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Dentro de la dinámica familiar, el orden en el que nacen los hijos es importante, para la
personalidad y para la afinidad con los demás. Por eso te interesa saber qué número de
hermano eres.
Marc Fréchet, el descubridor de los «Ciclos Biológicos Memorizados», descubrió también que
existían patrones repetidos en las personalidades de los primogénitos, de los segundos hijos y
de los hijos terceros.
Y es, básicamente, una regla de 3. Es decir, no existe el 4, la afinidad y personalidad de los hijos
4, es la del hijo 1, porque vuelve a comenzar.
1: Es masculino, el hombre.
2: Es femenino, la mujer.
Y la misma memoria subconsciente, existe en el vientre de una madre. Todas las concepciones,
así sean abortos naturales y causados, corresponden a los números descritos: masculino,
femenino y realización.
En todas las familias sucede esto y puede ocurrirte con tus hermanos y con tus padres. Por
ejemplo, si tú eres el primero hijo y tu padre es el primer hijo dentro de su familia, tú y tu
padre serán afines.
Existiendo a la vez, la influencia del proyecto sentido con el que te conciban tus padres. Es
decir, si te sienten un gran regalo, un estorbo, un bebé ya no esperado ni deseado, un
accidente, etc.
El primogénito suele ser un hijo responsable, ordenado, esquemático, líder y por lo general,
extremadamente seguro de sí mismo. Se sabe especial, se sabe importante y se sabe fuerte.
Con frecuencia se les obliga a cumplir responsabilidades que les corresponderían a los padres:
cocinar, cuidar a los hermanos, resolver problemas de la casa, alimentar a los hermanos, e
incluso a mantener el negocio familiar en algunos casos.
Ser primogénito también tiene sus ventajas. Por lo general, el primero hijo representa el linaje
del padre, de la familia paterna e incluso, en una gran porcentaje de ocasiones «el parecido
físico mayor» es con el padre.
Hay que tener cuidado, de no cargar la mano al hijo primogénito, porque puede sentirse
obligado a ver de por vida por los hermanos, mantenerlos, cuidarlos y dejar su vida de lado.
Las hijas primogénitas, con frecuencia llegan a tener un gran poder en la familia y asumen
responsabilidades como el rol de cuidadoras, pudiendo llegar a convertirse en madres
simbólicas de los hermanos y de la propia madre.
Los hijos primogénitos varones se convierten en patriarcas, en guías para toda la familia. Todos
le siguen y obedecen. Tiene muy marcados los valores masculinos de la familia.
Y hay que analizar al padre, al abuelo y al bisabuelo, para entender toda la carga emocional
que trae encima.
Son muy sensibles a los problemas del linaje paterno y a los programas inconscientes de otros
familiares primogénitos en el árbol.
Si hay un primogénito que tenga padre ausente, familia paterna no presente, que haya sufrido
abandono del padre, entonces, será un hijo rehén de secretos y sombras transgeneracionales.
Con una gran carga emocional negativa.
No sólo las tratarán como a un «igual» sino que buscarán parejas fuertes, decididas,
determinadas.
Los primogénitos, hombres y mujeres, serán padres controladores y estrictos.
El primogénito varón seguido de una hermana tiene un don natural para cuidar a las mujeres,
con las que sabe mostrarse atento y comprensivo. Elegirá mejor que otros hombres a sus
parejas y no tendrá inconvenientes en trabajar con o para ellas.
La primogénita mujer, seguida de una hermana toma actitudes maternales con ella. Tiende a
ser responsable, estricta y preocuparse por los demás, dando órdenes y controlando.
Cuando llega el momento, intentará controlar a su marido y a sus hijos. Son mujeres muy
sacrificadas, que llegan a olvidarse de sí mismas.
Suelen tener una relación muy estrecha con el padre, siéndole fiel. Puede sentir culpa
inconsciente por ser la preferida del padre. Por su rol matriarcal, puede tener dificultades para
entenderse con el contacto físico opuesto. De hecho, le molesta que el hombre que le interesa
busque su contacto. Su pareja ideal sería un hermano menor de hermanas o un hombre con el
mismo rango de hermandad que su padre.
