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REVlsrÁ DE HUMANIDADES / 'VOL'UMEN 8-9 /2004/ PP.

25-34

LA NOVELA COMO ESPACIO


ARTICULADOR DE LA MEMORIA Y DE
LA SIGNIFICACIÓN CULTURAL:
DE DE JORGE
EDWARDS

ANTONIA VIÚ B.
UNIVERSIDAD ANDRÉS BELLO

Resumen

El siguiente trabajo sugiere una lectura de El sueño de de Jorge


Edwards como una ficción de archivo, es decir, como una narrativa que ab-
sorbe, ordena y cancela una variedad de materiales legales, históricos y cul-
turales desde una determinada perspectiva temporal, en este caso la del lec-
tor-narrador de la historia de Joaquín Toesca. La novela se transforma así en
el lugar que permite articular la memoria de un país y dar una significación
cultural tanto a las figuras y ínscritos en esa memoria, como a
lo que su representación histórica encubre o revela.

Abstract

The following study suggests a reading of El sueño de by Jorge


Edwards as an archival fiction, that is, as a narrative that absorbs, orders and
cancel s a variety of legal, historie and cultural materials from a given
perspective ín time, ín this case that ofthe reader-narrator ín Joaquín Toesca' s
story. The novel thus is the place ín which the articulation of national memory
becomes possible. It is also the place where the cultural signification ofthe
figures and ínscribed in that memory becomes evident as well as
what its historie representation hides or reveals.
26 ANTONIAVIÚ B.

Transcurre el año de 1783 y los habitantes de la ciudad de Santiago de Nueva


Extremadura, en lo que hasta entonces es la Capitanía General de Chile, auguran
funestos sucesos; fuertes temblores y la avenida más grande del río Mapocho de la
que se tenga recuerdo parecen señales inequívocas de la inminencia del fin. Aunque
el esperado cataclismo no llega, ese mundo de ángeles labrados y estampitas mila-
grosas pronto se extinguirá tras una Independencia cuyo germen se encuentra ya
muy arraigado, incluso en aquellos que representan la legalidad del agónico orden
colonial.

Esta es una de las tesis que plantea la novela El sueño de de Jorge Edwards.
El arquitecto romano Joaquín Toesca, protagonista de una de las narrativas que
estructuran el relato, es portador de ideas ilustradas que quedarán inscrítas en los
edificios que por orden de la corona edificará en la ciudad de Santiago. Lo acompa-
ñan en esta empresa José Antonio de Rojas I e incluso sin saberlo el Obispo Manuel
de Alday' , y el mismísimo gobernador Ambrosio O'Higgins, ambos seducidos por
una idea de cambio que no aciertan a identificar aún con un nuevo orden político. La
llegada del pensamiento ilustrado irá edificando de este modo una ciudad diferente
entre los muros de adobe de las antiguas casas y conventos.

El sueño de un nuevo orden, como diría Angel Ramal, se dibuja en esta nueva cons-
trucción de la ciudad. Sin embargo, ya no se trata de un orden extendido que trasla-
da al diseño de las calles la cosmovisión del poder español, sino de un orden que se
superpone a ese trazado, y construye en los edificios religiosos, civiles y militares la
imagen de la magnificencia de ese poder ya instalado en las ciudades hispanoame-
ricanas. Así lo muestra este comentario de Benjamín Vicuña Mackenna:

