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Universitario
1.1
en Triaje
para Enfermería Introducción e historia
del triaje
CONTENIDOS
OBJETIVOS DE APRENDIZAJE
INTRODUCCIÓN
• Contextualización
• Concepto de triaje
• Objetivos del triaje
• Necesidades de un sistema de triaje
• Criterios de un buen sistema de triaje
• Metodología del triaje
• Características del paciente
• Características de los servicios de urgencias
• Características del profesional del triaje
• Personal de enfermería en el triaje
HISTORIA DEL TRIAJE
• Tiempos de guerra y antecedentes del triaje
• Origen del triaje en las batallas napoleónicas
• Avance del triaje durante las guerras mundiales
• Triaje durante la segunda mitad del siglo xx hasta la actualidad
• Evolución de los sistemas de triaje en los servicios de urgencias hospitalarios
• Desarrollo del triaje en España
• Futuro del triaje en urgencias
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
OBJETIVOS DE APRENDIZAJE
| 1
Módulo 1: Aspectos fundamentales en triaje
• Comprender las peculiaridades del paciente, de los servicios de urgencia y del propio profesio-
nal del triaje con el objetivo de realizar un triaje de calidad.
• Exponer la evolución del triaje a lo largo de la historia, desde su creación hasta nuestros días.
• Conocer someramente los distintos sistemas de triaje que existen a nivel nacional e interna-
cional.
• Reflexionar sobre la situación actual del triaje y buscar mejoras para su desarrollo.
INTRODUCCIÓN
Contextualización
La Organización Mundial de la Salud define la urgencia sanitaria como «la aparición fortuita (imprevista o
inesperada), en cualquier lugar o actividad, de un problema de salud de causa diversa y gravedad variable
que genera la conciencia de una necesidad inminente de atención por parte del sujeto que lo sufre o de
su familia». Esta definición implica que en cada urgencia confluyen distintos elementos, y que el paciente
requiere una rápida atención y resolución de su problema a través de aspectos objetivos (la gravedad y la
agudeza del proceso) y subjetivos (la conciencia de que necesita una atención inminente). En los servicios de
urgencias hospitalarios (SUH) se han producido cambios importantes en los últimos años. Estos cambios se
han extendido a la comunidad, al paciente, al hospital y a los profesionales dedicados al cuidado de la salud.
La atención urgente en España constituye uno de los servicios más demandados por la población. Los
SUH son el vértice de la pirámide del sistema de atención médica urgente. En la actualidad, su saturación
es cada vez mayor, lo que conlleva su masificación. Durante décadas, los SUH han sido sometidos a
mucha presión asistencial, que progresivamente va en aumento: en 1997 atendieron a más de 18 millones
de pacientes; en 2004, a 23 millones; en 2010, a casi 26 millones; y en 2016, a casi 30 millones, según
fuentes del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social (Fig. 1.1-1). Muchas son las posibles causas
28.223.086
26.973.994
26.443.775 26.297.730
25.967.352 25.788.624
Figura 1.1-1. Aumento del número de urgencias hospitalarias atendidas en los últimos años. Adaptado de: Ministerio de
Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Portal estadístico. Área de inteligencia de gestión. Datos del 22 de junio de 2018.
que pueden argumentar este aumento exponencial. Todas ellas están interrelacionadas. Algunos autores
sostienen que son las siguientes:
• El envejecimiento de la población, cuyas patologías se han hecho crónicas. No obstante, existen
estudios que demuestran que la población anciana no utiliza inadecuadamente los servicios de
urgencias.
• El uso inadecuado del paciente, que elige en primer lugar los SUH para la evaluación de su posible
patología.
• La pujante cultura de la inmediatez, un mayor volumen de pacientes hiperfrecuentadores y una
creciente orientación diagnóstica y terapéutica finalista de estos servicios.
• La demanda de los SUH como respuesta rápida y satisfactoria a los problema de salud.
La saturación de los SUH perjudica significativamente la efectividad, la calidad asistencial y la seguri-
dad del paciente. Algunos autores han descrito los criterios de saturación de los SUH (Fig. 1.1-2).
RECUERDE
En el marco de los procesos de acreditación de los servicios de urgencias, la Sociedad Española de
Medicina de Urgencias y Emergencias ha señalado la necesidad de que se implante un sistema de triaje o
clasificación normalizado y universalizado para todos los servicios de urgencias y emergencias de España.