El primogénito varón, seguido de un hermano, se convierte en guía de éste, pero suele ser una
relación difícil, Casi siempre se convierten en enemigos. Piensan diferente, actúan diferente,
sienten diferente. Se crea una especie de competencia de por vida, para ser mejor que el otro.
La hija primogénita seguida de un hermano varón, tendrá una fascinación especial por el
mundo masculino y una conexión especial con la abuela paterna y las tías paternas.
Sabe cuidar de los hombres y será muy valorada por ellos, sobre todo si son hermanos
menores. En cambio, puede tener conflictos de poder con hombres primogénitos, porque los
verá como competencia y será una trabaja constante de poder.
Será independiente y fuerte, en el ámbito profesional prefiere dirigir. Tendrá una mejor
relación con el contacto fisico masculino que con el femenino.
La confusión.
Se trata, sin duda, del hijo cuyo rango de hermandad entraña más dificultades en el seno
familiar. Viverá de una mayor neutralidad y su ubicación favorecerá un mayor equilibrio
emocional; pero dudará consciente e inconscientemente de los sentimientos de los padres
hacia él en comparación con el resto de hermanos. No tendrá más opción que esforzarse para
hacerse notar y reclamar protagonismo.
Su equilibrio emocional le llevará a ser probablemente comprensivo, cooperativo y flexible sin
dejar, por ello, de ser competitivo. Suele rodearse de un círculo de amistades en el que
buscará la atención que siente que no obtuvo en la familia. Al haber recibido menor atención
que sus hermanos por parte de los padres, las amistades pueden convertirse en una suerte de
familia de compensación.Precisamente, esta habilidad social aprendida por la necesidad puede
propiciar actitudes emprendedoras exitosas.
Por otra parte, fruto de la comparación con hermanos mayores y menores, así como del
reclamo de protagonismo, el hijo de rango central forjará una personalidad opuesta al
hermano mayor y al hermano menor.
Si el segundo hijo es varón y ha nacido poco tiempo después de un primogénito varón, puede
acentuarse ese espíritu competitivo e incrementarse la polarización con las cualidades del
mayor por oubicación. Si uno de los progenitores es también hermano segundo, se identificará
con él; si se trata del padre, esa identificación padre segundo – hijo segundo generará
competencia de este último con el primogénito.
Como resultado y reminiscencia de sus dudas de la niñez sobre el cariño y los sentimientos de
los padres, en la vida buscará amigos protectores que lo entiendan y valoren.
Será un hijo aislado, que trabajará por ser el mejor, ser independiente, y puede tener una
personalidad muy femenina o emocional o lo contrario, una personalidad dura y rígida.
Necesitará mucho el referente paterno. Copiar al padre, imitar a su padre. Comprender cómo
debe ser un hombre.
Las mujeres no sólo lo aman sino que anhelan cuidarlo. En cuanto a las mujeres, puede
convencerlas fácilmente. Siempre esperará que las mujeres de su vida, primero hermanas y
luego parejas, lo protejan y sirvan. Para él sólo cuentan sus propios intereses.
Será femenina, cálida, amable y sensible. Obviamente, con esas cualidades puede conseguir lo
que quiera de los hombres y, de hecho, tiene gran facilidad para encontrar compañía. Suele
casarse o emparejarse antes que las demás, aunque no le preocupa la soltería porque tiene
hermanos en quien apoyarse. Su mejor elección como pareja será un hermano mayor de
hermanas. Es capaz de adaptar su vida a los intereses del hombre que ama.
Vivirá buscando el reconocimiento de los demás y se mostrará competitiva no sólo con otras
mujeres sino también con los hombres. Necesita sentirse respetada. Se identifica con su madre
y con su abuela materna, sobre todo si tienen su mismo rango de hermandad. También
requiererá al esposo que deberá implicarse en lo cotidiano con los hijos y ayudarla mucho con
ellos.
En cuanto a los hijos, le cuesta manejarlos, no se sabe dar a respetar, siente que su voz, no
cuenta y precisa la ayuda de su madre o de la hermana. Suelen ser madres de hijos muy
conflictivos, porque jamás las ven como autoridad.
Llega cuando los padres ya tienen confianza y experiencia acumulada para ejercer ese rol.