de Chile don (...) ,


con en en
que sus -
con de en ión de los de

Las ideas liberales de José Antonio de Rojas lo llevaron a formar parte de la que se recuerda como la
conspiración de "los tres Antonios" en 1781; en 1810 sería apresado nuevamente por orden del gobernador
Francisco Antonio García de Carrasca y finalmente, entre 1814 y 1816, fue relegado al presidio de Juan
Fernández por haber participado en el movimiento independentista. En la novela se lo muestra como un
entusiasta de los adelantos cientfficos y como gran amigo y simpatizante de la obra de Toesca. En un nivel
metafórico, no deja de ser significativo que Toesca construyera la Casa de Moneda con arenas de la hacienda
de Rojas en Polpaico.
El obispo Manuel de Alday fue el responsable de la venida de Toesca a Chile. En 1780 le escribió a su amigo
el abate Pietro Toesca, ccnsulténdole por un arquitecto que pudiera hacerse cargo de la construcción de la
Catedral de Santiago. El eclesiástico recomendó a Toesca, quien arribó el mismo año al país.
"Desde la remodelación de Tenochtitlán, luego de su destrucción por Hernán Cortés en 1521 L .. ) la ciudad
latinoamericana ha venido siendo básicamente un parto de la inteligencia, pues quedó inscripta en un ciclo de
la cultura universal en que la ciudad pasó a ser el sueño de un orden y encontró en las tierras del nuevo
mundo el único lugar propicio para encarnar. Ángel Rama. La ciudad Letrada, 1.

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La Novela comp Espacio' Articulador de la Memoria y de la Silnificación Cultural:


27
El Sueño de la Historia de Jorce Edwards.

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se .

A dos siglos de distancia, la novela presenta la historia de quien será el narrador del
mundo de Toesca. Dicho narrador vuelve a Chile tras largos años de exilio y decide
instalarse en el corazón mismo de Santiago, en el departamento de un historiador
difunto cuyos papeles lo enfrentan con la historia de Toesca y Manuelita Femández,
su mujer. En ella descubre una especie de Quintrala del siglo XVIII cuya imagen
libre, híbrida y extraña representa el enigma que el mundo colonial plantea a la
mirada extranjera de Toesca. Al permitir que estas dos narrativas confluyan, el espa-
cio de la novela se transforma en el lugar privilegiado para la configuración de la
memoria fracturada de una ciudad y sus habitantes, revelando la pervivencia del
pasado en la articulación del presente del narrador, un presente en el que los perso-
najes se encuentran atrapados por una situación política represiva, y por su incapa-
cidad de dar sentido al papel que cada uno de ellos jugó en la historia que los une.

El sueño de hi comparte con gran parte de la narrativa latinoamericana su


obsesión con el pasado. En el contexto de dicha narrativa forma parte de una ten-
dencia revisionista de la novela histórica o nueva novela histórica que se escribió
desde mediados de los años setenta en casi todos los países del continente, a excep-
ción de Chile', y que inauguran obras como el (1974) de Augusto Roa
Bastos. Así, esta novela uniría tardíamente a Jorge Edwards con un grupo de nove-
listas de fama continental y mundial como Alejo Carpentier, Abel Posse, Mario
Vargas Llosa o Carlos Fuentes". En el contexto de Chile, en tanto, formaría parte de
un conjunto más heterogéneo que surge tímidamente a partir de 1989 y que en el año
2000, fecha de publicación de la novela de Edwards, ha cobrado plena vigencia en
autores como Guillermo Blanco, Jorge Guzmán, Antonio Gil, Eduardo Labarca o
Patricio Manns? . Llama la atención que mientras las nuevas novelas históricas lati-
noamericanas se embarcaron en la relectura de temas y personajes continentales,

Cit. en Guarda, Gabriel O.S.B. El arquitecto de la Moneda, Joaquín Toesca 1752-1799 ...• 154.
En su estudio de la nueva novela histórica de la América Latina, Seymour Menton señala Que "la excepción
nacional más notable a esta tendencia parece ser Chile' (47). Prueba de esta afirmación parece ser el
número especial de 1992 de la Revista Acta Literaria de la Universidad de Concepción, Que publica las
ponencias presentadas en el Seminario V Centenario: "Voces, textos, culturas". Es interesante señalar Que la
única novela contemporánea estudiada es Maldita yo entre las mujeres de Mercedes Valdivieso. Los autores
Que estudian obras de la segunda mitad del siglo XX como marco de la exploración del pasado hacen
mención a la poesia o a la escritura memoralística, vale decir el testimonio, pero no a novelas históricas
recientes.
El Arpa y la sombra (1979); Daimón(1978) y Los perros del paraíso (1987) y El largo atardecer del caminan-
te (1992); La guerra del fin del mundo (1981); Terra Nostra (1975), Gringo viejo (1985) y la Campaña
(1990), respectivamente.
Camisa Limpia (1989); Ay mama Inés (1993), La ley del gallinero (1998); Hijo de mí(l992). Cosa Mentale
(1997), Mezquina memoria (1997); El corazón a Contraluz (1997), respectivamente.
28 ANTONIA Vlú B.