El funcionamiento de los SUH está determinado por la demanda, su propia estructura organizativa
y la conexión con los otros niveles asistenciales. Los SUH son lugares estresantes y su funcionamiento
presenta una serie de características que los diferencian de otros dispositivos sanitarios. En este contexto,
> 15 min
Dificultades en la ubicación de los pacientes que acuden con ambulancia
>5%
Porcentaje de los pacientes que se marchan sin ser valorados
> 5 min
Demora en el proceso de triaje
> 100 %
Índice de ocupación del servicio de urgencia hospitalario (SUH)
> 90 %
Pacientes con estancia > 4 horas
> 30 min
Retraso en la valoración diagnóstica de los pacientes
< 90 %
Demora en el ingreso hospitalario una vez se ha tomado la decisión (2 horas)
< 10 %
Elevado porcentaje de pacientes en el SUH que esperan cama de ingreso
Figura 1.1-2. Criterios de saturación del servicio de urgencias hospitalario. Adaptado de: Herrera Carranza et al. Criterios de
saturación del servicio de urgencias hospitalario. Una propuesta de modelo fisiológico de servicio de urgencias hospitalario.
Principios de funcionamiento, tipificación de la saturación y pautas para el rediseño. An. Sist. Sanit. Navar. 2017;40(1):11-24.
todo el equipo debe desempeñar su labor de forma eficiente y resolutiva, de manera que tanto la seguridad
del paciente como el confort de las familias queden garantizados. Se trata de un entorno muy exigente.
Concepto de triaje
El término triaje está registrado en el Diccionario de la Real Academia Española desde 2016, que lo define
como ‘acción y efecto de triar’. Hasta hace unos años, se podía encontrar el término triaje escrito con g o
con j, y no parecía estar claro cuál era la forma más correcta de escribirlo en castellano, a pesar de la norma
ortográfica que establece que toda palabra que acaba en -aje se debe escribir con j. A nivel mundial, se
debe buscar en la bibliografía el término triage, puesto que es el más utilizado internacionalmente. Dado
que en castellano triaje se usa dentro del ámbito sanitario y esto no se recoge en la definición, la acepción
de la academia no es satisfactoria, por lo que queda trabajo por delante. Por otro lado, se han dado muchas
definiciones de triaje. Esta palabra es un neologismo que procede de la palabra francesa trier, cuyo signifi-
cado es ‘clasificar, repartir los elementos de un conjunto en grupos’.
Este es un término común en los SUH. Hace referencia al uso racional de los recursos en la atención
sanitaria. El objetivo de este sistema es gestionar la afluencia de los pacientes que llegan a los servicios de
urgencias, de manera que sean atendidos según la naturaleza de la urgencia y no por el orden de llegada.
RECUERDE
En el proceso del triaje no se hacen diagnósticos médicos, sino que se valoran los síntomas y los signos
para determinar la prioridad clínica que corresponde al paciente: cualquier intento de llegar a un
diagnóstico en el momento del triaje está abocado al fracaso.
El triaje ha sido definido por la propia Organización Mundial de la Salud como la clasificación de
los pacientes en grupos prioritarios, de acuerdo con sus necesidades y según los recursos disponibles. Se
trata de un elemento clave en los SUH. Es un proceso fundamental e imprescindible para el uso seguro
y eficiente de estos. La presencia simultánea de un número indeterminado de pacientes que demanda
asistencia médica urgente plantea grandes dificultades organizativas para adecuar la oferta a la demanda.
RECUERDE
El triaje es el proceso de valoración clínica preliminar que ordena a los pacientes en función de su urgen-
cia o gravedad antes de la valoración diagnóstica y terapéutica completa. Su fin último es garantizar la
seguridad clínica del paciente mientras espera que lo atiendan. El objetivo no es la disminución de los
tiempos de espera, sino la mejora de la asistencia en dichos servicios.
