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QUE ES LA CODEPENDENCIA

Si una persona se deja afectar demasiado por un alcohólico, jugador o


comedor compulsivo, fanático del trabajo, fanático del sexo, criminal, un
adolescente en rebelión, un padre neurótico, o cualquier combinación de
los anteriores, probablemente, llegue a comportarse como una persona
codependiente.

La mayoría de las personas codependientes está obsesionada con otras


personas. Con precisión y detalle, puede recitar la lista de actos y
transgresiones de los adictos, lo que piensan, lo que hacen y lo que
dicen.

Sin embargo, es necesario hacer una aclaración: el ser humano necesita


depender de otros... de una manera sana en el tanto se brinde un
desarrollo mutuo, se complementen y se maximicen las potencialidades
humanas. Esto se define como interdependencia.

No se sabe con exactitud cómo se introdujo el término “codependencia”


en el campo de las ciencias sociales, aunque sí existe la certeza de que
fue en 1979 que se inició su uso a causa de las personas que vivían de
forma cercana con un alcohólico.

Proviene de “co” (con, necesario) y “dependiente” (adicción, esclavitud),


o sea, es la persona necesaria para que la esclavitud funcione.

La definición obvia de “codependencia” es “ser compañero en una


dependencia”. Son, según el especialista en codependencia Earnie
Larsen, “esas conductas aprendidas, autoderrotantes, o defectos de
carácter que producen una disminución en la capacidad de iniciar o de
participar en relaciones amorosas”.

O, como diría Robert Subby (1), “es un estado emocional, psicológico y


conductual que se desarrolla como resultado de que un individuo haya
estado expuesto prolongadamente a, y haya practicado una serie de
reglas opresivas, reglas que previenen la abierta expresión de sentimientos
al igual que la discusión abierta de problemas personales e
interpersonales”.

“Cuando, en la vida actuamos en proporción a los estímulos recibidos,


somos dependientes porque en vez de que nosotros dirijamos y
decidamos en la vida, estamos condicionados por la conducta o actitud
de otro, lo cual se torna muy peligroso cuando ese otro ha disfrazado su
egoísmo, paternalismo, protección o ayuda” (2). Y se añade: “Lo peor es
cuando se depende de otro que, a la vez, depende de nosotros mismos”.

Melody Beattie dijo: “Los codependientes son aquellos que permiten que
su vida se vea afectada por la conducta de otra persona y están
obsesionados tratando de controlar esa conducta” (3). La escritora fue
allá al descubrir que las personas codependientes no finalizan su
“sufrimiento” cuando la persona de la que dependen queda restaurada o
se separan de ella, pues, continúan desarrollando relaciones con personas
problemáticas.

Los codependientes se comportan “sobriamente”, porque pasaron por lo


que pasaron estando sobrios, es decir, no actúan bajo los efectos de
ningún estimulante ni tienen adicciones como las que poseen los que
conviven con ellos.

Un denominador común son las reglas tácitas, no escritas, que, por lo


general, se desarrollan en el núcleo familiar y marcan la pauta para este
tipo de relaciones. Estas reglas prohíben la discusión acerca de los
problemas; la expresión abierta de sentimientos; la comunión honesta y
directa; expectativas realistas tales como ser humano, vulnerable o
imperfecto; etc.

La codependencia es un proceso de reacción. Los codependientes son


reaccionarios. Reaccionan en exceso, reaccionan demasiado poco, pero,
rara vez, actúan. Reaccionan a los problemas, las vidas, los dolores y las
conductas de otros.