trascendiendo las fronteras de sus propios países" , la novela chilena de este tipo se
ha volcado a la revisión de un pasado íntimamente nacional. Si aceptamos la expli-
cación de José Zamudio ante la ausencia de una verdadera tradición de novelas
históricas en Chile, el interés por lo social parece predominar en los escritores chi-
lenos a la hora de escribir. Quizás este aspecto pueda explicar la introspección de
sus novelas históricas más recientes, apoyando la tesis de que es la interpretación de
una situación socio-política en el presente la que en definitiva vuelca la mirada de
los escritores hacia los hechos del pasado.

A pesar de plantear un argumento histórico y proponer miradas más o menos


revisionistas del pasado nacional, las estrategias de composición de las novelas chi-
lenas presentan más diferencias que semejanzas. En el caso de El sueño de histo-
, un aspecto que vale la pena mencionar es que a pesar de ser un personaje histó-
rico, Joaquín Toesca no tiene importancia militar o política como los protagonistas
de otras novelas: Diego de Almagro, Diego Portales, Pedro de Valdivia, etc. En este
sentido, la ficción de Edwards se acercaría a e e de Antonio Gil, novela
sobre José Gil de Castro. Ambas historias exploran la manera en que estas figuras
contribuyeron a apuntalar la autoridad en etapas sucesivas de la transición de la
colonia a la República. Sus protagonistas plasmarían momentos en que dicha auto-
ridad es inestable y necesita un apoyo iconográfico claro. En el caso de Toesca,
edificar y dar término a edificios-monumento del desgastado y lejano poder impe-
rial a fines del siglo XVIll, y en el caso de Gil de Castro -como ha señalado Alfredo
Jocelyn Holt-, reemplazando los retratos de las autoridades metropolitanas por los
de la elite republicana, e implantando la idea de ciudadano por oposición a la de
súbdito, al consolidarse la Independencia.

Por otra parte, El sueño de his i en su composición se aleja de la novela de Gil,


ya que Joaquín Toesca es evocado desde el presente de un personaje que vive los
últimos años del gobierno militar y por ello el relato transita entre dos planos tem-
porales diferentes. En este sentido se asemeja a otra novela c lón, de
Eduardo Labarca-, que plantea un juego similar entre el presente de un narrador
contemporáneo o casi contemporáneo al lector y el de un pasado remoto, el de la
gran rebelión indígena del año 1598.

Según Seymour Menton, este último aspecto impediría clasificar a la novela de


Edwards como novela histórica, ya que. "los sucesos que transcurren en el presente
son tan importantes en la novela como los del pasado" (34); sin embargo, es indis-
cutible que ambos momentos históricos son inseparables en la lectura que realiza
Edwards de la historia de Chile y por lo tanto la de Menton, aunque útil a nivel

Pienso en La Campaña del mexicano Carlos Fuentes, novela centrada en la Independencia argentina; en Los
Perros del Paraíso, Que a pesar de haber sido escrita por un argentino se centra en la figura de Colón; La
guerra del fin del mundo, del peruano Vargas l.losa se centra en un episodio de la historia de Brasil, por citar
sólo algunos de los ejemplos posibles.
".""~"
La Novela como Espa_cioArticulador de la Memoria y de la Sillnificaci~n Cultural:
El Sueño de la Historia de Jor¡e Edwards.
29

