esta pastelería por ella, porque mi
esposo la llamaba su ángel cuando estaba en mi vientre, pero hay algo más. Casi
la perdemos cuando era un bebé.
—Casi... —temí decir esa palabra—. Murió
—Fue prematura, estuvo más de un mes en una incubadora porque nació
cuando sólo tenía siete meses. Pesó unas pocas libras pero aún así, luchó por
vivir y en dos meses la pudimos llevar a casa.
—Ángel —murmuré—. Un ángel que sobrevivió —cerré los ojos pensando
en un bebé pequeño aferrándose a la vida.
—Somos sobreprotectores con ella porque queremos que tenga una vida
maravillosa, y un hombre que la valoré por lo que es y no se aproveché de ella.
Un hombre que la respete.
Pensé en mi conducta y desee ser ese hombre para ella en la distancia, por
ahora.
«Realmente quisiera ser el hombre que la haga feliz y le conceda la vida
que merece» dije en silencio.
—Estoy orgullosa de ella —se puso de pie—. Señor Crowe.
—Por favor llámeme Nicolas.
Abrió los ojos cafés ampliamente por mi pedido.
—Nicolas por favor cuide de mi hija en su trabajo, es una chica especial.
—Señora Foster no tiene que pedírmelo con lo que me ha dicho le prometo
que Mina trabajará en un ambiente cómodo, me aseguraré de ello.
Es posible que yo actúe de esta manera, en definitiva ahora me importa
más, aunque sé que si lo hago estaré pasando por encima de las advertencias de
mi hermano.
Capitulo 21

El rumor que circulaba era que la ausencia de Nicolas en la oficina se debía a


que evitaba a los medios que explotaban de manera ventajosa la noticia de que
mantenía una relación en secreto. Mina pensó que un paparazzi los había
captado abandonando el restaurante la noche que fueron a bailar, pero al ver la
página del National Enquirer que leía la persona sentada junto a ella en el tren,
se encontró con la foto de una pelirroja de largas piernas que salía antes que él
de un famoso restaurante. No pudo evitar indagar más del asunto y al llegar al
trabajo buscó en la red algo sobre la mujer. Encontró que era la novia de un
inversionista que se encontraba en la misma cena de negocios.
Asi dio el chisme por concluido.
—Y ahora hago esto de husmear en la vida de los demás, mejor voy por un
té.
De camino al elevador se topó con Daniel que iba vestido de lo más casual,
con una camiseta blanca y una bufanda gris alrededor del cuello.
—Mina qué casualidad.
—Lo mismo digo —dijo agradecida de verlo.
—¿Puedes beber un café conmigo?
—Prefiero té —respondió ella de inmediato—. No quiero que la cafeína
altere mi psique.
Cuando llegaron al restaurante del complejo empresarial, ella vio que
algunos murmuraban. La molestia por el chisme de Nicolas hizo que se
descuidara ya que iban agarrados de manos, trató de soltarse pero Daniel la
agarró más e incluso la besó en la mejilla frente a todos.
—¿Por qué hiciste eso?
—Para crear más chismes, que hablen todo lo que les dé la gana.
—Para muchos no se ve bien.
—No me importa —susurró Daniel pasando el brazo por su cintura—.
Somos amigos.
Brandon que había visto la situación de lejos al llegar al restaurante, se
acercó para pararse en medio de ambos en medio de ambos.
—Daniel eres mi amigo, pero es mejor que mantengas tu distancia con mi
hermana.
Usó un tono cortes, pero su lenguaje corporal era agresivo. Mina lo empujó
molesta por la actitud de los dos y se marchó de prisa.
—No te parece que sobreproteges a tu hermana demasiado —dijo Daniel.
—Necesitamos tener una discusión de hombre a hombre —Brandon apuntó
a una de las mesas.
—Pero Mina...
—Hablaré con ella después, primero tenemos que discutir tus intenciones.

***

Mina corría por uno de los pasillos que se internaban hacia los elevadores
conteniendo las lágrimas de frustración en busca de un lugar para estar sola.
Chocó con alguien que la tomó de los hombros.
—Mina, ¿estás bien?
—Ben —rompió a llorar—. Por favor no me preguntes por qué estoy asi,
sólo abrázame.
Se lo pidió porque quería sentirse segura con él, pero no vio al hombre que
los observaba de lejos.
—¡Señor Crowe! — alguien gritó.
Mina volteó y vio a Nicolas que la observaba con frialdad. Por puro reflejo
se alejó de su amigo.
Lo vio volverse para entrar al ascensor.
—Él… —murmuró ella—. ¿Este hombre, que siento por él?—pensó.
Ben la abrazó de nuevo preocupado.
—¿Qué secretos escondes? ¿Qué sucede contigo, Mina? —frotó su espalda
tratando de confortarla—. Hace tiempo siento que no eres la misma.
—Nada —Respondió—. Son tonterías.
—Es mejor que estés tranquila, vamos a mi oficina.
Se dejo llevar por Ben que la ayudó a alejarse de allí.

***

Patrick comentaba sobre el chisme en los periódicos mientras Nicolas veía la


espesa cortina de lluvia que le impedía ver los edificios del loop, con un
recuerdo de hace años.
Caterina descansaba a su lado viendo las nubes a través de una vieja
ventana rota mientras él besaba su cara después de hacer el amor en un edificio
abandonado. Llegaron allí en busca de un lugar para guarecerse de la lluvia y
terminaron pasando la tarde juntos.
—Puedes verlas Caleb, las nubes grises.
—Me gusta más besarte —le acarició el pecho.
—¿Quieres más? —susurró ella hundiendo los dedos en su espalda.
—Sí —respondió él, moviendo su cuerpo sobre ella.
Caterina lo forzó a parar.
—¿Estás enojado conmigo por no ser el primero?
Él le acarició los pómulos.
—No porque eres mía ahora como siempre debió que ser, y yo soy tuyo,
Caterina.
En el presente pensaba en lo que había visto y los chismes que escuchó de
la secretaria de Patrick sobre el incidente en la cafetería.
—A la gente le resulta interesante que sean tan cercanos, me refiero a Mina
y Daniel.
—¿Qué harías tú en mi lugar Patrick? ¿Dejar a la mujer que te gusta a otro
hombre o insistir con ella?
Este mantuvo la boca cerrada.
—Ya ves no puedes darme una respuesta.
—Estamos en situaciones disímiles, hay una amenaza contra tu vida y si la
involucras la convertirás en tu talón de Aquiles.
—¿Sabes de qué me estaba acordando? —giró su silla.
—No.
—Cuando hice el amor con Caterina la primera vez.
Patrick bufó.
—No quiero detalles de lo que hiciste con ella.
—No lo he mencionado para explicar cómo lo hice —se puso de pie—. Lo
he mencionado porque cuando estábamos haciéndolo me di cuenta de que ella no
era virgen, que estuvo con otro hombre antes de mí.
—Eso ya me lo dijiste.
Nicolas sonrió con ironía.
—Quizás yo sea el primero en la vida de Mina, si ella me acepta.
—La misma cantaleta, habías dicho que te enfocarías en lo que nos
concierne, lo que tu hermano nos pidió.
—No puedo y menos con la decisión que tomé.
—¿Qué decisión?
Fue con Patrick y susurró algo en su oído que hizo a este echarse para atrás.
—¡No puedes hacer eso!
—En verdad deseo hacerlo —lo golpeó en el pecho con el puño cerrado, y
se encaminó hacia la puerta—. Mantén la boca cerrada, si metes tus manos en
esto sabes que haré.
Salió del despacho sin más dejando a Patrick que sobaba su pecho.
—Lo que sea, será su responsabilidad no la mía.

***

—Eso es todo —Brandon dio por concluido sus argumentos.


—Tuvo un novio con quien no duró mucho, nada malo sucedió entre ellos
—expresó Daniel—. No es bueno que seas tan sobreprotector y menos por aquel
incidente.
—No voy a permitir que le vuelvan a hacer daño.
—Por algo que sucedió en la secundaria con un imbécil.
—Uno que la expuso en público besándola sin su consentimiento, no puedo
permitir esto otra vez. Mi pobre hermana lloró por el momento embarazoso que
tuvo que pasar por eso confronte al idiota y le rompí la nariz.
—No debiste hacerlo, Mina podía afrontar aquello sola la conozco bien.
Brandon golpeó la mesa iracundo.
—Trátala solo como una amiga y no otra cosa.
—¡¿Está pensando encerrar a tu hermana en un convento?!
—No es una mala idea, hay demasiados sinvergüenzas detrás de alguien tan
vulnerable como ella.
—¿Quién? Déjame adivinar: Ben, yo y... —consideró otro nombre—. El
dueño de este edificio, Nicolas Crowe.
—¡EL! —gritó Brandon.
Como la cafetería estaba casi vacía, solo unos cuantos de los que comían se
volvieron a mirarlos.
—No seas idiota —bajo la voz—. Ese hombre es demasiado importante
para poner sus ojos en ella. Es un magnate asediado por mujeres de su clase.
Amo a mi hermana, pero ella no es su tipo.
—Que equivocado estas, tu hermana es tan hermosa que incluso un hombre
como Nicolas puede gustarle ella, ¿qué pasará si alguien como él se le acerca?
Brandon empezó a dudar.
—Mejor dejemos la charla tengo trabajo que hacer.
—Ahora que lo mencionas, felicidades por ser el nuevo jefe del
departamento jurídico.
—Gracias ahora soy capaz de comprar el apartamento que siempre he
soñado, no puedo esperar a mudarme con Eva tan pronto regrese.
Daniel se mantuvo callado.
—Que bueno asi dejará a su hermana en paz.
Capitulo 22

—Sé que no es el momento, pero quisiera pedirte algo —dijo Ben mirando
hacia la parte delantera del auto, después de aparcar frente a la casa de Mina.
—Sí.
—Mi padre regresó ayer de Hong Kong y mi madre organizó una cena para
él; quiero que vengas conmigo como mi cita.
—No creo que a ella le agrade verme en su casa como tu cita —dijo
consciente de que no le simpatizaba a Evelyn Crowe como potencial novia de su
hijo.
—Por favor es sin ningún compromiso solo como dos queridos amigos,
pero si no...
—Ben iré contigo —posó su mano sobre la que él mantenía en el timón—.
No te preocupes, estaré encantada de hacerlo.
—Gracias Mina.
—De nada —bajo del coche—. Que pases buenas noches.
Al entrar a la casa vio que su hermano la esperaba en la sala de estar, pero
estaba tan molesta que no le dirigió la palabra y siguió de largo hasta las
escaleras.
—¡Mina!
Brandon saltó por encima del brazo del sofá, y le cerró el paso parándose
entre la escalera y ella.
—Déjame ir a mi habitación —dijo ella con enojo, tratando de mover el
brazo de su hermano del pasamano que le impedía subir a su dormitorio.
—Lo siento sé que a veces puedo ser demasiado sobreprotector contigo
pero es porque te quiero y me preocupas. Recuerda lo que hizo ese imbécil en
aquel festival y cómo lloraste después.
Mina se sentía igual, por eso trató de dejar a un lado su frustración.
—Te quiero sé que estas preocupado por mí, pero... —puso las manos en
los hombros de su hermano, y lo miró fijamente—, necesito vivir mi vida,
cometer errores y aprender de ellos, tener mis propias experiencias en la vida
como tú. Ya no soy una niña a la que siempre llevabas de la mano al jardín de
niños, o ayudabas a subir a los arboles.
Brandon pensó que tenía razón de sentirse presionada por su protección
excesiva al punto de sofocarla.
—Lo sé.
—Quiero que sepas que Ben me invitó a una cena por la llegada de su padre
que está de visita por un par de días. Iré Brandon aunque no te guste.
—¿Hay algo entre tú y tu amigo?
Suspiró al tanto del gran esfuerzo que hacia su hermano para parecer
interesado.
—Sólo somos amigos y le estoy haciendo un favor siendo su acompañante.
Por ahora no quiero saber nada de relaciones.
—¿Por qué lo dices? ¿Acaso es por lo de Randall?
—Aunque intentamos que funcionara no teníamos química —lo besó en la
mejilla—. Buenas noches, hermano.
Las lágrimas que había contenido hasta ahora, rodaron por sus mejillas al
encerrarse en su habitación.
—Esto es frustrante, todo esto me supera.
Se sentó en la cama estremecida por su reacción inusual.
—No puedo actuar de esta manera, controlada por sentimientos que están
despertando en mí —descansó la cabeza en la almohada sintiendo mareo—. Me
está afectando demasiado.

***

—Tía —exclamó Nicolas cuando vio a Evelyn Crowe sentada en unos de


los sofás del salón principal.
Se acerco a él.
—Cada vez que te veo luces más guapo, pero eres demasiado esquivo con
tu familia —lo tomó del brazo, después de besarlo en ambas mejillas—.
¿Cuándo vas a darnos la sorpresa de una linda prometida?
—Lo siento tía no tengo tiempo para esas cosas, estoy muy ocupado con los
nuevos acuerdos que estamos gestionando.
La acompañó de regreso al salón donde ambos se sentaron.
—En algún momento vas a tener que asumir esa responsabilidad, los Crowe
necesitan un heredero, pero no vine a discutir eso. Mañana por la noche tendré
una cena para tu tío que estará aquí por pocos días, quiero que vengas.
—No puedo —respondió de inmediato, sin deseos de encontrarse con Peter
Berman.
—Estoy cansada de este distanciamiento entre ustedes dos, deberías ser más
flexible con él que solo trata de ayudarte.
—Tía de verdad no quiero discutir eso.
—No insistiré, solo te informo que tu primo estará presente también e
invitó a su amiga Mina asi que no serás el único joven del grupo para que
rehúyas de la reunión.
Nicolas vio esta invitación como la excusa perfecta para reunirse con ella
en un ambiente diferente del trabajo. Evelyn se lo había servido en bandeja de
plata, aunque tendría que soportar a Peter Berman bajo el mismo techo que ella
lo que le produjo náuseas.
—Si insistes iré.
—Eso es excelente también invité a Julianne Hawkins, recuerdas que te
hable de ella antes del baile de mascaras, pero no pudo asistir. Es hija de Andrew
Hawkins un viejo amigo de tu padre de sus tiempos en Yale.
Estaba al tanto de la intención detrás de ese comentario, hacer de
casamentera con quien ella consideraba correcta para la familia Crowe.
—Detén el trabajo de celestina, no me gusta las imposiciones sociales —
dijo Nicolas tratando de mantener las cosas en claro, y que frenara lo que
estuviera planeando.
—Julianne es muy hermosa y de tu misma posición, no es malo que salgas
con ella. Conozco tus malos hábitos Nicolas, pero piensa en el futuro de nuestra
familia.
«Si supiera» dijo él para sí mismo.
En lugar de considerar la idea de Evelyn pensó en Mina.
«La única mujer que quiero en mi vida y en mi cama tanto como sea
posible» pensó enfático.
—¿A qué hora me quieres en tu casa?
—A las siete de la noche, te pido que seas puntual. También voy a pedirte
un favor, ¿podrías recoger a Julianne? su padre está en el extranjero y no es
bueno que venga sola, no te molestaré más si me haces ese favor.
Entrecerró los ojos con contrariedad, pero como Patrick le advirtió hace
meses tenía que simular complacencia con ella para no crear sospechas sobre su
persona.
—La recogeré, pero te recuerdo que por ahora no quiero compromisos de
ningún tipo.
—Gracias querido sobrino verás que no te arrepentirás.
***

Mina estaba muy ansiosa, sería la primera vez que conocería al padre de Ben
y no quería causar una mala impresión. Antes había intercambiado un par de
palabras con su madre cuando visitaba su casa a hacer algún proyecto de la
universidad con él, pero Evelyn Crowe solo era amable con ella porque ser
amiga de su hijo.
Conocía bien la residencia en Braeside Northbrook, esta era de estilo
antiguo con paredes de estuco y techo de teja, sus dimensiones eran de menor
tamaño que la de Nicolas, similar a una mansión europea. Lo imaginó como un
lord de una novela inglesa, uno con mente maligna; Mina sacudió la cabeza
obligando a su mente a conservar la cordura.
—Mina.
—¿Qué? —cuestionó ella por la forma en que Ben la miraba cuando la
ayudó a bajar de su Audi blanco
—Con este vestido… —la hizo girar—, te ves preciosa.
—Gracias.
Era turquesa con falda en forma de burbuja por encima de las rodillas,
combinado con unas sandalias plateadas de tacón mediano. Su cabello castaño
iba recogido en una simple coleta.
Los recibió el ama de llaves que los llevó al salón donde Evelyn Crowe
charlaba con una mujer vestida de crema. También se encontraba en la casa un
hombre calvo que charlaba con otro de cabello oscuro y bigote espeso recortado
con cuidado.
Al verlos el último se acercó.
—Por fin llegas Benjamín —dijo este que de inmediato desvió su atención
hacia Mina—. Así que esta hermosa muchacha es tu querida amiga, gusto en
conocerla señorita Foster —estrechó su mano.
—El mío, señor Berman —por razones que consideró extrañas, se sintió
algo incómoda con el apretón de manos.
—Mi hijo me ha hablado mucho de usted. Estudiaron negocios en la
Universidad de Illinois.
—Sí, Ben es uno de mis mejores amigos y…
—¡Oh mi querido sobrino!
Evelyn Crowe se aproximó a ellos con prontitud, Mina recibió descargas en
el cuerpo al sentir la presencia de Nicolas detrás de ella.
—Julianne te ves increíble —dijo la señora Crowe de modo empalagoso.
—Gracias Evelyn —dijo una mujer con voz delicada.
Mina se volvió, la mujer que venía del brazo de Nicolas era tan alta como
él, llevaba un vestido tipo coctel en color cobre. Su porte era elegante y con
clase, el rostro encuadrado por su cabello rubio platino hasta los hombros y ojos
cafés, era muy hermoso.
Él por su parte usaba un traje café oscuro con saco tipo levita y dentro una
camisa negra. Lucia impecable por donde lo mirara. Mina contuvo un suspiro
cuando sus miradas se encontraron. Sus ojos azules parecían más fríos que de
costumbre, si no fuera por el resto de los presentes el ambiente seria más denso
con nubes negras, truenos y en medio ambos con la tensión a punto de reventar.
—Hola tía —saludó grave y luego vio a Peter Berman muy cerca de Mina
—. Hola Benjamín… tío Peter —dijo con disfrazada civilidad.
—Hola sobrino —dijo este indiferente.
—Estoy tan feliz de que estén aquí —dijo Evelyn—. Especialmente
Julianne, hacen una hermosa pareja.
—Ella es... —Mina apretó la mano de Ben inconsciente de lo que hacía.
—Mi madre ni siquiera te saludo Mina, todo por… —le sonrió para
animarla—. No te preocupes, no me apartaré de ti en toda la noche.
—Gracias Ben —dijo con una sonrisa.
A Mina le produjo desazón ver como Julianne le frotó la espalda a Nicolas
cuando los vio pasar hacia el amplio salón.

***

La tensión entre Nicolas y Peter Berman, sentados uno en la cabecera y el


otro a mitad de la mesa del comedor, era palpable. Mina prestó particular
atención a como se ignoraban el uno al otro en la charla entre que les servían los
platos, pero cuando vio a Julianne mover los dedos por la mano de este olvidó el
asunto.
Cuando les sirvieron los escalopes de ternera con salsa de setas, Julianne
volteó a mirarla con sus examinadores ojos.
—¿Eres novia de Ben?
—Solo somos amigos —respondió Mina con fingida educación, sentía
deseos de decirle que era una indiscreta por cuestionar asuntos que no le
interesaban.
—Conozco a Benjamín desde hace mucho, me parece que está muy
interesado en ti.
—Julianne…
—Es lindo conmigo eso es todo —dijo Mina interrumpiendo a Ben,
entonces mantuvo la boca cerrada—. ¿Qué trata de hacer, delimita su territorio
por temor a que Nicolas la rechace por mí? —pensó.
En un gesto que la irritó aún mas, vio como este susurró algo al oído de
Julianne y ella abrió los labios con coquetería.
Pero la verdad es que aquella lo hizo solo para disimular lo que en verdad le
dijo Nicolas.
—Deja de molestar si no tendrás que tomar un taxi para ir a casa —dijo
bruscamente. Vio hacia Mina y notó una pequeña mueca de decepción—. ¿Por
qué? —se preguntó.
Despues del café todos dejaron la mesa, Ben se apartó del grupo llevándose
a Mina para mostrarle el jardín como prometió.
Nicolas se vio obligado a ir con Julianne a la sala por solicitud de su tía
mientras que Peter Berman mantenía una entretenida charla con otro de los
invitados, pero de cuando en cuando observaba la interacción entre ellos.
Mientras esto sucedía dentro de la casa, Mina daba un paseo con Ben por el
jardín tomados de la mano, el frescor de la noche aplacó sus nervios.
«Si hubiera sabido que él iba a estar aquí… —reflexionó—, a quien trato de
engañar, si la tristeza de ayer desapareció al verlo tan…»
—Estas cosas pomposas de los ricos te incomodan como a mí —dijo Ben.
—La verdad es que si —respondió ella, dejando el pensamiento en el aire.
—Me lo imagine, te sentí incomoda en la cena.
—Ben me parece que deberíamos entrar.
—Quiero aprovechar este momento para que hablemos de algo muy
importante —detuvo la caminata e hizo que ella lo hiciera también—. Cuando
Julianne lo mencionó pensé que sería bueno que habláramos del tema.
Mina sabía hacia donde se dirigía.
—Yo creo que es mejor hablar de esto en otro momento, no…
Ben puso un dedo en su boca.
—No quiero más interrupciones, gracias a Dios que ni tu hermano ni Daniel
están aquí —se le acercó más al punto de casi pegar sus labios a los de ella.
—No es bueno que…
—Mina, creo que es tiempo de confes…
—¡Benjamín, te necesito ahora mismo! —su padre lo llamó desde el
interior de la casa.
—¡Rayos! —maldijo fastidiado, y retrocedió—. ¡No doy una! Mina no te
muevas, regreso enseguida —corrió hacia la casa.
En medio de su confusión por lo que estuvo a punto de suceder, Mina
decidió moverse de allí al quedarse sola. Caminó un poco mas hasta llegar a un
invernadero octagonal muy retirado, accedió a este por una vereda oculta por
unos arbustos altos
—No puedo perderlo como amigo —dijo confusa, caminando entre los
muebles de mimbre—. Ya esta hablaré con Ben, le diré que somos amigos y me
gustan las cosas...
En medio de ese lugar iluminado solo por la azul luz de la luna, alguien la
agarró empujándola contra la pared de vidrio.
—¿Quién? —preguntó aterrada abriendo mas los ojos, tratando de
distinguir quién era.
—¿Me extrañaste? —los labios hicieron un trazo húmedo por su mentón.
—¡Tú! —Dijo al ver a Nicolas cuando se movieron hacia la parte más
iluminada—. ¿Cómo llegaste aquí?
—Tengo mis métodos, creo que me extrañas —recorrió su rostro con los
dedos hasta la comisura de los labios que frotó—. ¿Por qué permitiste que mi
primo casi te besara?
—¡Nos espíate! —dijo ella casi a gritos.
—Quiero proteger lo que es mío.
—Eres un engreído jugando conmigo mientras la tal Julianne está contigo.
—Estás celosa, significa que te gusto —bajo la boca por su mentón hasta la
clavícula, inhalando su aroma.
Mina temblaba y más cuando él metió la mano por debajo de su vestido
frotando su pierna.
—Me dejaste… libre.
—¿Quién dice que después de dejarte libre no puede estar cerca de ti? —le
lamió el cuello—, y también el sabor de tu piel cremosa, no estamos bajo un
contrato.
—Mentiroso... tramposo... —oprimió ambas manos.
—Ah... sólo un toque dulce preparando tu cuerpo para cuando el momento
llegue —recorrió más dentro de la falda hasta el muslo mientras ella aguantaba
para no dejar escapar un gemido—. Me anhelas como yo.
Detuvo la caricia estrujándola más contra la pared, Nicolas exploraba su
cara con ambas manos mientras los labios se movían en los de ella desesperado,
logrando que ella suspirara. Por la intensidad del momento, Mina movió la
pierna golpeando una maceta que cayó al suelo. El ruido del objeto
fragmentándose hizo que ambos se separaran.
—Lo siento por dejarme ir, pero te necesito —Nicolas abrió su boca con su
dedo e inconscientemente ella lo lamió.
—No más por favor.
—Este es el cuarto faltan tres más.
—¿Tres ... más?
—Después de esos tres nuestros deseos no podrán contenerse más.
—Me conoces tan poco, te dije que la única manera que haga el amor con
alguien es si estoy casada, no soy tu juguete.
—Quieres... —levantó su mano presionando el pulgar en el anular de ella
—, un anillo en tu dedo.
—Sí quiero eso y tú no eres esa clase de hombre, todo lo contrario solo
quieres mi cuerpo.
Se acercó más a ella que se vio nuevamente arrinconada contra la pared de
cristal.
—Te dije que te quiero de forma permanente.
—¿Como tu amante?
—No, quiero que mientras estamos haciendo el amor digas mi nombre con
afecto.
Mina movió la cabeza.
—No sé cómo un hombre como tú con ese tipo de pensamientos, es capaz
de controlar una gran empresa como la tuya.
—Uno que es humano.
Sopló su aliento en la palma de ella, luego la beso y lamió uno a uno sus
dedos.
—Este es un aperitivo para ti, sé que los otros dos están detrás de ti pero yo
soy el único que te hace sentir este fuego que te quema —puso la mano en el
pecho de ella que se movía agitado—. Se debe a que es la primera vez que un
hombre te hace cosas eróticas y es tu inocencia lo que lo alienta a hacerlo.
—Deja de decir esas cosas ordinarias, y quién dice que no puedo
enamorarme de Daniel o Ben.
—Tu piel, tus labios, tu cuerpo y tu corazón están gritando por mí. Nos
veremos otra vez, Mina.
Él se marchó asi como llegó y ella inhaló tanto como pudo para serenarse.
—No es más fuerte que yo —se acuclilló, esperando que su cuerpo volviera
a la normalidad.

***

Hizo un recorrido visual por las líneas de su palma sintiendo su lengua lamer
sensualmente sus dedos, algo comenzó a hacer presión dentro de ella, desvió la
mirada hacia la ventana del coche con el panorama nocturno provocándole más
turbación. Desde que salió de la casa de Ben no podía dejar de pensar en
Nicolas, en su boca sobre la suya y en su mano frotando su pierna, pero de nuevo
algo sucedió en medio del apasionado momento previniendo que metiera la pata.
—Eso nunca sucederá, me lo prometí a mí misma —murmuró olvidando
que Ben estaba a su lado.
—¿Qué te prometes a ti misma? —dirigió el coche hacia la entrada de la
autopista.
Ella se volvió para verlo.
—Me agrado pasar tiempo con tu padre, es agradable.
—Por lo general es asi y más cuando el gerente de un banco y su esposa la
directora de una galería están de invitados en casa. Mi padre es algo severo
conmigo —dijo apartando la mirada del camino para mirarla.
—Me di cuenta de eso —Mina friccionó sus manos algo frías—. Disculpa
mi curiosidad, ¿quién es esta mujer Julianne Hawkins?
—Es la hija del dueño de Kenned esa importante tienda departamental en la
Quinta Avenida en Nueva York y con una sucursal en Londres. Es un millonario
que se la pasa viajando y ella es su única hija, la heredera; por eso mi madre
tiene a mi primo en la mira con la idea de que se case con ella y me parece bien,
ambos son iguales, ¿te habrás dado cuenta de eso?
Mina asintió con la boca cerrada.
—Sí es perfecta.
Ese pensamiento se quedó con ella hasta que Ben la dejo en casa e ingresó a
su habitación.
«Cómo quiero estar lejos de aquí y no verlo más, pero es imposible no
puedo evitar mis deberes y menos dejar a mi familia como si nada. Ellos no
tienen idea de cómo me siento en este momento.»
Vio su mano vacía de joyas, en comparación a la de Julianne con el anillo
de esmeralda en el dedo que acarició la mano de Nicolas.
—Un anillo de compromiso la espera, él es tan rico que puede mandar a
hacer uno que sea único para darle gusto a su futura esposa. A mí solo me quiere
como su amante de turno, una con quien se entretendrá una o dos veces.
Golpeó la cama.
«No voy a darle el gusto de salirse con la suya, que se quede con su
Julianne y a mí que me deje en paz —cogió la colcha y se arropó hasta cubrir su
cabeza—. Soy Mina Foster la misma que pese a las circunstancias se ha
levantado y sacudido el polvo. Nicolas Crowe es ese polvo.»

***

Nicolas condujo rápido para llegar a la mansión después de dejar a Julianne


en su casa. Fue recibido por James Abey que aún permanecía despierto.
—¿Quiere algo de comer, señor Crowe? —dijo cogiendo su abrigo.
—No me apetece ahora. Si alguien llama asi sea Patrick, di que estoy
dormido.
—Está bien señor, buenas noches.
—Buenas noches, señor Abey.
Subió las escaleras a zancadas largas, se despojo de la ropa para entrar al
baño de su habitación completamente desnudo. Abrió la llave del grifo
parándose bajo el agua templada, sintiendo cómo sus impulsos se iban
desacelerando,
Su cuerpo se agitó al visualizar a Mina contra la pared de mármol con los
labios abiertos.
—Deseo que esto suceda, el agua deslizándose por todo su cuerpo como
mis dedos quieren hacerlo ahora —apartó el agua de sus ojos, restregando su
cara—. Estoy asi de dar un paso en falso.
Sacudió la cabeza.
—Lleva a cabo tu plan original de ser un observador en lugar de actuar. Ella
quiere a un hombre considerado no un despiadado como tú, ex asesino llamado
Vampiro, pero incluso uno puede comportarse como un caballero.
Capitulo 23

El clima de Chicago resultaba impredecible, Mina suspiraba con la idea de


alejarse de ese tiempo tan cambiante y solo preocuparse del tipo de blusas
livianas que podía usar en verano.
A comienzos de la semana llegó el memo que cinco de su departamento
viajarían a Italia a finales de Julio para unas conferencias. De casualidad la
ciudad escogida era Florencia, donde vivía su madrina Ceci, por lo que la
oportunidad le parecía perfecta si era elegida. Hacer frente a sus crecientes y
confusos sentimientos por Nicolas le causaba migraña, más cuando tuvo que
presenciar una escena en su despacho.
Marian Smith la envió a presidencia para recoger unos documentos
importantes para la próxima reunión de grupo. La secretaria no estaba cuando
llegó así que esperó dando vueltas por el vestíbulo; vio que la puerta de la
oficina de Nicolas estaba abierta, escucho las risitas de una mujer y a él
bromeando. Su curiosidad pudo más que la prudencia y se acercó para ver.
Julianne Hawkins estaba allí, fue testigo de cómo esta movía los dedos por
la nuca de Nicolas mientras este le rodeaba la cintura.
—Eres tan divertido, Nick.
—Que te parece si vamos a comer algo, me muero de hambre —propuso él.

—¿Comida francesa?
—No es mala idea.
Mina corrió hacia uno de los baños al extremo del vestíbulo al verlos
aproximarse a la puerta. Se mantuvo allí hasta que se aseguró que ambos habían
abandonado la gerencia.
Salió confusa y dolida.
«Significa que es un hombre que cuando las cosas no son tan fáciles para él,
desecha a la mujer de su interés y buscar otra presa —meneó la cabeza—. No es
su nueva presa, es la mujer que se convertirá en su esposa.»
Volvió al vestíbulo y esperó por su secretaria, tragándose su disgusto.

***

Julianne seguía carcajeando de las observaciones hechas por Nicolas en su


oficina, acerca de las mujeres en la actualidad.
—¿Quieres decir que algunos de nosotras somos criaturas inescrutables?
—Algunas se dejan conquistar, otras son muy difíciles de descifrar.
Pongámoslo asi, cuando un hombre besa a una mujer en particular siente que a
ella le gusta, pero cuando el momento pasa, de su boca solo salen insultos. Ella
lo odia pero también le gusta, cómo alguien puede aguantar eso.
—¿Significa que una mujer te está haciendo ver tu suerte?
—Más o menos —respondió—. ¿Acaso te gusto?
—Eres muy atractivo, pero no mi tipo, creo que eres demasiado intenso.
Pobre de la chica que es el objeto de tu afecto, no será capaz de soportar tanta
pasión de tu parte.
—¿Crees que soy implacable en la cama? Estas exagerando.
—Por favor, soy experta en descifrar la conducta humana estudié dos años
de psicología en la universidad, aparte de mi título en negocios. Tu forma de
moverte y hablar me recuerda a un depredador codiciando una presa que ronda
para devorar; cuando esta satisface el frenesí provocado por el sabor de su
sangre vuelve a la calma, sospecho que esta mujer está causando un frenesí
increíble en ti. Estás ansioso por probar su sangre, que en otras palabras es tener
sexo con ella.
Nicolas sonrió con burla disimulada.
—Julianne es mejor que te mantengas lejos de mi cabeza —dijo deteniendo
el auto, esperando la luz verde.
—Acerté —se rió de nuevo.
—Es más que tener sexo con ella, esta mujer es como un estimulante que
estoy desesperado por probar, pero no puedo hacerlo, no como comúnmente un
hombre puede hacerlo, ella es delicada y... ¡Ja! Ahora siento como si estuviera en
el diván de un loquero, no voy a decir nada más.
—Me pregunto quién es la mujer que tiene el poder suficiente para
controlar el instinto de depredador en ti, eres digno de estudio.
—Esto es algo que no sabrás por ahora.
—Esperaré —con la uña trazó una línea en el dorso de la mano de él sobre
la palanca de cambios—. ¿Llegaremos pronto al restaurante francés?
—Julianne me estás haciendo un favor y yo estoy haciendo lo mismo por ti
engañando a mi tía para que no insista en emparejarnos, pero eso no implica
besarnos o retozar, ya sabes a que me refiero.
—Pero nada dice que no puedo coquetear contigo, eres guapo en el mejor
de los sentidos.
—Este hombre según tú guapo en el mejor de los sentidos, sólo tiene ojos
para una mujer. La que quiero conmigo en este momento.
La luz roja cambio.

***

Ya era viernes día marcado en el calendario como noche de chicas para


Ángela y Mina. Fueron al cine y después a la plaza de comidas por
hamburguesas con doble queso. Finalizaron con compras nocturnas en una
tienda de complementos en el mismo centro comercial.
Pasadas las diez, visitaron el bar de un hotel cercano para beber mojito y
margaritas cortesía de un viejo amigo de ambas que era el gerente.
—Extrañaba nuestras salidas.
—Yo también —dijo Mina, moviendo la rodaja de limón de su copa con
margarita—. Ahora todo es trabajo y más trabajo.
—Me comentaste en la tienda acerca del viaje a Italia en un mes.
—Para ganar un lugar hay que tener cierto tiempo de trabajo en Crowe
además de meritos. No tengo oportunidad este año —dijo con desilusión.
—Es mi idea o parece que quisieras irte de aquí.
—En este momento quisiera estar lejos de Chicago —Mina tocó la sal del
borde de su copa—. Asistir a las conferencias y visitar a mi madrina Ceci.
Ángela miró a su amiga.
—¿Es por el misterioso hombre que te hizo llorar hace semanas?
Mina tomó la copa con el resto de su margarita y bebió sintiendo el alcohol
en la cabeza.
—Está fuera de mi vida, estoy harta no quiero ni oír hablar más de él.
—¿Por qué…?
Los ojos de Ángela viajaron hacia el grupo que recién llego al bar. Uno
tenía cabello oscuro y venía junto a una rubia, luego vio al otro de cabello
castaño claro con la mano en la espalda de una rubia platino.
—Es Nicolas Crowe —susurró Ángela—. Mis ojos no me mienten.
Al verlo con insistencia se vio atrapada por la mirada sagaz del otro
hombre.
Desvió la suya a otro lugar, Mina notó su reacción y la cuestionó.
—¿A quién miras?
—Nadie —respondió de inmediato—. Mejor vámonos.
—Quiero otra bebida.
—Estas casi ebria Mina, no eres mala bebedora pero estas muy molesta y
no es bueno.
—Ángela estoy lúcida, soy capaz de distinguir a la gente hagamos una
prueba —volvió la mirada hacia los otros clientes. Su cuerpo se embotó al ver
quien estaba allí—. Quiero irme —hurgó en su bolso en busca de un par de
billetes para el taxi.
—Es tu jefe el que está allí.
—Vámonos —dijo Mina poniéndose de pie—. Fue suficiente por hoy.
Dejaron su mesa y caminaron hacia la salida del bar. Un hombre que
también salía como ellas, golpeó a Ángela en el hombro accidentalmente y está
casi choca contra unas mesas. Alguien la sujeto de la cintura con un movimiento
rápido y terminó sentada en sus piernas.
La nuca de Mina ardía cuando vio quienes estaban sentados en esa mesa.
—¡Señorita Foster!
La voz de Nicolas la hizo maldecir su mala suerte.
«¿Por qué de todos los bares en esta ciudad tuvo que venir aquí?» se
molestó tanto que olvidó a su amiga, quién era la viva imagen de alguien que
quería que la tierra se la tragara.
—Lo siento —dijo Ángela avergonzada, sentada en las piernas de Patrick.
—No se preocupe —dijo él—. Ese hombre es un patán.
—Gracias si no fuera por usted habría caído al suelo —se levantó rápido.
Ni corto ni perezoso Patrick les ofreció pedir un taxi, pero ella rechazó la
oferta por temor a que Mina se sintiera más incómoda con la situación.
Julianne observaba lo que acontecía con gracia, al ver el gesto de Nicolas
que ni parpadeaba viendo a Mina.
—¿Sera que ella es la mujer? —pensó. Despabiló los oídos y se dirigió a
esta—. Que sorpresa verla aquí, señorita Foster.
Algo en la voz de Julianne la irritaba demasiado a pesar que no era la
misma de la otra noche.
—Hola —saludó cortante—. Ángela vámonos.
Antes de que pudiera ir a la salida, Nicolas la tomó de la muñeca.
—Patrick —dijo, y de paso le guiñó un ojo a Julianne que encontraba la
situación divertida—. Vámonos.
—No crees que es una descortesía dejar a nuestras invitadas cuando apenas
acabamos de llegar —dijo Patrick ante su acción que consideró en extremo
incorrecta.
Ángela estaba ansiosa por ir con ellos y ver los gestos de Nicolas hacia
Mina asi tendría más claro si él era el misterioso enmascarado.
La rubia que iba con Patrick se levantó de su silla.
—¡Tú eres esa chica! —Sacó una pluma del bolso y tomó una servilleta
limpia de la mesa—. Nina, eres la imagen de mi marca de cosméticos favorita.
—Si —dijo Ángela incomoda. Aunque ese día no iba en plan de modelo de
revista, sino de lo más normal casi sin maquillaje.
—Por eso su cara me parecía conocida —masculló Julianne—. Significa
que Mina es amiga de esta famosa modelo.
Tanto Nicolas como Patrick estaban al tanto del trabajo de Ángela por la
investigación.
—Ángela quiero irme —murmuró Mina al borde del sopor.
Pero Nicolas hizo caso omiso a su queja, y cambio su muñeca por su mano
que agarró más.
—Patrick debemos acompañarlas.
—No, mi amiga y yo tomaremos un taxi —protestó ella.
—Como su jefe señorita Foster no puede decirme que no —entonces desvió
la mirada hacia Julianne—. Lo siento, otro día podemos terminar la velada.
—Descuida he satisfecho mi curiosidad —le sonrió, mientras que la cita de
Patrick ignoró el asunto más interesada por el autógrafo de Ángela.

***

Para Mina ir a su casa en el mismo coche donde semanas atrás casi pierde
más que su vestido, era pésimo, por lo que al no poder evitar el viaje se metió
primero y jaló a Ángela para que se sentara junto a ella.
Hizo el viaje pegada a su amiga.
—Entonces usted es una famosa modelo, señorita Scott —comentó Nicolas
fingiendo no saberlo.
—Es una profesión accidental, un cazador de talentos me vio en la
preparatoria y me contrató como modelo para un catalogo de ropa juvenil.
Vinieron mas trabajos y asi comenzó mi carrera.
—¿Desde cuándo es amiga de la señorita Foster?
—Desde que éramos adolescentes, pero soy dos años mayor que ella.
Coincidimos en el mismo equipo de debate de la escuela y de allí nos hicimos
amigas. Me tomé un par de años para entrar en la universidad debido a mi
trabajo y tuve la fortuna de coincidir con Mina en algunas clases.
Patrick escuchaba sin dejar de mirarla.
«Se ve más madura de su edad real —pensó—. Es lo único que me interesó
de todo lo que el investigador averiguó —procuró no mirarla, pero si escuchar
atento todo lo que ella decía.»
—Disculpe señor Crowe pero tengo curiosidad, ¿por qué tanto interés en mi
amiga?
Nicolas la miró con un brillo de perspicacia en los ojos.
—Porque su madre ha sido agradable conmigo cada vez que visito su
pastelería, señorita Scott.
«Tiene que ser él —pensó Ángela—. No tiene sentido que indague tanto
sobre mi amiga solo porque su madre fue amable. Además la fiesta de mascaras
era en su honor, asi que…»
Vio que Patrick la observaba y le sostuvo la mirada.
—¿Qué edad tendrá? —masculló casi sin parpadear admirando su grueso
cabello negro, y la mandíbula fuerte y bien marcada que le daba un aspecto duro
—. Parece más un marine que un ejecutivo.
El coche llegó a su edificio, Mina parpadeó despegando los ojos después de
dormir la mayor parte del camino.
—Ángela, ¿puedo quedarme contigo?
—Me gustaría pero tengo que despertar muy temprano y no llamaste a tu
casa para decir que dormirías en mi apartamento.
—Pero...
—No se preocupe señorita Scott —intervinó Nicolas—, su amiga llegará a
casa sana y salva.
Mina temía estar a solas con él de nuevo en ese auto, por estar en la misma
condición de la noche que bailaron rumba. Era arriesgado, rogaba a Dios que no
pasará nada.
Pasaron otros minutos de camino e hicieron parada en el lujoso edificio en
el centro de la ciudad donde vivía Patrick, por lo que serian quince largos
minutos de Mina a solas con Nicolas en el coche.
Ella fingió dormitar del otro lado del asiento evitando contacto físico o
visual con él. Tan pronto el coche se detuvo en la casa de dos plantas y amplio
jardín en Hinsdale, ella cogió la manija para salir, pero los labios de Nicolas
tocaron su mejilla antes de que pudiera hacerlo.
—Lo ves me porte bien.
—No creo en esta forma tuya de actuar.
—No importa, por cierto te recuerdo faltan dos.
—Yo no voy a dormir contigo.
—¿Estás segura?
Abrió la puerta del todo para ella, Mina salió sin mirar a Nicolas que
esbozaba una sonrisa de felicidad.

***
Caminaba en medio del camino tratando de llegar a su casa, el corazón le
latía como animal perseguido. Cuando dejó a su amiga eran las seis treinta,
todavía había claridad pero por razones desconocidas la oscuridad se apodero del
paraje. La localidad estaba desierta y parecía espeluznante, ni siquiera los
sonidos de los grillos se oían en ese lugar solitario.
Pasó dos grandes árboles, uno más y llegaría a casa. Cuando estaba a punto
de salir hacia el sendero aprisionaron su cuerpo. Tembló por el frío que emanaba
el cuerpo del extraño, que con sus largas uñas tocó la piel de su brazo.
—Mi criatura apetitosa —la voz gutural no era humana.
Sus rodillas perdieron su fuerza y más cuando esta criatura movió su
cabello descubriendo su cuello. Intentó gritar pero la voz no salió.
—Tengo sed —dijo la criatura.
Ella sintió su boca prensando su piel.
—Dolerá, pero después será agradable.
Los colmillos perforaron el cuello sorbiendo la sangre, sofocando su grito.
Terminó tendida en la hierba con la criatura sobre ella bebiendo más y más, pero
en vez de dolor experimento un placer que comenzó a consumir su inocencia;
agarró el cabello dorado del extraño, la piel pálida brillaba en la noche como si
tuviera una luz especial.
No estaba satisfecho con su cuello, rasgó la piel de su pecho al descubierto
con los colmillos y ella comenzó a quejarse mientras este se daba un banquete.
Al terminar la criatura lamió la sangre de la comisura del labio e iba a irse
cuando ella aferró las manos a su cuerpo.
—Por favor, quiero ser como tú —rogó, loca por sentir los colmillos en su
piel una vez más.
Se sentó dejando caer el vestido hasta su cintura. La criatura pálida la vio
con hambre, pero en lugar de morderla abrió su camisa y con la uña hizo un
corte por debajo de su pectoral izquierdo.
—A partir de ahora soy tu maestro, me perteneces.
Era tan dolorosamente hermoso que aquella imagen se apoderó de ella; no
pudo contener su deseo y mordió la piel succionando la sangre. Disfruto del
grueso pero delicioso líquido que corría por su garganta llenando su cuerpo de
vitalidad, se sentía poderosa con cada trago que su cuerpo asimilaba.
La criatura de piel cetrina acariciaba su largo cabello negro como si le diera
de comer a un bebé. Sus uñas frotaron la piel desnuda de su espalda, pero no era
suficiente para él, ahora era un monstruo pero antes fue un hombre con deseos
carnales por lo que levantó la falda de su vestido y....
Cayó de la cama sudando frío.
—¡Que estupidez! —Mina tomó el libro abierto al pie de su cama y lo lanzó
contra el espejo de la peinadora—. No más libros de erotismo con vampiros,
siento las tripas revueltas —exhaló tratando de calmarse e instintivamente toco
su cuello en busca de una marca—. Esta es la peor pesadilla que he tenido, no
sólo por ser devorada si no porque chupo mí…vida —desabrochó la camisa de
dormir para ver que todo está bien—. Primera y última que leo este tipo de
novelas.
Capitulo 24

—Creo que es hora de darle un buen escarmiento.


Sugirió Nicolas analizando los estados de cuenta enviados por el Fubon
Bank de Hong Kong, haciendo un comparativo con lo dicho por Abel vía móvil
hacia unas horas.
—Si no es malo —dijo Patrick—. Ahora necesito que me aclares el asunto
de Verónica Wang —cuestionó después que el propio Nicolas le informó de sus
conclusiones.
—La investigue cuando la contratamos como mi publicista. Como
discutimos con mi hermano hace tres años habrá circunstancias en las que haga
cosas a espalda tuya Patrick, no puedo informarte de todas mis acciones.
—Lo sé, ¿pero aún teniendo esa sospecha te acostaste con ella?
Nicolas tomó del mini bar a la derecha del escritorio, una botella de
Jameson 18.
—¿Quieres whiskey? —preguntó vertiendo el licor en un vaso pequeño.
—No evadas la pregunta, ¿por qué te acostaste con ella?
—Porque en la cama es el lugar perfecto para descubrir secretos y más si la
chica en cuestión no es otra que la sobrina de un viejo amigo de Peter Berman.
Une un eslabón con otro, por favor no soy idiota para no darme cuenta quién
estaba detrás moviendo los hilos, pero se ha pegado un tiro en el culo porque yo
no soy el tipo de hombre que deja que una mujer como esa le controle el juicio.
Es obvio que su objetivo era seducirme para manipularme, pero fue ella quien
cayó en mi trampa.
—Por esto es que tu hermano hizo lo que hizo, eres capaz de idear y diseñar
un plan eficaz sin perturbarte por los métodos que utilices para ejecutarlo.
—Mientras le daba lo que ella quería… —Nicolas bebió su whiskey—,
soltaba cosas sin siquiera yo pedirlo. Me dijo que su tío es dueño de un casino en
Macao, y de otros negocios de apuestas clandestinas.
—Y uno de sus socios es Peter Berman —dijo Patrick echando un vistazo a
la carpeta junto a la libreta de teléfonos en el escritorio.
—Sí por eso un hombre de confianza de Abel le envió una propuesta
lucrativa y…—vio la esfera de su reloj de pulsera —, hace dos horas soy su
nuevo socio, ¿qué te parece?
—Una idea brillante, hombres como esos son capaces de vender a su
familia por dinero.
—Dejar a su sobrina comportarse como una prostituta, sólo para complacer
a Peter Berman muestra lo basura que es. No importa esto ha resultado a mi
favor
Nicolas regresó al escritorio y entrego a Patrick un pliego que tomó de la
carpeta.
—Quiero a ese perro fuera de mi camino pronto, asegúrate de guardar esto
en la bóveda.
—Asi lo haré, con el movimiento que hiciste estoy seguro que pronto
sucederá. Por ahora debemos mantenerlo vigilado en Hong Kong y evitar que
venga a Chicago.
—Bastardo, la señora Crowe es una buena mujer aunque superficial pero no
merece esto y él la engaña con la dueña de un burdel. Imagina si ella o su hijo lo
saben la imagen del hombre de familia intachable irá a la basura. Por esto el
viejo Crowe decidió mantenerlo separado de la familia evitando su mala
influencia, pero aún lejos sigue ocasionando daño.
—Lo bueno es que después de la charla con él amenazándolo de una
manera sutil sus deseos de matarte se redujeron a nada —dijo Patrick.
—Sólo visualiza su cara de pendejo cuando le dije acerca de Vampiro y
cómo se puso en contacto conmigo. El hombre comenzó a sudar como el
cobarde que es. Gracias a un conocido del bajo mundo estoy protegido de
ataques a traición; nadie es capaz de tocarme porque me deben favores y lo creas
o no son leales a mí.
Patrick suspiró relajado.
—Ves como debes mantenerte enfocado en vez de seguir a esta chica para
todas partes.
El entrecejo de Nicolas comenzó a fruncirse, no le gusto el desvió que había
tomado la plática.
—Esa fue una coincidencia, no fue mi culpa que estuviera allí con su
amiga.
—Como tampoco el hecho de comportarte con ella como su caballero de
brillante armadura —apuntó Patrick.
—Volvemos a lo mismo —se quejo Nicolas.
—Creo que ella es más peligrosa que Peter Berman, tiene tu corazón en la
palma de la mano.
—Sí que ella es especial —dijo moviendo un bolígrafo de plata entre los
dedos—. Mina es una piedra preciosa que brilla no importa bajo que luz la
pongas.
—Y se crió en un entorno familiar decente, fuera de vicios, crímenes y
cosas sucias todo lo contrario a ti. Así que si la quieres no puede ser como tu
amante.
—Olvidas lo que te dije
—No y por eso lo digo, pienso…
Nicolas hizo un gesto de silencio con la mano al escuchar unos pasos.
—No quiero que nadie más que tú sepa de mi idea.
Patrick asintió.

***

Mina miraba como la luz matutina se filtrada por la ventana de su habitación;


en tres días no había tenido sueños con monstruos o lugares lúgubres. Sonrió
ante la perspectiva que ofrecía el día libre de nubes que indicaran que podría
llover.
La noche anterior, Daniel llamó para invitarla a pasar parte del día en la
playa, así que aceptó. Tan pronto salió de la cama escogió su mejor ropa de
verano, la más fresca y cómoda que iría bien con el paseo. Por si acaso metió en
su bolso tejido, un traje de baño de dos piezas algo conservador.
Cuando estuvo lista dejo su habitación, se encontró con su padre que hacia
zapping en la televisión sentado en la sala de estar.
—Ya no eres una adolescente menuda, te ves muy bonita con ese vestido.
—Gracias papá —devolvió la sonrisa por el elogio a su atuendo de flores
lavanda y fondo blanco, y las sandalias flat.
—Te levantaste muy temprano para ser sábado —Dijo su madre que venía
de la cocina con una jarra de jugo de naranja recién exprimido.
—Iré con Daniel a la playa, también me invitó a desayunar así que lo siento
mamá hoy no los acompañaré.
—No te preocupes —le acomodo el cabello detrás de la oreja—. Disfruta
de tu tiempo con tu amigo.
—Sera asi —se asomaba por detrás del hombro de su madre esperando que
su hermano apareciera, pero no había señales de él—. ¿Y Brandon?
—Tuvo que checar algunas cosas en su apartamento, sabes que pronto se
muda —dijo con cierta nostalgia que su hija suavizó al pasar el brazo por su
hombro.
—Mamá no estés triste, pasará algo de tiempo antes que yo los deje y
Samantha vive cerca.
—Eso si no aparece tu príncipe azul.
—Los príncipes azules solo existen en los cuentos de hadas, no en la vida
real —dijo con ironía.
—Pero quiero ver a mis futuros nietos corriendo por toda la casa.
—Para eso está mi hermano y Eva —escuchó un coche fuera de la casa—.
Papá, mamá los veo luego.
—Recuerda que hoy tenemos que ir con mi tío, asi que no sabemos a qué
hora estemos de regreso —dijo Oliver.
—Descuida papá —abrió la puerta y salió de la casa corriendo hacia el auto
amarillo descapotable que esperaba por ella.
Daniel la llevó al Oak Street Beach, desayunaron waffles de arándano y
rodajas de banana con nata en el Original Pancake House.
Después pasaron el tiempo deambulando por la amplia calzada.
—Allí estaba yo en medio de los dos que luchaban por esa chica que les
engañó conmigo, me reí viéndolos pelearse por ella cuando su amor fue mío
primero.
—En serio que no tomas el amor como lo que es.
—El amor está vedado para mí.
Mina se quedó desorientada cuando Daniel afirmó esto.
—¿Por qué…?
—Algunas mujeres pueden ser irritantes.
Divisó un banco vacio a escasa distancia de donde unas parejas paseaban en
bicicleta.
—Eso no es asi —dijo ella sentándose junto a él.
—Si con excepción de ti.
—Quien lo dice… Mujeriego.
—Tienes lengua filosa —fingió dolor en el corazón presionando su pecho.
—Mi hermano y Sam te conocen bien.
Daniel dejó de sonreír e irguió el cuerpo.
—¿Cómo está tu prima Samantha?
La pregunta tomó a Mina de sorpresa.
—No sabía que la conocías, ella y Brandon tienen la misma edad pero
estudio en un internado en la época que ustedes estaban en el colegio.
—Yo no le agrado —bajo la cabeza viendo los tornillos que unían los
tablones de madera con el armazón de hierro del banco.
—¿Algo sucedió entre ustedes? —preguntó Mina.
—Con esa personalidad tan chispeante, ¿no hay por allí alguien detrás de
ti? —cuestionó él cambiando de tema abruptamente.
—No evadas mi pregunta.
—No hay nada que responder —le agarró la mano que ella tenía en su
regazo—. ¿Crees que podamos repetir y tener otra cita como esta?
Daniel rozó los dedos que Nicolas lamió, al recordarlo ella se puso de pie.
—Quiero caminar por la playa, vamos perezoso —lo obligó a ir con ella y
él lo hizo sin oponerse.

***

Nicolas condujo hasta el Chicagoland Speedway en Joliet, gracias a un


amigo de Patrick obtuvo el permiso que necesitaba para conducir un coche de
carreras como era su deseo desde que vivió en Londres.
—Señor Crowe nos place recibirlo —dijo el encargado del autódromo—.
Patrick mencionó que usted es fan de la fórmula 1.
—Asi es, ¿Qué coche tiene listo para mí?
—Un BMW M3 DTM —el hombre lo guió saliendo hacia la pista—. La
máquina está equipada con un motor de cuatro litros de ocho cilindros y
cuatrocientos ochenta caballos de fuerza. Alcanza una velocidad máxima de
trescientos kilómetros por hora.
Observó los detalles de la carrocería con las líneas del techo en rojo
anaranjado y azul en dos tonalidades, también el interior con asientos de cuero y
el sistema de navegación.
Nicolas se mostró satisfecho.
—Perfecto, ¿dónde puedo cambiar esta ropa por el traje?
—Venga conmigo, Patrick envió sus medidas tenemos uno especial para
usted.
—Lo sigo.
Tan pronto estuvo preparado con la ropa y el casco puesto, Nicolas regresó
al coche y lo puso en marcha. Los neumáticos rechinaron y el motor bramó
moviéndose por el asfalto.
Fue capaz de hacerle llegar a su velocidad máxima en el primer tramo.
Mientras pisaba el acelerador después de la curva, ciertos recuerdos vinieron a
su mente como si viera una película. De cuando era un niño corriendo con Abel
por todo el orfanato, el encuentro con Caterina en la cafetería donde trabajaba
después de años de separación y que comenzó a frecuentar para verla todos los
días. El tiempo que vivieron juntos en su pequeño apartamento a dos cuadras del
restaurante donde ambos trabajaban. El coche corrió más rápido viéndola
exhalar su último aliento, después sus manos manchadas de sangre de la primera
víctima de su venganza.
El auto empezó a derrapar por la pista al llegar al encuentro con un
hermano que no sabía tenia y como de ser un asesino ahora era un hombre
poderoso.
Estuvo a punto de estrellarse contra una de las vallas de seguridad, pero
unos ojos verdes aparecieron en el espejo retrovisor. Dio un frenazo y soltó una
carcajada con el cuerpo echado hacia adelante contra el timón.
—Imbécil, casi estrelle un coche de quinientos mil dólares.
Los hombres que trabajan en el autódromo corrieron hacia el auto
atravesado en la pista y abrieron la puerta.
—Señor Crowe, ¿se encuentra bien? —preguntó el encargado que parecía
estresado.
—Lo siento me entusiasme demasiado —salió del coche y se quitó el casco
—. No suelo tener problemas con el control de un automóvil.
—¿Seguro que no quiere conducir profesionalmente? La velocidad que
alcanzó en cada vuelta era superior a la de un conductor experto.
Nicolas meneó la cabeza quitándose los guantes.
—Tengo responsabilidades que cumplir —suspiró ahora con otro deseo en
mente.
Uno que consistía en algo dulce.

***

Mina regresó a su casa casi a las tres, al final dio un paseo con Daniel por la
playa donde permanecieron en silencio, observando el continuo ritmo de las olas
que tocaban sus pies. La idea de usar su traje de baño fue desechada cuando
comenzó a llover.
Ahora veía un programa de cocina asiática en la televisión comiendo
pretzels y bebiendo una gaseosa. Su prima Samantha llegó a la casa con un bebé
en brazos.
—¿Y mi tía?
—No han regresado de ver al tío de papá, ¿quién es este bebé tan lindo? —
preguntó Mina dejando el bol con los pretzels en la mesa de centro.
—Es de mi amiga Liz, recuerdas que estudió conmigo en el colegio y ahora
es enfermera.
—Si, su hijo es una lindura.
Mina infló sus mejillas como globo, aplastándolas con ambas manos para
hacerlo reír.
—Gracias a Dios que estás aquí prima, han solicitado mis servicios como
chef así que tengo que irme. Por favor cuida de Jessie por mí.
—¡Eh!
—Te encantan los niños, recuerdas el tiempo que cuidaste de ellos en el
orfanato.
—Sí pero… —rascó su cabeza revolviendo su cabello suelto, algo que hizo
al bebé reír de forma musical—. No puedo rechazar esos ojitos tan preciosos,
anda a tu compromiso me haré cargo de Jessie.
—Gracias prima te prometo hacer el favor que quieras —Samantha le
entrego al bebé.
—Te llamas Jessie —Mina le toco la nariz—. Vamos a divertirnos.

***

Nicolas llegó a la pastelería y fue con la chica vestida en un overol rosa que
en ese momento atendía el mostrador.
—Disculpe señorita, ¿quisiera hablar con la señora Foster?
—Tenía un compromiso hoy asi que estoy atendiendo por ella y la señorita
Samantha, ¿desea algo?
—Un cappuccino y pastel de queso, por favor.
—Está bien señor —respondió y fue hacia la máquina de café en la esquina
del largo mostrador. Nicolas fue a una de las mesas para esperar por su orden.
Se distrajo haciendo figuras de origami con las servilletas, minutos después
las campanitas de entrada sonaron. Levantó la cabeza para ver si era Alana
Foster, pero a quien vio entrar fue a Mina con un bebé en brazos.
—Vine a cerrar la pastelería, en su apuro mi prima olvido dejarte las llaves
y acaba de llamar para pedirme el favor de traerlas.
—Gracias a Dios —dijo la muchacha—. Estaba pensando que hacer cuando
tuviera que irme.
—Está bien Becca —Mina besó la frente del bebé sosteniendo su cabeza—.
Mientras mostraré a Jessie los ricos postres que prepara tía Sam —volteó hacia
la derecha y su sonrisa se desvaneció cuando vio quién estaba allí—. Nicolas,
¿pero qué hace aquí?
Capitulo 25

Nicolas
Tan pronto la vi con el bebé en brazos me sentí extraño, algo en aquella
imagen maternal me provocaba ternura. Imaginé a mi propia madre luchando por
su vida al llevarnos a mi hermano y a mí en su vientre por nueve meses;
tristemente no pudo vernos crecer juntos como era su deseo.
Viendo a Mina mi frio corazón se derrite por la forma en que habla al bebé
y juega con su cara para hacerlo reír. No puedo con el deseo que tengo.
—Buenas tardes, señorita Foster —me aproximé.
Salude y por instinto sonreí al bebé que extendió los brazos hacia mí.
Cuando estaba en el orfanato Caterina y yo nos encargábamos de cuidar a los
recién nacidos; por lo que era experto en cambiar pañales, preparar biberones y
cantar canciones de cuna para hacerlos dormir.
Mina veía la reacción del bebé sorprendida.
—Buenas noches, señor Crowe —dijo agudamente tocando la nariz del
bebé y le murmuró—, no Jessie el señor es un hombre muy ocupado, no puede
cargarte.
Pero en lugar de hacer caso a su pedido, el niño continuó extendiendo los
bracitos hacia mí. La hermana Anne tenía razón, siempre decía que tengo una
energía especial con los bebés, que podría ser un buen padre.
La niña que atendía la pastelería regresó poniendo el pastel de queso en mi
mesa junto con el capuchino, y luego regresó al mostrador.
—Tengo que irme mi madre está esperándome en casa —la chica colgó en
su hombro un morral con parches que cogió de una silla.
Mina parecía incómoda con mi presencia por la forma en que me miraba,
luego desvió su atención a la adolescente.
—No te preocupes, Becca.
—¿Vas a cerrar?
—Sí, saluda a tu madre por mí.
—Está bien nos vemos. Señor, buenas tardes —dijo la chica de una manera
dulce.
—Buenas tardes —le respondí cortés.
Hay algo en este lugar que me hace sentir cierta paz, la que perdí cuando
Caterina murió; por eso siempre vengo sin ser consciente de ello.
—¿No vas a comer el pastel de queso? —preguntó Mina de forma áspera
señalando mi mesa.
—No te preocupes tan pronto termine me iré.
—Espero que sí, porque tengo cosas que hacer —se alejó para sentarse en
una mesa lo más lejos de mí.
Yo fui a la mía.

Mina
Sentí su mirada sobre mí a pesar de que cuatro mesas nos separaban, traté de
distraerme jugando con Jessie pero era difícil con Nicolas comiendo el pastel de
queso, y sus labios con residuos de crema que procedió a lamer con su lengua.
Tenía la sospecha de que en cualquier momento me pillaría espiándolo, asi que
le di la espalda poniendo a Jessie en la mesa.
—Eres un lindo bebé, Mina ama a Jessie —toqué sus pequeños hoyuelos,
entonces lo bese en la nariz—. Bebé…
Vi lo que parecía un ganso hecho de papel azul cielo que Jessie trato de
coger con sus manitas.
—Como quisiera tener su suerte —dijo Nicolas, parado junto a mí con la
figura de origami en la mano.
Escaneé su atuendo, la cazadora negra y los pantalones vaqueros que se
ajustaban a sus fuertes y largas piernas. Se veía bastante informal a diferencia de
su traje perfecto y caro que tengo la oportunidad de ver en el trabajo.
—Ya terminaste, ahora puedes irte —dije tratando de que lo hiciera antes de
que mis pensamientos fueran evidentes.
Me puse de pie sin verlo y dirigí mis pasos hacia la mesa para recoger los
platos. Si no llevara a Jessie en brazos, esto sería más fácil
—Tenemos que lavar los platos antes de irnos y tu mamá no dejo tu
cargador con tía Sam.
—Dame al bebé —sugirió Nicolas que de improviso lo tomó de mis brazos.
—No tienes que —pero era tarde Jessie tocaba su cara mientras él le
sonreía haciendo muecas.
Suspiré descontenta de ver ese lado suyo, una sensación extraña inundó mi
alma al ver como lo sostenía como todo un papá experto.
—¿Te gustan los bebés? —pregunté llena de curiosidad que dominó mi
deseo de mostrarme indiferente.
Me sonrió con los ojos mientras Jessie jugaba con el cisne de origami.
—Tengo un vínculo especial con ellos.
Mi mandíbula se desencajo por esa respuesta, sacudí la cabeza para alejar
esos sentimientos repentinos.
—Voy a recoger los platos y llevarlos a la cocina —señalé con mi dedo.
—¿Qué?
—Tan pronto como termine puedes ir a donde quieras mientras que Jessie y
yo nos vamos a casa.
Recogí los platos y entré a la cocina. Los puse en el lavavajillas y llene el
recipiente para el jabón con el detergente líquido. Mientras esperaba Nicolas
entró, le di la espalda pero viendo por el rabillo del ojo lo dulce que se
comportaba con Jessie, como un joven padre feliz por su hijo. Se movía de un
lado a otro hablando con el bebé.
—No sé cómo son tus padres, pero tu niñera es una princesa y apuesto a
que eres su príncipe, te envidio —susurró cerca de su carita pero yo le podía oír
y luego sonrió como un adolescente.
—No comiences Mina —me reprendí. Mi móvil sonó.

Nicolas
La vi coger el teléfono, alcance a escuchar que sus padres llegarían tarde,
recibió dos llamadas más una de su prima avisando que la madre del bebé
llegaría a las once por una urgencia en el hospital y luego su hermano
informando que un grupo de amigos lo invitó a un bar.
Se veía contrariada, vi una oportunidad para no dejarla sola.
—Señor Crowe tengo que irme es casi de noche, Jessie y yo tenemos que
volver a casa caminando así que... —antes de que ella pudiera concluir, la
interrumpí.
—Te llevaré a tu casa y juntos cuidaremos de él.
Me miro como si hubiera dicho algo impropio.
—¿Qué? No puedes, cerraré la pastelería y…
Me negué sacudiendo la cabeza, la manita de Jessie tocó mi mandíbula.
—Ves como le agrado, decidí que iré contigo y no puedes estar sola
cuidando a un bebé.
—¡¿Tienes oídos supersónicos?!
—No —me reí por lo divertido de su renuencia—. Soy un vampiro —
afirmé bromeando, ella dio un paso atrás y me vio como si en realidad yo fuera
uno, Jessie se rió en mis brazos—. El altavoz de tu teléfono estaba activado.
Me miró con disgusto.
—Por favor no vuelvas a decir eso, asustaste a Jessie.
—No ves como ríe divertido por lo que dije —me abstuve de coger su
cintura y atraerla hacia mí—. Cierra aquí mientras esperamos por ti en mi coche.
—¿El Lamborghini estacionado afuera? No creo que sea un coche
apropiado para…
—Esperamos afuera.
Pude ver su gruñido y como puso mala cara al mismo tiempo.
—Jessie vamos a casa de tía Mina.

Mina
Para mí esto era peor que la pesadilla que tuve hace semanas, tener a Nicolas
en casa era demasiado y más verlo con Jessie en brazos. Como parte de una
extraña película donde un hombre seducía a una mujer al punto de casi
convencerla de entregarse a él en un Mercedes y días después lo tiene en su casa
como si nada hubiera pasado.
Decidí enfrentarlo.
—No puedes estar aquí y dame a Jessie —traté de tomar al bebé, pero no
me dejo cargarlo.
—El niño quiere que lo siga cuidando —pude ver cómo Jessie jugaba con
una medalla muy bonita que colgaba del cuello de Nicolas.
—Señor Crowe.
—Nicolas —dijo al corregirme—. Me gusta como dices mi nombre.
—Por favor deja mi casa no quiero tener problemas con mi familia —le
supliqué, pero su mirada la mayor parte del tiempo penetrante; otras veces fría o
melancólica ahora era tierna parecida a la de un ciervo.
—Me iré a las once, tiempo suficiente para que alguien de tu familia llegue
y ninguno de ellos me vea…Uff —arrugó la nariz levantando un poco las
mejillas—, creo que este jovencito necesita un nuevo pañal.
—¡Oh! Bueno dámelo —dije, pero en lugar de hacerlo fue por la bolsa con
motivos de conejos que estaba en el sofá.
—Vamos muchacho, necesitas uno nuevo —se dirigió a la escalera pero
entonces volteo hacia mí—. Lo siento Mina, ¿donde lo puedo cambiar?
—En mi habitación, la segunda puerta a la derecha.
Subió y yo lo seguí.
Cuando llegué pude ver que había colocado una manta sobre mi cama. Puso
al bebé sobre esta, le quitó el pantalón largo y removió el pañal sucio; entonces
lo limpió con las toallas húmedas que había sacado del bolso.
Mi curiosidad por aquel gesto que no era propio de un joven empresario
con tanto dinero como Bruce Wayne, iba en aumento.
—¿No sientes asco?
Volteó con una sonrisa dibujada en sus labios asimétricos.
—No tendría por qué tenerlo.
Doblo el pañal sucio junto con las toallas húmedas y lo metió en una bolsa
plástica que extrajo del bolso. Puso un pañal nuevo en Jessie que mordía un
juguete de goma que Nicolas le dio para entretenerlo.
—Listo campeón —beso su frente.
Mi corazón palpitaba ante tanta ternura.
Caminó hacia mí y me dio al bebé.
—Es tiempo que la madre sustituta lo lleve —dijo cerca de mi cara.

Nicolas
Tan pronto entré en la habitación me di cuenta de lo inocente que es, con
paredes pintadas en color lavanda, una cortina en un tono más claro que estas, y
el escritorio junto a la ventana con libros y papeles sobre este. Examiné el
espacio mientras llevaba a Jessie. Había un libro de vampiros que leí el mes
pasado, pensé que tal vez tenemos una conexión psíquica.
Cuando puse al bebé sobre la cama note el oso de peluche sobre la
almohada y la imagine abrazándolo. Pase la mano por la colcha de flores
tratando de detectar su piel en ella. Baje la cabeza para darle a Jessie un juguete
de goma y con disimulo sentir la esencia de ella en mi nariz.
Volví a mi posición original cuando escuche sus pasos.
Cambié al bebé y de inmediato se lo di, quería permanecer aquí por un par
de minutos para analizar cada objeto.
—Es tiempo de que la madre suplente lo lleve —susurré cerca de su mejilla
—. Tengo que hacer una llamada, me prestas tu habitación para hablar en
privado.
Me miró con desconfianza.
—¿Vas a hablar con esa mujer Julianne? —el tono que utilizó me hizo
sentir satisfecho.
—¿Celosa?
—En tus sueños, es sólo que no quiero que Jessie escuche cosas obscenas
—resopló y me dejó solo.
Sonreí.
—Eres tan encantadora cuando el monstruo de los celos toma el control de
tus pensamientos.
Hice un rápido escaneo de la habitación, me dirigí a su escritorio y tomé la
novela.
Abrí donde estaba el marcador.
—Que chica, no me sorprende ver esto —puse el marcador en el escritorio
y leí la página.

Arrancó la parte superior del vestido dejándome en mi corpiño. Sentí


vergüenza de mí desnudes parcial.
Agarró mi cabeza inclinando el cuello para presionar su boca.
"Tengo hambre" dijo perforándolo con sus colmillos.
Aunque dolía no sentí miedo, sólo un extraño fuego que absorbía mi alma,
me devoraba e increíblemente estaba feliz por ello.

—Siniestro.
Puse el marcador en la misma posición y cerré el libro. Me volví a ver el
oso de peluche.
—¿Cuántos secretos guardas felpudo? —Toque la nariz roja y levante la
corbata de cuadros—. Para mí sería fácil…
Oí unos pasos y regresé el oso a la cama.

Mina
Le di al bebé después de bañarlo ya que debía preparar su leche. Puse la
fórmula en la botella con el agua tibia, y agité el biberón regresando a la sala de
estar.
Jessie dormía sobre el pecho de Nicolas que al parecer también dormía
porque no movía ni un musculo. Me senté junto a ellos con cuidado de no
despertarlos y menos al bebé.
Vi las facciones de Nicolas que por cierto eran hermosísimas en un sentido
varonil; las largas y espesas pestañas, el puente de su nariz, los labios llenos algo
desiguales. Los recordé sobre los míos y me estremecí.
—Qué guapo y con Jessie en sus brazos se ve tan sereno, no veo al mismo
hombre que me amenazó en dañar a mi familia si no obedecía sus extrañas
órdenes.
Mi corazón se inundó de ternura, pasión y de amor... sí amor.
—¿Cuál es el significado de esto? —Puse mi mano en mi pecho sintiendo
los fuertes latidos—. ¡NO! —grité y cubrí mi boca con el deseo de darme una
patada por ruidosa.
Jessie abrió sus pequeños ojos y empezó a llorar. Nicolas parpadeó
pesadamente.
Descubrí algo que me negué todo este tiempo, y sentí dolor por lo que
rápidamente tome al bebé de sus brazos y lo puse en mi regazo.
—Lo hiciste llorar —me regañó, pero no puse atención a lo que dijo solo en
ver a Jessie.
Quería que se fuera de mi casa ahora mismo, pero en lugar de eso se movió
hacia mí y tocó la cabeza del bebé.
—No llores, tu princesa es una tontita pero es un ángel que te alimentará.
Tragué saliva de nuevo, los únicos que me llaman ángel son mis padres y él
está haciendo lo mismo. Nicolas comenzó a tararear una melodía que no
reconocí al principio, pero a medida que avanzaba se me hizo familiar.
—Eso es…
—Lo usaban para que pudiera dormir cuando yo era niño.
—Moon River, mi padre adora todas las películas de Audrey Hepburn.
—Igual que… —guardó silencio.
—¿Quién?
—Nadie —respondió melancólico—. Mejor no hagamos ruido —acarició la
frente de Jessie que dormía bebiendo la leche.
Yo lo miraba extasiada.
—Oh Dios, ¿Por qué tengo que descubrir esto en este momento? —sacudí
la cabeza.
Nicolas rozó mi mano.
—¿Ocurre algo? —preguntó con voz suave y profunda.
—No —respondí alejándola de él de inmediato—. Nunca debe saberlo, que
me estoy enamorando si no es que ya lo estoy.
Mantuve ese pensamiento en mi mente encerrado en un cofre bajo siete
llaves.

Nicolas
Al verla alimentar al bebé me hizo darme cuenta de que la quiero para más
de una noche llena de pasión y sexo. Es inocente y tierna, quiero estar con ella
como un caballero y darle una noche de amor que no olvide jamás. El asesino
está dejando mi cuerpo dándole la oportunidad a un hombre que se derrite sólo
de verla.
Ciertas características de su físico son parecidos a Caterina por eso sentí la
necesidad de tararear su melodía favorita, la que cantaba al pie de mi cama
cuando de niño tenía pesadillas y juntaba las manos con la mías orando para que
tuviera sueños tranquilos. Antes me dolía escucharla porque sentía mis viejas
heridas a carne viva. Cate siempre será mi primer amor, pero Mina es alguien
que quiero proteger por encima de todo.
Cuando terminó de alimentarlo me dio la botella y lo sostuvo con la
cabecita en su hombro dándole palmaditas suaves en la espalda. El bebé eructo y
me vio, movió su cuerpo hacia mí.
—Da... Da... —balbuceó.
Entusiasta Mina movió su cuerpo.
—Jessie estás tratando de hablar —lo besó en la mejilla.
—Ma ... Ma ...
—Él nos está viendo como su madre y su padre.
Comente feliz imaginando a mi propio hijo haciendo esto. Vi que Mina
irradiaba una alegría absoluta.
—Sera una madre perfecta —murmuré—. ¿Por qué estoy tomando esto en
consideración cuando se que mi vida podría ser corta? ¿Ahora quiero una familia
de verdad?
Me dio al bebé.
—Voy a llamar a su madre, espérame aquí.
Corrió a la cocina mientras Jessie y yo nos quedamos solos.
—¿Quieres oír una confesión?
—Da... Da... —dijo haciendo gorgoritos. Suspiré.

Mina
—No bebé —dije meciéndolo en mis brazos tratando de calmarlo—. El
señor Crowe tiene que irse, mamá llegará pronto.
—Al menos Jessie me extrañará, me tengo que ir no quiero causarte
problemas —rozó la mejilla mojada de Jessie y lo besó—. No llores, debes
cuidar de Mina mientras estoy ausente.
El bebé dejo de llorar y sonrió. Nicolas fue a su coche, sentí el deseo de
llamarlo latir en mi boca.
—¡Nicolas! —pronuncié su nombre de forma impulsiva, deseando tenerlo
cerca de mí de nuevo.
—Si —se volvió hacia nosotros.
—Gracias por ayudarme a cuidar de Jessie.
Regresó conmigo y besó mi mejilla cerca de mi boca, pude sentir su aliento
en la comisura de mis labios.
—Falta uno —dije cautivada.
—Esto no es parte de eso —dijo con voz suave.
Me sentí triste al verlo entrar al auto, y luego salir a toda velocidad.
—Jessie —dije tocando su pequeña frente con la mía—. Él es hombre que
acepto querer con todo mi corazón, pero tengo miedo... mucho.
Capitulo 26

Después del tiempo que pasaron juntos cuidando de Jessie, Mina no había
vuelto a ver a Nicolas, y como el viaje a Italia se acercaba pensaba si había
alguna probabilidad por remota que fuese de ser escogida, pero estas eran lejanas
de consolidarse.
Suspiró resignada volviéndose hacia el computador, al escuchar las
quinielas que apuntaban a que los cinco elegidos tenían entre uno y dos años
trabajando en Crowe.
—Sus registros son perfectos —era el comentario general que escuchó en
radio pasillo.
—Visitaré a tía Ceci en mis vacaciones el próximo año —se dijo apoyando
la cabeza en el brazo hincado sobre el escritorio.
Ben llegó a la oficina para saludarla, y no pudo evitar notar su falta de
energía al verla escribir unas cuantas líneas en una libreta de notas.
—Mina.
—Ben, ¿qué haces aquí?
—Hace dias que no hablamos y quería ver como estas —se apoyo en el
borde de su escritorio—. Te noto decaída.
—Pensaba que quizás tendría la oportunidad de ir a Italia.
—Quizás este año no, pero el próximo si.
—Se que no tengo el tiempo requerido, aun asi tenía la efímera idea que la
posibilidad se diese.
—¿Por qué quieres ir a Italia? Lo estás haciendo bien, no es necesario
demostrar a nadie lo inteligente y brillante que eres en tu trabajo —bajo la voz
—. Eres mejor que algunas personas aquí.
A pesar de las palabras de apoyo, Mina no se sentía de humor. Tras cuidar
de Jessie no había día en que no pensase en la resolución a la que llegó y que era
la principal razón de su desánimo.
Giró su silla tratando de enmascarar su desilusión.
—Olvida esto Ben, tengo trabajo que hacer.

***

Nicolas hablaba por teléfono con Abel que exponía lo sucedido con Peter
Berman a su regreso a Hong Kong. Estaba convencido que verlo junto a Julianne
había provocado cierta alarma temiendo que se casara con ella pronto.
Continuaron discutiendo los pormenores del asunto cuando su secretaria
entró.
—Señor Crowe, disculpe que lo importune pero su primo Benjamín quiere
hablar con usted.
—Le informo que estoy ocupado, Margot —dijo con disgusto.
—Sí, pero insistió dice que es importante. Es acerca de la señorita Foster.
Se interesó de inmediato en escuchar lo que este tenía que decirle.
—Abel te llamo en media hora surgió algo importante —dejó su móvil a un
lado—. Dígale que pase.
Momentos después Ben entró con la misma expresión reservada que tenía
cuando se reunía con Nicolas.
—Buenas tardes —saludo sin emoción.
—Hola Benjamín, ¿qué deseas hablar de la señorita Foster?
—Es sobre el viaje a Italia.
—No puedo entrometerme en ello, es Patrick quien está a cargo; los
seleccionados tienen que tener experiencia y la señorita Foster tiene menos de
nueve meses de trabajo aquí, así que creo que está fuera de consideración.
—Mira Nicolas somos primos aunque no tenemos una relación estrecha,
pero por favor, solo por esta vez ayúdame. No sé lo que está sucediendo con ella,
a veces se muestra feliz y entusiasta pero en otras ocasiones la veo triste y
nerviosa. Tienes influencia sobre el señor Martin tal vez pueda parecer
favoritismo por nuestra amistad, pero te aseguro que ella es uno de tus mejores
empleados y merece ir.
Nicolas comenzó a experimentar cierto remordimiento por los cambios de
humor de Mina, resultado de su cercanía. No podía evitar pensar también que los
sentimientos de Ben por ella eran muy fuertes y sinceros.
—Pobre muchacho, aunque no pienso mover el dedo del renglón con
respecto a ella.
—Nicolas.
—Hablaré con Patrick, pero no puedo prometerte nada.
—Te debo un favor.
Ben se puso de pie y se despidió con un ligero apretón de manos.
—Gracias, primo —se dio la vuelta y salió.
—Tristemente Benjamín amas a la misma mujer por la que tengo interés.
Renunciar a ella está fuera de consideración para mí.
Iba a recoger el móvil para salir cuando el teléfono de la oficina timbró,
sabía que no podía ser Abel ya que este solo lo llamaba por su móvil.
Aun asi contesto.
—¡Nicolas necesito… tu ayuda!
—Julianne, ¿qué sucedió? —preguntó sintiendo su desesperación por el
teléfono.
—Mi padre está en el extranjero… sólo pensé en ti. Me chocaron y estoy en
el hospital.
—¿Cómo sucedió? ¿Dónde estabas?
—Saliendo de un restaurante después de comer con una amiga. Fue bizarro
el tipo me choco y después me atacó sin razón, hiriéndome en la mano izquierda.
Estoy en el Gottlieb, un médico en emergencia ya curo mi herida, me pusieron
anestesia local y analgésicos por eso comienzo a sentirme grogui. Te llamo para
ver si puedes recogerme y llevarme a casa.
—No te preocupes estaré allí enseguida.
Tenía la sensación cuando ella colgó que algo apestaba a podrido. Antes de
poner un pie fuera de su oficina, Patrick llegó.
—Hola Nicolas —vio sus fosas nasales dilatadas y los labios apretados con
una marcada tensión en la quijada—. ¿Algo sucedió?
—Atacaron a Julianne Hawkins.
—¿Cómo está?
—Recibiendo atención en el hospital.
—¿Te dio más detalles?
—Fue el tío estoy seguro de eso.
—¿En qué te basas para decirlo?
—Abel lo dijo por teléfono, que no estaba de humor cuando regresó a Hong
Kong y mencionaba a Julianne continuamente —dijo inexpresivo—. Tiene
miedo, quizás piense que voy a casarme con ella como la tía desea. Esto es una
advertencia para que la mantenga lejos, pero eligió una presa equivocada.
—Por la seguridad de Mina no la involucres. Esto que sientes por ella será
evidente de un momento a otro, y además hay testigos.
Nicolas recordó la petición de Ben de enviar a Mina a Italia, y aunque no
quería usar su influencia para favorecerla, no tenía otra opción que sacarlo a
colación.
—Envíala a Italia.
—No tiene el tiempo requerido para…
—No me importan los estatutos para la elección —se acercó más a Patrick
—. Envíala o ...
—¿Qué harás?
—Iré a Hong Kong a matar al perro como se lo propuse a mi hermano hace
tres años —sentenció.
—Eso echará por tierra lo que estamos haciendo.
—Me importa una mierda. Haz lo que te digo si no mañana mismo regreso
a mis antiguas prácticas y al primero que despacharé será a él.
Capitulo 27

Como Brandon la invito a almorzar y también conocer su oficina, Mina


decidió visitarlo y permanecer el mayor tiempo alejada de proyectos.
La recibió una rubia llamada Valerie que le habló en un bonito acento
francés.
—Usted es la señorita Foster.
—Sí.
—Deje que la anuncie, ¿quiere algo de beber?
—No, gracias.
La mujer de cabello marrón entró al despacho con cierta elegancia y gracia
que Mina no podía ignorar.
—Ahora que lo analizo las mujeres que trabajan de asistentes son muy
guapas, habrá algo en el reglamento corporativo que lo requiera.
Frotó sus dedos recordando la lengua de Nicolas lamer sus dedos y meneo
la cabeza como si con ello pudiera borrar aquel recuerdo.
—Pareces ofuscada, hermana —dijo Brandon con los brazos cruzados y el
cuerpo apoyado contra el marco de la puerta.
—Vine para invitarte a almorzar y de paso ver donde trabajas.
—Estoy muy ocupado pero haré espacio en mi agenda para mi hermana
pequeña —fue con ella—. Te mostraré mi oficina.
Vio que esta era más grande que la oficina que su hermano compartió con
otro abogado en su trabajo anterior.
—Ahora juegas en las grandes ligas —dijo Mina deslizando la mano por la
fina superficie de su escritorio barnizado de laca.
—Mi apartamento también es la prueba de ello, sentémonos —la llevo al
sofá café—. Vivimos en la misma casa pero últimamente no nos vemos.
—Trabajo —comentó ella—. Estas por mudarte a tu nuevo hogar.
—Si, en una semana o dos.
Ella pudo observar que la cuidada decoración y mobiliario conservador se
ajustaba al temperamento de su hermano.
—¿Ya sabes algo del viaje a Italia? —cuestionó Brandon.
La repentina pregunta no fue bien recibida por ella.
—No seré parte del grupo, eso es un hecho.
—No importa —coloco una mano sobre la suya con afecto—. Como tu
hermano puedo invitarte a Italia, pero aún no quizás en seis meses.
—Te quiero por ser tan lindo incluso cuando eres demasiado protector —se
acurrucó en sus brazos como lo hacía de niños buscando su protección.
—Tengo que proteger a mi hermanita de lindos ojos verdes y...
—¡Señor Foster! Oh… —Su secretaria entró de improviso—, perdón por
entrar asi.
—¿Qué ha sucedido Valerie?
—Un chico de proyectos espera por la señorita Foster.
Que Mina supiera no había ninguna reunión de departamento y ese día lo
único importante era el anuncio de los que viajarán a Italia.
—Debe ser importante —dijo Brandon ayudándola a levantarse—. Te
llamaré luego, estoy algo ocupado pero puedo hacer tiempo para ti —la
acompañó hasta la puerta.
El que esperaba afuera era Ryan, un chico de cabello pelirrojo engominado
e incisivos ojos cafés. Mina le preguntó por qué había ido por ella pero este no
pudo responder.
—Solo me dijeron que viniera por ti, no me explicaron el por qué.
Mina fue con él, pero no a proyectos, de hecho subieron en el elevador
hasta el piso cuarenta y siete. No olvidada ese camino a Gerencia y las veces que
tuvo que recorrerlo por las exigencias de Nicolas.
Cuando ambos llegaron otros tres esperaban en el vestíbulo, la única mujer
la miró con recelo y le susurró algo a Daichi, un chico de cabello negro con
gafas delgadas parado junto a ella.
—Debería ser Jillian quien esté aquí.
—Cierra la boca Sarah, esto es una orden del propio señor Martin —dijo
entre dientes.
Una mujer de cabello de mechas y corto se acercó al grupo.
—Buenos días el señor Martin está esperando, vengan conmigo.
Los guió hasta una puerta transparente que decía Director de operaciones.
Mina contrastó el estilo de esta con la de Nicolas del otro lado y más retirada.
—Austero —masculló.
Patrick les recibió viendo a Mina de manera furtiva.
—Buenos días señor Martin.
Saludaron todos casi al unísono, Mina se sentía extraña de estar allí cuando
pensaba que era Jillian quien debía ocupar ese lugar.
—Están aquí por una razón conocida, los elegí para que viajen a Italia en
dos días.
Mina abrió ampliamente los ojos mientras que los otros cuatro se sentaron
como Patrick les pidió y ella permaneció de pie sin creerlo.
—Señorita Foster, por favor tome asiento.
Todavía en estado de shock, pero sin decir nada, se sentó en el puesto vacio
junto a Daichi.
Patrick procedió a explicar que en dos días viajarían a Italia, se hospedarían
en un hotel aledaño al centro de capacitación y de acuerdo a las evaluaciones de
los instructores tendrían la opción de permanecer en Italia o ir a Suecia. Les dio
a cada uno una carpeta; en el interior había información sobre el centro, el hotel
y los vuelos, también una tarjeta de débito para sus gastos.
Mina seguía conmocionada, de repente Sarah carraspeó e hizo una pregunta
que la hizo sentir mal.
—¿Qué pasó con Jillian? Estábamos seguros de que ella seria la elegida.
Steve le dio un codazo cuando terminó, pero esta no se inmutó.
—Señorita Baxter he elegido a los que tienen los meritos suficientes para
viajar —respondió Patrick cortante.
Pero Sarah insistió.
—Jillian tiene dos años trabajando en proyectos, a diferencia de otros —
dirigió la mirada hacia Mina sin siquiera disimular.
—No voy a discutir mi decisión, mañana tienen el día libre para que
preparen todo para el viaje.
Se levanto para salir por una puerta que lo llevó a otra habitación anexa
donde Nicolas escuchaba y observaba por un vidrio de doble vista.
—Ya ves porque no quería hacer esto —dijo Patrick.
—Estúpida niña egoísta —murmuró exasperado—. Despídela y envía a
quien sea a Italia.
—No puedo hacerlo, Sarah Baxter tiene un record impecable en sus
funciones, reconozco que su actitud es pésima pero no puedo…
—Trata, quiero a la tal Sarah lejos de Mina estoy seguro que seguirá
molestando.
—No puedes usar tu poder para hacer lo que se te dé la gana; en esta
empresa hay que seguir un reglamento.
—Me importa un rábano el reglamento —Nicolas salió de la habitación
secreta, pero por otro lado.
***

Ya todos habían salido de la oficina, Mina se mantenía aparte con la mirada


de los cuatro sobre ella. No podía entender el por qué la eligieron; comprendía el
caso de Ryan porque Celeste, la otra en la lista de posibles elegidos, había
anunciado su embarazo y no podía viajar por las ocho semanas de gestación.
Además él tenía once meses de experiencia, pero en su caso ella sólo tenía seis
de trabajo no meritorios para ser escogida.
Tuvo el presentimiento que alguien influyó en esta decisión.
—Tengo que saber si Nicolas no tiene sus garras metidas en esto.
Inventó al resto que iría al baño y esperó allí hasta que el vestíbulo de
gerencia se despejo; salió, pero casi de inmediato tuvo que resguardarse detrás
de una planta decorativa cuando vio a Julianne Hawkins ingresar a la oficina de
Nicolas.
Sacudió la cabeza con malestar y encontró acopio para ir a su despacho. En
cuanto se acercó escucho que esta reía y que él hacía lo mismo.
Inhaló y golpeó a la puerta.
—¡¿Quién será el impertinente?! —bramó Nicolas. Mina se sentía como
una intrusa que había estropeado su diversión.
—Mejor me voy.
—Señorita Foster, ¿qué hace todavía aquí? —inquirió Patrick parado detrás.
La puerta se abrió a la brevedad, Mina no sabía qué hacer en medio de
Patrick y Nicolas que la veían fijamente. Se sentía estúpida.
—Lo siento me equivoqué —intento moverse, pero Nicolas la cogió de la
muñeca posesivo.
—No te irás —la llevó dentro de la oficina.
—Te espero en mi coche —dijo Julianne que fue con él y lo beso en la boca
—. No demores.
—Enseguida voy —le hizo un guiño.
Mina sintió su estómago estrujarse, se sentía el invitado no deseado en una
boda. Intentó irse pero Nicolas la agarró más y cerró la puerta tan pronto
Julianne se marchó con Patrick.
Ella retrocedió desconcertada.
—Ve con ella tengo que irme —hizo la intentona de hacerlo, pero este la
bloqueo con los brazos extendidos.
—Si golpeaste a mi puerta significa que quieres hablar conmigo.
—No debí hacerlo y… —se vio suspendida en el aire cuando la alzó en
brazos al muy puro estilo de una novia. Terminó sentada en sus piernas y él en el
sofá de cuero negro.
—Extrañaba esto.
Fue metiendo los dedos por su cabello deshaciendo el moño que tanto
trabajo le costó a Mina arreglar en la mañana.
—Esta oficina no es lo mismo sin ti.
—Déjame ir.
—No, ¿por cierto cómo esta nuestro bebé?
—Jessie no es nuestro bebé, tiene a sus padres y él está muy bien.
—Pregunto por él porque es portador de mi secreto.
—¿De qué hablas?
—Nada —recorrió su barbilla con la nariz para terminar en el lóbulo de su
oreja.
—Estás jugando conmigo, ¿qué pasa con Julianne te está esperando?
—Mi criatura inquietante esta celosa —la hizo tumbarse en el sofá y se
puso sobre ella.
Mina puso las manos contra su pecho tratando de detenerlo.
—¿Qué estás haciendo?
—Voy a darte el sexto beso, luego vendrá otro antes de nuestra noche
especial.
—Eso nunca sucederá —afirmó ella, pero por dentro quería decirle que sí.
Nicolas le acarició el rostro.
—El beso de despedida antes de tu viaje.
—¿Tienes que ver con mi elección?
Él negó con la cabeza sonriendo.
—Fue decisión de Patrick, no mía.
—No te creo.
—Pero deberías —dijo cerca de su boca. Ella movía la cabeza de lado
evadiendo su mirada.
—Mentiroso dijiste que no me tocarías de nuevo, pero ahora...
Nicolas situó el pulgar en su boca manteniendo sus labios separados.
—No pongas resistencia.
Los labios de ella se abrieron mas cuando la beso, Mina agarró su cabello
atrayéndolo más hacia ella. Las cosas se pusieron apremiantes cuando sintió una
presión proveniente del pantalón de Nicolas más allá de su propio vientre, pero
en lugar de rechazarlo ella misma desabrocho los primeros botones de su blusa.
Los labios de él se movieron de su boca a su pecho, hasta llegar a su escote
explorando cada centímetro.
La mente de Mina era un lío de emociones opuestas de hacerlo o no allí
mismo, saltando su promesa de esperar hasta estar casada, pero su deseo por él
era demasiado. Desanudo su corbata de seda azul oscuro y la deslizó por el
cuello; luego desabrochó su camisa blanca y trató de removerla. Nicolas toco su
sujetador, Mina temblaba con anhelo de lo siguiente, pero en lugar de eso él dejo
de besarla.
—Deja esta oficina antes de…—advirtió agobiado, apartándose de ella.
—¿Antes de qué?
—De arrancarte la ropa y hacerte el amor aquí mismo —rugió, su mirada
era oscura y hambrienta como la de un lobo.
—Nicolas... yo...
—VETE —Rugió frustrado, abotonando su camisa—, vete Mina porque si
no lo haces devoraré cada parte de tu cuerpo y nadie podrá salvarte —dejó el
sofá evitando verla.
Ella arreglo su ropa con miedo corriendo hacia la puerta y salió.
—Vete a Italia mientras pongo a cierto perro en su lugar. No puedo permitir
que le haga daño a la mujer que amo y necesito en mi vida.
Toscana
Capitulo 28

—¿Empacaste tu ropa más ligera? Recuerda que en Europa es verano


también y habrá dias en que haga más calor. Tu madrina llamó, te recogerá en el
aeropuerto así que no te preocupes. Italia es un país diferente pero con Ceci te
sentirás como en casa. Espero que hayas empacado el diccionario que tu padre
compró para…
Su madre seguía hablando ahora sobre el idioma, pero Mina estaba en otra
cosa.
«Voy a devorar cada parte de tu cuerpo y nadie podrá salvarte.»
La voz de Nicolas hacía eco provocándole zozobra, cuando alguien de su
familia estaba cerca era peor, pensaba en como estuvo a punto de tirar la toalla.
—No quiero una relación asi, aun cuando… —cerró la maleta contrariada
consigo misma y la dejo caer al suelo—. Mamá estoy lista —vio el reloj de su
escritorio junto a la estatuilla de un ángel con alas doradas que le regalo su
hermano en su pasado cumpleaños—. Tengo que estar en el aeropuerto en cuatro
horas.
—Estarás allí con tiempo, papá está en la sala esperando —beso su frente, y
removió un mechón rebelde de su cara—. Cuida de ti mi ángel y disfruta de esta
nueva experiencia.
Mina sintió la necesidad de abrazar a su mamá por más tiempo.
—Los voy a echar de menos —dijo con el sollozó acumulado en su
garganta.
—Estarás fuera de casa solo por un mes —la agarró por los hombros.
—Lo sé mamá, soy una tonta sentimental no me hagas caso.
Hizo un recorrido visual por la habitación como si quisiera capturar cada
detalle. Vio su oso de peluche.
—Lo olvidaba —fue por este para ponerlo dentro de la maleta.
—Necesitas a Patch para poder dormir en Italia.
—Es para sentirme como en casa.
—Mejor ve con tu padre antes de que se impaciente.
Mina suspiró dejando su dormitorio, seguía teniendo esa extraña sensación
de tener que hacer capturas mentales de cada espacio para mantenerlas consigo
en su viaje.
Al llegar al aeropuerto O'Hare media hora después, el grupo ya se
encontraba allí. Todos la saludaron con excepción de Sarah que la ignoró.
—Mina debemos ir al mostrador de la aerolínea —dijo Daichi.
—¡Iré enseguida! —Volteó hacia su padre—. Papá…
—Ya se —la abrazó—. Cuídate y dale mis saludos a Ceci.
—Asi lo haré, papá —se aferró mas a él.
—Ángel.
Oliver se separó un poco de su hija.
—¿Por qué estás triste?
—Papá… —meneó la cabeza enjugando las lágrimas con el dorso—.
Disfrutaré el viaje y también el tiempo con tía Ceci, prometió mostrarme
Florencia y estoy emocionada por esto.
Sarah que los observaba, hizo una mueca de burla con la boca.
—Que inmadura.
—Eres una envidiosa, Mina ganó su lugar en este viaje por mérito propio
—espetó Steve reprendiéndola.
—Steve tiene razón, mantén la boca cerrada el señor Martin se molesto
contigo por poner en duda su elección —recriminó Ryan harto de sus quejas.
—Ahora son del comité que la protege junto con Patrick Martin, esperaré
en otro lugar —Sarah se levantó de la silla para ir al mostrador de la aerolínea.

***

Llegaron al aeropuerto Firenze-Peretola por la tarde después de cambiar de


avión en Roma. Mina pasó la mayor parte de las doce horas de vuelo dormida o
charlando con Ryan que se sentó junto a ella, y le hizo el viaje más animado
contando historias de sus dias como jugador de hockey en Toronto.
Después que todos retiraron las maletas de la cinta metálica, se enfilaron
hacia la salida donde una van blanca los esperaba. Mina debía permanecer en el
aeropuerto en espera de su madrina para ir a cenar, Ryan ofreció quedarse pero
ella lo despacho exigiendo que fuera al hotel como el resto.
Se suponía que Ceci ya debía estar allí pero le envió un mensaje de texto
para informarle que seguía atascada en el tráfico. Decidió beber un café y se
dirigió a la cafetería ya que se le antojaba un Macchiato con leche descremada.
Al caminar por la zona comercial alguien la golpeó al pasar, iba a soltarle un
insulto pero el hombre retrocedió y se quito las gafas oscuras; tenía ojos color
avellana que parecían más de un tono ámbar y sus perfectas facciones parecían
esculpidas.
—Signorina, mi scusi —dijo con voz ronca en un perfecto italiano.
—¡Eh! —Mina se sintió como idiota por no tener su diccionario a la mano.
—Usted es extranjera, lo siento por mi descuido —dijo el desconocido.
Ella continuaba muda sin ser capaz de decir algo congruente
—Señorita, ¿está bien?
—¡Dylan queremos tu autógrafo!
El hombre sacudió la cabeza al escuchar los gritos.
—¡Qué problema! —Entorno los ojos—. Mi dispiace, debo irme —salió
corriendo.
Mina se movió aturdida volviendo en sí.
—¿Quién era ese hombre?
—¡Mina!
La conocida voz la hizo sonreír de felicidad.
—¡Tía Ceci! —gritó fusionándose con esta en un abrazo prolongado.
—Estoy tan feliz de que estés aquí.
—Yo también tía Ceci.
—Disculpa llegué tarde por el tráfico.
—No te preocupes.
—Entonces vamos debes tener hambre.
Ceci la ayudó con el bolso de mano, como envió el resto de su equipaje al
hotel con Ryan no tenía que preocuparse por este. Llegaron a un Fiat plateado,
Mina iba a subir pero pensó en el desconocido que le habló en italiano.
—¿Quien seria?
—¡Mina! —Dijo Ceci ya dentro del coche—. Debemos irnos.
—Si tía.