El triaje es una parte integral de los SUH. La precisión de la escala de triaje en la predicción de la
urgencia es esencial. Se trata de una toma de decisión grave, basada en una información incompleta,
ejecutada en un medio hostil y bajo presión emocional. El triaje ha de ser personalizado, dinámico, per-
manente, adaptado y socialmente aceptado. Permite gestionar el riesgo clínico y manejar adecuadamente
y con seguridad los flujos de pacientes. Debe ser la llave de entrada a una asistencia eficaz y eficiente;
una herramienta rápida, fácil de aplicar, que posea un fuerte valor predictivo de gravedad, de evolución y
de utilización de recursos. La identificación del riesgo mejora la seguridad clínica y permite al SUH una
asignación de recursos más equitativa. El sistema de triaje debe dar información válida para la correcta
ubicación inmediata de cada paciente, según su nivel de urgencia y complejidad. De este modo, se pro-
moverá la equidad en la asistencia a los pacientes urgentes.
Se trata de un proceso crítico para la efectiva gestión de los SUH. Debido a que los recursos esenciales
son escasos, es un proceso continuo. Su propósito principal es asegurar que el paciente reciba la calidad y
el nivel de la atención adecuados a las necesidades clínicas, y que los recursos de los servicios se optimicen
y se usen de forma eficiente.
El triaje estructurado es un proceso, no un espacio. Este proceso comportará una serie de adaptaciones
en los SUH, tanto a nivel físico como a nivel humano y de organización. Se inicia con el primer contacto
que el paciente y sus acompañantes tienen con el SUH, y finaliza cuando el equipo asistencial adecuado
al caso atiende al paciente.
RECUERDE
Se habla de triaje estructurado cuando el triaje cumple las premisas de fiabilidad, validez y utilidad.
Algunos modelos evolucionan a partir de él, por ejemplo, el triaje avanzado.
El triaje no es una técnica, sino una necesidad determinada para la optimización de recursos, tanto
humanos como estructurales. Una vez efectuada la valoración del paciente, el personal de enfermería
establece las prioridades asistenciales acordes con su nivel de urgencia, según las guías o los algoritmos
de actuación.
Lo urgente no siempre es grave y lo grave no siempre es urgente. La urgencia viene condicionada por el
tiempo que transcurre hasta la atención definitiva, mientras que la gravedad tiene más que ver con el
pronóstico final.
Si bien existe algún autor que identifica el triaje como un «cuello de botella» y sostiene que se debe
eliminar tal y como se concibe en la actualidad, eso no es cierto, como se argumentará a lo largo del capí-
tulo. Esta afirmación no tiene ninguna base lógica, ya que se fundamenta en el hecho de que el personal
de enfermería que se ocupa del triaje no puede hacerse cargo del volumen de pacientes que acude al SUH,
lo que parece más una excusa que una solución.
Sirva de ejemplo la siguiente cita: «Los servicios de urgencias tienen un sistema magnífico para aplicar
el principio bioético de justicia, que es el triaje».
Los SUH se deberán dotar de tantos puestos de triaje como sean necesarios para cumplir los criterios de
eficiencia y calidad.
En el ámbito clínico, hay autores que usan indistintamente los sustantivos triaje o clasificación, aunque
lo cierto es que el concepto de triaje engloba un proceso más amplio que el de la simple clasificación.
Triaje es un vocablo usado mundialmente para referirse a la clasificación, priorización y selección de los
pacientes en el entorno sanitario. De esta forma, el triaje en nuestro medio se define como la actividad
de recepción, acogida y clasificación en función de los síntomas y signos referidos por el paciente o su
acompañante, en aras de priorizar la atención médica y los cuidados de enfermería, según los recursos
materiales y humanos dispuestos por la entidad responsable prestadora de la asistencia sanitaria. Esta es
la definición que utilizan algunas sociedades científicas, por ejemplo, la Sociedad Española de Enfermería
de Urgencias y Emergencias.
El triaje es un instrumento muy útil para gestionar la asistencia del servicio de urgencias, ya que
contribuye a que el servicio sea eficiente y le proporciona un orden justo. Este orden se basa en la
urgencia de los pacientes o en su gravedad. Por otro lado, el triaje aumenta la satisfacción de los usua-
rios, ya que les proporciona un contacto inicial rápido y la información del posible tiempo de espera.
Con todo, se trata de un primer contacto con un profesional, que evalúa y establece la prioridad en la
atención. Además, la realización del triaje a los pacientes en el servicio de urgencias permite racio-
nalizar el consumo de los recursos materiales y profesionales, lo que contribuye a mejorar la calidad
global del servicio.