Tenemos que partir de que un codependiente es una persona que necesita


un encuentro consigo misma. Un encuentro concienzudo, sincero y
valiente para reconocerse como codependiente, sin pretextos y sin echarle
la culpa a los demás. Es un problema personal. Puede ser el dominante o
el dominado. En ambos casos es una persona codependiente. Puede estar
del lado que gobierna como puede estar en el lado gobernado. Aún así, es
codependiente. Por eso en una persona codependiente puede darse
hostilidad, son controladoras, manipuladoras, indirectas, productoras de
sentimientos de culpa y tienen dificultades comunicativas. Esa persona es
definido hacia el lado que gobierna. Pero estando en ese lado de una
relación, bien puede también pasarse al otro lado, al dominado, ya sea en
esa misma relación o en otra relación.

Como siempre, necesitan saber que están en control, no pueden disfrutar


espontáneamente.
Le tienen miedo a su propia ira y al abandono (por ello, cuidan a alguien
que los necesita y que no los abandonaría). Un día, pueden amar al otro,
pero al siguiente, odiarlo. Se llega al punto de bloquear los sentimientos –
por lo que podrían convertirse en agresores-.

Tiene una dependencia de los demás: de sus estados de ánimo,


conducta, enfermedades, bienestar y amor.En síntesis, las personas
codependientes “no se toman en serio a sí mismas” y no logran
establecer relaciones sanas con otras personas.

Melody Beattie añade a sus estudios(4):

Los codependientes no están locos, sólo son codependientes.


La codependencia “cobra vida propia” una vez que se ha asentado.
Para “deshacerse” de la codependencia es necesario que la persona haga
algo, no importa de quién sea la culpa. La codependencia se convierte en
un problema personal y por lo tanto, es responsabilidad de cada quien
resolver sus problemas.

Codependencia Anónima

Los Codependientes Anónimos “manejan” una lista de características


propias, según publican en sus distintos folletos:

Asumimos la responsabilidad por los sentimientos y las conductas de


otros.
Tenemos dificultad de identificar sentimientos: ¿Estoy enojado?, ¿triste?,
¿solitario?, ¿feliz?
No podemos expresar los sentimientos: me siento, feliz, triste, lastimado,
etc.
Tenemos miedo de cómo los demás van a responder a nuestros
sentimientos.
Tenemos dificultades en formar y mantener relaciones cercanas.
Tenemos miedo de ser rechazados o lastimados por otros.
Somos perfeccionistas y abrigamos demasiadas expectativas de nosotros
y de los demás.
Tenemos dificultad para tomar decisiones.
Tendemos a minimizar, alterar o negar la verdad de cómo nos sentimos.
Las acciones y actitudes de otros determinan nuestras reacciones y
respuestas.
Tendemos a poner las necesidades y deseos de otros antes que los
nuestros.
Nuestro miedo a la ira de otros determina lo que decimos o hacemos.
Nos cuestionamos o ignoramos nuestros valores para relacionarnos mejor
con otras personas significativas. Valoramos sus opiniones más que las
nuestras.
Nuestra autoestima se rige por la influencia de otros. No reconocemos
cosas buenas acerca de nosotros.
Nuestra serenidad y atención mental están determinadas por los
sentimientos y conductas de otros.
Juzgamos muy duramente lo que hacemos, pensamos y decimos según
los estándares de otros.
No creemos que ser vulnerables y pedir ayuda sea normal y esté bien.
No sabemos que está bien hablar de los problemas fuera de la familia; que
los sentimientos son sólo eso y que es mejor compartirlos que negarlos,
minimizarlos o justificarlos.
Somos muy leales, aún cuando la lealtad sea injustificada y, a veces,
hasta pueda dañarnos.
Necesitamos ser necesitados para podernos relacionar con los demás.

Sin embargo, el mayor anhelo de las personas codependientes es que


haya un cambio.

LA CODEPENDENCIA COMO UNA ENFERMEDAD

Las vidas de las personas codependientes giran, enfermizamente,


alrededor de otras personas, al punto de que se olvidan de sus propias
necesidades para vivir por los demás. Se llega al punto en que el
codependiente no sabe dónde termina él y comienza el otro.
Sin embargo, este supuesto “deber” no es realizado como se narra en las
historias de mártires o santos: de forma devota y paciente, sino, más bien,
las personas codependientes empiezan a acumular enojo, enojo que, más
tarde, no se puede esconder y está presente en todo momento y
circunstancia –aunque, en principio, la persona quiera parecer como
“buena”-.