***

Eran las cuatro de la tarde y quería comer para irse a dormir hasta el día
siguiente. Se disponía a desvestirse cuando recibió una llamada a su habitación.
—Tía Ceci acabo de llegar y estoy muerta de cansancio.
—Recuerdas el evento que te mencioné, es hoy y prometiste venir conmigo,
¿no tienes conferencias programadas para mañana?
—Terminamos por esta semana, y el fin de semana es todo nuestro.
—Entonces vendrás conmigo a un desfile de modas.
—¿Tiene que ser hoy? Quizás terminé dormida en pleno evento.
—La diseñadora con quien trabajo va a mostrar su nueva colección. Quiero
que vengas, y hay algunas personas que quiero que conozcas.
—Es que no tengo nada apropiado todo lo que empaque es de oficina o para
dar paseos —vio el revoltijo de ropa en su maleta abierta en el suelo—. Y eso
que mi amiga Angela me aconsejo meter un par de vestidos de fiesta por si las
dudas, pero no compré nada por las prisas.
—Para eso estoy lista; en una hora llegaré a tu hotel, conozco bien tus
medidas tengo el vestido perfecto para ti es blanco y ya que estamos en pleno
verano con tu cabello castaño se verá precioso.
—Está bien tía, mientras tomaré una ducha y descansaré un poco dando
tiempo a que llegues.
Dejó caer su cuerpo en la cama desabrochando su blusa.
—Como serán sus amigos.

***

No tenía idea de quienes eran algunos de los sentados en la primera fila asi
que Ceci le explicó que dos eran jugadores del famoso calcio italiano, el otro
sentado junto a ellos y por el que Mina sintió curiosidad, era un actor ganador de
un premio en el festival de cine de Venecia. Volvió a centrarse en el desfile con
la salida de los modelos masculinos vestidos en tonos oscuros que variaban del
marrón al gris. El cuarto llevaba un pantalón negro ajustado y una chaqueta larga
que abrió mostrando dibujos tribales en su torso.
—Es el italiano que tropezó conmigo —masculló sorprendida,
reconociendo sus facciones a pesar de llevar sombra oscura en los ojos.
—¿Decías algo Mina? —le preguntó Ceci.
—Solo que la ropa es fabulosa —aseveró viéndolo caminar por la pasarela
—. No tengo dudas es él.
Al finalizar el desfile fue con Ceci a una fiesta organizada por la diseñadora
con quien trabajaba.
—Soy Claudia Valletta —dijo la mujer delgada de cabello rubio que beso a
Mina en ambas mejillas—. Ceci, tu ahijada es una belleza.
—Son los genes —respondió está haciendo que Mina se ruborizara por el
cumplido.
Otra mujer más joven con vestido naranja suelto en la falda y que se
ajustaba perfecto a su busto se acercó al grupo.
—Así que este es la famosa Mina
—Sí, es mi ahijada de quien siempre hablo.
—Soy Megan Collins —dijo la mujer de rostro perlado, melena negra y
ojos cafés—. Gusto en conocerte, Ceci habla tanto de ti que siento que te
conozco.
—Encantado de conocerla señorita Collins.
—Sólo Meg, creo que llegaremos a ser buenas amigas.
Su forma de hablar y actitud animada era tan encantadora que a Mina le
parecía ver a su mejor amiga Ángela.
—¿Qué acontece aquí?
Un hombre de cabello oscuro, vestido con un traje crema y camisa blanca
que contrastaba con su piel bronceada se aproximó.
—Dylan, ella es…
Sin siquiera esperar por la presentación formal de Ceci, tomó la mano de
Mina y la llevo a sus labios.
—La signorina che non parla —depositó un beso en su mano.
—¿La conoces? —Preguntó Meg—. ¿Y qué es eso de que no habla?
—La golpee sin intención en el aeropuerto cuando unas mujeres iban tras
de mí. Quise disculparme pero ella no me hablo.
—Es mi ahijada Dylan.
—Mina Foster de Chicago, que hermosa casualidad. Me presentaré de
manera formal, soy Dylan Mauro encantado de conocerte Mina.
El saludo tan galante aceleró su pulso, tenía la sensación de regresar al
balcón hace seis meses con el hombre de la máscara a corta distancia.
Con gran esfuerzo Mina abrió la boca.
—Mucho gusto señor Mauro.
Este sacudió la cabeza mostrando una sonrisa.
—Solo Dylan.
—Encantada… Dylan.
Capitulo 29

Nicolas esperaba por abordar el vuelo que lo llevaría a Hong Kong junto a
Patrick que organizó una reunión con los colaboradores de la división asiática, y
de paso resolver otros asuntos.
Por el ataque en contra de Julianne ninguno quería exponerse, menos por la
seguridad de gente inocente.
—¿Has sabido cómo está la señorita Hawkins? —preguntó Patrick sentado
junto a Nicolas.
—Mejor —contestó Nicolas impasible—. Ayer que fuimos a comer me
mostró la herida, se veía menos roja.
—Me imaginó que su padre le puso seguridad.
—Hace mucho que quería hacerlo pero Julianne se oponía.
—Son medidas necesarias —comentó Patrick—. En este momento la
señorita Foster debe estar en una de sus conferencias.
Nicolas cerró los ojos y pellizco el puente de su nariz, cambiando la pierna
de posición.
—Hazme un favor Patrick, no la menciones al menos por un tiempo. Te
pedí el favor de enviarla lejos y tomar las medidas pertinentes, pero si la
mencionas cada minuto estaré tentado de ir tras ella o mantener un ojo sobre
ella, y me prometí a mí mismo no hacerlo.
—Es la mejor decisión que has podido tomar, quizás hasta reconsideres esa
idea absurda de…
—Señores el avión está listo, ya pueden abordar.
Les informó la asistente de vuelo que recién entró en la sala de espera
seguido de uno de los oficiales que tomó el equipaje de ambos para ir al hangar.
Llegaron ya de noche al Ritz Carlton en Kowloon, Nicolas descansó por un
par de horas en su suite. Como ya tenía varios vuelos trasatlánticos realizados el
jet lag no era algo que le contrariará por eso muy temprano en la mañana tuvo la
primera reunión con los jefes de departamento de la sede de Corporación Crowe
en Hong Kong.
—Tenemos un margen de utilidad alto considerando los recientes eventos,
señor Crowe —dijo el jefe del departamento financiero.
—Eso me satisface —dijo revisando los informes de los dos últimos meses
—. El mercado asiático ha resultado ser toda una sorpresa; en lo que va del año
las utilidades en la división industrial han sido más altas que en Latinoamérica y
eso que allí tenemos más tiempo.
—Gracias señor.
—Los felicito estoy muy satisfecho de los logros. Tenemos pensado
expandirnos y hacer negocios con el resto de los mercados para el…
Clap… Clap… Clap
—Vaya —dijo quien entró a la sala aplaudiendo, seguido de otro de piel
trigueña y barba de candado.
—Tío —dijo Nicolas entrecerrando los ojos. Con disimulo movió un dedo
hacia su barbilla para que Patrick actuará conforme a lo planeado.
—Señores —señaló este poniéndose de pie, después de recoger unas
carpetas—, gracias por el informe ahora si nos disculpan hay asuntos que el
presidente y el señor Berman deben discutir.
El personal allí reunido fue saliendo de uno en uno, Patrick lo hizo también
a pedido de Nicolas. Peter Berman agitó la mano y el hombre que venía con él
también salió.
—Haciendo reuniones con mis empleados a mis espaldas —le reprochó
Peter después de quedarse solos.
—Mis colaboradores —corrigió Nicolas—. Envié un memo informando de
mi visita, ¿no lo leíste?
—No mencionaba cuando vendrías.
—No tengo porque hacerlo.
—Si no es por mi asistente yo hubiera quedado como un idiota ante el
personal. Si quieres discutir los logros en Asia tenias que discutirlos conmigo, no
con los jefes de departamento.
Nicolas guardó silencio moviendo los dedos por la única carpeta que quedo
en la mesa.
—Tío toma asiento —sugirió con voz calmada, sin apartar la mirada de este
—, tenemos cosas importantes que discutir.
—Soy un hombre muy ocupado, pero puedo hablar con mi sobrino —fue
hasta la cabecera de la mesa para sentarse al extremo, en la misma posición de
Nicolas que hizo una mueca.
—Lee esto por favor —empujó la carpeta que se deslizó por la madera
lustrada hacia Peter.
—Otra de tus exigencias —reprochó este punzante.
—Revísalo —ordenó Nicolas, entrecerrando los ojos aún mas golpeando
suavemente la madera con los dedos.
Aquel procedió a hacerlo, leyó el contenido que acrecentó su descontento
inicial al grado de aporrear la mesa.
—¡Mocoso petulante! —Rabió alzando la voz—. ¡No puedes hacerme esto,
soy tu tío!
—Estas son parte de las consecuencias del ataque en contra de Julianne…
Tío —sostuvo frío, esperando inmóvil por algún ataque.
—¿Quién te dijo semejante estupidez?
—No soy idiota querido tío, todavía tengo contacto con ese asesino, ¿cómo
se llama? —chasqueo los dedos repetidamente—. Si ya recuerdo, Vampiro.
Al Nicolas mencionar su viejo apodo; Peter se puso de pie y caminó
nervioso por la sala.
—Que tonterías dices, yo soy un hombre de familia incapaz de hacerte daño
—afirmó en voz baja—. Como podría lastimar a mi propio sobrino.
—¿Hombre de familia? ¿Qué pasa con esa mujer cuyo nombre comienza
con A, tu amante? Esa con quien tienes sexo cada tres noches, mientras mi tía te
idolatra en casa y mi primo piensa que eres el mejor de los padres —Nicolas
seguía inmóvil.
—No tienes pruebas.
—¿Estás seguro? —presionó un botón de un mando a distancia.
En el televisor de fondo de la sala aparecieron imágenes de una habitación
con muebles negros, una cama de postes y alfombra magenta. Un hombre con
una máscara de látex apareció por detrás de una rubia a la que le arrancó la parte
superior de su corpiño.
Peter se abalanzó hacia Nicolas que preparado para defenderse mantenía
una navaja de acero con filo convexo bajo la mesa. Pero en vez de hacerle daño,
aquel se detuvo con el puño alzado con su cuerpo sacudiéndose por la ira.
—¿Cómo lo conseguiste?
—Creo que no deberías filmar tus prácticas —pauso el video—. Los
burdeles están llenos de gente capaz de vender sus almas por dinero, y es tu
culpa por involucrarte con una mujer como ésta. Filmaron esta porquería solo
para satisfacer tus sucias fantasías, sólo una mujer asi es capaz de hacer ese tipo
de cosas tan repugnantes.
—Es mi intimidad y no tenias derecho, de seguro me obligarás a renunciar
a mi cargo.
Finalmente Nicolas se puso de pie y avanzó hacia Peter.
—No es necesario, esto será un secreto entre nosotros, pero tienes que hacer
lo que yo te exija.
—¿QUÉ?
—Mantente al margen de mis amigos y sobre todo de cualquier mujer con
la que yo me involucre. Si tienes el descaro de tener una amante, yo tengo el
derecho de tener una o dos, las que se me apetezcan. Corporación Crowe es mía,
si te atreves a extorsionar o amenazarme te aseguro que el vídeo se mostrará en
todas partes.
Peter reculó respirando agitado.
—Por favor no muestres esto, he ganado cierto respeto y no quiero
perderlo. Juro que esa mujer se me insinuó y no pude evitar la tentación, no
sabía que lo había filmado.
—Un momento de debilidad del respetado Peter Berman, ¿también fue lo
mismo con Julianne?
—Juro que no tengo nada que ver en ello —aseveró nervioso, pasando los
dedos por el tupido bigote.
—Aun así de ahora en adelante me haré cargo de todo en mi empresa;
nombraré a un fiscalizador que manejará los asuntos económicos de esta división
como te explique en el contenido de esa carpeta. No te preocupes seguirás siendo
el CEO aqui, pero solo de nombre. Te advierto al primer movimiento en falso y
este video se mostrará en televisión mundial.
—¿A riesgo del nombre de la compañía?
—Crowe soy yo, lo que pase contigo le importa poco a los mercados
bursátiles. Tu solo eres un peón en mi juego, tío.
—Te prometo mantenerme al margen —dijo con cierto aire derrotista.
Se acercó a Nicolas y cogió su mano inclinándose para besar el anillo de
plata labrado con un rubí rojo sangre que este llevaba y perteneció a Michael
Crowe y a su padre Garrett.
Nicolas se movió evitando cualquier el contacto.
—Vete no quiero verte más —le dio la espalda esperando que lo atacara a
traición, pero aquel salió de la oficina furioso.
La puerta anexa a la sala se abrió.
—¡Perfecto! —dijo Patrick
—Corrimos con suerte de conseguir ese video.
—Por eso tu hermano tenía sus esperanzas puestas en ti, sabía que tenias el
estomago para hacer esto sin inmutarte.
—Aun asi me siento enfermo, este vídeo es la cosa más asquerosa que he
visto en mi vida y eso que he visto cosas horribles —apago el reproductor.
—Es mejor guardarlo en un lugar seguro, la señora Crowe sufrirá si lo ve.
—Hazte cargo de ello, es un alivio tener a Abel vigilando al perro.
—No creo que se atreva a hacer algo contra Julianne, aunque…
Sacudió la cabeza previniendo lo que Patrick diría y deslizó las manos por
los bolsillos de su pantalón.
—Me hizo gracia lo solemne de su disculpa tratando de besar el anillo —
comentó Patrick—. Como si fueras un señor de la mafia.
Nicolas sacó la mano del bolsillo y miró el dorso.
—Gracias a mi hermano, este anillo es el símbolo de poder de los Crowe
por eso su cara de imbécil cuando lo vio. El padre de mi hermano lo usó el día
que murió por culpa de ese hijo de puta.
—Estoy seguro que Michael estaría orgulloso de tener un hijo como tú —le
palmeó el hombro—. Asi como lo estoy de ti Nicolas, te comportaste como un
hombre de negocios. El sueño de tu hermano era ver la empresa en manos de
alguien como tú.
—Me subestimas Patrick, sin ti yo no hubiera podido manejar esta empresa
estos dos años —le sonrió.
Patrick se mostró impresionado de verlo sonreír de manera natural y no
fingida como hace tres años cuando se conocieron.
—Te sientes feliz por esto.
Nicolas suspiró aliviado sintiéndose más relajado. Posó una mano en el
hombro de Patrick.
—Estoy cumpliendo con el pacto, pero es por amor que me siento asi…
solo por eso.
Capitulo 30

Para el jueves de la segunda semana Mina ya estaba libre de las conferencias,


ahora debía decidir si permanecer en Florencia o ir a Suecia con el grupo. Steve
que fue nombrado por unanimidad como líder, le sugirió quedarse con su tía
porque en las evaluaciones fue ella quien obtuvo los puntos más altos, además de
buenos comentarios por parte de los directores a cargo.
—No necesitas ir, estas más que calificada —dijo Steve después de beber el
capuchino que dejo junto a un plato con galletas—. Tus años estudiando a
Crowe dieron sus frutos, conoces esta empresa mejor que algunos directores.
—Eso es bueno para mí, pero… —vio las miradas de recelo de Sarah en la
mesa contigua—. No estoy segura de quedarme, algunos verán esto como
favoritismo mientras ustedes están en Suecia yo permanezco aquí de vacaciones
con mi tía.
—¿Trabajo en un resort en la montaña con todo pago? —Se percibía el
sarcasmo en la voz de Steve—. No importa la orden provino del propio Patrick
Martin, después de revisar tus evaluaciones que el director del seminario le
envió así que no te preocupes y pasa tiempo con tu tía lo mereces.
—Pero...
—Soy tu superior —la detuvo, entonces ladeo la cabeza hacia Sarah y le
lanzó una mirada de censura—. No te preocupes por ella, vive en la tierra de los
amargados; es buena empleada pero a veces es como un grano en el culo con su
actitud estúpida.
Mina pensó en todas las posibilidades que le ofrecía pasar tiempo con su tía
y sus nuevos amigos.
—Si la orden vino de arriba no puedo objetarla, nos veremos dentro de dos
semanas en Chicago, gracias Steve.
—De nada, pero creo que Ryan me va a matar.
—¿Por qué lo dices? —frunció el ceño por el comentario.
—Mina eres buena para los análisis empresariales, pero en otras cosas estas
en otro mundo. Ryan está interesado en ti me matará por dejarte aquí.
Ella no estaba precisamente en notar las insinuaciones de Ryan, sino a
millas de distancia, con un océano de por medio. Luchó en no pensar en Nicolas
poniendo empeño en los seminarios o alguna salida al bar del hotel con el resto
del grupo, pero aquellas últimas palabras que él pronunció en su oficina antes de
su viaje la seguían acechando.
«Días aquí no han sido suficientes para eliminarlo del todo» pensó
moviendo la cuchara en su té.
Después que Ryan, Steve y Daichi salieron del hotel para recorrer los sitios
turísticos, y Sarah opto por irse a su habitación; Mina llamó a Ceci para
confirmar la ida a su casa ese día pero estaba ocupada y se disculpó de no ir con
ella a dar un paseo.
—Tengo que arreglar algunos asuntos de la colección, pero alguien ira por
ti al hotel para que vayas de compras.
—¿Quién? —fue hacia uno de los asientos del vestíbulo.
—Una amiga muy querida, estoy segura que disfrutarás su compañía.
Mina no logró adivinar a quién se refería.
Transcurrieron veinte minutos cuando alcanzó a ver a una mujer de cabello
negro con grandes gafas de sol, vestida de forma impecable con pantalón blanco
de corte recto y una blusa de hilo que dejaba expuesto parte de su ombligo.
—Meg —susurró al verla.
Tan pronto esta llegó con Mina le dio dos besos.
—Te ves maravillosa hoy —le dedicó un halago.
—En comparación contigo pues me veo bastante normal, cuando entraste
todos voltearon a mirarte.
Las dos desarrollaron una divertida amistad desde la fiesta y hablaban con
frecuencia por teléfono. Gracias a ella, Mina se sentía como en casa.
Meg la hizo girar para admirar mejor su vestido corto de estampado floral.
—Es adecuado para este tiempo, tengo una idea de dónde podemos ir de
compras.
—Gracias Meg pero... —dijo Mina con voz muy baja—. Mi presupuesto es
un poco limitado, si conoces algún outlet o tienda que tenga ofertas.
Meg rió por su pedido, abrió su bolso y sacó una tarjeta dorada.
—Esto pagará el día de compras.
—No entiendo.
—Ceci me la dio para que compres todo lo que necesitas, dijo textualmente:
mi querida Mina es como mi hija, no escatimes en gastos.
Mina movió la cabeza negándose a aceptar.
—No creo que pueda comprar sabiendo que no es mi dinero, además mi tía
trabaja mucho.
—Creo que ignoras que Ceci es una mujer importante. No lo sabes pero es
socia de Claudia Valetta la diseñadora que conociste en la fiesta, además maneja
la casa de modas. Eso me recuerda que después de comprar tenemos que ir allí y
recoger algo para ti.
—Como es que yo no sabía nada —dijo desconociendo ese lado de su
madrina—. Pensé que era su asistente, entonces es una mujer de negocios.
—Es una mujer llena de sorpresas, yo no tenía derecho de decirte pero al
ver tu negativa no me quedo otra opción —Meg le hizo un guiño—. Vamos a Vía
Roma.
La primera parada la hicieron en Gucci donde Mina escogió un bolso de
mano del que se enamoró tan pronto entró a la tienda, y Meg escogió para ella
unas gafas de sol parecidas a las suyas. Sin nada más que comprar allí fueron a
Miu Miu; la debilidad de Mina eran los zapatos asi que eligió tres: unas sandalias
de plataforma en beige de las que se abrochan en los tobillos, otras en negro y un
par de botas.
—¡Oh Dios! Hay tantas cosas bonitas aquí, no sé qué más llevar —veía los
bolsos, los vestidos y los zapatos.
—Toma una respiración profunda y piensa en lo que te gusta y necesitas
para tu trabajo o alguna salida —Meg la tomó de los hombros por detrás—. Solo
mira, ahora tienes tres zapatos increíbles, ¿qué más quieres?
Mina recorrió hasta donde su vista alcanzaba ver de la tienda.
—El de allí —señaló un vestido de algodón elástico sin tirantes en fucsia
con cierre de cremallera completa en la parte delantera.
Meg sonrió satisfecha.
—Buena elección.
Después que Mina se probó el vestido y pagaron fueron a Pucci donde
compró una chaqueta de cuero corta hasta la cintura y otra larga oscura para el
trabajo. Estaban agotadas por la intensa mañana de compras, como ya eran
pasadas de las dos de la tarde Meg sugirió ir a La Giostra su restaurante favorito.
Les ofrecieron una copa de champán que bebieron leyendo el menú; Mina eligió
ravioli y Meg se fue por el risotto, y para acompañar los platos vino blanco.
Mientras comían charlaron sobre el trabajo de Meg como modelo.
—¿Cuántos países has visitado? —preguntó Mina.
—He perdido la cuenta, pero mi favorito y por eso sigo aquí es Italia.
—Desde que tía Ceci se mudo hace cinco años he querido venir pero
siempre posponía el viaje.
—Has venido en el mejor momento, el calor puede ser molesto pero esta es
mi época favorita del año. Hace dos años fui a Capri y me bronceé topless, fue
divertido.
A la hora del postre Mina no pudo resistir la tentación de comer tiramisú.
Pidió uno y tan pronto lo llevaron a su mesa introdujo una buena porción en su
boca, la consistencia le pareció suave y esponjosa.
Suspiró mientras comía.
—¿Quién es el hombre? —preguntó Meg, por su gesto al cerrar los ojos con
la cuchara todavía en la boca.
—¿Hombre? —Mina se limpió con la servilleta.
—Por la forma en que comías el tiramisú, como si estuvieras besando a
alguien.
—Bueno... Mmm.
Titubeaba de exponer en detalle la relación que tuvo con Nicolas, pero algo
en Meg la hacía sentir a gusto y con ganas de soltar la lengua.
—Lo conocí en un baile de máscaras hace meses, desde ese día no puedo
dejar de pensar en él y más cuando...
—¿Cuándo?
—Hemos tenido ciertos encuentros secretos, las circunstancias que me
llevaron a aceptarlos son muy delicadas y prefiero no decirlas. Digamos que
besa tan bien que es como si los que me besaron antes de él no existieran. Es
sexy en todo lo posible, hace que tus defensas se doblen con solo mirarte, sus
labios son una tentación para mí, mientras comía el tiramisú la consistencia hizo
que lo recordara —dejó de hablar por explayarse tanto.
—Perdona que pregunte Mina pero, ¿dentro de esos encuentros hubo sexo?
—Meg decidió replantear la pregunta—. ¿Tuviste sexo con ese hombre? Lo
siento por la pregunta tan directa.
—Está bien fui yo quien comenzó la charla sobre él, respondiendo a tu
pregunta no llegamos a eso quizás suene ridículo con los tiempos que vivimos
pero decidí esperar a estar casada. Aún así es tan atractivo y sensual que me hace
perder la cordura, no puedo con eso así que decidí olvidarlo. En parte el viaje a
Italia es con otro propósito, aparte de mi trabajo, quiero borrarlo de mis
recuerdos.
Cogió la cuchara para terminar con la última porción de tiramisú que
quedaba en su plato.
—Si en verdad quieres olvidarlo será mejor no mencionar más el asunto —
dijo Meg.
—Mi prima de seguros en cuestiones amorosas no cubre tanto —Dijo Mina
—. Yo no puedo, ni debo dejarme arrastrar por él.
Al salir del restaurante y por insistencia de Meg, visitaron la boutique de
una amiga que diseñaba vestidos de fiesta.
—Tienes que elegir uno para una gala este fin de semana así que escoge el
que más te guste, después iremos con Claudia a elegir el resto de la ropa que tu
tía quiere para ti.
—Tendré que comprar otra maleta —dijo Mina con gracia.
Caminó por toda la tienda en modo explorador viendo los vestidos hasta
que se detuvo frente a uno negro de gasa con volantes estilo halter de espalda
descubierta. Una de las encargadas fue con ella a uno de los vestidores y cuando
estuvo lista llamó a Meg.
—Perfecto como si lo hubieran confeccionado para ti.
—¿Crees que se ve bien en mi? —movía la larga falda fascinada por el
movimiento.
—Creo que no hay que buscar más, es perfecto.
—Si —Mina recordó una ocasión similar hace meses—. Solo falta el
antifaz.
Capitulo 31

La compañía habitual de su tía y sus nuevos amigos Meg y Dylan, hacía que
Mina se sintiera dispuesta a divertirse como nunca. Ceci organizó una fiesta
junto a la piscina con sus amigos más cercanos para celebrar su visita.
—Te aseguro que son divertidos —fue con ella para ayudarla con el vestido
—. Más tarde puedes usar el traje de baño que compraste.
—¿Tía por qué nunca mencionaste que eres socia de esa diseñadora?
—Porque estaba esperando darte la sorpresa. Había planeado traerte
después de tu graduación pero conseguiste trabajo así que decidí esperar hasta
tus vacaciones.
Cuando Ceci mencionó su trabajo, Mina recordó a Nicolas después de
mantenerlo fuera de su mente por varios dias.
Su madrina la observó apretar dos dedos entre su pulgar y el índice.
—¿Hay algo que quieras decirme Mina? Eso que estás haciendo con tu
mano lo hacías de niña cuando…
—Tía me… —vaciló un segundo—. Tengo algo que decirte.
—Hazlo —hizo un segundo nudo en su cuello con la cinta del vestido.
—Conocí a alguien… hace meses en un baile... un baile de mascaras —
respiró hondo.
—¿Qué más?
—No puedo describir cómo eran mis sentimientos en ese entonces, pero fue
como si cada parte de mi cuerpo hubiera despertado a nuevas y desconcertantes
sensaciones. Lo de Randall no se podría decir que fue amor de verdad solo un
fugaz noviazgo de verano. En resumen nunca he querido a un hombre como...
—Continua.
—Los latidos de mi corazón se incrementaron de manera absurda cuando
bailé con él. No vi su cara y menos supe su nombre, además tuve sueños muy
intensos donde un hombre desconocido me perseguía.
—Nunca supiste su nombre.
—No hasta dos meses después que descubrí quién era, y comenzaron
nuestros encuentros secretos.
Ceci percibió que su voz era más frágil.
—¿Encuentros secretos?
Mina suspiró.
—De cierto modo me obligó a verlo con frecuencia.
—Eso… —hizo que se volviera—, Mina no me digas que te obligó a…
—¿Sexo? —Negó con la cabeza—. La última vez que lo vi fue él quien
puso freno a mis impulsos.
—¿Puedes decirme que tipo de encuentros tuviste con él?
—A veces me observaba sin intentar nada, en otras se sentaba junto a mi
solo para acariciar mi cara. En ciertas ocasiones me besaba, hasta le enseñe a
bailar rumba pero me engañó porque aprendió antes.
—El hombre es un seductor.
—Cada vez que lo veo todo dentro de mí se turba —señaló a su oso de
peluche en la cama—, tengo que abrazar a Patch en la noche imaginando que es
él, es... —puso una mano sobre su boca para evitar soltar su nombre.
—No vas a decirme quien es, ¿verdad?
—No ahora y esa relación terminó —dijo con indudable decepción.
—¿Qué sientes por él?
—Me asusta, hay algo en él que es oscuro como un monstruo del que me
siento atraída pero ya sabes que en cualquier momento... ¡Zas! Allí estiras la
pata.
—Mina Foster sigues con las novelas de terror.
—Son mis favoritas —hizo un mohín—. He tratado con las románticas,
pero me parecen cursis.
Ceci no pudo evitar sonreír.
—Aunque eres una mujer hecha y derecha sigues siendo mi niña de coletas
y pijamas de monitos, ¿cómo besa?
—Tan bien que mis labios lo extrañan, es tan intenso que de sólo pensar que
esta cerca no puedo concentrarme. Gracias a Dios que está lejos porque si no la
promesa que hice seria historia.
—¿Qué promesa?
—Hacer el amor hasta estar casada.
—Mina no hay nada de malo en estar con el hombre que amas si él te ama,
¿te ama?
—Es un aprovechado y yo tengo mis ideas, quiero imitar lo que hicieron
mis padres en su matrimonio.
—¿Tus padres? ¡Ja! —expresó Ceci mordaz.
—¿Qué hay con ellos?
—Mira Mina ellos...
Tocaron a la puerta.
—Estamos esperando por ustedes en la piscina —dijo Meg al abrir—.
Dylan llegó.
—Vamos entonces —dijo Ceci.
Tomó a Mina de la mano y salieron de la habitación junto con Meg.
—Te ves bien, Mina.
—Gracias Meg, tu también con ese vestido en tubo turquesa.
Salieron a la piscina, el sol en lo más alto obligó a algunos a departir bajo
las anchas sombrillas ubicadas por todo el jardín. Mina distrajo su atención a los
coloridos bañadores de los que estaban sentados al borde de la piscina. Cuando
se volvió para buscar una bebida vio que Dylan venía con una en la mano, su
cabello chorreaba como recién salido del agua.
—Hola Mina.
«No es que esto me ruborice pero su cuerpo es como el de…» pensó y
devolvió el saludo.
—Hola, Dylan.
—No puedo besar tus hermosas manos porque estoy todo empapado, me
cambiaré de ropa y te daré todo mi tiempo —se acercó a su oído—. Quiero
bailar contigo.
Del otro lado Meg lo vio entrar a la casa.
—Dylan está muy interesado en ella, sin duda.
—¿Eso crees? —preguntó Claudia Valetta.
—Hace mucho que no lo veía tan entusiasti con alguien y más después de
aquello.
—¿Eso te molesta?
—Es mi amigo y si alguien puede que ayudarlo a ser el Dylan divertido de
siempre puede ser ella.
Meg se acercó a Mina y la invitó a ponerse el traje de baño de dos piezas
verde que esta compró en Miu Miu.
La parte de abajo iba cubierta por un sarong del mismo color. Mina se
acercó tímidamente a la piscina, pero tropezó con sus propias sandalias, y justo a
tiempo los brazos de Dylan la sostuvieron.
—No es que sea torpe, pero creo que las sandalias que me puse no son
apropiadas para fiestas en la piscina.
—Mejor.
—Como dices eso Dylan me hubiera caído de bruces.
—Pero gracias a ellas ahora puedo sostenerte.
—Eh…—Mina se despego de él—. Gracias.
—De nada consideremos mi ayuda como un favor que deberás pagarme.
—¿En qué sentido?
—Este sábado serás mi pareja de baile en Palazzo Vecchio.

***

Su cuerpo de bonitas formas como de una bailarina clásica lucia perfecto con
el elegante vestido negro. El cabello castaño iba peinado en ondas moldeadas a
un lado.
—Cuando vuelvas a Chicago nadie te reconocerá —dijo Ceci, vestía de
rosa pálido sentada en la sala esperando por el coche que pasaría a recogerlas.
—¿Eso crees? —preguntó Mina con un brillo en la mirada.
—Tal vez ese amante secreto caerá de rodillas rogando por tu amor como
Dylan lo está haciendo.
—Dylan es un buen amigo tía —revisó si el polvo compacto y el lápiz
labial estaban en su bolso de mano.
—Creo que te gusta —aseveró Ceci.
—Es normal es muy guapo, pero...
—Amas al otro.
—El chofer debe estar por llegar, mejor salgamos.
El evento se celebraba en el Salón de 500 de Palazzo Vecchio, los enormes
frescos de Vasari situados por encima de las esculturas de Rossi le dieron la
bienvenida. Deseaba tener una cámara para captar todo. Diviso a Meg
departiendo con un grupo de personas, su vestido dorado palabra de honor tenía
una abertura que le permitía mostrar la pierna izquierda.
Mina se imaginaba viviendo en Italia saliendo con su nueva amiga para
disfrutar de los placeres de la ciudad.
—Perteneces aquí, Mina —comentó Meg después de encontrarse.
—Estoy de acuerdo —la voz rasposa que provino de su derecha pertenecía
a Dylan que llevaba un esmoquin. Lucia impecable de pies a cabeza—. Te ves
muy bien Meg.
—Gracias, pero no tanto como nuestra amiga.
—Tienes toda la razón —Dylan depositó un beso en la mano de Mina
demorando un poco el gesto—. Señorita Foster recuerde el favor que me debe.
Ella asintió dispuesta a celebrar como nunca. La llevó al centro del salón
donde otras parejas bailaban, la tomó de la cintura pegándose más a ella. Su
aroma natural como terroso le gusto.
Posó una mano en su hombro que era fuerte y la deslizo hasta su cuello. La
música no le resulto conocida, pero sonaba bien y se dejó guiar por Dylan.
Sentía cierta paz, algo que no tenía desde hace tiempo.
En un momento él se acercó más.
—¿Cómo te sientes?
—Feliz, hace meses que no me divertía tanto.
—Me da gusto escuchar eso —pego los labios a su oído—. Mina, de verdad
me gustas.
Ni Daniel ni Ben habían llegado a tanto, sólo Nicolas; se preguntó si Dylan
hablaba en serio o era un flirteo.
—Dylan
—Sí.
—Nada.
No pudo cuestionarlo porque él le sostenía la mirada con sus profundos ojos
oscuros. Asi como Nicolas lo hizo cuando se vieron por primera vez.
«No quiero pensar en estos dos hombres en el mismo lugar —le sonrió—.
Sería lo peor».
Capitulo 32

Mina iba de camino con su tía al viñedo de su amigo, que casualmente, era el
padre de Dylan. La propiedad llamada Villa Le Terrazze, ubicada en Montalcino,
tenía una vista estupenda del valle y las colinas que se elevan por encima de este.
Pertenecía a la familia Mauro desde hace 50 años.
La villa rodeaba de cipreses estaba dividida en la casa principal con la
amplia terraza privada conectada a un jardín de arboles de oliva, plantas de
salvia y laurel, y una casa de dos plantas para los visitantes un poco apartada.
Mina observó en la distancia el impresionante balcón de esta y las enredaderas
de vid que subían por las paredes envolviendo las columnas y la baranda de
hierro. Luego vio hacia la bodega detrás de la casa separada a una distancia
considerable y el extenso campo de dos mil acres de viñedos que producían un
vino de alta calidad, como Mina comprobó por sí misma cenando con su tía. A
Ceci no le costó trabajo convencerla de pasar unos dias allí y más por la
compañía de Meg y Dylan que se unirían a ellas tan pronto terminaran una
sesión fotográfica en Florencia.
Un hombre alto de cabello gris las recibió, los ojos grises como cristal
resplandeciente armonizaban con su piel bronceada. Las características
mediterráneas de su rostro eran muy marcadas.
Mina vio cómo su madrina sonreía de forma espontánea al cruzar miradas
con él, se acercó un poco más a ella aprovechando que Emilio Mauro daba
instrucciones a uno de los empleados.
—Más vale que no me mientas tía Ceci —dijo casi sin mover los labios—.
Tienes una relación con el padre de Dylan.
—Quería hablarlo antes, pero…
—Eres tan transparente, es evidente por la forma en que ambos se miran —
masculló.
—¿Y que piensas?
—Emilio Mauro es agradable, es lindo verte enamorada.
—Igual que mi sobrina.
Mina frunció el ceño.
—Ahora estamos en un hermoso lugar en el que pasaremos tres fantásticos
dias, no quiero pensar en individuos indeseables.
Se sentía mal, no por el comentario de su tía, sino por crisparse al evocar un
tema relacionado con Nicolas.
Antes de la cena disfrutó de degustar vino con quesos en el salón de cata
cerca de las bodegas que conectaba por un largo pasillo a las grandes barricas
donde se guardaba el vino. Emilio le explicó que este lugar era perfecto para
esconderse porque no podían encontrarte con tanta facilidad dada la lejanía del
sitio con la casa.
Dylan y Meg llegaron de noche y se unieron a ellos para cenar. Tuvieron la
oportunidad de ir a los asientos bajo la pérgola en la terraza, desde allí tenían una
magnifica vista del valle. Degustaron vino de la cosecha del año anterior y
charlaron sobre el viaje de su madrina a Marruecos donde Mina se entero que
conoció a Emilio.
Casi a las once Ceci se excusó para ir a su habitación a descansar, así como
Meg que ya no podía mantener los ojos abiertos. Emilio Mauro se retiró a su
estudio para hacer unas llamadas.
Solo Mina y Dylan permanecieron en los sofás.
—¿Qué te parece este lugar? —acomodó el cuerpo para contemplarla
mejor.
—Impresionante —respondió Mina.
—En primavera lo es aún más. Algunos turistas prefieren venir en ese
tiempo para recorrer la región ya que no hace tanto calor.
Dylan alzó la mirada hacia el cielo, Mina guardó silencio no quería
importunar con preguntas que podrían incomodarle, pero de forma inesperada
fue él quien saco el tema a colación.
—Mis padres se divorciaron cuando yo tenía nueve años. Fue muy
traumático para mí, pasaba seis meses con mi madre en Suiza y seis meses con
mi padre aqui. No culpe a ninguno de los dos por esa decisión, pero aun así no
fue fácil.
—Lo siento —dijo ella con consideración.
En un gesto que tomó a Dylan inadvertido, ella coloco una mano sobre la
suya.
—Mina.
—Tu padre es una gran persona espero que no te moleste que él y mi tía
tengan una relación.
—Ceci es lo que mi padre necesitaba para no sumergirse tanto en el trabajo.
Admito que hace unos meses nuestra relación era algo tirante por esa chica con
la que salí hace un tiempo; esta mujer me engañó con uno de mis amigos y mi
padre lo sabía, pero no dijo nada.
—De seguro lo hizo para no interferir en tu vida.
—Si —a Dylan le gustaba la expresión de Mina llena de calma que le
infundía paz—. Quizás fui un tonto por comportarme de esta manera con él y
más por una chica que no valía la pena.
Cogió uno de los rizos sueltos de su cabello.
—Pasar tiempo contigo es maravilloso, nos conocimos desde hace poco
Mina pero creo que hemos desarrollado una amistad especial así que estoy en
condiciones de proponerte algo.
Ella no sabía cómo actuar o qué decir. Temía por su propia reacción ante lo
que él le dijera, tal vez no sería capaz de responder de forma correcta.
—Yo...
—Quédate en Italia, tus raíces están en los Estados Unidos pero si vives
aquí será magnifico; vivirás con Ceci y Meg será una excelente compañía para ti.
Puedes trabajar con mi padre, importa vinos al extranjero y una administradora
le vendría bien.
—¿Vivir aquí?
—Sí, ¿no crees que sería perfecto?
Dylan le planteaba una gran oportunidad para cambiar su vida, pero tenía
dudas.
—Mi familia... mis amigos y...
—No tienes que contestar ahora, solo piénsalo bien.
Una sensación de pesar cubrió la alegría que sentía en ese momento, no por
la propuesta si no por el vacio al pensar en no volver a Chicago.

***

El resto de los días fueron como de ensueño, Mina logro ver más de cerca los
viñedos. Emilio le mostró los campos y el tipo de vino que se producía.
—Tenemos el Brunello, el padre de mi padre compró un pequeño terreno, el
que esta hacia el sur colindante con la casa de huéspedes. El clima y… —se
acuclilló y tomó un puñado de tierra—, el terreno ayuda a que la uva Sangiovese
mantengan su equilibrio de azúcar y acidez, así como las cualidades aromáticas.
—El bisabuelo soñaba con ver su vino más allá del mar —añadió Dylan—.
Es interesante cuando estudias sobre esto.
—¿Estudiaste sobre vinos? —cuestionó Mina.
—Dylan sabe tanto de vinos que yo solo bebo los que él me sugiere —dijo
Meg.
—Es tradición de la familia —indicó acercándose más a Mina que tocaba el
tallo de la planta de vid—. No crees que sea interesante trabajar en esto, en
Octubre es la próxima vendimia.
—Si —respondió ella, trayendo a colación la posibilidad de quedarse.
Ceci, Emilio y Meg volvieron a la casa mientras que Dylan invitó a Mina a
dar un paseo por la propiedad en las motos todo terreno. Condujo con ella que
iba detrás sujeta a su cintura.
En la distancia Ceci notó que el vínculo que se estaba creando entre ellos se
hacía más sólido cada día. Le gustaba la idea pero sabía que si continuaba, al
final Dylan podría salir herido por tener falsas expectativas.
—Me agrada tu ahijada, la amistad con mi hijo le ha ayudado a despejarse
del incidente con esa mujer en Los Ángeles —dijo Emilio abrazando a Ceci por
detrás—. Hacen una buena pareja.
—Creo que Mina no está lista para tener una relación amorosa, Emilio.
—¿Por qué lo dices?
—Por nada querido.

***

Desde la propuesta de Dylan el domingo pasaron dos días. Mina repensaba la


idea de vivir en Italia, hasta llego a sugerir a Emilio ciertas ideas para
promocionar su marca en otros países aparte de Europa.
—No es mala idea, este es un lugar idílico para trabajar. Hace dos semanas
no sé nada de él —murmuró ansiosa—. No hay razón válida para rechazar esta
propuesta.
—¡Boo!
—¡Meg! —Gritó Mina por el sobresalto—. No es que me asuste con
facilidad pero…
—Estabas muy pensativa.
—Nada, solo vine a despejarme antes de ir a la cama.
—¿Qué sucede con Dylan? —preguntó Meg subiendo mas su chal.
—¿A qué viene esa pregunta?
—Han pasado la mayor parte de la estancia aquí juntos, no quería
mencionarlo porque quedo claro en aquella conversación que tuvimos en
Florencia que no querías hablar más del tema pero, ¿qué hay con ese hombre de
Chicago?
—Él está lejos de mí ahora.
—Dylan y yo somos buenos amigos, no quiero que se haga falsas
esperanzas contigo.
—Dime Meg, ¿te gusta Dylan?
—No hablamos de mí sino de ti.
—Pero tiene que ver con alguien que te importa mucho.
—Dylan es solo mi amigo, buenas noches.
—Meg no quería molestarte con…
—No pasa nada Mina —se alejó hacia las habitaciones—. Buenas noches
—¡Meg!
—Ven Mina —dijo Dylan que llegó sin ella notarlo.
—¿A dónde me llevas?
—Quiero beber vino contigo, la noche es ideal para tomar decisiones.
Había dos copas junto a una botella de Brunello sobre la mesa de forja y
cristal de la terraza, Mina se sentó en el sofá grande y él lo hizo en el individual.
—Vino antes de ir a la cama —dijo ella con una sonrisa—. Me encanta la
idea.
—Sí y de la mejor cosecha —Dylan le sirvió hasta la mitad.
Ella tomó la botella para leer la etiqueta.
—Cosecha 1984, el mismo año que él nació —pensó.
—Bébelo poco a poco —dijo él, girando la copa—. Huélelo y degusta el
sabor lentamente, entonces lo tragas.
Mina hizo puntualmente lo que Dylan le sugirió.
—No soy experta en vinos pero me parece que es delicado y sutil.
—Si —tomó la copa de su mano y la puso en la mesa—. Mina han pasado
dos días desde que mi propuesta, ¿Cuál es su respuesta?
—Es muy pronto.
—Me gustas —se levantó para sentarse con ella—. Quiero que te quedes en
Italia conmigo.
—Dylan esta no es una decisión fácil, tengo que pensar en mi familia y…
—Por lo que Ceci me ha dicho estoy seguro que aprobaran tu decisión.
Permaneció pensativa observando el farol de hierro que los iluminaba.
—Aparte de mi familia y amigos, ¿qué más me espera en Chicago? Ellos
comprenderán mi decisión y Nicolas Crowe nunca me vera como algo serio,
¿qué estoy esperando para aceptar la propuesta de Dylan? Los dias aquí han sido
maravillosos y mas por su compañía.
Colocó una mano sobre la de él.
—Creo que será…
—Buenas noches —dijo alguien parado en la entrada de la terraza—.
¿Interrumpo?
Capitulo 33

Vete Mina porque si no lo haces devoraré cada parte de tu cuerpo y nadie


podrá salvarte.

Fue lo último que escuchó de su boca hace semanas, estaba segura de que
estaba lejos de ella y que no lo vería mas, pero la voz no provenía de sus
pensamientos como de costumbre, si no de sus oídos que lo escucharon con
claridad en la terraza. Por fortuna la copa que tenía en la mano antes de su
inesperada llegada, ahora estaba en la mesa porque de seguro estaría hecha
pedazos en el suelo por la impresión.
Nicolas los veía a ambos con los ojos entrecerrados, Mina sentía desazón
con aquella mirada. Le preocupaba que hiciera algo que la delatara delante de
Dylan.
—Buenas noches lo siento por interrumpir, pero una mujer me dijo que
podía pasar.
Paso los dedos por su cabello caramelo desprolijo, diferente del usual
peinado hacia un lado.
—Creo que llegue en un mal momento —su voz y gestos eran tan atentos
que Mina no veía al mismo hombre que la obligó a mantener encuentros
secretos.
—No se preocupe, ¿puedo preguntar quién es usted? —cuestionó Dylan.
—Nicolas Crowe, un placer conocerle estoy en Italia de vacaciones.
—Dylan Mauro —dijo con un apretón de manos—. Un placer conocerlo
señor Crowe, ¿es usted estadounidense?
—Sí. Podría llamarme solo Nicolas creo que tenemos la misma edad, ¿no?
—Si usted lo prefiere, Mina tenemos un invitado de tu país —le cogió la
mano.
Ella trataba de evitar su mirada reparando en las hiedras que rodeaban la
pérgola de la terraza.
—Bonito lugar —comento Nicolas.
Utilizó un tono un poco mas frio del que uso para saludar, Mina supuso que
estaba molesto asi que alejo su mano de la de Dylan.
—Y se decidió por visitar un viñedo —dijo este.
—Un amigo me lo recomendó, Villa Le Terrazze un lugar silencioso y
tranquilo —sonrió.
—Espere aquí tenemos una casa de huéspedes, pero mi padre es quien
maneja esto. Iré por él, Nicolas está en su casa —entonces se acercó más a Mina
—. No te vayas regreso enseguida —fue al interior de la casa.
Ella restregaba su mano, era evidente su aprensión más cuando Nicolas
inclinó la cabeza y rio con sarcasmo.
—No has perdido el tiempo.
—¿Qué quieres decir? —su turbación fue sustituida por el enojo.
—Tan pronto te libere de mis exigencias corres a los brazos de otro.
—El ladrón juzga a los demás por su condición, para tu información Dylan
es mi amigo y tengo el derecho de estar con quien yo quiera —tragó saliva
tratando de mantener la calma—. Como tú mismo señalaste me dejaste libre de
tus pedidos.
—Sí lo hice, pero…—de pronto él guardó silencio. Mina se pregunto qué
iba a decir.
—¿Tú qué?
—Coincidencia, no tenía idea de que estuvieras aquí.
—¿Crees que me voy a tragar ese cuento? Venga, para mí esto no es una
coincidencia.
—Piensa lo que quieras, tu estancia aquí no va a hacer que me vaya —
afirmó determinado.
—¿Así que quieres que soporte tu presencia?
—Ya has oído a tu novio, hay una casa de huéspedes donde puedo
quedarme sin causarte disgusto —dijo cruzando los brazos sobre el pecho.
Ella podía verlo por el rabillo del ojo, su lenguaje corporal revelaba tensión
en los brazos. Tenía la camisa azul abierta hasta el cuarto botón, inspiró
embelesada por la piel de su pecho iluminada por la luz del farol.
«No permitas que te afecte» se dijo a sí misma, cerrando los ojos.
Dylan regresó con su padre, y Ceci que al ver a Nicolas se congeló de la
impresión dirigiendo una mirada de duda a Mina que estaba más enredada que
ella.
—Mi hijo me informo que es de los Estados Unidos.
—Si de Chicago, un placer conocerle señor Mauro.
Sus modales eran tan exquisitos que distaban mucho del hombre detrás de
la máscara que tanta intriga le causo a ella cuando lo conoció.
—Llámeme Emilio —dijo este—. Mi amiga Cecile Foster.
—Nic... Hmm —Ceci carraspeó nerviosa—. Encantada de conocerle señor
Crowe.
—Un placer, señora Foster.
Por otro lado Dylan reparó en la cara desencajada de Mina.
—Has estado algo callada.
—Estoy cansada quiero ir a la cama —deseó retirarse pero él hizo que se
acercara a los otros tres.
—Olvide presentarte con nuestro huésped, Nicolas ella es mi amiga Mina
Foster de los Estados Unidos como tú.
—Señor Crowe —dijo ella al instante levantando su mano para fingir—.
Gusto en conocerlo.
—Lo mismo digo, señorita Foster —sonrió apretándola.
Utilizó el pulgar para frotarla como aquella vez en el invernadero. Mina
sintió desazón por lo que de inmediato trató de retirarla, pero este la estrechó
más.
—Que…
—Vamos señor Crowe le mostraré la casa donde se quedará.
Emilio se llevó a Nicolas a tiempo de que ella soltara una palabrota. Dylan
los acompañó. Mina resolvió que lo mejor era retirarse antes que ellos
regresaran, pero Ceci se paró justo en la puerta que daba al interior de la casa.
—Tenemos que hablar ahora.
Fueron a la habitación de Mina, esta se sentó en la cama y Ceci lo hizo en
una silla que movió para hacerlo frente a su ahijada.
—Él es el hombre.
—Tía —inclinó la cabeza mirando las líneas irregulares de su palma.
—Nicolas Crowe, el dueño de la empresa donde trabajas es quien te obligó
a tener encuentros secretos donde te beso y además casi… —exhaló—, dormiste
con él.
—Si —respondió.
—Y es el hombre que amas.
—A mi pesar.
—Dios mío y ahora está aquí, ¿acaso lo llamaste?
Negó con la cabeza.
—Te juro tía que no lo hice, dijo que es una coincidencia, pero no le creo.
—Yo tampoco, ¿no será que siente algo por ti y por eso esta aqui?
Mina sentía ahogarse, fue hacia la ventana para abrirla.
—Imposible, es egoísta y cruel.
—Y guapo, su expresión es dura pero es de facciones bonitas, verlo en
fotografías es una cosa pero en persona es mucho más. La forma en que habla y
se mueve es controlada propia de un hombre de negocios. Esto es complicado y
más aún con lo que me comentó Emilio.
Mina se volvió confusa.
—¿Qué tía?
—Se suponía que regresábamos a Florencia mañana miércoles, pero Emilio
quiere que nos quedemos más tiempo, este sábado habrá una celebración y
quiere que tú participes junto con Meg.
—En estas circunstancias no creo que sea bueno.
—Huir de él solo le demostrará cuanto te afecta, y quizás su presencia aquí
puede ser…
—¿Qué?
—No importa —Ceci deliberó en algo más—. El que este aquí no es casual,
pero si piensa que va a someter a mí ahijada a sus caprichos lo pondré en su
lugar.

***

Lucho por más de media hora para dormirse, dejó la cama y salió al balcón.
Nicolas inclinó el cuerpo hacia la baranda, la noche estaba fría a pesar que era
verano.
—Hace mucho que no sentía este tipo de quietud, lejos de las
complicaciones —frotaba su pecho desnudo—. No esperaba que ese hombre
estuviera tan cerca de ella.
A su regreso de Hong Kong, visitó la pastelería de los Foster para charlar
con la madre de Mina y saber de ella. Se encontró con un grupo de adolescentes
que rodeaban la mesa donde Alana usaba un portátil. Al verlo llegar lo llamó
para que se acercara.
—Tal vez quiere saber cómo lo está haciendo mi hija, ya tiene casi dos
semanas allí y es feliz, mire —giró el portátil hacia él.
—Se ve hermosa —susurró sin preocuparse si esta pudo escucharlo.
—El aire del mediterráneo le ha sentado bien —dijo Alana.
Nicolas fijo su atención en las del siguiente grupo, las de ella en la fiesta de
la piscina.
—¿Quién es este hombre que baila con su hija?
—Un modelo amigo de su madrina Ceci, creo que su nombre es Dylan
Mauro es un italiano muy apuesto.
Si las de este grupo lo exasperaron por ella estar en un bikini verde con las
manos de otro hombre en su cuerpo, las del siguiente todavía más al verla con un
vestido negro similar al que utilizó en el baile de máscaras, bailando con Dylan.
Se marchó de allí sin siquiera despedirse.
Tomó el móvil de los vaqueros tendidos en una silla, fue al archivo de
fotografías y seleccionó una en particular. Era de Mina alimentando a Jessie,
había captado el momento sin ella darse cuenta.
—Dos semanas en Italia y ese hombre logro más que yo en poco tiempo.
Recordó la información que el contacto en Alemania le envió por correo
cuando la solicitó tan pronto salió de la pastelería.
—Modelo desde los 17, imagen de Guess y Armani. No ha tenido muchas
amantes, salió con un modelo en Los Ángeles, pero ella lo engañó. Su padre es
un importante vinicultor en la zona, los padres se divorciaron y Emilio Mauro
tiene una relación con Cecile Foster.
Como no localizó a Mina en Florencia le pidió a su contacto hacerlo, con
prontitud este le informó del viñedo de Emilio Mauro. Eso lo trajo allí, planeó
todo para llegar a la villa con una excusa convincente.
—Matar dos pájaros de un tiro sin la intervención de Patrick. Alemania
primero, Italia después —regresó a la cama—. Dylan Mauro, un hombre sin un
pasado oscuro.

***

Mina daba vueltas por la habitación sin poder conciliar el sueño. Trataba de
asimilar el giro de acontecimientos en las pasadas dos horas.
Tenía migraña, movió las cortinas para asomar la cabeza por la ventana; el
susurro de las plantas batidas por el viento la hizo mirar hacia la casa de
huéspedes.
—Si fuera como esas mujeres que la mayoría de los hombres frecuenta,
quizás estaría allí quitándome la ropa para finalmente hacer el amor con él,
¿valdrá la pena una noche de pasión con un hombre que no me ama?
«Eres una tentación permanente para mí, Nicolas Crowe.»
Capitulo 34

Aprovechando el frescor que ofrecía la sombra de los árboles de olivo del


patio trasero, Emilio dispuso que tomaran el desayuno al aire libre con la vista
de otra parte del valle. Mina se dirigía allí con cautela de no ser pillada por
sorpresa por Nicolas, pero solo vio a Emilio, Dylan y Ceci sentados en torno a la
mesa de ocho puestos.
No había rastro de él, ni cerca ni en los alrededores.
—Es un alivio —suspiró.
—Hoy tenemos un invitado —Dijo Meg que también se aproximaba—.
¿Me preguntó qué aspecto tiene? Dylan me contó que es de Chicago.
—Sí —dijo Mina—. Sí... lo es.
Dylan se puso de pie cuando llegaron y movió la silla próxima a la suya.
—Mina siéntate aquí.
—¿Dónde está nuestro invitado? —preguntó Meg al no ver a nadie nuevo
en la mesa.
—En la casa de huéspedes, decidió tomar su desayuno allí supongo que
debe estar cansado por el viaje.
Emilio pidió a la mujer de servicio que les sirviera el desayuno. Ceci
miraba a Mina que mantenía los ojos clavados a su plato con diseños de frutos
silvestres.
«Es por lo que dije, seguro está tratando de evitarme, puede ser que de
verdad vino sin saber que yo estaba aquí» bebió el jugo de naranja que Dylan le
sirvió.
Meg que permanecía todavía de pie empujo la silla donde iba a sentarse.
—Voy a buscar a nuestro invitado —dijo con determinación.
—No creo que sea prudente —dijo Ceci más preocupada por su sobrina que
por la intención de Meg.
—Tengo métodos para convencerlo. Un extranjero aquí y encerrado en esa
casa sin disfrutar de nuestra compañía, no lo creo.
Se marchó sin escuchar a Ceci que trató de evitar que fuese por él.
—Es inútil, Meg puede ser muy persuasiva y de seguro tienen interés por
conocerlo —Dylan puso la servilleta en su regazo y tocó el brazo de Mina—.
Hoy vamos a dar un paseo fuera de la propiedad hasta el pueblo.
—Suena bien —expresó ella sin mucho ánimo.
Lo que deseaba era disculparse e ir a su habitación, pero no podía hacerle
un desaire a Emilio Mauro y menos a su hijo, por lo que con un poco de
dificultad comenzó a comer.

***

Nicolas estaba por ponerse la camisa polo, cuando escucho tres golpes
seguidos procedentes de la puerta y bajo la escalera asi como estaba.
—¡Qué... Oh! —dijo al abrirle a la mujer de cabello negro, pantalones
cortos y blusa suelta parada en el umbral de la casa.
—Perdone no quise molestarlo —expresó Meg sin inmutarse de verlo en
esas condiciones con el torso expuesto.
—Lo siento me estaba vistiendo —como tenía la camisa a mano se la puso
rápido.
—Es mi culpa por venir sin anunciarme, soy Megan Collins pero todos me
dicen Meg.
—Nicolas Crowe. Encantado de conocerla señorita Collins.
—Por favor solo Meg. Vamos a desayunar al aire libre, por eso vine por
usted para que nos acompañe.
—Creo que informé a uno de los empleados que quería comer aquí.
Obviando su respuesta, ella lo cogió del brazo y meneó la cabeza en
evidente negativa.
—Encerrado aquí no disfrutará del cálido clima mediterráneo, será un
placer tenerlo en la mesa. Somos un grupo muy amigable y no es bueno que pase
este tiempo solo.
A Nicolas le pareció encantadora su forma de ser, por lo que no se opuso
más y fue con ella.
La caminata hacia la casa principal le resulto agradable, ella le iba
describiendo el paisaje con la hilera de cipreses a ambos lados del camino.
Llegaron en breve y Nicolas vio a Mina sentada junto a Dylan, cambió la mano
de Meg que sujetaba su brazo y la entrelazo con la suya.
—¿Por qué?
—Lo siento, es que me siento un poco tímido con gente nueva así que
quiero tener apoyo —dejo escapar una carcajada que llamó la atención de los
comensales.
Cuando Mina volvió la cabeza lo primero que vio fue que Nicolas sujetaba
la mano de Meg, se sintió aprensiva y más cuando ambos llegaron a la mesa, y
este se sentó justo frente a ella. Aun con la ropa casual le pareció que se veía
guapo, los fuertes brazos expuestos hasta un poco más arriba del codo la hicieron
recordar cuando bailaron rumba.
Cogió un trozo de panceta metiéndolo en su boca sin levantar la mirada,
mientras Nicolas le daba un ligero vistazo.
—Este viaje le ha sentado bien, se ve radiante —pensó bebiendo el zumo de
naranja que se sirvió.
—Señor Crowe —dijo Emilio llamando su atención.
—Dígame señor Mauro.
—¿Cómo dio con esta casa?
—Un amigo me la sugirió, estaba cansado de tanto trabajo asi que decidí
viajar a Europa, pero no sabía dónde ir. Mi amigo me sugirió venir a este viñedo,
lo visitó hace un año con su esposa.
—¿Puedo preguntar quién?
—Aldo Costa, vive en Alemania es un hombre agradable con quien tengo
una amistad por ciertas circunstancias.
—Claro que lo recuerdo, Aldo es también buen amigo de tu tío Dylan, de
hecho estudiaron juntos medicina.
—El tío Enzo que vive en Palermo —dijo este.
—Sí.
—Entonces es verdad que llegó aquí por accidente —pensó Mina mientras
untaba mantequilla a su pan.
—Aldo es un eminente doctor en Alemania; trabaja en J.W. Hospital de la
Universidad Goethe en tratamientos contra el cáncer, ¿un familiar suyo está
enfermo?
—No tengo parientes allí señor Mauro, mis tíos y mi primo están bien de
salud —Nicolas guardó silencio.
Mina se sintió extraña al ver cierto atisbo de nostalgia en su mirada que la
obligo a dejar la mitad del pan que comía en el plato.
—¿Está enfermo? Pero se ve bien, aun así sus constantes viajes significan
que está enfermo y vino aquí después de su tratamiento.
Experimentó pesar por su brusca reacción inicial, quería tocar su mano pero
oprimió la que tenía en su regazo conteniéndose.
—Si en verdad está enfermo haré todo lo posible por ayudarlo —pensó ella.
—Hoy daremos un paseo fuera de la propiedad ¿quieres venir? —intervino
Meg para cambiar el tema.
Nicolas le devolvió la sonrisa.
—Si tú eres mi guía aceptaré con gusto.
—Disculpen —dijo Mina levantándose de su silla.
—¿A dónde vas? —cuestionó Dylan al ver su desayuno sin terminar.
—Mi habitación, debo llamar a casa. Disculpen.
Algo dentro de Nicolas silbaba como una alarma que le decía que la acción
de Mina tenía que ver con su gesto hacia Meg.

***

Después de llamar a casa, deliberaba en la posibilidad de que Nicolas


estuviese enfermo.
—Es joven y fuerte, ¿pero y si es el principio? ¿Y si está aquí para
distraerse de este proceso tan duro? —se acurrucó—. Debería buscar aquella
página que mencionó mi prima donde hablan de su salud en el pasado.
Llamaron a su puerta.
—¿Puedo pasar? —dijo Ceci de forma afectuosa.
—Adelante tía.
Cuando entró la vio hecha un ovillo con la almohada entre los brazos, y los
ojos llorosos.
—¿Qué ha pasado?
—El lugar que el señor Mauro mencionó es un centro de tratamiento contra
el cáncer, Nicolas estuvo allí antes de venir aquí. Me equivoqué, pensaba que me
había seguido pero quizás esta enfermo y de seguro su médico le sugirió venir
después de estar en Alemania.
—Cielo —Ceci la hizo sentarse—. Piensa que tal vez estuvo allí por un
amigo, he visto personas con esa terrible enfermedad después de recibir su
tratamiento y no parece que lo esté.
—Espero que sí tía no quiero que muera.
—Porque lo amas.
Mina no dijo nada.
—Debes serenarte, Dylan mencionó el paseo en moto y si no vas pueden…
—Descuida tía —dejo la cama y fue por su neceser del que extrajo el
estuche con su maquillaje—. Me pondré unas gotas en los ojos para disimular
este lagrimeo tonto.
Cuando estuvo lista volvió con su tía a la estancia para unirse al grupo.
Salieron en las Suzuki V-Strom para dar un paseo en los alrededores,
Nicolas y Meg iban en una moto detrás de Dylan que iba con Mina.
Al verla apoyar la cabeza en la espalda de Dylan, Nicolas espero a pasar la
siguiente curva para incrementar la velocidad.
—Pero…
—¿No te molesta que corramos un poco más rápido? —preguntó a Meg.
—No.
—Bien.
Soltó más el embrague y aceleró hasta pasarlos.
—¡Vaya que le gusta la velocidad! —murmuró Dylan.
—Y las emociones fuertes —susurró Mina aferrándose más a él.
Llegaron a un poblado de calles estrechas, se detuvieron a beber en un
pequeño restaurante parecido al que Mina visitó con Meg en Florencia.
—Buena la cerveza —dijo Nicolas después de beber de su botella de Peroni
—. Por cierto Meg, ¿desde cuándo vives aquí?
—Desde hace tres años, pensé en volver a Londres al finalizar mi contrato
pero decidí quedarme de forma permanente aunque viajo por todo el mundo la
mayor parte del año. Ahora dime, ¿cuál es su trabajo?
Mina aguzó los oídos para saber si era capaz de dar más detalles sobre si
mismo.
—Manejo mi propio negocio.
Se inclinó cruzando una mirada fugaz con Mina que desvió la de ella hacia
la barra bebiendo su cerveza. Meg no perdió de vista ese gesto que duro pocos
segundos.
—No es la misma, se ve apática y… —vio a Nicolas de soslayo—, es desde
que él llegó, además es de Chicago como ella, dueño de su propio negocio.
Trató de recordar el nombre de la empresa donde trabajaba Mina.
—Su conferencia aquí fue organizada por una multinacional —cogió el
móvil del bolso tejido que colgada del respaldo de su silla—. Solo para
comprobar mis sospechas.
—Meg dijimos que no móviles estos dias —dijo Dylan.
—Lo siento pero quede con la agencia de revisar mi correo electrónico hoy
para finiquitar el nuevo contrato.
Verificó si el restaurante tenía red inalámbrica, entonces escribió el nombre
de Nicolas con su apellido en el buscador. El primer enlace tenía el nombre de la
compañía.
—Ella sabe quién es este hombre, ¿por qué pretende no conocerlo? —
pensó.
—¡Meg! —la llamó Dylan.
—Sera que él es…
—¡Meg!
—TIRAMISU! —Dijo en voz alta llamando la atención no solo de los otros
tres, sino de las demás personas en las otras mesas—. Quiero comer tiramisú —
simuló su error con una risita—. Mina, ¿recuerdas el sitio al otro lado de la
calle?
—¿Cual Meg? —preguntó dudosa.
—Ese
Aprovechando que Dylan y Nicolas se distrajeron brevemente al observar
una pared llena de fotos sepia, alzó la mano a la altura de su cara haciendo señas
con el dedo apuntando hacia Nicolas sentado a su izquierda cubriéndose con la
otra mano para que este no la viera.
—¿Puedes venir conmigo? —arqueó una ceja.
—Iré —dijo Mina tensa.
—Podemos ir con ustedes —sugirió Dylan.
—No es necesario esperen aquí.
Ambas salieron bajo la atenta mirada de los dos hombres. Cuando
estuvieron lo suficiente lejos, Meg disminuyó los pasos.
—Él es tiramisú, ¿verdad?
—Hay una explicación.
—¿Lo llamaste?
—¡NO! —Respondió Mina parándose en medio de la calle—. Vino aquí
por accidente escuchaste su explicación.
—Es demasiada coincidencia.
—Pues que puedo hacer yo.
—No estoy enojada, lo que tengo ahora es curiosidad en saber si su interés
por ti fue más allá de seducirte.
—No me parece.
—Creo que no es mala idea indagar un poco sobre sus intenciones, para mí
no es coincidencia su estancia aquí. Déjalo en mis manos Mina.
—Meg.
—No sientes deseos de saber si te ama.
No quería pensar en ello porque se crearía falsas expectativas. Prefería
considerar la oferta de Dylan antes de pensar en las intenciones de Nicolas.
Capitulo 35

Sentada en uno de los sofás de ratán de la terraza, Mina sopesaba lo que Ceci
y Meg comentaron de las intenciones de Nicolas al presentarse en Italia. Ella no
podía dudar de sus sospechas ya que ambas estaban muy lejos de su influencia
para que pensaran asi.
Iba a decir que sí a quedarse la noche que Nicolas llegó, pero se encontraba
a si misma pensando en él todo el tiempo, dejando que su presencia nublara su
juicio.
Apoyó el codo izquierdo en el brazo del sofá y frotó su sien con los dedos
en busca de una solución a su dilema. Tenía los ojos cerrados y se sobresalto al
sentir la presencia de otra persona.
—¡Buenas noches!
Era Nicolas que se sentó en el mismo sofá, dejando un gran espacio de
separación entre los dos.
—Mejor me voy.
—No lo hagas Mina —susurró con suave voz—. Solo hazme compañía.
—No empieces Nicolas Crowe, no me vas a intimidar —expresó
duramente. Frunció los labios por su propio comentario que razonó fue hiriente.
Su actitud distante hizo que él cambiara la pierna de posición.
—Sé que soy un fastidio para ti pero solo estoy en busca de paz, nada más.
Si hubiera sabido que estabas aquí no habría venido, lo siento —se puso de pie
para retirarse, pero antes de hacerlo ella sujetó su mano.
—Espera, tengo algo que preguntarte.
No podía desaprovechar la oportunidad de apretar su mano con firmeza,
tocando sus largos dedos. Nicolas inclinó la cabeza y se sentó de nuevo, pero
más cerca que antes.
—¿Estás enfermo? —Mina inhaló con temor de su respuesta.
—¿Qué quieres decir con “enfermo"?
—Estuviste en Alemania y tienes este amigo que trabaja en el centro de
tratamiento contra el cáncer, necesito saber si tú estás enfermo —llevó su mano
hacia el sofá sin dejar de sujetarla.
Él exhaló relajado.
—¿Qué pasa si estoy enfermo, si tengo cáncer? No estamos vinculados, de
hecho te causo disgusto asi que si muero no debes preocuparte por…
Mina se arrojo hacia Nicolas envolviendo su cuerpo en un abrazo. Era la
primera vez que ella lo hacía, peleó con su orgullo y al final no puedo evitar
reaccionar por lo que él dijo.
—No digas eso no puedes morir —se aferró más a él—. Si estás enfermo
por favor has todo lo posible para estar bien.
—Mina.
La agarró por los hombros, a pesar de la oscuridad pudo ver dos líneas
húmedas marcadas en su rostro producto de las lágrimas.
—No te preocupes por mí —resbalo los dedos secándolas—. No estoy
enfermo, visito de vez en cuando ese centro por mi amigo Aldo y también
porque soy uno de los benefactores. No tienes que estar triste por mí, y menos
sentir compasión.
Ella movió la cabeza.
—No es compasión lo que siento por ti. Yo…
—Hay alguien más.
Ella se echó hacia atrás cuando Nicolas frunció el ceño y se puso de pie
observando el interior de la casa.
—Te dejo con tu novio, buenas noches —dijo molesto y se alejó hacia el
jardín.
—Él no es mi novio —susurró Mina—. Estoy tan feliz de saber que estas
bien —sonrió. Su corazón latía apasionado.
Dylan llegó con ella ya en ropa de dormir.
—Estaba en la cocina cuando oí ciertos murmullos, entonces escuché tu
voz, ¿por qué estas todavía despierta?
—No podía dormir —dejo el sofá—. Pero ahora sí que no puedo mantener
los ojos abiertos.
—No te vayas Mina tenemos una conversación inconclusa, quiero saber si
tienes una respuesta de lo que te pregunte.
—En este momento no puedo.
—Vivir en Italia no es tan malo, Ceci está aquí, yo estoy aquí te he dicho
que me gustas —se acercó más a ella—. Quiero ser más que un amigo.
Mina sentía el estómago en la boca y más cuando los labios de Dylan
tocaron los suyos. El beso fue suave, su aliento era muy cálido, comparó la boca
de él con la de Nicolas.
—Vainilla vs chocolate —pensó, pero algo dentro de ella batallaba por
liberarse de su abrazo—. Dylan es guapo, pero Nicolas es...
Le pareció ver una sombra moverse por entre las plantas ornamentales.
Parpadeó y lo empujo.
—¡Dylan!
—Lo siento por actuar asi, pero no me arrepiento. Mis sentimientos por ti
son sinceros, no producto del deseo.
—Quiero ir a la cama —Mina se fue sin decir más—. Admito que me gusto
el beso, pero yo solo podía pensar en Nicolas, va a ser difícil sacarlo de aquí —
presionó la mano contra su pecho.

***

Al día siguiente Mina encontró que solo Emilio y Ceci estaban en la estancia
esperando que les informaran si el desayuno estaba listo.
—Buenos dias.
—Buenos días, ¿cómo has dormido Mina?
—Bien —contestó a Emilio.
—Buenos dias —dijo Dylan, al verla extravió la mirada por lo sucedido con
ella la noche anterior.
—Hijo, ¿sabes dónde están Meg y el señor Crowe?
—No, pero seguro no demoran en venir —respondió—. Deberíamos ir al
patio.
La mujer de servicio llegó a informarles que el desayuno estaba listo.
Emilio aprovechó para pedirle que fuera por Meg.
—La señorita Collins no está señor Mauro —dijo la mujer.
—Sabes adonde fue.
—Con el señor Crowe, salieron de la casa muy temprano me informó que
estarían todo el día fuera.
Mina sintió que la aventaban a un rio de agua helada.
—Meg y Nicolas… juntos —arrugó la frente como si quisiera decir un
improperio.
Ceci notó su molestia y cambió de tema.
—Emilio los vestidos para las muchachas llegaron ayer, quiero invitar al
señor Crowe pero no tuve la oportunidad de hacerlo, ¿quieres hacerme el favor?
—Cuando vuelva lo haré, además quiero hablar con él acerca de algo muy
interesante que me sugirió.
Mientras Dylan observaba a Mina que se mantenía en silencio.
—Es mejor que vayamos a...
—Tengo dolor de cabeza —dijo ella llevando dos dedos a su sien—. No
puedo acompañarlos hoy, lo siento.
Se dio la vuelta para regresar a su habitación con pasos rápidos, sin tomar
en cuenta lo que pudiera pensar Emilio o Dylan que estuvo a punto de seguirla
sintiendo culpa por el beso, pero Ceci lo detuvo.
—Iré yo tal vez está cansada del paseo ayer, me comento en la noche que
no se sentía bien.
Se excusó con ambos y la siguió.
—¡Mina! —dijo tras ella ya más lejos—. Notarán la causa de tus continuos
malestares.
—No puedo con esto más, tenía la sospecha que a Meg le gustaba Dylan
pero ahora está con Nicolas.
—Estás viendo cosas donde no existen, Meg es muy sociable seguro que él
le pidió el favor de visitar algún lugar.
Entraron a su habitación.
—No está enfermo —Mina cambió la molestia de hace un momento por
una sonrisa.
—Ves como yo tenía razón, mi teoría de que esta aquí por ti es cierta y
tengo que comprobarlo.
—¿Cómo?
—Ya verás, si este amor es verdadero serás feliz de estar con él sin
preocupaciones —le besó la mejilla.
—Hay algo más que puede complicar las cosas —dijo Mina.
—¿Qué?
—Dylan me besó anoche.
—Preví esto, lo siento mucho por él pero no puedes obligarte a quererlo.
—No, aunque debo confesar que me gustó el beso pero después de Nicolas
sus labios son como medicina para mí. Tía soy un caso perdido.
—Quédate aquí el resto del día inventaré que estas enferma. Por favor
mañana ese ánimo tiene que estar a tope, es la fiesta y debes disfrutarla al
máximo.
—Prometido tía, ahora quiero dormir—se acurrucó en la cama y cerró los
ojos esperando que el día pasara rápido.

***

Meg y Nicolas volvieron ya entrada la noche y se unieron a los demás en la


cena, explicaron que fueron hasta Florencia a visitar tiendas de antigüedades. La
única ausente en la tertulia era Mina, Ceci repitió la misma excusa que dio a
Emilio cuando este preguntó por ella.
Emilio aprovechó para invitar a Nicolas a la celebración y este aceptó de
inmediato, aunque pensaba más en la persona ausente de la comida. Se preocupo
por ella y más con lo que vio la noche anterior.
—¿Estás impaciente? —Le susurro Meg al oído cuando ambos bebían vino
en el jardín—. Te pasaste casi todo el día hablando del beso entre ella y Dylan.
—Quiero verla —expresó ansioso—. Meg sabes lo que siento y prometiste
ayudarme
—Su habitación no está muy lejos de unos de los baños, puedes inventar la
excusa e ir allí, en cuanto a Dylan te cubriré las espaldas.
—Se nota que también le cayó mal su ausencia —lo veía dar vueltas por la
terraza cabizbajo.
—Déjamelo a mí.
Nicolas hizo lo que Meg le sugirió. Ella vio que Dylan se movió con toda la
intención de ir en la misma dirección.
—Dylan —dijo colgándose de su brazo—. Vamos al cuarto de catar vino,
prometiste hacerlo cuando veníamos hacia aquí.
—Tenia pensando ver como seguía Mina de su malestar.
—Está dormida y no te voy a dejar en paz si no vamos.
—Si insistes.
Meg suspiró con alivio.
—Más vale que aproveches Nicolas.

***

El picaporte cedió y empujó la puerta con cuidado, la vio dormida abrazando


a Patch. Se acercó a ella caminando de puntillas para no despertarla.
—Voy a hacer algo que tal vez te molestará, pero no lo resisto.
Sacó a Patch de los brazos de Mina, y con habilidad fue metiendo su cuerpo
en el lugar que antes ocupo el oso.
—Dormiré contigo, no me importa si tu novio italiano nos atrapa —movió
los dedos por su cabello—. Después de seis años no pensé que volvería a decir
algo así pero… estoy enamorado… de ti, Mina.
Capitulo 36

—Estoy lista.
Susurro con un calor inusual en el pecho, parpadeo intentando mover la
cabeza pero algo se lo impedía. Al abrir más los ojos se encontró con la nariz de
Nicolas pegada a su mandíbula.
—¿Pero cómo?
No creía que estaba allí, en carne y hueso donde tenía que estar su oso.
—Esto es divertido, yo siempre abrazaba a Patch cuando pensaba en
Nicolas y ahora este fue sustituido por él. Un sueño hecho realidad.
En lugar de rechazarlo bajó la mano que podía mover hasta llegar a sus
caderas. Apretó los labios sintiendo la presión por debajo de su vientre,
proveniente de los vaqueros de él que la hizo respingar.
—Vaya ímpetu que tiene —masculló.
Su aliento le calentó la mejilla, Mina esperaba probar su boca después de
semanas sin hacerlo.
—Solo un poco —pensó acercando los labios hacia los de él que dormía—.
Ya puedo sentirlos y...
—Buenos días... ¡Mina! —gritó Ceci al entrar. La bandeja que traía con el
vaso de agua y el frasco con píldoras casi cae al suelo por lo que vio.
Nicolas abrió los ojos por el ruido, vio muy de cerca la cara Mina
enrojecida.
Dejo la cama.
—Lo siento… yo —parpadeó confuso—. Señorita Foster debo haberme
enredado con la salida, pensaba que era mi habitación.
—Bienvenido a la familia —dijo Ceci por lo bajo—. Señor Crowe
Este volvió la mirada y sonrió, entonces salió.
—Tía ni siquiera me di cuenta que…
—¿Qué casi lo besas aprovechando que él dormía? —Vio que su ahijada
era la viva imagen de alguien atrapado in fraganti—. El único inconveniente es
que si hubiera sido Dylan habría sido un gran problema.
—Lo sé, y no se repetiría te lo aseguro.
—Creo que es importante que sepas algo.
—¿Que cosa?
—Prométeme que no dirás nada, tus padres quizás dejen de hablarme por
esto pero prefiero tu bienestar por encima de cualquier cosa.
—Dime tía.
—Primero toma el paracetamol para el dolor de cabeza.
Mina se sentó al borde de la cama y tomó de la bandeja que su tía puso en
la mesa de noche, el frasco con pastillas. Sacó dos y las trago con ayuda del
agua.
—Ahora si vas a decirme, tía —dijo interesada en lo que tuviera que
contarle.
—Tus padres tuvieron que casarse porque tu madre se embarazo.
Mina abrió la boca en una gran O.
—No puedo creerlo.
—Alana cursaba el segundo año de la carrera de Literatura y Oliver estaba
en tercer año de periodismo cuando sucedió. No fue planeado pero ninguno de
los dos se sintió culpable al saber la noticia, claro que por cosas de los padres de
tu madre se guardo el secreto. Imagina si Brandon lo supiera, que fue concebido
fuera del matrimonio, tu hermano es demasiado conservador.
—Conmigo, pero no con el mismo —Mina rió por la ironía del asunto.
—Por eso no debes preocuparte, de seguro nada va a suceder, y sobre Dylan
estoy segura que se recuperará en menos de un segundo. Es mejor que te vayas
preparando, hoy tenemos fiesta.

***

Las más jóvenes de los poblados colindantes iban ataviadas con coloridos
vestidos de flores. Tanto Mina como Meg se unieron a ellas en lo que parecía
una especie de ronda en donde todas se movían con los pies descalzos sobre la
tierra seca y agitaban sus faldas al ritmo de la música de guitarras que dos
hombres mayores y uno más joven, de escasos 16 años, interpretaban. A medida
que la música progresaba las mujeres se movían con más entusiasmo.
Llegado un punto Emilio invitó a los hombres que observaban en un semi
círculo a unirse a ellas. Ceci se encargó de emparejar a Mina con Nicolas, y a
Dylan con Meg.
—¿Estás contenta, Mina? —le preguntó Nicolas moviéndose con ella hacia
su derecha.
—Mucho —respondió ella—. Esto me recuerda las clases de rumba.
—Solo que ahora no me veo como un idiota tratando de seguir tus
instrucciones.
—Se te olvida que me mentiste con descaro sobre tus habilidades en la
pista.
—No, pero aun asi me sentí torpe contigo.
Continuaron moviéndose al ritmo de las guitarras. Meg y Dylan también
hacían lo propio tomados de manos.
—Creo que hubieras preferido que te emparejaran con Mina —volteó a
mirar a esta y le hizo un guiño.
—Me gusta bailar contigo Meg, y el vestido de flores te queda muy bonito.
—Gracias Dylan.
Siguieron bailando, lo mismo que Nicolas y Mina. Este uso el índice para
friccionar la palma de ella. El gesto avivó el deseo de Mina de ir a otro lugar,
lejos de los invitados que se aglomeraba en torno a las parejas que bailaban.
—¿Has visitado las bodegas? —cuestionó ella sin prestarles atención.
—No todavía —respondió él.
—Mmm... Creo que será muy interesante —enredó mas sus dedos con los
de él.
La música terminó y las parejas se separaron, Mina fue a su habitación para
cambiar el vestido de flores por uno blanco de hombros descubiertos con encaje
en la falda. Salió con Meg para disfrutar del resto de la celebración que los
esperaba cerca de los arboles de olivos con la gastronomía tradicional de la
Toscana. Alcanzó a ver a Nicolas que cambio los vaqueros y la camisa de
cuadros por una blanca y pantalones del mismo color. Lo vio charlando con
Emilio y otro hombre de baja estatura que gesticulaba usando las manos, al
parecer relataba algo chistoso ya que los otros dos reían.
Al caer más la noche Mina tenía afán por dejar la celebración. Aprovechó
que los demás disfrutaban la velada y abandonó la fiesta sin decirle a nadie.
Llegó a la bodega por la vía de acceso de la sala de catar vinos, el silencio
era sobrecogedor pero le pareció perfecto para estar sola. Se detuvo para tocar la
superficie porosa de una de las barricas.
—¿Cuántos años tendrá esto?
Retrocedió para seguir caminando cuando alguien ciñó su cuerpo por
detrás.
—No puedo estar lejos de ti —dijo Nicolas con voz profunda.
—¿Por qué has venido?
—Lo que dijiste mientras bailábamos fue una invitación para mí —fue
besando su hombro—. Lo mismo que hiciste hace seis meses en aquel balcón.
—Nicolas, me haces sentir... ansiosa —bajó la vista hacia la mano de él que
oprimió su vientre a través de la tela de algodón.
—Admite que me quieres como yo te quiero —hundió la nariz en su
cabello, aspirando la esencia floral—. No sabes cómo he extrañado tu presencia
—Y Julianne, ¿ella no puede satisfacer tus exigencias?
La hizo volverse.
—Eres tan ciega Mina Foster, ¿crees que hice un largo viaje a Italia solo
para tener sexo contigo?
—Entonces que…
—Es porque te amo —dijo él al fin—. He cruzado todo un océano sólo para
decirte esto —le rozó la cara—. Te quiero más que a nada en el mundo.
Los latidos del corazón de Mina aumentaron.
—Mi amor por ti es real —aseguró Nicolas presionando su boca.
—¡Cómo extrañaba esto! —pensó ella mientras este la apretujaba contra el
barril.
El beso se intensificó cuando abrió más los labios, Mina sentía calor a pesar
que la temperatura era fría.
Nicolas bajo la cremallera de su vestido y la parte superior descendió hasta
casi tocar su cintura, entonces él dejo sus labios para besar la base de su cuello.
—Por favor no —susurró ella oprimiendo la mano contra el barril.
Pero él ignoró su súplica, desabrochó su sujetador exponiendo su pecho.
Ella arañaba la madera mientras la boca de él se movía avezada por sus senos.
—Me imaginaba cómo serían, pero es mejor de lo que pensaba —besó un
pezón y ella gimió.
—Alguien... puede...
Intentó resistir pero Nicolas la levantó del suelo y ella introdujo la mano
dentro de su camisa hundiendo las uñas en la piel de su espalda.
—Quiero…
—¡Mi sono dimenticato di spegni la luce! —gruñó un hombre.
—Nicolas, nos van a ver —susurró Mina.
—Ven.
La llevó hasta la parte más recóndita de la bodega detrás de los barriles más
grandes, y la puso en el suelo.
—Esto es vergonzoso —masculló ella uniendo con dificultad los broches
del sujetador.
—Lo siento —dijo Nicolas acariciando su cara.
—No lo sientas —puso un dedo en su boca—. Ya no puedo negar esto
Nicolas, te deseo como a nadie —rodeó su cuello con los brazos.
—Eres mi ángel.
—Entonces quieres hacerlo aquí mismo —los dedos de ella viajaron por su
nuca
—No —se separó un poco.
—Pero ...
—Vine aquí con un propósito en mente —hincó una rodilla en el suelo y
cogió sus manos—. Cásate conmigo Mina, sé mi esposa.
Trató de asimilar lo que él dijo, estaba perpleja por semejante propuesta y
más después de casi entregarse sin ofrecer resistencia.
—¿Casarme contigo?
—Si —hizo que se sentara junto a él en el suelo —. No voy a hacerte el
amor hasta estar casados, me lo prometí a mí mismo cuando hablé con tu madre.
Me dijo por qué te llaman ángel —recorrió su rostro hasta llegar a la piel de su
pecho que aún se inflamaba por sus besos.
—Nicolas no es necesario decidí estar contigo porque también te amo.
Tomó su rostro para besar su mentón rasposo y luego su boca, él no paraba
de sonreír después de que ella admitiera que también lo amaba.
—Nos confesamos mutuamente —cerró los ojos satisfecho de cómo ella lo
besaba—. Eres la mujer que amo con mi corazón y mi alma. He venido aquí por
ti, temía perderte y más cuando vi a ese italiano agarrar tu mano como si fuera tu
novio.
—Yo solo te amo a ti, pero dime más Nicolas.
—Vi cuando te besó hace dos noches, decidí dejarte y no insistir más,
entonces Meg dijo que tenía que luchar por ti porque sospechaba que me amabas
—le acarició el cabello suelto.
—Creo que ella lo hizo por su propia conveniencia, ahora… —lo hizo
acostarse en el suelo poniéndose sobre él con una pierna a cada lado—. No me
importa —oprimió los labios contra su cuello.
—Como te dije antes Mina, no te reprimas.
Ella recorrió su cuello y luego la clavícula, abrió su camisa besando el
centro de su pecho. Bajo más pero antes de alcanzar el ombligo él la detuvo.
—NO.
—¿Me estas rechazando? —ella se incorporó rozando sus labios.
—Jamás —la envolvió en sus brazos—. Cásate conmigo en este lugar lejos
de Chicago, aprovechemos que estamos aquí para tener nuestra luna de miel —
mordió su oreja—. Quiero hacerte el amor con ternura después de hacer nuestras
promesas ante un sacerdote
—Solo podemos tener sexo si nos casamos —ella meneó la cabeza—. Esto
es absurdo.
—No entiendo querías hacer el amor aquí en esta bodega fría y oscura, pero
me consideras absurdo por proponerte matrimonio.
—Has pensado en lo que dirán todos —lo empujo poniéndose de pie.
—Me importa un bledo lo que piensen.
—Eres Nicolas Crowe.
—Y tú eres Mina Foster, la mujer con quien deseo casarme a pesar de lo
que piense la gente —le beso las manos—. Eres todo para mi hermosa.
—Dime algo, ¿Meg sabia de tu plan?
—Se lo dije ayer.
—Por eso cuando bailábamos descalzos me hizo un guiño con picardía.
—Mina —Nicolas acunó su cara—. Quiero ser tu esposo, amante y amigo.
Eres la mujer de mi vida, estoy aquí por ti, no eres tú quien se rindió ante mí soy
yo.
Ella enredaba los mechones de su cabello con los dedos como si fuera
caramelo liquido.
—Siempre pensé en casarme después de tener varias citas, presentarlo a mis
padres y tener un largo noviazgo con los preparativos de la boda en marcha.
Nicolas rió socarrón.
—Entonces quieres intimar conmigo antes de encontrar a tu príncipe azul.
—No... No, ¿por qué me haces esto? Se supone que en este momento ya
habríamos hecho el amor, pero estamos discutiendo sobre matrimonio —bufó
molesta—. Sabes cómo enfriar las hormonas de una mujer.
—Bueno —se puso de pie abotonando su camisa—. En dos días me marcho
de Italia, no voy a obligarte a tomar una decisión, pero soy sincero, te amo Mina
y estoy seguro de que quiero pasar el resto de mi vida contigo.
—Nicolas.
—Sal primero, yo saldré después —se perdió entre la fila de barricas
adentrándose más en la bodega.
Mina subió el vestido y arreglo su cabello lo mejor que pudo. Salió de la
bodega sin mirar atrás, con la mente hecha un lio.
—Él me ama… si me ama, ¿pero casarme con él, tan rápido?
Sentía calor en el pecho.
—Necesito una ducha fría.
Capitulo 37

—¿Dónde estuviste anoche, Mina? —preguntó Dylan.


—¡Cof! Agua…Cof! Necesito... agua.
Meg que estaba junto a ella le pasó su vaso al ver que casi se atraganta
comiendo la Schiacciata con uvas. Miró a Nicolas de soslayo que bebía su café
sin siquiera inmutarse por lo sucedido en la mesa.
Ceci movió los dedos por la servilleta con dudas de la conducta de su
sobrina.
—¿Estás bien? —preguntó Dylan tocando su mano, ella la retiró consciente
de la presencia de Nicolas.
—Estoy bien, ayer por la noche decidí ir a mi habitación temprano, estaba
exhausta —limpio sus labios viendo a su izquierda de reojo—. Cínico, se hace el
inocente.
—Señor Mauro —dijo una de las empleadas que llegó al patio—. Tiene una
llamada en su oficina.
— Gracias. Ya vuelvo —se disculpó dejando la mesa bajo la atenta mirada
de Ceci.
Los demás continuaron con el desayuno, minutos después Emilio regresó
visiblemente preocupado.
—Dylan tenemos que viajar a Roma.
—¿Que sucedió? — indagó Ceci.
—Mi sobrina Isabel está en el hospital por una cirugía de emergencia, mi
hermana se encuentra en el extranjero con su esposo. Nos necesita, así que
Dylan debes venir conmigo.
—No te preocupes papá —le tocó el hombro—. Iré contigo.
—¿Quieres que vaya también Emilio? —preguntó Ceci consternada por la
noticia.
—No es necesario en dos o tres días estaremos de regreso.
—Si asi lo quieres, pero por favor llámame tan pronto lleguen.
—Asi lo hare, Ceci. Señor Crowe lo siento por esto, lo dejo en buenas
manos.
—Está bien señor Mauro una emergencia familiar es siempre una prioridad
—dijo con franqueza, aunque se alegraba por la marcha repentina de Dylan.
—Gracias señor Crowe. Dylan nos vamos en el helicóptero que estará aquí
en una hora, empaca lo necesario.
—Está bien papá —se volvió hacia Mina—. Lo siento por esto, pero tan
pronto solucionemos este asunto volveré —le besó la mano y se fue con su
padre.
Mina se volvió hacia Nicolas que tenía expresión de piedra.
—Señoritas… señora Foster con permiso —empujó su silla y también se
fue pero en otra dirección.
Meg golpeteó la mesa.
—Hasta cuándo vas a rechazarlo.
—Tengo que tomarme un tiempo para definir lo que voy a hacer —dijo
Mina.
—¿De qué hablan? —cuestionó Ceci, intrigada por lo que discutían.
Mina se sentía sofocada por el incidente de la noche anterior, aun así
decidió relatar sobre su propuesta.
—Nicolas me propuso matrimonio, pero al parecer Meg sabía de esto antes
que yo. Gracias ahora eres más amiga de él que de mí.
Ceci dejó su silla para sentarse junto a su ahijada.
—Te propuso matrimonio, pero antes te dijo que te ama.
—Me lo confesó anoche y yo hice lo mismo, pero casarme es algo que
considero apresurado, ni siquiera hemos sido novios.
—¿Quieres oír mi sugerencia, Mina? —intervino Meg.
—Si — dijo Mina.
—Cásate con él.
—¿Qué?
—Sí.
—Lo dices por Dylan.
—En absoluto, aunque prefiero que se quite la venda de los ojos con
respecto a ti, pero también es por Nicolas. Te vio cuando Dylan te beso y si no
fuera por mí de seguro ahora estaría en un avión de regreso a Chicago.
—Estoy de acuerdo con Meg —dijo Ceci.
—¡Tía! —hizo un mohín al ver a ambas mujeres en su contra,
especialmente su madrina.
—¿Tu lo amas?
—Tía ya te dije.
—No Mina, ¿realmente lo amas?
—Con todo mi corazón —bajó la voz previniendo que Emilio o Dylan
regresaran—. Quise ir más allá, pero me detuvo pidiéndome matrimonio, me
dijo que no quiere hacer el amor conmigo hasta estar casados, lo decidió después
de hablar con mi madre. Pensaba que solo quería acostarse conmigo, pero con
esta propuesta estoy segura de que me ama. Yo no estoy tan segura de tomar esta
decisión.
—Por tu familia —dijo Meg.
—Sí, y no es solo la mía también la suya, somos de mundos diferentes.
—Estoy segura de que tu madre se alegrará de esto, tu padre sólo quiere tu
felicidad y Brandon tiene su vida —dijo Ceci tratando de aliviar sus dudas—.
Sobre la familia Crowe no creo que a Nicolas le importe su opinión.
Mina recordó a Ben y sintió más estrés.
—Pero no sólo soy yo, hay otras personas.
—Te voy a dar un consejo —dijo Meg—, es verdad todo esto es acelerado,
no han tenido un compromiso adecuado, ¿pero es tan importante eso para ti? Te
demostró lo comprometido que está, hubiera aprovechado en tener sexo contigo
e irse sin más pero no lo hizo, y eso es raro en un hombre.
—Cariño piensa bien lo que harás —dijo Ceci—, no te presiones, elige de
acuerdo a cómo te sientes.
—Él quiere casarse aquí y disfrutar de los pocos dias que nos quedan en
Italia para nuestra luna de miel. Me siento extraña al hablar de matrimonio
cuando tendríamos que haber sido novios antes de considerarlo. Saben cómo se
sentirá mi familia cuando regrese y les diga: Mamá, papá les presento a mí
esposo, nos casamos en Italia, me siguió para proponérmelo hemos tenido una
relación secreta por unos meses. Por cierto es Nicolas Crowe, mi jefe. Esto es
una locura.
Llevo las manos a su cabeza, Meg extendió la mano para frotar su espalda.
—Tiene que ser duro estar en este dilema, pero tienes suerte Nicolas te ama
en cambio Dylan solo me ve como una amiga.
—Cuando regrese dile lo que sientes —dijo Mina.
—Quizás, ¿y tú que harás?

***

Pensó y repensó en las circunstancias que la habían llevado a ese punto.


Desde el baile de mascara y su creciente atracción por él sin saber quién era,
hasta la última vez que lo vio en Chicago y le causo espanto su advertencia.
—Esa debería ser una razón de peso para decir que no y olvidarme de todo
este asunto.
Se sentó en la cama pensando en cada una de las personas que se verían
afectadas si decía que si.
—Debo poner en una balanza todos estos puntos.

Contras

1. Mi familia: Brandon me matará “literalmente” cuando sepa que su


hermana se casó sin que el novio pasara su estricto filtro y en cuanto a mi padre
no se cual será su posición.
2. Su estatus social: es rico ¡NO! es un millonario propietario de una
empresa y de seguro con una larga lista de candidatas a ser su esposa.
3. Soy su empleada por lo que las malas lenguas pensarán que soy una caza
fortunas.
4. Hay algo en él que es sombrío, puedo sentirlo. (Sera que eso es lo que me
atrae más por mi afición a los libros de terror)
5. Ben, creo que voy a romperte el corazón por casarme con tu primo.

—Y un análisis no puede estar completo sin los pros.

1. Lo amo con todo mi corazón, si pierdo esta posibilidad quizás me


arrepienta por el resto de mi vida.
2. Mi madre podría estar encantada, creo que sueña esto desde que Nicolas
visitó la pastelería.
3. Tengo que admitir que ahora soy yo la que no puede esperar en intimar
con él. Esto no es bueno para mí "ten cuidado con lo que deseas, Mina”
4. Es dulce con los niños, si tenemos hijos será el mejor padre, Jessie es la
prueba de eso.
5. Amor, amor y más amor.

—Cinco cada una, pero entonces… —repasó todas hasta considerar uno
adicional—. ¿Será esa mi respuesta?

***

Caminaba hacia la casa de huéspedes cuando vio a lo lejos un coche


aparcado con la puerta del portaequipaje abierto y a un hombre metiendo dentro
una maleta. Corrió lo más rápido que pudo para llegar pensando que Nicolas se
marchaba, pero el auto arrancó dejando la casa.
Se detuvo con deseos de llorar cuando la tomaron por detrás.
—¡Mina!
—¡Nicolas! —giró y casi salto sobre él.
—Estas feliz de verme, pero hace solo una hora nos vimos —la estrecho
contra su cuerpo—. No importa, me encanta esto.
—Pensé que te habías marchado, vi a un hombre meter una maleta en el
coche.
—Es de uno de los huéspedes anteriores que la olvido, pero has venido
caminando desde la casa grande.
—He tardado siete minutos, pero no me importa.
—¿Por qué lo hiciste?
—Tengo mi respuesta.
—Y es...
Ella lo tomó de la mano.
—Quiero que vengas a mi habitación.
No había nadie en la casa cuando llegaron, salvo los empleados que
limpiaban la estancia. Ceci y Meg hicieron un viaje rápido a Florencia asi que
serian varios minutos del viñedo a la ciudad tiempo suficiente para que pudieran
estar a solas.
Mina le tendió la mano y lo llevó hasta su cama.
—Cuando el gato no esta los ratones hacen una fiesta —dijo Nicolas
sentándose en la cama y ella lo hizo en sus piernas—. Te lo dije, después que nos
casemos.
—Lo sé, pero no hay ningún contrato que diga que no puedo darte un besito
en la cara —lo beso en la mejilla, luego lo hizo en su labio superior—, y en la
boca.
—Yo tenía razón eres una criatura inquietante, tienes la maestría de romper
mi voluntad pero ahora es tu momento de aguantar hasta que estemos casados,
¡Mina! —la detuvo.
Ella sonreía.
—¿Criatura inquietante?
—Asi te llamé cuando te vi en ese balcón y no me equivoqué. Te has
metido en mi mente, mi corazón y mi alma, y te quedaras allí para siempre.
—Estamos a mano entonces, vampiro.
El que ella mencionara su viejo apodo hizo que Nicolas trajera al presente
los recuerdos de su vida pasada. Quería mantener eso lejos de su nueva vida,
pasando por alto las advertencias de su hermano hace años y las de Patrick que
no sabía dónde estaba.
Su amor por Mina revivió esos sentimientos que creía muertos el día que
Caterina fue asesinada. Se distrajo al evocar su pasado que no reparo en que
Mina desabrochó su camisa pasando la mano por su pecho, frotando la cicatriz.
—¿Vas a decirme sobre ella? —susurró con los labios en su oreja.
—Es demasiado doloroso... y el pasado es pasado —le agarro los brazos—.
Mina esta cicatriz es algo que quiero dejar atrás, ¿ahora dime, cuál es tu
respuesta?
Dejo sus piernas y puso ambas manos en su rostro.
—Nicolas Crowe, estoy feliz de aceptar tu propuesta de matrimonio,
quiero ser tu esposa.
—Mina…
—El último punto es que quizás sea lo más loco que he hecho en mi vida y
eso que una vez me lance en bungee jumping en Colorado con unas compañeras
de la… —hizo una pausa consciente del gesto que hizo él al ella desviarse de la
conversación—. Bueno la cuestión es que en verdad quiero casarme contigo.
De pronto se vio elevada del suelo, Nicolas giró con ella llevándola en
brazos.
—Soy feliz —celebró dichoso.
—¡Bájame! —gritó ella golpeando su hombro.
—Te amo Mina juro que te haré feliz —le beso los labios.
—Te amo Nicolas.
—Puedes sacar lo que guardo en el bolsillo de mi camisa.
Mina asintió y con dificultad traslado su mano por este cogiendo una cajita.
La abrió aguantando las lágrimas al ver el anillo que brillaba solitario sobre la
montura dorada. Le temblaban los dedos tocando la joya.
—Pertenece a mi familia y ahora es tuyo.
Nicolas lo deslizó en su dedo anular y la besó recordando las palabras que
su hermano le dijo.