formal, parece una restricción que impediría ver las sugerencias profundas del rela-
to. No es posible interpretar una y otra sin el juego de espejos y resonancias que
activan el tiempo de Toesca en el del narrador y viceversa. Una defmición que me
parece adecuada para dar cuenta de la novela de Edwards dentro de este marco más
amplio de novelas que releen la historia, sin las restricciones que plantea la defmi-
ción más estricta de novela histórica, es la de "ficción de archivo" propuesta por
Roberto González Echevarría. Según dicho autor, las ficciones del archivo son no-
velas que dialogan con la historia, generalmente ubicadas en el periodo colonial. Se
trata de verdaderos "depósitos de conocimientos e información" que se constituyen
como una "compleja red intertextual que absorbe las crónicas de la conquista, otras
ficciones, documentos y personajes históricos, canciones, poemas, informes cientí-
ficos, figuras literarias, y mitos -una amalgama de textos que tienen significado
cultural?".

El carácter de archivo que González Echevarría atribuye a este tipo de obras es


evidente en El sueño de Las "crónicas recogidas por el historiador
difunto" entre las que el narrador encuentra las fojas originales del proceso de nuli-
dad de matrimonio de Joaquin Toesca, son algunos de los documentos legales archi-
vados por esta ficción. La libertad con que se ha recreado la historia del arquitecto
también atrae otro tipo de textos, como las de Goldoni, un come-
diógrafo italiano de mediados del siglo XVIII, que le permite al narrador imaginar
la infancia de Toesca en su Italia natal. Por otra parte se invoca a escritores como
Borges y Kafka para sugerir por un lado la extraña confluencia entre la vida de
Toesca y la del narrador y, por otro, el carácter fantástico de la vigilancia a la que
está sometido dicho narrador y su familia.

González Echevarría señala que la presencia del archivo en este tipo de ficción se
refuerza mediante materializaciones simbólicas del mismo, como edificios, habita-
ciones, cajas, arcas, baúles o cualquier otro tipo de receptáculo o depósito que con-
tenga o custodie dichos documentos. La novela de Edwards presenta varias de estas
imágenes: don Ignacio, el padre del narrador posee un baúl que guarda celosamente
y el cual advertimos una noche en que saca una botella de champaña antes de visitar
a una amiga. El relato sugiere que junto con la botella y esa antigua amiga que nadie
conoce, don Ignacio guarda muchos otros secretos. En el presente del narrador tam-
bién se hace constante alusión a una maquinaria de inteligencia que registraría hasta
el menor detalle de la vida de cualquier sospechoso político y que es compartida por
todos los encargados de la vigilancia, por más que aparenten desconocerla. El regis-
tro escrito de esta vigilancia se custodia en lugares como el edificio de tribunales y

La reflexión más completa sobre el concepto de "ficción de archivo" sobre la que se basan algunas ideas
presentadas aquí está en Mito y Archivo. Sin embargo las definiciones citadas en este trabajo aparecen en un
artículo del mismo autor en Que sintetiza sus ideas al proponer un análisis de la novela El general en su
laberinto de Gabriel Garcia Márquez (ver lista de obras citadas).
30 ANTONIAVIÚ B.

las desconocidas dependencias de la CNI. Por su parte, la cárcel también parece


actuar como un depósito de información para los enemigos del régimen.

Pero sin duda la imagen de archivo más clara en la novela es el desván del departa-
mento del difunto historiador, ubicado en un quinto piso de la Plaza de Armas,
encima del Portal Fernández Concha. El departamento "había pertenecido a un an-
ciano profesor de la universidad, un miembro de la Academia de la Historia, ratón
de biblioteca, gramófono furibundo, erudito de cosas menudas y absurdas, y parecía
lleno de papelotes, de expedientes, de colecciones de revistas desaparecidas, de
libros raros" (18). Una vez instalado, el narrador descubre el desván: " .. ,abrió una
puerta que no llevaba, parecía, a ninguna parte. Con ayuda de un fósforo ( ... ) distin-
guió una pieza estrecha, rectangular, rodeada de estanterías de madera tosca, donde
había un asombroso hacinamiento de papeles, archivadores, carpetas polvorientas,
algunos anuarios y prontuarios encuadernados, altos de fichas anotadas con caligra-
fía de pata de mosca" (20).