Es más, difícilmente se ve a los codependientes como si padecieran de


alguna enfermedad, pues se les cataloga, simplemente, como “víctimas”
de inválidos, adictos, alcohólicos, drogadictos o neuróticos. No se dan
cuenta de que el establecer relaciones con personas problemáticas es
factor común en sus vidas.

La especialista Phyllis Orzin aseguró, en una conferencia sobre el tema


hace unos diez años, que la “codependencia es una enfermedad crónica,
esto es, puede causar la muerte”. Y agrega: “Esta enfermedad lleva, a
medida que avanza, a una incapacidad de juicio cada vez mayor, a una
ceguera que nos impide ver la realidad, a una confusión mental y
emocional que nos hace dudar de nuestras percepciones y de nuestros
sentimientos, hasta el punto de la depresión, en la que los medicamentos
no funcionan”. Sin embargo, esta enfermedad es adquirida, y como tal, se
pueden cambiar las conductas para dejar de padecerla.

Algunos especialistas diagnostican esta enfermedad como un trastorno de


la personalidad por dependencia o como un trastorno compulsivo de la
personalidad.

El doctor Timen Cermak ha establecido un criterio de diagnóstico(5).


Según él, se establece que los codependientes:

Ponen en riesgo su autoestima tratando de controlar a otros y a sí mismo


frente a consecuencias adversas serias.

Toman la responsabilidad de satisfacer las necesidades de otros, sin


tomar en cuenta las propias.
Presentan una ansiedad y una distorsión de los linderos entre la intimidad
y la separación.

Se involucran en relaciones con personas que tienen trastornos de


personalidad y que, en ocasiones, son químicamente dependientes; con
otros que, a su vez, son codependientes; o con individuos con trastornos
de sus impulsos.

Presentan algunos de los siguientes síntomas:


Excesiva negación
Contención de las emociones (con o sin explosiones dramáticas)
Depresión
Exceso en “estar alerta”
Compulsiones
Ansiedad
Abuso de sustancias
Han sido (o son) víctimas del abuso físico o sexual
Enfermedades relacionadas con el estrés
Han permanecido en una relación primaria con un dependiente al menos
dos años, sin buscar ayuda externa.

CÓMO SE DESARROLLA LA CODEPENDENCIA?

Desarrollo emocional del ser humano

Existen ciertas necesidades que el ser humano debe satisfacer para que
logre desarrollarse como un individuo sano, ellas son:
Sobrevivencia y seguridad
Contacto con la piel
Atención
Imitación y repetición por parte de los padres
Tener una guía
Ser escuchado
Ser él mismo
Participación
Aceptación: ser tomado en serio, tolerancia a los sentimientos
respeto.
Oportunidad de llorar las pérdidas y de crecer
Apoyo
Lealtad y confianza
Sensación de haber logrado:; control, poder, creatividad
Trascendencia de lo ordinario
Sentirse bien respecto a ser hombre o mujer y disfrutar la
identidad sexual
Diversión
Libertad
Educación
Amor incondicional

Cuando estas necesidades no han sido satisfechas, el “niño interior” no


crece ni madura y es, entonces, que el “niño interior” se trasforma en un
“sí mismo codependiente o falso”: Se ajusta a los deseos y demandas de
los demás.