Otros importantes conceptos –estrechamente relacionados con el triaje– que se deben tener en cuenta
son los siguientes:
• Urgencia. Situación de inicio rápido en la que es necesaria una actuación en un tiempo breve para
evitar, limitar o suprimir daños a personas o bienes. Tiene componentes subjetivos.
• Emergencia. Situación brusca en la que es necesaria una actuación inmediata con el objetivo de evi-
tar, limitar o suprimir un riesgo vital para las personas o daños graves en los bienes. Es objetivable.
• Gravedad. Cualidad relacionada con el grado de descompensación fisiológica y/o pérdida de la
función de uno o más sistemas orgánicos.
• Complejidad. Cualidad relacionada con el grado de dificultad diagnóstica y/o terapéutica debido a
la presencia de complicaciones o comorbilidades.
• Pronóstico. Probabilidad de mejoría o empeoramiento, recidiva y expectativa de vida.
• Priorización de la asistencia. Ajuste de la respuesta asistencial según el grado de urgencia.
• Intensidad de la asistencia. Adecuación entre el grado de urgencia y las necesidades de intervención
para solucionarla.
Así pues, se pueden diferenciar los siguientes tipos de triaje:
• Triaje hospitalario. Proceso de clasificación de los pacientes que acuden a los SUH según su urgen-
cia o gravedad. Determina la prioridad en la atención. Reúne cualidades propias, ya que se trata al
paciente en un espacio hospitalario, lugar cuya localización y estructura ya está desarrollada. Se
trata de un entorno conocido por los profesionales. Además, se integra dentro del proceso asisten-
cial del hospital y funciona las 24 horas del día.
• Triaje extrahospitalario. Se realiza fuera del hospital, se realiza en el foco y zona asistencia del
incidente.
• Triaje telefónico. Se realiza en el momento de la entrada del incidente en el sistema de emergen-
cias. Requiere conocimientos sanitarios, logísticos y legales –procedimientos y protocolos– para
una respuesta eficiente.
• Triaje estructurado. Es aquel que se lleva a cabo a partir de escalas válidas, útiles, relevantes y
reproducibles. En la actualidad, existen cinco sistemas de triaje estructurado reconocidos interna-
cionalmente.
• Triaje avanzado. Contempla, dentro del triaje estructurado, la posibilidad de que la enfermería rea-
lice determinadas pruebas complementarias y practique ciertos procedimientos antes de la visita
médica.
• Triaje multidisciplinar. Equipo médico y personal de enfermería. Posibilita la resolución de deter-
minados pacientes sin necesidad de pasar a otra consulta.
• Permitir la evaluación continua mediante revaluaciones periódicas de los pacientes que no requie-
ran de atención inmediata por no manifestar signos y síntomas graves, de forma que esté garanti-
zado que sus necesidades de atención se satisfagan.
• Proporcionar un área correcta en cuanto a condiciones de privacidad, intimidad y confort para
atender y tratar a los pacientes que acuden al servicio de urgencias.
• Determinar el área de tratamiento más adecuada, disminuir el nivel de congestión del servicio y
de las áreas de tratamiento de los servicios de urgencias, y permitir un mejor flujo de los pacientes.
• Proporcionar una gestión de la asistencia del servicio de urgencias.
• Aportar información fluida a los pacientes y acompañantes sobre el tipo de servicio que necesitan y
el tiempo de espera probable, con el fin facilitar la información que ayude a definir la complejidad,
calidad, eficiencia y satisfacción del usuario.
• Servir de indicador de calidad. El triaje posibilita la evaluación de la calidad del servicio mediante
controles periódicos. Además, añade información sobre las características del servicio y las necesi-
dades que puedan surgir de recursos materiales y personal sanitario. Todo esto tiene la finalidad de
mejorar el funcionamiento del servicio.
• Diseñar los distintos niveles de priorización según criterios clínicos. El sistema de triaje no debe
convertirse en un mero procedimiento administrativo, pues su objetivo principal es identificar al
paciente en estado crítico.
Con todo ello, el triador debe interpretar, discriminar y evaluar la información que recopila de los
pacientes para valorar críticamente sus acciones. La capacidad para tomar decisiones correctas y el marco
de referencia resultan esenciales para una buena atención a los pacientes.
RECUERDE
Proceso de toma de decisiones en el triaje:
• Identificación del problema.