El hijo pequeño goza, por tanto, de más permisividad y menos control que sus hermanos
mayores. Por ende, desarrolla cualidades como la simpatía y el encanto para poder convencer,
con lo que acapara las atenciones de todos los miembros de la familia y también las envidias
de sus hermanos. Al gozar de más libertad, el hijo menor es más independiente.
Tiene mucho en común con el primogénito porque ambos se sienten con derechos y se creen
especiales. Como hijo menor, ha tenido que afrontar menos responsabilidades y en la vida
probablemente no buscará experiencias con mucha responsabilidad.
Puede estar sobreprotegido y, como resultado, mostrarse menos respetuoso con la autoridad.
El hijo menor puede heredar programas inconscientes muy concretos, como las tentativas de
sus padres para que no abandone el hogar familiar (síndrome del nido vacío) o representar el
programa inconsciente de ser el cónyuge ideal del progenitor del contacto fisico contrario.
Puede sentirse el hijo bastón y padecer sobrepeso por sentir que debe ser «grande y fuerte»,
para cargar con la madre o el padre en la vejez.
Cuando le separan varios años de sus hermanos anteriores, su rol es muy similar al del hijo
único.
HIJOS ÚNICOS
Desde un punto de vista estrictamente transgeneracional, los hijos únicos a veces responden a
memorias de conflictos entre hermanos de anteriores generaciones y son la respuesta al deseo
de estar solos y evitar la repetición de esos enfrentamientos. Otras veces, se trata de la
reparación de un exceso de hijos o de una procreación caótica en generaciones anteriores.
El hijo único es el depositario de las expectativas de sus padres. Además, tiene que asumir
todo el peso de la continuidad familiar. El clan corre peligro de extinguirse, lo que se traduce
en una carga adicional para él. Es frecuente que en estos casos se manifieste el Complejo de
Atlas al tener que sostener en soledad sobre sus hombros toda la herencia transgeneracional y
la responsabilidad de la supervivencia del clan.
El hijo único varón puede asumir roles de liderazgo aunque preferirá asesorar más que mandar
él mismo. Como pareja, buscará una que sea maternal y acepte subordinarse a él y a sus
intereses.
Se identificará especialmente con otro hijo único o con hermanos mayores. Si tiene un hijo,
preferirá que sea varón.
A la hija única le cuesta compartir más que a otras mujeres. Intentará ser siempre la preferida
y no pasar nunca inadvertida. Habitualmente, es incapaz de dejar de lado su egocéntrica
personalidad en relación a los hombres, de los que espera que representen un modelo
paterno. Su madre la asiste más que otras madres a sus hijas y es posible que hasta le busque
parejas. El hombre que se case con ella debe tener muy en cuenta a la madre de ella ya que,
por lo general, la suegra forma parte del lote.
Como madres, las hijas únicas son exigentes, si bien cuidan menos a sus hijos que otras
madres. Se dará por satisfecha teniendo sólo una hija. Si tiene un hijo, verá en él más
características de su padre que de su marido.
Mellizos y gemelos
Si son niño y niña, los roles se determinarán en función de los padres. Si el padre es el mayor y
la madre la menor de sus hermanos, el niño asumirá el rango de mayor y la niña el de menor,
aunque no hayan nacido en ese orden. Es decir, si no hay más hermanos, asumen roles de
posiciones filiales habituales.
Cuando los mellizos o gemelos tienen hermanos menores, aprenden roles de hermanos
mayores de hermanas y hermanos, según cada caso.
HIJOS ADOPTADOS
La clave está en las circunstancias del momento de su llegada a la familia. Si se incorpora antes
que sus hermanos (biológicos o también adoptados), todo será más fácil para él. Si lo hace
después, su presencia trastoca todo el sistema de rangos ya existente, lo que puede originar
reubicaciones, rivalidades y conflictos de identidad.
El hijo adoptado se beneficia de una mayor protección por parte de los padres tanto en el seno
familiar como hacia el exterior. Sin embargo, puede ser considerado como un intruso o un
competidor por los otros hermanos.
Según vaya creciendo, podrá sufrir un conflicto de lealtad con los padres adoptivos si alguna
vez desea de conocer o saber algo de sus padres biológicos, hacia los que podrá sentir
resentimiento en unos casos o mucha pena en otros.