Existen diferencias entre el “niño interior” y el “sí mismo falso”. El primero


es generoso, auténtico, genuino, espontáneo, comunicativo, se acepta a
sí mismo y a los demás, siente y expresa lo que siente, sabe divertirse, es
confiado, es indulgente de manera sana con sí mismo, no pierde su
vitalidad a pesar de los sufrimientos que viva.
El segundo es como una máscara que oculta envidia, criticidad,
sentimientos de culpa hacia los otros, egoísmo, perfeccionismo; actúa
como los demás quieren que actúe, es conformista, brinda amor
condicionado, esconde sentimientos, “parece fuerte, pero no lo es”;
siente que algo está mal, pero que eso es lo normal; generalmente, actúa
para defenderse de las heridas y el rechazo.

Al negar los sentimientos, se desarrolla cierta tolerancia al dolor y al


sufrimiento.
Mientras menor sea la satisfacción del niño, más pronto entra a funcionar
el “sí mismo falso” en detrimento del “niño interior”.

Ambiente:
La codependencia se desarrolla en:

La familia disfuncional (en la que se da, entre otras cosas, poca


comunicación, rigidez, manipulación, crisis de valores, relaciones
dependientes, no se expresan los sentimientos, no se establecen reglas
claras, hay envidia, aparecen enfermedades –psicosomáticas, entre otras-
,etc.). En ella, el codependiente pudo haber actuado de varias formas:
como facilitador, como héroe, como chivo expiatorio, como aislado, “de
mascota”.

La escuela, la cual excluye sentimientos, en que podría destacarse un


alumno, etc.

La iglesia, que reprime los sentimientos y pide perfección, “actuar por


obras y ganar el cielo”. Conocer a Dios por lo que nos dicen y no por la
experiencia propia.

La sociedad, la cual, mediante dichos populares, fomenta actitudes


codependientes y asignan roles:

a. “Los hombres no lloran”


b. “Las niñas siempre deben ser muy atentas con los demás”
c. “Sólo hay un modo de hacer las cosas”
d. “No hables, pienses o sientas acerca del sexo, el dinero o los
sentimientos”
e. “Trabaja primero y juega después”
f. “El hijo mayor debe ser ejemplo para los demás”
g. “Los hijos siempre obedecen a los padres”
h. “No le hables a nadie de tu familia”
i. “La ropa sucia se lava en casa”

¿CÓMO SE MANIFIESTA LA CODEPENDENCIA?

Existen cinco formas manifiestas de codependencia en cuanto a


relaciones interpersonales se refiere:
1. Rescate:

1. Actuar como el complaciente, el dador, el protector, el consejero, el


salvador, el maestro.
2. Cree que lo hace por generosidad, pero, en realidad, lo hace porque
necesita recibir amor. En realidad, desconoce sus propias necesidades y
trata de suplir la de los otros.

3. Al final, tanto el rescatador como el rescatado terminan molestos,


puesto que el rescatador actuó ignorando sus propias necesidades y el
rescatado no está agradecido por la acción. De hecho, sólo existe una
ayuda genuina en el tanto esta produce efectos positivos en ambas
partes.

4. Sin embargo, muchas veces, lo que motiva el brindar ayuda no es el


interés genuino, sino que existe, de por medio, la culpa, necesidad de ser
reconocido o necesidad de ser necesitado.

5. El rescatador pudo formarse tanto en la infancia aparentemente feliz


como en la traumática; en la primera, la persona casi no recibió atención
o se le asignaron muchas responsabilidades; en la segunda, la persona
pudo haber sido víctima de abuso sexual, abuso verbal, abuso físico o
tuvo carencias emocionales.