Esta acumulación de información presente en el archivo no significa según González


Echevarría, sin embargo, la presencia de un relato completo ni coherente. Muy por el
contrario, "el conjunto de documentos aparece frecuentemente en vías de ser procesa-
do, copiado y salvaguardado por un archivista o historiador interno a la ficción, que a
su vez está empeñado en la producción de un manuscrito que puede o no ser explícita-
mente el de la novela que leemos, pero que también pudiera ser sus prolegómenos o
pretexto'?". El simple interés del narrador en los papeles guardados en este departa-
mento adquiere así el carácter de una misión de la que depende que llegue a descubrir
su propio destino. Como el último de los Aurelianos en Cien de descubre
su muerte al traducir los pergaminos de Melquíades, la decodificación de las notas,
subrayados y carpetas del difunto historiador, hace que la historia de Toesca se vuelva
fundamental para dar sentido al presente del narrador.

Tan importante como la noción de acumulación en el archivo, sería la idea de desor-


den, extravío y descomposición. Esto, porque junto con ser el depósito de una infi-
nidad de narrativas de significación cultural, la novela es el espacio en que éstas
pueden ser vaciadas de la estructura de poder que las sostenía, demostrando muchas
veces su carácter obsoleto. En el caso de la novela de Toesca, esto se demuestra al
oponer "las fojas originales de un proceso de nulidad de matrimonio llevado ante su
Señoría Ilustrísima, el Obispo de la ciudad de Santiago de Nueva Extremadura,

10
Roberto González Echevarria, "Garcia Márquez y la voz de Bolívar" (ver lista de obras citadas),

..~~.' .
, 'i".

La Novela corno Espacio Articulador de la Memoria y de la Si¡nificación Cultural:


31
El Sueño de la Historia de Jor¡e Edwards.

hacia fines del mil setecientos" (20) que contienen la historia de Toesca y Manuelita",
y que el narrador recreará con los datos de ese proceso, pero haciendo uso en todo
momento de su perspectiva privilegiada de lector del siglo XX. Ésta le permite
sugerir que Manuelita no es la mujer maligna, que insinúa el proceso en que queda
registrada la legalidad colonial, sino una mujer con vocación de libertad en una
época compleja en que la misma sociedad que la acorrala y encierra, le da los me-
dios para evadir los muros de los conventos y del matrimonio. Manuela es una
conocedora de los códigos de su época y los lleva al extremo para lograr sus fines.
La falta de temor con que ella enfrenta a su sociedad la convierte en loca, pero la
perspectiva del narrador la redime de la estrecha mirada inquisitorial con que su
época la juzga. La historia de Toesca y Manuela Fernández, así, deja de ser sólo de
ambos y se transforma en una historia que involucra a su lector-narrador, en una
cronotopía que, como veremos más adelante, constituiría un rasgo fundamental de
esta novela.

Antes de analizar el tema de la cronotopía en relación con la novela de Edwards,


quisiera referirme a otro rasgo del departamento del historiador que resulta funda-
mental en la composición de la historia. Junto con ser el espacio desde donde ema-
nan todos los lazos documentales con el pasado donde encontramos a Toesca, el
departamento de la Plaza de Armas es un espacio al margen del tiempo en donde el
narrador no sólo lee la historia de sus personajes, sino que la huele, la toca, la siente
en el frío de la noche. Los pesados muebles coloniales o de la España de los prime-
ros Borbones que adornan el vestíbulo parecen "embarcaciones" y el relato sugiere
que el narrador los utilizará para surcar la tempestad que se dibuja en un cuadro de
Antonio Smith colgado en uno de los muros; así podrá llegar a la casucha que se ve
más allá del mar, acaso la pieza en el patio de la casa de Toesca donde Manuela se
junta con su amante. De este modo vemos que la puerta hacia el pasado histórico
que abren los expedientes va acompañada de una puerta a la imaginación, como el
espejo de Alicia o el ropero de las C s de , que se abre en el cuadro de
Smith. Historia e imaginación serán así el pasadizo secreto que une la atemporal
noche de Santiago del toque de queda a fines de los ochenta y "la cápsula extraviada
en el espacio" que es la habitación donde Goycoolea y Manuela se encuentran.

