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Pontificia Universidad Católica del Perú

Facultad de Letras y Ciencias Humanas


Matías Lozada Murillo

Ruíz Rivera, Julián. “Patiño y la reforma del Consulado de Cádiz en


1729.” Temas Americanistas, No. 5 (1985). [Resumen]

El propósito principal del texto recae en la exposición tanto de los motivos como
de los objetivos de la aplicación de la reforma del Consulado de Cádiz en 1729,
inspirada e impulsada por Don José Patiño Rosales. La preparación y el desarrollo
de dicha reforma se enmarca en el temprano periodo de transición entre el reinado
de la Casa de Austria y el primer soberano de la Casa de Borbón, Felipe V. Por
tanto, la reforma del Consulado de Cádiz responde, primero, a las secuelas de la
recién culminada Guerra de Sucesión y, segundo, a los proyectos de la nueva
monarquía borbónica. Además, Ruíz Rivera sostiene, como una de las tesis
principales del texto, que los estatutos de la reforma son un reflejo del
pensamiento económico y político del ministro Patiño, el cual aspiraba la
restauración del poderío peninsular mediante la recuperación del comercio
americano a favor de la metrópoli.

El planteamiento de dicha reforma, también llamada “nueva planta”, se ejecuta


como solución, por un lado, a la latente necesidad de reconfigurar las conflictivas
relaciones dentro de este gremio de comerciantes y, por otro, a la saturación de
productos ilegales extranjeros en el comercio transatlántico. Sin embargo, en
oposición a otros historiadores, Ruíz Rivera sostiene que la reforma no se limita al
simple pacto conciliador entre el gremio de comerciantes y Patiño. Más bien, los
motivos de la reforma expresan una política de Estado más que el interés gremial.
Así, para erradicar la masiva intromisión extranjera y favorecer a los comerciantes
peninsulares, se estableció la exclusión de los españoles hijos y nietos de
extranjeros en el Consulado de Cádiz. Pero, para Patiño y demás ministros, las
medidas de exclusión no bastarían para solucionar la frágil situación del comercio
español. Las nuevas medidas tendrían que incluir, por tanto, el fomento a la
industria nacional y una intensa reforma del cuerpo mercantil con sede en Cádiz.

Los objetivos básicos, en este sentido, resultan claros: la exclusión de los


intereses extranjeros en la negociación atlántica y la constitución de una
comunidad de intereses entre el gremio de comerciantes peninsulares. Así, pues,
en el primer artículo del nuevo reglamento se encomienda al Consulado a realizar
una nueva matrícula de comerciantes, los “verdaderos españoles”, que reúna
ciertas condiciones de vecindad en alguna de las cuatro ciudades permitidas.
Incorporados los nuevos individuos, el artículo 2 establece la igualdad de poder
entre los miembros para elegir nuevos miembros; con esto, se prohibía el voto por
“paisanaje”. Para fomentar la unidad del gremio, intención que correspondía
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fielmente al pensamiento de Patiño, se estableció, por un lado, la formación de


una Bolsa de Comunidad o Banco del Consulado con el 1% de los caudales y
frutos para enfrentarse a las contingencias (Artículo 10); y, por otro lado, la
inspección de los movimientos de entrada y salida por un consejo de doce
integrantes elegidos por los comerciantes de Cádiz y Sevilla (Artículo 11).

Tras trece años de vigencia, el programa de Patiño se deshizo con una Real
Cédula en 1742. Ruíz Rivera argumenta que las medidas no pudieron solucionar
el problema del contrabando extranjero ni establecer la constitución de una gran
compañía comercial que unificase los intereses de los peninsulares. El autor,
además, denuncia la escasa investigación sobre los resultados de esta importante
reforma. Por tanto, concluye el texto solicitando la atención de los historiadores en
este tema particular.

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