Es un diamante, perteneció a nuestra verdadera madre, nuestro padre lo


compró con lo que ganó de su última pelea como boxeador. Pude recuperarlo de
los objetos personales que dejo con la hermana Anne. Ahora es tuyo cuando
todo esté termine dáselo a la mujer que pueda derretir ese frio corazón tuyo, tal
vez ahora pienses que no sucederá, pero quien sabe a lo mejor llegue.

Consideró en su momento que la idea de su hermano era estúpida, aun asi


guardó el anillo en la caja fuerte de la casa Crowe. Cuando decidió proponerle
matrimonio a Mina, tomó el anillo y lo llevó consigo todo el tiempo, esperando
el momento propicio para pedírselo.
Continuaron besándose hasta que se abrió la puerta.
—¡Gulp! ¡¿Están vestidos?! —preguntó Meg parada fuera del dormitorio.
—¡Ponme abajo! —Ordenó Mina—. ¡Meg pueden pasar!
Entró tapándose los ojos con la mano.
—Espero que ninguno este desnudo o semidesnudo, aunque ya te haya visto
Nicolas.
—¿Cómo es eso de que lo viste desnudo? —Inquirió Mina con las manos
en la cintura—. Hay algo que quisieran contarme.
—Está bromeando —Nicolas soltó una risita nerviosa—. Meg me viste por
casualidad cuando me iba a poner el polo.
—Estas empeorando las cosas Nicolas, Mina soy incapaz de quitarte a tu
novio, verdad Ceci… ¿Ceci? —volteó detrás de ella—. Creo que de verdad
pensó que tu novio estaba desnudo... ¡Ceci están vestidos!
—Megan Collins —dijo esta con enojo cuando entró—. No me gustan esas
bromas.
Mina vio que ambas traían dos cajas cada una, además de una rectangular
de mayor tamaño.
—¿Qué es esto?
—Después de que hablamos de tu decisión Ceci telefoneo a la casa de
modas para recoger tu vestido de novia y el traje para Nicolas. La propia Claudia
los escogió y son su regalo de bodas, asi que mañana a esta hora ustedes se
convertirán en marido y mujer.
—¡TAN PRONTO! —gritó Mina.
Vino y Rosas
Capitulo 38

Mina
Ya no podía mas con la ansiedad que me producía ver el reloj con el ruido de
las manecillas trasladándose de un número al otro. Todavía en mi bata de cama,
me movía por la habitación nerviosa y preocupada.
Este viaje fue una bendición para mí, lo vi como la posibilidad que tenia de
olvidar lo vivido con él los últimos meses. Pero ahora estaba a punto de
convertirme en la esposa del propietario de Corporación Crowe, la compañía que
en mis primeros años de universitaria soñé trabajar. Me frote las manos por la
sensación que me produjo pensar que en unas horas seria Mina Crowe.
—¡Dios mío! —inhalé y exhalé tratando de serenarme, pero fue inútil.
La puerta se abrió, Tía Ceci entró junto con Meg que traía su maletín de
cosméticos.
—¡Mina! —Dijo mirándome con espanto—. Te ves pálida.
—Ya sé que luzco como un muerto viviente, pero es que solo dormí tres
horas y tuve sueños extraños.
Tras varias semanas volví a soñar con aquel libro de vampiros, pero ahora
era yo quien lucía como uno con la piel traslucida como una medusa y los labios
muy rojos, como si acabara de darme un suculento banquete. El terror que eso
me produjo no me permitió conciliar el sueño de nuevo. Sucedió a las cuatro de
la mañana y ahora eran casi las once.
—Creo que estoy al borde del pánico, intento asimilar todo, sin embargo no
puedo —sacudí la cabeza.
Mi tía vino conmigo y friccionó mis hombros.
—Te vas a casar y es precipitado, pero estás enamorada tarde o temprano
esto iba a suceder.
Mis ansiedades se fueron calmando con sus reconfortantes palabras además
del masaje, pero pensé en mis padres y volví a respirar agitada.
—Mamá y papá, ¿quién me va a entregar? —Sollocé con desconsuelo
cubriendo mi cara—. Dylan y Emilio se enfadarán —lloriqueé aún más.
—Hablaré con ellos y acerca de lo otro puedes tener otra ceremonia cuando
regresen a Chicago. La boda aquí es sólo un trámite para...
—¿Tía crees que acepte casarme sólo por eso? Yo lo amo y me ama,
queremos estar juntos.
—Tú lo has dicho vas a casarte por amor —Meg se acercó a nosotras—,
qué mejor razón para hacerlo.
Junto mi cabello llevándolo hacia arriba, y con un pasador que había cogido
del kit lo recogió pegándolo a mi nuca.
—Ahora a lavar esa cara que tienes que estar lista antes de la una.
Fui al baño arrastrando los pies, me lave la cara tres veces para despertar
del todo. Regresé con Meg que colocó una toalla enrollada en mi cuello, me
senté en el sofá con la cabeza echada hacia el respaldo. Unto una crema verde de
olor suave en sus manos, y procedió a masajear mi cara y cuello con
movimientos circulares.
—Mantén los ojos cerrados —dijo.
Gracias a la esencia de flores que mi tía puso en el aromatizador, comencé a
relajarme. Ambas trabajaron en mí mientras yo me sumergía en un sueño que me
llevo a un jardín lleno de rosas y a los brazos de mi futuro esposo.

Nicolas
Gracias a la tía de Mina que conocía este lugar al dedillo la boda se
celebraría en Montestigliano, en una pequeña capilla en la colina decorada con
velas y arreglos florales de rosas blancas. La hermana del sacerdote fue quien
dispuso todo con la ayuda de la propia Cecile Foster.
Hacia media hora que llegué, estaba más nervioso que un pavo al que van a
desplumar ya que iba y venía de los bancos al altar.
—Muchacho, la novia llegará pronto —dijo el sacerdote, como si con ello
pudiera mantenerme quieto.
—Es que no se qué hacer —expresé ansioso—. Creo que hasta olvide los
votos.
—He tenido la oportunidad de ver a novios en la misma situación que usted
Nicolas, hasta hubo uno que dejaron plantado.
—¡Ella no puede hacerlo! ... bueno eso espero.
Volví a sentarme, el sacerdote removió la tela que cubría el plato con las
ostias. Un hombre con boina gris tocaba unos acordes en su guitarra, yo no tenía
idea cual sería la música para la entrada de Mina a la capilla.
—Todo esto es sencillo para lo que ella merece, pero yo sólo quiero estar
con la mujer que amo.
Pensé en mi hermano y cuantas veces me advirtió no enamorarme antes de
cumplir con el pacto.
—No puedo hacerlo, se que te lo prometí hermano debilucho pero esto es
más fuerte que yo. Si la hubieras conocido no te habrías opuesto.
Movía la pierna inquieto, cuando escuche que el acorde cambio y se volvió
más fluido. Me puse de pie y vi a Meg en un vestido corto rosa corriendo hacia
mí.
—Te deseo lo mejor Nicolas —palmeó mi hombro parándose junto a mí.
—Gracias Meg.
Vi hacia la entrada de la capilla, la luz del sol cubría su cuerpo como un
halo luminoso. El largo vestido de raso parecía segunda piel en su cuerpo de
formas suaves.
—Un ángel, como en mis sueños de niño.

Mina
Escuche los acordes de una guitarra, el Nessum Dorma me provoco deseos
de llorar con el recuerdo de mi abuela Agnes, la madre de mi padre que la ponía
en las tardes en su viejo tocadiscos de vinilo. Tomábamos el té en su vajilla de
cerámica pintada a mano y comíamos galletas de mantequilla con la voz de
Pavarotti llenando el salón de la casa con su potente voz. Vi hacia el cielo
imaginando que ella me miraba desde allí junto a mi abuelo Lucas, dándonos su
aprobación.
Entonces vi hacia el altar, allí estaba Nicolas vestido de gris claro con sus
ojos azules fijos en mí. Su sonrisa cálida me infundió la seguridad que
necesitaba para ir con él.
Acerque el ramo de calas con olivo a mi pecho, e inspire.
—¿Cielo, estas bien? —cuestionó mi tía al ver mi ademán.
Mi tía me llevaría con él, y también era mi dama de honor y testigo.
—Lo estoy, es que todo esto es abrumador, Nicolas se ve tan diferente
esperando por mí... su mirada...
El recorrido de la entrada de la capilla al altar donde él me esperaba fue
breve, mi tía besó mi frente representando a mis padres y dio mi mano a Nicolas
que la tomó con fuerza.
Nicolas
Antes de ir con Meg a uno de los bancos, Cecile Foster puso su mano sobre
las nuestras en un gesto que parecía una bendición.
—Cuide de ella Nicolas, la dejo en sus manos —me dio un beso.
Contuve en ese momento el deseo llameante de besar a Mina. Su apariencia
era angelical con el vestido cuya falda tocaba el colorido piso de mosaicos, y el
tocado de piedras en su cabello castaño trenzado que dejaba caer sobre su
hombro izquierdo.
—Mina, yo…
—Después Nicolas —dijo el sacerdote.
Sus palabras sobre la vida conyugal fueron cortas para mi beneplácito, no
era que no estuviera disfrutando lo que sucedía, pero necesitaba estar a solas con
ella pronto.
—Ahora pueden decir sus votos, Nicolas usted primero.
Tome el anillo más pequeño, de la mano del sacerdote que ya los había
bendecido. Lo lleve al dedo de mi novia sosteniendo su mano.
—Yo, Nicolas Crowe uno mi vida a la tuya Mina Foster no sólo como tu
esposo sino como tu amigo, amante y confidente. Voy a ser el hombre que te
proteja y te ame siempre, el compañero de tu vida. Desde este día caminaré a tu
lado y te hare feliz por toda la eternidad.
Deslice el aro dorado en el mismo dedo que el día anterior puse el anillo de
mi madre y bese su mano. En ese momento no pensé en nada, ni en pactos, ni en
ajuste de cuentas, solo en sus hermosos ojos verdes que miraban a los míos
nublados.

Mina
Respire hondo aguantando las lágrimas al ver su expresión calmada,
deslizando el anillo. Me dispuse a decir mis votos cuando el sacerdote me miro
asintiendo.
—Yo, Mina Foster te tomo a ti Nicolas Crowe como mi esposo, amigo y
amante, frente a estos testigos prometo amarte por el resto de nuestras vidas. Te
tomo con todas tus virtudes y defectos, así como yo me entrego a ti con todas mis
fuerzas y debilidades. Seré tu apoyo cuando lo necesites. Te elijo como la
persona con quien quiero compartir mi vida y a la que amaré más allá de esta.
Deslice el anillo en su dedo con algo de torpeza que lo hizo sonreír,
entonces bese su mano. Miramos al sacerdote que nos bendijo.
—Los declaro marido y mujer, señor Crowe puede besar a la novia.
—Señora Crowe —dijo Nicolas con una voz tan suave que arrulló mi oído.
Su mirada azul me traspaso tocando mi alma.
Cogió mi cara entre sus manos y tocó mis labios con delicadeza. Escuche
los aplausos y también el ligero repique de unas campanas que anunciaban
nuestra unión a los cuatro vientos.
—Ahora soy Mina Crowe —me dije.
Como la ceremonia fue apresurada nos conformamos con una cena en un
restaurante local propiedad de una pareja amigos de Emilio que prepararon una
comida especial para nosotros, los ahora recién casados, y también bebimos
vino. Cortamos un pastel de bodas de queso y vainilla adornado con frambuesas
que nos dimos de comer mutuamente, los demás comensales celebraron con
nosotros.
Meg y mi tía permanecieron en el restaurante para dejarnos regresar a la
villa solos. Hice todo el viaje pegada al pecho de Nicolas, cuando el auto se
detuvo en la casa de huéspedes sentí el remezón de lo que estaba por venir. Ni
siquiera pude bajar por mis propios pies porque mi esposo me tomó en brazos
llevándome al interior de la casa.
Los nervios se apoderaban lentamente de mi calma.
—¿Quieres mas vino? —dijo él cogiendo una de las botellas del mostrador
de la cocina
—Si, por favor —estuve de acuerdo, necesitaba beber para envalentonarme.
—Puedes subir y yo busco las copas.
—Si —dije con la peor sensación de vacío que haya tenido en mi vida.
—Mina —vino conmigo, cogió mi mano y frotó mis nudillos—. Te siento
tensa —pasó un dedo por mi mejilla.
—No es nada. Iré a quitarme los zapatos, me duelen los pies.
Subí la escalera en un dos por tres y eso que llevaba unos tacones de aguja
que podían causar un accidente. Me los quite cuando llegue a su habitación, olía
a él, a sándalo y madera, y a los arreglos de rosas rojas y blancas colocados en la
mesa junto a la cama y la peinadora.
Vi una tarjeta en uno de ellos.

Disfruten el momento, Meg

La leí tres veces y la deje sobre la mesa.


Vi mis maletas en una esquina y pensé si debía cambiar mi vestido por un
camisón de seda que tía Ceci trajo con el resto del ajuar.
Sacudí la cabeza ante la idea.
—Esto iba a suceder en la bodega, ahora estoy casada lo que es normal
que…
—¡Mina! —lo escuché aproximarse.
Salí al balcón con la esperanza de que el aire puro me relajara.
—Y mi estomago que se balancea en un trapecio —aferré los dedos en
torno a la baranda—. Hice bien en no comer más pastel con…
—Como esa noche —dijo, lo sentí avanzar hacia mí—. Nunca podre
olvidar el momento en que te vi por primera vez.
—Respira Mina —susurré.
Sus dedos se movieron por la seda de mi vestido que brillaba con la luna.
Deshizo sin problema la elaborada trenza que me hizo Meg, dejando mi pelo
suelto.
—Mi criatura inquietante —deslizo un dedo por mi nuca.
El aroma que despedía su cuerpo despertó cada uno de mis sentidos.
Mordisqueo mi oreja.
—Ti amo cosi tanto, ho bisogno si te adesso.
Capitulo 39

Mina
—Ti amo cosi tanto, ho bisogno si te adesso.
—¿Qué significa? —pregunté embelesada.
—Te amo tanto, te necesito ahora.
Su voz era como un relámpago sesgando la oscura noche. Supuse que tía
Ceci le enseño esas palabras en italiano el día que le di el sí, cuando fueron a la
cocina mientras Meg y yo nos quedamos en la estancia.
Hablaron largo y tendido sobre el singular inicio de nuestra relación y lo
que ella pensaba de esto. No había duda que mi tía creía en él, y más por lo que
comentó de camino a la iglesia.
—Te ama de una manera que no logro explicar, es apasionada y tierna a la
vez.
—Mina —su voz me trajo al presente.
—Deseo beber —me escurrí de su abrazo y retorné con nervios a la
habitación.
Tomé la botella que él había dejado en la mesa y vertí el vino rojo en una de
las copas hasta derramarse.
—¿Quieres embriagarte para poder estar conmigo? En la bodega tú…
—No es asi —deje la copa en la mesa después de beber hasta la mitad—.
Me siento aterrada, nerviosa…
Intente ir al baño, al menos para lavarme los dientes pero Nicolas aprisionó
mi cuerpo envolviéndome en sus brazos.
—No tienes porque sentirlo —pasó su mano por mi espalda, bajando la
cremallera del vestido hasta la mitad—. Será como tú quieras.
Todo él era como una droga que me daba en dosis suficientes para incitarme
más. Me vi parada en medio de la habitación con el vestido deslizándose por mi
cuerpo hasta tocar mis pies descalzos. No le llevo tiempo, ni esfuerzo soltar el
liguero que sujetaba mis medias y bajarlas.
—Nicolas.
—No digas nada.
Mis oídos pitaron cuando metió la mano dentro del sujetador para acariciar
mi pecho, se me puso la piel de gallina por su caricia invasora. El fuego dentro
de mí había comenzado, y estaba segura de que así como inicio no dejaría de
aumentar hasta que me consumiera por completo.
Las dos delicadas piezas de lencería italiana que cubrían mi trémulo cuerpo,
lo abandonaron antes de si quisiera llegar al lecho.
—Quédate allí y no voltees —dijo por detrás de mí, separando sus manos
de mis caderas.
Me sentí extraña al estar completamente desnuda mirando hacia los postes
de la enorme cama, no podía siquiera verlo de soslayo porque yo le daba la
espalda.
Apreté las manos contra mis muslos viendo las formas de mi cuerpo.
—¿Cuánto más tendré que estar asi? —me pregunté con el miedo que
continuaba rasgando en mi interior.
—Voltea —dijo él con suavidad.
Lo hice y sentí el fuego avivarse como si hubiera lanzado un leño seco,
estaba tan desnudo como yo. Su torso musculoso era más ancho que sus caderas
algo estrechas, me parecía perfecto aunque yo no podía compararlo porque no
había visto a otro hombre asi en mi vida.
—Mina —musitó viniendo hacia mí—. No temas, solo déjate llevar.
De pronto me vi tendida en la mullida superficie del lecho con él sobre mí
besando mi boca, su lengua saboreaba la mía. Descendió por mi cuello y chupo
mi piel, recordé mi sueño del vampiro con su boca por mi cuerpo pasando entre
mis pechos. Cerró su mano en torno a uno, y con la otra acarició mi muslo
interno despertándome más.
—¿Te gusta? —cuestionó complacido de mi reacción a sus caricias.
—Si —dije con calor en las mejillas—. Mucho.
—He esperado tanto por ti.
Mi respiración se fue acelerando y en cosa de segundos empujo en mí
moviéndose contra mi cuerpo que resentía su acometida. Era un intenso vaivén
de emociones agolpadas con mis músculos contrayéndose por la presión. Alguna
idea tenia de cómo era hacer el amor por primera vez, sabía que sería intenso y
que en algún punto mi cuerpo se adaptaría a estas nuevas sensaciones.
—Me despiertas más —susurró en mi oído—, con tus ruidos Mina.
El dolor fue tornándose en una delicia infinita que disfrute hasta la última
gota. Jadeé al sentir que lentamente me iba acoplando a él, como dos piezas
únicas destinadas a estar juntas.
Apreté las caderas ante su fuerte presencia, hizo otro empuje que me llevo
al orgasmo, y me hundí ligera y despejada en la cama.
Nicolas se separo de mí desplomándose a mi lado, con su brazo extendido
hacia mi pelo esparcido en la almohada.
—Como rayos de sol… que separan las nubes grises.
Mis pensamientos seguían inmersos en lo que acababa de suceder, por eso
no analice en profundidad lo que dijo.
—¿Qué piensas Mina?
—Que nada… supera la practica —dije respirando de forma acompasada,
con la mano en el pecho—. No puede compararse con nada… leerlo no es lo
mismo que experimentarlo.
—Me place que lo digas —se volvió hacia mí, apoyando un codo en la
cama—. Ves que no había razón para sentir miedo.
—No —aseguré—. La verdad es que ya sabía de primera fuente como sería.
No he vivido bajo una piedra para no saber cómo es, pero era mi primera vez y
tenía miedo de no…
Situó su pulgar en mi boca, manteniendo mis labios separados.
—Eres perfecta para mí, después de hablar con tu madre decidí que solo te
tendría cuando estuviéramos casados. Proteger a mi precioso ángel.
—Y con el intenso encuentro en la bodega decidiste proponérmelo.
—Disfrutar de ambos que son… —movió el dedo de mi boca hacia el
pecho, tocó mi pezón que se sensibilizo aún más por el ligero roce de la yema—.
¿Quién no?
—¿Ahora estas satisfecho?
No dijo nada, quitó el pulgar y me dio besos en la piel. Yo arquee el cuerpo
con ganas de más.

Nicolas
Su piel suave contra la mía era demasiado tentador, sé que está agotada la
tomé sin caricias previas y prolongadas en vez de ser tierno. Mi deseo por ella
fue más allá de mi propio instinto, trate de bajar la intensidad, amarla de la
manera correcta pero me ganó el ansia.
Decidí darle a ella una mañana agradable con el sol calentando nuestros
cuerpos. Me di la vuelta en la cama, mis labios acariciaron su mandíbula
trazando una línea invisible hasta su corazón que palpitaba con más calma. Esta
mujer a la que he hecho el amor, es mi ángel de misericordia que vino a mi vida
para hacerme feliz y ver hacia el futuro con optimismo.
—Este tiempo… —dije abrazando su cuerpo sediento de su amor por mí—,
es solo tuyo y mío.
Mis dedos recorrieron la tierna piel de su vientre que temblaba todavía bajo
mi toque. Otra ronda de satisfacción mutua nos esperaba.
Me hipnotizo cuando cambiamos de posición y beso mi pecho trazando
círculos con su lengua, lamiendo la piel alrededor de mi cicatriz.
—Mina…
—Cómo me gustaría saber lo que significa —me miró inmóvil—. Tuve un
sueño contigo.
—¿Qué sueño?
—Eras un vampiro y me diste de tu sangre para que fuera igual a ti, ves que
imaginación disparatada tengo.
—¿En serio? —Pase mi brazo por su cintura y la levante para sentarla en
mis piernas—. Y dime como vampiro… —deslice las manos por su cuerpo como
si esculpiera mi anhelada escultura—, también hice esto.
—Tu…
No podía darle respiro, era superior a mí, deje de lado mi mente inamovible
para darle paso al hombre que alguna vez fui.
Hice lo de hace unas horas pero concentrándome de sus pechos hacia abajo,
hasta donde yo pudiera llegar. Al final Mina tenía las mejillas muy rojas y se
retorcía en mis brazos que no se apartaron de ella ni un segundo.
—Nicolas...
—Un poco más —dije en un último impulso que la llevo a abrazarme con
todo su cuerpo tembloroso.
Solo se escuchaban nuestras respiraciones. Parecía que el mundo había
dejado de existir y que solo éramos ella y yo, expuestos en piel y alma en un
refugio mediterráneo.
—Nunca pensé… —por fin la escuche—, que fueras capaz de hacer este
tipo de cosas.
—¿Te causó disgusto?
—No —apoyo las manos en mis hombros—. Eres mi esposo y me gusto.
—Te devoré —dije acostando su frágil cuerpo en la cama—. Ahora quiero
que duermas.
—Quisiera…
Sabía que iba a decir, asi que me acosté junto a ella frotando sus mejillas
que seguían con el tenue rubor.
—Te lo dije en mi oficina antes de tu viaje, solo necesitas tiempo para
acostumbrarte.
—Dime eso que hiciste…
—Recuerda lo que dije antes, pasado es pasado. Ahora señora Crowe
duerma hasta que recupere sus fuerzas, yo la abrazaré todo lo que usted quiera.
—Gracias —suspiró cerrando los ojos.
—Gracias a ti por darle espacio en tu corazón a un alma perdida, mi ángel.

Mina
Parpadeé con los rayos del sol rozando mi mejilla, mi cuerpo agarrotado aún
sentía dolor en la parte baja de mi vientre, lo que sucedió con mi esposo fue
demasiado intenso rebasando las expectativas que tenia. Lo sentí en cada parte
de mi cuerpo, por dentro y por fuera. Por curiosidad levante un poco la sábana
que nos cubría, estoy desnuda y mis pechos siguen sensibles. Nunca pensé que
podría ser así, a veces sentía como si de verdad hubiera sido devorada por él y
sus impulsos.
Había memorizado cada cosa que ocurrió entre nosotros y fue abrumador,
mi cuerpo sólo reaccionó a cada cosa que hizo.
Levanté la mano viendo a contra luz las venas en el dorso, las líneas en mi
palma, me siento diferente. Cambié de posición y él seguía ausente de este
mundo, no había rastro del amante de la noche anterior, se veía demasiado
pacífico. Su pecho se movía con cada inhalación, de abajo hacia arriba
dejándome sin aliento.
Me fui moviendo hacia él en busca de calor. Parpadeó observándome con
sus insondables ojos azules.
—Hola señora Crowe —acarició mi espalda produciéndome escalofríos.
—Hola esposo —dije arropada por sus brazos.
Mi pulso se incrementó cuando sus dedos rozaron el final de mi espalda,
suspiré pensando en otra ronda que sería demasiado para mí cuerpo todavía
débil.
Giró de repente y terminé debajo de él.
—No es bueno que yo este desnuda y tu estés encima de mí —dije al ver
sus codiciosos ojos, mostrándome una sonrisa ladina—. Mi cuerpo todavía está
en recuperación.
Traté de salir de la cama, pero sus brazos eran como una jaula y yo era el
pájaro atrapado en ella.
—Nicolas…
—Necesito combustible.
Salió de la cama en un salto dejándome con la idea que íbamos a hacer el
amor de nuevo, pero no fue asi. Admiré su cuerpo, perfecto para mi, moverse
por la habitación en busca de su bata de baño.
—No sé porque se me antoja un chocolate relleno de caramelo.
—¿Dijiste algo? —volvió conmigo haciendo un nudo con el cinto de su
bata.
—No —lamí mis labios con disimulo.
—Entonces.
Se inclinó hincando una rodilla en la cama mientras yo luchaba por enrollar
mi pelo en un moño. Nicolas cogió mi mano y lo desordeno.
—Me gusta al natural, ¿Qué quieres comer?
—No me apetece nada fuerte.
—Un plato de cereal.
—Podría ser.
—Eso no es una comida.
—Para mí sí lo era en mis tiempos de universidad, sabes cuantas veces tuve
que comer eso y pegar carrera para coger el metro.
Hizo una mueca como si él hubiera hecho lo mismo en alguna época de su
vida, pero yo dudaba de ello con una cocina abastecida con todos los víveres
necesarios para satisfacer sus gustos, y un chofer a su disposición para llevarlo
con tiempo a donde quisiera.
—Puedo imaginarlo, pero quiero que me cuentes mas cuando regrese, ahora
voy por nuestro alimento —beso en medio de mis ojos y desapareció de mi vista.
Me acurruque de nuevo en la cama para tomar una breve siesta ya que
seguía agotada, pero pensaba en demasiadas cosas que parecían apilarse y de un
momento a otro caerían estrepitosamente.
—Somos esposos, pero no sabemos lo suficiente el uno del otro, bueno al
menos yo no sé porque él sabe todo de mí al parecer.
Cerré los ojos, y no transcurrió mucho cuando sentí su boca en mi mejilla.
Parpadee con el olor de la mantequilla derretida en el pan caliente, aquello me
llevo a casa por un breve tiempo.
—Un duende lo dejo en el portal —dijo con una bandeja llena de fruta,
cortes de carnes, quesos, pan y jugo—. Deben saber que ya no doy más si no
meto algo en mi boca.
—¡Tía Ceci! —Cogí el pan y le di un mordisco—. Mmm… recién hecho.
—Si —dijo él poniendo la bandeja en la mesa junto a la cama. Se sentó
cerca de mí y me miro arrugando el entrecejo—. No parece que estés muy feliz.
—¿Por qué lo dices? —no entendí a que vino el comentario si yo engullía el
pan con el jamón con mucha hambre.
—Te ves triste, como si hubieras considerado en el tiempo que de quedaste
sola que casarnos fue un error.
—NO —Grité dejando caer el pan en la cama—. Me siento algo nostálgica
al comerlo y recordar a mi mamá, pero este momento, este instante no lo
cambiaría por nada. Nunca pensé sentir algo asi en mi vida, pero lo siento por ti
y es real no producto de un sueño extraño.
—Mina.
—Estoy agotada, solo necesito habituarme a esto de amar a un hombre
como tú, apasionado e intenso como lo eres en tu trabajo —toque sus pestañas,
luego la punta de su nariz.
—Te juro que te daré todo el tiempo que… —vio como yo abría mi bata y
tomaba su mano para ponerla en mi pecho.
—Todo esto es parte de estar casados así que hazlo como quieras si es lo
que deseas, yo siento tanto placer como tú.
Nicolas trasladó mi pelo hacia el otro hombro y beso mi cuello, creo que
por fin estábamos de igual a igual.
—Vampiro encontró a su compañera en una criatura inquietante —dijo con
sus manos bajando por mis muslos—. Mina Crowe.
—Tu esposa que por nada del mundo piensa dejarte.
Capitulo 40

—Querido esposo es hora de ver el sol —susurró Mina besando su áspera


mejilla, revolviendo mas su cabello caramelo—. Me gustas más asi.
—Traviesa esposa no crees que debemos dormir un poco más, estoy molido
—estiró los brazos para abrazarla contra su pecho—. Al menos unas horas más
de esta paz.
—Son los efectos de casi tres dias de luna de miel —apoyó la cabeza cerca
de su corazón, sintiendo el movimiento de su pecho en cada inhalación—.
Sabes, siento algo de curiosidad.
—Si puedo satisfacerla —bostezó y se incorporó sin soltar su cuerpo.
—¿A qué edad tuviste tu primera experiencia sexual?
Nicolas enarcó ambas cejas haciendo una larga pausa.
—No me vas a responder —dijo Mina.
—¿Qué clase de pregunta es esa, no te parece que quieres saber demasiado?
—Has dicho que si podías satisfacer mi curiosidad lo harías —envolvió sus
cuerpos con la sabana mirándolo determinada a no moverse si él no respondía su
pregunta—. Sabes de Randall asi que tengo derecho a saber más de la vida
amorosa de mi esposo.
—Algo común en las mujeres.
—Sí, y no veo nada de malo que me lo digas.
—Solo diré la mitad, hay cosas de mí de las que no me gusta hablar y
prefiero mantenerlas fuera de nuestro matrimonio.
—Quisiera que me contaras algunas.
—Imposible.
—Entonces dime de tu primera experiencia.
Ella decidió no ahondar más en otros asuntos, después de todo su amor por
él era más grande que su curiosidad.
—Fue con una mujer tres años mayor, yo era muy joven y temeroso. Tengo
que decir que perdí más que mi inocencia pero no voy a explicar en detalle cómo
fue la experiencia.
—¿A qué edad? —quería saber para hacerse la idea de cómo pudo haber
sido.
—Mi esposa es una fisgona —le pellizcó el mentón—. Me preguntó cómo
será cuando lleguemos a nuestra casa.
—¿Nuestra casa? —ahora se veía contrariada al considerar que la casa
donde iría no era la de su familia.
—Eres la señora Crowe, mi esposa y la única después de mí con poder para
dar órdenes en la mansión.
—¡Oh! ¡Mi Dios!
—¿Hay algo malo? —su reacción le preocupó.
—No voy a ir a casa —se lamento.
Nicolas la abrazo al verla con los ojos llorosos.
—Puedes ir cuando quieras —no falló en darle besos por toda la cara—,
pero tu vida está conmigo.
—¿Cómo voy a hacer con mi nueva vida? —pensó seducida por su ternura.
—Lo iremos viendo poco a poco, no te presiones.
Oyeron que tocaron a la puerta de la casa con insistencia.
—Iré yo —dijo ella dejando la cama para ir por el albornoz mientras que
Nicolas miraba todo lo que ella hacía.
—Si permanecieras desnuda serias la viva imagen de la Venus de Botticelli
que vi en Florencia. Tan hermosa con los cabellos sueltos y la piel suave.
—A veces puedes ser muy empalagoso.
Ella le sonrió antes de salir de la habitación e ir a la escalera que bajo
rápido por el insistente golpeteo.
—¡Ya voy! —abrió la puerta y se encontró con Meg.
—Creo que no desaprovechaste ni un segundo de tu luna de miel —
comentó al verla con los cabellos en los hombros y la bata algo abierta en el
pecho—. ¿Qué tal fue?
—Esa información es privada y sólo nos compete a mí y a mi esposo —dijo
con algo de bochorno tratando de acomodar su bata.
—Bueno en realidad no estoy aquí para hacerte un cuestionario sobre tu
luna de miel, vine por algo importante. Dylan vendrá en dos horas y necesitas ir
a la casa, no te preocupes Ceci y yo estaremos allí para darte apoyo.
—Gracias Meg.
—Y hay algo más, por favor pídele a tu esposo que permanezca aquí no es
bueno que esté allí cuando Dylan sepa la verdad, a veces pude tener mal genio
por lo que el resto del día es mejor que no vaya a la casa. Disculpa por esto,
yo…
—Meg es todo lo contrario, debo ser yo quien se disculpe por involucrarlos
a todos en mis problemas. Estaré allí tan pronto me vista.
Estaba intranquila por lo que tenía que hacer, romper el corazón de un
hombre que fue tan encantador con ella.
Las preocupaciones la consumían, sabía que era su culpa por no ser honesta
con Dylan y decirle la verdad sobre Nicolas, y ahora tenía que hacerle frente y
contar todo.
Cómo se distrajo, se vio siendo elevada del suelo camino a la escalera.
Nicolas la llevaba de vuelta a su habitación.
—¿Dónde está mi esposa?
—Tenemos que hablar, ahora.
Pero Nicolas no le hizo caso, exploró su cuello con la boca.
—Otra ronda, por favor.
—¡No! —Mina empujó su rostro con dureza.
Al entrar a la habitación él la lanzó sobre la cama, el brazo de ella chocó
contra uno de los postes.
—¡Ouch! ¡¿Por qué has hecho eso?!
Él la miro angustiado.
—No fue mi intención —dijo arrepentido yendo con ella—. Lo siento
mucho —se sentó en la cama y la abrazó.
Mina lo sintió temblar.
—Nicolas…
—Hace seis años...
—¿Hace seis años, qué?
—Nada —balbuceó—. Perdóname por favor.
—Soy consciente de quien es él y todo lo que hizo para tenerme cuando nos
conocimos —pensó ella—. Pero lo amo.
Dejo de abrazarla y al fin ella pudo hablar.
—Me tengo que ir, Dylan está en camino y debo ir a la casa —lo miró a los
ojos, él no se veía muy feliz cuando se apartó de ella—. ¡Nicolas!
No se volvió, salió al balcón y ella fue tras él.
—¿Por qué tienes que hacerlo? ¿Es importante para ti? —Dijo él con
frialdad.
—Le debo una explicación, es mi culpa que se hiciera expectativas
conmigo, nunca le aclaré que amaba a otro hombre y ahora estamos casados. No
puedo más con estas mentiras, tengo que hablar con él antes de que sepa la
verdad de mala manera.
—¿Y tienes que dejarme para verlo? —miraba el horizonte, hacia la gran
extensión de tierras y los trabajadores recorriendo los viñedos.
—Sí, pero sólo por hoy... —Mina llegó a la parte que temía mencionar—.
Nicolas tienes que quedarte aquí y no visitar la casa —vio cómo su cuerpo se
tensó.
—¿A qué te refieres?
—No puedes estar allí mientras yo solucione este asunto con Dylan.
Se volvió hacia ella con expresión grave.
—¿Me pregunto por qué está tan preocupada por él? ¿Significa mucho para
ti?
—¿Cómo te atreves a decir eso después de casarme contigo? —Cerró los
ojos con las lágrimas rodando por sus mejillas—. ¿Sabes lo difícil que es para mí
cambiar mi vida? ¿Qué pasa con mi familia y amigos? Dejé todo por ti y es
porque te amo Nicolas, yo...
—Jamás renuncies a lo que amas Mina, yo no te pediría eso.
Presionó su boca sobre la de ella, Mina suspiro por sus labios llenos
moviéndose sobre los suyos con suavidad y ardor al mismo tiempo.
Acabaron tendidos en el angosto sofá del balcón, Nicolas movió los cojines
para que ella estuviera más cómoda y abrió su bata. Bajo sus pantalones de
dormir y otra vez la tomó, ahora con ternura, no le importaba si alguien los veía
o escuchaba, quería disfrutar de su amor por ella al máximo.
Terminaron abrazados con el frio de la mañana produciéndoles temblores.
—Es mejor que subas ese pantalón sino te verán con el trasero al aire —
expuso ella.
—Me deje llevar, espero que nadie nos haya visto.
—¿Que me has hecho? Esto cada vez me gusta más y más, Nicolas de
verdad no me importa —giró para descansar en su pecho, este la cubrió con una
manta de cuadros que tomó de la parte posterior del sofá.
—Hace frío aquí —la abrazó más—. Entonces tienes que ir a la casa grande
y dejarme solo, ¿que se supone que haga mientras estás fuera? ¿Jugar al póquer
conmigo mismo? ¿Llamar a Patrick? No mejor no... Mmm, comer y beber hasta
hartarme. Mina arregla este asunto hoy mismo creo que me volveré loco sin ti
todo el día.
—¡Para! Puedes dormir, con todo lo que has hecho creo que lo necesitas —
se levantó envolviéndose con la manta y recogió su bata del suelo—. Voy a
tomar un baño S… O… L... A… así que puedes permanecer aquí o hacer otra
cosa. Tengo un asunto que resolver, esposo —volvió a la habitación mientras que
Nicolas se quedó tendido viendo las nubes moverse por el cielo.
—¿Estás feliz por mí Caterina? Siempre estarás en mi corazón, pero ahora
Mina es la mujer de mi vida, se que con ella seré feliz como tu hubieras querido.
***

Las tres esperaban en la sala de estar, Ceci sentada junto a Mina y Meg en el
otro sofá, Emilio había llamado informando que llegarían en veinte minutos.
—Deberíamos hablar antes que ellos lleguen —dijo Ceci—. ¿Cómo fue
todo, Mina?
—Sobre mi recién inaugurada vida conyugal, de maravilla. Nicolas es tan
dulce, pero al mismo tiempo tan apasionado, todo esto es tan…
—Nuevo —añadió Meg.
—Sí han sido muchas cosas sucediendo a la vez, pero cuando me veo
reflejada en sus ojos todo tiene sentido.
—Un nuevo mundo —dijo Ceci.
—Sí tía, pero ahora estoy preocupada por lo que nos espera en Chicago. El
escándalo por su sorpresiva boda con una de sus empleadas será enorme, y la
reacción de mi familia…
Mantuvo la boca cerrada al escuchar murmullos. El primero en entrar a la
sala fue Emilio seguido por uno de los empleados con un par de maletas.
—Hola Ceci —la saludo con dos besos. Tras él llegó Dylan que parecía
distante.
—Hola —saludo taciturno.
Primero fue con Meg y Ceci, después con Mina que le dio dos besos.
—Me da gusto que estés de vuelta.
—¿De verdad? entonces dime Mina, ¿por qué me mentiste? —Le susurró al
oído. —¿Qué significa Nicolas Crowe para ti?
Capitulo 41

—¿Por qué lo dices?


No tenía idea de cuánto sabia él acerca de su relación con Nicolas ya que
solo Ceci y Meg estaban en conocimiento de esto por ella misma.
—Necesitamos hablar, pero después del almuerzo —dijo entre dientes para
que su padre no escuchara.
Se retiró a su habitación mientras que el resto se quedó en la sala charlando.
Meg intercambio una mirada con Mina que se veía confusa.
Emilio se retiró también a descansar asi que las tres se quedaron a solas.
Meg no aguantaba más el deseo de saber.
—¿Qué pasó con Dylan? Estabas pálida después que te saludo.
—Sabe que le mentí al fingir no conocer a Nicolas —dijo Mina
inclinándose hacia delante.
—¿Cómo sucedió eso? —cuestionó Ceci.
—Aquí nadie lo sabe excepto ustedes dos, nuestra relación es un secreto así
que no lo sé.
—¿Y qué más dijo?
—Que quiere hablar conmigo después del almuerzo.
El móvil en el bolsillo de sus vaqueros sonó, Mina se sentía extraña de que
alguien la llamara a su teléfono y sin demora respondió.
—Hola...
—¿Todo está bien, Mina?
—Nicolas —bajo la voz y dejo el sofá tapando el teléfono con la mano—.
Mi amor estoy bien no te preocupes, descansa por el resto del día.
—Como un oso hibernando, bien pero esta noche...
—Creo que después de lo que voy a hacer no estaré de ánimo, aun así voy a
abrazarte toda la noche. Te mando un beso ¡MUACK!

***
El almuerzo fue servido cuando ambos hombres regresaron de descansar.
Emilio preguntó por Nicolas, y Ceci explicó que se encontraba en la casa
atendiendo asuntos importantes de su empresa. Mina mantenía la vista fija en el
borde su servilleta, sabiéndose observada por Dylan.
—Por cierto Emilio, ¿por qué demoraron más de tres días en Roma? —
preguntó Ceci.
—Tuvimos que hacer un viaje rápido a Suecia por asuntos del viñedo,
casualmente Dylan tuvo la oportunidad de conocer a unas personas de Chicago
que trabajan contigo Mina.
—Sí a un tal Ryan y a una mujer llamada Sarah—añadió Dylan.
Ahora Mina no tenía dudas de quién le había comentado.
—Debió ser ella como me odia. Dylan les hablo de mí y si mencionó que
Nicolas estaba aquí de seguro llegó a la conclusión que estoy involucrada con él
y más con este tema de mi elección para el viaje.
Cuando Emilio fue a la viña para comprobar cómo iban las cosas en los
campos, Dylan fue a la oficina de este para hablar con Mina a solas.
—Me gustaría escuchar lo que tienes que decir, Mina.
—Primero dime si una de esas personas que conociste en Suecia te hablo
acerca de mi y de él.
—¿Es importante para ti?
—Sí uno de ellos me odia.
—No fue difícil de suponer por cómo se refería a ti, como una oportunista.
—Sarah, lo sabía. Dylan déjame explicarte por qué tuve que mentirte
fingiendo no conocerlo.
—Te escucho.
Mina unía en su mente cada cosa que quería decirle.
—Nos conocimos hace tiempo en un baile de máscaras, después trató de
encontrarme porque no sabía mi nombre. Comencé a trabajar en su empresa sin
saber que el hombre de esa fiesta era el dueño, y por cosas del destino volvimos
a vernos —guardó silencio ocultando la parte fea—, si Dylan sabe de su estúpido
chantaje, irá en busca de mi esposo para golpearlo.
—¿Y entonces que sucedió?
—Iniciamos una relación, pero lo ocultamos de todos porque es el dueño de
la empresa donde trabajo, o sea es mi jefe.
—¡Como si fueras su amante! —gritó irritado.
—¡No! Lo hizo porque quería protegerme.
Iba inventando cosas que fueran convincentes ya que de seguro sería lo
mismo que les diría a sus padres.
—Nicolas me ama.
—¿Dime por qué no me lo dijiste?
—Porque nos separamos y por eso aproveche el viaje para pensar bien lo
que quería hacer, entonces tú y yo nos hicimos buenos amigos Dylan.
—Tenía expectativas contigo Mina, pero no me dijiste que estabas
enamorada.
—No estaba segura de mis sentimientos por él hasta que llegó y lo vi con
Meg.
—¡Que! —Dijo esta parada junto a Ceci fuera del estudio, ambas con las
orejas pegadas a la puerta—. Me está usando como su excusa.
—Creo que sí —comentó Ceci.
—Mina de verdad que me sorprendes.
—Shhh.... Ellos siguen hablando.
Dylan dejó su asiento para agacharse a los pies de Mina y tomó sus manos.
—¿Todavía tengo oportunidad contigo?
—Dylan algo sucedió.
—¿Qué?
—Me pidió que nos casáramos y...
—¿Qué otra cosa?
—En tu ausencia nos casamos... Estamos casados, yo lo amo Dylan con
todo mi corazón... Dylan yo...
Este ya había salido del estudio sin dejarla terminar, estaba tan molesto que
no se dio cuenta que Meg y Ceci estaban afuera. La última entró y fue con Mina
para confortarla.
—Lo va entender cuando se calme.
—Dylan sufrió por su ex novia y ahora le hago lo mismo, por darle falsas
esperanzas —cubrió su cara sollozando.
—Pienso que es mejor que regreses con tu esposo, tengo que hablar con
Emilio sobre lo sucedido.
Mina sintió culpa por poner en riesgo la relación de su madrina.
—Debo hacerlo yo tía, se enojará contigo por ocultarlo. Estoy arruinando tu
felicidad.
—No será asi estoy segura, Emilio es más racional que Dylan en estas
cosas.
—Oh —Mina puso la mano en su boca—, y si fue con Nicolas —pensó en
ir tras él, pero se dio cuenta de que alguien no estaba con ellas—. ¿Dónde está
Meg?
—Fue con él, no te preocupes yo sé que lo convencerá de ver las cosas de
un modo diferente. Dylan confía en ella ciegamente.
Ceci envió a Mina a la casa de huéspedes con uno de los empleados. Al ver
a Nicolas, esta se echó en sus brazos llorando.
—Mi ángel sufre —la tomó en brazos para llevarla a su habitación.
—Lo siento, pero no estoy de ánimo —dijo rodeando su nuca.
—No te preocupes solo voy a acariciar tu pelo mientras te veo dormir.
La puso en la cama y luego se acostó junto a ella haciendo lo que había
prometido.
—Nicolas —susurró luchando por no cerrar los ojos.
—Dime Mina.
—Te quiero.
—Yo también —presionó los labios en su frente—. Sera mejor que
descanses, en dos días tenemos que volver a Chicago. Patrick eres como un
dolor en los testículos.
Por la mañana cuando Mina se marchó a la casa grande, recibió su llamada
informando que los resultados de la biopsia de la hermana Anne habían salido
bien.
—Ahora si puedo estar tranquilo.
—¿Estás seguro que no es lo único que te molestaba?
—No me vengas con indirectas y di lo que tengas que decir.
—No se supone que estabas en Alemania.
—Si —Nicolas reconoció con sequedad.
—Entonces que haces en Italia. Si, estas de luna de miel con tu ahora
esposa.
—Pero…
—Crees que no te sigo el rastro.
—¡Acaso tienes complejo de sabueso!
—¡Sabes lo que has hecho!
—Mira Patrick, el pacto con mi hermano no dice que le pertenezco a los
Crowe y por ello no puedo hacer lo que quiera.
—No cuando expones a una mujer a ser…
—Encárgate de enviar el avión de la compañía a Florencia, viajo con mi
esposa en dos dias.
—Como ordenes jefe, es mejor que discutamos esto en persona además de
las nuevas medidas de seguridad que hay que implementar para la señora Crowe.
Nicolas sacudió la cabeza y vio que ella ya dormía.
—Lo siento.

***

Dylan lanzaba piedras al lago con Meg espiándolo a distancia moderada,


temiendo que fuera por Nicolas de un momento a otro.
—¡Merda! —Gruñó él proyectando otra piedra contra el agua—. ¿Hasta
cuándo me vas a vigilar Megan Collins?
—Hasta que vea que no vas cometer una estupidez.
Salió de su escondite.
—No es su culpa que haya venido por ella, si lo hizo es porque la ama por
eso se presento aquí para proponerle matrimonio. Cuando vio que tan cercana
era ella de ti trató de regresar a Chicago pero yo lo convencí de no hacerlo.
—Tenías que dejarlo ir —arrojó otra piedra—. Como mi mejor amiga tenias
que hacerlo.
—¡Egoísta! —gritó exasperada.
—¿Por qué me gritas? Estoy seguro de que tarde o temprano la hubiera
convencido de ello.
—¿Por qué? ¿Por ser guapo y rico? ¿Por tu personalidad? Estoy 100%
segura de que eres un idiota.
—¡Meg!
—Sí Dylan por primera vez una mujer no se derrite por tus encantos y por
eso estas enojado.
—Estoy seguro de que Mina siente algo por mí, el estar casada no es un
impedimento.
—Que tonterías dices.
—Nicolas Crowe no es mejor que yo.
—¡Dylan no te atrevas a hacerlo!
—Verás a partir de mañana yo...
Trastabilló por el impetuoso besó que Meg le estampo en la boca.
Ella abrió los ojos y dejo de besarlo. Salió corriendo.
—¡Meg! —gritó Dylan.
Corrió tras ella hasta que le dio alcance cogiéndola del brazo.
—¡Déjame ir! —grito Meg.
—No hasta que me digas por qué lo has hecho.
—No es tu problema.
—Entonces no nos moveremos de aquí hasta que me lo digas.
—¿En serio quieres saber?
—Sí.
—Eres tan ciego Dylan, en tres años no has podido darte cuenta.
—¿De qué?
—Que me gustas.
—Meg —la confesión lo tomó de sorpresa.
—Sí soy una tonta por sentir cosas por un idiota.
Trato de alejarse, pero en lugar de dejar que ella lo hiciera, la hizo volverse
y le tomó la barbilla.
—Soy un idiota que puede enmendar su error.
—Y ahora que… —Meg abrió los ojos ampliamente cuando este le
devolvió el beso.
Capitulo 42

—Me estás engañando —Meg no creía en su afecto repentino hacia ella,


por eso lo empujó—. Me está tomando el pelo.
—No es asi
—Por favor hace unos minutos estabas seguro de seducir a Mina para que
abandonara a su esposo y ahora dices que puedes corregir las cosas conmigo —
se dio la vuelta molesta.
—Desde que nos conocimos nuestra relación se ha basado en la amistad, tu
salías con ese francés que yo odiaba a muerte porque sabía que era un patán,
pero respete tu decisión. Dejé las cosas así, el tiempo pasó y me involucre con
esa mujer que me engaño, decidí estar solo por un tiempo y luego conocí a Mina
una mujer diferente al resto de las chicas con excepción de ti. Nos conocimos en
un momento de mi vida que seguía molesto conmigo mismo, pensé que no era
mala idea tratar de amarla al fin que Ceci es novia de mi padre y por ende la
relación con Mina seria mas solida, pero estaba equivocado.
—Y yo soy tu segunda opción, Dylan no seas tan cruel en utilizarme para
olvidar a Mina ahora que está casada. Arrojabas piedras en el agua con la misma
expresión dolorida que tenías cuando Gianna te engañó con Jack, así que se
honesto y no juegues conmigo.
—Creo que tengo que demostrarte que soy sincero, que cuando te conocí
me gustabas Dylan —le agarró las manos—. Es cierto que me siento mal por lo
de Mina pero ante todo le tengo aprecio, por eso hablaré con ella y también con
su esposo.
—No Dylan no pienso ser tu segunda opción.
—Y no lo serás. Buona notte, caro Meg —le besó la mano y se fue.
—¡Stronzo! —Refunfuño ella pateando la tierra—. Que se cree.

***
—Mmm... Nicolas —masculló Mina abriendo los ojos a su esposo que
frotaba su mejilla
—Frunces los labios mientras duermes.
—Ahora ves parte de mi verdadero yo y mis gestos inusuales.
Parpadeo advirtiendo algo extraño al sentarse en la cama.
—¡Me quitaste la ropa mientras dormía!
—Baja la voz, y sí lo hice regresaste cansada y te quedaste dormida sin
cambiarte. Viendo lo incómoda que estabas con los vaqueros y el jersey tejido te
los quité, y te puse el camisón.
Mina escrutaba el camisón de seda que cubría su cuerpo y vio que debajo
de este solo llevaba las bragas de encaje.
—¡Incluso mi sujetador! —lo golpeó—. ¿Por qué fuiste tan atrevido en
desvestirme sin mi permiso?
Se fue contra él golpeándolo, Nicolas aprovechó para posar las manos en su
cintura mientras ella continuaba ventilando su ira.
—Sigue me gusta esto.
—Una cosa es desnudarme cuando estoy despierta, pero cuando estoy
inconsciente no es justo.
Por estar enfurruñada no vio que los tirantes del camisón se deslizaron hasta
los brazos y sus senos estaban a punto de salir. Nicolas estaba contento con lo
que veía.
Finalmente ella miró hacia abajo.
—¡No! —trató de acomodarlos pero este la agarró de las manos
poniéndolas detrás de su espalda. Con la mano libre ayudó a que el camisón
bajara hasta su cintura revelando sus pechos.
—Ayer por la noche te deje dormir por tu tristeza, pero esta mañana quiero
mi compensación —inclinó la cabeza hacia estos mimándolos con la boca.
—Alguna vez… —suspiró Mina—, esto tendrá fin.
—Espero que no, estar casada conmigo no será una tarea fácil para ti —él
le lamia la piel como si con esto calmara su calor.
Mina agarró su cabello mientras la mano de él jalaba el encaje de sus
bragas.
—Alguien puede oír.
—Estamos en la segunda planta —iba a quitárselas, pero tocaron a la puerta
—. ¡Maldita sea!
—Yo quiero…
—No puedo —Nicolas dejo la cama.
—Fue lo mismo ayer —dijo ella viéndolo entrar al baño—. No estoy en
condiciones de ir a ver quien llama —fijó su camisón cruzando las piernas—.
Nicolas la próxima vez que quieras hacer algo como esto asegúrate que estamos
en un lugar aislado, de preferencia la montaña o una isla privada.
—De acuerdo es mi culpa —salió secándose las manos—. Iré a ver quién es
el inesperado visitante.
Cogió una camiseta de su maleta y se la puso bajando la escalera.
—Buenos dias —dijo Dylan cuando Nicolas abrió.
—Creo que no tengo nada que explicarte, en cambio yo debería reclamar
que hicieras a mi esposa llorar parte de la noche.
—Ahora si eres directo no como antes, lo siento exageré mi disgusto.
—Entonces estamos en buenos términos, pero... —Nicolas se inclino
mirándolo fríamente—. Nadie se atreve a hacerle daño a Mina.
Dylan dio un paso hacia atrás.
—Creo que tengo que tener cuidado contigo, oí cómo la prensa de tu país te
llama, tienes mal temperamento.
—¿Por qué estás aquí? —preguntó Nicolas obviando el asunto.
—Vine a invitarlos a pasar el día con nosotros para mostrar que todo está
resuelto y que podemos seguir adelante como buenos amigos.
—¿Estás seguro de soportar nuestro afecto en público?
—Sí. Mi padre lo sabe desde ayer en la noche así que dile a Mina que se
sorprendió por la noticia pero que lo tomó de forma normal además desea hablar
contigo, ¿Es cierto que mañana se marchan?
—Lo informe ayer, tengo asuntos que resolver en Chicago y como Mina es
ahora mi esposa tiene que venir conmigo. Hoy será nuestro último día aquí.
Estaremos allí, de seguro que ella quiere pasar este último día con ustedes.
—Gracias, entonces me retiro.
Dylan se marchó. Nicolas volvió la cabeza hacia la escalera y la vio
observando desde la planta alta.
—¿Cuando ibas a decirme de nuestro regreso?
—Lo intenté, pero comenzaste a golpearme así que lo olvidé y luego ... —
subió.
—Nicolas es mejor poner las cosas sobre la mesa.
Llegó con ella.
—¿Qué cosas?
—Ahora somos un matrimonio y tienes que ser honesto conmigo, me
conoces por lo que investigaste de mí pero yo no sé mucho acerca de ti. Elegí
casarme contigo porque te quiero, pero creo que me ocultas cosas y quiero
saberlas.
La miró a los ojos.
—Lo siento Mina no puedes saber que yo no soy el verdadero Nicolas, que
soy su hermano gemelo que tomó su lugar para hacerle justicia a sus padres
asesinados. Que en realidad yo era Caleb Long un sicario —se mantuvo en
silencio pensando en esto.
—Nicolas, te amo puedo soportar cualquier cosa —dijo mientras le
acariciaba la cara.
—No es nada Mina, hay asuntos importantes de la empresa que debo
atender por eso estoy estresado.
—Es mejor que estés tranquilo, ¿que sucederá cuando tengamos hijos?
—¿Quieres tener?
—En definitiva sí después de verte cambiar el pañal de Jessie.
—Un niño igual a ella —pensó—. Mi bebé seria una bendición del cielo
donde esta Caterina.
Regreso con Mina a la habitación.
—Tenemos que vestirnos, pasaremos todo el día en la casa grande.
Fue al cuarto de baño.
—Caterina ayúdame, no quiero perderla, Mina es mi vida si ella sabe de mi
pasado manchado de sangre de seguro me odiara.
Lavó su cara tratando de deshacerse del miedo que por primera vez en seis
años le estaba debilitando.

***

Emilio Mauro los recibió con un extenso regaño por esconder su noviazgo,
pero después cambio por una prolongada felicitación.
—Entiendo a los jóvenes de ahora y su secretismo, más cuando ha habido
algún inconveniente entre ambos.
Mina vio a Ceci sentada con Emilio, y supuso que algo había inventado de
su silencio cuando Nicolas llegó a la viña y todo lo demás.
—Si hubiera sabido les habría organizado una gran fiesta con vino y mucho
baile, ¿díganme quedaron satisfechos con la boda y la cena?
—Sí, señor Mauro —respondió Nicolas.
—Llámeme Emilio después de todo vamos a hacer negocios.
—¿Negocios? —murmuró Mina contemplando a su esposo.
—Su vino será exportado a los Estados Unidos, tú sabes que Crowe maneja
otros negocios además de la industria y energía. Hace dos años adquirimos una
exportadora y de manera secreta soy socio de un restaurante muy famoso en
Chicago. Los vinos de Emilio son exquisitos asi que decidí ofrécelos de manera
exclusiva en mi restaurante, hay que darlos a conocer para que tengan
notoriedad, tengo interés en que se ofrezcan en Asia y Australia por las sedes de
la compañía.
Mina pensó en lo afortunada que era de casarse con un hombre tan
interesante, que no solo era atractivo sino todo un estratega en los negocios.
—Gracias Nicolas —descansó la cabeza en su hombro.
—¿Por qué?
—Por ser tan amable.
—Yo no soy tan amable, los vinos de Emilio son de lo mejor que he
probado y negocios son negocios.
—Aun asi para mí lo eres.
No estaba segura de lo que les esperaba cuando regresaran, pero si lo estaba
de su amor por él. Si su familia no aprobaba su matrimonio sería doloroso, pero
defendería su decisión por encima de todo.
Después de comer la deliciosa comida que el cocinero les preparó, los
hombres salieron de la casa para hablar de negocios. Emilio decidió recorrer los
viñedos con su hijo y Nicolas, y también visitar el lugar donde se procesa el
vino.
Las mujeres se quedaron en la casa platicando de la partida de Mina, que
hizo sentir a Ceci un poco triste.
—Cómo quisiera que te quedaras más tiempo, pero la compañía de su
esposo lo necesita.
—Sí, y también tengo que trabajar.
—¿Trabajar?
—Tengo responsabilidades que cumplir.
—Mina ahora eres la esposa del dueño de la empresa donde trabajas, no
crees que será extraño que trabajes para él.
—Para mí no, pasar tiempo en esa gran mansión sin hacer nada no es lo
mío. Seré su esposa, pero necesito trabajar y no me queme las pestañas en la
universidad para quedarme dando vueltas por una casa que parece un castillo.
Uno de los empleados les trajo jugo de frambuesa y limón para calmar la
sed por el día caluroso. Mina vio que Meg no había dicho nada en casi todo el
día.
—Nos hace falta tu plática, Meg —comentó poniendo su vaso en la mesa.
—Lo siento estaba pensando en otra cosa.
—Volviste tarde anoche —comentó Ceci.
—Por cierto, gracias Meg por ayudarme con Dylan —dijo Mina—. Seguro
que estaba molesto y tuviste que soportar su mal humor.
—Yo lo bese y me devolvió el beso.
—¡Que!—exclamaron Mina y Ceci.
—Creo que lo hizo por despecho.
—O tal vez no, solo dale tiempo si sucede algo por favor llámame o
escríbeme, solo házmelo saber. Me hará feliz verlos a ambos juntos, voy a
extrañarte.
—Yo también Mina, pero creo que en dos meses visitaré Estados Unidos
para el trabajo, así que te llamaré.

***

Al ver que su esposa bostezaba, Nicolas decidió que era hora de volver a
casa y dormir, al día siguiente tendrían que tomar el jet privado que Patrick
arregló para su regreso, pero antes un helicóptero los llevaría de la villa al
aeropuerto en Florencia.
Emilio se despidió deseándoles lo mejor en su vida de casados, Dylan hizo
lo mismo viendo de soslayo a Meg que evitaba contacto visual con él, esta le
pidió a Mina volver a Italia pronto para tener otro día de compras. Ceci estaba
triste y Mina igual. Prometió visitarlos pronto y más después que Nicolas cerró
el acuerdo con Emilio
—Tan pronto lleguen llámame.
—Asi lo hare tía.
De camino a la casa de huéspedes, Nicolas la sintió preocupada por su
silencio.
—Dime querida esposa si algo te molesta, siento tu mano fría.
—Me siento aprensiva por lo que nos espera al regresar.
—No deberías.
—Sabes que si, tu familia y la mía, nuestros amigos.
Nicolas se detuvo, y tomó su barbilla para que lo mirara.
—No me importa eres todo para mi Mina, te has convertido en mi prioridad
desde que te conocí.
—Pero...
—Mi criatura inquietante —acercó los labios a los de ella que cubrió con su
mano.
—Nicolas Crowe no pretenderás hacer algo prohibido en mitad del camino
aprovechando que los arboles nos rodean.
—No es mala idea, pero la verdad es que yo solo quiero besarte —presionó
sus labios, apretando su cuerpo contra el de Mina que envolvió su nuca.
Nicolas sabía que después de llegar a Chicago las cosas se complicarían
para ambos, pero su amor por ella le daba la fuerza que necesitaba para superar
los vientos contrarios.
Duda que sean de fuego las estrellas,
duda que el Sol haga movimientos,
duda que la verdad sea una mentira,
pero nunca dudes que te amo.

Hamlet, acto 2, escena 2


Cambios
Capitulo 43

Mina
El vuelo en helicóptero de Montalcino a la pista de aterrizaje en Florencia,
fue corto, pero me dio la oportunidad de admirar en detalle la hermosa campiña
Toscana, con los viñedos e hilera de cipreses que llevaría en mi memoria
siempre.
Regresaba a Chicago, casada, con un hombre cuyo poderío económico lo
evidenciaba el avión de considerable tamaño que nos esperaba listo para
despegar.
—Crowe —susurre. Todavía no creía que ese apellido, ahora era mío.
—Buenos días, señor Crowe —dirigí la mirada hacia el hombre con
uniforme de piloto, que saludo a mi esposo viniendo hacia nosotros—.
Partiremos en cuanto usted lo ordene.
Nicolas sonrió complacido, mostrando la perfección de sus atractivos labios
asimétricos. En un gesto de simpatía, colocó la mano en el hombro del capitán.
—Permite que te presente a mi esposa —lo dijo de forma firme y suave,
causando estallidos de regocijo en mí—. Robert, ella es Mina.
—Encantado de conocerla, señora Crowe
Se le arrugaron las comisuras de los labios al sonreír, dándome un suave
apretón de manos. Tenía ese aspecto joven de los hombres de más de cincuenta
años, aficionados a los deportes de alto impacto.
—Espero que encuentre el viaje agradable.
—Gracias —dije cohibida.
Busque apoyo en Nicolas, que rodeo mi cintura cuando subimos la
escalerilla del avión.
—Tómalo con calma —susurró en mi oído—. Todos ellos están a tu
servicio a partir de ahora.
—Va a ser difícil acostumbrarme —repuse.
Permaneció detrás, dejando que yo ingresara primero. Si el exterior me
había dejado en un estado de mutismo, propio de quien todo le sorprende, el
interior aún más. La lujosa tapicería de los asientos reclinables, relucía como si
fuesen nuevos asi como el resto de los objetos que componía la sobria, pero
elegante decoración.
—Si quieres puedes dormir en la cama del dormitorio.
—CAMA —exclamé considerando exagerada mi reacción, dadas las
dimensiones del avión y con quizás muchas horas de vuelos trasatlánticos.
—Tengo que trabajar mientras puedes comer algo, será un largo viaje —se
acomodó en su asiento, levantando la tapa del portátil sobre la mesa de madera
barnizada. Yo lo hice en el sofá más amplio del otro lado, su textura era tan
suave que provocaba tomar una larga siesta.
Una chica de cabello negro corto, contextura diminuta y que quizás tenía mi
misma edad, trajo las bebidas con un delicioso aroma a menta y hierbabuena.
La segunda de un poco más de edad y curvilínea, vino con una bandeja con
cortes de carnes frías y mariscos. Un simple aperitivo para alguien como
Nicolas, acostumbrado a estos lujos, pero para mí todo un banquete.
Ni siquiera pude pellizcar un trocito del camarón con cilantro envuelto en
hojas de arroz. Se veía apetitoso, pero yo tenía el estomago cerrado.
—No estoy tan hambrienta —mascullé juntando las manos, una sobre la
otra en mi regazo.
Creo que Nicolas percibió mi incomodidad, porque dejó de trabajar y vino
conmigo. Acarició mi cara, moviendo el pulgar en mi mentón y el índice en mi
mejilla.
—Frunces el ceño cuando algo no te gusta, te conozco bien —dijo posando
sus labios juguetones en mi cara—. No te preocupes a veces yo también me
aburro con todo esto, pero igual me hace feliz.
—Por ser tan rico.
—Para nada —inclinó el cuerpo, hasta quedar acostado sobre mí—. Tú eres
más importante, estoy dispuesto a renunciar a todo por ti.
—Nos pueden ver —susurre evitando su insistente mirada azul, que sabia
podía doblegar mi voluntad.
—Podemos cerrar con llave —deslizó la punta de su lengua por detrás de
mi oreja—. Esta parte del avión se puede separar del resto, ¿qué te parece mi
sugerencia?
La idea me gustaba, de solo pensarlo sentí ardor en la piel, pero eso de
intimar con él, con personas moviéndose a nuestro alrededor no me apetecía.
—Cuando estemos a solas —lo empuje, sentándome otra vez—. Suena
tentador, pero prefiero que sea en tierra firme.
—Será como la señora Crowe ordene.
Regresó a trabajar, y yo me acosté colocando la cabeza en un esponjoso
cojín purpura que puse en la esquina del sofá. Me distraje viéndolo mover los
largos dedos por las teclas del portátil, con los tenues rayos de sol iluminando su
cabello caramelo. Me gustaba como lo llevaba, desaliñado, con los mechones
alisados sin cuidado como recién salido de la ducha.
Su perfecta imagen se fue desvaneciendo de mi vista, hasta que el sueño
doblego mis parpados cansados.

Nicolas
Escuche su suave gemido, y fui por una frazada para taparla. Aparté los
mechones pegados a su frente, y la besé en medio de los ojos.
—Tengo que aprovechar que duerme —agarré el móvil de la mesa donde
tenía el portátil, y fui a la sección del avión donde estaba el dormitorio—.
¿Patrick, cómo va todo?
—Después de tu escapada, los medios de comunicación cuestionan dónde
te encuentras. Alguien te reconoció en Italia y le dijo a la prensa; indagan el
motivo de tu viaje y se preguntan si de nuevo te vas a recluir como hace años.
Evelyn Crowe llamó preguntando lo mismo, comentó que este sábado los
Hawkins tienen una cena.
—Lo siento por ella, pero sus planes de que me case con Julianne se fueron
a la basura.
—Por la ahora señora Crowe —dijo con cierto tinte de ironía que me
fastidio.
—Patrick, si te atreves a incomodarla te juro que te voy a golpear.
—No tengo nada en su contra, es tu responsabilidad todo esto y debes
asumir las consecuencias —sonaba como el tipo mandón que conocí hace años
—. Hable recién con él, creo que sospecha lo que hiciste.
—Otra vez me hizo la misma advertencia —eché un vistazo al pestillo de la
puerta—. Estoy preparado para lo que sea, así que no me importa.
—¿Y ella? ¿Qué sucederá cuando sepa tu secreto?
—Como dijo mi hermano, yo soy Nicolas Crowe; quien era antes de
reunirme con él, murió al acceder a este pacto.
—Lo sé, pero Mina Foster… perdón la señora Crowe es muy perspicaz.
Cuando su vida marital comience, puede descubrir la verdad de tu identidad.
—Gracias Patrick por ser tan positivo, pero por ahora no quiero pensar en
ello.
—Debo admitir que su influencia en ti, es buena; ahora estas más centrado
en el futuro de la empresa, y no podemos olvidar que tenemos una meta que
cumplir.
—Por este asunto aún sin resolver, quiero que ella tenga más seguridad que
yo.
—Hable con mi amigo de la CIA, recomendó tres hombres para este
trabajo.
—Bien quiero que…
—¡Nicolas! —escuche el débil grito gangoso de Mina del otro lado de la
puerta.
—Hablamos luego.
Introduje el móvil en el bolsillo de mi pantalón, y salí.
—¿Dónde está? —se preguntaba, mirando de un lado a otro
—Aquí —respondí.
Se volvió hacia mí, despejando su cara de los mechones castaños que le
impedían verme.
—Me desperté, y no estabas.
—¿Qué pensabas, que había saltado del avión?
—No tiene gracia tu chiste, me quedé dormida viéndote trabajar. Cuando
desperté...
—Mm... —Froté su cara con mi nariz, deleitándome con su aspecto
inocente—. Tus mejillas se ven tan rosadas y suaves como malvaviscos
cubiertos de sirope de fresa, quiero mordisquearlas.
—Lo dices como si yo fuese un postre.
—El más delicioso de todos —iba a besarla, pero presionó un dedo en mis
labios.
—¿Terminaste tu trabajo?
—Sí.
—Bien —rodeó mi torso haciendo que me acostara con ella, mirándonos a
los ojos—. Quedemos asi.
—El dormitorio, podemos ir...
—Quédate aquí, conmigo.

Mina
—¿Siempre tienes tanta seguridad? —Vi por el espejo retrovisor, a la
camioneta negra que nos seguía muy de cerca desde que dejamos el aeropuerto
—. Un par mas y sería la caravana de un jefe de estado.
—Ellos irán contigo a donde sea que vayas —dijo Nicolas.
—No es necesario, soy capaz de cuidar de mí misma.
—Lo siento, pero eres un blanco fácil para los secuestradores y otros
criminales —pasó un dedo por la curva de mi codo—. ¿Has leído por dónde van
los índices de criminalidad?
—Si, pero tú no perteneces al mundo del hampa.
Dejo su postura relajada, separándose de mí.
—Tengo curiosidad, si yo no fuera un millonario —inclinó la cabeza, lo vi
apretar los largos dedos contra la tapicería del asiento—, si yo fuera un hombre
común que se vio obligado a cometer delitos por ciertas circunstancias, ¿cómo te
sentirías conmigo?
—Tú no lo eres —indiqué de inmediato.
—Respóndeme —insistió.
No podía imaginarlo en una situación asi, solo pensé en mi amor por él y
que tan comprometida estaba con mis sentimientos.
—Bueno, depende de qué tipo de vida hubieses tenido, si ese hubiera sido
el caso. Si las circunstancias que te pusieron allí hubieran sido dolorosas o
justificables, quizás no me importaría que…
Choque contra su fuerte pecho, cuando tiro de mí; me rodeó con sus brazos,
dándome su calor.
—Gracias Mina —dijo contra mi pelo.
—¿Por qué?
—Por mostrarme que eres una mujer generosa.
—Solo por responder una pregunta que no tiene que ver con nosotros, eres
un tontín.
—Señor Crowe —dijo el chofer, devolviéndome a la realidad de que no
estábamos solos.
Note que habíamos dejado de movernos, y me asomé por la ventana de
vidrio polarizado. Vi la solemne torre Crowe, del otro lado de la calle.
—Estamos en la empresa —dije.
—Debo atender ciertos asuntos, Masato te llevará a casa necesitas
descansar. Te veré por la noche, y no te preocupes el señor Abey está al tanto de
tu llegada.
—Quiero ir a mi casa —sacudí la cabeza—, me refiero a la casa de mis
padres.
—Mañana —tocó mis labios con los suyos, fugazmente—. Masato, te la
encargo.
El aludido asintió sin pronunciar palabra, Nicolas salió y lo vi cruzar el
intenso tráfico de la tarde para encontrarse con Patrick Martin que lo esperaba
fuera del edificio.
El auto se puso en marcha nuevamente, y me acomodé en el asiento
preguntándome cómo le haría frente a mi nueva vida. Como le diría a mi familia
de mi decisión, y a mi mejor amigo con quien mi esposo no tenía una buena
relación.
Al llegar a mi nueva casa, o mejor decir a la verja de hierro que marcaba el
comienzo de la propiedad, uno de los hombres apostados en la entrada, agitó la
mano dejándonos pasar. Nicolas me había aclarado dos veces, primero en Italia y
luego en el avión, que todo lo que era suyo era mío también, pero me costaba
aceptarlo.
Reconocí al hombre de cabello blanco que esperaba en la entrada de la casa,
junto a un chico delgado y muy alto, vestido de negro como él. Era el mismo
hombre con bonito acento inglés, que me recibió y llevo al estudio cuando vine
la primera vez.
—¿Cuál es el nombre que dijo Nicolas?
—Es James Abey, señora Crowe —dijo Masato con voz grave, tras varios
minutos sin decir nada.
Tan pronto el auto se detuvo, el chico vino y abrió mi puerta.
—Señora Crowe —dijo inclinando el cuerpo—. Bienvenida.
—Por favor no tienen que hacer esto.
—Es nuestro deber ante usted, señora —dijo James Abey inclinando la
cabeza al yo bajar—. Frederick, lleva el equipaje de los señores a la habitación
principal.
—Pero yo puedo hacerlo —aseveré viendo que éste ya había sacado del
portaequipaje, mis maletas junto a la de Nicolas.
—Soy James Abey, y estamos a sus órdenes, ¿quiere tomar un baño o
comer primero?
«O me habitúo a esto o salgo corriendo» pensé abrumada.
—El baño primero, esperaré por mi esposo para comer.
—Sugiero que cene después del baño, el señor Crowe llamó hace poco para
informar que trabajará hasta tarde con el señor Martin.
—Entonces, ¿podría decirme dónde está mi habitación?
—Venga conmigo.
La primera vez que vine no tuve oportunidad de explorar el interior a fondo,
dadas las circunstancias de esa ocasión, venir engañada. Ahora pude ver el
enorme salón principal que se asemejaba a un museo, pero menos frio, con los
sillones tapizados en blanco hueso, jarrones de porcelana que podrían costar más
que el coche de mi hermano, piezas de orfebrería dignas de exhibirse en el
Smithsonian, y pinturas de barcos. Al parecer, los Crowe tenían predilección por
los de la marina real inglesa del siglo XVIII.
El señor Abey me explicó que la mansión contaba con siete habitaciones
con baño propio en la planta superior, cinco para los empleados en la planta baja,
y una casa de huéspedes cerca de un lago artificial.
—¿Lago artificial?
—Hacia el sur, pero a simple vista no se ve. Cuando usted disponga le
mostraré el resto de la casa, también le daré el esquema de cómo se maneja todo.
Las compras que se hacen cada dos meses a un servicio de víveres y el
mantenimiento.
—Ay Dios —musité con un fuerte picor en la nuca.
—Perdón —dijo él, con el entrecejo fruncido.
—Nada —me apresuré a decir—. Me gustaría saber todo, pero después con
más calma.
Pasamos frente a las puertas del estudio que yo recordaba bien, con el
revestimiento de madera en las paredes y el salón anexo donde di a Nicolas la
lección de rumba. James Abey se detuvo justo a la mitad del enorme corredor
blanco, frente a una puerta con pomo de bronce que abrió.
—Su dormitorio, señora.
Era del tamaño del mío y el de mi hermano, juntos, ampliados unos cuantos
metros más. La cama doble de nogal en pleno centro, estaba rodeada de
elegantes muebles de ébano, y a mi derecha una ventana de líneas curvadas y de
tamaño amplio que daba a la habitación el aspecto de casa de verano europea.
—Fue redecorado siguiendo las órdenes del señor Crowe, de acuerdo a sus
gustos —explicó con suave acento.
Vi la similitud del color de las paredes, las cortinas de brocados sobre unas
blancas transparentes y la disposición del mobiliario, con la casa de huéspedes
de Villa La Terraze.
—Disculpe, ¿los muebles son italianos? —pregunté.
—Si. El señor Martin se encargó de esto, habló con el señor Mauro y hace
un día se terminó con la nueva decoración.
—¿Cuándo lo hizo Nicolas?
—Al señor Crowe le gustó tanto el lugar que decidió cambiar el dormitorio
principal, especialmente para usted señora.
—Increíble —dije maravillada por este gesto, que hablaba mucho más del
hombre con el que me había casado.
—La cena se servirá en dos horas. Me retiro para que pueda refrescarse —
inclinó ligeramente la cabeza, para después salir.
Fui por mis maletas, que sorprendentemente ya estaban en la habitación. Al
correr el zipper de una, centré mi atención en una tarjetita de bordes dorados en
la mesa de noche, junto a las flores blancas de aroma reconfortante.

No podré cenar contigo tengo muchos asuntos que discutir con Patrick.
Siéntete cómoda en tu nuevo hogar, en la caja blanca hay un regalo para ti,
úsalo por favor.

—Seguro que llamó para dictar la nota cuando venía de camino.


Removí la tapa de la caja colocada en el sofá, al lado de la lámpara de pie.
Desenvolví el papel de seda, descubriendo un vestido veraniego de un hermoso
tono azul cielo.
—Meg dijo sobre un regalo sorpresa que Nicolas compró en Florencia,
debe ser este —recorrí el recatado cuello en V y el detalle de la costura en la
cintura, hecha a mano—. Como quiere que me ponga esto, si no estará aquí.
Decidí darme un baño para quitarme el entumecimiento por el largo viaje.
Me encontré con un amplio espacio de vetas de mármol en las paredes y el suelo,
que reflejan la luz natural. La ducha de mamparas tranparentes, estaba a un lado
de una espaciosa tina.
Tomé una toalla del juego que parecía recién puesto, y desabroche los
primeros botones de mi blusa; me fije en las botellas sobre la repisa del mueble
junto al lavado, todas del mismo tamaño y color.
Mi curiosidad puede a veces ser demasiado tenaz, por eso no pude evitar
dejarme llevar y desenrosque una. El exquisito aroma que despedía, era el
mismo que el cuerpo de Nicolas exudaba, cedro y sándalo. Mis pensamientos me
llevaron a Italia, a las horas juntos después de nuestra boda.
—Se que superaremos cualquier dificultad que se presente —dije
convencida de ello.
Escuche mi móvil pitar, y salí disparada del baño pensando que podría ser
él.
—Hola Nic…
—Mina, es tan agradable escucharte.
—Ben —dije nerviosa, no esperaba hablar con él tan pronto—. ¿Cómo
estás?
—Bien, ¿ya regresaste?
—Si —me senté en la cama.
—Hice bien en hacer caso a mi intuición. Estaba con un grupo de amigos y
de repente sentí la urgente necesidad de hablar contigo, iré por ti.
—¡No! —Proferí al instante—. Necesito que hablemos, pero no ahora.
¿Crees que podamos vernos este miércoles?
—¿No vas al trabajo? Mi primo regresó y se enfadará si no te reincorporas
a tus obligaciones.
—Hablaremos este miércoles, en nuestro lugar de siempre, ¿de acuerdo?
—No entiendo por qué tan misteriosa, pero esperaré.
Dejé el móvil en la cama e inspiré hondo con las manos contraídas sobre el
edredón, sintiendo una intensa culpa.
—Lo siento mucho.
No quería imaginar el momento en que le dijese la verdad, se me encogía el
corazón de solo pensarlo.
El móvil pito de nuevo y lo cogí, mi ánimo cambio al ver quien llamaba.
—Hasta que puedo hablar contigo.
—¡Ángela! —dije feliz de escucharla—. Tengo tanto que contarte, quiero
verte mañana después de visitar a mi familia.
—¿Visitar a tu familia? ¿Acaso ya no vives en tu casa? —pregunta, parece
que quisiera reírse.
—¿Estas sentada? —dije con los clásicos ruiditos que hace mi estomago,
cuando debía enfrentar una situación complicada.
—Estoy en la cocina, preparando mi cena.
—Mejor espero a que te sientes.
—Ya suéltalo Mina —me instó—, sabes que…
—Me casé.
Su largo silencio me hizo pensar en varios escenarios; que se había
quemado o que había dejado derramar la comida por darle la noticia de sopetón,
sin anticiparle los hechos.
—¿Ángela?
—COMO ME DICES ESO DE GOLPE —Gritó tan alto que mi oído
zumbo—. Pero no me digas creo suponer con quien.
—¿Crees… suponer?
—Nicolas Crowe.
—¿Por qué estas tan segura que es él?
—Este rumor que circula que se encontraba en Italia, además tu molestia
cuando estuvimos en aquel bar y el hecho que tu hombre misterioso era uno de
tus jefes. Obvio que no es Patrick Martin, sino el otro.
—Y yo que pensaba que mi amiga no tenía ni idea de quién era el hombre
con quien fui a bailar —pensé—. Por favor guárdame el secreto, tengo que
hablar con mi familia y siento pavor de cómo reaccionarán.
—Sabes que lo haré, pero debes tener en cuenta que no podrás mantener
esto oculto por mucho tiempo. Nicolas Crowe es un hombre muy importante
para que algo asi pase desapercibido. Quizás la prensa ya debe estar rastreando
los lugares que visito en Europa.
—Lo sé, y esto es lo que más me preocupa.
—Vale te enamoraste, aunque eso de casarte…
—Es impulsivo, extraño y otras cosas, pero lo amo Ángela esa es la única
verdad.
—No tienes que decirme más, pero cuéntame cómo fue todo.
—¿Y tu cena?
—Pediré comida china, esto es más importante.

Nicolas
—¿Mi esposa? —pregunto al señor Abey, pasando la cazadora por mi
hombro después de quitármela.
—Dormida —respondió—. Eligió a la esposa correcta señor, es una mujer
encantadora.
—Gracias, por favor sea amable con ella, que se sienta como en casa.
—Lo haré con gusto, ¿quiere cenar?
—No, voy con ella.
Subí la escalera con inusual rapidez; la encontré dormida de costado hacia
la ventana. Como no quería perturbar su sueño, fui al sofá de la esquina en el que
me deje caer quitándome los zapatos.
Cerré los ojos por el cansancio, ni siquiera me di cuenta cuando me quede
dormido y cuánto tiempo transcurrió, cuando sentí un roce en mis párpados,
luego el puente de la nariz. Parpadee logrando verla en la semioscuridad, con sus
labios pegados a los míos.
—Ven —susurró persuasivamente, llevándome a la cama.
Se arrodilló en ella, y removió mi camisa mientras yo movía las manos por
sus hombros, bajando los tirantes de su camisón.
—Creo que si no me ayudas, hubiera dormido con la ropa puesta.
—Tengo que cuidar de ti —bajo la cremallera de mi pantalón, después de
sacar el cinturón y desabrochar la bragueta—. ¿Estás muy cansado?
En su pregunta había otra intención, yo sabía cuál y tenía que complacerla.
—Me someto a su voluntad, señora Crowe —hinque la rodilla en la cama, y
me puse sobre ella—. Porque no existe nada, nada que pueda alejarme de ti.
Capitulo 44

—¿Qué hora es?


Abrió los ojos con la impresión de haber olvidado poner el despertador a la
hora de siempre, seis treinta de la mañana para darse una ducha e ir al trabajo,
pero los relucientes rayos de sol que se filtraban por las cortinas, un poco
descorridas, le decían que su realidad era distinta.
Giró para darle los buenos dias a su esposo, pero no estaba. Dirigió la
mirada hacia el vestidor a su derecha, de donde lo vio salir con una camisa gris
pálido desabotonada y la corbata azul metálico sin anudar, colgando de su cuello.
—Buenos dias —dijo sonriente, sentándose en la orilla de la cama.
—Hola —ella gateó hasta él, y lo beso en la nuca—. Hueles delicioso.
—Que agradable que te digan algo asi tan temprano —dijo apretando la
mano que ella había puesto en su abdomen.
—Seria más agradable si te hubieras quedado un poco más en la cama.
—Tengo que ir a la oficina
—¿Puedes esperar? Marian Smith me evaluara mal si...
—No iras más a la empresa —dijo él tajante.
Mina frunció el ceño molesta, y salió de la cama envolviéndose en la
sabana.
—¿Me estás prohibiendo ir a mi trabajo? —inquirió.
—Como mi esposa, tú no puedes trabajar para mí.
—No me mate estudiando cuatro años en la universidad para quedarme en
una casa inmensa, aburrida todo el día.
—¿A qué te refieres? —volteó hacia ella—. No es necesario que trabajes,
tendrás todas las comodidades que mereces sin que hagas ningún esfuerzo.
—Disculpa, pero yo no trabajo por dinero. Trabajo porque me gusta lo que
hago, me gusta ser parte de un equipo y contribuir en tu negocio.
—Tú no necesitas hacer eso.
—Entonces debo quedarme aquí esperando por ti todo el día para tener
relaciones sexuales, si te place, ¡¿es eso lo que quieres?! —replicó con
frustración.
—¡Te comportas como un niña! ¿Crees que yo solo te quiero para eso? —
Se puso de pie—. Tuve la oportunidad de hacerlo contigo en aquella bodega, en
vez de casarme —fue de regresó al vestidor.
—¡Rayos! Yo y mi gran boca —masculló Mina, enfadada consigo misma
—. Ya hemos tenido tres discusiones, y no tenemos ni una semana casados. Esto
está mal —lo siguió para tratar de apaciguar los ánimos.
Ahora con la luz del día, pudo ver mejor el vestidor; la mitad de la pared la
ocupaban las camisas de Nicolas colgadas a juego con los trajes de diversos
tonos de gris y azul, y negro de la siguiente sección. Su ropa informal estaba
acomodada de forma ordenada y por colores, en los anaqueles de ébano
dispuesto en hileras de cuatro.
Observó hacia el espacio vacío, al extremo derecho, con algunas cajas con
su nombre, y perchas sin usar.
—Aunque coloque la ropa que traje de Italia y la que tengo en casa, seguirá
viéndose vacio —musitó.
—Tengo que irme —dijo él, cerrando el broche del reloj que había sacado
de una gaveta con sobre transparente—. No sé a qué hora vuelva, pediré al señor
Abey que envié a una de las doncellas a acomodar tu ropa.
—Nicolas, lo siento por decir eso —se acercó a él, sujetando la sabana
contra su pecho—. Sé que quieres que disfrute de esta vida, pero no quiero ser
una muñeca decorativa, quiero demostrar mis meritos, los que me dieron la
oportunidad de trabajar en Crowe.
—No tienes que hacerlo —dijo con suavidad, tomando una de sus manos
para besar el dorso—. Estoy al tanto de tus logros en la empresa, Patrick me
informo de tus puntos de Italia, fuiste la mejor. Lo único que quiero, es que no te
sientas incómoda en tu trabajo.
—Hasta ahora me he sentido bien en el.
—No mientas, tengo ojos en cada rincón de la empresa no lo recuerdas.
Esa chica Sarah te ha molestado.
—Sí, pero...
—Voy a sacarla de la compañía.
Mina sacudió la cabeza, oponiéndose a ello.
—No te atrevas, deja las cosas asi que yo puedo lidiar con esa situación.
Solo no me quites lo que me gusta hacer —curvó los labios hacia abajo, usando
la táctica que empleaba con su hermano para salirse con la suya—. Por favor.
Nicolas sonrió divertido, incapaz de negarse a su pedido.
—Esta chica que me manipula como un cordero al matadero, bien pero hoy
no vas hazlo mañana.
—¿Me das permiso para ausentarme?
—Recuerda que tienes que hablar con tu familia; iré a su casa por la noche
para hacer lo que debí haber hecho antes de casarnos.
—Lo sé, pero ahora… —ella le aflojó la corbata, deshaciendo el nudo—,
¿cómo crees que puedo pagarte por mi día libre? —la deslizó, envolviendo su
mano en ella.
—Debo ir a trabajar —reiteró él, con voz aterciopelada.
—¿De verdad quieres hacerlo? —Desabotonó su camisa hasta el ombligo, y
le sacó el blazer dejando que cayera al suelo—. Media hora será suficiente, para
pagarte por favorecerme con un día libre.
Ella retrocedió dejando que la sábana que la cubría, rodara por su cuerpo
desnudo hasta sus pies descalzos. Nicolas hizo una mueca, complacido de su
iniciativa.
—Mi esposa ha aprendido bien, por eso decía que eras un diamante en
bruto —la cogió de las caderas, llevándola al diván blanco de marco de madera,
en el centro del vestidor.
—Entonces… —envolvió su cuello reclinada sobre la tersa piel del mueble,
atrayéndolo más hacia ella—. ¿Estás de acuerdo con mi forma de pago?
—Si hago algo contigo no saldré de aquí en todo el día, y de verdad no
quiero obviar mis responsabilidades —inclinó la cabeza, y beso sus pechos con
ternura—. Señora Crowe, eres una tentación hasta para el más célibe de los
hombres, pero debo velar por las ochenta mil personas bajo mi cuidado.
—No quiero ser quien ponga en riesgo tu compañía —dijo todavía abrazada
a él cuando se levantó—. Pero es que no me canso de ti.
—Yo tampoco, pero hay responsabilidades que se deben cumplir —se
apartó de ella.
Mina se mordió el labio al ver los músculos de su abdomen flexionarse, y
los del brazo marcarse en la fina camisa de algodón, cogiendo la corbata y el
saco.
—Tiramisú —musitó.
—¿Dijiste algo?
—Nada importante —meneó la cabeza, apretando los labios para no
soltarse a reír—. Tomaré una ducha, me urge ver a mi familia.

***

Inspiró de nuevo, reuniendo el valor que necesitaba para salir del auto y
entrar a la pastelería, pero al visualizar cómo sería el encuentro con su familia,
con todo lo sucedido en un mes, los nervios le produjeron más retortijones.
—Y eso que no he comido dulces estos dias.
Práctico en la ducha lo que diría, y luego mientras desayunaba, pero
siempre olvidaba algún detalle importante y volvía a empezar.
—Debo decir lo mismo que dije a Dylan.
—Señora Crowe —dijo Masato—. Disculpe que la importune, pero hace
diez minutos que llegamos.
—Me distraje —susurro tomando su bolso—. Gracias…
—Masato Koichi.
—Ese es tu apellido —dijo extrañada de ver que su actitud era más jovial a
la rigurosa que había visto desde que lo conoció—. Gracias Masato, puedes
regresar a casa, mi esposo me recogerá esta noche.
—Si señora —movió la manija para salir—, déjeme abrir su puerta.
—Lo haré yo.
—Pero el señor Crowe...
—Este será nuestro secreto —dijo con una sonrisa, bajando del auto—. Que
tengas buen día.
El melodioso tintineo de las campanitas de la puerta de la pastelería, le
dibujo una sonrisa, asi como las vitrinas con los coloridos postres, el mural lleno
de notitas de post it dejados por los clientes, y los anuncios de diversos tipos.
Un chico delgado con delantal azul cielo y de cabello negro engominado en
las puntas, pasaba un trapo húmedo por una de las mesas recién desocupadas. No
lo había visto antes, asumió que podría ser el nuevo empleado que sus padres
planeaban contratar para trabajar en la pastelería ese verano.
Vio a Becca salir de la cocina, con un nuevo color de cabello de un
luminoso tono rojo. Llevaba dos tazas de cappuccino a una mesa donde una
pareja charlaba comiendo tarta de limón.
—Y pensar que en verano, yo hacía esto.
—¡Mina! —gritó la chica al verla, dejó la bandeja en el mostrador y fue a
saludarla—. Que bonito vestido.
—Gracias —dijo consciente de lo bien que le favorecía el vestido azul que
Nicolas le regalo—. Es de Florencia, por cierto te traje un regalo.
Extrajo del bolso un saquito de terciopelo, que contenía un brazalete hecho
de coloridas cuentas de cristal Murano.
—Es hermoso, gracias —dijo Becca mirando su muñeca después de
ponérselo.
—¿Están mis padres?
—¡Mina!
Escuchó la voz armoniosa de su madre, y la vio salir de la cocina junto a
Samantha.
—¡Cariño te ves hermosa!
—¡Mamá! —dijo abrazándola—. Tengo tantas cosas que contarles,
¿podemos ir a casa?
—¿Qué sucede?
—Es algo importante, podrían decirle a papá que venga también.
—Se quedo en casa por la gripe.
—¿Y tu equipaje, prima? —cuestionó Samantha al ver que no traía su
maleta.
—Vamos a casa —insistió.
Las tres salieron después que Alana le pidiera a Becca atender la pastelería
en su ausencia. Se fueron caminando ya que solo eran unos quince minutos de
distancia del negocio hasta la casa. No hicieron más que entrar, cuando Mina
corrió para abrazar a su padre, que veía un documental, acostado en el sofá.
—Me alegra verte.
—A mi más a ti, papá.
—¿Prima por qué…?
—Por favor —dijo, tratando una vez más de aplacar su ansiedad—. Cuando
termine pueden preguntar todo lo que quieran.
Alana fue con Oliver, Samantha se sentó en el sofá individual y Mina lo
hizo en el que tenía una visión periférica de los tres.
—Di lo que tengas que decir —dijo su padre.
—No quiero dar vueltas al asunto, asi que primero diré que los pasados
meses… —hizo una pausa, organizando los recuerdos que aun quedaban sueltos
—, he mantenido una relación con alguien.
Detalló el encuentro con Nicolas en la fiesta de máscaras obviando lo
terrorífico. Ni Alana ni Oliver dijeron nada mientras ella relataba lo sucedido,
revelando la identidad de su novio secreto. Samantha abrió la boca para decir
algo por la sorpresa de saber con quién su prima se había involucrado, pero
guardo silencio cuando vio a su tío hacer un gesto.
Les contó de la cita en su oficina, sin hablar del chantaje y el asunto
escabroso. Explicó su llegada a Italia, la propuesta de matrimonio, y por qué
decidió casarse mostrando el anillo.
—Es de su familia —dijo.
—Déjame ver —Alana se puso las gafas que colgaban de su cuello, y le
tomó la mano—. Hermoso.
—Casada y con Nicolas Crowe —Oliver restregó sus sienes—. Me duele la
cabeza.
—Papá —dijo Mina sintiendo su rechazo—. Estas decepcionado y lo
entiendo hice las cosas de forma apresurada, pero…
—De hecho ya sabía parte de esta verdad —alzó la mirada hacia ella—,
pero es complicado para mí digerir que mi hija se ha casado en secreto, y con un
novio que no sabíamos tenias. Han pasado meses desde esa fiesta, entiendo lo de
ocultar el noviazgo, ¿pero casarte?
—Oliver ya sabíamos todo esto —dijo Alana.
—¿Ya lo sabían? —cuestionó Mina, intrigada de que estuvieran al tanto.
—Tu tía llamó anoche, Oliver habló con ella por dos horas. Ceci lo hizo
para prepararnos, por eso cuando nos explicabas no dijimos nada. Todo esto es
increíble para mí, porque muchas veces expresaste tu desagrado hacia él.
—Lo sé mamá, pero en ese entonces quería mantener las cosas en secreto
porque no era nada serio —friccionó sus manos que estaban frías.
—Tenías que ser honesta con nosotros, es entendible que lo hayan
mantenido en secreto por ser él quien es, pero casarte asi.
—De seguro alguien de la familia dirá algo —comentó Samantha—. Con
eso de que siempre preguntan cuándo se casan Brandon y Eva.
—Tuve a tía Ceci conmigo.
—Mi prima, pero no nosotros Mina —señaló Oliver—. Nunca hemos
impuesto alguna costumbre rígida a ti o a tu hermano, pero hubiésemos querido
estar allí, o que lo hubieran hecho aquí.
—Nosotros papá... bueno Nicolas y yo tomamos esta decisión porque nos
amamos —dijo, tratando de mostrarles lo que sentía—. No voy a mencionar que
se lo de su matrimonio relámpago por el embarazo de mamá, tía Ceci me ayudo
y no voy a echarla de cabeza —pensó.
—Ahora recuerdo esa conversación que tuvimos prima —dijo Samantha—,
por eso reaccionaste asi cuando te mencione lo de su pasado.
—Quería saber más de él, como hombre y no como el CEO de Crowe.
—¿Cuándo regresaron? —preguntó su padre.
—Ayer, pero estaba tan agotada por el viaje que pensé que era mejor venir
hoy.
—La mansión Crowe, esa enorme casa del reportaje en la revista Home and
Design —dijo Alana con expectación. Mina sabía por su sonrisa elocuente, que
su madre ya había dado por aceptado el matrimonio.
—Sí, y cuando quieran pueden ir.
—Mina —dijo Oliver, dejando el sofá para sentarse con ella—. Necesito
digerirlo un poco más, pero si esto te hace feliz no tengo nada que objetar. Eres
una mujer adulta y desde hace años te vales por ti misma —beso su mejilla—.
Quiero hablar con tu esposo… —rasco su nuca—, vaya tendré que
acostumbrarme.
—Vendrá esta noche, quería que pasara el día con ustedes sin su
interferencia.
—Nicolas es un buen hombre Oliver, he hablado mucho con él —apuntó
Alana revisando su atuendo, y se puso de pie—. Debo ver en el armario que
ponerme, ¿Samantha podrías preparar pastel de ángel? Es el favorito de mi…
yerno —soltó una risita nerviosa, y dejo la sala con prisa.
—Creo que a mi Alana no le tomó esto por sorpresa —dijo Oliver con una
sonrisa.
—Mamá y tía Ceci son de su club de fans, papá —expuso Mina, entonces
pensó en Brandon—. ¿Qué dirá mi hermano?
—Tranquila —dijo Samantha para darle ánimos—. El cabezota de mi primo
entenderá, eso creo.
Mina ayudo a su madre con el almuerzo, y a su padre a poner en orden el
archivo donde guardaba las noticias que redactó en su tiempo como periodista.
Después fue a empacar las cosas que llevaría con ella a su nueva casa; sintió una
abrumadora nostalgia al reencontrarse con las paredes lavanda de su habitación,
la cama con la colcha de flores y el escritorio con los libros.
—Voy a echarlo de menos.
—Sabía que lo ibas a necesitar —Alana entró, y puso en el escritorio la taza
que traía—. Chocolate caliente para calmar tu corazón, cariño. El día de tu viaje
a Italia, te veías afligida —se sentó con ella—. En tu corazón sentías que no ibas
a volver.
—Estaba emotiva, pensé que todo entre Nicolas y yo había terminado, pero
fue por mí a Italia. Me ama y yo lo amo de la misma forma mamá, me dolería
que ustedes no…
—No es bueno que tu esposo te vea asi —le acaricia el rostro—. Bebe el
chocolate, y no te preocupes todo estará bien.
—Asi fue cuando papá y tú se enamoraron.
—Sí, y mira cuanto tiempo tenemos juntos.
Pasadas las seis, Nicolas llegó y parte de sus preocupaciones
desaparecieron al ver que su madre lo tomaba del brazo como viejos conocidos,
y su padre lo invitaba a sentarse en su sofá favorito. Pensó que se los había
echado al bolsillo como hizo con Ceci y Meg, con sus modales exquisitos,
seductora sonrisa y pausada forma de hablar.
Lo mismo sucedió con Samantha, con quien hizo buenas migas,
felicitándola por los postres que ella preparaba en la pastelería.
El único que faltaba por saber de su inesperado matrimonio, era Brandon
que al llegar, se encontró con Nicolas bebiendo café con Oliver mientras
charlaban de los beneficios de hacer negocios en Asia.
—Señor Crowe, ¿Qué hace aquí? —Preguntó con sorpresa—. Pensaba
pasar a su oficina mañana.
—Yo…
—Brandon —dijo su padre anticipándose a Nicolas—. Primero debes
hablar con tu hermana.
—¿Qué sucede? —la vio sentada junto a éste, apretó los dientes cuando los
vio tomarse de la mano.
—Creo que debo ser yo quien lo haga —intervinó Nicolas.
—No te metas —espetó Brandon con el ceño fruncido—. Es un asunto de
familia.
Fue por Mina y se la llevó casi a rastras al patio trasero cerca del columpio
que colgaba de la rama del árbol más viejo, y que de niños él mismo colocó para
que ella jugara.
—El señor Crowe no está aquí para hablar conmigo, es evidente que está
aquí por ti.
—Brandon…
Levantó la mano, imposibilitando que ella continuara.
—Daniel me lo dijo alguna vez, pero pensé que era uno de sus comentarios
estúpidos —masculló—. El rumor de su viaje a Italia tiene que ver contigo.
—Hemos sido novios estos meses, y nos casamos allí.
—¿QUÉ?
—Déjame explicarte.
—Hazlo —dijo de forma inflexible—. Porque no entiendo esto, ahora eres
la esposa de mi jefe, ¡tu jefe!
—Nos conocimos en el baile de máscaras, al que fui contigo.
—Y desapareciste. Recuerdo que ibas a golpearme con tu zapato ¿acaso
Nicolas Crowe te acoso en esa fiesta? Porque si es asi le rompo la cara y de paso
renuncio.
—Deja ese complejo de guardián que tienes conmigo, desde que el idiota
del colegio me beso a la fuerza. Acepta que no soy la misma chiquilla de
dieciséis, a la que viste llorar después de vomitar en el baño por ese beso.
—Solo dime lo demás.
—No me acoso —dijo mintiendo en parte—. Bailamos sin saber quiénes
éramos. Trató de encontrarme, pero no sabía mi nombre y menos mi cara.
—¡Espera! Significa que conseguí el trabajo por ti, ¿Mina que hiciste?
—Oye yo no tengo tanta influencia en él y menos en su trabajo. Déjame
explicarte…

***
—Brandon tiene mal carácter, pero quiere mucho a su hermana. Entenderá
por qué tomó esta decisión —dijo Oliver.
—Espero que sí, señor Foster —Nicolas se asomó por la ventana de la
cocina por segunda vez.
—Quiere mucho a mi hija.
—Demasiado —respondió—. Lo siento por hacer las cosas de esta manera,
pero verla de nuevo después de semanas de no hacerlo, me hizo darme cuenta de
lo mucho que la amaba.
—El sentido común queda de lado por amor, vaya que lo sé por experiencia
propia.
—Sí señor Foster, y procuraré por ella todo lo que sea necesario.
—Espero que sea asi, hijo.
Nicolas experimentó una extraña agitación cuando el hombre de ojos verdes
como los de Mina, lo llamó como si fuese un miembro más de su familia.
—¿Puedo llamarle ... padre?
—No tengo ningún inconveniente.
—Y puedes llamarme madre —dijo Alana entrando a la cocina—.
Samantha tuvo que irse, pero antes dejo preparado su postre favorito para llevar.
—Pastel de ángel —sonrió ampliamente.
—Sí.
—Gracias.
Sentía que su larga búsqueda terminó, y finalmente tenía la familia que
tanto deseaba desde niño.
—¡TU!
La puerta se abrió como si una ráfaga de viento la hubiera vapuleado, hasta
chocar contra el mueble de la cocina. Brandon entró con cara de pocos amigos.
—¡Brandon! —Gritó su madre, cuando lo vio irse sobre Nicolas que no se
movió.
—¡No! —Dijo éste—. Si quiere golpearme, está en su derecho.
—Debería hacerlo hasta que te vea sangrar —alzó el puño cerrado—. No
me importa perder mi trabajo con tal de hacerlo, pero por mi hermana… —se
apartó—, no puedo.
—Brandon…
—Papá me voy, verla casada y peor con mi jefe es demasiado. Quizás
ustedes lo hayan aceptado, pero por ahora no puedo pensar de otra manera. Iré a
dar una vuelta.
Escucharon cuando abrió la puerta principal, y luego la cerró de un portazo.
Nicolas fue con Mina, que había entrado después de su hermano y se mantenía
inmóvil cerca del refrigerador.
—Lo siento —le beso la coronilla—, de verdad no quería causarte este
problema.
—Estoy bien, es sólo que mi hermano dijo algo que me conmovió.
—¿Qué?
—Sabe que vas a protegerme, pero que mantendrá sus ojos sobre ti,
observando cuidadosamente. A la primera que me vea triste… —dijo con cautela
de que sus padres escucharan—, te va a patear el…
El móvil de Nicolas vibró, éste frunció el ceño al ver la pantalla después de
tomarlo.
—¿Sucede algo? —preguntó ella, por el repentino cambio en su gesto.
—Nada importante, solo debo verificar algo.
Fue a la sala de estar ahora vacía, y presionó la pantalla activando el buzón
de mensajería.

