Está en la página 1de 4

23/4/24, 16:51 Nuestro deber a Dios: La misión de padres y líderes para con la nueva generación

Nuestro deber a Dios: La misión de padres y líderes


para con la nueva generación
Por el élder Robert D. Hales
Del Quórum de los Doce Apóstoles

Es nuestro deber imperioso ayudar a los jóvenes a comprender y creer el Evangelio de una
forma profundamente personal.

Esta tarde deseo alentar a los padres y a todos los que han sido llamados a orientar y a servir
a la juventud de este mundo. El Señor reveló a José Smith que tenemos “…una obligación
imperiosa… para con la generación que va creciendo” (D. y C. 123:11).

En el transcurso de mi vida como padre y abuelo, he meditado en la pregunta: ¿Cuál es mi


deber a Dios con relación a los jóvenes? Quisiera compartir con ustedes algo de lo que he
aprendido por medio de la reflexión y el testimonio.

Para todos nosotros, el cumplir nuestro deber a Dios como padres y líderes empieza por guiar
mediante el ejemplo, o sea, vivir los principios del Evangelio con constancia y dedicación en
casa, lo cual requiere determinación y diligencia diarias.

Para los jóvenes, no hay nada mejor que vernos vivir el Evangelio en la vida diaria. Los
jóvenes guerreros no tuvieron que preguntarse lo que sus padres creían. Ellos dijeron: “No
dudamos que nuestras madres lo sabían” (véase Alma 56:47–48). ¿Están enterados nuestros
hijos de lo que nosotros sabemos?

Una vez uno de mis nietos me pidió que lo acompañara a ver una película popular que no era
apropiada. Le dije que yo no tenía edad para verla. Quedó desconcertado hasta que su abuela
le explicó que la clasificación de las películas según la edad de la persona no se aplicaba al
abuelo. Entonces él vino y me dijo: “Ya entiendo, abuelo. Nunca vas a tener la edad para ver
esa película, ¿verdad?”. ¡Y tenía razón!

Además de mostrar a los jóvenes la senda por medio del ejemplo, los guiamos al comprender
su corazón y al caminar a su lado en el sendero del Evangelio. Para realmente comprender su
corazón, debemos hacer mucho más que sólo estar en el mismo cuarto o asistir a las mismas
actividades familiares y de la Iglesia. Debemos planificar y aprovechar momentos de
enseñanza que generen un impacto profundo y perdurable en su mente y en su corazón.

Por ejemplo, los líderes de la Iglesia planean con regularidad actividades del sacerdocio y
también clases y campamentos de escultismo, pero ¿se logra siempre el objetivo más
importante de esas actividades? He aprendido que lo que hace que una actividad del
sacerdocio o de escultismo sea más significativa para el muchacho no es sólo obtener una
insignia de mérito, sino tener la oportunidad de sentarse y hablar con un líder que se interese
en él y en su vida.

De manera similar, madres y padres, al llevar a sus hijos a la escuela o a sus diversas
actividades, en el auto o caminando, ¿aprovechan el tiempo para hablar con ellos de las

https://www.churchofjesuschrist.org/study/general-conference/2010/04/our-duty-to-god-the-mission-of-parents-and-leaders-to-the-rising-generatio… 1/4
23/4/24, 16:51 Nuestro deber a Dios: La misión de padres y líderes para con la nueva generación

esperanzas, sueños, temores y dichas de ellos? ¿Se toman el tiempo para hacerles quitarse los
audífonos conectados a tantos aparatos para que puedan escucharle a usted y sentir su amor?
Cuanto más vivo, más reconozco que los momentos de enseñanza de mi juventud,
especialmente los que tuve con mis padres, han moldeado mi vida y me han hecho quien soy.

Es imposible sobreestimar la influencia de los padres que comprenden el corazón de sus hijos.
Las investigaciones científicas demuestran que durante las transiciones más importantes de la
vida —incluso los períodos en que es más probable que los jóvenes se alejen de la Iglesia— la
mayor influencia no proviene de una entrevista con el obispo o con algún otro líder, sino de la
interacción regular, cálida, amigable y cariñosa con los padres.

Considerando esto, cuando nos sentamos a la mesa para cenar, ¿está presente toda la familia?
Recuerdo que cuando era joven pedí permiso para jugar béisbol a la hora de la cena. “Sólo
pon mi comida en el horno”, le dije a mi mamá. Ella respondió: “Robert, realmente quiero
que tomes un descanso, vengas a casa y cenes con la familia, y luego te puedes ir a jugar
béisbol hasta que obscurezca”. Nos enseñó a todos que en las comidas familiares lo más
importante no son los alimentos, sino la interacción con la familia, la cual nutre el alma. Mi
madre enseñó que el amor más grande se da dentro del hogar.

