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Discurso para hacer pipi, fumar un cigarro o dormir una siesta de unos 10 minutos

Buenos días-tardes-noches.
Quiero agradecer en primer lugar el placer que me produce asistir a este acto y dar las gracias a los
asistentes por su presencia, sin cuya pertinencia y la mía no hubiese sido posible la misma.
El motivo de nuestra reunión es concelebrar un evento de considerable amplitud e interés, sin duda,
motivo de regocijo por cuanto es, sin duda, interesante a la vez que recreativo.
El alcance de dicho evento viene determinado por las circunstancias convergentes de sociabilidad,
interés personal y sostenibilidad intrínseca. Siendo, indudablemente para los concurrentes causa y
fin del hecho que celebramos.
Sobre la materia en sí misma, puntualizar que no se trata de polemizar o llevar la contraria por
llevar la contraria sino que mantenemos una positividad colaborativa para alcanzar, es nuestro deseo
más íntimo, un consenso sin acritud, aunque polémico.
Muchos han sido los concurrentes que han manifestado su opinión, sin duda lícita, pero que no
puede, por ello, ser considerada sino como personal y por lo tanto parcial. Llevada, por así decir,
por sus propias aspiraciones y deseos, sin caer en la cuenta de que, sin percatarse, han podido herir
susceptibilidades, agredir sensibilidades, violar privacidades, saquear e incendiar.
Han llegado al extremo de considerar que todo el monte es orégano o que, para cualquier disparo,
basta una bandada. No es nuestra intención, repito entrar en polémicas, pero quiero dejar bien
sentado que, como decía el ínclito hijo celebérrimo de ésta ilustre ciudad: cuando un pato lleva las
de ganar, no le ensucies la charca.
Consideraciones personales aparte, y sin querer, repito, entrar en polémicas, es, sin duda, causa y
efecto de lo antedicho, el asunto, peliagudo aunque inevitable, de si es conveniente sentar bases
sólidas o vivir de paso. Vivir de paso o al paso, es así indudablemente, una sinéndoque o
parafernalia, es decir un trampantojo en el que muchos caen sin conciencia de lo que hacen, aunque
sea disculpable por no saber dónde se metían. Somos humanos y no lechugas, y por lo tanto,
proclives al horror.
Excusaremos, por educación, palabras vanas, aunque ciertas, y despejaremos, sin saber, aquello que
resulte superfluo, para quedarnos con el cogollo de la lechuga, que es al fin y al cabo, como quien
dice, la esencia o ser en sí mismo de la cosa.
Por situarnos mejor en la materia, aclararemos, no desesperen, que sin haber llegado aún al núcleo,
hemos acertado a pasar cerca, nos hemos quedado en las hojas, cual abejorro. Lo cual, es mucho,
sabiendo como sabemos la cantidad de iniciativas y movimientos que acaban en nada o en poco
más, sin alcanzar a la postre el flan, digo, el objetivo.
No queriendo entretenerles inútilmente con un discurso sustancioso aunque vano, quiero concluir,
que nos queda mucho por decir, pero que sin duda, hemos remachado indeleblemente lo susodicho.
Y hemos dado un paso de gigante en este evento, sin duda inrrobable.
Gracias y pueden ir devolviendo los bolsos y chaquetas a los ausentes.

Plas, plas, plas, chin pon

Daniel Fernández Rutkowski

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