Una vez que el toque de queda se levanta, la presencia del pasado que obsesiona al
narrador se reitera en episodios que parecen repetir sucesos de otros tiempos. Un

11
Toesca contrajo matrimonio con Manuela Fernández Rebolledo y Pando en 1782. La historia de su relación
está ampliamente documentada en las biografías de Toesca debido al juicio de nulidad de matrimonio entre
ambos, el proceso Que se le siguió por haber tratado de envenenar a Toesca y las sucesivas clausuras en
distintos conventos Que le impuso Toesca por sus infidelidades. Además, su caso se ha estudiado por
constituir una manifestación clara de los derechos de clase exhibidos en el juicio de divorcio. La calidad
social de los parientes de Manuela Fernández insertó a Toesca en un lugar privilegiado de la sociedad
colonial, a pesar de Que económicamente ella y su familia dependían de Toesca. Su esclarecida sangre la
libró de haber sido agraviada en la sentencia de variadas penas.
32 ANTONlAVIÚB.

ejemplo de este tipo de episodios es el de la protesta de las cacerolas que el narrador


presencia desde el departamento de Cristina, su mujer. Lo irreal de esa escena lo
transporta a la colonia, al legendario vuelo de una estampita de la virgen del Carmen
que fue registrado por varias crónicas de la época en distintas versiones. Los más
prudentes señalan que la estampita habría quedado detenida en el aire ante la atónita
mirada de los transeúntes durante 15 minutos, mientras otros hablan de horas e
incluso días; el suceso habría ocurrido el "afortunado martes 13 de octubre" de 1786
y sería la causa de un sinnúmero de milagros.

El pasado llega al presente también en los monumentos que sobreviven en el Santia-


go de los ochenta y en su memoria histórica reciente. La Moneda es claramente un
elemento que une ambos tiempos, como si la puesta en abismo proyectada en los
planos de Toesca hubiera anticipado que estaba destinada a contener la memoria de
muchos tiempos por venir:

- -dijo- en el del
, que de de los s
que, desde , con los ,
de , de de de el ,
el del que desde de
uno , , Unjuego de espejos,
usted ent en el del espejo (J54).

La Moneda, esa entrada en el otro lado del espejo, es también un punto de fuga hacia
el futuro inmediato de la capitanía general de Chile, el arco que la ciudad atravesará
hacia la República. Su fuerza de atracción radica paradójicamente en ser un emblema
del poder imperial, introduciendo un nuevo lenguaje arquitectónico en el que las cons-
trucciones tendrían un sello de majestad que antes correspondía sólo a templos y pala-
cios. En adelante, según explica el trabajo sobre Toesca del padre Gabriel Guarda, los
edificios de la administración pasarian a ser los "templos de la felicidad pública":
"auténtico templo profano, en contraste con la humilde sede de los capitanes generales
en la plaza mayor, el empaque del local en que se grababa sobre oro y plata la real
efigie, hace el efecto de una verdadera epifanía del monarca" (198).

Es talla seducción de las nuevas ideas en la novela de Edwards que el propio Obis-
po Alday es presentado como un hombre de la Ilustración. El narrador "hasta sospe-
cha que don Manuel podría ser, a pesar de su odio al desorden populachero, o más
bien por eso mismo, un obispo ateo, miembro secreto de la masonería" (35). La
atracción del cambio arrastra también al gobernador, capitán general, presidente de
la Real Audiencia, don Ambrosio O'Higgins, quien a pesar de ser el nudo del impe-
rio, toma medidas contra los escándalos de Manuela pues teme que atraigan hacia la
capitanía la atención de la Inquisición, hacia el "grupo minimo, pero incisivo, de los
informados, los lectores, los resabidos, los impertinentes" como José Antonio Rojas
" .... ,~~.
La Novela ,como Espacio 'Articulador de la Memoria y de la Si¡nificación Cultural:
33
El Sueño de la Historia de Jor¡e Edwards.

o Manuel de Salas, e indirectamente hacia él mismo, cuyos intereses estos últimos


parecen representar.

