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Las mentiras son necesarias

Desde pequeños nos dicen que mentir es malo, que hay que decir siempre la verdad.
Ahora, un nuevo estudio llevado a cabo por un grupo de científicos de las
universidades de Oxford afirma que las mentiras piadosas son buenas para la
sociedad.
 
Cierto es que algunos tipos de mentiras son peores que otras: decirle a nuestra pareja
que estamos perfectamente cuando por el contrario estamos teniendo un mal día o
incluso darle la razón a alguien en una conversación solo por no buscar el conflicto, son
mentiras piadosas y están socialmente aceptadas. Como consecuencia, los seres
humanos nos hemos convertido con el paso del tiempo en unos expertos en las
mentiras. Sin embargo, esto no tiene por qué ser malo.
 
Según la investigación de estos expertos, las mentiras piadosas no sólo ayudan a evitar
enfrentamientos o herir los sentimientos; también son una parte fundamental de la
formación y consolidación de las comunidades. Para ello, desarrollaron un modelo
matemático sobre cómo crecen los grupos de personas y cómo evolucionan con el
tiempo añadiendo una variable clave: la mentira. Desde las grandes mentiras (como
mentir sobre haber robado a alguien o haberle herido) o las pequeñas mentiras (para
hacer sentir mejor a alguien o para que no se preocupe), descubriendo que las grandes
mentiras conducían a la desintegración de las comunidades y, las mentiras piadosas o
pequeñas, por el contrario, tuvieron el efecto contrario: las conexiones entre las
personas mejoraban con el tiempo gracias a ellas.
 
Algunas causas de porque decimos mentiras.
• Porque no podemos encarar determinadas consecuencias si dijéramos lo que en
verdad es.
• Porque tememos que alguien se aleje.
• Temor al rechazo o a quedar mal ante alguien.
• Los niños y jóvenes mienten especialmente porque temen el rechazo, juicio, castigo
o la falta de admiración de los adultos que los rodean.
• Temor a perder algo, ya sea un trabajo, una pareja etc.
• Falta de confianza en uno mismo.
• Miedo a perder el amor, afecto, ayuda o respeto de alguien.
• Miedo a perder nuestra imagen ante los demás y que descubran lo que
verdaderamente somos, como alguna debilidad, etc.
• Miedo a no cumplir expectativas o ideales que los demás ponen en nosotros.

¿Qué hacer para dejar de mentir?


• Sé sincero contigo, aprende a ver lo que te gusta y lo que no te gusta y luego
acéptalo, y cuando tengas que decidir algo, ten confianza en lo que sientes. 
• Trata de hablar siempre con amabilidad pero adecuando tu palabra a lo que piensas
realmente, sin importar si eso le agradara a alguien.
• Si tienes que confesarle algo a alguien y no te atreves, solo necesitas poner bien
claro lo que sientes, y luego, ponerte en el papel de quien está recibiendo tu
mentira.
El robo es una necesidad
Una cosa es robar para sobrevivir, robar por hambre (robo famélico) y otra muy
distinta aprovecharse de una situación para saquear, así sea un bidón de gasolina.

Durante los últimos años de la crisis, han aumentado los hurtos que son cometidos por
personas necesitadas y que deciden robar por desesperación cuando las tripas rugen y
piden lo mínimo para que el cuerpo pueda seguir vivo. Y es que cuando el hambre
aprieta una persona, movida por la desesperación, puede llegar a hacer cualquier cosa.
Casos de padres de familia sin trabajo que roban en supermercados y terminan en
comisaría, madres que sustraen pañales, botes de papilla o un tarro de leche para
alimentar a sus bebés y hasta menores de edad de familias desestructuradas están a la
orden del día en las grandes ciudades que han registrado un importante incremento de
este tipo de hurtos.

Hoy los hogares de beneficencia, servicios sociales y almacenes de reparto de comida


como los que promueve Cáritas han vuelto a llenarse de gente hambrienta en una
dramática repetición de algo que ocurrió hace un siglo, algo que ha vuelto a suceder y
algo que por desgracia ocurrirá de nuevo.

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