De: Verónica Wang


Asunto: Importante

Tengo cintas que he grabado de conversaciones que he sostenido con tu tío,


y en una de ellas menciona la muerte de tus padres. Te las voy a entregar, pero
antes debemos hablar, por favor ven mañana a mi departamento.
Capítulo 45

—Esperaré en el auto mientras hablas con ella —Patrick daba golpecitos al


timón, en espera de que Nicolas abrochase su cinturón—. No me fio de este
súbito deseo de ayudarte.
—Lo sé, solo déjame manejar este asunto. Sé la clase de mujer que es y no
voy a arriesgar mi matrimonio; haré lo que hice la última vez para dejarle las
cosas en claro.
Patrick metió la marcha, y piso a fondo el acelerador de su Audi para salir
del aparcamiento subterráneo de la Torre Crowe.
—Iremos a su departamento y ella te dará las supuestas pruebas. Si resultan
ser útiles se las proporcionaremos a las autoridades, sin involucrarte por
supuesto, entonces todo terminara con éxito.
—Lo importante es que Mina este fuera de peligro.
—¿Cómo va tu vida de casado?
—Después de Caterina, yo vivía muerto en vida —frotó los dedos contra su
pecho, por encima de su cicatriz—. Con Mina todo vuelve a tener sentido.
—Lo sé —lo palmeó en el hombro—. Se ve lo feliz que estas.
—Hasta he pensado en tener hijos, pero ahora no. Puedo manejar
protegerla, pero con un niño en medio me vería en la necesidad de actuar como
en el pasado, con tal de que nos dejen en paz.
—Para eso estoy yo, si tengo que quebrantar las leyes por ti, lo haré.
—Gracias Patrick, a pesar que al principio hice tu vida de cubitos —
admitió—. De verdad aprecio cada una de las cosas que has hecho por mí.
—Te ganaste mi respeto desde que accediste a ayudar a tu hermano, y
manejando Crowe como lo estas haciendo.
—Poco a poco he olvidado la parte oscura de mi pasado.
—¿Ya te perdonaste por todo lo que hiciste?
Nicolas enarcó una ceja, y suspiró con evidente malestar.
—En verdad nunca he sentido remordimiento, mentiría si lo dijera. Es
como si le preguntaras a un hombre que robo para alimentar a su hijo, si se
arrepiente de eso. Sé que no es lo mismo, pero acabar con esas escorias no me
produce aflicción.
—Tu situación es un tanto particular, asi que… ¿Qué es eso?
Patrick se inclinó hacia el timón del coche, señalando la humareda que se
elevaba por encima de los edificios de Streeterville. Se vio forzado a detenerse
en la calle adyacente al edificio donde vivía Verónica, porque la vía principal de
acceso estaba cerrada.
Nicolas bajo del auto, al doblar la esquina se encontró con una escena
espantosa, uno de los pisos se incendiaba y amenazaba con extenderse a los
otros. Trató de pasar por la cinta de seguridad, pero dos policías que
resguardaban el perímetro, se lo impidieron.
—Es peligroso que ingrese, señor.
—¿Qué pasa con las personas que viven…Cof en ese piso? —tosió
cubriendo su boca por el intenso olor a humo.
—Los bomberos lograron sacar a todos, incluyendo a una mujer que quedó
atrapada en uno de los departamentos.
—¿Dónde están? —preguntó en voz alta, ya que el sonido del helicóptero
que sobrevolaba el área no lo dejaba escuchar.
—La ambulancia los llevó al hospital cercano, ¿es usted familiar de alguno?
—No —intervino Patrick que había llegado y tomó a Nicolas del brazo—.
Nos equivocamos de dirección amigo, lo siento.
—¿Por qué? —le inquirió éste cuando lo llevaba al auto.
—No viste la cara del policía, y al otro sacando una libreta. No es bueno
que sepan quién eres, iremos al hospital cercano, escuche al chofer de una de las
ambulancias informar por radio que irían allí con los heridos de cuidado.

***

Mina esperaba por Ben en uno de los bancos del parque al que usualmente
iban a comer hamburguesas, en su tiempo de universitarios. Meditaba en cómo
decirle la verdad, pero ninguna explicación le parecía lo suficiente convincente
para suavizar las cosas.
Friccionaba uno de los botones de su chaqueta de denim purpura, cuando
sintió un leve roce que agitó su coleta.
—Hola.
—¡Hola Ben! —intentó ponerse de pie, pero éste puso la mano en su
hombro sentándose en el banco.
—El viaje a Italia te sentó bien, ¿quieres comer algo? —apuntó al puesto de
hamburguesas en la otra esquina.
—No, gracias —respondió, restregando su nariz con la manga de la
chaqueta.
—¿Tienes gripe?
—Una simple alergia.
—¿Y dime cómo está tu tía?
—Muy bien, resulta que es socia de la dueña de la casa de modas donde yo
suponía trabajaba de asistente, y anda de novia de un vinicultor.
—Que sorpresa —dijo poniendo su mano sobre la de ella—. Te he echado
de menos.
—Yo también —tomó la de él—. Ben, quiero que hablemos de algo muy
importante.
Bajo la mirada hacia los brotes de hierba que crecían entre las grietas de la
acera. La piedra de su anillo de compromiso brillo, se percató que olvido
quitárselo asi como el de bodas.
Retiró la mano, pero Ben le tomó la muñeca.
—¿Qué es esto? —inquirió levantando su brazo.
—Por eso estoy aquí, algo sucedió antes de mi viaje.
—¡Es un anillo de bodas! —dijo afectado—. ¿Mina, que has hecho?
—Sucedió en el baile de máscaras, lo conocí allí... yo…
—Daniel, ese granuja se largo desde que te fuiste, ¿te siguió verdad? —Le
sujeto los brazos, con el rostro contraído por la rabia—. ¿Qué te dijo para
convencerte?
—¡Me estás lastimando!
—Tienes que entrar en razón, Daniel no es bueno, él...
—NO ES ÉL, ES NICOLAS.
—¿Mi… primo? —su voz parecía disuelta—. ¿Cómo? ¿Por qué?
—Me enamoré, nos conocimos en el baile de máscaras, al que…
—Me mintió, preparó lo del viaje para tenerte. ¡Hipócrita! —abrió tanto los
ojos que Mina tenía la impresión que iban a salirse de sus orbitas—. Dime, ¿te
acostaste con él? ¿Consumaron el matrimonio?
—¡Ben!
—Mi primo es un cretino, ¿cómo permitiste que te tocara cuando yo
quería...? —agarró su cara, mirándola con ojos suplicantes—. Te amo desde hace
dos años y ahora estas casada con ese imbécil.
—Yo lo amo.
—¡Vamos Mina, despierta! Mi primo tiene sexo con la mujer que le plazca,
incluso durmió con su ex publicista Verónica Wang. Tú piensas que él es
perfecto, pero manipula a la gente a su antojo.
—Asi fue conmigo —pensó dudosa, de inmediato meneó la cabeza—. ¡No
más!
—Yo quería ser algo más para ti, pero ahora no puedo.
—Somos amigos —intentó tocarlo, pero Ben apartó su mano de un fuerte
manotazo.
—Sabias de antemano toda la aversión que sentía hacia él, asi que es
imposible —expreso con reproche—. Estas casada con el hombre que ha
causado dolor a mi familia.
—¿Dolor? —se preguntó Mina, sintiendo escalofríos en el cuerpo.
—Envió a mi padre a Hong Kong para separarnos, por eso mi madre se
quedó sola conmigo. El hombre perfecto que es tu esposo, es un monstruo capaz
de destruir todo para conseguir lo que quiere, y ahora arruinó nuestra amistad —
dejo el banco—. Adiós.
—¡Ben!
—Te casaste, asi que olvídate de mí.
A Mina se le doblaron las rodillas por la debilidad, al tratar de ir tras él.
Masato que la había estado vigilando, siguiendo órdenes de Nicolas, fue con ella
y la tomó en brazos.
—Ya empiezo… —musitó ella—, a causarte problemas.
—Estoy aquí para cuidar de usted, señora.
—Nicolas… no quiero que él sepa.
—¡¿Quién eres tú?!
Cuestionó Ángela que llegó al parque para encontrarse con Mina, pero vio
que Masato depositaba a su amiga con cuidado, en el asiento trasero del
Mercedes.
—Soy su chofer, señorita.
—Ángela Scott, iré con ella.
Subió al auto, y palpó su frente después de acomodar su cabeza sobre sus
piernas.
—Está ardiendo en fiebre —dijo preocupada—. Vamos al hospital.
—No —se opuso Mina.
—Claro que vamos.
—¿A cuál señorita? —preguntó Masato.
—Le indico en el camino.

***

Ángela se paseaba de un lado a otro por el pasillo del hospital, tratando de


localizar a alguien de la familia de Mina. Le gruñía al móvil que casi no tenia
carga en la batería, cuando tropezó con alguien.
—Lo siento... ¡Oh!
—Señorita Scott.
—Señor Martin, que sorpresa encontrarlo aquí.
—Un chequeo médico —dijo encubriendo la verdadera razón—. ¿Y usted?
—Por Mina.
—¿Qué sucedió con ella?
—Tiene fiebre, ahora el médico la está examinando. Su chofer Masato ha
tratado de localizar a su esposo, pero no ha conseguido hablar con él.
—Lo haré yo —sacó el teléfono de su chaqueta—. Nicolas —dijo al
ponerlo en su oído.
—Patrick, la mujer no es Verónica y en la lista de pacientes admitidos no
aparece.
—Hay que investigar a los que resultaron ilesos, y fueron enviados a un
hotel —hablaba entre susurros, al tanto de la presencia de Ángela—. Tengo algo
que decirte, tu esposa esta en este hospital, Masato ha tratado de comunicarse
contigo, pero…
—¿Qué dices? ¡Ese perro de Berman le hizo daño!
—No. Ahora estoy con su amiga, por eso no puedo darte más detalles.
—Voy de inmediato.
Nicolas llegó a ese piso en cosa de minutos, Patrick apenas pudo darle los
detalles de lo que Masato le comentó de lo que observó entre Mina y Ben,
porque se fue directo a su habitación.
—Es una alergia propia de esta época —dijo el médico, pasando el
expediente a la enfermera—. La dejaremos aquí por esta noche para darle tiempo
al medicamento de hacer efecto. Mañana puede llevarla a casa, señor Crowe.
—Gracias, doctor Turner.
—De nada, para mí y Liz es un gusto atender a Mina.
—¿Conocen a mi esposa?
—Nico… las —balbuceó Mina, abriendo los ojos al escuchar el eco de su
voz—. Ben me odia, dijo que separaste a su familia... —le ardía la garganta—,
su padre…
—Angustiarte no ayudara a que la fiebre baje —se sentó en la cama con
permiso del médico, y le rodeo el cuerpo acurrucándola en su pecho—. Debiste
decirme que te sentías mal.
—No le di importancia a la alergia, han sucedido… tantas cosas.
—Por eso tengo que cuidar de ti —beso su cabeza—. Duerme, mi ángel.
Ella bostezo cansada, y volvió a dormirse por el medicamento que le habían
administrado. Ángela entró, para ver como seguía.
—Dormirá toda la noche.
—¿Podrías cuidarla? —Le pidió Nicolas—. No quiero dejarla sola, pero
debo arreglar un asunto.
—Ve tranquilo.
Se encontró con Patrick que lo esperaba afuera.
—Dije a su padre que cuidaría de ella —masculló encolerizado,
recargándose contra la pared—. Ese perro la lastimó diciendo mentiras acerca de
mí… quiero decir mi hermano, ¡Mierda! Ya no sé ni de quién hablo.
—Contrólate.
—¡Quiero matar a ese bastardo!
Dos médicos que acababan de llegar a la estación de enfermeras, voltearon
a mirarlos. Previniendo que se pusiera en evidencia, Patrick lo llevó al fondo del
pasillo fuera de su vista.
—Vamos a que te tomes algo y te calmes antes de regresar con ella —
sugirió, seguro de que esto era lo más conveniente.
—¿Crees que un simple café va a lograr serenarme?
—No, pero al menos te despejaras un poco.
De regreso a la habitación, con Nicolas más calmado después de beber dos
cafés, Patrick se ofreció a llevar a Ángela a su departamento al escucharle decir
que tomaría un taxi ya que no traía su auto.
—Señor Martin —dijo ella, después de unos eternos minutos de silencio
desde que dejaron el hospital.
—Dígame, señorita Scott.
—Solo Ángela —recalcó—. Todo esto del matrimonio nos tomó por
sorpresa. Yo sabía que mi amiga estaba enamorada, incluso llegue a sospechar de
usted.
—¿De mi? —Dijo deteniendo el auto en el cruce de calles, en espera de la
luz verde—. ¿Hice algo para que usted pensara eso?
—No, pero tenía la idea que Mina se había involucrado con alguno de sus
jefes, alguien que había ido a la fiesta de máscaras.
—No cruzamos palabra, ¿estuvo usted allí?
—Un amigo me invito, pero no pude asistir. Mi madre vino de Dakota a
visitarme.
—Lastima —masculló—. Quizás nos hubiéramos conocido antes de vernos
en aquel bar.
—Si. Ahora que lo menciona, fue la actitud de su amigo ese día lo que me
convenció que era él quien tenía una relación con mi amiga.
—Se que tiene dudas con respecto a Nicolas, pero lo conozco bien. No se
habría casado con ella si no la amara, pero al ser un hombre importante, las
circunstancias le obligaron a ocultar su relación para protegerla.
—Y de seguro por sentirse abrumada por todo lo sucedido, mi amiga
enfermo.
—Tal vez, pero es un hecho que ambos deben sobrellevar esta situación, si
quieren que su matrimonio funcione.
—¿Qué situación?
—Su seguridad, Nicolas no quiere tomar riesgos y menos con su esposa,
por lo que ahora su amiga deberá cambiar su rutina habitual.
—Sera complicado para ella, Mina es muy independiente y no le gusta
tener gente sobre ella todo el tiempo.
—A nadie le gusta, pero ahora es una Crowe y como tal debe aceptarlo —
repuso, prestando atención a la mano de Ángela sobre el bolso de flecos en sus
piernas, con las uñas perfectamente pintadas de purpura—. Me siento como un
idiota sin saber que mas decir, que no sea de Mina o Nicolas —dijo para sí
mismo.
—Señor Martin.
—Patrick, creo que es mejor tutearnos Ángela.
—Me agrada —movió la cabeza, agitando algunos mechos de su cabellera
rubia rojiza—. ¿Cree que podamos intercambiar teléfonos? nuestros amigos
están casados, asi que…
—Seguro —dijo él, con inusitado entusiasmo.
Se vio tentado de preguntarle si tenía novio, pero considero que sería de
mal gusto hablar de eso, por ahora.
Capitulo 46

—Pedí a Maurice que lo preparara para ti —Nicolas puso la bandeja con el


desayuno en la mesa junto a la cama—. Tú favorito: huevos escalfados, biscuits,
y jugo de fresa y naranja.
—¿Cómo es que lo sabes? —pregunta sorprendida.
—Tu mamá —acomodó un mechón de su cabello, detrás de su oreja—.
¿Cómo te sientes?
—Con un leve dolor de cabeza —Mina cogió el vaso y bebió el jugo de un
singular tono rosa, que sació su sed vespertina—. Ayer que deje el hospital no
tenía ánimos de nada, pero hoy me siento un poco mejor.
—Tenía que ser yo quien hablara con mi primo, pero algo se complico.
—¿En la empresa?
—Sí, y por eso debo irme —se separo de ella, dirigiéndose a la puerta. Pero
antes de poner un pie fuera del dormitorio, Mina dijo un nombre que lo dejo frio.
—Verónica Wang, ¿quién es ella?
—Ella… —Nicolas frotó su nuca, volviéndose—. Salimos un par de veces.
—¿Qué tipo de relación tuvieron?
—Nada serio, salimos por…
—¿Sexo?
—Crees que es bueno hablar de esto.
—Si cuando esta relación que tuviste, es utilizada para hacerte quedar mal.
Ya una vez te pregunte sobre tus amantes, no es que le dé importancia, pero
estamos casados y es bueno que seas honesto conmigo, al menos en ese aspecto.
—Te lo diré —le quitó el vaso de la mano, y lo regresó a la bandeja—. Si
tuve sexo con ella, pero a la única mujer que en estos años le hecho el amor ha
sido a ti.
—¿En verdad esperas que crea eso? —Inquirió con recelo—. Mírate, eres
muy guapo, las mujeres de mi oficina no podían ni hablar cuando estabas cerca.
—¿Te incluyes en ese grupo?
—Podría ser, pero créeme estaba más ocupada pensando en cumplir con
mis asignaciones semanales, que en espiarte para admirar tu físico.
Nicolas esboza una sonrisa, resbalando un dedo por el contorno de su
mandíbula.
—Para mi tener sexo casual no es lo mismo que hacer el amor, eso lo tengo
claro.
—¿Qué tan es asi?
—Desde nuestra noche de bodas.
—Lo ves, por eso es bueno que me hables sobre las otras mujeres con
quienes compartiste esta cama.
—No, ellas nunca vinieron aquí, solo tú has compartido esta cama conmigo
—envuelve su cuerpo, ciñéndola contra el suyo—. ¿Fue Ben quien mencionó a
Verónica?
—Sí, pero no te enojes con él —dijo aún afectada por lo sucedido—. Es mi
mejor amigo.
—Lo entiendo, pero tengo que pedirte algo —se aleja un poco—, sé que lo
quieres mucho, pero no comentes con él nada acerca de nosotros.
—¿Por qué me pides eso?
—Por su padre, hay razones de peso por las que decidí mantenerlo lejos,
por el bien de mi tía y Ben.
—Pero él lo admira y parece una buena persona.
Nicolas meneó la cabeza.
—Por favor haz lo que te digo —la besó en la comisura del labio—.
¿Confías en mí?
—Si —ella responde sintiendo como si él hubiera pulsado un botón que
activó sus ansias, hasta ahora aplacadas por los medicamentos—. Te extrañé
anoche; me hicieron falta tus besos y tus caricias.
—Te prometo que esta noche voy a complacerte.
Mina suspiró decepcionada de su respuesta.
—Que has hecho conmigo, Nicolas Crowe —su corazón palpitaba
anhelante, con los labios entreabiertos en espera de su beso, como si pasara por
una larga sequia—. Hasta yo misma me desconozco.
—Todavía tienes temperatura. Envié a Masato por tu familia, pasarán el día
contigo.
La besó en la boca con suavidad, pero al tratar de separarse, ella se aferró
mas a él mordiendo su labio inferior.
—¡Mina!
—Lo siento estoy demasiado atontada —se dejo caer en la cama—. Quizás
sea la alergia —hundió la cara en la almohada.
Nicolas deslizó los dedos por su cabello.
—Por favor ya no pienses en nada que te agobie.
—Lo prometo.
A media mañana su familia llegó con una pequeña e inesperada sorpresa
que elevo su ánimo.
—Jessie vino a visitarme —extendió las manos, tomándolo de brazos de
Samantha—. ¿Por qué está contigo?
—Liz me lo dejó, ella y su esposo fueron a un congreso, así que se quedará
conmigo estos días.
—Me alegra tanto verle.
El bebé comenzó a reír cuando Mina dejo salir el aire de sus mejillas
abultadas, como si fuese un globo desinflado.
—La casa es más grande de lo que se veía en el reportaje de la revista —
comento Alana—, y el extenso campo que la rodea es como el de las novelas que
tanto me gustan.
—Es realmente impresionante —dijo Oliver que se volvió hacia su hija—.
No quiero ni imaginar lo que debe costar mantenerla.
—Mucho, todavía tengo que ponerme al día en cómo se lleva todo —
cambio a Jessie al otro brazo, para balancear su peso—. Lo increíble es que las
personas que trabajan aqui casi no se dan a notar, ¿por cierto como esta
Brandon?
—Tiene mucho trabajo pendiente, pero prometió venir a verte —respondió
su madre—. Se preocupo cuando supo que estuviste en el hospital; ya está de
mejor humor gracias a que Eva regresa en pocos meses.
—Eso quiere decir que tendremos boda el próximo año —comentó
Samantha, curioseando por la sala.
—Veremos que deciden —agregó Oliver—. Seguro que se muda con él tan
pronto arreglen todo en el departamento.
—¿Ya sabe lo de mi boda?
—Sí, prima. Hable con ella y como todos se quedo alucinada cuando le dije
con quien te casaste.
—Hasta para mi es increíble —dijo para sus adentros.
A pedido suyo, James Abey se ofreció a mostrar la mansión a su familia.
Alana y Samantha le tomaron la palabra pidiendo ir primero a la cocina, que era
el sitio que mas deseaban explorar.
Oliver prefirió ir con Mina al jardín.
—Y yo que me quejo cuando tu madre me manda a podar los setos —dijo
recorriendo con la vista, la extensa hilera que resguardaba el jardín con los
rosales en flor.
—Trato de acostumbrarme a todo esto, gente a mi servicio desde que abro
los ojos. Me siento extraña, como si no fuera yo —dio a Jessie, una caja de
plástico amarilla con figuras geométricas naranja—. ¿Quieres jugar con esto?
—Con el tiempo te adaptaras asi como nosotros.
—Me hubiera gustado tenerlos conmigo en mi boda, papá.
—Lo importante es que seas feliz, tu esposo es un joven muy agradable.
—Si... No Jessie ponlo aqui —traslado su manita cerrada en torno a la
figura de plástico, y lo ayudo a introducirla en la abertura con forma de círculo
—. ¡Bien! —junto sus manitas para aplaudir.
—Te ves bien con él.
—Siempre he tenido debilidad por los bebés.
—Estoy seguro de que cuando tengas los tuyos, será todavía más especial.
—Quisiera que fuesen como Nicolas —dijo, al mismo tiempo que
considero en algo que no había visto en los pocos lugares que había explorado de
la casa—. No hay fotos suyas de bebé, debería preguntar al señor Abey por los
álbumes.
—¿Qué hay de Ben? —preguntó Oliver.
—No sé de él —dijo pasando los dedos por la mata de cabello marrón de
Jessie—. Pienso que debí ser honesta y hablarle de mis sentimientos desde hace
tiempo.
—Los Crowe no son muy apegados entre ellos, el que tu esposo viviera
alejado de su familia, después de que sus padres murieron, es muy extraño.
Mina pensaba lo mismo, como parte de los muchos misterios que lo
rodeaban.
—Cuando fui periodista, recuerdo que uno de mis colegas entrevisto a su
abuelo. Un hombre de carácter fuerte e impositivo, esa empresa es lo que es
gracias a su tenacidad en los negocios.
—Quizás Nicolas se parece a él.
—De lo poco que recuerdo de Garrett Crowe y su hijo, pues no se parece a
ellos físicamente. Quizás tenga más de su madre.
—Sí, es probable.
—Gu —Jessie se paro en las piernas de Mina, y le toco la cara.
—Debes estar aburrido de tanta plática —se puso de pie con él en los
brazos—. Deberíamos ir con mamá y Sam.
—A estas horas tu madre ya debe haber inspeccionado hasta los bombillos
de la cocina.
Se reunieron con ellas en el comedor principal, un sobrio salón con
chimenea, una larga mesa de diez puestos adornada con dos arreglos de rosas
blancas y rosas, y colgando del techo de molduras, dos candelabros de cristal y
oro macizo.
Brandon llegó justo cuando terminaban el almuerzo; Mina percibió en su
actitud cierto cambio, aunque se mantenía reservado de hablar del tema de su
matrimonio.
Nicolas arribó por la tarde, y tan pronto Jessie escucho su voz, movió la
cabeza extendiendo sus bracitos hacia él para que lo cargara.
—¿Te conoce? —preguntó Samantha.
—Sí —circuló con él por la sala mientras éste tocaba su mentón—. Estaba
en la pastelería cuando Mina llego con él, desde ese día nos hicimos buenos
amigos, ¿es asi Jessie?
—Pa… pa —presionó su mentón, con los regordetes dedos.
—Cuando eran novios secretos, ahora practican para cuando tengas los
propios.
—Seré afortunado cuando esto suceda.
Mina alzó la mirada con el rostro iluminado, Nicolas se acercó a ella, e
inclinó juntando su frente con la suya.
—Te ves radiante —susurró.
—Es la alegría de tener a mi familia conmigo, en especial a este hermoso
bebé —acarició su cabeza.
—Haré algo al respecto para prolongarla —se dirigió a Samantha—.
¿Podrías dejar que Jessie se quede con nosotros esta noche?
—Tendría que llamar a Liz.
—Hazlo, te lo agradecería mucho.
—¿Haces esto por mi hermana? —Murmuró Brandon, que hasta ahora se
había mantenido fuera de la conversación—. Supe lo de Ben.
—Sí —respondió Nicolas—. Me siento responsable de que tu hermana
haya pasado por ese trago tan amargo.
—No hay razón para eso, anda —le ofreció su mano—. Con esto te has
ganado mi confianza, a partir de ahora considérame tu hermano. Puede ser que
sea muy sobreprotector con ella, pero no quiero que también por mí la pase mal.
—Gracias Brandon —le dio un apretón—, esto es muy importante para mí.
—Sé que tu primo entrará en razón, es un buen chico y la quiere mucho.
—Espero que sí. Quizás si se hubiese tratado de Daniel, lo habría aceptado.
—Lo dudo —Brandon vio a Samantha que evitaba devolverle la mirada
hablando por el móvil—. Pero le satisface saber que no estaba equivocado.
—¿Equivocado? —masculló Nicolas.
—Liz dijo que puede quedarse con ustedes —dijo Samantha, acercándose a
ellos—. Pero mañana este lindo bebé vendrá conmigo —pellizcó su mejilla
provocando que Jessie hiciera un puchero.
—Gracias Samantha.
—Sam —lo corrigió—. Ahora somos familia, Nicolas.

***

Jessie halaba la corbata de Patch sentado en el regazo de Mina, que movía el


peine de cerdas suaves por su cabello tratando de acomodar los rulos que se
mantenían fuera de lugar.
—Tía Mina lo recibió en su séptimo cumpleaños.
—Algún día ese oso hablará —comentó Nicolas revolviendo su cabello
húmedo—. ¿Por qué en Italia dormías abrazada a él?
—Lo hacía cuando pensaba en ti.
—Pa…pa —Jessie dejo a Patch a un lado, y se paró en la cama agitando los
brazos.
—Liz se molestará si sabe que su hijo nos llama papá y mamá cuando
apenas lo hace con ellos —dijo Mina
—Por cierto debo agradecerles, no sabía que el médico y la enfermera que
te atendieron eran los padres de Jessie.
—Angela recordó en que hospital trabajaban y le pidió a Masato llevarme.
—Lamento no haber llegado a tiempo —se sentó en la cama—. Brandon
me dijo que tu ex admirador ya sabe.
—Daniel, no está pasando por un buen momento.
—Su abuelo.
—Quiero visitarlo —dijo ella.
—Iremos —sugirió él—. Los Aubriot han sido amigos de mi familia por
años.
—Pa…pa —Jessie gruñó—. Mmm.
—Disculpa campeón.
Nicolas lo acomodó en sus brazos, haciendo una cuna con ellos para
mecerlo.
—Él y yo sentimos lo mismo, nos gusta dormir pegados a ti.
—Mina, he pensado que deberías ir con tu amiga Ángela, a comprar
algunos vestidos para nuestros futuros compromisos.
—¿Compromisos?
—Una gala benéfica de una de las organizaciones de las que soy benefactor,
será a principios del próximo año.
Ella meneó la cabeza.
—No tengo…
Nicolas apretó sus labios con el pulgar y el índice para hacerla callar.
—Margot dispondrá una cita con el diseñador que tú quieras.
—¿Por qué no me sorprende que pensaras en esto sin consultarme? —
Murmuró inquieta—. Otra chica en mi lugar estaría saltando de alegría por esto,
pero yo no.
—¿Qué quieres decir? —cuestionó por lo bajo, con cuidado de no perturbar
el medio sueño de Jessie—. ¿Vamos a tener otra discusión sobre tus problemas
con el dinero?
—No, señor cascarrabias —pasó la mano por su mentón rasposo—, es sólo
que todo está sucediendo tan rápido que trato de asimilarlo poco a poco. Ha sido
difícil para mí, en menos de un mes me he casado, y vivo rodeada de lujos y
comodidades que nunca había pensado tener. Mi vida era distinta, no somos
pobres, pero tampoco ricos; tenía que trabajar cada verano para comprar mis
libros de la universidad. Me gané una beca parcial que me ayudó a terminar mi
carrera y ahora estoy a punto de elegir un vestido de diseñador para una fiesta a
la que iré como la señora Crowe, eso me abruma.
Nicolas pensó en su situación pasada, muy distinta a la de ella. Erradico los
recuerdos tristes, y se concentro en mirarla.
—Cuando llegué de Londres —dijo, su expresión se suavizo—, las mujeres
se me arrojaban a los brazos sólo por mi dinero, eso incluye a las hijas y sobrinas
de las amigas de mi tía. Desee regresar, pero entonces te conocí y desde ese
momento solo fuiste tú. Lamento haber hecho las cosas como las hice para
obligarte a estar conmigo, yo se que…
—Nicolas... —trató de abrazarlo, pero Jessie se quejo—. Tiene hambre.
—De eso me encargo yo —dejó la cama con el bebé.
—¿A dónde vas?
—Lo bañaré antes de darle el biberón, necesita dormir asi como nosotros.
—Entonces lo de esta noche se pospone.
—Si —dijo él, entrando al baño.
Mina iba a cambiar su ropa por la de dormir, cuando recordó algo de lo que
platicó con su padre.
—Olvide lo del foto álbum —lo vio regresar con Jessie, que ahora solo
llevaba el pañal—. Nicolas.
—Hm—masculló sacando el champú de la pañalera.
—¿Dónde están los álbumes de fotos de cuando eras bebé?
—No lo sé —respondió sin mirarla.
—¿Cómo que no lo sabes? Son tus recuerdos, y hoy que hablaba con papá
pues se me vino a la cabeza que…
—Mina —volteó a mirarla con gesto gélido—. No hay recuerdos míos de
bebé en esta casa —regresó al baño.
Capitulo 47

Hizo una ligera inclinación de cabeza, mostrando sus respetos al anciano de


profundas arrugas en el rostro, que reposaba en la amplia cama, y cuyo cuerpo
flácido evidenciaba que su salud se deterioraba más.
—Señor Aubriot.
—Gracias por venir, Nicolas —le temblaban los dedos sosteniendo la
capsula que trago con ayuda del agua—. Los médicos no ven mejoría, pero debo
mantenerme en pie, guiando la compañía tanto como pueda.
—Su salud es lo más importante —colocó una silla junto a su cama, lo más
cerca posible para que August pudiese escucharlo mejor—. Supe que Daniel
estuvo en Barcelona
—Un corto tiempo… Cof… la metalurgia exigía mi presencia, lo envié para
que se empape del negocio.
—Tengo tres años en esto, quizás sin la suficiente experiencia para evaluar
de forma correcta si un empleado es apto o no para una posición, pero estoy
seguro que Daniel tiene lo que se requiere para manejar su empresa. Señor
Aubriot, su nieto solo necesita un pequeño empujón y confianza.
—Lo sé, quizás el hecho de que fue adoptado me hizo ser un poco
indulgente, cuando debí tratarlo con mano firme desde su adolescencia.
Nicolas se conmovió al posar los ojos en August, que miraba con nostalgia
la fotografía enmarcada de su difunta esposa, junto a uno de sus años mozos con
el uniforme del ejército francés.
—Cuando te miro, Nicolas, me recuerdas a Garrett. Tienes su carácter recio
aunque no los una la misma sangre irlandesa.
—Eso me ha dicho Patrick —apuntó con evidente orgullo—. En verdad
solo he tenido suerte para tomar decisiones; mi hermano me cedió su lugar, pero
estoy seguro que hubiese manejado Crowe sin ningún contratiempo.
—Yo diría que lo de ustedes ha sido instinto.
Luego, August sonrió.
—Tu esposa tiene rostro de ángel, pero un carácter muy fuerte.
—Vaya que si —repuso Nicolas con gracia—. No quiere dejar de trabajar
para mí.
—Apréciala, mujeres como ella hay pocas.
Se ladeo tratando de acomodar el cuerpo entre las almohadas, pero una se
movió de lugar. Nicolas se apresuró a componerla.
—Gracias, y no solo por esto sino por ayudar a mi nieto. Nacieron en el
mismo orfanato, asi que los veo como si fueran hermanos.
—Aunque nunca convivimos como tal, me resulta extraño siendo él uno de
los admiradores de mi esposa —dijo, su rostro asumió una expresión más dura
—. Señor Aubriot, ¿cuál es su opinión acerca de lo que le dije por teléfono?
—Sabes del accidente de Evelyn, el que tuvo en su adolescencia con su
novio.
—Si lo sé —respondió viendo el rostro del anciano demudarse por la pena
—. También que su padre se opuso a la relación y por eso huyeron juntos.
Fueron embestidos por un camión al que le fallo los frenos, matando al chico al
instante.
—Para ella fue difícil sobreponerse, tuvo que pasar un tiempo en Europa,
recuperándose de la perdida. Lo malo es que allí conoció a Peter Berman.
August se detuvo cerrando los ojos, como si el escudriñar en esos viejos
recuerdos, le hubiese agotado aún más.
—Ese hombre ha sido una carga en su vida desde su absurdo matrimonio —
dijo como si se reprochara a si mismo, el no haberlo evitado—. No se separara
de él, aunque sepa de sus infidelidades.
—Es una situación muy difícil sobre todo por Ben, ojala pudiese hacer algo
mas —Nicolas mantuvo su atención en el libro de cubierta de cuero sobre la
mesa de noche, con dos A grabadas en dorado en la esquina inferior—. Estamos
cerca de conseguir lo necesario para sacarlo del camino, pero necesitamos más
pruebas para ello.
—¿Y esa mujer, Verónica Wang?
—Fuimos al hospital, pero no figura en la lista de heridos a consecuencia
del incendio. Patrick se encargó de hacer un rastreo de sus últimas llamadas, al
parecer salió del país horas después del incidente.
—¿No fue accidental?
—Las autoridades dan esto como un hecho, porque se trató de la explosión
del conducto de gas que provee ese piso del edificio, pero la mujer atrapada en el
departamento de Verónica, que era quien hacia la limpieza dos veces a la
semana, no podía salir porque la puerta estaba trancada desde afuera.
—Sabotaje.
—Si, y sin esas pruebas volvemos al inicio.
—No te preocupes, sabes que puedes usar mis recursos; prometí a Garrett
vigilar los intereses de la familia y seguiré haciéndolo hasta el último día de mi
vida —coloco su mano, larga y huesuda sobre el libro—. Cuando sea el
momento oportuno, confiaré a Daniel todo esto.
—Cree que pueda…
—Descuida, mi nieto hará lo mismo que yo, de eso estoy seguro. Me
hubiese gustado que las cosas con Samantha resultaran —inhalo despacio—,
pero es un cabeza dura.

***

—Mina
—Samantha.
No pudo disimular la sorpresa que le causo ver a su prima sentada junto a
Claudia Aubriot, en el salón de la casa. Pero no solo ella estaba allí, también
Brandon que apenas la vio llegar, cerró la boca como si lo que estuviesen
platicando fuera demasiado privado para que ella escuchara.
La madre de Daniel, de cabello oscuro y facciones suaves, le dedico una
sonrisa invitándola a sentarse con ellas.
—Que agradable coincidencia que nuestra querida Samantha sea su prima,
Mina.
—Si agradable —repitió, dirigiéndole una mirada con deseos de hablar con
ella.
La oportunidad se dio cuando Josep Park, el anterior jefe de su hermano,
llegó de visita y Claudia pidió a éste ir con ella a recibirlo.
—¿No estás aquí solo por acompañar a mi hermano?
Samantha titubeó antes de contestar.
—Daniel y yo, salimos hace cinco años.
—¡¿Cómo es eso si salió conmigo?! —cuestionó Mina sorprendida.
—Asi es él, un picaflor sin remedio.
—Cuando me dijiste que era un mujeriego...
—Salía con otra al mismo tiempo que lo hacía conmigo, esa mujer estuvo
involucrada con tu esposo.
Como no tenía idea de quienes habían sido sus ex novias, Mina no supo a
quien se refería.
—Si no se hubiese enamorado de ti, ahora estaría preparando una fastuosa
boda con la heredera de....
—Julianne Hawkins.
—Las primas Foster.
Vieron entrar a Julianne al salón, acompañada del mayordomo. Su cabello
rubio platino, caía de forma diagonal a la altura de su mentón afilando más sus
facciones.
—Acaso esta mujer viste asi todo el tiempo —pensó Mina mirando su
atuendo, un vestido crema que le llegaba a la rodilla, bajo un blazer negro.
—Bonito vestido —le dijo Julianne como un cumplido—. Me imagino que
es italiano, supe que estuviste allí.
Cuando salió de casa, se sintió orgullosa de usar el vestido rosa con
cinturón marrón que Ceci escogió para ella de la casa de modas, pero le parecía
que todavía estaba a años luz de la ropa que usaban las mujeres del círculo social
de su esposo.
—Mi prima siempre viste bien —Samantha le hizo un guiño. Ella le
agradeció el apoyo.
—Mina debemos irnos… ¡Julianne! —dijo Nicolas sorprendió de verla
cuando llegó al salón.
—Hace mucho que no hablamos, Nic —se aproximó a él, y le planto un
beso en la boca—. El depredador domado —susurró con risita disimulada
—Te has pasado —musito él, viendo de reojo como las cejas de Mina casi
se juntaban y sus labios se estrechaban.
—Disculpa, Mina —Julianne se dirigió a ella—, pero es que tu marido y yo
somos muy buenos amigos, y además es tan guapo que provoca besarlo.
—O sea que a tus “amigos” los besas en la boca —dijo molesta.
—No hay razón para…
—No quiero hablar contigo, Nicolas Crowe —lo interrumpió, pasando al
lado de Julianne sin mirarlo a él que fue tras ella.
—No has cambiado nada —dijo Samantha.
—Deberías olvidar el pasado. Lo de Dani fue solo un favor, no era mi
intención arruinar su relación.
—Qué bueno que no seas una harpía caprichosa, y dijeras como fueron las
cosas, Julianne —dijo Daniel.
—Ese tipo de actitud inmadura no va conmigo —repuso.
—Daniel —musitó Samantha.
Aunque sabía que había una fuerte posibilidad de que se encontraran, verlo
le provoco sentimientos encontrados. Su ropa era del estilo de siempre, una
americana café sobre una camiseta blanca. El aspecto un tanto desaliñado de su
cabello rubio corto y la barba incipiente, le decía que quizás se había ido de farra
la noche anterior.
—Voy por Brandon —dijo.
—¡Espera Sam! Necesito hablar contigo.
—Otra vez estoy de más —comentó Julianne entornando los ojos—. Ha
sido bueno verlos a ambos, voy a saludar a tu abuelo.
Estar a solas con Daniel no era algo que le agradara a Samantha, asi que dio
dos pasos para marcharse como lo hizo Julianne, pero éste alargó un brazo y le
tomó la mano.
—Te dije todo lo que tenía que decir la última vez que nos vimos, Daniel
Aubriot.
—No todo —a pesar de su oposición, la mantuvo cerca—. Cuando nos
conocimos sabias quien era yo.
—Sí, un mujeriego.
—Lamento lo que hice, podríamos ser amigos.
—Que bríos tienes, amigos después de engañarme.
—Sé que soy un idiota, pero no te puse el cuerno como afirmas.
Levantó la mirada hacia la pintura sobre la chimenea de madera. En el
lienzo, un galgo francés reposaba a los pies de un hombre de rostro pétreo.
—Siempre me revele contra mi abuelo, sin sopesar que su salud se iba
deteriorando. Acabo de regresar de Barcelona y siento que me ahogo de pensar
que debo hacerme cargo de una empresa de la que no sé nada.
—Es lo que él siempre quiso que hicieras.
—Irresponsable y mujeriego, fue lo que dijo cuando me marche a Europa
después de nuestro rompimiento.
—Si tu abuelo piensa que ya es hora que te hagas cargo de todo es porque
cree en ti, Dani.
—Eso… —restregó sus ojos y bajo la mirada hacia ella—. Que me llames
asi después de tanto tiempo me hace bien. Te juro que no hubo nada con
Julianne.
—Los vi en su coche.
—Quería darle celos a su novio de aquel entonces.
—Es absurdo.
—Es la verdad. Admito que he sido un mujeriego, pero cuando salía
contigo me lo estaba tomando en serio.
—No tiene caso hablar de eso ahora —se apartó de él echándose hacia atrás
—. Tu abuelo es alguien a quien respeto mucho, por eso vine para saber de su
salud.
—Esta es la razón por la que pasaba tiempo con Mina, ella y tu tienen la
capacidad de hacer que las personas se sientan mejor —metió una mano en el
bolsillo del pantalón—. Seguro fue lo mismo con Nicolas, lo envidio.
—Querías ir más allá con ella.
—No, lo envidio porque él si tuvo las agallas de ir por ella, algo que yo no
me atreví a hacer contigo.
—Ya sé por dónde vas, y no tengo la intención de enrollarme contigo de
nuevo.
—No estoy sugiriendo eso, solo quiero que cuando nos veamos no haya
animosidad entre nosotros.
Por un instante, a Samantha le pareció que regresaba en el tiempo, cuando
él le pidió salir la primera vez tras hacer guardia por dos horas fuera de su
colegio.
—Era divertido… me refiero a cuando salíamos —dijo bajando la vista
hacia la alfombra, tratando de no hacer contacto visual con él.
—De verdad deseo enmendar las cosas.
—Dudo que podamos hacerlo —repuso Samantha al mismo tiempo que
escucho un ruido que provino de su espalda. Mina los observaba con el ceño
fruncido.
—Felicidades por su matrimonio—dijo Daniel también a Nicolas que llegó
—. Se lo dije a Brandon, que debía tener un ojo puesto en ti, pero nunca lo tomo
en serio.
—¿Cómo pudiste salir conmigo cuando…?
—Mina —carraspeó Nicolas, meneando la cabeza—. No creo que sea
prudente...
—Me debe una explicación.
—Samantha es una querida amiga, de lo demás no quiero hablar —repuso
él—. Puedo hablar contigo, Nicolas.
—Vamos —dijo, y los dos salieron.
—¿Estás bien, Sam? —preguntó Mina acercándose a ella.
—No sé que haya sucedido con Daniel en su viaje a Barcelona, pero se
ve…
—Maduro, no coqueteo como lo hizo la fresca de Julianne con mi esposo.
—No es por eso —admitió—. Me parecía estar viendo al chico que alguna
vez puso mi mundo de cabeza.
Capitulo 48

—Creo que no te sorprendió lo de mi prima y Daniel.


—¡No! —Respondió Nicolas desde el vestidor—. ¡Recuerdas que
investigue a tu familia!
—Como olvidarlo —ella resopló, con el vivido recuerdo de la reunión en su
oficina hace meses.
Desplazó la mirada hacia el sonido de sus pasos. Llevaba unas botas y una
camiseta negra que se adhería a su torso.
—¿A dónde vas tan temprano?
—Me reuniré con Patrick —respondió agachándose para acomodar la vasta
del pantalón vaquero—. Se lo prometí ayer saliendo de su oficina.
—Bueno —ella se paro frente a él—. Tenía en mente que hiciéramos otra
cosa.
Nicolas alzo la mirada por sus inmaculadas piernas, hasta el borde del
pantalón corto.
—Soy un amigo responsable —posó la mano abierta en su muslo, y lo
apretó besando su rodilla.
—Prefieres ir con Patrick que quedarte conmigo.
—Sabes que siempre voy a preferirte por encima de todo.
Se incorporó, y extendió el brazo para alcanzar la cazadora negra del
respaldo del sillón.
—Te ves como un motero de Sons of Anarchy —dijo Mina, viendo como se
la ponía—. Insisto, podríamos pasar todo el día juntos hasta me ayudarías a
cocinar.
—Se me hace agua la boca de solo pensar en probar tu comida, ¿qué harás?
—Raviolis, y de postre los bombones que guardas en la nevera.
—Debauve & Gallais suena tentador, pero si los guarde es porque pretendía
darles un uso más… —sonrió, moviendo la mano de su cintura a su trasero—,
interesante.
—Descarado como siempre.
—Dame todas las probaditas que quieras cuando regrese, ahora tengo que
cumplir con mi amigo.
Se fue a la cochera donde tenía a su disposición el Lamborghini
Murciélago, asi como el Mercedes Benz, un BMW blanco, y una moto de
reluciente color rojo que decidió utilizar.
—Señor, ¿vendrá a almorzar? —preguntó el señor Abey.
Nicolas asintió, introduciendo la mano por uno de los guantes de cuero.
—Si mi esposa pregunta adonde fui, dile que Patrick me invitó a la pista de
carreras.
—¿Ira al lugar que mencionó ayer?
—Tengo más de un mes en no practicar y lo necesito, con Mina aquí para
mí es imposible hacerlo más seguido, ¿mi habitación permanece cerrada?
—Sí señor, siguiendo sus órdenes expresas yo soy el único que tiene la
llave, no hay riesgos que la señora entre.
—Bien.
Subió a la moto después de ajustar la correa del casco, y la arrancó
manteniendo el balance, moviéndola hacia la salida de la cochera.
Inclinó el cuerpo hacia el manillar, aumentando la velocidad al llegar a
carretera abierta. Esa sensación del viento golpeando su cuerpo, como olas
arañando las rocas, solo se lo podría brindar su vieja motocicleta, una Honda
CBR1000RR, único objeto que trajo consigo de su época como Caleb Long.
Llegó a la galería de tiro a la hora convenida con Patrick que ya se
encontraba allí, y que había elegido una serie de armas cortas y largas dejándole
a Nicolas el criterio de cual usar.
—Esta es mejor —dijo tirando del pasador de la nueve milímetros hacia
atrás, tras quitarle el seguro—. Tengo mucho de no practicar, y esta me viene
mejor.
Las siluetas humanas sobre un fondo blanco, se encontraban a quince
metros de su posición en las carabinas. Nicolas jalo el gatillo repetidas veces, sin
parpadear, acertando la mayoría al centro.
—No estoy oxidado —dijo Patrick, examinando sus aciertos cuando estos
se movieron—. Cinco en el pecho, lo mismo en el abdomen y en la cabeza
cuatro.
—Misma situación —comentó Nicolas.
—Siete tiros en el pecho, cuatro en el abdomen y cinco en la cabeza.
—Uno más y hubiese sido perfecto.
—Eso que tienes tiempo de no hacerlo.
—Aprendí del mejor —Nicolas apoyo el cuerpo contra la pared divisoria—.
Patrick dime por qué querías que nos reuniéramos hoy, no me hiciste venir solo
para practicar.
—Tienes razón —dejo las gafas de protección junto a la pistola—. Es sobre
la mejor amiga de tu esposa.
—Ángela Scott —dijo extrañado.
—Cenaré con ella esta noche —respondió, con expresión neutral.
—No sabía que te interesaba.
—Después que tu esposa enfermo, hemos mantenido contacto por teléfono
y hoy es nuestra primera cita.
—En eso te llevo ventaja —dijo Nicolas con desenfado—. Piensas las cosas
demasiado.
—Porque no tengo que actuar impulsivamente.
—Tonterías, son solo diez años de diferencia.
—Eso no me afecta, sino Berman, aún no hemos finiquitado ese asunto.
—Crees que no pienso en ello. Quizás fui un egoísta al casarme con Mina,
exponiéndola a todo esto, pero no podía rechazar lo que sentía algo que tú
también deberías hacer.
—No voy a empujar las cosas arruinando una oportunidad con ella.
—No discutamos más sobre riesgos.
—Solo espero que todo salga bien y dejar de ser tan rígido… —Patrick
meneo la cabeza, retractándose de lo dicho—, digo serio.
—¿Qué estás pensando? Rigidez de tu amigo allá abajo —Nicolas señaló su
entrepierna—, para eso está la pastillita azul.
—Soy mayor que tú —volvió a tomar la Beretta, y le apuntó—. Más de 200
horas de tiro, entre blancos móviles y estáticos.
—Blancos nocturnos —Nicolas hizo lo mismo con la Glock—. ¿Decías?
—Chico estúpido, de mi asunto con Ángela mejor no opines.
—¿En serio? —Cuestionó con petulancia—. No quieres que te de un par de
consejos sobre cómo cumplirle a una mujer. ¿Hace cuanto que no usas tu
instrumento?
—Nicolas.
—Vale —bajo la pistola—. ¿Por qué no la invitas el próximo fin de semana
a pasear, yo invito?
—Quizás te tome la palabra, ¿Qué te parece si practicamos de nuevo?
—De acuerdo

***

—Podrías describirme lo que cocinaste —dijo Ángela con especial interés,


apoyando la mejilla en su mano.
—Vichyssoise o crema de puerro de entrada, Coq au Vin que es estofado de
pollo cocinado lentamente en vino con raíces blancas y verduras, y de postre
profiteroles rociados en chocolate.
—Todo un experto en cocina francesa.
—Aprendí de mi abuela Justine.
—Comenzaré con la crema, el olor ha despertado aún más mi apetito —
Ángela colmó la cuchara del cremoso líquido blanco, que introdujo en su boca
—. Mmm… Deliciosa.
—No soy chef.
—Disculpa, pero es impresionante que un hombre tan ocupado como tú,
tenga tiempo de cocinar algo asi. Conozco un par que tiene una lista de servicios
a domicilio junto al teléfono.
—Conmigo no es asi, detesto la comida rápida.
—Yo soy lo contrario, las pizzas son mi debilidad.
—Puedo cambiar eso… Hmm —carraspeo, inclinando la botella de vino en
la copa de ella—. No quiero parecer…
—Espero que se repita —dijo Ángela, bebiendo un sorbo del vino—. Que
cocines para mí y yo puedo hacerlo lo mismo en mi departamento.
—Me gustaría probar tu comida.
Por fin Patrick logro relajarse, platicó de su vida en Washington trabajando
para el gobierno, pero cubrió lo de ser agente de la CIA por ser un simple
encargado del archivo.
—No tienes pinta de ser un simple oficinista, te veo más como un agente
encubierto.
—¿Te parece? —se reclinó en su silla, sujetando su copa.
—Solo divago —respondió con una sonrisa—. Pero es que no te imagino
entre carpetas, ordenando archivos y haciendo de mandadero. Tienes la
complexión de un militar con varias misiones en su haber, o quizás de alguien
que ha practicado deporte al aire libre desde muy joven.
—Voy casi todos los dias al gimnasio que esta dos pisos arriba —dijo ufano
— pero, ¿y si lo fuera?
—¿Lo de ser agente encubierto? —Ella movía el dedo por uno de los
profiteroles—. Nunca he salido con uno.
—Entonces seria tu primera vez, si yo lo fuera.
—Mmm… —lamio el chocolate de su dedo—, lo sería si saliéramos en un
plan más, formal.
—Pero quizás… —se aclaró la garganta—, pienses que no es buena idea
salir con uno.
Ángela sonrió.
—Ponme a prueba —repuso como si fuera un desafío—. Puedo lidiar con
eso.
Ahora era el turno de ella de relatar sus experiencias como modelo.
—La chica desfilaba por la pasarela, con una increíble rasquiña en las
nalgas, producto del polvo pica-pica que otra le puso en el vestido.
—¿Nunca tuviste problemas de ese tipo?
—Cuando eres cinta azul en taekwondo y las otras lo saben, no hay quien
quiera meterse conmigo —sonrió con suficiencia—. Son envidiosas, pero no
estúpidas para terminar con un ojo morado que las hubiese dejado fuera de
circulación por varias semanas.
—Entonces debo tener cuidado.
—Tú no —sacudió su copa vacía—. Más vino, por favor.
—¿Qué te parece si lo bebemos en la sala? —sugirió él con una sonrisa.
—Apoyo la idea.
Fue la primera en ir al sofá en L que quedaba frente a las puertas corredizas
que daban al balcón. Al ver que ella se cubría con una manta de lana, que tomó
del sofá, Patrick fue a cerrar las puertas, pero ella le pidió no hacerlo.
—La vista se echara a perder, ¿tu si tienes frio?
—Estoy bien —soplo sus manos sentándose en el extremo.
—No lo creo —abrió la manta hacia él—. Compartamos.
—Pero...
—Para mí no es un problema.
—Si quieres —se acerco más, dejando apenas un dedo de separación entre
los dos.
Por un tiempo breve, ninguno dijo nada, solo se escuchaba el sonido de sus
respiraciones.
—Patrick.
—Sí.
—Hablamos de casi todo, menos de relaciones amorosas.
—Es que no hay mucho que hablar en mi caso, nunca fui muy noviero.
—Aun asi me interesa —empujo hacia abajo, la tira de una de las sandalias
para quitársela—. Qué alivio.
—¿Cómoda? —preguntó viendo como ella deslizaba el pie desnudo por el
tapete.
—Si —dijo haciendo lo mismo con la otra—. El tapete es tan suavecito,
debería comprar uno igual para mi departamento.
—Tendría que preguntar a la compañía que se encargo de la decoración de
este que pertenece a la empresa.
—No sería mala idea aplicar para trabajar en Crowe si te dan un
departamento de lujo como este, mi sueldo de modelo no da para tanto.
—Como mi asistente —dijo él impulsivo—, bueno creo que un puesto de
mejor…
—Tu asistente, eso me gustaría.
Su respuesta lo alentó a él de hablar de su vida amorosa.
—La última relación que tuve fue hace tiempo, vivimos juntos por cinco
años, pero era un adicto al trabajo asi que el encanto del romance terminó.
—El mismo caso de mi ex.
Ángela se quito el pasador del largo cabello rubio rojizo que se extendió por
su hombro y el de él.
—Pero su adicción tenía que ver con acostarse con su asistente.
—El típico imbécil.
—Corrí con suerte de que se largara —Ángela se pego más a él—. Ahora
puedo pasar tiempo con un hombre que de verdad me interesa.
—¿Eh?
—Sabes que te dije lo de mantener las puertas abiertas porque era la excusa
perfecta para estar asi contigo —deslizó los dedos por debajo de la manta, tocó
un botón de la camisa que él llevaba y comenzó a jugar con éste—. Admito que
agradecí que no fueses tú el enamorado secreto de Mina; quisiera pensar que no
estoy equivocada, y que esto es mutuo.
—No, no lo estas.
—No me ando con rodeos —separó el botón del ojal.
—Tampoco yo —Patrick fue inclinando el rostro, sin apartar los ojos
marrón de los de ella—. Los riesgos eran mi especialidad.
—¿No fuiste un oficinista? —separó otro botón.
Meneo la cabeza, Ángela le sonrió.
—Adoro los riesgos
Dudas
Capitulo 49

La noticia del matrimonio, había generado una serie de rumores, todos


relacionados con Ben. Que su ausencia de la empresa era porque Mina lo había
manipulado para conseguir el trabajo en Crowe, enamorar al dueño y casarse con
él. Decidió no darle importancia, manteniendo el ánimo en alto, enfrascada en
cumplir con sus asignaciones.
—No prestes atención —comentó Jillian—. El señor Crowe era el soltero
más codiciado y tú eres su esposa, muchas aquí no lo soportan.
—Me animas a pesar de que me enviaron a Italia en vez de a ti.
—Fue lo mejor —mostró la mano en la que llevaba un anillo de montura
sencilla—. Mi novio me propuso el día de mi cumpleaños cuando fuimos a
acampar. Nos vamos a casar en un par de meses e iremos a París para nuestra
luna de miel, estoy tan emocionada.
—Felicidades, espero que a esta si me inviten —intervino Steve que
limpiaba con un pañuelo, el cristal empañado de sus gafas.
—Si lo dices por mí…
—El todopoderoso Nicolas Crowe jamás habría invitado a sus empleados a
su boda —acomodó la pata de las gafas al ponérselas—. Creo que deberías dejar
el trabajo Mina, eres la esposa del dueño.
—El dinero es de él, no mío.
—Pues… —apuntó a Sarah que mordía el extremo de un lápiz, secreteando
con otra que de vez en cuando le lanzaba miradas recriminatorias—. Las
cotorras no piensan igual, dicen que te ganaste el puesto por dormir con el jefe.
—¡Steve! —Censuró Jillian con un chillido—. ¿Cómo dices eso?
—No importa —aseveró Mina volteando su silla hacia su mesa de trabajo
—. No voy a perder el tiempo en cosas que no tienen importancia.
Permaneció en la oficina hasta las siete, trabajando en el informe de
presupuesto de planeación para la próxima reunión en dos semanas. Cuanto
terminó de armarlo en las carpetas, llamó a Nicolas con la idea de ir a cenar
juntos, pero éste no contesto.
—Tendré que comer sola de nuevo —se dijo resignada.
De camino al ascensor telefoneo a Masato, pero la mando directo al buzón
de voz.
Apoyo el cuerpo contra la pared del ascensor, después de presionar el botón
para ir a la planta baja, pero la puerta no se cerró.
—Acaso no funciona —iba a presionarlo de nuevo, pero unos largos dedos
evitaron que esta se cerrara.
—Hmpf —masculló un hombre con gabardina negra. Tenía el rostro
cubierto por una bufanda, el ala de la gorra que llevaba puesta, estaba inclinada
hacia abajo impidiéndole a ella ver su cara.
Éste presionó un botón al ingresar, la luz indicó que subirían al piso 47.
—Señor debo ir a la planta baja —dijo ella, retrocediendo en estado de
alerta—. Mire, si trata de hacerme daño le juro que mi esposo que es cinturón
negro en karate, le dará su merecido.
El hombre carcajeó, acercándose más.
—Tienes muy buena imaginación, primor.
—NICOLAS —gritó reconociendo su voz, y le lanzo un derechazo al
pecho.
—Buenos reflejos —removió las gafas que ella usaba, y las guardo en el
bolsillo de su gabardina junto a la bufanda—. Eres una ricura con esa cara de
preocupación.
—Casi me da algo, parecías un ninja todo de negro —le quito la gorra—.
Pensé que te habías ido.
—Lo siento no he tenido tiempo de llamarte, por cierto debo visitar el piso
donde trabajas y tomar ciertas medidas.
—¿Qué medidas?
—Que conste que amo la madre naturaleza, pero estoy sintiendo cierta
molestia por las cotorras.
—¿A qué te refieres con…? —Recordó lo que dijo Steve—. ¡De nuevo!
—Hablaré con Patrick mañana a primera hora, estoy harto de tanta gente
chismosa.
—Nicolas Crowe, sabemos que lo que dicen no es cierto, y de hecho
perdona que lo diga, fuiste tú quien tuvo una conducta poco ética con tu chantaje
inicial.
Nicolas sonrió socarrón posando la mano en su cadera, exprimiéndola
contra la pared.
—Extraño los dias en que venias a mi oficina y te enseñe lo que es un buen
beso francés —le frotó la barbilla, mientras ella mordía su labio inferior—.
Sabes que lo hice para tenerte cerca, nunca tuve la intención de llevar a cabo mi
amenaza.
—Como tampoco la mía obedecer tus locas exigencias, de alguna manera
iba a darte tu merecido por descarado.
—No niegues que te enamoraste de mí por eso —abrió su mano para besar
el centro de su palma.
—Quizás —susurró ella—. Ahora podrías decirme por qué subimos en vez
de bajar.
—Quiero mostrarte algo.
—Masato me está esperando.
—Acabo de llamarlo, va de camino a casa.
—Iré en tu Lamborghini, me encanta la idea.
Cruzaron una serie de puertas de cristal templado hasta llegar a un salón
iluminado con luces blancas empotradas al techo. Una pared de agua con plantas
acuáticas, dividía la antesala de color sobrio, de lo que parecía un salón privado.
—¿Preparaste esto? —Pregunto Mina, admirando la mesa cubierta con un
fino mantel de hilo. Un arreglo de geranios rodeaba la única vela, cuya flama
iluminaba los platos.
—Con el chef del restaurante que recién envío la langosta, quería comer
contigo allí, pero a esta hora es imposible.
—Imagino que después querrías…
—No es lo que estás pensando, sólo una cena especial con mi esposa. Esta
sala fue diseñada por mí hace tres años, lo quería para relajarme, ahora es tuyo
cuando te sientas estresada o agotada puedes venir.
—Le daré un buen uso —dijo sentándose, después que él movió su silla.
—Espero que sí.
Mina pinchó un trozo de su langosta para comerla, porque tenía mucha
hambre, pero Nicolas meneó la cabeza extendiendo un pedazo de la suya con el
tenedor. Ella lo mastico, lamiendo sus labios de los restos de la mantequilla con
sabor a especias.
—Sé cuál es tu intención al mover esa lengua por tus labios —advirtió
Nicolas viendo su boca.
—Acaso he dicho algo para que pienses asi, y que sucedió con el hombre
juguetón y atrevido que me beso en el invernadero.
—Nada, solo tengo mucha hambre.
—Entonces considera esto mi manera de cobrarme por tu chantaje —le hizo
un guiño.
—Eres increíble mujer —se levantó de su silla—. Iré por el postre
Saboreaba los últimos residuos del vino, viéndolo atravesar a otra sección
del salón, cuando su móvil que estaba en modo de vibración, hizo un zumbido.
—Hola.
—¡Ben! —exclamó, y bajo la voz dejando la silla para ir al sofá—. Me
alegra escucharte, se que debí…
—Acabo de volver.
—Supe que estabas en Cancún.
—Asoleándome un poco, quiero verte.
—Podría ser en la pastelería.
—Prefiero que sea en mi oficina, no creo que tu esposo se enfade si nos
reunimos allí.
—¿A qué hora?
—Al mediodía, para no interrumpir tú trabajo.
—Nos vemos allí mañana.
—¡Espera, Mina! Quiero tratar esto a solas, sin la interferencia de nadie,
eso incluye a tu hermano también.
—Descuida está de viaje, y esto es entre tú y yo, nadie más tiene por qué
saberlo.
La emoción de escucharlo la hizo feliz, ante la posibilidad de que las cosas
entre ellos se resolvieran, y volviera a ser como antes.
—¿Y esa sonrisa? —preguntó Nicolas al regresar.
—Por pasar tiempo contigo.
—Sonreirás más con el postre —sacó de detrás de su espalda, un pequeño
pastel cubierto de betún de chocolate blanco y fresas en rebanadas.
—¿Es de la pastelería?
—Sí.
Lo comieron dándose pedacitos el uno al otro con los dedos. Rastros de
crema pastelera, quedaron en los labios de Nicolas que iba a limpiarlos, pero
Mina se inclinó y con su boca chupo el betún.
—Si nos perdemos en la selva —Nicolas deslizó los dedos por el cabello de
su esposa—, tú serás la encargada de darme de comer.
—Admite que es divertido hacer esto de vez en cuando.
Se inclinó de nuevo para chupar el betún, pero esta vez sus labios se
movieron en los de él, con más lentitud.

***

—Abel —dijo Nicolas por lo bajo en el teléfono, dejando la cama para no


despertar a Mina que acababa de dormirse—. ¿Hay algo nuevo con Berman?
—Estoy en Chicago, llegue hace una hora.
—¿Estás aquí, como tú?
—Sin la barba falsa, los lentes de contacto y el pelo rubio, puedo pasar
inadvertido. El loco me dio unos dias libres, quería aprovechar para charlar
contigo, ¿puede ser mañana?
—Seguro, informaré para que te dejen pasar a mi oficina sin que te pidan
identificación.
Cuando iba de regreso a la cama, recibió otra llamada.
—¿Por qué llamas a esta hora?
—Acaso es muy tarde para que hable con mi primo.
—¿Qué quieres Ben?
—Discutir algo importante.
—Si es de la empresa puedes hacerlo mañana, no a la una de la madrugada
y menos por teléfono —dijo exasperado.
—¿Mina te ha dicho de nuestra cita?
—¿De qué hablas? —esto lo tomó por sorpresa.
—Ve a mi oficina a la una, asi de una vez por todas sabrás de los
verdaderos sentimientos de tu esposa, ¿por qué crees que me extraña tanto? Se
casó contigo porque la deslumbraste con tu poder, pero es a mí a quien quiere.
La vena de su sien, comenzó a palpitar por la ira.
—Eres igual al bastardo de tu padre —dijo Nicolas, perdiendo la paciencia
—. No sabes lo que soy capaz de hacerte si te atreves a tocarla.
—Por fin muestras quien eres realmente primo, solo ven mañana como te
pedí y asi saldrás de dudas.
Capitulo 50

—Buenos dias —dijo Mina estirando los brazos.


Separó más los labios, embelesada por lo increíble que lucía su esposo, con
el traje gris oscuro y el cabello castaño claro cuidadosamente acicalado hacia
atrás.
—Vaya hombre con el que me case —masculla, y aprieta los labios cuando
Nicolas fija su atención en ella como si la hubiese escuchado.
—Debo irme en quince minutos —dijo con voz profunda y aterciopelada,
pero llena de autoridad—. No tengo tiempo para esperar por ti.
—¿Sucede algo en la empresa para que estés asi? —Cuestionó saliendo de
la cama—. Parece que te comiste un limón muy acido.
—No —respondió malhumorado.
—Solo dime si…
—¡Ya te dije que no sucede nada! —soltó con brusquedad.
Mina terminó sentada en la cama, sin comprender por qué reaccionó de
forma violenta.
—Nicolas…
—¿Quiere decirme algo, señora Crowe? —inquirió mordaz, levantado una
ceja.
Ella guardó silencio con temor de que se pusiera de peor humor, si sabía de
su encuentro con Ben ese día al mediodía.
—¿No vas a decir nada? —insistió él.
—Eres tu quien actúa de forma extraña —alucinada, frotó sus ojos como
niña sermoneada—. Anoche la pasamos bien, por qué…
—No importa —la interrumpió rigurosamente, agarrando su billetera del
cajón—. Le diré a Masato que te lleve. Nos vemos.
Fue a la puerta, y salió azotándola detrás de sí.
—¡Que rayos! —dijo ella, sin entender nada.

***
—A veces debemos hacer cosas que parezcan malas, pero estas son con un
buen propósito, entonces nuestras acciones se justifican. No te preocupes,
cuando le expliques permanecerá a tu lado. Mina es una chica honesta, es tu
primo quien se aprovecha de su amor para someterla a sus caprichos.
—Sí, papá.
—No titubes.
—No lo haré.
Bajo el teléfono cuando su padre colgó, y lo apartó a un lado del escritorio.
—Espero que ella entienda.
Unos golpecitos en la puerta, interrumpieron sus pensamientos.
—Adelante.
—La señora Crowe acaba de llegar —anunció su secretaria.
—Yo la conozco como Mina Foster —hizo una mueca poniéndose de pie—.
Llámala por ese nombre, Tess.
—Disculpe, señor.
Ben se encamino a la puerta para recibirla.
—Te extrañé.
—Yo también —dijo Mina, después de abrazarlo—. Te sienta bien el
bronceado.
—No está mal darse una escapada a la playa de vez en cuando —cogió su
mano—. Vamos a sentarnos.
—Tengo que explicarte acerca de…
—Quiero hablar de nosotros.
Ya sentados, Ben resbalo un dedo por su mejilla hasta su oreja.
—Añoraba esto.
—No debes hacerlo —Mina puso su mano sobre la de él, para bajarla—.
Estoy casada con tu primo.
—Con alguien que no te merece.
—Por favor, no vine a discutir de lo mismo, y...
Se quedo helada cuando Ben coloco su mano abierta en su cara, clavando
los ojos en sus labios como si fuese a besarla.
—Mi padre me habló de las cosas horribles que hizo para alejarlo de
nosotros.
—Tu padre otra vez, ¿cuál es el problema con mi esposo?
—Nicolas usa a la gente para conseguir lo que quiere, mi abuelo hizo mal
en dejarle todo al tío Michael.
—¡Todo esto es por dinero! —bramo ella—. ¿Tu padre quiere quedarse con
esta empresa?
—¿Cómo te atreves a decir eso?
—Tú no eres asi, nunca te ha importado el poder y esas cosas.
—Puedo conquistarte como él lo hizo —posó los labios en su mejilla—. Te
deslumbro con su poder, pero yo puedo darte eso y más.
—¡Déjame! —dijo Mina con ojos llorosos, tratando de soltarse—. Me
lastimas.
—Si hubiese sido más osado, si te hubiera dicho lo que sentía.
—¡Basta, Ben! —gritó compungida—. Quieres que me acueste contigo,
pero no te amo.
Su expresión dura lo hizo reaccionar, absorbiendo la realidad de esas
palabras.
—No puedo —bajo las manos.
—¿Que sucede contigo?
—Hacerte daño… —dijo cabizbajo—, no puedo hacer lo que mi padre me
pidió.
—¿Qué te pidió mi tío? —cuestionó Nicolas con expresión sombría, parado
en la entrada de la oficina.
—¿Qué haces aquí? —dijo Mina.
—Eso pregúntaselo a tu querido amigo que me pidió venir, y se bien por
qué.
Avanzó hacia ellos con los puños apretados, pero un hombre de piel tostada,
cejas espesas y cabello muy corto, lo sujeto pasando su brazo por delante de su
pecho.
—Chico será mejor que te marches —dijo con una voz muy ronca.
—Me podrían decir que sucede —inquirió Mina temerosa, al ver la
violencia en el rostro de Nicolas, con los ojos azules oscurecidos por la ira.
—Mina, disculpe que la tutee, pero será mejor que vaya a su casa, me llevo
a su esposo.
—Nicolas…
—Haz lo que te dijo Abel —masculló—. Iré más tarde.
—Primo, yo…
—¡Cállate Benjamín! —Lo fulminó con la mirada, como si fuese un
depredador a punto de saltar sobre él—. Si dices algo mas, te parto la cara.
Abel se lo llevó sin que éste se opusiera, Mina pensó en su malhumor de la
mañana y como había llegado a la oficina de Ben sorpresivamente.
—¿Lo llamaste para que nos viera?
—Esa era la intención, pero no....
Ella le asestó un golpe en la cara con el puño cerrado.
—Pero tenias la intención —sacudió su mano por el dolor, pero no se
comparaba a la decepción que sentía—. Éramos amigos.
—Y tanto me importas que no pude —expresó arrepentido—. Te quiero
demasiado.
—Será mejor que no nos veamos por un tiempo —repuso duramente,
apoyando la mano en el marco de la puerta, sin mirarlo—. Lo siento Benjamín,
pero será asi mientras tu padre quiera fastidiarnos.
—Nunca me habías llamado asi.
—El Ben que es mi amigo… —pasó los dedos por su rostro—, jamás
hubiese hecho algo como esto.

***

—¡Nicolas!
—¡¿Qué?! —exclama chasqueando los dedos al barman para que le sirva
mas whiskey.
—Relájate —masculla Abel.
—¿Hablas en serio?¿Quieres que le dé un bono y compre un coche al hijo
de puta que no deja de molestar?
—Mejor danos una botella de ron, del más ligero que tengas.
—Sí, señor —el barman coloca dos vasos en la barra, y vierte el licor en
cada uno hasta la mitad.
—Más —se quejó Nicolas.
—No hagas caso —dijo Abel, extendiéndole un billete de veinte al hombre
—. Mejor atiende a otro cliente.
—Ahora eres mi niñera —balbucea Nicolas.
—Ha sido asi desde niños, siempre metiéndote en pleitos con los
bravucones que te llevaban unos cuantos centímetros de altura.
—Y también espantando a las putas que se me acercan —apuntó a la mesa
donde una mujer de apretado cabello negro, platicaba con otra lanzándole
miradas coquetas—. Podría apostar que si le pido que me dé sus bragas, lo hará.
—Tienes dinero, los parásitos tratarán siempre de sacarte algo.
—Me conoces Abel —dijo girando su anillo de matrimonio con el pulgar
—. Desde que Cate murió deje de creer en la fidelidad y en la monogamia, pero
acepto que desde que me enamore de Mina no me apetece tener sexo con otra
mujer.
—Entonces ve con ella.
—Sabes lo que iba a hacerle a ese imbécil —sostuvo el vaso de liquido
ámbar, que bebió de un solo trago.
—Partirle la cara, y otras cosas más.
—No quiero que la ira que comienza a alejarse de mi cabeza gracias al
alcohol, vuelva a nublarla.
—Menudo idiota —Abel resopló—. Hasta en eso eres un caso particular;
que el alcohol te ayude a despejarte es absurdo.
Nicolas soltó una carcajada, y vertió más ron a su vaso.
—Soy un jodido imbécil.
—Deberíamos volver para que hables con ella, por ocultarte esa reunión.
—Necesito más tiempo, estoy seguro que le voy a reclamar tonterías si
llego a la casa con el recuerdo de Ben casi encima de sus labios.
—No lo dudo, cuando estas enojado tiendes a ser bastante susceptible. Solo
no permitas que Berman se salga con la suya, sabes que el bastardo está detrás
de esto.
—Lo sé, por cierto si hablas con Patrick no le comentes lo sucedido —bajo
del taburete, apoyando la mano en la barra para no caer—. Voy a mear, tengo la
vejiga como una represa a punto de reventar.
Abel daba vueltas al hielo de su vaso esperando por él, cuando observo que
la mujer de cabello negro sonrió inclinándose para susurrar algo en el oído de la
otra.
La mujer se levantó acomodando sus pechos, pero apenas pudo llegar a la
entrada del baño porque Abel se había movido con rapidez para pararse allí.
—No has visto el letrero que dice… —aplastó la mano en el cartel pegado
junto a la puerta—, caballeros.
—¡Quítate! —espetó ella.
—El chico es casado asi que piérdete.
—Mejor que él lo diga.
—Cuando digo que te pierdas —bajo la cabeza hasta quedar a la altura de la
de ella—. Piérdete.
—¿Sucede algo? —preguntó Nicolas que salía del baño, abrochándose la
bragueta.
—Nada —la mujer respondió nerviosa y volvió a su mesa.
—¿Qué hiciste, Abel?
—Espantar un parasito —halo la manga de su chaqueta oscura—. Los ricos
y guapos siempre tienen ese problema.
—Mejor bebamos otra ronda —dijo Nicolas.
Entrada la madrugada, llegaron a la mansión en un taxi que los recogió
fuera del bar. James Abey que estaba despierto todavía y sabía quién era Abel, lo
ayudo a llevar a Nicolas a su habitación ya que éste no podía caminar por si
mismo.
—La cabeza me va a explotar —balbuceó sentándose en la cama.
—Ves lo mal de beber como un beodo.
—La pose de padre de familia preocupado, no te queda Abel Cardona —
arrojó el saco para que cayera en el sillón, pero aterrizó en el suelo—. Puedes
salir.
—¿No harás ninguna estupidez? —dijo, con cuidado de no despertar a
Mina.
—Lárgate.
—Llevaré al señor a una de las habitaciones.
—Si, señor Abey —agitó la mano—. Encárguese de eso.
Se dejo caer en la cama y giró de costado; vio a Mina dormida, inconsciente
de su presencia.
—Tan inocente de todo el mal que la rodea.
Con cuidado se puso en horcajadas sobre ella, y comenzó a chuparle el
cuello tratando de quitarle el camisón.
—¿Que…haces?
—Déjame besarte esos senos tan bonitos —farfulló—, y luego darles una
buena chupada.
—¡No! —Gritó ella, dándole un fuerte empujón que casi lo tira de la cama
—. Eres un ordinario.
—¡Y tu mi esposa!
—Ni de broma me vas a hacer el amor asi de ebrio como estas —cogió su
bata y se la puso—. Voy a prepararte el baño.
—Te voy a… —Nicolas trastabilló al poner los pies en el suelo—. ¡Mierda!
—Pues vete, y busca a alguna que te quiera hacer el favor.
Presionó el control de la luz, la habitación se iluminó encandilando a
Nicolas que apoyo la mano contra la pared para llegar al baño. La vio verter unas
gotas de una esencia violeta en la bañera.
—Si quieres dormir en esta habitación, báñate, si no vete a otro lado.
—¡Mina!
—¡Nicolas Crowe! —Sus ojos verdes se ensombrecieron por el enfado—.
Sé que debes haber pensado que te engañaba con Ben, y me parece estúpido que
se te cruzara esa idea por la cabeza, cuando fuiste tú quien me persiguió desde
que nos conocimos. Ahora no quiero hablar, estoy muy molesta y herida por
todo.
—Lo siento —se acercó.
—Lo que sea, tengo sueño y debo levantarme temprano, porque al parecer
mi esposo no se toma en serio ser el CEO de Crowe, alguien en la familia debe
dar la cara.
—Por eso es que me gustas tanto —hizo que se diera la vuelta y le rodeó la
cintura con el brazo, posando la mano en su cabeza—. Deja que te bese.
—No —ella la ladeó, evitando que lo hiciera—. Eres un idiota.
—Solo un piquito —le busco la boca, pero Mina lo esquivaba moviendo la
cabeza.
—No.
—Sabes que no te voy a soltar hasta que no me digas que sí.
—¿Si dejo que lo hagas, te darás un baño, apestas?
—Mil baños con esencias dulzonas si eso me ayuda con mi esposa —abrió
la boca, y la movió sobre la de ella que suspiró resignada, aferrando los dedos a
su cabello.
Capitulo 51

—Arrgh… no tengo ni noción de cuanto bebí ayer.


Limpió el espejo empañado, por el vapor del agua caliente que corría por el
lavado.
—Necesito un café bien cargado —musitó, apartando los mechones
castaños de su cara.
—Hay uno esperándote —dijo Mina, que lo observaba recargada al marco
de la puerta del baño. Llevaba un chándal crema y una camiseta con el logo del
equipo de baloncesto de la Universidad de Illinois.
—Orgullo universitario —masculló Nicolas apoyando las manos en el
lavado, observándola en el espejo—. ¿Vas a correr?
—Con Ángela, vendrá en media hora.
—Que te acompañe Masato.
—Estoy en mi casa, ¿incluso aquí deben cuidarme?
Sonrió complacido, y se aproximó a ella.
—Es la primera vez que dices mi casa.
—Lo es —apoyo las manos en sus hombros—. No vuelvas a beber asi, te
juro que si lo haces, dormirás en la bañera por tiempo indefinido.
—Créeme con el dolor de cabeza que tengo, no pienso hacerlo.
—¿Ya se te paso el mal humor?
—Sí, pero necesito el café.
Regresó a la habitación y lo tomó de donde ella lo había puesto, pero
apenas le dio un sorbito para no quemarse.
—¿Quién es el hombre con quien saliste ayer? —preguntó ella.
—Es mi amigo Abel Cardona, durmió en una de las habitaciones, espero no
te moleste.
—Es tu casa, y gracias a su intervención no hubo un enfrentamiento entre
Ben y tú.
—Hablando de eso —devolvió la taza a la mesa, y le dio un golpecito a la
cama—. Ven.
—¿No te vas a poner pesado?
Nicolas meneó la cabeza.
—Siéntate conmigo.
—Se que da la impresión que Ben y yo, íbamos a besarnos, pero al menos
de mi parte no iba a ser asi —dijo ella, subiendo las piernas a la cama después de
sentarse—. Quería que las cosas entre nosotros se resolvieran.
—No lo dudo, pero una vez te advertí no comentar con él nada sobre
nosotros.
—Por su padre, ¿acaso la animosidad que hay entre ustedes tiene que ver
con que tu padre fuera el único heredero de tu abuelo?
—¿Qué te dijo? —preguntó frunciendo el ceño.
—Que tu abuelo no debió hacerlo.
—De eso yo no tengo culpa —lo dijo al tanto de que todos los problemas
que tuvo su hermano, eran consecuencia de la decisión de Garrett Crowe, al
heredar en vida a su hijo Michael dejando de lado a Evelyn.
—Nicolas —Mina coge su mano, y le da un apretón esperando que confié
en ella—. ¿Por qué no me cuentas lo que hay detrás de esta situación?
—¿Crees en mi?
Asintió segura de ello.
—Eso debe bastar —dijo él.
—Es que hay demasiados misterios en tu familia, está el hecho de que
viviste aislado, incluso de tus tíos y de Ben. Tus fotos de bebé, no hay nada de tu
vida aquí en esta casa, ni un retrato, ni álbumes.
—Mis padres me protegieron por mi propio bien, eso es todo —se levanta y
desanuda el cordón que sujeta su pantalón de dormir—. Debería pedirte que te
bañes conmigo después que hagas tus ejercicios.
—No cambies el tema.
—No lo hago, pero hay cosas de las que no quiero hablar.
Pero al parecer, Mina no estaba dispuesta a dejar de hablar del asunto.
—Cuando te conocí me pareciste oscuro y misterioso, como el personaje de
un libro de terror. Ahora que vivimos juntos se que tenía razón. Tienes un pasado
del que no quieres hablar, eso incluye a las amantes que has tenido en tu vida.
—Lees demasiados historias de ese tipo —se bajo el pantalón, Mina vio
que no llevaba bóxer.
—Ni desnudo vas a hacer que desista de saber la verdad que escondes,
algún día tendrás de decirme.
Le dio la espalda.
—Cuando todo termine —musitó Nicolas—, prometo que lo haré.

***

—¡Vamos! —Gritó Ángela agitando el brazo, manteniendo el ritmo de su


trote—. Nos faltan diez kilómetros.
—Ya no puedo —dijo Mina fatigada, acuclillándose junto al tronco de un
árbol de maple—. No creo que pueda ir a trabajar hoy.
—Si haces eso se te van a acalambrar las piernas; hemos corrido por media
hora —vio su reloj cronometro, y de paso a Masato que las observaba a menos
de un metro de distancia—. Tu guardián samurái me pone nerviosa.
—¿Guardián samurái? —Mina se vuelve para mirarlo, éste apenas si movía
un musculo—. Es cosa de Nicolas, Masato solo hace lo que él le ordena.
—Pero es raro —dijo Ángela moviendo los brazos hacia arriba—. Que
hasta en tu propia casa alguien te cuide.
—Y supongo que Nicolas no me dirá la razón detrás de esto —pensó
incorporándose, arremangando las mangas de su camiseta—. Ángela son las
6:15, no ha amanecido del todo y estas moviéndote como si fueran las once. Que
yo sepa para la maratón falta mucho.
—Deja el sarcasmo, siempre has sido perezosa para esto, y el baile —
agarró su mano y tiró de ella para que reanudara el trote—. Necesitas ejercitarte,
hasta un oso hibernando es más activo que tú.
—¡Oso! —Exclamó, y comenzó a sacudir los brazos y las piernas—.
Conozco uno al que quisiera amarrar a una silla y obligarlo a contarme ciertas
cosas.
—Supongo que hablas de Nicolas.
—Sí, no sé por qué es tan reacio a hablarme de su pasado.
—Patrick y él son lo mismo —reconoció Ángela, balanceando el cuerpo de
lado a lado—. Vino conmigo para hablar con tu esposo y ese amigo de ambos.
Parecen de la Liga de la Justicia, haciendo planes a puerta cerrada.
Mina volvió la mirada hacia la ventana de la esquina, que sabía era la del
estudio.
—¿De que estarán hablando?
—Anda —dijo Ángela, señalando el árbol de copa pequeña que marcaba el
comienzo del camino que llevaba al lago—. Tengo hambre y nos faltan dos
kilómetros.

***
—No podías quedarte callado —espetó Nicolas, reavivando el mal humor
de la noche anterior—. Te lo pedí en aquel bar.
—Apuntas a la persona equivocada —indicó Patrick sin hacer caso a su
queja—. Él no me dijo nada, me entere de lo sucedido por mi secretaria, el
chisme llegó hasta presidencia.
—Te lo dije —intervino Abel—. Este es uno de los mayores problemas
contigo; desde niño siempre le causabas dolores de cabeza a la pobre hermana
Anne.
—Sí, recuerdo bien —dijo Nicolas sentándose.
—Y cuando golpeaste a aquel hombre que maltrato a su esposa delante de
sus hijos.
—Sí.
—Entonces.
—Abel, ¿recuerdas a esa mujer que me dio un sitio donde dormir?
—La que ofrecía sus encantos a los hombres.
—Nunca la juzgue, y de cierta forma quise quedarme para protegerla. La vi
con diferentes hombres, algunos la golpeaban, tratándola como basura. Era una
buena mujer, pero las circunstancias la llevaron a vivir una vida dura, tan
diferente de Mina, lejos de tanta inmundicia. El que esto la alcance, me enferma;
Peter Berman uso a su propio hijo para ensuciar la imagen que tengo de mi
esposa.
—Pero el chico se arrepintió a último momento porque la quiere por encima
de lo que éste le haya pedido —dijo Patrick.
Nicolas volvió a su expresión rígida.
—¿Sabes cómo me sentí cuando lo vi a punto de besarla? Yo sé que Ben la
ama, lo he sabido antes de enamorarme de ella.
—Los tres sabemos quién movió los hilos —dijo Abel.
—Sí.
—Que bueno porque ya tengo suficiente con el neurótico de Berman para
que me arruines las pocas horas que podre estar aquí —se quejo torciendo el
gesto—. Mínimo una noche en el mejor hotel de Chicago, con servicio a la
habitación permanente y si es posible una chica que me haga compañía.
—Hecho —dijo Nicolas sacando una agenda del cajón—. Haré la reserva,
pero cuando terminemos aquí.
—Con respecto a Benjamín no hagas nada —le aconsejó Patrick—. Yo me
encargo de Berman, teme perder el apoyo de sus amigos en las altas esferas, si se
da a conocer aquel video.
—El hombre que dejé a cargo llamó temprano —índico Abel con voz
apenas audible, viendo de reojo hacia la puerta cerrada—. Berman se ha puesto
como loco, descubrió que su supuesto amigo vendió su parte del casino y ahora
tiene un nuevo socio.
—¿No descubrió quién la compró? —Nicolas volteó la silla hacia la
ventana. Vio que Mina ahora trotaba hacia la parte clara de la arboleda.
—Los documentos de la transacción están protegidos, pero en cualquier
momento descubrirá la trampa.
—También te informaron de lo sucedido con el hombre en el hospital.
—El muy tonto robó dinero de las cuentas del casino, Berman ordenó a uno
de sus gorilas darle una lección.
—¿Crees que será capaz de hablar con nosotros, Abel?
—Por ahora es mejor que no te involucres, te mantendré informado.
—Cuídate, sabes que me preocupa.
—No tienes que hacerlo, mejor ocúpate de tu esposa. Si la hubiera conocido
primero, seguro habría hincado mis garras en esa preciosura.
Nicolas dejo su silla y se aproximó a él.
—Eso si yo no existiera —le dio una fuerte palmada en los omoplatos—.
Solo asi tú y la panda de admiradores que tuvo, podrían hacerlo.

***

Mina encontró el baño preparado con rosas en un jarrón y velas que


despedían una esencia confortante. Vio a Nicolas venir de la sección del baño
donde estaba el inodoro; no traía nada puesto, salvo una toalla apenas amarrada a
la cintura.
—Desvístete —ordenó.
—Estoy cansada para hacer… —se vio impedida de protestar, cuando él
desanudo el cordón de su chándal.
—Vamos a bañarnos para que se te relajen los músculos, asi evitaras que se
te acalambren mas tarde.
—Puedo hacerlo sola —protestó.
—Sigues molesta por no darte todos los detalles de mi pasado.
—Lo ves normal, pero para mí es importante saber.
—Eres dura como una piedra —apoyo las manos en sus hombros,
presionando los labios en su frente cubierta de gotitas de sudor—. Prometo
hacerlo pronto, solo debo resolver algo antes.
—¿Y no puedes hacerlo ahora?
—No, hasta que termine con ese asunto.
Levantó sus brazos para sacarle la camiseta húmeda, y le quito la ropa
interior. Se metió con ella en la bañera, tras despojarse de la toalla.
—Este es mejor que el que me di en la madrugada por la borrachera.
—Pagaría por saber todo de ti —susurró ella, rompiendo con las uñas, las
burbujas de jabón que se amontaban en los hombros de su esposo.
—Eres persistente —dijo él.
Mina se estremeció por el escalofrió que le produjo el suave roce de los
dedos de Nicolas en su columna, a pesar de que el agua estaba tibia.
—No quiero ir al trabajo —Nicolas cerró los ojos, extendiendo los brazos
por los bordes de la bañera.
—Hace tiempo que no te cuestiono sobre esto —con el índice, Mina
recorrió la marca en su pecho—. Parece de una cirugía, pero…
—¿Sabes lo que ocurrió con Pandora por abrir la caja?— atrapó su mano y
la metió en el agua—. Sufrirás lo mismo.
La llevó hasta una parte más allá de su ombligo, que forzó a agarrar.
—Lo sientes, verdad.
—No es necesario —se apartó de él, las mejillas le ardían mientras él
sonreía con cinismo.
—Lo ves, tengo métodos para forzarte a no preguntar cosas que no deseo
contestar. Así que ya sabes lo que te espera si sucede de nuevo.
—Asunto terminado —dijo encogiéndose de hombros, parpadeando varias
veces.
—Pretendes convencerme usando tus ojos verdes que me fascinan tanto —
acunó su cara con las manos, mirándola a los ojos—. Tienes poder sobre mí,
pero en esto no —susurró.
—Algún día yo podre…
—Vámonos de luna de miel.
—¿Ahora?
—No, en dos meses cuando haga el viaje a Corea por lo del barco. De allí
nos iremos a las Maldivas, tendremos nuestro propio paraíso en la tierra.
—Eso me encantaría.
—Señora Crowe —con la rodilla, le separó las piernas—, ¿desea usted que
le dé un adelanto de lo que le espera en su luna de miel?
—Si —jadeo, acomodándose debajo de él—. Si quiero, pero mucho más
que un simple adelanto.
—¿A qué hora entras al trabajo?
—Nueve.
—Son las 7:45, tenemos mucho tiempo por delante.
Capitulo 52

—Mina ¡Espera!
Gritó Daniel acercándose a ella, lo más rápido que pudo.
—Esperaba que… —jadeó, colocando la mano en su pecho, tratando de
recuperar el aliento—, ahora que está casada…
—Pretendes que todo sea como antes —ella se detuvo—, el coqueteo y
todo lo demás.
—No.
—Me alegro porque no quiero tener problemas con Nicolas también por ti
—¿De que hablas?
—Me entiendo sola —siguió caminando.
—Te invito un café —le siguió el paso.
—¿Estas bromeando?
—No —repuso parándose junto a ella para esperar por el ascensor—. Deseo
charlar contigo de varios asuntos.
—No tengo nada que hablar contigo.
Cruzo los brazos con intención de volverse, pero Daniel la agarró por el
codo justo cuando la puerta se abrió.
—Eres mal geniuda —dijo haciendo que entrara.
—No es asi —frunció el ceño, soltándose de él.
Daniel soltó una risotada, sacudiendo la cabeza.
—Vengo de reunirme con tu esposo, fue él quien me sugirió hablar contigo.
—O sea que ahora Nicolas es tu confidente.
—Tenemos casi la misma edad.
Se hizo a un lado para que ella saliera primero, cuando llegaron al piso del
restaurante. Allí ordenó dos cafés expreso y croissant. La invitó a platicar en la
mesa más próxima al ventanal, con la vista panorámica del Loop de Chicago en
plena tarde.
—Extraño nuestras salidas.
—Lo que tengas que decir dilo —dijo Mina ásperamente, agitando la
segunda bolsita de azúcar para verterlo en su café.
—Creo que piensas que te he pedido platicar para charlar de Samantha.
—¿No es de eso de lo que querías hablar? —preguntó alzando las cejas.
—En parte si —dijo Daniel apoyando los codos en la mesa.
—No hay caso, Samantha tiene su vida hecha no se la compliques.
—No quiero que me ayudes a conquistarla —se echó hacia atrás,
mordiendo un trozo del croissant que había sumergido en el café.
—Haces eso a menudo.
—Con la leche, el chocolate, y el café. Una costumbre que tengo desde
niño.
Aunque parecía relajado por su aspecto desenfadado de siempre, con la
bufanda alrededor del cuello y la incipiente barba, a Mina le parecía que algo le
interesaba más allá de querer hablar de su prima.
—Mi abuelo siempre vio con buenos ojos mi noviazgo con ella, quizás no
para casarnos, pero si como una buena influencia para mí que siempre le he dado
dolores de cabeza.
—Pero tenias que echarlo a perder saliendo con la fresca de Julianne.
—Yo se lo explique a Sam, no hubo nada entre nosotros. El día que nos vio,
salíamos de un hotel después de encarar a su novio que estaba allí con otra
mujer.
—Con tu pasado conocido por todo Chicago y parte del país, me cuesta
creerlo. Brandon me dijo…
—Tu sobreprotector hermano que no sospecho de tu relación con Nicolas.
Pensaba que Ben o yo...
Guardo silencio cuando la vio bajar la cabeza, al escucharlo mencionar a
Ben. Mina recordó el desagradable incidente de hace una semana.
—El chico está dolido, y yo contribuí a arruinar alguna posibilidad contigo
—dijo Daniel.
—Jamás hubiera resultado —aseguró ella—. Pero nunca se lo aclare.
—Dale tiempo.
—Me acostumbre a contar con él siempre, ahora que estamos distanciados
es difícil.
Daniel pensó que era mejor hablar de otra cosa.
—Por cierto, ¿cómo hizo Nicolas para enamorar a alguien como tú, tan
difícil?
—¿Difícil? —Alzó las cejas nuevamente, mostrando que no le había
agradado su pregunta—. ¿Comentaste esto con él?
—Hay cosas que son confidenciales entre amigos.
—¿Son amigos?
—Lo veo como un guía, en esto de manejar la empresa de mi familia.
—Ya veo. Pues solo me enamore, no hay nada más que decir.
Aunque seguía molesta con él, por omitir lo del noviazgo con Samantha las
veces que salieron, lo seguía considerando un agradable compañero de plática.
—Se me antojan unos palitos de queso, ¿quieres?
—No, ya tengo que irme —dijo ella.
—Estás en tu tiempo libre, solo quédate un poco mas —se levanta y sin
más fue hacia el mostrador.
Mina bufo, desviando la mirada hacia el grupo de empleados que entró al
restaurante del complejo. Dos pasaron de largo, los otros tres posaron los ojos en
ella. Luego se acercaron a murmurar algo a uno de los que iba delante.
—Que fastidio —masculló.
—¿Qué es un fastidio? —preguntó Daniel al regresar.
—Nada —repuso.
Daniel vio hacia las dos mujeres del grupo que entre risitas, hacían gestos
hacia su mesa.
—No te molestes —dijo poniendo en la mesa, la canasta con los palitos—.
Seguirán hablando hasta que tengan algo nuevo de que murmurar.
—No suelo hacer caso a estas cosas, pero ya se ha vuelto molesto escuchar
el cuchicheo cuando entro o salgo de algún sitio.
—Habla con Nicolas.
—¿Y que despida a la mitad del personal? Ni hablar, como dices en algún
momento se aburrirán.
—Eso es —Daniel metió dos palitos en el café y les dio un mordisco—.
Sobre Samantha quiero que sepas que sigue siendo especial para mí, al menos
quisiera que fuéramos amigos.
—Mejor no insistas con eso.
—¿Te hubiese gustado que Nicolas no lo hiciera y te dejara en Italia?
Sin sopesarlo, ella hizo un gesto negativo.
—Estuvo a punto de hacerlo.
—Entonces entiendes porque quiero mantener la amistad con ella. No es mi
intención conquistarla, aunque no niego que está muy guapa, pero si sale con
alguien respetaré eso.
Sus ojos grises tenían un brillo pícaro, como si lo hubiese dicho sin sentirlo
de verdad. Mina lo notó de inmediato.
—No tiene novio —bebió su café, y tomó un palito de la canasta—. La
próxima ve directo con ella, increíble que hayas tenido que hablar con dos
personas para decidirte a hacerlo.
—No fui a hablar con Nicolas de esto —hizo una mueca mostrando una
sonrisa torcida—. El tema simplemente salió a colación.
—Y terminaron charlando de asuntos amorosos como dos comadres en un
salón de belleza, nos vemos Daniel.
Con pasos firmes, paso por entre las mesas sintiendo las insistentes miradas
de los otros comensales, clavarse como púas a su espalda.
—Lo demás no importa.
Capitulo 53

—Benjamín, tenemos que hablar.