• Reunión y análisis de la información.
• Evaluación de las alternativas y selección de una de ellas.
• Aplicación de la alternativa seleccionada.
• Comprobación de la aplicación y evaluación de los resultados.
Primera fase. Identificación del problema. Obtención de datos a través del paciente o su acompañante
durante la anamnesis, el personal prehospitalario, los informes de salud y la evaluación de signos físicos. La
identificación del problema está ligada al motivo de la consulta o enfermedad actual, es decir, a la forma
de presentación o manifestación del problema de salud. Es el principal signo o síntoma identificado por el
paciente o acompañante y la causa de demanda de atención sanitaria. Esta primera fase permite identificar
el diagrama de presentación clínica (DPC) (Fig. 1.1-3).
Obtención Familiares
de datos o acompañantes Anamnesis
Otro profesional
Informe
sanitario
• Motivo de consulta
Identificación • Enfermedad actual
del problema • Forma de presentación
• Manifestaciones del problema
Segunda fase. Reunión y análisis de la información. Se centra en la búsqueda de los factores discri-
minadores, es decir, de los síntomas y signos diferenciales o sus características. Estos otorgarán el nivel de
prioridad en la atención de la urgencia (el reconocimiento de un modelo es importante). Los discriminadores
pueden ser de dos tipos:
• Discriminadores generales: riesgo vital, dolor, hemorragia, nivel de conciencia, temperatura, agu-
deza (tiempo de evolución). Son aplicables a todos los pacientes independientemente de su tipo de
consulta, por eso aparecen en todos los DPC.
• Discriminadores específicos: dolor cardíaco, dolor pleurítico, etc. Son aplicables a formas de
presentación concretas y se relacionan con aspectos clave de las condiciones particulares de los
pacientes.
Tercera fase. Evaluación de las alternativas y selección de una de ellas. La elección de un DPC lleva
a seleccionar una serie de discriminadores generales y específicos que pueden aplicarse al paciente
mediante preguntas u observaciones. La complejidad del triaje es poner en práctica el método para eva-
luar estas preguntas, mediante las que los triadores deben decidir si se cumplen los criterios de inclusión
para la presencia de ciertos discriminadores y cuáles de ellos conducen a la prioridad clínica más elevada.
Cuarta fase. Aplicación de la alternativa seleccionada. Es una fase esencial en el proceso de triaje.
Aparece el resultado inevitable tras la recogida de datos, el análisis y la evaluación llevada a cabo en las
fases anteriores. Se trata de la decisión de que un discriminador general o específico es el más adecuado y
conlleva la adjudicación de una de las prioridades clínicas. Además, se deben tener en cuenta las siguientes
posibilidades:
• Subtriaje. Clasificación en categorías inferiores a la gravedad real del paciente.
• Sobretriaje. Clasificación en categorías superiores a la gravedad real del paciente.
En esta última fase se produce la documentación del proceso, que implica el registro de la prioridad
adjudicada, de tal forma que se reúnen el diagrama de presentación empleado, el discriminador y la cate-
goría (prioridad) otorgada. Así se explica en el siguiente ejemplo, en el que se emplea el Manchester Triage
System (MTS):
RECUERDE
Paciente que acude por dolor torácico atípico (MTS):
• DPC: Dolor torácico
• Discriminador: dolor pleurítico
• Categoría: urgente (amarillo)
Quinta fase. Comprobación de la aplicación y evaluación de los resultados. La prioridad clínica puede
cambiar en el tiempo, por lo que el triaje debe ser dinámico.
incluso por patologías banales. Es muy importante tener en cuenta los tiempos de espera, debido al riesgo
de úlceras por presión, los problemas de continencia, el riesgo de infección, etc. Por todo esto, puede ser
de gran ayuda que estén acompañados por un familiar, sobre todo en casos de demencia y alteraciones
cognitivas.
Pacientes con incapacidad física. Se trata de pacientes encamados, grandes dependientes, personas
con alteraciones de la visión y audición, etc. Es importante que estos pacientes estén acompañados por
familiares o conocidos y que sean atendidos con rapidez. Deberán esperar en un entorno que proporcione
confort y preserve su intimidad.
