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fabulas

La Liebre Y La Tortuga
En el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa, porque ante todos decía que era la más
veloz y constantemente se reía de la lenta tortuga.
Un día, a la tortuga se le ocurrió hacerle una rara apuesta a la liebre.
- Estoy segura de poder ganarte una carrera - le dijo.
- ¿A mí? -preguntó, asombrada, la liebre.
- Pues sí, a ti. Pongamos nuestra apuesta en aquella piedra y veamos quién gana la carrera.
La liebre, muy divertida y confiada de su victoria, aceptó y todos los animales se reunieron para
presenciar el reto. ¡Comienza la carrera!
Con ese aire de superioridad que tenía, la liebre dejó partir a la tortuga y se quedó remoloneando. ¡Vaya
si le sobraba el tiempo para ganarle a tan lerda criatura!
Luego, empezó a correr, corría veloz como el viento mientras la tortuga iba despacio, pero, eso sí,
sin parar. Enseguida, la liebre se adelantó tanto que decidió detenerse junto al camino y descansar
y ahí se quedó dormida. Mientras tanto, pasito a pasito, y tan ligero como pudo, la tortuga siguió su camino hasta llegar a la meta.
Cuando la liebre se despertó y se percató de lo que ocurría, corrió con todas sus fuerzas pero ya era demasiado tarde, la tortuga había ganado la
carrera.
Aquel día fue muy triste para la liebre y aprendió una lección que no olvidaría jamás: No hay que burlarse jamás de los demás.
La gallina de los huevos de oro, cuentos cortos infantiles
Érase un labrador tan pobre, tan pobre, que ni siquiera poseía una vaca. Un día, trabajando
en el campo y lamentándose de su suerte, apareció un enanito que le dijo:
- Buen hombre, he oído tus lamentaciones y voy a hacer que tu fortuna cambie. Toma
esta gallina, es tan maravillosa que todos los días pone un huevo de oro.
Al día siguiente, ¡oh sorpresa!, encontró un huevo de oro. Lo puso en una cestita y se fue con
ella a la ciudad, donde vendió el huevo por un alto precio. Al día siguiente, loco de alegría,
encontró otro huevo de oro.
¡Por fin la fortuna había entrado a su casa! Todos los días tenía un nuevo huevo. Fue así que
poco a poco, con el producto de la venta de los huevos, fue convirtiéndose en el hombre más
rico de la comarca.
Sin embargo, una insensata avaricia hizo presa su corazón y pensó:
- ¿Por qué esperar a que cada día la gallina ponga un huevo? Mejor la mato y descubriré la mina de oro que lleva dentro.
Y así lo hizo, pero en el interior de la gallina no encontró ninguna mina.
A causa de la avaricia tan desmedida que tuvo, este bobo aldeano malogró la fortuna que tenía.
3. Cuento corto sobre las madres y los hijos: El ángel de los niños
Cuenta una leyenda que a un angelito que estaba en el cielo, le tocó su turno de nacer
como niño y le dijo un día a Dios:
- Me dicen que me vas a enviar mañana a la tierra. ¿Pero, cómo vivir? tan pequeño e
indefenso como soy...
- Entre muchos ángeles escogí uno para ti, que te esta esperando en la Tierra y que te
cuidara.
- Pero dime, aquí en el cielo no hago más que cantar y sonreír, eso basta para ser feliz.
- Tu ángel te cantará, te sonreirá todos los días y tu sentirás su amor y serás feliz.
- ¿Y como entender lo que la gente me hable, si no conozco el extraño idioma que hablan
los hombres?
- Tu ángel te dirá las palabras mas dulces y más tiernas que puedas escuchar y con
mucha paciencia y con cariño te enseñará a hablar.
- He oído que en la tierra hay hombres malos. ¿Quién me defenderá?
- Tu ángel te defenderá mas aún a costa de su propia vida.
En ese instante, una gran paz reinaba en el cielo pero ya se oían voces terrestres, y el niño presuroso repetía con lágrimas en sus ojitos sollozando...
- ¡¡Dios mío, si ya me voy dime su nombre!!. ¿Cómo se llama mi ángel?
- Su nombre no importa, tu le dirás : MAMÁ.

1. EL CONGRESO DE LOS RATONES


Había una vez una familia de ratones que vivía en la despensa de una casa. Eran felices, pero
vivían con miedo de ser atacados por un enorme gato, de manera que nunca se atrevían a salir ya
que sin importar que fuera de día o de noche ese terrible enemigo siempre les vigilaba. Un buen
día decidieron poner fin al problema, por lo que celebraron una asamblea a petición del jefe de
los ratones, que era el más viejo de todos. El jefe de los ratones dijo a los presentes:
– “Os he mandado reunir para que entre todos encontremos una solución. ¡No podemos vivir
así!”.
– “¡Pido la palabra!”, dijo un ratoncillo muy atento.
– “Atemos un cascabel al gato, y así sabremos en todo momento por dónde anda”.
Tan interesante propuesta fue aceptada por todos los roedores entre grandes aplausos y felicidad.
Con el cascabel estarían salvados, porque su campanilleo avisaría de la llegada del enemigo con
el tiempo para ponerse a salvo.
– “¡Silencio!”, gritó el ratón jefe, para luego decir:
– “Queda pendiente una cuestión importante: ¿Quién de todos le pone el cascabel al gato?”.
Al oír esto, los ratoncitos se quedaron repentinamente callados, porque no podían contestar a aquella pregunta. Y corrieron de nuevo a
sus cuevas, hambrientos y tristes.
Moraleja: Es más fácil proponer ideas que llevarlas a cabo.
2. EL BOBO Y LA GRULLA
Mientras un lobo se comía un hueso, se le atragantó en la garganta, y empezó a correr
por todas partes en busca de ayuda. En su camino se encontró a una grulla y le pidió que
le salvara de aquella situación y que le pagaría por ello. La grulla aceptó, introdujo su
cabeza en la boca del lobo y sacó el hueso atravesado de la garganta. Entonces, le pidió
su compensación al lobo, a lo que este le respondió:
– “Oye amiga, ¿no crees que es suficiente paga el haber sacado tu cabeza sana y salva
de mi boca?”.
Moraleja: Nunca hagas favores a malvados, traficantes o corruptos, pues mucha paga
tendrías si te dejan sano y salvo.
3. EL CABALLO VIEJO
Un caballo que ya estaba muy mayor fue vendido por su amo a un molinero que lo
empleó para que diera vueltas a la piedra de un viejo molino. El caballo no hacía otra
cosa desde la mañana hasta la noche que girar y girar alrededor de aquella rueda, lo cual
no solo le cansaba mucho sino que lo ponía muy triste. Y es que el viejo
caballo recordaba lo veloz y famoso que había sido en sus años de juventud, en los que
había vivido infinidad de aventuras y también cómo se burlaba de los otros caballos que
eran más viejos y lentos que él.
Ahora viéndose en esta situación en la que pasaba sus días atado y dando vueltas a dicho
molino, se arrepentía de aquella actitud que había tenido cuando era poderoso:
– “Después de las grandiosas vueltas que di en las carreras durante mi juventud, mira las
vueltas que tengo que dar ahora. Este es un justo castigo por burlarme de aquellos a los que veía más débiles e inferiores”.
Moraleja: Mejor ser humilde cuando tienes poder, porque un día u otro lo has de perder.

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