Existen pasos básicos para salir de este problema (rescate) en


particular(6):

1. Reconocer que no estamos haciendo bien las cosas


2. Tener deseos de cambiar y buscar la solución a la luz de Dios
(reconocer que necesitamos ayuda)
3. Docilidad de hacer lo mejor para cambiar ambas partes y confianza en
que todo saldrá bien
4. Escuchar los propios sentimientos
5. Identificar los deseos y necesidades
6. Aceptar si le hicimos daño a otros y pedir perdón
7. Aceptar el amor y el apoyo que los demás nos den (hablar con un buen
amigo)
8. Practicar algún ejercicio
9. Escribir
10. Llorar
11. Hacer algún trabajo manual

2. Reacción

Es la típica persona que no sabe responder, sólo sabe reaccionar –como


un hábito adquirido por respuestas constantes a las crisis-. Si no existe
crisis, la crea, porque sólo sabe vivir así. No responde con inteligencia y
voluntariamente, no controla los sentimientos, las emociones ni las
expresiones. Los pensamientos, sentimientos y emociones están
controladas por las personas que lo rodean; pierde el control y otros lo
controlan.

“Cuando reaccionamos, perdemos el derecho a pensar, que es un don de


Dios”(7).

La reacción es rápida, intensa; el motivo de ella es por lo que puede


suceder, sucedió o está sucediendo.

Estas personas desproporcionan las cosas, creen estar siempre en lo


correcto y lo justo y si otra persona no comparte su parecer, lo toman
como una ofensa personal. Al estar atentos a las voces de los demás,
pierden su propia libertad.

3. Victimario:
Es necesario darse cuenta de que no se puede ser víctima siempre.Hay
que responsabilizarse por los propios comportamientos, en lugar de decir:
“Tal persona me hizo enojar y por eso me obligó a decir o actuar de tal
manera” (nadie obliga a nadie a nada, nadie es responsable de lo que yo
haga o sienta, sólo yo).

Debe existir una honestidad emocional, para ello es necesario poder


observar la forma en que hemos hecho las cosas y decidir dejar las
reacciones.

4. Atadura

Otro punto importante son las ataduras que pueden unir a dos personas,
haciéndolas esclavas una de la otra, pues no son libres ni son ellas
mismas (atadura con una persona viva o incluso, que ya falleció). Las
ataduras son culpas, traumas y resentimientos que, si no se “cortan”, no
hay libertad.

5. Dependencia

Esto implica no ser uno mismo, sentirnos mal si la otra persona no nos da
su aprobación, o si nuestro estado de ánimo depende del otro. Es tener
altas expectativas respecto a los otros y vernos frustrados porque éstas no
se cumplieron. Se da cuando la felicidad de los demás es más importante
que la propia.

La sociedad prepara a las personas para las relaciones dependientes.


Hacer lo que se espera que hagamos crea resentimiento, culpa, ansiedad.
Mentimos o distorsionamos la verdad para que el otro no se enoje. A
veces, pedimos que se nos retribuyan esos “favores”.

Se puede sentir un enojo intenso por la persona de la que se depende,


aunque, “aparentemente”, parezca que no.

La intimidad se va anulando, el dependiente se torna solitario.

Las personas lo pueden manipular gracias a su baja autoestima y la


necesidad obsesiva de aprobación -esto crea vulnerabilidad-.

Las personas dependientes no tienen libertas, entregan su vida a los


demás. Se convierte en un estilo de vida.

Este aspecto de la codependencia tiene la característica de que la


persona tiene miedo de sí misma y por eso reprime todo su ser interior.
Conoce los puntos débiles de los demás y se vale de ellos para controlar;
conciente o inconcientemente, busca estar en ventaja respecto a los
demás, provocando miedo o culpa en ellos.

Existen varias formas de controlar: con silencio, enfermedades, fuerza


física, agresión verbal, amenaza de muerte, seducción, dinero,
indiferencia, sobreprotección, gestos y miradas, expectativas, crítica,
manipulación, hcer que la otra o las otras personas se sientan culpables,
acusaciones encubiertas, (le digo a Pedro para que entienda Juan),
indirectas (debido a una incapacidad para enfrentar realidades. La
primera: yo estoy mal), represión, etc.

Una persona controladora vivió en su infancia un ambiente de tensión y


angustia por el hecho de que las personas con las que convivía eran
rígidas, controlaban y eran impredecibles. Más tarde, busca tener el
control, hasta convertirse en una obsesión. Lo busca en la relación, lo
busca en el trabajo.