Para que nuestras interacciones con los jóvenes realmente tengan un efecto en su corazón,
tenemos que ponerles atención de la misma forma que lo haríamos con un colega de
confianza o un amigo íntimo. Lo más importante es hacerles preguntas, dejarles hablar, y
después estar dispuestos a escuchar —sí, escuchar, y luego escuchar más— incluso ¡escuchar
con oídos espirituales! Hace varios años estaba leyendo el periódico cuando uno de mis
nietecitos se acurrucó a mi lado. Mientras leía, me dio gusto escuchar su dulce voz charlar en
el fondo. Imagínense mi sorpresa cuando, unos momentos después, se puso entre el periódico
y yo, me tomó de la cara y con la nariz puesta contra la mía me preguntó: “¡Abuelo! ¿Estás
ahí?”.

Madres y padres, ¿están ahí? Abuelos y abuelas, ¿están ahí? Estar ahí significa comprender el
corazón de los jóvenes y conectarse con ellos. Y conectarse con ellos significa no sólo
conversar con ellos, sino también hacer cosas juntos.

Hace poco escuché a una madre contar cómo había ayudado a sus primeras tres hijas a
cumplir los requisitos del Progreso Personal haciendo lo que se esperaba de ella: mantenerse
informada y firmar cuando se completaran los proyectos. Luego tiernamente explicó, con
lágrimas surcando su mejilla: “Últimamente he trabajado con mi cuarta hija haciendo los
proyectos junto con ella. Esto ha tenido un gran impacto en nuestra vida y nuestra relación;
pero qué tristeza siento cuando me doy cuenta de lo que me perdí por no haber hecho lo
mismo con mis otras tres hijas”. El dicho más triste, hablado o escrito, es el que expresa:
“¡Pudo haber sido!” 1.

Los miembros adultos de la Iglesia deben comprender que los requisitos del Progreso
Personal y de Mi Deber a Dios no son sólo una larga lista de tareas a realizar y firmar, sino
metas personales que cada hombre y mujer joven se fija para llegar a ser dignos de recibir las
ordenanzas del templo, servir en misiones, contraer matrimonio eterno y disfrutar de la
exaltación. Pero que quede bien claro: ¡el que los hombres y las mujeres jóvenes traten de lograr esas
metas solos sería una gran pérdida y tragedia!

Padres, madres y líderes de los jóvenes, les instamos a participar en el Progreso Personal y en
Mi Deber a Dios con sus hijos y con los jóvenes. No sólo progresarán ellos, sino ustedes
también. Igualmente importante es que progresarán juntos en un lazo de fe y amistad que les

https://www.churchofjesuschrist.org/study/general-conference/2010/04/our-duty-to-god-the-mission-of-parents-and-leaders-to-the-rising-generatio… 2/4
23/4/24, 16:51 Nuestro deber a Dios: La misión de padres y líderes para con la nueva generación

permitirá fortalecerse mutuamente y mantenerse en la senda del Evangelio para siempre, para
ser en realidad una familia eterna.

Una parte igualmente importante del cumplimiento de nuestro deber maternal y paternal
ante Dios es enseñar a nuestros hijos el Evangelio y prepararlos para participar plenamente
en la Iglesia restaurada del Salvador. Recuerden la lección del pueblo del rey Benjamín.
Como resultado de las enseñanzas de él, muchos adultos tuvieron un gran cambio en el
corazón (véase Mosíah 5:2). Pero luego dice que “había muchos de los de la nueva generación
que no pudieron entender las palabras del rey Benjamín, pues eran niños pequeños en la
ocasión en que él habló a su pueblo; y no creían… y se endurecieron sus corazones” (Mosíah
26:1, 3).

Es nuestro deber imperioso ayudar a los jóvenes a comprender y creer el Evangelio de una
forma profundamente personal. Les podemos enseñar a andar en la luz, pero esa luz no
puede ser prestada; tienen que ganársela. Ellos deben obtener su propia luz de testimonio
directamente de la fuente de luz espiritual, que es Dios mismo, a través de la oración, el
estudio y la reflexión. Deben comprender quiénes son y lo que nuestro Padre Celestial desea
que lleguen a ser. ¿Cómo los ayudamos?