Como hemos visto, la Casa de Moneda, que junto con la Catedral de Santiago, son
las obras más representativas del aporte de Toesca como arquitecto en el Chile colo-
nial, plantea varias contradicciones respecto de su función representacional: emble-
ma de la corona y el poder imperial por un lado, es un monumento a las ideas
ilustradas que están en la base de las independencias americanas; producto aparente
de una visión neoclásica del arte, los elementos ornamentales perdidos en el tiempo
hablan de una concepción barroca no menos importante. Como señala Guarda, "el
edificio estuvo adornado por 'jeroglíficos', escudos, trofeos, famas y bustos, ele-
mentos emblemáticos típicos del barroco, que debieron conferirle un carácter hoy
absolutamente perdido" (203). Estas contradicciones no vienen más que a reforzar
la tesis planteada en la novela sobre el presente como el lugar en el que confluyen y
conviven los distintos tiempos que conforman la complejidad del entramado cultu-
ral de cada época.

El tema del tiempo nos lleva a profundizar en la idea de cronotopía que anunciaba
más arriba. Respecto a la cronotopía en la novela hispanoamericana que trabaja
Carlos Fuentes y que de manera implícita ocupa un lugar central en la noción de
archivo de González Echevarría, valga señalar que ambos la toman de Mijail Bajtín,
como abiertamente lo declaran en sus respectivos textos. En ,
Carlos Fuentes emprende un estudio de la novela hispanoamericana que parece gi-
rar en tomo a las mismas preocupaciones que orientan el trabajo de González
Echevarría. Si épica, utopía y mito se combinan en la visión del mexicano sobre la
novela hispanoamericana, el mito y el archivo son las imágenes que el cubano pro-
pone para su teoría de la narrativa latinoamericana, aunque sin darle el nombre de
novela pues cree que lo constitutivo en ella es precisamente haberse plegado a for-
mas discursivas no literarias, como las de la ley o la antropología, en etapas sucesi-
vas de su desarrollo desde su origen en las crónicas. A pesar de las diferencias,
llama la atención la importancia que ambos autores otorgan al mito y a la lectura del
pasado en la narrativa hispanoamericana actual, y al papel del lector en la configu-
ración de ese pasado. La cronotopía, que según el Fuentes de ,
consiste en la definición de un tiempo y un espacio que permitan el proceso de
asimilación de historia y literatura, sólo sería posible a través del lector:

es un ente cons-
es leído. El es un espejo que el del El
de puede sin , ,
el de que es
, (39).

La idea de la novela de Edwards como una ficción de archivo que contiene, amalga-
ma, actualiza y desecha documentos, crónicas, leyendas, expedientes u obras literarias
en una compleja red intertextual, que postula un cronotopo en el que el tiempo del
34 ANTONIAVlú B.

lector es parte de la historia narrada, establece que el tiempo recreado no puede ser
lineal. La narración configura un espacio en el presente, que contiene el pasado de la
época de Toesca y el pasado reciente del país. Esto confirma la intuición que tenemos
sobre la novela desde el principio: a pesar de su constante fluir hacia el pasado, El
sueño de es una novela sobre el presente y sobre el futuro. Es la necesaria
articulación de una memoria personal y nacional fracturada que se enfrenta a un
futuro en que no se reconoce ni logrará reconocerse sin reconstruir su pasado y darle
una significación histórica y cultural. No se trata de quitar los escombros para retomar
el camino interrumpido, sino de articular otras maneras de avanzar que den cuenta de
la heterogeneidad cultural y social que nos constituye y que se intenta borrar. La nove-
la sugiere así que hasta los más liberales debieron negar la parte de ellos que sintió
nostalgia del protegido orden colonial, y que la ilustración enmascaró un mundo de
creencias y supersticiones demasiado vitales como para rendirse al poder de las ideas.
Las estampitas milagrosas y las Manuelitas F emández están más vivas que nunca. Así
parece afirmar Fuentes: "Los intentos de modernización a partir del siglo XVIII han
fracasado cuando han hecho caso omiso de la poderosa tradición policultural anterior
a ellos ( ... ) Negarlo, es repetir el error más costoso de la Independencia decimonónica
anti-española, anti-india y anti-negra" (41). Negarlo, sería el verdadero sueño de
o de la razón, agregaría Goya.