Es necesario estar apercibido sobre los verdaderos sentimientos que se


experimentan y tratar de dirigir y encausar las emociones, logrando un
autocontrol.

PASOS IMPORTANTES PARA LA RECUPERACIÓN

Existen ciertos aspectos importantes a considerar para que las personas


se recuperen de la codependencia(8):
Descubrir el sí mismo verdadero y brindarle lo que le faltó para que pueda
crecer
Conocer y satisfacer las necesidades actuales
Reconocer y llorar las penas pasadas
Trabajar, paso a paso, cada uno de los aspectos de la propia vida,
aceptando la realidad particular y deseando cambiar
Iniciar el proceso de sanidad interior, depositando todos los aspectos
pasados causantes de la angustia actual, en manos del Señor, teniendo la
certeza de que Él toma el control de ello y nos da de Su amor.

Pasos a seguir(9):

Ver el problema con objetividad


Reconocer la enfermedad y saberse parte del problema
Reconocer que no se puede hacer todo por sí mismo
Aceptar la ayuda de Dios (y de algún profesional si es posible)
Aceptar la necesidad del perdón
Escuchar los sentimientos
Aceptar la necesidad de abrirse
Buscar las raíces de las codependencia
Vivir el duelo de las pérdidas
Buscar sanidad interior
Aceptar al niño interior
Liberar las manifestaciones de la enfermedad, cambiando patrones
Ejercitar las virtudes cristianas
Satisfacer la necesidad de apoyo y seguimiento
Satisfacer la necesidad de equilibrio con relaciones sanas, diversión,
buena alimentación, etc.
Dar gracias a Dios por los cambios
Centrar el pensamiento en Dios, no en nosotros mismos
Crecer y madurar como persona
Aceptarse a sí mismo como ser “único e irrepetible”
No estacionarse en lo hecho malo, sino, caminar en lo bueno que se
puede hacer (no culparse a sí mismo)
No tratar de cambiar a los demás, sino, cambiar uno mismo.

PERSPECTIVA BÍBLICA:

Aunque en el principio de la creación el ser humano dependía de Dios


para vivir en la caída, “no dependió del Dios que lo quería libre. Dependió
de la serpiente que lo engañó”(10), y luego de esto, el ser humano
empezó a depender uno del otro, no de Dios.

La dependencia a Dios es voluntaria y conlleva mejores consecuencias


que depender de alguien semejante a nosotros, pues sabemos que Su
voluntad trae bendición, como dice el libro de Romanos capítulo 8,
versículo 28.

Visto desde afuera, parece que “codependencia” y vida al servicio del


Señor es lo mismo. La diferencia radica en que, en el primero, la persona
fue forzada a actuar así por las circunstancias, en el segundo, la persona
hizo la libre elección de obedecer a Cristo. Los resultados de ambos son
obvios: angustia por un lado, pero paz y gozo por el otro.

Existe una congruencia en la vida cristiana a partir de los Diez


Mandamientos ya que el primero de ellos es amar a Dios sobre todas las
cosas y el segundo se refiere a amar al prójimo como a uno mismo, en
otras palabras, no se puede amar al prójimo de manera correcta si no nos
amamos a nosotros mismos primero.

El hacer lo que dice Mateo 5:39 (dar la otra mejilla al que me ofendió) no
quiere decir que exista el deber de iniciar, fomentar y continuar actitudes
agresivas hacia uno mismo por parte de los demás (algunos interpretan
que hay que amar tanto al ofensor que se debe consentir que se convierta
en un agresor permanente).

Por lo general, las personas se imponen “sus propias cruces” (Mateo


16:24), en lugar de aceptar para sus propias vidas, el pasaje de Juan 8:36.
Creen que cargar la cruz es aguantar todo lo que los demás les hagan –no
importa si eso implica su propia destrucción-, y se olvidan de otros
versículos claves como Juan 10:10 y I Corintios 13:5.