Pacientes con problemas mentales. Debido a las características propias del triaje, la atención resulta
compleja, por el poco tiempo que se tiene para abordar a estos pacientes. Hay que distinguir si existe riesgo
de autolesión o de que dañen a terceros. El nivel de agresividad o ansiedad resulta primordial a la hora de
tomar desde el triaje las decisiones iniciales que permitan acelerar la atención psiquiátrica del paciente,
por lo que se debe informar al resto de profesionales de urgencias y elegir el lugar más adecuado en el que
el paciente espere hasta que sea visto.
Pacientes con riesgo de infección. Se debe actuar de forma especial con los pacientes inmunodepri-
midos que acudan a los servicios de urgencias (por infecciones, VIH, leucemia o trasplantados de órganos).
También se debe actuar de forma especial con los pacientes en tratamiento biológico por enfermedades
autoinmunes o medicamentos inmunodepresores para el cáncer. En estos casos, hay que proporcionar mas-
carillas al paciente, e incluso disponerlo en un box o sala de exploración aislado del resto, principalmente
cuando acuda por fiebre o exista riesgo de neutropenia. Además, se considerará si se acelera la atención
para evitar riesgos.
Pacientes con sospecha de patología infecciosa. De la misma manera que en el caso anterior, hay que
tomar ciertas precauciones con el fin de evitar riesgos (esta vez hacia son los otros pacientes. En los pacientes
que acuden por sospecha de patología infectocontagiosa, se pueden proporcionar medidas de aislamiento
precoces desde el triaje y valorar su espera en las salas de espera comunes. Muchos hospitales disponen
de protocolos de atención inicial ante la sospecha de escabiosis, gripe, infecciones de la infancia, etcétera.
Pacientes ofendidos o agresivos. En el triaje se tiene que lidiar en muchas ocasiones con el reclamo de
atención de algunos pacientes o sus familiares. El intento de explicar la política del servicio puede resultar
ineficaz. Se deben considerar las molestias que pueden causar al resto de pacientes en la sala de espera,
por lo que es conveniente poner en práctica ciertas estrategias, por ejemplo, cambiarlos de lugar o incluso
atenderlos antes. Por supuesto, siempre se tiene que valorar la presencia del personal de seguridad o de
las fuerzas del orden público.
Pacientes bajo los efectos del alcohol u otras drogas. La difícil valoración de estos pacientes hace
que sea necesaria la evaluación continua para comprobar si su estado está empeorando o aparece un pro-
blema que inicialmente no fue detectado debido a dificultades de comunicación o a la disminución de la
percepción por causa de los tóxicos.
Paciente que acude frecuentemente. La mayoría de los servicios tienen una serie de pacientes asiduos
a los que el personal conoce. Estos pacientes muchas veces presentan problemas sociales o adicciones
a ciertos fármacos, como las benzodiacepinas, los derivados del opio, los analgésicos, los anestésicos y
los derivados de las anfetaminas. Sin embargo, hay que tener especial cuidado en emplear la subjetividad
durante el triaje, ya que este tipo de pacientes presentan un riesgo mayor de desarrollar enfermedades y
complicaciones asociadas, así como de autolesionarse.
Pacientes derivados de otros servicios. Por un lado, cualquier paciente remitido por otros servicios
sanitarios para continuar con la valoración o tratamiento (ya sea del centro de salud, hospitales privados o
públicos –sectorización–, servicios de urgencias extrahospitalarios, servicios intrahospitalarios –consultas
externas, servicios de pruebas diagnósticas, etc.–) debe de ser triado y seguir el mismo proceso de aten-
ción que el resto de los pacientes que acuden a urgencias. Sin duda, la primera atención efectuada por los
profesionales que derivan al paciente contribuye a su clasificación, pero no condiciona la prioridad en la
atención. Por otro lado, hay pacientes que pueden ser remitidos por la policía, los servicios sociales, las
autoridades judiciales u otros servicios públicos en calidad de detenidos o custodiados. Por esta razón, se
tendrán en cuenta las presiones del personal de estos servicios a la hora de manejar a dichos pacientes. Se
velará siempre por la protección de la intimidad de los que acudan esposados o bajo la autoridad de las
fuerzas del orden público.