Evelyn lo miraba de arriba abajo, exasperada porque todavía llevaba el
pijama puesto aunque ya era de tarde.
—¿Qué quieres que te diga?
—Esa chica oportunista —dijo con el rostro crispado—. Por eso nunca me
gusto.
—Evita hablar mal de ella delante de mí.
—¡Benjamín!
—¡Nuestra amistad se fue a la mierda por mi incapacidad de oponerme a
los mandatos de tu esposo!
Ella frunció el ceño, sin creer que su hijo le había levantado la voz.
—¿Qué te ha hecho creer esa chica?
—¿Qué me ha hecho creer? —Repitió con amarga ironía—. Nada que no
sea cierto, llevo tiempo preguntándome porque mi tío y luego Nicolas han
mantenido a mi padre lejos de nosotros.
—Lo juzgas mal.
—Debió renunciar a su puesto, y quedarse con nosotros.
—Somos una familia.
Fue al sofá donde él estaba sentado, y removió las bolsas con restos de
papas y latas de gaseosa de varios dias para poder sentarse.
—Ahora debemos estar más unidos que nunca, por el bien del apellido
Crowe.
Ben veía el agotamiento en su mirada, su madre era de belleza fría y
carácter orgulloso, pero escondía una fragilidad que él había visto en pocas
ocasiones cuando la observaba en secreto, sentada junto a la ventana de su
habitación mirando con nostalgia el cielo con el retrato de su padre en las manos.
—Acepto eso, que lo extrañes y que no haya conflicto entre nosotros —
concedió—. Pero le importa más su estatus en la empresa que permanecer con su
familia.
—Se que debí insistir con mi hermano para que nos dejara ir con Peter, pero
fue por tu bien.
—Madre —se acercó más a ella—. Esto me duele, pero quiero que aceptes
a Mina como la esposa de mi primo. Ella no tiene la culpa de estos estúpidos
conflictos en la familia.
—¡No! —Exclamó, levantándose del sofá con enojo—. Era Julianne quien
tenía que convertirse en la señora Crowe, no la hija de unos pasteleros.
—Mina es mejor que cualquier otra chica.
—¡Te uso que para llegar a tu primo!
—¿Quién dice eso?
—El rumor del incidente en tu oficina provocado por ella, se ha extendió
por toda la empresa.
—Es mi culpa —musito, y se puso de pie—. Debo ir a Crowe y resolver
esto.
—Tu primo no quiere verte en la empresa, y yo tampoco mientras esa chica
siga casada con él —advirtió—. Peter y yo hemos pensado que lo mejor es
persuadirlo de…
—¡Basta! —grito Ben.
Se había esforzado en evitar una discusión, pero que su madre mencionara
que su padre planeaba otro ardid, había rebasado su paciencia.
—No se atrevan.
—Estas en nuestra contra.
—Ya que no puedo ir a Crowe, espero que mi primo pueda arreglar el
desastre que yo ocasione —fue al armario, y saco una maleta.
—¿A dónde vas?
—A cualquier parte —cogió camisetas y pantalones de las perchas, y las
lanzó a la cama.
—No puedes irte.
—Lo siento —dijo Ben, volviendo la espalda a su madre—. Quizás no
vuelva por un largo tiempo.
—Te necesito.
—No, lo que necesitas es abrir los ojos de una vez por todas. Ya basta de
mentiras.
—¿Mentiras? —Impávida se sentó, bajando la cabeza con las manos
contraídas en las rodillas—. Todo lo que hago es por ti, eres lo único que me
mantuvo cuerda en un momento en que pensé que todo estaba perdido.
Ben se volvió y sintió dolor de verla llorar.
—Prometo que volveré —se arrodillo a sus pies, y tomó sus manos entre las
suyas—. Las cosas cambiaran para nosotros, me aseguraré de ello mamá.
—No quiero estar sola otra vez.
—No lo estarás.
Evelyn alzó la cabeza, y pasó los dedos por el cabello negro de su hijo,
contemplando su rostro.
—Te pareces tanto a tu padre, la pureza en tus ojos como los de él y los
hoyuelos que se hacen en tus mejillas cuando sonríes.
—¿En serio? Yo solo he visto dureza cuando me mira.
Ben le sonrió extendiendo la mano para acariciar su cabello hasta el
apretado moño en la parte posterior.
—Creo que me parezco mas a ti, mamá.
—Termina de empacar —se levantó del sofá para ir a la puerta—. Vete
tranquilo a tu viaje, estaré bien.

***

—El que Ben tenga dias sin venir a trabajar, ha alimentado los rumores en
torno a tu esposa —dijo Patrick.
—¿Brandon sabe algo? —preguntó Nicolas.
—Sigue fuera de la ciudad.
—Es un alivio. Dime esa chica que te pedí despedir porque estaba seguro
que seguiría molestando, ¿tiene que ver con esto?
—No lo sé, pero los chismes crecen como mala hierba y cuando su
hermano regrese es inevitable que se entere.
—Tengo que cerrar este asunto y ponerle el candado de una vez por todas,
antes que se siga propagando.
Pulso el botón del interfono.
—Margot, di a los jefes de departamento que los quiero en la sala de juntas
en media hora.
—Sí, señor Crowe.
—Tu esposa te pidió no usar tu influencia en esto —replicó Patrick en voz
baja—. Además estarías dando pie a que Evelyn Crowe te exija sacar a Mina de
la empresa. Sabes que esto del matrimonio le ha disgustado, y Peter Berman
puede usar su influencia sobre ella para fastidiarte.
—Soy Nicolas Crowe de nombre, nadie de esa familia tiene derecho a
meterse en mi vida y en las decisiones que tome.
—Si, pero ya él te lo advirtió en su última llamada.
—Mina está envuelta en este chisme que esparció alguien que me vio salir
de la oficina de Ben. Soy responsable, y voy a poner el remedio.
—¿Cómo?
—Ya verás.
Al finalizar la reunión, los jefes de departamento siguieron al pie de la letra
lo que Nicolas ordenó. Entre ellos Marian Smith, que al regresar a proyectos,
solicitó a todo el personal reunirse.
—Los jefes de división y departamento de la sede central fuimos requeridos
por el señor Crowe a una reunión para discutir asuntos importantes. A sus oídos
han llegado ciertos rumores que lo tienen muy molesto.
»Textualmente dijo: es mejor controlar el fuego ahora, antes que se
propague. Ciertas unidades se moverán de Chicago a las otras dos sedes de la
compañía, entre ellas la división energética en Arizona. Dos veces al mes todos
los jefes de departamento evaluaran a cada colaborador, esto para contrarrestar
ciertas conductas que están en contra de nuestra política; los chismes son
perjudiciales, y más aún propagar rumores falsos.
—Falsos —murmuró la mayoría, algunos mirando en Mina que se mantenía
aparte del grupo, sentada junto a Steve.
—El señor Crowe y su primo están en buenos términos, eso es todo —
explicó Marian Smith, posando la mirada brevemente en ella—. La señora
Crowe no es sólo la esposa del presidente, también es socio de la compañía por
deseos de nuestro difunto presidente.
—Pedazo de… —masculló Mina estrechando los labios.
—Si le faltan el respeto a uno de los socios, esto tendrá consecuencias. Las
unidades que han incurrido en esa falta serán movidas de esta sede a la que
mencioné anteriormente, en un plazo no mayor de tres días, y su posible regreso
dependerá de su conducta.
—Vaya lio —dijo Steve—. Tu esposo es de armas…
Mina salió de la oficina sin esperar que Marian Smith diese por concluida la
reunión. Fue a presidencia, y encontró a Nicolas a las puertas de su despacho,
hablando con un hombre de rasgos asiáticos.
—Xièxiè (Gracias) —dijo él, inclinando el cuerpo ante el hombre de baja
estatura que se marchó con otro más joven.
Mina pasó directo a su oficina, sin dirigirle la palabra.
—Creo que ya sabes de mi decisión.
—Te dije que podía manejar esto, ahora todos creen que te pedí imponer lo
que yo quiero porque soy tu esposa.
Nicolas cruzó los brazos sobre el pecho, sentándose en el borde del
escritorio, mientras ella seguía de pie reclamándole.
—Podrías sentarte.
—¡No! —Le lanzó una mirada airada a través del vidrio de sus gafas—. Te
lo advertí, tenías que demostrarme que confías en mi para manejar esto sola,
pero no lo estás haciendo.
—Quiero mostrarte algo —dijo él sereno.
—Voy a decirte más cosas —pero antes de que pudiera objetar, Nicolas le
extendió una carpeta marrón.
—Léelo es importante.
—¿Qué es?
—Revísalo, por favor.
Todavía molesta, leyó los documentos notariados, firmados por Garrett
Crowe con fecha de hace veinte años. Detallaba que la futura señora Crowe,
poseería el veinte por ciento de la compañía, asi como algunas propiedades en
Europa y en el medio oeste de los Estados Unidos.
—Josep Park me informó que debíamos reunirnos con él, pero decidí
adelantarme.
—Quiero que me aclares una duda, ¿el padre de Ben sabe de esto?
Asintió con un leve movimiento de cabeza; ella cerró la carpeta.
—¿Qué sucede con lo otro? Mover a esa gente de la sede central a Arizona,
no estoy de acuerdo.
—Lo siento amor, pero está establecido en el reglamento donde constituye
las conductas amorales que dañan la imagen de la empresa, como difundir
rumores falsos contra los empleados, y eso nos incluye a nosotros. Anoche leí
todo esto.
—¿Eso era lo hacías tan tarde en el estudio?
—Sí a raíz de una sugerencia que Emilio Mauro me dio; hablábamos del
nuevo vino y le comenté lo que estaba sucediendo. Lo mismo ocurrió en su
viñedo hace un tiempo, por lo que tomó esta decisión a raíz de la normativa que
estableció protegiendo la dignidad de los empleados. Leí setenta páginas en
busca de una regulación como esta, y voila pude unir esto con el hecho de que
eres dueña de Crowe como yo.
—Siempre consigues lo que quieres, Nicolas Crowe —lo beso, echando los
brazos a su cuello—. Dime esos estatutos hablan de la conducta poco decente en
la oficina de presidencia, cómo besuquear a una mujer, amenazándola con dañar
a su familia.
—No recuerdo leer nada sobre eso —dijo haciéndose el inocente.
—Solo leíste lo que te convenía.
—Asi actuó yo.
—Descarado —le dio un golpecito en la nuca.
—Sé que lo soy —tomó del escritorio, las llaves del auto—. Vamos, señora
Crowe.
Cuando se disponía a salir de la oficina con ella, su móvil sonó.
—Nicolas debemos irnos.
—Solo voy responder… Hola.
—Si estas solo, podemos seguir hablando —era Abel—, pero si hay alguien
contigo será mejor que lo despaches.
—Espera —bajo el teléfono—. Mina toma las llaves y espérame en el
coche.
—¿Sucedió algo?
—Nada serio, es que debo responder esta llamada aquí.
—Te espero.
—Por favor.
—Bien —ella entorno los ojos agarrando las llaves—, pero quizás te deje
aquí varado y me vaya en tu Lamborghini.
—Se que no lo harás.
La vio salir mostrando una expresión de impaciencia, y regresó el teléfono
al oído.
—Con tal de que sea algo sin importancia.
—Alicia Ortega.
—¿Por qué mierda dices ese nombre? —rugió, temblando de rabia.
—Quiere verte.
Cuenta Pendiente
Capitulo 54

Siete años atrás…

—¡Caleb, ven sentarse con nosotras!


—¡Ya voy, Cate! —deje en una de las mesas que acababa de limpiar, la caja
con los platos que había recogido de las otras.
Me fije en la mujer sentada junto a ella, que recogía su cabello negro
azabache para sujetarlo con un pasador que había extraído del bolso en sus
piernas. Reconocí la nariz aguileña, y la tez ligeramente morena. Era Alicia
Ortega, una huérfana como nosotros que llegó al orfanato cuando tenía nueve
años, y un prontuario de robos menores.
Hace mucho que no la veía.
—Eres impaciente, como siempre —me incliné para besar los labios de mi
novia—. Sabes que el señor Qing me tiene checado.
—Lo sé —me sonrió.
El viejo de bigote fino y camisa tan desgastada que se veía transparente,
escribía en una libreta, sentado detrás de la caja. No había día que el hermano de
la dueña del restaurante, no estuviese fiscalizando lo que yo hacía. Me tenía
entre ceja y ceja, pensando que por mi pasado delictivo le iba a robar.
—Hmm —Alicia carraspeó con el fin de ganar mi atención—. Te has
olvidado de los viejos amigos, Caleb.
Enroscó los brazos alrededor de mi cintura, alejándome de Caterina. Me
beso por debajo de la mejilla, pero llegue a sentir su saliva cerca de mi boca.
—Hola, guapo —sus largas uñas se hundieron ligeramente en uno de mis
costados—. El tiempo fuera del orfanato te ha hecho bien.
—Si —aparte sus brazos de mi cuerpo, rechazando su contacto. Fui a
sentarme con Caterina, sin que me importara un pito que Alicia siguiera de pie.
—¿Cómo estás? —preguntó torciendo la nariz.
—Bien, viviendo feliz con mi novia —volví a besarla, pero esta vez me
quede en sus labios por un poco más de tiempo.
—No entiendo.
—Nos mudamos juntos desde hace un mes —dijo Cate apretando mi mano
—. No te lo dije cuando hablamos por teléfono, quería darte la sorpresa.
Nos sonreímos el uno al otro como una pareja de recién casados, pero
Alicia no compartió nuestra felicidad, y no me extrañaba que no lo hiciera.
Nunca se lo dije a Cate para no mortificarla, pero después de escaparme me
encontré con ella. Venía a verme seguido a la lavandería donde yo trabajaba, en
una de esas ocasiones se me ofreció pensando que íbamos a tener sexo, pero la
rechacé sin ningún tipo de contemplación.
Puede ser que no sea un santo, pero acostarme con la chica que la mujer que
amo considera su amiga, es imperdonable.
Caterina encontró trabajo para ella como mesera en el restaurante, pero
Alicia optó por irse a un pequeño casino manejado por el jefe de la mafia del
distrito. Supuse que ganaba mucho dinero, ya que la veíamos aparecer en el
restaurante con ropa muy cara y joyas que no parecían falsas.
La mayor parte del tiempo usaba blusas escotadas; yo sabía que lo hacía
para tentarme, pero lo que provocaba en mi era repugnancia.
Por más que lo intentaba no podía evitarla, Caterina aceptaba sus
invitaciones a comer o a visitar el casino. Mi novia siempre ha tenido un corazón
generoso, y es incapaz de ver la maldad en la gente.
En una ocasión, que jugábamos al póker en la mesa manejada por Alicia,
note las importunas miradas del dueño hacia mi novia sin que le importara que
yo estuviese presente. Días después, al llegar a nuestro apartamento, vi en la
mesa de la cocina una caja de terciopelo que contenía un brazalete con unos
zarcillos de diamantes, y pegado en la tapa interior había un mensaje firmado por
ese hombre.

Hermosa Caterina, acepta este sencillo regalo que no se compara con tu


belleza.

Cuando ella llegó le exigí una explicación, dijo que no sabía nada y que
Alicia uso sus llaves para dejarle unas cosas. Decidí reclamarle y también a su
jefe, pero Cate me rogó que no lo hiciera conociendo mi mal carácter, temiendo
que yo saliera lastimado. Fue ella misma quien encaro al mafioso en su casino y
le devolvió las joyas, le hizo saber que no quería nada con él, pero ese tipo de
escorias no acepta un no por respuesta.
Las cosas estuvieron en paz por un tiempo, hasta que recibí la llamada de
Alicia diciendo que Caterina estaba en peligro. Fui a buscarla convencido de
ello, y aún más porque no podía localizarla por teléfono.
De camino al restaurante me interceptaron dos tipos, como buen peleador
callejero me defendí sin problemas, pero no contaba con el tercero que apareció
de la nada, y me agarró por detrás para que los otros dos me golpearan,
dejándome mal herido.
Después de la muerte de Cate, supe que fue Alicia quien planeo la golpiza,
todo para convencerla que la mejor manera de protegerme, era dormir con el
mafioso. Aprovecho mi estadía en el hospital para llenar su cabeza con ideas, y
mi Cate se desesperó.
—Esa chica Alicia… fue quien empujo al jefe… agh! enamorar a esa chica
—dijo el primero de mi lista de quienes debía vengarme, después de dispararle
en la pierna.
Aproveche los repulsivos hábitos del mafioso, y entre con cuidado al
apartamento donde solía ir con prostitutas muy jóvenes.
Dormía junto al cuerpo de una mujer desnuda, que miraba con agobiante
tristeza las aspas del abanico que rotaban lentamente. La toque con mi navaja, y
puse mi dedo en su boca para que guardara silencio. Sonrió feliz, como si la
hubiese liberado de la peor de las torturas.
Me senté junto a él, y deslice la punta de la navaja por su muslo regordete
hasta llegar a su entrepierna. La hundí con beneplácito en sus testículos laxos.
—AAAAHHHH.
—Maldito pervertido —la giré hasta casi cercenarlos.
—Ugghh... ¿quién…?
—¿Cómo se siente ser castrado, hijo de puta?
Moví el colchón para que cayera al suelo, y le di una patada en el culo.
—Lo mismo que sufrió Caterina, ahora vas a morir estúpido bastardo.
—Esa chica… yo la lastimé…por… esa ramera.
—Hablas de Alicia Ortega.
—Esa puta… —su cuerpo se sacudía violentamente—, me convenció…
pero… ella...
—Estaba herida.
—Alicia... la drogó… llevaron a mis habitaciones en e... casino, me invitó a
ver cómo era… castig…. —casi no le entendía, tiritaba demasiado—. Esa loca...
quería que su novio l… repudiar, haciéndole creer… que yo la… pero nadie...
—Demasiado tarde para remordimientos.
Saque la pistola harto de su verborrea estúpida, y le disparé en la cabeza. Vi
como su sangre cubría poco a poco la deslustrada alfombra.
—El próximo serás tú, Alicia.
Capitulo 55

Nicolas
—¿Hizo eso? —cuestionó Patrick, después de ponerlo al tanto de lo que
estaba sucediendo.
—Esa pérfida musaraña y los dos bastardos le causaron las contusiones en
el cuerpo. El forense dijo que los golpes no fueron por abuso. La ingle y los
muslos tenían hematomas, como si la hubieran forzado a tener sexo, por eso se
negó a hacer el amor conmigo tras ese incidente. Fue el saber lo que
supuestamente le sucedió, lo que me llevo a golpear al hijo del mafioso y que
nos sentencio a muerte.
—¿Por qué no mencionaste a esa mujer? —Inquirió, siguiéndome con la
mirada—. Ni siquiera tu hermano lo sabía, no dijiste nada en Londres cuando te
pedimos contarnos todo.
—No pensé que reaparecería —reconocí con rabia—. Lo último que supe
es que trabajaba de prostituta en Belgrado; aunque trate de encontrarla para
vengarme, no pude dar con ella. Hace poco se puso en contacto con una ex novia
de Abel, preguntando por Caleb, pero ésta tenía instrucciones de decir que no ha
sabido de mí desde la muerte de Cate. Esta mañana Margot recibió su llamada,
pidió una cita conmigo para una “supuesta inversión”, parece que ahora tiene
dinero y salió del infierno para torturarme.
—No tiene manera de probar que tú eres Caleb, lo referente a ti fue
eliminado de toda base de datos.
—Yo se que lo que quiere con Nicolas Crowe es por asuntos monetarios.
Me preocupa Mina, no voy a dejar que se le acerque como hizo con Cate.
—Te aseguro que la mantendremos fuera de esto.
—Mejor hubiese sido que Alicia se quedara donde estaba, que venir a la
boca del lobo.
Mina
Aplicaba loción por todo mi brazo, lista para meterme entre las sabanas y
dormir a pierna suelta, cuando vi a Nicolas sentado en la cama contra las
almohadas. Tenía los ojos cerrados, sabía que no dormía por su semblante que
lucía tenso, como enfrascado en sus pensamientos.
Los últimos dias venía a buscarme a la oficina, algo que no hacía antes
porque siempre se quedaba hasta las ocho trabajando y yo me iba sola con
Masato. Pero la dinámica había cambiado, ahora cenábamos juntos en su sala de
descanso o en nuestra casa, y charlábamos del trabajo.
Fui de puntillas, y me senté a observar sus facciones tan hermosísimas que
hasta el más virtuoso de los artistas se sentiría sobrecogido de solo mirarlo.
Trace una línea entre el puente de su nariz y el delgado labio superior que frote
con mi dedo. Baje hasta su pecho, pero había algo que alteraba la perfección de
su belleza irreal, como si se tratase de una escultura viviente.
—Te gusta jugar con mi cara —parpadeó despacio, mostrando la belleza de
sus insondables ojos azules.
—Pareces un príncipe durmiente.
—¿Ya estás lista para dormir?
—Sí, pero... —traslade el dedo con el que delinee sus facciones, y toque su
cicatriz—. No encaja.
—Una vez más vas a preguntar por ella.
—Quiero saber cómo te lastimaste —recliné la cabeza en su pecho, y aspiré
su atrayente aroma—. Me causa dolor pensar en cómo pudo suceder.
Acaricie con mis labios, los irregulares contornos que sobresalían de su piel
cremosa. Ya lo había hecho en Italia, quería que mis besos borraran cualquier
recuerdo triste relacionado con esto.
Lo escuche jadear.
—No deberías.
—Pero me gusta —saboreé su piel.
Sentí los músculos de su pecho tensarse. Hizo un movimiento brusco
levantándose, como si le molestara mis caricias.
—Disculpa, yo pensé…
—Haz que olvide —coge mi cara, llevándola cerca de la suya—. Solo tú
puedes hacerlo —movió su mano hacia mi muslo, recogiendo mi camisón.
—¿Qué quieres olvidar? —Dije con los labios cerca de su boca—. ¿Por
qué…?
—Porque te necesito ahora más que nunca
Me quito el camisón y lo arrojo junto a las bragas que sufrieron una ligera
rotura en el encaje, ante su ansiedad por quitármelas.
Fue besando mi cuello, descendiendo hasta alcanzar uno de mis pezones
que chupo con extrema avidez; gemí por el dolor de sus dientes, rasgando mi
piel reticente. Ni siquiera en Italia había llegado a tal intensidad; dijo que me
había devorado, pero ahora parecía que su necesidad de mí, había despertado su
instinto más bajo.
Me miró sediento quitándose el pantalón de dormir; sus ojos parecían
inundarse de un fuego abrasador que me absorbía lentamente.
—Nunca te alejes de mí —dijo con expresión torturada.
—No lo haré —susurré.
Trate de tocarlo, pero aprisionó mis manos por las muñecas. Entonces entró
en mí de golpe, sin ternura, sin caricias previas; me hizo el amor con tanta
desesperación e intensidad, que fue calando en mí, en lo más hondo.
«¿Que pasa contigo?¿qué escondes?» pensé dolida, mis mejillas se
humedecieron por las lágrimas que escurrían de mis ojos.
—Mina —dijo mirándome con zozobra y salió de mí, privándome del
orgasmo que mi cuerpo anticipaba a pesar de lo doloroso del encuentro—. ¿Te
lastimé? —Toco mi cara con sus trémulos dedos—. No quería…
—No —resbale mis dedos por su frente sudorosa—. Siento tu pena, la que
me causa mientras me haces el amor.
—No fue mi intención —me acurruco contra su cuerpo, sosteniendo mi
cabeza con su mano—. Te amo tanto, soy un idiota por hacerte esto.
—Te amo Nicolas, pero a veces me siento insegura. Siento que sufriste algo
muy triste en el pasado y no es por tus padres —apoyé mi mejilla en su hombro
—. Cuando hablas de ellos te ves tranquilo, pero cuando menciono tu cicatriz te
pones triste y a veces te enfadas conmigo.
—No es asi.
Se puso sobre mí, aplastando las manos en la cama dejándome en medio de
sus brazos. Me miró a los ojos de nuevo, vi a mi Nicolas de siempre, el
apasionado y tierno que me dejaba sin aliento.
—Voy a arreglar mi falta.
Entrelazo sus manos con las mías, llevando mis brazos por arriba de mi
cabeza. Resbalo su boca por mi cuello, lentamente, lamí mis labios cuando beso
mis senos con crecida devoción. Me estremecí con sus caricias prolongadas, con
sus dedos tocando mis partes más vulnerables.
Levanté las caderas invitándolo a terminar lo que había dejado inconcluso.
Empujo dentro de mí, su cuerpo moviéndose contra el mío era una delicia, yo
exigía y él me complacía, dándome todo lo que quería. Me lleno de él, hasta
rincones inexplorados, más allá de mi alma.
—Cómo te quiero... Nicolas —me mordí el labio, aguantando sus
embestidas que fueron de menos en un crescendo de notas interminables.
Abrí los labios dejando salir de mi garganta, el placer irreprimible de
alcanzar el anhelado orgasmo que me negó a la primera.
—Quiero mas —dije sin poder contener el deseo de que permaneciera
dentro de mí—. Hazlo… otra vez.
—Mina —respiraba con dificultad, producto del esfuerzo—. Escucha…
prométeme que si alguien te dice algo malo de mí… —toma mi cara entre sus
manos—, me lo dirás.
—Te lo prometo.
—Si te enteras de algo…
—No digas más.
Lo hice sentarse para acomodarme en su regazo, aprisionándolo con mis
piernas.
—Quiero hacerte feliz —lo besé en la barbilla, deslizando la punta de los
dedos por su pecho de abajo hacia arriba. Lo sentí respirar frágil en mis manos
—. Estuviste solo por muchos años —deje los labios abiertos cerca de los suyos,
aspirando su aliento a través de sus jadeos—. Pero ya no, soy tu casa, esposa,
amiga… y amante.

Nicolas
Acaricié con mis labios, la hondura entre su cintura y la cadera; su cuerpo
caliente me incitaba a quedarme para satisfacer el ansia de poseerla una vez más,
pero no podía.
Extendí la sabana por su cuerpo, evitando que la tentadora visión me
desviara de mi promesa.
—Perdóname —dije besando sus labios—. Pero debo ajustar una cuenta
pendiente.
Me adentré por el corredor que llevaba a la vieja cava de la mansión, ahora
mi habitación de entrenamiento, acondicionada hace tres años para ese fin. El
único con permiso de entrar a ella era el señor Abey, que guardaba celosamente
la llave.
Después de ponerme el gi y la hakama, indumentaria que utilizo para
practicar aikido, puse los brazos en mis costados tratando de relajar mi cuerpo
agitado y no pensar en nada. Pero al cerrar los ojos, el doloroso gemido de Mina
cuando le hice el amor a la primera, me perturbo.
—No debí hacerlo —me recriminé por lastimarla, pero la sangre me hervía
de miedo e impaciencia.
Rememoré unos de los muchos momentos que compartí con Caterina,
cuando ella preparaba chocolate caliente por el intenso invierno, y lo bebíamos
acurrucados viendo la televisión.
—Caleb Long, espero que me regales algo bonito para la Navidad, ya
tengo tu regalo.
—Lo sé, ahora dime sobre la charla con la señora Qing.
—No sé de que hablas.
—Le pediste trabajo para Alicia.
—Es como una hermana para mi, ¿cuál es el problema?
—No confío en ella.
—La pobre esta aquí sola y no tiene amigos, sólo tú y yo.
Abrí los ojos y aspiré hondo, deslizando fuera de su vaina, la katana con
empuñadura de caoba cuyo brillo gélido escondía las muchas vidas que había
tomado en manos de otros, que como yo buscaron venganza.
Adelanté el pie derecho, expulsando el aire y la moví en un ángulo de
noventa grados tocando ligeramente el palo de bambú envuelto en cuero frente a
mí.
—No debiste aparecer, Alicia.
La levanté de nuevo y aseste un golpe seco, cortándolo por la mitad. Cerré
los ojos nuevamente, escuchando la voz del maestro Yashima resonar en mi
cabeza como eco perenne del pasado.
—Los que amas son tu punto débil.
—Yo no amo a nadie.
—El dolor te ciega. Eres tan bueno como Masato, pero a diferencia de él,
al codiciar lo que te quitaron, te quiebras con facilidad como una rama
atenuada por el fuerte embate del invierno.
Me di una larga ducha tibia, para quitarme las dudas de lo que tenía que
hacer. Fui a Crowe al mediodía, y ordené que nadie estuviera en presidencia de
la una a las tres de la tarde.
Para que no hubiese testigos, despaché a Margot con el pretexto de enviarla
a recoger unos papeles en la oficina de Josep Park, que ya tenía instrucciones de
completar la fachada y no dejar que ella saliera de allí hasta la cinco.
Esperé por Alicia, con lo ambiciosa que era no tenía dudas que vendría, y
asi fue. Su perfume empalagoso de prostituta barata, me revolvió las tripas.
—Caleb —dijo, pero no me moví, sabía que me estaba poniendo a prueba
—. Señor Crowe.
Entrecerré los ojos y me volví. Ahora era rubia, y al parecer se había hecho
una rinoplastia, porque su feúcha nariz torcida era más fina. Hasta en eso
envidiaba a Caterina, pero la zorra jamás será como ella.
—Señorita Ortega, por favor tome asiento —maticé mi voz para que sonara
mas lánguida, y menos profunda.
—Tiene los mismos ojos de mi Caleb, eran su sello inconfundible —la
pérfida sonrió.
—Señorita Ortega, yo soy la cabeza de esta empresa desde que mi padre
murió hace años. No sé quién es este Caleb, pero estoy interesado en una cosa.
—Responderé todo lo que usted quiera —cruzó las piernas, ladeando la
cadera hacia fuera con falsa sutileza.
—¿Por qué ha solicitado verme? Mi secretaria me dijo que tiene pensado
invertir en nuestras acciones libres en la bolsa, pero me parece que dio esa
excusa solo para que yo la recibiera.
—No se equivoca, tenía curiosidad sus facciones son parecidas a las de mi
Caleb, pero ahora que lo veo en persona no hay comparación. Ese era un muerto
de hambre lava platos, enamorado de una idiota como él y usted es un hombre de
mundo —dijo con risa desdeñosa.
Apreté los dedos contra la esquina del escritorio, conteniéndome de no irme
sobre ella y torcerle el cuello.
—Ya veo que busca un millonario como yo.
—Sí.
—Interesante —rodee la silla en la estaba sentada y me paré detrás,
colocando las manos en el respaldo—. Es bueno que sea directa y no una
hipócrita que finge ser inocente.
—Estoy en busca de diversión —desabrochó dos botones de su blusa,
dejando ver que no llevaba sujetador—. ¿Qué le parece lo que le ofrezco?
Asqueado de su voz fingida y conducta vulgar, moví mi mano hacia su nuca
palpando con la otra la navaja de filo convexo que ocultaba en el costado
izquierdo, dentro de mi saco. Sentía la euforia de mis tiempos de asesino
retornar a mí, como un viejo amigo que sabes nunca te traicionara.
—Tengo experiencia con empresarios como usted, puedo hacerlo ahora en
menos de quince minutos, si quiere —recogió su falda, dejándome ver que no
llevaba bragas—. La primera será gratis, la segunda es negociable.
—Quince minutos —repetí—. Me tomará solo cinco segundos rebanarte el
cuello.
Capitulo 56

—Promete que no lo harás.


—¿No hacer qué? —preguntó a su hermano, cuyo caminar lento lo obligo a
disminuir el suyo.
—Matar, eres libre de ese pasado turbulento.
—No puedo, el juramento que hice a Caterina tiene más peso que el que tú
seas mi hermano.
—Tenemos la misma sangre —dijo su hermano, apoyando la mano en su
hombro. Nicolas noto que sus labios habían perdido el color rosado, ahora eran
del mismo tono de su piel pálida.
—Hermano debilucho…
—Promete que no mataras a nadie.
—Vamos a tu habitación.
—Promételo, Nicolas.
—Solo para que dejes de fastidiar —agarró su mano, y le dio un apretón
hasta la muñeca—. Te lo prometo.
Absorbido por el viejo él, movía la navaja hacia el cuello de Alicia.
—Un poco más.
—¡Tu esposo se enojara!
—¡No me molestes, Brandon!
—¡Mina! —Murmuró Nicolas volviendo en si, escuchando sus voces
provenir del vestíbulo—. Que mierda, no deberían estar aquí.
Guardó la navaja dentro del saco.
—Señor Crowe.
—No aquí —forzó a Alicia a levantarse, tomándola del codo—. Quiero que
entres al baño.
—No quieres que tu esposa sepa de tus infidelidades.
—Eso no te incube —respondió cabreado.
—No importa, veámonos mañana —deslizó una tarjeta por el bolsillo
trasero de su pantalón—. Llámeme, no se arrepentirá señor Crowe —lo beso en
la mejilla, y entró al baño como él le indico.
Nicolas cerraba la puerta, cuando Mina entró seguida de su hermano.
—Lo siento jefe, pero mi hermanita estaba preocupada por ti.
—¿Por qué? —Preguntó mostrando una sonrisa disimulada—. Estos dias
hemos ido a casa juntos.
—Tenía pavor de que no lo hicieras hoy —avanzó hacia él de prisa—. Hoy
te fuiste muy temprano, después que anoche…
—No hay razón para que te preocupes —susurró, poniendo la mano en su
mejilla—. Perdona, tenía una reunión en el banco temprano por eso me marché
sin despedirme.
—Lo sé, el señor Abey me dijo.
—Entonces debiste ir a comer con tu hermano, todavía tengo asuntos que
terminar.
—Hazlo más tarde, o dile a Patrick que te ayude —cogió su mano,
entrelazando sus dedos sin la menor intención de separarse de él—. No es bueno
que comas aquí solo, dije que cuidaría de ti y lo estoy haciendo.
—La estas echando a perder Nicolas, la mimas demasiado —dijo Brandon.
Mina entrecerró los ojos, conteniendo las ganas de sacarle la lengua por
mofarse de ella.
—Es mi esposo y quiero estar con él —tiro del brazo de Nicolas—. Vamos.
—Si no tengo otra opción, pero... —alcanzó el móvil del escritorio—, debo
llamar a Patrick.
Antes de dejar la oficina, vio hacia el baño, la punta de uno de los zapatos
rojos de Alicia se asomaba por el resquicio de la puerta.
Al llegar al restaurante se excuso, y fue al baño para llamar a Patrick.
—Te dije que era arriesgado, es mejor que sigas el plan que te sugerí.
—Entonces lo haremos a tu modo, apunta esto —sacó la tarjeta que Alicia
le dio, con su número de teléfono y la dirección del hotel donde se hospedaba—.
Tengo que terminar con esto ahora, pero deseo agregar algo más al plan que
sugeriste.
Después de darle los datos, rompió la tarjeta y arrojó los pedazos al
basurero de uno de los baños. Luego regresó a la mesa donde Brandon charlaba
del retraso de su mudanza, enumerando los inconvenientes de buscar un buen
contratista para los arreglos del departamento; Nicolas no estaba por la labor de
añadir su punto de vista al tema, pensaba en lo que estuvo a punto de suceder en
su oficina.
«Tengo que ser más precavido —con la yema del dedo, tocó el filo del
cuchillo de mantequilla—, pero hay cosas que no puedo obviar —ensanchó los
labios como si sonriera—. Le borraré la sonrisa de la cara.»
—¿Qué fue lo gracioso? —le preguntó Mina.
—Nada —cogió su mano, y la llevó sus labios para besarla—. Un tonto
chiste que me dijeron en una reunión.
—Brandon es bueno con los chistes, aunque sean bobos —miró a su
hermano—, vamos dile algunos asi lo veo sonreír mas, lleva dias muy serio.
—Déjame revisar mi repertorio, y ver si tengo uno bueno —junto los dedos,
estirándolos como si fuese a jugar a las vencidas.
«Caterina —se dijo Nicolas en silencio—. Todo lo que estoy haciendo es
por la deuda que tengo contigo, pronto descansarás en paz del todo.»

***

Despuntaba el alba cuando Alicia subió a la camioneta que la esperaba en


una avenida solitaria. Ni siquiera tuvo tiempo de preguntar a donde se dirigían,
el hombre encapuchado que iba dentro le sujeto el brazo, mientras el que
conducía le inyectó una sustancia pajiza. Llena de pánico, hizo un intento
desesperado por zafarse, pero el que la sujetaba, coloco en su nariz un pañuelo
empapado de un potente somnífero que la adormeció.
Pasada una hora ella despertó, en una habitación sucia y muy húmeda, vacía
de muebles. La luz de la bombilla sobre su cabeza, danzaba de forma ondulante
tocando apenas las paredes verde mohosas.
Confusa se levanta, y mira su reflejo en el espejo salpicado de suciedad;
solo llevaba una camisola sucia y delgada, como las utilizadas en los hospitales
para enfermos mentales.
— ¿Dónde estoy?
Parpadea y logra ver detrás, a una persona sentada en una silla de metal.
Vestía de negro, una capucha le cubría la cara, excepto la boca y los ojos de un
color extraño.
—¿Quién eres tú? —preguntó confusa, viéndolo levantarse y aproximarse a
ella.
—Donde estas es algo que no sabrás. Sobre quién soy yo —apoyó en la
cama, las manos cubiertas por unos guantes de látex—. Tu peor pesadilla.
—¿Qué dices?
—¿Recuerdas a Caterina y Caleb? Manipulaste a todos para tenerlo a él.
—Eso no es cierto —chilló tratando de levantarse, pero al mover la pierna,
sintió una fuerte presión en el tobillo, vio que estaba sujeto a las barras de metal
de la cama por una cadena—. ¿Por qué estoy asi?
—¿Recuerdas lo que hicieron a Caterina en esa habitación?
La bombilla parpadeo, profiriéndole a la habitación un toque espectral. Un
ruido como de golpes en la tubería, acrecentó su temor.
—¿Acaso eres Caleb que regreso del infierno para matarme?
—Ojala fue ese él, pero solo soy alguien que te hará ver tu suerte —arrojó
en su cara, un fajo de billetes de alta denominación—. El salario que mereces.
—¡Espera! ¿Por qué estás haciendo esto? Puedo darte dinero, tengo mucho.
—Quiero que sufras por tus pecados —fue a la puerta metálica, y quito el
cerrojo que la mantenía cerrada, dejando que entraran dos hombres con pasa
montañas—. Asegúrense de que este consciente todo el tiempo, que sufra y
chille como un cerdo en el matadero.
—No lo hagan, por favor —ella rogó, llevando las manos a su rostro—. Mi
madre me necesita, soy su único sustento.
—No seas ridícula, la pose de víctima no te queda.
—Ha… —levantó la cabeza, mostrando que no había derramado ni una
lágrima—. Eres perverso, ya veo que no eres una persona común, lastima
hubiésemos hecho buenos tratos.
—Yo no hago acuerdos con zorras.
—Oye lo digo en serio, te daré dinero —junto las manos como si implorara,
doblando las piernas tanto como la cadena se lo permitió—. Te pido que no me
hagas nada, por favor.
—Debiste pensar en las consecuencias de dañar a una mujer inocente,
asúmelas.
—Nicolas Crowe —dijo ella con sospecha—. ¿Acaso tiene que ver con
esto?
—¿Te crees tan importante para que ese hombre desperdicie su tiempo
contigo?
—Entonces, cuando sepa lo que me hiciste te va destripar.
—Tu celular —lo sacó de dentro de su chaqueta—. Hace mucho que te
vengo siguiendo la pista, no fue difícil hacerte ir a esa avenida con engaños —lo
dejo caer al suelo, y crujió cuando lo pisó con su bota.
—¡Hijo de puta! —trato de llegar a él, pero la cadena sujeta a su tobillo, se
lo impidió haciéndole una cortada profunda.
—Hagan lo que les indique.
Uno de los hombres tomó a Alicia del cuello, inmovilizándola en la cama,
mientras que el otro introdujo los dedos por una manopla.
—¡Maldi…! —apenas pudo decir, antes que le cubrieran la boca.
El de la capucha, salió de la habitación sin volverse y entró a otra donde
alguien miraba parado frente a un cristal.
—¿Estás bien?
—No, Patrick.
Nicolas se dejó caer en una silla quitándose la capucha, extrajo del abrigo
un aparato del tamaño de un localizador.
—Hubiese querido que supiera quién era yo.
—El simulador de voz trabajo bien. Me preocupas.
—No tienes por qué, estoy bien —se doblo hacia adelante, y removió la
lentilla gris de su ojo derecho—. Ha sido difícil estos dias, recordar lo que viví
hace casi siete años — parpadeó por el ardor en la vista.
—¿Te satisface el tipo de castigo que recibirá?
—¿Es demasiado crueldad para ti?
—He visto torturas peores. Creo que es mejor que te vayas, si vas a casa
con tu esposa después de esto…
Meneó la cabeza, y se paró junto a él.
—Quiero ver como recibe lo que merece, he deseado esto desde que supe lo
que hizo.
—Como quieras —Patrick llevo a su oído el móvil luego de presionar un
número—. Procedan.
—De acuerdo —contesto alguien.
Segundos después.
—¡Nooo!
Ni siquiera el grito de terror procedente de la otra habitación, hizo a Nicolas
titubear. Entre más veía a través del cristal de doble vista, sus ojos brillaban
satisfechos.

***

—¡NO! —gritó Mina sentándose en la cama. Espesas gotas de sudor


corrieron por su cara, dejando surcos húmedos en su mejilla.
—¿Qué sucede? —Nicolas tocó su frente—. Parece que tienes fiebre.
—Tuve una… pesadilla —repuso a punto de llorar.
—¿Qué pesadilla?
—Vi a una mujer, ella…la…
Cubrió su boca por la repentina nausea y corrió al cuarto de baño. Levantó
la tapa del inodoro e inclinó la cabeza para vomitar.
Nicolas entró, y se apresuro a recoger su cabello mientras ella devolvía el
estomago una vez más.
—Que mal que me veas asi —dijo débil—. Cuatro meses casados y me ves
devolver el estomago no una sino dos veces.
—Recuerda los votos en Italia, en la salud y enfermedad a pesar de todo —
sobó su espalda—. Llamaré al padre de Jessie para que venga a verte.
—No... Solo es un tonto malestar, ya se me pasara.
—¿Qué viste en esa pesadilla?
—No quiero recordarlo —masajeó su sien—. Siento asco de solo pensarlo.
Con ayuda de Nicolas se incorporo para ir al lavado a cepillarse los dientes;
mientras Mina enjuagaba su boca, comenzó a temblar por los escalofríos. Él la
levanto en brazos, y la llevó de vuelta a la cama.
—Todo va a estar bien —la acurrucó en su pecho, y comenzó a frotar su
espalda—. Cuidaré de mi precioso ángel.
—Tengo pavor.
—Olvídalo, solo fue una pesadilla.
Aguas turbias
Capitulo 57

Mina
En solo tres dias mi condición empeoró, tuve que permanecer en casa el resto
de la semana, lo que me impidió viajar con Nicolas a Seúl como habíamos
planeado. Culpe a la molesta gripe estomacal que sospechaba padecía, ya que
otras cuatro personas de mi trabajo tenían lo mismo.
Mamá dijo que vendría a cuidarme, pero como estaban en la época de mayor
trabajo en la pastelería, con un sinnúmero de bodas y cumpleaños para las
próximas semanas, no la deje. Además tenía al señor Abey, que estaba al tanto
de todo lo que yo necesitara.
Ángela vino a visitarme antes de su viaje a Jamaica, para una sesión
fotográfica. Como siempre cargaba con su complejo de hermana mayor cuando
algo asi me sucedía, por eso insistió que fuese al médico para saber qué era lo
que yo tenía. De mis padecimientos estomacales por ser golosa, terminamos
hablando del retraso en mi periodo y métodos anticonceptivos.
Con cuatro meses casada y con un hombre capaz de despertar en mi
emociones tan intensas que me impedían resistirme a él, era lógico que dijera
que debía cuidarme. Estaba de mas que lo hiciera, yo tomaba anticonceptivos,
pero también Nicolas era muy precavido, yo diría que en exceso. El botiquín del
baño siempre estaba abastecido con cajas de preservativos, pero hace mes y
medio, en su periodo de estrés laboral, tuvimos sexo varias veces en una noche
sin que ninguno tomara las debidas precauciones. Mi amiga me miró con cara de
“lo ves” cuando comenté lo sucedido, además del retraso en mi periodo.
Me dio la tarjeta de su ginecólogo, que según ella era excelente.
—Sabes que ahora que estoy con Patrick, debo estar al día con esto.
Con eso me quedaba claro que lo de ellos ya no eran simples salidas al
teatro ó a comer.
Por el mareo después de la cena, me fui a la cama temprano, pero antes de
quedarme dormida, recibí llamada de Nicolas. Las más de diez horas de
diferencia, no le eran impedimento para estar pendiente de mí.
—¿Cómo estás? —Su voz profunda, hizo que mi corazón latiese como el
galope de un caballo sin riendas en una extensa llanura.
—Estoy bien —pretendí que mi respuesta sonara convincente, pero salió
demasiado endeble.
—Sigues sintiéndote mal, te siento desanimada.
—Sí, pero mañana iré al médico aun cuando estoy segura que es solo una
gripe estomacal, como los demás en proyectos —cubrí mi boca, sintiendo las
náuseas mortificarme una vez más.
—Llamaré mañana para saber que dijo. Te veré hasta el lunes, por favor
cuídate, te extraño demasiado.
Experimenté agitaciones al escucharlo decir, con su voz profunda, que me
extrañaba; sin duda mis hormonas están jugando al tenis conmigo.
No lo dilate mas y al día siguiente fui al ginecólogo; mi nerviosismo
mientras esperaba por él en su oficina, le estaba haciendo más daño a mi ya de
por si maltratado estómago.
Tragué saliva cuando regresó, intenté no pensar en la idea de estar
embarazada, pero escuchaba la voz mandona de Ángela en mi cabeza,
diciéndome lo contrario.
—Señora Crowe —dijo con voz serena.
—Doctor Maier, ¿qué es lo que tengo?
—Le hicimos una serie de exámenes, aparte de los rutinarios por su
padecimiento —sacó del sobre, el papel con el resultado—. Tiene gripe
estomacal.
Suspiré como si hubiesen quitado un gran peso de mi espalda, pero al oírlo
carraspear como si quisiera agregar algo mas, mi alivio se evaporó rápidamente.
—Pero hay algo más que le estas causando las constantes náuseas.
—Quiere decir que…
—Sus sospechas eran ciertas, tiene seis semanas de embarazo.
Por mi mente pasaron una sucesión de vividas imágenes; desde que conocí
a Nicolas en el baile de máscaras, su estúpido chantaje y como me enamoré de él
sin siquiera darme cuenta.
—¿Quiere verlo?
—¿A mi bebé? —cuando lo dije, algo que no podía describir con palabras
inundo mi pecho, hasta alcanzar mi garganta haciéndome un nudo.
—Asi es, todavía es muy pronto para verlo con claridad, pero es bueno
comenzar con el monitoreo.
—Si —dije expectante.
La enfermera me ayudó a que me cambiara la ropa, por la delgada bata de
hospital que no me protegía en lo más mínimo del intenso frío de la habitación
de exanimación.
El doctor Maier la abrió un poco, y extendió el gel por mi vientre.
—Se puede ver el saco gestacional —apuntó a un círculo envuelto en una
imagen borrosa.
—¿Allí está? —pregunté con mi corazón latiendo a mil.
—Sí.
—Es tan pequeño, casi no se ve.
—Pero en pocos meses crecerá lo suficiente, también sabremos el sexo.
Quizás su esposo pueda venir para el próximo chequeo.
—Sí —lo imaginé junto a mí, viendo a nuestro bebé como yo lo estaba
haciendo—. ¿Qué me recomienda para que crezca saludable?
—Trate de obtener la mayor cantidad de aire fresco como sea posible, de un
paseo de 15 minutos, el sol de la mañana será muy benéfico. Es crucial para su
buen desarrollo, el consumo de comida rica en vitaminas y suplementos que le
voy a sugerir. Señora Crowe, estoy seguro de que su bebé estará bien, pero en
estos tres primeros meses debe cuidarse mucho y estar tranquila.
—¿Mi bebé está en peligro?
—En todos los embarazos el primer trimestre es muy importante, por lo que
debe estar relajada.
—Hay alguna manera de que sepa en que momento me embarace.
—Son seis semanas, piense cuando fue su último período y la frecuencia
que ha tenido relaciones sexuales con su esposo, asi sabrá en qué momento
ocurrió la concepción.
«No tengo dudas —me dije—. Su cicatriz, mis lágrimas.»
Decidí dar una caminata en un parque cercano al centro médico. Le pedí a
Masato que esperara en el auto, y quité la batería del móvil para no hablar con
nadie.
Removí las hojas secas pegadas del solitario banco para sentarme, y
analizar lo dicho por el médico.
—Estoy segura de cuando sucedió —tomé un calendario de mi bolso, y fue
retrocediendo en los dias hasta la última vez que tuvimos sexo, dentro de las seis
semanas—. Lo concebimos esa noche.
Vi a una mujer con un abultado vientre, vigilar a dos niños pequeños que se
balanceaba en unos columpios. Caminaba lentamente frotando su barriga, me
imagine haciendo lo mismo con mi esposo sosteniendo mi mano.
—Le daré la noticia hoy mismo.
Seguí haciendo planes de camino a la mansión; en cómo se lo diría y luego
a mi familia, y como decoraríamos la habitación del bebé.
«Papá, mamá, Brandon y Sam. ¡Oh! Tía Ceci seguro vendrá con Emilio,
Dylan y Meg» sonreí.
—Señora Crowe, usted se ve feliz —dijo Masato, mirándome con sus ojos
rasgados por el espejo retrovisor.
—Sí, lo estoy —respondí, sin decir nada más.
El primero en saberlo debe ser Nicolas.
Me sentía como una mujer nueva, con una nueva vida creciendo dentro de
mí. Estaba tan feliz que al ver al señor Abey, lo abrace, como eran tan serio se
quedo pasmado sin saber que decir por mi efusivo gesto.
Al llegar a mi habitación saque el móvil del bolso y tan pronto estuvo
activo, después de ponerle la batería, vibro recibiendo su llamada.
—¡HOLA! —exclamé feliz—. Llamas puntual.
—Te alegra escucharme —la irresistible voz de Nicolas puso mis hormonas
a mil.
—Tu voz suena más profunda de lo habitual.
—Mi esposa me extraña.
El corazón me latía impaciente por darle la noticia.
—Mucho, Nicolas quiero decirte que...
—Vuelvo mañana por la tarde.
—¿Arreglaste todo en Ulsan?
—Sí, mañana estaremos juntos de nuevo.
«¡Oh! —Analicé este cambio de planes—. Si vuelve mañana es mejor que
prepare una comida y le dé la noticia.»
—¿Que ibas a decir?
—Fui al médico y me dio la razón, tengo gripe estomacal.
Me sentí mal por ocultar lo del bebé, pero prefiero decírselo en persona.
—Quédate el resto de la semana en casa, hasta que te recuperes —dijo.
—Espero que no lo deduzcas de mi cheque de pago, sobre todo ahora que...
—¿Ahora?
—Necesito ahorrar, para comprar el regalo para el departamento de mi
hermano.
—Entre los dos podemos hacerlo, podría ser una máquina para hacer
Cappuccino, o lo que tú quieras.
—Hablaremos de eso cuando estés aquí.
Charlamos de los progresos en la construcción del nuevo barco y cuanto
deseaba que la próxima vez yo fuera con él para que conociera Corea. Después
de colgar, fui a comer lo que el médico me sugirió, mi mamá llamó y también le
oculte lo de mi embarazo.
—Cuando le diga la verdad, seguro me jalara de las orejas —suspiré—. Su
primer nieto.
Capitulo 58

Mina
Tomé posesión de la cocina al día siguiente, dejando a Maurice nuestro chef,
sin habla por mis habilidades culinarias que no eran como las de mamá, pero mi
sazón era buena. Le pregunte cuáles eran las comidas favoritas de Nicolas y
decidí prepararlas. A pesar de que llegaba después de las tres de la tarde, yo
quería que todo estuviese listo antes de esa hora.
Encargué flores de la floristería listada en la agenda de la casa y elegí el
vino de la cava junto a la cocina. Recordé la hermosa vajilla Toscana pintada a
mano, regalo de bodas de tía Ceci, y decidí usarla.
—¿Sabes en donde el señor Abey guardó las cosas que trajimos de Italia?
—pregunté a Frederick, que me ayudaba a revisar la platería.
—No, pero puedo preguntarle señora.
—Mejor ayuda a arreglar el comedor, ya deben estar por traer las flores. Yo
iré por él.
Fui a su habitación en el ala de empleados, llamé a la puerta dos veces, pero
nadie contesto. Abrí con cuidado de no entrar de forma imprudente, pero no
había ni rastro de él.
Me volví para salir cuando vi un juego de llaves puesto entre la lamparita y
un libro en la mesa de lectura.
—Parecen ser las que siempre lleva consigo, tal vez aquí está la de la
despensa donde se guarda la vajilla.
Las tome, y regresé por la misma ruta que me trajo de la cocina aquí. De
camino, llamó mi atención un corredor que no había visto antes y me pareció
extraño que después de casi cuatro meses viviendo aquí, el señor Abey no me
hubiese traído a conocer esta parte de la casa. Rasqué mi cabeza pensando si
debía explorarlo o volver a la cocina, pero decidí ir, atraída por la curiosidad de
saber que iba a encontrar.
La última vez que vi mi reloj eran las 10:30, ahora eran casi las once y
seguía sin saber a dónde me dirigía. El pasillo débilmente iluminado por las
lámparas de la pared, se asemejaba a un pasadizo oscuro, como los que llevan a
una cripta.
«Mina, no es hora de pensar en una historia de terror, este no es el lugar
apropiado» me dije a mi misma.
Entre tanto silencio por fin logré ver lo que parecía una puerta, era de color
oscuro como el de la madera cuando se carboniza. Desentonaba con las de la
casa, en tono crema.
Tragué saliva con temor, al no ver a ningún empleado en esta área.
—Parece que no hubiese una alma en esta casa —froté mi vientre por
reflejo, y mire hacia abajo—. No estoy sola, estas aquí con mamá.
Giré el pomo, pero estaba cerrada, agarré las llaves del bolsillo de mi
pantalón y busque cual podría abrirla. Me detuve en una que tenía un grabado
con un dibujo que era similar al extraño símbolo de un sauce sin ramas en la
cerradura.
La introduje y abrí, el cuarto se ilumino de forma automática. Era de
tamaño moderado, con dos paredes en rojo, y las otros dos en negro. Vi un
armario ubicado de esquina a esquina; espadas japonesas, y navajas pequeñas y
medianas ocupaban los diferentes niveles.
Un saco de boxeo se sostenía de un gancho que salía del techo. Cerca había
otro armario con diferentes tipos de armas de fuego.
—Nicolas colecciona estas cosas.
La puerta se cerró, pero yo estaba más interesada en ver todo lo que hay
aquí, que en preocuparme por quedarme encerrada.
Me acerco a una mesa de madera con puertas frontales, en la que había
cajas con diferentes tipos de municiones. Vi hacia la única pistola en ella y la
cogí llevada por la curiosidad de nunca haber tocado una. Parecía que la habían
usado recién, porque al tocar el cañón, mis dedos se mancharon con restos de
pólvora.
Perturbada, la devolví a la mesa y decidí salir con el propósito en mente de
preguntar a Nicolas porque tenía todo esto. Pero al aproximarme a la puerta,
escucho voces, temí haber cometido una imprudencia y me oculte detrás de uno
de los anaqueles al fondo de la habitación.
—La luz —casi al mismo tiempo que aporreo el mueble, esta se apaga.
Volví a respirar.
—Es temprano —escuché la voz grave de Patrick Martin.
Vi tres pares de zapatos cuando la puerta se abrió, y reconocí la voz del
dueño de uno de ellos.
—De verdad me agotan estos vuelos trasatlánticos.
—Nicolas —susurré. Revise mi reloj, estaba segura de que llegaría a las
tres de la tarde y apenas eran las once.
—Qué imprudencia —dijo con aspereza—. Gracias a Dios yo tenía una
copia.
—Lo siento señor, esto no se repetirá —dijo el señor Abey, con un dejo de
pena en la voz.
—Espero que sí, ¿Dónde está Mina?
—En la cocina preparando la comida.
Sonreí con la intención de salir de mi escondite, y darle la sorpresa. De paso
regañarlo por retar al señor Abey, pero después de escuchar lo que dijo Patrick,
abandoné la idea.
—No es conveniente que ella vea esto.
—Con su permiso, señores —dijo el señor Abey, escuche pasos como si se
alejara.
—¿Por qué hemos venido aquí primero? —Preguntó Patrick.
—Necesito esto —oí el chirrido de algo abriéndose—. El viejo Caleb.
—¿Caleb? —murmuré.
—A veces olvido que ese era mi verdadero nombre.
Tapé mi boca con miedo de dejar escapar mi ahogo de estupor.
«Entendí mal... dijo que ese es su verdadero nombre.»
La nauseas que se habían esfumado ayer, retornaron a mí una vez más.
—Para todos soy Nicolas, aunque en verdad no lo sea —dijo con una
carcajada.
«¿Él no es Nicolas Crowe? —Mis tripas comenzaron a estrujarse, y quise
vomitar—. ¿Entonces donde está el verdadero? ¿Estoy en una pesadilla?.»
Era como si la vida que tenía fuera parte de una gran mentira, el hombre
que creía que era Nicolas Crowe no lo era. De hecho existía la posibilidad que
ambos lo hubiesen desaparecido para que el falso tomara su lugar.
«Como se puede llegar a una conclusión asi, es absurdo y estúpido —me
reprendí por pensarlo—. No tiene sentido, su familia y la gente que lo conoce.»
No podía pensar en nada en claro, hasta quise salir para encararlo por lo que
había dicho. Pero los misterios que los pasados meses me hicieron cuestionarlo
varias veces, parecían revelarse ante mí, mostrándome una realidad bizarra. La
falta de fotografías de su infancia, las acusaciones de Ben y su padre. Los años
que el verdadero no mostró el rostro, y tiempo después volvía como uno distinto
del ermitaño y enfermizo; con una salud tan optima como la de un atleta y sin
ninguna semblanza física con Ben o su madre.
Supuse que James Abey y Patrick eran sus cómplices, y como el otro vivió
en Londres por años ninguno de los empleados de esta casa podía refutar que era
Nicolas. Ben me dijo que de forma arbitraria, se llevaron al chico a Europa
después de la muerte de sus padres, y lo pusieron bajo el cuidado de Patrick
Martin.
«¿Quiere decir que este conspiró con el tal Caleb para adueñarse de todo?
—Lo medite, con el terror corriendo por mi cuerpo, desbaratando todo a su paso
—. No es una pesadilla, es la realidad» me convencí de ello.
Traté de mantener la calma y pensar con frialdad cómo salir sin ser vista,
pero esos dos seguían aquí.
—Es bueno que lo de Caterina ya no sea malo para ti —dijo Patrick.
—Caterina —musité—. ¿Quién es ella? ¿Otra de sus víctimas?
—Mejor salgamos —dijo quien hasta ahora yo pensaba era Nicolas, y
resultó ser un hombre llamado Caleb.
Y como si Dios hubiese escuchado mis ruegos, ambos salieron de la sala de
tortura.
Me temblaba el cuerpo, mis piernas pesaban tanto que apenas pude dar
unos cuantos pasos, pero aun así encontré las fuerzas necesarias para salir.
Caminé de regreso por el pasillo interminable, resuelta a irme de la casa antes de
que alguien pudiera verme.
Encontré esa oportunidad justo a las puertas de la cocina.
—Las flores.
Un hombre de pelo entrecano y overol de mezclilla deslustrado, descargaba
los arreglos. Me recargue de espaldas contra la pared que dividía la bodega de la
cocina, aguantando el aire en mis pulmones, en espera de que éste regresara.
Pasaron unos pocos segundos cuando entró nuevamente y fue por la ruta al
comedor con un arreglo de geranios. Corrí lo más rápido que pude hacia el
exterior al ver que tenía el camino despejado.
El sol brillaba como en ningún otro día, el cielo tenía un intenso tono
turquesa como el del mar y las nubes parecían algodón de azúcar, pero yo veía
todo como si fuese un espejismo que ocultaba las tinieblas que en realidad me
rondaban.
La puerta trasera del contenedor del camión estaba abierta, ingrese y me
escondí detrás de unos arreglos de rosas blancas. El olor me llevo a mi noche de
mi boda, con las flores y el vino, y Nicolas con sus brazos extendidos alrededor
de mi cuerpo, acurrucado junto a mí.
Cerraron la puerta y el camión comenzó a moverse; ya no pude contenerlo
más, el sollozo salió de mi pecho como un lloriqueo triste.
—¿Por qué? ¿Por qué? —Bajé la cabeza, con los puños apretados en mis
piernas—. Me enamoré de un monstruo... Ben tenía razón —sacudí la cabeza—.
Su padre tenía razón.
Puse la mano en mi regazo, cerca de mi vientre, allí caí en cuenta de la
mayor de las crueldades.
—Este bebé —dije con angustia.
Agotada emocionalmente con estos pensamientos martillando mi cabeza,
me recosté contra una caja y cerré los ojos.
Un movimiento brusco me hizo abrirlos, no nos movíamos, temía que me
hubiesen encontrado. Abrieron la puerta, pero nadie ingreso. Me apresuré y salte
del camión, corrí lo más rápido que pude, sin ver donde estaba.
Pasados varios kilómetros disminuí los pasos, sintiendo un intenso dolor en
la mano. La levante y vi una herida en medio de mi palma, que quizás me había
hecho cuando salte del camión. La sangre ya se había coagulado, tornándose
pegajosa; sentí asco y busque a ver si tenía algo conmigo con que cubrir la
herida. Encontré en el bolsillo de mi pantalón, un pañuelo que Ángela me
obsequió junto con otros tres, regalo de uno de sus múltiples viajes.
—Amiga —dije afligida, pensando cuando mi familia y ella supieran la
verdad. Más por su relación con Patrick.
Envolví mi mano en la suave tela, rechazando todo en mi vida, el falso
matrimonio en Italia, sus declaraciones de amor.
—Engaños y más engaños.
La cortina de lluvia que comenzó a caer, no me dejaba ver hacia donde iba.
Avanzaba a duras penas, con mis zapatos de deportes cubiertos de barro.
A punto de darme por vencida, alcanzo a ver las vigas de un puente. El agua
escurre por mi espalda, aguijonazos helados golpean mi cuerpo y entorpecen mis
movimientos. El viento me dificulta seguir, pero resuelta sigo avanzando.
Los tablones de madera y hierro envejecido dan la impresión que de un
momento a otro la estructura colapsará, asi como mi cuerpo. Me acerco a uno de
los bordes, y subo un pie apoyándolo en las uniones. Vuelvo a llorar, pero no de
tristeza sino de rencor.
Miro hacia el abismo a mis pies, el agua se mueve con violencia,
arrastrando las ramas de los árboles que se despedazan al chocar contra las rocas.
—Un paso más.
Mi otro pie se separa del suelo de hormigón, y me veo suspendida en el
aire, libre como si me volviera uno con el viento.
—¡Mina!
Escucho que alguien me llama, volteo, pero no veo nada.
Capitulo 59

Nicolas
—¡Mina!
Entré a la cocina impaciente por verla, pero solo se oía el ruido de las tapas
balanceándose contra las ollas. Parecía que iban a salir volando, por el vapor que
se acumulaba dentro.
—No se supone que estaba aquí —me dije.
—Buenas tardes, señor Crowe —dijo Maurice poniendo en la encimera,
una canasta repleta de albaricoques maduros.
—¿Has visto a mi esposa?
—La vi salir de la cocina en busca del señor Abey, antes me pidió escoger
para ella esta fruta para un postre —cogió un trapo de la encimera y destapo una
de las ollas—. La salsa se ha espesado demasiado.
—¿Hace cuánto fue eso?
—Como una hora —metió una cuchara de madera en la olla—. Es extraño
que la señora dejara la comida sin revisar por tanto tiempo.
Tuve un mal presentimiento, pero antes de hacer conjeturas irracionales, fui
a nuestra habitación. Su móvil estaba sobre la mesa junto al bolso, y extendido
sobre la cama, un vestido naranja con unas sandalias doradas a los pies de ésta.
—Al menos se que no dejo la casa.
—¡Señor Crowe! —Escuché la voz agitada del señor Abey detrás de mí—.
Perdón, pero encontré esto.
Me mostró las llaves que habían desaparecido inexplicablemente de su
habitación.
—Entonces... —me senté casi al mismo tiempo que Patrick entró.
—¿Qué sucede? —Preguntó, pero el miedo me paralizó y no pude
responder.
—Señor Martin, encontré las llaves en el piso cerca de la puerta que
comunica el exterior de la mansión con la cocina. Frederick me dijo que la
señora me estaba buscando, tal vez fue ella quien las tomó de mi habitación.
Negué con la cabeza, resistiéndome a pensar que ella hubiese ido allí.
—Eso no puede ser, ni siquiera los empleados van a esa parte de la casa.
—Pensemos esto con claridad —dijo Patrick con su clásica pose analítica
—. ¿Alguien la vio salir de la casa?
—No lo sé, señor Martin.
—¡Señor Abey! —Me puse de pie—. De orden a los empleados que la
busquen, que no quede un lugar sin revisar. Patrick por favor llama a Ángela y a
los Foster, quizás haya ido con ellos.
—Nicolas, tal vez este caminando afuera.
—Solo para cerciorarnos —insistí—. Desde que estábamos en Ulsan tenía
un mal presentimiento, debí adelantar mi regreso.
Patrick hizo las llamadas sin perder más tiempo, y mientras hablaba me
observaba con la preocupación cincelada en su semblante.
—Hablamos más tarde —se despidió y guardo el teléfono—. No está con
su familia y Ángela todavía está en Jamaica. Investigué sin que ninguno
sospechara de su desaparición, pero tal vez si ella huyó, pronto se pondrá en
contacto con ellos.
Harto de no saber nada, fui a la cocina para esperar por el señor Abey que
llegó media hora después. Su mirada de preocupación me lo dijo todo.
—No está en la casa, ni en los alrededores.
La idea de que la hubiesen secuestrado, me revolvió las tripas como cuando
supe del maltrato físico que sufrió Caterina.
Patrick meneó la cabeza como si supiera lo que yo estaba pensando.
—Si las llaves de tu habitación estaban en el piso de la cocina, quiere decir
que Mina estuvo allí justo cuando nosotros…
—¡Nos escucho!
—Es solo una suposición Nicolas, por favor cálmate.
—Como quieres que me calme, si mi esposa debe estar aterrada pensando
que soy un farsante.
—Baja la voz —susurra viendo por detrás de mí, para cerciorarse que
ninguno de los empleados este escuchando—. Le pediré a uno de los hombres de
seguridad que la busquen.
—Esos ineptos se descuidaron, Mina salió de la casa y no lo notaron.
—Hay que preguntar si alguien estuvo aquí, o…
—Creo que el camión de la floristería vino —dijo el señor Abey, se notaba
apenado en exceso—. La señora me dijo que ordenó unos arreglos de flores.
—Allí esta, podemos…
—¡NO! —exclamé, cansado de escucharlos a los dos.
Me inquietaba pensar en ella, sola y con conocimiento de una verdad que
dilate en decirle a pesar de que sabía que iba a reventarme en la cara de un
momento a otro.
No lo soportaba más, tenía que hacer las cosas yo mismo. Cogí las llaves de
la moto, colgadas en una de las estanterías donde se guardaba el resto y me dirigí
a la cochera.
—Me voy.
—Es peligroso no sabes dónde encontrarla —dijo Patrick siguiéndome.
—A quién le importa, la buscaré hasta debajo de las piedras si es necesario.
¡Ven, dulce noche, amor de negro rostro!
Dame a mi Romeo y, cuando yo muera,
haz de sus pedazos estrellas diminutas
lucirá tan hermoso el firmamento que el mundo,
enamorado de la noche, dejará de adorar al sol hiriente.

Romeo y Julieta, Acto 3, Escena 2


Cicatriz
Capitulo 60

Mina
Desperté sobresaltada, cubierta hasta el pecho por una colcha blanda de
flores y hojas color pistacho, que me mantenía abrigada.
Observe la pintura frente a mí, una acuarela de un bosque de abedules
blancos en pleno día. El color del cielo era el mismo de cuando abandoné la casa
Crowe.
Llevo mi mano a mi frente por el fuerte dolor de cabeza, noto que esta
vendada. Sentí ardor en la palma, rememorando lo sucedido antes de perder el
conocimiento.
—¡¿Qué estoy pensando?! —grité ferozmente. Me alejé del borde del
abismo, y caí en el hormigón.
Lloré palpando mi vientre con remordimiento.
—No tienes la culpa de sus mentiras y menos de mi cobardía. Aun cuando
tenga que poner mi vida en riesgo, te traeré a este mundo.
Intenté levantarme, pero al buscar apoyo en la barra de hierro, me lastimé la
mano ya herida, con un tornillo salido. El olor de la sangre me provoco nauseas,
mis piernas se tornaron flácidas, y caí inmóvil, pero todavía consciente.
Quería moverme, pero mi cuerpo no me respondía. Repentinamente, sentí
mi cuerpo elevarse por encima del suelo; lo último que vi antes de cerrar los
ojos, fue el pañuelo que cubría mi herida salir volando de mi mano.
—Me cuesta creer todo esto —masajeo mis doloridas sienes—. Pero yo lo
escuché, aprovechó que por años nadie vio a Nicolas Crowe, para tomar su lugar.
Era difícil creer algo asi, pero con toda la evidencia me convencía de ello
todavía más.
La puerta se abre, y aferro los dedos a la colcha con miedo de que sea él,
pero quien entra es un hombre de pelo cobrizo. Viste una camisa de cuadros
azul, por fuera de un vaquero gris.
—Despertó —dijo con suavidad—. Tiene mejor semblante.
Es monísimo y alto, pero carecía de la contextura muscular de Nicolas.
—¿Qué hago aquí?¿Quién eres? —Inquirí con desconfianza, me fije que yo
tenía puesta un pijama de mangas demasiado largas, que apenas dejaban
expuestas mis manos—. ¿Acaso me quitaste la ropa?
—Primero voy a poner esto aquí... —puso la bandeja sobre una mesa de
madera, como la cómoda y el armario—. Preparé este consomé de pollo para
usted, estoy seguro que le ayudará a recuperar sus fuerzas.
Su voz era cálida y agradable, aunque era un desconocido del que debía
tener cuidado, me sentí a salvo lejos del horror en que se había convertido mi
vida.
—La encontré en el puente, estaba desmayada y empapada por la lluvia; en
vista de la situación, tuve que cambiar su ropa para que no sufriera de
hipotermia. Presento fiebre por dos días, en su delirio usted pronunció un
nombre “Nicolas”, ¿es su esposo? —observa mi mano, en la que llevo mi anillo
de casada—. Yo puedo llamarlo y…
—Por favor —la cubrí con la otra—, le pido que no diga a nadie que estoy
aquí.
—¿Tiene problemas?
Bajé la cabeza, sin deseos de hablar del asunto.
—No insistiré si es lo que desea —dijo, produciéndome alivio—. Ahora
creo que debo presentarme, soy Christopher Maxwell.
—Disculpe, ¿vive con su familia? —pregunto con recelo de que alguno de
los otros inquilinos pudiera delatarme.
—No, en realidad vivo en Aurora, pero decidí pasar unos días aquí solo,
para tomar una decisión.
Curvó sus labios en una sonrisa honesta, se le hizo un hoyuelo en su
barbilla cuadrada. Se inclina hacia mí, y coloco una mano en mi frente.
—¡Oh! Pero…
Su palma es tan tersa, que parece la mano de un artista.
—Ya bajo la fiebre —sonrió de nuevo, vi que tenía ojos verdes—. Ahora
creo que debería decirme su nombre; me agradaría llamarla de alguna manera.
Pensaba si era conveniente revelarlo, entonces recordé el nombre que
Patrick mencionó mientras yo estuve escondida en esa habitación.
—Caterina, asi me llamo.

Nicolas
Cómo se supone que voy a lidiar con esto cuando no hay ninguna señal o
indicio de donde se encuentra mi esposa, después de tres días de su desaparición.
Estuve día y medio en la moto, recorriendo las zonas aledañas, incluso fui a
la casa de Evelyn Crowe para ver si había ido con Ben, pero supe que él se había
ido de viaje semanas antes de su huida. Regresé a casa vuelto un guiñapo, sin
deseos de hablar con nadie. Pensé en lo que dije, y en lo mucho que ella debía
estar sufriendo por mi causa.
Patrick busco a un amigo que siguió ciertas pistas, como la de un viejo que
afirmó haber visto a una mujer cruzar un puente, pero había demasiado niebla y
no supo que sucedió con ella después que la lluvia amaino.
Al borde de la desesperación, sentí deseos de ver a su madre y visité
Delicias de Ángel con ese propósito. De paso, quería descartar la idea de que ella
estuviese allí escondida.
—¿Cómo esta Mina? Hace días en no hablo con ella —dijo su madre,
poniendo dos tazas de café en una mesa. Su excesiva tranquilidad dio por
eliminada mi suposición.
—Ella está bien, mamá —sentí arañazos en la garganta por mentirle.
—Me alegro, hablé con ella después de visitar al médico, la sentí rara.
—¿Rara?
—Por los síntomas tenia la sospecha de que había algo más aparte de la
gripe estomacal, pero me equivoqué. Pensé que pudiese estar embarazada; el
mareo, las náuseas y los vómitos, pero me dijo que el médico le hizo unos
análisis y resulto ser lo que ella pensaba.
Guardé silencio.
—¿Mina... embarazada? —sacudí la cabeza, evadiendo pensar en ello—.
Me dijo lo mismo, que tenía gripe estomacal, ¿no tendría por qué nos mentirnos,
o si?
No quería ponerla en alerta de mi preocupación, pero al ver el muro de
fotografías detrás del mostrador no pude evitar sentirme mal. Una fotografía que
recién nos habíamos tomado, era el centro del grupo fotográfico. Toda la familia
Foster estaba allí, incluyéndome a mí que abrazaba a mi esposa por detrás.
—Debo irme —dije con el dolor en mi interior, supurando.
—Buenos días —dijo Brandon que llegó al negocio—. Que casualidad
verte aquí, cuñado.
—Mis dos hijos —expresó su madre feliz—. No te vayas todavía Nicolas,
voy por un pastel de queso para Mina.
—De verdad tengo que…
—Mi madre está preocupada —masculló Brandon, casi sin mover los labios
—. Hace días que no habla con mi hermana.
—Le dije que ella está bien.
—Si, pero el que no la llame es un tanto extraño.
—La verdad es que… —vi hacia un folleto sujetó al tablero de anuncios
por un chinche, tenía la fotografía de una mujer que recibía un masaje—. Mina
se marchó a un spa.
Fue lo primero que se me ocurrió, ya veré que decir después si ella no
vuelve.
—¿Por qué no llamó?
—Es mi culpa, tu hermana está enojada conmigo por postergar cierto plan
que teníamos. He tenido mucho trabajo y se lo expliqué, pero tomó su maleta y
sólo me dijo que iría a un spa. Tú la conoces y sabes que cuando se enoja…
—Sí, y no me sorprende. Mi madre me comentó de sus sospechas.
—Que estuviese embarazada, estoy seguro de que le hubiese dicho a ella si
fuese verdad.
—Pero como Mina es como es, seguro pensó que te enojarías por no
cuidarse, apenas tienen cuatro meses casados.
—No lo creo —repuse sintiendo turbación.
—¿Y en el caso de que ella lo estuviera?
—Quiero hijos —pensé—, pero no en circunstancias como estas. Ella
desapareció, y tengo un pasado terrible, no sé si acepte tener un bebé mío en
estas condiciones.

Mina
Gracias a la presencia de Christopher, para mí era más soportable lidiar con
todo esto. Era la clase de hombre con quien una mujer podría pensar en vivir el
resto de su vida; excelente cocinero, y sobre todo era bueno escuchando. Le
conté lo más esencial de mi vida, cosas concernientes a mi carrera y la relación
con mi familia, pero sin mencionar nombres, lugares u otros datos que le dijeran
quien era yo realmente.
Aunque me mantenía la mayor parte del tiempo ocupada leyendo o viendo
la televisión, mi mente me jugaba sucio a menudo, trayendo imágenes de ese
hombre que no se cómo llamar, si Nicolas o Caleb.
—Corazón estúpido que lo sigue añorando —me regañé a mí misma
cansada de esto.
Christopher vino con un plato de fruta y unas galletas saladas cubiertas de
queso crema.
—Te ves mejor Caterina, como una chica nueva.
—Te agradezco por todos tus cuidados, debo ser una molestia.
—Para nada —sonrió—, tu compañía me ha hecho bien.
Pensé en su propia soledad, y quise hablar con mamá para contarle todo y
terminar con esto de una buena vez.
—¿Podrías prestarme tu teléfono?
—Claro —lo tomó de la mesa. Lo mire con vergüenza de pedirle que me
dejara sola, pero entendió por mi gesto que eso era lo que quería—. Tengo que
checar el asado en el horno, ya vuelvo.
Presioné los botones con agobiante cuidado, el sonido de la espera hizo que
me impacientara.
—Alguien, contesté por favor.
—Hola —dijo mi madre con su voz armoniosa.
—Mamá —murmuré con un nudo en la garganta.
—Hola —repitió sin poder oírme.
—Ma…
—¡Madre! —escuché la voz de ese hombre desde lejos, y rápidamente deje
el teléfono.
Los dientes me castañeaban después de escucharlo, una ira irracional me
cubrió y volví a tomar el teléfono.
—Llamaré a la policía —fui presionando uno a uno los números, pero
cuando llegué al último, mis dedos se negaron a seguir—. No... No puedo.
Ya no me sentía dueña de mis acciones.
—Lo quiero tanto que la mera idea de verlo esposado, me hace daño. No
voy a denunciarlo, pero no quiero verlo más.
Tomé la cobija que Christopher me había dado, y me cubrí abrazándome a
mí misma.

Nicolas
—Tienes que manejar el negocio —dijo Patrick—. Peter Berman puede
aprovechar esta situación para…
No le hice caso, siendo honestos solo ingiero alimentos para que ni él, ni el
señor Abey me molesten continuamente. Era difícil para mí siquiera ver la
comida, a sabiendas que mi esposa podría estar pasándola mal por mi temor de
confesarle la verdad.
—Hacemos todo lo posible por encontrarla —aseguró.
—Paso las noches en vela mirando el lado de su cama, esperando que
aparezca por arte de magia. Me siento como un idiota por retrasar esta charla, él
me advirtió que lo hiciera, pero me gano el miedo —dejé de comer y me serví
más vodka—. Si Abel estuviese aquí…
—No sigas —me quitó la botella—. Debes estar lúcido para cuando ella
regrese y puedas decirle todo.
—Si es que ella vuelve algún día —dije resignado de que quizás Mina me
eche de su vida—. Desde que apareció la zorra de Alicia, mis planes de una vida
tranquila se vinieron abajo.
Guarde silencio, intentando mantenerme tranquilo, pero me provocaba
agarrar la moto y salir de nuevo a buscarla, hasta agotar lo último que me queda
de energía.
—Actuaste de acuerdo a lo que sentiste era justo, además esa mujer solo
está recluida en un lugar del que nunca podrá salir.
—Lo que suceda con ella no me importa.
—Ten fe.
Quería animarme, pero su discurso me parecía como el de un predicador
televisivo, vacio y barato.
—Tú puedes... —dejo la frase en el aire cuando su móvil vibró. Se excusó
dejando la mesa.
A veces siento que Patrick me oculta información acerca de Mina, y de solo
pensar que sea algo malo, me corroe por dentro.
Capitulo 61

—Es de Liszt —dijo Christopher a Mina, que escuchaba atenta su fluida


interpretación en el piano.
La pieza clásica se mezclaba con el rumor de los árboles agitados por el
viento otoñal, mientras gotas de lluvia bañaban el bien cuidado césped.
—Siete semanas de embarazo, y en unas cuantas mas será visible —rodó
los dedos por su vientre—. Bebé, estoy segura que te gusta esta música.
Christopher volvió la mirada, con sospecha de ese gesto y más con el mareo
que ella tuvo en la cocina cuando rebanaba la fruta para el cereal.
Terminó la melodía, y Mina le aplaudió entusiasta.
—¡Bravo! Eres todo un virtuoso de la música clásica.
—Los cuatro años en Julliard rindieron sus frutos.
—Increíble a mí y a... —calló previniendo cometer un descuido, que
pondría en evidencia su estado.
—A ti y a tu bebé les agrado —dijo Christopher, sin una pizca de duda—.
Ya no tienes porque ocultarlo, Caterina. Tus mareos matutinos, acaricias tu
vientre con frecuencia.
—Lo siento por no decirte, pero es que todo esto me está causando mucha
pena.
—Imagino que es por tu esposo.
—No quiero hablar de él —curvó los labios, tratando de mantenerse serena
—. Por favor toca otra pieza para nosotros, a mi bebé le encantara.
—Con todo gusto, para complacer a la futura madre.
Desarrollaron un vínculo especial en apenas una semana desde que
Christopher la llevó a su casa, afiebrada y con una herida en la palma izquierda
que no requirió sutura.
Lo que más le preocupaba a él, era su estado anímico; a veces la veía
restregar sus ojos como si estuviera llorando, en otras apenas comía un par de
bocados. Dormía la mayor parte del tiempo, como si tratara de aislarse del
mundo.
—¿No tienes familia? —Preguntó ella, cuando Christopher se acerco al
terminar de tocar.
—Mis padres murieron hace tiempo.
—Como el verdadero Nicolas —pensó con pesar—. Lo siento.
—Sucedió cuando yo era muy pequeño, casi no los recuerdo. Fueron mis
tíos quienes se hicieron cargo de mí y son quienes he visto como mis padres,
tengo algunas fotografías de los verdaderos en mi habitación.
—¡Oh! —Vio su mano vacía de anillos—. ¿Tienes… novia?
—Eres directa.
Se encogió de hombros por indagar de más.
—No era mi intención incomodarte con tantas preguntas.
—Descuida —tomó su mano—. Tu esposo es muy afortunado de tenerte,
tus mejillas sonrosadas y hermosos ojos verdes.
Hizo presión de su boca en el dorso.
—Sus labios tibios tocando mi piel —susurró Mina, cerrando los ojos
cuando Christopher rozó su mentón con los dedos—. ¿Que estoy haciendo?
¿Realmente quiero que él me bese o es mi decepción por el falso Nicolas?
—Caterina tu amor por ese hombre es innegable —dijo soltando su mano,
pero ella le agarró el brazo.
—Seria agradable sentirse amada por un hombre como tú. Has cuidado de
mi todo este tiempo, sin conocerme y saber de dónde vengo.
—Lo dices por despecho, no porque sientas algo por mí, solo
agradecimiento.
—Me siento segura contigo así que no me rechaces —impulsivamente le
rodeó el cuello y presionó sus labios con los suyos, ávida de su afecto.
Los movía torpemente, tratando de que sus deseos dormidos despertaran,
pero era inútil. Christopher olía a loción para después de afeitar de menta, sus
labios firmes tenían un gusto dulce, pero ella no podía dejar de pensar en
Nicolas, y en su boca persistente trazando líneas invisibles por su cuerpo.
—¡Caterina! —Christopher la alejó, agarrándola de los brazos firmemente.
—Lo siento —dijo bajando la mirada—. Soy una estúpida.
—No lo sientas, no todos los días una mujer hermosa me besa asi. Sé que
estás sufriendo por el problema con tu esposo, pero esta no es la solución y…
—¿Y?
—Estoy enamorado de otra mujer.
—Ahora me siento peor —dijo con deseos de cubrirse con la frazada, y
ocultarse debajo de ella como un topo—. Por favor no menciones nada de esto.
—Tenemos confianza el uno en el otro, por el gran amor que nos tenemos.
Sueño de amor de Liszt, la pieza que toque, es su favorita.
— ¿Por qué no están juntos?
—Tuvo que regresar a su país, es consultora financiera.
—Ahora entiendo por qué estás aquí, es porque no sabes qué hacer,
¿Seguirla o quedarte?
—Sí —paso los dedos por su cabello cobrizo, revolviéndolo un poco.
—¿Por qué no vas con ella?
—Es hindú, proviene de una familia de fuertes tradiciones y no sé si ellos
puedan aceptarme.
—Arriésgate, se ve que la amas mucho, pero tienes miedo de dar un paso en
falso.
—Tal vez tú debas tomar en cuenta tu propio consejo.
—No es lo mismo.
Se sintió mal por no ser honesta cuando él lo estaba siendo, abriéndole su
corazón al hablar de su novia.
—Ahora que eres sincero conmigo, tengo que serlo yo también.
—¿Acerca de?
—Mi nombre real es Mina, no Caterina, si lo oculté fue para protegernos a
mí y a mi bebé.
Christopher le sonrió.
—Lo sabía, ayer no respondiste cuando te llame por el nombre que me
diste.
—No me di cuenta.
—Ya ves, te he llamado tres veces y no me hiciste caso. Entonces
presentemos de manera formal —le ofreció su mano—. Mina encantado de
conocerte
—Lo mismo digo —la estrecho.
—¿Cuántos meses tienes?
—Hoy son siete semanas. Este bebé es una bendición para mí, pero al
mismo tiempo me produce tristeza pensar en nuestro futuro.
—¿Y tu familia?
—No puedo hablar con ellos por ahora —reconoció triste—. Solo quiero
protegerá mi bebé.
—¿De su padre?
No respondió.
—Está bien Mina, puedes permanecer aquí el tiempo que quieras.
—Pero, ¿qué hay de ti? ¿Irás con tu novia?
—Tal vez.
—Es afortunada, como quisiera tener su suerte.
—Si nos hubiéramos conocido en otras circunstancias, quizás te hubiera
llevado conmigo a Aurora.
Se ausento para contestar el teléfono. Mina comenzó a tararear una canción
de cuna, pasando los dedos por la blusa holgada.
—¿Por qué tengo esta sensación de que tenía que investigar más? —Pensó
considerando que debió hacerlo antes de huir—. Bebé quisiera creer en tu padre,
pero todo lo que escuche me hace pensar lo contrario.

***

Christopher salió corriendo de la cocina cuando escuchó el timbre; al abrir se


encontró con un hombre que llevaba gafas oscuras. Era alto, con el cabello
rapado hasta el cuero cabelludo, y de complexión ancha como un muro.
—Disculpe, señor —sacó una foto del bolsillo de su chaqueta—. Busco a
esta mujer, ¿la ha visto?
Intentó ocultar su sorpresa, limpiando sus manos con el delantal, al ver que
la mujer de la fotografía era Mina. Recordó su petición de no decir a nadie que
se encontraba allí.
—No.
—¿Está seguro? —Insistió el hombre—. Su familia está muy preocupada, y
sería útil tener alguna pista suya.
—Sí —respondió—. Créame que si la hubiese visto, se lo diría.
—Gracias —bajo los escalones del pórtico, y Christopher cerró la puerta.
El hombre subió a un auto de vidrios tintados, aparcado del otro lado de la
calle.
—Me dijo que no la ha visto, Patrick.
—¿Es asi? —preguntó éste guardando la foto.
—Desde donde yo estaba parado, pude ver dos tazas en una mesa, también
una frazada color crema. Hay otra persona en esa casa, aparte de él. Además lo
note nervioso cuando le mostré la fotografía.
—Alguna otra observación —sacó de su cazadora, un pañuelo con una M
bordada, cubierto de pequeñas manchas de suciedad, y otra más grande marrón.
—Verificamos el área alrededor de donde el chico encontró ese pañuelo;
cuando el caudal del río bajó no había rastro de ningún cuerpo, ni río abajo o
arriba, así que descartamos la idea de que ella haya caído. La niñera que trabaja
en la casa contigua, me dijo que hace dos días vio a una mujer de unos 25 años,
con la misma descripción de la esposa de tu protegido, caminando por el jardín,
pero hace unas semanas la casa sólo estaba habitada por el inquilino, un tal
Christopher Maxwell. Quizás este hombre la encontró y ella le pidió ayuda.
—No quiere que Nicolas la encuentre.
—¿Qué haremos?
—Esperar hasta ver una oportunidad de entrar —dijo tamborileando los
dedos en el timón—. Si esta allí, no pienso irme sin ella.
Capitulo 62

—Eres tan bonita —sostenía el biberón mientras el bebé succionaba la


leche, moviendo las manitas por las puntas de su cabello—. Sabes que es mamá
quién te alimenta.
Sus ojos eran tan azules como el cielo, sintió deseos de llorar al recordar
unos igual, mirándola en un tiempo en que todo era amor y besos.
Acariciaba la cabeza del bebé, que bebía el último residuo de leche cuando
escuchó voces.
—¡No puede!
—¿Ella está allí!
—No.
Asustada por los fuertes gritos, dejo la mecedora en busca de un sitio para
esconderse, pero un hombre de rostro desfigurado por la rabia, irrumpió en la
sala de neonatología y se precipito, arrebatándole al bebé de los brazos.
—¿Cómo te atreves?
—Me pertenece —espetó furioso—. Perdiste todos tus derechos cuando me
abandonaste.
—No uses a mi hija para adueñarte de algo que no es tuyo —hundió las
uñas en su brazo.
—¡Aléjate!
Un rugido como de animal salvaje, reverbero de su pecho cuando le
descubrió los colmillos puntiagudos.
—¡Niña tonta!
—Eres el monstruo que me perseguía en mis pesadillas —dijo con terror.
—Ya hice contigo lo que quería —se desvaneció en la espesa bruma roja
que surgió del suelo.
—¡Mi bebé!
Mina despertó gritando, de inmediato palpó su vientre.
—Gracias a Dios que estás conmigo —dijo aliviada—. No debí comer la
tarta de chocolate y nueces anoche, pero tenía hambre, bebé.
Intentó incorporarse, pero un dolor agudo en la zona lumbar le impidió
hacerlo.
—¡Ay!
—¿Qué pasa? —Preguntó Christopher entrando a la habitación—. Doblaba
la ropa cuando te escuche gritar.
—Tengo un ligero dolor en la espalda.
Fue con ella y la ayudó a sentarse.
—Recuerda que debes estar tranquila —acomodó la almohada, colocando
otra más para que estuviera cómoda.
—Lo intento, pero es difícil.
—Estás en tu primer trimestre y es cuando más cuidados debes tener.
—Parece que supieras mucho de embarazos.
—Soy médico residente.
—Entonces no debo preocuparme —sonrió, componiendo sus cabellos
desarreglados.
—Creo que es mejor que tomes algo para que te relajes. Sé que será de gran
utilidad, así que quédate aquí, y por favor si alguien llama a la puerta no abras.
—¿Por qué?
—A veces vienen vendiendo chucherías, así que descansa. Necesito un
poco de queso y fruta, también iré a la farmacia para comprar algo para tus
nervios.
—Entonces señor doctor, le haré caso como su paciente.

***

—¿Entraremos por la fuerza o llamarás a la puerta?


—No es mala idea que usemos nuestros viejos métodos para entrar a donde
no somos invitados —dijo Patrick, viendo a Christopher salir de la cochera en un
jeep rojo.
Bajaron del auto cuando este dobló la esquina de la calle, cruzaron con
precaución de no crear sospechas en los habitantes de las casas contiguas.
Paul deslizó de su navaja suiza, el de hoja más pequeña que utilizo como
ganzúa. Trabajó en la cerradura de la puerta, mientras Patrick vigilaba.
—El tiempo corre —musitó éste.
—Falta poco.
La movió un poco más en el sentido del reloj hasta que hizo clic y empujo
la puerta. Patrick entró primero, vio que todo estaba limpio y en orden. Dirigió la
mirada hacia la sala de estar; en la mesa del café había un libro abierto en el
dibujo de un bebé.
—Tal vez este arriba —dijo Paul por detrás—. Conozco este tipo de casas,
tienen tres habitaciones en la planta alta.
Fue a la escalera, Patrick tocó su espalda.
—Seguro que cuando me vea tratará de huir, es mejor que permanezcas
aquí para que evites que ella lo haga.
Subió los escalones de madera con cautela, llegando al piso superior.
Avanzó por el pasillo de paredes malva hasta la primera puerta que abrió. Había
una cama sin hacer y el resto del mobiliario estaba cubierto por telas blancas.
Fue a la segunda puerta, del otro lado, al ingresar respiró aliviado de ver a
Mina que dormida.
—Gracias a Dios que está viva.
Ella parpadeó moviéndose.
—Christopher.
—Mina.
—¿Qué haces aquí? —Gritó arrinconándose en la esquina de la cama al ver
a Patrick—. ¡Vete!
—Vine por ti.
—¡NO! —Sacudió la cabeza ofuscada—. No volveré con ese hombre que
no sé quién es.
—Hay una explicación para todo eso —Patrick mantuvo los brazos en alto,
con las palmas hacia adelante—. Solo escucha, te prometo que no haré nada.
Pero ella estaba demasiado alterada para oír sus explicaciones.
—No me importa.
Dejo la cama y corrió para salir al pasillo. Llegó hasta la escalera, y se
agarró de la barandilla para no caer al bajarla, pero se encontró con Paul que
estaba al final, bloqueando su camino.
—Mantenga la calma, señora.
—¡Los envió! —exclamó, con los nervios de punta.
—No —dijo Patrick—. Nicolas no sabe que estoy aquí.
Mina respiraba nerviosa.
—Eres su cómplice, esto lo haces para congraciarte con él. El verdadero
Nicolas está muerto…
—¡El anterior Nicolas está vivo!
Christopher llegó en ese momento y de inmediato trató de auxiliarla, pero
Paul se adelanto y extendió el brazo empujándolo contra la pared.
—¡Todos mienten! —Mina inclinó el cuerpo hacia adelante, respirando
agitada—. No le hagan daño.
—¡Déjenla, ella está embarazada! —gritó Christopher.
Patrick se volvió hacia ella.
—Un hijo de Nicolas.
—Este bebé es sólo mío —dijo rodeando su vientre en actitud protectora—.
No voy a dejar que Nicolas o Caleb, se le acerque.
—Si vas a tener un hijo es preciso que me escuches, y vengas conmigo —
dijo Patrick, sabiendo lo que este hecho significaba para sus planes.
—Creo que es mejor que Mina este en calma —Christopher apenas pudo
decir, acorralado por Paul—, antes de que usted hable con ella, señor…
—Patrick Martin.
—Señor Martin, soy Christopher Maxwell. Mina ha estado bajo una gran
presión y no es bueno para su bebé recibir emociones fuertes, permita que le dé
una medicina para los nervios.
Patrick intercambio miradas con Paul, y asintió.
—Déjalo.
Liberado por fin, Christopher fue con Mina y la ayudo a llegar al sofá.
Tomó una botella de agua de la bolsa de papel que traía, y le dio una píldora.
—No le hará daño a mi bebé —protestó.
—No te preocupes, recuerda que soy médico residente, este es un remedio
natural —vio a Patrick de reojo—. Necesitas escuchar a ese hombre, no lo sé,
pero creo que aclarará todas tus dudas.
Le obedeció sin rechistar, descansando el cuerpo sobre el cojín que él puso
para que ella tuviera algo en que apoyarse.
—¿Puedo acercarme? —preguntó Patrick.
Mina aferró los dedos al brazo de Christopher, desconfiado de sus
intenciones.
—Por favor no me dejes sola.
—Me quedaré aquí —dijo él—. Solo si estoy con ella lo escuchara, señor
Martin.
Patrick accedió al no tener otra opción.
—Huiste de la casa porque de seguro escuchaste lo que hablamos en esa
habitación hace una semana Mina, pero tienes que saber que solo has oído una
mínima parte de la verdad. El único delito que Nicolas cometió, fue tomar
venganza por todo el daño que sufrió su novia.
—Caterina —supuso—. Los escuché decir su nombre.
—Nicolas es quien debe decirte.
—¿Caleb y Nicolas son la misma persona? —cuestionó Christopher.
—Señor Maxwell es mejor que no pregunte, el que usted sepa ciertas cosas
lo pone en situación de riesgo.
—Pero el hombre que yo conozco como Nicolas, asesinó al verdadero —
señaló Mina.
—Su hermano está vivo.
—¿Cómo? —dijo todavía más perpleja—. ¿Su hermano?
—Gemelos —activó la pantalla del móvil—. Por eso no fue complicado
que uno le cediera su lugar al otro.
—Hola Patrick, si te has comunicado conmigo es que por fin la encontraste.
Mina sintió un estremecimiento interior, al oír la voz muy similar a la de su
esposo, pero menos profunda y más débil.
—Sí —Patrick levantó el móvil—. Debe verificar con sus propios ojos que
le he dicho la verdad.
—Ese tonto de mi hermano, casi arruina todo por no hablarle de nuestro
pacto.
—¿Pacto? —musitó Mina viendo piezas invisibles de un rompecabezas que
no comprendía—. ¿Hermanos… gemelos?
—Dale el teléfono —pidió éste.
Patrick se lo extendió, y ella lo cogió con recelo.
—Hola Mina.
—Es… idéntico —dijo temblorosa, levantando la mirada—. No estarás
mintiendo y es él pretendiendo tener un supuesto gemelo.
—¡No! —Afirmó éste en el teléfono—. Mírame Mina, acaso ves al mismo
hombre con quien has convivido en los últimos meses.
Ella hizo un recorrido por sus facciones, analizándolas.
—Sus ojos son igual de azules, pero el rostro es más anguloso y su pelo es
rubio.
—Por mi mala salud hicimos este pacto que Patrick te explicará. Como la
esposa de mi hermano es tiempo de que conozcas la verdad y no juzgues sus
acciones tan severamente.
—Todo esto es tan confuso —exhaló viendo la pantalla—. Está bien
escucharé, pero no puedo prometer que volveré con él.
—Es tu derecho, pero mi hermano te ama así que espero que entiendas.
Mina, nos vemos pronto.
Devolvió el móvil a Patrick.
—Di lo que tengas que decir.
—Tenemos que hacerlo a solas —se dirigió a Christopher con reserva—. Es
por la seguridad del señor Maxwell.
—¿Podrías? —pidió Mina.
—Llámame si me necesitas.
Le dio un beso en la mejilla, y dejo la sala seguido de cerca por Paul.
—Todo esto sucedió hace tres años, el día antes del cumpleaños del primer
Nicolas —explico Patrick, inclinándose hacia adelante—. Recibí información de
que alguien contrató a un asesino para matarlo. Investigué y descubrí que ese
hombre se hacía llamar Vampiro.
—¿Ese era su nombre?
—Sí. La persona detrás de esto quería eliminarlo para tomar el control de la
empresa junto con el patrimonio de los Crowe. Ya has oído de él, por lo que te
debe haber dicho el hombre que conoces como Nicolas.
Los labios le temblaban al abrirlos, para decir su nombre.
—Peter… Berman.
—Lamentablemente, asi es.
—Entonces, Caleb intentó matarlo.
—No, lo atrapamos antes de que pudiera hacerlo, pero me lleve una
sorpresa cuando vi que era una copia al calco del hombre que acabas en ver en el
teléfono. Descubrí que son hermanos gemelos, separados cuando tenían dos años
de edad en circunstancias que el propio Nicolas te explicará.
Ella apenas podía asimilar todo lo que Patrick le estaba revelando.
—Caleb pensó que Nicolas era un bastardo, que abusaba de su poder para
someter a su familia, eso le hicieron creer.
—¿Pero cómo Nicolas y él se conocieron?
—Gracias a una mujer que contratamos para este trabajo, ella lo dopó y
cuando estaba inconsciente lo llevamos con su hermano. El anterior Nicolas
tenía leucemia, estaba muy débil por el inicio de su tratamiento, decidió dejarle
su lugar a su hermano que físicamente era más fuerte.
—Si Caleb tomó su nombre —dijo con preocupación, ante esta información
que no había considerado—. Nuestro matrimonio no es legal.
—Yo jamás habría permitido que él lo hiciera. Su hermano le cedió su
nombre y todas las propiedades; legalmente eres la señora Crowe y ahora la
madre de su hijo. Recuerda que antes de su llegada a Chicago, hace casi un año,
nadie sabía cómo se veía.
—Si. Yo sé de Nicolas desde la universidad, del famoso chico sin rostro que
con 17 años se hizo cargo de la corporación. Eso me confunde, el que vi en el
teléfono era quien manejaba Crowe hace más de tres años, entonces mi
esposo…
—Su hermano lo hizo, pero en los últimos años era yo quien prácticamente
debía gestionar todo. Cuando encontramos a Caleb fue un alivio, al comienzo
estuvo reacio a colaborar, sabes el mal carácter que tiene, pero después se dedico
en cuerpo y alma a aprender. Estudió mucho cuando vivió en Londres, demostró
tener el instinto y conocimiento que se requería para el manejo de Crowe, y
también para mantener controlado a Peter Berman.
—¿Qué es esto del pacto?
—Debe recopilar todas las pruebas necesarias para llevarlo a la justicia,
pero este hombre es muy astuto. Para nosotros ha sido difícil ponerle punto final
a ese asunto.
Mina respiro aliviada, pero había una porción del relato que la mantenía
intranquila.
—¿Por qué se convirtió en un asesino?
—Esta parte de la historia le pertenece a Nicolas, es él quien debe decirte.
—¿La cicatriz en el pecho, tiene que ver con eso?
Patrick evito mirarla, con pleno conocimiento de la verdad detrás de esa
herida.
—Es mejor que lo escuches de él mismo.
Aferro los dedos al cojín, sintiendo dudas de enfrentarse a él, pero quería
conocer la verdad de su pasado.
—¿Enfrentarlo o no verlo más? ¿Qué haré?
Capitulo 63

—Donde se habrá metido el imbécil de Patrick, lo he llamado todo la


mañana y no responde —Nicolas fue a la ventana pensativo, con Patch en las
manos—. Una vez me dijo que lo abrazaba pensando en mí, ¿sabes dónde está?
—Nunca va a responderte, lo sé por experiencia propia.
La suave voz lo hizo volverse hacia la puerta abierta.
—¡Mina! —exclamó dejando caer al oso.
—La que necesita saber la verdad que le has negado todo este tiempo —
dijo con determinación.
Antes de dejar la casa de Christopher, para irse con Patrick, le explicó a éste
su decisión.
—Lo siento por causarte tantos inconvenientes —tomó la ropa que uso el
día que huyo de la mansión, y la metió en una bolsa—. He sido una carga todo
este tiempo, compraste ropa para mí y me alimentaste.
—No te preocupes, tu compañía me ayudó a tomar una decisión —le paso
el libro sobre embarazos que compró para ella, y las pastillas para los nervios—.
Los necesitarás.
—Irás con tu novia.
—La echo mucho de menos, escuchar la historia de tu esposo me hizo
querer luchar por estar con ella. Mina, no sé la historia completa, pero estoy
seguro de que es la clase de hombre que daría su vida por ti, sin considerarlo
siquiera.
—De verdad lo piensas
—Un hombre que se pone en riesgo tomando el lugar de su hermano, a
sabiendas que podrían matarlo, es uno que piensa en los demás antes que en si
mismo. Ahora debo ir a empacar, tomaré un avión mañana.
Mina reparó en la barba de dos dias que le oscurecía el mentón, y los ojos
azules que parecían haber perdido su especial brillo. Sintió pesar porque sabía
que ese semblante desencajado, era consecuencia de su huida, pero permaneció
donde estaba. No quería ponerlo sobre aviso de su embarazo, no hasta saber que
hacer.
—Mina —Nicolas pronunció su nombre con expresión torturada. Dio dos
pasos, pero ella levantó la mano para evitar que avanzara.
—Por favor mantén tu distancia, Nicolas Crowe o Caleb Long.
—Ya lo sabes —dijo en tono abatido.
—Escuché lo que Patrick y tú dijeron del verdadero, y la mención de tu
viejo nombre. Estaba asustada, no quería verte, incluso pensé en llamar a la
policía, pero algo más fuerte que yo me lo impidió.
Resignado por su renuencia, Nicolas se sentó en la esquina de la cama
dándole la espalda.
—¿Dónde estuviste todo este tiempo? —preguntó.
—En la casa de un hombre que me ayudó.
Ella vio como los músculos de su cuello se tensaron al enderezar la espalda,
cuando mencionó a Christopher.
—Siete días con un desconocido —masculló él.
—No sabes todo lo que sufrí, hasta le di el beneficio de la duda al padre de
Ben, pero después que Patrick y tu hermano me explicaron la situación veo todo
de forma diferente.
Volvió la cara hacia ella.
—¿Sabes acerca de mi hermano?
—Y del pacto que hicieron y por qué estás aquí en su lugar. Pensé que no
estábamos casados legalmente, pero Patrick me explicó que tú eres Nicolas
Crowe, pero…
—¿Pero?
—Necesito saber, ¿por qué te convertiste en un asesino? ¿Por qué tuviste
esa vida antes de reunirte con tu hermano y quién es Caterina?
Nicolas respiró profundo, luego abrió los ojos levantando la cabeza hacia la
ventana que mostraba tintes rosas pintando el cielo otoñal.
—Siéntate por favor, será una larga historia, tendré que abrir una puerta que
me juré a mi mismo no abrir jamás. No será fácil para mí, pero lo haré porque te
amo.
»Mi historia comenzó hace 29 años en un intenso día de lluvia; mi madre
hizo el mayor de los esfuerzos para llegar al hospital, a pesar de las
contracciones que eran insoportables. De acuerdo con la hermana Anne, que fue
quien me lo contó, ella y otra hermana la hallaron a las puertas del orfanato. Para
mi hermano y para mi, venir a este mundo fue igual de difícil como ha sido
nuestra vida hasta ahora.
Mina se sentó, pero del lado opuesto de donde él estaba.
—El parto duró dos horas; luchó con todas sus fuerzas por traernos a este
mundo, a pesar de sufrir la pérdida de mi padre.
»Pasó tres dias con nosotros, pero por su escaza salud y como no tenia con
que alimentarnos, decidió dejarnos. Lo hizo por nuestro bienestar esperando que
una pareja nos adoptara y diera su amor a sus bebés. Antes de marcharse dejo
unas cosas para nosotros; dos medallas del Arcángel Miguel, que mi hermano y
yo usamos.
Se abrió el cuello de la camisa y saco una cadena de plata; el corazón se le
acelero a Mina con el recuerdo de Jessie jugando con la medalla que colgaba de
ésta, la tarde que lo cuidaron.
—También el anillo que tienes en tu dedo. Pensó en venderlo y usar el
dinero para nosotros, pero no pudo deshacerse del último regalo que con tanto
amor mi padre le dio.
Mina tragó, conteniendo las lágrimas que se asomaban por sus ojos.
—Toma —dijo él, extendiéndole un papel amarillento doblado en cuatro,
que había sacado de una caja de madera—. Es la carta que nos dejo.