Actuar para ayudar a los otros es generoso, siempre y cuando sepamos


que los demás tienen una dignidad humana dada por Dios y que, por ello,
necesitan toda nuestra ayuda y sabiendo además que ya nosotros fuimos
rescatados por Jesús en Su obra redentora y que el amor que surge en
nosotros proviene del Espíritu Santo y que por eso es un amor sano y
genuino.

Si sabemos que la ayuda brindada no producirá efectos positivos en


ambas partes es necesario tener la sabiduría para entender que no se es
la persona correcta para ayudar en esa situación y orar para que Dios
envíe a alguien que sí puede ayudar de la manera apropiada. Es necesario
actuar con intenciones puras y motivaciones claras.

Cuando nos presentemos delante del Señor. Ël nos va a preguntar qué


hicimos con nuestra vida, y no qué hicieron los demás con nuestra vida,
por ello es necesario madurar, dar fruto, ser uno mismo.
La única forma de que Dios pueda actuar en las personas codependientes
es que estas se desprendan del objeto de su dependencia, esto es, que
se responsabilicen por sí mismas y no por los demás, al tiempo que se le
da a los demás la oportunidad de ser ellos mismos, que sean libres. Es el
aceptar la realidad, es vivir un día a la vez, “es amar sin volvernos locos”.
Es creer que Dios cuidará de mí... y de la otra persona.

Dios es el único que renueva las fuerzas y el único que puede rescatar a
los demás.

Lo más importante es recordar lo que dice I Corintios 12, que es el reflejo


fiel de lo que Dios quiere para el ser humano: una copartición positiva.

REGLAS BÁSICAS DEL CUIDADO DE UNO MISMO(11)

Desapego:

El apego provoca un sentimiento que abruma, “una ansiedad que hace


retorcerse y estrujarse las manos”.

Desapegarnos es liberarnos o apartarnos de una persona o de un


problema con amor. Mental, emocional y, a veces, físicamente, nos
desembarazamos de nuestro involucramiento insano (y, a menudo,
doloroso) con la vida y responsabilidades de otra persona y de los
problemas que no podemos resolver.

El desapego es una acción y un arte. Es un modo de vida.

No dejarse arrastrar por cualquier viento

Dada la característica reaccionaria de los individuos codependientes, hay


que evitar reaccionar con ira, culpa, vergüenza, odio hacia sí mismo,
preocupación, sentimientos heridos, gestos controladores, acciones
solícitas, depresión, desesperación, furia, miedo y ansiedad.

Liberarse

Los codependientes son controladores. Controlan en nombre del amor.


Controlan porque les da miedo no hacerlo.
Hay que liberarnos del control hacia los demás.

Apartar a la víctima
Las creencias cristianas funcionan perfectamente. La vida puede funcionar
igual de bien. Lo que no funciona es el extremo de ello, el rescate.

Existen dos principios: rehusarse a rescatar y rehusarse a ser rescatado

La no-dependencia:

A veces, se depende de una persona para vivir a pesar de cómo sea esa
persona, ya sea por temor a estar sola o por temor a no poder “cuidar” de
sí misma sin la compañía de esa otra persona.
La dependencia excesiva de otra persona puede matar el amor. Las
relaciones que se basan en inseguridad emocional y en una necesidad, en
vez de sustentarse en el amor, pueden volverse autodestructivas.

Pasos para salir de ella:

Terminar con los asuntos de nuestra niñez


Consentir y proteger a esa criatura asustada, vulnerable y necesitada que
hay en nuestro interior
No buscar la felicidad en los demás
Se puede aprender a depender de uno mismo
Depender de Dios
Esforzarse por la no-dependencia

Vivir la propia vida:

“La manera más segura de volvernos locos es involucrarnos en los


asuntos de otras personas, la manera más rápida de volvernos sanos y
felices es atender nuestros propios asuntos”.