Con todo ello, se deben tener en cuenta las diferentes características y aptitudes que tiene que reunir
el profesional designado a la labor de clasificación y triaje de urgencias:
• La experiencia en el campo de las urgencias es importante a la hora de poder realizar un triaje de
calidad en el que el profesional ejerza un examen rápido que implique a su vez una toma rápida de
decisiones y una adecuada delegación de tareas. Por ello es por lo que muchos servicios de urgen-
cias establecen que el triador parta de tener experiencia en urgencias y tenga un tiempo trabajado
establecido en ese mismo servicio.
• En muchas ocasiones, puede que el triador tenga que suministrar algún tratamiento inicial, o que
deba realizar alguna técnica de primeros auxilios, administrar oxigenoterapia, colocar un cabestrillo
o collarín, iniciar un masaje cardíaco, taponar hemorragias o abrir la vía aérea. Además, cabe la
posibilidad de que tenga que valorar el suministro de analgésicos.
• Según los protocolos establecidos en las distintas unidades de urgencias, desde el triaje se puede
iniciar la petición de ciertas pruebas complementarias, por ejemplo, radiografías, exámenes de
orina o electrocardiogramas.
• El triador es el primer contacto sanitario para el paciente. La información que este proporciona es
primordial a la hora de aclarar los tiempos de espera, el tiempo probable de estancia en el servicio,
la necesidad de alguna prueba y el posible tratamiento.
• El triador debe de ser consciente en todo momento de la ocupación del servicio y de la dispersión de
los pacientes, con el fin de decidir la ubicación de estos según la disponibilidad de las instalaciones
y la política del servicio. Además, debe estar atento a los riesgos que pueda presentar el paciente.
• El triador debe mantener informados y organizados a los pacientes en espera. Se considera un área
clínica en la que la observación y la evaluación constantes son esenciales para localizar a aquellos
pacientes cuya situación esté cambiando.
El personal de enfermería del triaje debe valorar a los pacientes de manera holística, en un ambiente seguro,
íntimo, privado y con la máxima confidencialidad.
Algunos estudios han demostrado que las estrategias de enfermería en la toma de decisiones de triaje
son complejas, y no solo el resultado de una evaluación basada en fundamentos profesionales, bien pen-
sados y según datos relevantes para la asignación del nivel. La información contextual puede incurrir en
sesgos de una manera que podría llevar al personal de enfermería a no explorar correctamente las condi-
ciones físicas de sus pacientes.
La experiencia es una característica esencial repetidamente identificada, y esta experiencia clínica no
necesariamente tiene que estar en el servicio de urgencias, la toma de decisiones en la incertidumbre y
situaciones de emergencia, así como en el uso de la heurística entre las enfermeras con diferentes niveles
de experiencia.
La heurística se describe como el conjunto de estrategias que se utilizan para hacer inferencias, que
están influidas por el conocimiento adquirido en pasadas experiencias. La experiencia y el uso de la intui-
ción son un tema con gran peso en la toma de decisiones.
Algunos autores han descubierto que el estado emocional, el malestar psicosomático y la falta de satis-
facción llevan a un sesgo en la toma de decisiones. También se ha demostrado que el uso de directrices y
procedimientos de trabajo tiene un efecto positivo sobre la satisfacción y el compromiso laboral.
El trabajo en equipo es un aspecto fundamental en los servicios de urgencias, más aún –si cabe– para
el profesional que se encuentra en triaje, puesto que cada miembro aporta conocimientos, habilidades,
actitudes, valores y motivaciones. El modo en que los integrantes del equipo se relacionan entre sí influye
decisivamente en la consecución de los resultados esperados. Cuando estos se logran, el equipo consigue
lo que se denomina sinergia.
Históricamente, en España, la función de triaje por parte del colectivo enfermero ha sido rechazada
por los tribunales en diferentes juicios en los que la enfermería ha manifestado su oposición a realizar esta
función, lo que contrasta con lo que ocurre a nivel internacional, donde esta competencia la ha desempe-
ñado siempre el personal de enfermería.
Las funciones de triaje no conllevan un diagnóstico, sino una valoración de los signos y síntomas a
los solos efectos de priorizar la atención del paciente. No se utilizan diagnósticos médicos, sino que úni-
camente se evalúan signos y síntomas sobre la base de un protocolo fiable y validado. La dimensión de los
cuidados en forma de recepción y acogida hacen del profesional de enfermería el personal óptimo para
realizar esta función.