Mis queridos hijos,

Los dejo en buenas manos, lo siento por no poder cuidar de ustedes, pero el
dolor de perder a tu padre ha minado mi salud. Deben saber que yo los he
amado desde que supe que los llevaba en mi vientre, mis niños, sé que serán
hombres de bien en el futuro. Pedí a la hermana Anne que les pusiera Nicolas y
Caleb, pero tal vez sus nuevos padres querrán otros para ustedes.
Estoy escribiendo esta carta llorando, pero con la certeza que su futuro será
brillante. Las dos medallas son para ambos, un regalo de su padre, el anillo es
para el primero de ustedes que encuentre a la mujer de su vida.

Adiós mis niños, sean felices,

Laura

—¿Dónde está ella? —Preguntó Mina, doblando el papel.


—Murió de leucemia, dos años después de nuestro nacimiento —dijo con
voz quebrada, pero aun asi prosiguió—. Ese mismo año, los Crowe llegaron al
orfanato en busca de un niño para adoptar; nosotros éramos los más pequeños,
pero el director del orfanato habló con la hermana Anne para ofrecer solo a uno,
temiendo que desistieran de adoptar al ser dos. Mi hermano fue el afortunado y a
mi dejaron atrás, sin saber a mi corta edad que tenía un hermano, y menos que
era mi gemelo.
Mina fue incapaz de hablar, enjugándose las lágrimas.
—Yo era rebelde por naturaleza, aprendí a defenderme de los que eran más
altos que yo, y que aprovechaban para pegarme —suspiró recordando—. Había
alguien que siempre estaba a mi lado, limpiando mis heridas y dándome fuerzas
para seguir. Mi dulce y encantadora Caterina —expreso con amor.
A la mención de ese nombre, Mina sintió como si le hubieran traspasado la
confianza, con la punta filosa de una lanza.
—Caterina —susurró.
—Viví doce años en el orfanato, no puedo quejarme del amor que recibí
cuando estuve allí. La hermana Anne, las otras monjas y mis amigos; Abel y
Caterina, mi familia como yo los llamaba, pero no estaba satisfecho. Mi espíritu
rebelde era demasiado intrépido, así que un día me escapé sin saber a dónde ir.
Me di de narices con la realidad, tuve robar para sobrevivir, comía cuando podía
hacerlo, a veces dormía en la calle, incluso cuando llovía. Vi cosas horribles,
fueron dos largos años errando por la vida hasta que una familia de coreanos me
ayudó. Dejaron que durmiera y trabajara en su lavandería, desde ese momento
viví una vida digna sin temor de mi futuro. Estudie en la preparatoria y me
gradué.
»Pasó el tiempo y el mismo día que cumplí 17 años, mi vida se cruzó con la
de Caterina. Seguía amándola, traté de estar con ella todo el tiempo para
conquistar su corazón como un hombre. De ser amigos nos convertimos en
amantes, con ella por fin hice el amor con amor, en lugar de hacerlo solo por
deseo. Nos mudamos juntos después de encontrar trabajo en el mismo
restaurante y vivimos felices por un tiempo.
Se detuvo, tratando de conservar las fuerzas para continuar.
—Mina si quieres que siga dime, si no hasta aquí llego —dijo con voz más
rota, mostrando lo agónico que era para él hablarle de ella.
—Sigue por favor —respondió temblorosa.
—No quiero mentirte, por eso quiero que sepas lo grande que fue mi amor
por ella. Caterina era la luz de mi vida desde que éramos niños, yo le pertenecía
y ella a mí. Pero nuestra historia de amor terminó de forma dolorosa en solo tres
meses.
»Una de nuestros ex compañeros de orfanato regresó a la ciudad, pero no
para algo bueno. Esta mujer envidiaba nuestra felicidad porque siempre me
quiso para ella, asi que convenció al jefe de la mafia que controlaba el casino
donde trabajaba, de seducir a Caterina después de descubrir el creciente interés
de éste por mi novia. Le enviaba regalos tratando de ganarse su afecto, pero ella
lo rechazaba. Encolerizado, el mafioso ordenó darme una lección con ayuda de
esa mujer que me hizo caer en una trampa. Pasé dos semanas en el hospital,
producto de la golpiza que me dieron sus hombres. Cuando salí, descubrí que mi
novia se sacrificó por mi seguridad; enojado y lleno de ira, tomé venganza y
golpee al hijo del criminal dejándolo casi muerto.
—¡Oh!... —Mina jadeó con estupor, agarrando su vientre—. Respira —se
dijo por lo bajo.
—Aun cuando supe lo que Caterina hizo, quería darle mi amor por
completo. Saque todo el dinero que tenia de mi cuenta bancaria y compré un
anillo, decidí pedirle matrimonio. Fuimos a un lugar cerca de donde ella
estudiaba, dispuesto a pedírselo. Iba a hincarme cuando de repente ella se movió,
escuché un disparo y caímos al suelo. Vi al hombre que nos seguía apuntando
con la pistola, luego desapareció de mi vista. Toqué a Caterina que sangraba,
intenté llamar a la ambulancia, pero no me dejo. Agonizó por casi quince
minutos, hasta que murió en mis brazos. Esa fue la última vez que lloré… el día
que mi Cate murió.
—Muerta —dijo Mina llorosa.
—Esa noche después de volver de la comisaría no vi ningún sentido a
seguir sin ella. Mina muchas veces me preguntaste por esta cicatriz —presionó
los dedos en su pecho—. ¿Quieres saber por qué la tengo?
Su boca se seco con miedo de responder.
—Sí.
—La verdad es que… traté de quitarme la vida.
Capitulo 64

—Entré a ese departamento lleno de sus recuerdos, no concebía seguir sin


ella, asi que decidí dejar este mundo y encontrarme con ella en el cielo, si Dios
me quería allí. Fui por un cuchillo a la cocina, encontré uno pequeño y delgado,
pero filoso para lograr mi cometido. Entre a nuestra habitación, agarre la ropa
que ella llevaba cuando fue asesinada y aspire su perfume. Me quité la camisa
salpicada de su sangre, y sin pensarlo más me apuñale en el pecho. Me deje caer
en la cama, esperando mi muerte.
Sin poder contenerse más ante el triste relato, Mina lo abrazó rodeándolo
con los brazos.
—Lo siento por hacerte esto, te forcé a rememorar ese momento triste.
—Por esto era que temía decirte la verdad —susurró ladeando la cabeza
hacia la de ella, sintiéndose cobijado—. Esta herida que sigue en mi cuerpo, es
un recuerdo de mi sufrimiento.
—Ya no más.
Hizo que volviera el rostro, poniendo la mano abierta en su mejilla. Lo
beso, y fue aumentando el movimiento de sus labios en los de él, con
desesperación, pero Nicolas la detuvo sujetando su cara.
—No lo hagas —suplicó ella—. Amor, yo…
—Quiero terminar —dijo separando las manos de su rostro—. Poco
después de apuñalarme, mi amigo Abel entró echando la puerta abajo.
Desesperado porque yo sangraba mucho, llamó a la ambulancia y me llevaron al
hospital. El cirujano removió el cuchillo de mi pecho, fui tan estúpido en
apuñalarme en un supuesto espacio vacío entre mi corazón y el pulmón. Estuve
allí por un mes en recuperación, cuando me dieron de alta decidí dejar Chicago
para extirpar mi pena. Viaje a Taiwán donde conocí a Masato, fue él quien me
llevo con su tío, el señor Yashima el hombre que se convirtió en mi maestro. Me
enseñó defensa personal, y cómo usar espadas y armas como las que viste en esa
habitación.
» El deseo de vengarme seguía vivo en mí, asi que al regresar, lleve a cabo
mi cometido. Maté a tres de las personas involucradas en la muerte de Caterina,
después de eso un amigo me puso en contacto con un mafioso de poca monta
que deseaba quitarse de encima ciertos estorbos; violadores, narcotraficantes y
asesinos, gente que para mí no merecía vivir y que por regla eran los únicos que
yo mataría.
»Dos años pasaron y recibí un mensaje de alguien cuyo amigo, quería matar
a un hombre que supuestamente estaba deshonrando el apellido de su familia.
Dijo que era un explotador y abusador, que utilizaba su poder para obligar a las
mujeres a dormir con él. Me convenció de matarlo, e iba a hacerlo, pero Patrick
me hizo caer en una trampa y supongo ya debes saber esa parte de la historia.
Exhaló agotado. Mina lo vio indefenso, despojado de su coraza
impenetrable, por fin le había mostrado su alma atormentada por seis años, ya no
habían barreras que le impidieran a ella tocarlo.
—Ahora sé tú secreto —enterró la cara en su espalda, pasando las manos
por su pecho.
—¿No tienes miedo?
—Tenía, pero ya no. Una vez me preguntaste, como me sentiría contigo si
supiera que te viste obligado a cometer delitos.
—Sí, y entiendo que…
—Esa vez te respondí que si las circunstancias de tu vida hubieran sido
difíciles, no me importaría.
—Quizás en ese entonces, pero si quieres irte…
—Calla —levantó un dedo para ponerlo sobre los labios de él—. Los
delitos que cometiste son serios, pero eso quedo atrás. El hombre del que me
enamoré, es el que iba a la pastelería a charlar con mamá, el que cambio el pañal
de Jessie y tarareó Moon River mientras yo lo alimentaba. El que ríe de los
chistes tontos de mi hermano y se lleva genial con mi prima. El que me enseñó
lo que es un buen beso francés, pero no se le daba bien bailar rumba. El que fue
a Italia porque me amaba, y estaba dispuesto a dejarme con Dylan si eso me
hacia feliz.
—Mina...
—Lo hiciste por amor, por el dolor de su muerte injusta, pero ahora ya no
estas solo. Soy tu casa, tu amiga y tu amante, ¿lo recuerdas?
—Sí, lo tengo muy presente.
—Tú eres lo mismo para mí.
—Mina, has venido a mi vida como un ángel de misericordia, dándome
esperanzas de un futuro mejor. Por eso tu ausencia me hizo sentir igual que
cuando Caterina murió, incluso pensé…
Ella frunció el ceño ante la posibilidad que él mismo le exponía de perderlo,
comenzó a golpearlo en la espalda, repetidas veces.
—¡Pendejo estúpido! Cómo te atreves a pensar en ello cuando te necesito
más que nunca —se detuvo apartándose de él—. Tienes que vivir para mí —
sollozó bajando el rostro—, para esta nueva vida que….
—¿Nueva vida? —Se dijo al verla llorar envolviendo su vientre—. Estas
embarazada.
Asintió sin poder decirlo y menos mirarlo. Nicolas jadeo, haciendo una
inspiración brusca y entrecortada.
—Dios… —espesas lágrimas rodaron por su cara.
—Llora todo lo que quieras —se acercó para abrazarlo—. Lo necesitas.
—Siete años, sin poder…
—Amo tu alma melancólica —puso su mano en su pecho—. Este corazón
que es mío y ahora tus lágrimas que me muestran el hombre que de verdad eres.
Caleb eres tú, Nicolas eres tú, y no pienso irme de tu lado.
—Esta aqui —bajo la cabeza.
—Hazlo —dijo ella, viéndolo con dudas de tocarla.
—Mi hijo —beso su vientre.
—O hija —sintió como iba aumentando su necesidad de él, con cada roce
de su boca a través de la blusa—. Nunca en mi vida había experimentado este
tipo de sentimientos tan intensos por un hombre. Admito que tengo miedo, pero
no de ti, sino de lo que nos espera. Nuestro bebé es testigo de que confió en ti.
Entre lágrimas Nicolas le quito el cardigán con la blusa, y la falda; ella hizo
lo mismo con su camisa y todo lo demás. Yacieron en la cama, mirándose el uno
al otro, solo en ropa interior.
—Necesito saber cómo debo llamarte —ella corrió los dedos por su rostro
húmedo, hasta su mandíbula rasposa.
—¿No te importa quién fui en el pasado?
—En cierto modo si, pero no voy a juzgarte, actuaste impulsado por el odio
de perderla —se acurrucó cerca de él—. Mi vampiro.
—Mi viejo apodo.
—Me gusta —apretó su pecho.
—Ugh... Eso duele.
—Tengo que compensarte —lo besó en el cuello—. ¿Esto si te agrada?
—Mucho —respondió fascinado—. ¿Cómo vas a llamarme?
—No importa el nombre —deslizó los dedos por su cabello caramelo—.
Me pregunto, ¿por qué el destino nos puso en el mismo lugar, en aquel baile de
máscaras?
—Un milagro —repuso él.
—¿Todavía amas a Caterina? —preguntó calmada.
—Sí, pero como un hermoso recuerdo. No pensé que sería capaz de amar
de nuevo, y menos de esta manera —le besó la nariz—. Me haces sentir
apasionado por vivir.
—Siento que toco el cielo al oírtelo decir, quiero saber cómo fue con las
demás.
—¿Por qué siempre las mujeres quieren saber de las anteriores amantes de
sus esposos?
—Por nada en particular, y ahora si puedes contarme, ¿dime, con cuántas
mujeres tuviste intimidad antes de mí?
—Alrededor de nueve.
—Tan pocas.
—¿Crees que soy un semental? —cuestionó Nicolas esbozando una sonrisa.
—Oye, yo no tengo experiencia en esto, pero estoy segura de que no
muchos hombres son capaces de hacer sentir a una mujer como tú lo haces.
—Solo voy a responder porque estamos en la hora de las confesiones, y es
un tema pendiente entre nosotros. Cada una me enseñó cosas diferentes; la
primera fue difícil porque fue mi primera vez y también la más horrible, temblé
todo el tiempo. Tenía quince años cuando esto sucedió; yo no soy vanidoso, pero
siempre he sido bien parecido, las mujeres querían estar conmigo.
Mina se acomodó sobre su pecho.
—Sí que eres guapo, con esos ojos azules, y tu boca que quisiera besar todo
el tiempo —paso el dedo por sus labios—, pero eso no es lo único que me gusta
de ti.
—Después de ella estuve con otra que fue quien me instruyo, yo tenía 16 y
ella 22, aprendí a hacer lo que siempre te hago. Me enseñó cómo acariciar los
pechos de una mujer para darle placer, y su parte más intima. Cuando Caterina
murió me olvide de hacer el amor, tenia sexo casual con ciertas mujeres sólo
para satisfacer mi instinto masculino. En Taiwán se me ofrecían fácilmente, pero
sólo una llamó mi atención; con ella pase tres meses entre encuentros fortuitos
sin amarla y ayudarla a mantener a su esposo alejado.
—¿Una mujer casada?
—Sí, pero sabes nunca me acosté con una virgen.
—Sí, después de Caterina...
—No —dijo, su mirada reflejaba honestidad.
—Eh.
—Tú eres la primera en mi vida. Las anteriores me dieron dolor, placer,
amor y experiencia, pero sólo tú me diste inocencia mezclado con pasión. En
Italia te sentí en cada parte de mi cuerpo, desde ese día te necesito como una
droga. Tus gemidos me satisfacen no sabes cuánto. Con solo tenerte cerca y oler
tu perfume me excito al punto de dejar a Caleb tomar el control de Nicolas, y
dejarme llevar por esa ansia que me consume por completo.
—Nicolas.
—Es la verdad —repuso él—. La gente tiende a pensar que el amor y el
placer van en direcciones opuestas, pero la verdad es que los dos se mueven en
un mismo sentido.
—Asi es conmigo.
—Como tocar el cielo solo con mis dedos, eres una mujer hermosa con una
inocencia que me deja cautivado, una muñeca apasionada en la cama capaz de
satisfacerme. Encontré a mi pareja perfecta, tu cuerpo está unido al mío como
con ninguna otra mujer. Cuando me besas, mis defensas se rinden ante ti, eres mi
criatura inquietante porque desde que te vi la primera vez, caí bajo tu hechizo y
ahora… —se coloco sobre ella, resbalando los dedos por su cuerpo en una lenta
caricia—. Soy completamente tuyo.
—Caleb —susurró con su corazón latiendo frenético.
—Tienes que tener cuidado al decir ese nombre, el viejo yo puede hacerte
cosas indebidas.
—Hazlo —arqueó el cuerpo para provocarlo—. Caleb.
—Pues… —sonrió ladino metiendo la mano por debajo de su espalda,
desabrochando su sujetador—. Placer y amor.
Mina asintió separando los labios, para darle completo acceso a su boca.
—Sí, soy tuya Caleb… Nicolas —jadeó trémula en medio del beso—.
Gracias a Dios que sobrevivió para mí... es mío... absolutamente mío.
Capitulo 65

Se retorcía entre las sábanas deseosa de echar algo a su hambriento


estomago, con el olor del tocino paseándose por su nariz. Por todo lo sucedido el
día anterior, olvido que no había comido nada desde el mediodía.
—Mm... Quiero despertar asi todos los dias —abrió los ojos, una amplia
sonrisa se asomó por sus labios al ver el apetitoso desayuno.
Nicolas no pudo resistir la tentación que le provocaba, verla estirar el
cuerpo solo en las bragas de encaje.
—Te veo más hermosa que antes —beso la base de su cuello, mientras ella
extendía la sábana cubriendo a los dos como si estuvieran bajo una tienda de
campaña.
Entusiasmada, introdujo la mano entre su camiseta y la espalda, atrayéndolo
más hacia ella. Lo beso, deslizando su lengua entre sus dientes, jugando con la
de él.
Nicolas sintió su mano adentrarse por su bóxer y apretar posesivamente una
de sus nalgas.
—Mina espera... me gusta esto, pero... —la tomó de los hombros, sus
mejillas estaban calientes y de color rosa—. Tienes mucha energía.
Ella le sonrió triunfante.
—Ahora sientes en carne propia, lo que siento cuando me tomas por
sorpresa. Mi amigo me dijo que estos actos impetuosos son por mis hormonas.
—¿Qué amigo?
—Tonta —masculló, percatándose de su error al citar a Christopher—.
Nadie —se encogió de hombros e intentó dejar la cama, pero Nicolas tomó su
cara entre las manos obligándola a mirarlo.
—¿Quién es este amigo? ¿Acaso es con quien viviste por una semana?
Mina asintió con temor de revelar lo que hizo.
—¿Hablaste con Patrick?
—Hace media hora —respondió él.
—Entonces hay algo que debo decirte, es importante que seamos honestos
el uno con el otro.
—Me estás asustando.
—Este hombre que se encargó de mí y de mi bebé, me encontró casi
inconsciente en un puente.
—¿Qué hacías en un puente?
No quería que él supiera la estúpida idea que se cruzó por su cabeza en un
momento de ofuscación, porque sería admitir que por un breve instante, había
rechazado a su bebé.
—Jamás lo sabrá —se juró a sí misma.
—Mina.
—Estaba confusa, asi que traté de encontrar un lugar para esconderme de ti.
—Entonces dime quién es.
—Un hombre —dijo recogiendo la blusa del piso, para ponérsela y cubrir
su pecho.
—Es obvio que es un hombre, pero quiero saber quién es.
—Sera mejor que no lo sepas, y más por lo que te voy a decir.
—¿Qué?
—Lo besé —respondió, lo vio ir a la ventana y descorrer las cortinas
cubriendo su cuerpo de luz matinal—. Tu reacción habla por ti.
Nicolas meneó la cabeza, con la mandíbula tensa.
—Dime es normal que una mujer que está embarazada de otro, bese a un
hombre que conoció hace pocos dias, yo no lo creo.
—Se te olvido que yo pensaba que estaba enamorada de un monstruo, un
asesino sin compasión que me engañó con palabras dulces; un hombre al que le
di mi cuerpo y alma sin reservas —cerró los ojos con dolor, al evocar lo que
padeció—. Sufrí sintiendo remordimiento por amarte, estaba desesperada, mi
ánimo podría estar afectando a nuestro bebé. El médico me advirtió que los tres
primeros meses del embarazo serian los de más riesgo para él o ella, quería
olvidarte, pero no pude hacerlo, además está enamorado de otra mujer.
—¿Quiere decir que si te hubiera dado una oportunidad?
—¿Has escuchado lo que he dicho? Yo estaba sufriendo, eso junto con mi
estado de ánimo hicieron estragos en mí sentido común. Me sentía sola y
deprimida, él fue tan amable conmigo que al final lo besé, pero me arrepentí de
actuar de manera tan impulsiva.
—No debería preguntar pero, ¿cómo fue para ti besarlo?
—Por un momento me sentí protegida, pero luego te recordé y no pude
soportar el dolor; incluso cuando en ese momento pensaba lo peor de ti —miró
sus manos flácidas en su regazo—. Me sentí mal por besar a otro
—No me importa lo que pasó entre tú y ese hombre —se aparto de la
ventana y volvió con ella.
Al coger sus manos, vio la marca rosácea en la palma izquierda. Inhalo con
pesar, prefirió no preguntar cómo se había hecho la herida.
—Estas aquí conmigo, y el bebé dentro de ti fue concebido con amor.
—Estaba asustada pensando lo peor de ti —se abrazo a él, apoyando la
cabeza en la curva de su hombro—, pero ahora que sé todo me siento mal por
obligarte a rememorar tu pasado.
—Eso ya no importa —dijo con suavidad ladeando la cabeza para besarla
—. Termina tu desayuno, este día será especial.
—¿Qué harás?
—Sabes todo acerca de mí y necesito mostrarte algo importante. Después
iremos con tu familia, tu madre está preocupada por no hablar contigo en todo
este tiempo.
—Debe estar pensando mal de ti.
—Le dije a tu hermano que te fuiste a un spa, enojada conmigo.
—Es una excusa a medias —sonrió.
—Le diremos lo de tu embarazo y a los amigos cercanos como Patrick y
Ángela. Por ahora tenemos que ocultarlo del resto, ya sabes por qué.
—Peter Berman, dime acerca de él.
—¿Patrick no te lo dijo? Seguro no quería angustiarte más de lo que ya
estabas, pero ahora que sabes todo es importante que estés al tanto de la
situación. Estamos seguros que están detrás de la muerte de los padres de mi
hermano, ¿recuerdas a Verónica Wang?
—Si —la alusión de ese nombre, revolvió sus viejos miedos—. Es la mujer
que Ben mencionó, la misma con quién tuviste sexo antes de conocerme.
—La utilizó para seducirme y hacerme caer en su trampa; pero fui yo
quien...
—No me des los detalles. Tenemos que ser cuidadosos por nuestro hijo —
cogió de la bandeja, la mitad de un baguete untado de requesón con trozos de
frutilla—. Estoy… hambrienta.
—¿No sientes miedo de todo esto? —dijo Nicolas, alucinado de su
serenidad masticando con gusto la comida.
—Estoy aterrada —repuso con la boca llena—, pero por nuestro bebé tengo
que ser fuerte. Yo soy la madre aquí, y tengo la responsabilidad de cuidar de
ustedes dos.

***
—Nicolas —susurró, con el rostro reclinado contra su pecho, embelesada
por la suave cadencia de su respiración—. ¿Cómo está tu hermano, me refiero a
su enfermedad?
—Aún recuperándose después de la cirugía que tuvo hace meses.
—¿Así que está bien?
—Algo así —enterró los dedos en su cabello castaño suelto—. Como
extrañaba tocarte.
—¿Y tú?
—¿Yo? —movió los dedos a su mejilla izquierda, levantando su rostro para
mirarla—. ¿Qué quieres saber?
—Dijiste que tu madre murió de leucemia, y tu hermano tuvo la misma
enfermedad, entonces tú…
—Te angustia saber lo que pueda sucederme —le acarició el pómulo.
—Tienes que estar bien.
—Te preocupas más por mí, que por ti.
—Sí.
—Mina —rozó la punta de su nariz con la suya—. He viajado a Alemania
varias veces, una para el trasplante de médula y otras tres por checar mi salud.
Mi madre murió de leucemia y mi hermano la padeció también, con ese registro
soy un candidato perfecto a sufrirla. Por ahora estoy bien, creo que tengo la
genética de mi padre, era un boxeador profesional, un hombre muy fuerte.
—Eso me tranquiliza, estaba preocupada.
—No deberías.
—Tu padre era boxeador, entonces prácticas boxeo; vi unos guantes y un
saco de los que usan en los gimnasios.
—Casi todos los días —respondió.
—¿A qué hora? —preguntó ella.
—Muy temprano en la mañana, mientras tú duermes.
—Pero esa habitación está un poco lejos de la nuestra.
—La escogí por eso, al estar tan retirada gente curiosa como tú no puede
llegar a ella —suspira—, pero me equivoque.
—¿Crees que puedas enseñarme defensa personal?
—Saca esa idea de tu cabeza —empujo la punta de su dedo contra su frente
—. No quiero que vayas a esa habitación más.
—Pero quiero aprender a defenderme —dijo resuelta de convencerlo—.
Quiero ser activa, no la dama en apuros que siempre tienen que resguardar como
si fuese un jarrón de la dinastía Ming.
—Jajaja —rió con ganas—, te comparas con un objeto antiguo.
—Vamos, enséñame —insistió halando el cuello de su cazadora,
parpadeando varias veces.
—¿Qué te hice, Mina? —le sonrió.
—Amarme, solo eso.
Avanzaron un par de kilómetros más por el camino campestre, hasta llegar a
un edificio blanco mate resguardado por un par de arboles altos y de tronco
grueso. La entrada con columnas, evocaba un internado europeo.
—¿Cómo lo supiste? —preguntó ella.
—¿Cómo supe acerca de qué? —dijo Nicolas bajando del auto.
—Ahora se ve diferente, pero conozco bien el camino. Trabajé aquí cuando
tenía 16, lo hice en verano y lo recuerdo aunque ahora luzca distinto.
—Yo nací aquí —le tendió la mano para ayudarla a bajar—. Nací y viví
aquí hasta los doce cuando escapé.
—¿Cómo es que…? —reparó en la mujer de estatura media con habito
blanco de monja, que salió del edificio con andar acompasado.
—Bienvenidos.
—Hermana Anne —dijo Nicolas abriendo los brazos hacia ella,
envolviéndola en ellos suavemente como si sostuviera una flor—. ¿Ya se siente
mejor?
—La cirugía salió bien gracias a Dios, ahora estoy con mis niños de nuevo.
—Me alegra escucharlo, me preocupe mucho.
—El personal médico cuido bien de mí —vio hacia Mina, que los miraba
interesada sin decir nada—. Me acuerdo de ti, Mina Foster cuidaste de los niños
cuando eras una jovencita.
—Si —Inclinó la cabeza.
—¿Qué haces aquí con…?—vio que Nicolas extendió su mano para coger
la de ella—. Mencionaste que traerías a tu esposa, significa que Mina es...
—Estoy igual que usted hermana Anne, no tenía idea que este era el
orfanato en que ella hizo su trabajo social.
—Lo hice por tres meses, lloré mucho cuando mi trabajo terminó.
Extrañaba a los bebés por eso trataba de venir dos veces a la semana, pero
cuando entre a la universidad no pude hacerlo más —vio al edificio detrás—. Se
ve diferente, ahora parece un castillo encantado.
—Gracias a nuestro querido Nicolas y su hermano, como nuestros
benefactores se hicieron cargo de todo.
—Y seguiré ayudando en lo que pueda —aseguró él.
—Todo está arreglado como tú querías, Caterina está a pocos minutos de
aquí.
—Finalmente esta donde siempre perteneció —expresó con evidente
nostalgia.
—Quiero visitar su tumba —dijo Mina sabiendo que se referían a su lugar
de descanso final.
—¿Estás segura? —preguntó Nicolas.
—Sí, deseo presentarle mis respetos.
—Sera mejor que entremos —dijo la hermana Anne, cogiendo a ambos del
brazo —. Ellos están esperándote.
Un grupo de niños de entre tres y diez años, corrieron hacia ellos cuando
ingresaron al edificio cuyo interior de revestimiento de madera, mantenía la
temperatura cálida. El rincón de lectura, justo al lado de una pequeña sala,
parecía salido de una estampa de cuento; almohadones de colores cubrían el
suelo alrededor de un árbol artificial de cuyo tronco salían libros.
Los más pequeños agarraron a Nicolas de ambos manos para que fuera con
ellos.
—Tío Nicolas, ¿vas a jugar con nosotros?
—Solo si me prometen que comerán toda la comida.
—¡Sí! —exclamaron en coro.
—Ves bebé —susurró Mina, pasando la mano por su vientre—, tu padre es
increíble.
—¡Mina!
—¡Hermana Clarice! —sonrió, volviéndose a su derecha.
—Regresaste —dijo la anciana que con la ayuda de un bastón llegó con ella
a paso lento, y la abrazó efusiva—. Estas tan hermosa, pero ¿por qué has venido
con nuestro Caleb?
—Se han casado Clarice, pero recuerda ahora él es nuestro Nicolas —dijo
la hermana Anne.
—Siempre estoy chocheando, Mina ven conmigo tenemos mucho que
platicar.
Se alejaron seguidas de unas niñas, que llevaban delantales de plástico con
manchas de pintura, y que querían mostrarles un gran cartel desplegado en el
piso, con dibujos de flores y animales.
Nicolas aceptó la invitación de la hermana Anne de ir al cuarto donde
estaban los cuneros. Filas de cunas se extendían por toda la habitación, con
personajes de Winnie the Pooh adornando las amplias paredes.
—No me gustaban los monitos de nuestra habitación, pero estos lucen
mejor.
—Tampoco a Abel, ¿Cómo conociste a Mina?
—En un baile de máscaras, es una larga historia. Hermana Anne, vamos a
tener un bebé.
—Enhorabuena, hijo —movió dos dedos por su frente, y luego por su pecho
—. Que Dios te bendiga y a tu familia.
—Gracias. Mina está al tanto de mi pasado.
—Todavía eres nuestro rebelde Caleb.
—Ya no me siento unido a ese nombre, menos ahora que voy a ser papá.
—¿Cómo harán con esta situación?
—Por ahora su embarazo debe permanecer en secreto, asi como mi
conexión con este lugar.
—No te preocupes, estamos aisladas y no hay manera que alguien
involucrado a los Crowe venga aquí. ¿Qué va a suceder cuando todo esto
termine?
—Soy Nicolas Crowe porque asi lo quiso mi hermano, y no creo que quiera
hacerse cargo de la empresa. La última vez que hablamos, me dijo que no
importa el resultado final, mantendrá su decisión.
—¿Cómo tomó Mina la verdad de lo que hiciste?
—Lo supo de forma accidental, por eso huyo de mi, pero cuando le
explicamos todo, lo acepto con asombrosa serenidad.
—En eso es parecida a Caterina.
—Mucho, pero a la vez son muy distintas.
Regresaron con ella que los esperaba en el comedor donde los niños iban a
tomar la merienda. Después vieron una pequeña obra de teatro que los de mayor
edad prepararon con asistencia de los profesores que trabajaban en la escuela
anexa al orfanato.
A la hora de la siesta de los más pequeños, Nicolas y Mina acompañados de
la hermana Anne, dieron un paseo por los alrededores hasta llegar a un claro.
Nicolas lo recordaba con afecto, cuanto tenía 9 años Caterina lo llevó a su sitio
especial de juegos que descubrió jugando a las escondidas.
En aquel tiempo tenía malezas y flores silvestres, pero gracias a las expertas
manos de un paisajista, ahora el lugar era como el que ella tanto soñó, con
árboles de roble y flores de estación.
Mina se alejo para dejarlo a solas, en la tumba de un ángel con las alas
extendidas como si fuese a emprender el vuelo al cielo.
—Su vida sería diferente si ella hubiera sobrevivido —dijo mirando la
fotografía de Caterina, que la hermana Anne le paso cuando iban de camino allí
—. Era muy hermosa.
—Si lo era —repuso guardándola dentro de su habito cuando Mina se la
devolvió—. Caterina era una chica especial, siempre lo regañaba por meterse en
líos, incluso de adultos lo cuidada.
—Caterina fue su primer amor, si no hubiese muerto...
Sin que lo notase, Nicolas se había parado junto a ella y le tomó la mano.
—Quería pasar el resto de mi vida con ella, pero eso nunca sucedió —le
rodeó la cintura. La hermana Anne se alejo para dejarlos a solas.
—Estas llorando —Mina le enjugo las dos líneas que se resbalaron por su
mejilla.
—Como un río que fluye sin control, tal vez sea tu embarazo lo que me está
afectando —pasó la mano por su vientre.
—Tus lágrimas son como diamante líquido para mí, precioso e irreal.
—Le dije a Caterina que vamos a ser padres.
—Yo le doy las gracias a ella por mantenerte a salvo; el mejor día de mi
vida fue el día que nos casamos.
—Estoy agradecido por esto, el hecho de hayas trabajado aqui es una señal
de que estabas destinada para mí.
—Quién sabe tal vez vi una foto tuya o algún recuerdo de tu presencia —
puso su mano sobre la de él—. Pido permiso a Caterina para hacer esto.
Buscó su boca con la suya fundiéndose en un tierno beso. Llego a sentir un
roce cálido en la espalda, que batió su cabello suelto.
—Gracias Caterina, ahora sé que eres feliz por él.
Reflejo
Capitulo 66

Mina
Hace mucho que no salía con Ángela a nuestras clásicas tardes de compras.
Se supone que sería una tarde de chicas explorando tiendas, pero los dos
hombres con aspecto de jugador de futbol americano, que nos seguían a todas
partes, me recordaban que ya no era asi. La situación de mi embarazo me obligo
a acceder a ciertos pedidos de Nicolas, y no podía decirle que no a pesar de que
me resultaba engorroso.
A mi amiga tampoco le agradaba.
—No sé cómo los aguantas.
—Las circunstancias.
—Claro —Ángela devolvió al colgador, la blusa color borgoña que tenia
rato mirando con dudas de probársela o no—. ¿Por qué te fuiste a un spa?
—Para despejarme de la sorpresiva noticia de estar embarazada —mentí,
creo que por enésima vez.
—No te creo, siempre vas conmigo cuando algo te preocupa y no quieres
que tu familia sepa.
—Estabas en Jamaica —dije para salir al paso de su interrogatorio, pero yo
sabía que ella no iba a tragarse el cuento de mi escapada a un spa.
—Patrick llamó para preguntar si había hablado contigo recién. Lo
cuestioné, pero solo me dijo que habías tenido cierta diferencia con Nicolas.
—Es que eso de embarazarme con solo cuatro meses casados, pues…
—Sé que algo serio sucedió entre ustedes, pero no dirás nada, lo mismo que
Patrick.
Se fue al otro colgador, yo la seguí.
—Espero que lo de ustedes no se eche a perder por esto.
—Ni de broma —agarró un sujetador negro con unas bragas de encaje de la
sección de lencería—. Crees que voy a dejar ir al hombre con el que he
reanudado mi vida sexual después de meses de...
—Shhh.
Me encogí de hombros, pensando si las dos señoras estiradas paradas a
poca distancia, y que estrecharon los labios color granate arrugando el entrecejo,
nos escucharon.
—No es necesario que me lo detalles —dije entre dientes.
—¿Qué? —Se volvió, acomodando sus gafas de pasta gruesa—. ¿No me
escucharon? —susurró.
—Espero que no —contesté de igual forma—. Y que tampoco te hayan
reconocido.
—Hablemos allá —apuntó al colgador de los abrigos tweed, y nos movimos
en esa dirección—. Gracias a ti y a tu esposito tengo unas noches bastante
placenteras. Son casi diez años de diferencia entre nosotros, pero Patrick no se
compara con nadie; el viaje de ustedes le dará más tiempo libre.
—Dos semanas desde este viernes, y aún no sé a dónde vamos.
—¿Nicolas no ha querido decirte?
—Dijo que es una sorpresa.
—Disfruta amiga, lo mereces después de tanto estrés.
Mi huida y su confesión nos habían drenado emocionalmente.
Necesitábamos un tiempo para nosotros, como el que tuvimos en Villa La
Terrazze.
Deambulamos un poco mas por la tienda, hasta que Ángela se detuvo de
forma abrupta, detrás de la estantería de los pantalones de mezclilla.
—¿Qué miras?
—No es esa la ex de tu esposo —murmuró.
Sentí un bajón en mi ánimo de comprador con lo de ex y miré en la misma
dirección hacia donde ella espiaba. Vi a Julianne Hawkins con la encargada de la
tienda, la mujer parecía no escatimar en atenciones, poniendo a su disposición a
casi todas las vendedoras.
Vestía muy informal con unos clásicos vaqueros y una blusa de lo más
sencilla, pero siempre manteniendo su aire de chica de alta sociedad de Chicago.
—La mujer ideal para los Crowe —masculló Ángela—. Aunque Nicolas no
se dejo influenciar por las exigencias sociales.
—Si supieras —dije por lo bajo.
Si era la mujer que Evelyn Crowe quería para el Nicolas que ella pensaba
era su sobrino, pero no para quien era mi esposo.
—Mina Crowe.
Di un respingo al escuchar la voz satinada pronunciar mi nombre, como si
me hubiesen pescado haciendo trampa en un examen. Me moví
disimuladamente, para que no pensara que la estaba espiando.
—Hola, Julianne.
—Te ves bien —se acercó. Como era más alta que yo, tuvo que inclinarse
para besarme en la mejilla.
—Gracias —la salude solo por educación, recordaba bien el beso que dio a
Nicolas en la boca, y la molestia de Samantha—. Ya conoces a mi amiga Ángela
Scott.
—Sí, de aquel gracioso incidente en el bar.
No quería ni acordarme de lo ebria que yo estaba ese día, y mi actitud de
mujer celosa al verla pegada a Nicolas como una garrapata.
—Mina —me llamó Ángela—. Voy al probador.
Cogió unos vaqueros sin siquiera ver si eran de su talla, yo sabía que lo
hacía para que hablara a solas con Julianne.
—Se que no soy de tu agrado, pero te aseguro que tu esposo y yo solo
somos amigos.
—Tú lo has dicho Julianne, mi esposo —hice énfasis en estas dos palabras
—. Tienes eso en claro.
—Si —me observó con incomoda minuciosidad, como hizo el día que la
conocí cenando en casa de Ben—. Su tía es una mujer conservadora, la mujer
ideal para su sobrino tenía que ser…
—Como tú.
—Sí, pero lo de Nicolas fue solo un favor mutuo que nos hicimos para que
tanto mi padre y Evelyn nos dejaran en paz.
—Y de Samantha.
—Entre Dani y yo nunca hubo nada, solo un simple coqueteo.
—Pero que descaro —musité.
—Espero que todo quede olvidado —sonrió, desviando la mirada hacia el
hombre de cabello oscuro que entró a la tienda, y que tenía buena pinta—. Ojala
podamos coincidir pronto en algún evento social.
Se alejo para ir con éste que parecía tener dominio de la situación, por
como la tomó de la mano.
Me reuní con Ángela que estaba en la caja pagando con su tarjeta, la
lencería y los vaqueros que asumí le ajustaron perfecto.
—Siempre tengo buen ojo —sonrió entregando el recibo firmado a la
cajera, como si todo el incidente le hubiese parecido divertido—. Es una niña
rica, no le importa que Nicolas se haya casado contigo.
—Puede ser, pero no quiero verla ni a medio metro de él.
Deliberé que lo mismo debió sentir Nicolas cuando me vio con Ben en su
oficina. Ahora que lo analizo, ha sido él quien ha sufrido más por los celos,
aunque yo también he tenido mi cuota.
Visitamos otras tiendas y después fuimos a Delicias de Ángel porque
Ángela quería comprar un postre para la cena con Patrick. Nos entretuvimos
charlando con mamá sobre la idea de expandir el negocio, algo que le había
sugerido Nicolas la última vez que los visitó.
—Tu padre sigue estudiándolo, comentó a tu esposo que le dará su
respuesta cuando ustedes vuelvan.
—Veo que ya no se dan abasto —comentó Ángela, y tenía razón en menos
de la media hora de lo que estábamos aquí, vi entrar a más de diez personas y
eso que era casi la hora de cerrar.
—Tendremos que ampliarlo, a veces estamos a tope y no podemos cumplir
con todos nuestros clientes.
—Solo dile a papá que lo piense, Nicolas sabe de esto.
No era el Nicolas Crowe que mi profesor de negocios internacionales tanto
nos hizo analizar, pero con los estudios en Oxford y el intenso entrenamiento en
negocios que tuvo, claro que sabía lo que decía.
Mire a Ángela y me pareció divertido que su novio era en ese entonces
quien manejo la empresa.
—¿Y mi nieto? —Dijo mamá observando mi incipiente barriga—. Estas
casi en el tercer mes.
—Sí, pero se ve como si acabara de comer pizza.
—Ya crecerá más.
Después de la visita al orfanato, visitamos a mi familia para darles la noticia
de mi embarazo; parece que todos lo esperaban y que yo era la única ilusa que
pensó solo padecía gripe estomacal. Todos estaban felices por nosotros, incluso
Brandon que hizo bromas a mis expensas apoyado por Samantha, como cuando
éramos niños y ambos se aprovechaban de mí por ser la más pequeña.
Pero cuando mi esposo pidió no decir a nadie fuera de nuestro círculo más
cercano sobre mi estado, vi a mi hermano cambiar de actitud y ponerse serio.
Incluso me pareció que quería hablar conmigo a solas, pero no lo hizo.
—Mina no puede esperar, muéstrale lo que compraste en la tienda —
Ángela señaló la bolsa turquesa con unas sonajas dibujadas a ambos lados, y que
sobresalían de las otras en blanco.
Saque de ésta, un pijama crema con un elefante en la parte frontal sentado
sobre sus patas.
—No pude resistirme, cuando pasamos por la tienda se me aguaron los ojos
de solo verlo.
—Es precioso —mamá se emocionó igual que yo, era la primera ropa del
bebé que le compraba, y no podía esperar a enseñársela a Nicolas—. ¿Cómo está
tomando tu esposo el embarazo?
—Pues…
La noche anterior fui a espiarlo a la habitación de entrenamiento. Me miró
con cara de pocos amigos cuando entre, pero lo ignoré.
Comenzó a saltar con la soga, yo fui por una extra del mismo estante, pero
cuando intenté dar el primer salto se me enredaron los pies y perdí el equilibrio.
—¡Mina —gritó sujetándome por los codos, antes de que cayera al piso—.
Dije que no vinieras.
—Debo hacer ejercicio.
—Según tu amiga Ángela eres bastante floja para eso —me quitó la soga—.
Harás los ejercicios que sean apropiados para ti, los que ordene el médico.
—Sabes que eres un pesado.
—Y tú una obstinada.
Reanudo los saltos, y yo me escabullí hasta la repisa donde guardaba las
mancuernas. Intente coger una que pesaba solo un kilo, pero otra vez me
reprendió y obligó a sentarme lo más lejos posible.
—Nunca se te han dado bien las actividades físicas, amiga —dijo Ángela,
después de relatarles parte del gracioso incidente.
—La verdad es que no.
—Quizás su preocupación se deba a lo que le dije hace un tiempo —
comentó mamá.
—¿Qué cosa?
—Que naciste prematura y te dejamos en el hospital por un mes. Está
preocupado por ti y mi nieto.
—Pero es demasiado cascarrabias, hasta cuando me muevo para ir al baño
dice algo.
Tenía la impresión que dio órdenes al señor Abey de vigilarme cuando no
está en casa. A veces lo pillo dando vueltas por la cocina cuando voy a beber
agua, sin que tenga algo que hacer allí.
Ayude a mamá a recoger las pocas mesas que quedaban sin limpiar. Me
dispuse a ir al mostrador, cuando las campanitas de la puerta repicaron y vi a
Samantha salir de la cocina con rapidez colgando el bolso de su hombro.
Extravié la mirada hacia el hombre rubio, que se había parado frente al tablero
de anuncios.
—Daniel —dije reconociendo el cabello rubio desordenado en la parte
posterior. Iba a acercarme, pero mamá sacudió la cabeza.
—Viene cada sábado a comer pastel y charlar con Samantha, me recuerda a
cierto hombre de ojos azules que hizo lo mismo por cierta personita.
—Tiene a Nicolas como su mentor en los negocios y también en el plano
personal —pensé, encontrando el asunto demasiado divertido—. ¿Sam va a salir
con él?
—Me dijo que irían a ver a su abuelo; si se dan la oportunidad de intentarlo
no lo veo mal.
—Yo tampoco —dijo Ángela.
—Pues no —masculle.
Mi prima nos sonrió relajada, Daniel agitó la mano despidiéndose, y luego
abrió la puerta para ella.
Masato llevó a mamá a casa antes de que regresáramos a la mía, aproveche
para buscar en mi vieja habitación, algo que había olvidado llevar conmigo
cuando mude mis cosas a la mansión Crowe.
Di las bolsas a Frederick para que las llevara a mi habitación, y me encontré
con Patrick que leía el periódico en el salón principal.
—Acabo de dejar a Ángela en su departamento.
—Sí, hace poco hablamos —Echó un vistazo a su reloj—. Estoy esperando
a Nicolas.
—¿Dónde está?
—En el estudio, con Evelyn Crowe.
Me sorprendió que la madre de Ben estuviera de visita; hace mucho que no
la veía, creo que desde la reunión en su casa hace unos meses. Se bien que
evitaba venir, por todo este asunto del matrimonio.
—Parece que no te gusta que este aquí —dijo Patrick, supuse que me vio
hacer un gesto que le dio esa impresión.
—No es eso, es que toda esta situación con Ben me pone mal. Es mi mejor
amigo y no verlo por culpa de su padre me aflige.
—Es una situación complicada para Nicolas también, le tiene mucho
respeto a la hermana de Michael.
—El señor Crowe, ¿lo apreciabas mucho?
—Era un buen amigo, por eso procuro por su familia. Evelyn Crowe actúa
como una mujer orgullosa, pero es solo una fachada de todo el sufrimiento que
ha padecido por años.
—La muerte de su hermano.
—Y otras cosas que es mejor mantener en el pasado.
Parecía que había algo más que Patrick no quería comentar con respecto a
ella, pero no iba a ponerme pesada sometiéndolo a un interrogatorio.
—¡Ha sido un gusto!
Desvié la mirada hacia la voz que procedía de la escalera, vi al señor Abey
cruzar el recibidor y a Nicolas venir conmigo.
—¿Cómo te fue?
—Bien, en la habitación te espera algo que te gustará, es del…
Sacudió levemente la cabeza posando su mirada detrás de mí, percibí que
alguien más se aproximaba.
—Hola Mina —Evelyn Crowe vino y me dio un beso en cada mejilla—.
Disculpa que hasta ahora te dé la bienvenida a la familia.
—Señora —no sabía cómo reaccionar, su gesto de excesiva amabilidad me
sorprendía demasiado.
Nunca he sido persona de su agrado, menos ahora que estoy casada con su
supuesto sobrino, ocupando un lugar que no merezco.
—Hola Patrick.
—Buenas tardes, señora Crowe.
—Hace mucho que no te veía —dijo pasando por sus mejillas un poco
húmedas, el pañuelo que tenía en la mano—. Debo irme
—Pero tía, la invite a cenar con nosotros —dijo Nicolas.
—Quede de reunirme con una amiga, lo haremos otro día —coloco la mano
en su hombro, y le dio un beso—. Cada vez que te veo recuerdo a mi querido
hermano, nos vemos pronto sobrino… Mina.
Espere a que ella se marchara, y cuestioné a Nicolas interesada en saber de
su visita.
—¿Por qué este cambio repentino? Nunca he sido de su agrado, ni cuando
iba a su casa a estudiar con Ben.
—Nicolas, me marcho —dijo Patrick—. Debes hablar con tu esposa,
hablaremos mañana para coordinar todo lo de su viaje.
—Sí.
Miré a Nicolas que sin decirme nada tomó mi mano y me llevo a nuestra
habitación. Cogió de la bolsa con el dibujo de las sonajas, el pijama del bebé y se
sentó en la cama.
—¿Te gusta?
—Mucho —dijo aspirando la suave textura al llevarlo a su nariz—.
Debemos comprarle más cosas.
—Recuerdas que prometimos ser honestos el uno con el otro —comente
cambiando el tema—. Evelyn Crowe, vino a verte porque…
—Hable con Ben ayer por la noche.
—¿Por qué no me lo dijiste?
—Pensaba hacerlo, pero te quedaste dormida, y hoy te veías tan entusiasta
con tu salida con Ángela que no quise que te preocuparas.
—¿Qué sucedió con él? —me senté.
—Nada grave, bueno dentro de lo que cabe. Supo que su padre tiene una
amante, y que es dueña de un burdel.
Con todo lo que ahora sabia de Peter Berman, no me sorprendía esta
revelación. Pero para Ben, debía ser difícil saber que su padre no era el hombre
perfecto que él pensaba.
—Llego a su oficina sin avisar, lo sorprendió con esta mujer en una
situación muy comprometedora. Lo que complica más la situación, es que
Evelyn Crowe ya sabía de esto y Ben se siente defraudado.
—Debe estar muy mal por las mentiras de sus padres, pero no sabía que
está en Hong Kong.
—Estaba, regresó hace unos dias pero no quiere ver a nadie.
—Quiero hablar con él —intente ir por mi teléfono, pero Nicolas me retuvo
rodeando mi cintura.
—Es mejor que lo hagas en persona, le hará bien verte.
—Gracias —acaricié su cara—. Es importante para mí.
—Lo sé por eso quiero que lo hagas antes de irnos, si te vas con ese
pendiente, no disfrutarás el viaje.
—Amor, te lo agradezco —coloque mis manos en su cabeza y lo besé en la
coronilla, ahora mi atención tenía que ser para él—. ¿Qué te parece la primera
ropita del bebé?
—Hermosa.
—Nicolas —me senté en sus piernas, y rodee su cuello—. Sé que quieres
dejar todo en orden antes de irnos, pero también necesitas descansar. Has
trabajado sin parar estas semanas, no solo en la oficina también entrenando.
—Lo haré en nuestro lugar de destino.
—No me dirás donde iremos.
Me sonrió sin intención de darme los detalles, la verdad es que no me
importaba a dónde íbamos, solo quería estar con él lo mas que pudiera.
Capitulo 67

Mina
Acomode el espejo retrovisor para ver mejor el camino, suspire resignada al
ver a la camioneta negra que seguía muy de cerca, el BMW que yo conducía.
Había pedido a Nicolas uno de los autos de la cochera porque quería hacer
el viaje a casa de Ben, sola; insistió que Masato fuera conmigo, pero me
mantuve firme en mi decisión. Accedió con la única condición que mi seguridad
iría detrás del coche que yo utilizara.
—Si no fuese porque revise el auto antes de salir, pensaría que colocaron
una cadena para evitar que me separe de ellos.
La verdad si manejaba bien, de hecho mejor que mamá que a veces suele
obviar las señales de tránsito, pasándose la luz roja, pero me daba tedio
enfrentarme al tráfico, los transeúntes y todo lo demás. Por eso usaba a Brandon
como chofer algunas veces y ahora tenía uno propio.
Conseguí relajarme de nuevo, cuando encendí la radio y la seductora voz de
Frank Sinatra me hizo pensar en un planeador de juguete volando hacia la luna,
pasando entre Júpiter y Marte.
—Lo que hace una canción en el ánimo de mamá —le dije a mi bebé—. Te
compraré móvil para tu cuna, con aviones y estrellas.
Su música me acompañó el resto del camino, hasta ver la entrada hacia la
casa de Ben.
—Debo hacerlo —me dije deteniendo el auto. Saque las llaves del
encendido y di gracias a Dios de haber traído el abrigo con capucha, que me
cubrió de la lluvia hasta entrar a la antesala.
El ama de llaves me recibió, por ella pude constatar que Evelyn Crowe no
se encontraba. Agradecí que fuese asi, quizás las cosas con ella marchaban bien,
por ahora, pero sentí alivio de que no estuviese mientras yo hablaba con mi
amigo. Había algo en ella que siempre me ponía aprensiva, o quizás era que
pensaba demasiado.
Me llevó a la habitación de Ben, le pedí que no le informara de mi
presencia, por temor de que no quisiera recibirme. Lo vi por el resquicio de la
puerta entre abierta, estaba sentado en la cama con una pierna extendida por las
sabanas sin hacer, y la otra doblada contra su cuerpo. Tenía los ojos cerrados y
unos grandes auriculares le tapaban las orejas por completo. Movía los labios al
ritmo de una canción silenciosa.
Cerré la puerta tras de mí, ésta hizo un chirrido molesto.
—¿Qué haces aquí? —dijo Ben abriendo los ojos. Tenía unas ojeras que
oscurecían el contorno de sus ojos.
—Nicolas me dijo que regresaste hace poco.
—Le pedí que no te dijera nada —su pelo negro era una maraña de greñas,
y ni que decir del vaquero con manchas de grasa. Parece tener dias sin bañarse.
—No quiero embrollarte con mis problemas —dejo la cama, y fue hacia el
equipo de sonido por un disco compacto.
Me dio tanto pesar verlo demacrado y ojeroso, que fui con él y lo abracé
uniendo mis manos por detrás de su espalda como siempre hacia.
—¿Por qué haces esto? —inquirió enojado—. ¿Por compasión?
—Jamás —le dije con sinceridad—. Somos amigos.
—No —inspiró con fuerza, como si aguantara el sollozo que pugnaba por
salir—. Siento vergüenza, te lastime, todo por un…
—Haz de cuenta que nada de eso sucedió y que somos los mismos de
siempre, Ben y Mina.
—Es imposible —se separó de mi, pero mantuvo las manos alrededor de
mis brazos—. ¿Qué futuro hubiera podido ofrecerte? Me repugna pensar en el
destino que hubieses tenido conmigo, con el mal nacido de mi padre
interfiriendo en nuestras vidas.
—No lo digas, Ben yo te quiero mucho.
—Debería ser lo opuesto —repuso con la culpa reflejada en su semblante
—. Por mi tontería, hay rumores de ti en la empresa.
—Eso no va a cambiar lo que siento por ti.
—El destino me negó estar contigo —miraba mis labios, como un
caminante sediento de satisfacer su sed con ellos, una que le había sido negada
—. Tantas veces traté de decirte que te amaba, que te deseaba. Si tan solo…
—¿Quieres besarme? —pregunté sin deliberarlo, consciente de en lo que
me metía.
—Yo… —lo vi vacilante y a punto de alejarse de mí, pero enganche mis
dedos a su brazo.
—Hazlo.
—Quieres que lo haga por lástima.
Moví mi mano hasta su cara.
—Intentaste hacerle creer a mi esposo que éramos amantes —lo miro y veo
arrepentimiento por esto—. Pero tú eres mi amigo y se te digo que me beses es
porque te quiero.
—Un beso piadoso, como el que se le da a un moribundo para que
abandone este mundo en paz.
—Un beso de amigos, lo que siempre fuimos y seremos.
Permanecí quieta, a sabiendas que quizás estaba haciendo algo indebido,
pero era mi Ben, el que tantas veces me abrazo con afecto desinteresado cuando
tenía algún problema en la universidad o en casa. Me amaba como un hombre, y
yo lo quería como un amigo. Ya no había vuelta atrás, y eso él lo sabía, pero un
beso entre los dos pondría fin a todo lo que quedo inconcluso.
Vaciló moviendo su boca hacia la mía, aun asi tomó mi cara entre sus
manos., y me beso, primero con lentitud, luego con rabia contenida. Yo le
respondí, pero manteniendo mis labios sellados porque estos solo eran de
Nicolas.
Las lágrimas corrieron por su cara, al igual que en la mía.
—Se que jamás me hubieses amado —dijo separándose de mí.
—Lo siento.
—¿Por no amarme? —Se limpio las lágrimas—. Mina, tú jamás habrías
cruzado la línea entre la amistad y el amor entre nosotros.
Me dolía que él mismo lo dijera, pero era la verdad.
—Ahora debes irte, no quiero que te encuentres con mi madre —regresó a
la cama.
—Las cosas con ella no están tan mal, incluso me dio la bienvenida a la
familia.
—Con ella nunca se sabe, hoy puede decirte que te quiere, pero mañana
puede ser lo contrario.
Supuse que con la situación de un esposo infiel metido en negocios turbios,
ella no estaba para tratar con nadie, y quizás lo de ayer solo lo hizo por Nicolas.
Ben agachó la cabeza, yo extendí mi mano para tocar su cabello.
—Mañana me voy de viaje, por favor cuídate —sentía aprensión, pensando
en todo lo que podría pasar en dos semanas.
—Estaré bien, te lo prometo.
Me sonreía como el Ben de siempre, parecía que en el corto tiempo que yo
había estado aquí, llegó a una resolución. Quería creer que era lo mejor para él,
que dentro de la decepción de saber quién era su padre en realidad, algo bueno
había resultado.
Pensé en lo que el destino tenia deparado para nosotros, de ahora en
adelante, tan diferente de lo que alguna vez fue nuestras vidas.

Nicolas
Intercambiaba impresiones con August Aubriot de lo sucedido con Evelyn
Crowe por medio de video llamada. Tanto él como yo, pensábamos que Berman
había perdido su apoyo cuando su hijo se vio afectado directamente por sus
acciones nefastas.
—Evelyn ama a Benjamín por encima de todo, quizás esto sea un punto a
nuestro favor —señaló August.
—Sigo molesto por lo que hizo a Mina, pero reconozco que el chico actuó
asi solo para complacer a Berman, por eso la está pasando muy mal.
Seguimos charlando cuando llamaron a la puerta.
—Nicolas —dijo Mina asomándose por la puerta entre abierta—. Disculpa,
vuelvo después.
—Dame un momento… Señor Aubriot, lo visitaré cuando regrese.
—Está bien Nicolas, estaré al pendiente de Evelyn y Ben.
No termine de ponerme de pie, cuando ella se lanza hacia mí para
abrazarme. No lloraba, más bien hipaba tratando de explicarme lo ocurrido.
—Duele, en el parque… ni siquiera pude, ahora… ahora lo hicimos y no
puedo evitar...
—Se lo difícil que es para ti.
—Yo… —aferra los dedos a mi camisa—, hice algo que sentí debía hacer.
—Es algo entre tú y Ben, no tienes que decirme.
Sacudió la cabeza decidida a hacerlo.
—Deje que me besara —dijo con voz ronca por el llanto.
—Es algo que…
—Vas a pensar que ando por allí besando otros hombres.
No sentí celos, Mina era tan transparente con sus sentimientos que sabía por
qué lo había hecho.
—Con Ben es distinto, tú lo quieres mucho.
—Pero quizás sientas que hice mal en...
Me inclino para apoyar mi frente contra la suya.
—Este era un asunto inconcluso entre ustedes. Ben te ama, y yo siempre lo
supe, pero me metí entre ustedes dos. Es irónico que además del patrimonio y la
empresa, me quede con la mujer que ama.
Ella meneó la cabeza.
—No es asi, él sabe que yo jamás habría renunciado a nuestra amistad
Aunque tú nunca hubieses llegado a mi vida, yo jamás habría cruzado esa línea.
—Pero…
—A ti te amo demasiado —se abraza a mí nuevamente, enterrando el rostro
en mi pecho—. Aprendí a amar cada parte de ti, no concibo mi vida sin ti.
—¿Le dijiste del bebé?
—No, y no lo hice porque me pediste mantenerlo como un secreto; lo hice
porque Ben se ve resuelto a seguir un camino en el que yo no estoy y no quiero
que el saber que voy a tener un hijo lo agobie más.
—Es asi —limpie sus mejillas humedecidas—. ¿Estás lista para mañana?
—¿Seguirás sin decirme a donde vamos?
—Ya falta poco, no seas impaciente.

Mina
—¿Dónde estamos? —pregunté restregando mis ojos, luchando para que no
se cerraran de nuevo.
Como dormí casi todo el viaje, y el jet lag me tenía confusa, no tenía idea
de que en lugar estábamos precisamente.
—La casa esta a escasa distancia —respondió Nicolas.
—¿Casa?
Señala hacia la estructura de dos plantas y amplia fachada de diseño
barroco que marcaba el final del camino rural.
—Europa —dije conociendo este tipo de edificación por los libros de papá
que hacían referencia al tiempo antes de la segunda guerra.
—Frankfurt.
—No me digas que...
—Se lo prometí.
Un hombre de cabello oscuro, ojos verdes, y hombros anchos como los de
un nadador olímpico, abrió la puerta de nuestro coche cuando nos detuvimos.
—Guten Tag, Herr Crowe.
—Hallo Hubert —respondió Nicolas.
—¿Cómo estuvo su vuelo?
—Bien. Hubert te presento a mi esposa, Mina.
—Encantado de conocerla, Frau Crowe.
—Lo mismo digo —respondí.
—¿Dónde está él? —pregunta mi esposo
—Esperando por usted en la biblioteca.
Antes de movernos al interior de la casa, tiré de la chaqueta de mi esposo.
—¿Hablas alemán?
—Para saludar —responde—, solo domino dos idiomas aparte del materno.
—Ya veo —murmuré por lo bajo—. Sigo abriendo cajas de sorpresa.
Me cogió de la mano y entramos a la casa; pinturas y muebles de otros
siglos adornaban el salón principal. Hubert nos condujo hasta una habitación,
cuyas puertas dobles estaban abiertas.
—Por fin llegaron —dijo el hombre parado frente a un estante lleno de
libros de lado a lado.
Giró hacia nosotros, jadee al verlo como si hubiese perdido el último resto
de aire que guardaba en mis pulmones.
—Hermano debilucho —dijo mi esposo, aproximándose a él.
—¿Sarcasmo? —expreso el otro, sacando las manos de los bolsillos del
pantalón.
Se fusionaron en un abrazo al encontrarse.
—Como siempre —Nicolas le revolvió el pelo que le llegaba hasta los
hombros—. Hace cuanto que no te lo cortas.
—Dos meses —respondió con una sonrisa, posando sus ojos en mí—. Hola
Mina, por fin nos conocemos.
Capitulo 68

Mina
Sentí picor en la espina dorsal viendo al hombre junto a mi esposo, tan
parecido a él como si estuviera frente a un espejo. Aunque había ciertas
diferencias, el cabello de Nicolas era castaño claro como el color del caramelo
liquido, y su hermano era rubio y de cuerpo delgado.
Me fije en cómo actuaba Nicolas con él, abrazándolo efusivamente y
tratándolo como lo haría un hermano mayor.
—Creo que nos olvidamos de tu esposa —su hermano le dio una palmada.
—Lo siento, es que me alegra tanto verte.
Vino conmigo y sujetó mi mano llevándome con él, sentí aprensión de tener
cerca de mí, a dos hombres tan parecidos físicamente, en especial la sonrisa
brillante.
—Mina, no dices nada —mi esposo susurró en mi oído.
—Es la impresión de ver a dos hombres tan parecidos uno junto al otro —
su hermano me sonrió.
—Lo siento... es... que... —Tartamudee como idiota.
—No somos de otro planeta —Nicolas rozó mi mejilla—. Sólo somos
gemelos.
—Doble problemáticos —añadió su hermano.
—Siempre irónico, Anthony.
—An… thony —dije, tartamudeando otra vez.
—Es el nombre de nuestro verdadero padre, lo adopte cuando renuncié a
ser Nicolas —explicó con un tono gentil de voz—. Mi hermano es quien ahora
lo posee y será asi hasta que él lo quiera.
—Como Caleb Long tenía ciertos antecedentes penales por robos menores
—expuso Nicolas—. Mi trabajo como vampiro lo hice de incognito, sin que
nadie supiera que era yo. Con ayuda de un amigo de Patrick, los registros fueron
eliminados asi que la policía no puede…
—Ni lo digas —Sacudí la cabeza, porque en algún momento yo misma
pensé en denunciarlo—. Tú ya no perteneces a ese mundo, y de cierta forma me
gusta esto de llamarte de las dos formas.
—Como si amaras a dos hombres en el cuerpo de uno —se apropió de mi
cintura, inclinándose para hablarme al oído—. Eso me gusta.
—Nicolas —dije con vergüenza de que su hermano hubiese escuchado por
culpa de su imprudencia.
—Mi hermano debilucho me conoce bien.
—No le digas asi —me queje.
—No te preocupes Mina, a él le gusta bromear a mis expensas, pero a pesar
de esa coraza de frialdad y dureza, yo sé que me quiere. Llama dos veces a la
semana para saber de mi salud y sometió su cuerpo a duras pruebas para darme
su médula. Además de ser gemelos, ahora estamos unidos por el hecho de que
me salvó la vida
—Hablas demasiado —Nicolas echa una ojeada a su reloj, y se dirige a su
hermano—. ¿Tomaste tus medicinas?
—Hubert me las dio hace media hora —respondió.
Nicolas examina su cara, moviéndola de arriba abajo, luego presiona un
dedo en su piel.
—Te ves bien, pero creo que es hora de que comas.
—¿Quién de ustedes nació primero?
—¿Por qué quieres saber? —me pregunta Nicolas.
—Te comportas con él como si fueses el mayor.
—Él —Anthony lo señala.
—Con una diferencia de 3 minutos —añade mi esposo mirando a su
hermano.
—Tú tienes los genes de nuestro padre, yo los de nuestra madre.
—Creo que ambos son fuertes —dije.
Me observan al mismo tiempo, me siento extraña con esas miradas tan
similares sobre mí.
—Ambos han pasado por situaciones difíciles, pero ahora están juntos
como tenía que ser.
—Por eso te amo tanto —Nicolas se aparta de Anthony, y toca mi cara
mirándome con sus profundos y brillantes ojos.
—No estamos solos —me encogí de hombros, pensando que no era el lugar
oportuno para sus efusivas demostraciones de afecto.
—Sé lo enamorado que está de ti —dijo Anthony—. Tuve que soportar su
mal humor cuando me visitó antes de ir a Italia y casarse contigo. Ese hombre
Dylan es guapo, no sé que le has visto a mi hermano cuando podías tener a un
novio italiano.
—Mejor vamos a nuestra habitación, mi hermano está empezando a
ponerse pesado —Nicolas se dispuso a salir de la biblioteca conmigo, pero me
aleje de él y fui con Anthony.
—Gracias —lo bese en la suave mejilla, la coloración de su piel pálida se
tornó escarlata—. Tú lo salvaste.
—Yo…
—Es la primera vez que mi hermano no puede argumentar nada mas, pero
es demasiado afecto —Nicolas se apropia de mi mano.
—Solo quería decirle la verdad, gracias a él y Patrick dejaste atrás una vida
de violencia. Ahora eres un hombre diferente y serás papá.
—Nicolas —dijo Anthony, su rostro se tornó inexpresivo—. Debemos
hablar —le hizo una seña, apuntando hacia la ventana, pero yo no sabía hacia
que lugar exactamente.
—Mina necesita descansar —mi esposo responde en el mismo tono—. La
llevaré a nuestra habitación primero.
—Bien... Mina bienvenida, estás en tu casa —salió por la misma puerta por
donde ingresamos. Me sentí mal por comentar del bebé cuando esto significaba
más dolores de cabeza para ambos.
—Lo siento.
—Es mi culpa, no la tuya —repuso Nicolas—. Ya se lo había mencionado,
pero está molesto, no por el bebé si no de que todo esto termine y no tengas que
pasar por ninguna preocupación.
—Cuántos problemas —mis manos descansaron en su pecho—, pero te
amo y soy fuerte, estaremos bien.

Nicolas
El cabello de mi hermano se movía al antojo de la brisa que corría por el
jardín. Esperaba por mí, sentado en una de las bancas de hierro, concentrado en
uno de sus pasatiempos favoritos.
—Fyodor Dostoyevsky —dije al ver el lomo del libro que leía. Lo cerró y
dejó a un lado, quitándose las gafas.
—Un bebé.
—¿Qué? —expresé molesto.
—Existen los preservativos y otros métodos para evitarlo.
—No te pongas pesado, si hubieras dicho algo como esto delante de ella, no
te lo hubiera perdonado.
—Sabias de la voluntad de mi abuelo, su primer bisnieto será el dueño de la
empresa —dijo con cierto tono autoritario—. Tu bebé lo es.
—En ese entonces tú eras Nicolas, esto no aplica a mi —me senté. Se
volvió hacia mí.
—¿Entonces yo soy su esposo?
—¡NO! —Exclamé por su desatinada insinuación—. Crees que pensaba en
usar un preservativo esa noche. Me preocupaba la aparición de Alicia, una cosa
llevo a la otra, y…
—Su embarazo no se podrá oculta cuando pase del segundo trimestre.
Debes ir pensando en reforzar su seguridad.
—¿Hasta cuándo? —digo contrariado—. Acepta que tenemos las pruebas
para mandarlo a la cárcel, por malversación de fondos y estafa.
—¿Cuánto tiempo? ¿Cinco años? —suena molesto—. Solo tenemos
evidencia de que movilizo capital de la compañía a cuentas privadas, pero de su
verdadero crimen, asesinar a mis padres no tenemos nada.
—Podemos llevarlo a la justicia por eso, y después…
—Siento que hay algo que no hemos tomado en cuenta —baja la mirada
hacia sus largos dedos.
—¿Qué?
—Tengo un mal presentimiento —alza la mirada, el viento revuelve un
poco mas su cabello.
—¿Acerca de…?
—Abel te informó que Peter Berman ha actuado de forma extraña las
últimas semanas. Todos los dias recibe una llamada a un teléfono que solo el
maneja, creo que no está actuando solo.
Desde que lo conozco nunca lo vi tan inseguro y con miedo. Podía ser que
yo fuese fuerte físicamente, pero era él quien tenía un temple de acero sólido con
sus emociones, las controlaba de una forma que yo no podía, y verlo asi me
preocupaba a mi también.
—Piensas que tiene un cómplice —deje de mirarlo porque ya me estaba
poniendo de los nervios. Me centre en una hoja que apenas se sostenía de una
rama.
—Sí.
—Abel lo ha vigilado y no ha visto nada inusual, aparte de las llamadas —
dije para calmar las cosas, pero estaba tan intranquilo como él.
—Tal vez estoy paranoico.
—Quizás es la ansiedad de que todo esto termine pronto —apunto para que
no sigamos discutiendo el tema—. ¿Cómo te has sentido?
—Mejor.
—Gracias a Dios —pensé.
—Tu esposa es muy hermosa.
—Sabes que trabajó en el mismo orfanato que nacimos.
—Vaya casualidad.
—Si, y ahora tengo que encontrar a una mujer para ti.
—En mis condiciones no creo que ninguna se interese en un hombre que
acaba de salir de un trasplante de médula y que seguirá en remisión por algunos
años.
—¿Qué hay de la enfermera que cuidaba de ti en el hospital?
—¿Quién? —dijo como si el asunto no tuviese que ver con él.
—Luciana, no recuerdo su apellido.
—Nada, solo cuidaba de mí y ya no nos vemos.
—No seas mentiroso, sé que vino la semana pasada a checar tu estado
cuando tienes una enfermera que lo hace.
Lo escuche resoplar.
—Buena táctica para cambiar la conversación en otra dirección, ¿cuánto
tiempo van a estar aquí?
—Semana y media, después iremos a Capri.
—Dos semanas de luna de miel.
—Antes de su embarazo le prometí alejarnos de todo, y solo puede ser por
dos semanas, no puedo descuidar la empresa.
—Hice bien en darte todo, estaba cansado de manejar algo que siempre
odié. Sólo por proteger a los empleados lo hice.
—Para eso estoy aquí, hermano —presioné su hombro—. Iré a tomar una
siesta.
—Nicolas.
—Sí.
—¿Qué deseas? ¿Niño o niña?
—No me importa, solo quiero que nazca bien.
—¿Y si resulta que esperan gemelos?
—Trabajo doble para su tío —expresé con sarcasmo.
—Siento curiosidad, ¿cómo lo van a llamar?
—No lo sé todavía.
—Has pensado en Caterina.
—Me gusta ese nombre —suspiro con nostalgia—, pero me hace recordar
la época más triste de mi vida.
—No debí traerlo a colación.
—No importa, ahora que los dices pienso que podría combinar los nombres
de tus padres con los nuestros.
—No es mala idea, ¿Esperas vivir una larga vida?
—Antes dije que sabía que mi vida seria corta, ahora quiero ver a mi bebé
nacer y vivir una vida feliz.
—Entonces Nicolas —me miro nuevamente, una sonrisa se forma en sus
labios—. Estoy feliz de ser tío.
Capitulo 69

—No dijimos que nada de trabajo estos dias.


—Sí, pero tenía esto pendiente de revisar, son las especificaciones del
nuevo barco.
Nicolas colocó un dedo entre los labios, concentrado, desplazándose por la
pantalla del IPad.
—Mejor que el Nicolas que alguna vez imagine —pensó Mina, viéndolo
leer el texto redactado en su mayor parte en ingles, pero con caracteres coreanos
entre los párrafos.
—Invertir en la construcción de barcos es muy satisfactorio, ¿Qué piensas
de esto?
Al no recibir respuesta levanta la cabeza; ve que ella apenas si parpadea.
—Parece que quieres preguntarme algo —deja el IPad a un lado.
—No, solo pensaba en lo orgullosa que estoy de ti.
—Rompí la promesa de no hacer nada del trabajo.
—No importa, te dedicas en cuerpo y alma a manejar Crowe como tu
hermano te pidió.
—Bueno, en realidad al comienzo lo hice por ambición de dinero y poder
—echa los hombros hacia atrás—. Asi cobraría viejas deudas, pero después...
Mina se ladea y le planta un beso en la boca.
—Lo que importa es que tu propósito cambio —pasa los dedos por su
mentón.
—Tus besos —susurra él, observando su boca para después posar la mirada
en sus ojos verdes—, como igualarlos a un cigarro y una botella de ron.
—¿Qué dices? —Frunció el ceño, por la extraña comparación—. ¿En qué
momento de tu vida fumaste?
—Cuando tenía trece, lo hacía para aguantar el frio de la noche y
sobrellevar el hambre. Cuando tenía suerte comía dos comidas, pero a veces ni
siquiera tenía para un chicle.
—No imagine que hubiese sido asi.
—No es ni la mitad de todo lo que viví.
—Tu vida fue difícil, todo lo contrario a la mía.
Envolvió sus piernas esforzándose en suprimir la tristeza, al imaginarlo
pasar hambre y frio.
—Olvidé que mi esposa ahora está más sensible —dijo, viéndola poner la
cabeza entre las piernas.
—Es que de solo imaginarlo…
—Pero ahora es diferente —la rodea con los brazos, atrayéndola hacia su
cuerpo—, porque te tengo a ti y a nuestra familia.
—Si —voltea el rostro, y mueve los dedos por sus cejas—. Estos hermosos
ojos azules, cuánto sufrimiento vieron.
—Tengo interés en algo, desde hace tiempo —le roza la mejilla con su
aliento—. Tu bonito nombre.
—Es una historia extraña.
—Soy todo oído.
—En el verano de 1987… Hmm —se interrumpe para carraspear—, cuando
mi madre estaba embarazada de mí, papá y ella llegaron al acuerdo de
nombrarme como la actriz favorita de él, pero todo cambio el día del cumpleaños
de mi madre. Su mejor amiga del colegio, le envió un regalo de su último viaje a
Europa. Visitó Rumania, y consiguió para ella una de las primeras ediciones de
una novela llamada…
—Drácula.
—Soy fanática de ese tipo de libros por mamá, de hecho me regalo su vieja
colección de bolsillo. El personaje femenino le encantaba, al terminar la novela
pensó que si tenía una hija quería que…
—Llevara el mismo nombre de Mina Murray.
—¿Lo leíste?
Asintió sobando su pecho, Mina lo miraba ensimismada.
—Cuando me sometí al entrenamiento del sensei Yashima, leía libros de
terror para inspirarme. Fue este el que me dio la idea de llamarme Vampiro.
—Mi madre recordó cuanto le gusto el libro, y decidió ignorar el acuerdo
con mi padre.
—¿Qué nombre quería él?
—Audrey, creo que es perfecto.
—También lo creo, ¿qué te parece si el bebé es una niña la nombramos asi?
—Me gusta, y creo que a papá le encantará, lo imagino corriendo detrás de
ella, llamándola Audrey como siempre quiso conmigo. Antes me quejaba de
llamarme Mina, cuando discutimos de Bram Stoker en mi clase de literatura…
—resopló con cierta frustración—, los chicos me llamaban la novia de Drácula.
—La novia de Drácula —repitió recordando parte del texto—. Sus
facciones revelaban una voluptuosidad emocionante y repulsiva a la par, y,
mientras arqueaba el cuello, se relamió los labios como un animal, de tal forma
que, a la luz de la luna, conseguí distinguir la saliva que resbalaba por sus
labios rojos y su lengua, que se movía por encima de sus dientes blancos y
puntiagudos. Cerré los ojos en un lánguido éxtasis y esperé —citó, pasando un
dedo por su mentón sin afeitar.
—Se nota que lo leíste varias veces.
—Tenía que hacerlo —Le descubrió el hombro derecho, bajando la bata
hasta la mitad de su espalda—. Esta vena —presionó el dedo en la que sobresalía
de su cuello—. Una mordida, eso tiene algo erótico.
—Antes de conocerte, nunca había fantaseado que un vampiro me
mordiera.
—Lo de ponerme Vampiro también era por esto —introdujo la mano por la
abertura de la bata, y bajo un poco su camisola de dormir para acariciarle un
seno—. Tierno y encaja bien en mi mano.
—Cambias de un minuto a otro —gimió cuando sintió el roce de su pulgar
contra el pezón—. De un hombre… serio, a uno… atrevido.
Nicolas sonrió, y prosiguió a narrar el texto.
—Hasta que no lo experimenta, ningún hombre sabe lo que significa sentir
su sangre y su vida alejarse hacia las venas de la mujer que ama —citó
nuevamente, acariciándole el pecho a su antojo.
—Mejor que el audio libro, me parece estar en los parajes de la historia con
un lugar como este —mira hacia el dosel rojo, extendido por los postes de la
cama—. Y los tapices en borgoña y dorado.
—Dime criatura inquietante —Nicolas subió las manos a su rostro—.
¿Crees en el destino? Que incluso los poderes del tiempo se pueden modificar
para un solo propósito. Que el hombre más afortunado que camina en esta
tierra es el que encuentra el amor verdadero.
Mina frunció el ceño.
—Ese pasaje es de la película, y se lo decía el conde a Jonathan Harker.
—Que importa quién lo dijo —su boca terminó en la de ella, que se apretó
más a él.
—Vas a…
—Hasta quedar satisfecho —Le abrió la bata chupando la piel debajo de la
clavícula, dejándole visibles marcas escarlata—. Soy un ser egoísta, pero no me
arrepiento de seguir mi instinto cuando fui detrás de ti.
—No quiero ni imaginar mi vida sin esto —susurró ella.
—Yo tampoco —resbalo la lengua por sus dientes—. ¿Puedo darte una
mordida?
—Ya lo hiciste, cuando te conocí.
Nicolas abrió la boca, listo para realizar su cometido cuando… ¡Toc, Toc!
—Si es Anthony… —dijo como un gruñido—, le voy a dejar un ojo
morado
—Ningún ojo morado —Mina se aleja de sus brazos, para ir al otro lado de
la cama—. Puede ser importante.
Sumamente molesto Nicolas fue a la puerta, listo para lanzarle una mirada
de censura a su hermano, pero era Hubert quien esperaba fuera con el teléfono.
—Lo siento por molestarle Herr Crowe, pero tiene una llamada de Herr
Martin.
—Gracias —dijo bruscamente, tomándolo—. Debiste utilizar el
intercomunicador.
—Lo siento, pero su hermano me envió.
—Puedes irte, Hubert —cerró la puerta—. Ya verá ese debilucho… Hola.
—Nicolas.
—Patrick, sabes que con el cambio de horario aquí son apenas las siete.
—Lo siento, pero es importante, esta tarde fui al banco.
—¿Y me llamas para decirme eso?
—Querías que te tuviera al tanto de cualquier cosa que surgiera. La madre
de Verónica Wang me dio la llave de su caja de seguridad, a pedido de su hija.
—¿Por qué hasta ahora?
—Su consciencia, supongo —respondió con indiscutible mordacidad.
—Debo volver —dijo, y vio a Mina que anudaba el cinto de la bata
acercándose a él.
—No es necesario ya me encargué de revisarla. Traslade el contenido a la
caja de seguridad a la espera de hablar con el abogado mañana y ver si es
conveniente llevar todo a las autoridades.
—¿Se lo dijiste a Anthony?
—Sí y opina lo mismo, así que por ahora vamos a movernos con cautela.
De acuerdo a Abel, Berman ya no le comenta nada, y no ha podido acceder al
móvil en que recibe las llamadas que lo tienen nervioso.
—Patrick, gracias como siempre.
—Saluda a Mina, que la pasen bien.
—Lo haré, hablamos luego.
—¿Qué sucedió? —pregunta ella.
—Estamos cerca de poner a ese hombre en la cárcel. La madre de Verónica
Wang le dio a Patrick las pruebas contra Berman.
—Son buenas noticias —dice ella feliz, Nicolas asiente pero no se ve muy
seguro—. No te ves convencido de ello.
—Nunca habíamos estado tan cerca de sacarlo del juego, todo se ve tan
lejano que no puedo creerlo.
—¿Quieres regresar?
—No, Patrick se está haciendo cargo.
—¿Seguro?
—Si —la toma de las caderas—. Ahora vamos a terminar la revisión de
Drácula —la lleva de regreso a la cama.
—Pero tal vez tu hermano quiere hablar.
—Todavía tenemos dos horas para salir de aquí, y quiero usar una cita de
mi autoría —puso una rodilla en la cama, y le abrió la bata—. Cada vez que me
rechazas, te quiero más.

***

—Anthony —masculló Nicolas sirviéndose el café—. ¿Podrías deja de


hacer eso, esa mirada ridícula sobre mí?
—Sólo analizo tu cara de felicidad mañanera.
—Pues me molesta —espetó.
—Por primera vez desde que nos conocemos, eres capaz de aguantar mis
chistes sin tratar de golpearme —dejó el tenedor para limpiar sus labios con la
servilleta—. No hubiese mandado a Hubert si no fuese importante.
—Excusas.
—Buenos días —saludo Mina con una sonrisa, llegando al comedor.
—Buenos dias hermana —dijo Anthony devolviéndole el gesto—, perdón
¿puedo llamarte asi?
—Seguro, asi como Nicolas llama a mi hermano también.
—Me gustaría conocer a tu familia, y visitar su famosa pastelería. Mi
hermano trajo sus postres fríos en su última visita, son deliciosos
—A mi madre le encantará.
—Hablas con mucho orgullo de ellos.
—Sí —repuso sentándose después que Nicolas movió la silla para ella—.
Mis padres crearon el negocio con mucho esfuerzo.
—Ahora que hablamos de ellos —dijo éste volviendo a la suya—, tengo
que hablarles de mi verdadera identidad, necesitan...
—¡NO! —chilló Mina, dejando de untar la mermelada en su tostada.
—Es necesario.
—Sé que quieres que estén al tanto de todo lo que sucede, pero por favor no
lo hagas.
—¿Crees que no van a aceptar el pasado de mi hermano?
—No lo sé, Anthony —reconoció, y se volvió hacia Nicolas—. Las cosas
que hiciste como Caleb, tengo miedo que por esto ya no te vean de la misma
manera.
—Insisto.
—Hermano —interviene Anthony—. Creo que ella tiene un punto, tal vez
no sea bueno traer de vuelta tu pasado. Tomaste ese camino por una serie de
eventos desafortunados, pero ahora eres un hombre diferente, eres la cabeza de
Corporación Crowe y serás padre en unos meses. Creo que por ahora es mejor
que ellos no sepan nada.
—¿No has pensado que Berman pueda ir detrás de mi familia?
—Eso…no.
Mina jadeó apretando el mango del cuchillo, ante la posibilidad de que
tanto sus padres, como su hermano y Samantha, estuviesen en peligro.
—Lo siento, no debí decirlo —Nicolas cogió su mano, y la sujetó con
fuerza—. Lo que menos quiero es que te preocupes.
—Tengo más años de conocerlo, no es el tipo de persona que se va contra
blancos secundarios —explico Anthony—. Su objetivo eres tú y Mina, además
hay alguien cuidando de su familia, di la orden hace un tiempo.
—¿Cuándo lo hiciste? —Preguntó Nicolas con el ceño fruncido—. Patrick
no ha mencionado nada.
—No lo sabe, y lo hice tan pronto me hablaste de tu matrimonio.
—Anthony —dijo Mina, pensando en algo—. ¿El hombre que empezó a
trabajar hace dos meses como asistente y que es diplomado en Francia…?
—Sí lo es, ahora tienen un experto de tartaletas que sabe artes marciales.
—Lo ves, amor —señala tranquila—. Mi familia esta a salvó gracias a tu
hermano. Es suficiente que yo sepa acerca de tu pasado, pero incluso si se
oponen, nadie va a separarme de ti.
—Siempre consigues lo que quieres, Mina Crowe.
—Aprendí de ti —le sonrió—. Vamos a desayunar, quiero ir de paseo, y el
bebé y yo necesitamos alimentarnos.
Nicolas condujo el BMW plateado de Anthony, que prefirió hacer de guía
turístico, explicando a Mina sobre la ciudad a la que iban de paseo.
—Marburg, conocida por su arquitectura medieval y cuna del romanticismo
alemán.
A ella le encanto, por la referencia a lo gótico en sus descripciones bien
detalladas que le recordaban las novelas que tanto le gustaban.
—Sabes que los hermanos Grimm vivieron aquí un tiempo —expuso
Anthony inclinándose hacia el asiento delantero, señalando hacia las
edificaciones con revestimiento de madera para que ella las viera.
—Me pregunto si alguna inspiró algún cuento.
—No me digas —comentó Nicolas, buscando donde dejar el auto para
empezar con el recorrido a pie—. Comenzaste con sus cuentos, y luego te
interesaste por las novelas de terror de tu mamá.
—Si —respondió ella, con deseos de bajar del auto pronto—. De niña
pasaba mi tiempo libre leyendo en el patio de la casa; soy más de la versión de
los hermanos Grimm, que de las edulcoradas con final bonito.
Su atención se desvió hacia el castillo en la parte más alta de la ciudad.
Busco su nombre en el libro turístico que Anthony le dio al salir de la casa.
—Marburger Schloss, usado en parte como museo… Nicolas no crees que
sería divertido que en nuestro próximo viaje, fuéramos a Transilvania.
—¿Y que un vampiro te secuestre, y te lleve a su castillo en los Cárpatos?
—Sacude la cabeza rechazando la sugerencia—. Ya tuve suficiente con tus otros
admiradores, para lidiar con uno de origen sobrenatural.
—Ten cuidado —advirtió Anthony con fingida voz teatral—. No sabes si
por estas calles nos encontremos con uno.
—Entonces debemos comprar ajos y estacas —Mina sonrió, siguiéndole la
corriente con el chiste.
—Agua bendita también —añadió Anthony a la broma—. Sera por eso que
mi hermano no es asiduo a las iglesias.
—Jajaja… —Nicolas rió con sorna—, me casé en una en Italia asi que tu
burla no tiene validez.
Ya fuera del auto, recorrieron a pie las estrechas calles hasta la plaza del
Mercado. Mina iba en medio de los dos, que llevaban gafas de sol para no llamar
la atención hacia su parecido físico.
—Con esa gorra te ves como un escalador, Nicolas —se aferró más a su
brazo—. Estas caliente, a pesar del frio.
El otro le pellizcó el codo.
—Tu esposo soy yo.
—¡Cómo! —Miró a ambos—. Olvide que Anthony usaba el de lana y tú el
de béisbol, ¿Por qué tienen que usar una chaqueta tan parecida? Nicolas, debiste
quedarte solo en el sweater de lana.
—Pero que esposa más incomprensiva tengo. Dame la mano.
—Deja que yo la acompañe —se adelanto Anthony—. Mi hermano tiene
mal carácter.
—Siempre —ella asintió, apoyando el comentario.
—Quieres usar a mi esposa de nuevo para mofarte de mí.
—No.
—Más te vale que no sea asi, porque cuando tengo hambre me pongo de
malas —frotó su estomago—. ¿Qué les parece si vamos a comer allí?
Apuntó a una hilera de locales con mesas y sombrillas, algunas personas
comían fuera aprovechando el día soleado.
—Solo tenemos media hora caminando y ya estas hambriento.
—¿Qué otra cosa puedo hacer? Esto de los antojos.
—¿Qué antojos? —cuestionó Mina.
—Los antojos de tu embarazo —responde Anthony—. A partir de ahora mi
hermano tendrá que aumentar su apretada rutina de ejercicios para quemar las
calorías de lo que comerá en exceso.
—Vas a ver cuando vuelvas a Chicago, te pondré una estricta rutina de
entrenamiento.
—Si como no —Anthony caminó más rápido, llevándose a Mina con él—.
¡Date prisa!
Entraron a una cafetería, cuyos amplios ventanales les permitían ver a las
personas paseando por la plaza. Se sentaron en una mesa cerca de la barra; el
menú del día tenía varios platos que se les antojo.
—Crecieron por separado, pero la forma de comer y sus gustos son
similares —dijo Mina, impresionada de que hubiesen ordenado lo mismo,
brochetas de cordero con tzatziki, y champiñones con queso feta y relleno de
espinacas.
—¿Estas sugiriendo algo?
—¿Sugerir?
—Dosis doble de ambos —le hizo un guiño.
—¡NO! —se levanto acalorada, los otros clientes la miraron y avergonzada
volvió a sentarse—. Tu broma no es divertida, Nicolas Crowe —le quitó la gorra
—. ¡Anthony!
—Caíste en nuestra trampa —exclamó Nicolas como si hubiese ganado una
partida de naipes. Se quitó el gorro de lana y se lo paso a su hermano.
—Pero, ¿cómo? ¿Cuándo? —se pregunto Mina.
—Cuando fuiste al baño tan pronto entramos y…
—Queríamos saber si podías reconocernos pero... —añadió Anthony.
—Ganamos —expresó Nicolas satisfecho.
—El desafío —Anthony le sonrió.
—Creo que también son iguales, en lo idiotas —dijo ella frustrada
torciendo el gesto.
—Lo siento —se disculpo Anthony, conteniendo la risa—. Nunca hicimos
algo como esto.
—Oímos hablar de este tipo de broma que los gemelos hacen —explicó
Nicolas acariciando su mano—. Tratamos con Patrick, pero nos conoce
demasiado bien.
—Perdona —ambos dijeron al mismo tiempo.
Mina no pudo resistir sus divertidas sonrisas culpables.
—Son unos sinvergüenzas, pero los amo a los dos.
—¡Amarnos… a los dos! —Nicolas levantó la voz, uno de los camareros
miró a su mesa.
—Te amo a ti que eres mi esposo, y a Anthony lo quiero como un hermano.
—¿Estás segura que no nos confundirás más?
Vio la oportunidad que el propio Nicolas le ofrecía para devolverle la
pelota.
—Sé como diferenciarlos.
—Pero si Anthony cambia su color de pelo y hace ejercicio —dijo
mirándola como si la retara.
—Aun asi —deslizó la uña por el vello de su antebrazo—. Conozco
demasiado bien la parte inferior de tu anatomía que no necesito nombrar y que
una vez me obligaste a agarrar —susurró—. Nadie puede engañarme con eso.
Nicolas tragó saliva, Anthony rió entre dientes, mientras que ella sonrió
satisfecha de salirse con la suya.
Capitulo 70

—¡Oh, lo siento! —Dijo Mina viendo a Anthony parado frente al


refrigerador abierto—. No quería…
—Leche para poder dormir.
—Si, por favor —ajusto el cinturón de su albornoz y fue a la alacena de la
vajilla por una taza—. Beber leche caliente, me ayuda a conciliar el sueño.
—Debe ser el cansancio por el paseo —le paso el cartón—. Hubert es quien
suele hacer esto por mí.
—¿Lleva mucho tiempo contigo? —preguntó metiendo la taza en el
microondas, después de servir la leche.
—Desde que vivía en Londres con mi hermano.
Tras varios segundos, el microondas pitó y Anthony sacó la leche por ella.
La llevo a la mesa de la cocina donde ambos se sentaron, a Mina todavía le
impresionaba el gran parecido con Nicolas, en especial los ojos azules del
mismo tono y forma como si fuesen zafiros.
Desvió la mirada hacia los gabinetes de la cocina, para que no pareciera que
lo analizaba demasiado.
—Me gustan estas casas de estilo barroco, con los muebles y el acabado
original en perfecto estado.
—Fue construida en el siglo XIX, a pedido del dueño de un periódico,
amante de la arquitectura italiana. Durante la segunda guerra la propiedad paso
al estado alemán en una fraudulenta confiscación de bienes, y de allí a un doctor
que era filántropo.
—Interesante, cuanta historia debe haber en cada objeto.
—Puedo prestarte un libro que habla de esto —bebió el agua—. El doctor
Costa fue quien me sugirió alquilarla, el tiempo que estuviese en recuperación.
El aire campestre y silenciosa tranquilidad me ha beneficiado.
—Aldo Costa, el colega del hermano de Emilio Mauro —llevó la taza a sus
labios, saboreando el esponjoso sabor de la leche tibia—. Tu hermano inventó
que tu doctor le sugirió ir a Florencia.
—No es asi, Aldo si lo sugirió cuando Nicolas habló de lo cansado que
estaba por el trabajo y que deseaba ir a un viñedo.
—Manipuló la situación.
—Tiene habilidad para eso —le sonrió—. No es difícil para él conseguir lo
que quiere.
—Se de la infancia de Nicolas… Oh, perdón de Caleb, ¿Cómo fue la tuya?
—Llámalo Nicolas, ese es su nombre —hizo un circulo en la condensación
de agua del vaso—. Los Crowe me adoptaron cuando yo tenía dos años. Me
dieron una vida cómoda, pero no fui al colegio como los otros niños; mis padres
decidieron que estudiara en la mansión.
—¿Por qué?
—Querían protegerme, decidieron contratar a profesores particulares que
forjaron mi educación todos esos años. Como un Crowe no fue difícil que me
aceptaran en Oxford.
—¿La universidad?
Asintió, pasando una línea por la mitad del círculo que hizo recién.
—Mi hermano también recibió cursos a distancia como yo, los Crowe
tenemos mucha influencia.
—Y a mí que me costó ganarme la beca parcial —masculló, pensando en
las horas estudiando por la noche para aprobar los exámenes finales cada
semestre.
—Puede ser que lo veas como un privilegio, pero no crecí como un niño
normal. Tenía un primo con quien no pude convivir. Mi padre quería alertar a su
hermana de cómo su esposo tenía la intención de imponer a su hijo como cabeza
de los Crowe, argumentando que mi precaria salud era un impedimento para que
el negocio marchara bien. Lamentablemente, una semana antes de mi
cumpleaños, mis padres murieron; las autoridades investigaron el accidente pero
alguien movió las cosas y se cerró el caso. Ni siquiera pude ir a su funeral,
Patrick no lo permitió.
—¿Estuvo contigo en ese momento?
—Mi tía intento llevarme a su casa, pero la última voluntad de mis padres
se respeto y me fui con él a Londres. Peter Berman intentó regresar a Chicago,
pero no lo permití, me aseguré de aislarlo por completo en Hong Kong,
prohibiendo a mi tía y primo ir con él, por eso me gane su odio. Recuerdo mi
infancia, las pocas veces que conviví con Ben, me regalaba manzanas que
recogía de la finca del abuelo August.
—Ben es muy gentil, siento tanto todo esto —dijo con tristeza.
—No puedo cambiar su opinión de mí. Me duele esta situación por mi tía,
porque sé que siempre esta triste. Los momentos que compartimos fueron
breves, sólo podía verla en ocasiones especiales, la última fue en mi onceavo
cumpleaños.
—Yo no puedo imaginar estar lejos de mi familia.
—Fue doloroso, pero encontrar a mi hermano lo compenso. Cuando supe
que tenía un gemelo y conocimos su pasado, analicé mi situación, incluso con
toda la riqueza que tenía nunca fui feliz. La mayor parte del tiempo estaba solo,
la familia Crowe no se caracteriza por ser afectiva, quizás por eso soy muy duro
con sus acciones, pero entiendo el que decidiese mandar todo a la porra por ti.
—No quiero pensar que te dijo de mí —sonrió encogiéndose de hombros.
—Muchas cosas, solo tengo que advertirte —dijo sin apartar la mirada de
ella, sus ojos se veían mas escrutadores bajo la tenue luz de la cocina—. Cuando
cedí a mi hermano mi nombre hablamos de este asunto, y cuando se caso contigo
quedo claro que esto podría suceder. Legalmente tu bebé es el heredero de mi
abuelo, asi está estipulado en su testamento, Peter Berman lo sabe porque robó
una copia en complicidad con un abogado.
—Mi bebé —ella palideció.
—No quisiera que te agobiaras, pero debes cuidarte y no comentar a nadie
sobre esto.
—Sé que debo serlo.
—Las cosas pueden complicarse en unos meses cuando tu embarazo ya no
pueda ocultarse. Temo por el temperamento explosivo de Nicolas; ahora está en
calma, pero Vampiro todavía está en él. Aunque lo hice prometerme no matar a
nadie, yo sé que por ti y mi sobrino no dudará en hacerlo.
Mina guardó silencio, sin deseos de beber el resto de la leche que ahora
estaba fría.
Los siguientes dias, trató de mantener su ánimo en alto para que Nicolas no
notara su preocupación, por eso se enfoco en mantenerse alerta para no caer de
nuevo en las bromas de los gemelos.
Salía del baño recogiendo los mechones sueltos de su cabello con un
pasador, cuando vio a Nicolas inclinado, con las manos en las rodillas y una
toalla en la cabeza que no le permitía ver si en verdad era él.
—¿Cómo se que quien está sentado en la cama es mi esposo y no su
hermano?
—No mas bromas —se quito la toalla.
—Las arrugas en tu frente me dicen que algo te preocupa.
—Estuve pensando si decirte o no —dijo en voz baja—, bueno ya sabes de
tus acciones en Crowe y…
—Nuestro bebé es uno de los herederos de Garrett Crowe —repuso,
posando los ojos en su gesto contrariado.
—Mi hermano te dijo.
—Hace un par de noches fui a la cocina por leche caliente, estaba allí asi
que charlamos.
—No tenía que hacerlo.
—Para mí es mejor saber.
—Por eso te note tensa durante la cena, aunque trataste de disimularlo
sacando a colación un tema que no tenía que ver con lo que estábamos hablando.
Te conozco demasiado bien.
—Traté.
—No te preocupes, haré lo que sea necesario para…
—Nicolas —hundió los dedos en su cabello, halando su cabeza hacia atrás,
obligándolo a mirarla—. No te atrevas a poner en riesgo tu identidad por mí.
—No hay discusión.
—Si la hay, quiero que solo pienses en ti y en tu hijo.
—Vamos a dormir —la toma de la cintura ignorando lo que dijo, y la
levanta para depositarla en la cama.
—Sé lo que estas pensando, deja que las autoridades hagan su trabajo.
—Lo que tú digas —se acostó con ella, abrazándola de costado—. Ahora a
dormir.
—No hagas algo que pueda…
—Hay que levantarse temprano mañana —le beso la oreja—. No hables
más.
—Te conozco tanto como tú a mí —pensó ella—. No voy a permitir que te
arriesgues por mí.

