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1º Primaria

La maestra Beatriz. 3

La maestra Beatriz enseña las letras 9

a sus alumnos. Cuando trabajan no 15

deben distraerse, pero Trini que es 21

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muy travieso llevó un trombón al salón
y no terminó su trabajo. 33

La maestra les dio estrellas solo a 40

47
quienes trajeron la tarea, también le dio
un trofeo a Petra porque trazó muy bien 54

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sus letras. La maestra trabaja
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hasta las tres. Ella va a su casa en tren
porque en la ciudad hay mucho tráfico. 77
2º Primaria

El auto de los astronautas. 5

Cuando los astronautas del Apolo se bajaron 12


en la Luna, montaron el rover lunar para poder 21
moverse por ella. 24
El rover lunar era parecido a los autos que se 34
usan para andar sobre la arena, pero estaba 42
espacialmente preparado para las condiciones 47
de la Luna. Su motor era eléctrico, 54
se pegaba al suelo pese a la poca fuerza de 64
gravedad y se movía muy despacio. 70
En el rover cabían dos astronautas. No tenía 78
techo ni puertas, porque no eran necesarios, 85
ya que en la Luna no hay viento ni lluvia. 95
Sin embargo, tenía tapabarros en las ruedas, 102
para evitar que el polvo de la Luna llegara a 112
la cara de los astronautas. 117
3º Primaria

LA LIEBRE Y L ATORTUGA. 5

Un día una liebre orgullosa y veloz, vio a una tortuga en el camino. 19


La liebre empezó a burlarse de la lentitud del otro animal y de la 33
longitud de sus patas. Sin embargo, la tortuga le respondió que 44
estaba segura de que a pesar de la gran velocidad de la liebre era 58
capaz de ganarla en una carrera. La liebre, segura de su victoria y 71
considerando el reto imposible de perder, aceptó. 78
Al empezar la carrera la liebre y la tortuga salieron al mismo 90
Tiempo. La liebre era muy veloz, y viendo que sacaba una gran 102
ventaja a la tortuga, decidió ir parándose y descansando de 112
vez en cuando, y en una de estas ocasiones la liebre se quedó 125
dormida. 126
Pero la tortuga, consciente de su propia lentitud, no cesó de correr, 138
Y de este modo tomó la delantera a la liebre dormida y se llevó 152
el premio del triunfo. 156
4º Primaria

EL CAMINO AL CIELO 4

Había una vez un niño caminando por el campo, cuando por entre las 16
nubes vio un angelito cantando una bella canción, que enseguida 26
desapareció. El niño pensó que por allí debían estar las puertas del 38
cielo, y que sería divertido ver que había. Así que comenzó a construir 51
una gran torre de madera para llegar a las nubes, pero cuando 63
fue muy alta, se derrumbó. Lo intentó también con adobe, con ladrillos 75
y acero, pero su torre siempre se derrumbaba. 83
Cuando iba a abandonar, volvió a ver al angelito, rodeado de más 95
ángeles, y al atender a la canción escuchó que su mensaje era que 108
allí sólo se podía llegar si se quería con el corazón. La curiosidad 121
desapareció, y deseó con todas sus fuerzas subir con ellos al cielo, 133
pero no pudo, y vencido por la impotencia y la pena, se sentó a llorar. 148
Lloró, lloró y lloró tanto que al salir el sol apareció en aquel lugar un 163
magnífico arcoíris, que precisamente fue a parar a la nube, donde se 175
abrieron las puertas del cielo. Y el niño recorrió aquel camino sobre el 188
arcoíris lleno de alegría, pues comprendió que solo con verdaderos 198
deseos del corazón se puede abrir el camino del cielo. 208
5º Primaria

LOS DI N OSAURIOS

En la prehistoria, antes de que apareciera el hombre 12


sobre la tierra, había muchos reptiles; pero fueron los 23
dinosaurios los que la dominaron durante un período que 32
se prolongó por varios millones de años. Ningún otro ani­ 42
mal, incluido el hombre, ha reinado en la tierra durante 54
tanto tiempo. 57
Algunas personas creen que existía un solo tipo de dino­ 66
saurio pero, en realidad, había una gran variedad de ellos. 79
Los primeros eran pequeños y ágiles, sólo medían un 89
Metro de largo y corrían rápidamente sobre sus patas 98
traseras. 100
Algunos dinosaurios eran herbívoros. Otros eran carní­ 107
voros, sus patas tenían afiladas garras y poseían dientes 117
filudos como cuchillos. 121
Estos animales alcanzaron gran estatura y peso, por lo que 131
debían apoyarse sobre sus cuatro patas. Algunos, 141
como el brontosaurio, llegaron a medir dieciocho metros y 151
a pesar veinte toneladas. 156
Hace muchos millones de años, los dinosaurios desapa­ 164
recieron repentinamente de la tierra. Se cree que murieron 174
a causa de una epidemia, un cambio climático o,tal vez, 188
porque cada vez era mayor el número de mamíferos que 198
se comía los huevos de estos reptiles, impidiendo así que 209
se reprodujera la especie. 214
Pero, en realidad, no se sabe la causa de su extinción. 228
6º Primaria

Amanecer.