Bibliografía
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26 ANTONIAVIÚ B.

Transcurre el año de 1783 y los habitantes de la ciudad de Santiago de Nueva


Extremadura, en lo que hasta entonces es la Capitanía General de Chile, auguran
funestos sucesos; fuertes temblores y la avenida más grande del río Mapocho de la
que se tenga recuerdo parecen señales inequívocas de la inminencia del fin. Aunque
el esperado cataclismo no llega, ese mundo de ángeles labrados y estampitas mila-
grosas pronto se extinguirá tras una Independencia cuyo germen se encuentra ya
muy arraigado, incluso en aquellos que representan la legalidad del agónico orden
colonial.

Esta es una de las tesis que plantea la novela El sueño de de Jorge Edwards.
El arquitecto romano Joaquín Toesca, protagonista de una de las narrativas que
estructuran el relato, es portador de ideas ilustradas que quedarán inscrítas en los
edificios que por orden de la corona edificará en la ciudad de Santiago. Lo acompa-
ñan en esta empresa José Antonio de Rojas I e incluso sin saberlo el Obispo Manuel
de Alday' , y el mismísimo gobernador Ambrosio O'Higgins, ambos seducidos por
una idea de cambio que no aciertan a identificar aún con un nuevo orden político. La
llegada del pensamiento ilustrado irá edificando de este modo una ciudad diferente
entre los muros de adobe de las antiguas casas y conventos.

El sueño de un nuevo orden, como diría Angel Ramal, se dibuja en esta nueva cons-
trucción de la ciudad. Sin embargo, ya no se trata de un orden extendido que trasla-
da al diseño de las calles la cosmovisión del poder español, sino de un orden que se
superpone a ese trazado, y construye en los edificios religiosos, civiles y militares la
imagen de la magnificencia de ese poder ya instalado en las ciudades hispanoame-
ricanas. Así lo muestra este comentario de Benjamín Vicuña Mackenna:

de Chile don (...) ,


con en en
que sus -
con de en ión de los de

Las ideas liberales de José Antonio de Rojas lo llevaron a formar parte de la que se recuerda como la
conspiración de "los tres Antonios" en 1781; en 1810 sería apresado nuevamente por orden del gobernador
Francisco Antonio García de Carrasca y finalmente, entre 1814 y 1816, fue relegado al presidio de Juan
Fernández por haber participado en el movimiento independentista. En la novela se lo muestra como un
entusiasta de los adelantos cientfficos y como gran amigo y simpatizante de la obra de Toesca. En un nivel
metafórico, no deja de ser significativo que Toesca construyera la Casa de Moneda con arenas de la hacienda
de Rojas en Polpaico.
El obispo Manuel de Alday fue el responsable de la venida de Toesca a Chile. En 1780 le escribió a su amigo
el abate Pietro Toesca, ccnsulténdole por un arquitecto que pudiera hacerse cargo de la construcción de la
Catedral de Santiago. El eclesiástico recomendó a Toesca, quien arribó el mismo año al país.
"Desde la remodelación de Tenochtitlán, luego de su destrucción por Hernán Cortés en 1521 L .. ) la ciudad
latinoamericana ha venido siendo básicamente un parto de la inteligencia, pues quedó inscripta en un ciclo de
la cultura universal en que la ciudad pasó a ser el sueño de un orden y encontró en las tierras del nuevo
mundo el único lugar propicio para encarnar. Ángel Rama. La ciudad Letrada, 1.

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