Tener un romance con uno mismo:

“No somos ciudadanos de segunda clase. No merecemos llevar vidas de


segunda mano y ¡no merecemos relaciones de segunda! Somos adorables
y vale la pena que nos conozcan. La gente que nos ama y a quienes les
caemos bien no son estúpidos ni inferiores por hacerlo. Tenemos derecho
a ser felices. Nos merecemos cosas buenas” (citando a Branden,
Honoring the self)

Aprender el arte de la Autoaceptacion:

Aceptación no significa adaptación. No significa resignación ante el


lamentable estado en que están las cosas. No significa aceptar o tolerar
ningún tipo de abuso. Significa que reconocemos y aceptamos nuestras
circunstancias, incluyéndonos a nosotros mismos y a las personas en
nuestras vidas, tal y como somos nosotros y ellas.

Sentir los propios sentimientos:

Los sentimientos son indicadores, motivadores positivos, aunque también


pueden engañarnos.

No asumir nuestros sentimientos, aislarnos emocionalmente y alejar esa


parte de nosotros puede ser incómodo, poco sano y autodestructivo.

Derecho y capacidad de pensar:

Claves:
Pedirle a Dios nos ayude a pensar
Poner la mente en paz
Usar, pero no abusar de nuestra mente
Alimentar la mente con pensamientos sanos
Expandir la mente
No decir más cosas malas respecto a nosotros mismos

Fijar las metas propias:

Pasos:

Hacer de todo una meta


No limitarse
Escribir en un papel las metas
Entregar a Dios las metas
Hacer lo que se puede por el día de hoy
Fijar las metas en forma regular y como se requiera
Tachar las metas alcanzadas
Ser paciente

La comunicación:

Ser directo, claro, conciso, certero y ante todo sincero (ser asertivo). Decir
lo que pensamos, en lugar de mentir a los demás y a nosotros mismos.

Si no se está de acuerdo con algo, decirlo. Si no se quiere algo,


expresarlo. No implantarse “deberes” o “cargas” de otros cuando en
realidad se quiere decir “no”.

Impedir ser adicto al drama y a los problemas:


Por extraño que parezca hay personas que son adictos al drama y los
problemas: están tan acostumbrados a vivir en ellos que no encuentran la
forma de vivir sin ellos.

Factores que se involucran:

Expectativas
Responsabilidad económica
Perdón
Límites y fronteras de las personas codependientes para que vivan más
libremente
No permitiré a nadie que abuse de mi física o verbalmente
No creeré en mentiras ni las apoyaré a sabiendas
No permitiré en mi casa el consumo de productos químicos
No permitiré en mi casa la conducta criminal
No rescataré a la gente de las consecuencias de su abuso del alcohol ni
de ninguna conducta irresponsable
No financiaré el alcoholismo de otra persona ni ninguna otra conducta
irresponsable
No mentiré para protegerte a ti ni para protegerme a mí de tu alcoholismo
(o adicción o problema)
No usaré mi casa como un centro de desintoxicación para alcohólicos en
recuperación
Si tú quieres actuar como loco, es tu problema, pero no puedes hacerlo
enfrente de mí. O te marchas o me voy
Puedes echar a perder tus diversiones, tu día, tu vida –eso es asunto
tuyo- pero no dejaré que eches a perder mi diversión, mi día y mi vida
Además, debemos velar por nuestro estado físico, buscar ayuda
profesional, tener más confianza –ser menos inseguros- y sobre todo,
aprender a amar y vivir de nuevo.

(Resumen de conferencia dictada por Milton Rosales, Pastor y Consejero


de la Comunidad Cristiana Vida Abundante, San Antonio de Coronado,
Costa Rica y Director de Mensaje a la Familia, Guadalupe, Costa Rica) —
me siento emocionado.

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