Al tener una noche de hogar, un consejo familiar o una conversación edificante del Evangelio
con nuestros hijos, tenemos la oportunidad de verlos a los ojos y decirles que los amamos y
que nuestro Padre Celestial los ama. En esos entornos sagrados, también podemos ayudarles
a comprender, en lo profundo del corazón, quiénes son y lo afortunados que son de haber
venido a esta tierra y a nuestro hogar, y de participar en los convenios que hemos hecho en el
templo de ser una familia para siempre. En toda interacción que compartamos, demostramos
los principios y las bendiciones del Evangelio.

En estos tiempos peligrosos, no es suficiente que nuestros jóvenes sólo sepan; deben actuar. La
participación entusiasta en ordenanzas, en quórumes y organizaciones auxiliares, en
programas inspirados y actividades que fortalecen, ayuda a los jóvenes a ponerse toda la
armadura de Dios. ¿Les ayudaremos a ponerse esa armadura para que resistan los ardientes
dardos del adversario? Para realmente escoger el camino del Señor, ellos deben conocer ese
camino. Y para que realmente conozcan Su camino, debemos enseñarles y guiarles a actuar,
participar y hacer.

La obra misional más grande que realicemos será en nuestro propio hogar. Los hogares, los
quórumes y las clases forman parte del campo misional. Los hijos y nietos son nuestros
investigadores más importantes.

La obra de historia familiar más grande que realicemos será dentro de nuestro propio hogar. La
preparación espiritual de nuestros hijos que son de la nueva generación, mediante su
obediencia, será lo que garantizará la preservación y la perpetuidad eternas de nuestra familia
para las generaciones venideras.

El rescate y la activación más grandes se realizarán en nuestro propio hogar. Si alguien de su familia
anda por senderos extraños, ustedes son rescatadores que participan en el mayor esfuerzo de
rescate que la Iglesia haya conocido. Les testifico por experiencia propia: El único fracaso es
darnos por vencidos. Nunca es demasiado tarde ni demasiado temprano para comenzar. No se
preocupen por lo que haya ocurrido en el pasado. Hagan una llamada; escriban una nota;
hagan una visita; invítenlos a regresar a casa. No tengan miedo ni vergüenza. Su hijo es hijo
de nuestro Padre Celestial. Ustedes están haciendo la obra de Dios. Él ha prometido juntar a
Sus hijos, y está con ustedes.

https://www.churchofjesuschrist.org/study/general-conference/2010/04/our-duty-to-god-the-mission-of-parents-and-leaders-to-the-rising-generatio… 3/4
23/4/24, 16:51 Nuestro deber a Dios: La misión de padres y líderes para con la nueva generación

La mayor fe que tengamos será dentro del hogar al permanecer fuertes en las pruebas y tribulaciones de
ser padres. Hace poco el presidente Monson le dijo a un pequeño grupo de madres: “A veces
juzgamos demasiado pronto el efecto de nuestros éxitos y fracasos”. Y yo quisiera agregar que
no consideremos eternas las pruebas de hoy. Nuestro Padre Celestial hace Su obra a largo
plazo. “[Hay] mucho en lo futuro”, dijo el profeta José Smith. “Por tanto… hagamos con
buen ánimo cuanta cosa esté a nuestro alcance; y entonces podremos permanecer tranquilos,
con la más completa seguridad, para ver la salvación de Dios y que se revele su brazo” (D. y
C. 123:15, 17).

Este domingo de Pascua espero que tengamos la oportunidad de dar testimonio de que
sabemos que Dios vive y que Jesús es el Cristo. Espero que demos nuestro testimonio para
que nuestros hijos sepan lo que es importante para nosotros y que los amamos. El amor más
grande y las enseñanzas más grandes deben existir en nuestro hogar.

Invoco las bendiciones del Señor para los padres y las madres, y para los jóvenes que son
criados en hogares fieles, para que comprendan el gozo de vivir en un hogar y con una familia
donde puedan ser amados, encaminados y guiados. Ruego que tengamos familias eternas y
estemos juntos para siempre en la presencia de Dios el Padre y de Su Hijo, Jesucristo.

Doy mi testimonio especial de que Jesucristo vive. Él es el pastor de las ovejas perdidas, el
rescatador del alma desamparada, el sanador del corazón herido, la esperanza de toda la
humanidad. Que con Él como Maestro, cumplamos nuestro deber a Dios con fe en Él y en Su
eterno amor por cada uno de nosotros, lo suplico en el nombre de Jesucristo. Amén.
Nota
1. Véase “Maud Muller”, The Complete Poetical Works of John Greenleaf Whittier, 1876,
pág. 206.

https://www.churchofjesuschrist.org/study/general-conference/2010/04/our-duty-to-god-the-mission-of-parents-and-leaders-to-the-rising-generatio… 4/4

También podría gustarte