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Las obras de los juristas de esta época se caracterizan por ser abreviaciones o
síntesis en las que se pretende abordar todo el derecho. El autor más representativo de
finales del siglo III es Hermogeniano, jurista cercano a los círculos oficiales, quien
escribió un compendio titulado «Epítome del Derecho» (Epitome iuris); también
publicó una colección de los rescriptos emitidos por Diocleciano, durante los años
293 y 294, conocida como «Código Hermogeniano» (Codex Hermogenianus), que
vino a completar la que había hecho un tal Gregorio, el «Código Gregoriano», con
rescriptos de Adriano a Diocleciano, hasta el año 292.
A finales del siglo III apareció otra obra de ese mismo estilo con el nombre de
«Sentencias de Paulo» (Pauli Sententiae). Es una colección de reglas jurídicas
(«sentencias»), sobre todas las materias jurídicas, falsamente atribuida al jurista
Paulo. Semejante, aunque de principios del siglo IV, es otra obra atribuida a Ulpiano,
que se conoce por dos nombres: «Epítome de Ulpiano» (Epitome Ulpiani) o «Reglas
de Ulpiano» ( liber singularis regularum). Otro tipo de obras propio de estos siglos
son las colecciones, ordenadas por materias, de fragmentos jurídicos de libros
antiguos (ius) y de leyes imperiales (leges), como las colecciones denominadas
«Comparación de leyes romanas y mosaicas» (Mosaicarum et Romanorum legum
Collatio) y «Fragmentos Vaticanos» (Fragmenta Vaticana).
VULGARISMO JURÍDICO
Desde fines del siglo III empezó a preocupar el uso de rescriptos falsos. El
problema se agravó porque a mediados del siglo III se sustituyó el viejo formato del
libro «en rollo» (volumen) con el formato del libro por páginas (codex), de manejo
más fácil, y aprovechando el nuevo formato, se hicieron muchas nuevas ediciones (no
oficiales) de los libros jurídicos, sin respetar del todo su texto original, sino
abreviándolo y, a veces, adaptándolo a las nuevas necesidades. Se hizo entonces
necesario retirar la autoridad a obras apócrifas.
Las diversas disposiciones que dieron los emperadores para quitar autoridad a
algunas obras jurídicas fueron posteriormente conocidas como «leyes de citas».
Constantino fue el primero que suprimió (año 321) la autoridad de algunas obras
dudosas como las «Notas a Papiniano» atribuidas a sus discípulos Paulo y Ulpiano, y
además confirmó (año 327) la autoridad de todas las obras de Paulo, y especialmente
de las «Sentencias», que en realidad no eran de Paulo.
Un siglo más tarde (año 426), el emperador Valentiniano III emitió una «ley
de citas», por la que, además de confirmar la desautorización de las «Notas a
Papiniano», señalaba que sólo podían alegarse en juicio las obras de cinco juristas
tardo clásicos: Papiniano, cuyas opiniones eran definitivas en caso de discrepancias,
Paulo, Ulpiano, Modestino y Gayo; posteriormente se corrigió esta ley y se dijo que
también eran alegables las obras de otros juristas que estos cinco citaran, con lo cual
se ampliaba el número de obras alegables. El problema de la autenticidad de los libros
jurídicos alegables en juicio terminará cuando se publique el Digesto (533), como
compilación oficial de los textos jurisprudenciales alegables en juicio.
EL CÓDIGO TEODOSIANO
Con la caída de Roma el año 476, el rey visigodo Eurico se hizo cargo del
territorio que comprendía la Prefectura de las Galias (que aproximadamente era lo
que hoy son Francia, España, sur de Alemania y sur de Inglaterra), y publicó un libro
jurídico, que contenía fundamentalmente derecho romano vulgar, conocido como
«Código de Eurico» (Edictum Eurici regis).
En las Galias, en la segunda mitad del siglo V, parece que hubo cierto cultivo
del derecho, del cual era una muestra ese código, pero que también dio otros frutos:
unas obras llamadas «Interpretaciones» (Interpretationes) que contenían comentarios
breves a las leyes recopiladas en el Código Teodosiano, a leyes posteriores y a
algunas obras jurisprudenciales, como las Sentencias de Paulo.
En el año 506, otro rey visigodo, Alarico II ordenó hacer una amplia colección
de obras jurídicas, conocida como «Breviario de Alarico» o «Ley romana de los
visigodos» (Lex Romana Visigothorum). Pretendía compilar tanto las leyes como las
obras jurisprudenciales. De las leyes, contenía el Código Teodosiano, con
mutilaciones, y leyes posteriores de Teodosio y de sus sucesores, conocidas como
«Novelas Teodosianas y Posteodosianas» (Novellae Theodosianae et post
Theodosianae).
En Oriente, que siempre había tenido una cultura superior a Occidente, salvo
en la ciencia jurídica, floreció, en la primera mitad del siglo V, un cultivo académico
del Derecho en las escuelas oficiales de Derecho, primero en Berito (Beirut) y luego
en Constantinopla. En esas escuelas se conservaron y estudiaron los libros de la
jurisprudencia clásica (en sus ediciones del siglo III), lo que dio lugar a la formación
de una tradición bizantina de profesores de derecho, caracterizada por su
«clasicismo», es decir su apego o devoción al derecho clásico romano.
A finales del 529, Justiniano inicia la tarea de recopilar el ius vetus, es decir,
todas las respuestas de los juristas que conformaban la iurisprudentia, pero antes
prepara la labor resolviendo los puntos controvertidos entre los jurisconsultos de las
Escuelas de Sabinianos y Proculeyanos; y, a tal efecto, expidió las Quinquaginta
decisiones, que son cincuenta constituciones por las que se zanjan esas diferencias
dando la razón a la Escuela Sabinianea, en algunos casos, y en otros a los
Proculeyanos. Con el fin de recopilar la antigua jurisprudencia, Justiniano en la
constitución Deo Auctore, el 15 de Diciembre del 530, encarga a Triboniano una
comisión para tal propósito. A los tres años, el 16 de Diciembre del 533, es
promulgada la constitución Tanta, en donde se recoge dicha compilación que recibe
el nombre de DIGESTA o PANDECTAS y que, normalmente, conocemos como
DIGESTO que se encuentra estructurado en cincuenta libros y que, de toda la obra
legislativa justinianea, ocupa un puesto de máximo honor ya que es el mayor caudal
de conocimientos del Derecho romano.
- Libro I: Personas
a partir del siglo XVI, por obra de Dionisio Godofredo (1583), se denominará
CORPUS IURIS CIVILIS frente a la compilación del Derecho de la Iglesia CORPUS
IURIS CANONICI.
EL CÓDIGO DE JUSTINIANO
El primer libro que se publicó fue el Código, en una primera edición del año
529. Para hacerlo se aprovecharon los códigos Gregoriano y Hermogeniano (que
conservaban rescriptos de Adriano a Diocleciano), el Código Teodosiano, que
compilaba las leyes desde Constantino hasta Teodosio II, y las colecciones de leyes
posteodosianas.
EL DIGESTO