***

—Cuídate, Anthony —dijo Mina después de abrazarlo—. Quisiera que nos


quedáramos más.
—No te preocupes, volveré a Chicago para el nacimiento de mi sobrino.
—¿De verdad?
—Sí, por ahora debo permanecer aquí, aislado.
—Como en el pasado —masculló Nicolas que se mantenía apartado, con
los brazos cruzados.
—No es una opción, es una necesidad —reiteró Anthony—. Desde el
momento que te di mi nombre ha sido asi.
—No hablemos mas de esto —se acerca, y observa el rostro de su hermano
que parecía cansado—. En un mes es tu próximo chequeo, quiero que llames
para ver cómo va todo.
—Y tú piensa con frialdad, tu tiempo como Vampiro terminó.
—Te dije que no lo haré —vio a Mina de reojo—. Pero si no tengo otra
opción, volveré a ello.
—Piensa en el niño que viene en camino, quieres que pase por lo mismo
que nosotros.
—Tenemos que irnos —dijo desviándose de la discusión—. Quiero llegar a
Capri antes de la noche.
—Que lo disfruten, nos vemos pronto.
—Nos vemos —Nicolas lo abrazó—. Protege a Mina si algo me pasa —le
susurró estrechándolo aún más.
—No…
—Solo promételo, Anthony.
—Lo haré, pero ni pienses que te dejaré cometer una estupidez.
Les tomó tres horas llegar a la isla en el golfo de Nápoles, donde pasarían
los últimos tres dias de su viaje. Mientras Nicolas hablaba con el encargado de la
casa que Emilio Mauro les prestó, Mina salió al balcón para refrescarse porque
la habitación estaba algo caliente.
Aspiraba el aire salado del mar turquesa, cuando vino a su memoria los
recuerdos de cuando conoció a Nicolas.
—Solo falta la música —pensó—. Y las máscaras.
—¿Qué piensas? —preguntó él, la piel de Mina se erizó al sentir su cálido
aliento en la nuca.
—En el encuentro hace casi un año.
—¿Qué otra cosa recordaste?
—Cuando dije… —echó la cabeza hacia atrás contra su pecho—, cómo
quiero quitarme este vestido.
—Yo era el primero en fila para hacerlo.
—¿Qué pensamientos son esos, señor Crowe?
—Los pensamientos de un hombre aburrido de la gente falsa de esa
estúpida fiesta —besa su hombro—. El vestido comenzó todo.
—Se honesto, no era lo único que veías.
—Era difícil con la bonita curva de tu trasero, y tus pechos levantados.
—Esos pensamientos de nuevo —trazo una línea irregular por el vello de su
brazo—. Me mirabas a través de tu antifaz.
—Imaginaba lo que estaba debajo de toda esa tela, y la visión era
simplemente perfecta.
—Criatura inquietante, ¿viste alguna película o leíste algún libro que te hizo
llamarme de esa manera?
—Pues… —recorrió la curva de su hombro con los dientes—. Esta mujer
es capaz de doblegar tus defensas y sacudir tu mundo. La criatura que gobierna
la noche con su vestido azul, dejando a la pobre víctima a su merced.
—Tienes que escribir un libro, tu imaginación sobrepasa mis expectativas
—soltó una risita, separándose de él—. Espérame aquí.
—Vas a interrumpir este momento.
—Espérame —lo beso.
—Mina.
—Espera —insistió haciéndole un guiño al ingresar a la habitación.
Nicolas suspiro volviéndose hacia la puesta de sol en el horizonte,
fusionándose con los primeros trazos de la impaciente noche.
—Ojala pudiésemos quedarnos aquí toda la vida —se inclina hacia la
balaustrada, observando hacia el mar—. Y olvidarme de todo.
—Nicolas.
—Tan pronto volvis…
—Hace tiempo que no lo veías, ¿verdad?
La falda del vestido que ella llevaba puesto, se movía a capricho de la ligera
brisa que corría por la terraza.
—El mismo que use en el baile de máscaras; lo puse en mi maleta,
pensando en tu promesa de llevarme a alguna isla. Imaginaba el agua y la
temperatura caliente, y la luna en el cielo con nosotros bailando.
—Jamás pensé verlo de nuevo —avanzó hacia ella—. Sabes cuantas veces
imaginé, tocarte y luego quitártelo.
—¿No crees que es un desperdicio que me lo quites tan rápido?
—Depende —pasa la mano por su espalda hasta rodear su cintura—.
Déjame hacer algo.
Levanta su mano y aprieta su cuerpo contra el suyo. Comienzan a bailar de
forma lenta y suave, con el sonido del mar como música de fondo.
—Ya no necesita lecciones, señor Crowe.
—Con esto basta —afirma, y la hace girar sobre si misma. La falda del
vestido se levanta sutilmente, mostrando sus piernas.
—Podemos ir a algún club a bailar, luego caminar por la playa.
Nicolas detiene el baile, y sacude la cabeza.
—Quiero vivir esto como si no hubiese un mañana.
—No digas eso —ella se acerca y le abre la camisa para besar su pecho—,
me hace pensar en cosas tristes.
—Déjame hacer lo que he querido hacer desde que te conocí —coloca la
mano en su espalda y baja la cremallera—. ¿Sabes cuánto he esperado por esto?
—Tu voz me dice que demasiado —la piel se le eriza, cuando la brisa salina
toca su espalda casi descubierta.
—Lo imagine de una y mil formas, al no dar contigo pensé que habías sido
un espejismo. Entonces descubrí que la mujer de gafas de abuela, vestido gris de
maestra y que parecía un ratoncito muerto de miedo, el día de la reunión en
proyectos, era la que yo tanto deseaba.
—¿Ratoncito?
—Perdona, ahora que lo analizo asi era como te veías.
Ella entornó los ojos.
—¿De verdad no quieres salir?
Nicolas meneó la cabeza.
—Tú y yo, y el mar, olvida todo lo demás.
La levanta entre sus brazos, y ella echa los suyos alrededor de su cuello.
—Vamos adentro.
Complicaciones
Capitulo 71

—Increíble —Nicolas coloca su mano abierta, en el pequeño bulto que se


asoma por el vientre de su esposa—. Creo que desde hace tiempo lo tenías, pero
estábamos tan ocupados que no lo vimos.
—Es como oír a nuestro hijo decir, ¡mírenme, papá y mamá! —Mina
expresó con adoración—. Me gusta Capri, pero ya me urge llegar a casa y
decorar su habitación.
—No pensaras hacerlo tú misma, ¿es por eso que últimamente has estado
viendo programas de decoración?
—No lo sé —dijo alejándose de él, bajando su blusa—, pero no crees que
sería divertido que lo hiciéramos nosotros mismos.
—Créeme, no soy bueno con los clavos y la pintura.
Nicolas fue hasta la mesa donde tenía el computador.
—Por cierto, Patrick me sugirió ir a Sidney para ver cómo va la
construcción de la nueva sede —levanto la tapa del portátil—. Lo estoy
considerando.
—Habías dicho que nada de trabajo —protesto ella.
—Si, pero los negocios son los negocios.
Su móvil sonó.
—Siempre tienen que llamarte a esta hora —se quejo Mina, sacando el
cepillo y una goma para el cabello de su neceser—. Deberían dejarte respirar,
ayer llamaron cuando estábamos en la ciudad, y ahora que estamos a punto de
irnos de paseo en bote.
Nicolas hizo una mueca.
—Lo dice quien una vez dijo que como el CEO de Crowe, debo dar el
ejemplo.
—Sí, pero nos quedan pocas horas para estar a solas —dijo pasando el
cepillo por su cabello—. Cuando íbamos de vacaciones, papá se desconectaba de
todo y nos dedicaba tiempo de calidad.
El teléfono volvió a sonar.
—Allí está de nuevo.
—Sí, pero debe ser importante para que insistan —Nicolas lo tomó—.
Bueno… Patrick, créeme este es un mal momento para… ¿QUE HAS DICHO?
—¿Qué sucede? —Pregunto Mina con aprensión, al oírlo levantar la voz
alterado, pensó si algo había sucedido con su familia o Ben—. Ellos están…
—Como pudo…
El teléfono se resbaló de manos de Nicolas, y ella lo cogió a tiempo de que
cayera al suelo.
—Patrick —dijo viendo la expresión desorientada de su esposo—. ¿Sucedió
algo con mi familia o Ben?
—No… es August Aubriot falleció ayer, y Peter Berman escapó.
—Dios mío —su estomago se estrujó, tratando de asimilar la noticia—. Por
favor, tramita todo lo necesario para que viajemos hoy.
—Ya lo hice, el coche pasará a recogerlos en una hora para darles tiempo de
empacar.
—Gracias.
Fue por su pasaporte y el de Nicolas, y los metió en su bolso. Luego regreso
con él que seguía sin moverse.
—Nicolas, reacciona —tocó su cara—. Solo es una coincidencia, el señor
Aubriot estaba enfermo y ese hombre probablemente viajo quien sabe dónde.
—¿Coincidencia? —Mascullo él, volviendo en si—. Las coincidencias no
existen si se trata de Berman.
—Tal vez la salud del señor Aubriot decayó... ¡Oh, Dios! Daniel debe estar
pasándola fatal.
—Mi hermano —dijo Nicolas con angustia, y extendió su mano para que
ella le diera el teléfono—, tengo que hablar con él, puede tener una recaída si…
—Es triste —susurró afectada—. El señor Aubriot, cuando lo conocí dijo
que yo le recordaba a su esposa, se veía tan…
Dos hilos de lágrimas corrieron por sus mejillas; Nicolas respiro hondo
tratando de serenarse, y le tomó las manos.
—No estoy haciendo las cosas bien —beso ambas, y las puso contra su
pecho—. Pediré a alguien que recoja todo.
—Nicolas.
—Sí.
—¿Tienes miedo?
—Solo quiero que tu y mi hijo estén bien.
—Lo estaremos —Se abraza a él—. Sé que será asi.
—Si —dijo él en tono tranquilizador, ocultando sus crecientes dudas—.
Pero no puedo evitar pensar que hay algo mas —pensó.
El nuevo giro de los acontecimientos los había sumido en un estado de
introspección compartida. Mina se sentía mal porque la felicidad por el bulto en
su vientre, había sido opacada por la preocupación y la tristeza.
Patrick los esperaba en la pista privada con Angela, que acompañaría a
Mina a la mansión a solicitud de Nicolas.
—Ven a casa —le pidió ella—. Luces fatigado.
—No puedo —repuso, su instinto le decía que tenía que tener más cuidado
—. Tengo asuntos que discutir con Patrick.
—Pero...
—Mina —utilizó un tono más severo de voz—. Lo siento, amor. Por favor
te pido que vayas con Angela; Masato las cuidara, además los guardaespaldas
irán con ustedes.
—Vamos amiga —dijo Ángela rodeando su hombro mirando a Patrick—.
Te espero allí.
—Si —dijo él.
—Cuida de ellas, Masato —dijo Nicolas.
—Lo haré.
El auto comenzó a moverse hacia la garita de salida, lo mismo hizo la SUV
detrás.
—¿Cómo es posible que en sólo 24 horas el señor Aubriot haya muerto y el
perro escapó? —dijo Nicolas dentro del coche de Patrick.
—No lo sé, he pensado en muchas cosas hasta que alguien dentro de la
empresa es el soplón. Algunos empleados vieron a la señora Wang entrar a mi
oficina.
—Escarba la mierda y más mierda sale —masculló con los dientes
apretados—. No me queda duda, alguien aqui está ayudando a Berman, Anthony
lo piensa y con esto yo también; ese hombre nunca había actuado de esta manera
—miró por el espejo retrovisor.
—Hay más —dijo Patrick.
Nicolas sabía que lo que iba éste a decirle, no le iba a gustar.
—La muerte del señor Aubriot fue natural, pero su secretario me comentó
que alguien estuvo allí cuando murió.
—Explícame.
—Tuvo una reunión con Daniel a las ocho de la mañana. Éste abandono la
casa pasadas las diez, en ese momento el mayordomo llevaba al fontanero al ala
de los empleados. Mencionó que al volver al salón, sintió un intenso olor a
cigarro, pero ni el señor Aubriot o Daniel fumaban, y Claudia Aubriot se
encontraba en el extranjero. Por la posición del cuerpo a la hora de la muerte,
con el brazo extendido hacia la mesa junto a su cama, parecía que había tratado
de tomar el teléfono.
—Trató de comunicarse contigo, quizás. Ahora estoy más preocupado, ¿y si
fue Peter Berman?
—Tal vez, desapareció antes de su muerte así que es posible —dijo Patrick
sintiendo una oleada de preocupación—. Trato de pensar en algo lógico, pero
todo es confuso.
—Si tu estas confundido, yo lo estoy más. Tenemos que hablar con mi
hermano, debe saber todo esto —llevo el móvil a su oído.
—Ya lo hice y lo tomo muy mal, sabes lo mucho que quería al señor
Aubriot, lo veía como su abuelo.
—Aun asi voy a llamarlo. Las cosas han cambiado, ahora nos movemos en
un terreno más obscuro.

***

—Brandon —dijo Mina, sorprendida de verlo en la mansión pasadas las


diez de la noche.
—Samantha me dijo que ya habían regresado —le dio un beso—. Quiero
hablar con Nicolas, ¿está en casa?
—Hola, Brandon —saludo, aproximándose a ellos—. ¿En qué puedo
ayudarte?
—Prefiero que lo hagamos en privado.
—Soy su esposa y tengo derecho a estar presente —dijo Mina—, si lo que
vienes a decir me relaciona a mí también.
—¿Acerca de que quieres hablar conmigo? —cuestiona Nicolas.
—Mina —dijo Brandon, poniendo la mano en su hombro—. ¿Recuerdas
aquel orfanato en el que trabajaste en tu adolescencia?
—¿Por qué lo preguntas? —le dirigió una mirada de duda a Nicolas.
—Sé algo relacionado con ese lugar y tu esposo.
—Vamos —indicó éste de inmediato.
Brandon parecía nervioso cuando lo invitó a entrar al estudio, mientras su
hermana se sentaba en el sofá próximo a la chimenea.
—Mina, estas aquí porque prometimos que ya no habría secretos entre
nosotros —le dijo su esposo—, pero si te sientes mal quiero que vayas a
descansar.
—Me quedaré.
—Brandon prosigue —pidió Nicolas.
—Sé que los Crowe te adoptaron.
—¿Cómo lo sabes? —fue su hermana quien preguntó.
—Hace mucho que sé que Daniel no es hijo natural de los Aubriot. Él
mismo me lo dijo el día que hablamos de tu matrimonio y me confesó lo de
Samantha. Por esto revise un documento que hablaba del asunto y de tu familia,
de la imposibilidad de Michael Crowe de tener hijos.
—Eso es lo que querías decirme el día que les dije de mi embarazo.
—Sí. Pensé en si la petición de tu esposo estaba relacionado con esto.
—Es un asunto confidencial —dijo Nicolas—. ¿Cómo llego este
documento a tus manos?
—No te preocupes, el día que fui con Samantha a visitar al abuelo de
Daniel, le prometí no decir nada y me deshice de este a su pedido, además era la
única copia disponible.
—Gracias Brandon —dijo Mina.
—Sabes que no somos esa clase de personas que juzgan a alguien por su
procedencia. Nicolas es parte de la familia y Daniel es mi amigo.
—Pero esa no es la única razón por la que estás aquí —señaló Nicolas.
—Se trata de algo más serio, me pediste poner atención a ciertos asuntos de
índole legal en Hong Kong.
—Solo por rutina —se enderezó en su silla.
—Lo hice y recibí información muy importante para ti.
—¿Qué información?
—Pagaron a un abogado para encontrar cosas de ti, de tus verdaderos
padres y el orfanato en que naciste, pero parece que los Crowe tomaron medidas
al respecto. Los expedientes sobre tu adopción desaparecieron y las autoridades
mantienen la boca cerrada. De hecho, los registros que se encontraban en la
oficina central, se quemaron en un incendio hace veinte años.
Mina vio que Nicolas no hizo ningún gesto, como si estuviera al tanto de
esta información.
—Sobre el orfanato solo está asentada la adopción, pero en los papeles a los
que se puede tener acceso no especifica el lugar y la fecha. Las autoridades
mantienen esos documentos ocultos de la vista pública.
—Lo sé.
—Si los Crowe trataron de mantener esto como un secreto, es porque hay
algo serio en todo esto. Esos documentos están más protegidos que los archivos
del FBI; como mi hermana es tu esposa y somos familia, quiero saber, ¿qué es lo
que sucede?.
Nicolas se puso de pie, dirigiendo sus pasos a la chimenea.
—Esta persona ha tratado por años de privarme de todo, pero es mejor para
ti que no sepas su identidad.
—El estar en el departamento jurídico me permite ver y oí hablar de ciertas
cosas, así que no soy estúpido, sé quién es.
—No lo menciones.
—No lo haré, pero es inevitable no sentir que algo malo sucede.
Nicolas guardo silencio, mirando de soslayo como Mina friccionaba sus
manos.
—Te respeto Nicolas, pero si sabias esto ¿por qué involucraste a mi
hermana? Ahora ella está embarazada.
—Es algo que no puedo ignorar —Inclinó la cabeza, apretando las manos
preocupado.
—Entonces dime —dijo Brandon demandando una respuesta.
—¡Para! —exclamó Mina.
—¡Eres mi hermana!
—Te juro que trate de mantenerme lejos de ella, pero no pude —repuso
Nicolas.
—Brandon este no es el momento, hemos perdido a alguien querido para
nosotros, ¿cómo te atreves?
—Déjalo Mina, tiene derecho a hacerlo, si yo estuviera en su lugar haría lo
mismo.
—Sabias de este peligro, pero aun asi la has puesto en el medio. Entiendo lo
mucho que la quieres, pero no puedo soportar que ella y mi sobrino estén en el
medio de esta pelea con esta persona. Lo siento Nicolas, pero creo que es mejor
para mi hermana que este lejos de ti, por ahora hasta que esto se resuelva.
—¡Ella está a salvo aquí! —espetó Nicolas.
—¡No me importa! —Brandon se levanta de la silla, y coge la mano de su
hermana—. Irás a mi departamento.
—¡NO! —Gritó ella con todas sus fuerzas—. Nunca me he metido en tu
vida, no lo hagas en la mía.
—Piensa en papá y mamá.
—¿Por qué actúas de esta manera? —inquirió por su actitud testaruda.
—¿Sabes lo que sentí cuando recibí este correo electrónico?
Sacó del bolsillo de su chaqueta, un papel doblado que Mina intentó tomar,
pero Nicolas se adelanto para cogerlo.
—¿Cuando lo recibiste? —preguntó.
—La mañana que el señor Aubriot murió.

Señor Foster,

Usted es un buen hermano, por eso quiero que siga mi consejo, obligue a su
hermana a que se divorcie, si no lo hace tomaré medidas drásticas. En este
momento alguien muy importante para los Crowe murió, esa es la prueba de que
yo no estoy jugando y tampoco le amenazo en falso, así que hable con ella y
arregle los papeles del divorcio rápido. Esperaré por la disolución del mismo,
pero si en cuatro meses no veo ninguna señal de que el proceso se está llevando
a cabo, antes que su esposo, será ella quien abandone este mundo.

Nicolas coge el móvil del escritorio y presiona la pantalla.


—Patrick necesito tu ayuda voy a enviarte el impreso de un correo
electrónico por fax —revisó cada línea de la nota antes de pasarlo por la
máquina—. Creo que con lo que está allí puedes trabajar.
—Me pondré en contacto con mi amigo de la CIA—dijo cuando Nicolas lo
puso en el altavoz.
—CIA —murmuró Brandon.
—Patrick tiene contactos allí —dijo su hermana.
—Vaya —musitó atónito.
—Con todo esto tu hermano tiene razón, Mina —Nicolas apartó el teléfono
de su oreja, metiendo el correo en una carpeta.
—No me voy a divorciar —repuso ella enojada.
—No he querido decir eso, y menos cuando tu embarazo será visible
pronto. Aunque nos divorciemos Brandon, cuando esta persona vea que tu
hermana está embarazada y que el bebé fue concebido dentro del matrimonio
estará en mayor peligro.
—¿Quieres decir?
—Mi hijo es mi heredero, si muero...
Mina lo miró con reproche.
—No lo digas.
—Si eso sucediera mi hijo será mi heredero, y esta persona irá tras los dos.
—No tiene caso entonces —Brandon volvió a sentarse.
—Ya ves, estoy a salvo aquí —dijo Mina.
—Haré lo necesario para protegerlos —masculló Nicolas.
Mina vio cierto fulgor de ansia en su mirada, como si el asesino del pasado
se revolviera dentro de él, deseoso por salir.
—¿A qué te refieres? —cuestionó Brandon.
—Acciones drásticas, que le pongan fin a todo esto.
Capitulo 72

—Samantha —dijo Nicolas al ella abrirle la puerta.


—Era a él a quien esperabas —dijo a Daniel—. ¿Mina vino contigo,
Nicolas?
—Esta con la señora Aubriot —su mirada se encontró con la de Daniel, que
tenía los ojos enrojecidos.
—Iré con ellas. A ver si convences a Daniel de que use la corbata —apunto
a esta, que estaba tirada sobre el escritorio.
—Trataré.
—Dani —dijo Samantha.
—No demoraremos aquí.
Ella salió, y Nicolas cerró la puerta.
—Samantha pasó estos dias con ustedes.
—Mi madre se lo pidió —repuso—. Por ahora, eso es lo que cuenta.
—Hmm… —Nicolas sacó un pañuelo del bolsillo de su saco, y se lo
extendió—. No es bueno que te vean con lápiz labial en la boca.
—Lápiz… ¡Oh! —Paso los dedos, limpiándose los labios—, ¿todavía
tengo?
—Ya no —respondió con una media sonrisa.
—Por favor toma asiento —dijo Daniel apuntando a la butaca de cuero,
entre el librero y la esfera armilar de madera y bronce sobre el escritorio.
—Patrick me dijo que querías que viniera, antes del funeral.
—Prefiero hablar aquí en la biblioteca, el lugar favorito de mi abuelo, en
vez de hacerlo en la iglesia —explico—. Me hablo de quien eres y de tu
hermano Anthony.
Nicolas lo escuchaba en absoluto silencio.
—Me lo confió el día que murió —añadió.
—¿Qué piensas de esto?
—Soy cercano a los Foster, de cierta manera, no quisiera que tus acciones
del pasado los afecten en algún momento.
—Sabes lo que hice en Crowe cuando iniciaron los rumores acerca de mi
esposa —indicó, apoyando un codo en el brazo de la butaca para tocar su
mentón.
—Sí.
—Aplastaré a quien se atreva a dañarla o a mi familia —aseguró con
semblante rígido.
—Lo tengo claro desde el día que nos conocimos, soy muy observador y
sospeche del extraño interrogatorio que me hiciste. Aunque debo admitir que me
despistaste, no demostraste emoción alguna cuando hable de mi cercanía con
ella.
—Tengo que serlo, manejar la empresa y lidiar con Berman requiere que
enmascare bien lo que pienso y siento.
—Mi abuelo confiaba en ti, y no hay mucha diferencia entre el mundo de
los negocios y en el que te movías cuando fuiste Caleb.
Tomó de dentro de su saco, un libro que puso en su regazo. Nicolas
reconoció la cubierta de cuero y las dos A doradas en una esquina, era el mismo
que vio en la habitación de August.
—Es el diario de mi abuelo, lo leí anoche, por eso tengo estas ojeras —toco
el contorno de sus ojos—. Me confió sus secretos, también los que tienen que
ver contigo.
—Daniel...
—Eres un Crowe, tu hermano te encargo manejar la empresa y el destino de
la familia —paso los dedos por la cubierta—. Descuida, no hay nada aquí que
haga referencia a Caleb. Te menciona con afecto, te admiraba por todos los
sacrificios que hiciste en tu vida.
—No tengo palabras para expresar el gran respeto que le tenía y le seguiré
teniendo —reparo en la pequeña estatuilla de bronce de San José con el niño
Jesús en los brazos, en la segunda repisa de la estantería de los libros—. Voy a
extrañarlo.
—Yo… —a Daniel le tembló el mentón y carraspeó con un nudo en la
garganta—. Quiero que encuentres al responsable de su muerte repentina.
—No tienes que pedírmelo, yo más que nadie quiere hacerlo.
—Pondré todos los recursos de mi familia a tu disposición, si los necesitas
—dijo con fuerza en la voz, a pesar de la tristeza que se reflejaba en su mirada.
Nicolas recordó que lo mismo dijo su abuelo en un entonces. Le extendió
de nuevo el pañuelo, pero Daniel sacudió la cabeza secando las lágrimas con su
mano.
—Mi abuelo y Garrett Crowe eran buenos amigos, casi hermanos. Ninguno
de nosotros tiene su misma su sangre, pero nos une el mismo propósito; por eso
de ahora de adelante, mi lealtad es contigo, el hombre que conozco como
Nicolas Crowe y con tu hijo.
Se quedaron un rato en silencio, Nicolas evaluaba lo que implicaba cada
una de las palabras dichas por Daniel. Vio la misma determinación y entereza del
señor Aubriot en él.
—Tu abuelo debe estar orgulloso de ti —dijo, mirándolo a los ojos—. Hace
cuatro años jure a mi hermano que haría justicia a sus padres, la misma promesa
te hago a ti, Daniel Aubriot.

***

A través de los vitrales de la capilla, los rayos de sol entraban pintando las
límpidas paredes de múltiples colores. Los arreglos de flores blancas,
resguardaban el retrato de August Aubriot en la parte baja del altar, junto al
féretro cerrado.
Los Foster ocupaban la segunda fila de bancas, después de los Aubriot con
Samantha que permanecía junto a Daniel y su madre. Poco a poco la iglesia se
fue llenando de quienes fueron a presentar sus respetos a la familia, la mayoría
con rostros de pena.
Nicolas miró hacia atrás ansioso, Mina tocó su mano y le sonrió para
tranquilizarlo por la inquietud que mantenía desde el día que supo la noticia.
Durante la misa, el sacerdote hablo de todo el bien hecho por August, listó
sus numerosas obras y la importancia de su legado. Cuando mencionó algunos
pasajes de su juventud en Francia, se escucho un sentido sollozo; Mina vio que
Evelyn Crowe dejo la iglesia llorando, y detrás lo hizo Ben para consolarla.
—Lo quería mucho —comentó Claudia Aubriot con voz sentida, secándose
las lágrimas con un pañuelo—. Era como un padre para ella.
Ver a esa mujer fría, romperse delante de extraños y conocidos, provocó
sentimientos encontrados en Mina, que afligida descanso la cabeza en el hombro
de Nicolas.
Al finalizar la misa, salieron de la iglesia y se dirigieron al mausoleo de la
familia Aubriot, en un terreno ubicado en una colina. De camino allí, Nicolas
sintió un roce en uno de sus costados y se volvió, pero no vio a nadie cerca,
salvo los padres de Mina y a Ángela.
Metió la mano entumida por el frio, en el bolsillo de su abrigo cuando sintió
algo.
—¿Qué es esto? —sacó lo que parecía la copia de un recorte de periódico,
doblado con descuido.
—¿Qué miras? —Preguntó Mina viendo que parecía buscar a alguien entre
el grupo de gente.
—Nada —respondió cerrando la mano en torno al papel.
Observo su entorno con celeridad, y le echó una rápida ojeada al papel.
Viéndolo confuso, Patrick se le acerca aprovechando que Mina se había
adelantado y ahora caminaba junto a Ángela.
—¿Algo está pasando? —masculló.
—Mira —Nicolas le pasó el papel, Patrick lo leyó tan rápido como pudo.
—¿No es esto…?
Nicolas asintió y lo guardo, se alejo de él para pararse junto Mina.
—¿Qué sucede, amor? —preguntó, cuando él le tomó la mano
—Nada —respondió, y miro a Daniel que frunció el entrecejo al volverse
hacia él—. El amor a nuestros seres queridos y el deseo de que esto termine —
dijo en silencio.
Capitulo 73

Mina
—¡Allí estas! —exclamé feliz, admirando mi abultado vientre.
Estoy en mi segundo trimestre, con cinco meses de embarazo y a punto de
conocer el sexo de mi bebé, lo que me tiene eufórica. El bebé quería que todos lo
notaran, y en especial su padre que no estaba en la misma frecuencia que yo
desde la muerte del señor Aubriot, hace dos meses.
—¿Qué sucede? —preguntó Nicolas que entró al baño con el nudo de la
corbata a medio hacer.
—Deja el estrés... mira —señalé mi barriga, y por primera vez en muchos
días, vi una sonrisa de felicidad dibujada en sus labios asimétricos.
—Está creciendo más rápido, la última vez que puse atención era apenas
una protuberancia y ahora debo poner ambas manos por completo —sus ojos
brillaban, moviendo las manos por mi vientre.
—Quiere que seas feliz —dije.
—Lo soy —repuso mirándome.
—No en los últimos días. Siempre te ves disperso, como en la época en que
yo no sabía la causa de tu cicatriz. Cuando llegas de la oficina ni siquiera vas a
verme, te metes en tu cuarto de entrenamiento. Mi vientre crece asi como tus
músculos, me siento pequeña cerca de ti.
—Sabes por qué lo hago.
—Quiero a mi esposo de vuelta, al descarado juguetón que me enamoro con
los encuentros secretos en su oficina. Yo sé que la situación es complicada, pero
te extraño.
—Yo también Mina, pero ahora tengo que estar más enfocado en tu
seguridad. Con tu vientre que crece cada día será difícil ocultarlo, por eso desde
mañana tendrás más protección.
—¡Más! Voy a parecer el presidente de los Estados Unidos con el servicio
secreto y una limosina blinda... —lo vi mirar hacia otro lado, evitando darme la
cara—. No me digas que...
—Lo estoy tomando en consideración.
—Es una locura.
—No fue mi idea, fue de Patrick.
—Patrick es igual a ti, los dos están paranoicos. Ese hombre desapareció
hace meses y tenemos mucha protección, es más fácil entrar al fuerte Knox que a
la empresa—salí airada del baño—. En serio que todo esto me está estresando.
Fui al vestidor por una bufanda.
—Como quisiera que no tuvieras que pasar por esto —dijo Nicolas
llegando conmigo—. Tal vez debí dejarte en Alemania con mi hermano, estaría
más tranquilo si se que estas lejos de todo esto.
—No seas tonto —me volví—. En la enfermedad y la salud, juntos —
acomode su corbata desarreglada—. Quiero que todo esto termine, que solo
pienses en el bebé.
—Es por los dos que me preocupo tanto —acarició mis labios con sus
dedos.
Descendió hasta mi pecho. Sonrió, pero sus ojos carecían de su
característico brillo juguetón.
—Ven conmigo, a la cita con el ginecólogo.
Quizás seguiría con el molesto estrés, pero si veía a nuestro bebé como yo
lo hice en mi primer ultrasonido, sabía que cambiaría su ánimo.
—Lo intentaré —dijo.
—Te quiero allí —apreté un poco más el nudo de su corbata—. Hazlo o te
sacaré de tu oficina a rastras.
—Debo tener más miedo de ti, que de los monstruos de tus libros.
—Pues… —entrecerré los ojos para lucir más amenazante—. No me
provoques.
Nos fuimos a la oficina, trabaje casi toda la mañana en los registros de los
proyectos de mes que debían estar listos para la reunión del lunes de la próxima
semana.
Cansada de tanto escribir, me fui a la sala de descanso de los empleados con
mi termo para beber el batido de frutas y complementos vitamínicos que preparé
en casa. También para esperar por Nicolas.
Me encontré con Steve que leía el periódico, dando una calada a un cigarro.
Cubrí mi nariz por reflejo, consciente de que esto no le hacía bien al bebé.
—¡No te vayas! —Exclamó aplastando el cigarro en el cenicero—. A veces
vengo aquí a fumar a escondidas —esparció unas gotas del agua de su botella en
éste.
—No hay problema —dije reconociendo su deferencia hacia mí, aunque no
supiera de mi estado—. Supe que todo el departamento estuvo ocupado con el
nuevo proyecto en Hong Kong.
Me sentí un poco frustrada por no formar parte, pero en vista de que estaría
mucho tiempo fuera de casa, Nicolas casi me lo prohibió.
—Sí, casualmente Ryan fue quien viajo.
—¿Ryan?
Hace mucho que no hablaba con mi compañero del vuelo a Italia, se
distancio de mi cuando se supo lo de mi matrimonio.
—Marian lo envió en mi lugar, porque enferme de neumonía —por su tono
quejoso, creo que no soy la única decepcionada.
—¿Cómo estás?
—Mejor... ¡Ey, Mina has subido de peso!
—¿No crees que es de mala educación decirle eso a una mujer?
—Lo siento, pero es que extraño las bonitas faldas que te ponías y me
dejaban ver tus piernas. O es que tu esposo es tan celoso que no soporta que
otros hombres te echen una miradita.
—Steve —siseo, teniendo en cuenta que si su comentario llegaba a oídos de
Nicolas, lo añadiría a su lista de personas non gratas.
—Es broma, jamás diría algo en contra del señor Crowe —se encoge de
hombros, mirando por encima de su cabeza.
De verdad si parecía que yo había ganado un montón de libras por la ropa
holgada que usaba, pero todas estaba en mi vientre, oculto bajo el chándal de
algodón negro, y la chaqueta larga café.
Tuve que pensar en algo para encubrirlo.
—La vida cambia, y sabes que cuando se viaja no hay dietas que valgan.
—Cierto, con toda la pasta que comí en Italia, tuve que invertir mi salario
de dos meses en el gimnasio —dijo soltando una carcajada, solo Steve podía
burlarse de si mismo y parecerme divertido—. Al parecer es una moda esto de la
ropa holgada, Karla de contabilidad las usa también, incluso Yuri en recepción
pero ella está embarazada por lo que no es el mismo caso.
—No —dije viendo mi reloj con disimulo—. Esta retrasado.
—¿Esperas a tu esposo?
—Sí, vamos a...
—¿Dónde?
—Visitar a mi madre.
Ayer pase una hora en el teléfono charlando con Anthony, me hizo
prometerle que dejaría el trabajo en un mes o cuando mi vientre estuviese lo
suficiente grande para poder ocultarlo. Quizás soy muy terca, pero no puedo
quedarme en casa sin hacer nada.
Creo que en algún momento mi esposo y su hermano me arrojaran por la
ventana por tantos problemas que les causó, pero yo no tengo la culpa de
enamórame de Nicolas. Lo hice y no me arrepiento. Sabía que amar a alguien
como él tendría sus consecuencias, pero no tenía idea de que tan graves podrían
ser.

Nicolas
Junto con Patrick revise la evidencia que Verónica dejó, había videos,
grabaciones y registros telefónicos, también archivos con los correos que
mostraban una lista de negocios de Peter Berman. Su relación con las mujeres
del burdel, y lo más importante, una charla donde casi confiesa su participación
en la desaparición de una prostituta y en la muerte de los Crowe. Se lo dimos a
las autoridades, asi como la información que tenemos desde hace meses, sobre
malversaciones realizadas en la división Asia Pacifico.
Solo pudimos recuperar dos cuentas en el Caribe, y del negocio ficticio que
creó y que hábilmente me convertí en su socio. Pero había dos cuentas que
alguien se encargo de sustraer todo el monto antes de poder rastrearlas y
recuperar el dinero.
—Pienso y pienso en quién puede ser su cómplice, incluso revise la lista de
personas que firmaron en el libro de condolencias del señor Aubriot —Patrick se
oía intranquilo—. Son más de cincuenta, debido a esto estoy lejos de Ángela
todo el tiempo.
Fui con él y le di una palmadita tratando de animarlo, le he exigido mucho
en las últimas semanas y al igual que yo tiene alguien por quien velar.
—Vamos a seguir dando vueltas al mismo tema sin llegar a una conclusión
lógica y debo irme, es casi la hora de ir con Mina a su cita.
—Hasta Ángela dice que su vientre crece muy rápido para solo tener cinco
meses.
—Por todo lo que ha sucedido, no ha podido ir con el médico para llevar su
control, hoy sin falta lo hará. La ropa que conseguí le ayuda a disimular, pero no
sé por cuánto tiempo.
—Sí esa persona que envió la amenaza no ha hecho nada, es porque no sabe
que está embarazada, así que es tiempo que descartemos a su familia.
—Ni siquiera los considere como sospechosos, me voy.
—¡Espera Nicolas! —Por primera vez desde que lo conozco, lo percibí
incómodo y yo sabía por qué—. ¿Confías en mí?
Aun cuando pasamos tiempo juntos, lo prefería lejos de la mansión, pero no
era intencional.
—Claro que confió, pero esta es mi manera de mantener un control sobre
las cosas, en especial por lo de ese recorte que no deja de darme vueltas en la
cabeza.
—No has pensado que quizás esta persona quiere que sospeches de todos,
incluso de la persona que tiene que ver con esa noticia.
—Estoy seguro de ello —hice una pausa, pero esta preocupación no era por
mí, sino por mi hijo y Mina—. Ya no estoy solo, si fuese asi…
—Lo comprendo, mejor ve con ella.
Como no encontré a Mina en su puesto cuando llegue a proyectos; fui con
Marian Smith que me informó que había ido a la sala de descanso.
—Mina, se está haciendo tarde.
—Buenas tardes, señor Crowe —dijo el hombre de gafas de metal y aspecto
de nerd, que se levantó del mismo sofá donde ella estaba sentada —Soy Steve
Wilson.
Lo escanee de forma rápida, era rubio, pero había algo en sus rasgos que
parecen de otra parte. Por alguna razón, antes no preste atención a esto.
—Su apellido es americano, pero me parece que…
—Soy medio taiwanés, medio americano.
—¿De qué parte de…?
—Nos vemos, Steve —Mina vino hacia mí y casi me empujó fuera de la
sala—. ¿Qué fue eso? ¿Estabas interrogándolo? —inquirió como si estuviera
perpetrando un delito.
—Sólo trato de conocer a mis empleados, nada más, y como el tal Steve fue
quien te ayudo en tus primeros meses trabajando aquí, pues no veo mal el
hacerlo.
—No es la primera vez que lo haces.
—¿Hacer qué?
—Fisgonear en mi vida te los puedo nombrar Randall, Ben, Daniel,
supongo que Dylan y ahora Steve.
—Se te olvido tu amigo, el que te cuido cuando huiste de casa.
—Qué bueno que lo mencionas, asi te quitas esa idea de la cabeza de que
pudo haber algo entre nosotros. Me dijo que su novia decidió trasladarse a
Chicago.
—Christopher Maxwell.
—¿Cómo sabes su nombre?
—Dos horas de la mansión, sólo hay una casa que pertenece a un hombre
que estudió música en Nueva York y será médico.
—Eres el colmo —dijo quejosa.
—Llevas la cuenta de tus pretendientes antes de mí.
—Mejor vamos —me empuja hasta el ascensor—. Se nos hace tarde para ir
a la clínica.

Mina
—Recuerda señora Crowe que le dije que debía venir periódicamente —
dijo el doctor Maier—. Tenía que hacerlo al finalizar su tercer mes.
—Sí, pero sucedieron ciertas cosas que me lo impidieron.
—Es mi responsabilidad —expuso Nicolas—. Un familiar falleció, por eso
no lo hizo.
—Espero que ahora si cumpla con sus citas.
—Le aseguro que lo hará.
Después que la enfermera tomó medida de mi vientre y fui pesada, el
médico hizo la anotación en mi expediente.
—Señora Crowe, usted subió casi cinco kilos en cinco meses.
—Diez libras y todo está en su vientre —dijo Nicolas.
—Sí señor Crowe, ahora vamos a hacer el ultrasonido.
Nicolas agarró mi mano y los dos observamos sin parpadear el monitor; se
podía escuchar un sonido como de latidos de corazón. Veo que mi esposo frunce
el ceño, como si hubiese tragado algo muy amargo.
—No puede ser —musita alzando la mirada hacia el doctor Maier que
fruncía el ceño también—. Pensaba que…
—¿Hay algo malo con mi bebé? —inquirí con miedo.
—No señora Crowe, me sorprende que su esposo sepa distinguir lo que está
viendo. La mayor parte del tiempo, tengo que explicar a los padres en detalle lo
que observan.
—Alguna vez estuve presente en un ultrasonido, el médico me explico
cómo distinguir lo que veía.
Recordé que el orfanato donde creció, también servía como hospital para
mujeres pobres que llegaban para ser atendidas.
—¿Me puede decir lo que está pasando? —inquirí nuevamente.
—Señora Crowe…
—Déjeme decirle, Mina es…
—¿Qué?
—En tu vientre, en vez de un bebé —me sonríe—. Hay dos.
—Dos —susurré, y allí mi garganta se cerró. No fui capaz de decir nada
más.
—Los dos están en el mismo saco —el médico señala el monitor.
—¿Por qué hasta ahora lo sabemos? —pregunta Nicolas en vista de que yo
no podía decir nada ante la inesperada noticia.
—No tuvimos la oportunidad de ver al otro bebé en el primero, porque
estaba oculto detrás de su hermano. La ecografía actual nos está dando esa
oportunidad, y de hecho tienen otro regalo, son un niño y una niña.
—Una niña y un niño.
A mi esposo se le iluminó el rostro con la noticia de que esperábamos la
pareja, parecía como un niño que había recibido su regalo de Navidad
adelantado.
Iba a decírselo cuando sentí un golpecito.
—Es... jijiji —solté una risita como si me hubiesen hecho cosquillas en la
planta de los pies.
—¿De qué te ríes?
—Los sentí, pero apenas fue un ligero golpe.
—Los bebés tratan de establecerse en el útero, se incrementará en los
próximos meses, así que tiene que prepararse.
—Doctor, su vientre crecerá más en comparación a que si hubiese sido solo
un niño.
—Tiene que ser asi para mantener a los dos, señor Crowe el próximo mes
su esposa entrará en su último trimestre.
El grado de regocijo de Nicolas disminuyó unas cuantas milésimas, dos
bebés significaba que mi vientre crecería mas al grado de no ser capaz de poder
esconderlo. Para darme animo, me sonrió y beso en la boca.
El doctor Maier se puso de pie.
—Los espero en mi oficina —dijo saliendo de la habitación.
—Estaba a punto de pedirle si podía dejarnos solos —dijo Nicolas.
—No finjas, sé que estás preocupado.
—Sí, pero también me siento feliz de que vamos a tener gemelos como mi
hermano y yo.
—¡Uff! Pon tu mano —le hice colocarla después de sentir un fuerte golpe
—. Saben que estas aquí.
—No puedo sentirlo.
—Mantén tu mano allí —tomé una respiración profunda preparada para las
patadas.
—¡Mierda! —exclamó.
—¿Qué es esa palabrota?
—Lo siento, es que me tomó desprevenido. Estos bebés son muy fuertes.
—Si —lleve una mano a mis labios, el momento era tan emotivo que el
sollozo vino con fuerza.
—Mina —envolvió mi cuerpo, ciñéndome contra el suyo—. Estoy feliz.
—¿Qué tanto?
—Mucho, mi amor.
—Entonces no dejes que la preocupación te quite la felicidad de este
momento.
—Te lo prometo, asi como quiero que me prometas que dejaras de trabajar.
—Pero… —intente dar una buena excusa para oponerme a lo que me pedía,
pero me mantuvo pegada a él.
—No hay pero que valga, Anthony te lo pidió, ¿quieres que le diga que te
niegas a hacerlo?
—Lo haré —respondí, no quería que ninguno de los dos se preocupara—.
Esta semana cumpliré con mi última asignación, y dejaré de ir a Crowe como
ustedes quieren.

Nicolas
Me tendí en el suelo, agotado de dar golpes a la pera de boxeo en la última
hora. Pienso en ir a la nevera por una botella de agua para saciar la sed que hace
arder mi garganta, pero mi teléfono suena y lo tomo del bolsillo del pantalón.
—Hola.
—Algo sucede —dice mi hermano—. Estas agitado, pero no creo que sea
solo por hacer ejercicio.
—A pesar de la distancia puedes sentir mi ánimo.
—Más de lo que crees, ¿sucede algo con tu hijo?
—Hijos… gemelos —respondí.
—¡Gemelos! —grita.
—Son… —escuche las risas de una mujer por detrás de su voz—. ¿Quién
está allí?
—¿Cómo es que…?
—Te explico, fue la noche en que mi angustia por lo de Alicia Ortega me
llevo a hacerle el amor…
—Cierra esa boca —increpa como si yo fuese un crio.
—Entonces no preguntes algo que ya sabes como sucedió.
—Quise decir cómo es que son gemelos, el médico no le dijo que era solo
uno.
—Sí, pero eso fue hace tres meses cuando no se podían ver con claridad.
Además son una niña y un niño, concebidos al mismo tiempo.
—Nicolas esto es…
—Malo —repuse.
—No es tan malo, pero no tan bueno. Con dos bebés es más complicado,
tendré que hablar con ella de nuevo, ya no puede ir a la empresa.
—Ya lo hice. Mina puede ser terca, pero sabe que por el bienestar de los
bebés debe hacerlo.
—¡Pregunta cómo se siente!
—Nicolas… Hmm —Anthony carraspea tratando de disimular de nuevo la
voz de la mujer, pero no podía engañarme.
—¡Es Luciana! ¿Qué ocultas hermano debilucho?
—Ahórrate el comentario. Hable con Patrick del correo electrónico que el
hermano de Mina recibió, es de una cuenta que fue cerrada ese mismo día.
—¿Y qué piensas del recorte de periódico?
—Berman sabe de esto, asi que no dudo que lo haya hecho a propósito para
confundirte.
Este hecho inusual me desesperaba, porque la sabandija que lo ayudaba
estaba en mis propias narices, pero no podía verlo.
—Quiere que dudes de todos, incluso de gente inocente.
—Hay tantas cosas que no puedo sacar de consideración.
—Lo sé, pero si das un paso en falso podrías darle ventaja sobre ti.
Su advertencia estaba demás porque hace tiempo, desde que me escape del
orfanato, que me mantenía siempre en alerta.
—Estoy pensando ir a Chicago en dos semanas —dijo.
—¿Estás seguro? No quiero que Berman…
—Sí. Quiero terminar con esto de una vez por todas.
Escudo
Capitulo 74

Nicolas
Mi ánimo se inquietaba por el agobiante silencio; mire hacia el reloj digital
que marcaba las 3 de la madrugada.
—Gemelos —dije revolviendo mi pelo, como si la noticia que antes me
pareció grandiosa, ahora tenía un toque irónico y peligroso—. No quiero que se
repita mi historia y la de mi hermano.
Temía que el ciclo de dolor que vivió mi madre cuando mi padre murió, se
repitiese en Mina. No es que estuviese dispuesto a morir, pero con el peligro
latente de Peter Berman y el desconocido que se movía en las sombras, pensaba
en lo que harían para acabar conmigo.
Me senté en la cama y vi a Mina que dormía plácidamente. A medida que
aumenta el tamaño de su vientre, su tiempo de sueño se extendía hasta el punto
de quedarse dormida en cualquier parte.
Toque con mis pies el frío piso, y fui a la ventana. Eche un vistazo hacia el
bosque oscurecido por la azul noche; una vez pensé, viendo el mismo panorama,
que me parecía estar dentro del pasaje de una novela de terror, la que leía para
tener ideas de cómo infundir miedo a mis victimas. Recuerdo la sensación
asfixiante, pero a la vez eufórica, que corría por mi cuerpo al lograr mi cometido
la primera vez.
—Desecha esos pensamientos —me dije meneando la cabeza.
Mina se había vuelto hacia mi lado, extendiendo su brazo por mi almohada.
Temí que despertara, y al ver que en vez de estar con ella, estaba junto a la
ventana, preguntara que me sucedía. Pero la subestimaba, su capacidad de
manejar la verdad de mi pasado y los peligros latentes, me seguía sorprendiendo.
—Tu esposa tiene rostro de ángel, pero un carácter muy fuerte —repetí las
sabias palabras de August Aubriot, dándole la razón—. Si estuviese aquí, quizás
tendría una idea de quién es el cómplice de Berman.
Decidí regresar a la cama, pero la pantalla de mi teléfono se iluminó y fui
por éste.
—Un mensaje a las 3:15 de la madrugada —abrí el buzón—. Estoy afuera,
ábreme.
Me puse la camiseta, y salí del cuarto hacia el recibidor para abrir al
visitante.
—Hace un frio del carajo —Abel se queja, sacudiendo las gotas de lluvia
adheridas a su abrigo.
—No es muy tarde para visitas —mascullé.
—Sabias de mí llegada, bueno no a estas horas.
—Entra —dije manteniendo el volumen de mi voz bajo.
—Al grano —murmura, sacando un sobre de dentro su abrigo—. Lo que
pediste.
Lo tome, y saque los papeles unidos a una grapa.
—La lista de visitantes a la sede de Hong Kong de los últimos meses —dijo
soplando sus manos—. No sé en qué puede servirte.
—Un grupo de la empresa viajo allí antes de la muerte del señor Aubriot,
tengo la sospecha que el cómplice de Berman está entre ellos.
Nos encaminamos hacia el estudio, encendí la lámpara del escritorio para
no usar la principal, y evitar que alguien viera que estaba reunido con Abel, que
ahora se servía un whiskey para entrar en calor. Yo me senté, para examinar la
lista con un rotulador fluorescente en mano.
Nunca había sentido tanto cansancio en la vista, pero la letra pequeña me
obligaba a casi pegar los ojos al papel para ver mejor.
—Si quieres puedo revisarlo —se ofreció acomodándose en el sofá, casi
acostándose en el.
—Lo haré yo.
Devolví la mirada al papel, revisando línea por línea para no pasar por alto
ningún nombre que me pareciera sospechoso. Uno demasiado conocido para mí,
salto a mi vista.
—Ryan Taylor.
—¿Quién es? —preguntó Abel con un bostezo.
—Espera —saque del último cajón, una carpeta gris con el nombre de Mina
escrito en la etiqueta—. Sabes que ordene averiguar de mi esposa.
—Vaya psicótico —comentó con incisivo sarcasmo.
—No lo hice con la idea de acosarla… Hmm —carraspeé, muy consciente
de mi culpabilidad—, lo hice para saber a que me atenía, digamos algún ex
novio celoso.
—¿Ese Ryan es…?
—Uno de los que viajo con ella a Italia. Mis sospechas apuntaban a su
amigo nerd, Steve Wilson, pero no figura en la lista. También se supone que el
soplón que aviso a Berman de la visita de mi hermano a la empresa hace tres
años, trabaja aqui.
—¿Vas a interrogarlo para ver si es él? —cuestionó con interés.
Pensé en llamar a Patrick, pero decidí manejar este asunto yo mismo.
—Ve a dormir, pero te quiero a las nueve y media en el vestíbulo.
—¿Qué harás si tu esposa pregunta de mi llegada?
—No te vera, hoy irá con su familia asi que podemos movernos sin que ella
sepa nada.
Mi familia había organizado una cena para recibir a Eva, la novia de
Brandon, que había llegado la noche anterior de Melbourne. Mina me pidió ir
con ella, pero invente que debía reunirme con el representante de la compañía
que construye el nuevo barco. Decidió ir por delante, pero me hizo prometer ir a
casa de sus padres a las siete.
Pude salir de la mansión con Abel sin que ella supiera de su presencia.
Decidí hablar con Patrick para ponerlo al tanto de nuestro plan, pero no pude
localizarlo ni en su móvil, ni el teléfono de su departamento.
—No te compliques, ya se comunicara contigo. —Dijo Abel, mientras nos
internábamos en el tráfico. Escuche un par de bocinazos cuando me pase un par
de autos, pero me importaba poco.
No tuve más opción que ceñirme a mis propias reglas, y estas no eran
precisamente tener cuidado de no bajarle los dientes al tal Ryan, a quien solicite
presentarse en presidencia hoy sábado, sin comentar a nadie de la reunión.
Además de tener un cuerpo más fibroso que el mío, la voz de Abel infundía
cierto respeto, por eso lo deje hacer el interrogatorio seguro que Ryan soltaría la
sopa.
—¿Qué intereses tienes en Hong Kong?
Después de rellenarlo con preguntas de su vida personal, que no me dieron
ninguna pista de alguna conexión con Berman, ahora Abel había ido al punto
que me interesaba.
—Mi tra… bajo —respondió nervioso.
—No mientas.
Escuche el chirrido de las patas de la silla moviéndose contra el piso,
supuse que Abel la había sacudido.
—Sabemos que has tenido contacto con Peter Berman, tenemos un vídeo
grabado por las cámaras de seguridad y se ve cuando le entregas algo,
¿queremos saber qué es?
—Ese Steve es un imbécil.
—Te refieres a Steve Wilson —me volví, alejándome del ventanal—. El
líder de grupo del viaje a Italia.
—Me pidió entregarle ese sobre, yo no sabía que había dentro. De hecho
era él quien tenía que ir a Hong Kong, pero supuestamente enfermo.
—Alguien te vio en el cementerio fumando —dijo Abel dándole una calada
a un cigarro que encendió, para luego expulsar el humo sobre él—. El día que
murió el señor Aubriot había olor a cigarro en su habitación, y tú trabajaste en su
empresa.
—Es cierto, pero lo de la calada en el cementerio fue por Steve, hace
mucho que yo no lo hacía. Me sentí mal por la muerte del señor Aubriot; Steve
me paso uno, pero solo le di dos porque era muy malo.
—Bastardo de mierda —exprese colérico, golpeando el escritorio—. Lo
hizo a propósito.
—¿Qué quiere decir? —Ryan sacudió la cabeza nervioso sudaba hasta por
las orejas—. ¿Steve está involucrado en algo ilícito? ¡Arrgh! Le dije que estuvo
mal lo que hizo.
—¿Qué?
—No fue Sarah quien difundió los rumores sobre Mina, lo hizo él. Se jacto
de eso conmigo, pero me hizo jurar que no se lo diría a nadie.
—Dijo por qué.
—Para deshacerse de Sarah y ayudar a Mina. Perdón por no decir nada,
pero no quería meterme en problemas por su culpa.
—Limítese a no comentar esto con nadie —Abel tanteo el mango del objeto
metálico que sobresalía del bolsillo delantero de su vaquero—. No suelo tener
paciencia con los soplones.
—Si —respondió Ryan poniéndose de pie. Salió de mi oficina lo más
rápido que pudo.
Apreté los puños contra el escritorio.
—¿Vamos por el tal Steve? —pregunta Abel.
—Primero necesito hablar con Patrick.
Mi teléfono suena y como si lo hubiese llamado con el pensamiento, era él
quien llamaba.
—Peter Berman apareció.
Escuchar esta noticia me devolvía la calma perdida por el anónimo y ahora
saber quién era su cómplice.
—Es lo mejor que has podido decirme, nosotros…
—Lo hallaron muerto en la habitación de un motel en Winnetka, con un
disparo a quemarropa en el pecho.
No cabía en el horror que esto significaba, el hombre que por tres años cacé
como un perro, tratando de conseguir las pruebas que lo llevaran a la cárcel por
la muerte de los Crowe, ahora estaba muerto, negándole la posibilidad a mi
hermano de hacer justicia.
—¿Tienes más detalles? —pregunté mirando a Abel que estaba tan
desconcertado como yo por la noticia.
—El gerente del hotel lo encontró a las nueve de la mañana, después que la
camarera intentara ingresar para limpiar el cuarto. Se puso en contacto con las
autoridades y luego conmigo.
—¿Por qué contigo?
—Berman dejo una nota dentro de la biblia que suelen poner en las
habitaciones. Tenía mi número y la indicación de que me llamaran.
—¿Algo más?
—No, pero lo interesante es lo que dice la página donde se encontraba la
nota —lo escuche hacer una pausa como si buscara algo—. Es un texto de Mateo
siete… Guardaos de los falsos profetas, que vienen vestidos de corderos, pero
por dentro son lobos rapaces.
—Ahora resulta que Berman era religioso.
—Shhh —calle a Abel.
—Esas líneas del versículo 15, estaban marcadas con lápiz labial.
—¿Lápiz labial?
—Apenas alcance a tomarle una foto con el celular, la policía se llevo todo
de la habitación como evidencia. Como llegue primero, ahora voy rumbo a la
estación a que me interroguen.
—Tendremos entonces que encarar al tal Steve nosotros dos —le dije, Abel
asintió.
—¿Qué Steve?
—Wilson, compañero de Mina en proyectos. Es él quien envió el anónimo.
—¡No! —grita alguien desde su teléfono, pero no reconocí la voz
desesperada.
—¿Quién está contigo?
—Ben… Peter Berman lo llamo para verlo. Llegó un poco después que yo
asi que no pude evitar que lo viera.
—¿Que le sucede? —quizás mi pregunta estaba de mas ante la situación
que había tenido que enfrentar, ver a su padre muerto.
—Insiste que no te separes de Mina.
—No entiendo.
—No quiere decirme, solo que no la dejes sola.
—Mantenlo contigo —sentí opresión en el pecho, justo hoy que no estamos
juntos sucede esto—. Insiste en que te diga, tendré que ir por ella.
Tan pronto termino de hablar con Patrick, la llamo para que no se mueva de
donde esta, pero me manda directo al buzón de mensajes. Llamo a casa de sus
padres, porque sé que está allí.
—Mina fue con Samantha a la pastelería —dijo su padre.
—¿Masato esta con ella?
—No, lo envió con nosotros para llevar unas cosas de aquí al apartamento
de Brandon. ¿Sucede algo Nicolas?
—No, solo quería decirle que quizás nos veamos más temprano de lo que
tenía pensado.
Al cerrar la llamada, estoy a punto de lanzar el teléfono.
—¡Como puede ser tan necia!
—Vaya que tu esposa te da dolores de cabeza.
—Demasiados, ayer fue su último día en la empresa, pero estoy seguro de
que si no fuese por los gemelos, seguiría viniendo.
Sé bien que ha usado sus tácticas para salirse con la suya, que hasta Masato
que es tan rígido, ha caído en sus trampas. Resolví llamarlo para que la busque,
pero mi teléfono suena y lo cojo viendo su nombre en la pantalla.
—Mina…
—¿Tú?
—¿Quién…?
—¿Por qué?
—¡Mina! —gritó y escuchó que alguien ríe—. ¿Quién es?
—Verá a su esposa de nuevo, cuando haga lo que yo le indique.
Capitulo 75

Mina
Intente moverme, pero estoy acostada de lado en una superficie demasiado
dura y fría, con los brazos sujetos por detrás de mi espalda.
—¿Qué hago aquí? —me pregunte, todavía mareada por el olor a lejía en
mi nariz.
Recuerdo que fui a la pastelería para recoger el postre para la cena con Eva,
cuando recibí llamada de Marian Smith. Me informó que necesitaba unos
documentos para la reunión de mes el lunes, supuse por su voz que era urgente.
Era yo quien llevaba el registro de los proyectos realizados este año con las
fechas de cumplimiento, pero había una que al parecer no aparecía en la base de
datos. Estaba segura que los había incluido en el último registro que hice ayer,
mi último día en la empresa antes de salir por mi licencia de maternidad.
—Debo ir a Crowe —dije a Samantha que era la única que se encontraba en
la pastelería.
—No crees que debes esperar por Nicolas, o llamar a tu chofer.
—No, di a papá y mamá que vuelvo en menos de una hora, eso es lo que
me tomará buscar los papeles y dejarlos en la oficina de mi jefa como me pidió.
—No debes ir sola, ese hombre Masato dijo que vendría por ti, que no te
movieras de aquí.
—No puedo, esto urge —digo apurada, cruzando el bolso por delante de mi
pecho después de revisar si tenía la tarjeta de pase de la empresa.
—¿Y si esperas que venga Daniel? Quedo de venir a…
—¡Espera! —Exprese con sorpresa—, ¿quiere decir que ya es oficial,
ustedes volvieron?
Sacudió la cabeza como si lo que yo acababa de decir fuese una broma.
—Nos llevamos bien, nada más.
—Te creo —dije, pero no era verdad. Mi prima se veía más entusiasta que
nunca y no tenia duda que esto era por su cercanía con Daniel, desde la muerte
de su abuelo.
Aunque Sam volvió a insistir que esperara, salí de la pastelería con prisa. El
cielo encapotado anunciaba una fuerte lluvia, propia del cambiante clima de
Chicago.
Iba a cruzar la calle para tomar un taxi en la otra acera, cuando un Audi
blanco aparcó cerca de donde yo estaba.
—Ben —susurré reconociendo su auto—. ¿Qué hace aquí?
—Mina —dijo Evelyn Crowe bajando la ventana.
—Señora —me causó sorpresa verla aquí, y más conduciendo el auto de su
hijo.
—¿Vas a algún lado?
—Yo… debo ir a Crowe por unos papeles.
—¿En sábado? No hay nadie allí hoy.
—Mi jefa me los pidió con urgencia.
—Ya veo —dirigió la mirada hacia el policía de tránsito que le hizo señas
por detenerse en una zona prohibida—. Si no me muevo me van a multar —
abrió la puerta—. Sube, te llevo.
—Pero…
—Yo sé que he sido prejuiciosa contigo, pero quiero que todo entre
nosotros marche bien por mi hijo y Nicolas. Ustedes son mi única familia ahora,
y no quiero perderla.
Dude porque no me convencía del todo su nueva actitud amable, pero pensé
en Ben, en lo importante que era para él que el asunto de su padre no fuese una
carga permanente para su familia.
—Gracias —dije subiendo al auto—. No sabía que usted conducía.
—Lo hago a veces, más cuando quiero estar sola. Mi coche esta averiado,
asi que tomé el de Ben.
—Yo quisiera hacerlo más a menudo, pero no tengo paciencia con el
tráfico.
—También puede ser porque mi sobrino no te deja ir sola a ningún lado.
—Algo asi —me acomode en el asiento, tratando de que el cinturón se
mantenga por arriba de mi barriga.
Puse el bolso a un lado para que no se note.
—Nicolas solo trata de cuidar de ti —pone en marcha el auto, mirando a su
izquierda—. Mi sobrino ha vivido solo la mayor parte de su vida, ahora eres su
familia por eso se preocupa tanto.
—Lo sé —dije. Lo sabía de sobra por la muerte de Caterina.
—Yo tampoco he sido de mucha ayuda, por apoyar las acciones de mi
esposo.
—Usted no es responsable.
—De manera directa no —dijo con innegable congoja—. Pero permití que
mi hijo pensara lo peor de su primo, cuando quizás Peter esté implicado en el
accidente de mi hermano.
La sangre se me helo al escuchar de sus propios labios, que también ella,
quizás desde hace mucho, sospechaba que su esposo había tenido que ver en
esto.
Este era un tema delicado que no quería discutir, al menos no encerrada en
el mismo coche con Evelyn Crowe. Para mi fortuna, no era una mujer de muchas
palabras como la madre de Daniel o la mía, asi que no hablo más del asunto.
Cruzamos un par de calles por la vía principal para ir al loop. Como era
sábado no había mucho tráfico, asi que llegamos a la torre en menos de quince
minutos.
—Te espero —dijo estacionando el auto en el aparcamiento que Ben
siempre utilizaba.
—Llamaré a Masato.
—No es necesario, aquí te espero.
No tuve otra opción que acceder. Fui con rapidez al ascensor del
estacionamiento, esperaba que no me tomara mucho tiempo encontrar la carpeta
con los papeles, y la memoria USB para dejarlos en la oficina de Marian Smith.
Era extraño entrar a Crowe y no ver el acostumbrado ir y venir de los
empleados por los corredores. Aunque estaba segura que algunos sábados, en
especial antes de la reunión de mes, había uno que otro trabajando en los
informes, pero hoy estaba vacío. Tampoco vi a los dos hombres de seguridad,
que siempre estaban en el área de recepción.
Encendí la luz de la oficina y fui a mi cubículo; abrí el cajón donde había
dejado los papeles.
—Estoy segura que hice ese registro —me digo tomando la carpeta—.
Siempre los reviso cuatro veces para verificar que no pasé ninguno por alto.
Chequeo para ver si los documentos están allí, y en efecto todos están en su
lugar, incluso los que supuestamente no aparecen en la base de datos.
—Ahora solo tengo que…Cof ¿Qué es eso?
Un fuerte hedor como a lejía me causa ardor en la nariz, trato de cubrirla
porque me provoca ganas de vomitar. Cuando intento levantar el brazo, alguien
lo sujeta doblándolo hacia atrás.
—Que… —trato de zafarme, pero me cubren la nariz y la boca con un paño
impregnado de la misma sustancia. Al penetrar por mi nariz, me arden tanto los
ojos que mi visión se nubla y pierdo el conocimiento.
Al volver en mí, no tengo ni noción de cuánto tiempo ha transcurrido desde
que llegue a Crowe hasta ahora. Ni siquiera sé si sigo en la empresa o estoy en
otra parte.
—La palomita no demora en despertar —escucho que alguien dice, la voz
me parece conocida, pero no identifico a quien pertenece.
Veo hacia un resquicio de luz de lo que parece una puerta que se abre poco
a poco.
—¡Ya está despierta! —alguien grita.
—¿Quién es? —pregunto.
—Lo siento, pero debía hacerlo.
El cuarto se ilumina lastimando mis pupilas sensibles, veo a una persona
parada junto a algo que parece un bulto sobre una silla.
—Tu… es una broma Steve, si es asi no es divertido.
—¿En verdad crees que es una broma, Mina?
Cuando mis ojos se acostumbran a la luz, observo con horror que el bulto es
una persona con la cabeza inclinada hacia el pecho. Los brazos están hacia atrás
de su espalda, y las piernas están muy juntas. Noto el cabello marrón peinado en
un moño, algunos mechones están fuera de lugar y el pantalón sastre crema tiene
manchas oscuras.
—¡Señora Crowe! —Digo perturbada, trato de levantarme del suelo, pero
las piernas no me responden—. ¿Qué le hiciste?
—Solo se desmayo —dijo Steve.
—¡Nos secuestraste!
—Yo diría retener por un corto tiempo —arroja a los pies de ella, la colilla
del cigarro que fumaba—. Esta apareció cuando te traía aqui.
—Te creía mi amigo.
—¿Amigo? —Expresó con sarcasmo—. Desde que te casaste con Nicolas
Crowe, dejo de ser asi. Además, Peter Berman sabe bien que por ti, su sobrino
entregaría la empresa que tanto le costó a su abuelo construir.
—Peter… Berman.
Me sentí la idiota más idiota del mundo al venir sin Masato, cuando Nicolas
me lo advirtió tantas veces. En mi tonto afán por cumplir hasta el último
momento con mi trabajo, yo misma me puse en bandeja de plata a ese hombre.
—Lamento hacer esto —Steve se agacha y abre su mano, mostrándome un
objeto rectangular, más pequeño que su palma con una luz roja que titila—, pero
tu esposo esta forrado en dinero, no es malo que lo comparta con los más
necesitados, o sea yo.
La voz sale distorsionada del aparato, pero podría hacerse pasar por la de
una mujer.
—No fue Marian Smith quien me llamó.
Steve sacude la cabeza con una sonrisa mordaz, sin las gafas metálicas me
parece otra persona.
—Mi socio y yo…
—¿Socio?
—Quien te cargo hasta aquí, la bodega donde se guardan los suministros de
la compañía.
Allí supe que estaba en el edificio adyacente a la torre, y que funcionaba
como depósito para almacenar grandes cantidades de material y equipo de
oficina.
—Tu esposo debe pensar que te tengo encerrada en algún lugar fuera de la
ciudad, jamás pensara que estas bajo sus narices —cogió uno de mis brazos para
levantarme del suelo, luego aflojo la soga que sujeta mis muñecas—. Es para
que no digas que he sido del todo cruel.
—No me digas —dije con repulsa—. Si pudiera te daría un puñetazo.
—Por eso te amarre, sé que no eres una niñita delicada, tienes tu carácter y
no quiero correr riesgos, pero tampoco quiero que la mercancía se arruine.
Me llevo al único sofá de la habitación, del que salía un resorte por el tapiz
rasgado. Parecía ser uno de los que fueron desechados de la recepción, del
tiempo que entre a trabajar a Crowe.
Pensé en Nicolas, y como se sentiría con todo esto.
—No lo lastimes… a Nicolas —aun en estas circunstancias, estaba más
preocupada por él que por mí.
—Ni siquiera lo voy a ver, le di la dirección de un lugar donde debe dejar el
dinero. Cuando tenga el pago, te dejaré a las puertas de Crowe o de tu casa —
cogió un mechón de mi cabello que olisqueo, ladee la cabeza sintiendo asco—.
¡Ja! Deberías ser más amable, al menos he sido condescendiente contigo en no
aprovecharme de la situación.
—Tú… —quería llorar, pero me aguante, era como si de nuevo me
hubieran dado una puñalada trapera y todo por culpa de la misma persona—.
Primero Ben y ahora Steve.
—Cuando te casaste todo cambio, te convertiste en el objetivo de aquellos
dispuestos a dañar a tu esposo.
—Mi… sobrino —escuche un sofoco débil, y vi que Evelyn Crowe
levantaba la cabeza—, te hará pagar por esto.
—Señora —dije con angustia de verla mal, me sentí peor porque era por mi
culpa—. No debió…
—Solapaste todo lo que hizo tu esposo —dijo Steve—. Eres quien menos
debe decir algo.
—Eres cómplice de Peter.
—¿Quién crees que lo puso sobre aviso de la visita de la madre de Verónica
Wang? Aunque ahora estoy actuando por mi cuenta, dada la condición de Mina.
—¿Su condición?
—¿Qué no lo sabes? —Dijo con excesiva arrogancia—. Que mal que tu
propio sobrino te ocultara que su esposa está embarazada.
Evelyn Crowe me mira, abriendo los ojos ampliamente.
—¿Es eso cierto?
No pude responderle. Steve vino hacia mí y me obligo a levantarme. Abrió
mi chaqueta cerrada, luego rasgo la blusa que yo llevaba por debajo con un
cuchillo.
—Lo ves —presionó su mano en mi vientre descubierto—. La señora
Crowe luce hermosa, aun con todo ese peso extra.
—¿Cómo lo supiste? —inquirí.
—No te dije que la chica de recepción estaba embarazada, y que usaba la
misma ropa. Charlando con ella me comentó de sus sospechas, de que tú lo
estuvieras, y también esta tú exagerada reacción cuando me viste fumar.
—Debieron… —la voz de Evelyn Crowe salió temblorosa—. ¿Peter lo
sabe?
—No soy idiota para decirle algo que me dará más dinero de lo que
pensaba. Mina vale más que todos los activos de esta empresa. Ese niño es mi
pasaje a una vida de lujos y comodidades que Nicolas Crowe me dará.
—¡Mal nacido! —grito con todas mis fuerzas, moviendo los brazos por
detrás de mi espalda, tratando de sacar al menos una mano de la atadura.
—Que mal educada eres, ya no soy el Steve divertido que te ayudaba con
tus asignaciones, ahora el panorama cambió —pasó el cuchillo por mi vientre,
subiendo para llegar a la copa de mi sostén—. Es de entenderse el por qué
Crowe perdió la cabeza por ti, tienes…
—¡Jajaja! —la madre de Ben carcajeo de forma histérica—. Crees que te
saldrás con la tuya, imbécil.
Su rostro habitualmente imperturbable, ahora se veía descompuesto, con
una sonrisa que se ensanchaba por sus labios como la del bufón en un mazo de
naipes.
—Mi esposo siempre fue muy hábil para manipular a gente con mentes
débiles como tú.
—No te metas en esto —dijo Steve entre dientes—. Mi asunto no es
contigo.
—Ni siquiera tienes los huevos para enfrentarte a mi sobrino cara a cara,
porque sabes que te aplastara como un gusano. Eres un pendejo que cree estar al
nivel de Mina, pero no le llegas ni a los talones.
—¡Te dije que te callaras! —Steve grita y se va sobre ella, la toma de los
cabellos desbaratando el moño—. Detesto a la gente como tú, que cree que por
tener dinero puede humillar a los que no están a su nivel.
—¡DEJALA! —grité.
—Tú y yo éramos del mismo grupo, Mina —me lanza una mirada de
desprecio.
En ese momento veo que un hombre de considerable tamaño entra. No
muestra expresión alguna, parece uno de los que a veces veo llevar material a
Crowe de este depósito. Me pregunté, que tanto dinero le habría prometido Steve
para que se prestase a esto.
—Llévala afuera —Steve le ordena, y vuelve a mirarme—. Pórtate bien
palomita, nada te va a pasar si te quedas tranquila.
Sale y detrás lo hace el otro arrastrando a Evelyn Crowe como si fuera una
muñeca rota.
—Dios que no pase nada.
—¡Eres un pelele! —escucho que ella grita. Al provocarlo con sus insultos,
empeoraba su situación.
—¡Te vas a quedar quieta!
—¡NO!
—No me dejas otra opción.
Aguzo el oído, y doy un respingo al escuchar un ruido sordo como de algo
que golpea el suelo. Luego todo es silencio.
—Todo estará bien… —veo a mi vientre descubierto y pienso en mis bebes
—. No puedo quedarme sin hacer nada.
Como Steve aflojó la soga que sujeta mis brazos, no me costó deshacerme
de ella, aunque en la lucha por zafarme de la atadura me quemo las muñecas.
Busco algo con que defenderme, pero lo único que veo y que quizás puede
ayudarme, es un palo de trapeador que agarro con ambas manos como si fuese
una de las espadas de Nicolas.
—Mejor esto que nada.
No veo donde más esconderme que en el angosto espacio entre la pared y el
sofá, oculta por la oscuridad para evitar que Steve o su compinche tengan vía
libre y se vengan sobre mí.
—Vaya que han sido útiles ver las aburridas películas de acción que le
gustan a Brandon, veremos si también me ha servido espiar a Nicolas cuando
entrena —inhalo con pesar—. Como quisiera que estuviera aquí, pero mejor no,
ese grandulón puede hacerle mucho daño.
Steve regresa, pero solo. Exhalo para sosegar mi miedo.
—¡Carajo! —sacude la cabeza y avanza hacia el sofá, quizás todavía no ha
notado que yo estoy detrás—. Palomita, sal de tu escondite si no te ira mal.
Lo veo sobar su nuca, no tengo duda de que trazo este plan a la carrera por
mi imprevista salida de la empresa. Por un momento, siento lástima de que el
muy tonto se dejara influenciar de Peter Berman.
Miro mi barriga y pienso en mis hijos que son lo único que me importa en
este momento.
—Es un idiota
—Oye Mina, te prometo que no te tocaré ni un pelo, no le hice nada a la tía
de tu esposo, es que ya me tenia harto con su…
Aprovecho su infinito palabreo y que mira por detrás de su espalda, para
estamparle el palo de trapeador en la cabeza. Este se parte en dos, casi al mismo
tiempo él cae al suelo.
No podía quedarme a ver si estaba inconsciente o no, tenía que escapar
antes de que se recobrara del golpe, o que el grandulón regresara y ese si se veía
dispuesto a maltratarme físicamente para mantenerme quieta.
Salgo del cuarto, y corro entre las cajas y mobiliario viejo, buscando la
salida de emergencia o la ruta hacia el ascensor. Detestaba sentirme vulnerable,
pero no tenía tiempo para recriminarme por haber ido a la empresa sin Masato.
Escruto la penumbra y veo lo que parece un grupo de oficinas vacías. Antes
de que Crowe lo adquiriera para utilizarlo como bodega; en este edificio
funcionaba una compañía de bienes raíces que quebró en la crisis financiera del
2008.
—Si logro ir a la salida de emergencia, serán solo cuatro pisos hasta la calle
—trato de relajar mi corazón agitado, cuando siento las pataditas en mi vientre
—. No se preocupen, mamá los sacara de aquí.
Cruzo un pasillo y llegó a lo que supongo es el vestíbulo, el mostrador de
recepción tiene una densa capa de polvo, y el único sofá parece no haber sufrido
por el paso del tiempo.
—Debo seguir a la derecha, estos edificios tiene la ruta de emergencia en
esa dirección.
Avanzo con cuidado de no alertar al compinche de Steve, pero un ruido
detrás de mí, hace que me detenga. Abro los ojos de par en par, con temor de
encontrar algo desagradable.
—Dios… será el grandulón —trague saliva—. O una rata… odio las
ratas… lo peor que pueda suceder es que tenga un encuentro cercano con una o
con su familia.
Doy un paso con la idea de salir corriendo, pero casi al mismo tiempo algo
me retiene por el brazo. Trato de soltarme, pero el agarre es más fuerte y termina
halándome hacia la oscuridad.
Capitulo 76

Nicolas
Me metí en la ducha para quitarme el olor nauseabundo de la sangre de ese
criminal, que se mezclaba con el agua en el revestimiento de cerámica.
El momento en que el cuchillo cortó la carne del asesino de Caterina, fue
como si mis dientes se hubiesen hundido en ella, tomando su vida. La adrenalina
en mi cuerpo seguía a tope, me pregunté por qué no estaba de cabeza en el
retrete, dejando mi estómago por el asco. El odio había dominado mi vida todo
este tiempo y aún lo seguía haciendo, no había tiempo para lamentaciones.
Miro alrededor tratando de imaginar a mi Cate, pero después de un año
era difícil para mí siquiera recordar su aroma o su voz. Ahora solo era un ser
errante, que ansiaba acabar con todas las escorias hasta quedarme sin vida.
—Que tipo tan idiota, retener a tu esposa bajo tus narices.
La voz de Abel hizo que los recuerdos del pasado se disolvieran de mi
mente, como la niebla matutina cuando deja paso a la luz del día.
Guardo la Glock de 10 mm en la funda atada a mi cintura, y reviso si la
navaja sujeta a mi pierna seguía en su lugar.
—Lo hizo para despistar, ese es el último lugar en que yo pensaría que la
tendría —dije acerando todavía más, las capas del control de mi mismo—. No
sabe que el móvil de Mina tiene un GPS adicional, que mande a instalar por
seguridad y que no puede desactivarse.
—Pero no deja de ser un idiota —dice Abel pasándome el móvil.
El punto rojo en la pantalla seguía parpadeando en el mismo lugar que hace
media hora, al menos se que no la ha movido de donde la tiene.
—Me asusta tu pasmosa tranquilidad.
—¿Tranquilidad? —Mi cuerpo se tensa, como cable de acero estirado hasta
su punto máximo de resistencia—. Estar asi es peor que explotar y salir como un
loco a romper cráneos.
—Vayamos con refuerzos —sugiere Abel cuando cruzamos el vestíbulo de
presidencia, para tomar el ascensor—, no sabemos cuántos tipos además del tal
Steve estén en la bodega.
—No voy a esperar por Patrick, se lo que toman los interrogatorios de la
policía y no puedo perder tiempo.
Conozco el edificio de siete pisos al que nos dirigimos, porque lo estudie a
fondo en el plano que me envió el intermediario de Berman que me contrato para
matar a mi hermano. Cada piso con sus recovecos, salidas de emergencia y
elevadores; era irónico que jamás lleve a cabo mi plan de esconderme allí
después de llevar a cabo mi trabajo, pero ahora me era útil para recuperar a mi
esposa.
Lo malo era que el tal Steve, también parecía conocerlo bien asi que debía
moverme con estricto sigilo.
—Hay que usar las escaleras —dije dirigiéndome a la puerta de metal que
comunicaba la torre con el edificio—. Si vamos por el elevador, lo pondremos
sobre aviso.
Salgo y una gota de lluvia golpea mi cara, miro al cielo cubierto de nubes
grises. Otras más comienzan a caer acompañando a la primera, la sensación era
similar a cuando murió Cate, con el cielo expulsándolas como si fuesen
lágrimas.
Sacudo la cabeza para no dejarme llevar por ese pensamiento, que empaña
mi confianza.
—Son solo cuatro pisos —dice Abel por detrás de mí.
—Vamos —dije.
El piso donde tiene a Mina, es el funcionaba de recepción y administración
general. Yo iba delante y Abel en la retaguardia, subiendo las escaleras. Era la
forma que teníamos cuando éramos niños de protegernos mutuamente, si Cate
estaba con nosotros, la poníamos en medio cuidando de que nadie la tocara.
—Ojala hubiese llegado antes —masculla.
—Ya te dije lo necia que es Mina —repuse abriendo con cuidado la puerta
para ingresar al piso.
—No hablo de ella, sino de Cate —dijo, con el mismo remordimiento de
hace años—. Te lo dije cuando estuviste en el hospital, todavía me lamento de no
poder hacer nada contra Alicia.
—No es momento para que hablemos de eso —sigo caminando.
—Sí, pero… ¡mira!
Toca mi hombro y señala al sujeto de contextura corpulenta, que se mueve
de forma irregular, caminando en zigzag. Aguardamos en la semioscuridad,
parados contra una pared para estudiarlo mejor. Parece un enorme oso grizzly
con el cuerpo macizo y la cabeza grande, estoy seguro que si me agarra podría
macharme con facilidad.
Abel apunta hacia un pasillo de donde proviene una luz.
—Debe estar allí —susurra mirando el punto rojo en el móvil que se veía
próximo—. El archivo de la empresa que funcionaba en este edificio.
Pienso en lo aterrorizada que puede estar, más por los bebés. Aprieto los
dientes, ansioso por castigar a Steve Wilson.
Como el oso grizzli era inmenso, teníamos que lidiarlo entre los dos, asi
que me muevo hacia adelante dejando a Abel atrás. Como soy más rápido que él,
mi intención es alejar al grizzli de donde esta Mina y que se venga sobre mí.
Me lanza un derechazo que logro esquivar, deslizándome para quedar fuera
de su alcance. Al bajar los brazos deja expuesto su torso, y le asesto un golpe al
plexo solar que lo desbalancea, pero a pesar del impacto, sigue caminando como
un autómata.
—Que mierda, parece un zombi —masculla Abel que pasa por detrás.
—Ahora —digo y desenfundo la navaja, encajándola en su pierna por arriba
de la rodilla.
Se tambalea y Abel aprovecha para golpearlo en la nuca. Me echo hacia
atrás para evitar que me caiga encima al chocar contra el suelo, cual tronco seco
recién cortado.
—Como en los viejos tiempos —dijo Abel, pero no suena satisfecho—. Fue
demasiado fácil, casi no opuso resistencia.
—Eso es lo de menos.
Abel se agacha para revisarlo, comprueba que no lleva ningún arma
encima.
—Solo con los puños.
Sostengo la Glock con más fuerza, y me dirijo a donde esta Mina. Al cruzar
lo que parece la recepción, me parece ver una sombra que se mueve en nuestra
misma dirección.
—¿Viste eso?
—No —responde Abel—. Creo que este lugar esta embrujado, mejor
vamos por tu esposa y salgamos de aquí rápido.
Avanzo hasta llegar al vestíbulo, miro hacia donde está el mostrador y
diviso a alguien de espalda, que mueve la cabeza de un lado al otro, como si no
supiera a dónde ir. Preparo la pistola, pero al ésta voltear, veo la protuberancia a
la altura de su vientre.
—Mina… Abel muévete… ¿Abel? —miró hacia atrás, pero éste
desapareció—. ¿Dónde te metiste idiota?
No puedo ir a buscarlo, así que fui hacia ella con precaución de mantener
un ojo en ambos costados, para evitar que me tomen por sorpresa.
—Odio las ratas —la escucho decir temblorosa—, lo peor que pueda
suceder es que tenga un encuentro cercano con una o con su familia
La cojo del brazo y la llevo conmigo sin alertarla de quien soy.
—¡Suéltame! —grita.
—No hasta que te saque de aquí.
—¡Nicolas!
—Niña terca —gruño por lo bajo—. Te dije que no te movieras a ningún
lado sin…
—¡Gracias… a Dios! —Hace que nos detengamos, y me abraza hundiendo
los dedos en mi espalda—. Teníaaa miedo.
—Ahora no importa —la aparto un poco para quitarme la cazadora y
ponérsela encima—. Estas helada —froto sus brazos.
—Lo sientoo —tiembla tanto, que difícilmente puede hablar—. Vine
pensando que Marian Smithhh…
—Steve Wilson —digo antes que ella continúe.
—Tenías razón en… desconfiar de él.
—¿Dónde está?
—Lo golpe con un trapeador, no sé si…
—Sabes defenderte —sonrío, y acaricio su cara—. Quiero que te escondas.
—¿A dónde vas?
—Tengo que terminar con esto.
—¡No! —engancha los dedos a mi brazo, tratando de impedir que me
mueva—. Salgamos de aquí.
—Mina este tipo está detrás del anónimo que recibió tu hermano, también
ocasionó la muerte del señor Aubriot.
—No sé… de que estás hablando.
Veo que Steve Wilson sale con dificultad del corredor, balbuceando y
agarrando su cabeza.
—Solo puse ese recorte en su abrigo… del señor Aubriot... yo no sé nada.
—Niegas que estuviste en su casa el día que murió —coloco a Mina detrás
de mí—. Lo que sea que le hayas dicho, le provocó la muerte.
Lo examino rápidamente, no lleva ningún arma.
—No es asi.
—¡¿Creíste que te saldrías con la tuya?! —me abalanzó, y le asesto un
golpe.
—¡No fui yo! —escupe sangre.
—No me importa —vuelvo a golpearlo, y cae de rodillas—. Si te mato
nadie va a lamentarlo.
Lo sigo golpeando ahora en el suelo; mis nudillos se enrojecen, pero no de
mi sangre, si no de la suya. El deseo de hacerle tanto daño como pueda, flamea
en mí.
—Te llego la hora.
—Yo —dice alzando las manos—. Solo hice… lo que Peter Berman me
pidió… poner ese recorte en su abrigo.
—Eso no importa.
—¡Basta! —Grita Mina, poniendo las manos en mi pecho, luchando para
que retroceda—. Por favor no lo hagas.
—¡Apártate!
—¿Quieres que los bebés pasen por lo mismo que tú? —Me mira
desesperada—. Crecer sin su padre como sucedió contigo.
Aturdido retrocedo, experimentando un profundo enojo porque en algún
lugar oscuro de mi mente, pienso que lo hace para protegerlo. Pero la verdad es
que a quien Mina protege es a mí, poniéndose en medio para evitar que mate a
Steve a golpes.
—Ya no más —susurra, tomando mi mano con los nudillos ensangrentados
—. Déjalo, por favor.
Al ver su vientre descubierto, pienso en mis hijos, en todo lo que mi
hermano y yo hemos tenido que soportar, y el cruel destino de nuestra madre.
No quería lo mismo para ellos.
—Tranquila.
Mi ira se aplaca, y toco su rostro que lo es todo para mí. Entonces me
vuelvo hacia Steve, que tiene la cara estropeada mis golpes.
—Tienes suerte, pero… —le doy otro puñetazo, que lo deja inconsciente—.
Con eso bastara hasta que la policía venga por él.
—Gracias por escucharme —Mina hace que me tambalee, abrazándome
llena de miedo.
—Debemos salir de aquí —digo apretándola contra mí.
—Tenemos que encontrar a la madre de Ben.
—¿Evelyn Crowe está aquí? —Pregunto con sorpresa.
—Sí, es que...
—Espera —ladeo la cabeza aguzando el oído.
—¿Qué pasa? —me mira desorientada.
—¡Mierda!
Maldije por descuidarme al guardar la pistola en la funda, para golpear a
Steve. No puedo hacer nada más que protegerla, y la envuelvo como si fuese un
escudo.
—Daría mi vida por ti mil veces.
—¡Suéltame! —lucha para que lo haga, pero la ciño mas.
Escucho un fuerte estallido, y luego otros que vienen de diferentes
direcciones. Trato de mantenerme en pie, pero el impacto me hace caer al suelo
con Mina a la que sostengo.
—¡NICOLAS!
—No te muevas —vuelvo la cabeza hacia la voz de la figura deforme y
pelos revueltos, que se aproxima a nosotros.
—No… —dije—, tengo que mantener… los ojos abiertos.
Pero la oscuridad se cierne sobre mí, engulléndome.
Capitulo 77

Mina
El vello de mi nuca se eriza cuando me abrazo a mi esposo, tratando de
proteger a nuestros bebés.
Siento su cuerpo inerte.
—Nicolas…
—Pobre niña.
Levanto la cabeza y miro con horror, a Evelyn Crowe que sostiene un arma,
con el cañón apuntando hacia mí.
—Usted… entonces lo de traerme aquí, no fue coincidencia.
Me mira sin decir nada, guardaba la esperanza de que alguien apareciera
para ayudarme, pero estaba sola y sin posibilidad de salir viva de aquí. Hice un
intento por voltear a Nicolas y ver que tan profunda era la herida, pero ella
chasqueo la lengua.
—Sera mejor que no lo hagas.
—¿Por qué? —Pregunté llorosa—. Usted es una víctima como lo es él.
—El chico de Michael —baja la mirada hacia su cuerpo, y entrecierra los
ojos—. Que tiene todo lo que mi hijo merece, cuando en realidad no lleva la
sangre de mi familia.
Me quede de piedra al escuchar lo que dijo.
—¿Usted… lo sabe?
—Desde antes de la muerte de mi hermano —reconoció con satisfacción
vacía—. Michael era estéril, y mi padre tapo esta verdad para favorecerlo a él.
—Su familia…
—Voy a contarte… —arrugó el entrecejo, como si algo le doliera—, una
historia
—¿Qué? No es momento para eso.
—Sí lo es —me mira con gesto torcido—. Es sobre una chica como tú,
alegre y que lo tenía todo. Un día paseando con su mejor amiga por el Navy Pier,
conoció a un muchacho encantador y hermoso. Se enamoraron perdidamente,
pero el padre de ella le prohibió verlo porque no era de su misma clase. La
muchacha se desespero, asi que escapo de su casa para huir con el chico y vivir
su amor, lejos de las imposiciones de su apellido.
Detuvo el relato y miró hacia la ventana, que se iluminó por el destello de
un relámpago.
—Hoy hace 27 años, el auto en el que huían, patinó en el asfalto
resbaladizo por la fuerte tormenta. Un camión los embistió, matando al chico al
instante; la chica estuvo en el hospital por dos semanas, pero mejor hubiera sido
que muriera con él.
Restregó sus ojos.
—En vez de consolar a su hija, el padre la envió lejos para que aliviara su
dolor, pero la verdad es que lo hizo para sofocar las habladurías. Ella se sentía
sola y devastada, traicionada por su familia, en especial su hermano que no hizo
nada para ayudarla.
Su voz se tornaba más débil, se veía frágil, diferente de quien yo pensaba
que era. La vi como la jovencita ilusionada, que ella me describía.
—A pesar de todo, en Europa fue feliz porque dio a luz al hijo de Benjamín,
el chico que tanto amo y que la crueldad de su familia le arrebató.
Sacudí la cabeza.
—Ben es… —la sangre se me helo, ante esta revelación—, su hijo no es…
Asintió, su rostro estaba tan macilento que parecía traslucido.
—La necesidad de proteger al bebé de su odioso padre, que quizás se lo
quitaría o le ordenaría deshacerse de él, la llevo a hacer un trato con un hombre
ambicioso y ruin que juro protegerla y a su hijo a cambio de casarse con él y
otorgarle poderes para manejar su patrimonio.
Me removí inquieta, ya no era solo que ella sospechara, estaba al tanto de
todas las acciones de su esposo porque era su cómplice.
—No le importo que asesinara a su hermano.
—Lloré hasta quedarme seca —dijo con expresión demudada—. Pero
primero debía pensar en mi hijo; tu estas en la misma situación, estoy segura que
si pudieras, harías lo necesario para proteger al niño que llevas dentro.
—No conoce a su hijo, a Ben nunca le ha interesado tomar el lugar de
Nicolas.
—Tienes razón, pero esa no era mi meta. Cuando creces en una familia a
quienes solo les importa su estúpida empresa, lo único que deseas es que esta
desaparezca. Quería acabar con ella, desmembrarla y vender todos los activos
para darle el dinero a mi hijo.
—Como cree que se sentirá él con todo esto.
—Por eso se lo pedí a tu hermano que te divorciara de Nicolas, si morías mi
Ben sufriría y yo no quería eso. Pero cuando el tal Steve…
Alza la mirada hacia el derruido cielo raso, tuerce el gesto e inclina la
cabeza hacia el suelo.
—Aun después de muerto, Peter mueve los hilos para eliminar los estorbos,
incluso tratando de poner a mi hijo en mi contra.
Sacude la cabeza, dirigiendo la mirada hacia mi derecha, veo a alguien
tendido en el suelo, a poca distancia de mí, rodeado de un charco de sangre. No
sé quién es, pero parece que ella si lo conoce.
—El mequetrefe de tu amigo, pensó que podía engañar a Peter —meneo la
cabeza—. Con él nadie juega, y menos ese chico tonto y ambicioso.
—No entiendo, ¿entonces fue esa persona quien le disparó a Nicolas?
—Trabajaba para Peter, le encargo matarte a ti y a tu esposo. Asumo que
vigilaba a Steve, y como éste no hizo nada, tomó cartas en el asunto como quizás
Peter le ordenó.
—Y usted estaba al tanto.
—De tu secuestro, no, creo que ni Peter lo sabía, pero sospechaba que Steve
iba a actuar por cuenta propia.
—Usted es igual a ese hombre.
—Puede ser, pero… —mira hacia mi vientre—, jamás lastimaría a un
inocente, aunque sea un obstáculo para que mi Ben obtenga lo que merece.
—Señora…
—Calle por años los crímenes de mi esposo, incluso el que me quito a mi
hermano —lágrimas se resbalaron de sus ojos—, pero prometió cuidar de mí y
Ben, sola y dolida que podía hacer.
—El dinero no compensa lo que ha perdido.
—No… no lo compensa —jadeo, arrugando la cara todavía más—, pero
me volví una mujer sometida a las exigencias de un hombre que justificaba cada
una de sus acciones por la promesa que me hizo. Creo que si tuve sexo con él,
más de cinco veces fue mucho. Me daba asco que me tocara, cuando sabía que
venía de fornicar con alguna de sus amantes.
—No justifica que lo encubriera —repuse con ira.
—Me odias —dijo, y curvo los labios como si quisiera sonreír pero apenas
pudo hacer una mueca—. La razón por la que me resultabas tan molesta, Mina,
es porque tu forma de ser era igual a la mía cuando era más joven. Verte me
recordaba el espíritu de la chica que fui, y que desapareció el día que el padre de
Ben murió.
—Entiendo su pena —baje el rostro para mirar a mi esposo, y toque su cara
—. No sé que haré sin…
—No te preocupes… —dijo mirándolo también—, ustedes a diferencia de
Benjamín y yo, no van a sufrir el mismo destino. Quizás debí hacer como
Julieta, que siguió a Romeo a la tumba, pero… —toco su vientre, al apartar el
brazo de su estomago vi una mancha roja en su blusa.
Jadeo e inclino hacia adelante, escupiendo sangre
—No era mi intención lastimar… a tu hijo.
Iba a caer al suelo, pero de la oscuridad del corredor salió alguien que con
premura llega para sostenerla.
—¡Patrick! —Jadeo—. El fiel amigo de Michael.
—¡Mamá! —Escuche la voz de Ben y lo vi tomarla de brazos de Patrick—.
¿Qué hiciste?
—Proteger… la.
—Nicolas —el corazón me da un vuelco al ver hacia abajo y que sus ojos
están abiertos.
—Ayúdame… por favor —balbucea tratando de incorporarse.
—No puedes, estas herido.
—Tengo… que ir con ella… por favor.
Se apoya en mi hombro, en eso veo a un hombre que viene hacia nosotros,
y con rapidez nos ayuda a ambos a levantarnos. Lo conozco, es su amigo Abel,
pero no entiendo porque está aquí.
—¿Dónde… te metiste? —le pregunta Nicolas.
—Ese mal nacido en el suelo, me disparo cuando fui tras la sombra que
viste, pero solo me rozo —mira hacia la mano de Evelyn—. Esa mujer tiene mi
pistola.
Le escurre sangre de la oreja.
—¿Y tú? —Abel trata de revisarlo, pero mi esposo lo esquiva para ir con
Patrick.
—Llama al 911.
—Ya lo hice, vienen en camino.
—Llegaron aquí por el GPS del celular.
Asiente levantando la blusa de Evelyn.
—Tengo que ver que tan profunda es la herida —hace presión con cuidado.
Ben lo mira con angustia, Patrick sacude la cabeza como si le dijera que era poco
lo que se podía hacer.
Todo se torna más desolador, cuando ella inspira con dolor y abre los
labios.
—Juraste a mi hermano proteger a la familia —dijo con un hilo de voz.
—Con mi vida si es necesario —responde—. Pero no hable, eso puede…
—Hazlo con mi hijo, te lo pido por favor —susurra, volviendo la cara hacia
mí—. Ahora eres la única señora Crowe, no hagas con tu hijo lo mismo que me
hicieron a mí.
—Señora…
—Me dijiste que no te dejara —Ben se limpia las lagrimas—. Ahora yo te
pido lo mismo, quédate conmigo mamá.
—Te pareces a Benjamín, tenía un corazón puro y generoso… Peter no
logro quitarte eso, hice bien en apartarlo de tu vida.
—Fuiste tú quien...
—Una madre… hace lo necesario para cuidar… de sus hijos.
Pasa los dedos por la cara de Ben, sabía que su vida se agotaba. Él se
aferraba a ella, en un intento de apartarla de lo que fuese que se la estaba
arrebatando.
—Perro —gruñe Nicolas con impotencia, mirando el cuerpo del
desconocido enviado por Peter Berman—. Tenía que llevar a cabo una nueva
treta, antes de irse al infierno.
Trastabilla, y me apresuro a colocar la mano en su cintura para darle mejor
apoyo. Al presionarla contra su costado, la siento húmeda. La levanto, y veo
aterrada que esta roja de su sangre.
—Te dije que no te movieras.
—Ves lo difícil… —me sonríe, tambaleándose nuevamente—, de lidiar con
una persona… necia.
—Yo lo sostengo —Abel lo aparta de mí, antes que desfallezca.
Un sonido como de sirenas se oye a lo lejos. Mi mano ensangrentada
comienza a temblar, y veo la esfera de mi reloj.
—Las cuatro —aprieto los labios, y llevo los dedos a mi frente—. Se
supone que ahora estaríamos con mis padres, pero por mi tontería…
—Mina.
—Esto es…
Las gotas de lluvia golpean con tanta fuerza las ventanas, que creo que van
a romperse, como mi corazón que se aplasta al escuchar un sentido lamento. No
me atrevo a mirar, porque sé que si lo hago, perdería las pocas fuerzas que me
quedan.
Resolución
Capitulo 78