Despertó repetidas veces esa noche, como suele 10


ocurrir cuando aguardamos un día cargado de 17
acontecimientos importantes, en cuya espera nuestros 24
nervios actúan con su máxima sensibilidad y 31
prontitud. 33
Después de todo, en su caso ello era explicable, o, 46
si se quiere, lo normal dentro de lo insólito. En efecto, 60
tras largo tiempo de abrigar tal ilusión, por fin había 71
recibido la autorización de sus padres para participar 79
en el paseo de término de curso, a varios kilómetros 90
del pueblo. Hasta entonces, reiterada y 98
comprensiblemente, se había invocado en cada 105
oportunidad, para dilatar el permiso, los riesgos de las 116
bruscas variaciones climáticas, del vado de los ríos, de 127
las imprudencias e inexperiencia propias de su edad. 136
Esta vez como homenaje a sus recién cumplidos doce 145
años, se hacía fe en una mayor fortaleza y madurez 156
de su parte para enfrentar los desafíos de la aventura. 167
La tensión, en verdad, había comenzado varios días 177
antes. Había que preocuparse minuciosamente de 184
abastecimientos y de otros preparativos. Nada podía 192
quedar entregado al azar o a la inadvertencia, y todo, 204
si se trataba de ser ya “grande”, debía ser 214
cuidadosamente previsto y atendido de modo 220
personal, sin que la empresa constituyera una carga 229
para otros. 232
Así fue naciendo, y luego estirándose más y más, 243
una lista de heterogéneos elementos indispensables: 250
mochila y botas, guantes y gorro, linterna y 260
cortaplumas, casaca y fósforos, leche y cantimplora, 270
huevos duros y frutas, leche y pan. Y había sido 282
preciso rebuscar su semiolvidada presencia en algún 289
rincón de la casa, o pedirlos prestados, o adquirir lo 301
necesario para prepararlos y llevarlos, hasta 308
experimentar la satisfacción de que ningún detalle 315
quedaba pendiente o desatendido. 320

(fragmento) Ernesto Livacic Gazzano


chileno
7º, 8º y 9º (SECUNDARIA)

VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA

A las ocho de la mañana nos despertó un rayo de sol. Las facetas de las 23
lavas en las paredes lo recogieron y devolvieron convertido en una lluvia de 36
chispitas. 38
- ¿Qué me dices, Alex? – preguntó mi tío - ¿Has pasado en tu vida 54
alguna noche tan tranquila? No hay ruidos ni grito… 64
- El lugar es muy tranquilo, en efecto – repliqué -. Pero esta misma 77
calma tiene algo trágico. 82
- No te apresures. Recién hemos bajado al nivel del mar. Puedes 95
comprobarlo consultando el barómetro. Yo estoy deseando poder usar el 106
manómetro. 108
- ¿No nos resultará perjudicial la presión? 116
- No, iremos bajando lentamente y nuestros pulmones se irán acos- 126
tumbrando a respirar en una atmósfera más comprimida. Pero dejémonos 137
ya de charla y busquemos el paquete que arrojé. 147
Hans miró atentamente a su alrededor con su buena vista de cazador y 160
lo descubrió en una saliente, unos treinta metros encima de nosotros. 173
Poco después almorzamos frugalmente y regamos la comida con algu- 182
nos tragos de ginebra. Mi tío anotó algunos datos en su cuadernillo de 196
viaje y, señalándome solemnemente una galería oscura, anunció: 207
- Ahora, Alex, vamos hacia el centro de la tierra. Considera que en es- 221
te momento comienza nuestro viaje. 227
Enseguida preparó lo necesario para procurarnos luz. Las galerías se 238
iluminaron y cada cual se colocó su mochila. Alcé la cabeza y dirigí por úl- 253
tima vez mis ojos hacia el inmenso tubo en el que se dibujaba el cielo de 269
Islandia, temiendo no volver a verlo. 277
En la última erupción la lava se había abierto paso a través del túnel 291
que atravesábamos. El interior estaba alfombrado por un barniz espeso 303
ybrillante que centuplicaba la intensidad de nuestra luz. 312
La marcha no era demasiado difícil. El único cuidado que teníamos que 325
tener era el de no deslizarnos por la pendiente. Pero, por suerte, algunas 341
hinchazones en la erosión formaban peldaños. 348
En las paredes, la lava porosa tomaba formas de ampollitas redondea- 359
das y a nuestro paso cristales de cuarzo opaco suspendidos de la bóveda 372
se encendían. 375

(fragmento) Julio Verne


Francés

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