Hoy en día resulta impensable imaginar los servicios de urgencias sin un sistema de triaje. Sin embargo, su
implantación es relativamente reciente. La importancia de conocer la historia para comprender el presente
resulta fundamental. Por este motivo, se abordará a continuación la breve historia del triaje en el ámbito
de las urgencias. Al igual que ocurre dentro de la historia de las profesiones, existe una investigación
historiográfica escasa en la enfermería y en el resto de las ciencias de la salud, circunstancia que es aún
más acusada en el ámbito español. Del mismo modo, tan solo se cuenta con una escueta información
histórica sobre el desarrollo del triaje. Con todo ello, distintos autores coinciden en indicar que el triaje
extrahospitalario –como se entiende en la actualidad– se inicia en el siglo xviii en las tropas napoleónicas.
Es entonces cuando el cirujano Dominique Jean Larrey, tras percatarse de la necesidad de una evacuación
ordenada y una actuación urgente sobre los heridos del campo de batalla, establece una serie de medidas
para clasificar a los heridos. Sin embargo, no se puede hablar de una descripción sistemática del triaje
hasta que E. Richard Weinerman lo introdujo en Baltimore en 1964 para que se aplicara en los hospitales
con la población civil.
Posteriormente, durante los años sesenta en Estados Unidos y a finales de los ochenta en España, se
produjo un crecimiento exponencial de la demanda de asistencia sanitaria en los servicios de urgencias de
los hospitales. Durante décadas, los SUH han sido sometidos a una gran presión asistencial, que progresi-
vamente va en aumento. De esta forma, los SUH atendieron a más de 18 millones de pacientes en 1997, a
23 millones en el año 2004 y a casi 26 millones en 2010. En 2016, casi se han alcanzado los 30 millones
de pacientes, según fuentes del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Más del 70 % de esa
demanda son pacientes no graves, lo que provoca demoras en la asistencia de los graves. Esta circunstan-
cia hace necesaria la elaboración de una priorización asistencial mediante un sistema de clasificación en
diferentes niveles de urgencia. Este es el nacimiento del triaje en los SUH.
«Los soldados que no tengan capacidad de recuperarse deben dejarse en el frente de batalla, solo deben
llevarse al hospital aquellos que puedan restablecerse».
Dominique-Jean Larrey
Otro de los cirujanos napoleónicos destacados fue Pierre François Percy, quien creó un cuerpo de
auxiliares sanitarios encargado de recoger a los heridos y proporcionarles los primeros auxilios.
RECUERDE
Durante esta etapa, se consiguió reducir considerablemente la mortalidad por demora en la atención:
esta descendió un 50 % durante la guerra de Secesión norteamericana, pasó a un 10 % durante la Primera
Guerra Mundial y se redujo a un 5 % en la Segunda Guerra Mundial.
RECUERDE
A diferencia de los sistemas de 5 niveles, los sistemas de triaje de 3 y 4 niveles no han demostrado poseer
suficiente validez, utilidad ni reproducibilidad (criterios de un buen sistema de triaje).
de prioridad, que debe ser la llave de entrada a una asistencia eficaz y eficiente y, por lo tanto, una
herramienta rápida, fácil de aplicar y con un fuerte valor predictivo de gravedad, de evolución y de
utilización de recursos.
RECUERDE
«El triaje se mantendrá como una importante herramienta de control de riesgo hasta el día en que los
recursos se equiparen con las demandas».
K. Mackway-Jones
Emerg. Med. J. 2003
La prioridad clínica del paciente es un marcador con gran importancia y sirve como base para controles
de calidad. Para que el triaje sea considerado como instrumento de ayuda en la gestión de los recursos, la
financiación y el gasto del servicio de urgencias, este debe ser correcto, reproducible y revisable.
CONCLUSIONES
El sistema actual de triaje actual debe permitir la clasificación de los pacientes según criterios
de gravedad o urgencia, con la finalidad de minimizar los riesgos en el caso de que tengan que
esperar a ser atendidos por el personal sanitario de una manera segura. De esta forma, se atienden
inmediatamente los casos más graves o urgentes y se demora la asistencia del resto. Si es necesario,
los casos graves o urgentes se someten a revaluaciones periódicas, por si se modificara la situación
inicial del paciente. A lo largo de este primer tema se han desarrollado los conceptos fundamentales
del triaje, sus generalidades y la evolución histórica que este ha experimentado.
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