Nicolas
La voz del reportero en el televisor me resultaba tan soporífera, que quise
tener el mando a distancia para silenciarlo. Pero llama mi atención lo que
aparece en la pantalla, una imagen mía con la leyenda, en recuperación, y el
cintillo con los números del índice bursátil en caída.
—Despierto, y lo primero que veo es que hablan de mí.
—Es el segundo día que se registra…
—Disculpa —escucho la voz de Mina gangosa, y ladeo la cabeza.
Su hermoso rostro esta cerca del mío, mirándome con sus ojos verdes
adormilados. Las marcas en su cara, me dicen que se quedo dormida sobre la
manga de su sweater.
—La tenía puesta para distraerme con el programa de la mañana —se
incorpora y toma el mando para apagarla.
—Mañana —musito, sintiendo la boca seca—. ¿Qué día es hoy?
—Martes, tu tercer día en el hospital —responde ajustando algunos
mechones de su cabello en la coleta—. Si no es por los sedantes que te han
administrado, estarías por allí caminando, sin la menor precaución por tu herida.
Apenas recuerdo que Abel me sostuvo, porque mi cuerpo que hasta ese
momento había soportado el dolor, empezaba a resentir el esfuerzo que hice al
caminar. El sicario de Berman había logrado herirme, pero yo no sabía en ese
momento que tan profunda era.
—Debería ser yo quien cuide de ti —digo con frustración de estar acostado
en esta cama, con una aguja clavada en el brazo—. ¿Tu familia sabe lo que
sucedió?
—Para ellos, sufriste un accidente en tu auto. De la bodega te trajimos aquí,
un hospital privado que ha restringido el acceso a esta área, por eso tienes todo
este piso para ti solo.
—Patrick —lo menciono, porque sé que es cosa de él.
—Como siempre cuidándote.
—¿Dónde está? Necesito hablar con él.
—Fue a hablar con el director médico, pero quedo de volver.
Siento el cuerpo tan pesado, que me cuesta moverme.
—Necesito… revisar —eche una ojeada por debajo de la pálida bata. Estoy
vendado de la cintura para abajo, hasta un poco más arriba de la ingle.
—Cuando caíste… —carraspea mirando hacia el monitor, que no deja de
hacer un molesto pitido—, por sostenerme te lastimaste, el doctor dijo que si
hubieras demorado un poco más quizás…
Coge mi mano y la besa. La miro detenidamente, reparando en su
semblante calmo.
—Preferiría que dejaras de pretender, si quieres llorar, llora —le digo.
—No finjo nada, y ya he llorado demasiado estos dias.
—Pero viste cosas que…
—No voy a sufrir un colapso nervioso, si eso es lo que te preocupa —lleva
mi mano a su cara—. Es increíble lo que puede hacer en ti, el dolor de sentir que
pierdes a la persona que amas. Esos minutos en que pensé que no volvería a oír
tu voz, no se borrarán de mi memoria nunca.
—Mina.
—Me dijiste que serias mi escudo, y lo fuiste. Si no me hubieras abrazado,
los bebés y yo… —sacude la cabeza—, lo siento Nicolas, no quise provocar
todo esto.
—Mi vida no sería lo mismo si tuviese una esposa que hace todo lo que yo
le diga —apenas puedo sonreírle, me duelen las costillas—. Aunque tuviese que
pelear mano a mano con un dragón, lo haría para volver contigo siempre.
Paso mi mano por su cara, atrayendo su rostro hacia el mío para besarla.
Estoy a solo centímetros de hacerlo, pero escucho voces fuera de la habitación.
En escasos segundos la puerta se abre, y pienso si los medicamentos que me han
administrado, me hacen alucinar y al que veo entrar es a mi hermano, pero no es
asi porque Mina va por él para traerlo conmigo.
—Ya has despertado —dice Patrick que también entra.
—Hablen con él, voy con mis padres a la cafetería.
Mina me besa en la mejilla, pasando los dedos con suavidad por mi cabeza.
—¿Todavía están aquí? —pregunto.
—Ahora son tus papas también, los pobres se la han pasado todo este
tiempo en el hospital por ti.
—¡Espera! —exclamo—. ¿Y los bebés?
—Ellos están mejor que todos nosotros —responde apesadumbrada, y sale.
Volteo hacia Anthony que se sienta en el sofá próximo a mi cama. Patrick
se mantiene de pie, al final de ésta.
—Para ella no ha sido fácil, ha pasado todos estos dias contigo —dijo.
—Se siente responsable de lo sucedido —apunta mi hermano—. Ella es
otra víctima de todo esto.
—¿Cuándo llegaste?
—Hace dos dias.
—¿Mi condición? —cuestiono a Patrick.
—Llevas tres dias entre despierto y dormido —explica—. Por el ángulo del
disparo, la bala no toco ningún órgano o punto sensible, pero te tuvieron que
hacer una transfusión de sangre.
—Lo sentí, el balazo —dijo mi hermano—. Sacaba un libro de la estantería,
cuando sentí un dolor tan fuerte que me desmaye. Al recobrar el conocimiento,
le pedí a Hubert preparar el avión para venir a verte. Patrick llamó y me dijo que
estabas en el hospital, que un secuaz de Berman te había disparado.
Sé que está afectado emocionalmente, lo noto anémico como los días antes
de su operación.
—Y mi tía, fue su cómplice todo este tiempo.
—Lo siento —dije.
—No —refuta con voz llena de frustración—. Era lógico, ese recorte de
periódico del accidente que tuvo con su novio y el mensaje que dejo Berman.
Siempre la vimos como una víctima, por eso lo ignoramos.
—Pude escuchar que ella dijo… —sentí una fuerte punzada en la sien—,
que Berman trato de dañar a Ben.
—Hasta el último momento trato de manipularlo, pero ahora en contra de
su madre. Las llamadas que Berman recibía, eran de ella que amenazaba con
retirarle el apoyo, pero él no estaba dispuesto a perder su posición en la empresa.
A pesar de estar dolorido por las costillas, intento sentarme, pero Patrick no
me deja.
—No puedes todavía.
—¿Qué saben los demás de esto? —pregunto.
—La policía guarda silencio, Josep Park arregló todo para que fuese asi. En
cuanto a la prensa, alguien se fue de lengua y dijo a los medios que te
encontrabas delicado. El relacionista público de la empresa, envió un
comunicado informando que sufriste un accidente de coche, pero que estabas
estable, aunque eso no ha evitado la baja de las acciones.
—Era de esperarse —junte los dedos en mi regazo—. Pero al menos todos
hacen su trabajo como debe ser.
—¿Sabes lo difícil es para mí quedarme callado y hacer lo que dijo Patrick?
—Anthony lo mira con reproche—. Todo por la estabilidad de la empresa.
La punzada en mi cabeza, se hace más molesta.
—La muerte de mis padres quedara impune —sus brazos se sacuden y
aprieta los puños—. Evelyn Crowe encubrió a Berman, y ocasionó el paro
cardiaco que mato al abuelo August.
—Entonces fue ella quien estuvo allí a la hora que él murió.
Patrick asintió.
—Berman grabo una conversación, donde ella le confiesa haber ido con él
para pedirle ayuda, revelando su implicación en el incidente contra Julianne,
todo para que tú aceleraras el compromiso.
—Ahora comprendo muchas cosas —puse la mano en mi frente, con la
esperanza de impedir que me reviente la cabeza.
—Pero protegió a Mina y los bebés —agrega Patrick, que ahora parece ido
—, a costa de su propia vida, si ese tipo no lastimo a Mina, fue porque ella lo
distrajo y le disparo.
—Patrick.
—Dijo cuiden de mi hijo y cerró los ojos —sacudió la cabeza como si
intentara deshacerse de ese recuerdo.
—Los chismes en contra de tu esposa, la petición a su hermano para que los
divorciara —Anthony se inclina hacia adelante, con la cabeza gacha—. Ahora
tengo que tragarme mi odio, y olvidar todo.
—Debimos hacer caso a lo del recorte —reconocí—. La habríamos
ayudado, por eso fue que Ben reaccionó alterado.
—Berman le dijo cuando lo citó al motel, que no confiara en su madre y
que protegiera a Mina.
—Maldito —masculla Anthony—. A pesar de lo que hizo, siento dolor por
las razones que la llevaron a actuar de esa manera.
—Incluso si encubrió a Berman —dijo Patrick —le prometí a Michael
proteger a su familia y le fallé.
Cuando tiempo le tomaría a ambos recuperarse de esta situación tan trágica,
es algo que no sé, ni siquiera estaba seguro que yo olvidaría algo asi. Agradecí
que Patrick tuviera a Angela y mi hermano a Luciana, a diferencia de mi cuando
perdí a Caterina y me encontré solo, lidiando con el dolor de perderla. De algún
modo se recobrarían de esto, al igual que yo lo hice cuando encontré a Mina.
—Ahora que todo terminó, ¿quieres que te devuelva tu nombre, Anthony?
—dije.
Quizás no era el momento para hablar del tema, pero considere necesario
hacerlo ahora, a sabiendas de las consecuencias que eso tendría para mí.
—Sé que me lo has dicho varias veces, pero…
—Ahora menos que nunca lo quiero —repuso sin considerarlo siquiera—.
La empresa y el nombre son tuyos.
—Pero es la herencia de tus padres.
—Si mi padre hubiese logrado su cometido, quizás nuestras vidas hubiesen
sido distintas.
—¿Su cometido? —cuestiono sin comprender lo que dijo.
—Daniel me dio una carta que el abuelo August dejo para mí, la encontró
entre unos papeles que guardaba en la caja fuerte de su despacho. Iba a
decírmelo cuando regresé de Londres en la época que tú y yo nos conocimos,
pero prefirió mantenerlo en secreto porque al reunirnos todo cambio y pensó que
no había necesidad de hacerlo.
—Dime que leíste.
—El jefe del orfanato habló con mi padre, después de renunciar, le dijo que
yo tenía un gemelo. Mi padre tenía interés en adoptarte para que nos criáramos
juntos, por eso te buscó.
—Pero la hermana Anne nunca me lo dijo.
—Nunca lo supo porque mi padre no habló con ella y no se identificó a sí
mismo cuando lo visitó. Contrató un investigador, pero no obtuvieron noticias de
ti.
—Crecer juntos —esta verdad me hizo preguntarme cómo habría sido mi
vida de haber sido asi—. Sin sufrimiento, hambre y dolor.
—Eres tu quien debe seguir manejando todo. Mina y tú pueden cambiar las
cosas para bien de la familia.
La puerta de la habitación se abre y ella entra.
—Su padre trató de encontrarte —dijo parándose junto a mí—. Anthony,
¿te quedarás?
—Estaré en Chicago hasta que mi hermano se recupere, pero mi vida ya no
pertenece aquí.
—Quisiera que te quedaras —aseveré, pero dentro de mi sabía que iba a
decir que no.
—Cuando renuncié a ser Nicolas, acepte el hecho de quizás no podría vivir
mi vida contigo —puso su mano en mi hombro—. Como dices estamos sujetos a
un estúpido deber familiar, aunque en realidad nuestra sangre no pertenezca a los
Crowe.
Por ahora le daba la razón, pero de alguna manera u otra tendría a Anthony
conmigo. Ahora que todo había terminado, no tenía la menor intención de que
mi familia estuviese separada.
—Pensaremos en algo —susurró Mina, casi sin mover los labios. Mire a
Patrick que con solo mover la cabeza, me hizo saber que buscaría la forma de
hacerlo.
Capitulo 79

Querida Mina,

No sabía cómo comenzar esta carta, ni siquiera sabía que decir en ella sin
mencionar lo que tuviste que pasar por culpa de mi familia. He vivido en una
mentira por años, pero en lo único en lo que pienso es en ti, a pesar de lo
sucedido a mi madre.
Revisando sus cosas, encontré fotografías de mi verdadero padre. Me
parezco a él, como ella dijo tantas veces. Ojala hubiesen dejado que creciera a
su lado, pero me privaron de ese derecho, por eso no puedo, ni quiero tener
nada que ver con un apellido que me ha quitado todo.
Di a Nicolas que no deseo nada, a diferencia de mi madre y del hombre que
pensé era mi padre, no me interesa ni el dinero, ni la empresa. Lo que más
quería, lo perdí sin haberlo tenido.
Acepte la propuesta de tu tía Ceci, creo que en Italia, lograré deshacerme
de la pena que no me permite permanecer en Chicago. Lo que me duele de irme,
es que ya no te veré, quizás por mucho tiempo.
Te digo adiós, deséame suerte y un buen porvenir. Espero que cuando nos
veamos de nuevo, nos sonriamos como en los viejos tiempos. Solo Mina y Ben.

Hasta siempre.

Mina
Leía una y otra vez su sentida carta, a pesar de que siempre terminaba
llorando.
En realidad nuestra despedida final, fue el día que fui a verlo y deje que me
besara. La de ahora, era un corte definitivo a los lazos que lo unían a los Crowe.
—Atrás quedaron esos dias Ben, espero encuentres la felicidad que
mereces.
El incidente con sus padres quedo oculto gracias a Patrick y Josep Park, que
manejaron la versión que se dio a conocer a la prensa y las autoridades se
prestaron a la idea. Aun desde la tumba, la influencia de Garrett Crowe en las
altas esferas se mantenía, y seguiría asi hasta que el apellido Crowe existiera.
Por ahora todos se concentraban en mí, y mi enorme barriga que no me
dejaba moverme a mi antojo. Para distraerme, pase la mañana en la habitación
de los bebés, acomodando los conejos de peluche antialérgicos, sobre el mueble
de los pañales.
—Hola —dijo Nicolas entrando a la habitación—. Pensé que mamá te
estaba haciendo compañía.
—Le pedí que fuera a casa con papá —dije con nostalgia meciéndome en la
mecedora, mirando la cinta en el dosel de cada cuna, una en rosa y otra en azul
—. Ya no nos tienen a mi hermano y a mí en casa para hacerles compañía.
—¿Qué sucede? —pregunta agachándose a mis pies.
—¿Sabes algo de Ben?
—¿Volviste a leer su carta?
Asentí sin mirarlo.
—No dejo de pensar en la última vez que lo vi, el día del funeral de su
madre.
Después de lo sucedido en la bodega, que fue cerrada y demolida por orden
de Nicolas, Ben se rehusó a regresar a su casa asi que Daniel le ofreció
hospedaje en la suya hasta su marcha a Italia.
—Lo que sé, no viene directo de él. Daniel me dijo que la última vez que
hablaron, le comento que se sentía tranquilo trabajando, y que se había inscrito
en un curso de viticultura y otro para ser enólogo.
—Nunca me dijiste si le pediste al señor Mauro que lo ubicara en el viñedo
de su amigo.
—Te aseguro que no lo hice, fue cosa de tus padres y de él mismo. De
alguna manera, piensa que asi está cerca de ti aunque no físicamente.
—Tengo que aceptar que no lo veré más —cerré los ojos para no llorar,
como siempre sucedía cuando hablaba de él.
Nicolas acarició mi cara, para apaciguar mi tristeza.
—No es asi, puedes hacerlo cuando esté listo. A pesar de que tiene derechos
sobre todo el patrimonio, no quiere nada.
—En la carta lo menciona.
Nicolas meneo la cabeza.
—Sera mejor que no hablemos mas de cosas que te ponen triste y afectan a
los bebés, ¿fuiste al ginecólogo?
—Esta mañana con mamá, me hizo una serie de análisis para ver si los dos
están bien.
Ladea la cabeza hacia mi barriga para sentirlos.
—Falta poco para verlos, Audrey y Michael.
Su rostro irradiaba una felicidad plena cuando ellos patearon. Aunque ahora
era más complicado para mí aguantar el peso de ambos y sus constantes
movimientos, la alegría de tenerlos dentro de mí era perfecta.
Ayudó a que me pusiera de pie, y nos fuimos al estudio.
—Me gusta la vista de la propiedad desde aquí —dije mirando el lago
cristalino, a través de la ventana—. La primera vez que vine, deseaba dejarte en
ridículo en la pista de baile.
—Lo sé —sentí su mano en mi hombro—. No debes estar mucho tiempo de
pie.
Me llevo al sofá, e hizo que me acurrucara en sus brazos.
—Meg llamó —dije—. Dylan fue a verla a Londres.
—Las separaciones son buenas si continúan amándose —Pasó su mano por
mi dolorida espalda—. Aunque les haya tomado tiempo definirse como pareja.
—Si —levanté la cabeza para mirarlo—. Quisiera hacer un pacto contigo.
—¿Pacto? —Masculló aflojando la corbata para desabrochar los primeros
botones de su camisa—. No lo entiendo.
—Hiciste uno con tu hermano, quiero hacer uno de nuestro matrimonio.
Confiar uno en el otro, no tomar decisiones apresuradas. No actuar
impulsivamente sin conocer toda la verdad o al menos investigar la situación.
—¿Lo dices por nuestros actos impetuosos del pasado?
—Lo digo en general, los dos fuimos muy inmaduros los primeros meses.
—Solo fueron dos veces.
—Dos situaciones que casi nos cuestan el matrimonio.
—Tienes un punto válido —indicó.
Extendí la mano para acariciar su cabello.
—Con todo lo que hemos vivido sé que será diferente, sobre todo conmigo
por ser tan terca.
—No me gustan las niñas obedientes que están de acuerdo en todo, me
gusta tu rebeldía asi como tu determinación para las cosas, pero también está tu
bondad y generosidad con tus amigos.
—Bueno eso de confiar en todo el que me sonríe, es algo que tendré que
pensar tres veces antes de considerarlo. He aprendido la lección, ¿crees que
seremos buenos padres?
—Aprenderemos a serlo.
—Nicolas, yo… —cerré la boca cuando tomó mi barbilla.
—Te quiero Mina. Mi vida no sería lo mismo sin ti —beso mi nariz—.
Dime el pacto consiste en llevar este matrimonio con sus subidas y bajadas
clásicas, confiando el uno en el otro, dejando de ser inmaduros.
—Sí —flexione los dedos, excepto el meñique—. Vamos a sellarlo.
—Creo que mi método es mejor —sujeto mi cara.
—¿Qué harás?
—Con un intercambio de fluidos, recuerdo que una vez hablaste de un
sueño que tuviste conmigo en la que yo era un vampiro. Como buena lectora
sabes que los vampiros permanecen juntos por toda la eternidad, después de
intercambiar fluidos.
—Sera con…
—Un beso —se inclina tocando mi boca con la suya, de forma dulce—. Y
más —susurra.
—Yo… Ouch! —presiono mi mano en mi cintura.
—¡Que! —me mira ansioso—. Una contracción, llamaré a Masato para
que…
—Falsa alarma —toque su pecho.
—¿Segura? —cuestiona preocupado—. Podemos ir al hospital, solo para
cerciorarnos que todo está bien.
—Solo se están moviendo, además el doctor Maier dijo que faltan dos
semanas —con todo y mi enorme barriga me acerco a su boca—. Hagamos el
pacto.
Capitulo 80

Ocho meses después…

Mina
Audrey lloraba, yo sabía el porqué de su malestar, los dientes de leche se
abrían paso a través de sus encías. Aunque ella sonreía la mayor parte del
tiempo, en otras se mostraba irritada y cansada, todo lo contrario de Michael que
babeaba más que de costumbre y mordía con impaciencia su chupete.
Después de dormirlos, me senté en el sofá de su habitación, y cerré los ojos
exhausta. Asi era mi rutina todos los dias, pero no cambiaria esto por nada, a
pesar del agotamiento y las pocas horas de sueño.
El día que nacieron, tía Ceci llegaba de Italia con Emilio, como estaba tan
emocionada por verlos, ignoré la punzada en mi espalda al meterme en la ducha.
Por eso en mitad de camino al aeropuerto, Masato tuvo que desviarse para
llevarnos a Nicolas y a mí al hospital. Aun recuerdo su cara de eres necia,
cuando me llevaban en silla de ruedas a la sala de parto.
—Debería admitir que por esto, hago su vida más entretenida —inspiro y
siento un roce húmedo en mi cuello, que se asienta en el centro de mi pecho—.
Ya estás aquí.
Abro los ojos y lo veo observándome.
—Hola —dijo.
Iba a levantarme, pero hizo que me moviera para sentarse y ponerme en su
regazo.
—La mamá está cansada —acaricia mi rostro con dulzura—. ¿Cómo estuvo
tu día?
—Agotador, Audrey llorando y Michael no para de morder todo lo que este
a su alcance. Esos dientes van a hacer que escriba una cronología de la familia,
se llamará: Cómo tratar con el terror de los dientes de leche. Juro que cuando
esto termine, voy a dormir por seis meses seguidos.
—Bueno, para eso tienes a tu esposo; aunque he llegado tarde en las últimas
semanas, pero ahora tengo tiempo para reconfortarte.
Se sentía tan bien estar en sus brazos, recibiendo el calor que emanaba su
cuerpo, que no me daban ganas de moverme para ir a nuestra habitación a
dormir.
—Pensaba que mamá vendría.
—Ella y papá están ocupados con los arreglos de la pastelería, así que he
estado sola con la nana. Anthony me ayudó un poco, pero Patrick lo llamó y…
Mmm —gemí cuando aplico presión en el centro de mi espalda, los músculos de
mi cuerpo comenzaron a relajarse.
—Mi hermano te dejo sola para ir a la empresa.
—Los Cuatro Fantásticos —lo dije pensando en lo que vi la noche anterior.
Nicolas reunido en el estudio con Patrick, Abel y Anthony.
—Por favor ni lo menciones, de solo imaginarme en spandex me da
urticaria. Estamos a fin de mes y tenemos que arreglar algunos asuntos, entre
ellos las acciones de la empresa. Con Ben en Italia y sin intención de volver
algún día, hay cosas que deben resolverse.
—Te saliste con la tuya.
—Más o menos.
Anthony iba y venía de Alemania, solo por mis hijos a los que adoraba, de
hecho estuvo aquí cuando nacieron. Nicolas insistía en que se quedara de forma
permanente, exponiendo que ya encontraría la forma de que supieran de su
existencia, sin afectar la opinión de los inversionistas. Pero Anthony seguía sin
dar su brazo a torcer.
—¿Quieres volver a tu vida pasada, me refiero a comenzar una nueva vida
sin nada de esto? —le pregunto.
—¿Eso te molestaría?
Negué con la cabeza.
—Sólo me importa estar contigo y los niños, si tenemos que trabajar duro
para salir adelante, lo haré con gusto. Además tienes una esposa graduada en
Negocios con una especialidad en Proyectos.
—Se que no te importa esto del dinero, pero estoy seguro que si trato de
poner un pie fuera de Crowe, mi hermano me va a secuestrar como aquella vez,
obligándome a quedarme. Lo veo más feliz y disfrutando de la vida gracias a los
niños y Luciana, él nunca tuvo una vida normal, siempre la pasaba solo. Somos
su familia y mientras que él quiera yo seguiré manejando la empresa.
—Lo estás haciendo bien —iba a besarlo, pero mi hija comenzó a llorar—.
Los dientes de nuevo, voy a...
—Es mi turno —me dejo en el sofá, fue a la cuna y la tomó en sus brazos
—. Papá está aquí.
Comenzó a tararear Moon River, su canción para arrullar a los gemelos. Yo
permanecí observando cómo Audrey dejaba de llorar, mientras su padre la mecía
en sus brazos.

Nicolas
No podía dormir, así que decidí trabajar en el estudio hasta que el sueño
apareciera. Encontré a mi hermano sentado en el sofá, escuchando música
clásica, con el crepitar del fuego en la chimenea.
—No pensé que estuvieras aqui.
—Si necesitas estar solo, puedo irme —dijo pulsando el botón del mando,
deteniendo el disco.
Sacudo la cabeza y me siento con él.
—¿Qué dijo el médico del resultado?
Anthony se sintió mal por la mañana, eso era lo que me impedía dormir. A
pesar de que su recuperación del trasplante iba bien, yo no dejaba de estar
preocupado de que la enfermedad volviera.
—Los resultados llegaron a la oficina de Patrick.
—No me digas que…
—Vivimos separados por 21 años, ¿para ti sería difícil si yo tengo una
recaída?
—Eres mi familia, no quiero pasar por esto otra vez, verte debilitarte día
con día.
Mi hermano presiona su mano sobre la mía.
—Te preocupa porque me sentí mal esta mañana, la verdad es que anoche
estuve en tu habitación haciendo ejercicio, lo hice sin comer nada, forzando mi
cuerpo al límite. Me sentí mareado, y Luciana tomó mi presión, eso es lo bueno
de salir con una enfermera, tienes 24/7 de tratamientos especiales.
—Eso incluye cuestiones de cama.
—El burro hablando de orejas.
—¿En serio estás bien? ¿O me estas mintiendo?
Suspira mirándome.
—No somos eternos Nicolas, con tristeza asi es la vida y eso te pega más
duro porque perdiste a Caterina. Yo también me siento asi, pero te juro que voy a
vivir. En el pasado, decidí dejarlo todo, pero nos conocimos y empezamos a
compartir tiempo como hermanos, luchando y sufriendo juntos, riendo y
haciendo bromas. Somos hermanos Nicolas y eso es un vínculo que ni siquiera la
muerte romperá.
—Gracias —extendí mi brazo, y lo rodeé para abrazarlo—. No importa yo
te protegeré.
—Haré lo mismo.
Permanecimos asi hasta que comencé a sentirme incomodo, como si una
alarma estridente silbara en mi cabeza, alertándome de que podrían vernos.
—¿No te sientes raro? —cuestionó mi hermano.
—Mucho, esto no es cosa de hombres —nos separamos—. Suerte que nadie
nos vio.
—Hmm —escuche que alguien carraspeó, olvide que había dejado la puerta
abierta.
Vi al señor Abey que nos sonreía.
—¿Sucede algo? —pregunto, tratando de disimular lo sucedido.
—Los gemelos se despertaron, señor.
—¿Mi esposa?
—Dormida.
—Está agotada por esta cosa de los dientes —dijo Anthony.
—Me haré cargo.
Mi hermano me acompañó a su habitación, y tomó a Audrey en sus brazos.
Acariciaba su cabello castaño claro, arrullándola para que deje de llorar; casi de
inmediato ella lo hace.
Veo a mi hijo que me mira con sus curiosos ojos verdes, succionando la
esquina de su manta.
—Te la vas a comer —lo tomó de la cuna, y colocó el chupete en su boca
—. A ver si asi te duermes.
—Son tan bonitos, como los bebés que salen en los calendarios —dijo mi
hermano.
—Amas a mis hijos.
—Mucho.
—Entonces quédate de forma permanente.
—Ya te dije que es imposible, la prensa…
—A la porra la prensa y los inversores, eres mi hermano y te quiero aquí
con los niños. Nos privaron de crecer juntos; ya han sido demasiados sacrificios,
es tiempo de que vivamos una vida normal, dentro de lo que cabe.
No dijo nada, colocó a Audrey en la cuna y yo hice lo propio con Michael,
quitándole el chupete.
—Solo si no tengo nada que ver con la empresa y el apellido Crowe —
conviene—. Patrick puede hacer algo.
—Lo he hablado con él, y tiene una idea de cómo resolverlo. Sobre
gestionar la empresa lo haré con su ayuda, como lo he hecho hasta ahora.
—¿Estás seguro?
—Por supuesto soy el mayor por dos minutos.
—Tres.
—Lo que sea, haz lo que tú quieras si en verdad no deseas involucrarte con
el manejo de Crowe.
—Hablé con mi tutor en Londres y me propuso trabajar con él en el
Instituto de Arte aqui en Chicago.
—Acepta su propuesta.
—Gracias Nicolas, es raro pero ese nombre ya no tiene nada que ver
conmigo, además siento que Anthony se adecua mas a mi personalidad tranquila.
—Jajajaja —me rio en voz alta, cerré la boca porque todavía estábamos en
la habitación de mis hijos—. No me hagas reír, eres como yo —dije en voz baja.
—Lo dudo, tendríamos que preguntar a la pobre de Mina cuando cayó en
tus fauces, ahora es igual a ti.
—¿Acaso el señor Abey te dijo algo?
—Tengo los ojos en cada esquina, no es eso lo que le decías cuando la
chantajeaste para que te hiciera caso.
—¿Fue Patrick?
—Idiota, jamás tuviste la intención de utilizar tu poder para eso.
—No, nunca.
—Bueno —bostezó—. Estoy cansado.
—Yo también, mejor vamos a dormir —bostece igual, cosa de gemelos.
Regresé con Mina, que había dejado la lámpara de su lado de la cama
encendida. La dejaba asi para no tropezar cuando se levanta a ver a los niños.
Me acosté de costado viéndola dormir, acurrucada hacia mi lado.
—Debería…
—Mmm… los bebés —murmura, despegando los ojos.
—Duérmete —le digo, estirando los brazos para abrazarla, pero ella se
incorpora y toma su reloj.
—Once menos cuarto, tengo que…
—Anthony y yo los dormimos —le digo sujetando su mano—. Mejor
duerme.
—No puedo, tengo el sueño tan ligero que prefiero quedarme despierta.
Estoy segura que despertaran de nuevo.
—Velaremos entre los dos —me siento y veo hacia el monitor, no se
escucha ningún ruido
—A veces quisiera que hubieran venido con un manual bajo el brazo —dice
rascando su cuello—, pero es interesante ir descubriendo cosas de ambos.
Audrey le encanta que la arrullen tocando sus rulos castaños, y Michael juega
con el chupete por quince minutos antes de dormirse, los he contado.
—Anthony ya les sabe el truco.
—Se la pasa todo el tiempo con ellos, pero dijiste que los durmieron,
¿estuvieron hablando?
—Por fin accedió.
—Estupendo —frota sus ojos, al mismo tiempo que un bostezo se escapa de
sus labios.
—¿Sera que se despertaran? —me pregunto.
—Espera —ella levanta un dedo, y en pocos segundos escuchamos un débil
quejido—. Esos dientes —suspira—, pero los prefiero por encima de todo.
—Y yo, no cambio las desveladas por nada —me inclino y la beso—.
Criatura inquietante.
—Vampiro, me gusta cuando me llamas asi.
—Gracias por todo lo que me has dado, por mi familia —veo hacia el
monitor—, y por ellos que son lo más preciado.
—Agradezco por lo mismo, también por hacerle caso a mi madre y
ponerme el vestido azul.
—Estaré en deuda con ella siempre.
Hay algo que se con absoluta certeza —me digo rodeando su cintura, de
camino a la habitación de nuestros hijos—. A pesar de las diferencias que
podamos tener como esposos, superaremos las situaciones difíciles por el amor
que nos tenemos, y eso es lo que importa.
Epilogo
Entre el pasado y el presente

Nicolas
Me desperté antes de lo habitual, por temor a que los gemelos hicieran su
aparición repentina, como usualmente hacen y más hoy que es el cumpleaños de
su madre.
Voy al vestidor y sacó de uno de los cajones, una pequeña caja borgoña,
regreso a la habitación y tomó una rosa blanca del jarrón en la mesa donde Mina
tiene sus libros de lectura. Regreso a la cama y rozo la mejilla de mi esposa, ella
parpadea varias veces, hasta ser capaz de mirarme. Abre la boca, pero no puedo
contenerme y la silencio con un beso. Remuevo la sábana para meterme debajo,
muevo los labios persistentemente en los suyos, sintiendo su camisón de seda
contra mi cuerpo, deseándola tanto como el primer día.
Dejo de besarla, y señalo la caja en mi almohada.
—Es para mí —se incorpora tomándola, llevando la rosa a su nariz.
—Feliz cumpleaños, mi ángel.
—Es hermoso Nicolas, gracias.
Sus ojos verdes, brillan admirando el anillo de gema ámbar que tomo de la
almohadillada, y luego deslizo en su dedo medio. Una de las cosas que Mina
cambió después de tantas peleas y quejas, fue apreciar mis regalos. Seguía
trabajando en la empresa, cuidaba de los gemelos y también dedicaba su tiempo
a ayudar a varios orfanatos, inculcando lo mismo a nuestros hijos. Lo hace para
evitar que mi historia se repita en otro niño.
—¡Cuidado se cae!
—No lo hará.
Oímos las voces de nuestros hijos, fuera de la habitación.
—¿Habrán despertado? —pregunta Michael.
—Yo creo que sí —repuso Audrey. Mina me sonríe por lo entretenido de su
dialogo.
—¡Ustedes dos pueden entrar! —exclamo con voz grave.
Vi sus pequeñas cabezas asomarse por la puerta entre abierta.
—Bueno dias, papá y mamá.
Audrey fue la primera en entrar, con su pijama rosa y una cinta del mismo
color, alrededor de su pelo castaño con rizos. Mi princesa es tan hermosa como
su madre y también son muy similares, a veces la pillo hablando sola con sus
muñecas y la nueva versión de Patch que le regalo su tío Brandon. Jugaba a los
cuentos de hadas y su imaginación volaba a lugares encantados, lo que me
recordaba a Mina y sus libros de terror que todavía leía.
Tiene cinco años, pensé en cuando fuera una adolescente.
—Dios sé que me comporté como un desgraciado tomando a esta chica —
vi a mi esposa que hablaba con nuestros hijos—. Bueno sé que me porte un poco
mal, así que te pido que por favor cuides de mi hija —vi a Audrey—. Ella saldrá
de esta casa cuando tenga 25, no antes, y lo más importante voy a patear al chico
que se atreva a rondarla con malas intenciones.
—¡Papá! —Michael me llama, tirando de mi camiseta.
Mi hijo era más parecido a mí, con los ojos verdes como los de Mina. Hacia
un movimiento con los labios, los apretaba y luego los inflaba cuando no se
hacia lo que él quería. Su pelo era castaño liso, y es más alto en comparación con
otros niños de su edad. Pasaba el tiempo ensamblando sus juguetes y dibujando
elaborados diseños.
—Dios, que mi hijo se comporte como un buen hombre, no como su padre
o su tío, especialmente en lo referente a las mujeres.
—Nicolas, ¿estás prestando atención? —dijo Mina reprendiéndome. Puse la
mano en la cabeza de mi hijo y revolví su cabello.
—Claro que sí.
—Papá preparamos este pastel para mamá, con la ayuda de la abuela Alana
—dijo Audrey con su vocecita—. Michael vamos a cantar para mamá.
—¡Sí!— exclamó asintiendo.
Sostuve por ellos, el pequeño pastel con cuatro ángeles de pastillaje que
llevaban las velas que encendí.

Feliz cumpleaños a ti
Feliz cumpleaños a ti
Feliz cumpleaños, querida mamá
Feliz cumpleaños a ti

Mi ángel sopló las velas, los niños saltaron a la cama para darle un beso.
Luego nos acostamos los cuatro, disfrutando de este momento en familia.
No podía irme al trabajo sin hacer esto, pasar tiempo con ellos que son lo
más importante en mi vida.
—Buenos dias —dijo la nana de los gemelos que entró, después de tocar—.
Señora, feliz cumpleaños.
—Gracias, señora Gardner.
—Disculpen la interrupción, pero vengo por Audrey y Michael, es hora de
su baño.
—Pero queremos quedarnos —protestaron los dos, haciendo el mismo
puchero.
—Obedezcan —apunto severo—. No irán a casa de los abuelos si no se
bañan.
Se bajaron de la cama rezongando, y salieron de mala gana.
—Estos niños.
—Nicolas —susurra Mina—. Hay algo que tengo que decirte, pero es mejor
que lo haga después.
—Tengo tiempo para ti —le digo tomando su mano.
—Recuerda que hoy tienes reunión con los socios, y se hace tarde.
—Disculpa por eso, mi nuevo secretario lo puso en la agenda sin previo
aviso cuando hoy que es tu cumpleaños.
—No te preocupes.
—Trataré de llegar a tiempo a casa de nuestros padres.
Le di un beso en los labios y me dirigí al baño. Hoy tiene que ser un día
especial.

Mina
Fui a mi antigua habitación, ahora con las paredes pintadas en durazno, con
dos camas individuales que usaban mis hijos cuando se quedaban en casa de mis
padres.
Retrocedo en mis recuerdos, como si moviera las manecillas del reloj del
tiempo, al contemplar la cómoda con mi viejo joyero y la estatuilla del ángel. Me
parece increíble todo lo que ha sucedido en mi vida desde ese día que luche con
mamá, por obligarme a usar el vestido azul para el baile de máscaras.
Ella me aseguró que la noche sería especial, y vaya que tenía razón. Un
hombre misterioso se obsesionó conmigo, y ambos nos vimos atrapados en un
torbellino de sentimientos el uno por el otro. Increíblemente terminamos
casados, pasando por situaciones difíciles que pusieron a prueba nuestro
matrimonio.
—¡Tía Mina! —la cantarina voz que escuche llamándome, me lleno de
alegría.
—Jessie —murmuré, viéndolo correr hacia mí—. ¡Dios, has crecido tanto.
Tenía más de 3 años de no verlo, desde que se mudo a Seattle por el trabajo
de sus padres en el Centro Médico Virginia Mason. Supe que regresaron hace
dos meses, después de hablar con Daniel por el pedido de mi esposo para que
trabajaran en el nuevo hospital que Corporación Crowe construyó hace un año.
—¿Dónde está el tío Nicolas? —preguntó.
—En el trabajo, pero vendrá esta tarde.
—Quiero verlo.
—Y él se alegrará de verte.
Recordaba al lindo bebé en mi cama, mientras Nicolas le cambiaba el pañal,
y luego dormido encima de él. Ahora después de casi seis años que todo empezó,
mirando hacia atrás, pienso que mi esposo tiene un alma hermosa.
—¡Mami!
Audrey entró, tratando de acomodar la cinta turquesa alrededor de su
cabello.
—Vamos a acomodarla —desato la cinta para ajustarla mejor.
—La abuela dice que el almuerzo está listo —dice impaciente.
—Déjame terminar aquí —hago otro nudo para que no se suelte—. Ya estas
lista.
—Vamos —toma mi mano—. Tu también, Jessie —agarra la de él que le
sonríe.
Abajo nos esperaban mis padres con Brandon y Eva que lucía una barriga
de cinco meses. Daniel se quitaba la bufanda y Anthony revolvía su pelo después
de quitarse la boina.
Mi familia supo la verdad del origen de Nicolas por Brandon, con permiso
de mi esposo. Les contó todo sobre su adopción y la aparición de su hermano,
estrategia ideada por Patrick gracias a la carta del señor Aubriot.
Con respecto a lo sucedido con los Crowe y su pasado, permaneció y
seguirá oculto para ellos y el resto del mundo.
—Porque el presente es lo que cuenta —me dije, viendo a mi hijo Michael
apropiarse de la atención de Anthony.

Nicolas
Me detuve en una florería para comprar unas rosas para la madre de Mina.
Cuando salía del local, me fije en el chico como de unos 7 años, parado en una
esquina. Llevaba una camiseta rota en el hombro y los pantalones andrajosos.
—¡Chico! —Le grita la encargada de la florería—. Te dije que no puedes
estar allí.
Sentí una hondonada de dolor al verlo, como si me viera a mí mismo en la
época que dormí en la calle, con el mismo rostro de desamparo por el rechazo de
la gente.
Veo que otra de las mujeres que trabaja en la tienda, toma una escoba, pero
antes de que ella avance, extiendo el brazo impidiendo que se acerque al niño.
Saco un pañuelo de mi saco, y me agacho para limpiar su cara.
—¿Dónde están tus padres? —Pregunto limpiando su mejilla, mirando para
ver si había alguien cerca.
—No tengo, debo vender estas latas de jugo para poder comer —me mostró
el pequeño cubo a su lado.
—¿Quieres comer y tener un lugar donde dormir?
—¿De qué planetas vienes? —pregunta, mirándome como si yo fuese un
extraterrestre.
—De ninguno —le sonreí—. Ven conmigo.
—¿A dónde llevas a ese chico tonto? —vociferó un hombre nauseabundo,
que salió de un callejón levantándose el pantalón.
Las entrañas se me revolvieron cuando vi salir del mismo lugar, a una mujer
con el pelo revuelto y la falda recogida.
—¿Te pregunte que a donde llevas a ese chico…?
—¿Qué quieres? —masculle iracundo. El tipo retrocedió, agitando las
manos.
—Nada... Señor… puede hacer con él lo que quiera —salió corriendo. Me
fije en el nombre de la calle con la intención de llamar a Abel y que venga con
las autoridades. Estoy seguro que debe haber otros niños, trabajando para esa
rata.
Sabía que estaba retrasado, pero tenía que llevar al niño al orfanato. Allí me
encontré con Ángela vestida en un overol, y a Patrick con un rodillo de pintar en
la mano.
—Hola Nicolas —dijo él, limpiándose las manchas de pintura de la cara—.
¿No deberías estar en casa de tus suegros?
—Tuve que desviarme, necesito su ayuda —coloque las manos en los
hombros del chico—. Olvide preguntarle, ¿Cuál es tu nombre?
—Kevin —mira hacia atrás, levantando la cabeza.
—Bien Kevin, este será tu hogar de ahora en adelante.
—¿De verdad? —pregunta observando todo como si estuviera en Disney
World.
—Vamos con la hermana Anne —Ángela viene por el chico, que vuelve la
cabeza para mirarme.
—Otro que tendrá una infancia mejor —comenta Patrick—. Hay que hacer
el reporte a servicios sociales.
—Llame a Abel y se hará cargo de eso, como de la rata que lo estaba
explotando —vi mi reloj—. ¡Mierda, es tarde!
—Ya hablaste con Mina.
—¿De qué?
—¡Patrick! —Grita Ángela, agitando la mano—. ¡No has terminado!
—Pobre del señor de piedra —digo con ganas de reírme—. Y yo que
pensaba que Mina era la única mandona.
—Te escuche, sabelotodo —levanta el rodillo—. Mejor vete si no te
meterás en problemas con tus hijos.
De camino a casa en el auto, recibo una llamada de Brandon para que
recoja el pastel de cumpleaños. Era la última parada que haría.
—Señor Crowe sus hijos estuvieron aquí hace unos minutos con su tío —
dijo la mujer que atendía el negocio.
—¿Cuánto tiempo para que tengan listo el pastel?
—Diez minutos.
—Espero —me senté en una de las mesas más cercanas al mostrador.
Pienso que la primera vez que vine, todo me pareció tan acogedor que no pude
evitar regresar siempre que podía.
Cojo una servilleta y la doblo para hacer una figura de origami. El sonido
de las campanitas, me distrae y veo al hombre que entra, pasando un pañuelo por
su frente sudorosa.
—Buenos días, por favor cuatro rosquillas rellenas.
—¿Para llevar?
—Si —contesta.
—Cinco personas... —musito—. El hombre que condujo el coche... El
asesino... el jefe de la mafia... Alicia... y Kenji.
Tenía unos cuantos kilos menos, una masa de piel le colgaba debajo de la
mandíbula, pero su rostro era el mismo.
Tan pronto da el dinero a la cajera, sale del local mordisqueando una
rosquilla. Me levanto involuntariamente y lo sigo. Mis piernas no estaban siendo
dirigidas por mi ser racional, sino por una fuerza superior; el pasado había vuelto
para ponerme a prueba.
Entré a un callejón a una cuadra, sin recordar mi prioridad, sin recordar a
mis gemelos, mi hermano, mi familia y a mi esposa.
—¿Qué me está pasando? —me dije—. Hice una promesa que no puedo
romper.
Kenji se detuvo.
—Señor, ¿puedo ayudarle? —dijo con la boca llena.
Esos viejos recuerdos amontonados en mi mente como una serie de papeles
viejos y con ese olor particular que te hace arrugar la nariz. Caterina parada
frente a mí, protegiéndome de la bala que disparó el asesino enviado por su
padre.
Evitarlo no es la manera efectiva para ponerle fin.
—Señor, ¿en qué puedo ayudarle? —Repitió.
No respondí, seguí caminando hacia él como poseso.
—Señor.
—¡PAPÁ! —me pare en seco, al escuchar la vocecita mandona de mi hija y
me volví. Me miraba con el ceño fruncido, igual que mi hermano con sus ojos
penetrantes y Michael que pasaba su mano por su nariz arrugada.
—Nicolas —dijo Anthony riguroso, entendí que estuviera pensando lo peor,
pero estaba equivocado.
—¡Kenji!
Una mujer grita pasando junto a mí, con un niño pequeño en los brazos.
—¿Acaso te olvidaste de nosotros? ¡Una bolsa con donas! —Le pellizcó el
brazo—. Es el colmo.
—¡Ouch! Jenny tenía hambre.
—Eres peor que mi padre, el médico te dijo que te abstuvieras de comer
azúcar.
—Lo siento —dijo encogiéndose de hombros.
—¿Es este el mismo Kenji que actuaba como un idiota lloriqueando a su
papá? —me dije—. El chico engreído que insulto a Caterina, diciendo que era
una zorra mientras yo lo golpeaba.
Todo dentro de mí se agitó, tratando de ajustarme a la realidad de lo que
veía.
—Usted —dijo la mujer que se había vuelto hacia mí, y me miraba con
interés—. Lo conozco, es Nicolas Crowe
Moví ligeramente la cabeza.
—¡Oh Señor, gracias! —ella se me acerca y toma mi mano para besarla.
—Pero...
—Gracias a usted mi hijo está vivo, llevamos a nuestro bebé a su hospital y
los médicos lo salvaron cuando en otros lugares nos dieron pocas esperanzas. Le
estaré eternamente agradecida —besa mi mano de nuevo, Kenji se nos acerca.
—Dios lo bendiga, señor —rodea mi cuerpo con sus gruesos brazos y me
aprieta.
Me volví de piedra, no podía creer este extraño giro del destino que me
ponía en la posición de contribuir a salvar la vida de su hijo, gracias al hospital
que fue construido en honor a mi madre. Sentí como si el último residuo de odio
que se mantenía conmigo, se había desprendió de mi alma, desvaneciéndose
delante de mis ojos.
Tomé una respiración profunda, con mis brazos inmóviles a ambos lados.
—De nada —repuse.
Ambos siguieron dándome las gracias, a la vez que me hablaron de cómo se
conocieron. Kenji abandonó Chicago para ir a Filadelfia donde conoció a Jenny
que de cierta forma lo llevó por el buen camino. No cometió más delitos, estudió
derecho y ahora tenía una oficina donde llevaba casos de personas sin recursos.
Al terminar la rápida y atropellada historia, salieron del callejón. Jenny
siguió regañando a Kenji, mientras éste le sonreía.
—Nicolas, ¿estás bien?—pregunta Anthony.
—Papá —dijo Michael tomando mi mano.
—Más que eso —le respondí a mi hermano, mirando a mis hijos—.
Tenemos que recoger el pastel de mamá.
Llegamos hora y media más tarde de lo que yo hubiese querido, pero a
tiempo para comer con mi familia.
Tan pronto me reuní con Mina, la envolví entre mis brazos.
—Hace tiempo que te esperaba —susurra contra mi pecho.
—Disculpa —la bese en el pelo.
—Te siento diferente —dice.
Levante su rostro para contemplarla.
—Hoy es un día especial —me inclino para besarla pero escucho a mi
hermano carraspear, y Mina se vuelve.
—Los niños tienen hambre —se separa de mí, para ir con ellos.
Iba a seguirla, pero antes de hacerlo mi hermano me agarra por el brazo.
—¿Qué estaba ocurriendo allí?
—Créeme que no estaba pensando en lastimarlo, sólo quería ver si era el
mismo Kenji del pasado. Como tú mismo viste no tenía pinta de andar en malas
cosas, yo que conocí a la lacra de su padre no vi rastros de éste en él.
—Se puede decir que ese asunto ya no es un problema para ti.
—Ya no más.
Como la casa estaba llena, los padres de Mina decidieron que era mejor
utilizar el jardín para comer allí. Éramos como una tribu algunos ya con hijos
como Mina y yo, y su hermano Brandon con su esposa Eva que estaba
embarazada. Vi a Daniel abrazar a Samantha que seguía en lo de juntos, pero no
más de allí, me pregunte hasta cuando el pobre iba a esperar por el anhelado sí
que quería de ella.
Y Anthony fue con Luciana, que hablaba con mamá de lo agotador que
había sido su turno en el hospital.
—¡Papá! —Dijo Audrey—. Mamá quiere decirte algo.
Me pareció extraño el gesto de Mina a nuestra hija, como si no quisiera que
hablara de más.
—¿Qué quieres decirme? —Me acerco a ella que estaba sentada con
Michael, cerca del viejo columpio—. Dime soy todo oídos.
—No le voy a dar más vueltas —dice sonriéndome—. Tengo dos meses de
embarazo.
Era su cumpleaños, pero era yo quien recibía el mejor de los regalos al
saber que sería padre de nuevo. Vi a mi familia como si todavía estuviera dentro
del sueño, que tuve antes de despertar en casa de mi hermano. Pero no estaba
dentro de uno, esta era mi realidad y era perfecta. Vampiro no existe más, se
había ido para siempre.
—Nicolas —dijo Mina.
—¡Papá! —gritaron los gemelos al unísono.
Los senté en mis piernas y abrace a mi esposa embarazada, pensando en la
vida que crecía dentro de ella, sin saber todo lo que tuvimos que pasar para vivir
este momento.
Anthony
Nada me prepararia para ese encuentro
Decidí incluir en esta edición especial de la Bilogia Crowe algunos capítulos
narrados por el propio Anthony, porque sentí que era importante conocer algo de
su historia, que no es tan diferente de la de su hermano, viviendo con los dolores
propios de su situación y el pesimismo que siempre ha inundado su vida.

Gracias por darle una oportunidad a esta historia

Capitulo 1

Ese soy yo, el chico Crowe, o lo era. Desde niño soñé con tener un hermano,
alguien con quien compartir la tristeza que me ha perseguido desde que tengo
uso de razón.
Mi sistema inmunológico nunca ha sido mi aliado, si no eran las alergias,
era algún otro tipo de enfermedad lo que me mantenía alejado del mundo
exterior. Mis padres hicieron lo mejor por mí, pero cuando los perdí, la seguridad
a mi alrededor se resquebrajo.
Antes de cumplir los veintidós me diagnosticaron leucemia, mis esperanzas
de vida eran casi nulas y solo podía salvarme un trasplante de medula ósea, pero
no uno cualquiera, debía ser de mi gemelo genético, algo imposible en ese
entonces que pensaba que no tenía un hermano.
Ahora lo tenía y lo necesitaba para algo más que darme su medula,
necesitaba convencerlo de que tomara mi lugar como Nicolas Crowe.
No voy a negar que tenerlo frente a mí, hizo que pensara en pedirle que me
matara para terminar con mi agonía; estoy cansado y deprimido todo el tiempo,
pero tengo un hermano y puede que no lo parezca porque pensaba en asuntos
que nada tenían que ver con el amor fraternal, de cierta forma quería convivir
con él, el tiempo que fuese posible aunque seamos extraños el uno para el otro.
En el vuelo a Londres nos contó su historia, una muy triste; no sé si después
de perder al amor de mi vida, tenga la fuerza para seguir viviendo. Tampoco
puedo juzgar los crímenes que cometió; lo hizo por amor y dolor, y esa mente
fría y violenta puede ayudar a vengarme del hombre que acabó con la vida de
mis padres.

***

Era habitual en mi hermano recluirse en el salón de entrenamiento cuando


terminaba de estudiar, decía que asi despejaba la mente y analizaba mejor todos
los pormenores de la empresa.
Yo lo observaba siempre que la debilidad en mi cuerpo me lo permitía.
Admito sentir envidia de su cuerpo que parecía de acero; a menudo comparaba
cada parte con el mío que era más huesos y palidez.
—Deja de mirarme de esa manera, te ves como una mujer con las hormonas
disparadas no como mi hermano —dijo con sarcasmo al descubrirme parado
junto a la puerta.
—Tu cuerpo es como una roca.
—¿Cómo crees que me convertí en lo que fui? Mi maestro me enseñó cómo
defenderme.
Toma una cuerda y empieza a saltar, haciendo los típicos movimientos de
un boxeador. Es similar a nuestro padre que era boxeador profesional, tan
diferente de mí que heredé los genes de nuestra madre.
—¿Puedo quedarme? —pregunté volviendo a sentir la fragilidad de cuando
me levanté en la mañana.
—No me importa —dijo.
Quisiera ser como él, pero esta enfermedad es mi pesada cruz.
—Caleb…
—¿Olvidaste que desde el mes pasado soy Nicolas?
—Entonces, soy el hombre sin nombre.
—Hermano debilucho, ese es tu nombre —natural en él que hace chistes a
mis expensas.
—Necesito uno pronto, y debe ser antes de que me admitan en el hospital
en Frankfurt.
—¿Por qué no ves una película, tal vez te de ideas?
Ya lo hice pero la película no era buena y los personajes eran estúpidos.
Estaba en un limbo sobre mi nombre, y no era lo único que me preocupaba;
también estaba la noticia que recibí de Hong Kong.
—Lo siento si pueda sonar insistente, pero la compañía...
—Lo sé y estoy haciendo todo lo posible para aprender lo más rápido que
puedo, incluso la última decisión fue tomada por mí, pero necesito mas tiempo.
Sé que debo darle el tiempo suficiente para que regrese a Chicago bien
preparado, además que debo mantener el enfoque en mi salud, eso me dijo el
médico, pero no puedo, este odio que me ha consumido por años no me deja
vivir en paz. La sonrisa pérfida y el aire de superioridad que Peter Berman
demostró en el funeral de mis padres, me atormentaba constantemente.
—Has perdido mucho peso desde el mes pasado —mi hermano dejó de
hacer sus ejercicios y se me acercó.
—Viajaré a Alemania solo porque te lo prometí pero estoy seguro de que no
llegaré al año próximo.
—Debería golpearte para hacerte entender, pero yo tampoco tengo
esperanzas de ser feliz.
—¿No piensas en enamorarte de nuevo?
—No, ¿y tú?
Negué con la cabeza sabiendo que eso nunca sucedería.
—Mírame, no soy tan atractivo para tener esa oportunidad y no estoy
interesado.
—Estamos destinados a morir solos, ¿no crees?
—Sí, estoy seguro —apoyé lo que dijo con amargura y tristeza.
Vinimos juntos en circunstancias dolorosas, y tal vez, nos vayamos de la
misma manera.

***

Dias antes del viaje a Frankfurt, fui al hospital a mi última revisión con el
médico que me atendía en Londres. Como la espera se hacía larga, me entretuve
escuchando la conversación entre unos hombres, uno de ellos hablaba de su hijo
recién nacido.
—Mi hijo es igual a mí —dijo con exagerado orgullo.
—¿Cómo vas a llamarlo? —pregunta el otro dándole una palmada en el
hombro.
—Pensé en Anthony, pero mi esposa quiere llamarlo Joseph como su
abuelo y no pude negarme.
Entonces, como si recibiera un regalo de la nada, ese nombre se quedó
grabado en mi cabeza. Revise la copia de la carta que mi madre escribió antes de
dejarnos en el orfanato, y que guardaba en el computador; ya sabía porque ese
nombre resonaba en mi cabeza, era el nombre de mi padre y seria el mío de
ahora en adelante. De alguna manera sentía que me unía a él aunque ni siquiera
sé como era su rostro, quería pensar que mi hermano y yo éramos muy parecidos
a él.
Tras varios meses juntos había llegado el momento en que los caminos de
mi hermano y el mío se separarían. No dudaba de su capacidad para manejar
Crowe y con la ayuda de Patrick sabia que la empresa iría por buen rumbo,
esperaba lo mismo de la razón de nuestro pacto, pero eso dependerá de que todo
esté a nuestro favor.
—Cuida de ti, Nicolas —dije sintiendo que ese nombre ya no era mío—, y
por favor escucha a Patrick —me giré para tomar mi vuelo cuando abruptamente
me agarró del hombro—. ¡Qué!
Tiró de mí y me abrazó; Patrick nos miraba con asombro.
—Estaré en Frankfurt en un par de meses —luego me soltó y se alejó.
No estaba seguro si tendré la oportunidad de volver a verlo. Mi tratamiento
comenzará tan pronto llegue a Alemania mientras que mi hermano hará acto de
presencia en Chicago como el nuevo Nicolas Crowe.
Si esta era nuestra despedida definitiva, al menos sabía que me quería, lo
sentí en su abrazo y en su gesto preocupado al tocarme la cabeza.
Capitulo 2

Tenía dias con trastornos digestivos que me hacían parecer un viejo al borde
de la muerte. Cansado de las paredes verde pálido de mi habitación y el olor a
alcohol impregnado en el ambiente, abandoné el hospital con el permiso del
médico, pero con la advertencia de que volvería si me sentía mal.
Hubert, un hombre contratado por Patrick para cuidar de mí el tiempo que
viviera en Alemania, me llevó a un jardín botánico después de pedirle que me
llevara a un lugar tranquilo y donde pudiera respirar aire fresco. Y de seguro que
este lo era en primavera o verano, pero con este invierno para mí lucia silencioso
y lúgubre. Ni el grueso abrigo de lana, ni la bufanda que la enfermera puso
alrededor de mi cuello, me protegían del frio que calaba en mis huesos.
Vivía como la sombra de otro hombre al que renuncié seguir siendo.
Quizás, si fuese la mitad de lo que es mi hermano, hubiese enfrentado al hombre
que mató a mis padres y que pretende adueñarse del patrimonio que tanto le
costó forjar a Garrett Crowe, pero no lo soy.
Miro por encima del hombro, Hubert se mantiene a cierta distancia
vigilante a lo que hago.
—Esto es tan patético.
Echo la cabeza hacia atrás y cierro los ojos esperando que el cansancio pase
pronto. Casi puedo sentir que el sueño me vence, pero me espabila el crujido de
unas pisadas contra las hojas secas.
Una mujer de largo cabello negro, contemplaba el lago a poca distancia de
donde yo me encontraba. Parecía salida de las revistas que se apilaban en la sala
de espera del hospital, las de modelos con gabardinas ceñidas a sus figuras
curvilíneas.
No soy del tipo de hombre que se fija en eso, nunca lo he sido, así que era
extraño para mí el estado de nerviosismo al que mi cuerpo llegó de solo mirarla.
«¿Está llorando?» pienso al oír un suave sollozo y ver como mueve los
dedos por su cara.
Se vuelve de repente y nuestras miradas se cruzan; sus ojos marrones me
miran expectantes. No quería parecer un fisgón asi que levanté para marcharme,
pero un mareo repentino hizo que perdiera el equilibrio y cayera hacia adelante.
En un acto reflejo me llevo la mano al cuello, sentía que me faltaba el aire y
que la bufanda no me ayuda a que respirar bien.
—Hub…
—Señor... Señor...
Una voz suave lograr reconfortarme y todo se torna oscuro.
«¿Sera que morí y un ángel me lleva en sus brazos al cielo?»

***

Escucho un beep al que le siguen otros tres.


«Asi que no morí» pensé desilusionado de que el padecimiento no
terminara.
Abro los ojos y me veo prostrado en la cama del hospital con una aguja en
el brazo y electrodos pegados al pecho.
—Tuvo una descompensación, Anthony, no más caminatas por el momento,
su cuerpo no está en condiciones de exponerse a esfuerzos innecesarios y
temperaturas extremas —dijo Aldo Costa, el médico oncólogo que me atendía
—. Debí suponerlo —susurra mirando hacia la ventana. Está nevando.
Recuerdo la primera nevada de cuando cumplí seis años y me acosté en la
nieve moviendo los brazos y las piernas, mamá dijo que ese ángel de nieve
siempre cuidaría de mí.
—Se por la enfermera que comió poco esta mañana.
—No tenía apetito.
Tal vez mi desmayo fue por eso, o mi corazón comenzaba a fallar y eso ya
sería el colmo de mi mala suerte.
—Con más razón nada de esfuerzos, por ahora —da unos pasos hacia la
puerta abierta—. ¡Luciana!
Llama a alguien y ruedo los ojos esperando que no sea otro especialista que
reafirme lo mal que estoy.
—Dígame doctor.
—¿Le sucede algo, Anthony?
El monitor cardiaco ponía de manifiesto lo que mi corazón gritaba desde el
interior, palpitando en mi pecho como sucedió en el parque. Reconocí a la
enfermera como la dama del lago; su pelo negro recogido en una cola de caballo
me permitía ver su cuello.
—Él es Anthony y hace dos dias recibió su primera quimioterapia —dijo el
médico—, usted será una de las enfermeras que deberá cuidarlo.
—Como usted diga, doctor —fija su atención en mí, sus ojos eran como dos
cristales oscuros con reflejos de luz en las orillas—. Encantada de conocerlo,
Anthony, soy Luciana Hahn.
—Mucho… gusto.
Me estrecha la mano y todo a mí alrededor adquiere un matiz impreciso,
como una pintura de Jackson Pollock.
No era que me sintiera mal, era como si todo lo demás dejase de tener
importancia, y ella, la chica del cabello negro se convirtiese en mi único interés
en este momento.

Capitulo 3

Luciana Hahn, ese es su nombre y es la chica que ha logrado que sienta


interés por cosas que antes no me interesaban, o consideraba demasiado cursis
para mi intelecto.
Los libros que leo, en su mayoría, son de filosofía o historia, y de autores
franceses o rusos, no me interesaba la ficción y menos las novelas rosa. De solo
ver las portadas con mujeres desfalleciendo en brazos de un Tarzan, me revolvía
la bilis, por eso cuando Luciana llegó a mi habitación como todos los dias, pero
esta vez trayendo un libro cuya portada era un par de mujeres vestidas al estilo
del siglo XIX, sentí que la avena que comí se me subía a la garganta.
—¿Vas a leer mientras me haces compañía?
Pregunto y ella sacude la cabeza poniendo el libro en mi regazo.
—Quiero que lo leas.
—No.
Dije de inmediato, a lo que reaccionó poniendo los brazos como jarras.
—En el pabellón infantil les leíamos cuentos y hacíamos obras de teatro
para distraer a los niños. Necesita leer otras cosas que no sean de filosofía o de
cómo se gesto la Revolución Francesa.
Sospechaba que por eso Aldo Costa le asignó que cuidara de mí, tenía un
don de convencimiento que consiguió que yo accediera a mirar una película de
baile. Su don con los niños era palpable, lo comprobé cuando me llevaba al área
verde del hospital y un par de chiquillos vinieron con ella, uno le dio una flor y
el otro un dibujo.
—Jane Austen —murmuré casi rindiéndome.
—No desprecie un libro por su portada, Anthony.
«Anthony»
Ahí estaba con su suave voz diciendo mi nombre, ya lo sentía mío como si
hubiese nacido con él y todo porque ella lo pronunció.
Temo que cada día que pase, sentimientos por ella se tornen en algo que no
podré acallar.

***

La quimioterapia y los medicamentos me dejaban tan mal que pasaba horas


en silencio con los ojos cerrados y sin deseos de ver a nadie, hasta llegue a
pedirle a Luciana que me dejara solo, y eso que siempre deseaba verla, pero
estaba tan mal que ni su presencia me aliviaba.
Pero si yo soy tozudo, ella es persistente, y por más que se lo pedí, se sentó
junto a mi cama y procedió a leer un libro que sacó del bolsillo de su camisa.
—Me lo regaló mi hermana —pasa la página y la escuchó suspirar—.
Murió hace ocho años de leucemia.
Me vuelvo para mirarla, a pesar de la tristeza que invadió sus ojos, una
sonrisa se plasma en sus labios pintados tenuemente de rosa.
—Era menor que yo, le gustaba bailar y pintar. La enfermedad se la llevo
demasiado pronto, tenia dieciséis años.
Me habló de su vida en Dallas, de sus padres y de sus otros dos hermanos,
todos lejos de ella.
—Me hice enfermera por ella —confiesa—. Se lo que estas pasando,
Anthony, porque vi lo que ella padeció, pero nunca perdió la sonrisa. Eugenia
me enseñó a sonreír siempre, aunque el dolor y la angustia hacían mella en su
cuerpo.
—¿Podrías leerlo… para mí?
Reuní las pocas fuerzas que tenía y le di toda mi atención. Movía los labios
recitando las líneas que lograron calmar mi malestar, su presencia calaba más en
mi cada día y desde ese momento acepté que me leyera siempre que ella
quisiera.
Me abría mas a ella, y eso solo podía indicar una cosa… me estaba
enamorando de Luciana pero ahí debía quedar, en un enamoramiento al que
estaba obligado mantener fuera de mi. Se lo prometí a mi hermano que vino a
Frankfurt para hacerse la prueba final que definiría si era el donador correcto de
médula ósea.
Advertí que se comportaba de manera extraña cuando nos encontramos,
como si su mente imperturbable estuviera en otra parte.
—Nicolas —dije pero apenas si movió los parpados.
—Hermano déb... ¿qué haces aquí?
Me había escabullido a la habitación privaba que ocupaba, a unos cuantos
pasos de la mía.
—Tenía que ver como estas. Sé que en este momento debes sentir dolor, lo
siento por...
Movió su brazo para tomar mi mano.
—Soy tu hermano mayor por unos minutos, mi deber es protegerte —me
hacia feliz que sintiera afecto por mí, y que para él, ya no fuera simplemente el
proveedor de su nueva vida—. Para mí no fue un problema darte mi médula, a
cambio me diste tu nombre, gracias a eso ví a...
Guardó silencio apartando la mirada de la mía, si Nicolas era incisivo
cuando hurgaba en la verdad de algo que le interesaba, yo lo era aún más. Lo
conozco más de lo que él piensa, compartimos el mismo saco gestacional y
hemos sufrido los mismos dolores, algo esconde pero si le pregunto solo me dará
evasivas.
—¿Cómo están las cosas en Chicago con el negocio y el plan?
—Verónica Wang está fuera de la compañía, por razones que ya conoces.
—No me gusta los métodos que usaste para orillarla a decirte la verdad, me
pregunto si cuando te acuestas con esas mujeres sientes algo.
—Nada que me conmueva, solo hago lo que las circunstancias ameritan, sin
involucrar mi corazón en el proceso.
Es una respuesta que esperaba de su parte, pero aun asi, no dejo de sentirme
asqueado de sus métodos, no por él si no por todo lo que ha padecido y todavía
tiene que aguantar.
Frunce los labios en una mueca.
—Vamos Anthony, me advertiste que no me enamorara y no lo hecho con
nadie, menos con esa mujer que es una puta enviada por Peter Berman.
Pensé en lo que le pedí, no involucrar a nadie en su vida asi como yo en la
mía, pero mi mente traicionera me trae imágenes de Luciana tomándome la
temperatura o trayendo más libros de los que tanto le gusta hablarme. Las
palabras de mi hermano me hicieron despertar de ese sueño imposible.
—Buenos días —dijo Luciana entrando en la habitación.
Como podía evitarla si siempre que pensaba en ella, aparecía, y yo no hacía
más que sentirme como un iluso en espera de algo absurdo.
—Ustedes dos son como dos gotas de agua.
—Luc… Luciana —me temblaba la voz.
El resto de mi cuerpo también me delataba haciendo evidente lo mucho que
su presencia me afectaba, solo esperaba que los medicamentos que le
administraron a mi hermano, lo tuvieran tan fuera de la realidad que no notara
mi nerviosismo.
—Él es Nicolas, mi hermano.
—Encantada de conocerlo, Nicolas.
—Encantado... Luciana —mi hermano me dedica una sonrisa maliciosa—.
¿Eres la enfermera personal de Anthony?
—¿Personal? No, solo lo ayudo en su recuperación.
Sus mejillas se colorearon de rojo —hermano estúpido—, pero si llego a
recuperarme, me las pagara.
Capítulo 4

—Me quedaré aquí todo el día hasta saber cómo salió la cirugía.
Luciana rozó mi frente con sus labios, finalmente había encontrado un
significado a mi vida en medio de tanto dolor y amargura. Su compañía los
últimos meses me hizo pensar en un futuro después del trasplante.
Intenté decirle lo importante que era para mí que se quedara en el hospital
después de terminado su turno, pero no tuve fuerzas, solo pude tomar su mano y
apretarla como si quisiera decirle con ese gesto lo que siento por ella. La vida me
negaba el tocar a una mujer, como deseaba tocarla a ella en este momento.
—Sé fuerte —me susurró mi hermano al oído.
Todo sucedió tan rápido que apenas recuerdo el momento cuando me
ingresaron a la sala. Estuve inconsciente durante mucho tiempo, pero en algún
momento escuche la voz de mi hermano diciéndome que nos veríamos pronto y
que estaría pendiente de mi evolución. Sentí en él un deseo desconocido,
esperaba que no arruinara nuestro plan porque de ello dependía su vida y la mía.

***

Dos meses después de mi cirugía, Aldo Costa me dio la salida y deje el


hospital para ir a una casa de dos pisos en Frankfurt, la cual contaba con un
extenso jardín donde podía respirar aire fresco y caminar por las mañanas.
No puedo negar que dejar aquella habitación, era un alivio para mí, pero
eso no evito la tristeza que me embargo de no ver más a Luciana. El doctor
asignó a otra enfermera de más años y experiencia para administrarme los
medicamentos que necesitaba y mantenerlo a él informado de mi progreso.
El hecho de que asignaran a Luciana antes de mi operación incrementó mi
deseo de vivir pero también mi necesidad de otras cosas en las que ni siquiera
pensaba. Me dolía pensar que se enamorara de otro, pero no podía decirle lo que
sentía, no quería que se involucrara conmigo, un hombre que no sabía si
sobreviviría a este trasplante.
La depresión me invadió y volví a la amargura del pasado, misma que
contribuyo a que me enfadara con mi hermano por ciertos movimientos que hizo
y que nada tenían que ver con Berman. Sin perder tiempo lo llamé exigiéndole
su presencia inmediata en Alemania.
—¿Puedo saber qué sucede? —lo hice detenerse mientras caminábamos por
la propiedad. Cuando nos reunimos se mostró esquivo.
—No pasa nada —respondió bruscamente.
—Pasamos poco tiempo juntos en Londres, pero creo conocerte lo
suficiente para saber cuando algo te martilla la cabeza.
Mira al cielo, eso solo lo hace cuando piensa en Caterina.
—Estoy a punto de hacer algo, pero debo estar seguro antes.
—¿Acerca de qué?
—Solo piensa que es por mi tranquilidad.
—¿Estás enamorado?
Mi hermano enamorado, era algo en lo que no quería pensar, pero las
evasivas de Patrick en responderme cada vez que le pregunto me lo confirmaban
también.
Nicolas me mira con incredulidad fingida y se aleja hacia la casa sin
siquiera responderme. Dias después de su visita, supe por Patrick que se había
casado con una chica que trabaja en Crowe, llamada Mina Foster. Lo que
prometimos que no haríamos sucedió, y lo entiendo, —¿cómo podría oponerme
a esa relación si yo estaba en la misma situación?—, amo a Luciana, pero mi
caso era todo lo opuesto a mi hermano. No podía darle una vida feliz, sabía que
era poco probable que pudiese tener hijos debido a todos los tratamientos a los
que me sometí antes del trasplante de médula.
—Sería egoísta si le pido tener ese tipo de vida cuando ella se merece a un
hombre sano que pueda darle los hijos que desea.
Contemplaba el libro en mi regazo inmerso en el más absoluto de los
silencios, los parpados me pesan pero un toque suave en mi cuello y el aroma de
un perfume, me espabila.
—¡Que…!
Luciana presiona su boca en la mía. Mi corazón se aceleró al ritmo de sus
labios que se movían con intensidad sobre los míos. Todas mis extremidades
enmudecieron.
Se aparta de mi boca pero manteniendo nuestras frentes juntas.
—Te he extrañado, disculpa si he sido impetuosa pero soy yo quien te
necesita esta vez —La lágrimas resbalaban por su inmaculado rostro—. ¿Habrá
alguna posibilidad de que me ames, como yo a ti?
No podía creer lo que oí. La mujer que me hizo estremecer en el parque,
que me cuidó y lloró por mi salud, la misma que me introdujo en el mundo de las
novelas que yo rechazaba, que me negué a amar para no forzarla a soportar esta
vida triste, me confiesa que me ama.
—Créelo —lo dice por mi gesto de duda—. Te amo Anthony, llevo días
queriendo venir a verte pero temía tu rechazo y…
La beso tomándola por el pelo. Un ligero estremecimiento golpea mi
entrepierna y ahí lo siento, ya no era solo amor también el deseo se apoderaba de
mi cuerpo.
«No puedes» me dije a mi mismo alejando mi boca de la suya.
—Desde hace mucho que me enamore de ti, Luciana —confesé
manteniendo los dedos aferrados a su melena oscura, me costaba mucho el no
perderme en su boca una vez más, pero tenía que hacerle saber que lo nuestro no
podía ser, no podía ser egoísta y atarla a mí, un hombre sin futuro—. Mírame,
seguro no podré tener hijos, no puedo privarte de eso.
Coloca sus cálidas manos en mi rostro y se acerca más, su agitada
respiración se enreda con la mía.
—Tu cara tan serena... tus labios... ese cabello que te hace ver como un
ángel que cayó de cielo —presiona su mano contra mi pecho—, pero no es eso
lo que me hace amarte, si no todo lo que está dentro de ti, Anthony.
Y otra vez me besa.
Intenté resistirme pero mis brazos obedecieron al deseo que se agitaba
dentro de mí, y tire de su cuerpo para pegarla al mío.
Había perdido como Nicolás y eso no era bueno, se bien que él luchó
consigo mismo para evitar enamorarse, pero al igual que yo, sucumbimos a algo
más fuerte que nosotros mismos, amor y deseo por aquello que se nos había
negado por tantos años.
Capítulo 5

Me siento en la cama, no por el ruido de la alarma que todos los dias me


avisaba que debía tomarme un medicamento a las siete, si no por el sonido de mi
teléfono que no paraba de sonar.
—Patrick —susurro al mirar la pantalla. Salgó al balcón de mi habitación,
ahí podía hablar y que nadie me escuchara.
—Lo siento por despertarte —lo oía preocupado, algo extraño en él que
siempre se mantenía ecuánime.
—No te preocupes son casi las siete aquí.
—Lo que tengo que decirte es muy importante —dijo—. Es sobre tu
hermano… Mina abandonó a Nicolás.
Tuve que sentarme porque las piernas se me doblaron.
Cuatro meses desde que mi hermano se casó, cuatro desde que Luciana y yo
nos habíamos confesado mutuamente; presentía que la realidad iba a sacudirnos
de una forma u otra.
—Dime… ¿qué pasó?
—No estoy seguro, pero pensamos que nos escuchó hablar de ti y el
verdadero él —lo escucho exhalar—. Mande a un amigo a investigar su
paradero, en sus pesquisas dio con un hombre que encontró un pañuelo
manchado de sangre, enganchado a las vigas de un puente. Es de ella, lo sé
porque Ángela me los mostró antes de dárselo junto con otros tres.
Una fuerte punzada se instala en la parte posterior de mi cabeza.
—¿Nicolas lo sabe?
—No, primero quiero estar seguro de que ella...
—Mi hermano no va a soportar esto.
Abren la puerta de mi habitación y Luciana entra con el desayuno. Un gesto
de preocupación se traza en su mirada tan pronto ve donde estoy.
Deja la bandeja en el buro y viene conmigo.
—También he pensado que puede estar escondida en un lugar cercano, mi
amigo investiga en las casas aledañas —dijo Patrick—. Anthony, si mis
sospechas son ciertas, voy a necesitar tu ayuda, Mina tiene que verte para
entender toda la verdad.
Por esto era que me preocupaba involucrar a otras personas en nuestras
vidas, quería mantener mi existencia en el más absoluto de los secretos por la
seguridad de mi hermano, pero su decisión me había empujado a insistir en
decirle la verdad a Mina y todo lo que implicaba ser parte de esto, algo que yo ya
había hecho con Luciana, por eso no temía hablar de esto abiertamente con ella
presente.
—Nicolas tenía tanto miedo de su rechazo que no midió las posibles
consecuencias —sostuve la mano de Luciana—. De acuerdo, Patrick, mantenme
informado al respecto y no dudes en llamarme cuando la encuentres.
Cierro los ojos luchando por aclarar mis ideas.
—Estoy segura de que volverá, lo ama —dijo Luciana después de ponerla
al tanto—. Comprenderá que lo que hizo fue por ayudarte.
Me sumergí en su mirada.
—Sé que estás preocupado por todo lo que pasó con él en el pasado y las
consecuencias de la muerte de Caterina, pero las circunstancias son diferentes.
—Me das paz —dije—. No sé qué haré cuando te vayas a Dallas.
—Quisiera que vinieras conmigo —entrelaza sus dedos en los míos—. Mis
padres quieren conocer al hombre que hace feliz a su hija.
—Mientras Peter Berman sea libre, no puedo moverme fuera de Frankfurt.
—Lo sé.
Deseaba tenerla conmigo, por eso le propuse quedarse a vivir aquí. Sé que
hago lo mismo que Nicolas, pero podía más cuanto la quería.
—No debería volver a preguntar esto y menos ahora, pero, ¿has
considerado lo que te pedí hace un par de días? Esta casa es lo suficientemente
grande y tendrás tu propia habitación, no me gusta que tengas que viajar tan
lejos para venir aqui.
Levanta la cabeza.
—¿Crees que tengo prejuicios en acostarme contigo?
—No… sabes que lo de hacer el amor no tiene que ver con eso sino con mi
situación física.
Me sentía idiota al decirlo y hacerle saber una vez mas de mi inseguridad en
no poder cumplirle como hombre.
—Escúchame, no tengo ningún problema en vivir aquí, pero necesito
tiempo para pensarlo, no por mis padres, ellos te aman como lo has visto cuando
hablamos con ellos por videollamada, pero siempre me he tomado la vida a mi
propio ritmo y si me mudo a la misma casa de mi novio... —me sonríe—, ¿está
bien si digo que eres mi novio?
—Podría decirse que sí —le beso el pelo largo y oscuro.
—Entonces dame tiempo, déjame hacer mi viaje, y luego cuando regrese, te
diré qué hacer, pero ahora... —me agarra de la camiseta para que me levante—.
¿Qué hay de compartir tu cama ahora mismo?
—Luciana…
—Tu salud, pero déjame decirte que no me iré de tu vida, te has convertido
en alguien muy especial para mí, no será fácil librarte de mí —me envuelve con
su brazos y se aprieta contra mí. Mi metro ochenta y dos la hace ver frágil, pero
su fuerza inyectaba vitalidad a mi cuerpo.

***

Tras dias de no saber de Patrick, por fin recibí el mensaje de que había
encontrado a Mina a salvo, pero que no había informado a Nicolas para que se
mantuviera en la mansión vigilado por Masato.
—Hola Mina.
Me impresionó la belleza serena de la mujer de ojos verdes, que me miraba
con una mezcla de duda y sorpresa desde la pantalla del IPad, asumí que pensase
que yo era Nicolas pero hice mención de mi aspecto menos saludable para
convencerla de lo contrario. Aun y cuando había pasado mucho tiempo de mi
cirugía, faltaba mucho para verme como un hombre sano.
Procedí a explicarle lo de nuestro convenio, luce confundida. La veo mover
los dedos por su vientre que acaricia en un gesto protector.
«No puede ser» pienso ante la idea que se cruza por mi cabeza.
Me siento mareado asi que Hubert me ayuda a llegar a mi habitación.
—¿Te has sentido mal hoy? —Pregunta Luciana cubriéndome con la manta.
Negué con la cabeza. Hoy me había sentido bien, incluso extendí mi
caminata un poco mas sin sentirme agotado, pero esta sospecha que se cierne
sobre mí, empuja mi maltrecha seguridad.
—Luciana, ¿sabrías con solo ver a una mujer si está embarazada?
Pone un dedo en su mejilla.
—Cuando mi prima esperaba a su primer bebé, se frotaba el vientre sin que
se le viera nada, ni siquiera un bulto. Era como instintivo porque lo mismo
sucedió con una enfermera del hospital, nuestra jefa supo de su embarazo antes
de que entrara al tercer mes.
—¡Mierda!
—¿Qué pasa?
—Mina está embarazada... La vi frotarse el vientre constantemente.
—Pudo ser inconformidad.
—Patrick me dijo que ella no se sentía bien y que fue al médico antes de
desaparecer.
—¡Oh! si ella lo está… ¡serás tío! —casi saltó sobre mí para abrazarme.
—¡Luciana!
—Lo siento —se despega de mi—. Imagine a un bebé corriendo por esta
casa.
Sonríe y eso me hace sentir mal.
—Estás a tiempo de dejarme y encontrar un hombre sano con el que puedas
tener hijos.
Me mira como si quisiera darme una tunda.
—¿Crees que puedo estar con un hombre que no seas tú? —se tiende en la
cama conmigo—. Eres el único con el que quiero tener hijos.
—Pero… —Tragué saliva cuando me besó en el cuello y luego la
mandíbula—, me hicieron quimio, el doctor dijo que pueda que no tenga hijos.
—Podemos adoptar y existe la fertilización in vitro.
—Pero…
—No más —no me dejó hablar—. Si me echas de aquí, tendré que pararme
fuera de tu ventana todos los días hasta que me dejes entrar y aceptes que
tenemos que estar juntos.
La amo demasiado asi que accedo.
—Está bien, Luciana, quédate conmigo todo lo que quieras, eso me hace
feliz.
Luciana siempre terminaba en mis brazos y yo con mi camisa
desabrochada, no había ido más allá pero eso no impidió que ella me besara no
solo en la boca sino también en el cuello y el pecho. Algo intoxicante y
abrumador, se apoderó de mi y por fin después de aquella vez que me beso por
primera vez, lo sentí, una sacudida en mi pecho que se extendió hasta ubicarse
levemente en mi miembro.
No quería arriesgarme a quedarme sin energía justo a las puertas de
consumar lo nuestro, pero era tanto el frenesí que me envolvía, que le abrí la
blusa y desabroche su sostén, y me entregue a lo que me ofrecía. Su piel, sus
senos, eran más de lo que hubiese podido imaginar.
Mi boca y mi lengua hicieron lo que correspondía.
—Anthony… tú… —me mira extasiada, sus ojos brillaban de manera
inusual.
Descubrí que hacer el amor era más que estar en su interior y poseerla; que
podía hacer esto y no cansarme.
Lo volví a hacer hasta que se durmió en mis brazos.
—Eso fue… —presione la mano en mi pecho, mi corazón latía agitado pero
no me sentía mal o cansado, todo lo opuesto.
Quizás me había orillado lo que pasaba con mi hermano y deje salir la
preocupación haciendo lo único que podía calmarme, disfrutas del cuerpo de
Luciana como ella tanto quería, y sé que le gustó, sus mejillas rojas y la
respiración me decían que cumplí con las expectativas.
Patrick llamó esa misma noche para decirme que Mina regresó con Nicolas.
No estaba seguro si queria que volviese a suceder, no quería arriesgarme,
pero el instinto de mi hermano también está en mí, asi que me meto debajo de
las sabanas y aprieto la cadera de Luciana contra la mía.
—Anthony…
—Mina esta con Nicolas.
—Que bien —responde adormilada—. ¿Qué hora es?
—Las ocho, ya oscureció.
—Debería ir a casa.
—No —me pongo sobre ella que me mira como si yo fuese otro hombre.
De pronto la ternura con la que siempre me miraba desaparece, y un ardor brilla
en sus pupilas.
—Algo ha cambiado, lo siento.
—Asi es.
Se saca mi camisa de dormir del cuerpo. Y ahí estaban de nuevo, eran
perfectos y suaves, y despedían un suave aroma que me atraían.
No la iba a penetrar, todavía, ya llegaría la hora en que lo haríamos sin
sentir que mi cuerpo se rompería en pedazos.
Capítulo 6

El frío comenzó a dominar la atmósfera del parque donde nos conocimos y al


que habíamos ido a pasear. Luciana se aferra a mí buscando mi calidez. Mete su
mano en el bolsillo de mi abrigo, apretando fuertemente.
—¿Cómo pudiste olvidar los guantes?
—Yo... solo… se me olvidó —le temblaba la voz, entonces la presiono
contra mi cuerpo.
Cuando salimos de casa, la temperatura no era tan baja, pero diez minutos
después de llegar a nuestro destino, el frío se intensificó así que decidí que era
mejor volver.
Hubert nos recibió con la mala noticia de que la calefacción se había
averiado y que no sería hasta el día siguiente que el técnico vendría a repararla.
Por ahora solo nos calentaría el fuego de la chimenea.
Ya estaba en mi pijama listo para dormir, cuando escuché un leve golpeteo
en la puerta. Era Luciana con el pelo trenzado a un lado y un pijama de lana,
parecía un esquimal cubierta hasta la cabeza por un lindo gorro con orejas.
—¿Qué pasa ?
—Tengo frío —enseguida vino a mi cama y se metió debajo de la cobija—.
¿Puedo dormir contigo?
—Preguntas cuando ya estás metida en mi cama —trate de no reírme de su
aspecto. Luciana era tan bonita como graciosa.
—La calefacción… —dice con los labios temblorosos.
—Mañana… ¡Luciana! —Doy un respingo al sentir el roce de sus pies—.
Tus pies parecen un trozo de carne sacado de la nevera.
—Mi tolerancia al frío es mínima —se me acercó—. Déjame dormir
contigo... Tu cuerpo está muy caliente.
—Está bien pero antes…
Voy por unos calcetines gruesos.
—Así estarás más abrigada —digo enrollándole uno en el pie izquierdo.
—¿No crees que es mejor el calor de tu cuerpo, sin nada?
Sonreí, y me hacía gracia que lo dijera. Cuando nos conocimos, Luciana
tenía un lado reservado y serio que mostraba a la gente con la que apenas trataba,
pero conmigo desde el comienzo, se mostraba abierta y alegre. Quizás fuese por
mi situación pero la verdad no me importaba.
Y a medida que fuimos profundizando en nuestra relación, yo me abría más.
Comenzamos de besos de su cintura para arriba, nos faltaba lo otro y todo por mi
inseguridad que mermaba mi confianza.
No me gustaba esto de no cumplirle del todo aunque ella dijera que eso no
le importaba, pero yo sabía que no era cierto.
Se lo dije a mi hermano que por primera vez no tomo las cosas a chiste.
—Puedes ir con un especialista, te diría que fueras a nuestro hospital pero
hace solo un mes pusieron la primera piedra.
El hospital que se construye en Chicago, es en honor a nuestra madre. Al
año de que terminara nuestra pesadilla y que se dejase de hablar de todo lo
sucedido con Evelyn Crowe y Peter Berman, entre mi hermano y yo lo
decidimos, esa fue su manera de obligarme a seguir ligado a la familia que me
adopto. Todavía no estaba seguro de volver, pero cada día, me encariñaba más
con los gemelos.
—¿Crees que no lo he pensado? —dije.
—Lo de tu disfunción eréctil.
—¿Perdón?
—Hay que ponerle nombre y como no has ido al médico a tratarte, o
prefieres que diga que no se te para el pito.
Ese es mi hermano con su clásica verborrea, ni con dos hijos y cabeza de
una empresa deja sus comentarios ácidos y vulgares.
—Perdona, refinado hermano, pero que quieres que te diga —dijo—. Tus
secretos están a salvo conmigo.
De verdad me provoca darle un buen golpe en la cara cuando lo tenga en
frente.
Yo ya no era un enclenque, ni era huesos. El yoga y ejercicios de bajo
impacto lograron que mi cuerpo cambiara de forma drástica e incluso que ya
tuviera la fuerza para hacer caminatas más largas, pero lo de mi vida sexual era
otro decir, no conseguía una erección y eso me tenia frustrado y ansioso.
—Te siento tenso —dijo Luciana que aún no se dormía.
—¿Te sientes satisfecha de estar conmigo?
Inclina la cabeza hacia un lado sentada en la cama. Con el gorro rosa de
orejas de conejo, parecía uno.
—¿Vamos a volver con eso?
—Te mudaste conmigo, pero aun no he podido tener…
—Te conté de mi último novio.
—Sí y no creo que sea bueno traerlo al tema.
Su novio antes de mí, es corredor de motos y ha ganado uno que otro
campeonato. Razón suficiente para que me sienta inseguro, aunque el siquiatra al
que voy por lo de mi enfermedad y lo de mi familia, me había asegurado que
todo estaba en mi cabeza.
Luciana va a la chimenea y arroja leña al fuego.
—No quiero que termines con una novia sufriendo de hipotermia —dijo
soplando sus manos.
—Entonces ven a la cama.
Sacude la cabeza y se quita el gorro, lo deja caer al suelo sin decir nada. Lo
mismo ocurre con la camiseta y el grueso pantalón de lana.
Mi visión se nubla y restriego los ojos con la idea de que imagino a mi
novia solo en bragas y mis medias.
—No me las pienso quitar —dice ella sacándome de aquello.
—Vístete —le pido frustrado—. Vas a pescar un resfrió.
—Si no quieres que pesque un resfrió, vas a tener que venir por mi y
llevarme a la cama, no pienso vestirme.
Hago un gran esfuerzo por contener este deseo que bulle en mi. Las veces
anteriores, solo llegamos a la parte de arriba y de abajo no he visto solo tocado.
Esta vez presiento que no será tan fácil evitarlo pero tengo que luchar, temo que
al final ella termine insatisfecha y yo destrozado. Aunque Luciana me lo haya
dicho mil veces, el que sigamos sin consumar esto la tiene ansiosa, si no, no
estaría casi desnuda en mi habitación y con un frio del carajo.
Agarro un albornoz dispuesto a cubrirla pero justo cuando voy a tocarla,
desliza sus manos por la cintura, toma la prenda intima y la desliza hasta que
termina a sus pies con mis calcetines.
—Hazlo Anthony, solo déjate llevar.
Trago duro intentando infructuosamente manejar esto que comienza a
hervir dentro de mí con más fuerza. Pero ya no puedo, solo pienso en una cosa.
Arrojo la bata al suelo y me arrodillo a sus pies.
—Quiero que te acuestes sobre ella.
—La cama…
—Aquí es mejor.
Lo bueno del tiempo que pase con mi hermano, es que llegue a guardar en
mi memoria algo del relato de sus aventuras, de todo lo que aprendió y porque
alguna que otra de sus amantes le pedía volver. Hoy me iba a arriesgar en
ponerlo en práctica.
La visión de Luciana sobre mi bata y con el fuego de la chimenea
iluminando las curvas de su cuerpo, logro que me calmara y me dispusiera a
hacer lo que más quería.
Me quito la camiseta y los pantalones, y exhalo una bocanada de aire para
quitarme el boxer. Luciana abre la boca, pero no dice nada.
La observo porque necesito hacerlo, necesito demostrarme a mí mismo que
mi cuerpo está bien y puedo llegar al final.
—Anthony…
—Puede que no sea lo que esperas, pero aun asi quiero intentarlo.
—Sera como tiene que ser.
Dobla las rodillas y yo simplemente bajo la cabeza. Uso los dedos entre sus
piernas y ella comienza a gemir logrando que tenga una erección.
Extiende su mano hacia mi hombro invitándome a entrar en ella, y lo hago.
Me uno a ella, el dolor del primer roce da paso a algo tibio y húmedo.
Llevado por el frenesí de su cuerpo moviéndose contra el mío, salgo y
entro, y ella gime provocando que todo mi ser pierda la noción de tiempo y
lugar, y me deje arrastrar por el deseo que se aviva más y más.
Siento dolor y placer al mismo tiempo, todo lo que contenía en mi interior
sale y me quiebro en pedazos. Alcanzo a tocar lo más alto de mi propio ser,
como si hubiese llegado a la cima más alta y desde ahí pudiese contemplar un
amanecer que nunca había visto.
La luz que se proyecta a mis ojos y que me penetra en lo más hondo, nace
de nuestros cuerpos unidos moviéndose juntos entre gemidos y respiraciones.
En un momento de silencio, caigo en un éxtasis que me empuja hacia el
cuerpo de Luciana, cálido y suave.
—Los calcetines —dice apenas.
—¿Q… qué?
—Ayúdame a quitármelos.
Apenas si me muevo, pero logro quitárselos sin saber por qué.
—Es la única parte que aún permanece fría, quiero que se caliente.
Como si fuese una experta en defensa personal, me coloca debajo de ella y
asi en esta posición, la admiro como poseso. Es mejor esto que cualquier otra
cosa que haya experimentado en mi vida.
—Eres mejor que cualquier otro, sabes.
—Lo dices para no lastimar mi orgullo.
—Te equivocas —coge mi mano y la aprieta contra uno de sus senos—. El
novio del que te hable era impotente, apenas si duraba cuatro segundos.
—Pero no eres virgen.
No es la primera vez que me acuesto con una mujer, lo hice con dos en mi
adolescencia y cuando mi cuerpo todavía podía con estas sensaciones. Sabía bien
que Luciana no lo era.
—La perdí a los dieciocho, cuando mi hermana murió, descargue con un
tipo que conocí en un bar. Lo hicimos en un callejón en la parte trasera de ese
lugar, me sentí asqueada de mi misma.
—No tienes que decirme más.
Las lágrimas corrían por su cara, le causaba dolor decirme todo esto.
—Sabes que te amo —le dije. Me senté para abrazarla.
—Si —dijo entre sollozos—. Por eso lloro, lo que me hiciste sentir yo
nunca…
Meto los dedos por entre su cabello y le levanto la cabeza.
—Es amor Luciana, y espero vivirlo contigo el mayor tiempo posible.
Nos besamos y el cansancio se aparta de mi cuerpo para volver a amarla.
En medio de la luz del fuego en la chimenea, nuestras sombras proyectadas
demostraban que nos estábamos amando con el cuerpo y el alma.
Por fin tenía la vida que quería y que no sabía que anhelaba tanto.
Agradecimientos

Esta es una edición especial de la Bilogia Crowe para todos los lectores que
le dieron una oportunidad desde el lanzamiento del primer libro en el 2015 y
para los que ahora tendrán la oportunidad de conocer a Nicolas y Mina en un
solo libro, les agradezco infinitamente por el tiempo que le han dedicado a mis
libros y a esta historia de amor y suspenso.
Sobre el Autor

L. Costa es el seudónimo bajo el cual esta autora nacida en Panamá, escribe


y auto publica sus novelas. Se licenció en Mercadeo, y también ha hecho
algunos trabajos en el campo del diseño.

Su afición por la literatura comenzó en su niñez, luego en su adolescencia


escribió algunas historias cortas y poemas. Escritora de fanfics desde hace cuatro
años, participó con dos relatos en el Primer Certamen de Raentropia de historias
cortas de romance.

La pasión de esta escritora y que siempre fue su horizonte, fue crear historias
que a ella como lector le gustaría leer y que conmovieran a las personas, esas
que envuelven al lector hasta el último párrafo, haciéndolo de cierta forma parte
viviente del relato. Asi nació Si Sientes lo Mismo, su primer libro.
Mis redes sociales

https://www.facebook.com/LCosta07

https://www.instagram.com/l.costaauthor

https://www.pinterest.com/LCosta07

https://twitter.com/LCosta76

Mi blog
https://lcostaescritora.blogspot.com
Mis libros

BILOGIA CROWE
Detrás de la máscara

Revelado con mi sangre

***
BILOGIA OCEANO Y VIENTO
En las profundidades del océano

Donde el viento nos lleve

***

OTROS LIBROS
Si sientes lo mismo

También podría gustarte